Ravena 2

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Mausoleo y Palacio de Teodorico - Basílica de San Apolinar el Nuevo - Capilla

Palatina (Aquisgrán)
El Mausoleo de Teodorico es un monumento situado a las afueras de Rávena (Italia) construido por el
rey Teodorico el Grande hacia el año 520 d.C. con la intención de que fuera su futura tumba, en mármol
blanco de Istria. Es la más célebre construcción funeraria de los ostrogodos.
Rápidamente se distingue de todas las demás edificaciones de Rávena por el hecho de que no está
construido en ladrillo, sino con bloques de piedra de Istria. Es de planta circular, retomando la tipología de
otros mausoleos romanos (cfr. la tumba de Cecilia Metela), y se caracteriza por constar de dos pisos.
Situada en el centro del piso superior se encuentra una tumba circular de pórfido donde se supone que
debían descansar los restos de Teodorico una vez fallecido. Dichos restos fueron extraídos durante la
dominación bizantina y el mausoleo se convirtió en una capilla cristiana.
Según Valois, Muratori y Alberti, los restos del monarca descansaban en una vasija de pórfido situada
sobre cuatro columnas que coronaban la cúpula, realizada en un sólo bloque de granito. Esta cubierta del
mausoleo es la característica más sorprendente del edificio. Está formada por un único monolito con forma de
casco, en piedra de Aurisina de 300 toneladas y de 11 metros de diámetro, transportado por mar. Simboliza la
fuerza y robustez militar típicas de las culturas germánicas. Se encontraba rematada por estatuas de los doce
apóstoles en bronce.
Se encuentra en el exterior una banda decorativa con un motivo «a tenaza», el único testimonio en
Rávena de una decoración tomada de la orfebrería goda más que del repertorio romano-bizantino.

Restos del palacio de Rávena. Solo se conserva la primera crujía y la fachada, de composición simétrica
basada en arcos y columnas monolíticas de mármol, que fueron reutilizadas de edificios romanos anteriores.
Los capiteles son de distintos tipos y tamaños para adaptarse a las diferentes alturas de los fustes.
El palacio de Teodorico en Rávena (Italia) fue uno de los varios palacios que Teodorico el Grande (454-526),
rey de los ostrogodos, construyó en distintos lugares de su reino en Italia (al menos otro en Monza y un
palacio destinado a la caza en Galeata); aunque dado que Rávena fue su capital y principal residencia de su
corte regia, que pretendía emular a la de los emperadores romanos (Roma había quedado relegada a corte
papal), fue este el palacio que más tiempo ocupó durante su reinado (desde que tomó la ciudad, en el año
493, hasta su muerte en 526), y el que más interés tuvo en enriquecer y convertir en una suntuosa residencia.
Como capilla palatina ―consagrada en el año 505 a la advocación de Cristo Salvador y para culto
arriano―, se construyó la actual basílica de San Apolinar el Nuevo. Los mosaicos contenían una serie de
retratos de Teodorico y su corte (que fueron eliminados tras la conquista bizantina, en 540), y dos
excepcionales representaciones paisajísticas del puerto de Classe y de la ciudad de Rávena (que sí se
conservan). Esta última incluye especialmente una vista del propio palacio, en perspectiva forzada, que hace
ver en un mismo plano tres lados de un peristilo de columnas corintias que sostienen una galería de arcos de
medio punto. En la zona central, destaca un hastial (no un frontón clásico), que incluye un dintel donde está
escrita la palabra Palativm.
Como todas las iglesias de Rávena del periodo imperial (hasta 476), ostrogodo (hasta 540) y bizantino
(después de esa fecha), también San Apolinar el Nuevo cuenta con unos singulares mosaicos. Sin embargo, no
pertenecen a la misma época: los hay del periodo de Teodorico y otros pertenecientes a la reestructuración
ordenada por el obispo Agnello, cuando se reconsagró el edificio al culto cristiano católico.

Éste es quizá el "signo" más conocido del Juicio Final: El Gran Pastor, convertido en Rey, separa a las ovejas
de las cabras.
San Apolinar Nuevo, La última cena (S. VI). Durante la Edad Media se sitúan a los comensales en torno a una
mesa pascual en forma de media luna, herencia del triclinum romano. Jesús se sitúa en el extremo.

Las paredes de la nave central están divididas en tres zonas bien diferenciadas por su decoración. La
parte más alta está decorada con una serie de recuadros alternados con el motivo alegórico de un pabellón
con dos palomas. Los recuadros presentan escenas de la vida de Cristo con especial cuidado de los detalles, a
pesar de que antiguamente estaban aún más elevados, por lo que su visión era bastante limitada. Algunas
escenas evidencian la evolución en el arte del mosaico en la época de Teodorico. La escena de Cristo
separando las ovejas de las cabras recuerda la del Buen Pastor del Mausoleo de Gala Placidia, aunque haya
notables diferencias (no había pasado aún un siglo): las figuras ya no están situadas en un espacio en
profundidad, sino que aparecen colocadas unas sobre otras, con muchas simplificaciones (algunos animales ni
siquiera tienen patas). La rígida frontalidad y la pérdida del volumen del Cristo y de los ángeles imprime un
innegable aspecto hierático. En la escena de la Última Cena Cristo y los apóstoles están representados del
mismo modo que en las representaciones romanas paleocristianas, y las proporciones jerárquicas (Cristo de
mayor tamaño que las demás figuras) vuelven a inscribirse en la tradición de arte tardorromano "provincial" y
"plebeyo".
Palativm se lee en el dintel de esta arquitectura. Palacio de Teodorico y edificios antiguos de Rávena, San
Apolinar El Nuevo Mosaico iniciado en el período ostrogodo y finalizado en período bizantino. La parte
inferior, la de mayor tamaño, es también la más conocida. En los muros de la derecha (según se mira al
altar), se representa el famoso Palacio de Teodorico, reconocible por la inscripción latina PALATIVM
(Palacio) en la parte baja del tímpano. Los edificios interiores representados están mostrados en
perspectiva resaltada. Eso significa que lo que se ve corresponde a tres lados del peristilo, dispuestos en un
plano único. Entre las columnas hay telas blancas decoradas con oro, que cubren las sombras de antiguas
figuras humanas que permanecieron después de que una parte del mosaico fuera condenada a ser
destruida: por una especie de damnatio memoriae todas las figuras humanas (casi con toda seguridad el
propio Teodorico y miembros de su corte) fueron eliminadas y aún se notan amplias partes de color
ligeramente distinto (debidas a una restauración llevada a cabo en otro momento) y las evidentes marcas
en las columnas blancas, en las que aparecen por diversos lugares marcas de manos.

El puerto de Classe, San Apolinar el Nuevo, Rávena. En las paredes frontales está representado en cambio
el Puerto de Classe, que en aquella época era el mayor de todo el Adriático, además de una de las
principales sedes de la flota imperial romana. A la izquierda, las teselas del mosaico componen la figura de
tres embarcaciones alineadas verticalmente, amarradas en el agua azul y tranquila del puerto, en una
insólita prospectiva "a vista de pájaro", que destaca la amplitud. Están protegidas por ambos lados por
torres de piedra. Siguiendo hacia la derecha, se observan las murallas de la ciudad, dentro de la cual se
adivinan varios edificios notablemente estilizados: un anfiteatro, un pórtico, una basílica, una construcción
civil de planta central cubierta con un techado cónico. Sobre la puerta de acceso a la ciudad, en el extremo
derecho, se lee la expresión latina: CIVI CLASSIS (Ciudad de Classe).
A finales del siglo VIII, Carlomagno obtuvo del papa Adriano I el permiso para arrancar los mármoles y
pavimentos del Palacio de Rávena para decorar su propio palacio de Aquisgrán. El arquitecto carolingio Eudes
de Metz escogió las columnas de pórfido del palacio de Rávena para el piso superior de la capilla palatina de
Aquisgrán, posiblemente el lugar que ocupaba CarlomagnoBasílica de San Apolinar el Nuevo
(Basilica di Sant'Apollinare Nuovo) es la denominación de un templo cristiano de la ciudad italiana de
Rávena. Inicialmente se consagró para el culto arriano, al ser construido por orden del rey ostrogodo
Teodorico el Grande en 505; tras la conquista bizantina (540) fue habilitada para el culto católico (en la época
no se había producido aún la separación de las iglesias oriental y occidental). Forma parte del conjunto
monumental de ocho estructuras de Rávena inscritas en la lista del Patrimonio de la Humanidad en 1996.
Con la conquista de la ciudad por parte de los bizantinos (540) se inició una serie de restauraciones en
la ortodoxia católica que implicó el cierre o la transformación de los antiguos edificios relacionados con los
ostrogodos y el arrianismo. Fue emblemática la situación de san Apolinar el Nuevo, en la que había en la parte
que cubría los arcos que dividen las naves un ciclo de mosaicos con temas relacionados con el cristianismo
arriano, que a instancias del obispo Agnello fue eliminada y transformada. Solo se salvaron las partes más
altas de la decoración (con las Historias de Cristo y con los santos y profetas), mientras en la parte más baja, la
mayor y más cercana al observador, se llevó a cabo una completa reestructuración de la que solo se salvaron
las vistas del puerto de Classe y del Palatium de Teodorico, aunque eliminando todos los retratos, que
probablemente fueran del propio Teodorico y de su corte. En esa ocasión también se cambió la consagración
a San Martín de Tours, santo famoso por su lucha contra la herejía, y solo más adelante se asignó la
denominación del primer obispo de Rávena San Apolinar.

Mosaicos de San Apolinar Nuevo, posteriores a su re-consagración. Rávena. Los reyes Magos y la Virgen
entronizada con el niño flanqueda por 4 ángeles
Basílica de Sant'Apollinare Nuovo en Rávena: "Cristo rodeado de ángeles y santos". Mosaico de la escuela
italo-bizantina de Rávena, completado en el 526 d.C. por el llamado "maestro de Sant'Apollinare".

Las procesiones contrapuestas de los Santos Mártires y las Santas Vírgenes, también en la parte
inferior, se realizaron durante el dominio bizantino (cuando Rávena era un Exarcado dependiente de
Constantinopla) y evidencian algunos caracteres propios del arte del Imperio de Oriente como la repetición de
los gestos, el preciosismo de la indumentaria, la falta de volumen (con el consiguiente aplanamiento o
bidimensionalidad de las figuras) y también la absoluta frontalidad, la fijeza de las miradas, la práctica
monocromía de los fondos dorados, el uso de elementos vegetales con fines ornamentales y de relleno, la
falta de un plano de apoyo para las figuras que, por esa razón, aparecen como suspendidas y flotando en el
mundo.

Basílica de Sant'Apollinare Nuovo en Ravenna: "Procesión de los santos mártires". Mosaico de la escuela
italo-bizantina de Rávena, completado en el 526 d.C. por el llamado "maestro de Sant'Apollinare".
Cortejo de Vírgenes de San Apolinar el Nuevo. Ausencia de prespectiva, rigidez en las figuras, frontalismo de
cuerpos y rostros, que no quitan majestuosidad e intención de individualizar (nombres). Las santas parecen
mujeres de la corte por su riqueza de vestuario y joyas.

http://susiripa.blogspot.com/2019/02/mausoleo-y-palacio-de-teodorico.html

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