Marruecos

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Marruecos:

Invasión y ocupación marroquí del Sahara Occidental:


El 6 de noviembre de 1975, Marruecos lanzó la Marcha Verde para ocupar el Sáhara
español en el cual un estimado de 300.000 soldados y civiles invadieron el Sahara
Occidental expulsando en el proceso a los saharauis de sus tierras y violando múltiples
derechos humanos impidiendo la libre determinación de estos mismos. En el proceso se
impusieron múltiples minas antipersonales, aparte de la construcción de un muro bajo
control militar con el fin de evitar que los saharauis regresen y de usar métodos
propagandísticos para “romantizar” este infame hecho. Para los desplazados Saharauis es
la Marcha Negra. Han pasado 45 años desde que el pueblo saharaui sufrió la invasión de
Marruecos, obligando a muchos de sus habitantes a abandonar su territorio para buscar
refugio en la vecina ciudad de Tinduf, Argelia.
Hasta mediados del siglo XIX, los saharauis vivían en una comunidad propia con una vida
pacífica, en sus jaimas (tienda de campaña de cuero típico de los árabes nómadas) cuando
la corona española ocupó el Sahara Occidental alentado por riquezas pesqueras y reservas
de fosfatos. Por su parte, el ejército marroquí también se disputaba la zona, reivindicándola
como propia. Pese a las reiteradas ofensivas de ocupación muchos saharauis
permanecieron en el territorio, mientras que otros miles partieron a tierras lejanas como
medida de protección[2]
Durante la decadencia del gobierno franquista, el Frente Polisario[3] había iniciado un
movimiento de guerrillas, a España la ocupación ya le representaba un problema, por lo
que, en agosto de 1973, apelando a “su compromiso con la autodeterminación del Sahara”,
le transfiere a la Organización de la Naciones Unidas (ONU), la responsabilidad para
celebrar bajo su auspicio, un referéndum para la autodeterminación del pueblo Saharaui;
Marruecos, temeroso de los resultados, solicita el amparo de la Asamblea General de las
Naciones Unidas para que no se celebre. Tratando de equiparar el caso con la
descolonización de Sidi Ifni y su devolución a Marruecos. La ONU, ante esta hipotética
situación, consulta a la Corte Internacional de Justicia, el 16 de octubre de 1975, la cual
determina que el Sahara era un territorio independiente, habitado en el momento de la
anexión española, el Sahara no era un territorio sin dueño. Por 14 votos contra 2, se
determinó que pese a ciertos vínculos de subordinación y de derechos sobre tierras entre
algunas tribus que habitaban en el Sáhara Occidental y el Sultán de Marruecos, éste no
tenía derechos de soberanía sobre el territorio del Sáhara Occidental, la Corte también
determinó que Mauritania tampoco tiene derechos sobre el Sahara. La conclusión fue que
se debía celebrar el referéndum de autodeterminación, para que pudiera formar su propio
Gobierno y que el Sáhara Occidental quedara completamente desprovisto de injerencias
colonialistas rigiéndose por un Gobierno propio,[4]
El 21 de agosto de 1975, el Departamento de Estado estadounidense había autorizado un
proyecto estratégico secreto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, siglas en inglés),
financiado por Arabia Saudí para arrebatar la antigua provincia del Sahara a España. Esta
región es un territorio vital, rico en fosfatos, hierro, petróleo y gas, que los Estados Unidos
no estaban dispuestos a dejarlo en manos españolas ante el ocaso de Franco. Así, el plan
consiste en invadir la zona mediante una marcha de aproximadamente trescientos mil
marroquíes que se harían pasar por antiguos habitantes. La acción también es conocida
como la Marcha Verde, y saltándose todas las resoluciones de la ONU, es anunciada el 16
de octubre de 1975 por el Rey Hasán II de Marruecos, mientras el Tribunal Internacional de
Justicia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) rechaza las pretensiones de
Marruecos sobre ese territorio.[5] Mientras tanto el entonces príncipe de España Juan
Carlos, temeroso de no acceder al trono, por un conflicto marroquí, solicitó la intervención
de Kissinger en Washington, pero anuncio ante su país que tomaría control de la situación.
Kissinger realiza un pacto con Hassan II por el que Juan Carlos se compromete a entregar
el Sahara español a Marruecos a cambio del total apoyo político americano en su próximo
reinado.
Un mes más tarde, el 6 de noviembre de 1975, el movimiento invade la antigua provincia
africana española. Los campos de minas de la frontera son levantados y los legionarios
españoles, retirados. España envía al ministro de la presidencia en gira de cortesía a los
campamentos marroquíes de la Marcha Verde. Tres días después, El 9 de aquel mes y año,
Hassan II da por alcanzados todos sus objetivos en el Sahara, retira los campamentos de
los marchistas a Tarfaya. Mientras la ONU, urge a Marruecos a retirarse y respetar la
legalidad internacional. Pero los saharauis, traicionados por España, se aferran a la lucha
armada. El 12 de noviembre de 1975 comienza la Conferencia de Madrid entre España,
Marruecos y Mauritania, dirigida y controlada por los Estados Unidos. Finalmente, el 14 de
noviembre de ese año se produce la Declaración de Madrid sobre el Sahara, donde se
estipula la entrega a Marruecos de toda la sección norte de la antigua provincia española[6]
En febrero de 1976, el Frente Polisario declara la constitución de la República Árabe
Saharaui Democrática (R.A.S.D.) al comprobar que tanto Marruecos como Mauritania
desplazan tropas al territorio saharaui, con lo que muestran no tener intención de entregarlo
a los saharauis, sus legítimos propietarios. Se inicia una guerra entre el Frente Polisario y
las tropas marroquíes en el norte y mauritanas en el sur. La mayor parte de la población
saharaui se vio obligada a huir a la vecina Argelia por la represión a la que serían sometidos
y los enfrentamientos armados. Siguen en campamentos, desde entonces, transcurridos
más de 45 años, en una zona desértica de Argelia: Tinduf, donde malviven unas 150.000
personas, Todos los años hay numerosas víctimas por las minas que Marruecos ha
diseminado en la frontera entre el territorio que controla del Sáhara Occidental y las
posiciones del Frente Polisario en el Este.
Como podemos imaginar, hubo crisis de refugiados. Ante ella, la ONU establece ―a través
de la Resolución 690 del Consejo de Seguridad―, el 29 de abril de 1991 para la celebración
de un referendo, cuyo objetivo es que los saharauis decidan sobre su soberanía.
Lamentablemente, durante años no se han visto los resultados de dicho acuerdo: los
refugiados viven en situaciones muy duras. La mayoría sobrevive en tiendas, sin agua y sin
electricidad. En la actualidad, hombres y mujeres no conocen otra cosa que el desierto y la
pobreza.[7] La Marcha Verde no sólo significó la presencia de Marruecos como potencia
ocupante del suelo saharaui, sino también el inicio del transtierro de su población y la
violación a los Derechos humanos en territorios donde se han levantado muros más largos
que el que erigió, Israel en Cisjordania.
Fuentes:https://www.cndh.org.mx/noticia/marcha-verde-invasion-marroqui-del-sahara-
saharaui-desplazamiento-forzado
https://www.youtube.com/watch?
v=Ro5FO9zReGE&list=PLoFw50lqeKFcjJe22Gg_Lvk5Tb2AtwjiG&index=5&ab_channel=Bri
gadaAntifraude

Sahara y otras protestas:


Las autoridades siguieron aplastando la disidencia, dispersando protestas pacíficas
y restringiendo las actividades de varias organizaciones que consideraban
opositoras. Se endureció la represión contra activistas saharauis. La penalización
del aborto provocó la muerte de al menos una niña como consecuencia de un aborto
inseguro tras una violación. Los guardias de fronteras hicieron un uso excesivo de la
fuerza contra personas que intentaban cruzar la frontera entre Marruecos y el
enclave español de Melilla, lo que causó al menos 37 muertes. La legislación
nacional seguía siendo inadecuada para proteger y promover el derecho a un medio
ambiente limpio y saludable.
Información general
En marzo, el presidente del gobierno de España declaró su apoyo al plan de
autonomía del gobierno marroquí sobre el Sáhara Occidental. La respuesta de
Argelia fue la suspensión de un tratado de cooperación con España. Las relaciones
entre Marruecos y Argelia seguían siendo tensas a pesar de los llamamientos
realizados en julio por el rey Mohamed para que se restablecieran los lazos
diplomáticos entre ambos países.
En octubre se renovó la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del
Sáhara Occidental que, no obstante, siguió sin tener un mandato de derechos
humanos. Las organizaciones de derechos humanos continuaron sin poder acceder
al Sáhara Occidental.
Durante 2022, murieron 1.445 personas a causa de la COVID-19. Al concluir el año,
el 66,8% de la población había recibido al menos una dosis de la vacuna contra esta
enfermedad.

Libertad de expresión
Las autoridades seguían atacando a personas críticas y activistas en Marruecos y el
Sáhara Occidental. Investigaron, procesaron y encarcelaron al menos a siete
periodistas y activistas por criticar al gobierno, así como a personas que hablaban
en Internet sobre religión o expresaban su solidaridad con activistas.
En marzo, la policía de la ciudad de Settat citó e interrogó a Brahim Nafai, profesor y
miembro de la organización juvenil Vía Democrática, por compartir en las redes
sociales publicaciones en las que se hacía un llamamiento al boicot del combustible.
Brahim no fue informado de ningún seguimiento, pero el caso seguía abierto.
En abril, un tribunal de la ciudad de Casablanca condenó a la defensora de los
derechos humanos Saida Alami a dos años de prisión por unas publicaciones en
redes sociales en las que se denunciaba la represión de periodistas y activistas. En
septiembre, el tribunal de apelación de Casablanca aumentó la pena a tres años.
Saida Alami permanecía en prisión.
En junio, un tribunal de la ciudad de Tánger absolvió en apelación a Fatima Zahra
Ould Belaid, activista y miembro de la Asociación por la Tributación de las
Transacciones Financieras y la Acción Ciudadana de Marruecos (ATTAC
Marruecos) y del Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas. La policía la
había detenido en noviembre de 2021, acusada de haber organizado protestas
“ilegales” en la universidad de Tánger.
En agosto, el tribunal de primera instancia de la ciudad de Oued Zem condenó a la
bloguera Fatima Karim a dos años de prisión, en virtud del artículo 267-5 del Código
Penal, por “insultar” al islam en publicaciones en las redes sociales.1
En noviembre, un tribunal de Casablanca condenó al defensor de los derechos
humanos Rida Benotmane a tres años de prisión por “insultar a un órgano regulado
por ley”, “insultar a funcionarios públicos mientras cumplían con su deber” y “difundir
y distribuir denuncias falsas” por unas publicaciones en Internet en las que criticaba
a las autoridades por ignorar las demandas de justicia social.2 Rida Benotmane
permanecía en prisión.

Derecho a la privacidad
En marzo, el análisis efectuado por el Laboratorio sobre Seguridad de Amnistía
Internacional concluyó que dos teléfonos pertenecientes a la defensora de los
derechos humanos saharaui Aminatou Haidar habían sido atacados e infectados
con el programa espía Pegasus de NSO Group.3 El análisis de Amnistía
Internacional mostró que uno de sus teléfonos contenía rastros de ataques de
Pegasus que se remontaban a septiembre de 2018, y el otro tenía más rastros de
infección en octubre y noviembre de 2021.

Libertad de reunión y de asociación


Las autoridades hicieron uso excesivo de la fuerza para dispersar protestas
pacíficas en al menos dos ocasiones —entre ellas las organizadas para exigir
mejores condiciones de trabajo para el profesorado y las convocadas para defender
los derechos saharauis— y detuvieron a algunos participantes.
En marzo, la policía dispersó por la fuerza protestas de docentes en todo
Marruecos. En la ciudad de Taunat, la policía golpeó con tal brutalidad a un profesor
que éste necesitó tratamiento hospitalario. La policía de la capital, Rabat, detuvo a
la profesora Hajar Belhouari por participar en una protesta pacífica.
Las protestas de activistas saharauis en el Sáhara Occidental fueron reprimidas de
forma aún más violenta. En abril, unos agentes de policía golpearon y propinaron
patadas al estudiante de periodismo Abdelmounaim Naceri hasta que perdió el
conocimiento. El estudiante había estado filmando una sentada ante la prefectura de
Esmara, ciudad del Sáhara Occidental, organizada por jóvenes saharauis para
protestar contra las condiciones sociales. El mismo mes, las autoridades locales de
la ciudad de El Aaiún, también en el Sáhara Occidental, denegaron la inscripción en
registro a la recién elegida oficina ejecutiva de la Asociación Saharaui de Víctimas
de Violaciones Graves de los Derechos Humanos Cometidas por el Estado Marroquí
(ASVDH), alegando que obstaculizaba el trabajo de las administraciones públicas.
El 2 de julio, la policía rodeó la sede de la ASVDH en El Aaiún e impidió con
violencia la entrada a sus miembros, lo que provocó lesiones al menos a 10
personas a las que golpeó con las manos y propinó patadas, además de someterlas
a insultos racistas.
A lo largo de 2022, las autoridades restringieron arbitrariamente la autorización y las
actividades de al menos siete organizaciones consideradas de oposición y
hostigaron a miembros de algunas asociaciones. Las autoridades se negaron a
aceptar la solicitud de la Red Amazigh por la Ciudadanía - Azetta Amazigh para
registrarse como organización oficial alegando que no se habían cumplido las
condiciones legales.
Juicios injustos
Los tribunales infringieron los procedimientos de un juicio justo, entre otras cosas al
utilizar fichas policiales idénticas para varios acusados y limitar el acceso de éstos a
asistencia letrada. Además, no investigaron las denuncias de los acusados de que
las “confesiones” se habían obtenido bajo tortura.
El 3 de marzo, el Tribunal de Apelación de Casablanca confirmó una condena de
seis años de prisión impuesta a Omar Radi por cargos de espionaje y violación.
Durante sus juicios, Omar Radi tuvo acceso limitado a sus representantes legales,
se negó a su equipo de defensa el derecho a interrogar a los testigos de la
acusación y se excluyó a varios testigos de la defensa.
El 21 de julio, el Grupo de Trabajo de la ONU sobre la Detención Arbitraria concluyó
que las autoridades habían violado el derecho del periodista Suleiman Raissouni a
un juicio justo de forma tan flagrante que su detención era arbitraria.

Derechos de las mujeres y de las niñas


En abril, Marruecos ratificó el Protocolo Facultativo de la Convención sobre la
Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW). Sin
embargo, la legislación nacional seguía afianzando la desigualdad de género,
incluso en relación con la herencia y la custodia de los hijos e hijas.
En junio, el Comité de la CEDAW expresó su preocupación por las elevadas tasas
de mortalidad materna y de analfabetismo femenino en las zonas rurales de
Marruecos.
Las investigaciones realizadas en 2022 por la ONG Mobilising for Rights Associates
(MRA) constataron que las disposiciones de los artículos 490-493 del Código Penal,
que tipificaban como delito las relaciones sexuales fuera del matrimonio, así como el
adulterio, impedían que las mujeres sobrevivientes de violencia la denunciaran, lo
que les privaba de protección, prevención, vías de recurso adecuadas y reparación.
También constataron que las disposiciones permitían a los agresores cometer actos
de violencia contra las mujeres con impunidad.
El aborto seguía siendo ilegal a menos que se considerara necesario para proteger
la salud de la mujer embarazada, y se castigaba con penas de entre seis meses y
cinco años de prisión a quienes se sometieran a un aborto ilegal o lo practicaran. El
proyecto de ley 10-16, que despenalizaba el aborto en un número limitado de casos,
seguía estancado en el Parlamento desde 2016. En septiembre, una niña de 14
años de un pueblo cerca de Midelt, en el centro de Marruecos, murió a causa de un
aborto inseguro que le practicaron tras haber sido violada. Varias organizaciones de
defensa de los derechos de la mujer culparon de su muerte a la estricta legislación
sobre el aborto.
En marzo y abril, la policía y agentes de seguridad ejercieron violencia física, verbal
y sexual contra 12 mujeres activistas saharauis que expresaban su solidaridad con
la activista Sultana Khaya (véase infra). No se llevaron a cabo investigaciones sobre
las supuestas agresiones. En abril, la relatora especial de la ONU sobre la situación
de los defensores y defensoras de los derechos humanos denunció a las
autoridades marroquíes por utilizar la violencia sexual para intimidar a las
defensoras saharauis de estos derechos.

Tortura y otros malos tratos


La tortura y otros malos tratos continuaron impunes tanto dentro como fuera de las
prisiones, especialmente contra activistas saharauis.
En marzo, los guardias penitenciarios golpearon en varias ocasiones al activista
saharaui Mohamed Lamine Haddi, miembro del campamento de protesta Gdeim Izik
del Sáhara Occidental, que llevaba recluido desde 2017 en régimen de aislamiento
en la prisión de Tiflet II, en el noroeste de Marruecos.
En mayo, la destacada activista saharaui Sultana Khaya huyó de su arresto
domiciliario y viajó a España para recibir tratamiento médico por las torturas que
había sufrido durante varias agresiones policiales desde que fue sometida a arresto
domiciliario en 2020.4 No se investigaron ni la violación ni otras violaciones graves
de derechos humanos cometidas contra ella y su familia.
En junio, la policía detuvo a Labbas Sbai y lo recluyó en la prisión de Zagora, en el
sur de Marruecos, por haber denunciado la corrupción. Los guardias penitenciarios
lo golpearon reiteradamente, abuso que el director de la prisión defendió. Labbas
Sbai fue puesto en libertad en julio.

Derechos Lgbt:
En junio, el índice LGBTQ+ Travel Safety de Asher & Lyric clasificó a Marruecos
como el 30 país más inseguro del mundo para viajeros LGBTI. El índice mencionaba
el artículo 489 del Código Penal marroquí, que castigaba la conducta sexual entre
personas del mismo sexo o los actos “contra natura” con penas de seis meses a tres
años de prisión, además de multas.
En junio, el Ministerio de Cultura se negó a incluir el libro de Fatima Zahra Amzka
Lesbian Diaries en la Feria Internacional del Libro de Rabat 2022 después de que se
lanzara una campaña con etiquetas como #NoToHomosexuality. El ministro de
Cultura dijo que el libro jamás había sido autorizado para la Feria.
La campaña #Fetrah (“primitivo”, “naturaleza” o “instinto” en árabe), que promovía la
idea de que sólo hay dos géneros y se oponía a quienes defendían los derechos
LGBTI, se hizo viral en Marruecos. Facebook cerró su página en julio, pero las
autoridades marroquíes no la denunciaron.
En julio, el Comité de la CEDAW pidió a Marruecos que derogara los artículos del
Código Penal que criminalizaban a las personas LGBTI.

Derechos de las personas migrantes y refugiadas


En junio, unas 2.000 personas, en su mayoría procedentes de Sudán, intentaron
cruzar la frontera entre la ciudad de Nador, en el norte de Marruecos, y el enclave
español de Melilla. Las fuerzas de seguridad de ambos lados respondieron con
fuerza excesiva, lo que provocó la muerte de 37 personas subsaharianas y la
desaparición de otras 77. El Consejo Nacional para la Defensa de los Derechos
Humanos de Marruecos comunicó que habían resultado heridas 217 personas,
entre ellas 140 miembros de las fuerzas de seguridad marroquíes. Éstas lanzaron
piedras y golpearon a la gente, y dispararon gas lacrimógeno en espacios cerrados.
Se negó asistencia médica a las personas migrantes heridas por las fuerzas de
seguridad y muchas fueron trasladadas a la fuerza en autobuses a diversos destinos
en Marruecos.5 La fiscalía local anunció que había abierto una investigación, pero
no tomó medidas para interrogar a testigos, personas migrantes heridas entre ellos.
En cambio, las autoridades procesaron al menos a 79 migrantes por entrada
irregular.

Actuación deficiente contra la crisis climática


Marruecos aún no había actualizado su objetivo de emisiones para 2030 para
garantizar su total compatibilidad con el imperativo de 1,5 °C. Tampoco había
adoptado medidas de adaptación respetuosas con los derechos humanos ni
medidas de reducción del riesgo de catástrofes para proteger adecuadamente a la
población de los efectos previsibles e inevitables de la crisis climática.
En febrero, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
afirmó que, en 2070, las tierras aptas para el cultivo de árboles de argán en
Marruecos podrían haberse reducido hasta un 32%, lo que supondría una amenaza
para los medios de subsistencia y la biodiversidad del país.
Fuentes:https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/paises/pais/show/marruecos-
y-el-sahara-occidental/

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