HERALDO DE ARAGÓN 20 Febrero 1930
HERALDO DE ARAGÓN 20 Febrero 1930
HERALDO DE ARAGÓN 20 Febrero 1930
DESPUÉS D EL ADICTADURA
https://www.heraldo.es/noticias/ocio-cultura/2009/07/05/el-hombre-que-merecio-
brillar-lo-evito-obstinadamente-52733-1361024.html
Aunque en exigua minoría, hay almas asustadizas-que si esto seguía alma de cántaro-,
que se opone a que se exija responsabilidades a la Dictadura.
Los seis años y medio de la dictadura y han entrado en la página de la Historia, en sus
páginas de, abochorna amiento y vergüenza. Queremos todos que desde este mismo
momento la Futura historia de España gane las páginas de enaltecimiento y prestigio.
En la vida privada nadie se coge de hombros cuando sea tinta sus derechos e
intereses. Y si la tentado se consuma la reacción vindicativa. En la vida nacional, esta
obra de defensa y de vindicación tiene principal papel y sus destinos.
¿Es que están poco seguros estamos en el alma del país que haya que renunciar
a una obra de justicia reparadora por temor de que no acierte sin que se conmuevan
las esferas?
Dado que siempre fue rehuyendo el ser foco de atención, es probable que
Filomeno Mayayo no estuviera muy de acuerdo con el reconocimiento que
hoy, con motivo del 75 aniversario de su fallecimiento, le brindan sus
vecinos de Alcalá de Ebro. En el cementerio de esta localidad zaragozana y
en la calle que lleva su nombre, se realizarán diversos actos en su memoria.
La época que le tocó vivir a Mayayo fue excepcional y él, desde su puesto
de director del HERALDO, hubo de plantear la cobertura de informaciones
esenciales, trascendentales y de los ámbitos más diversos. Se ha dicho que
bajo su mandato, entre 1916 y 1933, la prensa hubo de bandear la Primera
Guerra Mundial, pero, además, también se produjo en 1917 el triunfo de la
Revolución Rusa que exigía un posicionamiento. En otro orden de cosas,
las noticias de mayor impacto social -y local- de la época se iban
sucediendo: la muerte del diestro Florentino Ballesteros, el desastre de
Annual de 1921, el asesinato del cardenal Soldevilla (1923), el épico
desembarco de Alhucemas (1925) o la apertura del Canfranc en 1928, con
el rey Alfonso XIII como testigo de excepción.