HERALDO DE ARAGÓN 20 Febrero 1930

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HERALDO DE ARAGÓN, 20 DE FEBERO DE 1930

DESPUÉS D EL ADICTADURA

https://www.heraldo.es/noticias/ocio-cultura/2009/07/05/el-hombre-que-merecio-
brillar-lo-evito-obstinadamente-52733-1361024.html

Las responsabilidades, conveniencia y dignidad de la nación

Aunque en exigua minoría, hay almas asustadizas-que si esto seguía alma de cántaro-,
que se opone a que se exija responsabilidades a la Dictadura.

Consideran que esta obra de justicia, como la reforma de la Constitución,


equivaldría poco menos que a una guerra civil. Por ellas, las cosas seguirían
eternamente como está aquí, con lo bueno y lo malo que tiene; pero, enemigas de
toda innovación, los males perdurarían dejaría de serlo ante la superación de lo mejor,
que es propia del andar de los tiempos.

Precisamente la perpetuación de las desdichas nacionales se debe, en gran


parte, a la ausencia constante de la obra depuradora que es la efectividad de las
responsabilidades.

Ningún desastre nos ha enseñado nada, ni ha traído, por consiguiente,


propósito de enmienda. Han actuado en el poder hombres públicos siempre
fracasados, incluso los culpables del desastre colonial, incluso aquellos que dieron
locación aquí en Cavite y en Santiago una apariencia de poder naval frente a poderosa
seis cuadras costase a España, con el dolor del vencimiento, muchos centenares de
vidas, sin querer o ismo de las víctimas alcanza más satisfacción que la de una media
docena de heridos leves en el potente y arrogante enemigo.

Añadió su desaparición en un país colonial y, por todo responso, se pretendió


presentarla como ejemplo de pueblos moribundos.

Antes y después del 98 ocurrieron calamidades y no menos expresivas. Los


culpables de las desventuras nacionales mostraron bien clara y cínicamente que eran
incapaces de todo sentimiento de contradicción por sus ofensas y daños a la patria. La
inhibición del país Liz alivio del dolor de atrición y, asegurada la impunidad,
continuaron actuando con el desembarazo y el descoco, con la insolencia conculca
Dora del derecho y el descuido en la defensa del interés nacional con que siempre han
procedido los que saben que nunca serán residenciados

Prescindir de responsabilidades es como renunciar a una de las atribuciones


más características de la soberanía, porque completa aquellas otras que designan la
representación nacional y demás apoderamientos del régimen democrático.
Es necesario recordar si la experiencia ha de servir de algo. Por eso hablaba
Costa, acento gráfico el hiriente concepto, de que hay que saber odiar.
.

Claro está que el odio de costa no es el odio de la venganza, ni de la


persecución, ni del ensañamiento. Es el llamamiento a la conciencia nacional para el
discernimiento de la justicia; La apelación a la honradez ciudadana para que libre al
país de los gobernantes nocivos; la habitación del instinto de conservación y progreso
del país.

Los seis años y medio de la dictadura y han entrado en la página de la Historia, en sus
páginas de, abochorna amiento y vergüenza. Queremos todos que desde este mismo
momento la Futura historia de España gane las páginas de enaltecimiento y prestigio.

En la vida privada nadie se coge de hombros cuando sea tinta sus derechos e
intereses. Y si la tentado se consuma la reacción vindicativa. En la vida nacional, esta
obra de defensa y de vindicación tiene principal papel y sus destinos.

El abandono de las responsabilidades es, en suma, aplicación de las más altas


atribuciones de la personalidad individual y social.

Nace la responsabilidad del inefable privilegio de la Libertad moral, en la que no


cabe coerción, y el abandono de la responsabilidad esa libertad para convertirla en
generadora de tiranía y despotismos y en negación del Derecho y la Moral.

¿Es que están poco seguros estamos en el alma del país que haya que renunciar
a una obra de justicia reparadora por temor de que no acierte sin que se conmuevan
las esferas?

Pues si es así, venga una dictadura eterna y renunciamos a nuestra


personalidad nacional.

Hazaña, ninguna. Ningún propósito punitivo. Una sencilla declaración solemne,


de las futuras cortes, de las responsabilidades atribuidas a cada culpable, bastaría a la
pública satisfacción.

La opinión sabes ya a qué atenerse y vería con íntima complacencia esa


declaración de sus representantes, como fehaciente testimonio del daño que España
debe a la dictadura. Si esto, por lo menos, y gran aleccionamiento y una expresión de
dignidad colectiva.
El hombre que mereció brillar y lo evitó
obstinadamente
Hoy se cumplen 75 años de la muerte de Filomeno Mayayo, el que fuera insigne
periodista y escritor aragonés y director de HERALDO entre 1916 y 1933, una época
excepcional política e informativamente.

ACTUALIZADA 4/7/2009 A LAS 20:23

Dicen de él que tenía un carácter discreto y sufría de una modestia casi


patológica. Tal era su aversión a la notoriedad, que en algunas notas
biográficas se apunta: "Filomeno Mayayo fue un valor literario aragonés,
cuya exacerbada humildad le llevó a renunciar a metas mayores". Esta
timidez extrema queda, incluso, recogida en su epitafio, con la firma de
Juan Moneva: "Mereció brillar, lo evitó obstinadamente".

Dado que siempre fue rehuyendo el ser foco de atención, es probable que
Filomeno Mayayo no estuviera muy de acuerdo con el reconocimiento que
hoy, con motivo del 75 aniversario de su fallecimiento, le brindan sus
vecinos de Alcalá de Ebro. En el cementerio de esta localidad zaragozana y
en la calle que lleva su nombre, se realizarán diversos actos en su memoria.

Mayayo, escritor, periodista y director de HERALDO DE ARAGÓN entre


1916 y 1933, nació en Alcalá de Ebro el 11 de agosto de 1873. La mayoría
de sus artículos los firmó bajo el pseudónimo de Baratario, en recuerdo al
episodio quijotesco de su localidad natal. Pronto sobresalieron sus dotes de
buen estudiante y, cuando su padre marchó a la guerra de Cuba, se vio
obligado a abandonar parcialmente los estudios y asumir responsabilidades
familiares. Aunque estudió para jurista, comenzó haciendo sus pinitos
periodístico en 'La Derecha', y al cierre de esta publicación, en 1901,
ingresó en la plantilla de HERALDO.

No te quedes en los titulares

En este periódico, del que fue redactor y redactor-jefe antes de ocupar la


dirección, desarrolló una labor de excelsa entrega y casi siempre anónima,
marcada por sus grandes habilidades como escritor, su profunda cultura
(dominaba los clásicos griegos y latinos), su preocupación por los
problemas nacionales y regionales, y una clara postura política progresista
y liberal, que quedó patente en la aliadofilia de HERALDO durante la
Primera Guerra Mundial que revelan los editoriales del periódico debidos a
su pluma.

Los años como director

En 1914, Mayayo dirigió la Asociación de la Prensa Aragonesa y apenas


dos años después fue nombrado director de HERALDO. Corrían tiempos
duros para la prensa -el papel se encareció debido a la primera gran guerra-,
pero bajo la tutela de Mayayo, las informaciones del periódico se fueron
diversificando y especializando. En 1923 HERALDO tenía ocho páginas y
fomentaba el auge de la ilustración de prensa. HERALDO, sito entonces en
Coso 74 y apoyado por una linotipia en la calle Numancia, inauguró su
sede actual del Paseo de la Independencia 29, en mayo de 1931; pero el
físico no fue el único cambio que vivió el periódico en los inciertos años en
los que se consumaba la dictadura de Primo de Rivera y se entreveía cierta
-y torpe- voluntad democrática en el auge de la II República.

La época que le tocó vivir a Mayayo fue excepcional y él, desde su puesto
de director del HERALDO, hubo de plantear la cobertura de informaciones
esenciales, trascendentales y de los ámbitos más diversos. Se ha dicho que
bajo su mandato, entre 1916 y 1933, la prensa hubo de bandear la Primera
Guerra Mundial, pero, además, también se produjo en 1917 el triunfo de la
Revolución Rusa que exigía un posicionamiento. En otro orden de cosas,
las noticias de mayor impacto social -y local- de la época se iban
sucediendo: la muerte del diestro Florentino Ballesteros, el desastre de
Annual de 1921, el asesinato del cardenal Soldevilla (1923), el épico
desembarco de Alhucemas (1925) o la apertura del Canfranc en 1928, con
el rey Alfonso XIII como testigo de excepción.

Sin embargo, otro hecho histórico se antoja de enorme relevancia por la


extraordinaria cobertura que se dio en HERALDO. Con todos los
elementos en contra, redactores como Pascual Martín, M. Álvarez o Ruiz
Castillo informaron de la sublevación militar de las guarniciones de Jaca en
1930, cuya precoz proclamación de la República no cuajó. Poco después, el
14 de abril de 1931, tras unas controvertidas elecciones municipales, se
proclamó la II República

Para entonces, Mayayo ya andaba aquejado de graves afecciones en las


vías respiratorias e, incluso, fue intervenido por el doctor Pedro Ramón y
Cajal, quien le obligó a abandonar las ocupaciones laborales. Aunque no se
desvinculó nunca del que llamaba "su" HERALDO, en 1934 cedió el
testigo a Manuel Casanova. En sus últimos momentos, a sus familiares les
rogó dos detalles: no citarle en esquela alguna y que su féretro lo cubriera
la bandera de España, entonces, la tricolor republicana. Falleció el 5 de
julio de 1934.

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