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RESUMEN:
Con el presente texto se pretende comprender los factores culturales y las
modificaciones que tiene toda cultura organizacional así como caracterizar la cul- tura
organizacional de organizaciones del tercer sector chileno y bosquejar, con algunas
pinceladas, los importantes procesos de cambio que estas culturas han experimentado. Para
ello se comienza definiendo en forma rigurosa qué entende- mos por cultura organizacional
y los cambios, paradojas y contradicciones que pueden producirse A continuación se analiza
la cultura de tres casos de organiza- ciones sin fines de lucro, destinadas a prestar servicios
de interés general o comu- nitario (Hogar de Cristo, Un techo para Chile, y Corporación de
Ayuda al Niño Quemado COANIQUEM) y luego el de una importante organización sin
fines de lucro orientada al servicio de sus miembros (Mutual de seguridad de la Cámara
Chilena de la Construcción). Por último, a tenor de los casos analizados se realiza una
valoración general de los cambios producidos en la cultura organizacional del tercer sector
chileno, en especial en lo referente a la concepción del cumplimiento de la misión y a los
métodos de gestión.
PALABRAS CLAVE:
Cultura organizacional, Tercer Sector, organizaciones sin fines de lucro, orga-
nizaciones voluntarias.
ABSTRACT:
The purpose of this text is to understand the cultural factors and changes that any
organizational culture has, as well as characterizing the organizational cul- ture of Chilean
Third Sector organizations, and outlining the important changing processes that these
cultures have experienced. For this reason, it starts defining what we understand as
organizational culture and changes, paradoxes and contra- dictions that could arise, in a
rigorous way. Next, the culture of three different non profit organizations aimed at giving
services of general or common interest (Hogar de Cristo, Un techo para Chile y
Cooperación de Ayuda al Niño Quemado COANI- QUEM) is analyzed and then, the case of
a significant non profit organization aimed at membership service (Mutual de seguridad
de la Cámara Chilena de la
Construcción). Finally, looking at the analyzed cases, it is drawn a global evaluation of the
changes made in organizational culture of the Chilean third sector, specially referred to the
concept of achieving the goal and management methods.
KEYWORDS:
Organizational culture, Third Sector, Non – profit organizations, voluntary organizations
SUMARIO:
no parecen haber sido fruto de decisión alguna y, por lo mismo, no se cree posible cambiarlos por
medio de simples decisiones.
En una organización que nos correspondió diagnosticar, existía una cultura del
temor. Había gran desconfianza y nadie expresaba sus opiniones. Al tratar de descubrir las
razones de este temor, se nos dijo que allí todo era arbitrario y que por eso había que ser
cauteloso al momento de decidir. Al solicitar que nos conta- ran casos, nadie pudo referir un
solo hecho demostrable. No se trataba de la his- toria, sino de la memoria. Finalmente,
pudimos encontrar una pista. En esa empre- sa había sido dura la represión y los despidos
en el año 1973, luego del golpe mili- tar, y la cultura había aprendido. Aunque al momento
de nuestro diagnóstico no quedaba ningún trabajador de aquella época, porque todos habían
sido contrata- dos con mucha posterioridad, el temor persistía como fuerte premisa para
decidir (Rodríguez, Bozzo et al., 1999).
La cultura organizacional contiene los esquemas de distinción con los cua- les la
organización contempla su entorno y observa su propio operar. El entorno es más complejo
que la organización y, por ello, para poder subsistir ésta debe redu- cir complejidad. Lo hace
sensibilizándose hacia ciertos factores y tornándose indi- ferente a lo demás. Los esquemas
de distinción hacen que la organización “vea” ciertos aspectos del entorno y se mantenga
ciega a otros.
Hay quienes creen que el cambio cultural, aunque permanente, no puede ser
planificado. Esto no es así. Otros estiman que el cambio consiste en modificar toda la
cultura de la organización. Esta es una mirada que no entiende lo que es una cul- tura y
peca de ingenua porque intentarlo sería inconducente.
Se forma según pasan los años, la impresionan variados fenómenos y muy diversas
personas tienen papeles importantes dejando su huella. El resultado no es un sistema
coherente. Por el contrario, hilvana elementos que guardan escasa rela- ción entre sí, pero
que, en su conjunto, ofrecen formas para salir del paso en varia- das situaciones. Lévi-
Strauss diría, un verdadero bricolage de componentes dis- pares (Lévi-Strauss, 1964).
Algunos de estos factores pueden, incluso, ser franca- mente contradictorios: “no por
mucho madrugar amanece más temprano” y “a quién madruga, Dios le ayuda”. El modo de
evitar la contradicción entre estas cla- ves culturales contradictorias consiste en no
utilizarlas jamás al mismo tiempo.
Mal que le pese a Edgar Schein, cuyo anticuado concepto de cultura recuer- da el de
los primeros antropólogos funcionalistas que estudiaron culturas insulares y, por ende, no es
adecuado para organizaciones en un entorno, los elementos que forman una cultura
organizacional no se caracterizan por haber demostrado su uti- lidad (Schein, 1988; Schein,
1996). Si bien numerosos elementos de una cultura pueden ser funcionales, también hay
otros muchos que son francamente disfun- cionales. Basta conversar con algún médico de
urgencia, para enterarse que fre- cuentemente llegan a recibir atención pacientes que han
empeorado sus dolencias al hacer uso de medicamentos que la cultura popular considera
infalibles. Lo inte- resante del ejemplo radica en que jamás esos pretendidos remedios han
sido úti- les y, sin embargo, la gente continúa transmitiendo con fe esos “secretos”.
Por otra parte, si Schein tuviera razón no sería posible cambiar ninguno de estos
componentes culturales, porque al hacerlo se perdería algo probadamente eficaz. Como
todo gurú, Schein sigue cosechando adeptos y es claro que, al
menos para él, su teoría ha sido demostradamente útil, porque la credulidad puede ser
cualquier cosa, menos escasa.
El apelativo de tercer sector intenta distinguir sus componentes de los sec- tores
público y privado. Lo forman diversas organizaciones voluntarias y sin fines de lucro
orientadas a satisfacer necesidades económicas, sociales o culturales, de carácter
cooperativo o comunitario (Favreau y Ninacs, 1992: 117). No pertenecen al tercer sector,
por consiguiente, las entidades fiscales ni tampoco las organiza- ciones privadas cuya
finalidad sea el lucro.
A simple vista, es posible percibir que el tercer sector se encuentra consti- tuido por
dos conjuntos diferentes aunque fuertemente intersectados (Archambault y Chadeau, 1992:
94-97):
Es cosa sabida que: “Toda organización – incluidas las sin fines de lucro- debe hacer
coincidir su diseño con la misión que se ha propuesto.” (Magretta, 2002: 112). Sin
embargo, la sola idea de aplicar criterios de eficiencia, propios de la gestión moderna, a la
conducción de organizaciones sin fines de lucro genera-
Chile es un país que tradicionalmente ha dejado en las manos del Estado la solución
de los problemas comunitarios. Entidades fiscales extendieron la educa- ción, construyeron
puertos y caminos. También fue el Estado el que se propuso la tarea de modernizar al país
impulsando la industrialización. Sólo a fines del siglo XX abandonó el Estado su función
protectora y todavía se levantan clamores a las autoridades de gobierno exigiendo su ayuda.
El reciente crecimiento económico chileno ha sido liderado por la iniciativa privada, la cual
ahora demanda que el Estado se modernice a un ritmo más veloz (Rodríguez, 2004;
Rodríguez, Cereceda, Wormald y de los Ríos, 1997). Paulatinamente comienza, además,
una transforma- ción cultural tendiente a que los particulares también se hagan cargo de
solucio- nar los problemas que aquejan a la comunidad, en lugar de elevar sus quejas al
Estado.
Pobre es una persona que vive con menos de US$ 2 al día y no ha tenido
oportunidad de desarrollar sus dotes naturales. En Chile hay 2.907.916 personas en esta
condición de pobreza. Indigente o extremadamente pobre es quien vive
Las dos organizaciones que hemos seleccionado tienen como objetivo con- tribuir a
que este doloroso problema social disminuya.
está formado por exitosos empresarios y ejecutivos que, sin cobrar por su trabajo, han
sabido transformarla en una organización gestionada de acuerdo a criterios de eficiencia y
eficacia, algo que se hace patente en su misión: “El Hogar de Cristo acoge con dignidad a
los más pobres entre los pobres, para ampliar sus oportuni- dades a una vida mejor.
Convoca con entusiasmo y vincula a la comunidad en su responsabilidad con los excluidos
de la sociedad. Es una organización transparen- te, eficiente y eficaz, que animada por la
espiritualidad de San Alberto Hurtado, promueve una cultura de respeto, justicia y
solidaridad”
En lugar de señalar los enormes logros alcanzados por esta importante orga-
nización, considerada una de las más eficientes del mundo en su rubro, deseamos hacer ver
-mediante algunos ejemplos- que su cultura considera una gestión pro- fesional que hace
uso de todas las herramientas propias de ésta.
Para financiar la obra, San Alberto Hurtado hacía uso de sus excelentes vín- culos
sociales -su familia pertenecía a la clase alta chilena- y solicitaba a las per- sonas más ricas
y poderosas del país que hicieran donaciones. Una vez al año podía hacerse una colecta
nacional, lo que también contribuía. La publicidad era prácticamente inexistente. Los
tiempos han cambiado. Hace algunos años, se ini- ció una agresiva e innovadora campaña
para recolectar fondos. Se instituyó la posibilidad de hacerse “socio del Hogar de Cristo”,
comprometiéndose a aportar mensualmente una cierta cantidad de dinero. En los
supermercados, las cajeras preguntan a sus clientes si quieren donar “el vuelto”, esto es las
monedas meno- res que se devuelven al cliente que ha efectuado un pago, al Hogar de
Cristo. Esta propuesta difícil de rechazar ha generado cantidades considerables de dinero.
Hay, además, vistosos afiches publicitarios distribuidos por el país, en los que se moti- va a
trabajar como voluntario, bajo el lema:”Ningún trabajo es mejor remunerado”. Otros
incentivan a hacer donaciones con la frase:”Es mejor dar que recibir”.
beneficencia que se entrega cuando se quiere. Quienes quieran participar volunta- riamente,
han de comprometerse que lo harán siempre, mientras dure su compro- miso. Sólo así se ha
podido hacer de esta gigantesca obra una organización que cumple con los tres valores que
hicimos notar en su misión. La transparencia con que es administrada permite que no se
filtre ni un solo peso en alguna dirección equivocada. Jamás la sospecha de corrupción ha
manchado el nombre de la ins- titución ni el de alguno de sus integrantes. La eficacia se
demuestra en el alcance de sus múltiples programas. La eficiencia ha quedado
absolutamente probada tanto en la recolección como en el destino de cuantiosas sumas de
dinero. El Hogar de Cristo es un orgullo para Chile.
El cambio cultural, lo dijimos, no necesita ni podría ser total. El caso del Hogar de
Cristo demuestra fehacientemente que se pueden respetar las premisas indecididas e
indecidibles que han quedado grabadas en la memoria de una orga- nización. La figura del
fundador, la santidad de su propósito, su vieja camioneta verde, sus frases impregnadas
de abnegación y amor por los más pobres entre los pobres son el patrimonio más valioso de
esa memoria cultural. El profundo cambio cultural no ha tocado nada de eso, sino que
atesorándolo, se ha apoyado en él para hacer una lectura moderna y profesional de sus
objetivos. El resultado es una fundación de beneficencia que se administra siguiendo el
modelo de las empresas productivas. No son escasas las personas que creen ver que este
último se encuentra en las antípodas de la primera y por eso fue necesario hacer este cam-
bio cultural que concilia lo mejor de ambos, sin que sus diferencias se obstaculi- cen
mutuamente.
una respuesta compleja a un problema que también lo es. Ahora el proyecto se propuso
combatir la pobreza en sus múltiples expresiones.
La exclusión social tiene una fuerza terriblemente integradora. Quien está excluido
de un subsistema de la sociedad tiene una alta probabilidad de quedar también excluido de
los demás (Luhmann, 1998; Luhmann, 2007). Por esta razón, “Un techo para Chile” ha
creado un Plan Jurídico destinado a permitir el acceso a la justicia para estos excluidos que
tan lejos se encuentran de alcanzarla. Se les dan a conocer los derechos y obligaciones
ciudadanos, los mecanismos para hacerlos valer y las instituciones a las cuales han de
recurrir.
“Un techo para Chile” ha hecho una alianza con el Banco Santander Banefe para
crear un Programa de Micro-créditos cuyo objetivo es fomentar las capacida- des
emprendedoras de los pobladores de los campamentos, mediante asesorías especializadas y
pequeños préstamos en dinero destinados al desarrollo de nego- cios existentes o fundar
otros nuevos. Cada asesor es un estudiante universitario que se hace cargo de tres
microempresarios y los capacita en materias afines a la
Una vez que la comunidad se halla organizada, es apoyada técnica y social- mente
para que ella misma encuentre una solución definitiva a la acuciante nece- sidad de vivienda
de sus miembros. La ayuda consiste, entonces, en activar las redes sociales propias de la
fundación y también las de cada uno de sus integran- tes, para lograr que los pobladores
puedan postular a los subsidios habitacionales ofrecidos por el Estado y trasladarse a un
nuevo barrio donde la comunidad con- tinúe unida y pueda hacer uso de las herramientas
aprendidas. Pero el apoyo no concluye allí. Al trasladarse a su nuevo hogar, se desarrollan
actividades con las familias para encontrar participativamente soluciones de habitabilidad
de sus viviendas. Esto empieza desarrollando hábitos de iluminación, aseo, orden, pre-
vención de accidentes hogareños, cuidado de la vivienda e importancia de cons- truir un
barrio para la vida comunitaria. Se presta luego asesoría en la planificación, diseño y
consolidación de los espacios comunitarios, áreas verdes y sitios de esparcimiento.
Sorprende, en “Un techo para Chile”, la seriedad y eficiencia con que se eje- cuta lo
planificado. No hay espacio allí para la improvisación, ni mucho menos para la negligencia.
Quien quiera participar, puede hacerlo. Su compromiso es volunta- rio, pero esto no
significa que una vez asumido sea posible fallar. Quien voluntaria-
En un país que hasta mediados del siglo recién pasado descansaba en el Estado para
la solución de cualquier problema comunitario, llama la atención esta cultura organizacional
que nada exige del Estado, sino que asume como suya esta obligación social hacia los
pobres. La cultura organizacional de “Un techo para Chile” es un índice claro del cambio
que está experimentando la cultura del país en su proceso de incorporación acelerada a la
sociedad mundial.
4 COANIQUEM nace oficialmente el 19 de abril de 1979 como iniciativa del Dr. Jorge Rojas Z. Su principal estableci-
miento asistencial, ubicado en la populosa comuna de Pudahuel, en el sector poniente de la capital de Chile, inició su labor
en 1982, como un pequeño consultorio al servicio de los vecinos, y ha ido aumentando progresivamente la can- tidad y
complejidad de las atenciones, llegando a ser un centro de referencia regional, nacional e incluso internacio- nal, para la
rehabilitación de niños quemados. A la fecha se han construido 4.250 m?, de instalaciones para atención ambulatoria integral,
incluidas intervenciones quirúrgicas bajo el sistema de hospitalización diurna transitoria. Las pres- taciones de salud se
entregan a través de unidades clínicas, médico – quirúrgica, rehabilitación, enfermería y en las de apoyo clínico terapéutico y
diagnóstico. El centro dispone de una dotación cercana a 100 personas, de las cuales el 40% son profesionales de la salud
(médicos cirujanos, fisiatras, dermatólogo, pediatra, anestesiólogo, enfermeras universitarias, kinesiólogos, terapeutas
ocupacionales, psicólogos, asistentes sociales, músico-terapeutas y tecnólo-
zas mediante las cuales la institución sido capaz de cumplir su misión, planteán- dose y
alcanzando nuevas metas.
Desde los inicios de la fundación, el Dr. Rojas era conciente de que ésta debería
conseguir fuertes sumas de dinero para estar en condiciones de satisfacer su objetivo
prioritario: entregar rehabilitación a niños quemados sin costo para sus familias. El modo
de hacerlo consistió en la formación de alianzas con empresas privadas que encontraran
alguna utilidad en ellas. Sólo alianzas en que ambas par- tes vieran expresarse sus intereses,
esto es, alianzas de ganar-ganar, serían esta- bles y podrían garantizar un financiamiento
duradero.
Una alianza con ESSO Chile filial de EXXON Mobil permite financiar la cons-
trucción y equipamiento de la primera etapa del Centro de Rehabilitación de la comuna de
Pudahuel. Para apoyar una causa, ESSO exigía que ésta fuera relevan- te para las
necesidades de la comunidad, políticamente neutral y de naturaleza no controversial. Todas
estas características las cumplía COANIQUEM a la perfec- ción. Por su parte, ESSO
necesitaba establecer una buena relación con la prensa y vio en COANIQUEM una carta de
triunfo para provocar buena disposición en los medios de comunicación y sus periodistas. A
su vez, COANIQUEM construyó sus relaciones públicas bajo el alero de ESSO. Los
beneficios se doblaron. Finalmente la campaña “Ayúdenos a Ayudar”, en que ESSO
donaba aproximadamente un décimo de centavo de dólar (US 0,001) por litro de gasolina
vendida en todo el país tuvo impresionante éxito. COANIQUEM recibió U$220.000 y la
venta de combusti- ble aumentó un 5% con un efecto continuado aun cuando la campaña
terminó.
Pero las cosas no terminan ahí para COANIQUEM; una segunda alianza, esta vez
con la agencia de publicidad Zegers DDB ayuda a la consolidación de la organización y a
hacer más eficaz la alianza con ESSO Chile ya que mejora la visi- bilidad de las acciones
emprendidas en conjunto. Además, la libertad que otorga COANIQUEM a sus publicistas
le ha traído a Zegers DDB numerosos premios.
Y las alianzas siguen, en 1995 se hacen dos, una con la empresa de buses
interurbanos Tur-Bus que le permite trasladar gratis a los pacientes desde cual- quier parte
del país a los centros de tratamiento. La otra alianza se establece con
go médico) y el 25% técnicos de apoyo terapéutico. Junto al centro de rehabilitación, también se encuentra Casabierta,
lugar que acoge a los menores de lugares apartados de la ciudad y de otros países, acompañados por uno de sus padres,
permitiendo que mantengan la continuidad escolar a través de una escuela hospitalaria, conoci- da como Ámbito de Acogida.
En el centro se han atendido gratuitamente más de 75.000 niños chilenos con quema- duras. En los últimos años se ha
abierto la atención a otros países del continente, habiendo recibido ya sobre un cen- tenar y medio de pacientes extranjeros.
Cada año se otorgan 50.000 consultas y se efectúan 25.000 procedimientos terapéuticos por el equipo profesional del
establecimiento. El apoyo psicológico es fundamental en el resultado de los tratamientos de rehabilitación, ayudando
inicialmente a los padres y luego a los niños que sufren por su imagen cor- poral afectada por alguna secuela. El apoyo al
niño y a su familia permite además la continuidad del tratamiento y el adecuado cumplimiento de las actividades terapéuticas
que deben realizarse en el hogar.
Cristalerías de Chile la cual necesitaba mejorar la labor de reciclaje para que su viña Santa
Rita cumpliese con los requisitos medioambientales para entrar a mer- cados internacionales
de alta exigencia en esa materia. Usar solamente el “marke- ting verde” no había dado
buenos resultados.
La unión del concepto del cuidado del medio ambiente y la generosidad, hacen de
esta campaña un programa de gran éxito, al evitar que varios miles de toneladas de vidrio
vayan a parar a los vertederos cada año, al tiempo que se esta- blece un compromiso con la
costosa y larga rehabilitación de un niño quemado.
Todo esto se logra gracias a la red conformada por los medios de comuni- cación que
difunden la iniciativa, los municipios y supermercados que autorizan la ubicación de
contenedores y por miles de personas que ya no botan sus envases de vidrio a la basura.
Nos ha parecido importante reseñar este caso, porque muestra claramente que es
posible construir culturas en que el cambio constituya un valor, en lugar de ser visto como
un mal que debería ser evitado y contra el cual se levanta toda clase de barreras. Se trata,
además, de una cultura pragmática que no vacila en estable- cer alianzas recíprocamente
provechosas con empresas privadas. En lugar de soli-
citar donaciones que pueden ser únicas, pasajeras o, al menos inestables, se opta por
negociar acuerdos en que las empresas privadas encuentran una clara utilidad.
Para hacerlo, ha sido necesario buscar modos de colaboración al interior del área de
interés de las propias empresas aliadas: Responsabilidad Social Empresarial, Relaciones
Públicas, Imagen y venta de gasolina con ESSO; Publicidad con Zegers DDB; transporte
con Tur-Bus y Lan; reciclaje de vidrio con Cristalerías de Chile. Este punto tiene enorme
relevancia, porque muestra una cul- tura organizacional de gran maleabilidad donde la
inventiva es central. Con la vista puesta en su misión, los ejecutivos de COANIQUEM son
capaces de asumir la perspectiva de negocios de sus eventuales aliados, para ofrecerles un
proyecto de cooperación de beneficio mutuo.
Vimos que la cultura organizacional contiene los esquemas de distinción con los
cuales la organización observa su entorno. La cultura opera como el gran reductor de
complejidad que hace posible que la organización se mueva en un entorno acorde con las
posibilidades de la organización. Permite, además, que las coordinaciones entre los
miembros de la organización sean fáciles de llevar a cabo, porque todos comparten puntos
de vista y valores semejantes. Esta misma venta- ja de toda cultura organizacional, sin
embargo, se transforma en desventaja al momento de establecer alianzas con organizaciones
cuya cultura -el conjunto de sus esquemas de distinción- difiera sustancialmente. En efecto,
es extremadamen- te improbable que puedan coincidir en la definición de problemas o que
puedan encontrar puntos en común. Lo que para una organización tiene importancia vital,
para la otra puede ser insignificante o invisible. Si para ésta el afán de lucro cons- tituye un
motor válido, para aquélla puede parecerle punto menos que reprobable. Sin ir más lejos, las
diferencias culturales causan parte no menor de las dificulta- des en las fusiones
empresariales.
cooperación. Es altamente probable que esta característica tan peculiar de la cul- tura
organizacional de COANIQUEM se derive de su misma operación. El trata- miento de
niños quemados requiere una enorme empatía de parte de los profesio- nales y funcionarios
encargados. Es fácilmente observable, en hospitales y organi- zaciones cuya función
consiste en aliviar el dolor, que esta capacidad de ponerse en el lugar del otro se convierte
en una importante premisa -indecidida e indecidi- ble- de las decisiones y comportamientos
de todos los miembros, no sólo de quie- nes, como los médicos y enfermeras, necesitan de
ella por la índole misma de su actividad, sino también de funcionarios administrativos que
no la requieren para desarrollar su labor. Es probable, entonces, que una cultura consistente
en tales premisas habilite a sus ejecutivos para que logren asumir otras perspectivas
–ponerse en el lugar de los ejecutivos de otras empresas- viendo así oportunida- des que de
otro modo no verían, porque son totalmente ajenas a sus afanes.
externalización -outsourcing- de todas las labores consideradas sin relación direc- ta con la
competencia central –core competence- de la empresa, condujo a com- plejas
situaciones de seguridad laboral. Empezó a ser frecuente el caso de traba- jadores
pertenecientes a una empresa contratista, que trabajan en las instalacio- nes de otra
empresa, a la cual prestan sus servicios. Dado que se trata de empre- sas distintas, podía
darse el caso -y así ocurría- que la empresa contratante y la contratista tuvieran diferentes
estándares de protección en el trabajo. Al momento de producirse un accidente, sin
embargo, ambas empresas intentaban deslindar responsabilidades. La situación llegó a un
punto en que fue necesario dictar una ley de subcontratación que hace a la empresa
contratante responsable solidaria.
do de su Memoria Anual del año 2005. La Mutual de Seguridad fue fundada el año 1966 por la Cámara Chilena de
la Construcción. La preocupación por la alta tasa de accidentalidad en el trabajo da origen a la iniciativa de
fundar una Mutual de Seguridad destinada a la prevención, tratamiento y rehabilitación de los trabajadores de
empresas afiliadas. A cuarenta años de su fundación, la Mutual de Seguridad puede señalar con orgullo que se ha
logrado reducir esa tasa de accidentalidad de 40% en 1966 a 6.41% el año 2005 y se estima que su descenso
continúa. Esta cifra de 6.41% sitúa a Chile en los estándares de protección de países más desarrollados. La
disminución de accidentes está acompaña- da por otro logro importante de la labor desarrollada por la Mutual de
Seguridad. En su memoria del año 2005, se destaca: “haber ido generando en el seno de las empresas una cada vez
mayor concien- cia de responsabilidad social empresarial, que se ha manifestado en el trato a los colaboradores, en
la preocupación por sus riesgos y en el compromiso con el deber ético que implica crear condiciones de seguridad
y salud en el ambiente laboral, que permitan mejorar la calidad de vida de los trabajadores.” La Mutual de
Seguridad tiene un promedio anual de 1.065.069 trabajadores afiliados, lo que hace que su gestión influya sobre
un gran número de personas. Es por esta razón que hoy se enfrenta al desafío de presentar soluciones a problemas
que se comienzan a perfilar como producto del acelerado cambio de la economía del país.
Todos estos cambios implican que el escenario en que se desarrollan las actividades
de la Mutual de Seguridad ha variado significativamente y que, si bien esta misma ha sido
un actor importante que apoya a las empresas afiliadas para que logren responder
adecuadamente a los nuevos desafíos, sus autoridades esti- man indispensable profundizar y
afianzar los cambios culturales iniciados.
La memoria del año 2005 indica que los “programas de control de riesgos, durante el
2005, continuaron demostrando su eficacia, lo que se refleja en el des- censo de la tasa de
accidentalidad en el trabajo de un 6,79%, en 2004 al 6,41% en el año 2005”. El éxito
logrado por esta organización, podría reflejar que en forma lenta, pero segura el sistema de
mutualidades ha ido cambiando la cultura de prevención en las organizaciones chilenas.
Tiene como consecuencia, además, que se torna indispensable dar un golpe de timón que
signifique cambiar las prio- ridades en la gestión de la Mutual de Seguridad, porque como
producto de su exi- tosa labor se ha modificado dramáticamente la índole de los problemas
que debe enfrentar como parte de su operación habitual.
Efectivamente, esta Memoria anual hace ver que, hasta hace poco tiempo, existía la
difundida idea entre trabajadores, empresarios y opinión pública chilena, en general, que las
mutualidades se dedicaban fundamentalmente al tratamiento de accidentes del trabajo.
Debido a las grandes inversiones que habían hecho estas organizaciones en infraestructura
de salud, contaban con modernos y equi- pados hospitales los que, por su notoria
visibilidad, llegaron incluso a transformar- se en sinónimo de toda la empresa: la opinión
pública entendía, por consiguiente, que una empresa de mutualidad era poco más que un
inmenso y moderno hospi- tal. En el lenguaje de los trabajadores, se hablaba de:”llevar al
accidentado a la mutual”, queriendo aludir al hospital que ésta tenía para tratar los
accidentes de sus afiliados. La drástica reducción de la tasa de accidentes unida a los
avances en el tratamiento médico, que permiten atender ambulatoriamente accidentados que
antes requerían ser internados para asegurar su reposo e inmovilidad, tiene
como consecuencia que los centros asistenciales del sistema de mutualidades han quedado
sobredimensionados para atender las necesidades de sus afiliados. La Memoria del año
2005 hace ver que, actualmente, el 95% de los trabajadores siniestrados que llegan a los
centros de atención reciben tratamiento ambulatorio y que se ha optado por utilizar los
excedentes de infraestructura y profesionales abriéndolos a toda la comunidad.
otra parte, el éxito en su cometido la lleva a enfrentar nuevos desafíos, como los de
incorporar a la cultura el valor de la seguridad y salud ocupacionales (SSO) y de abrir sus
instalaciones de atención hospitalaria a la comunidad. Estas son tareas que requerirán un
importante cambio cultural en la propia organización, pero sus altos ejecutivos lo
consideran necesario y están empeñados en lograrlo.
Las cuatro organizaciones que hemos seleccionado han incorporado cono- cimiento
profesional a su gestión. Ésta es, probablemente, una de las más impor- tantes razones de su
éxito. Los especialistas saben que ésta es central: “La histo- ria de las organizaciones
voluntarias de intervención social no está escrita. Lo que llegue a ser y a hacer cada una de
ellas y sus redes dependerá de una gran canti- dad de variables. Y, entre ellas, de su
gestión” (Fantova Azcoaga, 2001: 123).
Los cambios culturales de estas organizaciones han sido posibles porque en todas
ellas se ha priorizado la misión sobre cualquier consideración secundaria. Esta prioridad de
la misión es algo reconocidamente relevante para cualquier orga- nización, también las del
tercer sector (Drucker, 1992: 1-8). Dar cumplimiento a la misión en las cambiantes
condiciones del entorno ofrecido por un país en creci- miento e incorporación acelerada a la
sociedad mundial requería que las culturas organizacionales respectivas se transformaran.
Se debe comprender que un cam- bio de cultura es un proceso intencional, que no se
ejecuta a través de decretos ni en el corto plazo, sino que se debe ir integrando a la
memoria de las organiza- ciones y requiere de un tiempo adecuado para el cambio de
actitudes y compor- tamientos organizacionales.
Otro cambio notable en el sector ha sido pasar de una concepción asisten- cial del
cumplimiento de la misión a una de intervención. Esta última se preocupa de generar redes
entre los mismos interesados, para que asuman la responsabili- dad que les cabe en la
solución de sus problemas. Todas las organizaciones selec- cionadas y muchas otras
pertenecientes al tercer sector han dejado de centrar sus actividades en remediar o paliar
una cierta situación social aflictiva, para ocuparse principalmente de su prevención. Este
cambio de énfasis ha tenido como conse- cuencia la necesidad de intervenir en la cultura de
los mismos afectados, los que han debido dejar de lado su actitud pasiva e impotente para
ocuparse activamen- te sea en la prevención, sea en el tratamiento de rehabilitación o en la
construcción de una vida mejor.
Para muchos de los voluntarios era descorazonador ver que todos sus esfuerzos no
conseguían sino ofrecer un débil paliativo a las miserias que quisie- ran ver desaparecer.
Los desanimaba también la dureza del corazón de tantos que pudiendo hacer un aporte
generoso, se contentaban con algunas monedas o nin- guna. Se quería hacer tanto con tan
poco, pero no se consideraba válido buscar la eficiencia ni tampoco salir del esquema de
aportes de beneficencia para buscar alianzas con organizaciones lucrativas. También el
marketing y la publicidad les estaban vedados, porque se sospechaba que tenían oscuros
propósitos o, al menos, incompatibles con los suyos. Sin embargo, quienes así pensaban
partici- paban sin problemas como empresarios, ejecutivos, profesionales, empleados y
clientes de esas mismas organizaciones tan lejanas a los principios que creían afir- mar en
éstas. Podían vivir en dimensiones totalmente separadas e incluso hacerlo sin
remordimientos, porque en una realizaban lo que en la otra no podían. Esta visión
esquizoide significa que en ambos tipos de culturas coexistían los mismos valores, sólo que
recibían diferente consideración en uno que en otro. Toda cultu- ra, lo hemos dicho, es un
conjunto incoherente de elementos. El cambio de la cul- tura era, entonces mucho más fácil
de lo que se habría podido creer. Bastaba con demostrar que la eficiencia, la publicidad, el
marketing y la gestión modernos son herramientas que no tienen preferencia alguna por
una única clase de organiza- ción. Que se podía administrar exitosamente una organización
lucrativa aumentan- do su valor económico y que también era posible conducir al éxito a
una organiza- ción sin fines de lucro incrementando su impacto social. No se trataba de
incorpo- rar a la cultura valores opuestos a los que siempre tuvo, eso es imposible. Se
requería desempolvar premisas indecididas e indecidibles de la toma de decisio- nes que
se estimaba inadecuadas y dejar que cayera el polvo del olvido sobre las otras, aquellas que
hasta el momento habían resplandecido.
Todo este rápido proceso se llevó a cabo de la única forma posible: median- te la
comunicación. Los sistemas sociales, también las organizaciones, están hechos de
comunicaciones y por esta razón si se modifican las comunicaciones se cambia también el
sistema que éstas forman (Fantova Azcoaga, 2003).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS