C El Estudio de La Historia de La Iglesia
C El Estudio de La Historia de La Iglesia
C El Estudio de La Historia de La Iglesia
La historia de la Iglesia es la crónica que narra los avatares de la religión fundada por Jesucristo de
Pentecostés hasta nuestros días. La historia de la Iglesia está llena de luces y de sombras, pues si bien la
Iglesia de Jesucristo es santa, no lo son y no lo fueron todas las personas que la constituyen.
La historia de la Iglesia se debe estudiar desde la fe, si se quiere captar su sentido más pleno. Hay que
tener en cuenta que la Iglesia de Cristo es una realidad divina y humana a la vez, un misterio, y que por
tanto, su historia está hecha de la intervención de seres humanos, que gozan de la libertad que Dios les
dio. Al mismo tiempo, es fruto de la intervención de Dios, Señor de la Historia. En medio de las pruebas,
que nunca faltaron ni faltarán a quienes permanecen fieles a Jesucristo, El sostiene a diario su Iglesia, tal y
como lo prometió (Mt 28,20).
Descubrirás, además que la suma de valores que aportó el cristianismo a la vida de todos los pueblos fue
ingente. Actualmente, nadie duda que el gran desarrollo humano occidente se debe a que sus diversas
culturas fueron fecundadas por los valores espirituales surgidos del Evangelio
Tras la venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés, los doce apóstoles empezaron su labor misionera
entre los judíos, primero en Judea, y después en Antioquía y Alejandría. La conversión al cristianismo de un
centurión romano llamado Cornelio abrió a los gentiles la puerta de la Iglesia de Jesucristo (Hch. 10). Surge
al poco tiempo otro apóstol, Pablo de Tarso, que dio gran paso hacia la expansión universal de la Iglesia:
gracias a sus viajes por todo el Mediterráneo oriental, el evangelio llegó cada vez más a los gentiles.
En el primer concilio de Jerusalén en el año 49, se reconoció la misión esencial de la Iglesia: la Salvación de
todos los hombres, judíos y gentiles, y en consecuencia, se liberó a estos últimos de determinadas normas
de la ley judía (como la circuncisión o el sábado), que no eran indispensables para vivir como cristianos. A
su vez se declaro la importancia de la virtud de la castidad.
Pasadas unas décadas desde la resurrección del Señor, ya existían comunidades cristianas activas en Judea,
Siria, Asia Menor, Grecia, e incluso Roma. Este crecimiento no pasó inadvertido a las autoridades.
Desde el primer momento, la iglesia de Jesucristo conoció la incomprensión. Las autoridades, primero
judías y después romanas, persiguieron duramente a los cristianos, acusándolos falsamente de impíos,
ateos, y enemigos del Estado.
La muerte de uno de los primeros diáconos, San Esteban, a mano de algunos judíos fue la primera de una
masacre que persiguió a los cristianos. Muy pronto fueron también perseguidos por las autoridades
romanas. El primer emperador en hostigar y martirizar a los cristianos fue Nerón en el año 64. Pero, según
los designios de Dios, los mártires se convirtieron en semillas de nuevos cristianos. La iglesia no solo
sobrevivía, sino que crecía en la adversidad.
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