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REITERACIONES:
RITMO Y DISEMINACIÓN EN GÉNESIS 1,1-2,4a*

SANTIAGO GARCÍA-JALÓN DE LA LAMA

SUMARIO: PRELIMINARES. I. LA SECCIÓN CENTRAL. 1. La disposición rítmica de Géne-


sis 1,3-31. 1.1. Ritmo. 1.2. Diseminación. 2. Una hipótesis sobre el procedimiento de
construcción de Génesis 1,3-31. 3. El sentido de la presencia de los elementos rítmicos y de
los diseminados. 3.1. La presencia de los días. 3.2. La presencia de las acciones. 3.2.1. Las
seis acciones centrales. 3.2.2. Las dos acciones marginales. 3.3. La estructura de cada
acción creadora. 3.3.1. «Y dijo Dios». 3.3.2. «Y fue así». 3.3.3. Las operaciones con las
que Dios crea. 3.3.4. «Y llamó». «Y vio». 4. Progresión temática. II. LAS SECCIONES
MARGINALES. CONCLUSIONES.

En las páginas que siguen, deseo proponer una hipótesis para la


interpretación de Génesis 1-2,4a. Es sólo una hipótesis interpretativa.
Por tanto, no es capaz de agotar el significado de este pasaje. La plurali-
dad de sentidos literales que puede alcanzar un texto —puesta de relieve
por la moderna teoría hermenéutica—, encuentra en la Escritura un
lugar de aplicación paradigmático.
Pero, siendo sólo una hipótesis, es una hipótesis fundada. Su fun-
damentación va a ser expuesta en la primera parte del trabajo, cuando
explique lo concerniente al ritmo y la diseminación. Es una parte que,

* Quiero agradecer a numerosos colegas y amigos la paciente lectura del manuscrito


de este trabajo. Entre ellos, Isabel Garzón, Rosa Mª Herrera, Ainhoa Sáenz de Zaitegui,
Juan Carlos García, Manuel Veiga y, muy especialmente, Vicente Balaguer, que anotó
minuciosamente el manuscrito, me dio orientaciones decisivas sobre su contenido y
estilo, y me hizo notar la analogía que guardan algunos de sus puntos con los que tan
magistralmente desarrolla L. SPITZER, «Perspectivismo lingüístico en El Quijote», Lin-
güística e Historia de la Literatura, Gredos, Madrid 1961.

SCRIPTA THEOLOGICA 32 (2000/3) 719-755 719


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en una primera lectura, puede parecer árida o, quizás, artificiosa. Pero es


imprescindible. Sobre ella sustento la interpretación que sigue luego. Y
a la interpretación está ordenada esa primera parte, de índole puramente
formal, en apariencia.
En suma, lo que postulo es que el pasaje que voy a analizar ha sido
construido de acuerdo con una determinada forma. La creación ha
tenido lugar según un cierto orden. La razón de este orden, conocida por
Dios, puede escapar al lector. Atendiendo a la forma es posible entender
mejor el sentido que posee la presencia en el texto de los elementos que
lo componen.
Por eso se hace imprescindible describir con detalle la estructura del
texto. Una vez ésta comprendida, puede pasarse a exponer cómo la estruc-
tura revela el proceso de construcción del texto. Cumplida esa tarea, es
necesario explicar las razones que justifican la selección de ciertos elemen-
tos para construir el texto de acuerdo con la forma elegida. Estos tres pasos
constituyen el esquema del trabajo que nos disponemos a comenzar.

PRELIMINARES

Nadie ignora que el Génesis recoge dos versiones de la creación del


hombre. En la primera de ellas, Adán es originado por Dios al final de
una abigarrada sucesión de acciones creadoras que tienen lugar en la pri-
mera semana del mundo. La segunda versión omite lo referente al uni-
verso y, con un estilo propio, se demora narrando 1 la generación del
hombre y de la mujer, su vida en el paraíso y su pecado.
El tránsito de una versión a otra tiene lugar en el cuarto versículo
del capítulo segundo. Es posible que el primer hemistiquio de ese versícu-
lo pertenezca todavía a la versión primera o que, como prefieren otros, el
versículo entero deba ser considerado de transición 2. No es ése un punto
de especial relevancia para el estudio que ahora me propongo hacer.

1. De momento, y mientras no haga constar lo contrario, voy a emplear indistinta-


mente los términos «narración» o «relato» sin pretender que tengan el significado téc-
nico que les otorga la narratología.
2. L. ALONSO SCHÖKEL puede ser tomado, simultáneamente, como representante de
las dos posturas enfrentadas. En su Antología de la poesía bíblica hebrea, Delegación de

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En cambio, puede sernos útil observar que la primera versión de la


creación consta de tres partes claramente diferenciadas. La más extensa
de ellas comprende los versículos 3-31 del capítulo primero. Posee una
neta caracterización formal: aparece hasta diez veces la expresión «y dijo
Dios», que, por el contrario, falta en Génesis 1,1-2 y 2,1-4.
Pero la realización sintáctica de esa expresión no es la misma en sus
diez recurrencias. Las dos últimas (vv. 28-29) poseen un complemento
indirecto: en el plano sintagmático, la primera, y en el paradigmático, la
segunda. En ambas, Dios tiene como interlocutor explícito al hombre
que acaba de crear 3. En cambio, el resto de las recurrencias de «y dijo
Dios» carecen de ese complemento 4. Tienen por fin introducir una serie
de acciones creadoras.
Por tanto, podemos concluir que, en Génesis 1,1-2,4a, una amplia
sección central, que abarca 1,3-31, está caracterizada por la narración de
ocho acciones creadoras 5.
Las ocho acciones creadoras ocurren en seis días. Si aquéllas son
introducidas por la expresión «y dijo Dios», cada uno de los días es indi-
cado por la secuencia «y hubo tarde y hubo mañana. Día...», secuencia
completada con los diferentes adjetivos ordinales que marcan la sucesión
de los días. La reiteración de ambas fórmulas configura esta parte del
texto como una unidad dotada de identidad propia.
Segmentar así el texto, no supone oponerse a la opinión que
entiende que «la creación de Gn 1 sobrepone dos esquemas numéricos:

Catequesis de Zaragoza-Fundación Teresa de Jesús, Zaragoza 1992, pp. 38-43, 43, con-
sidera que el himno de la creación termina en Gen 2,3. En la Nueva Biblia Española,
Madrid (Cristiandad) 1977, cuya traducción dirige en colaboración con J. Mateos, sus-
tenta la opinión contraria. Allí, en la página 24, el himno creador abarca también Gen
2,4a.
3. Gen 1,28: «Dios los bendijo y les dijo». Gen 1,29: «Y dijo Dios: he aquí que os
doy».
4. Gen 1,3: «Dijo Dios: haya luz». Gen 1,6: «Dijo Dios: haya un firmamento», etc.
En estas ocho recurrencias Dios no habla con nadie, no se dirige a nadie en particu-
lar.
5. Con el concepto de «acción creadora» me referiré en adelante a la operación o serie
de operaciones designadas desde una recurrencia del verbo «y dijo Dios» sin comple-
mento indirecto, hasta la siguiente recurrencia de ese verbo. Por tanto, una acción crea-
dora incluye varias operaciones mencionadas por otros tantos verbos, tengan o no a
Dios por sujeto.

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el septenario de días, el decimal de órdenes divinas» 6. Es claro que el


esquema septenario consiste, propiamente, en (6 + 1) 7.
Frente a esta parte, caracterizada tan marcadamente, el resto del
texto queda como dos breves apéndices, de los cuales el primero precede
y el segundo sigue a la amplia sección central. Por tanto, podemos repre-
sentar así el esquema de la primera versión de la creación:
A 1,1-2
B 1,3-31
C 2,1-4a
Cuanto llevamos dicho hasta aquí es patrimonio común de la cien-
cia exegética. Al mismo patrimonio pertenece la actitud de prestar aten-
ción preferente a la sección central. También nosotros vamos a atener-
nos a esa actitud y vamos a centrar nuestro estudio en leer con deteni-
miento los versículos 3 a 31 del primer capítulo del Génesis.

I. LA SECCIÓN CENTRAL

La reiteración de determinados elementos lingüísticos ha sido el


principio que nos ha permitido identificar con nitidez esta sección y
distinguirla de las otras dos. Mediante su repetición, tales elementos
articulan el texto. A la vista de dicha circunstancia, un buen progra-
ma para la interpretación de este pasaje puede ser el que examine en
qué consiste esa articulación, cuál es su sentido y cuál el de los ele-
mentos mediante los cuales se logra. Tratemos de desarrollar dicho
programa.

6. L. ALONSO SCHÖKEL, «Estructuras numéricas en el Antiguo Testamento», en Her-


menéutica de la Palabra II. Interpretación literaria de textos bíblicos, Cristiandad, Madrid
1987, pp. 257-270, 263. Cfr. item. J. Mª CASCIARO y J. Mª MONFORTE, Dios, el mundo
y el hombre en el mensaje de la Biblia, Eunsa, Pamplona 1992, p. 349, donde se añaden
algunas referencias al empleo de esquemas septenarios y decimales en la cultura del anti-
guo Medio Oriente.
7. Cfr. J. L. SKA, «Our Fathers Have Told Us». Introduction to the Analysis of Hebrew
Narratives, PIB, Roma 1990, p. 26. Vide item. J. Mª CASCIARO y J. Mª MONFORTE, ibi-
dem.

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1. La disposición rítmica de Génesis 1,3-31

Hemos dicho que la reiteración de determinados elementos arti-


cula el texto cuya interpretación perseguimos 8. Y hemos señalado ya ele-
mentos pertenecientes a dos series. Una repite la frase «y dijo Dios»,
introductoria de las acciones creadoras. La otra serie reitera «y hubo
tarde. Y hubo mañana. Día...», marcando una progresión temporal.

1.1. Ritmo

La mutua combinación de los elementos de estas dos series no es


aleatoria. Hay un esquema de distribución de elementos de una serie
en otra que se repite dos veces. Tal esquema consiste en: a] dos días en
los que tiene lugar una sola acción; b] un día en el que son cumplidas
dos acciones. Dada la repetición de ese esquema, podemos hablar de
una combinación sistemática. Combinación que obedece a este mo-
delo 9:
1 2 1 2 1 1 2
1 2 1 2 1 1 2
donde [1] significa cada acción creadora y [2] la sucesión de los días.
Si entendemos que hay ritmo cuando hay combinación sistemá-
tica de elementos 10, podremos decir que lo que articula Génesis 1,3-31
no es sólo una repetición de elementos, sino una combinación sistemá-
tica de los mismos, un ritmo.
Los elementos cuya disposición rítmica acabamos de señalar no
son los únicos repetidos en este fragmento. La densidad de reiteraciones
es una de sus características formales. Y algunas de las reiteraciones se
atienen también a una disposición sistemática. Por ejemplo, en las tres

8. Aunque de forma muy sumaria, puede verse una relación de reiteraciones en G.


RAVASI, Antico Testamento. Introduzione, Piemme, Milán 1991, p. 64.
9. Empleo el concepto de «modelo» en el sentido en que es utilizado por la episte-
mología de las ciencias sociales y asumido por la semiología. Cfr. Mª C. BOBES NAVES,
«La semiología literaria entre los postestructuralismos», en M. RODRÍGUEZ, Teoría de la
literatura. Investigaciones actuales, Universidad: ICE, Valladolid 1993, pp. 13-33, 24-26.
10. Cfr. S. CHATMAN, A theory of meter, Mouton, La Haya 1965.

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primeras acciones creadoras, Dios da nombre a lo creado. Dicha cir-


cunstancia es señalada mediante el verbo «y llamó».
Una vez superpuestos los nuevos elementos a los que constituían
el primero de los ritmos que hemos descrito, el modelo quedará modi-
ficado y tendremos 11
1 2 1 2 1 1 2
+ + + ø
1 2 1 2 1 1 2
ø ø ø ø
Esta superposición ofrece ciertas peculiaridades que conviene seña-
lar. La primera es que los elementos de la nueva serie se combinan siste-
máticamente con elementos que ya poseen una disposición sistemática.
Son, por tanto, posteriores a ellos.
Su posterioridad no resulta del orden que nosotros hemos elegido
para exponer las estructuras rítmicas. La combinación entre [1] y [2] es
constante, a diferencia de lo que ocurre con la combinación entre [1] y
[+]. De manera que [1] puede ser definido por su oposición a [2], pero
no por su asociación con [+]. En este sentido podemos hablar de priori-
dad del ritmo [1] ≠ [2] sobre el ritmo [1] = [+].
A la luz de este examen, podemos considerar este último ritmo
como parásito del anterior, que sería el fundamental. Su condición de
parasitado y su extensión a lo largo de todo el pasaje que ahora comen-
tamos, hace que podamos interpretar el ritmo [1] ≠ [2] como la estruc-
tura fundante sobre la que el texto construye esta sección. Más aún
cuando comprobemos que [1] = [+] no es el único parásito que padece
nuestro ritmo fundamental.
Pero antes de hacer esa comprobación queremos subrayar una
segunda peculiaridad de la superposición que estamos considerando. La
asociación entre [1] y [+] no afecta a todas las recurrencias de [1], sino
sólo a las tres primeras. Ello origina cierta solidaridad entre esas tres,
solidaridad que las distancia del resto. De modo que, frente a la regula-
ridad sistemática con que el ritmo fundamental estructura el texto, la

11. Recuérdese que [1] = «y dijo Dios»; [2] = «y hubo tarde y hubo mañana. Día...».

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introducción de un ritmo parásito dota a ese mismo texto de una varia-


ción asimétrica 12.
Si pasamos a considerar otras reiteraciones que ocurren en Géne-
sis 1,3-31 veremos repetidos los fenómenos que acabamos de describir y
sus consecuencias.
Tomemos el caso de la alternancia entre los verbos «hizo» y «creó»,
alternancia que aparece en las cuatro acciones creadoras finales. Se recor-
dará que estas cuatro acciones creadoras suceden los días cuarto, quinto
y sexto. En ellos, Dios «hace» las dos luminarias, «crea» los animales
marinos y los volátiles, «hace» los animales terrestres y «crea» al hombre.
Como puede advertirse hay una alternancia de «hizo» y «creó» 13.
Por su parte, las dos recurrencias del verbo «creó» están asociadas
a otras tantas recurrencias del verbo «bendijo» 14. Propiamente, la alter-
nancia es establecida entre «hizo», por una parte, y «creó»-«bendijo», por
otra.
Antes de proseguir es necesario que nos cercioremos del carácter
rítmico de la disposición que acabamos de describir. Un hecho parece
oponerse a la interpretación como ritmo de la alternancia «hizo»-«creó»
que hemos descubierto en las cuatro últimas acciones creadoras.
Es que el verbo «hizo» no recurre sólo las dos veces indicadas. Apa-
rece también en la segunda acción creadora, cuando Dios «hace» el fir-
mamento. En esa ocasión está asociado con el verbo «haber»: «haya un
firmamento»-«hizo un firmamento» 15.
La asociación entre «haya» e «hizo» se produce también la primera
vez que «hizo» recurre en la alternancia que queremos interpretar como

12. La presencia de asimetrías en este pasaje fue ya indicada por R. ALTER, L’arte della
narrativa biblica, Queriniana, Brescia 1990, pp. 173ss. A. GÁNDARA, Las primeras pala-
bras de la creación, Anagrama, Barcelona 1998, p. 212, se refiere al «barullo».
13. Gen 1,16-27: «(v. 16) Hizo Elohim las dos grandes luminarias... (v. 21) Creó
Elohim los grandes cetáceos... (v. 25) Hizo Elohim las bestias salvajes... (v. 27) Creó
Elohim al hombre».
14. Gen 1,21-22: «(v. 21) Creó Elohim los grandes cetáceos... (v. 22) Elohim los
bendijo diciendo...». Gen 1,27-28: «(v. 27) Creó Elohim al hombre... (v. 28) Elohim
los bendijo...».
15. Gen 1,6-7: «Dijo Elohim: Haya un firmamento... Hizo Elohim el firmamento».

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ritmo. Estamos en la quinta acción creadora. Leemos allí: «haya lumi-


narias»-«hizo las dos grandes luminarias» 16.
Parecería entonces que tal asociación es sistemática y que, por
tanto, no podemos separar la segunda acción creadora de las acciones
cuarta a octava. Con lo cual, quedaría invalidada la interpretación rít-
mica de la alternancia «hizo»-«creó» en las cuatro últimas acciones.
Pero «haya» no está sistemáticamente asociado a «hizo». En la pri-
mera acción creadora, Dios dice «haya luz» y, sin embargo, no sigue
«hizo luz», sino «hubo luz» 17. Con todo, esta observación no despeja por
completo las dudas. Continúa siendo un hecho que «hizo» es reiterado
más veces de las que podemos interpretar como ritmo.
A ese propósito conviene recordar que reiteración no equivale a
ritmo. En Génesis 1,3-31 abundan las reiteraciones arrítmicas. Median-
te la identificación de estructuras rítmicas no pretendemos dar razón de
todas las reiteraciones, sino sólo de algunas de ellas. El resto, como más
adelante veremos, se explican en función de la construcción del con-
junto del pasaje. Por tanto, no hay inconveniente en excluir del ritmo
constituído por la alternancia «hizo»-«creó» en las cuatro últimas accio-
nes, la recurrencia del primero de esos verbos en la segunda acción crea-
dora.
Por otra parte, el sentido de la alternancia de esos verbos y el de la
asociación entre «creó» y «bendijo» es difícilmente explicable si alter-
nancia y asociación no son interpretadas como efecto de una disposición
rítmica. No obstante, espero poder resolver definitivamente esta obje-
ción en las páginas que siguen.
Retomando el hilo de nuestro argumento, indaguemos qué
supone para la estructura rítmica de esta sección la introducción de un
nuevo ritmo superpuesto al fundamental. Nuestro modelo habrá sido
nuevamente modificado 18:

16. Gen 1,14-16: «Dijo Elohim: Haya luminarias en el firmamento... Hizo Elohim
las dos grandes luminarias».
17. Gen 1,2: «Dijo Elohim: Haya luz y hubo luz».
18. Recuérdese que [1] = «y dijo Dios»; [2] = «y hubo tarde y hubo mañana. Día...»;
[+] = «y llamó».

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1 2 1 2 1 1 2
+ + + ø
ø ø ø ø
1 2 1 2 1 1 2
ø ø ø ø
A B A B
donde [A] significa hizo y [B] significa tanto el verbo «creó» como el
verbo «bendijo». La permanente asociación de ambos permite conside-
rarlos no como dos elementos sino como dos segmentos de un mismo
elemento 19.
Analicemos la composición del nuevo ritmo. Encontramos en él
una característica que no se daba en la repetición de «llamó». Esta adqui-
ría su condición rítmica por su combinación con «dijo». Por el contra-
rio, la alternancia «hizo»-«creó» constituye un ritmo por sí misma, en
cuanto que la repetición es sistemática.
Pero, además de articularse entre sí, los elementos de ese ritmo se
articulan con [1]. Lo hacen por el procedimiento de ocupar respecto a
[2] la misma posición que ocupa [1] 20. Si queremos ser más precisos, la
modificación del modelo consistirá en 21
1 2 1 2 1 1 2
+ + + ø
ø ø ø ø
11 2 11 2 11 11 2
ø ø ø ø
A1 B1 A1 B1
donde aparecen señaladas tanto la alternancia como la posición. Pode-
mos hablar, entonces, de un ritmo de doble articulación. Por la asocia-
ción de posiciones, el ritmo «hizo»-«creó» se articula con el ritmo fun-

19. Lo mismo ocurre con el elemento representado por [2], que consta del segmento
«y hubo tarde y hubo mañana» y del segmento «día...». La reduplicación de segmentos
robustece el vigor íctico del elemento dentro del ritmo.
20. Sobre la posición en el ritmo, cfr. S. R. LEVIN, Estructuras lingüísticas en la poe-
sía, Cátedra, Madrid 1991.
21. Recuérdese que [1] = «y dijo Dios»; [2] = «y hubo tarde y hubo mañana. Día...»;
[+] = «y llamó»; [A] = «hizo»: [B] = «creó»-«bendijo».

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damental y es parasitario. Por la alternancia de elementos, posee una


articulación propia que lo constituye como ritmo en sí mismo.
Por consiguiente, volvemos a encontrar el fenómeno de parasi-
tismo que habíamos señalado a propósito de «llamó».
E igualmente encontramos el principio de disimetría entonces
indicado. No todas las recurrencias de [1] están afectadas por el nuevo
ritmo, sino sólo las cuatro últimas. Las cuales quedan así dotadas de
cierta solidaridad mutua que las distingue del resto.
En el caso que ahora nos ocupa, el efecto de disimetría es refor-
zado, además, por lo siguiente: el modo en que [A] y [B] se combinan
entre sí no coincide con el modo en que se combinan con [2] los ele-
mentos de [1] afectados por [A] y [B]. Estos mantienen siempre una
relación de alternancia, mientras que [1] a veces alterna con [2] y otra
sucede a [1]. Es decir: aunque parte de los elementos del ritmo funda-
mental están asociados por su posición con los elementos del nuevo
ritmo, la estructura propia de cada uno de los dos ritmos es diferente.
Estamos, por tanto, ante una construcción sutil, de asociaciones preca-
rias y marcadas disimetrías.
Todavía podemos identificar un cuarto ritmo. Es el constituido
por la reiteración de la cadena «habrá»-«el agua»-«la tierra». Encontra-
mos repetida la misma cadena en las acciones segunda-tercera-cuarta y
en las acciones quinta-sexta-séptima. Intentemos reproducir de nuevo el
modelo. Resultará 22
1a 2 11b 2 11c 11d 2
+ + + ø
ø ø ø ø
ø a1a b1b g1c
11a 2 11b 2 11c 11d 2
ø ø ø ø
A1a B1b A1c B1d
a1a b1b g1c ø

22. Recuérdese que [1] = «y dijo Dios»; [2] = «y hubo tarde y hubo mañana. Día...»;
[+] = «y llamó»; [A] = «hizo»: [B] = «creó»-«bendijo».

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La reiteración de la cadena que hemos identificado permite consi-


derarla como un ritmo propio, al igual que sucedía con la alternancia
«hizo»-«creó».
Además, también en este caso encontramos la modalidad de para-
sitismo que se daba en el ritmo anterior y el efecto de asimetría que éste
comportaba. Pero el procedimiento para lograr la asimetría es diferente.
Consiste ahora en estructurar de manera sucesiva los elementos compo-
nentes del nuevo ritmo. Dichos elementos son menos que el número de
recurrencias de [1]. Y la recurrencia del primero de esos elementos coin-
cide con la segunda recurrencia de [1]. De este modo, el orden de posi-
ción que los elementos ocupan dentro de su propia serie no coincide en
la primera aparición de [1] y en la primera aparición de [a-b-g]. Por el
contrario, en la segunda aparición el orden coincide, pero sólo parcial-
mente, porque las serie de [a-b-g] termina antes que la serie de [1].
Surge así un doble efecto de disimetría: el resultante de comparar
la posición de los elementos de ambas series en su primera recurrencia y
el resultante de comparar la posición de los elementos de la serie [a-b-g]
en sus dos recurrencias.
Por supuesto que, como hemos comprobado en el resto de los rit-
mos vistos hasta aquí, también el que ahora analizamos hace solidarias
las acciones a las que afecta y, por ende, distancia éstas del resto.
Reproduzcamos ahora el esquema completo del modelo rítmico
que estructura Génesis 1,3-31, haciendo constar también los elementos
compuestos de dos segmentos. Tendremos 23
1a 2 11b 2 11c 11d 2
ø 2 ø 2 ø ø 2
+ + + ø
ø ø ø ø
ø a1a b1b g1c
11a 2 11b 2 11c 11d 2
ø 2 ø 2 ø ø 2

23. Recuérdese que [1] = «y dijo Dios»; [2] = «y hubo tarde y hubo mañana. Día...»;
[+] = «y llamó»; [A] = «hizo»: [B] = «creó»-«bendijo»; [a-b-g] = «haya»-«el agua»-«la tie-
rra».

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ø ø ø ø
A1a B1b A1c B1d
ø B1b ø B1d
a1a b1b g1c ø
Contamos, por tanto, con una compleja construcción rítmica ver-
tebrada en torno a dos ejes 24. El primero de ellos es impuesto por el ritmo
fundamental, que estructura el texto con regularidad sistemática. Tal
regularidad es acentuada por el desdoblamiento en dos segmentos de uno
de los elementos que constituyen ese ritmo fundamental. El segundo eje
aparece en los ritmos parásitos, que son asimétricos entre sí y contaminan
de asimetría el ritmo fundamental, desorganizando el texto.
Son, por tanto, ejes vertebradores cada uno de los cuales es en sí
coherente pero opuesto al otro. De su interacción resulta un texto de
regularidad diluida, en el que la vigorosa mecánica constructiva funda-
mental no impide que el plano narrativo ocupe un lugar destacado. Nos
hallamos ante un principio de estructuración de la expresión análogo al
empleado en el encabalgamiento de versos consonantes, que lleva a que
la narración discurra paralela a la composición rítmica.

1.2. Diseminación

El segundo de los ejes indicado nos da pie para interpretar un


hecho al que hemos aludido repetidamente en las páginas anteriores.
Señalábamos que en la sección que estamos examinando hay numerosas
reiteraciones que no pueden ser interpretadas como ritmos. Lo veíamos
ya con el caso de la primera vez que recurre «hizo». No es un ejemplo
aislado.
Ocurre algo semejante con la fórmula «y fue así». Aparece hasta
seis veces, sin que sea posible encontrar ningún sistema que organice sus
recurrencias. Falta en las acciones primera y sexta, si bien en la primera
podría considerarse que está representada por la variante «y hubo luz» 25.

24. La presencia de estos dos ejes fue ya indicada por G. VON RAD, El libro del Géne-
sis, Sígueme, Salamanca 1988, pp. 75-78.
25. En hebreo, se emplea el mismo verbo en ambas fórmulas, de manera que la con-
tigüidad fonética y rítmica entre ambas es muy acentuada.

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Y, aunque la encontramos en la segunda acción, ocupa una posición sin-


gular: a continuación de las operaciones creadoras y no antes de ellas,
como es habitual. Lo mismo sucede en la octava acción.
Un caso similar sucede con la fórmula «y vio Dios que bien».
Recurre en todas las acciones, pero ocupa tres posiciones distintas. La
más común sitúa ese elemento inmediatamente antes de enunciar el fin
del día, a la conclusión de las operaciones divinas 26. Pero no es ésa su
posición en las acciones primera y sexta. Y, por otra parte, en las accio-
nes primera y octava la fórmula posee una morfología particular.
Conscientes de la anomalía que supone la reiteración de elemen-
tos sin posición definida, diversas versiones, comenzando por los LXX,
han tratado de regularizar su posición, para que quedaran estructurados
rítmicamente. Es posible que la regularización sea lícita, pero no es una
solución convincente.
La regularización de «y vio Dios que bien» debería comenzar por
homogeneizar la fórmula misma. Ésta es «y vio Dios que bien» en todas
las acciones creadoras, menos en la primera y la última. En la primera es
«y vio Dios la luz que bien» 27. Y en la última, «y vio Dios todo lo que
había hecho y he aquí que muy bien» 28.
Además, en la primera acción la aprobación divina aparece en
medio de las operaciones creadoras, mientras que en las demás acciones
aparece al final 29. La posición particular que ocupa en la primera acción
viene exigida porque, al término de las operaciones creadoras, resultan la
luz y las tinieblas y la aprobación divina se extiende sólo a lo primero,

26. Cfr., vg., Gen 1,8-9: «Y vio Dios que bien. Luego dijo Dios: Brote la tierra». Gen
1,12-13: «Y vio Dios que bien. Y hubo tarde y hubo mañana...». Gen 1,18-19: «Y vio
Dios que bien. Y hubo tarde y hubo mañana...». En esos tres casos, y en el resto de los
que pertenecen al mismo tipo, la fórmula «y vio Dios que bien» aparece al término de
la acción. En Gen 1,8-9, esa fórmula da paso inmediatamente a la siguiente acción crea-
dora. En 12-13 y 18-19, da paso a la siguiente acción creadora, tras la inserción de la
fórmula «hubo tarde, hubo mañana», conclusiva del día.
27. Cfr. Gen 1,4.
28. Cfr. Gen 1,31.
29. Cfr. Gen 1,4: «Y vio Dios la luz que bien y estableció Dios separación entre la
luz y las tinieblas. Llamó Dios a la luz día y a las tinieblas noche. Y hubo tarde y hubo
mañana...». Como puede verse, en este caso, entre la fórmula «y vio Dios la luz que
bien» y la fórmula «hubo tarde, hubo mañana» se suceden dos operaciones divinas:
«separó» y «llamó».

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SANTIAGO GARCÍA-JALÓN DE LA LAMA

excluyendo lo segundo. Así pues, tenemos un elemento cuya diferencia


de posición es obligada y que no admite, por tanto, regularización.
Eso nos cerciora de que no todos los elementos reiterados están
dispuestos rítmicamente. Lo cual, a su vez, nos permite comprender que
la repetición de «y fue así» no comporta que deba ser interpretada como
ritmo.
Una estructura rítmica tan compleja como la que hemos consta-
tado induce a querer sistematizar todas las reiteraciones. Pero cabe supo-
ner también que el texto, que emplea tan hábilmente los ritmos, las
dobles articulaciones y las disimetrías, disemine intencionadamente 30
reiteraciones arrítmicas con el propósito de reforzar el segundo eje ver-
tebrador que hemos señalado y los efectos que de él se siguen.
Esa hipótesis daría razón de la presencia de múltiples reiteraciones
y emparejamientos que es difícil organizar. Aparte de las que ya hemos
comentado, encontramos asociaciones entre el verbo «separar» y el verbo
«haya», entre «haya» e «hizo», etc.
Hasta aquí, lo concerniente a la disposición del pasaje que quere-
mos interpretar. Pero cuanto precede sería sólo un juego formal si no
contribuyera a una mejor comprensión del texto. Y, a la inversa, la dis-
posición rítmica que hemos descrito fundará mejor su verosimilitud y
revelará la utilidad de su análisis en la medida en que demuestre su efi-
cacia interpretativa. De ello vamos a ocuparnos a continuación. La tarea
requiere que comencemos por examinar el proceso constructivo de
Génesis 1,3-31.
Lo que pretendemos es establecer una hipótesis que explique cuál
ha sido el «iter» seguido en la elaboración del texto: qué estructuras han
sido seleccionadas en primer lugar y cuáles después y cómo ha sido posi-
ble la articulación de éstas en aquéllas. Es innecesario recordar que
hablamos de una hipótesis, de un modelo interpretativo, cuya verosimi-
litud depende de su coherencia. No intentamos adivinar cómo fue cons-
truido históricamente el texto, cómo procedió el autor. El fin perseguido

30. Sobre la intencionalidad del texto, remito a las conocidas obervaciones de Eco.
Cfr., vg., U. ECO, «Intentio lectoris. Apuntes sobre la semiótica de la recepción», en Los
límites de la interpretación, Lumen, Barcelona 1998, pp. 21-46.

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REITERACIONES: RITMO Y DISEMINACIÓN EN GÉNESIS 1,1-2,4a

es sólo asignar, con vistas a la interpretación, un orden de prioridad a las


estructuras rítmicas que hemos identificado.

2. Una hipótesis sobre el procedimiento de construcción


de Génesis 1,3-31

En el apartado anterior hemos calificado el ritmo 1 ≠ 2 como fun-


damental y fundante. Como hemos podido comprobar, el resto de los
ritmos remiten a él. Es lógico que cuando queremos indagar el proceso
constructivo de esta sección partamos de ese ritmo.
Dentro del mismo, el elemento «y hubo tarde. Y hubo mañana.
Día...» constituye el punto de partida. Y no sólo porque consta de dos
segmentos, sino porque hacia él apunta la dirección del ritmo. Entende-
mos por dirección del ritmo el orden en que debemos interpretarlo para
poder dar razón de su estructura.
En el caso que nos ocupa, postulamos que el ritmo está dirigido a
los días: consiste en una distribución de ocho acciones en seis días. En
principio, tan legítimo sería interpretar que las acciones están distribui-
das en los días, como interpretar que los días están distribuidos en las
acciones. Sin embargo no es así. Dispongamos sucesivamente los ele-
mentos del ritmo 31:
1 2 1 2 1 1 2 1 2 1 2 1 1 2
Si pensamos en la distribución de acciones en los días encontramos
repetida la secuencia
1 1 1 1 1 1 1 1
2 2 2 2 2 2
Si damos prioridad a las acciones y entendemos que los días están
distribuidos en ellas, será imposible encontrar un criterio que explique
la posición de los elementos. Tendríamos
1 1 1 1 1 1 1 1
2 2 2 2 2

31. Recuérdese que [1] = «y dijo Dios»; [2] = «y hubo tarde y hubo mañana. Día...».

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SANTIAGO GARCÍA-JALÓN DE LA LAMA

donde falta la posición correspondiente al último [2], que no puede ser


sucedido por [1]. Por tanto, parece claro que la estructuración del ritmo ha
sido hecha a partir de los seis días, distribuyendo en ellos ocho acciones.
Ahora bien: seis de las ocho acciones daban lugar a una estructura
rítmica. Son las afectadas por la repetición de la cadena «haya»-«el agua»-
«la tierra». Esas acciones ocupan una posición central entre las ocho que
componen la creación, dejando una por delante y otra por detrás.
La coincidencia entre el número de esas acciones y el número de los
días y la posición central que las acciones ocupan ofrecen fundamento para
interpretar que hay una correspondencia entre los días y tales acciones.
La intencionalidad de esta correspondencia puede ser percibida
tomando en consideración este dato: el número de las acciones se hace
coincidir con el de los días duplicando las recurrencias de la cadena. La
cadena consta de tres acciones. Para que resulten seis acciones, como seis
son los días, la cadena es consignada dos veces.
De admitir esta hipótesis, habríamos llegado al siguiente punto:
partiendo de una estructura de seis días, el texto habría buscado seis
acciones correspondientes. A las seis acciones habría añadido luego, por
razones que aún ignoramos, otras dos acciones más. Y para conservar la
estructura rítmica impuesta por los seis días, habría situado las acciones
añadidas antes y después de las seis centrales, originando la distribución
consistente en 1-2-1-2-1-1-2.
El texto ha conservado su estructura rítmica. Incluso la ha refor-
zado. Y, simultáneamente, ha introducido una primera disimetría. Al
objeto de acentuar ésta, en detrimento del rigor sistemático que impone
el ritmo fundamental, el texto añade luego dos estructuras rítmicas para-
sitarias que constituyen dos nuevas secuencias de acciones: las tres pri-
meras y las cuatro últimas.
Surge así un complejo universo de ritmos, netamente perceptible,
pero difícil de identificar y comprender 32. De suerte que lo narrado es

32. Desde luego, la actividad creadora de Dios es presentada como un proceso de


organización. Cfr. J. L. CUNCHILLOS, «Religión cananea y religión hebrea en la Biblia»,
Estudios Bíblicos 52 (1994), pp. 219-228, 223. Pero no es menos cierto que se trata de
un proceso organizador complejo y difícilmente accesible.

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REITERACIONES: RITMO Y DISEMINACIÓN EN GÉNESIS 1,1-2,4a

representado como algo guiado por un orden difícilmente accesible. Los


ritmos parásitos enmascaran el proceso constructivo del texto, distan-
ciando entre sí unas acciones de otras.
Por último, la diseminación de elementos independientes, de aso-
ciaciones y reiteraciones que no admiten organización culmina el
enmascaramiento de la estructura rítmica fundamental y del proceso
constructivo, dotando de enorme ductilidad a la narración.
Por otra parte, el plano narrativo cobra también protagonismo
mediante el recurso de hacer progresivamente más extensas las acciones
creadoras, a medida que avanza la narración. Eso explica la presencia de
un ritmo parásito en las cuatro últimas acciones. Y, asimismo, el hecho
de que algunos elementos de ese ritmo consten de dos segmentos.
Protagonismo del plano narrativo y flexibilidad de la narración son
atestiguados porque ninguno de los días repite la secuencia de hechos
narrada el día anterior. Todos los días difieren del que los antecede o los
sigue, al menos por dos notas: por la presencia o ausencia de dos ele-
mentos, por un mínimo de dos alteraciones de orden, etc.

3. El sentido de la presencia de los elementos rítmicos


y de los diseminados

Lo que ahora nos interesa en primer lugar es examinar las razones


que justifican la presencia en el texto de cada uno de los elementos que
componen las estructuras rítmicas que hemos descubierto. Es decir: nos
interesa establecer los motivos que explican la selección de unos deter-
minados elementos en razón de la función constructiva que va a otor-
garles el texto. Más adelante nos ocuparemos de lo que atañe a las reite-
raciones diseminadas.
Al examinar ese punto llegaremos a comprender la coherencia del
proceso constructivo y su verosimilitud. Y habremos desembocado en la
interpretación.
Explicar los motivos de la selección equivale a poner de relieve la
relación existente entre el contenido de los elementos y la función que
se les otorga, entre el significado léxico y la función estructurante del

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texto. A la vista de esto, en las próximas páginas, habremos de aludir,


siquiera sea brevemente, a aspectos del contenido 33.

3.1. La presencia de los días

Es un lugar común admitir que la elección de seis días para narrar


en ellos la actividad creadora de Dios responde al deseo de representar
con ésta el calendario de actividad propugnado por la ley mosaica 34.
El mismo texto abunda en esa interpretación cuando, en la última
de sus secciones, en Génesis 2,2-3, Dios bendice el séptimo día y lo
dedica al descanso. Al bendecir explícitamente el séptimo día, son ben-
decidos también, implícitamente, los seis días antecedentes, consagrados
a la actividad.
Sin embargo, como se recordará, el elemento [2] consta de dos
segmentos: «y hubo tarde y hubo mañana» y «día...». Acabamos de
explicar el por qué de la presencia de los días. Queda que hagamos lo
mismo con el otro segmento. También la presencia de éste puede expli-
carse en función de la representación de la actividad humana por la
divina.
Releamos de seguido todo el elemento [2]. Dice: «y hubo tarde y
hubo mañana. Día...». La yuxtaposición de los dos segmentos indica que
el día se cumple al llegar la mañana. Ahora bien: un día puede durar
desde la mañana a la noche, desde una tarde hasta la siguiente o desde
una mañana hasta la otra. Desde luego, no desde una tarde hasta la
mañana siguiente. Lo que media entre una tarde y una mañana es la
noche 35. ¿Dónde está el resto de tiempo que falta para completar el día?
Es el tiempo que Dios ha empleado para crear.

33. Empleo los términos forma y contenido en la acepción que ha venido a hacerse
clásica desde L. HJELMSLEV, Prolegómenos a una teoría del lenguaje, Gredos, Madrid
1984. Entiendo aquí «significado léxico» como equivalente a «contenido».
34. Cfr., vg., R. DE VAUX, Instituciones del Antiguo Testamento, Herder, Barcelona
1964, pp. 193-195. Sobre la relación entre narración y Ley en el Pentateuco y sobre la
importancia de esa cuestión, cfr. F. GARCÍA, «Narración y Ley en los escritos sacerdota-
les del Pentateuco», Estudios Bíblicos 57 (1999), pp. 271-287.
35. Cfr. D. RUIZ, De la tarde a la mañana, Centro de Estudios San Fulgencio, Mur-
cia 1999, p. 33.

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La fórmula «hubo tarde...» es situada al término de las operaciones


creadoras. Esa posición revela que el texto presupone 36 que la actividad
de Dios tiene lugar durante el día y se interrumpe al llegar la tarde. Apa-
rece así representado el ritmo de la actividad del hombre. Un ritmo
natural que queda sacralizado cuando es propuesto como representación
del ritmo de la actividad divina.

3.2. La presencia de las acciones

Anteriormente hemos notado la presencia de seis acciones parti-


culares. Ocupan el lugar central en el conjunto de las ocho acciones crea-
doras y su número resulta de la repetición de la cadena «haya»-«el agua»-
«la tierra». De modo que se distinguen netamente de las dos acciones
restantes. Convendrá que, al explicar el sentido que tiene la presencia de
las acciones, nos atengamos a la misma distinción.

3.2.1. Las seis acciones centrales

Examinemos con detenimiento los elementos constitutivos de la


cadena «haya»-«el agua»-«la tierra». Esos tres elementos no pertenecen a
la misma categoría gramatical. El primero es un verbo y los otros, dos
sustantivos. Comencemos por reparar en los dos sustantivos. Más con-
cretamente: en las oraciones en que esos sustantivos aparecen. Descu-
briremos algunos matices de interés.
Del agua se dice que «se reunirá y aparecerá lo seco» y también que
«bullirá un bullicio» de vivientes, que luego se descubre son los cetáceos
y los vivientes de que bulle el agua. De la tierra, que «brotará germen» y
que «producirá» animales terrestres.
El producto de la actividad encomendada a esos dos elementos
está relacionado con su propia naturaleza. La tierra deberá brotar ger-
men y producir animales vivientes. El agua reunirse para que aparezca lo

36. Me parece que la exposición más detallada sobre las «presuposiciones» del texto,
sus modalidades y su relación con el concepto peirciano de «interpretante» la hace U.
ECO en Semiótica y filosofía del lenguaje, Lumen, Barcelona 1998, pp. 52-74.

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seco y bullir con un bullicio de cetáceos y animales marinos. La analo-


gía entre la producción de animales marinos por el agua y la de anima-
les terrestres por la tierra es innegable. A cada elemento le es asignado lo
que es contiguo a su naturaleza.
Pero, además, «el agua» y «la tierra» designan dos de los ámbitos
físicos que constituyen un universo elemental. Podemos suponer que el
tercer ámbito, que completa ese universo, comprende los fenómenos
astronómicos. Que aparecen representados en las oraciones constituidas
por el verbo «haya». Dediquemos ahora alguna atención a esas oracio-
nes.
En hebreo, como en castellano, nos encontramos ante una forma
impersonal. Que es impersonal, debemos deducirlo a partir de la segunda
de las recurrencias que ahora estamos examinando. En la primera, «haya
un firmamento», podría pensarse que el verbo hebreo traducido por
«haya» es personal y tiene como sujeto «firmamento». Pero en la segunda
de las recurrencias aparece «luminarias» en la posición que antes había
ocupado «firmamento». Lo que nos fuerza a analizar «haya» como imper-
sonal. Este análisis es confirmado cuando comprobamos que, tras decir
«haya luminarias», se añade «serán para señales», empleando en hebreo el
mismo verbo en uno y otro caso: en el primero, en singular y en el
segundo, en plural.
Como acabamos de ver, esa forma impersonal aparece comple-
mentada en nuestras recurrencias por los términos que designan «firma-
mento» y «luminarias». Los «denotata» 37 de ambos términos pertenecen
al tercer ámbito que distinguíamos en un universo elemental: los fenó-
menos astronómicos. Al mismo ámbito pertenece también el comple-
mento de la única otra vez que «haya» aparece en nuestro texto: cuando
dice «haya luz».
Podemos concluir, por tanto, que las seis acciones centrales están
referidas a los tres ámbitos de ser que, en una concepción elemental,
pueden componer el universo material. Por así decirlo, el texto desea dis-
tribuir el total de la creación en seis días. Y dispone de un «lexicón» 38

37. Cfr. U. ECO, Tratado de semiótica general, Lumen, Barcelona 1995, p. 103, nota 2.
38. Para el concepto de «lexicón», cfr. N. CHOMSKY, El programa nominalista,
Alianza, Madrid 1999, p. 16.

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REITERACIONES: RITMO Y DISEMINACIÓN EN GÉNESIS 1,1-2,4a

que clasifica en tres ámbitos el universo material. Procede entonces a


duplicar las acciones creadoras que afectan a cada uno de esos ámbitos,
dando lugar a la reiteración de la cadena que hemos indicado.
Tal duplicación explica la regresión que entraña que, tras haber
sido creados los vegetales, se torne al ámbito astronómico 39. Estamos
ante un procedimiento de enmascaramiento del proceso constructivo
ordenado a dar solidez a la entidad independiente de seis acciones. Si la
duplicación hubiera respetado el orden lógico, habría habido una suce-
sión de seis acciones dispuestas en tres pares. El recurso a la reduplica-
ción se habría hecho evidente y habría perdido toda verosimilitud.
Ahora bien: algo hay de ambiguo en las consideraciones que pre-
ceden. Dos de los ámbitos del universo han sido mencionados mediante
sustantivos, que cumplían la función de sujeto. ¿Qué ocurre con el ter-
cer ámbito? ¿Por qué es mencionado como objeto de un verbo imperso-
nal?
Si queremos disolver la ambigüedad, será necesario atender a un
nuevo aspecto: la descripción de cómo sucede la acción creadora varía
según la naturaleza del sujeto a quien Dios la atribuye y la del objeto
resultante de la creación. Consideremos, en primer lugar, lo que con-
cierne a la tierra.
Su primera «intervención» creadora ofrece una estructura peculiar.
Exceptuado lo que ocurre con Dios en la creación del hombre, éste es el
único caso en el que la operación que cumple una previsión divina tiene
el mismo sujeto que el verbo que expresa la previsión. Dios dice «brote
un germen la tierra... y la tierra produjo...».
Esa circunstancia se explica tomando en consideración lo que
antes hemos anotado: la descripción de cómo sucede la acción creadora
varía según la naturaleza del sujeto a quien Dios la atribuye y la del
objeto resultante de la creación. La tierra posee por sí misma capacidad
germinadora. Por eso, puede encargarse de ejecutar la previsión de Dios.
Es de notar, además, un nuevo matiz. El verbo hebreo empleado
para designar el cumplimiento de la previsión divina es casi homófono

39. A. GÁNDARA, o. c., p. 206, señala el efecto de retorno que representa la posición
de esta acción.

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del usado para designar la previsión 40. Pero el significado es diverso. La


tierra produce por sí misma, pero la capacidad productora le ha sido
otorgada por la previsión de Dios.
Si atendemos a la segunda recurrencia de la tierra, comprobaremos
que, cuando se preve que la tierra produzca animales, es Dios quien se
encarga de cumplir su previsión. El texto sabe que la tierra no posee tal
capacidad. Si se preve que sea ella quien los produzca, es en razón de la
relación que existe entre la tierra y los animales que la pueblan.
Y otro tanto ocurre con el mar y los animales marinos. La relación
entre aquél y éstos no es significada mediante una forma verbal causa-
tiva, como sucede en el caso de la tierra. La forma empleada es mera-
mente indicativa. Lo que el texto pretende, ante todo, es subrayar la rela-
ción entre el mar y los animales que habitan en él. Nuevamente aquí, es
Dios mismo quien se encarga de ejecutar la previsión.
Por el contrario, cuando se preve que el agua habrá de reunirse y
que aparecerá lo seco, no es añadida ninguna acción complementaria
que cumpla la previsión. La reunión de las aguas y la aparición de lo
seco se reducen a una sola cosa. Y, por otra parte, no resulta ningún
objeto nuevo, sino un nuevo modo de ser de los ya existentes, el agua y
la tierra. Por eso, la acción creadora es concluida con un escueto «y fue
así».
Reparemos ahora en la creación de los objetos pertenecientes al
ámbito astronómico. Es prevista mediante un impersonal. Al emplear
este recurso, el texto revela que no sabe con qué orden de materia están
relacionados los objetos de ese ámbito. Sabe vincular con la tierra las
plantas y los animales terrestres. Sabe también que de la reunión de las
aguas surge lo seco y que los cetáceos pertenecen al ámbito marino. Por
el contrario, ignora a qué entidad física pertenecen los astros. Por lo cual,
menciona su creación mediante un verbo carente de sujeto.
Aún dentro de la creación de los objetos astronómicos, podemos
reconocer algunas diferencias. La creación de la luz no requiere una ope-
ración divina complementaria de aquélla por la que se preve su existen-
cia. No posee la condición de objeto del mismo modo que la poseen el

40. Gen 1,11-12: su sonido equivale, aproximadamente, a «tadse» y «tozse».

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firmamento y los astros. Por ello se dice «haya luz y hubo luz». Mientras
que cuando al tratar del firmamento y los astros, el texto dice: «haya fir-
mamento... y Dios hizo el firmamento»; «haya luminarias... y Dios hizo
las dos luminarias». El carácter «objetivo» del firmamento y los astros
requiere una intervención de Dios complementaria del enunciado que
preve su existencia. Lo contrario ocurre con la luz. Su producción no
deriva de una intervención divina complementaria.
La distinción en el estatuto de «objeto» que corresponde a la luz,
por un lado, y al firmamento y las estrellas, por otro, es marcada, ade-
más, sintácticamente. Cuando es descrita la producción de la luz, el tér-
mino luz no va acompañado de artículo. Lo contrario ocurre cuando son
producidos el firmamento y las estrellas.
En suma, el giro lingüístico empleado para describir la generación
de los fenómenos astronómicos nos ratifica en que el texto atribuye a
Dios el origen de todas las cosas. Y expresa el modo en que ha sido crea-
do cada objeto situándolo en el ámbito al que pertenece. El deseo de
situar cada objeto en su propio ámbito determina la selección de las
estructuras y elementos lingüísticos usados por el texto.

3.2.2. Las dos acciones marginales

En el epígrafe precedente, he pretendido explicar los fundamentos


de la interpretación según la cual el texto, una vez elegida una estructura
de seis días para cumplir la actividad creadora, selecciona seis acciones
concretas. He intentado, además, contribuir a una mejor comprensión
de la relación que vincula entre sí algunos de los elementos que figuran
en esas seis acciones creadoras. Queda que ahora expliquemos la adición
de dos acciones creadoras más y el sentido relacional que mantienen los
elementos que en ellas figuran.
Respecto al primer punto, el universo abarcado por las seis accio-
nes centrales es sólo el material: no comprende al hombre. Pero hemos
dicho que la actividad divina ha sido representada según la humana. Por
otra parte, Dios ha sido presentado como creador de todo. La coheren-
cia del texto pide que sea mencionada también la creación del hombre.
Es necesaria, por tanto, la introducción de una séptima acción.

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SANTIAGO GARCÍA-JALÓN DE LA LAMA

Las soluciones posibles son situarla el séptimo día o en alguno de


los anteriores. La primera opción es contradictoria con la selección de la
estructura de seis días como representación de la actividad humana.
Impide la consagración del séptimo día y su dedicación al descanso. Por
tanto, queda sólo situarla en otro de los días.
Una vez adoptada esta solución, hay que elegir en cuál de los seis
días de actividad debe narrarse la creación del hombre. El carácter pro-
gresivo del relato y la superioridad del ser humano sobre todo lo crea-
do 41, exigen que el texto sitúe la creación del hombre al término de toda
la actividad creadora.
Pero la inclusión de una séptima acción creadora situada a conti-
nuación de las seis centrales habría alterado el ritmo fundamental 42:
1 2 1 2 1 2
1 2 1 2 1 1 2
La estructura rítmica habría quedado dañada. Y habría quedado de
manifiesto que la creación del hombre había sido introducida como una
cuña artificial dentro del ritmo. Para corregir tales deficiencias, es nece-
sario introducir una acción creadora adicional. Y situarla en una posi-
ción simétrica a la posición asignada a la creación del hombre. Con eso,
es restablecido el equilibrio y se logra un ritmo más elaborado. Es el que
ya conocemos
1 2 1 2 1 1 2
1 2 1 2 1 1 2
Por este medio acabamos de comprender el proceso constructivo
del que resulta el ritmo fundamental del texto que estamos exami-
nando.
Como objeto de la acción creadora adicional, es seleccionada la
luz. El hallazgo de la luz para cumplir esa función es aportado por con-

41. La superioridad del ser humano ha sido ya enunciada por el texto al adoptar el
esquema de la actividad humana como criterio constructivo de la narración de la acti-
vidad creadora. Cfr. G. VON RAD, Teología del Antiguo Testamento I, Sígueme, Sala-
manca 1986, p. 191.
42. Recuérdese que [1] = «y dijo Dios»; [2] = «y hubo tarde y hubo mañana. Día...».

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REITERACIONES: RITMO Y DISEMINACIÓN EN GÉNESIS 1,1-2,4a

traposición con la descripción anteriormente hecha del estado primor-


dial de la tierra, que era «caos y tiniebla» 43.
Puesto que ya hemos explicado la mutua relación de algunos de
los elementos que figuran en la acción creadora de la luz, ocupémo-
nos de los elementos constitutivos de la acción por la que el hombre
es creado.
Lo primero que en ella sorprende es que, por única vez, Dios es el
sujeto del verbo que describe la previsión creadora. Desde el punto de
vista del significado, esa circunstancia comporta una neta ruptura con el
esquema repetido en todas las acciones precedentes. Aunque la acción
creadora del hombre es parte del conjunto de la creación, constituye en
ella un hito propio que impide su homologación a las demás. La ampli-
tud y la pausa con que esta acción es descrita contribuye a realzar la espe-
cífica singularidad de la creación humana.
La misma idea puede deducirse del hecho de que sólo a propósito
del ser humano es mencionada la duplicidad de géneros. El texto hebreo
emplea los términos «macho» y «hembra» 44, habitualmente correspon-
dientes a los animales. Y, sin embargo, no ha mencionado el género a
propósito de éstos, si bien no puede ignorar que los animales son sexua-
dos. Nuevamente encontramos un indicador de la diferencia sustancial
entre el resto de lo creado y el ser humano.
El fundamento de la diferencia es revelado por la presencia del
sujeto del verbo que traslada la previsión divina. En la misma medida en
que los peces aparecen asociados con el agua y plantas y animales terres-
tres con la tierra, el hombre aparece asociado con Dios: hay un ámbito
común a ambos 45.

43. O, a la inversa, según se prefiera: la selección de la luz como objeto de la primera


acción creadora es fundamentada mediante la descripción del estado tenebroso de la tie-
rra.
44. Sobre el uso de esos términos en la tradición sacerdotal, cfr. J. L. SKA, «El relato
del diluvio. Un relato sacerdotal y algunos fragmentos redaccionales posteriores», Estu-
dios Bíblicos 52 (1994), pp. 37-62, 40, nota 17. Cfr. un ejemplar modelo de sobrein-
terpretación acerca del término «macho» en X. PIKAZA, El Señor de los Ejércitos, historia
y teología de la guerra, PPC, Madrid 1997, pp. 63s.
45. «Todo el resto del mundo está ordenado únicamente a él [el hombre] como la
obra suprema de la creación divina». G. VON RAD, Teología, o. c., p. 191.

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SANTIAGO GARCÍA-JALÓN DE LA LAMA

En consonancia con esto, el texto dice del hombre que ha sido


creado a imagen y semejanza de Dios, señalando que su naturaleza es
análoga a la divina. Por lo mismo, el hombre es destinado a dominar al
resto de los vivientes, a semejanza de Dios, su creador.
Que el hombre es imagen y semejanza de Dios es afirmado dos
veces. La primera, para señalar su dominio sobre los vivientes. La
segunda, acompañada de la mención de los géneros. No es fácil huir de
la tentación que supone ver en esta asociación un deseo de vincular la
semejanza del hombre con Dios y la duplicidad sexual que, recuérdese,
es específica del ser humano.
Más aventurado puede ser relacionar la duplicidad sexual especí-
fica del hombre con la forma plural del verbo empleado para trasladar
la previsión divina. Ese plural, «hagamos», no es frecuente cuando el
verbo tiene a Dios por sujeto. Cabe interpretarlo como un plural ma-
yestático o como un trasunto de los panteones de los pueblos vecinos.
En el primer supuesto, quedaría por explicar la razón por la que el plu-
ral mayestático es empleado en esta ocasión. Quizá, simplemente, por
la dignidad del momento. Algo semejante ocurre con el segundo su-
puesto.
Relacionar la forma plural del verbo con la dualidad sexual del ser
humano es sugestivo. En lo que tiene de específico, la relación de los dos
géneros humanos hace del hombre imagen de Dios. Eso, desde luego,
ennoblece la relación entre hombre y mujer, que es comprendida como
representación de Dios. Pero, además, puede entrañar una considera-
ción acerca de Dios mismo. El Dios imaginado no es único en el sen-
tido de una entidad consistente, impenetrable. En nuestra interpreta-
ción, el texto supondría que hay en Dios una cierta relación de entes
distintos e iguales que vienen a ser uno. Tal relación es representada por
la que une a hombre y mujer. De esa relación presente en Dios surge
cuanto existe, como de la relación entre los géneros humanos procede la
generación.
La interpretación es sugestiva, pero es difícil sustentar su verosimi-
litud. En primer lugar, porque el verbo de la oración en que la imagen y
semejanza entre el hombre y Dios aparece yuxtapuesta a la duplicidad de
géneros tiene forma singular. Y, al contrario: cuando el verbo tiene
forma plural, la asociación es establecida entre imagen y semejanza y

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REITERACIONES: RITMO Y DISEMINACIÓN EN GÉNESIS 1,1-2,4a

dominio. Es sugestiva, pero tal vez no sea interpretación, sino sobrein-


terpretación. Pero también ésta es, en ocasiones, legítima 46.

3.3. La estructura de cada acción creadora

En los epígrafes precedentes nos hemos ocupado del sentido que


posee la presencia en el texto de los elementos constitutivos del ritmo
fundamental. Para conseguir el mismo fin en lo tocante a los ritmos
parásitos y a los elementos diseminados vamos a ir considerando su pre-
sencia en la estructura de las acciones creadoras.

3.3.1. «Y dijo Dios»

El primero de los elementos es la frase «y dijo Dios». Su introduc-


ción por vez primera delimita el comienzo de la sección que estamos
comentando. Según dijimos, se repite tantas veces cuantas acciones crea-
doras hay. Su repetición constituye un recurso estilístico para marcar el
ritmo y conseguir los efectos derivados de él y explicados anteriormente.
Ello, sin embargo, no nos dispensa de preguntarnos acerca del sentido
que posee la aparición tan repetida de esta frase.
La comprensión habitual propugna entender como imperativo el
verbo que constituye la completiva de «y dijo Dios». Tendríamos enton-
ces la repetición de una estructura consistente en «y dijo Dios: haya»; «y
dijo Dios: reúnanse»: «y dijo Dios: pululen», etc. Esta interpretación es
correcta gramaticalmente 47. Según la misma, Dios enunciaría una orden
creadora.
Ciertamente, la orden es inmediatamente cumplida en algunas
ocasiones. Se ordena que haya luz y la hay, que se reúnan las aguas y así
fue, que la tierra sea germinadora y ésta produce.

46. Cfr. U. ECO, Interpretación y sobreinterpretación, University Press, Cambridge


1995, p. 66.
47. Las formas verbales hebreas empleadas son imperfectivos: la mayoría de valor
yusivo y de la conjugación causativa. Esas formas admiten ser traducidas al castellano
por imperativo o por futuro con valor yusivo.

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SANTIAGO GARCÍA-JALÓN DE LA LAMA

Pero lo habitual no es eso. Lo habitual es que, después de emitir la


orden, sea Dios mismo quien tenga que encargarse de cumplirla. Des-
pués de haber dicho que haya un firmamento y que haya luminarias, o
que la tierra produzca vivientes, Dios tiene que hacerlos. Después de
decir que las aguas pululen cetáceos, Dios tiene que crearlos. Todo eso
resta verosimilitud a la interpretación de la oración completiva de «y dijo
Dios» como la expresión de un mandato.
Por otra parte, no es fácil entender que Dios se ordene a sí mismo
hacer al hombre. Por fin, la interpretación según la cual todo fue creado
por la palabra divina queda bastante en entredicho si entendemos como
imperativo el verbo que completa a «y dijo Dios».
Sin embargo, podemos traducir por futuro el verbo de la oración
completiva de «y dijo Dios». Tendríamos, entonces: «habrá luz, firma-
mento y luminarias», «las aguas se reunirán y pulularán», «la tierra ger-
minará y producirá». Y podemos entender ese futuro como la expresión
de un deseo que constituye a cada uno de los objetos afectados en su
entidad propia. «Habrá luz» porque Dios imagina la luz. Por decirlo de
alguna manera, el concepto de luz no es previo al deseo divino, sino
consecuencia del mismo. La eficacia creadora de la palabra divina con-
sistiría, entonces, en constituir el ser de lo que aparecerá a continua-
ción.
Esta interpretación puede parecer demasiado sutil. Pero explica
mejor el que la palabra divina no baste para crear y requiera una acción
posterior. Recuérdese, además, que la selección de los verbos empleados
en las oraciones completivas y su forma impersonal o personal están rela-
cionadas con los objetos creados. Todo eso avala la hipótesis de que las
oraciones completivas expresan no tanto la orden creadora cuanto la
acción de diseñar lo que va a ser creado.
Lo cual, a su vez, explica la reiteración de «y dijo Dios». Para expli-
car esa reiteración no basta con entender que cada recurrencia de «y dijo
Dios» pretende sólo introducir una acción creadora, distinguiéndola de
las otras. Ni tampoco con interpretarla sólo como un elemento rítmico.
Es verdad que cumple ambas funciones. Pero con eso no hemos dado
razón de por qué se elige precisamente ese elemento para desempeñar
una y otra. Podría haberse recurrido a cualquier otro. En cuanto a enten-
der «y dijo Dios» como la expresión de una reflexión divina previa a la

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REITERACIONES: RITMO Y DISEMINACIÓN EN GÉNESIS 1,1-2,4a

acción creadora, es también insuficiente. Esa reflexión parece darse en la


creación del hombre, pero no en el resto.
La reiteración de «y dijo Dios» se entiende mejor si se atribuye a
dicha fórmula un valor sustancial en la construcción del texto. Su pre-
sencia es exigida porque antes del cumplimiento de lo creado, es nece-
saria su concepción por Dios.

3.3.2. «Y fue así»

Como hemos señalado ya, el empleo de esta frase es complejo. Por


un lado, aparece sólo en seis de las ocho acciones creadoras. Por otro, ocupa
tres posiciones diferentes. Por fin, su valor es distinto, según los casos. Hay
algunos en que parece claramente redundante. Dios enuncia una previ-
sión, se añade que fue así y a continuación Dios cumple la previsión. Eso
es lo que sucede en las acciones quinta y séptima. Que es redundante lo
demuestra el hecho de que en la tercera acción se dice «y fue así», pero no
aparece consignado el cumplimiento de la acción creadora y en la sexta
acción es consignada la acción creadora, pero no aparece «y fue así».
Me parece que el carácter redundante queda desvanecido si, de
nuevo, pensamos en la enunciación de la previsión como el diseño de la
acción que va a cumplirse. En tal caso, la frase «y fue así» designa la tran-
sición entre la previsión y su cumplimiento. Eso explica por qué no es
mencionado el cumplimiento en la reunión de las aguas. Basta con
enunciar la previsión, porque ésta no diseña ningún objeto y, por tanto,
ninguna acción complementaria es requerida. Es suficiente con consta-
tar que el diseño fue cumplido.
Por lo mismo, tampoco aparece en la creación de la luz, donde,
como hemos indicado, no hay propiamente un objeto. En esa acción, la
función de la frase «y fue así», es cumplida por la fórmula «y hubo luz».
Respecto a la ausencia de «y fue así» en la sexta acción, podría
explicarse por el uso del verbo «crear». Pero el mismo verbo es empleado
para narrar la creación del hombre y entoces sí aparece la frase «y fue
así». Además, en este último caso, no aparece entre la formulación de la
previsión y su cumplimiento, sino tras el cumplimiento, cosa que ocu-
rre también en la creación del firmamento.

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SANTIAGO GARCÍA-JALÓN DE LA LAMA

¿Es una alteración intencionada de las posiciones para evitar un


exceso de mecanicismo? ¿Hay que pensar, como hacen los LXX, en un
error del copista que destruyó un sistema de recurrencias y posiciones
completamente uniforme? Ya nos hemos pronunciado anteriormente
sobre esta cuestión.

3.3.3. Las operaciones con las que Dios crea

Las acciones atribuidas a Dios pueden ser clasificadas en acciones


propiamente creadoras y en acciones que sirven de marco a éstas. Entre
las segundas, «decir», «ver» y «llamar». Las acciones propiamente crea-
doras son «hacer», «separar», «crear« y «poner».
El verbo hebreo traducido por «hacer», designa, muy en general,
cualquier acción que produzca algo. De tener algún significado particu-
lar vendría revelado por el hecho de que, en arameo, el equivalente de
«hacer» es [’abad,] verbo que, a su vez, en hebreo es uno de los emplea-
dos para significar «servir». Podemos concluir que «hacer» tiene el
mismo valor que en castellano y con cierta contaminación que inclina
su contenido hacia los trabajos que, en una sociedad antigua, podrían ser
considerados serviles: artesanía, comercio, agricultura, etc. 48.
Por su parte, el verbo hebreo que expresa la idea de «separar», en
activa sólo conoce la conjugación causativa empleada por nuestro texto.
Se ha indicado que ese verbo es propio de la fuente sacerdotal y expresa
la concepción de Israel como pueblo «separado». «Separar» designa habi-
tualmente separaciones que tienen lugar en un contexto sagrado. Sepa-
ran Dios, los sacerdotes, Moisés, etc. Son separadas las partes del sacri-
ficio, el pueblo de Israel, etc. 49. Para indicar la acción de «separar» en un
contexto no sacro, suelen emplearse verbos como [sur], «apartar».
En el texto que estamos examinando, «separar» recurre siempre en
relación con la creación de fenómenos astronómicos y, por esa vía, apa-

48. Cfr. L. ALONSO SCHÖKEL, «Poética hebrea. Historia y procedimientos», en Her-


menéutica de la palabra, o.c., pp. 17-228, 163.
49. Cfr., vg., Ex 26,33; Lv 1,17; 9,8; 10,10; Nu 16,21. Pero también en nuestro
texto Gn 1,16.

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REITERACIONES: RITMO Y DISEMINACIÓN EN GÉNESIS 1,1-2,4a

rece vinculado a «haber». La relación, sin embargo, es diferente en cada


una de las recurrencias. El texto dice «hubo luz... y Dios separó». En
cambio: «Habrá un firmamento y separará... Dios hizo un firmamento
y separó». Y, por fin: «Habrá luminarias para separar... Y puso Dios para
separar».
Como señalamos anteriormente, el texto prefiere no pronun-
ciarse acerca de la entidad de los fenómenos astronómicos. Pero indica
que todos ellos están vinculados porque guardan relación con la sepa-
ración, con la distinción. Sin embargo, mientras la luz es separada, el
firmamento separa y los astros son para separar. Hay una cierta grada-
ción en la comprensión de la entidad física apuntada por el uso de ese
verbo.
El verbo hebreo que traducimos por «crear» posee sólo la acepción
más estricta de su correspondiente castellano. En hebreo, «crear» no
tiene en activa otro sujeto que Dios. Cabría pensar que, dada su alter-
nancia con el verbo «hacer» en las cuatro últimas acciones creadoras, el
significado específico de «crear» ha quedado neutralizado en este texto.
Sin embargo, más bien tiene lugar el proceso inverso: el empleo de
«hacer» en este contexto, teniendo a Dios por sujeto, presupone que la
acción de Dios es estrictamente creadora. Es el mismo caso que se da
cuando el castellano utiliza «hacer» en contextos de creación divina.
La alternancia entre «hacer» y «crear» en las cuatro últimas accio-
nes puede obedecer a una simple «variatio» 50. Refiriéndose a la actuación
divina unas veces como «hacer» y otras como «crear», es puesta de relieve
la analogía entre la actuación humana y la de Dios. Dios hace, como
hace el hombre, pero según es propio de Dios: crea. La reiterada yuxta-
posición de ambos verbos redunda en la precisión otorgada a cada uno
de los dos. Todo ello sin que sea necesario suponer una reflexión onto-
lógica sobre el modo divino de actuar.
El último de los verbos que designa la acción creadora de Dios es
el hebreo [natan]. Es un verbo de uso tan frecuente que cualquier inter-
pretación de su función en el texto resulta aventurada. Puede significar

50. Sobre la alternancia «crear»-«hacer» en la tradición sacerdotal, cfr. J. L. SKA, «El


relato», o.c., p. 54.

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sólo el dominio de Dios sobre los astros, para señalar la superioridad de


Elohim sobre los dioses astrales de las religiones cananeas 51. O puede ser
que designe, además, la actividad consistente en proponer el fin. Seguido
de la preposición que lo acompaña en nuestro texto [l], el verbo [natan]
adquiere la acepción de «destinar».
En suma, las acciones creadoras de Dios remiten al conjunto de las
distintas actividades de las sociedades humanas: Dios «hace», como
quienes desempeñan un trabajo servil. Dios «separa», según es propio de
la función sacerdotal. Dios «destina», como lo hacen quienes rigen la
sociedad. Por fin, Dios «crea», algo que le es exclusivo.

3.3.4. «Y llamó». «Y vio»

En su momento consideramos la función rítmica cumplida por la


introducción del verbo «y llamó». En la enciclopedia hebrea, la denomi-
nación señala el dominio. Quien da nombre, al hacerlo, constituye y
revela el ser de lo nombrado, manifestando su superioridad sobre ello.
Es lo que sucede también aquí.
Pero es necesario explicar la coherencia de sentido que tiene el que
ese acto de dominio recurra sólo en las tres primeras acciones y sea omi-
tido en el resto. La coherencia dimana del hecho de que las tres acciones
tienen por término la constitución de sólo uno o dos objetos: día y
noche, cielo, mar y tierra. El reducido número de lo creado, permite su
denominación, cosa que no ocurre cuando, al término de las operacio-
nes creadoras, resulta una multiplicidad de entes.
Pasemos a la reiteración de la aprobación dada por Dios a cada
obra creada. Ya hemos comentado el sentido de que en la primera acción
creadora la aprobación ocupe una posición específica. Quizás la misma
particularidad explique el peculiar modo que la aprobación tiene en la
primera acción. En ella figura expresamente que «vio Dios que la luz
bien [o que la luz buena]». En el resto de las recurrencias de la oración

51. Sobre el horizonte cultural en que se sitúa este pasaje del Génesis, cfr. G. DEL
OLMO, Mitos y leyendas de Canaán según la tradición de Ugarit, Cristiandad, Madrid
1981.

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REITERACIONES: RITMO Y DISEMINACIÓN EN GÉNESIS 1,1-2,4a

equivalente, por el contrario, no es mencionado el objeto que merece


aprobación. Se dice sólo «y vio Dios que bien» 52.
Con estas últimas consideraciones hemos concluido la exposición
de los motivos que dan razón de la presencia en el texto de los elemen-
tos que lo componen. Al hacerlo, hemos justificado las estructuras rít-
micas que articulan el texto. Y hemos fundado la coherencia y la verosi-
militud del proceso constructivo de esta sección. Hemos llegado, por
tanto, al fin de este largo apartado.

4. Progresión temática

A esta altura de nuestro trabajo, para completar el análisis de la


sección que nos ocupa, es necesario que extraigamos algunas conclusio-
nes. Deberán ser un resumen de los contenidos cuya presencia vertebra
el texto y da razón de la presencia en él de los elementos formales que
hemos distinguido.
La idea central de toda la sección es que Dios es el creador de todo:
de los elementos primordiales, de los pertenecientes a los tres ámbitos
del universo físico, del hombre. Esa creación es presentada como una
actividad ordenada y ordenadora. La estructuración de la expresión en
un ritmo fundamental, la progresión narrativa, la presencia del verbo
separar son indicios de la noción de orden como suposición organiza-
dora del contenido.
Pero la actividad ordenadora es enmascarada para diluir el
esquema sistemático que la organiza. Así, la creación aparece como un
proceso complejo, difícilmente inteligible, que revela la grandeza divina.
A su vez, la presentación de la creación como una actividad y como
una actividad ordenada y ordenadora es indicio de una segunda suposi-
ción organizadora del contenido. La actividad de Dios es descrita como
representación de la humana. El mismo eje organizador del contenido se
repite por la distribución de la actividad en seis días, por su ubicación en

52. También la fórmula aprobatoria empleada tras la creación del hombre posee una
morfología particular y explicita el objeto directo. Lo cual hace que en ese caso la apro-
bación abarque no sólo al hombre sino a todo lo creado hasta ese momento.

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las horas de luz, por los verbos de operación empleados, por la asigna-
ción al hombre del fin de dominar.
La condición del hombre como imagen y semejanza de Dios,
explícita en el diseño del hombre, está igualmente latente en toda la sec-
ción, como una tercera suposición organizadora del contenido 53. Todos
sus elementos remiten al hombre y fundan su especial dignidad. La
explícita declaración de la misma es hecha poniendo la creación del
hombre al final de la actividad creadora, destacando formalmente su
equivocidad respecto a las acciones que le preceden, situando al hombre
en el ámbito de Dios, proyectando sobre éste la misma condición rela-
cional del ser humano.
Dios creador, imaginado del hombre. Tal es el tema al que podrían
reducirse las isotopías desveladas en el contenido y la expresión. Con
eso, hemos terminado la tarea de interpretación de esta sección que nos
proponíamos cumplir cuando la iniciábamos. Podemos pasar ahora a
ocuparnos, más brevemente, de las dos secciones restantes.

II. LAS SECCIONES MARGINALES

Hecha la interpretación de la sección central, no resulta difícil pro-


yectar su sentido básico sobre las dos secciones marginales. Es, por otra
parte, algo que ya ha sido hecho repetidamente. Por eso, voy a limitarme
a reseñar muy brevemente los contenidos de ambas secciones.
La primera de ellas, que da comienzo al Génesis, narra la creación
por Dios de los elementos primordiales, tierra y cielo, y el inicial estado
de confusión y tiniebla de los mismos. Así adquiere coherencia la obra
creadora como ordenación y como acción ordenada y se da pie a que
comience por el establecimiento de la luz. En ese estado inicial, el espí-
ritu de Dios sobrevuela el abismo, en una acción misteriosa, que señala
la diferencia y el dominio del primero sobre el segundo.

53. Cfr. R. DE VAUX: «El hombre está siempre totalmente en el mundo y siempre
tiene que ver totalmente con Yahveh». Citado por F. L. MORIARTY, «El mensaje teoló-
gico del Antiguo Testamento y el cristiano», en Sagrada Biblia. Versión crítica sobre los
textos hebreo, arameo y griego, F. CANTERA y M. IGLESIAS, BAC, Madrid 1979, pp. LXXI-
LXXX, LXXI.

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REITERACIONES: RITMO Y DISEMINACIÓN EN GÉNESIS 1,1-2,4a

Una vez cumplida la actividad creadora, para cerrar el conjunto de


la narración, es introducido un sumario que la recapitula y asocia a los
seis días precedentes un séptimo, que está marcado por el descanso y
tiene un carácter sagrado.
En contra de lo que cabría esperar, el cese de la actividad divina no
es sucedido por una eternidad inactiva, sino por un séptimo día de des-
canso. Sólo después del día de descanso se supone que comienza la eter-
nidad. Pero el autor no se pronuncia acerca del contenido de la eterni-
dad que sigue al séptimo día.
Parece claro que la introducción de un séptimo día tiene como fin
completar el ciclo semanal previsto por la Ley.
Por último, tras la mención del séptimo día, un nuevo sumario
concluye de todo el relato: «ésta es la historia de los cielos y la tierra en
su creación».

CONCLUSIONES

Más que un relato, y ahora sí empleo la palabra en su sentido téc-


nico , Génesis 1-2,4 es, por su forma, un poema, un himno. Como tal
54

lo señaló ya L. Alonso Schökel en su Antología 55.


Eligiendo la forma de poema para explicar el origen del hombre,
el texto asume los condicionamientos impuestos por su elección. En
atención a la forma elegida, selecciona los elementos que deben expresar
lo narrado. La presencia de éstos en el texto se hace más comprensible al
advertir la estructura rítmica estructuradora del pasaje. Y, al contrario,
ignorar la estructura rítmica puede distorsionar el sentido que poseen los
elementos que la constituyen.
Justamente ha sido eso lo que he pretendido poner de manifiesto
en las páginas que preceden: que un análisis rítmico de Génesis 1-2,4

54. Cfr. G. GENETTE, Nuevo discurso del relato, Cátedra, Madrid 1993. Vide item
M. BAL, Teoría de la narrativa (Una introducción a la narratología), Cátedra, Madrid
1995. Una exposición detallada de conceptos puede verse también en J. A. GARCÍA
LANDA, Acción, relato, discurso. Estructura de la ficción narrativa, Universidad, Sala-
manca 1998.
55. Cfr. L. ALONSO SCHÖKEL, Antología, o.c., pp. 38-43.

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SANTIAGO GARCÍA-JALÓN DE LA LAMA

contribuye a entender la función que cumplen los elementos que inte-


gran este pasaje, el sentido que posee la presencia de los mismos en el
texto.
Parafraseando las palabras con que el autor de nuestro pasaje con-
cluye el poema, desde otro punto de vista, podríamos decir también que
«ésta es la historia de los cielos y la tierra en su creación».
Santiago García-Jalón de la Lama
Facultad de Filología Bíblica Trilingüe
Universidad Pontificia
SALAMANCA

754
1 Habrá luz Habrá Las aguas La tierra Habrá Las aguas pulularán La tierra Haremos al
una bóveda se reunirán será germinadora lumbreras [para brotará hombre
de un germen separar] y serán y volará el volátil [para que domine]
y separará y aparecerá
2 Y fue así Y fue así Y fue así Y fue así
3 Y hubo luz Hizo Dios Brotó la tierra Hizo Dios Creó Dios Hizo Dios Creó Dios
Bendijo Dios
00.072 - 02. García-Jalón Est.

y les dijo:
– creced
– multiplicaos
– llenad
– someted
Les dijo Dios
04/02/2015

4 Vio Vio
Bendijo Dios,
diciendo:
11:06

– creced
– multiplicaos
– llenad
Y separó Dios Y separó Puso Dios
– para lucir
– para regir
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– para separar
5 Y fue así Y fue así
6 Llamó Llamó Llamó
7 Vio Vio Vio Vio Vio Vio
8 Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo
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