DECLARACIÓN DE FE - Roca Fuerte
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NUESTRA DECLARACIÓN DE FE
NOTA PREVIA: Vale la pena notar que puede existir cierta redundancia en algunas de las siguientes declaraciones.
Esto, hasta cierto punto, es inevitable en vista de que las doctrinas principales de la Biblia están entretejidas o
relacionadas entre sí resultando en esta ligera redundancia tanto en algunas de las declaraciones como también en
algunos de los textos que sustentan las mismas.
[1]
ARTÍCULO CUARTO: DEL SEÑOR JESUCRISTO
Su Deidad: Creemos en la deidad absoluta de Dios el Hijo, el Señor Jesucristo (Isaías 7:14; Mateo 1:23;
Colosenses 2:9); preexistente con el Padre (Juan 1:18); que participó activamente en la obra divina de la creación
(Colosenses 1:15-17); que fue concebido milagrosamente por el Espíritu Santo (Mateo 1:18, 20; Lucas 1:35); que nació
de una virgen llamada María sin intervención de un padre humano (Isaías 7:14; Lucas 1:34-35); que es el único, verdadero
e infinito Dios-Hombre (Mateo 16:13-16); y que se hizo hombre para que, en Él, la humanidad pudiera conocer al Padre
(Juan 1:18; 14:7-11).
Su Kenosis: Creemos que al venir a la tierra en forma humana, el Señor Jesucristo se despojó voluntariamente
y en forma temporal, del uso de algunos de sus atributos divinos, sin dejar de ser Dios (Filipenses 2:5-8; Juan 1:14; 8:26-
29; Mateo 17:2; 24:36; Marcos 13:32). Ésta es la doctrina del “Kenosis” de Cristo.
Su Obra de Redención: Creemos que el Señor Jesucristo vivió una vida absolutamente sin pecado (Juan 8:46;
1 Pedro 1:19; 2:22; 1 Juan 3:5; Hebreos 4:15; 9:28); que murió, no como mártir, sino voluntariamente como substituto de
la raza humana en la cruz del Calvario (2 Corintios 5:21), por los pecados de toda la humanidad (Romanos 5:8); que en
su muerte hizo completa propiciación por los pecados del mundo (1 Juan 2:2); y que Él es la única esperanza del hombre
para salvación y que es el único mediador entre Dios y los hombres (Juan 14:6; 1 Timoteo 2:5).
Su Resurrección: Creemos que el Señor Jesucristo fue resucitado corporalmente de la tumba al tercer día, por
el Padre, mediante el poder del Espíritu Santo, para dar vida eterna al que creyere en Él (1 Corintios 15:3-9); y que
ascendió al cielo donde actualmente está sentado a la diestra del Padre intercediendo por los creyentes (Hebreos 7:25;
9:24; Romanos 8:34; 1 Juan 2:1).
Su Retorno: Creemos que un día inminente, el Señor Jesucristo vendrá hasta las nubes para arrebatar a todos
los creyentes de la iglesia en un evento llamado el Rapto o el Arrebatamiento de la iglesia (1 Tesalonicenses 4:13-18;
Juan 14:1-4); que juzgará a los creyentes en el Tribunal de Cristo y los recompensará conforme a sus obras (1 Corintios
3:10-15; 2 Corintios 5:10); que luego de la tribulación, volverá a la tierra misma, juntamente con los redimidos de la
iglesia, para establecer su reino milenial (Apocalipsis 19:11-16; 20:1-3); que después de los mil años del reino, derrotará
una vez por siempre a Satanás y a todas las huestes enemigas; que juzgará a los incrédulos en el juicio de Gran Trono
Blanco y a los que no se hallaren inscritos en el Libro de la Vida los condenará justamente y por toda la eternidad al Lago
de Fuego (Apocalipsis 20:7-15).
[3]
Su Condición: Creemos que, como consecuencia de la caída del primer hombre Adán, todo ser humano nace
pecador (Salmo 14:1-3; 51:5; Romanos 5:12); que por naturaleza e instinto peca voluntariamente en pensamiento, en
palabra y en los hechos sin poder evitarlo aunque quisiera (Isaías 53:6; Jeremías 17:9; Romanos 3:23; Eclesiastés 7:20,
29); que a causa de su pecado, toda la humanidad está bajo la condenación justa de perdición eterna sin defensa, excusa
o esperanza (Romanos 1:18-32; 2 Tesalonicenses 1:6-9); que en el caso de los niños muy infantes, aunque ciertamente
tienen una naturaleza pecaminosa, mientras que no alcancen la responsabilidad moral, esa naturaleza pecaminosa no
los condena hasta que cometan el pecado conscientemente (2 Samuel 11:27; 12:14-23).
Su Necesidad: Creemos que el hombre es incapaz de efectuar su propia salvación debido a la depravación total
que le ha afectado en cada área de su ser, incluyendo su intelecto, sus emociones y su voluntad (Tito 1:15-16); que
necesita pasar de muerte a vida (Juan 5:24), es decir la salvación de la condenación eterna que solo Jesucristo el
Salvador puede proveer (Romanos 6:23; 5:18; Tito 3:5).
[4]
una nueva vida en Cristo (2 Corintios 5:17; Efesios 2:10) y que un día inminente resucitará físicamente con un cuerpo
glorificado para ser corporalmente conducido a la presencia del Señor eternamente (1 Corintios 15:3, 12-22).
El Sacerdocio del Creyente: Creemos en el sacerdocio de todo creyente (1 Pedro 2:9; Apocalipsis 1:6; 5:10);
es decir que todo creyente tiene libre acceso a la presencia de Dios por medio de la oración (Hebreos 4:14-16; 10:19-
25); y que el creyente tiene el derecho y la responsabilidad de estudiar personalmente las Escrituras para interpretarlas
siendo guiado por el Espíritu Santo (2 Timoteo 2:15; 1 Juan 2:20, 27).
[8]