GANGLIOS
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2.- Fiebre
La fiebre es la elevación de la temperatura corporal gatillada por el centro
termorregulador del hipotálamo, en respuesta a una noxa que actúa como pirógeno.
3.- Hipotermia
La hipotermia es el descenso de la temperatura corporal bajo los valores considerados
como normales, es decir, menos de 36° C. Traduce un fracaso de los mecanismos
termorreguladores y conlleva riesgo vital.
LINFÁTICOS
A.- SISTEMA LINFÁTICO
Los ganglios linfáticos (linfonodos), el bazo y el tejido linfoide asociado a mucosas (MALT) son los
órganos linfoides secundarios, en los que los linfocitos vírgenes T y B interactúan con antígenos y otras
células del sistema inmune, dando inicio a su respuesta. A excepción del bazo, estos tejidos se conectan
entre sí a través de los vasos linfáticos, que establecen una red paralela a los sistemas capilar y venoso,
llevando la linfa a través del conducto magno torácico a las grandes venas.
El número total de ganglios linfáticos del cuerpo humano se estima entre 500 y 600, distribuidos en
forma variable, siendo más abundantes en las regiones axilares, cervicales, inguinales, las cavidades
corporales y a lo largo de los grandes vasos.
Los ganglios linfáticos evolucionan fisiológicamente durante toda la vida, presentando un incremento
progresivo de su masa total desde el nacimiento, la que alcanza su máximo en la niñez tardía. Su atrofia
comienza en la adolescencia y continúa durante toda la vida. La exposición a antígenos estimula su
desarrollo y genera la aparición de linfadenomegalias y adenopatías.
Manifestaciones patológicas
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Las adenopatías
Las adenopatías son causa frecuente de consulta médica, tanto en niños como en adultos. Según sus
causas, tienen significados clínicos muy distintos, desde cuadros benignos y autolimitados, hasta entidades
graves y sistémicas con poliadenopatías generalizadas de tipo tumoral, asociadas a fiebre, compromiso
del estado general y baja de peso (Tabla 13.1).
Las linfadenopatías son frecuente causa de consulta médica. La mayoría de las veces
se deben a una enfermedad o condición benigna. Sin embargo, es importante tener
presente que un 10 a 20% de los casos se deben a una patología maligna, generalmente
linfoma o metástasis de un adenocarcinoma.
En los pacientes con linfadenopatías benignas se logra demostrar la causa específica en una minoría
de los casos, siendo las más frecuentes el síndrome mononucleósico, la toxoplasmosis y la tuberculosis
ganglionar. Mayoritariamente, los casos benignos, suelen ser diagnosticados como de etiología
inespecífica o reactiva, sin agente causal demostrado.
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Las adenomegalias deben caracterizarse como cualquier otro hecho semiológico, con énfasis en
determinar si son localizadas (uno o dos grupos ganglionares) o generalizadas (tres o más grupos
ganglionares no contiguos); si son inflamatorias y si se acompañan de otras manifestaciones de
enfermedad. Se habla con propiedad de linfadenopatías frente a crecimientos ganglionares de más de
dos centímetros de diámetro.
Con menos frecuencia, las linfadenopatías generalizadas se ven en leucemias (linfocítica aguda y
crónica) y linfomas. Lamentablemente, muchas de las causas de adenopatías pueden producir compromiso
localizado o generalizado, lo que limita el valor diagnóstico de este dato.
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En la anamnesis es importante consignar los antecedentes familiares de cáncer y los factores de riesgo,
como son la exposición a ciertas condiciones favorecedoras; síntomas asociados y empleo de fármacos.
Tabla: Causas de linfadenopatías generalizadas
1.- Infecciosas
Rubéola
Mononucleosis infecciosa
Sida
Toxoplasmosis,
Sífilis secundaria
Enfermedad por arañazo de gato
2.- Cáncerosas
Linfomas
Leucemia linfática crónica
3.- Enfermedades sistémicas
Artritis reumatoidea
Lupus eritematoso sistémico
Dérmatomiositis
4.- Otras
Sarcoidosis
Amiloidosis
Alergias
Reacción a fármacos
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Los estudios de rendimiento diagnóstico han mostrado que los elementos semiológicos más útiles son
el tamaño, la consistencia de la linfadenopatía, la presencia de dolor, el grado de adhesión a otros planos
o estructuras y la presencia de cambios en la piel que recubre el ganglio.
La presencia de dolor en las adenopatías no es útil para diferenciar una adenopatía maligna de una
benigna, ya que se produce generalmente por aumento rápido de tamaño, propio de procesos
inflamatorios y hemorrágicos.
El compromiso cutáneo asociado es útil en presencia de infecciones. La existencia de signos
inflamatorios cutáneos es sugerente de una etiología bacteriana, mientras que su ausencia es más
propia de infecciones virales.
La localización de las adenopatías es útil en su interpretación diagnóstica
Si bien hay muchas excepciones, se puede agregar que las adenopatías inguinales y las
submandibulares son más frecuentemente benignas y de mejor pronóstico que otras, especialmente
las supraclaviculares y las axilares, debido a que generalmente se deben a infecciones superficiales o
virales, de diagnóstico fácil y de evolución autolimitada.
Las adenopatías supraclaviculares son las que más se relacionan con enfermedades
malignas, a nivel intratorácico o intraabdominal.
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Hay que tener presente que el drenaje linfático del tórax y el mediastino se dirige bilateralmente hacia
estos ganglios, mientras que el conducto torácico que lleva el drenaje linfático abdominal, drena en la
vena innominada, ubicada en la región supraclavicular izquierda. Este hecho anatómico, explica el
fenómeno bien conocido que el linfonodo supraclavicular izquierdo (Virchow) actúa como centinela
para anunciar una malignidad abdominal como el cáncer gástrico o el de páncreas. También dan
linfadenopatía izquierda procesos originados en tórax, testículos, ovarios, próstata y riñón. Las
linfadenopatias supraclaviculares derechas sugieren proceso iniciado en mediastino, pulmón o
esófago.
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Esta no sólo es de utilidad para certificar la presencia de linfadenopatías, sino que también sirve para
precisar su etiología; determinar la presencia de un proceso supurativo y seleccionar el ganglio más
apropiado para la toma eventual de biopsia. En el estudio de mediastino y retroperitoneo, la tomografia
axial computarizada es de primera elección, si bien la radiografía de tórax y la ecotomografía abdominal
pueden ser de alguna utilidad.
Ante la convicción clínica de la existencia de linfadenopatías y en ausencia de un diagnóstico etiológico
de certeza con base clínica, los exámenes iniciales útiles incluyen el hemograma, VHS, las pruebas
serológicas y la radiografía de tórax.
Hemograma: puede orientar a algunos cuadros, como por ejemplo: pancitopenia o blastos, sugerentes
de leucemias; linfocitosis con linfocitos atípicos en la mononucleosis infecciosa, la toxoplasmosis y la
infección por citomegalovirus; leucopenia en los linfomas avanzados; neutrofilia y desviación a izquierda
en las infecciones piógenas; anemia y linfopenia en el lupus eritematoso sistémico.
Estudios serológicos: útiles para diagnosticar infección por virus Epstein-Barr, citomegalovirus, virus
de inmunodeficiencia humana, Toxoplasma gondii, Brucella y Bartonella henselae.
Marcadores inmunológicos: anticuerpos antinucleares y anti DNA en el lupus eritematoso sistémico
Radiografía de tórax: si bien la mayoría de las veces es normal, es útil en la búsqueda de infiltrados
pulmonares y de linfadenopatías mediastínicas, sugerentes de tuberculosis, sarcoidosis, linfoma, cáncer
pulmonar primario o metastásico.
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