Kamienomostki S. El Viaje de La Conciencia

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EL VIAJE DE LA CONCIENCIA

Resulta de suma importancia explorar y comprender quién es el hombre, abarcando no solo lo


que vemos o es accesible a nuestra mente explicativa o intelectual, sino buscando conectar
conscientemente con otros planos de su manifestación

Se han formulado infinidad de cosmogonías1 que intentan mostrar la relación


del hombre con el planeta y con el propio Universo. No pretendo sumar una
cosmogonía más a las ya existentes, sino describir con palabras un sinnúmero de
experiencias nacidas de una exploración espiritual. El conocimiento de la vastedad de
la manifestación hace imprescindible aclarar que esta es una vivencia personal de la
autora, que tal vez pueda sumar para resonar o inspirar el anhelo de iniciar o proseguir
una búsqueda interior en los lectores. A la hora de referirnos a la Creación y a sus
primeras manifestaciones, nuestro mental actual, con sus recursos, no puede llegar a
explicar dicha Obra. Solo podemos aproximarnos a este plano por la vía mental-
intuitiva. La Creación se inicia con la entrada-presencia de Lo Divino en la
manifestación. En lo Inmanifiesto no hay energía, allí sólo existe lo Absoluto. En la
manifestación, nace lo Infinito, nace la energía. En el inicio de la existencia de la
energía como tal, se constituyen el Ser y el Devenir.
El Creador, de este modo, existe como Absoluto y en su devenir se vuelve
“apenas” Infinito, ya que, manifestándose, crea este espacio y crea el tiempo como
Eternidad en sus principios simientes. Esta es la diferencia entre lo Absoluto y lo
Infinito. Lo Absoluto existe fuera del Cosmos. Es una experiencia prácticamente
imposible de asir, de comprender para el humano encarnado, mientras que lo Infinito
se encuentra dentro de la manifestación y es accesible a la conciencia humana en
distintos grados. En el devenir se diferencian la sustancia perpetua y la sustancia
temporal. La Eternidad se torna, en su pasaje por distintas dimensiones, en lo que acá
se refleja, aunque acotadamente, como tiempo, mientras que la Infinitud lo hace a
través de lo que llamamos espacio.
Para no volver dogma lo que trata de expresarse desde un plano Supramental,
la descripción de esta cosmogonía es de carácter experiencial y aspira a haber tocado
palabras que sean escucha directa de la Conciencia.
La presencia de la Energía Divina en la manifestación es de naturaleza
trinitaria; esta idea es común a muchas de las religiones y movimientos espirituales. En
el cristianismo se habla de Padre, Hijo y Espíritu Santo; en el hinduismo, de Voluntad
Divina, Amor Divino y Sabiduría Divina.
En su precipitación hacia la manifestación, la Energía Divina deviene en
Tiempo y Espacio Eterno, Sustancia Perpetua, Ser Central, Existencia-Conciencia y
Bienaventuranza, Chispas Divinas, Supramental, Sobremental, Plano de las Almas, Ser
Álmico, personalidad (planos emocionales y mentales) y en materia densa, sutil y
Suprafísica.
La Esencia Divina está predominantemente ligada al contenido, a las
cualidades, y el Espíritu, a la forma, al continente. La Esencia está ligada al Amor, y el
Espíritu, a la Sabiduría (manifestando los atributos principales).
Una de las experiencias posibles dentro de la existencia del Universo es la
experiencia humana, que es la que intentamos prácticamente todos los que estamos

1 Cosmogonía: desarrollo acerca del origen, formación y constitución del Universo.

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encarnados en la Tierra, a excepción de los Avatares y los seres de otras líneas
evolutivas, que pueden encontrarse aquí para cooperar con la evolución. Existen seres
que, aun cuando no eligen una experiencia humana y no poseen un Alma
individualizada, pueden de todos modos apoyar, acompañar la experiencia terrestre y
estar aquí en forma sutil sin necesidad de tomar un cuerpo. Además de la línea
evolutiva humana, existen otras, como, por ejemplo, la línea Dévica, que se ocupa de
construir y sostener la vida en la materia, incluyendo los minerales, los vegetales y los
animales. Los Avatares son Encarnaciones Divinas que se manifiestan en el planeta
para impulsar la evolución terrestre y humana. Las Almas son imprescindibles para
realizar la experiencia humana. Cada Esencia, cada Chispa Divina posee
individualidad; en su precipitación descendente, devienen en Espíritu y en Almas. Su
objetivo es experimentar la autoconciencia, ir despertando para realizar al Divino en
mente, emociones, vida y cuerpo físico, sintetizando energía mental y física. En la
creación del Alma, se produce algo que se aproxima a una fusión entre una Esencia
Divina, que tiene una cualidad única, y el Espíritu, que le da forma y la “matriza”. La
Creación, como dijimos, tiene siempre un orden tripartito. Los tres elementos de la
creación del Alma son: la Esencia Divina, el Espíritu y la Intercesión Divina.
Hay dos tipos de movimientos en la Creación. Uno de ellos es la Creación
trinitaria, la primordial, que engendra las simientes y da lugar a energías
individualizadas, y luego cada simiente se proyecta a lo creado precipitándose o, mejor
aún, devolucionando2 hacia los distintos planos de existencia; a medida que desciende
a la materia, va aumentando en apariencia su inconsciencia. Digo “en apariencia”
porque El Divino mora en sus profundidades aun cuando no tenga todavía una
expresión pura. Se encuentra en forma latente en Todo lo manifestado. Se expresa a
través del Espíritu, Alma, mente, vida y cuerpo físico, y es mediante la purificación y,
por consiguiente, una progresiva manifestación de Lo Divino en estos instrumentos,
como El Divino se realizará en este plano.
Junto con la creación del núcleo del Alma, se crea su eje, que recorre todas las
dimensiones atravesando todo lo que existe en este universo, y se crean sus envolturas.
El Alma, a fin de realizar la experiencia humana, sigue descendiendo a través de las
envolturas, y ellas conforman un vehículo que llamamos “Ser Álmico”.
Si representamos al Ser Álmico en forma esférica, cada porción de experiencia,
de aprendizaje que vamos realizando en cada encarnación, en un determinado tiempo
y espacio, podría estar representada por una parte de dicha esfera.
El Ser Álmico resulta ser un plano de conciencia que se encuentra entre el Alma
y la personalidad, en la quinta dimensión. En el Ser Álmico se pueden diferenciar tres
niveles: de abajo hacia arriba, podríamos decir que el primero imprime e irradia los
aprendizajes relacionados con los vínculos próximos. El siguiente es un plano
predominantemente individual y desarrolla la experiencia de profundización y síntesis
entre lo femenino y lo masculino (más allá del género). El último abarca lo que serían
las Conciencias Globales, grupos de Almas que se reúnen tanto por afinidad evolutiva
como para realizar tareas en común, y trabajan directamente sobre la evolución de la
especie en todas las áreas: artísticas, científicas, tecnológicas, etcétera.
A su vez, el Ser Álmico crea un vehículo para devolucionar a la encarnación,
que es la personalidad; y con ella integrada a la energía de la materia, de la Tierra, se
crea el cuerpo físico. La vida del cuerpo es sostenida por la vida del Alma, que se suma
al trabajo que realiza la propia materia para sustentar el cuerpo físico en este plano.

2
Devolucionar: inmersionar, descender en forma velada.

2
Todos los planos de manifestación contienen en sí Lo Divino y son sostenidos
por él.
La personalidad se construye con energía del Alma y de planos mentales y
vitales. Se encuentran en ella siete subplanos. Los tres superiores se vinculan al Karma,
a la posibilidad de la conexión con el Amor Divino y al Mental Superior. El cuarto, que
se encuentra en el medio, es el cuerpo de las relaciones a través del cual nos
vinculamos con los demás, tanto bioplásmicamente como a través de cordones
energéticos. Por “bioplasma” entendemos la sustancia aural, y los “cordones” son las
estructuras energéticas que ligan a las personas de chakra a chakra (centro energético).
Dentro de los tres inferiores, el primero matriza al cuerpo físico, también
llamado sutil-físico; el segundo configura nuestro cuerpo emocional individual, lo que
sentimos con relación a nosotros mismos; y el tercero constituye nuestro mental
ordinario o inferior en donde se encuentran las formas-pensamientos, ideas, y a partir
del cual se desarrolla el intelecto.
Para la creación del cuerpo físico, específicamente, tenemos la Energía Divina
de la Tierra, que es la que genera la materia densa de la que todos estamos hechos, aun
cuando perdemos conciencia de ello. El aporte que hace la Tierra es de materia densa y
Divina (con su expresión Suprafísica).
Y para completar la idea de la naturaleza de nuestra existencia, tenemos la
tercera variable, que es la línea horizontal de la materia. Somos “hijos de”, “nietos de”,
“que son hijos de...”. Nos referimos a la línea genética, a la genealogía.
Somos el resultado de una integración entre una horizontal y una vertical que
reúnen el principio de la Creación, el Espíritu, el Alma y la energía del centro de la
Tierra con la línea horizontal de la materia, manifestándonos en la tercera dimensión y
en este mundo. Estos ejes conforman una cruz, que es un símbolo muy significativo en
este planeta.
Cada Alma crea un vehículo propicio para la experiencia que tiene que realizar.
De este modo, las características del vehículo están en función de aquello que se intenta
aprender y expresar, tanto las particularidades de la personalidad como las del cuerpo
físico. Los vehículos habrán de crearse según la experiencia a realizar, mente,
emociones y cuerpo físico, y tendrán características afines al aprendizaje que se
intentará llevar a cabo.
La encarnación se produce por sincronía energética. Hablamos ahora del
contexto de nuestra encarnación, a qué espacios y hacia qué personas somos atraídos.
Tal vez no todos elegimos a nuestros padres en el sentido del Sr. X o el Sr. Z, pero
cuando empezamos a prepararnos para descender, para encarnar y tener la experiencia
aquí, por sincronía energética vamos a ser atraídos hacia un hogar que tenga las
energías necesarias en ese momento para realizar el aprendizaje, y se produce así un
acople. Entendemos por “sincronía energética” la atracción por similitud de vibración
en algunas variables de la energía; en este caso, ellas resultan compatibles para
posibilitar el encuentro y el aprendizaje.
Además de lo antedicho, la elección por energía o por seres dependerá del nivel
evolutivo que haya alcanzado cada uno y ella será cada vez más ajustada. En las
primeras etapas de la evolución, se es atraído hacia energías afines y, quizás más
adelante, se elige más activamente a seres con cualidades determinadas con quienes
compartir la encarnación.
La elección es siempre energéticamente sincrónica: nunca vamos a parar al
lugar equivocado. Todo tiene un sentido que, la mayor parte de las veces, no es por

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completo consciente para nosotros. Desde este lado del velo, lo interpretamos, en
ocasiones, como un equívoco sólo porque nuestra conciencia está inerte y no conoce ni
recuerda sus orígenes y sus razones.
En un nivel de mayor evolución, la elección puede ser consciente. Uno podría
imaginarse al Alma expresando: “Esos seres son los más adecuados para acompañar la
experiencia que intentaré vivir”. En cambio, si el nivel evolutivo es menor, la atracción
se produce por similitud energética con los aspectos que se vienen a trabajar en esta
encarnación. Esto tiene un sentido, aunque no haya una conciencia que elige
conscientemente y siempre está relacionado con un propósito. El propósito, a su vez,
variará en complejidad y hondura según sea la frecuencia en que está vibrando el Alma
en su experiencia evolutiva, ya que ella también tiene un camino que recorrer.
Esto intenta responder a interrogantes tan comunes como: ¿Qué estoy haciendo
en esta familia? ¿Fue un error, un accidente del cosmos? ¿Por qué me tocó esto? Y a
afirmaciones como: “Yo no debería estar acá, es un castigo”; “¡qué injusticia lo que me
toca vivir!”, etcétera.
En psicoanálisis se le llama “novela familiar” al modo en que las personas se
imaginan la familia que hubieran querido tener. Nosotros creemos que esto da cuenta
de la rebeldía del Alma pensada en términos psicológicos. “¡Estos padres, no!”. Esto es
rebeldía. Si lo pasamos a positivo, si uno concientiza el hecho de que siempre es
responsable y está profundamente relacionado con lo que vive y que no hay accidentes,
no existe entonces ninguna rebeldía válida como no sea aquella que se resiste a creer
que esto que es visible con los ojos, con la mente inferior, no es todo cuanto existe.
La opción sería comprender el sentido de dónde estamos y para qué, y
comprometernos desde allí, porque mientras creamos que lo que vivimos es un
accidente, estamos cediendo el poder al afuera, a los demás, y los hacemos a ellos
responsables. O si no, lo atribuimos a múltiples razones, tales como los vectores
Neptuno, Venus, algún tsunami cósmico. En síntesis, estamos a merced del “accidente”
y creemos que no tenemos nada que ver con lo que pasa. Pero si nos responsabilizamos
y nos comprometemos con nuestra verdadera realidad, tenemos la posibilidad de
modificar, de crecer y de no depender solo de factores externos.
Es en este punto donde nos reconocemos ya como co-creadores de nuestra
experiencia. Acá nos estamos refiriendo a “cómo” vivir lo que venimos a vivir. Si bien
“qué” vamos a vivir puede estar bastante predeterminado, “cómo” nos desenvolvemos
acá, en la encarnación, parece ser una decisión nuestra. “Qué” vamos a vivir está en
cierto modo matrizado antes de encarnar, mientras que el modo en que vivimos cada
circunstancia determinará nuestro crecimiento espiritual; es decir, contribuirá para que
evolucionemos o no. Este pensamiento parece algo lineal, y cabe mencionar que hay
ciertas situaciones en las que incluso el “qué” también puede modificarse.
Hace ya muchísimo tiempo que la media evolutiva del planeta, con relación a lo
espiritual, busca saber quiénes somos y a qué venimos. Llegamos a la encarnación,
estamos encarnados y, en algún momento, hay quienes nos hacemos esas preguntas y
empezamos a sentir que la vida puede no ser solo esto que vemos.
Cuando estas dudas comienzan a motorizar la búsqueda, nuestra energía
intenta encontrar un movimiento ascendente; mira al cielo, a las estrellas; busca develar
su origen; algo nos hace sentir que hay un misterio, que lo que vemos no es todo, que
el cuerpo no es todo. Entonces, a modo de primer paso, buscamos la ascensión, con la
idea de que lo bueno está en otro lado, fuera del plano.

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La especie humana suele despreciar el cuerpo en esta etapa de reconexión con
su espiritualidad suponiendo que la Bienaventuranza se encuentra en otra parte, fuera
de la Tierra, en el territorio de Lo Alto. Muchas personas, en ciertos momentos, piensan
en irse a un monasterio creyendo que allí podrían avanzar más rápido en su evolución.
Sienten al cuerpo como un estorbo que demanda atenciones tales como higiene,
vestimenta, alimentación, cumplimiento de obligaciones sociales, y consideran que el
cuerpo no tiene lugar en esta historia, que es algo que se puede descartar.
El primer paso es el primer descenso (venir e iniciar la encarnación); el
segundo, la búsqueda de la identidad mediante el ascenso; y el tercer paso es el
segundo descenso, que es descubrir que la magia de Lo Divino está allá y en todas
partes, reparar en que “aquí” también existe Lo Divino, dado que no existe nada que
no haya sido creado por Él.
El segundo descenso significa traer con conciencia las energías de alta
frecuencia a este plano. Este proceso es dinámico y se va profundizando con el
entrenamiento. Esto significa que podemos “traer” energías cada vez más puras, ya
que, por un lado, cada viaje purifica más el instrumento (la personalidad y el cuerpo
físico) y, por otro lado, al producirse estas transformaciones podemos acceder a planos
de existencia cada vez más puros.
En el segundo descenso, lo primero que encuentra la Energía Divina al
descender es la mente ordinaria, y esto mismo, sumado a un anhelo personal, colabora
en su transformación e intento de ir hacia el silencio de la mente, aminorando o aun
deteniendo nuestros pensamientos y aquietando la mente para que pueda manifestarse
en ella Otra cosa. Intuimos que puede haber una mente diferente, verdadera, infinita,
no limitante, no judicativa, y comenzamos a trabajar en esta dirección para buscar dar
ese primer paso hacia la realización, que es el silencio mental. Habremos de recorrer
distintos planos que se encuentran por sobre la mente ordinaria, comenzando por la
mente superior, siguiendo con la intuición hasta llegar al plano Supramental.
Si se logra tener la mente en silencio, las emociones se calman por proximidad y
comunión. Estos dos pasos suelen presentarse con bastante simultaneidad: primero
buscamos el silencio mental y con esto nos acercamos a la paz emocional.
Mayormente, las distintas líneas espirituales toman en cuenta estos dos pasos hacia la
evolución de la conciencia.
El tercer paso hacia la realización es tal vez más complejo, ya que se trata de
Divinizar el cuerpo físico. Y aquí comenzaríamos a intentar responder para qué nos
ha sido dado un cuerpo físico. Esto resulta mucho más enigmático para todos nosotros,
menos experimentado, menos común en la bibliografía existente. ¿Por qué? Porque
nosotros también tenemos una ilusión en relación con el cuerpo, distorsiones. Creemos
que es mucho menos significativo de lo que realmente es, creemos que es solo eso que
camina, habla, va al baño, se baña, etc. ¿Qué significa esto?
Básicamente las características de lo que vemos en el cuerpo físico son: inercia,
automatismo y la resistencia de la materia. De hecho, aun desde el cuerpo, lo que más
nos cuesta es lo que sorprende, ya sea un dolor, o bien cualquier otra cosa que escapa
de la rutina. Eso es lo que nos llama la atención.
El cuerpo físico es inercial. Seguramente muchos de ustedes han tenido
contacto directo con alguna persona que estaba al borde de la muerte, lista para
morir, pues no tenía en condiciones sus funciones vitales para seguir
encarnado; en algunos casos, se demora el paso final, y se siente claramente que
algo que estaba en esa persona ya no está. Se puede llegar a sentir que lo que

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tenía que hacer esa persona ya lo hizo, y parecería que no se le “terminó la
pila”, como si la pila fuera por un lado y el Alma por el otro. Esto sería un
ejemplo de lo inercial en el cuerpo físico.
Más arriba mencionábamos las dos variables (materia y Alma) que se
integran en la encarnación. Con frecuencia, la energía del Alma se retira
primero, antes de que se apague el motor de la materia. Y a veces pasa al revés,
uno siente que esa persona físicamente murió y que algo de esa energía aún está
presente.
Creo que el desafío de la especie humana en este momento, con relación
a la evolución, es también el de Divinizar la materia. Cuando hablo de Lo
Divino en el cuerpo físico, estoy diciendo que todos los elementos que forman
el cuerpo físico son, en esencia, Divinos, hasta la última célula. Aunque su
manifestación esté muy distorsionada y tenga tejidos enfermos o simplemente
envejecidos, debajo de todo esto que está distorsionado en la materia, está la
Divinidad, siempre, en cada partecita y en el todo; en todo está Lo Divino, en
Todo, no existe nada fuera de él.
¿Cuál sería el camino para ir abriendo paso al conocimiento de la
materia, de Lo Divino? Hay dos herramientas simples y muy útiles:
• Desautomatizar
• Auto-observación amorosa
Desautomatizar: Si hacemos algo de manera automática –por ejemplo, lavarnos
los dientes– y nos detenemos, debemos pensar cómo continuar. Si interrumpimos el
automatismo voluntariamente, hay una estructura que se discontinúa, esto es poner
una cuña en el automatismo.
Auto-observación amorosa: Se puede observar, estar atento, en actitud
de observador. Y solo con esto cualquier persona puede reparar en
características, en detalles que no estaban en su conciencia, puede darse cuenta
de una infinidad de cosas. Siguiendo con el ejemplo anterior, podría, incluso,
llegar a sentir los dientes como seres vivos. Uno podría ir viendo qué pasa con
cada cosa simple. Me refiero a que es posible incluir lo espiritual en todo
momento, en la vida cotidiana, en las cosas más sencillas, atravesando de este
modo la escisión que muchos tenemos en cuanto a que somos seres espirituales
cuando meditamos o en determinados momentos del día, y no en otros.
Esta es una llave importante, ya que, si todo contiene en sí al Divino, se
puede intentar conectar en esta dirección, o bien se puede pensar: “No es nada”
(inconsciencia). La significación que esto tendrá depende del lugar desde donde
se mire y se sienta. Ello equivale a decir que lo que marca el camino es que la
conciencia esté inerte o activada.
Lo más difícil que encontramos en este tramo es la resistencia de la
materia. Por ejemplo, si tomamos una célula que se formó, como decíamos
antes, con Lo Divino y la línea horizontal, y solo la vemos en la línea horizontal;
y creemos que luego de una cantidad de años muere y después de cierto tiempo
tiene que activar alguna enfermedad genética, y lo creemos realmente, resulta
difícil pensar en su transformación. Cuando se empieza a trabajar con alguna

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célula que olvidó quién es ella en su núcleo, como nosotros en lo mental, en lo
emocional, en lo espiritual, podemos recordar que la Esencia Divina está en su
centro y todo lo que vemos y vivimos es toda la ilusión que se fue generando en
la vida sobre la Tierra.
Si consideráramos la Divinidad de la materia, quizás no tendríamos por qué
morir ni envejecer. Pero contamos con esa información desde que nacemos, vemos que
a todos les pasa, que los abuelos se mueren, que dicen: “Ya vas a ver cuando tengas mi
edad”... En fin, todo este posicionamiento se encuentra fundido en la materia, se
respira, y habrá todo un trabajo por hacer para intentar lograr su atravesamiento.
Lo que se conoce como energías de formas-pensamientos se encuentran
en el campo mórfico, en el campo mental que formamos todos los seres
vivientes acá en la Tierra, donde se hallan millones de ideas similares a estas, “a
lo sumo longevos, pero no eternos”, y de las cuales todos nos alimentamos de
modo más o menos consciente.
Quisiera relatar la experiencia que vivió e hizo pública un médico.
Cuando era joven, tenía un compañero de residencia que comenzó a llenarse de
verrugas en los brazos y él le propuso al jefe del servicio intentar ayudar a su
colega mediante el uso de hipnosis. El jefe se negó. Él insistió y practicó
hipnosis con su compañero y, por etapas, le fue limpiando las verrugas de un
brazo, luego de otro y, finalmente, logró quitarlas todas. Fueron a ver al jefe y le
mostraron el resultado. Este se quedó muy impresionado, porque, en realidad,
no se trataba de verrugas, sino de una enfermedad de la piel muy grave e
incurable.
El joven médico escribió un artículo sobre la experiencia con hipnosis, y
numerosos pacientes que querían ser curados por este medio se acercaron a
consultarlo. Muchas veces volvió a intentar curar este mal del mismo modo,
pero nunca más pudo hacerlo. Él expresó claramente que consideraba que el
ingreso de la información “no son verrugas benignas” en su mente le impidió
proseguir con la tarea, con el consiguiente dolor de no poder vencer esta idea
negativa ni en sí mismo ni en el campo mórfico que lo condicionaba. Ahora que
sabía que no eran verrugas, aun dándose cuenta de que era su mente o la mente
de los demás la que no le permitía actuar nuevamente, no logró vencer esta idea
negativa.
El médico se encontraba conscientemente condicionado, ya que era él mismo
quien decía: “Yo trabajo con esa limitación mental; sé que puede no ser así, pero pese a
ello no curé a nadie más. Tengo el dolor de no haber podido volver a hacerlo a pesar de
saber cuál es la limitación”.
Los pensamientos conscientes tienen un gran poder. Y más aún los
inconscientes. Existen muchísimos pensamientos que influyen sobre nosotros
sin que ni siquiera nos demos cuenta de ello.
Uno podría darle una vuelta más a esto y decir que la evolución de la
especie se maneja también por lo que se conoce como “masa crítica” o el
fenómeno del “centésimo mono”. Entendemos por masa crítica un número
mínimo de personas u otros seres que transforman una pauta o una
característica, y es eso mismo lo que permite que pueda extenderse hacia otras

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personas o seres. Quizás no bastaba con que el médico fuera consciente de eso,
porque no era su misión ni su servicio el poder producir curación o sanación.
No estamos todavía plenamente preparados, como mente humana, para el
insert de este nuevo patrón, pero aun así no deja de ser un objetivo para el cual
podemos trabajar.
El hecho de que a esta persona le haya pasado y que, a su vez, lo haya
contado, va generando un campo propicio para que, en algún momento, haya
más gente que pueda sostener un campo mórfico diferente y así sortear esta
limitación.
Recapitulando, si se logra el silencio de la mente y se permite que
descienda una energía mucho más alta en vibración; si se dinamiza la
Aspiración a la Verdad Absoluta, Infinita, en donde todo es Verdad, y se puede
sentir y vibrar desde ahí; si alcanzamos la paz emocional, desciende la energía
de la Esencia Divina y se podrá manifestar la propia cualidad amorosa,
conectada con el Amor Divino.
El cuerpo también se construye con la energía de la Esencia, más la energía
Divina de la Tierra. Entonces, ¿qué será divinizar el cuerpo? ¿Cómo será en el futuro,
en la especie, un cuerpo Divinizado?
Así como uno puede saber a qué aspira en los otros planos, tanto en la
mente como en las emociones, este es un plano muy poco conocido en forma
consciente y muy poco desarrollado en la humanidad (nos referimos
específicamente a la Divinización de la materia densa).
En esencia el cuerpo es Divino, pero, cuando decimos “Divinizado”, nos
referimos a que eso se manifieste, que esté visible su Divinidad en lo físico, que
el físico-físico tenga cualidades Divinas y seamos conscientes de ellas.
Esto implica tomar conciencia, desde un lugar profundo, de que estamos
construidos todos de la misma materia Divina; por lo tanto, el cuerpo físico no
tiene por qué ser perecedero y no tiene por qué enfermarse, y no habría
ninguna necesidad de eso. Pero el punto es que hay que trabajar para alcanzar
esa masa crítica.
Las puertas están abiertas, contamos con ello, pero no podemos saber
cuánto tiempo llevará lograrlo. Uno puede proponerse únicamente trabajar a
favor de la Evolución o en contra de ella, sin expectativas de cuándo pueda
suceder.
En la especie humana, no hay enfermedades, hay enfermos. Y no es un
juego de palabras. En este sentido, no podemos dejar de mencionar el karma.
¿Qué representa para la Sra. X una experiencia en particular? Probablemente el
obstáculo de la Sra. X no significa lo mismo que para otra persona, y tal vez otro
necesite morir, por ejemplo, para abrir el corazón de los vecinos y otro no, eso
no lo sabemos. Del mismo modo, lo que nosotros llamamos “curación”
dependerá también del plan de vida de cada Alma.
El obstáculo es la posibilidad de aprender, porque acá en la Tierra, por
las características que tenemos por ahora como especie, el sufrimiento abre

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muchos caminos. Esto no es un homenaje al dolor, sino la descripción de una
realidad.
El dolor interfiere en la inercia y aun en cierta haraganería, ya que si a alguien le
dicen: “Andá a hacer tal cosa para tu crecimiento”, quizás podría responder: “¡Ay, pero
está tan lindo el día que preferiría pasear!” o “Lo voy a hacer mañana, estoy muy
cansado”. Todo puede sonar muy razonable, incluso los motivos relacionados con las
obligaciones, como cuando decimos: “Esta semana tuve mucho trabajo”. No obstante,
si algo nos duele mucho, no podemos dejarlo pasar, nos convoca de modo inevitable.
En ese sentido, aunque parezca paradójico lo que digo, confiamos en que
algún día nos daremos cuenta de que podemos crecer sin sufrir. Pero, hoy por
hoy, la idea de la necesidad del dolor está todavía muy instalada y parecería ser
que es lo último que vamos a soltar.
No solo podremos dejar de aprender a través del dolor, sino que nos
haremos un replanteo con relación a él. Una cosa es repetir: “¡Ay de mí, siempre
me pasa esto! ¿Por qué a mí?”, o sea, nosotros como víctimas del sufrimiento, y,
al pensar esto, contribuimos a la réplica de estas situaciones dolorosas y a que el
propio dolor aumente. Otra cosa es que nos planteemos pasar de ser
sobrevivientes a ser vivientes, en donde el sufrimiento llegue a ocupar otro
lugar, que deje de ser parte de lo que sucede, y se vuelva apenas una
experiencia en donde se dinamicen las diferencias y la individualidad en la que
vivimos, permitiendo un movimiento, un aprendizaje, sin pasar necesariamente
por el dolor.
Los Maestros dicen: “La alegría es un descanso entre dolor y dolor, y el
dolor es un descanso entre alegría y alegría”. Podemos experimentar con el
dolor y permanecer en él sintiendo neutralidad; no se trata de posicionarnos en
la indiferencia en cuanto a que nos dé lo mismo, sino de comprender lo que
realmente está pasando y saber con certeza que tiene que tener un sentido,
independientemente de que seamos capaces de encontrarlo o no.
Las cosas suceden de modo inevitable y, aun cuando no nos guste lo que esté
pasando, se puede saber, de todos modos, que es para el mayor bien de cada uno y de
todos, y de este modo dejaremos de sentirnos víctimas.
Esto se acopla con lo dicho más arriba: si se tiene el compromiso, si se es
responsable de la propia vida –sin olvidar que ser víctimas es también nuestra
elección–, también se puede pensar que es posible dejar de ser sobrevivientes
para ser vivientes. Y aunque el dolor tal vez no desaparezca todavía, se lo
podría vivir de una manera completamente distinta.
El camino para progresar espiritualmente, ascendiendo y descendiendo
energías de alta frecuencia, es único en el sentido de que es personal para cada
uno. Nadie puede saber lo que el otro necesita exactamente; puede sospechar,
intuir, pero uno mismo es el que sabe qué necesita en realidad. ¿Por qué una
persona se acerca a un lugar y ahí se queda, y otra no, y sigue circulando? Esto
es algo inexplicable, por eso es personal, interno. Cada uno tiene que buscar
cómo sigue su camino, decidir hacia dónde va. Y quizás lo que es mejor para
uno no sea bueno para otro; en este sentido, no hay reglas ni recetas.

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La Realización es un fenómeno colectivo de la especie. Si uno solo de
nosotros se realiza, no basta, porque la evolución es un fenómeno global. La
Realización individual podría crear un Superhombre, mientras que la
Realización de un grupo puede llevar a la Evolución de la especie humana e,
incluso, a la creación de una nueva especie.
Llegará un día en que podamos ser Divinos conscientemente en todos los
planos de la experiencia humana y evolucionar hacia una especie nueva. Solo la
Divinidad sabe cómo será, pero aun así podemos elegir trabajar para el plan Divino en
forma consciente.

(Del libro PASAMANOS A LA CONCIENCIA de Silvia Kamienomostki)

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