La Reconfiguracion Teorica de La Potesta
La Reconfiguracion Teorica de La Potesta
La Reconfiguracion Teorica de La Potesta
La reconfiguración teórica de
la potestad sancionadora de
la Administración Pública: Del
tradicional ius puniendi único
estatal a la función responsiva*
The theoretical reconfiguration of the sanctioning power
of the Public Administration: From the traditional state
ius puniendi to the responsive function
Christian Rojas Calderón**, Juan Carlos Ferrada Bórquez***, Pablo Méndez Ortiz****
RESUMEN / ABSTRACT
La cultura jurídica chilena ha construido Chilean legal culture has read adminis-
la potestad sancionadora administrativa trative sanctioning powers on the no-
sobre la noción del ius puniendi estatal tion of a single state ius puniendi. This
único. Este trabajo cuestiona esta idea, paper challenges this idea, proposing
planteando una perspectiva responsiva a responsive perspective that explains
que permite explicar los nuevos meca- the new mechanisms incorporated
nismos incorporados en esta área, tales in this area, such as self-reporting,
como autodenuncias, programas de cum- compliance programs, or correction of
plimientos o subsanación de infracciones. infractions.
Introducción
La doctrina nacional mayoritaria, siguiendo en ello muy de cerca la doctrina
española tradicional, ha construido la reflexión sobre la potestad sancionado-
ra de la Administración Pública a partir de la tesis del ius puniendi único del
Estado. Esto implica que la potestad otorgada a los órganos de la Adminis-
tración del Estado deriva de una potestad punitiva general, que se expresa
en una faz penal y en otra administrativa. Ello permite formular y delinear
ambas, a partir de ciertos principios y garantías construidas originalmente
desde la dogmática penal, y operando ellas en forma matizada en el ámbito
del Derecho Administrativo.
Desde luego, tal construcción tiene como finalidad evidente configurar
garantías similares para los imputados de una infracción penal y de una con-
travención administrativa, estableciéndose para la sanción administrativa, así
como la penal, una finalidad de ultima ratio que limita o condiciona el ejercicio
de la potestad sancionadora por los órganos de la Administración del Estado.
Sin embargo, tal formulación adolece de algunas deficiencias desde
una perspectiva teórica y dogmática. Por un lado, establece una conjunción
de fines u objetivos de ambas potestades que no se corresponden ni teórica
ni prácticamente. Por otro, supone la configuración dogmática de ambas
potestades con principios y reglas jurídicas similares, lo que se aleja comple-
tamente de la realidad normativa nacional. Ello exige, a nuestro juicio, una
reformulación completa de la potestad sancionadora, que dé cuenta ver-
daderamente de los fines, principios y reglas de esta potestad y como ello
ya se recoge en el ordenamiento jurídico chileno en ciertos ordenamientos
sectoriales de referencia.
En este contexto, este trabajo tiene como objetivo principal exponer y
analizar críticamente el fundamento y contenido de la potestad sancionadora
de la Administración Pública en nuestro Derecho, incorporando una perspec-
tiva responsiva que explique de mejor forma las nuevas regulaciones en esta
materia en nuestro derecho, y superando la tesis tradicional del ius puniendi
único del Estado. Así, bajo esta nueva concepción teórica, se analiza la con-
figuración de esta potestad, mostrando algunas regulaciones específicas que
ya dan cuenta de esta nueva perspectiva en nuestro Derecho.
Para estos efectos, en el punto primero analizamos el contenido de la
potestad sancionadora, su atribución a algunos órganos administrativos en el
Derecho chileno y como ella se enmarca en la actividad administrativa. En el
segundo hacemos una revisión de la tesis del ius puniendi estatal único como
fundamento de la potestad sancionadora. En el tercero exponemos breve-
mente la concepción responsiva del Derecho Administrativo y cómo ello
incide en la configuración de la potestad sancionadora de la Administración
Pública. En el cuarto se analizan algunas expresiones normativas concretas de
esta nueva concepción en el Derecho Administrativo chileno. Por último, se
formulan algunas conclusiones.
1
Parejo alFonso 2003, 641.
2
de la Cuétara Martínez 1983, 236.
3
reBollo Puig 2009, 14.
4
santaMaría Pastor 2004, 249.
5
En efecto, la ley no es solo la expresión de la voluntad soberana, sino también la técnica jurídi-
ca adecuada para regular la libertad. de la Cuétara Martínez 1983, 219.
6
Parejo alFonso 2003, 642.
7
CaMaCho CePeda 2010, 106-107.
objetos, productos entre otros)8, siendo ejemplos típicos de ello una variada
actividad administrativa en ámbitos tan disímiles como el tributario, educa-
cional, laboral, sanitario, fito y zoosanitario, consumo, turismo, banca y ser-
vicios financieros, entre otros. Todas ellas pueden ser agrupadas, de acuerdo
a sus finalidades, en una inspección recaudatoria, informativa, instructiva y
preventiva o protectora9.
La actividad inspectiva, en todo caso, debe estar desligada de la potes-
tad que ostenta la Administración Pública para aplicar sanciones, teniendo
esta reglas y principios propios, distinción que se funda en el diferente conte-
nido y fines que cada una de ellas posee10. Así, el objeto predominante de la
fiscalización será verificar la adecuación del ejercicio de derechos y obligacio-
nes al ordenamiento y no la sanción o represión por su incumplimiento.
Tercero, como consecuencia final, y únicamente en caso de incumpli-
miento del orden legalmente exigible, aparece la ‘actividad sancionatoria’, la
que al mismo tiempo es técnica y actividad. Esta actividad constituye en rea-
lidad una expresión de las potestades generales de aplicación y actualización
del derecho vigente, por lo que se configura finalmente como una expresión
residual y última de la propia actividad de ordenación11, como lo ha reconoci-
do nuestra doctrina desde larga data12.
8
BerMejo Vera 1998, 40-41.
9
CaMaCho CePeda 2010, 132-135.
10
garCía ureta 2006, 35-40.
11
Ferrada Bórquez 2014, 241.
12
Santiago Prado Bustamante, ya en 1859 escribía que: “La independencia de la Administración
estaría comprometida si no tuviera ninguna potestad coercitiva o careciera absolutamente de
facultades para exigir la fiel observancia de sus actos, aplicando penas pecuniarias dentro de
los límites de una simple corrección o por la vía de disciplina. El poder legislativo delega en la
administración esta parte de funciones propias del orden judicial, a fin de robustecer su acción
y complementar su existencia, reservando el conocimiento de las causas graves y de los delitos
contra la autoridad a los jueces competentes”. Prado BustaMante 1859, 20.
13
de la Cuétara Martínez 1983, 266.
14
Martín-retortillo Báquer 1991, 136-137.
vamente a los tribunales de justicia15. Esta tesis fue controvertida por otro
sector doctrinal, precisamente sobre la base de la vinculación de la potestad
sancionadora con la actividad administrativa de limitación u ordenación, lo
que hacía más razonable precisamente atribuir la potestad a un órgano de la
Administración16.
En nuestra doctrina, también ha existido controversia en esta materia,
llegando algunos a sostener la inconstitucionalidad de las normas legales
que atribuyen potestades sancionadoras a órganos administrativos, en la
medida que estas tendrían una naturaleza estrictamente jurisdiccional17. Sin
embargo, esta tesis actualmente es muy minoritaria –no obstante algún re-
conocimiento puntual que ha tenido por un extraviado y excéntrico Tribunal
Constitucional18–, existiendo un consenso general en la doctrina y la jurispru-
dencia de la plena compatibilidad de a potestad sancionadora con la Consti-
tución, sea que ella se asigne a la Administración del Estado o a los tribuna-
les de justicia, lo que constituye una decisión privativa del legislador19.
En este último sentido, De la Cuétara ha sostenido que “no atenta
contra el Estado de Derecho el hecho de que se confíe la imposición de
sanciones a la autoridad gubernativa, puesto que sus decisiones han de ser
posteriormente enjuiciables y revisables”20. Lo anterior es evidente, en la me-
dida que los actos de la Administración están dotados de la fuerza imperativa
que posee su actividad y, consecuencialmente, para imponer sus decisiones
puede llegar a la sanción administrativa e incluso a la coacción física en casos
puntuales. Así, el juez permanecerá como última defensa del individuo, con-
trolando el ejercicio de la potestad administrativa conforme al ordenamiento
jurídico, pero sin negar esta.
Ahora bien, como ya se señaló, la mayoría de la doctrina entiende hoy
que la potestad sancionadora es una emanación de la actividad de policía u
ordenación, la que sin embargo al igual que la potestad penal de los jueces
y tribunales, formaría parte de un genérico ius puniendi del Estado. Así, este
ius puniendi es único, aunque luego se subdivide en estas dos manifestacio-
nes21, distinguiéndose las sanciones administrativas de las penas propiamen-
te tales por un simple dato formal: la autoridad que las impone. Aquellas la
Administración; estas los Tribunales22.
Por supuesto, esta tesis de la potestad punitiva única del Estado y de
sus dos manifestaciones resuelve con suavidad los rechazos ideológicos que
15
garCía de enterría y Martínez-Carande 1976, 399-430.
16
Martín-retortillo Báquer 1976, 9-65.
17
Por todos, soto Kloss 2009, 413-419.
18
Sentencia TC Rol N°4.012 (2017) y Rol Nº 3.958 (2017).
19
Por todos, Ferrada Bórquez 2014, 239-261.
20
de la Cuétara Martínez 1983, 267.
21
nieto garCía 1994, 85.
22
garCía de enterría y Martínez-Carande y Fernández rodríguez 2006, 166.
II. La tesis del ius puniendi único como fundamento de la potestad san-
cionadora
23
nieto garCía 1994, 85.
24
Entre otros, BerMúdez soto 2014, 326-327; Cordero quinzaCara 2014b, 25-28; Cordero Vega
2015, 494-496; Cordero Vega 2020, 248-251; y naVarro Beltrán 2014, 17-19.
25
Sentencia TC Roles Nº 244 (1996), N°480 (2006), Nº 725 (2008), Nº 1203 (2009), Nº 1.233
(2009), Nº 1.518 (2010), Nº 1.951 (2012), Nº 2.682 (2014), Nº 2.784 (2016); Fisco de Chile con
D.Z., M.T. y otros (2014).; Empresa Nacional de Electricidad S.A. con Superintendencia del Me-
dio Ambiente (2016); Empresa Portuaria y otros servicios conexos con Secretaria Regional Minis-
terial de Salud de Antofagasta (2017); OPKO Chile S.A. con Instituto de Salud Pública de Chile
(2019); Ramírez Cardoen Nicolás con Superintendencia de Valores y Seguros (2020); y Forestal
Santa Blanca S.A. con Fisco de Chile (2020). También, Dictámenes N°14.571 (2005), Nº 31.239
(2005), Nº 34.407 (2008), Nº 49.968 (2008), Nº 63.697 (2011), Nº 13.479 (2012), Nº 65.297
(2013), Nº 59.466 (2015) y Nº 26.202 (2017).
26
Como se sabe, el artículo 25.1 de la Constitución Española señala: “1. Nadie puede ser con-
denado o sancionado por acciones u omisiones que en el momento de producirse no constitu-
yan delito, falta o infracción administrativa, según la legislación vigente en aquel momento”.
27
nieto garCía 1994, 80-90 y 137-140.
28
Sentencias TC Roles N°18 (1983) y 77 (1983).
una tesis similar a principios de los años 7029, pero en un contexto político y
jurídico bien distinto30.
Sin embargo, lo anterior no ha sido claro desde el principio y ha tenido
algunos fuertes detractores. Así, Garrido Falla31 reconduce estas manifesta-
ciones, a dos grupos de teorías: a) las que encuentran una base sustancial a
la distinción, por tanto unas razones que justifican la diversidad de compe-
tencias y que, en último análisis, patentizan el criterio tenido en cuenta por el
legislador; y b) las teorías formalistas que niegan la posibilidad de cualquier
diferenciación montada sobre criterios materiales o, al menos, su improce-
dencia jurídica.
El primer grupo lo podemos graficar a través de la utilización de un
criterio cuantitativo, pues, según este tipo de teorías, la sanción representa
siempre la tutela de un particular interés y que ha de estar en proporción con
el interés a tutelar. De este modo, cuando los intereses a tutelar se valoran
más intensamente se conminan con una sanción penal.
Para el segundo grupo de teorías, la idea de pretender diferenciar por
su contenido la sanción penal de la administrativa, sería completamente ilu-
soria, y solo el criterio de la competencia es admisible para realizar la distin-
ción. Además, se afirma que no son razones sustanciales, sino que históricas
las que explican por qué unas materias han pasado a la competencia de los
tribunales y otras han quedado en manos de órganos administrativos. En este
contexto, se considera la sanción administrativa como pena, en sentido téc-
nico, cuya aplicación constituye para la Administración un verdadero derecho
subjetivo. De aquí se deduce, como único criterio práctico, que son sancio-
nes administrativas y no penales, todas aquellas cuya aplicación está reserva-
da por la ley a los órganos administrativos.
Precisamente de la construcción de este último grupo de teorías es que
surge la tesis del ius puniendi estatal único y sus dos manifestaciones. Así,
dada la marcada diferencia cuantitativa de las penas que son susceptibles de
imponer en el Derecho Penal, por un lado, en que son más graves, por afectar
la libertad personal; y, por otro, en el Derecho Administrativo sancionatorio,
en que son menos graves, pues en general se reducen a las multas y a otras
sanciones patrimoniales, se podría estimar que la naturaleza misma de las san-
ciones administrativas es distinta que la naturaleza de las sanciones penales.
En nuestro país, siguiendo a Vergara Blanco32, la distinción material
entre penas administrativas y penales ha sido esgrimida mediante una inter-
pretación extensiva de lo dispuesto en el artículo 20 del Código Penal, en
cuanto señala que “no se reputan penas […], las multas […] que los superio-
res impongan a […] administrados en uso de su[s] […] atribuciones guberna-
29
Sentencias del Tribunal Supremo de 9 de febrero (1972) y 31 de octubre (1972).
30
salinas Bruzzone 2019, 94-104.
31
garrido Falla 1959, 34-37.
32
Vergara BlanCo 2004, 138-139.
33
Ibíd., 137.
34
nieto garCía 1994, 149.
35
Cordero quinzaCara 2014b, 130-139.
36
naVarro Beltrán 2014, 17-19.
37
Cordero quinzaCara 2014b, 218-228.
38
Ibíd., 233-270. En este sentido, latamente nieto garCía 1994, 201-555. Igualmente, probable-
mente siguiéndolo, también Villar ezCurra 1999, 88-91.
39
Sentencia TC Rol Nº 480 (2006).
40
Sentencia TC Rol Nº 2922 (2016) Casos Cascadas.
41
Fisco de Chile con D.Z., M.T. y otros (2014).
42
Sentencia CS 50.544-2020, casación en la forma y fondo, “Servicio Nacional de Pesca con Poblete”.
43
Sentencia TC Rol N°2.682 (2014).
44
letelier WartenBerg 2017, 626-627.
45
Van Weezel de la Cruz 2011, 184-188.
46
letelier WartenBerg 2017, 625-627.
47
letelier WartenBerg 2017, 632.
48
salinas Bruzzone 2019, 232-238.
49
zúñiga urBina 2015, 412.
50
Cuyas manifestaciones más radicales se han manifestado en el proceso de cambio climático,
con sus consecuencias en todos los órdenes de la vida: política, social, tecnológica, etc. Al efec-
to, un completo estudio en Intergovernmental Panel on Climate Change. IPCC (2014), “Informe
de síntesis. Resumen para responsables de políticas”. Disponible en https://www.ipcc.ch/pdf/
assessment-zreport/ar5/syr/AR5_SYR_FINAL_SPM_es.pdf . El próximo informe final se dará a
conocer el 2022.
51
Como ha sostenido Schmidt-Assmann, el pensamiento sistémico en el Derecho Administrativo
pretende satisfacer tres funciones jurídicas fundamentales: una práctica, en cuanto auxilio tanto
para la práctica judicial como para la administrativa; otra dogmática, para resolver y decidir ar-
gumentalmente y de modo coherente considerando un sistema, y las concretas cuestiones que
se susciten; y una política, en cuanto sirve de guía o apoyo al servicio de la política legislativa y
demás centros productores de normas jurídicas. Y luego afirma que justamente el pensamien-
to sistemático, que se nutre de la parte general del Derecho Administrativo claramente más
abstracta, es base en la cual se construye una teoría general. Pero aquello es incompleto, pues
deja fuera toda la parte especial –de los ámbitos o sectores de referencia–, con la cual hay una
recíproca interacción e interrelación, y que constituye la cara más visible y práctica del Derecho
Administrativo, completándolo, dotándole de material de referencia justamente a esa parte más
general y abstracta sobre lo cual puede seguir sosteniéndose o inevitablemente cambiar, pro-
porcionando de este modo una comprensión unitaria del quehacer administrativo; lo cual si es
incorporado en una teoría general garantiza que los principios, técnicas y teorías –y por qué no
decirlo, también la producción normativa–, pueda adaptarse a la constante evolución de la disci-
plina. sChMidt-assMann 2003, 10-11.
52
Ibíd., 128-130.
53
sChMidt-assMann 2012, 83.
54
Ídem.
55
En palabras de González Navarro, el “derecho administrativo se nos presenta […] como de-
recho del poder, de una parte, y como derecho de la libertad, de otra. Porque si, por un lado,
dota de privilegios y potestades a los poderes públicos, opera al mismo tiempo como condicio-
namiento y limitación de las actuaciones de esos mismos poderes, articulando frenos y controles
adecuados a esa actuación”, gonzález 1995, 423.
56
Donde la función primaria del Derecho administrativo sería el control del exceso de poder y la
sujeción de la autoridad a las decisiones de los tribunales. harloW y raWlings 2010, 23.
57
Ibíd., 31-41.
2. Fundamentos de la responsividad
Para comprender adecuadamente lo que se ha venido diciendo, resulta
pertinente atraer las distinciones que plantean Nonet y Selznick, quienes ar-
gumentan que podemos clasificar las instituciones judiciales como las institu-
ciones de un Derecho represivo, autónomo y responsivo o receptivo, lo que
correspondería precisamente a los tres tipos ideales que podrían ser utiliza-
dos para clasificar los sistemas jurídico-judiciales específicos59.
En el caso del ‘Derecho represivo’, las instituciones judiciales se encuen-
tran insertas en un contexto de consolidación de las instancias políticas, por
lo cual, estas instituciones tendrían por objeto imponer y mantener un orden
político deseado por las élites políticas y no necesariamente por toda la co-
munidad60.
Una evolución de este Derecho represivo estaría configurado por un
‘Derecho autónomo’, que tiene como objetivo proporcionar una base más
sólida para la legitimidad del poder político en una sociedad más compleja y
diversificada61. Su objetivo, como una evolución del modelo represivo, sería
establecer un gobierno de leyes, más que un gobierno de hombres, de tal
manera que todos, gobernantes y gobernados, están sujetos al mismo orden
jurídico y al sistema judicial. Aun así, su justicia estrictamente formal y proce-
dimental se ha mostrado incapaz de hacer frente a algunas injusticias sustan-
tivas ya fuertemente establecidas, pues al centrarse en sus procedimientos
y atado a la estricta obediencia a las reglas prescritas por la legislatura, un
sistema judicial autónomo se vuelve insensible a las demandas sociales por
justicia sustantiva y su autonomía degenera en aislamiento.
58
Montero Cartes 2021, 134.
59
Cabe dejar constancia que esta explicación puede relacionarse también con una verdadera
“disputa cultural” de orientación del Derecho, particularmente el Derecho Público, cuyos íconos
pueden identificarse –por lo menos a nivel europeo y con proyecciones a Chile– en Carl Schmitt
y Jürgen Habermas; una tendiendo a la vigencia y legitimidad del orden basado en la orden de
autoridad, y la otra tendiendo a un orden normativo de carácter deliberativo con manifestación
en las decisiones concretas que corresponda a cada poder fundado en su construcción democrá-
tica. Sobre ello se desarrollará un próximo trabajo.
60
nonet y selzniCK 2009, 29-52.
61
Ibíd., 53-72.
62
Ibíd., 73-113.
63
Montt oyarzún 2011, 57-58.
64
Ibíd., 65-68.
65
Cordero Vega 2020, 251-256.
66
sChMidt-assMann 2012, 92.
67
Parejo 2012, 409.
vidad de dicha acción. Por ello, si bajo la perspectiva de la luz roja el acento
se coloca en la disciplina o racionalización del acto final, en esta perspectiva
–complementaria– el acento o foco se coloca en el procedimiento, en cuanto
foro de la búsqueda de la mejor solución y, por tanto, con una Administra-
ción preocupada de cumplir con las formas –por supuesto–, pero también
por encontrar la más eficaz y eficiente respuesta frente a los problemas que
plantea vivir en sociedad68.
Como adicionan al respecto Guiloff y Soto, la responsividad en materia
regulatoria implica que las acciones que adopta la Administración dependen
de la estructura y motivaciones del sector regulado y, dependiendo de ello,
se deben diseñar estructuras y utilizar instrumentos de mayor o menos inter-
vención. Esta regulación responsiva no proporciona un programa definido,
sino que es una actitud en base a una ‘perspectiva’, con la finalidad de hacer
efectivo el cumplimiento de las normas69.
Consecuencia de ello, es el cambio de foco, pasándose desde la con-
centración en la teoría del acto administrativo, a la del procedimiento admi-
nistrativo70. Esto permite que el procedimiento administrativo se configure
como uno de los instrumentos jurídicos posibilitadores del cumplimiento del
‘deber de buena administración’, como un factor, por tanto, de potenciación
de las posibilidades de obtención de decisiones administrativas de calidad y,
por ello mismo, como un elemento de legitimación de las Administraciones
Públicas71. Para ello, es fundamental el uso ya no solo del sometimiento a la
ley y reglamentos en materia de procedimientos administrativos, sino que
aquello debe ser completado por dos clases diferentes tipos o clases de ins-
trumentos jurídicos: a) el proceso de participación ciudadana en los procesos
de regulación, sobre todo a nivel reglamentario, que en el caso de Chile ya
se ha usado regularmente (v.gr. en el proceso de aprobación del actual D.S.
MMA 40/2013, Reglamento del SEIA), y; b) el establecimiento de un sistema
de análisis de calidad o impacto regulatorio aún pendiente de implementar
en general72, pero con algún desarrollo acotado en ciertos ámbitos73.
Esto último implica que las entidades estatales deben explicar y jus-
tificar su actuación regulatoria y para la toma de sus decisiones durante el
procedimiento administrativo, conforme a diversos instrumentos de control
de calidad, lo que en su versión más compleja implica realizar un análisis de
68
sChMidt-assMann 2012, 93.
69
guiloFF y soto 2015, 104.
70
Montt oyarzún 2011, 69-70.
71
PonCe solé 2001, 127.
72
En inglés se conoce como RIA, regulatory impact assessment.
73
Se han desarrollado fundamentalmente a nivel infralegal. A modo meramente ejemplar, cfr.,
Instructivo Presidencial GAB. PRES. Nº 2-2012, sobre simplificación y eliminación de trámites
públicos; Instructivo Presidencial GAB. PRES. Nº 1-2014, sobre buenas prácticas regulatorias;
Instructivo Presidencial GAB. PRES. Nº 1-2016, que entrega directrices sobre elaboración y tra-
mitación de proyectos de ley e indicaciones; y sobre todo el Instructivo Presidencial GAB. PRES.
Nº 2-2016, sobre emisión de informe de productividad respecto a iniciativas legales que indica.
74
Canals aMetller 2014, 343-386.
75
Canals aMetller 2016, 32-45.
76
May y Winter 2011, 223.
77
gunninghaM 2012, 200-201; aBBot 2008, 21.
78
Ibíd., 201.
79
Ibíd., 202.
80
ayres y BraithWaite 1992, 25-26.
81
aBBot 2008, 47.
82
ayres y BraithWaite 1992, 35-36.
Revocaciones
Suspensiones
Sanciones penales
Multas
Carta de Advertencia
Persuasión
83
gunninghaM 2012, 202.
84
aBBot 2008, 50.
85
oChoa 2016, 75-76.
86
Ídem, 76.
87
guiloFF y soto 2015, 111.
88
Montt oyarzún 2011, 75-76.
89
soto delgado 2016, 218.
90
aranCiBia Mattar 2014, 133.
91
Desde luego también existen otros factores. Recientemente, Hervé y Plumer, dos abogadas
con gran experiencia en jefaturas de la Superintendencia del Medio Ambiente, escribían que
“existen otras razones que justifican un enfoque más flexible y estratégico para el cumplimiento
ambiental, tales como, la existencia de dificultades probatorias para la adopción de sanciones
o la ausencia de una destinación de las sanciones aplicadas (multas) a un objetivo ambiental”.
herVé y PluMer 2019, 14.
92
nieto garCía 2007, 101.
93
Hunter Ampuero sosteniendo que ello ocurre en materia ambiental: “No existe disposición
que pueda ser interpretada en uno u otro sentido, y que defina el ejercicio obligatorio del proce-
dimiento sancionador frente al hallazgo de una infracción”. hunter aMPuero 2020, 104.
94
La etiqueta es de soto delgado 2016, 196.
95
García Luengo 2020, 109. Nieto García 2007, 101 apunta lo mismo hacia el sistema alemán,
citando el artículo 47.1 de la Ley Reguladora de las Infracciones (OWiG): “La persecución de las
infracciones depende de la discrecionalidad vinculada de la Administración sancionadora, quien
puede ordenar el archivo del expediente mientras el procedimiento sea de su competencia.”
nunca será exitosa pues depende del azar de que el infractor pueda ser, en
definitiva, detectado96.
En el mismo sentido, Huergo ha planteado, que: “La discrecionalidad
es aceptable […] en la decisión de ejercer o no ejercer en un caso concreto
la potestad sancionadora, es decir, lo que los alemanes denominan principio
de oportunidad. Ahora bien: una vez iniciado y tramitado un procedimiento,
la eventual existencia de un margen de apreciación para la fijación de la san-
ción aplicable nunca puede suponer discrecionalidad en sentido estricto”97.
En el caso de la doctrina nacional, este es un tema que no se ha debati-
do mayormente, con algunas excepciones. Así, Cordero Quinzacara ha seña-
lado que el principio de oportunidad podría tener lugar en el caso de hechos
que no tengan una “entidad o gravedad suficiente que justifique seguir ade-
lante el procedimiento, dados los costos que aquello puede significar para
la Administración”98. Arancibia, por su parte, ha reconocido que la sanción
administrativa es una medida de ultima ratio en la eficacia y la proporcionali-
dad, especialmente, si se considera que la eficacia de la Administración pasa
por su capacidad para poner fin a la afectación del interés social a tiempo,
y no en su poder de sanción99. A ellos se ha sumado Hunter recientemente
señalando que en materia ambiental debe reconocerse la posibilidad de no
iniciar un procedimiento sancionador, especialmente cuando la infracción “es
de escasa o poca lesividad, y no provoca una alteración en los bienes jurídi-
cos tutelados” o cuando “el regulado, antes de iniciar el procedimiento san-
cionador, haya corregido voluntariamente el incumplimiento a la normativa
ambiental y eliminado los eventuales efectos del mismo”, salvo que existiera
un denunciante100. Por último, Gómez también ha defendido la vigencia de
este principio en nuestro derecho administrativo sancionador, apuntando a
la necesidad de racionalizar el ejercicio del poder punitivo en relación a los
fines de la regulación específica101.
¿Cuál es la relación entre los principios de legalidad y oportunidad con
las estrategias sancionatorias ya vistas?
La idea de un principio de legalidad en el ejercicio de la potestad san-
cionadora pasa por la visión histórica que mira a la sanción bajo una idea de
la disuasión (deterrence) y que ve al Derecho Administrativo Sancionador
como un modelo confrontacional de fiscalización y sanción. Dicho en otras
palabras, si la estrategia sancionatoria que se empleará será una confronta-
cional, basada puramente en la sanción, entonces tiene pleno sentido que el
96
nieto garCía 2007, 102-109. En el caso de Nieto García, su inclinación por el principio de
oportunidad ya cuenta con varios lustros. Cfr., al respecto, nieto garCía 1995, en particular,
pp. 219-220.
97
huergo 2007, 247.
98
Cordero quinzaCara 2014a, 199.
99
aranCiBia Mattar 2014, 132-133.
100
hunter aMPuero 2020, 122.
101
góMez gonzález 2021, 223.
102
Este pareciera ser el punto de partida de Hervé Espejo y Plumer Bodin quienes, en materia
ambiental, parten de la base que un enfoque responsivo “permitiría fundamentar una aplicación
estratégica de los diversos instrumentos regulatorios contenidos en la LOSMA y la determina-
ción de los criterios para establecer su procedencia”. herVé esPejo y PluMer Bodin 2019, 13.
103
Cordero Vega 2020, 258.
104
Código de Aguas, artículo 173 bis.
105
Ley Nº 21.000 de 2017, artículo 58. Un análisis en García 2020b.
106
Respectivamente, Ley Nº 20.416 de 2010, art. 8 Nº 1; Ley Nº 20.417 de 2010, art. 41; y De-
creto Ley Nº 211, art. 39 bis.
107
Ley Nº 20.417 de 2010, art. 42.
108
Código del Trabajo Ley Nº 20.529 de 2011, art. 506 ter.
109
Ley Nº 19.496 de 1997, art. 52 P. Con todo, el contar con un plan de cumplimiento aprobado
por el SERNAC debe también ser considerado como una circunstancia atenuante por el juez, en
el correspondiente procedimiento infraccional (art. 24, letra c).
110
garCía luengo, 2020, 101.
111
Código del Trabajo, art. 506 bis, o Ley N°20.529 de 2011, art. 78, inc. 2.
112
Ley Nº 21.000 de 2017, art. 54, inc. 2° y Ley Nº 20.529 de 2011, art. 78, letra a), respectivamente.
113
En el caso de este organismo, se distingue entre ‘cartas de advertencia’ y ‘oportunidades de
corrección temprana’. En su naturaleza ambas son similares. La gran diferencia es que la primera
está reservada para infracciones formales de carácter leve como, por ejemplo, el no haber en-
viado informes de fiscalización o de seguimiento dentro de plazo. Las segundas, en cambio, son
procedentes para otros incumplimientos menores, pero que han dado lugar formalmente a un
procedimiento de fiscalización. herVé esPejo y PluMer Bodin 2019, 25.
114
Código del Trabajo, art. 506 ter.
Conclusiones
De lo expuesto en las páginas precedentes se pueden sacar algunas conclu-
siones:
Primero, la potestad sancionadora de la Administración Pública es ac-
tualmente una manifestación o expresión de la actividad de ordenación atri-
buida a esta, cuyo contenido es más amplio que la mera actividad de policía.
Dicha actividad permite regular la actividad de los particulares, fiscalizar su
cumplimiento e imponer sanciones, tareas todas propias de la Administración
Pública. Esta potestad sancionadora de la Administración Pública tiene una
configuración jurídica y características en nuestro Derecho que son distintas a
la potestad penal, no siendo ya de recibo la tesis tradicional del ius puniendi
único estatal que nuestra doctrina y jurisprudencia ha acogido mayoritaria-
mente y que no tiene mayor fundamento ni utilidad.
En segundo lugar, la concepción responsiva del Derecho Administrativo
es una perspectiva que puede contribuir a configurar y entender de mejor
forma el contenido y las características de la potestad sancionadora de la Ad-
ministración Pública. Ello, en la medida que pone a la sanción en un contexto
normativo más coherente, en que esta no es la única respuesta que da el
ordenamiento a los incumplimientos de las obligaciones o infracciones de los
particulares, y lo sitúa en una mirada más amplia.
Esta perspectiva responsiva ha sido acogida parcialmente por un sec-
tor de la doctrina y la legislación nacional, identificándose mecanismos
específicos en sectores de referencia que utilizan la sanción administrativa
en un ámbito más amplio de medidas eficaces para el cumplimiento de las
regulaciones administrativas. Así, la utilización que se hace en el Derecho
chileno del principio de oportunidad y las medidas sustitutivas de incentivo al
cumplimiento en ciertos sectores dan buena muestra de la recepción de esta
nueva perspectiva.
Bibliografía citada
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aranCiBia Mattar, J. (2014). El principio de necesidad de la sanción administrativa como po-
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buena regulación. En D. Canals Ametller [Ed.], Datos. Protección, transparencia y buena
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Normativa citada
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Ley Nº 20.417 de 2010. Crea el Ministerio, el Servicio de Evaluación Ambiental y la Super-
intendencia del Medio Ambiente. 26 de enero de 2010. D.O. Nº 39.570.
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midores. 7 de marzo de 1997.
Ley Nº 20.529 de 2011. Sistema Nacional de Aseguramiento de la Calidad de la Educación
parvularia, básica y media y su fiscalización. 27 de agosto de 2011. D.O. Nº 40.046.
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(Chile).
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1981 (Chile).
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diciembre de 1973.
Jurisprudencia citada
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Tribunal Supremo. 31 de octubre de 1972.
Control de Constitucionalidad del proyecto de ley que modifica la Ley Nº 18.097, Orgánica
Constitucional sobre concesiones Mineras (1983): Tribunal Constitucional, 6 de sep-
tiembre 1983 (Rol Nº 18-83). Pleno.
Control de constitucionalidad respecto del proyecto de ley que modifica Ley Nº 18.700,
Orgánica Constitucional sobre Votaciones Populares y Escrutinios (1989): Tribunal Cons-
titucional, 22 de agosto 1989 (Rol Nº 77-89). Pleno.
Control de constitucionalidad del proyecto de ley que modifica la ley Nº 4.601, Ley de
Caza, a fin de proteger la fauna (1996): Tribunal Constitucional, 26 de agosto 1996 (Rol
Nº 244-96). Pleno.
Requerimiento de inaplicabilidad por inconstitucionalidad de Iberoamericana de Energía
IBENER S.A., respecto del artículo 3° Nº 17, inciso 4° y Nº 23, inciso 1°, 15, 16 Nº 2 y 16
A de la Ley 18.410, en la causa Rol Nº 5.816-2004 de la Corte de Apelaciones de Santia-
go (2006): Tribunal Constitucional, 27 de julio 2006 (Rol Nº 480-06). Segunda Sala.
Solicitud de la Corte de Apelaciones de Talca, para que se emita un pronunciamiento
acerca de la eventual inaplicabilidad de los artículos 6, letra B Nº 3 y 6; 107 y 161 del
Código Tributario,en causa Rol Corte Nº 59.648-60.264,acumuladas (2008): Tribunal
Constitucional, 26 de junio 2008 (Rol Nº 725-07). Primera Sala.
Requerimiento de la Corte Suprema sobre inaplicabilidad por inconstitucionalidad del inci-
so primero del artículo 161 del Código Tributario en la causa Rol de Ingreso Nº 1.839-
2007 de la Corte Suprema (2009): Tribunal Constitucional, 8 de enero 2009 (Rol
Nº 1.203-08). Segunda Sala.
Requerimiento de la Corte Suprema, sobre inaplicabilidad por inconstitucionalidad del in-
ciso primero del artículo 161 del Código Tributario, en los autos Rol Nº 5619-2006 de
la Corte Suprema (2009): Tribunal Constitucional, 13 de enero 2009 (Rol Nº 1.233-08).
Segunda Sala.
Requerimiento de inaplicabilidad por inconstitucionalidad de María Angélica Sánchez
Vogel y otros, respecto del artículo 169 del Código Sanitario, en recurso de amparo rol
Nº 3073-2009 de la Corte de Apelaciones de Santiago (2010): Tribunal Constitucional,
21 de octubre 2010 (Rol Nº 1.518-09). Segunda Sala.
Requerimiento de inaplicabilidad por inconstitucionalidad presentado por Jaime Antonio
Illanes Piedrabuena respecto del artículo 53, incisos 3º y 5º, parte última del Código
Tributario contenido en el Decreto Ley Nº 830, de 1974 y sus modificaciones, en los
autos Rol Nº 4885-2010, sobre apelación de sentencia definitiva dictada por el Juez Tri-