El Gita Del Reino de Los Cielos

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EL GITA DEL REINO DE

LOS CIELOS

PEDRO J CORDERO L
1
Título: EL GITA DEL REINO DE LOS CIELOS

Autor: Pedro Jesús Cordero Lurueña

Idioma: castellano

ISBN papel: 978-84-686-0206-6

ISBN : 978-84-686-0207-3

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A Lety mi esposa, con amor, por su
incondicional apoyo

A mis hijas Ana y Sophia que me


acompañaron al destierro

A mi hijo Pedro por su fortaleza.

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INDICE

Introducción 5

Capítulo primero: Sabiduría 8

Capítulo segundo: La Entrega 34

Capítulo tercero: La Forma Suprema 68

Capítulo cuarto: Devoción 77

Capítulo quinto: Los Tres Modos 86

Epílogo: Rendición 100

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INTRODUCCION

El Bhagavad Gita es el libro más relevante entre


los textos sagrados de la tradición hinduista y
forma parte de la epopeya heroica del
Mahabharata, cuya épica trata de la historia de
dos familias reales en conflicto, los Pandavas y
los Kauravas, que eran hijos de dos hermanos:
Pandú y Dritarastra respectivamente. Es la batalla
Kurukshetra, la batalla final por la recuperación
del trono, la que sirve como escenario bélico en
donde se inserta el texto del Bhagavad Gita.

Es el sagrado dialogo en donde Krishna el Señor


Supremo, aconseja a su discípulo Arjuna para
liberarlo ante sus dudas y confusiones previas a la
gran batalla. El Gita representa la principal
síntesis de la enseñanza de los Upanishads, los
más antiguos y conspicuos libros de la filosofía
hinduista. El Gita es el néctar filtrado de tan bella
y profunda metafísica.

Este relato que está basado totalmente en este


texto sagrado, no pretende ser el Bhagavad Gita
tal como es; utiliza a esta bella obra de la
literatura India como una plantilla sobre la que se
narra esta historia de vigor espiritual, en sintonía
con la Buena Nueva de la cristiandad. Extrae

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parte de la esencia del Gita y la yuxtapone al
pensamiento cristiano, dejando de lado aquellos
aspectos doctrinales que pudieran confrontar
ambos pensamientos religiosos, como puede ser,
por ejemplo, la doctrina de la transmigración de
las almas o reencarnación o la doctrina del karma
etcétera.

En su esencia espiritual el mensaje es similar, si


no es que el mismo, dejándose de lado los
aspectos doctrinales que los separan y
fusionando en la narrativa lo que realmente los
identifica. No se puede decir que esta historia es
una mutilación o alteración del Bhagavad Gita,
nace de sus palabras que se yuxtaponen al
mensaje cristiano, y así, quitando o agregando
conforme al método de la escultura y la pintura
surge la extrapolación, pero siempre flotando
sobre el texto original.

No hay en sí una trama, o esta es simple, con un


solo personaje que de pronto se ve de frente al
mensaje maravilloso del Gita, narrado en la
terminología cristiana; de ahí su nombre del El
Gita del Reino de los Cielos. Trata los puntos que
son la esencia misma del Gita y la esencia misma
del mensaje de Cristo. El Amor y la entrega a
Dios.
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Es una obra que pretende ser de inspiración
espiritual conforme al mensaje cristiano, pero que
bebe en las aguas prístinas de otras latitudes,
porque así es el mensaje misionero, mensaje que
se nutre en un origen pero que se refresca y se
recrea en el andar del peregrino.

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CAPITULO PRIMERO: SABIDURIA

Habían sido dieciocho días de franco combate en


las entrañas de la tierra, se habían ido todos los
excavadores, quedaba yo solo extenuado al
máximo, prácticamente sin aliento, pero estaba
seguro de que a un paso más adelante
encontraría la puerta secreta al interior de la
estructura, no quedaba duda, eran muchos los
indicios que así me lo hacían saber, restos que
indicaban excavaciones previas, cerámica rota de
otras épocas, y sobre todo, una profunda certeza
que crecía con cada golpe de pala y del estrépito
de la pica de excavación. La tintineante luz de la
lámpara era como un reflejo de la fe que me
impulsaba, titubeante a momentos entre saltos de
esperanza y pérdida de ánimo. Así, entre túneles
precariamente apuntalados, casi al final de tan
ardua batalla había encontrado la puerta, todo era
como una danza de sombras provocadas por esa
pequeñísima llama del mechero de fuego,
danzante ante la falta de aire y el temblor de mi
brazo, pero allí estaba, era “La Puerta Secreta”

Cuando la encontré fue el momento más


eufórico de estos últimos días, era una puerta
estrecha que conduciría a un recinto también
estrecho, quizá la parte más secreta de la
construcción en el interior de la montaña, estaba
rodeada la puerta por inscripciones en una lengua
8
desconocida, caracteres que por un lado del
marco parecían como sánscrito antiguo y por el
otro arameo, contradicción de lenguas, parecían
ejércitos encontrados, extrañas inscripciones que
vibraban con una voz silenciosa en la total
oscuridad de la cueva. Todo me invitaba a
transponer el umbral, era el momento de
encontrar la tumba tras tantos días de lucha.
Quebré los intactos sellos, moví la pesada losa
después de horas de esfuerzo y escuche el
retumbar de mi corazón como un tambor que
presagiaba un gran descubrimiento. Traspasé el
umbral y levanté la lámpara aunada a la luz de mi
casco: ¿qué es esto? ¿La tumba de quién?

La cámara estaba vacía y la puerta nunca había


sido abierta, los sellos estaban intactos, yo los
quebré, ¿por qué está vacía?, recorrí la cámara
por todos lados y ¡nada! Todo se volvía confuso y
borroso en mi mente. La euforia dio paso al
desánimo y poco a poco el desaliento se apoderó
de mí. Estaba en El Valle de los Reyes, el campo
de roca y polvo en el que yacen los protagonistas
de relatos antiguos, amigos y enemigos
recostados en el mismo polvo seco. Imperios
enfrentados descansando en el mismo suelo,
¡Vanidad de vanidades! La euforia siguió
cediendo al desanimo y una sensación de miedo
inesperado, cada vez mayor se convirtió en el
sentimiento central, no lo entendía: ¡Está maldita
esta cámara! Todo mi cuerpo temblaba y cayó la
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pica de mis manos, me sentía incapaz de
permanecer ahí por más tiempo, una sensación
de vacío llenándose de miedo invadió mi alma, la
mente me daba vueltas y entre los remolinos de
imágenes comprendía algo de aquellos
caracteres: “Oh, Kesavá, destructor del demonio
Kesí”. ¿Que podía significar aquello? No obstante
al miedo y la angustia que me invadieron entré de
de lleno a lo mas secreto de la construcción; no
había nada, solo paredes vacías sin imágenes, ni
tumba, ni muebles, ni un solo adorno, piso de
tierra y polvo, no había nada, No pude más, un
fuerte escalofrío recorrió todo mi cuerpo, sentí
nauseas. ¡No puede ser! -exclamé- la maldición
del Valle de los Reyes, me estoy intoxicando con
el aire de los muertos, sus vapores… ¡Caí en un
vacío si fin!

Perdí por un momento la conciencia, cuando


desperté escuche una extraña voz silenciosa, no
emitía sonido alguno pero la escuchaba fuerte y
claro, no sabía si en realidad estaba en mi mente
o afuera. Pensé que me estaba volviendo loco y
que en un instante había perdido la cordura, pero
esa voz me tocaba suave y despacio, me fue
llenando poco a poco. La sentía amigable, dentro
de mí, afuera, ¡que importaba! era el único
soporte que me quedaba, ante esa extraña
agonía que me cayó como una losa asfixiante. Ya
no percibía la cámara y apenas me daba cuenta

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de donde estaba; ¡solo esa voz y yo! Entonces
me habló y dijo mi nombre y allí estaba Eso.

Su Voz resonó suave y dulce: -Abandona esta


flaqueza del corazón y levántate mi querido
amigo, ¿cómo te ha llegado esta innoble
lamentación en este momento tan crucial?, no es
propia de un hombre que conoce los valores de la
vida.

Compuse por un momento mis pensamientos,


retornó la claridad de mi vista y con la escasa luz
de la lámpara observe alrededor de la sala, ¡todo
vacío!, me sentía extraño, como si estuviera
soñando, pero era claramente consciente de lo
que me rodeaba, me inquietaba el vació de la
cámara, como si todo hubiera sido un vano
esfuerzo, parecía que el sentido de las cosas se
había esfumado.

Haciendo un esfuerzo extra como forzando la


secuencia de un sueño, traté de mantener la
certeza de mis pensamientos y la conciencia de
las cosas, contesté a la extraña voz o quizás a mí
mismo: -estoy afligido y confuso, siento que el
vacio de esta cámara es el vació de mi vida. ¡Son
lo mismo!

Todo había perdido su sentido, como si estuviera


maldita la cámara; imperios de guerreros
terminados en polvo y rocas, al igual que todos
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mis anhelos: ¡en una cámara vacía! ¿Para qué
todas esas vidas sepultadas en el Valle? ¿Para
qué todo este esfuerzo? ¡El sinsentido! ¡Es el fin
de la vida!

Cayeron los propósitos, las metas y las


búsquedas, todo en lo que creía o esperaba se ha
perdido para siempre, en un instante ¿De dónde
este desaliento? ¿Qué es este vacío? Perdía
todo propósito, una terrible sensación quemaba
mi pecho, una suerte de agonía, diríase el infierno
mismo. Solo la voz era lo único dulce y suave en
ese momento y continué: -Tú eres el único
aliento en este momento, ¿Quién eres?
¡Háblame, por favor, háblame! No encuentro la
manera de apartar de mí esta pesadumbre que
me está secando los sentidos. Nada en el mundo
entero, ni en el cielo, pueden apaciguar el fuego
de la pena y el sin sentido que me quema las
entrañas. ¡Moriré, no puedo más! …y quedé en
silencio.

En medio de la obscuridad y el estruendo


emocional que poco a poco iba disipándose, la
dulce voz como la voz de Dios se manifestó con
estas palabras: -Te afliges por las cosas y por
quienes no lo merecen, tus palabras no son
palabras de sabiduría. Un sabio no siente lástima
de sí mismo por las penas y desalientos ni por los
que viven, ni tampoco por los que mueren. La vida

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y la muerte no son diferentes. Siempre tú y Yo
hemos existido juntos.

Como el Padre Eterno por amor desde la


eternidad te pensé y te engendré en mi
pensamiento; por amor, como el Hijo Eterno
desde la eternidad te llamé por tu nombre y te
engendré en mi Palabra; y por amor, desde la
eternidad como el Espíritu Infinito te hice en un
momento del tiempo y el espacio y te engendré en
Mi Acción Bendita. Tanto tú como Yo existiremos
por siempre y para siempre en el Círculo de la
Eternidad.

Al igual que el alma experimenta la infancia, la


juventud y la vejez, sin verse afectada por las
mutaciones de este cuerpo, seguirás ascendiendo
por eones de tiempo. Para el sabio no cabe duda
acerca de esto. ¡Oh, Hijo mío! El mundo de los
sentidos produce sensaciones de frío y de calor,
de placer y de dolor. Todas estas sensaciones
vienen y se van, son transitorias. ¡Elévate sobre
ellas, alma vigorosa! El hombre que no se deja
abatir por los sentidos ni por el placer ni por el
dolor, es merecedor de la Vida Eterna. Lo irreal
nunca ha existido, lo Real nunca ha dejado de
existir. La certeza de esta verdad sólo la han
podido entender los auténticos buscadores de la
verdad.

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El Espíritu es indestructible e imperecedero y
acompaña al alma que ha sido creada para vivir
eternamente, todo lo penetra. Nadie puede
destruir ese Ser Inmutable. Así, a pesar de que
este tu cuerpo tendrá un fin, habitarás en todos
los subsiguientes cuerpos que sean necesarios
según los diferentes mundos hasta más allá del
tiempo. El Espíritu es inmortal e infinito. Así pues,
participa en la lucha de la vida y levántate hijo
Mío, ¡noble guerrero!

Tanto el que piensa que el alma acompañada del


Espíritu mata, como el que cree que puede ser
muerta, ambos son ignorantes. Ni puede matar ni
puede ser muerta por nadie.

El Espíritu nunca nace y nunca muere: ¡es eterno!


Nunca ha nacido, está más allá del tiempo, del
que ha pasado y el que ha de venir. No muere
cuando el cuerpo muere. Cuando un hombre
reconoce el Espíritu como no nacido, eterno,
imperecedero, inmutable e indestructible, ¿cómo
podría este hombre matar o ser muerto? Al igual
que un hombre se quita un vestido viejo y se pone
otro nuevo, el Espíritu abandona su cuerpo mortal
para tomar otro nuevo y seguir acompañando al
alma ascendente. Ningún arma puede herir al
Espíritu, ni el fuego puede quemarlo, ni el agua
puede mojarlo, ni el viento puede arrastrarlo. Más
allá del poder del fuego, de la espada, del agua y
del viento, el Espíritu es eterno, inmutable,
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omnipresente, inamovible, y siempre uno. El
Espíritu está más allá del cambio y del
pensamiento, los ojos mortales no pueden verlo.
Reconoce que el Espíritu es lo único que
permanece y deja de temer. Aunque el alma esté
destinada irremisiblemente a ciclos de avance
una y otra vez, no deberías aún así sentirte
turbado por la tristeza. Ciertamente, todo lo que
tiene un principio ha de tener un fin. La muerte es
el final seguro para quien ha nacido. Pero es
igualmente seguro que quien ha muerto ha de
renacer en un mundo mejor. Así pues, no
deberías afligirte por lo inevitable. Alguien puede
creer en el Espíritu, como la visión de una
maravilla, y nos lo describe como tal. Mientras
que otros tan sólo han oído que es maravilloso,
pero aún habiéndolo oído, ninguno de los dos lo
conoce en verdad.

El Espíritu inmortal mora en todos los seres y la


muerte no puede afectarlo. Reponte, pues, de tu
tristeza. Por esto, piensa en tu deber y no dudes.
No hay mayor honor para una persona que
participar en la lucha de la vida siguiendo el
Sendero del Reino de los Cielos, por el
restablecimiento de la virtud.

¡Oh, Hijo, Hay una batalla que ganar en tu vida


antes de que nos sean abiertas las puertas del
cielo!

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Felices son aquéllas personas cuya actitud es
participar en esta vida. Permanece en paz, tanto
en el placer como en el dolor; en la victoria, tanto
como en la derrota, tanto si ganas como si
pierdes. Prepárate para la lucha de la vida con tu
alma tranquila. Si estás en paz contigo mismo, no
hay culpa.

Así pues, escucha la sabiduría del Reino de los


Cielos: el camino de lo Eterno que te libera de
ataduras. Ésta es la sabiduría celestial, la visión
de lo Eterno. En este camino, ningún esfuerzo es
inútil ni existe posibilidad de desgracia. Hasta el
más mínimo progreso supone liberación de tus
miedos. El único pensamiento que debe ocupar
la mente de quien anda este camino es:
¡determinación! La mente de aquéllos que no
tienen determinación desvaría perturbada por un
aluvión de pensamientos. Hay hombres que, aun
careciendo de visión espiritual, hablan
ostentosamente con versatilidad y usando
muchas palabras siguen el conocimiento al pie
de la letra y afirman que eso es todo lo que hay
que saber. Sus almas están envueltas por los
deseos mundanos y sólo buscan la satisfacción
de deseos materiales. La recompensa para éstos
no está más allá de lo que pueden ver y tocar.
Aquéllos que aman el poder y el placer, se
entregan a esas experiencias, carecen de la firme
determinación necesaria para hacerse Uno con el

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Espíritu. Ejecutan ceremonias y acciones que les
prometen poder y placeres.

El mundo con sus muchos conocimientos está


sometido a las influencias de la naturaleza. ¡Oh,
hijo Mío! Elévate y líbrate de ellos, permanece en
la Verdad que está más allá de todas las
dualidades. Ve más allá de las posesiones y las
ganancias. ¡Recupera tu propia alma en la
unidad del Espíritu! Para un sabio dotado de
visión espiritual, los conocimientos tienen tanta
utilidad como un pozo que ha sido cubierto por
una inundación. Concentra tu mente en tu trabajo
y en el conocimiento necesario, pero nunca
permitas que tu corazón se apegue a los
resultados de su esfuerzo. ¡Entrégate a la
voluntad del Padre Celestial que es camino de
perfección!

Nunca trabajes por amor a la recompensa, sino


por amor a Él, y realiza tu trabajo con constancia
y regularidad. Realiza tu trabajo en la paz del
Reino de los Cielos, lejos de todo deseo egoísta,
desapegado del éxito tanto como del fracaso. La
paz del Reino es estable y permanente pues trae
equilibrio a tu mente. La acción realizada en la
sabiduría del Reino es muy superior a cualquiera
otra realizada con fines interesados. Tu salvación
está en la sabiduría. ¡Qué desgraciados son
aquéllos que trabajan por una recompensa y no
por la Voluntad del Padre Celestial! La Voluntad
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del Padre es perfecta, nacida de su Amor Eterno.
La sabiduría lleva al hombre más allá de todas las
cosas de este mundo siguiendo la Voluntad del
Padre.

Encuentra pues la sabiduría en el sendero del


Reino de los Cielos ¡Es sabiduría en acción!

Los sabios conocedores de la auténtica sabiduría


ejecutan su trabajo desapegados de su
recompensa, entregando todos los resultados en
las manos del Padre. Y libres así de la esclavitud,
obtienen con seguridad la salvación. Una vez que
hayas cruzado el profundo océano de la ilusión
del mundo, estarás más allá de lo que hay
escrito en cualquier escritura, ya sea de tiempos
pasados o los que han de venir. Cuando tu mente
esté confusa por las controversias de tantas
escrituras contradictorias, deberás concentrarla
en la contemplación divina, allí en lo secreto, en
donde mora el Espíritu de tu Padre. ¡Así!
¡Alcanzarás la Meta Suprema del Reino de los
Cielos!

Habiendo retomado la calma pregunte: -¡Oh, Tú!


¿Cuáles son las características que permiten
reconocer a un hombre sabio, dotado de visión
divina? ¿De qué modo habla? ¿Cuál es su
silencio? ¿Cómo actúa?

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Me respondió con una sonrisa que no veía pero la
sentía en todo mí ser: -Cuando un hombre se
libera de todos los deseos que anidan en su
corazón, y por la fe y la gracia de Dios encuentra
la dicha divina, entonces su alma descansa
definitivamente en paz. El que no es perturbado
por las penas ni anhela las alegrías, ya
desapegado de los placeres y estando más allá
de la pasión, es un sabio de mente equilibrada.
Quien no se regocija en la fortuna y los bienes, ni
se apena en el infortunio o la enfermedad, aquél
que donde quiera que esté, está libre de ataduras,
y sin dudas, se regocija en lo secreto y así posee
la suprema sabiduría. Quien, al igual que la
tortuga que retrae sus miembros al caparazón,
vierte su conciencia hacia dentro, replegando sus
sentidos de atracción que ofrecen los placeres
externos. Así, en la búsqueda del Espíritu, posee
ecuánime sabiduría.

Cuando un hombre repliega sus sentidos los


placeres desaparecen, pero no el deseo de
tenerlos. Éstos sólo desaparecen cuando el alma
ha obtenido la visión de lo Supremo. La
impetuosa voluptuosidad de los sentidos arrastra
a la mente hacia las cosas externas, perturbando
así a los hombres sabios, buscadores de la
perfección. Hay que retraer la conciencia de los
sentidos y verterla en la armonía interior con
meditación y con devoción, de tal manera que el
alma encuentra descanso en Mí. Cuando los
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sentidos están en armonía, se obtiene la serena
sabiduría.

El apego surge del deleite en los placeres de los


sentidos, del apego surge el deseo y del deseo la
lujuria y el ansia de posesión, y esto conduce a la
pasión y a la ira. La pasión turba a la mente y
merma la memoria, haciéndonos olvidar nuestro
deber. Esto acarrea la insensatez, y la insensatez
lleva al hombre a la destrucción. Pero el alma
que a pesar de estar en el mundo de los sentidos,
mantiene sus sentidos bajo control entregándose
a hacer la Voluntad del Padre Celestial está libre
de apego y descansa sereno en la ciudadanía del
Reino. En esta paz mental, toda tristeza o
sufrimiento desaparecen, pues esa paz es
sabiduría y en ella el corazón encuentra sosiego.
Un hombre sin disciplina, jamás obtendrá
sabiduría ni tampoco contemplación. Sin
contemplación y adoración no puede haber paz, y
sin paz, ¿cómo puede haber gozo?

Cuando la mente vaga tras los placeres de los


sentidos, la pasión perturba su sabiduría, igual
que el viento empuja un cascarón sobre las
aguas. El hombre que se entrega hacer la
Voluntad del Padre aparta sus sentidos de los
placeres externos y obtiene serena sabiduría.

Cuando es noche para los demás seres, el


hombre disciplinado despierta a la Luz. Y lo que
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es día para los demás seres, para el sabio, es
noche. Al igual que todas las aguas fluyen hacia
el océano, y no por eso el océano se desborda, el
sabio, aunque le surjan deseos, permanece en
unidad inquebrantable con el Padre Celestial en
su paz interior. El hombre que abandona el orgullo
de la posesión, libre del sentimiento del “yo” y de
“lo mío”, alcanza la Paz Suprema. Este es, ¡oh
Hijo mío!, el hombre que descansa en Dios. Al
reconocer al Padre desaparece toda ilusión,
aunque esto ocurriese en el último momento de la
vida de un hombre sobre esta tierra, éste puede
alcanzar al Supremo: ¡este hombre encontrará
paz en la Unión con Dios!

¡Oh, Maestro!, contesté: -Si tu enseñanza es que


el Reino de los Cielos es superior a las acciones
de este mundo, ¿cómo entonces me pides que
permanezca y actúe en el mundo en las luchas de
la vida? En esta contradicción de tus palabras, mi
mente se confunde. ¡Aclárame!, ¡Te lo ruego!,
¿por qué camino puedo comprender esto?

El Maestro sonriente en esa voz interior contestó:

-Antes te he hablado del camino de la sabiduría


del Reino de los Cielos, conoce ahora el camino
de la acción al servicio del Reino.

¡El desapego a la acción no es alcanzable


mediante la pasiva inactividad!
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Ni la suprema perfección es alcanzable por el
mero aislamiento de la acción en el mundo. Pues
el hombre no puede estar inactivo ni por un
momento. Todo es impulsado a la acción
irremediablemente por las fuerzas de la
naturaleza. Aquél que se abstiene de actuar en
este mundo y se aísla, mas no aparta su mente
de los placeres del mundo, vive en la ilusión y es
un falso seguidor del camino. Pero aquél que,
manteniendo todos sus sentidos bajo control y
libre de apego, se entrega “al camino de la Acción
al servicio del Reino”, de la acción sin apego,
éste es un gran hombre en verdad. ¡Realiza tu
tarea en la vida! Porque la acción es superior a la
inacción. Ni siquiera el cuerpo podría subsistir, si
no hubiese actividad vital en él. En este mundo
somos esclavos de la acción, a menos que ésta
se convierta en adoración. Realiza tus acciones
con pureza, libre de la esclavitud al deseo: ¡Se
impecable!

Así lo hizo saber el Creador cuando hizo al


hombre y sus obras como adoración:

“Adorándome con tus obras, se multiplicarán y


colmarán todos tus deseos”, dijo.

Así complacerás al Creador y El te complacerá a


ti. Y en esta armonía con El, podrás alcanzar al
Supremo. Satisfecho El Creador por tu sacrificio,
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te colmará todos tus deseos. Sólo un ladrón goza
de sus dones y nos los ofrece en sacrificio. Los
santos que comen de los alimentos que son
ofrecidos al Señor, quedan libre de deuda. Mas la
gente mundana hace fiestas para gozar de la
comida, y de este modo quedan atados. El
alimento da vida a los seres, y éste proviene de la
lluvia caída del cielo. El sacrificio en ofrecimiento
atrae la lluvia del cielo, es una Acción Sagrada.

La Acción Sagrada, tal y como te la describo, se


ofrece a lo Eterno. Y lo Eterno es Dios, el que
todo lo penetra; por lo cual, siempre está presente
en todo sacrificio ofrecido, en toda acción ofrecida
a la Voluntad del Padre celestial. ¡Ofrécelo todo!

Éste es el ciclo de la “Rueda de la Ley”, en


continuo movimiento, y en vano vive el hombre
que malgastando su vida en los placeres no
ayuda a este ciclo de perfección en crecimiento.
Pero el hombre que se deleita en el Espíritu, y en
Él encuentra su satisfacción y su paz, ese hombre
está más allá de las leyes de la acción. En
verdad, está más allá de lo que se ha de hacer y
de lo que no se ha de hacer, y para realizar su
trabajo ya no necesita depender de la ayuda de
los seres mortales. Por lo cual, actúa sin apegos
y realiza el trabajo que se deba hacer, pues el
hombre cuyo trabajo es puro obtiene sin duda al
Supremo. En el Reino de los Cielos se alcanza la
perfección siguiendo el camino de la acción de
23
acuerdo a la Voluntad del Padre Eterno.
Considera siempre el bien como tu meta y realiza
tu tarea en esta vida. En las obras de los mejores
hombres, los demás encuentran su ejemplo a
seguir. El sendero por donde andan los hijos del
Reino se convierte en una guía para el resto de la
humanidad.

¡Oh, hermano! no hay nada que Yo deba hacer en


todos los mundos, pues míos son. No hay nada
que tenga que conseguir, porque lo tengo todo.
Sin embargo, aún así actúo. Porque si Yo no
estuviese en continua acción de un modo
incansable, los hombres que ahora viven
siguiendo los muchos y diversos caminos
adoptarían la pasiva inacción. Si yo no hiciera Mi
trabajo, estos mundos serían destruidos. Se
originaría un gran caos y todos los seres se
extinguirían. Al igual que el ignorante ejecuta sus
acciones apegado al resultado de ellas, el hijo del
Reino trabaja desinteresadamente para el bien de
toda la humanidad.

El sabio no debe ofuscar la mente de los


ignorantes que actúan apegados al resultado de
sus acciones, más bien, debe ejecutar sus
acciones con desapego y devoción entregado a la
voluntad del Padre Celestial y así estimularlos a
que hagan lo mismo siguiendo su ejemplo.

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En este mundo temporal todas las acciones
suceden por intervención de las fuerzas de la
naturaleza material, Mas el hombre, se engaña y
piensa “Yo soy el hacedor.” Pero el conocedor de
la relación entre las fuerzas de la naturaleza y las
acciones manifestadas, sabe que algunas fuerzas
trabajan sobre otras y que siempre prevalece la
Perfecta Voluntad del Padre. Libre entonces de su
esclavitud, ya no pretende ser el hacedor sino el
siervo fiel.

Aquéllos que viven sometidos a la ilusión de la


naturaleza se ven afectados por sus influencias.
Más no perturbéis al ignorante que aún no puede
verlo. Ofrécele al Padre Eterno tus acciones y
deposítalas en El Supremo. Libre de
pensamientos egoístas y esperanzas banales,
lucha, sintiendo la paz en tu interior. Todos
aquéllos que sigan mi doctrina y tengan fe en Mí,
realizando su trabajo con pureza y buena
voluntad, definitivamente encuentran la libertad
del Reino de los Cielos. Pero todos aquellos
hombres ciegos que no siguen mi doctrina y
actúan con maldad, guiados por su mente
confusa, perdidos están en las tinieblas del
mundo. Al igual que todos los seres siguen el
orden de la naturaleza, también el sabio actúa de
acuerdo con los impulsos de su propia naturaleza
ofreciéndolos en adoradora entrega a la Voluntad
del Padre Celestial. ¿Qué necesidad hay de
desobedecer a la naturaleza?
25
El odio y la ansiedad por las cosas de este
mundo provienen de la ceguera del hombre. Malo
es caer bajo estas dos influencias, pues son los
dos enemigos del que recorre este camino.
Aunque tu trabajo sea humilde, realízalo sin sentir
preferencia por trabajos más importantes.

¡Morir cumpliendo nuestro deber, entregados a la


Voluntad del Padre es la vida; mientras que vivir
envidiando el de otros es la muerte!

Pregunté como un discípulo, en esa extraña


quietud de la cámara secreta: -¡Oh, Maestro!
¿Qué misterioso poder empuja al hombre a actuar
bajo el yugo del mal y la maldad, haciendo cosas
que conoce y sabe que están mal, que rompen la
armonía y dañan a los demás, incluso sin
quererlo, como si no tuviese voluntad?

El Maestro sonriente contestó: -La ansiedad y la


ira, que surgen de la pasión, son fuente de
maldad y foco de destrucción, reconócelas como
enemigas del alma. El deseo sometido a la
pasión está lejos de la Voluntad del Padre y es
divergente a Él, que es perfección. La ansiedad y
la ira frutos de la pasión conducen al error, lo
oscurecen todo, al igual que el humo oscurece el
fuego y el polvo impide que el espejo refleje la
imagen; al igual que el feto está cubierto por su
envoltorio, el deseo divergente al Padre que es
26
Todo Amor y Perfección enturbia la sabiduría, es
el constante enemigo del sabio.
Al igual que el fuego toma infinitas formas, lo
mismo hace el deseo, y aún así, no puede
encontrar satisfacción. El deseo encuentra cobijo
en los sentidos y la mente del hombre y así se
enturbia la sabiduría, produciéndose la ceguera y
el error del alma. Así pues, nuestro único deseo
es hacer la Voluntad del Padre Celestial en este
mundo y en el otro, es un camino de perfección
seguro.

¡Oh, Amigo! Controla tus sentidos, eliminando tus


deseos que no convergen con la Voluntad
Celestial; pues son los destructores de la
sabiduría y la visión espiritual.

¡Enorme! se dice, es el poder de los sentidos.


Pero aún más poderosa que los sentidos es la
mente. Y aún más poderosa que la mente es, la
razón. Pero aún más grande que la razón es el
Espíritu, que habita en todos los hombres y en
todo lo que existe. Conoce pues a Aquél que está
en lo secreto por encima de la razón, y deja que
Su Paz te dé paz. Sé un auténtico hijo del Reino y
domina el deseo, que es el más poderoso de los
enemigos del alma. Que tu único deseo sea
seguir la Voluntad de tu Padre Celestial, sigue su
camino y se perfecto como tu Padre es perfecto,
entregando todas tus acciones a su Santa

27
Voluntad. ¡Así se inicia el camino de la
perfección!

Ya antes he revelado este conocimiento y este a


su vez pasa de padres a hijos, pero sobreviniendo
la decadencia los hombres tienden a olvidarlo,
más hoy, este conocimiento eterno te está siendo
revelado por Mí. Por tu amor por Mí y porque soy
tu amigo, te revelo este Secreto Supremo en lo
más secreto de tu alma.

Atónito le increpe: -No entiendo que quieres


decirme cuando proclamas: <<Yo antes he
revelado este conocimiento y este a su vez pasa
de padres a hijos>>

Replicó la voz dulcemente: -¡Oh, Amigo! Yo lo he


manifestado muchas veces. A pesar de que
nunca nací, pues soy eterno e imperecedero, soy
el Señor de todo; por medio de mi maravilloso
poder, vengo a este mundo manifiesto. Siempre
que el bien decae extinguiéndose poco a poco,
predominando en su lugar la maldad y el orgullo,
Mi Espíritu se manifiesta en forma humana sobre
esta tierra, para salvar a aquéllos que hacen el
bien y destruir a aquéllos que actúan con maldad,
para así restablecer el reino de la Verdad, Yo
vengo a este mundo era tras era. Aquél que me
reconoce como Dios y me adora con sus obras,
se liberará de la muerte y después que abandone
su cuerpo físico, ciertamente, vendrá a Mí.
28
Todos aquéllos que con confianza han venido a
Mí, han quedado llenos de mi Espíritu y mi Paz
les ha librado de la esclavitud a las pasiones, los
miedos y la ira; purificándose así en el fuego de la
sabiduría. Según la manera en que los hombres
se abren a Mí, así Yo me muestro a ellos. Tal y
como me aman, Yo les amo. Pues, aunque
muchos son los senderos del hombre, finalmente
todos llegan a Mí.

Aquéllos que buscan placeres y poderes en esta


tierra ofrecen sus obras a los dioses de la tierra.
Pues las obras que los hombres hacen en este
mundo traen rápidamente éxito y poder. Yo estoy
más allá de las acciones: ¡Soy Eterno e
Inmutable! La naturaleza de las acciones no me
afecta, ni percibo preferencia por sus frutos, pues
libre estoy de deseos. El que así Me reconoce,
sabiendo que es verdad, encuentra libertad en su
trabajo cualquiera que este sea. Conocedores los
hombres de estas verdades, en la antigüedad,
con su trabajo encontraban la liberación. Haz tú
lo mismo, realiza tu trabajo en esta vida, con el
mismo espíritu que aquéllos realizaron el suyo.

¿Qué es la acción? ¿Qué es la inacción? ¿Cómo


dejar las cosas del mundo sin dejar de actuar?

Incluso hasta el sabio se confunde con esto y no


ve la diferencia. Te enseñaré la Verdad que hace
que una acción sea correcta, y esta Verdad te
29
hará libre. Así sabrás qué son la acción y la
inacción verdaderas. Al mismo tiempo,
reconocerás qué es una acción incorrecta.

El hombre que trabaja en silencio y que sabe que


el silencio es trabajo, sin duda es un iluminado y
en su trabajo encuentra paz en verdad. Aquél que
ve la inacción en la acción y la acción en la
inacción es sabio entre los hombres. Aquél cuyas
intenciones están libres del apego por los
resultados de sus actos las ofrece al Padre
Celestial.

Un hombre tal, que ha renunciado al fruto de sus


acciones, habiendo abandonado el apego a los
frutos del esfuerzo, siempre conforme y libre de
dependencias, siempre contento:

¡Él no hace nada aunque esté ocupado en


acciones!

Sin esperar nada a cambio, él actúa solamente


con su cuerpo, manteniendo su mente bajo
control, entregando todo lo que tiene con amor; de
este modo, él queda libre de ataduras. Se
conforma con cualquier cosa que el destino le
depara, pues está más allá de la dualidad de este
mundo. Se muestra ecuánime tanto en el éxito
como en el fracaso, sin ningún síntoma de envidia
o celos. Sus acciones no le atan:

30
¡Esto es liberación!

Su mente ha encontrado paz en la sabiduría, la


Paz del Reino y está libre de toda atadura, sus
obras son actos de amor devocional. Las
acciones de un hombre así son perfectas aunque
contengas errores, ¡Porque Él Señor la purifica!

Quien ve a Dios en todo lo que hace, en verdad


llega a Dios. A Dios dirige su adoración, y a Él
hace sus ofrendas, ofrecido en el fuego de la
Voluntad Perfecta del Padre Celestial.

Hay hombres que ofrecen sus sacrificios por algo


a cambio, pero no hay más alto sacrificio en este
mundo, que aquél que ofrece su propia alma para
ser consumida en el fuego del Amor de Dios.

Para experimentar el fuego de la Armonía Interior,


algunos recogen sus sentidos exteriores,
valiéndose de la meditación. Mientras que otros
se valen de la mente para entregarse al fuego de
los sentidos externos. Otros, incluso entregan su
aliento vital, al igual que sus capacidades, en el
fuego de la Unidad Interior. Otros, fieles a votos y
austeridades, ofrecen sus posesiones y riquezas y
hacen mortificaciones o prácticas de sacrificios, o
estudian las sagradas escrituras acorde a sus
propias capacidades y conocimientos. Algunos
practican el control de la respiración y ofrecen su
aliento buscando la armonía y paz. Y hay otros
31
que regulan su alimento y ofrecen su vida misma.
Todos ellos saben lo que es el sacrificio, y por
medio de él se libran de impurezas. A aquéllos
que no ofrecen su vida en sacrificio, no les
pertenece ni este mundo ni el que haya de venir.
Mientras que aquéllos que se alimentan de lo
ofrecido a Dios llegan al Reino Celestial.

El sacrificio del Conocimiento es superior al


sacrificio de los objetos, así la sabiduría se vuelve
la meta a la que conducen todas las acciones
santas, ¡Oh querido amigo! Date cuenta como
por la total entrega, por su reflexión y por el
servicio, los hijos del Reino realizan la Verdad y
alcanzan el conocimiento. Verás que todo está en
tu corazón, y que tu corazón está en Mí. Incluso,
si hubieres sido el más grande pecador de todos
los pecadores, aún así cruzarás fácilmente sobre
todos los pecados por la barca del conocimiento y
con toda seguridad podrás cruzar el océano de la
ilusión y la maldad.

Igual que el flameante fuego reduce el


combustible a cenizas, ¡Oh hijo Mío!, así hace el
Fuego del Conocimiento que reduce a cenizas
todas las acciones. Porque no hay nada más puro
que este Conocimiento. Ponte en contacto con el
conocimiento del Reino de los Cielos y el te
purificará. Vive en armonía interior y realiza la
Verdad que está dentro de ti en lo secreto de tu
corazón. Sólo el hombre de fe es el que alcanza
32
el Conocimiento. Pues vive en armonía y su fe es
su vida. Quien recibe el Conocimiento y practica
su entrega al Supremo, pronto alcanza la Paz
Suprema.

Aquél que cuida con amor su ciudadanía celestial


en lo más secreto de su existencia y se entrega a
la Voluntad del Padre Celestial hace que sus
acciones sean puras y perfectas como lo es el
Padre Eterno y estará siempre libre de las
ataduras que crean las acciones egoístas.

Así pues, oh Amigo mío, destruye con la espada


del Conocimiento las dudas que nacen de la
ignorancia que habita en tu corazón. ¡Levántate!

33
CAPITULO SEGUNDO: LA ENTREGA

Todo quedó en silencio, la pequeña luz de la


lámpara iluminaba tenuemente el recinto, camine
no se cuanto tiempo en esa cámara vacía, había
recuperado el control de los sentidos y todo
parecía más claro como nunca en mi vida. Me
senté en un rincón y comencé a pensar en lo
ocurrido, mi mente trabajaba rápido y ahí estaba
sentado pensando en algo que no hubiera creído
unas horas antes: El Reino de los Cielos está
intrincado con la Voluntad del Padre Eterno y
seguir su voluntad es un camino de perfección y
conocimiento, porque su voluntad es perfecta
nacida de su amor eterno y por lo tanto debe ser
buena. El Padre Celestial expresa su voluntad
por dos caminos, según lo veo: En la Emanación
Impersonal de su energía controlada que da
origen a todas las leyes cósmicas impersonales
en evolución constante hacia la perfección, no
obstante pareciera contradictorio hablar de
voluntad en lo impersonal; mientras que por otro
lado, en forma Personal en la “Ley de la
Misericordia” que alcanza a toda su creación,
relacionándose con ella personalmente en todo
momento en intimidad amorosa. Diríase: “El
Circulo del Amor”. ¡No estoy solo!, ¡Nunca lo he
estado! ¡Grandiosa conclusión! Me acurruqué aun
34
más en el rincón de la cámara secreta y continué
con mis cavilaciones: ¡No estamos solos!

Converger con su voluntad es converger con la


perfección, ahora creo entender aquello de: «sed
perfectos como mi Padre Celestial es perfecto»
Siempre había pensado que era una quimera, un
imposible del cristianismo, ¿Cómo puede alguien
ser perfecto…y más aun como Dios? Ahora
puedo entender también aquello de: «No todo el
que me diga: “Señor, Señor, entrará en el Reino
de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi
Padre ». Convergiendo en todo momento, aunque
las cosas no parezcan estar bien, a fin de cuentas
lo estarán, porque Él es Perfecto. Si dejamos de
converger con su voluntad estaremos sujetos al
error y cuanto mayor sea la divergencia, mayores
serán las aflicciones y las posibilidades de
extraviarnos y vivir en la obscuridad, así de
simple. Di un salto y me puse de pie, ¿Qué sigue?

Un relámpago de luz estalló dentro de mi cabeza


como si hubieran roto una nuez con un martillo,
sentí como si el resplandor brotara por mis ojos e
iluminara todo el recinto, todo comenzó a dar
vueltas en un veloz vértigo, creí que iba a perder
la conciencia, pero logré mantenerla intentando
sujetarme de algo o percibir algún objeto, sentí
35
que flotaba en un vacío sin lleno de luz; estaba
consciente, sabía de mí por lo menos. Y de nuevo
escuche esa voz:

-Tanto el camino de la renunciación, como el


camino de la acción desinteresada, nos llevan al
estado de la Dicha Suprema. Sin embargo, de los
dos, es mejor el camino de la acción
desinteresada y sin apego que el de la simple
renuncia. El verdadero renunciante es aquél que
nada desea y que nada aborrece pero permanece
en la acción desinteresada. Aquél que no se ve
afectado por la dualidad, pronto ha de encontrar
su liberación. Aquel que no es sabio considera
que la renunciación opuesta a la acción es la
correcta adoración a Dios y que basta con
aislarse del mundo y de toda actividad.

¡Pero sin entrega al Padre no es suficiente!

Cuando uno se entrega con toda su alma a uno


de estos dos caminos y con amor al Padre, con
seguridad alcanza la meta a la que ambos
conducen. Aquéllos que siguen la vida de
renuncia logran la misma victoria que los que
actúan con desapego dentro del mundo. Entiende,
pues, que el sabio es aquél que no hace
diferencias entre la renunciación y la acción con
desapego entregado a la Voluntad del Padre.
Tanto la renunciación como la acción con
desapego coexisten con la Voluntad Celestial.
36
Pero que te sea claro, sin practicar la entrega a la
Voluntad del Padre Celestial el camino de la
renunciación es imperfecto.

Cuando un sabio logra entregarse a la acción


desinteresada y libre de apego, entregado a la
Voluntad del Padre pronto ha de alcanzar la unión
con Dios. Las acciones no pueden atar al hombre
de corazón puro, que tiene sus sentidos en
armonía y ha entregado su voluntad a la fuerza
que le da la vida, su Padre Celestial, que es el ser
que está en todas las entidades vivientes. Su
alma vive en la conciencia de unidad con todo lo
que existe.

El hombre que está en armonía y que ha sido


iniciado en la visión interior de la verdad, con
certeza piensa: “Yo no hago nada” Pues cuando
ve, huele, toca, u oye; o come, duerme, anda, o
respira; o cuando habla y toma las cosas o las
suelta, incluso cuando abre o cierra sus ojos, él
siempre recuerda: “Son tan sólo los sirvientes de
mi alma que, siguiendo sus órdenes, ejecutan
acciones”. Ofrece a Dios todas sus acciones, y
realiza tu trabajo libre de todo deseo egoísta. Así,
libre estarás del alcance del pecado al igual que
las aguas pantanosas no pueden alcanzar las
hojas del loto, pues siempre flotará sobre ellas.
Las acciones de un auténtico hijo del Reino
buscan únicamente cumplir la Voluntad del Padre
Celestial purificando así su alma, él aparta de sí
37
todo deseo egoísta. Tan sólo son su cuerpo, o sus
sentidos, o su mente, o su razón, los que ejecutan
las acciones.

El hijo devoto del Reino que renuncia al fruto de


sus acciones, consigue la Paz Eterna. Por el
contrario, el hombre que acuciado por sus
deseos y carente de devoción, busca la
recompensa de sus acciones, de este modo se
encadena a la esclavitud del fruto de sus propios
actos. Aquel que ha entregado su mente
desapegándola de todo resultado y que descansa
en la dicha de la paz jamás actuará por egoísmo,
ni conducirá a otros a actuar así.

El Señor del Universo está más allá de las


acciones de este mundo y la actividad que éste
genera. Está más allá del resultado de las
acciones. Sin embargo, la naturaleza continúa su
trabajo con admirable perfección. Las malas o
buenas acciones de los hombres no son obra de
Dios. Cuando la sabiduría en los hombres es
oscurecida por la ignorancia, ésta les hace
descarriarse de la Voluntad del Padre. Pero la
sabiduría del Espíritu interior puede descorrer los
velos de la ignorancia de los hombres que, debido
a la carencia del Conocimiento, se hallan sumidos
en la oscuridad.

38
La sabiduría del Conocimiento se revelará dentro
de los hombres como un sol radiante y en su
resplandor ellos podrán ver al Supremo.

Concentrando sus pensamientos en El Padre y


haciéndose uno con Él, encontrarán su morada
eterna con Él. El será el final de su viaje.
Arribando a aquella orilla de la que nunca se
vuelve, pues han sido purificados por la sabiduría
y están libres de pecado. El amor que sienten los
hijos del Reino es ecuánime y universal, no hace
diferencias entre un magistrado austero y sabio y
una vaca o un elefante, o un perro, o incluso
aquellos que comen carroña. Aquéllos cuyas
mentes están siempre en serena entrega ya han
hecho de su vida un triunfo en esta tierra. Dado
que Dios es Uno y siempre puro, al hacerse uno
con Él los reviste de todos sus divinos atributos.

El hijo del Reino ve a al Padre y mora en El


Padre. Habiendo apartado de sí toda ilusión, su
mente está en perfecta calma. Una vez alcanzado
este estado, ni el placer ni el dolor pueden
estremecerlo. Ya no está apegado a las cosas
exteriores, pues dentro de sí, él encuentra toda la
alegría. Su gozo es constante y eterno, pues su
alma ya ha alcanzado la unión con Dios.

El sabio nunca buscará el gozo en las cosas de


este mundo, pues los placeres que reportan son
tan sólo el presagio de los sufrimientos que luego
39
han de venir. Todo es transitorio, igual que viene
se va. Pero aquél que antes de abandonar este
mundo, estando aún en este cuerpo físico,
consigue superar los impulsos del deseo y la
pasión, es un auténtico hijo del Reino y su dicha
es permanente. Una vez que le ha sido revelada
la Luz Interior, su alegría y su dicha provienen de
ese íntimo y secreto lugar. Con seguridad este
hijo alcanza la “Isla Eterna del Paraiso” y
haciéndose uno con Dios, ha de morar en ella
para siempre. Aquellos santos ya libres de
pecado, cuyas almas han superado toda duda y
se encuentran en armonía, pronto alcanzan al
Padre, y su gozo es tal, que se hace
incomparable. Porque para aquéllos cuyas
mentes están en calma, y cuyas almas han
encontrado la armonía de la Verdad, la Belleza y
la Bondad, les espera la Paz de Dios como
regalo. Una vez que han conocido su propia alma
y encontrado el Espíritu residente del Padre en su
interior están libres del deseo y toda pasión.

El hijo del reino, que en silencio y en un lugar


recogido revierte su conciencia, aislando sus
sentidos del mundo exterior, y reposando su vista
interior en lo más secreto de su mente y corazón
encontrará al Padre Celestial como su fuerza vital.
Apartando de sí el miedo, el deseo y la pasión,
mantiene su alma en silencio antes de alcanzar la
libertad final. Él reconoce al Ser Supremo como
el Experimentador de todos los actos que son
40
como ofrendas en sacrificio. Reconoce al Padre
como el Soberano, Señor de todos los mundos y
el Amigo de todos los seres creados.
Reconociéndole así, obtendrás la paz eterna.

Aquél que realiza sus deberes sin apego a su


fruto, es el verdadero renunciante al tiempo que
es el amigo servicial. Es necesario entregarse en
pensamiento, palabra y obra a la Voluntad del
Padre para ser un hijo del Reino y conocer que el
camino es el camino de la acción, más cuando
llega a su destino, llega a la tierra de reposo y
paz. El es el verdadero renunciante. Sólo cuando
él ha entregado su voluntad alcanza las alturas
del Reino y desapegado así de las actividades se
encuentra libre de las consecuencias y
dependencias mundanas.

Así pues, ¡levántate oh hijo! Y beneficiándote de


la ayuda de tu Espíritu: ¡Eleva tu alma!

No seas más un alma caída, pues al igual que tu


alma puede ser tu amigo, igualmente puede ser tu
enemigo. El alma es fiel amiga del hombre
cuando ha sido conquistada por el Espíritu. Para
un hombre carente de voluntad que aún no ha
conquistado su alma, ésta puede convertirse en
su propio enemigo. Sólo cuando el alma
encuentre la paz, él verdaderamente se habrá
unido a Dios.

41
Tanto si hace frío como calor, en el placer tanto
como en el dolor, tanto en la gloria como en la
desgracia, él siempre permanece unido a Él.

Un ligero temblor recorrió mi cuerpo que parecía


suspendido en aquel abismo indecible, y continuó
la sutil voz: -Aprende ahora el camino de la
meditación:

El hijo del Reino que está satisfecho con el


conocimiento y la sabiduría del Padre en lo
secreto, quien ha conquistado a los sentidos, para
quien un puñado de tierra, un pedazo de piedra y
el oro son lo mismo, se dice que está en armonía.
Quién tiene su mente igual y con ecuanimidad
contempla a sus parientes, amigos y enemigos, al
igual que a los desconocidos, los que le muestran
indiferencia, e incluso a aquéllos que le odian. Él
ve a todos iguales desde ese estado de paz
interior.

El hijo del Reino debe con constancia mantener la


mente firme, permanecer sereno con la mente y el
cuerpo controlado; libre de avaricia debe
dedicarse con anhelo al recogimiento espiritual en
su solitario retiro interior, en su lugar secreto.
Teniendo su mente bajo control sin esperar nada
ni desear nada, se recogerá en sí mismo en su
habitación privada y una vez preparado un lugar
tranquilo y cómodo se entregará en adoración y
oración al Padre Celestial. Con la mente serena,
42
sin temor, firme en su adoración, habiendo
controlado la mente, ha de descansar en Mí, su
Padre Eterno teniéndome como su Meta
Suprema.

El hijo del Reino que tiene su mente bajo control y


vive de esta manera obtiene la Paz de Mí. El
camino del Reino, ¡oh hijo mío! Es armonía; no
cosechan los frutos aquellos que comen en
exceso o ayunan en demasía, ni los que apenas
duermen o duermen demasiado. Esta armonía ha
de encontrarse tanto en la comida como en el
descanso, en el sueño tanto como en la vigilia. La
conciencia de perfección ha de llenar todos
nuestros actos. De este modo, el Reino de los
Cielos se convierte en un bálsamo que nos trae la
paz en medio de cualquier tipo de sufrimiento.

El hijo del Reino con su mente en silencio,


descansa en reposo en comunión con el Espíritu
de su Padre Celestial. Queda inmediatamente
libre de los insaciables deseos, sólo entonces se
goza de la Unión con Dios.

El hijo del Reino que recogido en sí mismo, se


haya absorto en la contemplación de la Luz
interior, ha hecho de su alma una lámpara cuya
luz, al abrigo del viento, permanece inalterable sin
la mínima oscilación. Con la mente en quietud y
sosiego en la inalterable contemplación en Unión
con Dios, así por su gracia, obtiene la visión de la
43
donación del Espíritu de su Padre Celestial allí en
lo secreto, experimentando dicha plena. De este
modo conoce el auténtico buscador e hijo del
Reino la dicha de la eternidad que está fuera del
alcance de los sentidos. Ahí se queda y ya jamás
se aparta de la Verdad. Esta visión interior está
más allá de la razón. No hay nada más valioso
que esto; así firme, ni aún el dolor más intenso
podría hacerlo vacilar.

¡Para tener éxito en la práctica de esta unión,


hace falta tener fe, y una fuerte determinación en
el corazón!

El hijo del Reino usando su fuerza de voluntad


con firmeza, llegará poco a poco a la Paz de
Espíritu, disolviendo todos sus pensamientos en
el silencio interior. Se retraerá de cualquier cosa
que sea causa de que la inquieta y voluble mente
divague y se aparte del Espíritu, y la traerá de
vuelta bajo el control del Amor del Padre Eterno.
Sólo de este modo llega el hijo del Reino al Gozo
Supremo que habita en su corazón, cuando en
paz y carente de pasiones, limpio de pecado, se
entrega a la unión absoluta con Dios.

De este modo, consagrándose sin pausa a la


unión interior, el hijo del Reino obtiene con toda
seguridad el goce Infinito de la comunión con
Dios. Con la mente armonizada por la unión
divina, él ve al Padre habitando en todos los
44
seres, y a todos los seres en Él; él ve lo mismo
dondequiera. Ésta es la consciencia en la que
vive el hijo iluminado. ¡Una visión de total unidad!
Y cuando él Me ve en todo y ve todo en Mí:

¡Yo ya nunca le abandono y él nunca Me


abandona a Mí!

Aquél que en su amor entregado, logra amarme


en todo lo que ve, donde quiera que este hombre
viva, este hombre vive en Mí constantemente, sea
cual fuere la condición de su vida.

Quien, reconociendo la Unidad Universal del


Padre Eterno, ve con imparcialidad la misma
esencia en todo los seres, solidarizándose con
ellos tanto en la alegría como en el sufrimiento,
en verdad, éste es el más grande de los hijos del
reino.

Quería articular alguna palabra pero no podía


hacerlo, intenté moverme pero me resultó inútil,
estaba inmerso en la profundidad de lo
escuchado. Hice un gran esfuerzo para articular
alguna palabra y fue en vano. Pronto se
asomaron las dudas, traté de calmarme y
pregunté con la voz de mi alma: -No veo que
pueda haber una continuidad permanente en esta
unión con lo divino, debido a la inquietud de la
mente, ahorita mismo, en un instante perdí el
sosiego de mi alma y la ecuanimidad que tu dulce
45
voz me había inculcado. Siendo la mente tan
voluble e incontenible, debido a su actividad sin
descanso, es muy difícil encontrar paz. Me hablas
de unidad, pero la mente es inconstante, nunca se
para, impetuosa, difícil de domar. Tomar control
sobre mi mente me parece tan difícil como
apaciguar los poderosos vientos.

Sentí de nuevo un ligero temblor o vibración, era


más como una briza que penetraba mi cuerpo en
ese extraño vació lleno de luz que me envolvía y
penetraba todo mi ser, era como una melodía que
se orquestaba en todas las células de mi cuerpo,
incluso llegué a pensar que era como una flauta
por la corre el viento del aliento divino antes de
entonar su dulce melodía.

Solo veía luz pero me di cuenta que Sonreía, y así


con dulzura continuó la voz:

-¡Oh amigo Mío! Indudablemente la mente es


inquieta y difícil de controlar, pero por la práctica y
con determinación puede ser contenida. Mientras
la mente no está en armonía, esta comunión
divina es muy difícil de alcanzar. Pero aquel
hombre que ha recibido el Conocimiento y lo
practica con regularidad y determinación, logra
controlar su mente y alcanzar la unidad.

Repliqué nuevamente: -Pero si un hombre lo


intenta firmemente y no logra alcanzar la tan
46
ansiada unión, debido a que no ha recibido el
conocimiento o no logra comprenderlo, pero sigue
teniendo fe en el ¿Qué final le esperaría? Privado
del cielo y de la tierra, vagabundo y agotado en
medio de los vientos sin rumbo, ¿se perdería
acaso igual que una nube se disipa en el aire, por
no haber encontrado el camino de Dios? ¡Aclara
mi mente confusa! ¡Oh Señor, aparta con Tu Luz
la oscuridad de mi ignorancia! ¡Se mi Guía!
¿Quién si no Vos podrías resolver mí duda?

Continuó la voz silenciosa:


-Ni en este mundo ni en el siguiente, ¡oh hijo Mío!,
puede perderse un hombre tal que hace el bien,
nunca ha de conocer el sendero de la muerte
eterna. Irá al mundo de los justos en donde moran
los que hacen el bien y allí vivirá por muchos
años. Seguirá con el mismo nivel de sabiduría
adquirida y continuará esforzándose, más siempre
caminando hacia adelante, ascendiendo y
perfeccionándose. Porque su antiguo anhelo y su
búsqueda vehemente le empujan siempre hacia
Mí. Aquél que en verdad desea alcanzar la unión
va más allá de las palabras de libros y las
escrituras. Y de este modo, este hijo ascendente
esforzándose sin prisa pero sin pausa, con su
alma limpia de pecado, después de mucho tiempo
alcanza la perfección: ¡El Fin Supremo!

¡Oh, hijo Mío!, sé tú, un hijo del Reino, porque el


auténtico hijo va más allá que aquéllos que sólo
47
siguen el sendero de la austeridad, o de la mera
sabiduría o de la mera acción. El más grande de
todos mis hijos, es aquél que tiene una fe total e
incondicional y que con toda su alma Me ama y se
entrega a Mí.

Estas últimas palabras estremecieron mi alma y


pronto me vi en el suelo de la cámara secreta,
boca abajo, había desaparecido la luz envolvente,
estaba otra vez con la tintineante y pequeña luz
de mi linterna de mano: ¡Todo empieza y termina
en Su Amor!

Una compuerta oculta se había abierto frente a


mí. Algún mecanismo se activó cuando caí en el
suelo de la cámara, escuche el sonido de la
compuerta a un lado, solo alcanzaba a ver un
pequeño hueco en la pared de mi lado derecho
como una boca obscura apenas perceptible por la
poca luz de las linternas. Me acerqué y atisbé con
la lámpara de mano, parecía no tener fondo, tres
pequeños y angostos escalones permitían el
acceso, me precipité intempestivamente para
entrar en el pequeño hueco, casi arrastrándome,
pero La voz divina irrumpió como si proviniera del
centro de mis pulmones y resonara en mi cabeza:
¡Discernimiento! ¡Discernimiento! ¡Discernimiento!

Repitió tres veces y continuó: -¡Escúchame! ¡Oh


hijo del Reino y entrégame tu corazón! Sin
ninguna duda podrás conocerme y tener una total
48
visión de Mí con la práctica del discernimiento y la
devoción. ¡Yo soy tu Refugio Supremo! Voy a
revelarte el Conocimiento y con esto no quedará
nada más por conocer en este mundo. Entre miles
de hombre, quizá uno se esfuerce por la
perfección, pero aun incluso entre esos exitosos
esforzados, sólo uno Me conozca en verdad.

Muchas son las formas visibles de Mi Naturaleza,


desde las más físicas a las más sutiles, incluso la
mente, el intelecto y la conciencia del yo. Estas
son una parte de Mi Naturaleza, pero aún, mucho
más allá de Mi Naturaleza visible, está Mi
Naturaleza Superior. ¡Es Espíritu! Es el
fundamento de la vida, y gracias a Él, este
universo tiene existencia.

Descubre que estas Dos Naturalezas son la


matriz de todas las cosas, de todos los seres. Por
consiguiente: ¡Yo Soy la causa y la disolución de
todo el universo! No existe absolutamente nada
más elevado que Yo. Todo está engarzado en
Mí, igual que las perlas del collar permanecen
engarzadas en su hilo.

¡Yo Soy el sabor y la frescura en el agua! ¡Oh hijo


del Reino! ¡Yo Soy la luz en la luna y el sol! ¡Yo
Soy la Palabra sagrada que sostiene todo el
Conocimiento, el Sonido en el Silencio y la
virilidad en el hombre! ¡Yo Soy la dulce fragancia
en la tierra y el resplandor en el fuego, la vida en
49
todos los seres! ¡Yo Soy la austeridad en los
ascetas y renunciantes!

Conóceme, oh hijo del Reino: ¡Como la eterna


semilla de todos los seres!

¡Yo Soy la inteligencia del inteligente! ¡El


esplendor de los objetos espléndidos Soy Yo! ¡La
belleza de lo bello! ¡Yo Soy la fuerza de los
fuertes desprovista de deseo y apego en todos los
seres! ¡Yo Soy el deseo que no se opone a la
Divina Voluntad! ¡Yo Soy La Voluntad de el Padre
Eterno que todo lo sostiene! Conoce que de Mí
procede cualquier ser y objeto, tanto activos como
inertes.

Dejé de escuchar la voz por un momento y sin


darme cuenta baje los tres escalones y traspasé
el umbral, iluminé de inmediato la nueva sala.

Era una cámara circular, el techo estaba formado


por una sola losa gigantesca coloreada en azul
intenso y pletórico de pequeñas estrellas blancas,
me recordó de inmediato las tumbas ramésidas,
sin embargo, por su tamaño era como una de las
losas que forman el techo en la cámara del rey de
la Gran Pirámide, ¡No menos de cien toneladas!

En el centro de esta nueva cámara, tres gruesas


columnas de tres colores distintos: azul, rojo y
amarillo; sostenían la pesada losa del techo con
50
arrogancia de equilibrio perfecto con una peculiar
inclinación hacia el centro, nunca había visto nada
igual en todo Egipto, ¡Cámaras circulares con
columnas inclinadas! ¿Qué lugar es este?

La inclinación hacía que los capiteles de las


columnas rectangulares se acercaran entre sí. En
el interior de la separación que había entre las
bases de las columnas, se formaba en el piso una
nueva entrada o abertura circular, era como la
boca de un pozo profundo, obscuro y sin fondo.
En la parte superior, en el área interior de las
columnas, había otro círculo incrustado en la losa
del techo, pero este estaba formado de cuarzo
perfecto y transparente retocado con tres círculos
concéntricos de color azul más suave que el azul
intenso de la bóveda en general; permitía el paso
de la luz de la lámpara cuando la dirigía hacia allí,
pero: ¿hacia qué parte? ¿Alguna cámara
superior?

Toda la sala era circular, cosa extraña para las


construcciones egipcias, al igual que solo tres
columnas, normalmente son cuatro columnas
rectangulares por cámara o formando pares, pero
así era. De cualquier modo, ya había visto signos
escritos en el primer umbral, que no
correspondían a esta cultura, definitivamente todo
era nuevo, era como pasar por un portal a otro
mundo, a otra dimensión.

51
Iluminé con la lámpara el pozo en el piso, en el
centro interior entre las columnas: ¡solo
obscuridad, era como la nada!

¿Por qué inclinar las columnas y solo tres? A


pesar de la inclinación sostenían el techo de la
cámara perfectamente, no obstante el gran
tamaño de la losa. Tras este pequeño intervalo
de cavilaciones la dulce voz resonó de nuevo, en
esta ocasión no perdí la noción de donde estaba,
me senté recargado en la columna azul:

-Has de saber oh hijo del Reino, que de Mí


proceden las tres cualidades de la naturaleza
entera, la bondad del bien; el fuego de la pasión
y la obscuridad de la ignorancia, se combinan
entre sí en diversas proporciones. No significa
que Yo esté afectado por ellas, sino que ellas
descansan en Mí.

El mundo entero se confunde por los diferentes


estados que producen estas tres cualidades,
ignoran que Yo Estoy por encima de ellas, y que
Soy y Seré siempre Imperecedero e Inmutable.
Verdaderamente es muy difícil de cruzar sobre
esta Divina Ilusión Mía, hecha de las tres
cualidades de la Naturaleza Material, sólo
aquellos que toman refugio en Mí cruzan sobre
esta ilusión. Los malvados y los engañados entre
los hombres no Me buscan pues sus almas viven
en la obscuridad de la ilusión. Su conocimiento
52
está nublado por la ilusión y así siguen el camino
del error y el mal.

Son cuatro las clases de hombres virtuosos que


Me adoran: los afligidos, los buscadores de
conocimiento, los buscadores de riqueza, y los
sabios. De ellos, el sabio es el mejor, siempre
firme y devoto de la unidad, así Yo Soy
excesivamente querido para él sabio y él es
querido para Mí. Nobles en efecto son todos
ellos, pero más aun el hombre dotado de
sabiduría ¡Él y Yo Somos Uno! Su alma entera
está Unida a Mí y Yo Soy su Camino Supremo.

Después de mucho tiempo, el hombre dotado de


visión regresa a Mí, pues en su corazón él
reconoce: ¡Dios es todo! ¡Oh ciudadano del
Reino!, un espíritu tan sublime es muy raro de
encontrar.

Aquellos hombres cuya visión les ha sido velada


por el deseo y la ignorancia, entregan su amor a
otros dioses y son guiados por su naturaleza
inferior; se pierden por otros muchos caminos.

Cualquiera que sea la divinidad a la cual un


creyente pretende rendir culto con verdadera fe
resulta suficiente, a ese hombre Yo le otorgo Mi
Misericordia. Así pues, este hombre con toda su
fe, adora a ese dios y de este modo ve realizado
sus deseos. Pero cualquier bien y misericordia
53
que obtenga proviene de Mí. Pero esto lo hacen
solo hombres de escasa inteligencia y muy
limitada es la recompensa que obtienen por ello,
quienes adoran a los dioses, a los dioses van; y
quienes me adoran a Mí, vienen a Mí. El ignorante
piensa que Yo soy estas formas de la naturaleza
que pueden ver con sus ojos mortales y que
provienen de Mí. Ellos no conocen mi Naturaleza
Superior, esta es imperecedera y suprema. Mi
gloria no la ven todos, pues estoy escondido
detrás de Mi misterioso velo de las cualidades de
la naturaleza. Engañados por las apariencias la
gente no Me conoce.

¡Yo Soy el que no tuvo principio y nunca ha de


tener fin!

¡Oh hijo mío! Yo conozco el pasado, el presente y


el futuro. Pero en verdad nadie Me conoce a Mí.
Todos los seres nacen engañados en la ilusión
de la dualidad que produce el sentimiento de
deseo y rechazo de las cosas de este mundo.
Pero hay hombres que sólo hacen el bien
siguiendo la Voluntad del Padre Eterno y no
cometen pecado alguno. Están libres del engaño
que produce la dualidad y Me adoran con toda su
alma. Aquéllos que se esfuerzan y buscan refugio
en Mí en verdad se liberan del tiempo y la muerte.
Reconocen al Padre Celestial en su interior y
saben lo que es la acción correcta y verdadera.
Aquéllos que concentran su mente en Mí, me
54
conocen en lo material como en lo espiritual,
como el Supremo Ser. Sus almas son puras y
permanecen en armonía. También me ven incluso
cuando les llega la hora de su muerte.

Recargué la cabeza sobre la columna y cerré los


ojos y pregunté: -¿Qué es El Eterno? ¿Quién es
el alma y el espíritu?, ¿qué es la acción? ¿Qué o
quién es el Espíritu Supremo?, ¿qué es el mundo
terrenal?, ¿qué es el Reino Celestial? ¿Qué es la
vida del cuerpo, y cómo ésta toma lugar? Dime,
¡Oh Tú!, cuando llega el momento de la muerte,
¿cómo Te reconocen aquéllos que han vivido en
la senda del Reino de los Cielos?

La dulce voz, que recorría mi ser cual el aliento


del flautista, continuó: -El Ser Eterno es el
Principio Indestructible, lo Supremo, y reside
como un minúsculo rayo de luz en lo secreto del
alma del hombre, como la Presencia del Padre;
como su Espíritu.

La Acción es la fuerza que permite el desarrollo


de todo lo que existe como la manifestación
material, que es el mundo físico que cambia
constantemente y que llegada su hora, lo
perdemos. También está la manifestación del
alma de hombre que le da su vida y tiene su
propia dimensión. Y por supuesto, la más excelsa
donación que es la presencia del Espíritu del
Padre allí en lo secreto.
55
Aquél que, llegada la hora de su muerte,
abandona su cuerpo con su pensamiento dirigido
hacia a Mí, en verdad viene a Mí y se hace uno en
Mí. De esto no te quepa la menor duda. Porque
aquello en lo que uno piensa en el último
momento de su vida es con certeza lo que define
el rumbo de su alma, debido a sus afinidades con
los diversos aspectos de la naturaleza.

Así pues, con tu mente en Mí todo el tiempo,


recuérdame y continúa la lucha de cada día,
teniendo tu corazón y tu mente puestos en Mí.

¡En verdad, en verdad te digo, vendrás a Mí!

Aquél que se entrega y piensa en El Padre, como


el Eterno Creador y Controlador Supremo de todo
lo creado, desde tiempo inmemorial y más allá del
tiempo. Que se dona a sí mismo como la más
pequeña e infinitesimal Partícula de Amor en el
centro del alma, sin dejar de abarcar y mantener
el universo de los universos. Aquél que brilla
como un sol y que está más allá de la obscuridad
de la ignorancia humana.

El hombre, que llegando la hora de abandonar su


cuerpo, está en unión con el amor y el poder que
le da vida, con su mente entregada a la Voluntad
del Padre, en verdad va al Espíritu Supremo de la
luz, al abrazo del Padre Eterno.
56
Ahora escucha con atención, ¡oh discípulo!, pues
te hablaré de quién los sabios versados en las
escrituras llaman “El Eterno”. Y que sólo es
alcanzado por aquellos que en paz y libres de
todas las pasiones terrenales, llevan una vida de
santidad esforzándose en la búsqueda de la
perfección y la Voluntad de Dios. Si cuando a un
hombre le sobreviene la muerte, está sumergido
en el camino del Reino de los Cielos, entregando
su mente y su corazón a la Voluntad del Padre,
con seguridad se dirige a la Morada Suprema.

Aquéllos hijos del Reino que mediante la devoción


me entregan toda su alma para siempre, muy
pronto llegan a Mí. A Mí morada del gozo
supremo, libres de penas y sufrimientos.

Todos los mundos de los universos del tiempo y


espacio están sujetos al cambio y son transitorios,
incluso los mundos de gran elevación. Pero
aquellos que llegan a Mí se liberan de estos ciclos
de cambios y muertes.

Más allá, por encima de esta creación visible e


invisible, hay un principio superior, Inmanifestado
y Eterno. Éste permanece y permanecerá por los
siglos de los siglos, incluso cuando todo haya
desaparecido. A esta Esencia Inmanifestada se
le llama: ¡El Imperecedero! ¡Es lo Más Alto! ¡El Fin

57
Supremo! Ésta es Mi Suprema Morada, aquéllos
que llegan a ella nunca regresan.

¡Oh, hijo mío! Este Espíritu Supremo es sólo


alcanzable mediante el éxtasis de amor, devoción
y entrega a su Voluntad. En Él todas las cosas
tienen vida, pues Él ha creado todas las cosas.

Hay dos caminos que el hombre puede elegir: la


senda del sol, de la luz, el bien y la perfección en
entrega amorosa a la Voluntad de Padre Eterno.
Quienes este camino siguen conocen a Dios en el
Gozo Eterno. También está el camino de la
obscuridad, tinieblas e ignorancia, quienes este
camino siguen dan la espalda a Dios y como en
una trampa se alejan y pierden su presencia.

Hay por supuesto, una recompensa que se


obtiene de la lectura de las escrituras, o de las
ofrendas y sacrificios, o de la vida austera, o de la
caridad. Pero inconmensurablemente mayor es la
recompensa que obtiene el hijo del Reino que,
siguiendo la Voluntad del Padre y conociendo el
Espíritu de la Verdad, ve la Luz que disipa sus
tinieblas, de este modo él regresa a su Hogar
Eterno.

Ahora te voy a revelar la más secreta sabiduría y


la cual conociéndola te liberará de toda esclavitud.
Es el más secreto de todos los secretos, el
Conocimiento más sublime, puro y trascendental,
58
se obtiene por la experiencia directa de la
intuición y es muy fácil de seguir a través del
deber supremo del recto obrar. Además, es alegre
y Eterna.

Pero aquéllos que no siguen la Voluntad divina


del Padre Eterno en el recto obrar siguen por los
caminos de la muerte. En Mi aspecto
Inmanifestado impregno y penetro toda la
manifestación cósmica del universo. ¡Soy el
soporte de todos los seres! y aún así, no dependo
de ellos y estoy más allá de toda la creación. Tal
es Mi Misterio sublime, aunque estoy en todas
partes y Mi Ser es la fuente de todo, estoy más
allá de todo y no formo parte de la creación. Del
mismo modo que los vientos llenan todo el
inmenso espacio igualmente todos los seres
descansan en Mí. Acepta esto como verdad.

¡Oh hijo mío! Todo cuanto existe viene de Mí y


retorna a Mi es sus respectivas eras, así como
transcurren el día y la noche. Así pues, partiendo
de Mí Ser, Yo manifiesto la creación entera, y a
Mí la hago regresar de nuevo, y este ciclo se
repite una y otra vez, siguiendo los círculos del
tiempo. No obstante, Mi Naturaleza no sufre
alteración ni se ve afectada por el vastísimo
desenvolvimiento de la creación. ¡Yo Soy el que
Soy! …y tan sólo observo el drama de todo este
proceso. Así por Mi Voluntad y bajo Mi Dirección
se manifiesta Todo cuanto existe, tanto los seres
59
móviles como los inmóviles. Haciendo funcionar al
vasto universo sin cesar.

Los ignorantes y los necios de este mundo al no


poder verme, incluso, aunque me manifieste en
cuerpo humano, no reconocen mi Naturaleza
Superior y me desprecian. Ellos no conocen Mi
Espíritu Supremo, al Infinito Padre que ha creado
todo lo que existe. Aquellos que se confunden de
este modo con esperanzas vanas y así
amargados por el resultado de sus acciones, se
refugian en pensamientos ateos y demoniacos.
Pero las almas buenas, ¡oh hijo del Reino!
Conocen Mí naturaleza y refugiándose en Mí
Divina Voluntad Me aman con todo su corazón.
En verdad, ellos saben que Yo Soy la fuente
original e inagotable de todo. Siempre pensando y
hablando de Mí, Me entregan con devoción todos
sus actos y así permanecen dedicados en
perpetua adoración a Mí. Otros, mediante el
cultivo del conocimiento Me adoran en la unidad,
la dualidad y en la universal diversidad.

¡Yo Soy El Ritual! ¡El Sacrificio y La Ofrenda! ¡Soy


la Palabra Santa y Santo Alimento! ¡El Fuego
Santo y la Ofrenda que se consume! ¡Yo Soy el
Camino y el Maestro que en silencio observa! ¡Tu
Amigo, tu Refugio, y tu Morada de Paz! ¡Soy el
Principio, el Medio y el Fin de todas las cosas que
existen! ¡Soy la Semilla de la Eternidad! ¡El
Supremo Tesoro! De Mí obtiene el sol el calor que
60
él emite, y del mismo modo retengo y rocío la
lluvia sobre la superficie de la tierra. ¡Soy La Vida
Eterna y ciertamente la Muerte! ¡Soy lo que Es y
lo que No Es!

Los seguidores de las escrituras y los que hacen


sacrificios, libres de maldad Me adoran
constantemente. Ellos continuamente oran con
piedad alcanzando así el Mundo Celestial
gozando de inigualable felicidad, pero después de
cierto tiempo y agotados sus esfuerzos deben
seguir su camino de perfeccionamiento, ascenso
y búsqueda de Dios.

Pero aquellos quienes Me aman sin tener otro


motivo y Me adoran con devoción pura en su
alma, Yo suplo todas sus necesidades.

Incluso aquéllos que con fe y ferviente devoción


adoran a otros dioses, con el amor que ellos
ofrecen, en realidad Me adoran a Mí. Aunque no
en la forma más correcta.

¡Yo Soy el Señor de todos los sacrificios!

Aquéllos que adoran a los dioses, a los dioses


van, y aquéllos que adoran a los antepasados, a
los antepasados van. Aquéllos que rinden culto a
los espíritus, hacia ellos se dirigen. Más aquéllos
que Me adoran a Mí, con seguridad vienen a Mí.

61
Yo acepto cualquier ofrenda que un alma con
ferviente amor me haga, ya sea una hoja, o una
flor, o una fruta, o incluso un poco de agua fresca.
Todo lo acepto, porque con corazón puro Me ha
sido ofrecido. Todo lo que hagas, todo lo que
comas, todo lo que ofrezcas y regales, todas las
austeridades y sacrificios que realices, ¡oh hijo del
Reino! hazlas como una ofrenda a Mí. Así te
libraras de todas las cadenas de la acción, tanto si
aciertas o fallas. Y con la mente fija en Mí,
llegarás a Mí. Yo me doy por igual a todos los
seres, y Mi Amor por todos es el mismo. Más
aquéllos que Me adoran con devoción están en Mí
y Yo estoy en ellos.

Incluso, si el pecador más depravado se entrega


con toda su alma, con toda su mente y con todas
sus fuerzas, ha de ser considerado como uno de
mis santos pues su voluntad ha escogido el
camino correcto y pronto se purificará y alcanzará
la virtud de la Paz Eterna.

Así, ¡oh hijo Mío! Yo declaro, que aquél que en


verdad Me ama, ¡no perecerá! Porque aquéllos
que buscan en Mí su refugio, sin importar lo
débiles o pecadores que sean, sean mujeres o
varones, siervos o encumbrados; con seguridad
todos pueden dirigirse al Camino Supremo. Con
cuánta más razón lo han de lograr los hijos del
Reino: ¡Santos que en verdad Me aman!

62
Ya que has venido a este transitorio mundo de
dolor, ¡Ámame! ¡Oh hijo Mío! Siempre piensa en
Mí y entrégame tu corazón. De este modo,
uniendo tu alma a Mí, absorto en Mí, en verdad,
vendrás a Mí.

Escucha, amigo mío por tu beneficio este


supremo conocimiento, ya que tu corazón
encuentra su alegría en Mí. Ni entre los dioses, ni
entre los santos videntes existe alguien que
conozca Mi Absoluta Existencia, pero
ciertamente: ¡Yo Soy el Origen de todos ellos!

Aquél que sabe que no tuve principio, que nunca


he nacido. Que Soy El Señor de todos los
mundos, este hombre está libre de la confusión y
a salvo de toda ignorancia. Todas las cualidades
de los seres vienen de Mí. “Los Siete Espíritus
Creadores” y los “Grandes Progenitores” de la
humanidad desde tiempos ancestrales, estaban
en Mí Mente y de Mí surgieron. Aquél que conoce
la grandeza de Mi Poder y de Mi gloria,
inquebrantable se entrega a Mí, conoce la
perfección en ello. ¡Yo Soy el Origen Único de
todo lo que existe! ¡Todo proviene de Mí y Yo
Soy la causa de toda evolución! Aquellos que
conocen esto se entregan en adoración
permanente a Mí y Me aman con todo su corazón.
Con su vida consagrada y su mente entregada a
Mí, se convierten en luz en el camino para otros,

63
pues ellos solo hablan de Mí y en ello encuentran
dicha y paz.

A ellos, siempre dedicados con permanente


devoción y amorosa entrega Yo les revelo el
conocimiento de la visión espiritual, para que
encontrándome dentro de ellos, puedan así unirse
conmigo. Por Mí Misericordia infinita Yo habito
dentro de sus corazones como brillante lámpara y
mediante la luz del conocimiento disipo la
oscuridad de la ignorancia que mantiene a su
alma presa a la ilusión de este mundo.

La voz dejó de vibrar en mi ser y quedé en un


profundo y tranquilo silencio; las lágrimas
corrieron sin aspavientos ni sollozos, simplemente
fluían como arroyuelos tras una tempestad
lluviosa, como si se quisieran agotar los depósitos
lacrimosos de mi cuerpo, sin dolor; fluían tan
silenciosas como la misma voz.

Comencé a orar en adoración:

-Tú eres el Padre Eterno, la Morada Suprema de


todo lo que existe, La Verdad Absoluta. Tú eres la
Persona Original, Trascendental y Eterna; Sin
Origen, El más Grande de todos. Todos los
grandes sabios confirman esta verdad. Pongo mi
fe en tus palabras, porque tus palabras son
Palabras de Verdad, y ni los dioses del cielo, ni
los demonios del infierno pueden abarcar la
64
inmensidad de tu revelación. Sólo Tú te conoces a
Ti Mismo; Sólo Tú Espíritu conoce su propia
Gloria. Tú Eres, El Padre, La Fuente del ser que
mora en todos los seres. Dios de dioses, Señor de
todo el universo.

Hice una pausa y con hambre insaciable continué:


-Te ruego que, por Tu Infinita Misericordia, me
reveles la gloria de tu Espíritu Divino, que penetra
todos los mundos que existen. ¿Cómo podré
pensar en Ti? ¡Oh mi Señor! ¿Qué forma he de
atribuirte? Por favor, háblame de nuevo y hazme
conocer la inmensidad de Tu Poder y de Tu
Gloria, pues nunca me cansaré de escuchar el
néctar de Tus Palabras de Vida.

Quedé en silencio por largo rato en la obscuridad


de la cámara: ¡Esperaré!
Al cabo de un rato, en un instante como un
relámpago, de nuevo la voz cual dulce flauta:

-Escucha, ¡Oh hijo Mío!, pues voy a revelarte


algunas de Mis manifestaciones. Sólo las
principales, pues en verdad, es imposible contar
las glorias de Mi Infinita Grandeza. No hay fin
para Mis Divinas Manifestaciones en los
diferentes órdenes del universo.

¡Yo Soy el Espíritu, Principio Eterno que mora en


el corazón de todas las entidades vivientes! ¡Soy
El Principio, El Medio, El Fin de todos los seres
65
vivos! ¡Soy la Luz de la conciencia, la Mente entre
los sentidos! ¡Yo Soy la Fuerza Viviente! ¡Soy lo
más grande entre todas las grandezas! Entre las
luces del día Soy el sol y entre los astros de la
noche Soy la luna, y entre los poderes que
amedrentan al hombre: ¡Yo Soy el Dios de la
Destrucción! Entre todos los conocimientos: ¡Yo
Soy el Esplendor de los esplendores! ¡Yo Soy el
Conocimiento del Alma! Entre los muchos
caminos: ¡Yo soy el único que conduce a la
Verdad! Entre todos los sonidos: ¡Soy la
Suprema Palabra y Soy la Sagrada Escritura!
¡Soy el tiempo eterno! ¡El Creador que todo lo ve!
¡Yo Soy la oración en el silencio! ¡Yo Soy la
aventura y la fuerza entre los fuertes! ¡Soy la
Muerte que pone fin a todas las cosas, al igual
que Soy el Origen de todo lo que ha de venir!
¡Soy la fama y la prosperidad! ¡Soy la memoria, la
inteligencia, la elocuencia, la constancia, y la
paciente bondad entre todos aquellos que son
buenos! ¡Soy el silencio en el que se esconden
los Sagrados Misterios! ¡Soy la Sabiduría y el
Conocimiento de aquéllos que en verdad
conocen! Y has de saber, ¡Oh hijo! que Yo Soy la
semilla de todo y que sin Mí no existiría ninguna
de las cosas que se mueven ni tampoco aquellas
que permanecen inmóviles. Mi divina grandeza no
tiene fin. Estas palabras que te doy tan solo
revelan una diminuta parte de Mi Infinita Gloria.
No obstante, has de saber que todo cuanto haya
de bello o bueno, toda chispa de gloria o de poder
66
que puedas apreciar forman parte de Mi
Naturaleza. Más, ¿para qué abrumarte y anularte
con la incontable diversidad de Mis
Manifestaciones? Te basta con saber que en
realidad, ¡Yo Soy! y que con una pequeña chispa
de Mi Ser estoy presente y sostengo el universo
entero.

67
CAPITULO TERCERO: LA FORMA SUPREMA

Me levanté y comencé a inspeccionar la cámara


con la escasa luz que disponía, no obstante en lo
más profundo de mí sentía que la luz era radiante,
miraba como perdido, como si no necesitara
pensar en nada, como niño que apenas empieza
la vida y observa estático con los ojos atentos, sin
juicios ni ideas preconcebidas, simplemente
centrado en sí mismo. Por la dulzura de tan
confidencial voz irradiaba alegría y me atreví a
orar. Volví hacia adentro de mí y con mi propia
voz silenciosa exclamé: -Gracias, por tu infinita
misericordia, oh Padre mío, me has explicado el
Supremo Secreto de tu Espíritu Divino y has
disipado la ignorancia que me sumía en la ilusión.

¡Oh Tú, el Origen de Todo! Te he escuchado


hablar de la aparición y desaparición de todos los
seres y he comprendido la infinita inmensidad de
Tu Gloria. He oído Tus palabras llenas de verdad,
pero aun así, mi alma anhela profundamente
poder ver Tu Forma Suprema y Divina. ¡Oh, mi
Señor!, si crees que soy capaz de ver Tu Forma
Suprema, por favor muéstrame Tú Gloria.

Qué extraño y embriagador anhelo surgió en el


silencio de mi alma, poder ver la Forma Suprema
y Universal del Padre Eterno. ¿Será acaso
posible? ¿Qué visión necesito para ello? ¿Podría

68
seguir existiendo sin ser destruido ante tal infinita
visión?

Comenzó a brillar la entrada circular de cuarzo


que se encontraba en el techo circunscrita entre
las columnas. Sentí que toda la sala vibraba de
forma creciente a la vez que la luz del cuarzo
aumentaba su intensidad, ya no eran visibles los
círculos concéntricos, parecía un reflector con la
luz más blanca e intensa que hubiera visto nunca.
Una fuerte sacudida me hizo caer de bruces a una
corta distancia del profundo pozo en el centro de
la sala. Intenté erguirme pero estaba inmóvil,
apenas pude volver mi rostro y parte de mi cuerpo
hacía la intensa luz.

Resonó de nuevo su voz:

-Contempla pues, ¡oh hijo mío!, Mí Gloria; cientos


de miles de formas divinas todas multicolores.
Contempla todos los seres divinos que trabajan
en el funcionamiento del gran universo y en el
universo de los universos, de principio a fin en el
tiempo y el espacio como en el círculo de la
eternidad. Contempla maravillas nunca vistas
hasta ahora.

Súbitamente, me sentí cayendo en el profundo


foso hacia un obscuro e infinito vacío sin fin. El
terror volvía con toda su intensidad, me estaba
sumiendo en la nada, lo que no existe. Sentí en
69
un instante su poderosa mano que me sostuvo y
me haló hacia el exterior del foso hacia una
cámara de infinita luz y me susurró en el oído:

-Tú no puedes verme con tus ojos actuales, por


lo tanto te he dotado de Visión Divina.

Contemplé una visión portentosa: todas las


formas y rostros. Ornamentos, fragancias
celestiales y repentinamente vi un rostro que
miraba hacia todas partes. Vi al Ser Supremo
cuyo refulgente esplendor superaba el de todos
los soles. Vi el universo entero en su incontable
variedad, formando una inmensa unidad dentro
del resplandor que desprendía el cuerpo del Dios
de los dioses.

Sobrecogido de estupor y asombro, incliné la


cabeza juntando mis manos en acto de adoración,
y con estas palabras de infinita humildad, me
dirigí a tal esplendor:

-En Ti, ¡Oh Dios mío! contemplo a todos los seres


celestiales y las innumerables variedades de
seres que habitan en Tu creación, asimismo, veo
huestes de administradores celestiales sentados
en sus tronos de luz ejerciendo sus funciones, y a
todos los grandes sabios videntes pletóricos en
luz y gloria. Por doquier contemplo la gloria de Tu
Infinitud. El poder de tus innumerables brazos, la
visión de tus innumerables ojos, las palabras de
70
tus incontables bocas y el fuego vital de tus
innumerables cuerpos. Me resulta imposible ver
Tu Principio, Tu Medio o Tu Fin, ¡oh Señor de
todas las cosas! ¡Dios de la Forma Infinita! Puedo
ver el infinito resplandor de una divinidad de
belleza extrema que ilumina el universo entero.

¡Oh! ¡Eres Tú! Llevas Tu Corona, el Cetro y el


Círculo. ¡Qué difícil es verte! Cual sublime masa
de luz, desprendiendo vivísimos fulgores por
doquier, no puedo abarcar tu inmensidad ni
resistir la brillantez de Tu Luz. Tú Eres el
Inmortal, la Meta Suprema del Conocimiento,
Creador, Preservador y Destructor de todo el
universo, el Eterno Guardián de la ley de la
justicia, el Espíritu que estaba al principio y que,
siendo imperecedero, aún Es. No tienes principio,
ni medio, ni fin. Contemplo el poder infinito de tus
incontables brazos. Llenos están el cielo y la tierra
de tu Espíritu, al igual que todas las regiones del
espacio infinito, y ante la maravillosa visión de Tu
Temible Majestad, toda la existencia vibra. Pues
hacia Ti se dirigen las legiones infinitas de seres
adorándote y alabándote, con las manos unidas
en maravilla y asombro. ¡Santo!, exclaman a coro
las multitudes de sabios e hijos del Reino
glorificándote con sublimes cantos. Seres
celestiales en todos los niveles de servicios y
millares de peregrinos ascendentes a Tú Gloria.
Ángeles y coros celestiales en sus diferentes

71
mundos, incluso veo demonios y ángeles
rebeldes, ¡oh Divina Luz!

Veo aquellos que ascienden y que han alcanzado


en la tierra la perfección; y en su largo ascenso,
todos ellos te contemplan maravillados, absortos y
en éxtasis. Al verte alzándote por los cielos y
resplandeciente, con tal variedad de matices,
colores y formas, mi alma se estremece, ¡Oh
Padre! Pierdo mi armonía y mis fuerzas
sintiéndome desfallecer, mirando tu grandeza
siento que soy devorado por este fuego, no me
puedo sostener ante tal incandescencia e
infinitud, me abruma y me anula, mi ánimo
desfallece y la dicha me abandona. ¿Dónde
estoy? ¿dónde me refugio? ¡Apiádate de mí! ¡Oh
Padre Eterno! Refugio Supremo del débil y
desamparado. Ante tal infinitud siento que me
atrapa de nuevo el foso de la no existencia, que
atraparía a toda la existencia misma, todo cuanto
he visto como un vacío destructor. Ahora lo
entiendo:

¡Tu Amor sostiene todo!

¡Ten piedad de mí! Yo te adoro como el Dios


Supremo, y anhelo conocerte, mas no logro
entender Tu misteriosa forma de obrar.

Era más de lo que podía soportar, aun dotado de


visión divina, no podía más y guarde silencio o
72
quizá simplemente dejé de pensar. Sentí que una
brisa perfumada penetraba en todo mi ser y la
calma volvió tan rápido como se había ido; la
Visión había perdido esa infinitud que amenazaba
con anularme, y sintiendo Su Amor por mí
continué con mi plegaria: Cierto es, ¡Oh mi Señor!
que las multitudes cantando tus alabanzas, se
regocijan con alegría. Las turbas de los espíritus
malvados, aterrorizados, huyen despavoridos en
desbandada, mientras los Santos reunidos, se
postran ante Ti en acto de adoración ¿Cómo
podrían dejar de adorarte y expresarte su amor?,
¡Oh Señor de señores! ¡Oh Supremo Poder! Tú
creaste a los creadores y administradores
universales para estos universos. Tú eres el
Soporte de lo que Es y de lo que No Es, estando
aún más allá de ambos. Eres el Poder Superior
que estaba en el principio, Señor de los hombres
desde que el hombre existe; el más valioso tesoro
que esconde este inmenso universo. Tú eres lo
que ha de ser conocido al tiempo que eres El
Conocedor, La Morada del Descanso Final. Eres
el Poder Omnipresente para el cual nada hay
oculto. Dios del viento y de las aguas, del fuego y
de la muerte; Creador, Padre de todas las
criaturas, Tú eres el Refugio Supremo en
persona. Te adoro a Ti en todas partes y por
donde quiera que mire, siempre ante mí, está Tu
Rostro. Dios Omnipotente de poderes sin límite,
todo lo que existe se dirige a Ti, como la Meta
Última
73
¡Tú que eres Todo!

Implorando tu misericordia, te pido perdón de mis


ofensas. ¡Oh Tú, Señor Todopoderoso!

Padre de los mundos y de todo cuanto existe en


ellos, Maestro Supremo, ¿quién puede igualarte a
Ti? ¿Cómo podría nadie superarte, cuando en
ninguno de los mundos existe nada comparable a
tu Grandeza? Tú eres el Poder Superior en
persona. Ante Ti yo me inclino y ante Ti yo me
postro en actitud de adoración. Imploro tu Gracia.
¡Oh Señor Glorioso! Mírame como mira el padre a
su hijo, como un compañero fiel mira a su amigo,
como un amante mira a su amada. ¡Oh mi Señor!
Bendíceme con tu Gracia, mi corazón rebosa de
gozo ante la maravillosa visión que revelas dentro
de mí, permaneciendo oculta a los ojos de todo
hombre, pero aún así, mi corazón está
sobresaltado por Tu inmensidad. ¡Ten piedad de
mí! ¡Oh Padre mío! Tú eres el refugio seguro para
el universo entero. Por favor, déjame verte y
sentirte como antes, Tu Inmensidad me abruma
¡Oh Tú, Ser Infinito de Forma Ilimitada!

Guardé silencio esperando su respuesta y esta


llegó tan dulce como siempre, pero en esta
ocasión venía de todos lados de la Visión y de
dentro de mí. En cualquier lugar que mirara o
pensara, de allí escuchaba su voz, de las
74
fragancias y sensaciones venía su voz, de la brisa
y la existencia misma. Su voz me respondía:

-Como una gracia singular y en virtud de mi


maravilloso poder, te he revelado, ¡oh hijo Mío!, la
Luz Divina que constituye mi Forma Suprema,
que siendo infinita todo lo penetra. Mi forma
auténtica, que ha existido desde el principio de los
tiempos, que ningún hombre la ha podido ver con
sus ojos mortales. Ni el conocimiento ni las
ofrendas de sacrificios ni el estudio de las
escrituras ni las obras de caridad ni los ritos ni las
penosas austeridades pueden revelarte la Visión
Suprema de Mi Espíritu Supremo que en ti mora.
No guardes recelo alguno ni te turbes ante la
estremecedora visión de Mi Grandeza. Libérate
de todo temor y, con el corazón henchido de
júbilo, regresa a tu estado natural y encuéntrame
como siempre en los Secreto.

Por mi Gracia te ha sido posible ver, a través de la


visión espiritual, Mi Forma Divina, lo cual a muy
pocos les ha sido concedido. Incluso los altísimos
en el cielo anhelan con vehemencia ver lo que tú
has visto ahora. Ni el profundo estudio ni la
recitación de salmos, ni la vida austera, ni las
limosnas a los pobres, ni los rituales ni las
ofrendas pueden revelar la visión de Mí, como la
que tú has tenido por Mi Infinita Gracia. Sólo los
hombres que me ofrecen su amor obtienen la
gracia de poder verme a través de la visión
75
espiritual. Sólo por Amor pueden recibir Mi
Conocimiento. Yo sólo me muestro a aquéllos que
vienen a Mí con humildad y con amor en sus
corazones, deseando sinceramente conocer la
Verdad. Aquél que trabaja por y para Mí, aquél
que me ama y para quien Yo Soy su Meta
Suprema, libre de todas las ataduras de las cosas
de este mundo y con inmenso amor por todo lo
existente, ése, en verdad viene a Mí.

No supe más de mí, caí en un profundo sueño.

76
CAPITULO CUARTO: DEVOCION

Cuando desperté, todo estaba obscuro; sentía


como si hubiera dormido una eternidad, sin
levantarme examiné con los brazos extendidos
buscando la lámpara, solo polvo y las losas del
piso. Sabía que no lejos de allí había un pozo sin
fondo, debía moverme con cuidado, me coloque
sobre mi lado derecho y trataba de encontrar
alguna de las columnas, ¡nada! Al mover la
pierna izquierda al colocarme sobre mi lado
derecho sentí que golpeo algo, era la lámpara de
queroseno, me flexione y la tomé. Busqué alguna
cerilla en los bolcillos de la chaqueta, para cuando
la encendí noté que iluminaba bastante bien la
cámara. El sueño se había disipado totalmente,
me recargue en una de las columnas, medité un
rato sobre todo lo que había ocurrido: -No fue un
sueño, de eso estoy seguro. Sentía una
disposición interior o devoción que no había
sentido desde que era niño, me sentía pleno de
confianza; podía creer sin dudar, podía
entregarme a Él con la plena confianza de un
chiquillo. Recordé aquella frase que indicaba que
debía ser como un niño para entrar al Reino de
los Cielos, ¡Bueno! ¡Así me sentía! Recordé
también las horas que me pasaba en la niñez
viendo las imágenes religiosas de todos aquellos
personajes bíblicos o de las historietas de las
vidas ejemplares, se me confundían sus rostros,
con el recuerdo ya vago de la visión que acababa
77
de tener o que quizá soñé. Me pregunté: ¿Cuál
sería la mejor devoción o forma de encarar lo
divino, los que lo adoran en forma física, como
Dios manifestado en forma humana, o como
aquellos que lo adoran en La Inmanifestada e
Imperecedera Luz Impersonal?

El arrobamiento ante las imágenes me parecía


infantil y hasta ingenuo, como una etapa previa al
prolongado ateísmo que había vivido, superstición
de este tiempo; aunque hablar de ateísmo es
decir mucho, en realidad, de alguna u otra manera
nunca había dejado de creer. Ahora lo sabía y lo
tenía claro: El Padre está en lo secreto de mí.

Dejé de pensar, solté el aire lentamente, cerré los


ojos y tras un pequeño lapso estaba de nuevo la
dulce voz:

-Aquéllos que me entregan las riendas de su


vida, adorándome continuamente con su amor,
teniendo en Mí una Fe inamovible, éstos son los
que Yo considero como los mejores devotos.

Aun aquellos que Me aman más allá de la


percepción de los sentidos: como Indefinido y No
Manifestado; Omnipresente y Eterno; Infinito e
Imperecedero; como La Energía Omnipresente
que estando más allá del pensamiento no puede
ser abarcada por la mente humana. Constante e
Inmutable.
78
Aun aquellos, que mediante el control de los
sentidos muestran una misma disposición para
con todos y que adoran por completo al Ser
Inmanifestado y Me buscan en la concepción del
Absoluto Impersonal, No obstante, este arduo
trabajo y lo difícil de este camino al final llegan a
Mí.

Aquellos que se entregan a la Voluntad del Padre


Eterno y que ofrecen todas sus acciones y su
vida, aquellos que con amor puro meditan en Mí
como su Padre Celestial, se liberan de toda
ilusión, con su mente fija en Mí, ¡Oh hijo Mío!
quedan libres de este océano de nacimiento y
muerte. Fija tu mente en Mí, aplica tu inteligencia
y alcanzarás la Vida Eterna. Más si no te resulta
fácil entregarme tu mente, entonces simplemente
concéntrate y desea unirte a Mí. Si no te resulta
fácil concentrarte, ofréceme todos tus trabajos en
devoción, todos tus esfuerzos, toda tu voluntad a
Mí. Tan sólo entregándote a la Voluntad Eterna
con todas las acciones que haces te será posible
alcanzar la perfección. Incluso, si hacer esto te
resultase difícil, haz entonces que la devoción por
Mí, sea tu refugio. Entrégame los frutos de todas
tus acciones, amándome con devoción y humildad
en tu corazón.

En verdad, la concentración es mejor que el mero


esfuerzo, y aún mejor que la concentración es la
79
meditación, pero aún por encima de la meditación
está la entrega por amor en servicio
desinteresado, porque la consecuencia de la
entrega: ¡Es la Paz!

El hombre de buena voluntad que muestra


simpatía y compasión por todas las criaturas, que
libre de todo egoísmo, ya no concibe
pensamientos como “yo” o “mío”, dotado de una
paz estable, permanece en armonía tanto en los
momentos de placer, como en los de desdicha,
manteniendo una actitud continua de perdón
hacia toda ofensa. Un hijo del Reino con estas
cualidades, siempre, esforzándose con
determinación en la entrega total, al tiempo que
alegre y complacido concentra su mente y su
visión interior en Mí, este hombre en verdad Me
ama, al igual que Yo le amo a él.

Aquél que nada ni nadie le perturba, siendo a su


vez fuente de paz para los otros, aquél que está
más allá de las emociones, el odio y el miedo,
¡Este es también Mi amado!

Aquél que está libre de las atracciones y


promesas del Me ama y Yo le amo también. Aquél
que ni se regocija ni se aflige; que ni se lamenta ni
desea y que renuncia tanto a las cosas favorables
como desfavorables. Que no hace diferencia entre
amigos y enemigos; que mantiene la ecuanimidad
tanto en el honor como en el deshonor, el calor y
80
el frío, la felicidad y la aflicción, la fama y la
infamia, libre de todos los apegos; que siempre
está callado y se satisface con cualquier cosa, a
quién no le preocupa ninguna residencia, que está
centrado en el conocimiento y lleno de devoción
se dedica por entero al Reino de los Cielos y me
tiene como su Meta Suprema, esta clase de
persona, es muy amada por Mí.

Este cuerpo es el campo de las experiencias y


conocimientos, y el que lo conoce es el
“conocedor del campo” y conocimientos, ¡pero
date cuenta ¡Oh hijo Mío! Que ¡Yo Soy el
Conocedor que está en todos los cuerpos! y él
que esto comprende posee el verdadero
conocimiento.

Ahora escucha brevemente como está


constituido este campo de actividades y sus
cualidades, como son sus influencias y sus
cambios y como es que se producen. Escucha
también quién es el conocedor de este campo.
Este conocimiento acerca del campo de las
actividades y del conocedor de las actividades lo
han descrito cantidad de sabios en diversos
escritos con todo el razonamiento necesario
respecto a las causas y sus efectos. A través de
los sentidos el individuo percibe los elementos del
mundo y realiza sus actividades, genera el deseo
por las cosas, establece asociaciones, desarrolla
su inteligencia y convicciones, disfruta o sufre en
81
la felicidad o la aflicción, y así, todo esto sucede
en el campo de las percepciones, conocimientos y
actividades, y sus interacciones. Pero escucha
bien sobre los atributos de los hijos del reino: La
humildad, la ausencia de orgullo, la bondad y la
no violencia, la tolerancia y el dejarse guiar por la
gente de bien; la limpieza, la constancia y el
autocontrol, la renuncia a los apegos y a las falsas
ideas de sí mismo y el no enredarse demasiado
en las cosas de este mundo; el vivir en compañía
pero desapegado de las masas, gustoso por los
lugares solitarios, dedicado a la oración y
adoración profunda, buscador de la Verdad, la
Belleza y la Bondad. Ecuánime, tanto en los
eventos afortunados como en los desafortunados
y siempre en constante devoción por el Padre
Eterno, allí en lo secreto.

Te declaro ¡oh hijo Mío!: Esto es Conocimiento y


el Camino del Reino, lo demás, es ignorancia.

El propósito del Conocimiento es el Reino de los


Cielos y una vez conocido éste, el hombre
trasciende la muerte. El Padre Celestial que
carece de principio y de fin es lo que debe ser
conocido, el es el Fin y el Supremo, está más allá
de lo que es y de lo que no es. No hay lugar fuera
de su alcance, está en todas partes, lo ve todo, lo
oye todo y lo sabe todo: ¡Realmente El Es!

82
Todo lo que sucede llega hasta Él a través de la
luz de la consciencia, que Él percibe a través de
su Infinita Presencia. Más aún así, Él está por
encima de todas estas cosas. Él es el soporte de
todo, pero está más allá de este mundo material.
No obstante, Él disfruta de todas las cosas de
este mundo. No puede ser visto con estos ojos
mortales y aunque está lejos, también está cerca;
aunque se mueve, permanece inmóvil, está
dentro y fuera de todo, pues todo lo penetra.
Aunque invisible, Él es Uno con Todo, a pesar de
que aparentemente cada ser es una parte
separada, originándose así, la percepción ilusoria
de la diversidad.

Él es el sustento de todos los seres: Él da la vida


y la quita. Él es La Luz de todas las luces que
brillan, disipando todo vestigio de oscuridad. Él es
El Conocimiento y la Meta del Conocimiento. Él
mora en el corazón de todos los hombres.

Te he dicho en pocas palabras qué es el “campo


de las actividades”, qué es el “conocimiento”, y
cuál es la “meta del conocimiento del hombre”.
Cuando un hombre realiza esto, alcanza el abrazo
eterno en Mi Ser.

Has de saber que tanto la naturaleza material


como la espiritual no tienen principio y que de la
naturaleza material surgen todas las cosas
materiales. Del Espíritu surge la consciencia que
83
es capaz de sentir placer y sentir dolor, y así el
alma creada, se reviste con esta naturaleza
mortal, comienza a verse afectada por los
continuos cambios de estado de la naturaleza, y
cuando cae bajo la atadura de los apegos a las
cosas cambiantes, se condena a disfrutar o
padecer sus consecuencias interminables. Pero el
Espíritu Supremo en el hombre permanece intacto
más allá de todo esto. Es un Observador que todo
lo percibe y todo lo padece. Ofrece su guía
inmaculada y da inspiración. Se le conoce como
El Señor Supremo, El Regalo del Padre,
Soberano del alma. El hijo del Reino, quién esto
conoce, a pesar del mundo cambiante, sea cual
fuere su condición, deja de ser arrastrado por las
consecuencias de este mundo y alcanza así su
destino. Por la gracia del Señor y a través de la
entrega a su voluntad santa y buena, con
entereza en el camino del Reino de los Cielos,
alcanza a ver en lo secreto de alma al Espíritu del
Padre.

Aquél que reconoce a Dios en todo lo que


percibe, ve lo eterno e imperecedero en el campo
de las actividades temporales y perecederas.
Éste, conoce la verdad.

Quién reconoce al Padre Eterno de todas las


cosas, como el Dios que late en el corazón de
todo lo creado, no hiere a otros, porque en ellos

84
se ve a sí mismo, y de este modo con seguridad,
alcanza la Meta Suprema.

Aquél que puede ver que todas las actividades


las realiza el cuerpo en sus diversas modalidades
materiales y que el Espíritu solamente observa su
trabajo, en verdad, realmente ve. Cuando un
hombre puede ver que toda la infinita variedad de
seres es una manifestación del Uno, y que todos
son uno en El, éste se hace uno con el Padre
Celestial.

Carente de origen y principio, libre de la


naturaleza cambiante, e igual que Imperecedero,
es el Espíritu Supremo.

Aunque Él mora dentro de este cuerpo, no


interviene en las acciones del cuerpo y está libre
de las imperfecciones de cualquier acción. Del
mismo modo que la energía Infinita y
omnipresente es inafectable, por ser de
naturaleza intangible; igualmente el espíritu que
habita en la materia permanece puro,
manteniéndose fuera del alcance de la materia.
Del mismo modo que el sol proyecta su luz sobre
todas las cosas de este mundo, igualmente el
Señor del campo de las acciones llena con su luz
todas las cosas del campo.

85
CAPITULO QUINTO: LOS TRES MODOS

- Te voy hablar del Conocimiento Supremo que al


ser conocido por los sabios alcanzan la
perfección, -continuó la Silenciosa voz- aquellos
que se refugian en este conocimiento llegan a ser
Uno Conmigo, no se perturban en la creación ni
en la disolución de las cosas ni son destruidos
cuando llega el fin de las mismas. Yo siembro la
semilla de todos los seres vivientes que han de
acontecer en la inmensidad de Mi Propia
Naturaleza, y de esta unión surgen todas las
cosas. ¡Oh Hijo Mío! ¡Yo Soy el Padre que da la
vida a todas las cosas que toman existencia en
este mundo!

La energía material en sus diversos planos y


dimensiones consta de tres modalidades: La
Bondad luminosa, la Pasión hirviente y la
Ignorancia obscura, que condicionan al alma
mientras Mí Presencia Espiritual es el Testigo
Inmutable, inafectable por estas modalidades.

De estos tres modos de la naturaleza, la bondad,


debido a su pureza es la iluminadora de la mente
que los libera de las reacciones pecaminosas,
aquellos que se son influenciados por esta
modalidad quedan condicionados al bienestar
material, al conocimiento intelectual y la filosofía,
encontrando en ello la felicidad terrena.

86
La modalidad de la pasión nace de los ilimitados
deseos y la lujuria, y condiciona al hombre a la
persecución ansiosa de logros y apegos. Así el
alma encarnada queda atada a los resultados de
sus acciones ineludiblemente.

La modalidad de la ignorancia, nacida de la


obscuridad del conocimiento, debilita al alma,
sumergiéndola en el engaño y la confusión. Ata al
hombre a la indolencia, el sueño y la locura
haciéndoles perder su vigor y su iniciativa, hasta
el punto de caer en la total negligencia.

La bondad, condiciona al hombre a la felicidad; la


pasión lo condiciona al fruto de sus acciones; y la
ignorancia, obscurece el conocimiento de las
cosas y lo condiciona a la negligencia, vagancia y
pereza. En ocasiones, el poder de la bondad
predomina sobre el de la pasión y la ignorancia,
mientras que otras veces, es el poder de la acción
de la pasión es el que predomina sobre la bondad
y la ignorancia, e incluso, esta última modalidad
sobre las dos primeras. De esta forma siempre
hay una competencia por la supremacía.

Se experimentan las manifestaciones de la


bondad cuando el hombre es iluminado por el
conocimiento, el entusiasmo y la paz.
Experimenta la pasión cuando hay apego por las
cosas y el fruto de sus actos, actividad frenética,
aventuras y logros, codicia y deseos. Cuando hay
87
aumento de la modalidad de la ignorancia, se
manifiestan la obscuridad, la inercia, la ilusión y la
locura.

Aquel estado que envuelve al alma a la hora de la


muerte será el de las regiones que encuentre al
traspasar los linderos de la vida.

Las buenas acciones purifican al hombre y se


realizan bajo la modalidad de la bondad y le llevan
a la búsqueda del conocimiento verdadero,
recorren el camino que los conduce hacia lo
celestial y lo alto. Mientras que las acciones
hechas bajo la influencia de la pasión desarrollan
la codicia y producen desasosiego y sufrimiento,
recurren al camino que los lleva por en medio y es
terrenal. Y así mismo, las acciones realizadas en
el modo de la ignorancia traen como única
consecuencia la necedad, la locura y la ilusión,
recorren el camino descendente que los degrada
hacia estados inferiores e infernales.

Cuando el hombre sigue el camino de reino y se


deja guiar por Mí Presencia Espiritual en lo más
secreto, la cual es transcendental a estas
modalidades, comprenderá que este inmenso
drama son únicamente los tres poderes de la
naturaleza, entonces, concentrando su mente y su
corazón en Mí, que Soy su Padre Eterno,
entregándose plenamente me alcanzará.

88
Una vez que ha trascendido las influencias de las
tres cualidades de la naturaleza, que son los
constitutivos de este cuerpo mortal, libre ya del
sufrimiento y la muerte alcanzará la morada de la
eternidad.

Quedé en un profundo silencio cuando cesó la


dulce voz que me envolvía, me puse en pie y
examiné las tres columnas que sostenían el
pesado techo, ahora lo comprendía, ¡qué extraña
casualidad! Las columnas de alguna manera
representan estas tres modalidades de la
naturaleza. Las tres columnas inclinadas que
dirigen sus capiteles hacia un punto en el techo
de la cámara, la ventana de cuarzo con los tres
círculos azules. Sostienen un universo que parte
de ese centro hacia abajo hasta un profundo foso
de “nada”, en el piso, entre las bases de las
columnas. Por un lado, hay un foso de nada y
hacia arriba un cuarzo por el que traspasa la luz
descendente. Previamente estuve a punto de
sumirme en ese profundo foso de desesperación
y no fue algo bueno, sentí que me disolvía; ¿Qué
encontraré tras el cuarzo en el techo? ¿Cómo se
puede reconocer al hombre que ha trascendido el
poder de las tres modalidades de la naturaleza?
¿De qué manera se logra trascender estas tres
fuerzas? Caminé y estuve sentado bastante
tiempo esperando una respuesta.

89
Resonó la dulce voz en mi interior y retumbó en
toda la cámara: -Aquel que no desprecia la
iluminación, el apego, ni la ilusión cuando están
presentes, ni los añora cuando desaparecen, que
se mantiene firme e imperturbable a través de
todas las reacciones de las cualidades materiales
y que permanece neutral y trascendental,
sabiendo que sólo las modalidades están activas,
que está situado en el camino del Reino
entregado a la Voluntad del Padre Celestial, y que
considera la felicidad y la aflicción como iguales.
Que mira con la misma visión un poco de tierra,
una piedra o un pedazo de oro; que tiene la
misma disposición hacia lo deseable y lo
indeseable; que es constante, encontrándose
igual de bien en la alabanza y la censura, en el
honor y el deshonor; que trata por igual al amigo
y al enemigo y que ha renunciado a todas las
actividades materiales. Una persona así, se dice
que ha trascendido las modalidades de la
naturaleza material.

Aquel que se entrega por entero al servicio con


devoción y amor, firme en todas las
circunstancias, está más allá de los tres poderes
de las modalidades materiales y se hace Uno
Conmigo en el Reino Celestial. Siendo Yo el
Padre Eterno: ¡Yo Soy la fuente inagotable de la
vida eterna y la bienaventuranza infinita!

90
El universo es como un árbol eterno cuyas raíces
están en la “Isla Eterna del Paraíso” y sus ramas
descienden hacia abajo en gran diversidad, cada
hoja es sagrada y conocerlas es tener el
conocimiento. Sus ramas se extienden por todo el
universo nutriéndolo. Sus yemas son los placeres
sensuales, y sus ramas se prolongan
introduciéndose en el mundo de los hombres,
atrayendo a los mortales al fruto de sus actos,
como frutos del árbol. Los hombres no logran
entender la naturaleza cambiante de este árbol, ni
saben en donde comienza ni donde acaba, ni
donde están sus raíces. Mas el hijo del Reino de
los Cielos blandiendo con fuerza la espada del
desapego, va y corta este árbol de fuertes y
profundas raíces, encaminándose así hacia el
Sendero del Padre Eterno. Sólo un hombre tal,
puede decir: “busco refugio en el Espíritu Eterno,
del cual surgió la creación al principio de los
tiempos.”

Así pues, el hijo del Reino, libre del falso orgullo,


de la ilusión y de las falsas compañías, morando
constantemente en su ser Interior, libre de las
dualidades de la felicidad y la tristeza y sin
ninguna confusión se entrega al Padre Celestial.

Allí no existe la luz del sol, ni tampoco la luna


brilla, ni siquiera la luz del fuego, ni ninguna otra
luz conocida, pues allí sólo brilla la Luz de Mi

91
Gloria. Los que llegan a esta morada Interior han
alcanzado la Meta Suprema.

Las almas que nacen a la vida en compañía del


Espíritu divino, cubiertas por los cinco sentidos y
la mente, tienen como soporte esta naturaleza
material y luchan afanosamente en su cuerpo. A
través de la mente y los sentidos, el alma como el
señor del cuerpo observa este mundo, toma
conciencia y lo disfruta, cuando lo abandona, el
Espíritu se lleva las almas con Él, del mismo
modo que el viento arrastra las fragancias de las
flores aromáticas. Los necios no pueden entender
como el alma viviente puede abandonar su
cuerpo, ni entender de qué clases de cuerpos
disfruta bajo las modalidades de la naturaleza,
pero aquel cuyos ojos están adiestrados en el
conocimiento puede ver todo esto. El hijo del
Reino que se esfuerza con determinación y cuyo
pensamiento está entregado al ser espiritual en
su interior, descubre al Padre que está en lo
secreto. Más aquéllos que no son puros de
corazón y carecen de conocimiento, aunque se
esfuerzan, nunca logran verlo.

Has de saber ¡Oh hijo Mío!: ¡Que Yo Soy la


Compañía Perfecta! y que la luz esplendorosa
que el sol esparce para iluminar el mundo entero,
al igual que el tenue resplandor de la luna y el
brillante fulgor del fuego, vienen de Mí. ¡Yo Soy el
soporte de todas las cosas de esta tierra! y a ella
92
Yo le doy mi amor revitalizándolo todo: ¡Yo Soy la
fragancia y el sabor del Néctar Sagrado! ¡Yo Soy
la Fuerza Vital que mora en todos los seres que
respiran! ¡Yo Soy el Aliento en la inhalación y
exhalación! ¡Yo Soy la Combustión del alimento!
¡Yo Soy el Corazón de todo lo que existe! ¡Yo
traigo la memoria y la sabiduría y me las llevo! ¡Yo
Soy el Conocedor del Conocimiento!

En los universos materiales y sutiles el alma


viviente es propensa al error, sin embargo, cuanto
más unida está al universo espiritual es más
propensa a la perfección. Pero el Testigo Eterno
que está en el corazón de todos, es trascendental
a los aciertos y errores del alma, penetrándolo
todo mantiene el universo entero, es proclamado
como el Espíritu Supremo en todos los mundos,
estando más allá de lo perecedero e
imperecedero. Todo aquel que conoce al Padre
como Dios, el Conocedor de todo, se dedica por
entero a su Voluntad Santa y así Me adora y Me
ama con toda su alma.

¡Oh hijo!, te acabo de revelar la más secreta de


todas las doctrinas. Aquél que recibe este
Conocimiento ha visto la luz, con lo cual ha
realizado el propósito de su vida en este mundo.

Y continuó la Dulce voz:

93
-La valentía, la purificación de la existencia propia,
el cultivo del conocimiento espiritual, la caridad, el
autocontrol y sacrificio; el estudio, la austeridad, la
sencillez y la no violencia; veracidad y
renunciación, tranquilidad, el no buscar defectos a
los demás, libres de codicia e ira, mansedumbre,
modestia, determinación de propósitos, vigor,
fortaleza, perdón, libres de envidia y del ansia del
honor. Todas estas cualidades, ¡Oh hijo mío! Le
pertenecen a los hombres que transitan el camino
del Reino dotándose de características divinas.

El orgullo, la arrogancia, el engreimiento, la ira, la


aspereza y la ignorancia son las cualidades que
pertenecen a aquellos que se comportan como
demonios.

Las cualidades divinas llevan a la liberación,


mientras que las cualidades demoniacas
conducen al cautiverio. No te preocupes, ¡Oh hijo
mío! Pues has iniciado el camino del Reino de los
Cielos.

En la dualidad de este mundo hay dos tipos de


personas: los que viven en la luz permitiendo que
se manifieste su naturaleza divina o los que viven
en la obscuridad e ignorancia manifestando una
naturaleza demoniaca. El hombre de naturaleza
demoníaca, careciendo de principios, ignora qué
es lo que se debe hacer y qué es lo que no se
debe hacer, en ellos no se encuentra verdad ni
94
belleza y bondad; no permanecen limpios. Ellos
dicen que este mundo es irreal y sin fundamento,
sin Dios que lo controle. Dicen que es el resultado
del deseo sexual y que no tiene más causa que la
lujuria. Siguiendo estas conclusiones, extraviados
e indolentes se dedican a obras perjudiciales y
horribles que dañan al mundo. Debido a esto, el
temor y la preocupación acosan durante toda su
vida a los hombres de este proceder, no
abandonándoles sino hasta el momento de su
muerte. Su única meta es gozar de los placeres
sensuales, firmemente convencidos de que esto
es todo lo que hay, al carecer de otras miras
superiores. Ellos creen que satisfacer los sentidos
es la necesidad fundamental de la civilización
humana, así pues, hasta el final de su vida siguen
con este proceder, atados por una red de cientos
de miles de deseos y absortos en la lujuria y la ira
consiguen los bienes por cualquier medio, solo
para complacerse a sí mismos. “Esto es lo que he
conseguido hoy” —dicen ellos— “y con esto
podré realizar tal deseo. Esto es cuanto ahora
poseo, pero quiero poseer más.” “He aniquilado a
tal enemigo” —se vanaglorian— “y a otros más
he de aniquilar. Soy un hombre poderoso y gozo
de cuanto quiero en esta vida. Tengo éxito, poder
y felicidad.” “Soy rico y he nacido en familia
noble” —pregonan— “¿quién se podría
comparar a mí? Con mi dinero costearé
ceremonias religiosas y daré caridades para
obtener bendiciones y viviré dichoso.” De esta
95
manera, esta clase de personas se engañan a sí
mismos, y perplejos así, con sus ansiedades en la
red de la ilusión se apegan solamente al disfrute
de los sentidos cayendo en la total obscuridad e
ignorancia.

Violentos, iracundos, lascivos y sumidos ya en la


más insolente arrogancia, estos hombres
malvados llegan a odiar lo divino en el corazón de
ellos o de otros, blasfemando contra toda religión.
Se alejan de Mí gradualmente viviendo la
existencia en la forma más abominable posible.

Tres son las puertas que conducen a este


infierno: la lujuria insaciable, la ira sin freno y la
codicia sin límite. Alejándote de estos tres
caminos puedes acceder hacia el Sendero
Supremo. Pero el hombre que no reflexiona, que
rechaza las palabras de la sabiduría y sigue solo
el impulso del deseo, jamás encontrará el Camino
del Reino Supremo ni la dicha interior, ni mucho
menos la perfección. Deja que la sabiduría y los
santos consejos marquen tu pauta en cuanto a lo
que es correcto y lo que no lo es. Lee las Santas
Escrituras y vive una vida de armonía haciendo el
bien.

Te he hablado previamente de las tres


modalidades de la naturaleza material y así la fe
de los hombres puede seguir estas tres vertientes:
la bondad, la pasión y la ignorancia. Los que
96
discurren por el camino de la bondad su religión
está plagada de santos y semidioses; los que se
guían por la pasión se rigen por los íconos de este
mundo, mientras que los que siguen el sendero
de la ignorancia adoran a los fantasmas y
espíritus.

Algunos se someten a severas austeridades y


penitencias que no les favorecen en nada, pero
las realizan con orgullo y egoísmo, torturan el
cuerpo en el que mora su alma que Yo acompaño
con amor. Igual sucede con los alimentos, los
sacrificios, las formas de hacer caridad y los
comportamientos en general, se realizan
conforme a las tres modalidades de la naturaleza
material predominante en los hombres y sus
combinaciones. Por lo tanto el camino a la
perfección es entregarte de lleno a la Voluntad del
Padre Celestial, tu pensamiento, tus palabras y
tus acciones…Todo.

Me recargue de nuevo en una la columnas y


cerrando los ojos volví a caer en un profundo
sueño y sin soñar, no supe más de mí, ni supe
cuanto tiempo permanecí dormido; desperté por el
ruido de los excavadores ingresando a esta última
cámara que se iluminó por las diferentes linternas
que apuntaban en todas direcciones, habían
vuelto, debía ser la mañana del siguiente día. Me
levanté de golpe, pero algo no estaba bien, todo
se veía diferente. No era una cámara circular
97
como la había visto previamente, era una típica
sala rectangular como tantas que había visitado.
Las columnas no estaban inclinadas y no eran
tres sino cuatro; ni había un pozo en el centro ni
un cuarzo en el techo de la cámara, era solo una
cámara vacía con restos en el suelo de piezas
rotas por los saqueadores de tiempos pasados,
no había inscripciones ni decoraciones de ningún
tipo, parecía ser la tumba de un dignatario menor,
quizás de alguien sin importancia entre la nobleza
egipcia, tal vez nunca llegó a ser realmente una
tumba. No había objetos, era simplemente una
cámara vacía. Pero, ¿cómo? yo quebré los sellos
intactos para ingresar en la sala anterior a esta
pequeña cámara, ¿cómo es que hay restos de
saqueo? mascullé. Todos me miraban atónitos,
iluminaba el techo buscando las estrellas ¡Nada!
¿Dónde están las estrellas? Repliqué. Había un
cuarzo….

¿Se encuentra bien? Me preguntaron los


excavadores, y sin responder, rápido subí los
tres pequeños escalones retornando a la sala
anterior; estaba vacía como la había visto antes,
pero en la puerta de acceso no había un remate
superior en el marco ni las inscripciones en
lengua extraña, ni siquiera los sellos que según yo
había roto. ¿Se encuentra bien? Me repetía
insistentemente uno de los excavadores
iluminándome el rostro con su linterna de mano.

98
Me ofrecieron un sorbo de agua y me llevaron
fuera de la excavación. Rápido, ¡un médico!
gritaba otro; ¡Está intoxicado! ¡Tiene el mal del
valle! ¡Respiró los vapores de los muertos!

99
EPILOGO: RENDICION

Tres días después, estando acostado en la cama


de la habitación del hotel rememoraba todo aquel
extraño sueño: ¿Fue realmente un sueño? La
conciencia tan clara y el recuerdo de todo me
hacía dudarlo, pero si no fue un sueño ¿Qué fue
esa experiencia tan extraña? No dejaba de pensar
en ello. Esa voz insonora fue clara y recuerdo
todo lo dicho; recuerdo la increíble Visión
Universal, ¿Qué fue aquello?

Recapitulaba en mi mente sus palabras, me


preguntaba sobre la renuncia a la vida común y
mundana, el encierro de ascetas y anacoretas, y
la diferencia distintiva de la renunciación a los
frutos de la acción. Tomaba notas febrilmente y
volvía a cavilar, caminaba por la habitación y
volvía a recostarme en la cama. ¿Fue todo eso un
sueño? Me quedé inmóvil y solo pensé en el
perfume y la dulzura de esa voz.

Me dejé llevar por su recuerdo, me quedé


totalmente quieto en la cama durante largo
tiempo, solo percibía mi respiración tratando de
no pensar en nada y pregunté en lo más secreto
de mi alma, en la misma esencia de mi mente:
¡Por favor! ¡Háblame! ¿Cuál es la diferencia de
renunciar a las cosas de este mundo o la
renunciación al fruto de nuestros actos? ¿Cuál es
el propósito de todo esto? Quería recapitular,
100
recordar, quería volver a escuchar tan amorosa
voz.

Y como un relámpago invisible ahí estaba de


nuevo:

-El abandono de las actividades que están


basadas en el deseo material es lo que los
grandes hombres llaman la vida de renuncia. Mas
la renuncia a los frutos de las acciones es lo que
se llama la “rendición”. Algunos, creyendo que la
acción es un estorbo para la vida contemplativa la
consideran como algo malo, defienden la renuncia
a la acción. Mientras que otros reconocen que por
lo menos los sacrificios, caridad y penitencia
nunca se deben abandonar. Mas ahora, ¡Oh Hijo
Mío! escucha con atención una vez más, pues te
diré la verdad acerca de la entrega o rendición. La
más pura esencia de la renunciación.

La rendición, puede ser de tres clases: El servicio


desinteresado, los sacrificios y la penitencia:
¡Jamás se deben abandonar!

Por el contrario, han de practicarse pues son


medios de purificación, incluso para los grandes
hombres. Pero estas acciones, han de realizarse
con la misma disposición a la entrega total a la
Voluntad del Padre Celestial y sin esperar
recompensa alguna. ¡Ésa es Mi Opinión Final!

101
Nunca se debe renunciar al deber ni dejarlo
inacabado pues se te ha encomendado. Si por
alguna ilusión lo abandonas se dice que estás en
el engaño, en el modo de la ignorancia.

Aquellos que renuncian a su deber por


considerarlo difícil o por evitar las incomodidades
físicas, se dice que están en el modo de la pasión.

¡Escucha hijo Mío!, cuando uno ejecuta su deber


porque tiene que hacerse y reconociendo que ese
es su servicio y renuncia al apego de los frutos y
recompensas se dice que está en modo del bien o
la bondad, entregado a Mí Voluntad. Este hombre
es sabio y no duda en entregarse, pues de este
modo se purifica y la paz está con él. Ya no ve
diferencias entre tareas agradables y
desagradables, pues para él, el servicio es
siempre una fuente de dicha. Para los hombres
que viven en este mundo físico, es
completamente imposible la total renuncia a la
acción, mas aquél que es capaz de rendir el fruto
de su acción, entregándose plenamente a la
Voluntad del Padre Eterno, que reside allí en lo
secreto, en verdad, ese hombre es un verdadero
hijo del Reino.

El hombre que realiza sus acciones con egoísmo


buscando su recompensa, a su debido tiempo
obtendrá los frutos en forma de placer o dolor
según los resultados de sus actos.
102
Ahora quiero que conozcas, ¡Oh hijo mío!, los
cinco factores que están implícitos en las
acciones: “el cuerpo con las que se realizan; la
personalidad misma con su identidad; los sentidos
de percepción; la energía o esfuerzo; y la
presencia del Padre Celestial como Verdadero
Testigo”. Cualquier acción que el hombre realiza,
ya sea buena o mala, mediante el pensamiento,
palabra u obra, es producida por estas cinco
causas primarias de la acción. Por lo tanto, aquel
que cree que es el único autor de la acción,
haciendo caso omiso de estos cinco factores, sin
duda no es muy inteligente y no puede ver las
cosas tal cual son.

Aquel que no es movido por una falsa idea de si


mismo, aunque actúe no actúa; porque todo lo ha
puesto en las manos del Padre. Aquél que ya se
ha liberado de todo vestigio de egoísmo, y cuya
mente ya sólo concibe el bien, se entrega a la
Voluntad del Padre Celestial porque es buena y
perfecta, nacida de su amor eterno. Y así, aunque
actúe no está ligado a semejante acción.

Se pueden resumir esto en tres componentes


fundamentales: El “conocimiento” que obtienes a
través de los sentidos, los “objetos del
conocimiento” que son las cosas con las que se
esfuerzan y actúan, y por último, “el conocedor”

103
que es la persona que actúa. Estos son los tres
componentes de la acción.

En relación a los tres Modos de la Naturaleza


Material hay tres formas o maneras de como se
manifiestan el “conocimiento”, “acción” y el
“conocedor de la acción”, es decir, los que
ejecutan las acciones. Te hablaré de ellos:

El conocimiento mediante el cual uno puede ver


en todos los seres vivientes una naturaleza
espiritual indivisible, aunque ellos estén divididos
en infinidad de formas; has de saber que tal
conocimiento está en el plano del bien y la
bondad.

El conocimiento por el cual se ve en cada cuerpo


diferente entidades vivientes separadas y
aisladas; has de saber, está en el modo de la
pasión y los deseos.

Y el conocimiento por el cual se está apegado a


una clase de trabajo, engañados como si lo fuera
todo, sin conocimiento de la verdad, se dice que
está en el plano de la ignorancia y obscuridad.

Las acciones que están reguladas y controladas


que se realizan sin apego y con entrega, sin amor
ni odio, y sin apego por el fruto de tales actos, se
dice que está en el plano de la bondad.

104
Las acciones que se realiza con un gran esfuerzo
de aquel que busca alcanzar el fruto y complacer
sus deseos, y que los ejecuta con un falso
sentido de sí mismo, se dice que están en el
modo de la pasión.

Asimismo, las acciones que se ejecutan en medio


de la ilusión, haciendo caso omiso al orden
prescrito y sin preocuparse por la violencia y
aflicción que causan a otros, se dice que están en
el plano de la ignorancia.

Aquel que cumple con su deber, sin falsas ideas


sobre sí mismo, con gran determinación y
entusiasmo, y sin vacilar ante el éxito o el fracaso,
se dice que es un trabajador que está en el plano
de la bondad.

El trabajador que está apegado al trabajo y a los


resultados del mismo, deseando disfrutar de sus
frutos, y que es codicioso, siempre está envidioso
y lo mueven la alegría y la tristeza, se dice que
está en la modalidad de la pasión.

Y el trabajador que siempre está dedicado a un


trabajo contra todo lo dispuesto, que es
materialista, obstinado, engañador y experto en
insultar a los demás, que es perezoso y siempre
está malhumorado y es moroso, se dice que está
en el plano de la modalidad de la ignorancia y la
obscuridad.
105
Escucha ahora, ¡Oh hijo mío! pues voy a hablarte
de las tres clases de comprensión y
determinación que hay según el estado de
preponderancia de cada uno de los tres modos de
la naturaleza material.

La comprensión por la cual se sabe lo que se


debe hacer y lo que no se debe hacer, lo que se
debe temer y no que no se debe temer, lo que te
esclaviza y lo que es liberador, está en el plano
del bien y la bondad.

La comprensión que no distingue entre lo que


debe ser y no debe ser, entre lo que se debe
hacer y no debe hacerse, está en el plano de la
pasión.

La comprensión que considera que el


incumplimiento del deber es lo mismo que el
deber, el cual bajo el hechizo de la ilusión y la
obscuridad se esfuerza siempre en la dirección
equivocada, ¡Oh hijo Mío! Está en el plano de la
ignorancia y obscuridad.

La determinación que es inquebrantable, que se


sostiene en el camino de los hijos del Reino de
los Cielos y que de este modo controla los
desvaríos de la mente, de la vida y de los
sentidos, se encuentra en el plano de la bondad.
Pero la determinación por la cual se aferran a
obtener siempre un resultado egoísta y
106
económico, y la complacencia de los sentidos, es
de naturaleza pasional.

Aquella determinación que no puede ir más allá


del sueño, el temor, la lamentación, el mal humor
y la ilusión, con poca inteligencia, está en el plano
de la modalidad de la obscuridad.

Escúchame ahora hablar de las tres clases de


felicidad con las que el alma en el cuerpo disfruta
y con las que a veces logra el fin de las
aflicciones: Aquello que al principio parece que
sea como pesado y doloroso pero que al final
termina produciendo gozo y alegría y despierta la
autorrealización, se dice que es la felicidad en el
modo del bien y la bondad. Pero la felicidad que
procede del contacto con los sentidos en forma
inmediata y que pareciera como un néctar al
principio, pero que al final parece ser como un
veneno insoportable, se dice que está en el modo
de la pasión. Y la felicidad a la que no le importa
la realización, que es engañosa de principio a fin,
que procede del sueño, la pereza y la ilusión, se
dice que está de acuerdo al modo de la ignorancia
y obscuridad.

No existe ningún ser, ni aquí ni entre los miles de


seres en los mundos del tiempo y el espacio, por
superiores que sean, que esté libre plenamente
de las modalidades de la naturaleza material. Los
seres humanos se distinguen por las cualidades
107
nacidas de acuerdo a sus propias tendencias
naturales en conformidad con los modos
materiales.

La serenidad, el dominio de sí mismo, la


austeridad, la pureza, la tolerancia, la honestidad,
el conocimiento, la sabiduría y el deber son las
cualidades de los hijos del Reino que se entregan
plenamente a la Voluntad del Padre Celestial.
Alcanzan la libertad por medio del cumplimiento
de su deber y de la entrega al Padre, que es la
fuente de todos los seres y que está presente en
cada uno.

El hombre puede llegar a ser perfecto como el


Padre lo es. La perfección se alcanza en la
decisión y el acto mismo de la entrega al Padre
Celestial. Es mejor que uno se dedique al deber
que le corresponde en la vida, no obstante lo
haga con errores, que aceptar el trabajo de otro y
hacerlo sin error. A todo esfuerzo lo acompañan
los errores, tal como el fuego está acompañado
de humo, pero no por ello se debe abandonar el
trabajo que te corresponde, ni siquiera si este
mismo está plagado de defectos.

¡Entrega tu mejor esfuerzo y determinación al


Padre Santo, que El te bendecirá, porque su
Voluntad es Perfecta y Buena nacida de su Amor
Eterno!

108
Aquel que se auto controla y vive con desapego
de las cosas materiales, entregando el resultado
de sus obras al Padre Celestial, alcanza así la
forma más elevada y perfecta de vida; libre de
todas las reacciones materiales es un verdadero
hijo del Reino de los Cielos.

Te contaré ahora cómo un hombre alcanza la


perfección en La Morada Eterna del Padre, la
visión de la Luz Divina y Amor Infinito, si actúa
siguiendo el sendero del Reino de los Cielos que
ahora te voy a resumir:

Purificándose de apegos y odios mediante la


permanente entrega, controlando su cuerpo, la
mente y su hablar; siempre desapegado, libre del
falso orgullo, de la lujuria y la ira y del falso
sentido de posesión; siempre apacible y tolerante.

Elevado a la posición de los hijos del Reino de los


Cielos. Aquel que se sitúa así en el sendero del
reino, llega eventualmente a comprender al Padre
en lo secreto y se vuelve uno con El, plenamente
dichoso. Nunca se lamenta por nada ni desea
nada. Tiene la misma disposición para con todos
los seres vivientes y en ese estado presta el más
alto servicio en devoción pura.

A Mí, se Me puede entender tal como Soy, el


Supremo Padre Celestial, por medio del servicio
devocional puro. Y cuando alguien tiene plena
109
conciencia de Mí mediante esta devoción, puede
entrar en el Reino de Dios. Este hijo del reino,
devoto puro, con seguridad puede buscar refugio
en Mí, no importa que esté dedicado a toda clase
de actividades, bajo Mi protección y Mi gracia el
llegará a la Isla Eterna e Imperecedera, Mi
Morada.

Hijo Mío, en todas las actividades, tan solo


depende de Mí y trabaja siempre bajo Mí
protección. En medio de este servicio santo y
devoto, permanece plenamente consciente de Mí,
allí, en lo secreto de tu existencia. Si te vuelves
consciente de Mí, por Mi gracia pasarás por sobre
todos los obstáculos de la vida que te
condicionan. Sin embargo, si no trabajas con este
estado de conciencia y entrega, sino que actúas a
través de una falsa idea de ti mismo, con falso
ego y falso orgullo, sin oírme, estarás extraviado.

Dios mora en el corazón de todos los seres y en


el tuyo propio, ¡Oh, hijo Mío!, Él está dirigiendo el
movimiento de todos los seres vivos asentados en
la energía material en el tiempo y el espacio.

¡Oh hijo del Reino! Entrégate a Él totalmente. Por


su gracia conseguirás la paz trascendental y
llegarás a la Morada Suprema y Eterna. Te he
explicado este conocimiento: ¡El más confidencial!

110
¡Delibera bien acerca de esto, y luego haz lo que
desees!

Como tú eres Mi muy querido hijo y amigo, te he


dado esta Instrucción Suprema, el conocimiento
más confidencial de todos. Escúchame hablar de
ello, pues es por tu bien. Siempre piensa en Mí,
en oración y adoración ofréceme a Mí tu
homenaje, de este modo, vendrás a Mí sin falta.

Yo te prometo esto, porque tú eres Mí muy


querido hijo y mi amigo. Abandona todos tus
deberes como ofrenda para Mí y tan solo
entrégate a Mí. Yo te libraré de todas las
reacciones, ¡No temas!

Jamás se han de revelar estos, tan confidenciales


secretos de conocimiento, a alguien que no
ofrezca su amor, o que no quiere oír o que tan
solo pretende discutir. Mas aquél que unido a Mí
por un estrecho lazo de amor y devoción,
predique esta suprema doctrina del Reino de los
Cielos, a aquéllos que buscan el Amor y la
Verdad; éste hijo en verdad viene a Mí. Pues éste
es el servicio más alto que un hombre puede
hacer por Mí. Entre todas las especies que
pueblan la tierra, no hay seres más queridos que
Mis hijos.

Los que estudien estas divinas palabras y Me


adoren con su inteligencia; y aquellos que
111
escuchen con fe y sin envidia, se librarán de las
reacciones pecaminosas y llegarán a los
auspiciosos mundos en los que moran los hijos
ascendentes.

¡Oh, hijo Mío!, ¡Oh, conquistador de ti mismo!,


¿has oído esto con atención? ¿Ya se disipó tu
ignorancia e ilusión?

Lloré todo el día como si estuviera vaciando mi


ser de toneladas de barro e ignorancia, sabía que
no fue un sueño y que siempre estaría conmigo.

Algo se inició en esa cámara secreta en el Valle


de los Reyes, en ese campo de batalla de reyes
idos, en esa cueva en la montaña; en esa cueva
de iniciación. Sentí que había dado un paso hacia
el hijo del hombre. Era yo mismo un hijo de
hombre. Mi ilusión se había disipado, por su
misericordia, recobré la memoria de mi origen.

Ahora estoy firme y libre de dudas, y estoy


dispuesto a obrar conforme a sus instrucciones.

Estas fueron las palabras de un gran diálogo entre


el Padre y un hijo y un mensaje maravilloso que
provoca gozo y alegría. Nacidas de su pura
misericordia. Las recuerdo y las recordaré por
siempre, la gloriosa visión del Dios de dioses,
desbordando mi alma en gozo, una y otra vez.
Donde quiera que esté el Padre, la Meta Ultima
112
del Sendero del Reino de los Cielos, y donde
quiera que estén sus hijos, allí, reinaran la
Verdad, la Belleza y la Bondad. Y es seguro que
estarán también la opulencia, la victoria, el poder
extraordinario y la moralidad perfecta. ¡Esa es mi
opinión!

FIN

113

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