Diversidades Minificciones Alternas Hispanoamerica

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 80

Diversidad(es)

Vimarith Arcega-Aguilar
Diana Raquel Hernández Meza
José Manuel Ortiz Soto
(Compiladores)

Quarks
Ediciones Digitales
Diversidad(es)
Colección
Máximo minúsculo
17
Diversidad(es)
Minificciones alternas
Hispanoamérica

Vimarith Arcega-Aguilar
Diana Raquel Hernández Meza
José Manuel Ortiz Soto
(Compiladores)

Quarks
Ediciones Digitales
Diversidad(es). Minificciones alternas - Hispanoamérica
Colección: Máximo minúsculo Nro. 17
Primera edición digital: septiembre de 2021

© De los textos, sus respectivos autores, 2021


© Del prólogo, Vimarith Arcega-Aguilar, 2021
©De la compilación, Vimarith Arcega-Aguilar, Diana Raquel
Hernández Meza y José Manuel Ortiz Soto, 2021
© Vásquez Guevara Corporación Editorial E.I.R.L., 2021
para su sello Quarks Ediciones Digitales
RUC 20607237248
Corbacho 383, Urb. Santa Luzmila.
Lima 15314, Perú
Telef. +51977384130
E-mail: quarks.edicionesdigitales@gmail.com
Web: http://quarksedicionesdigitales.wordpress.com

Diseño de portada: Antonio Paz Fernández


Detalle de portada: freepik.es
Diagramación: Unidad de diseño

Hecho el Depósito Legal en la


Biblioteca Nacional del Perú N° 2021-10112

ISBN N° 978-612-48479-9-8

Libro electrónico disponible en:


https://quarksedicionesdigitales.wordpress.com

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier


medio, sin el permiso por escrito de los autores y/o de la editorial.

Todos los derechos reservados.


Prólogo

Vimarith Arcega-Aguilar

Escribo esto apenas inicia el “Mes del orgullo” (junio, 2021)


y enseguida leo un Tweet: “No hay nada que celebrar en
Colombia. Junio no es el mes del orgullo… ¡Nos están
matando!
-Dos mujeres trans torturadas en Bogotá.
-Mujer trans atropellada por ser trans en Cartagena.
-12 mujeres trans asesinadas.
-Caso de Alejandra Monucuco archivado.
¿Seguimos?” (Red Comunitaria Trans
@redcomunitariat).
Es urgente, para cualquier proyecto en el que se
entablen diálogos sobre la comunidad LGBTTTI+ en
contextos amplios —tal como se pretende en esta
antología—, tomar en cuenta todas las realidades que
abarcan a la comunidad diversa, o al menos, las más
posibles. Si bien la pandemia por COVID-19 ha dejado a la
vista muchas de las desigualdades que sufrimos las
periferias, la violencia de la que han sido víctimas las
compañeras trans colombianas ha desbordado de
impotencia, frustración y coraje las redes sociales. Desde las
agresiones por parte de las fuerzas policiales y paramilitares
ante la clara ignorancia que segmenta a la población, hasta
múltiples violaciones y golpizas.
Inicia el PRIDE y a la brevedad comienzan las
marcas comerciales a cambiar sus eslóganes por otros
arcoíris-friendly, como si de una tableta de colores nos
tratáramos; y por doquier se ven mensajes de apoyo a la

7
LGBT-norma que más “deja”: lo gay, que pareciera en todo
momento ganar pantalla y mandar al margen a las otras
expresiones de la diversidad sexual. ¿Cómo lograr que todas
las manifestaciones del espectro sexogenérico sean visibles?
El activismo y las voces LGBT no paran, se transforman,
amplían y mutan por todos los escenarios (im)posibles, a la
vez que surgen nuevas formas de protesta como resultado
de otras manifestaciones de la violencia. La literatura se ha
vuelto uno de estos campos de lucha.
Este libro es un proyecto continuo de la antología
Diversidad(es) minificciones alternas (2019) con autorxs
mexicanxs. Nos dimos cuenta que era necesario ampliar el
alcance, tanto por las personas de otros países que querían
participar, como por la necesidad de tener un registro de la
minificción alterna en Hispanoamérica. En esta ocasión fue
más complicado distribuir la convocatoria, debido a que la
minificción continúa siendo un campo de constante
descubrimiento y exploración, además de que al estar
dirigida a autorxs LGBTTTI+ el margen de recepción se
acorta.
En esta edición se invitó a minificcionistas con
trayectoria en el campo, ya sea por tener libros publicados
o estar incluidxs en antologías (Argentina, Bolivia, Chile,
Colombia, Costa Rica, España, México, Nicaragua, Perú y
Estados Unidos; en este último caso el autor ha radicado en
España). Lxs autorxs que participaron por convocatoria
provienen de Argentina, El Salvador, Honduras, México,
Nicaragua, Perú, Venezuela. El total de participantxs fue 63
y representan a 14 países de Hispanoamérica.
Los textos seleccionados son una muestra, a través
de su variedad lingüística, de la riqueza de una obra
multicultural y polifónica que se puede observar en textos
8
como “Amor cholo”, “Terceto”, “Muxe”; o aquellos otros
que retoman o resignifican los insultos tan escuchados
contra la diferencia: “Malas palabras”, “Sueño y realidad”,
“El cuerpo del delito”, “Un final para el placer”.
Algunos microrrelatos se relacionan con las
profesiones de sus autorxs: en “El afecto prohibido” hay
un cuestionamiento de las colonialidad impuesta a lo
LGBT+ o más directamente a lo gay, su autorx es
psicólogx; en “El amor después de la gramática” su autorx
trabaja en la corrección de estilo, y hace notar la
transgresión de los géneros mediante el uso de los
pronombres gramaticales, de igual forma que “Malas
palabras” donde se expone la crueldad que produce el
lenguaje; unx docente establece como escenario la escuela
primaria en “El secreto” para evidenciar las violencias en el
espacio educativo; en “Quanto è bella lei”, que se utiliza de
escenario un museo, su autorx es arquitecta y promotora
cultural.
Respecto al análisis generacional, la participación
de personas jóvenes (10 de ellas menores de 25 años) se
incrementó, a diferencia de la antología predecesora en la
que únicamente había unx autorx de 19 años, por lo que se
puede inferir que el género minificcional y de inclusión
social se está ampliando a las nuevas generaciones, quienes
comienzan a narrar con mayor libertad, abordando
temáticas como los encuentros sexuales sin tabúes y
prejuicios.
Una constante entre ambas convocatorias es el
reclamo por parte de personas no integrantes de la
comunidad LGBT+ quienes, al no poder participar,
evidencian los discursos que se proclaman desde el
privilegio por parte de personas que no atraviesan la
9
violencia estructural de la sociedad por cuestión
sexogenérica (u otras razones interseccionales como la raza,
clases sociales, edad, etcétera). Por lo cual afirmamos que
estos proyectos son espacios seguros, de libertad y apertura
donde se resignifica la participación de lxs sujetxs como una
legitimación de la identidad desertora. Por esta razón
seguiremos creando, promoviendo y defendiendo espacios
de expresión incómoda.

10
Diversidad(es)

Final disidente
ALDO ALTAMIRANO*

Había mordido la manzana convencida de que el príncipe, con


sus besos, la rescataría del sueño eterno. Pero la bruja, convertida
en joven y apuesto heraldo, le propuso al heredero otros
irresistibles placeres.

*Mendoza, Argentina. Es profesor de Pedagogía con pretensiones de


escritor. La docencia y la escritura son sus pasiones. Comenzó a escribir
cuentos como una forma de comunicarse con sus alumnxs. Ha
publicado en distintas antologías locales e internacionales.

11
Minificciones alternas - Hispanoamérica

La primera vez
DOEDLO ARTÍSTICO*

Ya estoy adentro. Después de mucho pensarlo, por fin estoy


adentro. No sé qué hacer, si irme hacia adelante o hacia atrás. Pues
aquí estoy, experimentando. Te veo de frente y te percibo sin
movimiento, grisáceo, y no emites ningún sonido. Poco a poco te
abres intensamente y tu brillo no me deja distinguir. Comienzo a
sentir sudor en todo mi cuerpo y un nerviosismo que no puedo
controlar. Trato de respirar, pero ese olor tan penetrante no me
deja hacerlo. No pasan ni cinco minutos cuando, por las laterales
de la cabina, comienzan a salir seductores labios y tremendos
miembros.

*Ciudad de México. Director escénico, actor, productor teatral, docente


artístico, titiritero, promotor y gestor cultural. Ha participado en los
libros Diversidad(es) minificciones alternas, Pequeficciones. Piñata de historias
mínimas y Minificciones desde el encierro.

12
Diversidad(es)

El afecto prohibido
TEDDY BACA*

Se dice que la periferia latinoamericana es más expresiva y


afectiva, pero no es así: nos acomodan a manifestar agresividad y
consuelo; en cuanto a hombres se refiere, el afecto es limitado y
castigado, por consiguiente el homoerotismo masculino está
prohibido en la cultura. Han pasado siglos desde que la colonia
española eclipsó en diferentes repúblicas más o menos
independientes, pero la colonialidad como tal permanece, la
misma que dice que un hombre no puede llorar, no puede
demostrar afecto por otros hombres y menos deseo sexual. A
veces me pregunto si esta rigidez es por simple fachada religiosa
o esconde algo más, como si las élites y civiles homófobos
tuviesen un conflicto interno sin resolver, lo que los lleva a
perseguir y censurar, como si tratasen de huir de una parte de ellos
mismos con la que no pueden lidiar.
El deseo que pueden tener dos o más hombres entre sí
tiene un valor tan revolucionario en estos países, que el sólo
mencionarlo es capaz de hacer sentir incómodo a los que
imponen las leyes: un placer que la mayoría sigue disfrutando en
la clandestinidad y con miedo; ese temor a no volver a ver la luz
del día, a no poder sentir el afecto de la pareja, o de la familia, sólo
porque la existencia del hombre gay o bisexual es desechada para
todo aquel que antepone un modelo de vivir, arbitrario, cruel y
supuestamente divino.

*Tegucigalpa, Honduras, 30 junio de 1995. Es psicólogx, escritor desde


el 2018 sobre diferentes géneros como la crítica social, novelas y
compilación científica.

13
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Enmarañada
PÍA BARROS*

Eso le dijo, después de todos los insultos y la andanada de puños


y patadas que dieron en el blanco, cuerpo y en el alma. Toda la
infancia de correquetepillo, de robos al escondite de mamá para
compartir el botín de chocolates, de yo te cuido para siempre
porque somos sangre y la sangre es amor, toda esa inutilidad de
los recuerdos, le ayudó para ponerse de pie y restañar las heridas
visibles con agua y yodo, contener ese “amor” que le manaba de
la boca. No había más que hacer en esa casa que ya no era suya y
puso el abrigo sobre el cuerpo amoratado. Sintió pasos a su
espalda y no giró. Los cinco amigos de su hermano la arrastraron
para saciarse en ella una y otra vez, “A ver si así se te quita”,
“marimacha”, “tortillera”. La policía le preguntó por qué lo
habían hecho, si todos eran del barrio y amigos desde la infancia.
Ella perdió la mirada a lo lejos, y respondió que era porque estaba
enmarañada.

*Melipilla, Chile. Licenciada en Literatura. Dirige los Talleres Ergo Sum


y Ediciones Asterión. Ha publicado los libros Miedos transitorios (De a uno,
de a dos, de a todos), (1985) A horcajadas (1990), Signos bajo la piel (1995),
Ropa usada (2000), Los que sobran (2002) y una veintena de libros-objeto
que surgen de sus talleres literarios.

14
Diversidad(es)

Polvo de estrellas
JASMÍN CACHEUX*

Inés es la luna y yo soy la luna, me dijo ayer mientras jugábamos


y su aliento se pegaba a mi cara y mi piel se ponía chinita chinita.
Las dos cumplimos el mismo día, pero ella tendrá quince antes
que yo, ese día iremos de viaje con su papá y mi mamá. No me
gustaría que vaya alguien más, porque ya no podríamos jugar a
que hace frío y nos abrazamos.
Inés tiene el cabello largo, como de seda y cuando toca el
mío se vuelve de terciopelo; yo soy la luna y ella es la luna, porque
cuando seamos mayores habrá dos tierras: en una estarán nuestros
padres muy juntos y en la otra nosotras; siempre será noche para
estar abrazadas con nuestras muñecas, pero si eso no pasa, me
dijo Inés que no importa, porque nuestro cuerpo es polvo de
estrellas y por eso cuando la gente muere, lloran, porque se mete
en los ojos y duele.
Mamá me dijo que amar es respirar el mismo aliento y
sentir calor en todo el cuerpo, como ella cuando está con el papá
de Inés. Le pregunté si es verdad que somos polvo de estrellas,
me dijo que sí, y también que si al cumplir quince años seguía
sintiendo lo mismo por Inés, entonces tomara aire y fuerza para
defendernos, porque para mucha gente ser polvo de estrellas es
un secreto que no quieren que se sepa y a quien lo sabe, le
condenan.

*Xalapa, Veracruz, México, 1974. Escritora, lectora obsesiva y fotógrafa.


Premio Nacional de Cuento Flores Magón (1996); Mención Especial en
el festival de Mar del Plata, Alfonsina Storni, (2007) Argentina. Premio
Nacional de Narrativa Dolores Castro, IMAC (2018).

15
Minificciones alternas - Hispanoamérica

De García Lorca a Dalí


CAMILO F. CACHO*

Me pincelaste con los trazos más puros, como caricias que


soplaron hasta mis manos y de ellas brotó la elegía más suave que
de mi pluma haya salido para nombrarte.
Una explosión de palabras y colores anunciaban algo
deslumbrante. Pero el mundo bajó nuestros párpados. Todo se
volvió oscuro. No pudimos sobrevivir.
Una estela de cobardía nos atravesó, sepultando en el
olvido lo que pudo ser el amor más hondo de nuestro tiempo.

*Chile. Licenciado en Trabajo Social. Cursó estudios de Literatura


Hispanoamericana. Participa y dicta talleres de escritura creativa y
lectura. Forma parte del colectivo Minificcionistas Pandémicos. Publicó
en antologías, revistas digitales y medios gráficos y audiovisuales de
varios países.

16
Diversidad(es)

El amor después de la gramática


RICARDO CALDERÓN INCA*

Y antes de amarnos, ella se quitó los tacos, la peluca, las prótesis


y la ropa. Yo me quité el corazón y el pronombre femenino.

*Perú, Trujillo, 1986. Escritor, corrector y docente en Lengua Nacional


y Literatura. Ha obtenido diversos reconocimientos literarios nacionales
y extranjeros. Ha publicado tres libros de microrrelatos: Microacertijos
literarios (Ediciones Orem, 2009), Alteraciones (Ediciones Orem, 2013) y
Grafitos (Quarks Ediciones Digitales, 2020).

17
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Medusa
STAFF CÁRDENAS*

Sus ojos veían fijamente al espejo, esa noche cambiaría el mito:


Medusa cortaría la cabeza de Perseo. A pesar de que su madre lo
envió a esconder a la Medusa dentro de su ser, aprendió que a
nadie se le debe castigar por haber sido violado. Medusa no se
tendría que esconder. Medusa podría ser feliz aunque estuviera
sola. Por la noche, se armó con un labial rojo y serpientes castañas
que caían intricadas como rizos sobre sus hombros. El primer
ataque fue pararse firmemente en la sala, y funcionó, pues el
enemigo no supo qué hacer: su familia se quedó en silencio,
observándola. Y en medio del silente espacio aclaró su garganta:
Tengo algo que decir.

*Nació en el puerto de Veracruz, México, pero radica en Tijuana. Es


licenciada en Lengua y Literatura de Hispanoamérica. Le gustan los
taquitos y el aguacate; su trabajo ha sido publicado en antologías de
relatos LGBTQ+.

18
Diversidad(es)

Las dos caras de la medalla


HOMERO CARVALHO OLIVA*

El retorno de la doctora generó un escándalo en el pueblo.


Algunos de sus parientes coincidieron en que había desgraciado a
la familia, que ya no podrían caminar por las calles sin ser
señalados por el dedo de la ignominia. Intentaron obligarla a que
volviera a ser como antes de irse a estudiar al extranjero, “la han
embrujado”, “está poseída por el demonio de la lujuria”…; luego,
su madre, sus tías y algunas primas la desconocieron y
demandaron a sus conocidos para que no la apoyaran. El padre
salió en su defensa y lo maldijeron, entonces, les hizo recuerdo
que un tío de ella era homosexual. La madre en tono compasivo,
como perdonando su ignorancia, aclaró que el tío podía ser lo que
le diera la gana porque era hombre y la doctora no podía ser
lesbiana porque tenía que cumplir con su rol de mujer, madre y
esposa.
En la casa de la abuela la atmósfera se envenenó cuando
llegó un tío de la persona cuyo cambio de sexo se debatía
acaloradamente. “Lo importante es que sea alguien de bien, es
licenciada y tiene trabajo”, dijo una defensora de la ausente; “no
es licenciada, es licenciado, nació hombre y morirá siendo
hombre”, aclaró el tío y remató diciendo: “Es la desgracia de la
familia, ¿qué van a decir de nosotros? Hubiera sido mejor que se
suicide”. Lejos de las maldiciones, Adrián cambió de sexo, de
nombre y de país.

*Bolivia, 1957. Escritor y poeta, ha obtenido varios premios de cuento,


poesía y novela a nivel nacional e internacional. Su obra literaria ha sido
publicada en otros países y traducida a varios idiomas; es autor de
antologías de poesía boliviana publicadas en varios países.

19
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Costumbre
ERNESTO CASTRO HERRERA*

—¿Estás listo?
—No sé —respondí—. ¿De veras tengo que hacerlo?
—Sí —dijo, y subió mis piernas a sus hombros.
Aunque no fue tan malo como esperaba, no me gustó.
Esa noche concilié el sueño sólo porque él me abrazó, jaloneó los
vellos de mi pecho con delicadeza, me besó la mejilla y me dijo al
oído: “Pronto te vas a acostumbrar”.
Nos levantamos temprano, desayunamos, caminamos
hasta la estación de autobuses, tomamos rumbos diferentes hacia
el trabajo. Y cuando Amílcar me dice adiós desde la ventanilla,
con los ojos chispeantes de niño que se dirige a su primera
excursión, me imagino que se extravía, que es incapaz de volver.
Por muy vil que sea, la idea no me desagrada. Porque esta
situación me agobia, y aunque lo amo, dudo mucho que alguna
vez me vaya —o me pueda— acostumbrar.

*Matagalpa, Nicaragua, 1995. Sus cuentos han aparecido en diversas


revistas y antologías internacionales.

20
Diversidad(es)

Lo maté dos veces


FEDERICO CENDEJAS CORZO*

Freud dice que todos “matamos al padre” en el momento en el


que crecemos y empezamos a tomar nuestras propias decisiones,
de ahí en adelante uno comienza a ser más libre, pues nos
deshacemos, aunque sea un poco, de ese yugo. Creo que yo me
tomé muy en serio ese proceso psicológico para volverme
hombre y lo maté dos veces.
Mi padre se sentía herido en su orgullo de macho por mi
manera de ser y actuar y no escatimó en hacérmelo saber durante
toda mi infancia.
La primera vez que lo maté fue cuando entré a estudiar
Artes; me dejé el cabello largo y me aficioné al uso de sandalias.
Cuando mi papá me preguntaba si me cortaría el cabello o si me
pondría zapatos, yo le decía que no y sentía que triunfaba. En esa
ocasión le di un balazo de frente, justo en la cabeza y con un gesto
de satisfacción en mi cara.
Su segundo asesinato vino cuando conocí a un muchacho
que se convirtió en mi persona favorita luego de convivir algunos
meses. Nos despedíamos después de haber pasado el día y parte
de la noche juntos, y ese abrazo fraternal que suponía una manera
afectuosa de decir adiós, se convirtió en un beso apasionado. En
ese momento y sin que mi padre lo supiera, me acerqué en medio
de las sombras y, en silencio total, le clavé una daga muy filosa
por la espalda.

*Puebla, México. Colaborador en distintas revistas en temas culturales y


profesor universitario. Licenciado, maestro y estudiante del doctorado
en Literatura y también licenciado en Comunicación.

21
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Paradero buses
FIDEL CHAPARRO*

No pasaba el autobús, me encontraba cansado de repasar


separatas. Suena el timbre y un batallón de chibolos empujándose.
Recuerdas Manuel, cuando nos escapábamos e íbamos a los
videojuegos del gordo Sánchez.
Las advertencias que no cumplimos: “niños no se juntan
con las niñas”, “nada de abrazarse entre hombres”. Ninguna
sospecha. Teníamos siete años.
Traías plastilina y hacíamos muñecos deformes. Este es
mi viejo. Esta es mi tía. Este eres tú Manuel. Todos los días me
regalabas un corazón de plastilina.
—Hasta la punta del cerro.
—A ver quién llega primero —me decías todos los días,
pero nunca llegaste por más que te daba chance.
En la secundaria, jugábamos con personajes literarios:
—Este es Dorian Gay.
—No, es Dorian Gray.
—Mira soy Basilio Hallward llorando por Juvencio.
—Así no es, Juvencio es de Catulo —te corregí.
—Entonces somos Cara de Ángel porque lo he visto por
la Uruguay mirando escaparates y ofreciéndose por Kennedy.
—Mejor me llamo como tú.
—Cállate.
—Sabes, Bayly decía que somos hijos de la arrechura.
Tenía toda la razón.
Avenida Tacna, cuadra catorce, un desconocido de
mirada larga y ojos brillantes.
—Disculpa tienes hora —me preguntaron.
De repente tu boca se tragaba el sol y te pusiste a
masticarlo, me gritaste a la mierda tu universidad.

22
Diversidad(es)

—Sí, es un cuarto para la una.


Mi autobús a lo lejos venía más lento que las tortugas,
cuando llegó el desconocido subió primero.
—Así que mirada larga y ojos brillantes —murmuré.
—Es una pena, ya fuiste Manuel.

*Lima, Perú. Perteneció al grupo poético Colmena de la UNFV, obtuvo


la mención de primer finalista en la FELIZH 2014, con el poemario
Todos los zánganos son reinas y otros poemas cuya nueva versión apareció en
septiembre del 2018 por Vagón Azul Editores.

23
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Ustedes dos
CLAUDIA CORTALEZZI*

Pasado el festejo colectivo de Navidad, pasada la pesadísima


confesión de su amor ante familiares, amigos, compañeros de
trabajo, vecinos y otros conocidos y menos conocidos, ellos ya no
fueron sino Ustedes Dos. Y acaso ese cambio, esa unificación que
les confirió el entorno —o la inmensa felicidad que les
desearon—, hizo que llegado el momento Ustedes Dos no
quisieran desilusionar a nadie, y poco después dejaron de ser ellos
mismos.

*Nacida en Argentina en 1965. Escritora, editora, compiladora.


Coordina talleres literarios. Integra el laboratorio de lectura crítica
#MicroLee. Libros: Una simple palabra, Distrito territorial San Telmo,
Entrañable, Abrirse paso, In excelsis, No ser o ser.

24
Diversidad(es)

El secreto
EVENESER FRANCISCO CORTES CRUZ*

Era un lunes de 1997, Paquito corría por la avenida llena de


aquella tierra amarillenta que dejaba los zapatos ásperos; traía el
uniforme arrugado y sus calcetines blancos, ya flojos y percudidos
de tantas lavadas, se salían por detrás de los zapatos.
Después la entrada a la secundaria era un suplicio, llegar
a su salón sabiendo que tendría que lidiar con las burlas y a veces
los ataques físicos de sus compañeros; peor la situación en la clase
de educación física con aquel profesor que contribuía a que
Paquito fuera señalado como débil y afeminado, según sus
propias palabras.
Pero en el interior de aquel niño desalineado había una
gran ilusión escondida en su vieja mochila, que llevaba a donde
quiera que fuera. En el recreo, procuraba comer lo mínimo; una
gordita de chicharrón acompañada de una bolsa de agua sabor
horchata.
Luego del descanso, las clases eran tediosas, pero la
ilusión aumentaba con el paso de la mañana; sonaba la chicharra
y Paquito corría desenfrenado para comprar a escondidas los
sobres de estampas de su caricatura favorita, Sailor Moon, que
disfrazaba con otro álbum de colección para no ser descubierto.
Desafortunadamente, un día que salió al sanitario sin
mochila, un grupo de estudiantes descubrieron su secreto; al
destruirlo, rompieron el corazón de aquel niño cobarde que no
supo defenderse a la hora de la salida y por más que gritó “por el
poder del prisma lunar”, nunca se pudo transformar.

*México, Distrito Federal (ahora Ciudad de México). Docente desde


2014, doctor en educación, profesor en la Universidad Autónoma de la
Ciudad de México, actualmente; miembro de la Red Multidisciplinaria
para la investigación sobre discriminación en la Ciudad de México.

25
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Malas palabras
LORENA DÍAZ MEZA*

Yo no quiero na’ tortilleras aquí. Lejitos de mi casa las mariconas.


Depravada de mierda, mire que andar besuqueándose con otra
chiquilla. Dónde se había visto tanta cochiná junta. En mi casa
no, rota de mierda. Degenerada, si hubiese sabido que naciste
torcida, jamás te hubiese parido. Sal de aquí.
La mujer se ahoga con la maraña de malas palabras
atoradas en su garganta y no puede soltar el llanto que la
convulsiona cuando el policía le avisa que la adolescente que
apareció ahorcada en el patio trasero del colegio era su niña.

*Santiago de Chile, 1985. Licenciada en Letras y profesora de Lenguaje.


Ha publicado Bajo llave, Príncipe busca princesa, Sangre en el ojo y Piratas de
ciudad, entre otros. Monitora de talleres literarios. directora de Ediciones
Sherezade.

26
Diversidad(es)

La pesadilla de Narciso
JONATHAN ALEXANDER ESPAÑA ERASO*

Despierto desnudo y agitado entre gemidos. Extrañamente no


estoy en el lecho sino de pie, sudoroso, frente a otras aguas
mansas y peligrosas. Sorprendido, me hallo a mí mismo,
arrodillado y con las palmas sobre el fango de la ribera,
mirándome con obscena complicidad.

*Pasto, Nariño, Colombia. Escritor, editor y gestor cultural nariñense.


Hace parte de diversas antologías de poesía y minificción colombianas e
internacionales. Fundador y coordinador editorial de Alebrijes | Revista
Nariñense de Minificción. Cofundador de Editorial Avatares.

27
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Los Uroboros
CECILIA EUDAVE*

Cuando se mudaron al barrio de la zona norte de la ciudad, los


vecinos vieron con buenos ojos su llegada. Elegantes, educados,
con ese porte que se hereda de alguna familia rancia, hablaban
pausado. Nunca dijeron que fueran hermanos, pero se parecían
mucho, se llegó a pensar que eran gemelos; aunque ella se veía un
poco más alta cuando usaba tacones. La mirada también podría
ser un distintivo detrás de sus ojos miel; ella la tenía dulce pero
insinuante, él más atrevida. Eran excelentes personas, de buena
conversación, eruditos. Él cocinaba maravillosamente y ella podía
arreglar el mecanismo de cualquier cosa; aunque nadie recuerda
haberlos visto juntos o ¿sí? El hecho es que cuando se los
encontraban por la calle era inevitable decir:
—¿Cómo está la señora Uroboros?
—Muy bien, basta verme—. Respondía él para
desconcierto de los otros.
Si se cruzaban con ella insistían:
—¿Cuándo la veremos con el señor Uroboros?
—Lo está usted viendo.
Y se desconcertaban un poco más. Pero eran tan buena
gente que decidieron no importunar más con sus preguntas, cada
quién tiene derecho a asumir la unidad de todas las cosas.

*Guadalajara, Jalisco, México, 1968. Es escritora, investigadora y


profesora. Algunos de sus libros son los volúmenes de cuentos Registro
de imposibles, Sirenas de mercurio, Técnicamente humanos y otras historias
extraviadas, En primera persona y Para viajeros improbables (microrrelatos).

28
Diversidad(es)

Encuentro
DANIEL FALCONI*

Alan: ¿Cómo has estado?


Franco: No tiene caso.
Alan: Tal vez sí.
Franco: Ya no tomo alcohol.
Alan: ¿Por qué cambiaste?
Franco: ¿Cómo estás?
Alan: Con muchos cambios, pero tranquilo.
Franco: ¿Aún te cuesta dormir?
Alan: Tienes la barba larga.
Franco: Oí que ahora te metes drogas.
Alan: Yo quisiera dejármela crecer, pero no me sale.
Franco: Tengo un maldito empleo formal.
Alan: Tengo una relación estable.
Franco: Es aburrido hacer lo mismo por 12 horas, 6 días a la
semana.
Alan: Mantener una sonrisa a cada momento, también cansa.
Franco: Te dije que no tenía sentido.
Alan: ¿En serio no tomas nada con alcohol?
Franco: ¿Eres feliz con ese alguien?
Alan: No soy un drogadicto, a veces necesito alguna cosita para
alivianar la realidad.
Franco: Sonríes mucho más que antes.
Alan: Lo lamento.
Franco: Supongo.
Alan: De verdad.
Franco: Lo sé, antes lo suponía, ahora ya lo sé.
Alan: Me alegra que estés bien.
Franco: ¿Yo dije tal cosa?
Alan: Ojalá algún día puedas llegar a casa y conocer a…
Franco: Retiré el alcohol de mi vida porque me hacía daño, así
como otras cosas.
Alan: ¿Te gustaría probar?
Franco: Se me antoja un vodka. Sólo una copa por esta noche.

29
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Alan: Ya va a amanecer.
Franco: Tal vez vaya a tu casa para conocer a…
Alan: Tenías razón, esto no tiene sentido.
Franco: Siempre tengo razón, ¿recuerdas?
Alan: ¿Siempre?
Franco: Vete.
Alan: Te quiero.
Franco: Eres una mierda.
Alan: Otra vez tienes razón. Siempre he sido una mierda.

*Nació en Tuxtla Gutiérrez, tiene 30 años, es licenciado en Gestión y


Promoción de las Artes, especialista en Procesos Culturales Lecto-
escritores y teatrista. Ha publicado mini-ficciones en antologías,
Minificciones Punk, El fulgor de la estrella negra y Diversidad(es).

30
Diversidad(es)

El hombre que renunció a la paz interior para


alcanzar la paz interior
CARO FERNÁNDEZ*

Gracias al Predicador se logró instaurar el respeto por el orden


natural. El macho fue macho y la hembra fue hembra desde el
principio de los tiempos, y se debía respetar la clasificación
originaria. Educó sobre la ineludible norma de cumplir, les gustara
o no, sus funciones en la comunidad. El Predicador enseñó con
la palabra y fue ejemplo de moralidad durante toda su vida.
Abandonó este mundo de privaciones y sacrificios a los 92 años.
Su alma al fin descansó en paz en un Paraíso de Ángeles sin
género ni funciones sociales, a quienes los mortales les rezan al
reconocerlos supremos.

*Argentina. Publicó libros de microficción y formó parte de antologías


nacionales e internacionales del género. Coordinó el Festival de
Brevedades en la Feria del libro de Mendoza durante cinco años.
Codirigió el colectivo Triple C (Cofradía del Cuento Corto).
Actualmente es miembro fundadora de la REM (Red de Escritoras
Microficcionistas).

31
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Familia atípica
MIGUELÁNGEL FLORES*

Tenemos que llevar una foto de nuestra familia a clase. Quieren


que expliquemos cosas de ella. Delante de todos. No creo que
pueda. En casa no he dicho nada, no me entenderían. He estado
buscando por los armarios y los cajones alguna en la que salgamos
bien. Quiero decir normales. Pero en muchas se le ven a mamá
claramente las alas. O mi hermana se nota a la legua que es casi
transparente. Además, en ninguna tiene mi padre la cabeza en su
sitio. Ni la abuela los pies en el suelo, flota en todas. Temo que
con todo esto empiecen a verme como un niño raro, que se
pongan a hacer preguntas y descubran que me gustan los chicos.

*Córdoba, España. Soñador que, por necesidad y vocación a partes


iguales, lo pone por escrito en microficción y teatro. Colaborador en
diferentes antologías, ha publicado dos libros: De lo que quise sin querer.
Ed. Talentura (2014) y De dolor carmesí. Ed. Bululú (2021).

32
Diversidad(es)

Más de dos
MAPI SCARLETT FLORES CRUZ*

Desde niña, papá y mamá me dejaron colorear las prendas de


vestir que iban a definir mi personalidad; tallas, texturas, tamaños
y muchas telas que yo he podido usar, pero muchos parientes
míos todavía no lo pueden aceptar. La sociedad no está lista para
dejar de encasillar en su escuela de moralidad, todo lo limitan a
dos, en hombre y mujer. Para nosotros los libres, su institución
siempre la vamos a reprobar. ¡Si tan sólo hubieran visto cuántas
veces lloré porque quise ser él y otras veces disfruté ser ella!
Actualmente dirígete a mi como quieras, no me importa, yo estoy
feliz con la decisión que he tomado. No espero que lo
comprendan, no busco un nombre, tampoco aprobación, ya que
por fin puedo vivir, vestir y creer en este dogma que hice con un
placentero sazón.

*Puebla, México. 19 años. Ganadora del segundo lugar en el concurso


de cuento corto por parte de la Red Jóvenes Políticos Puebla en 2020
con “Maco y la noche del 20 de mayo”. Y participé en la antología
poética Secretos del Corazón (2021).

33
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Puerta del cielo


LILIANA FLORES FLORES*

No hay por qué satanizar las relaciones entre personas del mismo
sexo, ¿verdad? No, no, no. Dios nos ama a todos por igual. Sí, sí,
sí. Nos ama, nos ama. Eso dice el padrecito. Sí, basta con que te
arrepientas y hagas penitencia, con que reces unos rosarios, unos
tres padres nuestros y dos aves Marías. Ay, qué alivio. De ser así,
quita el crucifijo de ahí que se nos va a caer. Y bésame despacito,
para que nadie nos oiga. Quítate el crucifijo, Clara; no se te vaya
a atorar en el hábito cuando te lo estés sacando. Y bésame, pero
rapidito porque a las siete debemos confesarnos.

*Originaria de Atlixco, Puebla, México. 24 años. Desde pequeña ha


demostrado gran interés en las letras y a lo largo de su formación
académica ha participado en diversas actividades lúdicas centradas en la
creación literaria. Escribe para no llorar.

34
Diversidad(es)

Terceto
ELY G.*

Una noche de películas de terror, el sofá se volvió la cuna de los


tres: David, Raúl y Camila. Subieron las escaleras y llegaron a la
habitación. Quién diría que, tras parodias del terror, pizza y un
poco de alcohol, buscarían compartir más que risas. David y
Camila a veces se burlaban del sobresalto de Raúl, el suspenso y
las muecas grotescas. Lo suyo era deslizarse sobre el cuerpo de
Camila, rozar sus caderas con las yemas de los dedos, preparar
pasteles y vencer al inmutable David con la boca. En cambio,
David era un pibe bastante modesto, de chico le tocó chingarle
para revelarse a sí mismo y hoy era el “bioinge”, se chutó a la par
ingeniería y biología. Camila nunca se lo dijo, pero admiraba a
David y aunque afectos faltaron, con las manos y la boca le rindió
honores. Camila era una idealista, volaba con el futuro y sus
escritos. A quienes amó y a quienes odió los tenía registrados en
sus memorias. ¿Cómo callar aquel encuentro? ¿Cómo callar
inseguridades vencidas? Ellos, hombres que algunos llamaron
faltante, marcas de guerra en el pecho y un pasado que empatizaba
con el sexo de Camila. Se formó un triángulo oculto por la
penumbra de la madrugada, donde bocas y sexos encontraron
sintonía, la aurora matinal reveló los colores de tres que se funden
en uno, un abrazo furtivo, terceto temporal.

*Estado de México, México. Edad 25 años.

35
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Fragilidades
MARIANO GIAMPIETRI*

Mi cliente actuó en defensa propia, su señoría. No se deje engañar


por las férulas y hematomas del acusado: es absolutamente
culpable. Atacó a mi cliente sin piedad. Se le lanzó a la yugular
como una fiera sedienta de sangre. Lo miró a los ojos y le dijo,
textualmente, Sos hermoso, ¿sabés? Lo apuñaló en la hombría.

*Mendoza, Argentina, 47 años. Conagurica y el planeta violeta (ISBN 978-


987-86-2575-1; cuento infantil ilustrado) y Por las ramas (ISBN 978-987-
86-5956-5; antología poética).

36
Diversidad(es)

Sueño y realidad
DINA GRIJALVA*

Siempre sueña con un mundo en donde todas las personas son


libres y amadas. Donde todos los colores de piel, de ojos, de
cabellos enriquecen la vida. Todas las creencias, los gustos y las
alegrías. Todas las personas pueden elegir estar con hombres o
mujeres, o con ambos. En ese mundo todas las niñas son
valoradas, respetadas y protegidas, los niños también; ningún
adulte osa violentarles.
Ese soñar un mundo donde todes son repetades no le
impide escuchar: ¡ese es el maricón! y ser asesinado una tarde de
lluvia.

*Mexicana. Doctora en Letras por la UNAM. Sus libros de minificción


son: Goza la gula, Las dos caras de la luna, Abecé sexy, Mínimos deleites,
Miniaturas Salmantinas y Cuestión de tiempo. Ha publicado también una
antología de minificciones eróticas: Eros y Afrodita en la Minificción.

37
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Lago de lujuria
HÉCTOR JUSTINO HERNÁNDEZ*

Entre los matorrales, antes de entregarnos al amor, conocí la


desnudez de mi primo y la cicatriz que le dejé bajo las costillas el
día que lo corté con la navaja después de que me llamara maricón.

*Córdoba, Veracruz, 1992. Es narrador y ensayista. Publicó el volumen


de cuentos Dimorfismo (2019). Es ganador del 10 Concurso de Cuento
Infantil 2020 convocado por la Editora del estado de Veracruz. Ha
aparecido en revistas como La palabra y el Hombre, Punto de partida,
Penumbria, Temporales, Ágora, entre otras.

38
Diversidad(es)

La Niña Martillo
ALEJANDRA INCLÁN*

Supieron de sus golpes por el retumbar de la pared.


—¡¿Por qué azotas tú cabeza en la pared?! —preguntó la
mamá de la niña.
Ella se quedó muda, mirándola. Con sus 4 años no sabía
cómo explicarlo.
—Quiero tener amnesia, perder la memoria… —dijo
muy quedito.
La familia enloqueció en especulaciones cuando la mamá
les contó. A un tío le dio gracia y le puso un sobrenombre, el cual
no le agradaba a la niña. Le hubiera gustado mejor que le dijeran
Niña Martillo. Pero no. A nadie se le ocurrió preguntar por qué
golpeaba su cabeza en la pared, lo cual siguió haciendo cuando no
la veían.
Nunca perdió la memoria. Nunca olvidó las ropas que no
le gustaban. Se pegaba porque pensaba que si olvidaba que había
nacido como niño, podrían verla por fin como una niña.
Un día cayó desmayada y su tío fue quien la levantó.
—No aprendes, Marro —le dijo cuando despertó.
Ella abrió los ojos. Seguía recordando, y le dolía que su
tío le dijera Marro y no Niña Martillo.
Así continuó su vida, creciendo sin que le llegara el
olvido, golpeando muchas paredes que nunca atravesó; con dolor,
no en su cabeza, sino en su corazón.

*Veracruz, Veracruz, México. Licenciada en Ciencias de la


Comunicación por la Universidad Veracruzana y especialista en
Promoción de la Lectura. En 2016 publica su primer libro: No era quien
me dijeron ser, con Bellaterra. En 2018 la novela La pieza que me faltaba. E-
mail: secreto01_01@yahoo.com.mx

39
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Otro cuerpo en la toilette


MARITZA IRIARTE*

La noche culmina, para ella, en la toilette con aroma de flores


silvestres frente al espejo. Mientras la mujer se mira, se limpia
poco a poco el maquillaje de su rostro con trozos de algodón y
retira los últimos vestigios carmesí de los labios. Guarda todo lo
que ha sido durante la noche en la mochila y regresa a casa.

*Lima, 1954. Escritora. En el 2014 publicó el libro Aztirm, un mundo de


brevedades. Algunos de sus textos integran diversas antologías: Basta 100
mujeres contra la violencia de género (Ed. Estruendomudo), Resonancias
(BUAP Ediciones), A Puerta Cerrada (Quarks Ed. Digitales).

40
Diversidad(es)

La obra [Las olvidadas]


SANDRA CAROLINA JIMÉNEZ PEDROZA*

Primer acto
A una niña la expulsan por decirle te amo a su compañera.
Segundo acto
A una joven la insultan por sonreírle coqueta a su novia.
Tercer acto
A otra Manuela la lapidan por besarle la boca a un enclosetado.

*Ciudad de México. 24 años. Egresada de la carrera de Lengua y


Literaturas Hispánicas de la UNAM. Actualmente se encuentra
realizando su tesis de licenciatura y está cursando el tercer semestre de
Filosofía e Historia de las Ideas en la UACM.

41
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Miradas cómplices
JUNE*

Te veía con Chris por el retrovisor del auto, mientras Matt


conducía y yo iba a su lado, de copiloto. Tú me mirabas, me
sonreías disimuladamente, intentando que él no se diera cuenta
de lo que sucedía en nuestro entorno. Estaba nerviosa, pero sabía
que le pertenecías. Sin embargo, mi cuerpo reaccionaba ante tu
mirada furtiva, ante tu sonrisa ladeada, y aunque estaba claro que
esto que sentía era un error, no quería que parara.
El viaje a la playa tomaría menos de media hora, y en tus
ojos veía la excitación, las ansias de bajar del auto. Ellos no lo
notarían, ni siquiera lo verían raro, sólo éramos dos chicas que
íbamos a disfrutar con sus novios de un día soleado.
Al llegar al estacionamiento, bajamos y sentimos el calor
del verano, el sol radiante sobre nuestros cuerpos. Su mirada se
encontraba con la mía, había cierta complicidad, un deseo
implícito. Dejamos que los chicos bajaran las cosas y nosotras nos
disculpamos para ir al baño.
Una vez dentro de éste, Carla me besó salvajemente, con
deseo y pasión. Mi mente entumecida ante su ataque no pensaba,
sólo mi lado primitivo actuaba. Mis manos se aferraban a su
cintura, mientras mi boca se fusionaba con la suya y mordía sus
labios, haciéndola gemir.
—Lou, tenemos que hacer algo.
—Ya lo estamos haciendo —sonreí.
—Se darán cuenta —ella volvió a besarme.
—Salgamos entonces —cogí su mano y salimos de allí.

*June, Cunamá, Venezuela.

42
Diversidad(es)

¿Cuál es tu tipo?
JUAN MANUEL LABARTHE*

—No eres mi tipo. No te ilusiones.


—Si apenas me conoces.
—Sí, pero da igual. No eres mi tipo.
—Bueno, dime. ¿Cuál es tu tipo?
—¿Para qué quieres saberlo? Igual no eres.
—Sólo por curiosidad.
—Altos.
—Yo soy alto.
—Sí, pero no alto, alto.
—¿Qué es alto?
—Uno ochenta para arriba.
—Yo mido 1.78.
—Ya ves. No eres mi tipo.
—¿Sólo porque no soy alto?
—A mí me gustan los alfa, atléticos, aunque no
musculosos, asertivos, amantes de la música electrónica, nada de
intelectuales. No quiero que piensen, quiero que hagan.
—…
—¿Lo ves? Definitivamente no eres mi tipo.
Dejé de insistir, me gustaban sus ojos, su voz y su sonrisa,
tenía buena nalga, pero no era para tanto.
Me lo encontré seis meses después en una disco tecno.
Lo acompañaba un tipo alto y dominante. Los observé a la
distancia. Era obvio que el tipo lo trataba muy mal. Le gritoneaba,
lo mandaba por bebidas a la barra, incluso comenzó a coquetear
con otro. Finalmente, nos encontramos saliendo del baño. En sus
ojos verdes vi un gesto de reconocimiento.
—Hola.
—Hola.
—¿Es tu novio? —pregunté señalando al galán.
—Sí —dijo con orgullo, como presumiendo del buen
ejemplar.
—Los he estado observando toda la noche.

43
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Inmediatamente su aplomo desapareció. No supo qué


decir.
—Bueno, pues les deseo mucha suerte.
—Sí, gracias —dijo él y se escurrió de mi presencia.
Soy tan inseguro y me cuesta tanto perdonar. Pero a
veces, una pequeña revancha ayuda.

*Ciudad de México, 1974. Estudió la licenciatura y el posgrado en Letras


y se desempeña como profesor universitario. Ha publicado en los
géneros de cuento, minificción, microteatro, ensayo y poesía.

44
Diversidad(es)

La Lady
MARÍA LÓPEZ*

Lady mostraba sus nuevas prendas íntimas de encaje negro y


satén.
Con sus manos de cisne se ponía las medias caladas,
minifalda de cuero y los tacones negros de charol.
Su busto erguido, voluptuoso, cuerpo contorneado,
esbelto, mulatona de pura cepa.
Frente al espejo, cubría su piel lampiña de una doble capa
de maquillaje, remarcaba sus grandes ojos negros y su boca de
rojo carmesí.
Su madre, embelesada y orgullosa, lo admiraba, mientras
la Lady le decía: vio, mamacita, no encoje esta ropita.
Las harpías de las vecinas espiaban asomadas por la
ventana, mientras Lady desfilaba de un lado al otro por la pieza.
¡Dios nos guarde!, se persignaban, y en sus manos se movían
rápidamente las cuentas del rosario.
Yo, con las pantorrillas escondidas detrás de la cortina,
me asomaba, fantaseaba, registraba imágenes, tejía historias,
susurraba en mi cabecita: ¡mi hermano, la Lady, tiene nombre
propio.

*Buenos Aires, Argentina.

45
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Me llevo el gato
NICOLE MEMBREÑO CHÍA*

Recuerdo cuando nos conocimos, Nadia. Entraste como


torbellino y ordenaste un espresso cortado. Me cautivaron tus
ojos oscuros, dos lunas menguantes asomándose sobre la
mascarilla.
“Soy Celina, si necesitas algo me avisas”.
Tenía el hábito de fumar en mi receso, contemplar desde
la calle a las gentes enmascaradas; hay algo profundamente
solitario de estar cubierta hasta la coronilla. Pensaba en los que
aún soplan velas sobre el pastel, en la ansiedad de morirme sin
aprender nada; en tus ojos cafés y en sacar tu nombre de la factura
para buscarte por Insta.
“Hola, Celina, ¿tienes fuego?”.
Te ofrecí mi encendedor de arcoíris y te echaste a reír.
“Me llamo Nadia. Eres muy bonita”.
En ese momento fulminante nunca imaginé lo que
vendría; un vaivén de besos, de noches eternas esperando tus
llamadas, tus dedos, tu boca, tus “¿eres mía?”. Lo soy, lo era, y
jamás pensé que serías semejante dolor de tetas, de corazón, de
espina. Ay, Nadia, te me escurres y sólo me quedan de ti las
esquinas.
Esta vez no te perdono, te lo juro, ya no puedo con esta
vida. No más incertidumbre, no más libros volando sobre mi
cabeza, no más de tu temperamento volátil, no más de tu lengua
entre mis rodillas. Estoy enculada pero no tonta, Nadia, bórrate
de mí hasta las semillas; cuando encuentres esta carta ya me habré
marchado, no me busques, ya no te amo. Me freíste la bondad.
Me voy, y me llevo el gato.

*San Salvador, El Salvador, 15 de febrero de 1988. Escritora, poeta,


feminista y activista LGBTTIQ+. Con cuentos publicados en la
antología El territorio del ciprés (Índole Editores, 2018), y la antología
centroamericana Mujeres al centro (López, 2019).

46
Diversidad(es)

Cambio de chip
CHRIS MORALES*

Después de tanto marchar, exigir, visibilizarnos como personas


dignas y con los mismos derechos que los demás, hoy se verá
reflejado un gran avance en mi casa.
Estoy sentado frente al televisor, a mi lado tengo a mi
madre, ansiosa por ver el primer capítulo de la novela. Después
de varios comerciales, aparece al fin la escena que deseo vea: su
actor favorito llega a un departamento, quien lo espera es otro
hombre, que lo recibe con tremendo beso en la boca; se dirigen a
la habitación...
—¡¿Por qué la apagas?!
—¡Qué aberración! —sentencia y toma su revista de
chismes.
En las últimas páginas viene un reportaje de la cantante
lesbiana, que presenta a su pareja y a su bebita. En diversos
programas de radio y televisión se habla de la triunfadora del
reality, que fue ovacionada por su novia; también presentan al
novio del conductor de la emisión matutina...
Esta normalidad ya nadie la para.

*Ciudad de México, México. 37 años. Actor y escritor; ha publicado en


revistas electrónicas y en las antologías: Teatro de JADEvolucion-arte
(2016); Mínimas perdurables (2019). Brevirus (2020). Diversidad(es)
minificciones alternas (2020), MOSAICO (2020), Escena del crimen (2020).
Coantólogo de Pequeficciones. Piñata de historias mínimas (2020).

47
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Amor
LEODAN MORALES*

Le dio un sorbo a su frappé de chocolate. Miré como sus ojos


cambiaban de tamaño por el frío en su paladar. Amaba ese gesto.
Me sonrió. Su manzana de Adán me hipnotizaba. Subía y bajaba
al ritmo de sus frases. Acaricié la piel maderosa de sus dedos. Por
fin me respondió: “No sé cómo lo supe. Quizás ese sentimiento
siempre estuvo ahí, dormido, latente… Cuando amo a alguien,
amo a una persona. Dejo que nuestras almas se entrelacen”. Me
perdí entonces en el universo que resguarda su ser.

*México, 1990. Ha publicado su obra en diversas revistas y libros en


formato físico y virtual, en México, Colombia y Honduras.

48
Diversidad(es)

El cuerpo del delito


MONTSERRAT MORALES GARCÍA*

“Muérete, maldito maricón”, era lo que se leía en la nota que los


investigadores encontraron en la escena del crimen. La caligrafía
era tosca y el papel había sido arrugado varias veces. El cadáver
era el de un hombre, de unos cuarenta años aproximadamente. Su
aspecto era muy elegante, llevaba un vestido verde esmeralda
hasta la rodilla que le acentuaba mucho el talle esbelto. Sus
tacones combinaban con su bolso. Llevaba unos pendientes
Swarovski, también de tono esmeralda. Su bolso estaba sobre la
cama. Cuando lo esculcaron para indagar más sobre su muerte,
descubrieron unos cartuchos de arma de fuego, que coincidían
con los usados para acabar con la vida de la víctima.
Los policías, que reían constantemente mientras hacían
gestos afeminados alrededor del cadáver, encontraron debajo de
su almohada una segunda nota. Estaba escrita con letra muy
cuidada, en cursiva. Al parecer la había escrito la víctima, pues
estaba firmada por Gustavo. En ella se podía leer “Te quiero,
mamá. Ojalá hubiera podido decírtelo a la cara y abrazarte fuerte,
como cuando era el niño que querías”.
Finalmente, después de fingir que se probaban los
vestidos del armario, los agentes lograron quitar de la mano de
Gustavo el arma suicida.

*San Luis Potosí, SLP, México. 33 años. Es licenciada en Ciencias de la


Comunicación y máster en Estudios Avanzados en Literatura
Hispanoamericana y Española, se desempeña en el área de la edición de
textos.

49
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Entre besos furtivos y muslos espías


MARTÍN MORALES GARZA*

Los tríos sexuales me parecían interesantes. En el 2017, busqué a


una pareja gay de mi edad en Hornet. Adonaí Gallardo
Manzanero y su esposo Garniel Rinrán Ribalda buscaban un
tercero; para mi sorpresa, existiría una amistad cercana y cariñosa.
Un año después, salimos a una cafetería antes del motel
y temía una negativa de seguir con los planes, a pesar de que
disfrutábamos la compañía. En el carro, Adonaí mostró que
compraron mis peticiones, como preservativos, lubricante,
enjuague bucal, cepillos de dientes y jabón neutro.
En el cuarto rentado por cuatro horas, me duché
mientras ellos observaban, luego se unieron; Garniel practicó
beso negro mientras Adonaí se enfocaba en besarme, masturbó
mi pene y el suyo. Al salir, temeroso de terminar en la cama, los
glúteos de Adonaí estaban frente a mí, pedí se sentara para
lamerlo; alternaron besos pre-seminales con rimming y orales
profundos.
Al liberarse de mí, se posicionó en cuatro, Garniel
introdujo un preservativo en su boca para acomodármelo y
estimuló a su esposo. Nos excitaron las embestidas de sus glúteos
contra mis sartorios. Los tres gemimos al terminar.
En la ducha, Garniel comparó el encuentro con el
cuarteto de Lady Gaga en el primer episodio de American Horror
Story: Hotel. Faltaba una hora para desalojar y la aprovechamos
de nueva cuenta.
La comunicación perduró. Hubo dos ocasiones
posteriores en su hogar. La pandemia por coronavirus impidió la
posibilidad de volvernos a ver.

*Monterrey, 29 años. La dama de los perdidos (Literatura joven UANL


tercer lugar cuento infantil ilustrado, 2017). La casa de la tía Rebeca y
Añoranza navideña setentera, Revista COMA #15 (2020). A la espera de
nuestra suerte. Revista Soles #2 (2021).

50
Diversidad(es)

Mundos posibles
DIEGO MUÑOZ VALENZUELA*

En aquel mundo las esferas rojas se emparejaban con los cubos


azules. Sólo existían esferas rojas y cubos azules. A veces vivían
mucho tiempo juntas, otras no, pero lo admitían como el
cumplimiento de su destino.
Cuando tenían descendencia, surgían —como es de
prever— esferas rojas o cubos azules. Y así se mantenía la
tradición a través de los siglos. Fueron progresando en número y
complejidad.
De pronto ocurrió un extraño evento: una pareja usual
tuvo gemelos. Una esfera azul y un cubo rojo. Esto causó
conmoción en todo aquel mundo tan sistemático. Surgieron
partidarios de eliminar aquella descendencia ilegítima, contraria al
orden natural. También salieron defensores de la diferencia. Con
dificultades, se impuso la tolerancia.
Hubo más nacimientos similares. Años después, se
celebró el primer matrimonio entre una esfera azul y un cubo rojo.
Los defensores de la moral trataron de impedirlo, pero fracasaron.
De nuevo se produjeron problemas cuando una esfera
roja y una azul decidieron convivir. Triunfaron y su familia fue
pletórica de variedad. Nacieron pirámides, ovoides, cilindros y
otros cuerpos geométricos de nuevos y diversos colores.
Se produjeron muchos casos similares y en el mundo
imperó el respeto por todas las formas y colores, que decidían
libremente acaso querían vivir con alguien. Y así, en diversidad
plena, vino un gran progreso para ese mundo.

*Constitución, Chile, 1956. Ha publicado quince libros de cuentos y


microcuentos y seis novelas. Libros suyos han sido publicados en
España, Croacia, Italia, Argentina, Perú y China. Cuentos traducidos a
diez idiomas.

51
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Instrucciones para sanar


PATRICIA NASELLO*

Resbale hacia adentro y, ya en sus propias entrañas, obsérvese con


atención.
Mire esa víscera en el pecho, no se cansa de latir, mire
cómo se comunica con lo más elevado: su cabeza.
Escuche las palabras que, desde su cabeza, la mente
desparrama. Oígalas palpitar. Sienta las muchas palabras.
Examínelas. Examine si ese cauce palabrero, todo, completo, se
originó en su corazón. Tome conciencia, le implantaron palabras.
Miedo, por ejemplo, es una palabra implantada. Desprecio al
diferente, tres palabras que conforman una idea implantada. Lo
mismo sucede con otras que reverberan con el mismo mal
espíritu.
Serénese, ahora usted está dentro suyo y este hecho le da
ventaja. Tome esas ideas implantadas y susúrreles paz hasta que
su violencia desaparezca.
Trepe y salga de usted una vez que de aquella
podredumbre sólo reste el mal recuerdo.
Mire el mundo con sus ojos nuevos.
Siéntase libre para elegir la vereda del sol.

*Córdoba, Argentina. Magíster en Escritura Creativa por la Universidad


de Salamanca (USAL) y Contadora Pública por la Universidad Nacional
de Córdoba (UNC). Ha publicado tres libros de microficciones, una
antología personal y una micronovela. Participó en antologías,
periódicos y revistas culturales.

52
Diversidad(es)

A la Bernarda
JAVIER NEGRETE C.*

El primer día de clases de la prepa Bernardo se presentó como


transexual. Algunos se rieron y otros más le chiflaron. Con el
tiempo fuimos conociéndolo más; y él nos pedía que por favor le
llamáramos Bernarda, ya que así se sentía mejor. Yo no le decía
así porque no me sentía en confianza. O sea, siento que los
apodos están bien, pero cuando te los dice alguien con quien te
sientes a gusto; así que a la Bernarda yo le decía Bernardo.
Y él calladito, pero bien aplicado. Hartas ganas que le
echaba, me cae. Con decirles que terminó la prepa siendo el
primer lugar del grupo. Aunque con todo y que le entregaron un
reconocimiento, andaba bien cabizbajo: que me acerco a
preguntarle qué sucedía y me dice que su nombre estaba mal. Leí
su diploma y no vi ningún error. “Me pusieron Bernardo”, me
dijo con lágrimas en los ojos. “Ah, ya”, comenté. “Tanto pinche
esfuerzo pa’ que me aguaden la fiesta así, ¿qué de malo tiene que
me pongan Bernarda?”.
Me dio agüite y hasta un abrazo me animé a darle. Y pues
la neta sí, ¿qué pinche daño les hacía? “Mira, Bernarda”, le dije,
“ahorita vemos quién jala y vamos a reclamarle al dire”… ¡Quién
hubiera pensado todo lo que ha pasado desde entonces! En la
prepa peleaba para que le cambiaran su nombre en un papelito, y
ahora ya hasta en su acta de nacimiento viene que se llama
Bernarda.

*Guadalajara, Jalisco, México. 35 años. Trabaja como docente de


bachillerato y licenciatura, impartiendo español. Desde finales del 2020,
es editor de una revista digital literaria cuyo objetivo es dar a conocer a
escritores independientes; y, como escritor, ha colaborado en algunas
antologías.

53
Minificciones alternas - Hispanoamérica

A esa que sufre por mí


NIHILE*

Es aterrador encontrarse en las sombras con aquella persona que


el mundo ha decidido reprimir por ti, con la excusa de preservar
en algo una “dignidad” y una “virtud” bañadas en una apócrifa
promesa. Y te hace temblar el simple hecho de mirarla a los ojos;
se ve asustada, envuelta en cadenas, con ganas de abrir una puerta
que ha sido sellada con mil candados.
Y es cuando hablan del amor. Dicen que es la cosa más
bella y sanadora que pudo existir. La describen como el salvador
de todos los mundos, el antídoto contra la enfermedad más
mortal que podría seducir al cuerpo humano.
Sin embargo, ese sentimiento termina siendo la manzana
del Edén, la palabra prohibida que no se menciona en la mesa, las
mentiras, las sonrisas sobre lágrimas de sufrimiento, las camisas
abotonadas hasta el cuello, el gusto obligado por el color de
“nuestro género”. Termina siendo todas esas situaciones que nos
llevan al límite, que nos dejan varados y solos en medio de la
multitud, que nos destrozan pedazo por pedazo hasta que sólo
quedan cenizas de lo que alguna vez quisimos ser.
A esa persona, reclusa en mi interior, no le es divertido
jugar a las escondidas; quiere gritar, hacer mella y romper con sus
palabras los cimientos podridos en los que se ha levantado una
sociedad de odio. Le gustaría bailar y besar con ganas a los que
mantiene lejos en lo más profundo de su alma. La salvaría amar.

*Irapuato, Guanajuato, México. 18 años. Estudiante universitaria.

54
Diversidad(es)

Enredadera
EDGAR NÚÑEZ JIMÉNEZ*

Después de que tu cuerpo dejó de estar sobre el mío, sentí una


mancha que brincó a mi pecho y, como la culpa, perforó mis
arterias. “¿Qué hiciste?” quise preguntar. “¿Por qué lo hiciste?”
pensé insistir, pero la respuesta fue una mordaza que silenció mis
labios. Cerré los ojos mientras caía a la noche y en mi cabeza
giraba una sentencia que me rasgaba: “¡Por puto!”.
Sobre el piso de tierra dibujé una palabra mientras llegaba
la noche. Inmóvil no quise llorar, desde entonces he sentido que
la enredadera me ha ensombrecido desde mis ocho años.

*Copainalá, Mezcalapa, Chiapas, México. Textos suyos han aparecido


en los libros Gatos y Perros (Ediciones Sherezade, Chile, 2019) y
Minificciones desde el encierro (Universidad de Guadalajara, México, 2020).
Asimismo, es autor del libro Pasos y silencios. Testimonios orales de migrantes
en Chiapas (PACMYC, 2020, México).

55
Minificciones alternas - Hispanoamérica

¿Cómo le digo a esa mujer que salga conmigo?


MAYRA ORTIZ*

“Hola, soy fotógrafa, estoy buscando modelos para poder


practicar con mi nueva cámara. ¿Te puedo sacar una?”.
No, suena muy seco, qué tal…
“Hola, me llamo Dulce, como los dulces que siempre te
comes…”.
Ay no, qué ridículo, mejor…
“Hola, me llamo Dulce, soy fotógrafa y estoy buscando
modelos para practicar, y me parece que tú serías perfecta, te ves
hermosa y no quiero que mi lente se pierda de tan espectacular
vista, si quieres después de esto te puedo invitar a salir a donde
quieras, me gustas mucho mujer y quisiera poder conquistarte…”.
¿Qué acabo de pensar?
Mientras Dulce se enredaba en su discurso, aquella
muchacha volteó su tierna mirada hacia ella, y la dejó petrificada.
No te preocupes, Dulce, ya será para la otra.

*Zamora, México. 22 años. Estudiante de Psicología, interesada por la


escritura y los fenómenos de la sociedad, entre ellos lo LGBT+, con los
que me siento identificada y me gustaría utilizar mi pluma para poder
reflejar esas experiencias.

56
Diversidad(es)

Muxe
CARLOS PARRA*

Estás sola, de frente al lienzo negro. Estás adiestrando la


imaginación al posar la mirada en el jardín, llamando la puerta de
la memoria floral y acompasando bosquejos de trazos al aire con
la tiza en la mano. Bocetadas sobre la tela en líneas blancas, tomas
los ganchos de costura y decides bermeja la flor; recuerdas como
nace un huipil: hundiendo la aguja en la tela negra fracturándola,
rompiendo los prejuicios, atravesando los rechazos,
quebrantando la discriminación. Puntada a puntada, le ganas
espacio a ese fondo lúgubre, haciendo brotar un coloreado hilo
que por encima deja una flor. Al final, un bodegón en el lienzo,
un huipil variopinto terminado. Cuando miras alrededor tu
soledad, comprendes, a tus 54 años desearías que alguien a tu lado
se atreviera a coser contigo pero la faena no es sencilla. Te miras
al espejo, te acicalas y vistes tu creación. Ataviada de joyería, te
acomodas bajo las enaguas ese badajo que te contradice, te retocas
tus trenzas de listón rosa. Con el huipil en su lugar, sales dispuesta
a disfrutar de la verbena que te ofrece una fiesta de las tantas en
Juchitán; te sabes una flor solitaria, risueña, inmarcesible.

*Ciudad de México, México. 34 años.

57
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Poliamorosas
VITA PAOLUCCI*

Desde el inicio, ella me encaró y me dijo de frente lo que sentía


por “la otra”, su único amor antes de conocerme, pero que al
mismo tiempo no dejaba de pensar en mí. Yo estaba en el horno:
tampoco podía evitar lo que me pasaba con ella, a mí también me
voló la cabeza.
Sin querer elegir entre las dos, me dijo que no fuera tan
cerrada, que había alternativas.
Ni en pedo, pensé. Para mí las relaciones siempre fueron
de a dos, algo tan natural como la birra en las nochecitas de
verano. La amaba como nunca a nadie y no quise hacerla elegir,
porque sabía en algún lugar profundo de mi ser que lo más
probable era que fuera yo la que terminara con una patada en el
orto. Así que, aunque no me entraba en la cabeza, con el tiempo
fui aceptando ciertas cosas.
Ahora con todo el revuelo de las relaciones abiertas, me
cayó la ficha de que venimos construyendo una relación
poliamorosa desde hace tres décadas con un compromiso de
fierro.
Por eso, hoy festejamos aniversario: siempre ella y yo. Y
su vieja.

* Tucumán, Argentina. 33 años.

58
Diversidad(es)

Un final para el placer


LUIS ALBERTO PAZ*

Gemía, jadeaba, estaba excitado, ansioso de ir un poco más allá.


Las cuerdas que aprisionaban sus muñecas, quemando con su
roce la piel, le producían placer; la venda que cubría sus ojos, la
actitud viril y dura de su compañero de juegos, todo lo invitaba a
dejarse llevar.
El primer golpe lo tomó por sorpresa, pero le gustó.
—¿Te gusta, puto? —preguntó aquel hombre que apenas
y le había hablado desde que se encontraron afuera del hotel.
—Sí —respondió trémulo el joven.
—¿Sí qué, puto?
—Sí me gusta, señor.
Y esas fueron sus últimas palabras. Él mismo abrió la
boca cuando el hombre le puso la mordaza, incluso tuvo una
erección durante la primera tanda de golpes.
Su madre identificó el cuerpo dos días más tarde en una
plancha de la morgue. Tuvo que verle la espalda para reconocer
su lunar de nacimiento, pues del rostro no quedó sino un amasijo
de carne amoratada.

*Ciudad de México, México, 1989. Estudió administración en la UNAM


y Creación Literaria en la Sogem. Ganador del Premio Nacional de
Narrativa LGBTTTI en 2017, del Premio de Literatura Infantil El Barco
de Vapor en 2018 y del Premio de edición Exmáquina 2020 en la
categoría de novela juvenil.

59
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Apariencias
ALEJANDRA PÉREZ CRUZ*

Me gusta poder brincar de un extremo a otro, jugar con mi ropa


y la vista ajena que se pregunta: ¿será mujer u hombre o una
dualidad? Porque puedo usar un vestido blanco mientras monto
un caballo o traer el cabello corto y una camisa a cuadros, sacos
largos mientras un gorro oculta mi larga cabellera o depilarme la
ceja, un bikini de dos piezas o una bermuda con calzado de tela.
La duda, las variables y locas respuestas, eso es lo que me gusta y
me hace elegir un atuendo cada mañana. Un perfume cítrico o
floral, a maderas o agua de colonia. Anillos, collares, pulseras;
accesorios de piel y metal o un unicornio con arcoíris y una nube
de confeti o una serpiente en un fondo color miel. Estar en
silencio y no hablar, lentes oscuros que oculten a dónde dirijo la
mirada, ya sea a un short corto o una mini falda. Jeans ajustados
para resaltar caderas, holgados para ocultar feminidad, entubados
por la moda y rotos sólo por vanidad. Brasier con relleno o de
esos deportivos que suelen ocultar el cajón donde guardo la
intimidad que no se cuenta: boxer, pantaleta, tanga y a veces nada.
Moda, estilo, comodidad, de mi clóset las tres reglas.

*Aguascalientes, México. 25 años. Es activista LGBT+ en el grupo


CUIR UAA. Ha participado en eventos de Latinoamérica con lecturas a
la distancia en medios digitales. Tiene textos publicados en antologías y
diversas revistas de México y un par de Argentina.

60
Diversidad(es)

Recompensa
PATRICIA PIXIE*

Le habían dicho que lo único que le esperaba era un inmenso


vacío plagado del distante aroma del dolor. Cualquier otra
persona tal vez se habría quebrado ante tal amenaza. Pero ella
siguió adelante, aun en medio de la lluvia y el fuego. Al final, no
la esperó un cofre lleno de monedas de oro, sino algo mucho
mejor. En el momento del día en que su teléfono suena, y tiene el
privilegio de ver esos hermosos ojos color marrón en la pantalla,
sabe que todo el esfuerzo valió la pena. Tal vez no será millonaria,
pero siente que su corazón se llena de luz cada mañana: al
despertar y poder sentir el suave aroma de la mujer que duerme a
su lado.

Nacida y habitante de toda la vida de la Ciudad de México, México,


Patricia Pixie cree en el poder de la palabra como fuerza de cambio. Sus
historias cortas han sido publicadas en varios sitios web y antologías de
América Latina.

61
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Novela rosa
URIEL QUESADA*

Murió la tía Conchetta a los casi cien años, discreta y devota


mujer. Enviudó cinco veces, pero siempre fue capaz de superar
esas tragedias, seguir adelante y encontrar otro buen hombre;
aunque esos matrimonios fueron breves, pues la muerte marcaba
diligentemente el tiempo de sus maridos. Decía que era una gran
lectora, pero nunca la vimos con un libro en la mano.
Al morir, descubrimos en el sótano una enorme
biblioteca de libros que se vendían en los puestos callejeros, de
papel periódico casi todos, con portadas de hombres y mujeres
hermosos, usualmente en el acto de abrazarse, besarse o decir
adiós. Cientos, tal vez miles de novelas rosas. ¿Cómo pudo ella
vivir tan devota al amor y nosotros, sus descendientes, no lo
supimos nunca? Quienes comandaban la limpieza del sótano
determinaron que esos libros no tenían valor alguno. Mejor
enviarlos al reciclaje, fue la decisión final. El día antes de sacarlos
de la casa, me dediqué, conmovido, a hojearlos: novelas de pocas
páginas, mujeres bellísimas descritas ya desde el primer
párrafo. Me llamaron la atención los libros de un estante
separado, todos con señaladores y anotaciones al margen. Sin
excepción, sus tramas giraban en torno a una recién casada,
insatisfecha y en busca de amores ilícitos con mujeres, quien
procuraba, con discreción y paciencia, deshacerse poco a poco de
su nuevo marido.

*San José, Costa Rica, 1962. Ha publicado trece libros de ficción y no


ficción, incluyendo La invención y el olvido (Premio Nacional de Literatura
Aquileo J. Echeverría, 2018). Vive en New Orleans.

62
Diversidad(es)

Cortejo
KRAS QUINTANA*

Estaba secretamente enamorado de él, así que un día decidió


declararle su sincero y apasionado amor, recitando los más cursis
versos de diferentes autores con cuidadosa selección. Él, por su
parte, no entendía lo que su ruborizado adulador declamaba.
Percatándose de esto, el perspicaz amante reconstruyó sus
halagos:
—Mi amor por vos quema más que la llama de Tinder,
dejaría todas las máscaras de Grindr, y te enseñaría mi verdadero
ser. Ya no es necesario Manhunt para mí, porque terminé siendo
la presa de tu belleza.
Mientras el joven seguía con su verborrea, el rostro de su
muso se iluminó al darse cuenta de la intensidad de su querer.
—¿Sos activo o pasivo? —inquirió.

*Managua, Nicaragua. 30 años. Escritor de cuentos y minificciones que


ha colaborado en diferentes antologías como Brevirus de la revista de
Brevilla, en la fanzine Escrituras e Imaginarios del Centro Cultural de
España en Nicaragua, en ECOS nuevas voces de la minificción centroamericana,
entre otras.

63
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Amor cholo
CESCO RAM*

Yo era un wey más del escuadrón cholo de mi pueblo, todos mis


compas y yo trabajábamos de albañiles para que la plebe no
anduviese de habladora diciendo que los cholos no hacíamos nada
más que fumar hierba.
Cuando los chavos empezaban a hablar de sus
experiencias con las viejas, yo me hacía chiquito, porque a mis 18
años todavía no estrenaba el muñeco. Aunque varias veces sí me
preguntaron que a cuántas mujeres ya me había tirado, y tenía que
mentir porque ocultaba un secreto muy grande.
Me gustaba Edwin, era mi cuate, de unos cuatro años
mayor que yo; los dos trabajábamos en la construcción de una
casa. Cada vez que se quitaba la sudadera, quedándose sólo con
una camiseta sin mangas, dejaba al descubierto sus brazos fuertes,
llenos de tatuajes. A veces con la misma camiseta se secaba el
sudor de la frente y, por momentos, contemplaba su abdomen
musculoso.
A mi muñeco le bombeaba sangre el corazón cada vez
que lo veía así. Éramos los mejores amigos, siempre hacíamos
todo juntos, e incluso a veces nos hacíamos bromas de jotos.
Hasta que un día mientras andábamos viajados los dos
solos, me atreví a darle un beso, no sé qué estaba pensando, creí
que le iba a gustar y se iba a dejar llevar por el calor del momento,
al fin de cuentas éramos cuates, pero lo último que recuerdo son
gritos: a él golpeándome y a su navaja atravesando mi cuello.

*Tlaxcala, México, 7 de febrero de 2001. Es escritor de poemas, cuentos,


minirrelatos, monólogos, fábulas, entre otros. Su gusto por la escritura
surgió al entender que se pueden vivir millones de aventuras más con
ello.

64
Diversidad(es)

El futuro
PABLO REYES*

Desperté en el año 2051, en una cápsula, con un número en la


frente y conectado a una máquina grande. Es la máquina de Dios,
me dice un sacerdote de peluca enchinada, verde, moño rosa,
mallón amarillo semitransparente, pechos enormes, postizos. Me
mira, sonríe, las pestañas le rebasan las cejas.
Una especie de gas azul viaja por un ducto hasta mi
cápsula, resisto, toso y aspiro, la drag sacerdote estalla en risas.
Pierdo el sentido. Sueño que caigo y una mano se ofrece a
sujetarme —es de piel oscura, negra—, la tomo y me arrebata
fuerte, caigo en un páramo. El ser está ahí: es un cristo pagano,
nunca ofrecido, jamás resucitado, lo crearon los santeros,
cascabeles de oro, túnica púrpura-negro.
Despierto, tengo náuseas. La draga sigue ahí, fuma en una
pipa de plata, me mira de reojo y sonríe, parece coquetearme un
poco, se pinta los labios y se aleja sonando los tacones, sus nalgas
chatas se pierden tras la puerta.
Sigo en la cápsula por días. Aparece un hombre fornido
y su voz aguda podría romper de un grito el cristal que me
aprisiona: Soy su doctora, me dice mientras anota cosas en su
tableta, ya estás listo, puedes salir del capullo.
La cápsula se abre, no puedo respirar, caigo al suelo
desesperado. Dime qué sientes. No puedo hablar, me cuelgo de
su bata, entonces la tela cae, y se apagan mis ojos mientras veo
sus pies robóticos.

*Acapulco, Gro., México. Escritor, docente y comunicador.

65
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Antes de dormir
ADRIANA AZUCENA RODRÍGUEZ*

Intentó de todo por su protegida: ropa, carruaje y zapatos nuevos,


filtros de amor, citas con dragones y caballeros, terapia de sueño...
Todo inútil. Y, ahijada, no te haces más joven, dijo.
La princesa miró ojos y labios: Pero ¿es que no se da cuenta,
madrina? No pienso más que en usted.
Y colorín, colorado, muy acalorado.

*México. Doctora en Literatura Hispánica. Profesora-investigadora en


la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y de
asignatura en la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM), en áreas de
creación y teoría literarias. Autora de los libros Permanente fugacidad.
Ensayos sobre minificción (UAM, 2020), Viajes ilustres (La tinta del silencio,
2020) y Si todos somos monstruos… (Nortestación, 2020).

66
Diversidad(es)

11
NANA RODRÍGUEZ ROMERO*

Nunca supo por sus manos o sus actitudes lo que era la agresión,
hasta que un día, en su adolescencia, el orientador del colegio
preocupado por sus tendencias homosexuales, le inyectó
testosterona para hacerlo macho. Allí conoció la agresividad. Las
hormonas le encendieron la fiera que dormía dentro de él. En
algún compartimiento de su niñez, ese instinto se quedó
agazapado; por eso las burlas, las piedras, los comentarios, los
golpes bajos: La huida.
Ahora recuerdo que en una ocasión cuando fui donde el
médico para una revisión, me preguntó por mis hijos, mi vida
sexual y su frecuencia. Tuve que confesar mi realidad; entonces
ya no quiso indagar más y me observó por encima de sus
anteojos.

Colombia, 1956. Ha publicado minificciones en diversas antologías de


carácter nacional e internacional. Entre sus publicaciones en minificción:
La casa ciega y otras ficciones, Efecto mariposa, El astrolabio, Los elementos.
Docente de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

67
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Plano doble
PAULINA ROJAS SÁNCHEZ*

Me gustas, aunque sé que es imposible algún tipo de


correspondencia. Todas las noches te dedico miradas y siento un
vacío dentro del cuerpo, las piernas débiles y unas ganas enormes
de abrazarte. Podría estar siempre ahí, contigo. Mis días tienen un
sólo motivo y ese es nuestra cita casi diaria, a la misma hora. Pero
tú no me amas, amas a otra, lo has dicho. Para ti, soy una
observadora que mira cómo transitas por una vida en la que no
estoy incluida: tú en los bordes de la pantalla, yo en esta vida sin
guión y sin ensayo. Pero si me enamoro de ti, una mujer que
interpreta a otra, ¿a quién es que amo?

*Ciudad de México, México, 1987. Investigadora museística sobre


estudios de público. Coordinadora de Versas y diversas. Muestra de poesía
lésbica mexicana contemporánea.

68
Diversidad(es)

Lo que yace adentro


ALBERTO SÁNCHEZ ARGÜELLO*

No tardé mucho en encontrarlo. Deambulaba solitario en un valle


de sueños olvidados. Me miró con dulzura y estiró sus brazos
hacia mí. A lo lejos ya se escuchaba la cuenta regresiva, así que
procedí con rapidez. Le escuché escarbar con desesperación, pero
la fosa era profunda y el silencio llegó pronto. Pensé entonces en
la tranquilidad de mi vida hasta ahora, sin insultos, ataques, o
reproches. Así debía seguir. Cuando nos dijeron que abriésemos
los ojos, los demás contaron emocionados como abrazaron a su
yo interior durante la visualización. Yo no dije nada, sólo sonreí
mientras aguantaba como hombre el grito que trataba de escapar
desde mi interior.

*Managua, Nicaragua, 1976. Psicólogo, minificcionista y escritor de


literatura infantil y juvenil. Autor publicado por Libros para niños y
Anamá (Nicaragua), Santillana (Costa Rica) El taller blanco ediciones
(Colombia), Ediciones Sherezade (Chile), Quarks ediciones digitales
(Perú), La tinta del silencio (México), La pereza ediciones (Estados
Unidos), Takatuka y Anamá internacional (España).

69
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Después
LAWRENCE SCHIMEL*

Me pidió ducharse antes de irse.


Luego se vistió y se marchó, con un último beso y un
“gracias”, todo correcto pero nada más.
Por un lado me alegró, porque no me apetecía dormir
acompañado esa noche y menos con un desconocido. Pero el
polvo no había estado mal y no me hubiera importado volver a
verle. Tampoco yo le dije nada. Pero era un golpe a mi autoestima.
Aunque no quisiera verle de nuevo, quería que a él sí le apeteciese.
Entré al baño para mear antes de acostarme.
Y mientras tiraba de la cadena, empecé a reírme: había
escrito su número de teléfono en el vaho de la mampara de la
ducha.

*Nueva York, USA, 1971. Es escritor bilingüe (inglés/español) que ha


publicado más de 120 libros en diversos géneros, incluido el volumen
de 100 microrrelatos eróticos Una barba para dos (Dos Bigotes). Es
también traductor literario.

70
Diversidad(es)

Quanto è bella lei


LORENA SANMILLÁN*

Madrid. Museo Reina Sofía. La impresión del Guernica ante mis


ojos fue impactante. Esa pared enorme, y el cuadro en ella,
llenándola. Yo, de pie frente a Picasso, intentando entenderlo.
España le dio tanto al mundo del arte, la maravilla del dolor.
Picasso, Dalí, Miró. Genialidades para compartir a través de la
inmortalidad. Dalí y las surrealidades. Gala frente a la ventana, el
mar de Cadaqués. Miró, divertido, complejo y simple. La
arquitectura del sitio cubriéndome. Cumplir un sueño, mirar en
directo lo que sólo había visto en libros. Al salir del museo, la
tienda. Mascadas con litografías. Queriéndolas todas, compré
dos. Un Picasso y un Miró. Mascadas para eventos importantes.
Mascadas para recorrer la Gran Vía, el Passeig de Gràcia en
Barcelona, la tierra de Miró. Un regalo para ella un 14 de febrero.
Hoy la usó. Y se ve espectacular. Lleva tanta historia anudada en
su cuello. Lo que sabe. Lo que conoce. Lo que luce. Lo que ansía.
Una caricia portátil para acompañarla durante el día. Para ver su
sonrisa que no necesita subrayado. Acento de estética sobre su
rostro armónico. Ella, su mascada. Miró, el arte. La sonrisa.
¿Quién podría imaginarla? ¿Dibujarla? Sólo ella, que desde que
nació se ha propuesto mostrarla. Radiante y feliz, con la mirada
intensa eclipsando al Sol celoso en Monterrey y en todo el
Universo. Irradia naturalidad. Para lo conciso sólo hacen falta las
palabras mínimas. La verdadera belleza no necesita ser enmarcada
ni habita en los museos.

*Monterrey, México, 1973. Arquitecta, narradora, tallerista, promotora


cultural y psicoterapeuta. Diplomada en Creación Literaria por el
INBAL. Consejera Editorial de la Revista Papeles de la Mancuspia.
Becaria del Centro de Escritores de Nuevo León. Ha obtenido premios
de poesía, minicuento, cuento y crónica.

71
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Epifanía de un rito
ELIANA SOZA MARTÍNEZ*

Habíamos bailado durante varias horas. Para Carmen, quien nos


reunió, las ceremonias en pleno equinoccio de primavera
marcaban el destino. Yo no lo creí hasta ahora. Nos hizo vestir
con trajes de organza, livianos y ágiles, pero que en su
transparencia dejaban adivinar las formas de nuestros cuerpos
desnudos. Reunimos frutas y licores que disfrutamos
compartiendo de una sola copa. Ella llevó una estatuilla antigua
de la diosa Perséfone, no había escuchado ese nombre, pero
parecía tan místico que todas lo contemplamos con respeto.
Deshojamos flores para ofrendar sus pétalos a la deidad.
El baile inició tomadas de las manos, rozando nuestros vestidos
cuando cruzábamos los cuerpos. Al llegar a casa no me importaba
que el rito me garantizara un novio y matrimonio ese año. Conocí
a Laura y eso era único. Acaricié su piel con la punta de mis dedos,
bebimos de la misma copa, le di de comer uvas en la boca. Sentí
el perfume de su cabello mientras tocaba mi rostro. Contemplé
sus pechos firmes, la forma ovalada de su ombligo, sus piernas
torneadas, su sexo oscuro. Sólo ahora me doy cuenta qué es lo
que deseo: amar a esa mujer con toda mi existencia, besar cada
uno de sus espacios, estrechar su pecho contra el mío, arrancarle
gemidos y llenarla de placer. Las invocaciones funcionaron, la
vida crece en mí y quiero compartir esta savia con ella.

*Potosí, Bolivia, 41 años. Seres sin Sombra (2018). 2da. Edición (2020) Ed.
Electrodependiente, Bolivia. Encuentros/Desencuentros Bolivia (2019).
Monstruos del Abismo (Microficción) (2020). Editorial Velatacú, Bolivia.
Participó en más de diez antologías nacionales e internacionales.

72
Diversidad(es)

El espectro sexual perdió una A


VIRGINIA TELLO*

—¿Tenés pareja? —me preguntó mientras miraba el formulario.


Lo sabía, si digo que sí es obvio que ya ando en esa. Todavía
no sé qué contestar.
—¿Tenés pareja? —repitió.
Le dije la verdad y automáticamente hizo otra pregunta
poco existencial.
—¿A qué edad tuviste tu primera relación sexual?
Los nervios, que sólo eran míos, quedaron atrapados en los
recuerdos. Los múltiples “no” se atropellaban en mi mente. Otra vez
sin mirarla le dije la verdad.
—¿Qué edad me dijiste que tenías?
Recuerdo ese mensaje de Whatsapp donde apostaban
cuándo iba a pasar lo desenfrenado.
Flashback moralistas volvieron al presente: las charlas con
mi vieja. Las leyes de lo que sí se debe o no hacer: los horarios, las
salidas, los abrazos. Al parecer, el respeto se pierde si te equivocás de
camino. Las insinuaciones maternales, poco lo son y las paternales
no existen.
Caminé hacia la puerta que en realidad me llevaba a un lugar
peor. Mientras repasaba la calle con los ojos amurallados de nostalgia
agria, me repetía preguntas y susurraba otras.
Lo sexual en la sociedad no conoce, no sabe, no siente, no
me toca. El mundo es: alocéntrico, falocéntrico, autocéntrico,
egocéntrico, adultocéntrico y sin vos y sin mí que en el centro no
estamos. La asexualidad no existe y sólo te hacen preguntas sobre
cómo, cuándo y con quién coges.

*Buenos Aires, Argentina. 24 años. Es profesora universitaria en Letras.


Estudió en la Universidad Nacional de Hurlingham y forma parte del
proyecto de investigación “Actualización de la Tragedia Orestia en clave
de género”. Co-Creadora del proyecto literario VI.A.CHAR.

73
Minificciones alternas - Hispanoamérica

Silvina toca la guitarra


MAYRA VÁZQUEZ LAUREANO*

Silvina toca la guitarra en su habitación. Sus dedos repiten acordes


por inercia.
La cuerda 3 no suena como debería.
Dentro de la armonía, la 3 no encaja, desafina, incomoda,
desentona. Del mástil a la cabeza, sus dedos se posan en las
clavijas, pidiendo permiso para corregir el tono que para algunos
puede sonar molesto, importuno, asqueroso.
Con este pensamiento, Silvina se detiene, su mente
guarda silencio y el eco de esta última palabra la llena. Triste,
acaricia la 3 con el pulgar izquierdo repetidamente, creando una
carrera entre ella y su pulso. El último resulta ganador. Se detiene.
Silvina es la cuerda 3. Fue la 3 desde que decidió contarle
a su familia sobre Sofi. O desde antes. Tal vez fue la 3 desde que
rompía a propósito sus muñecas. La cuerda 3 de pronto ya no es
la cuerda 3, sino Silvina tratando de encajar en las expectativas, de
la cabeza al puente.
Sofocada por la tensión de la clavija, siente cómo el aire
entra por la boca y no resuena. Pensamientos intrusos le dicen
que pronto esa cuerda será desechada y olvidada. Sus dedos
quietos van de las clavijas al diapasón, tocan cada cuerda, excepto
la 3 que estuvo bajo el tacto del estático pulgar.
Silvina toca la guitarra y llora. Llora bajo para no interferir
en el sonido de las cuerdas vibrando. La 3 sigue su melodía,
uniéndose ambas hasta el inevitable Mi menor.

*Colima, Colima, México. 25 años. Licenciada en Letras


Hispanoamericanas por la Universidad de Colima. Participante en 1ra
Antología Voces emergentes de la literatura, Antología Viva la risa y el libro
Homenaje a Salvador Márquez Gileta. Acercamientos a su narrativa, así como
en distintas revistas literarias.

74
Diversidad(es)

Rumbeando
RICHARD VILLALON*

Luego de aquellas tardes contando coches imaginados, los chutes


hormonales, de la vaginoplastia, quería salir de casa dignamente.
Encontré un aviso. Una inmobiliaria ofrecía inmejorables
condiciones, limpiando viviendas embargadas. En la primera casa
encontré medio quemado un cuaderno. El dueño, antes de salir
de la casa, llevaba una especie de Diario. Recomendaba nunca
leerlo a solas. Mi padre riéndose de mis estudios de Arte, apenas
lo leyó comenzó a rascarse como un mono, luego a toser,
declarando la independencia de sus huesos. Enfebrecido pintó en
el techo de la casa la Creación de Miguel Ángel, con su compadre
Evaristo enseñando parte de sus partes. Lo llevamos al área de
Psiquiatría y siguió bautizando pájaros, animales breves con los
nombres de sus enemigos para acelerar sus muertes. Una vecina
sugirió dejarlo en un bar, se curaría con la realidad. A pesar de sus
golpes, insultos y maldiciones, lo visito insistiendo que deje de
llamarme Juanito.

*Perú. Cantante, escritor, actor. Exilios e historias gays publicadas en


medios de Perú. México y España. Publica en distintos medios y ha
publicado un libro Cantando en Papel de Ediciones en Huida.

75
Índice

Final disidente 11
La primera vez 12
El afecto prohibido 13
Enmarañada 14
Polvo de estrellas 15
De García Lorca a Dalí 16
El amor después de la gramática 17
Medusa 18
Las dos caras de la medalla 19
Costumbre 20
Lo maté dos veces 21
Paradero buses 22
Ustedes dos 24
El secreto 25
Malas palabras 26
La pesadilla de Narciso 27
Los Uroboros 28
Encuentro 29
El hombre que renunció a la paz interior para
alcanzar la paz interior 31
Familia atípica 32
Más de dos 33
Puerta del cielo 34
Terceto 35
Fragilidades 36
Sueño y realidad 37
Lago de lujuria 38
La Niña Martillo 39
Otro cuerpo en la toilette 40
La obra [Las olvidadas] 41
Miradas cómplices 42
¿Cuál es tu tipo? 43
La Lady 45
Me llevo el gato 46
Cambio de chip 47
Amor 48
El cuerpo del delito 49
Entre besos furtivos y muslos espías 50
Mundos posibles 51
Instrucciones para sanar 52
A la Bernarda 53
A esa que sufre por mí 54
Enredadera 55
¿Cómo le digo a esa mujer que salga conmigo? 56
Muxe 57
Poliamorosas 58
Un final para el placer 59
Apariencias 60
Recompensa 61
Novela rosa 62
Cortejo 63
Amor cholo 64
El futuro 65
Antes de dormir 66
11 67
Plano doble 68
Lo que yace adentro 69
Después 70
Quanto é bella lei 71
Epifanía de un rito 72
El espectro sexual perdió una A 73
Silvina toca la guitarra 74
Rumbeando 75
Esta edición digital de Diversidad(es). Minificciones alternas -
Hispanoamérica, compilada por Vimarith Arcega-Aguilar,
Diana Raquel Hernández Meza y José Manuel Ortiz Soto,
se terminó de diagramar en Lima – Perú,
en septiembre de 2021.
Este libro es un proyecto continuo de la antología
Diversidad(es) minificciones alternas (2019) con autorxs
mexicanxs. Nos dimos cuenta que era necesario ampliar el
alcance, tanto por las personas de otros países que querían
participar, como por la necesidad de tener un registro de la
minificción alterna en Hispanoamérica. En esta ocasión
fue más complicado distribuir la convocatoria, debido a
que la minificción continúa siendo un campo de constante
descubrimiento y exploración, además de que al estar
dirigida a autorxs LGBTTTI+ el margen de recepción se
acorta.

Vimarith Arciega-Aguilar

Quarks
Ediciones Digitales

También podría gustarte