Primero El Reino - Josanan Alves - Web
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Primero El Reino - Josanan Alves - Web
IMPRESO EN LA ARGENTINA
Printed in Argentina
Primera edición
MMXXI – 37,425M
ISBN 978-987-798-434-7
Alves, Josanan
Primero el Reino : Cómo una viuda pobre nos enseña los principios de la
verdadera adoración / Josanan Alves / Dirigido por Walter E. Steger. - 1ª ed. -
Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2021.
119 p. ; 21 x 14 cm.
1. Vida Cristiana. I. Steger, Walter E., dir. II. Blath, Claudia, trad. III. Título.
CDD 248.46
-112174-
TABLA DE CONTENIDO
Presentación ........................................................................... 5
Introducción .............................................................................7
1. Esencia vs. apariencia............................................................ 9
2. ¿De dónde viene la esencia? ...............................................13
3. Cómo vs. cuánto.................................................................... 18
4. La mirada estándar .............................................................. 23
5. Aprendiendo a pedalear...................................................... 28
6. Mi todo ................................................................................... 33
7. ¡No me parece justo! ............................................................ 38
8. ¡Entregaré todo! .................................................................... 43
9. ¡Úsame, Señor! ......................................................................48
10. ¡Sí, amo el mensaje de la Cruz! ........................................... 53
11 Conocimiento que lleva a la acción ................................... 58
12. Mi mayor herencia ................................................................ 63
13. El verdadero final feliz .........................................................68
14. El verdadero propósito de la fidelidad ..............................73
15. Aprendí a vivir ....................................................................... 78
16. La felicidad que nunca llega ............................................... 83
17. Las extrañas matemáticas del Cielo: Parte 1 ...................88
18. Las extrañas matemáticas del Cielo: Parte 2 ................... 93
19. Impulsados por principios: Parte 1....................................98
20. Impulsados por principios: Parte 2 ................................. 103
21. ¡Alguien está mirando! .......................................................108
Conclusión ............................................................................113
• 3•
La versión bíblica utilizada en este libro es la Nueva Traducción Viviente.
En los casos en que se utiliza otra versión, se señala mediante las siguientes
abreviaturas:
RVR 60 Reina-Valera 1960
NBLA Nueva Biblia de Las Américas
NVI Nueva Versión Internacional
DHH Dios habla hoy
PDT Palabra de Dios para Todos
PRESENTACIÓN
• 5•
familias, enfatizando la contención, el apoyo y el fortalecimiento en los
principios de fidelidad.
Bienvenidos a este camino de fe, en el que la prioridad será la fidelidad a
Dios, la confianza en su amor incomparable y, finalmente, el enfoque en el
cumplimiento de la misión de presentar a Jesús como Salvador.
¡Sigamos dependiendo de Dios y permanezcamos fieles a él!
Stanley Arco
Presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para Sudamérica
• 6•
INTRODUCCIÓN
• 7•
Espero sinceramente que la lectura sea una bendición para tu crecimiento
espiritual y que tu vida diaria se vea tan impactada como la mía por la histo-
ria de esta sencilla viuda de Israel: “Jesús se sentó cerca de la caja de las ofren-
das del templo y observó mientras la gente depositaba su dinero. Muchos
ricos echaban grandes cantidades. Entonces llegó una viuda pobre y echó dos
monedas pequeñas. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: ‘Les digo la verdad,
esta viuda pobre ha dado más que todos los demás que ofrendan. Pues ellos
dieron una mínima parte de lo que les sobraba, pero ella, con lo pobre que es,
dio todo lo que tenía para vivir’ ” (Mar. 12:41-44).
• 8•
1 • ESENCIA VS.
APARIENCIA
• 9•
10 • PRIMERO EL REINO
Para Satanás, lo importante es que mires solo los sábados que guardas,
cuántos diezmos y ofrendas das, cuánto ayudas a los demás. El propósito de
Cristo es hacerte pensar en cómo guardar el sábado, cómo devolver los diez-
mos y las ofrendas y cómo ayudar a los demás. Quiere ver qué sentimientos
impulsan tus acciones de fidelidad.
Permíteme explicártelo con una historia personal. Mi padre es un hom-
bre que ha aprendido a experimentar el amor de Cristo en su vida. Él tiene sus
luchas en la vida cristiana, pero tiene un amor tan contagioso por Jesús que, si
le preguntas por qué observa el sábado, seguramente él no responderá que lo
hace porque se trata de una regla de la iglesia. Te dirá que el sábado es el mejor
día de la semana. Es el día en que tiene la oportunidad de tener compañerismo
con la persona que más ama. Su anticipación por la llegada de este día especial
es tan intensa que, varias veces, lo vi comenzar a desearle a la gente un feliz
sábado tan temprano como el jueves.
Lo mismo ocurre con los diezmos y las ofrendas. El verdadero propósito
de la fidelidad es llevarte a reconocer quién es Dios en tu vida y responder,
por medio de la obediencia, basado en tu amor por él y por su causa. Elena
de White dice: “El ojo de Dios lleva cuenta de cada centavo consagrado a su
causa, como así también de la buena voluntad o la mezquindad del dador.
También se registra el motivo para dar”.2
¿Te das cuenta? El interés de Dios es conocer los sentimientos que nos
mueven a actuar. ¿Estamos dispuestos o somos reacios a obedecer? Los moti-
vos, ¿son nobles o egoístas? Por eso, Pablo expresa: “Dios ama a la persona que
da con alegría” (2 Cor. 9:7). Lo que Pablo está diciendo es que Dios no ama lo que
doy, sino el sentimiento que me mueve a dar. Esto agrega sabor a la vida cris-
tiana. Alguien dijo una vez que ser cristiano tiene gusto, y el gusto es bueno.
Durante su ministerio, Jesús luchó muy fuertemente contra la religión de
las apariencias, cuando dijo que los religiosos de su tiempo eran como sepul-
cros blanqueados por fuera, pero llenos de podredumbre por dentro (ver Mat.
23:27); cuando dijo a los que se proclamaban salvos por sus buenas obras: “Les
digo la verdad, los corruptos cobradores de impuestos y las prostitutas entra-
rán en el reino de Dios antes que ustedes” (Mat. 21:31). ¿Te imaginas lo que sig-
nificó para los líderes religiosos en ese momento escuchar eso? Predicaban
que cualquiera que se hiciera judío podía salvarse, excepto las prostitutas y los
2
Elena de White, El ministerio de la bondad (Florida, Buenos Aires: Asociación Casa Edito-
ra Sudamericana, 2010), p. 306.
12 • PRIMERO EL REINO
“La predicación que más necesita este mundo son los sermones
en zapatos que están caminando con Jesucristo”.
Dwight L . Moody
• 13 •
14 • PRIMERO EL REINO
era la composición de todos los perfumes del mundo: aceite, alcohol, agua, fija-
dor y unas gotas de esencia.
Salí de aquella tienda reflexionando sobre lo sucedido y haciendo algu-
nas comparaciones con la vida cristiana. Queremos tener la esencia de un
cristiano, pero debemos reconocer que somos como una botella “hermosa”
llena de agua, alcohol y un fijador. No exhalamos el buen perfume de Cristo
de forma natural, ya que no producimos la esencia del cristianismo por noso-
tros mismos. Debemos llegar a esta conclusión lo antes posible, para que poda-
mos avanzar en la vida cristiana. Queremos ser cristianos en esencia pero, a
menudo, nuestras obras son prueba de que no tenemos la esencia, solo la apa-
riencia de un cristiano.
Pablo dice en Romanos 3:23 que “todos han pecado y están privados de
la gloria de Dios” (NVI). El verbo “privar” significa ser removido o destituido
de algo. El ser humano vivía permanentemente en la presencia de Dios. La
santidad era el perfume que exhalaba en cada momento. En todo el universo
había perfección y paz, y el hombre reflejaba la imagen y semejanza de Dios
(ver Gén. 1:26). Después del pecado, perdimos ese contacto personal con lo
sagrado y fuimos separados de la gloria y el carácter de Dios. Podemos decir
que hemos perdido la esencia con la que fuimos creados. Ya no era natural
para los seres humanos tener el “aroma” de la santidad de Dios.
Aquí es donde entra el milagro de la comunión diaria con Cristo. Es la
esencia misma del cristianismo. Y, a diario, cuando vamos a su presencia, él
deja que su esencia “gotee” sobre nuestra vida y salimos a compartir el buen
perfume de Cristo con todos aquellos con quienes entramos en contacto. Jesús
enseñó esto en un hermoso sermón que está registrado en mi capítulo favo-
rito de la Biblia: el capítulo 15 del evangelio de Juan. Él dijo: “Ciertamente, yo
soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos pro-
ducirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada”. (Juan
15:5). Este texto es extremadamente simple y objetivo. Jesús está enseñando
que somos solo la rama que depende todo el tiempo de la savia que recibe de la
planta. Lejos de la planta y sin la savia no somos más que una rama seca y sin
vida. Esta es la base del verdadero cristianismo: estar conectados con Cristo y
recibir continuamente su esencia.
Cuando pensamos en la viuda (ver Marcos 12:41-44), podemos preguntar-
nos: ¿cómo puede alguien dar todo lo que tiene por una causa? ¿Cómo puede
alguien poner en riesgo su propio sustento? La mejor respuesta es: nadie
¿DE DóNDE vIENE La EsENcIa? • 15
puede hacer eso. ¡Nadie! No podemos ser altruistas por nosotros mismos, de
manera verdadera y pura. Ser un cristiano auténtico es completamente impo-
sible para los seres humanos. Pero esto es posible si, todos los días, la mara-
villosa esencia de Cristo se vierte en nuestra vida. Entonces podemos ser y
actuar como un reflejo de la voluntad y las acciones de Cristo. Podemos exha-
lar el buen perfume de Cristo. ¿Lo comprendes? Su buen perfume, y no el
nuestro, porque no tenemos el perfume, solo agua y alcohol.
Es en este punto que muchos cristianos tropiezan. Comienzan la vida cris-
tiana con grandes sueños de vivir una vida de santidad, pureza, entrega y
poder. Y en el camino se dan cuenta de que hay un abismo entre lo que pre-
tendían ser, cuando se hicieron cristianos, y lo que son en la práctica en la
vida cotidiana. En esta situación, nuestras preguntas suelen ser: “¿Qué puedo
hacer para ser un verdadero cristiano?” “¿Cómo puedo dejar de tener una vida
cristiana hipócrita?” Pero las preguntas están equivocadas. No hay nada que
podamos hacer, porque estamos desprovistos de la esencia. Necesitamos per-
mitir que Cristo obre en nosotros, que derrame su esencia en nosotros y nos
permita compartir su perfume. Las preguntas correctas serían: “¿Qué puede
hacerme Cristo?” “¿Cómo puedo permitir que Cristo me convierta en un cris-
tiano genuino?”
Reflexiona en esta cita del libro El camino a Cristo:
¿Alguna vez te has sentido así? ¿Alguna vez has escuchado a un cristiano
expresar sentimientos de frustración con palabras similares a estas? ¿Cómo lo
aconsejarías? ¿Qué responderías? ¿Cómo lograr esta vida deseada en armonía
y semejanza con Dios, una vida de esencia y no de apariencia? Algunos res-
ponderían: “Debes esforzarte más”; “Debes hacer tu parte”; “Debes intentar
nuevamente vivir una vida cristiana victoriosa”.
3
Elena de White, El camino a Cristo (Florida, Buenos Aires: Asociación Casa Editora Suda-
mericana, 2014), p. 43.
16 • PRIMERO EL REINO
¡Aleluya! Dios nos está diciendo hoy: no lo tienes, pero yo sí; no eres tú,
pero yo soy; no puedes, pero puedo darte esencia y puedo convertirte en un
auténtico cristiano. Necesitamos paz, seguridad y la certeza de que somos
amados y aceptados en Cristo. Él tiene lo que nos falta, y por su amor y su gra-
cia puede convertirnos en lo que fuimos creados y llamados a ser.
Ahora, la historia de la viuda comienza a tener sentido. Ella no era una espe-
cie de supercristiana; no pertenecía a una casta superior; no estaba hecha de
ningún otro material. Ella simplemente permitió que Dios actuara en su vida, y
Dios lo hizo. ¿Sabes cuál es la gran noticia de hoy? El Dios de la viuda es tu Dios.
El poder que transformó la vida de esa pobre mujer está disponible para trans-
formar la tuya y la mía. Cuando, por medio de la comunión diaria, permitimos
que la maravillosa savia de Cristo nutra nuestra vida, haremos cosas extraordi-
narias de las que nunca hubiéramos imaginado ser capaces. Y cuando alguien
nos pregunte cómo pudimos hacer algo tan grande por Cristo y por él, nuestra
respuesta natural será: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí” (Gál. 2:20).
Alabado sea Dios, porque con el tiempo, cristianos conocidos y desconoci-
dos se han acercado a la presencia de Dios de manera tan intensa y han dedi-
cado lo mejor de su vida a la causa del Señor.
El 3 de octubre de 1895, un grupo de misioneros desembarcó en la colonia
británica llamada Costa de Oro, ahora conocida como Ghana, en el continente
africano. Llegaron en respuesta a una serie de solicitudes hechas por cartas
enviadas a la Asociación General por un adventista africano llamado Francis
Dolphijn. Dirigía a un grupo de creyentes en la región, pero necesitaba ayuda.
4
Ibíd.
¿DE DóNDE vIENE La EsENcIa? • 17
Horario:___________ : ___________
Horario:___________ : ___________
Horario:___________ : ___________
• 18 •
cóMO vs. cuáNtO • 19
Por lo tanto, debemos entender que, desde la perspectiva del cielo, todos tene-
mos algo significativo que puede marcar una gran diferencia en el Reino de
Dios. La pregunta por responder hoy es: ¿qué estamos haciendo con lo que
tenemos? Frente a la historia de la viuda, no se puede contestar: “Tengo poco,
no va a marcar la diferencia, mi entrega no va a cambiar nada”.
En un aspecto muy práctico, debemos entender que el interés de Dios no
es conocer la marca de nuestro automóvil; su interés es saber a quién le ofre-
cemos un viaje gratis. Nunca preguntará cuánto gastamos al mes en la com-
pra de comestibles, sino con quién compartimos la comida. Nunca preguntará
cuántos metros cuadrados tiene nuestra casa, sino a quién hospedamos. Esto
debe quedar muy claro en nuestra mente: no es lo que tengo lo que importa,
sino lo que hago con lo que tengo.
¿Recuerdas la historia de la reina Ester? En un momento de la historia, el
pueblo de Dios estuvo a punto de ser destruido. Un decreto había determinado
el exterminio completo del pueblo judío. Mardoqueo, el padre adoptivo de Ester,
al leer el decreto, decidió pedirle a la reina que actuara a favor del pueblo y
la causa de Dios. En respuesta a su pedido, Ester respondió que no sería posi-
ble ayudar, porque para hacerlo, tendría que ir a hablar con el rey sin haber
sido invitada por él, y esta actitud, en ese reino, podría llevar a su muerte.
Mardoqueo decidió volver a intentarlo con un fuerte argumento: “¿Quién sabe
si no llegaste a ser reina precisamente para un momento como este?” (Est. 4:14).
¿Entiendes en qué consiste el argumento de Mardoqueo? El argumento fue
el siguiente: Ester, no creas que Dios te dio el reino solo para que tengas ropa de
reina, estatus de reina o peinado de reina. Dios te dio todo esto para que pudie-
ras ser usado en su causa donde y cuando fuera necesario, y este es el momento
en que Dios y su pueblo esperan que uses lo que tienes para una causa noble.
Este es el momento, amigos, el momento de darnos cuenta del propósito
para el que Dios nos ha dado lo que tenemos. La historia de Ester puede con-
siderarse una miniatura del final del gran conflicto que nos espera. Decreto,
persecución, unión de poderes terrenales y, sobre todo, una gran liberación,
están presentes en su historia y en la historia del desenlace de la lucha entre
el bien y el mal.
Necesitamos entender lo que comprendieron Ester y Mardoqueo. Cuanto
más decisivo y profético sea el momento, más necesitamos servir a la causa
de Dios con altruismo y fidelidad. Ten en cuenta la siguiente cita del libro
Consejos sobre mayordomía cristiana:
20 • PRIMERO EL REINO
(ver Mat. 25:14, 15). Al cabo de un rato, este señor regresó y les pidió a cada uno
de ellos cuentas de lo que habían hecho con lo recibido.
El primer siervo y el segundo pudieron duplicar lo que habían recibido
y, ante esta actitud, escucharon al amo decir: “Bien hecho, mi buen siervo
fiel. Has sido fiel en administrar esta pequeña cantidad, así que ahora te daré
muchas más responsabilidades. ¡Ven a celebrar conmigo!” (Mat. 25:21). El
siervo que había recibido un talento fue a devolver el talento recibido y escu-
chó la siguiente reprimenda: “¡Siervo perverso y perezoso!” (Mat. 25:24). ¿Por
qué fue reprendido este siervo? No robó lo que recibió, no echó a perder lo
que recibió, devolvió lo que recibió en las mismas condiciones en que lo había
recibido. El problema es que decidió no hacer nada con lo que había recibido.
Este es el peligro que corremos en el tiempo del fin, al decidir no hacer
nada con lo que tenemos. Podemos hacer esto por varios motivos: negligen-
cia, falta de tiempo, pensar que lo que tenemos no marcará la diferencia, etc.
Pero debemos entender que cualquiera de estas actitudes provocará la misma
reacción en nuestro Señor. Seremos llamados siervos malvados y negligentes.
Necesitamos usar fielmente lo que tenemos para la causa de Dios y estaremos
seguros de que la fidelidad en lo poco conduce a la capacidad de administrar
todo lo que Dios ha preparado para nosotros en la eternidad.
Un día en Bombay, una ciudad importante de la India, se celebró una con-
ferencia sobre el hambre. Cientos de personas de todo el mundo se reunieron
a discutir cómo en quince años el mundo podría producir alimentos suficien-
tes para todos los habitantes del planeta. Entre las personas invitadas a hablar
se encontraba la Madre Teresa de Calcuta.
Al llegar al lugar de la reunión, se encontró con un hombre hambriento en la
puerta del evento. De inmediato, lo llevó a su casa y lo cuidó hasta el último día
de vida. En su conferencia de ese día, dijo: “¿Estaban a dos pasos de un hombre
que se estaba muriendo de hambre y discutían cómo acabar con el hambre en
quince años? Nunca creo que sea responsable de las grandes multitudes. Me pre-
ocupo por cada persona; realmente no puedo amar, sino a una persona a la vez.
Solo uno, uno, uno. Puedes empezar así [...]. Empecé así, recogiendo a una per-
sona que se estaba muriendo en la calle. Quizás, si no hubiera recogido a esa per-
sona, nunca hubiera recogido otras 42.000. Basta con comenzar... uno, uno, uno”.6
¿Qué tal si empezamos? Una actitud de entrega y fidelidad genera más
actitudes de entrega y fidelidad, porque la fidelidad genera fidelidad. Y esa
6
Roberta Bellinzaghi, Cinco Minutos com Deus (São Paulo: Paulinas, 2017), p. 60.
22 • PRIMERO EL REINO
actitud nos brinda la capacidad de recibir más y más aquí y en la vida eterna.
El principio es este: si no puedo honrar a Dios con el uso sabio del tiempo limi-
tado de 24 horas que él me ofrece cada día, ¿cómo puedo cuidar de la eterni-
dad que me espera? Si no puedo ser fiel a Dios con los recursos económicos
limitados que tengo aquí, ¿cómo podré honrarlo en una ciudad donde las
calles serán de oro y las paredes de piedras preciosas? Por lo tanto, él asegura
que la forma en que uso lo poco aquí me prepara para usar lo mucho que ten-
dré disponible en el Cielo.
Hoy, nuestra acción será la de anotar tres aspectos de nuestra vida que
debemos dedicar a la causa de Dios: ya sea un don que no esté utilizando; un
recurso que debe ser devuelto al Señor; una actitud de perdón que Dios te ha
invitado a ejercitar.
• 23 •
24 • PRIMERO EL REINO
sagrado dice que Jesús “observaba” (Mar. 12:41, NBLA). Aquellos que querían
atraer miradas de admiración hacia sí mismos no se dieron cuenta de que la
única mirada que realmente importa los observaba atentamente.
Hoy, como en aquellos días, cuando nuestro interés es atraer la atención
de las personas, corremos el riesgo de no ver la mirada de Cristo. Una de las
grandes verdades de la historia de la viuda es que la única mirada que real-
mente importa es la de Cristo. Desafortunadamente, dependemos tanto de la
aprobación y el elogio, que llegamos a la conclusión de que lo que importa
es el ojo humano. Pensamos que la evaluación humana es el criterio que nos
mide. Este pensamiento nos lleva a una terrible actitud de comparaciones y a
la creación de estándares inalcanzables.
M. Craig Barnes, un pastor estadounidense, relata que un día fue a visitar a
una mujer de su iglesia que había tenido un bebé. La encontró llorando en su
cama de maternidad. Cuando se le preguntó qué había sucedido, respondió que
su pequeña había nacido con un dedo ligeramente volteado hacia afuera y que,
como resultado, solo había logrado un nueve en una escala del uno al diez en
el hospital. “No sé qué es lo que más me molesta –dijo la madre entre lágrimas–,
que hayan hecho esa estúpida prueba, o que mi bebé solo obtuviera nueve pun-
tos”. El pastor Barnes se fue de allí pensando que era solo el primer día en la vida
de ese niño y ya estaba teniendo problemas para no obtener una puntuación lo
suficientemente alta de acuerdo con el estándar de evaluación humana.8
Así es el criterio humano. Calificamos, medimos y juzgamos a todos,
todo el tiempo. Sin embargo, la historia de la viuda nos muestra que Jesús
estaba mirando todo eso, y podemos estar seguros de que él también nos está
mirando hoy. Debemos estar seguros de que el observador que realmente
importa es Cristo, por tres razones:
Es pecadora:
Cualquiera que la conociera más íntimamente diría que no era más que
una pecadora desacreditada.
Sin embargo, Jesús se fijó en ella. Quizás, después de mucho tiempo,
alguien realmente se fijaba en ella. Y la mirada de Cristo no dejó de ver sus
errores, pero ofreció esperanza y salvación. Imagina a Jesús sentado a tu lado
mirándote con amor sincero, un amor capaz de perdonar y hacerte vencer
los errores.
Querido Jesús...
“No trates de tomar la mano de Dios, deja que él tome la tuya. Deja que
él se encargue de ‘sostener’ mientras te concentras en el ‘confianza’ ”.
H. William Webb-Peploe
T engo dos hermanos y soy el hijo del medio. Hay una diferencia de tres
años entre nosotros, de modo que cuando nació mi hermano menor yo
tenía tres y mi hermana seis. ¿Hay alguna ventaja en eso? No lo sé, pero
conozco una desventaja: ¡bicicletas! La bicicleta para un niño de tres años no es
adecuada para un niño de seis; la bicicleta para un niño de seis años no es ade-
cuada para un niño de nueve. Entonces, en mi casa, la regla era la siguiente: si
financieramente no era posible comprar una bicicleta para el tamaño y la edad
de cada niño, ninguno tendrá bicicleta. Y así pasé mi infancia feliz sin bicicleta.
Cuando tenía unos siete años, un amigo recibió una bicicleta como regalo,
y como éramos muy unidos, pensé: “¡Mis problemas se acabaron! Ahora apren-
deré a andar en bicicleta”. No sé si has intentado aprender a andar en la bici-
cleta de un amigo. Si no es así, te explicaré cómo funciona. Es más o menos así:
él pedalea, pedalea, pedalea y, finalmente, cuando se cansa y quieres peda-
lear un poco, él quiere pedalear de nuevo. Y cuando finalmente puedes usar
la bicicleta, él te persigue, diciendo:
–¡Ten cuidado! Te caerás y rayarás mi bicicleta. No aprenderás a andar más.
Como todavía estás aprendiendo, inevitablemente te caerás, y cuando te
caes, él te quita la bicicleta de la mano para evitar arañazos y después te regaña.
• 28 •
aPRENDIENDO a PEDaLEaR • 29
10
Ibíd., p. 61.
11
Elena de White, Mi vida hoy (Florida, Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudameri-
cana, 1952), 8 de julio.
32 • PRIMERO EL REINO
• 33 •
34 • PRIMERO EL REINO
que ella había entregado todo lo que tenía en ese momento, estaba diciendo
que estaba entregando todo lo que tenía en su vida. Jesús dijo que ella era
“pobre”. La palabra griega que se usa en este versículo es ptōchos, que repre-
senta a alguien que necesita limosna para sobrevivir. Probablemente no tenía
dinero ni para la próxima comida.14
Seamos sinceros: ¿no te parece absurdo? ¿Es eso lo que Dios realmente
espera de nosotros, que lo demos absolutamente todo? La Biblia puede ayu-
darnos a responder estas preguntas con varios ejemplos. Un día, Dios se le
apareció a Abraham y le pidió que le entregara una ofrenda. Dios no pidió los
bienes materiales de Abraham ni sus siervos. La petición de Dios fue clara y
específica, dijo: ofrece en sacrificio “a tu hijo, tu único hijo; sí, a Isaac, a quien
tanto amas” (Gén. 22:2). ¿Qué crees que Dios realmente le estaba pidiendo a
Abraham? Le estaba pidiendo todo.
Un día, un joven que tenía muchas riquezas fue a hablar con Jesús y le pre-
guntó qué hacer para obtener la vida eterna. Recibió la siguiente respuesta: “Si
deseas ser perfecto, anda, vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los
pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme” (Mat. 19:21). ¿Qué
estaba pidiendo Jesús a ese joven? Todo. Es interesante notar que, cuando el joven
“se fue triste porque tenía muchas posesiones” (Mat. 19:22), Jesús no corrió tras
él y le dijo: “¡Vuelve, cálmate! Hablaba en parábolas. Solo tienes que entregar los
diezmos y las ofrendas y todo estará bien”. ¡No! El dinero se había convertido en
un dios en la vida de ese joven y solo una rendición completa sería aceptable.
Si leemos la Biblia con honestidad, llegaremos a la conclusión de que Dios
realmente quiere todo. Por eso, felicitó a la viuda, por entregarlo todo. Es el
estándar de entrega que Dios espera de cada uno de nosotros.
Un día, una madre de cinco, al escuchar un sermón, decidió dar como
sacrificio lo que tenía por la causa de Dios. Al regresar a casa, buscó entre sus
pertenencias algo que pudiera ofrendar, pero se dio cuenta de que su extrema
pobreza no le permitía tener nada que fuera útil o valioso. De repente, observó
a sus cinco hijos, tres niñas y dos niños. Luego, fue a su habitación y expresó
la siguiente oración: “Señor, no tengo riquezas materiales que puedan ser uti-
lizadas para tu causa, pero tengo cinco hijos y, en ese momento, los dedico a
las misiones. Úsalos como misioneros”. Unos años más tarde, todos sus hijos
comenzaron a servir en la causa de Dios como misioneros.
Una historia como esa es emocionante, ¿no? Es este tipo de entrega total
14
Ibíd., pp. 1.686, 1.687.
36 • PRIMERO EL REINO
con el que aprendí a pasar toda la semana. Dios te quiere a ti, no solo lo que tie-
nes. Dios te quiere, no solo cuatro horas a la semana el sábado por la mañana.
Solo cuando entreguemos todo, por completo, seremos realmente felices.
Lo mismo ocurre con nuestros recursos económicos. Dios quiere todo lo
que tenemos, lo que le damos a la iglesia mediante los diezmos y las ofren-
das es solo una declaración de la comprensión de que todo lo que queda en
nuestras manos todavía pertenece a Dios. Estudiaremos más sobre esto en el
próximo capítulo.
Elena de White nos ayuda a comprender este concepto:
15
White, El Deseado de todas las gentes (Buenos Aires: ACES, 2010), p. 239.
7 • ¡NO ME PARECE JUSTO!
• 38 •
¡NO ME PaREcE justO! • 39
Todo el cielo está interesado en la felicidad del ser humano. ¿Alguna vez te
has detenido a pensar en ello?
Solo la entrega completa forma un cristiano completo. La mejor manera
de eliminar a los dioses falsos es entregarse completamente a Dios en todos
los aspectos de la vida. La mejor manera de matar al dios de la vanidad es ves-
tirse con modestia y no usar adornos (1 Ped. 3:1-5). La mejor manera de matar
al dios del egoísmo es compartir generosamente lo que tenemos (2 Cor. 8:1-5).
Uno de los dioses falsos más destructivos es el dios de la codicia y la bús-
queda desenfrenada del dinero. Por eso, Jesús declaró: “Nadie puede servir a
dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro.
No se puede servir a Dios y estar esclavizado al dinero” (Luc. 16:13). Algunas ver-
siones traducen “Mamón” como “riqueza”, porque eso es lo que representa.
El autor Richard Foster dice: “Sin duda, el dinero tiene muchas caracterís-
ticas de divinidad. Promete seguridad, puede inducir a la culpa, ofrece liber-
tad, da poder y parece omnipresente. Más siniestro que cualquier otra cosa,
sin embargo, es el hecho de reclamar omnipotencia”.17
La fidelidad y la generosidad son la mejor manera de matar al dios de la
codicia. Por eso Dios no quiere una parte de nuestros recursos económicos,
lo quiere todo. Puede que te estés diciendo: Pastor, pero ¿no dice la Biblia que
Dios solo quiere diezmos y ofrendas? La respuesta es ¡no! No hay un solo versí-
culo en toda la Biblia que diga que Dios solo requiere diezmos y ofrendas. Dios
siempre quiso todo. Los diezmos y las ofrendas son solo una forma en que Dios
nos enseña que todo le pertenece.
Cuando alguien devuelve el 10 %, está admitiendo que el 100 % le perte-
nece a Dios y que el 10 % es solo un recordatorio de que él es el dueño de todo.
Si aprendiste que, cuando recibes 100, solo necesitas devolver 10 de diezmos
16
White, El camino a Cristo, p. 41.
17
Richard Foster, Dinheiro, Sexo e Poder. Um Chamado à Renovação Ética (São Paulo, SP:
Editora Mundo Cristão, 2005), p. 43.
42 • PRIMERO EL REINO
y tal vez 10 de ofrendas, y que los 80 restantes te pertenecen, debo decir que
aprendiste mal. Cuando recibo 100, los 100 pertenecen a Dios, y Dios quiere
los 100. Cuando llevo el 10 % de los diezmos y las ofrendas a la iglesia, nece-
sito decir: “Señor, lo que queda en mis manos sigue siendo tuyo, ¿cómo debo
usarlo? ¿En qué debería invertir?” Por lo tanto, los diezmos y las ofrendas se
convierten en la línea de partida de la fidelidad y no en la línea de llegada.
Debido a esta falta de comprensión, muchos compran lo que no necesitan
y gastan lo que no pueden. Cuando entendemos que todo pertenece a Dios y,
lo más importante, cuando vivimos esta realidad, nuestra vida financiera glo-
rificará a Dios y encontraremos el equilibrio.
Nuestra relación con los recursos financieros cambia por completo, ya que
ya no son “mis” recursos y se convierten en los recursos que Dios me ha con-
fiado. La pregunta que se debe hacer no es: “¿Cuánto de mi dinero debo darle
a Dios?”, sino: “¿Cuánto del dinero de Dios debo guardar?”18
Un día, el predicador John Wesley recibió la noticia de que su casa había
sido destruida por un incendio. La gente esperaba ver preocupación y deses-
peración en su rostro, en cambio, respondió con calma: “Mi casa no se quemó.
La casa del Señor se ha quemado. ¡Una responsabilidad menos para mí!”
Es liberador y desafiante la percepción de que todo pertenece a Dios y
debo entregarlo todo a su cuidado. Dado que todo es suyo, debo confiar en
que él guiará todos los aspectos de mi vida financiera, incluso cuando haya
momentos de escasez, desempleo o disminución de ingresos.
En este punto, quiero invitarlos a tomar la decisión de entregar todo al
cuidado y la dirección de Dios, sin reservas. Pídale en oración que te ayude a
matar a los dioses falsos que controlan los diversos aspectos de tu vida.
18
Ibíd., p. 55.
8 • ¡ENTREGARÉ TODO!
• 43 •
44 • PRIMERO EL REINO
Dios, todos podemos vivir una vida de generosidad y victoria sobre el egoísmo.
Sin embargo, el texto bíblico nos presenta dos aspectos que destacan en la
disposición a ofrecer generosamente.
Por eso, Dios lo quiere todo. Quiere reconstruirte por completo y darle a
tu vida un nuevo significado. Seguro que te gustará el resultado. Una de las
canciones más conocidas del mundo cristiano es “Salvador, a ti me rindo”.20 Ha
sido cantado por millones de cristianos durante generaciones, pero suelo decir
que esta es una de las canciones en las que más debemos pensar antes de can-
tar. Nunca debemos abrir la boca para decir “Yo me rindo a ti, yo me rindo a
ti”, si esa no es realmente la decisión de nuestro corazón, si aún no hemos lle-
gado al punto de decidir una entrega total.
El autor de la letra de esta canción es Judson W. Van DeVenter. Nacido
en 1855, se crio en un hogar cristiano. A los 17 años, aceptó a Jesús como su
Salvador. Se graduó en Artes en Hillsdale College en Michigan y tuvo una exi-
tosa carrera académica en su campo. Viajó mucho, visitando varias galerías
de arte en Europa. Tenía un gran potencial como compositor y, como músico,
tocaba trece instrumentos.
Él cuenta cómo su propia indecisión resultaría en la escritura de este himno:
19
C. S. Lewis, Cristianismo Puro e Simples (Río de Janeiro: Thomas Nelson, 2017), pp. 177, 178.
20
Himno 261 del Nuevo Himnario Adventista (Florida, Buenos Aires: Asociación Casa
Editora Sudamericana, 2009).
¡ENtREgaRÉ tODO! • 47
21
Disponible en: https://musicaeadoracao.com.br/35700/historias-de-hinos-do-hina-
rio-adventista-295/. Consultado el 24 de diciembre de 2020.
9 • ¡ÚSAME, SEÑOR!
• 48 •
¡ÚsaME, sEñOR! • 49
lo que pasaba en la sociedad, ahora estaba con ropa limpia, caminando con la
cabeza en alto y con una increíble sonrisa en los labios?
Generalmente, la mayoría de las adicciones no son solitarias, y los amigos de
Carlos, que durante años habían compartido este vicio con él, empezaron a bus-
carlo para saber qué había pasado. Había una explicación y él siempre estaba
disponible para compartirla. Dijo: “Estaba muerto y ahora he vuelto a la vida,
estaba perdido y me encontraron”. Estos amigos adictos comenzaron a acompa-
ñarlo a la iglesia para asistir a los servicios y aprender sobre el camino de la liber-
tad que experimentó. Conocí a Carlos en uno de estos servicios. Fui a predicar a
la pequeña iglesia a la que asistía y noté que, en uno de los bancos, había hom-
bres con una clara apariencia de intoxicación. Eso me llamó la atención de inme-
diato. A veces, me he encontrado con una que otra persona que estaba borracha
en el servicio, pero nunca había visto tantos borrachos en un solo servicio.
Durante todo el programa, Carlos se sentó junto a ellos para tratar de man-
tener el orden. Al final del sermón, me presentaron a ese hombre extraordi-
nario, que me contó su historia y la historia de sus amigos. Hablé con ellos por
un tiempo y en un momento les pregunté qué estaban buscando cuando iban
a la iglesia. Uno de ellos, con lágrimas en los ojos, dijo: “Quiero ser como el her-
mano Carlos”. Y los demás asintieron con la cabeza.
Por supuesto, querían ser como Carlos. Yo también quiero.
La gran verdad detrás de la historia de este hermano es que es imposible
ocultar los resultados de la vida de alguien que ha decidido entregarse com-
pletamente al Señor. En este capítulo, reflexionaremos un poco sobre cómo
es la vida de quienes deciden entregarlo todo al Señor. Para ello, una vez más,
nos ayudará la historia de la viuda pobre.
El contexto literario de la historia de la viuda nos enseñará una gran lec-
ción. El contexto literario es el entorno donde se inserta la historia en la Biblia;
es decir, los versos que preceden al texto leído. Puede que no lo sepas, pero ini-
cialmente la Biblia no estaba escrita en capítulos y versículos. Marcos no se
sentó a escribir el evangelio y dijo: “Ahora voy a escribir el capítulo 7, versículo
12; luego el capítulo 7, versículo 13”. No, los capítulos y los versículos se inserta-
ron más tarde, cuando los libros ya estaban agrupados. Uno de los objetivos de
esta división es facilitar la lectura. Imagínate encontrar un texto bíblico entre
más de 31.000 versículos. Sería casi imposible. Por lo tanto, para facilitar la ubi-
cación y la división de temas, la Biblia se dividió en capítulos y versículos.22
22
Para aprender más sobre la formación de la Biblia, lea el excelente libro de Marcos
50 • PRIMERO EL REINO
Para encontrar los versos, la división ayuda mucho, pero para compren-
der el contexto en el que se inserta la historia, no siempre ayuda. Por lo tanto,
al leer un texto bíblico, es muy importante leer lo que viene antes y después
para comprender el contexto literario en el que se inserta el pasaje.
Cuando leemos el contexto de la historia de la viuda en Marcos 12, nos
damos cuenta de que, en los versículos anteriores, Jesús está teniendo una
serie de enfrentamientos con los líderes religiosos de la época, llamados fari-
seos y saduceos. En uno de estos conflictos, relatado en Marcos 12:28 al 34,
uno de los líderes religiosos se acerca a Jesús y le hace la pregunta: “De todos
los mandamientos, ¿cuál es el más importante?” (vers. 28).
A lo que Jesús responde: “El mandamiento más importante es: ‘¡Escucha,
oh Israel! El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’.
El segundo es igualmente importante: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’.
Ningún otro mandamiento es más importante que estos” (vers. 29-31).
En su respuesta, Jesús reunió dos textos del Pentateuco. La primera parte
está tomada del famoso texto de Deuteronomio 6:4 y 5. Este es un texto muy
querido y conocido por los judíos. Era el conocido Shemá Israel (“Escucha,
Israel”). Esta es la declaración más fuerte del monoteísmo judío, como dice el
texto: “¡El Señor nuestro Dios es el único Señor!”
“Todo judío devoto debía recitar estos versículos dos veces al día, afirmando
la unicidad de Dios, ante la infinidad de dioses, y el amor que se le debe”.23
Además, estaba la mezuzá, que era “un trozo de pergamino colocado en una caja
de metal o madera y fijado a la parte superior de los postes de las puertas de las
casas judías. En ese rollo estaba la inscripción de la ‘Shemá’ en su forma más
extendida, con los textos de Deuteronomio 6:4 al 9 y 11:13 al 21”.24
Luego, el texto presenta el requisito divino de la entrega completa. Dios
exige amor y lealtad absolutos al declarar: “Ama al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”.
Blanco, Versiones de la Biblia: Pautas para evaluar las diferentes traducciones (Florida,
Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2019); y el libro de Bryan Ball,
¿Todavía podemos creer en la Biblia? (Florida, Buenos Aires: Asociación Casa Editora
Sudamericana, 2009).
23
J. T. Poe, R. O. Zorzoli y L. M. Martínez, orgs., Comentario Bíblico Mundo Hispano Tomo
15: Marcos (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2012), p. 181.
24
William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Marcos
(Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 1998), p. 496.
¡ÚsaME, sEñOR! • 51
En su respuesta, Jesús hizo una conexión entre amar a Dios y amar al pró-
jimo. Este amor no solo debería incluir el ámbito emocional o interior, sino
también incluir aspectos prácticos, concretos y visibles. Quien ama verdade-
ramente a Dios, manifiesta ese amor en acciones dirigidas a los demás.
Quizás te preguntes cuál es la relación entre esta explicación de Jesús
sobre la esencia de los mandamientos y la historia de la viuda. Puede que no
lo hayas notado, pero en la historia de la viuda, Jesús usa la palabra “todo” cua-
tro veces. Nota los versículos 43 y 44 del capítulo 12 de Marcos. “Y llamando
Jesús a Sus discípulos, les dijo: En verdad les digo, que esta viuda pobre echó
25
Poe, Zorzoli y Martínez, Comentario Bíblico Mundo Hispano, p. 182.
52 • PRIMERO EL REINO
más que todos los contribuyentes al tesoro; porque todos ellos echaron de lo
que les sobra, pero ella, de su pobreza, echó todo lo que poseía, todo lo que
tenía para vivir”.26
Para mí, no hay coincidencias en la palabra de Dios, todo estaba perfecta-
mente planeado para enseñarnos una gran lección. ¿Sabes lo que es? La viuda
fue el ejemplo práctico de lo que Jesús le había enseñado al escriba. La teo-
ría se encontró con la práctica. La más pobre de entre los pobres enriqueció el
Templo con su ejemplo. Todos conocían esos dos textos del Pentateuco. Como
hemos visto, tenían que recitarlo dos veces al día, además de su recuerdo que
se disparaba cada vez que pasaban por la puerta de la casa. Sin embargo, lo
que muchos sabían solo en teoría, esa pobre viuda lo demostró en la práctica.
Los ricos incluso estaban donando grandes sumas de dinero ese día, pero
no era una expresión de los cuatro “todos” de la ley: todo corazón, toda alma,
todo entendimiento y toda fuerza. Lo mucho que ellos ofrendaban era sacado
de lo que les sobraba. Lo poco que ofrendó la viuda era todo lo que poseía. Ellos
simplemente recitaban la Shemá Israel de memoria; ella, lo vivía en la práctica.
Una vida que se entrega completamente a Dios es una poderosa fuerza de
atracción hacia Cristo. Por eso, Pablo dijo tantas veces: “Les ruego que me imi-
ten” (1 Cor. 4:16, 11:1; Fil. 3:17; 1 Tim. 1:6). Por eso, la historia de mi amigo Carlos
es tan atractiva, y por eso el ejemplo de la viuda es tan actual.
Necesitamos tomar una decisión. Pidamos al Señor que nuestra vida sea
un testimonio vivo de entrega total. Dejemos que la gente vea en nosotros, no
la teoría de la verdad, sino la verdad en la práctica. Escribe una oración corta
haciendo esta petición a Dios con tus palabras:
Señor,
26
Cursiva añadida.
10 • ¡SÍ, AMO EL MENSAJE
DE LA CRUZ!
27
J. C. Ryle, Meditaciones sobre los evangelios: Lucas (Moral de Calatrava, España: Editorial
Peregrino, 2002), t. 2, p. 390.
• 53 •
54 • PRIMERO EL REINO
tenemos otros ejemplos, como Esteban, que dio su vida por la causa; Mateo,
quien abandonó un próspero negocio para seguir a Jesús; Aquila y Priscila,
quienes arriesgaron su propia vida por la causa de Dios (Rom. 16:3, 4).
Sin embargo, uno de los textos bíblicos más llamativos que aborda la deci-
sión de entregarse por la causa de Dios es el que retrata la decisión del após-
tol Pablo. Iba a Jerusalén y se detuvo en Cesarea por unos días. Un profeta
llamado Ágabo llegó al lugar donde estaba Pablo y presentó una profecía que
trajo gran dolor a los cristianos que estaban allí. La Biblia dice: “Se acercó,
tomó el cinturón de Pablo y se ató los pies y las manos. Luego dijo: ‘El Espíritu
Santo declara: “De esta forma será atado el dueño de este cinturón por los líde-
res judíos en Jerusalén y entregado a los gentiles” ’ ” (Hech. 21:11). Ante la clara
visión del sufrimiento que aguardaba al amado apóstol, la reacción de la igle-
sia fue inmediata: “Cuando lo oímos, tanto nosotros como los creyentes del
lugar le suplicamos a Pablo que no fuera a Jerusalén” (Hech. 21:12).
La respuesta de Pablo también fue inmediata: “¿Por qué todo este llanto?
¡Me parten el corazón! Yo estoy dispuesto no solo a ser encarcelado en
Jerusalén, sino incluso a morir por el Señor Jesús” (Hech. 21:13). La reacción
de la iglesia fue: “Al ver que era imposible convencerlo, nos dimos por venci-
dos y dijimos: ‘Que se haga la voluntad del Señor’ ” (Hech. 21:14).
¿Cómo persuadir a alguien que tiene una causa tan noble en su vida? ¿Ya
encontraste una causa por la que valga la pena dar tu vida? El apóstol Pablo,
la reina Ester, Esteban y la viuda de las dos monedas la tenían.
La tercera lección es: ella entendió que esas dos monedas irían al Templo
y que representaban una gran causa. Ahora debes preguntarte: ¿qué causa
representaba el Templo? ¿Qué causa la llevó a hacer un sacrificio tan grande?
Para responder a eso, necesitamos entender qué significaba el Templo y los
rituales que ocurrían en él.
Todo el ritual realizado en el Templo estaba vinculado a la muerte del cor-
dero y lo que representaba. Desde el primer cordero sacrificado en el Edén,
cada sacrificio demostraba que Dios no dejaría al pecador librado a su suerte.
El plan original de Dios era que los seres humanos disfrutaran libremente de
la comunión con su Creador, pero el pecado anuló el plan divino. Después de la
Caída, la humanidad ya no pudo tener acceso a la presencia de Dios. La pareja
fue expulsada del huerto, y Dios, en su infinita misericordia, ideó un plan que
le permitiría volver a vivir con el ser humano. Dado que el ser humano tuvo
que salir del Edén, Dios decidió irse con él. ¡Esto es genial!
56 • PRIMERO EL REINO
Si bien el pueblo de Dios estaba formado por familias aisladas, Dios dirigió la
construcción de un altar para los sacrificios. Tan pronto como el pueblo se con-
virtió en una gran nación, Dios dijo: “Haz que los israelitas me construyan un
santuario para que yo habite en medio de ellos” (Éxo. 25:8). Mediante el Santuario
“Dios está tan cerca como el pecado le permite estar. Está en medio de su pueblo,
porque Dios no puede soportar la separación de los que le pertenecen”.29
El Santuario del desierto fue reemplazado por el Templo, construido por
Salomón y luego renovado por Herodes. Fue en este Templo donde la viuda
tomó su ofrenda. El propósito de todo lo que sucedía en el Templo era expresar
la gracia y la misericordia de Dios, ofrecida al pecador arrepentido. Les sirvió
como una predicación del evangelio. Esta comprensión debería revolucionar
la relación y la respuesta del pecador al Dios misericordioso.
Agustín de Hipona, al describir su experiencia después de comprender la
misericordia de Dios, escribió las siguientes palabras: “Me llamaste, me gri-
taste y venciste mi sordera. Tú resplandeciste y tu esplendor hizo huir mi
ceguera. Exhalaste tu perfume, lo inhalé y ahora suspiro por ti. Te he probado,
y ahora siento hambre y sed. Me tocaste y el deseo de tu paz me enciende”.30
Esta fue la causa que tanto amó la viuda. Ella había entendido lo que sig-
nificaba el Templo para la salvación, y ese entendimiento la llevó a amar y
actuar de acuerdo con ese amor. Su rendición fue el resultado inevitable de
alguien que entendió el sistema de sacrificios.
El libro de Hebreos declara que los sacrificios ofrecidos en el santuario terre-
nal eran solo una imagen del verdadero sacrificio (Heb. 9:24). Ahora piensa: si la
viuda, que solo veía por símbolos, pudo hacer una entrega tan completa, ima-
gina el tipo de entrega que deberíamos hacer, ya que tenemos una percepción
clara del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29).
Cuando entendemos lo que significa la Cruz, debemos hacer una rendición
completa y profunda, similar a la rendición realizada por el Conde Nikolaus
Ludwig von Zinzendorf. El conde Zinzendorf nació en una familia de la alta
sociedad en Dresde, Alemania. Su padre era secretario de Estado y la familia
residía en un castillo. A la edad de 15 años, fue a la Universidad de Wittenberg
para prepararse en la facultad de Derecho para el servicio gubernamental,
como era la práctica para los chicos de la alta sociedad.
29
M. L. Andreasen, O Ritual do Santuário (Santo André, SP: Casa Publicadora Brasileira,
1983), p. 16.
30
Agostinho, Confissões (Rio de Janeiro, RJ: Ediouro, 2005), p. 198.
¡sí, aMO EL MENsajE DE La cRuz! • 57
31
Justo L. González, História Ilustrada do Cristianismo, A Era dos Dogmas e das Dúvidas (São
Paulo, SP: Vida Nova, 2011), t. 2. pp. 341, 354.
11 • CONOCIMIENTO QUE
LLEVA A LA ACCIÓN
• 58 •
cONOcIMIENtO quE LLEva a La accIóN • 59
El sueño le enseñó una gran verdad: debería dejar de orar por su amigo y
empezar a trabajar con él.
Tal vez tengas palabras convincentes sobre lo importante que es la causa de
Dios, tal vez puedas dar un excelente sermón sobre su importancia o citar varios
ejemplos de lo que significa en la vida de muchas personas, pero créeme: no sig-
nifica nada hasta que te comprometes completamente con ella. La sencillez de
la viuda nos enseña que, más importante que hacer algo grande, es hacer algo.
Por tanto, un buen termómetro de cómo está nuestra vida cristiana es
entender cómo está nuestra entrega y sacrificio por la causa de Dios. Elena de
White lo expresó con las siguientes palabras: ¿es éste el lenguaje del corazón
de ustedes? “Soy tuyo por completo, mi Salvador; tú pagaste el rescate por mi
alma, y todo lo que soy o lo que seré te pertenece. Ayúdame a adquirir recur-
sos, no para gastarlos neciamente, no para complacer mi orgullo, sino para
usarlos para gloria de tu nombre”.32
Deberíamos orar así todos los días. Esta oración nos ayuda a comprender
tres puntos importantes:
1. Soy tuyo, no mío. Yo te pertenezco a ti, no a mí. Lo que tengo y tendré
es tuyo, y no mío. Lo que soy y seré es tuyo.
2. Eres mi Salvador y has pagado el rescate por mi vida. Esta es la prin-
cipal motivación para servir. No sirvo por los aplausos, por el apoyo
recibido, sino en respuesta a la salvación que Dios me ha dado.
3. Ayúdame a adquirir recursos que serán usados para la gloria de tu
nombre. Aquí está el aspecto práctico del asunto. Podemos pasar toda
la vida teorizando en los puntos 1 y 2, pero este tercer aspecto es la
acción y el resultado de la verdadera comprensión de los dos prime-
ros puntos. De hecho, si no hay una acción concreta, es porque real-
mente no entendemos lo que significa ser totalmente de Dios y haber
sido salvados de la condenación.
Entonces, si pregunto, “¿cuánto amas la causa de Dios?”, ¿cómo responde-
rías? La mejor manera de responder no es con palabras, sino con una vida com-
pletamente dedicada e involucrada con la obra de Dios. Necesitamos entender
que esta es una prueba evidente de nuestro discipulado cristiano.
Lee atentamente la siguiente cita: “No existe tal cosa como una persona ver-
daderamente convertida que viva una vida inútil y ociosa”.33 En otras palabras,
32
White, Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 50.
33
Elena de White, Palabras de vida del gran Maestro (Florida, Buenos Aires: Asociación
60 • PRIMERO EL REINO
35
Orlando Boyer, Heróis da Fé (Bangu, RJ: Casa Publicadora Assembleia de Deus, 2002), p. 129.
12 • MI MAYOR
HERENCIA
• 63 •
64 • PRIMERO EL REINO
36
Elena de White, The Review and Herald, 9 de diciembre de 1890.
37
Elena G. de White, La educación (Florida, Buenos Aires: Asociación Casa Editora Suda-
mericana, 2009), pp. 262, 263.
MI MayOR HERENcIa • 65
38
Elena de White, Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática (Florida, Buenos Aires:
Asociación Casa Editora Sudamericana, 2015), p. 133.
39
Aquí hay una lista de libros que me han ayudado a formular mi plan de estudio familiar:
66 • PRIMERO EL REINO
Elena de White, Conducción del niño (Florida, Buenos Aires: Asociación Casa Editora Suda-
mericana, 2014).
Donna J. Habenicht, Enséñales a amar (Florida, Buenos Aires: Asociación Casa Editora Suda-
mericana, 2016).
Kay Kuzma, Los primeros 7 años (Florida, Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudameri-
cana, 2009).
Meibel Mello Guedes, Educar a los hijos: Un acto de amor (Florida, Buenos Aires: Asociación
Casa Editora Sudamericana, 2009).
MI MayOR HERENcIa • 67
• 68 •
EL vERDaDERO fINaL fELIz • 69
y el siguiente versículo dice que Jesús salió del Templo (Mar. 13:1). El relato sim-
plemente dice que dio todo lo que tenía, todo su sustento, ¡y eso fue todo!
¿Sabes por qué la historia termina así? Porque así es como funciona la fide-
lidad a Dios. La fidelidad no es una moneda de cambio para las bendiciones de
Dios. No puedo pensar bíblicamente y aún defender la idea de que Dios está
en deuda con alguien que decide entregarse completamente a él y a su causa.
Sin embargo, puede que incluso estés en desacuerdo con los finales
opcionales que he propuesto para la historia de la viuda, pero imagino que
estarías de acuerdo en que, como seres humanos, tenemos una mentalidad
de intercambio en nuestra relación con Dios. Nuestra mente funciona así:
hago cosas buenas en la vida cristiana, obedezco al máximo lo que se espera
de mí y, por eso, merezco recibir bendiciones y cuidados divinos. Debido a
esta mentalidad, cuando sufrimos, lo primero que le preguntamos a Dios es:
“¿Por qué, Señor?”
Cuando nos enfrentamos a días difíciles, comenzamos a buscar fallas y
errores que justifiquen la dificultad que enfrentamos. Y cuando el tamaño de
la dificultad parece desproporcionado con los defectos que encontramos, deci-
mos o pensamos que Dios no es justo, que ha fallado y que no nos ama.
Esta mentalidad de intercambio se opone en gran medida a la Biblia. Por
ejemplo, los amigos de Job no podían entender cómo era posible que le suce-
dieran cosas tan terribles a alguien justo. Así que pasaron la mayor parte del
tiempo tratando de convencer a Job de su injusticia y de que se merecía las terri-
bles pruebas que lo golpearon. Pero, al final del libro de Job, Dios se manifiesta y
le habla a uno de ellos: “Estoy enojado contigo y con tus dos amigos, porque no
hablaron con exactitud acerca de mí, como lo hizo mi siervo Job” (Job 42:7).
Un día, Jesús estaba ante un ciego y los discípulos le hicieron una pre-
gunta que expresaba el pensamiento de aquellos días y en gran parte de nues-
tros días también. La historia está registrada en el Evangelio de Juan, capítulo
9: “Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento.
‘Rabí, ¿por qué nació ciego este hombre? –le preguntaron sus discípulos–. ¿Fue
por sus propios pecados o por los de sus padres?’ ” (Juan 9:1, 2).
Entre los judíos existía la creencia de que un hombre ciego de nacimiento
estaba destinado a ser pecador y que sufría de antemano el castigo debido por
su futura vida de pecado.40 Este pensamiento derivaba de la creencia de que
40
G. R. Beasley-Murray, Word Biblical Commentary-John (Dallas,: Word Books Publisher,
1999), t. 36, pp. 154, 155.
70 • PRIMERO EL REINO
tus pies no se ampollaron ni se hincharon [...]. Pues el Señor tu Dios te lleva a una
buena tierra, con arroyos y lagunas, con fuentes de agua y manantiales que bro-
tan a chorros de los valles y las colinas. [...] En el desierto, te alimentó con maná
[...]. Él es quien te da las fuerzas para obtener riquezas” (Deut. 8:2, 4, 7, 16, 18).
Todo cristiano debe hacer este ejercicio de memoria antes de practicar la
fidelidad a Dios. A menudo digo que cada creyente tiene una hermosa histo-
ria para contar lo que Dios es y hace en su vida.
Dios también presenta en dos versículos las consecuencias de olvidar las
bendiciones y los cuidados ya recibidos:
“Ten cuidado de no olvidar al Señor tu Dios [...]. Pues cuando te sientas
satisfecho y hayas prosperado y edificado casas hermosas donde vivir, cuando
haya aumentado mucho el número de tus rebaños y tu ganado, y se haya mul-
tiplicado tu plata y tu oro junto con todo lo demás, ¡ten mucho cuidado! No te
vuelvas orgulloso en esos días y entonces te olvides del Señor tu Dios, quien te
rescató de la esclavitud en la tierra de Egipto” (Deut. 8:11-14).
La infidelidad es el resultado del olvido, porque la infidelidad tiene poca
memoria. La gratitud y la fidelidad, por otro lado, son capaces de recordar
todo lo que ya han recibido y responder a estos recuerdos. Por eso, necesito
repetir y enfatizar esta verdad para que nunca la olvides: La fidelidad es una
mirada continua al pasado y recordar las bendiciones recibidas para respon-
der al nivel de lo que ya hemos recibido.
Hoy, quiero invitarte a que termines de leer este capítulo enumerando las
bendiciones y los cuidados recibidos que te inspiran y te llevan a responder
con obediencia y fidelidad.
Señor, siempre quiero recordar que:__________________________________________, y
también __________________________________, y además que _______________________________.
• 73 •
74 • PRIMERO EL REINO
abrir un orfanato y que tenía como regla no pedir a nadie recursos para man-
tener el orfanato, que dependía únicamente de las respuestas a sus oraciones.
Muller recordó que fue la historia de ese hombre lo que lo había influen-
ciado para tener la misma regla de vida y comenzar sus aventuras de com-
pleta dependencia de Dios. Durante el resto de la semana, no pensó en nada
más. ¿Era esa la voluntad de Dios para su vida: iniciar un orfanato?
Al final de la semana, decidió compartir el plan con su amigo Henry Craik.
El plan ya estaba delineado por completo: alquilaría una casa barata en el cen-
tro de Bristol, recibiría entre veinte y treinta niños necesitados de un hogar,
proporcionaría comida y ropa y los educaría como si fueran su propia familia.
Sin embargo, Henry se sintió aprensivo y decidió ser franco con su amigo
y explicarle por qué no podía abrir un orfanato.
–No tienes dinero, Muller –dijo.
Muller respondió:
–Francke tampoco tenía dinero. Construyó sus orfanatos mediante la oración.
–Pero él vivió hace cien años, eran otros tiempos respondió Henry con un
poco de impaciencia.
Caminando de un lado a otro, George golpeó el suelo de la casa con el
pie y dijo:
–¿Qué quieres decir? ¿Que Dios perdió su poder? Si Dios respondió a la ora-
ción de Francke en 1727, podrá contestar la mía en 1835. Y te diré más, Henry
Craik, vivo predicando y diciéndole a la gente que confíe en Dios. Que oren y
él responderá a sus oraciones. Creo en lo que predico. Sé que es posible elevar
las manos y tocar a Dios cuando oras. Lo he comprobado en mi propia expe-
riencia. La oración ha transformado mi vida y quiero ayudar a otras personas
a vivir lo mismo.
–Entonces, ¿vas a abrir un orfanato para mostrarle al mundo entero que
Dios responde a las oraciones? ¿Es por eso que quieres abrir un orfanato? –res-
pondió Henry.
–No. Voy a abrir un orfanato para cuidar a los niños. Pero también por eso.
Quiero que el mundo sepa que Dios puede, por medio de un hombre verdade-
ramente pobre, hacer grandes cosas. Reuniré a veinte niños en un orfanato y
no le pediré nada a nadie. Le pediré solo a Dios los recursos para mantener el
orfanato. ¡Así que, de alguna manera, le demostraré a la gente que Dios es fiel
incluso hoy!42
42
Faith Bailey, George Muller – O Triunfo da Fé no Sobrenatural (SP: Editora Vida, 2006), p. 83.
EL vERDaDERO PROPósItO DE La fIDELIDaD • 75
44
J. F. Walvoord y R. B. Zuck, orgs. Comentario expositivo: Nuevo Testamento, tomo 1: San
Mateo, San Marcos, San Lucas (Puebla, México: Ediciones Las Américas, 1995), p. 215.
45
Elena de White, Testimonios para la iglesia (Miami, FL: Asociación Publicadora Interame-
ricana, 2004), t. 1, p. 216.
EL vERDaDERO PROPósItO DE La fIDELIDaD • 77
“Hay dos formas de ser rico: aumentar sus ingresos al nivel de los
deseos o reducir sus deseos al nivel de los ingresos”.
Alphonse Karr
• 78 •
aPRENDí a vIvIR • 79
diferenciar los deseos de las necesidades. Así que estoy de acuerdo con el
escritor Thomas Fuller, quien dijo: “Si tus deseos no tienen fin, tampoco lo ten-
drán tus preocupaciones y temores”.
El apóstol Pablo escribió un texto extraordinario sobre el contentamiento.
Pablo era alguien que tenía la autoridad para hablar sobre el tema. Enfrentó
varias dificultades a lo largo de su vida, y la actitud de alegría lo ayudó a
enfrentar y superar estos momentos. El texto está en Filipenses 4:11 al 13:
Este es uno de los textos más conocidos y amados del Nuevo Testamento.
Me gusta particularmente no por lo que se dice, sino por lo que no se dice.
Verás, el apóstol Pablo no dice: “Me gusta vivir en este desafío de tener todo
en un momento y no tener nada en otro”. Tampoco dice: “No me importa si
duermo en un colchón o en el suelo”. Tampoco dice: “No me importa si hoy sé
lo que voy a comer, y mañana no”.
Si Pablo hubiera escrito: “Me gusta vivir en esta inseguridad de tenerlo
todo y de repente no tener nada”, lo admiraría, pero no representaría mucho
para mí más que alguien admirable.
Sin embargo, cuando en lugar de decir “me gusta”, dice “aprendí” a vivir en
ambas situaciones, lo que realmente está tratando de decirme es: “Soy como
tú. Tampoco me gusta esa incertidumbre, esa inseguridad. No me gusta sen-
tir la necesidad o estar en apuros, pero aprendí a vivir en ambas situaciones.
Aprendí a vivir en abundancia o en escasez”.
Tomo estos versículos como un consejo. Escucho a Pablo decirme: “No te
tiene que gustar, pero tienes que aprender urgentemente a vivir en ambas
situaciones”. Es por esta falta de aprendizaje que tantos matrimonios, tan-
tas familias y tantas vidas cristianas se están desmoronando. No nos gusta
ni queremos aprender a vivir con la adversidad. Si somos honestos, tendre-
mos que admitir que muchos de nosotros llegamos a la vida cristiana porque
no queríamos estar necesitados, no queríamos pasar por momentos de abati-
miento, no queríamos enfrentar el dolor, etc.
80 • PRIMERO EL REINO
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (vers. 13, NBLA). Imagino que
conoces a personas que pueden decir: “Con lo que tengo, puedo comprar cual-
quier cosa, ganar a cualquiera, hacer lo que quiero”. Pero la invitación bíblica
es para que digas: “Porque estoy en Cristo, puedo hacer todas las cosas”. La
solución para aprender a estar contento es saber que, en Cristo, ya tengo todo
lo que realmente importa. Déjate guiar por Dios por el camino del contenta-
miento y la paz.
Hoy, quiero desafiarte a hacer un presupuesto familiar. No es complejo
ni te tomará mucho tiempo, pero te aseguro que el resultado será efectivo
para lograr una vida de contentamiento. Hay varios recursos disponibles en
Internet para hacer un presupuesto familiar, pero me gustaría sugerir uno
que está disponible a continuación. Es simple, práctico y espero que sea una
bendición para ti.
• 83 •
84 • PRIMERO EL REINO
Llevé flautas, revistas y juguetes para los niños. Todo era muy sencillo,
pero la alegría que vi en los niños cuando recibieron algo es indescriptible. Lo
recibían, me abrazaron y se iban saltando y gritando. Un día, estaba distribu-
yendo suministros a ochenta familias que habían sido previamente registra-
das, pero en el momento de la distribución aparecieron decenas de personas
más. La comida ya estaba separada con el nombre de cada familia y tuve la
dura tarea de decir que solo entregaríamos los víveres a los que estaban regis-
trados. En ese momento, aprendí una gran lección. Las familias que recibie-
ron la comida comenzaron a compartirla con quienes no la habían recibido.
También pude distribuir cientos de Biblias. Debido al precio, la Biblia
en Mozambique es un artículo de lujo para la mayoría de las personas. Fue
por medio de la distribución de Biblias que aprendí la mayor lección del
viaje. Cuando entregaba comestibles, la gente me abrazaba y me agradecía,
pero cuando entregaba Biblias, mucha gente lloraba. No lo podía entender.
Entonces, le pregunté a un amigo mozambiqueño que me acompañaba:
–No entiendo por qué la gente agradece la comida y llora por la Biblia.
Pensé que sería al revés. Tienen hambre, así que pensé que recibir la comida
los haría llorar.
Y él respondió:
–Pastor, apreciamos la comida, pero pronto se acabará. Sin embargo, la
Biblia nos presenta un lugar donde acabará el hambre. Entonces, recibir una
Biblia nos emociona.
Sencillamente, no encontré la desesperación que me imaginaba. A pesar
de haber visto mucho dolor y hambre, también vi muchas sonrisas, abrazos y
ganas de compartir y apreciar lo poco que se tiene o se recibe. Si pudiera resu-
mir lo que aprendí en Mozambique en una frase, sería: la felicidad basada en
las cosas es pasajera, pero la felicidad basada en Dios es eterna.
Nunca podrían expresar la felicidad que vi si no hubieran aprendido
a apartar la vista de las cosas que poseían o no tenían y a regocijarse en lo
eterno. Esta es una más de las enseñanzas que nos ofrece la vida de la viuda.
Cuando estamos satisfechos con lo que tenemos y lo que no tenemos, pode-
mos ser fieles a Dios y honestos con los seres humanos.
Vivir feliz con lo que tengo o no tengo es el fundamento del último man-
damiento de la Ley de Dios: “No codicies la casa de tu prójimo. No codicies la
esposa de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su burro, ni nin-
guna otra cosa que le pertenezca” (Éxo. 20:17).
La fELIcIDaD quE NuNca LLEga • 85
Epicuro fue un filósofo de la antigua Grecia, que vivió entre el 341 y el 271
a.C. Aún sin el pleno conocimiento de la verdad, escribió algunas palabras que
podemos considerar verdaderas: “Aquel para quien no es suficiente lo poco,
nada le es suficiente. Dénme un pan de cebada y un vaso de agua, y estoy pre-
parado para rivalizar con Zeus en su felicidad”. Y cuando alguien le preguntó
sobre el secreto de la felicidad y el contentamiento, su respuesta fue: “No aña-
das a las posesiones del hombre, sino disminuye sus deseos”.
La forma más segura de acabar con la codicia es con dosis constantes de gene-
rosidad y fidelidad. Esta es la forma segura de liberarse de este mal destructivo
49
Willian Barclay, Comentario al Nuevo Testamento (Barcelona, España: CLIE, 1991), t. 12, p. 148.
La fELIcIDaD quE NuNca LLEga • 87
para el alma. “Pablo nos dijo que fuéramos generosos no porque quisiera nues-
tro dinero, sino porque no quería que nuestro dinero nos poseyera”.50
Elena de White, al comentar sobre el poder destructivo del egoísmo,
declara: “Cristo no permitirá que ninguna persona egoísta entre en los recin-
tos del cielo. Ningún codicioso puede cruzar las puertas de perla, porque toda
codicia es idolatría”.51
“El borracho es detestado y se le dice que su pecado lo excluirá del cielo,
mientras que muchísimas veces el orgullo, el egoísmo y la codicia pasan sin
condenarse. Pero estos pecados son especialmente ofensivos para Dios; por-
que son contrarios a la benevolencia de su carácter, a ese amor desinteresado
que es la atmósfera misma del universo que no ha caído”.52
Estas son palabras duras, pero verdaderas y necesarias. No pienses en
alguien que debería leer este capítulo, solo piensa en ti mismo. Mientras
escribo estas palabras, le pido a Dios que estas verdades me alcancen de
manera transformadora. Todo está a mi favor para que se produzca este cam-
bio, tengo ejemplos maravillosos como el de mis amigos de Mozambique,
tengo la inspiración de la Palabra de Dios para exhortarme y sobre todo tengo
la sangre de Cristo, que es capaz de ofrecerme perdón y transformación.
Los próximos capítulos de este libro nos llevarán a tomar grandes decisio-
nes en nuestra vida de fidelidad, pero antes de tomarlas debemos detenernos y
pedirle a Dios que nos limpie de la terrible mancha de la codicia y que nos per-
done por completo. Para que eso suceda, debemos seguir los siguientes pasos:
1. Reconocer la codicia en nuestro corazón.
2. Confesársela a Dios.
3. Pedir perdón.
4. Iniciar una práctica de fidelidad y generosidad.
Estos cuatro pasos son nuestra actividad para hoy. Habla con Dios ahora
mismo y permítele comenzar este proceso de transformación.
50
Andy Stanley, Como ser rico (São Paulo, SP: Editora Vida, 2015), p. 79.
51
White, Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 30.
52
White, El camino a Cristo, pp. 26, 27.
17 • LAS EXTRAÑAS
MATEMÁTICAS DEL CIELO:
PARTE 1
• 88 •
Las ExtRañas MatEMátIcas DEL cIELO: PaRtE 1 • 89
–Esto es muy intrigante, porque en ese mismo barco está mi única hija,
de 22 años. Decidió dedicar el resto de su vida a ser misionera en China. En
el mismo barco que está tu máquina, también está mi hija. Tanto tu máquina
como mi hija serán instrumentos de salvación para muchos.
El empresario, visiblemente desconcertado, respondió:
–Amigo, ahora siento que no he donado nada. En comparación con tu
ofrenda, la mía pierde completamente su valor. Me sentí orgulloso de donar
parte de mi fortuna a la causa de Dios. Tú estás dando a tu única hija.
Desconozco si esta es una historia verídica o no, pero reconozco la reali-
dad de su aplicación. En comparación con la ofrenda de la hija, la ofrenda de
la máquina perdió por completo su valor. La entrega de la viuda representó
un gran sacrificio en nuestra perspectiva, pero imagina que la viuda enten-
dió claramente lo que significaba la muerte de los animales que eran sacrifica-
dos en el Templo. Imagínala mirando la entrega de las dos monedas, desde la
perspectiva de la ofrenda que sería ofrecida por ella cuando llegara el Mesías
que ella había estado esperando. Este es uno de los puntos más importantes
que debemos comprender cuando pretendemos entregarnos por completo a
Dios. La Cruz del Calvario es el estandarte de la entrega. Mientras no enten-
damos el tamaño del sacrificio que se nos ha ofrecido, nunca entenderemos lo
que significa una entrega completa y grandiosa.
No hay lógica humana que nos haga responder a las siguientes pregun-
tas: ¿cómo se puede entregar todo lo que se tiene por la causa de Dios como
lo hizo la viuda? ¿Cómo alguien es capaz de llevar a su hijo al monte Moria
para ofrecerlo en sacrificio? ¿Cómo se puede entrar en una fosa llena de leo-
nes hambrientos para permanecer fiel a Dios? ¿Cómo puede alguien rechazar
una promoción salarial que requiere trabajar los sábados? La lógica humana
no funciona en estos casos. Sin embargo, cuando miramos el tamaño de la
ofrenda que se nos ha dado, todas nuestras ofrendas y sacrificios pierden por
completo su valor y su dimensión, sin importar la abnegación que impliquen.
Para medir el valor de la ofrenda de la viuda, Jesús hizo el siguiente
comentario: “En verdad les digo, que esta viuda pobre echó más que todos los
contribuyentes al tesoro; porque todos ellos echaron de lo que les sobra, pero
ella, de su pobreza, echó todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir” (Mar.
12:43, 44). Jesús no afirmó que ella había entregado más que algunos de ellos,
afirmó que había entregado más que todos ellos. En las matemáticas conven-
cionales, esto nunca podría ser cierto. En comparación con las ofrendas de
90 • PRIMERO EL REINO
los ricos, la ofrenda de la viuda perdía en al menos tres criterios: (a) la canti-
dad entregada era menor; (b) el valor monetario era menor; (c) el poder adqui-
sitivo era menor.
El gran problema es que estos no son los criterios de Dios para valorar una
ofrenda. Suelo decir que, cuando se trata de la entrega, Dios usa el criterio de
“las extrañas matemáticas del Cielo”. Está presente en toda la Biblia. Las mate-
máticas del Cielo rompen la lógica humana de valorar el poder y la cantidad.
No es que no tenga lógica. Hay una lógica en las matemáticas del Cielo, pero
solo se ve desde la perspectiva de la gracia y la misericordia divinas.
Por ejemplo, un día se le dijo al profeta Samuel que buscara un nuevo rey
entre los hijos de un hombre llamado Isaí. Cuando los hijos se presentaron, la
lógica humana se apoderó de la mente del profeta y vio en Eliab, el hijo mayor,
al nuevo rey. ¡Era lógico! Era alto y apuesto, todo lo que un rey necesita poseer
desde una perspectiva humana. Pero Dios, usando las matemáticas del Cielo,
reprendió al profeta: “No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque
yo lo he rechazado. El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La
gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón” (1 Sam. 16:7).
Esas son las matemáticas de la gracia.
Cuando se trata de entregar una ofrenda, los criterios de las matemáticas
divinas son los siguientes: (a) el sacrificio que implica la entrega realizada; (b) el
porcentaje que representa del total; (c) el sentimiento con el que se da.
Estudiaremos cada uno de estos puntos en los próximos capítulos, pero ya
podemos entender un poco el estándar de Dios para una ofrenda. El patrón
es la ofrenda que nos fue dada en la cruz y el sacrificio que la rodea. Todo lo
que hacemos por la causa de Dios debe hacerse bajo la siguiente motivación:
“Nosotros amamos porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19, NBLA). La gran
verdad es que no hacemos nada por Dios, solo respondemos con amor a lo que
ya se ha hecho por nosotros.
En el caso de la viuda, Cristo dijo que esas dos monedas pequeñas eran más
grandes que todas las ofrendas de los ricos, porque ellos habían ofrendado de
lo que les sobraba (no suponía ningún sacrificio para ellos), mientras que la
viuda daba todo lo que tenía con gran sacrificio personal.
La entrega, para ser real, debe implicar sacrificio. Lo importante no es la
suma, sino el costo para el donante. No es el tamaño, sino el valor del sacrifi-
cio. En vista de eso, tenemos que detenernos y pensar: “¿Alguna vez hice un
sacrificio real por la causa de Dios en algún momento de mi vida?” Tenemos
Las ExtRañas MatEMátIcas DEL cIELO: PaRtE 1 • 91
que admitir que no estamos dispuestos a renunciar a ningún placer para dar
un poco más a la obra del Señor.
Sobre este tema, Elena de White escribió: “Hablo del sistema del diezmo;
¡y sin embargo cuán escaso lo considero! ¡Cuán pequeña estimación! ¡Cuán
vano es el esfuerzo de medir con reglas matemáticas el tiempo, el dinero y el
amor comparándolos con un amor y sacrificio que son inconmensurables e
incomputables! ¡Los diezmos para Cristo! ¡Oh, cuán escasa porción, vergonzosa
recompensa por lo que ha costado tanto!”53
¿Entiendes cómo funcionan las matemáticas del Cielo?
Llegados a este punto, deberíamos preguntarnos: ¿cómo aprendo a sumar,
multiplicar, restar y dividir según criterios divinos? Otra cita del libro El
Deseado de todas las gentes puede ayudarnos:
Debo confesar una limitación de este libro. Puedo enseñarte sobre el uso
de los dones espirituales, sobre la devolución de los diezmos y las ofrendas, o
sobre la fidelidad en la observancia del sábado. Sin embargo, solo la comunión
diaria con Dios y la comprensión del sacrificio hecho en la cruz pueden lle-
varte a ofrecer lo mejor por la causa de Dios mediante el uso de tus dones, a
ser fiel en los diezmos y las ofrendas de una manera generosa y feliz, o afron-
tar con valentía los desafíos de la fidelidad en la observancia del sábado. Solo
cuando comprendamos el mayor sacrificio estaremos listos para hacer verda-
deros sacrificios por la causa de Dios.
Un día, el misionero escocés Alexandre Duff regresó a su tierra natal para
morir allí, después de muchos años de arduo trabajo y luchas en la India. En
una reunión en su iglesia, predicó y exhortó a sus compatriotas a que pasaran
53
White, Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 79.
54
White, El Deseado de todas las gentes, p. 63.
92 • PRIMERO EL REINO
• 93 •
94 • PRIMERO EL REINO
“El Señor Dios del cielo reunió todas las riquezas del universo y
las abandonó con el fin de comprar la perla de la humanidad perdida.
El Padre colocó todos sus recursos divinos en las manos de Cristo
para que las bendiciones más ricas del cielo pudieran ser derrama-
das sobre una raza caída. Dios no podría haber expresado un mayor
amor que el que demostró al dar al mundo el Hijo de su corazón. Este
Don le fue dado al hombre para convencerlo de que Dios no dejó de
hacer nada de lo que podría haber hecho, ni se reservó cosa alguna,
sino que derramó todo el cielo en un regalo infinito”.59
Tres veces, en esta cita, aparece la palabra “todo/as”. Dios dio el 100 % por
su ofrenda de salvación. Este es el estándar para establecer que los diezmos y
las ofrendas también deben entregarse eligiendo un porcentaje.
El punto es que, para el diezmo, Dios eligió un porcentaje. “La palabra
diezmar significa literalmente el 10 % de los ingresos de alguien tanto en el
Antiguo como en el Nuevo Testamento. Según Russel Champlim, la palabra
diezmo significa la décima parte de algo”.60
56
White, Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 16.
57
White, El camino a Cristo, p. 18.
58
Elena de White, Carta 10, 1897.
59
Elena de White, Exaltad a Jesús (Florida, Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudame-
ricana, 1988), p. 226.
60
Demóstenes Neves da Silva, Teologia das Ofertas & Perguntas sobre Dízimo (Salvador, BA:
Araújo Gráfica e Editora, 2013), p. 101.
Las ExtRañas MatEMátIcas DEL cIELO: PaRtE 2 • 95
En relación con las ofrendas, Dios dio libertad al adorador para elegir el
porcentaje a devolver. “Cada hombre deberá dar lo que le sea posible, en pro-
porción a la bendición que el SEÑOR tu Dios te haya dado” (Deut. 16:17, PDT,
cursiva añadida). ¿Notaste la palabra “proporción”?
a los niños los valores del Reino de Dios y los principios de fidelidad. Ese mes,
la familia estaba devolviendo los diezmos y las ofrendas del salario, el decimo-
tercer salario (aguinaldo) y una ayuda económica que habían recibido de un
pariente cercano. Ese padre había decidido devolver un monto de ofrenda del
15 %. Cuando terminaron los cálculos y los niños vieron el valor total, se die-
ron cuenta de que era una pequeña fortuna desde su perspectiva. Se sorpren-
dieron y dijeron:
–Papá, es mucho dinero. ¿Estás seguro de que vas a entregar todos esos
diezmos y ofrendas?
El padre, notando una gran oportunidad para enseñar los principios de la
fidelidad, respondió:
–Hijos, no saben lo triste que estoy por entregar justamente esa cantidad.
Quería entregar una cantidad diez veces mayor de diezmos y ofrendas, ya
que una cantidad diez veces mayor sería la proporción de un valor recibido
de Dios diez veces mayor. Cuando damos mucho, significa que Dios nos ha
dado mucho.
¿Entiendes? El retorno proporcional representa el reconocimiento de la
proporcionalidad de las bendiciones recibidas. Para devolver un porcentaje de
diezmos y ofrendas, inevitablemente tengo que calcular las bendiciones reci-
bidas de Dios. Y mirar las bendiciones recibidas debería llevarnos a expresar
nuestra fidelidad a Dios.
Hoy quiero invitarte a orar y establecer tu porcentaje de ofrendas. Si ya
devuelves las ofrendas en base a un porcentaje, puedes, en este momento,
orar y mantener el porcentaje elegido o volver a establecer el porcentaje.
Señor, decido en oración que mi porcentaje actual de ofrendas será del:
__________%.
• 98 •
IMPuLsaDOs POR PRINcIPIOs: PaRtE 1 • 99
2) Otro principio descubierto por los pioneros está en Números 18:20: “El
Señor le dijo a Aarón: ‘Ustedes, los sacerdotes, no recibirán ninguna asigna-
ción de tierra ni porción de terreno entre el pueblo de Israel. Yo soy tu porción
y tu asignación’ ”. Aquí hay algo hermoso para que entendamos. No había nin-
gún problema con que alguien fuera muy rico entre el pueblo de Israel, pero
la forma de hacerse rico era recibir un pedazo de tierra para criar animales,
plantar, cosechar y adquirir riquezas. Once tribus tenían su herencia, su tie-
rra. Sin embargo, una tribu no recibió tierras en Canaán. ¿Sabes qué tribu? La
tribu de los levitas. No tenían forma de plantar grandes extensiones de tie-
rra, ni podían criar grandes cantidades de ganado. Dios había dicho: ¡Soy tu
riqueza! Al recibir de los diezmos, nunca podrían llegar a ser los más ricos de
Israel; tampoco serían los más pobres, pero vivían dentro del promedio, con el
10 % (diezmos) de la riqueza y de la pobreza de Israel.
La iglesia vio en este principio que los pastores deben ganar el diezmo,
pero no hasta el punto de hacerse ricos. Hablando con claridad, bíblicamente,
esta idea de pastores multimillonarios, que aparecen en las listas de los hom-
bres más ricos, que compran jets y ranchos ganaderos, es un claro rechazo a
un principio bíblico. Si un adventista quiere convertirse en millonario, no hay
problema, siempre y cuando no reciba su salario de la Iglesia Adventista.
3) Si estudias los detalles del trabajo de los levitas en la Biblia, encontra-
rás que la tribu levita estaba dividida en familias y que cada una tenía una
actividad específica. Una familia se dedicaba a llevar a cabo la adoración en el
Templo, otra se encargaba de vigilar el tabernáculo, a otra se le encomendaba
la tarea de armar y desmantelar el campamento. La familia más conocida era
la de Aarón, encargada de dirigir todo el ritual del sacrificio. El principio aquí
es este: no todos los levitas hacían las mismas cosas, pero todos ganaban el
mismo salario. Esto se describe en 2 Crónicas 31:15: “Bajo su mando estaban
Edén, Miniamín, Jesúa, Semaías, Amarías y Secanías en las ciudades de los
sacerdotes, para distribuir fielmente las porciones, por clases, a sus hermanos,
fueran grandes o pequeños” (NBLA). El término “fueran grandes o pequeños”
revela que todos los sacerdotes, ya fuera el sumo sacerdote o el levita que cui-
daba del tabernáculo, ganaban el mismo salario.
Este principio también ha sido adoptado por nuestra iglesia. Todos los
pastores adventistas reciben su sueldo sobre la misma base salarial. La igle-
sia adopta un factor porcentual para pagar a todos los pastores, independien-
temente de dónde trabajen o qué función desempeñen. Ya sea en el distrito,
IMPuLsaDOs POR PRINcIPIOs: PaRtE 1 • 101
las alturas. Probablemente, pensarías: “¡Ya no quiero ser un levita aquí en Judá,
quiero mudarme a la región de Neftalí para poder mantener a mi familia!”
Aquí está la belleza de la sabiduría divina. El hombre no puede pensar
en eso. Dios, en su infinita sabiduría, puede pensar en todo. Todo el diezmo
de Israel se recogía en un solo lugar, en Jerusalén, y luego estaban los levi-
tas que tenían la función de regresar y pagar a los levitas en las 48 ciudades
(2 Crón. 31:11-15). Esta era la manera en que Dios evitaba que un levita envi-
diara al levita que trabajaba en otras ciudades, y evitaba que un levita fuera
rico mientras otro estaba necesitado.
Así es exactamente como la Iglesia Adventista paga a sus pastores. Cuando
devuelves el diezmo, el tesorero de tu iglesia no le paga al pastor, sino que lo
envía a la Asociación/Misión que recolecta los diezmos de todas las iglesias y
paga a los pastores con el mismo salario. Ningún pastor adventista debe preo-
cuparse por ser pastor en una iglesia con más recursos económicos, ya que el
pastor del distrito económicamente más humilde recibe sobre la misma base
salarial que el pastor del distrito económicamente más fuerte.
Este principio es hermoso en su simplicidad y extraordinario en su pro-
fundidad. Solo estaremos seguros mientras sigamos las pautas claras revela-
das por Dios en su Palabra.
En este punto, quiero invitarte a escribir una oración de gratitud a Dios
por su clara revelación de los principios que guían nuestra vida como iglesia
y como individuos.
Señor, muchas gracias por
• 103 •
104 • PRIMERO EL REINO
Sin embargo, hubo un tiempo en que este sistema de Dios se rompió. Fue
en la época del reinado de Jeroboam. La historia está registrada en 1 Reyes
12:26 al 28. ¿Recuerdas que el rey Roboam y el rey Jeroboam dividieron el
reino de Israel?
Roboam era nieto de David, pero se peleó con algunas tribus del norte que
decidieron que la familia de David ya no debería gobernarlas. El nuevo rey se
quedó solo con las tribus de Judá y Benjamín, al Sur. Las diez tribus del Norte
eligieron a Jeroboam como su rey. Sin embargo, Jerusalén, donde todo el pue-
blo de Dios debía recibir los diezmos, estaba en la región del reino del Sur. La
gente del Norte debía cruzar la frontera y devolver los diezmos y las ofrendas
al tesoro en Jerusalén, como lo habían hecho hasta ese momento.
El rey Jeroboam luego instituyó su primer decreto real, que se describe en
1 Reyes 12:26 al 29:
El rey Jeroboam pensó así: “Si el pueblo continúa yendo a Jerusalén para
devolver el diezmo y las ofrendas, el pueblo volverá a ser uno”. Por lo tanto,
hizo un altar en una ciudad llamada Dan y otro en Betel, donde se instrui-
ría al pueblo para que descentralizara los recursos de la causa de Dios. El pri-
mer decreto del rey no fue impedir que la gente guardara el sábado ni adorara
a otros dioses. El primer decreto fue que la gente dejara de llevar diezmos a
Jerusalén, porque sabía que, si la gente direccionaba sus finanzas hacia un
solo lugar, las tribus tendrían la oportunidad de reunirse nuevamente.
La verdad es que cuando Satanás quiere separar al pueblo de Dios, lo pri-
mero que hace es descentralizar sus finanzas. Cuando las finanzas están des-
centralizadas y cada uno maneja los recursos de Dios como quiere, la unidad
106 • PRIMERO EL REINO
67
Elena de White, Mensajes selectos (Florida, Buenos Aires: Asociación Casa Editora Suda-
mericana, 2015), t. 2, p. 196.
21 • ¡ALGUIEN ESTÁ
MIRANDO!
• 108 •
¡aLguIEN Está MIRaNDO! • 109
72
White, El Deseado de todas las gentes, pp. 565, 566.
73
A. E. Sanner, Comentario Bíblico Beacon: Mateo hasta Lucas (Lenexa, KS: Casa Nazarena
de Publicaciones, 2010), t. 6, p. 384.
74
White, El Deseado de todas las gentes, p. 567.
¡aLguIEN Está MIRaNDO! • 111
4. Para que la franqueza sea una virtud cristiana, debe presentarse con el
“debido espíritu”. No sería un error añadir: “Con el debido espíritu cristiano”.
Ora antes de presentar la queja, pídale a Dios que ponga amor en tus palabras
y te dé sabiduría al presentar tus cuestionamientos. Ponte en la posición de
alguien que quiere ayudar y no destruir.
5. Presentar las observaciones a personas competentes. Podría agregar:
“No ventilarlas en las redes sociales”. No sigas el espíritu revolucionario de la
época que enseña que la exposición es la única forma de resolverlo. Los que
están liderando la causa de Dios han dado lo mejor de su vida por la causa de
la Cruz, pero a su vez no son más que seres humanos imperfectos y sujetos a
errores voluntarios o involuntarios. Lo más importante es admitir estar equi-
vocado cuando las explicaciones presentadas lo demuestren.
La cita concluye diciendo: “Pero no se retiren de la obra de Dios, ni se
demuestren infieles, porque otros no estén haciendo lo recto”. No te apartes
de la obra de Dios. Él tiene una obra en este mundo y te invita a unirte a ella
por completo. El Señor está más interesado en poner su causa en orden que
tú; por lo tanto, no respondas infielmente a los errores cometidos por algunos.
Necesito terminar este capítulo alabando a Dios porque, a lo largo de los
años, me doy cuenta de que, en la inmensa mayoría de las veces, he visto que
la causa de Dios se conduce con sabiduría y responsabilidad. Dios ha guiado a
su iglesia y quiero permanecer unido y comprometido con ella hasta el final.
Quizás hayas perdido la confianza en la forma en que se ha llevado a cabo
la obra de Dios, por eso quiero invitarte a orar en este momento y pedirle a
Dios sabiduría para actuar de acuerdo con la guía profética y especialmente
para permanecer comprometido con la causa de la verdad con fidelidad.
• 113 •
114 • PRIMERO EL REINO
Dios nos invita a hacer una entrega completa de todo lo que tenemos y
somos, como la viuda presentada en el evangelio y Haim. Mi más sincera ora-
ción es que todo aquel que entre en contacto con este libro pueda decir en este
momento: “Soy completamente tuyo, Señor. Todo lo que tengo y soy te perte-
nece y siempre estará a tu completa disposición. Si en algún momento tengo
que decidir entre la fidelidad y mi seguridad, recuérdame por favor que no
hay seguridad en el camino de la infidelidad”.
Cambodian Church (Crowborough, England: Monarch Publications, 1997), pp. 233, 234.