Las 4 Leyes Del Desapego Para La Liberación Emocional
Las 4 Leyes Del Desapego Para La Liberación Emocional
Las 4 Leyes Del Desapego Para La Liberación Emocional
emocional
Las leyes del desapego nos permiten liberarnos del miedo y la inseguridad que nos hacen
aferrarnos a lo efímero de este mundo. Aquí te las detallamos.
Dentro del enfoque del crecimiento personal y la espiritualidad, el término desapego es clave
para alcanzar la felicidad. Significa ser capaces de sortear las barreras de nuestra zona de
confort para dejar de necesitar, de depender, de vivir con miedo a perder dimensiones a las que
nos aferramos en exceso. Porque solo cuando seamos capaces de vencer al ego dejaremos por fin
de sufrir.
Intentemos por un momento explicar qué es para nosotros la felicidad. Hay quien diría que feliz
es quien tiene grandes bienes, una buena pareja, una holgada cuenta corriente. Todo ello cubre
sin duda muchas de nuestras necesidades más básicas. Sin embargo, ¿ofrecen estas dimensiones
un sentido auténtico de bienestar? En realidad, la definición más ajustada sobre lo que es la
felicidad no puede ser más simple: felicidad es ausencia de miedo, es no saber qué es y a qué
sabe la ansiedad.
Significa básicamente saber amar, apreciar e involucrarnos en las cosas desde un punto de vista
más equilibrado y saludable, liberándonos a su vez de esos excesos que nos ponen cadenas y que
nos amarran. Que nos cortan las alas.
Cuando hablamos acerca de la ley del desapego, estamos haciendo referencia al principio
mediante el cual es necesario liberarse del apego sobre los objetos materiales o relaciones
personales.
La liberación emocional que genera el desapego nos ofrece la opción de vivir con más
honestidad. Es entonces cuando ante nosotros surge la opción de crecer, de avanzar con
conocimiento de causa. Sin dañar a nadie, sin que nadie nos ponga tampoco su cerco camuflado
con las cadenas del amor pasional, filial o incluso materno.
Aprendamos, pues, a poner en práctica estas sencillas leyes sobre el desapego. A continuación
las tienes explicadas en detalle.
Primera ley del desapego: eres responsable de ti mismo
La primera ley del desapego invoca un principio básico de crecimiento personal: la
responsabilidad. Pensemos en ello: nadie va a retirar por nosotros cada piedra que encontremos
en el camino, al igual que nadie va a respirar por nosotros ni se ofrecerán voluntarios para cargar
nuestras penas o dolores.
Cada uno de nosotros somos artífices de nuestra propia existencia. Y algo así implica
valentía. Significa que debemos desapegarnos de las opiniones ajenas, de la necesidad de ser
validados, de esperar la aprobación de los demás para seguir adelante con nuestras decisiones,
sueños o proyectos.
Somos personas libres, listas para crear el destino que creamos conveniente.
Así pues, siendo plenamente consciente de ese derecho a ser constructores del propio destino, ten
muy en cuenta estas dimensiones:
A menudo, estamos tan apegados a todos esos eventos acontecidos en el ayer que se nos
olvida lo más importante: vivir. Ponemos toda nuestra atención en esas desavenencias
familiares, en trauma que nos ronda y condiciona, en esa pérdida, en ese fracaso sentimental o
esa frustración no superada. Todo ello son anclas que nos aferran, que ponen cadenas en nuestros
pies y anzuelos en nuestra alma.
Desapego es también aunar fortalezas para poner la mirada en el presente y permitirnos sanar
heridas. Hay que favorecer la aceptación, asumir realidades y no resistirse ante ciertas
evidencias. Es más, a veces no tenemos más opción que la de perdonar e incluso
perdonarnos a nosotros mismos. Solo así nos sentiremos más liberados, listos para apreciar con
todos nuestros sentidos el “aquí y ahora “, este presente donde tienes tu verdadera oportunidad.
Desapego no es cortar vínculos o establecer lazos marcados por la frialdad emocional. Todo lo
contrario. Estamos ante una dimensión donde aprender a limar miedos para amar de forma más
auténtica y respetuosa. Es saber dar y permitirnos recibir sin presiones, sin necesidades
ciegas, sin ansiedades o con el eterno temor a ser abandonados. Es preferir sin necesitar al
otro.
Asimismo, otro aspecto que debemos recordar sobre el desapego es que no estamos obligados a
ser responsables de la vida de los otros. Así, no falta quien, por ejemplo, ansía encontrar pareja
para huir de la soledad o incluso para sanar viejas heridas del ayer. Tengamos claro que ninguno
de nosotros tiene la obligación de ir de héroe. De rescatar a otros para curar sus soledades o
fracturas provocadas por antiguas relaciones. Este tipo de lazos solo generan sufrimiento.
Los apegos intensos nunca son saludables, pensemos por ejemplo en esos padres obsesivos que
se exceden en la protección de sus hijos y que les impiden poder madurar, poder avanzar con
seguridad para explorar el mundo. La necesidad de “despegarse” es vital en estos casos, ahí
donde cada uno debe salir de los límites de la certidumbre para aprender de lo imprevisto,
de lo desconocido.
Para concluir, si quieres empezar a practicar las cuatro leyes del desapego, empieza identificar
las emociones y sentimientos que te generan los objetos de apego (que pueden ser una persona,
una situación o una pertenencia); luego, pregúntate qué propósito cumplen en tu vida y tenlo
siempre presente. Después, agradece lo que hizo por ti y déjalo ir.