Unidad 3

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Lección Nº3: Uso de la Inteligencia Emocional

Uso de la Inteligencia Emocional

Docente, Marcela Hormazábal T. Psicóloga

Inteligencia Emocional y su Importancia

Comúnmente se habla de la inteligencia medida a través del coeficiente intelectual y su


importancia para determinar el éxito en la vida. Se solía decir que la puntuación en los test
de inteligencia, podían establecer una relación entre el desempeño académico y el éxito
profesional. Esto no es incorrecto, pero nos ofrece una visión sesgada e incompleta de la
realidad.

Desde hace ya unas décadas, varios investigadores comenzaron a detectar que las
capacidades y habilidades para tener éxito en la vida eran otras que iban más allá del uso
de la lógica y la racionalidad, y éstas capacidades no eran evaluables mediante ningún test
de inteligencia. De esta forma, es necesario tener en cuenta una concepción más amplia de
lo que son las habilidades cognitivas básicas, aquello que entendemos que es la inteligencia.

En este contexto empezaron a ganar terreno diversas teorías de la inteligencia que


intentaban comprenderla desde ópticas diferentes, tales como la “Teoría de las
Inteligencias Múltiples de Howard Gardner; la teoría de Raymond Cattell (y otros) que
explicaba las diferencias entre “Inteligencia Fluida y Cristalizada”, o la “Inteligencia
Emocional” que popularizó Daniel Goleman.

La Inteligencia Emocional es un concepto que introdujeron en 1990 Peter Salovey y John


Mayer. Estos psicólogos, formaban parte de la corriente crítica contra el concepto
tradicional que consideraba la inteligencia sólo desde el punto de vista lógico-matemático
o lingüístico. Ellos definieron la Inteligencia emocional como “aquella que comprende la
habilidad de supervisar y entender las emociones propias así como las de los demás,
discriminar entre ellas y utilizar esta información para guiar nuestro pensamiento y nuestras
acciones “.

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Sin embargo, fue el psicólogo, periodista e investigador científico, Daniel Goleman el
responsable de popularizar este concepto en su libro “La Inteligencia Emocional” de 1995 y
lo define como “la capacidad de establecer contacto con los propios sentimientos, discernir
entre ellos y aprovechar este conocimiento para orientar nuestra conducta, y la capacidad
de discernir y responder adecuadamente a los estados de ánimo, temperamento,
motivaciones y deseos de los demás.”

La inteligencia emocional está formada por un conjunto de competencias emocionales que


pueden ser desarrolladas por medio del aprendizaje y la experiencia cotidiana, y que por lo
tanto se pueden trabajar desde la edad temprana e incluso en la vida adulta.

Definición y Función de las Emociones

Pero ¿qué son las emociones? Podemos definir la emoción como una “reacción que se
vivencia como una fuerte conmoción del estado de ánimo; suele ir acompañada de
expresiones faciales, motoras, etc.. y surge como reacción a una situación externa concreta,
aunque puede provocarla también una información interna del propio individuo”.

El sentimiento es más duradero que la emoción, es una actitud originada a partir de una
emoción, pero que perdura. Está filtrado por la razón y consiste en una percepción
sensorial. Algunos autores señalan que es el componente cognitivo de la emoción.

Las emociones son fenómenos multidimensionales caracterizados por cuatro elementos:


cognitivo (Cómo se llama y qué significa lo que siento), fisiológico (qué cambios biológicos
experimento), conductual (hacia donde dirige cada emoción mi conducta ) y expresivo (a
través de que señales corporales se expresa).

Las diferencias individuales en la vivencia de las emociones tiene dos orígenes: la herencia
y el medio. La interacción entre ambos es lo que configura las experiencias emocionales de
cada individuo.

La herencia produce unos esquemas de comportamiento emocional que queda reflejado


en lo que llamamos temperamento. Sin embargo, la influencia del entorno es fundamental
sobre todo en los primeros años de vida y en el ámbito familiar, ya que va configurando el
carácter particular de cada niño o niña.

A lo largo del proceso de aprendizaje y del establecimiento de relaciones sociales, las


emociones se van modulando, y muchos aspectos de la dimensión emocional van
cambiando.

Las personas van configurando unos esquemas emocionales basados en parte en la


experiencia y en parte en el temperamento. Estos esquemas constituyen la esencia de las
diferencias individuales, y en estos esquemas se basan los estilos de respuesta emocional
que caracteriza a cada una de las personas.

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Existen centenares de emociones y muchas mezclas y variaciones. Desde el nacimiento el
ser humano experimenta sentimientos intensos, como rabia, disgusto, afecto y responde a
la cara y al tono de voz del adulto. El bebé es muy sensible al estado emocional de quien lo
cuida, por eso todas las interacciones modelan al niño,- no hay ninguna interacción que sea
neutra emocionalmente-, y este muy pronto percibe cómo siente el mundo que le rodea.

En definitiva, toda emoción constituye un impulso que nos moviliza a la acción. La propia
raíz etimológica de la palabra da cuenta de ello, pues el latín movere significa moverse y el
prefijo edenota un objetivo. La emoción, entonces, desde el plano semántico, significa
“movimiento hacia”, y basta con observar a los animales o a los niños pequeños para
encontrar la forma en que las emociones los dirigen hacia una acción determinada, que
puede ser huir, chillar o recogerse sobre sí mismos. Cada uno de nosotros viene equipado
con unos programas de reacción automática o una serie de predisposiciones biológicas a la
acción. Sin embargo, nuestras experiencias vitales y el medio en el cual nos haya tocado
vivir irán moldeando con los años ese equipaje genético para definir nuestras respuestas y
manifestaciones ante los estímulos emocionales que encontramos.

Concepto de Inteligencia Emocional

La inteligencia emocional (IE), según Goleman es “la capacidad de reconocer nuestros


propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las
relaciones”.

Entonces, ¿qué se necesita para ser emocionalmente inteligente? Daniel Goleman habla de
cinco componentes críticos de la Inteligencia Emocional.

Los Cinco Componentes de la Inteligencia Emocional

Hay cinco aspectos fundamentales de la IE, a continuación te explicamos cuáles son y en


qué consisten.

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1. Autoconsciencia o Autoconocimiento emocional
Esta es la forma en que nos damos cuenta de nuestras emociones y somos capaces de
evaluarlas. La mayoría de nosotros estamos tan ocupados con la rutina diaria, que rara vez
nos paramos a pensar en cómo estamos respondiendo a las situaciones y cómo nos
encontramos. La otra forma de conciencia de uno mismo es el reconocer las emociones de
los demás hacia nosotros. Esto a menudo es difícil debido a que tendemos a ver lo que
queremos ver y solemos evitar pedir a los demás opiniones si creemos que van a resultar
incómodas para nosotros.
Mejorando nuestra autoconciencia emocional podremos ser capaces de comprender
muchas más cosas de nuestro día a día. También es interesante saber recoger los
comentarios de personas que se muestran honestas con nosotros y cuyas ideas valoramos.

2. Autorregulación o Autocontrol emocional


La autogestión es la capacidad de controlar nuestras emociones. Este componente
también incluye transparencia emocional, capacidad de adaptación, logro y optimismo.
Las personas con un buen nivel de autorregulación tienden a ser flexibles y adaptarse bien
a los cambios. También son buenas en la gestión de conflictos y la difusión de situaciones
tensas o difíciles. Goleman también sugiere que las personas con fuertes habilidades de
autorregulación siguen su camino sin desviarse de él. Son capaces de influir positivamente
en los demás y asumir la responsabilidad de sus propias acciones.

3. Automotivación
La motivación intrínseca también juega un papel clave en la Inteligencia Emocional. Las
personas que son emocionalmente inteligentes suelen estar motivadas por cosas más allá
de las meras recompensas externas, como la fama, el dinero o el reconocimiento social.
Pueden sentir una genuina pasión que les lleva a cumplir con sus propias necesidades y
objetivos internos. Buscan cosas que les conducen a recompensas internas y se involucran
en experiencias que les lleven a sentirse bien consigo mismas.
Las personas que son competentes en esta área tienden a estar orientadas hacia la acción.
Se fijan metas, tienen una alta necesidad de logro y siempre están buscando maneras de
hacerlo mejor. También tienden a mostrarse muy comprometidas con los temas sociales y
son buenas tomando la iniciativa para llevar a cabo gran diversidad de tareas.

4. Empatía o reconocimiento de las emociones de los demás


La empatía es la capacidad de entender los sentimientos de otros, es absolutamente
fundamental para la Inteligencia Emocional. Pero esto implica algo más que ser capaz de
reconocer los estados emocionales de los demás, también implica dar respuesta a las
personas basándonos en esta información. Si percibimos empáticamente que alguien se
siente triste o desesperanzado, seremos más capaces de influir en la forma de responder a
sus emociones. Podremos mostrar nuestra preocupación y haremos un esfuerzo para
mantener ayudarle a sentirse mejor en estos momentos.

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Ser empático también permite a la gente entender la dinámica de poder que a menudo
influyen en las relaciones sociales, especialmente en los lugares de trabajo. Los que tienen
una buena competencia en esta área, son capaces de ejercer una correcta influencia en las
relaciones, comprender cómo funcionan los sentimientos y comportamientos, e interpretar
eficazmente las diferentes situaciones que giran en torno a este tipo de dinámicas de poder.

5. Habilidades sociales o relaciones interpersonales


Se trata de ser capaz de interactuar correctamente con quienes nos rodean,
independientemente del lugar y la situación. La verdadera comprensión emocional implica
algo más que la comprensión de nuestras propias emociones y los sentimientos de los
demás, también tiene que ver con ser capaz de poner en práctica esta información en
nuestras interacciones y comunicaciones diarias.
En los entornos profesionales, las personas con buenas habilidades sociales son capaces de
construir buenas relaciones y conexiones con los compañeros de trabajo, saben desarrollar
una fuerte relación con líderes, iguales y subordinados. Algunas habilidades sociales
importantes incluyen la escucha activa, habilidades de comunicación verbal, habilidades
de comunicación no verbal, liderazgo y capacidad de persuasión.

Inteligencia Intrapersonal e Interpersonal

La inteligencia emocional, como parte de las inteligencias múltiples (Gardner) puede ser
clasificada en dos áreas:

Þ Inteligencia Intrapersonal 1.- Autoconciencia


(internas, de 2.- Autocontrol /Autoregulación
autoconocimiento) 3.- Automotivación

Þ Inteligencia Interpersonal 1.- Empatía


(externas, de relación) 2.- Habilidades Sociales /Relaciones Interpersonales

Habilidades de Inteligencia Interpersonal

Día a día interactuamos con distintas personas en el entorno en el cual nos desenvolvemos:
nuestros cercanos, amigos, familiares, compañeros de trabajo y también nuestros usuarios.
Por ello, resulta esencial el desarrollo de habilidades de inteligencia emocional relacionadas
con la inteligencia interpersonal como son la empatía y las habilidades sociales para
mantener adecuadas relaciones interpersonales con quienes nos rodean.

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La Empatía

La empatía es la capacidad de sintonizar con las emociones y sentimientos del otro; la


capacidad de ponerse en su lugar y saber lo que siente. Entre las habilidades de la empatía
están la capacidad de percibir los estados de ánimo de la otra persona, saber ¨leer¨ lo que
dice su tono de voz, su postura, sus modales. La persona empática se da cuenta de las
necesidades afectivas del otro. Reconoce su temor, su angustia, su tristeza . Quien tiene
una relación de empatía, no asume posturas de juez, criticando y enjuiciando las emociones
y sentimientos del otro.

No necesariamente la persona empática tiene que estar de acuerdo con los puntos de vista
de su interlocutor, ni tampoco sentir lo mismo. Se trata como ya hemos dicho, de entrar en
sintonía con su prójimo (prójimo significa próximo), entrar en comunidad con alguien.

La empatía implica hacer esfuerzos activos durante la comunicación por comprender el


mensaje del otro. Implica preocuparse tanto por entender como por ser entendido y saber
escuchar.

La Asertividad como Habilidad Social

La palabra asertivo, proviene del latín assertus y quiere decir "afirmación de la certeza de
una cosa", de ahí ́ podemos ver que está relacionada con la firmeza y la certeza o veracidad,
y así ́ podemos deducir que una persona asertiva es aquella que afirma con certeza.

Se define asertividad como la habilidad personal que nos permite expresar sentimientos,
opiniones y pensamientos, en el momento oportuno, de la forma adecuada y sin negar ni
desconsiderar los derechos de los demás. Es decir, nos referimos a una forma para
interactuar efectivamente en cualquier situación que permite a la persona ser directa,
honesta y expresiva.

El principio de la asertividad es el respeto profundo del yo, solo al sentar tal respeto,
podemos respetar a los demás.

"Mucha gente necesita aprender sus derechos personales, como expresar pensamientos,
emociones y creencias en formas directas, honestas y apropiadas sin violar los derechos de
cualquier otra persona. La esencia de la conducta asertiva puede ser reducida a cuatro
patrones específicos: la capacidad de decir "no", la capacidad de pedir favores y hacer
requerimientos, la capacidad de expresar sentimientos positivos y negativos, y la capacidad
de iniciar, continuar y terminar conversaciones" R. Lazarus .

Diferenciación conducta asertiva o socialmente habilidosa, agresiva y pasiva

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La falta de asertividad se da en las personas que tienen problemas a la hora de relacionarse.
Debemos diferenciar entre conducta asertiva o socialmente hábil, pasiva y agresiva.

Conducta asertiva o socialmente hábil: Implica firmeza para utilizar los derechos, expresar
los pensamientos, sentimientos y creencias de un modo directo, honesto y apropiado sin
violar los derechos de los demás. Es la expresión directa de los propios sentimientos,
deseos, derechos legítimos y opiniones sin amenazar o castigar a los demás y sin violar los
derechos de esas personas. La aserción implica respeto hacia uno mismo al expresar
necesidades propias y defender los propios derechos y respeto hacia los derechos y
necesidades de las otras personas. La conducta asertiva no tiene siempre como resultado
la ausencia de conflicto entre las dos partes, pero su objetivo es la potenciación de las
consecuencias favorables y la minimización de las desfavorables.

Conducta pasiva: Transgresión de los propios derechos al no ser capaz de expresar


abiertamente sentimientos, pensamientos y opiniones o al expresarlos de una manera
autoderrotista, con disculpas, falta de confianza, de tal modo que los demás puedan hacerle
caso. La no aserción muestra una falta de respeto hacia las propias necesidades. Su objetivo
es el apaciguar a los demás y el evitar conflictos a toda costa. Comportarse de este modo
en una situación puede dar como resultado una serie de consecuencias no deseables tanto
para la persona que está comportándose de manera no asertiva como con la persona con
la que está interactuando. La probabilidad de que la persona no asertiva satisfaga sus
necesidades se encuentra reducida debido a la falta de comunicación o a la comunicación
indirecta o incompleta. La persona que actúa así se puede sentir a menudo incomprendida,
no tomada en cuenta y manipulada.

Además, puede sentirse molesta respecto al resultado de la situación o volverse hostil o


irritable hacia las otras personas, puede acabar por estallar. Hay un límite respecto a la
cantidad de frustración que un individuo puede almacenar dentro de sí mismo.

Conducta agresiva: Defensa de los derechos personales y expresión de los pensamientos,


sentimientos y opiniones de una manera inapropiada e impositiva y que transgrede los
derechos de las otras personas. La conducta agresiva en una situación puede expresarse de
manera directa o indirecta. La agresión verbal directa incluye ofensas verbales, insultos,
amenazas y comentarios hostiles o humillantes. El componente no verbal puede incluir
gestos hostiles o amenazantes. La agresión verbal indirecta incluye comentarios sarcásticos
y rencorosos y murmuraciones. Las víctimas de las personas agresivas acaban, mas tarde o
más temprano, por sentir resentimiento y por evitarlas. El objetivo habitual de la agresión
es la dominación de las otras personas. La victoria se asegura por medio de la humillación y
la degradación. Se trata en último término de que los demás se hagan más débiles y menos
capaces de expresar y defender sus derechos y necesidades. La conducta agresiva es reflejo
a menudo de una conducta ambiciosa, que intenta conseguir los objetivos a cualquier
precio, incluso si eso supone transgredir las normas éticas y vulnerar los derechos de los
demás. La conducta agresiva puede traer como resultado consecuencias favorables, como
una expresión emocional satisfactoria, un sentimiento de poder y la consecución de los

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objetivos deseados. También pueden surgir sentimientos de culpa, las consecuencias a
largo plazo de este tipo de conductas son siempre negativas.

En síntesis, la asertividad es una habilidad social que poseen ciertos individuos de


comunicar y defender sus propios derechos e ideas de manera adecuada y respetando las
de los demás. Es una aptitud que le permite a la persona comunicar su punto de vista desde
el equilibrio entre un estilo agresivo y un estilo pasivo de comunicación.

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