La Humanidad de Cristo
La Humanidad de Cristo
La Humanidad de Cristo
1ª Juan 1:1-2 «Lo que era desde el principio (El Eterno Dios), lo que
hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos
contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de
vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y
os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos
manifestó)»
1ª Juan 4:3 «y todo espíritu que NO confiesa que Jesucristo ha venido
en carne, NO es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual
vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.»
ÉL estuvo cansado (Juan 4:6), pero es el que ofrece descanso a los cargados y
trabajados (Mateo 11:28).
ÉL, que tuvo sed (Juan 19:28), es el Agua de la Vida (Juan 7:37)
ÉL sufrió la tentación (Mateo 4:1), aunque como Dios NO puede ser tentado
(Santiago 1:13)
ÉL que es la Vida (Juan 11:25-27 y 14:6) y El Eterno, murió por nosotros (1ª
Corintios 15:3).
Detalmanera
Es el Dios Creador haciéndose como la criatura creada, resumiendo en Sí mismo
la perfección de una raza caída
Como hombre (NO como Dios) podía padecer, sufrir, agonizar y era mortal,
aunque la muerte NO supuso el fin de Su Persona misma.
El poeta ingles del siglo XVII y XVIII Lord Byron dijo lo iguiente: «Si alguna
vez el hombre fue Dios o dios hombre, Jesucristo fue ambas cosas»
Salmo 113:5-6 «¿Quién como Jehová nuestro Dios, que se sienta en las alturas,
que se humilla a mirar en el cielo y en la tierra?
Para El Señor del Cielo, mirar abajo, a la Tierra era una humillación, ¡Cuánto
más fue para ÉL el hecho de dejar Su Trono, su Gloria y hacerse pleno y
verdadero humano como nosotros!
ENCARNACIÓN
Juan 1:14 «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.»
Romanos 8:3 «Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por
la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del
pecado, condenó al pecado en la carne (…)»
ÉL es el Creador del hombre, quien pasó a ser el Hijo del hombre, donde, y a
través de la Encarnación, recabó para Sí Mismo la naturaleza humana, la cual
resumió y representó a la perfección, además con derecho propio por ser el Autor
de ella, el Creador.
Los hombres NO podían ver a Dios (Éxodo 20:19), pero mediante Cristo, los
hombres vieron a Dios mismo en términos tan comprensibles y accesibles como
que era uno de entre ellos (Juan 1:18, 5.19-20, 10:38 y 14:8-10)
Si Adán fue nuestro representante escogido por Dios, nuestra cabeza federal
representativa en el Edén, y debido a su desobediencia todos caímos en él, de
manera similar, Jesús es el 2º Adán, nuestro nuevo y mejor representante, la
cabeza federal y representativa de una nueva humanidad.
Un ejemplo fácil podría ser la figura diplomática del presidente de una nación,
quien al declarar la guerra a otro país, o al firmar un tratado de paz, éste lo hace
como cabeza representativa de toda la nación.
Jesús debía vivir una vida perfecta como hombre, una vida recta donde tenía que
cumplir con toda justicia, y obedecer cada letra y cada tilde de la Ley, en
definitiva, ÉL debía de vivir por nuestra justicia, para que mediante la fe en ÉL,
ésta nos sea imputada, otorgada y aplicada debido a nuestra unión con él, como si
nosotros hubiéramos vivido Su Vida.
Es por eso que NO solamente vino a morir por nosotros para dejarnos sin pecado,
pues en ese caso le hubiera bastado haber venido ese viernes santo, sino que
además ÉL vino a vivir por nosotros para hacernos justos, y es por eso que nace
como cualquier otro niño, es circuncidado a los 8 días y presentado en el Templo,
fue bautizado en el Jordán diciéndole a Juan «El Bautista» que le era necesario
hacerlo para cumplir con toda justicia. En definitiva, ÉL, siendo el representante
de Su Pueblo, cumplió toda la Ley.
Romanos 5:18-19 «Así que, como por la transgresión de uno (Adán, que
significa «Humanidad»), ) vino la condenación a todos los hombres (todos
estábamos representados en él), de la misma manera por la justicia de Uno
(Cristo, el Mejor y verdadero Adán) vino a todos los hombres la justificación de
vida.Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron
constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán
constituidos justos.»
Isaías 59:1-2 «He aquí que NO se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni
se ha agravado su oído para oír;pero vuestras iniquidades han hecho división
entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros
su rostro para NO oír.»
Dios NO va a condenar al hombre (En Cristo), pero tampoco lo va a absolver ni
declarar amnistía sobre él, sino que lo va a sustituir en Su Juicio por el pecado, el
cual se dio en lo alto del Monte Calavera.
Esto es tan simple como decir que si un hombre se rebeló, desobedeció y cayó,
un hombre debe ser juzgado, condenado y ejecutado.
Adán contrajo una deuda insalvable para nosotros, y solamente alguien que NO
tuviera pecado, alguien excepcional podía pagarla, y ese alguien sólo puede ser
Cristo, quien debido a que es Dios Eterno, el sacrificio que Él realiza es de un
valor infinito, capaz de redimir a todos los pecadores de todas las épocas de
cualquier pecado.
La Perfecta Justicia de Dios exigía, demandaba y requería que quien debía morir
debía ser el hombre, por la simple razón de que un hombre cayó, pecó y se reveló
a Dios, y, por tanto, el hombre debe morir.
El hombre quebrantó la Ley de Dios, el Hombre debía morir bajo SU Ira, con el
peso de SU absoluta y perfecta justicia, tal y como demanda (ver Ezequiel 18:4 y
20 y Romanos 6:23), pues la paga y la consecuencia del pecado es muerte, tal y
como se lo advirtió a Adán ya en el Edén en Génesis 2:17
Hebreos 10:4 nos dice que la sangre de los toros y de los machos cabríos NO
puede quitar ni expiar los pecados, sino que más bien es una imagen, un símbolo
preparatorio de lo que Dios va a efectuar, esto es, el Perfecto sacrificio una vez y
para siempre.
Todo el sistema levítico fue una preparación para el Pueblo, que les revelaba su
pecado, su condición y que ante ello, vendría el Perfecto y Verdadero Cordero
Pascual, siendo hombre como ellos.
Este Sacrificio de Cristo fue expiatorio al quitar de en medio y limpiar el pecado,
pues fue puesto y vertido enteramente sobre ÉL, y, a su vez, fue propiciatorio, al
aplacar, apaciguar y calmar la Ira de un Dios Santo contra nosotros, pecadores
todos, y merecedores de Su Juicio.