T 970 14
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EUTANASIA-Definiciones
EUTANASIA-Elementos
Será activa o positiva (acción) cuando existe un despliegue médico para producir
la muerte de una persona como suministrar directamente algún tipo de droga o
realizando intervenciones en busca de causar la muerte.
EUTANASIA DIRECTA
Es directa cuando existe una provocación intencional del médico que busca la
terminación de la vida del paciente
EUTANASIA INDIRECTA
DISTANASIA-Definición
EUTANASIA-Despenalización
4
DERECHO FUNDAMENTAL A MORIR DIGNAMENTE-Orden al
Ministerio de Salud sugerir a los médicos un protocolo médico que será
discutido por expertos de distintas disciplinas y que servirá como referente
para los procedimientos tendientes a garantizar el derecho a morir
dignamente
Magistrado Ponente:
LUIS ERNESTO VARGAS SILVA
SENTENCIA
En el trámite de revisión del fallo proferido por el Juzgado Décimo Civil Municipal
de la Ciudad de Medellín, que resolvió en primera y única instancia, la acción de
tutela promovida Julia en contra de Coomeva E.P.S.
I. ANTECEDENTES
El cinco (05) de julio de dos mil trece (2013) la señora Julia interpuso acción de
tutela contra Coomeva EPS, en procura de la protección de sus derechos
fundamentales a la vida y a morir dignamente (Art. 11 C.P.), los cuales estimó
vulnerados por la EPS Coomeva. Fundamentó su demanda en los siguientes
hechos:
1
Con el fin de proteger el derecho fundamental a la intimidad de la actora y de su familia, la Sala ha decidido
reemplazar las referencias a su identificación en el presente proceso por el seudónimo de Julia.
2
Desafortunadamente, la peticionaria falleció en el curso del proceso. Este punto será abordado en las
consideraciones de la Corte.
5
ocho (2008), la Fundación Colombiana de Cancerología “Clínica Vida” dictaminó
que padecía cáncer de colon.
2. Indicó que en el mes de enero de dos mil diez (2010), su enfermedad hizo
“progresión en pelvis” (metástasis), por lo cual fue sometida a una intervención
quirúrgica llamada Hemicolectomía, al igual que a sesiones de quimioterapia. Esos
procedimientos fueron realizados entre los meses de febrero y diciembre del mismo
año.
5. Fue así como en los meses posteriores, la actora fue hospitalizada por
presentar “cuadro de obstrucción intestinal”, necesitar apoyo para su cuidado,
padecer dolor abdominal severo, entre otros. El cuatro (04) de junio de dos mil
trece (2013), un médico oncólogo adscrito a la Clínica Vida dejó constancia de que
el cáncer que padecía la paciente, quien para ese momento había perdido trece (13)
kilogramos de peso, no solo se encontraba en “franca progresión”, sino que
además había deteriorado su estado funcional y calidad de vida. En consecuencia,
el especialista ordenó suministrarle el “mejor cuidado de soporte por cuidados
paliativos”.
6
Intervención de la parte demandada.
1. En primer lugar, (i) una verificación rigurosa del paciente, con el fin de
corroborar la madurez de su juicio y la voluntad inequívoca de morir.
2. En segundo lugar, (ii) indicación clara de los médicos que deben intervenir en
el procedimiento.
3. En tercer lugar, la forma y circunstancias bajo las cuales se debe manifestar el
consentimiento.
4. En cuarto lugar, (iii) las medidas que deben ser usadas por el médico para
practicar la eutanasia y, finalmente,
5. En quinto lugar, (v) crear procesos educativos en relación con valores como la
vida para que esa decisión sea la última que se tome.
7
determinar cuáles dolores son incompatibles con la idea de dignidad de vida no
es algo que le competa a la EPS. IUS NATURALISMO
7. De otro lado, señaló que la negativa del médico tratante de la afiliada, frente
a su requerimiento consistente en la práctica de la eutanasia, obedece “a su posición
personal sobre el tema y por lo tanto al derecho que tiene para presentar objeción
de conciencia ante tal solicitud”. Al respecto, indicó que no puede obligar a
ninguno de los profesionales adscritos a su red de servicios a proceder de esa
manera, si se tiene en cuenta que en la sentencia C-239 de 1997, al emplear la
expresión “brindarle las condiciones para morir dignamente”, para referirse al
obrar del médico que lleva a cabo el acto eutanásico, la Corte Constitucional puso
de presente la necesidad de que tal procedimiento se soportara en la voluntad del
galeno. Así, no obstante “el médico puede ofrecer información seria y fiable
acerca de la enfermedad y de las opciones terapéuticas y su pronóstico”, no se
encuentra obligado a “ejecutar la acción que va a dar por terminada la vida de
una persona” (fl. 73, c. 1). 3.1.4
8
Pese a ello, ordenó al Congreso regular el asunto sin que hasta la fecha exista un
marco normativo que indique a los profesionales de la salud, cómo deben actuar en
estos casos. En otros términos “ante la petición de un usuario para poner fin a su
vida (…) no se sabría a ciencia cierta, el protocolo a seguir para el efecto, como
tampoco se puede acudir a criterios auxiliares de la actividad judicial”. Por el
contrario, puntualizó, lo que sí existe es una norma en la Constitución (Art. 11) que
establece que la vida es un derecho inviolable y que no admite excepciones. De ello
se infiere que al no existir normas aplicables al caso, se debe acudir a esos criterios
superiores contenidos en la Carta. IUS NATURALISMO
YA QUE SE ENVIDENCIA QUE LA CORTE EN SUS CRITERIOS SE BASA
EN EL DERECHO FUBDAMENTAL A LA MUERTE DIGNA Y SE PRIORIZA
LA DESICION DEL PACIENTE Y QUE LOS PROFESIONALES ACTUEN DE
MANERA IMPARCIAL
Por otra parte, argumentó que luego de decretadas algunas pruebas para conocer
con certeza el estado de salud de la paciente, las entidades oficiadas no enviaron
ningún informe. Eso, impidió que el juzgado pudiera tomar una decisión con base
en un material probatorio consistente pues nunca pudo verificar los requisitos que
la Corte estableció para la práctica de la eutanasia. En particular, no se logró
constatar las condiciones de salud mental de la accionante que permitiera verificar
su inequívoco consentimiento. QUERIAN VER EL ESTADO PSICOLOGICO DE
LA PACIENTE, PARA ESTAR SEGUROS SI SU DECISIÓN ERA
EQUIVOCADA O DEJANDOSE LLEVAR POR ALGUNA CRISIS DEBIDO A
SU ENFERMEDAD.
En segundo lugar, señaló que la muerte digna es un concepto que admite diferentes
consideraciones. En todo caso, cuando un paciente que padece una enfermedad sin
ninguna posibilidad de recuperación, el médico tratante debe seguir ciertos pasos a
fin de o bien disminuir su dolor, en última instancia, realizar la eutanasia. Así (i),
D
• Debe asegurarse que el paciente o quien lo represente esté completamente
informado para tomar decisiones.
• Deben tomar todas las medidas necesarias para aliviar el dolor físico y
mental. Adicionalmente (iii),
• tendrán que adaptarse las medidas terapéuticas conforme a las condiciones
del paciente.
• En algunos casos, no prolongar innecesariamente la vida o muerte si no
existen posibilidades razonables de recuperación.
10
Olga Lucia Jiménez Orostegui, Superintendente Delegada para la Supervisión
Institucional, respondió los requerimientos hechos por esta Sala. Para esta
funcionaria, la ley 1122 de 2007, incluyó en su articulado algunas funciones
relacionadas con la Superintendencia de Salud. Específicamente, en el capítulo VII,
artículo 35, estableció que esta superintendencia solo tendría labores de inspección,
vigilancia y control sobre los servicios de salud y de sus recursos. De allí, estimó
que a “esta entidad no le corresponde dentro de sus funciones las de fijar criterios,
pautas o prácticas para la atención en salud de los pacientes que requieran el
procedimiento de la eutanasia”.
Universidad Javeriana
11
Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente ha liderado la defensa y divulgación
de la muerte digna, así como informes sobre estos tópicos a la sociedad científica.
Ahora bien, sostuvo que internacionalmente existen protocolos para esos efectos.
Principalmente, en países como Holanda y Bélgica que ya han reglamentado esos
eventos. De allí que la práctica médica pueda emplear esa información científica
reconocida, para utilizarla en el ámbito nacional. A pesar de que en Colombia no
existan protocolos sobre este respecto, de ahí no se sigue que sean inexistentes en
el mundo entero.
Así mismo, dijo que la Fundación siempre ha sostenido que en algunos casos,
cuando la persona está en pleno uso de sus facultades mentales y en ejercicio de su
12
autonomía, debe respetarse su decisión de morir “con la misma dignidad que se
predica para su vida”. Esa decisión no puede ser interferida por ninguna persona.
No obstante, también reconoce el derecho de los médicos a objetar conciencia, sin
que ello implique que el paciente vea negado su derecho a decidir sobre el final de
su vida.
13
- Copia del documento “The first five years of euthanasia legislation in Belgium
and the Netherlands: description and comparision of cases”, elaborado en el año
2011 por Vrije Universiteit Brussel (fl. 58 a 64, c. ppal.).
Competencia.
14
1.3 En ese orden, la Sala Novena debe determinar si la EPS Coomeva desconoció
los derechos fundamentales a la vida digna, la muerte digna y la dignidad humana
de la señora Julia, al negarse a practicarle el procedimiento de eutanasia, a pesar de
su solicitud expresa, en circunstancias de dolor extremo derivadas del cáncer de
colón que padecía y que a la postre causó su muerte, basando la negativa en que (i)
la peticionaria no se hallaba en condiciones de expresar su consentimiento libre e
informado, y (ii) no existe una ley expedida por el Congreso que permita llevar a
cabo el procedimiento.
1.4 Como cuestión previa, la Sala hará referencia a la jurisprudencia sobre carencia
actual de objeto por “daño consumado”; su contraste con el concepto de “hecho
superado”, y las medidas que ha adoptado la Corte cuando se configura una de estas
situaciones ante la muerte del peticionario.
15
adecuado pues ante la ausencia de supuestos fácticos, la decisión que pudiese tomar
el juez en el caso concreto para resolver la pretensión resultaría, incluso, ineficaz5.
En efecto, si lo que el amparo constitucional busca es ordenar a una autoridad
pública o un particular que actúe o deje de hacerlo, y “previamente al
pronunciamiento del juez de tutela, sucede lo requerido, es claro que se está frente
a un hecho superado, porque desaparece la vulneración o amenaza de los derechos
fundamentales”6. En otras palabras, ya no existirían circunstancias reales que
materializaran la decisión del juez de tutela.
2.4 Pues bien, a partir de allí, la Corte ha aclarado que el fenómeno de la carencia
actual de objeto puede presentarse a partir de la ocurrencia de dos supuestos: (i) el
hecho superado y (ii) el daño consumado. Así las cosas, la primera hipótesis “se
presenta cuando, por la acción u omisión (según sea el requerimiento del actor en
la tutela) del obligado, se supera la afectación de tal manera que “carece” de
objeto el pronunciamiento del juez. La jurisprudencia de la Corte ha comprendido
la expresión hecho superado9 en el sentido obvio de las palabras que componen la
expresión, es decir, dentro del contexto de la satisfacción de lo pedido en tutela”10.
Es decir, el hecho superado significa la observancia de las pretensiones del
accionante a partir de una conducta desplegada por el agente transgresor. También
5
Al respecto, se pueden consultar, entre muchas otras, las sentencias T-588A de 2014, T-653 de 2013, T-856 de
2012, T-905 de 2011, T-622 de 2010, T-634 de 2009, T-449 de 2008, T-267 de 2008, T-167 de 2008, T-856 de 2007
y T-253 de 2004.
6
Sentencia T-168 de 2008.
7
Rodríguez Garavito César y Diana Rodríguez Franco. Cortes y cambio social: cómo la Corte Constitucional
transformó el desplazamiento forzado en Colombia / Rodríguez Garavito César y Diana Rodríguez Franco. Bogotá:
Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad, Dejusticia, 2010.
8
García Villegas, Mauricio. La eficacia simbólica del derecho: examen de situaciones colombianas, Ediciones
Uniandes, Bogotá, 1993.
9
Así, por ejemplo, en la sentencia T-082 de 20069, en la que una señora solicitaba la entrega de unos medicamentos,
los cuales, según pudo verificar la Sala Octava de Revisión, le estaban siendo entregados al momento de la revisión
del fallo, la Corte consideró que al desaparecer los hechos que generaron la vulneración, la acción de tutela perdía
su eficacia e inmediatez y, por ende su justificación constitucional, al haberse configurado un hecho superado
que conducía entonces a la carencia actual de objeto, la cual fue declarada por esa razón en la parte resolutiva
de la sentencia. Así mismo, en la sentencia T-630 de 20059, en un caso en el cual se pretendía que se ordenara a
una entidad la prestación de ciertos servicios médicos que fueron efectivamente proporcionados, la Corte sostuvo
que “si durante el trámite de la acción de tutela, la vulneración o amenaza a los derechos fundamentales
desaparece, la tutela pierde su razón de ser, pues bajo esas condiciones no existiría una orden que impartir ni un
perjuicio que evitar.” Igual posición se adoptó en la sentencia SU-975 de 20039, en uno de los casos allí estudiados,
pues se profirió el acto administrativo que dejó sin fundamento la tutela del actor, por lo que la Corte estimó, sin
juzgar el mérito de dicho acto, que se encontraba ante un hecho superado.
10
Sentencia SU-540 de 2007.
16
se ha señalado que se configura la carencia actual de objeto por hecho superado,
entre otras circunstancias, por ausencia de interés jurídico o sustracción de
materia11. En esos casos, la obligación del juez de tutela no es necesariamente
pronunciarse de fondo.
2.5 Por su parte, en el daño consumado la situación es diferente. Este evento tiene
lugar cuando la amenaza o la vulneración del derecho fundamental han producido
el perjuicio que se pretendía evitar con la acción de tutela. La configuración de este
supuesto ha sido declarada por la Corte, por ejemplo, en los casos en que el
solicitante de un tratamiento médico fallece durante el trámite de la acción como
consecuencia del obrar negligente de su E.P.S.14, o cuando quien invocaba el
derecho a la vivienda digna fue desalojado en el curso del proceso del inmueble
que habitaba15. En casos como los anotados, esta Corporación ha reiterado que si
la consumación del daño ocurre durante el trámite de la acción, resulta imperioso
que tanto los jueces de instancia como la propia Corte Constitucional, en sede de
revisión, se pronuncien sobre la vulneración acaecida y el alcance de los derechos
fundamentales lesionados16. Lo anterior, con el objeto de adoptar las medidas
necesarias para evitar que situaciones similares se produzcan en el futuro y para
proteger la dimensión objetiva de los derechos que se desconocieron17. Esto último,
con el propósito de defender la efectividad de las garantías fundamentales como
expresión del sistema de valores y principios que nutren el ordenamiento jurídico.
17
tanto los jueces de instancia como la propia Corte Constitucional, en sede de
revisión, se pronuncien sobre la vulneración acaecida y el alcance de los derechos
fundamentales lesionados18. Lo anterior, con el objeto de adoptar las medidas
necesarias para evitar que situaciones similares se produzcan en el futuro y para
proteger la dimensión objetiva de los derechos que se desconocieron19. Esto último,
con el propósito de defender la efectividad de las garantías fundamentales como
expresión del sistema de valores y principios que nutren el ordenamiento jurídico.
2.7 Bajo estos supuestos, el juez constitucional deberá verificar si en efecto tuvo
lugar una conducta contraria a la Constitución y, de ser así, revocar la providencia
que denegó el amparo, pues “no es viable confirmar un fallo contrario al
ordenamiento superior”20. En criterio de la Corte, apoyar la tesis contraria, es decir,
consentir que el juez no se pronuncie sobre la consumación del daño causado por
la violación de un derecho fundamental, equivaldría a tolerar un comportamiento
incompatible con la Carta y a aceptar la inoperancia de la justicia en estos casos 21.
En consecuencia, cuando se configura la carencia actual de objeto por daño
consumado en el curso del proceso, el juez constitucional está obligado a (i)
pronunciarse de fondo en la parte motiva y resolutiva de la sentencia sobre la
ocurrencia o no de una vulneración de derechos fundamentales; (ii) aplicar el
artículo 24 del Decreto 2591 de 1991, a cuyo tenor el juez “prevendrá a la
autoridad pública para que en ningún caso vuelva a incurrir en las acciones u
omisiones que dieron mérito para conceder la tutela”; (iii) informar a quien haya
promovido el amparo o a sus familiares acerca de las acciones jurídicas en uso de
las cuales puede obtener la reparación del daño, y, finalmente; (iv) de ser necesario,
compulsar copias del expediente de tutela a las autoridades que considere obligadas
a investigar la conducta que generó el daño.
18
Sentencia SU-540 de 2007, oportunidad en la que la Corte unificó su posición en cuanto a emitir un
pronunciamiento de fondo, aunque se constate que el daño ya está consumado.
19
En la sentencia T-576 de 2008, en la cual se conoció de la muerte de un niño como consecuencia de la falta de
atención médica, se resolvió proteger la dimensión objetiva de los derechos fundamentales, dado que no resultaba
posible amparar su dimensión subjetiva debido a la configuración de la carencia actual de objeto por daño
consumado. En consecuencia, la Sala ordenó a la E.P.S. accionada “que en reconocimiento de su responsabilidad
por la no protección de los derechos constitucionales fundamentales de los niños”, emprendiera acciones como
colgar una placa en lugar destacado y visible a la entrada de todas sus clínicas en las que se resaltara la obligación
en cabeza de las personas que prestan atención en salud de proteger en todo momento los derechos fundamentales
de los niños a la salud y a la vida en condiciones de calidad y de dignidad.
20
Sentencia T-397 de 2013.
21
Sentencia T-414A de 2014.
18
En este sentido, resulta necesario aclarar que el daño no se concretó con la muerte,
pues más allá de toda duda razonable ésta era inevitable en un tiempo relativamente
corto. De hecho, la muerte no era el suceso que la accionante pretendía impedir por
medio de la acción de tutela. Por el contrario, lo que la actora pretendía era que
aquella se causara en condiciones diferentes a las impuestas por la propia
enfermedad. De este modo, desde esta perspectiva, para la Sala el daño se concretó
en el dolor que la accionante sufrió en razón a la negativa de su médico de acceder
a practicar un procedimiento eutanásico.
2.9 Ahora bien, a juicio de la Sala es evidente que el hecho que prolongó el
sufrimiento que la accionante consideraba incompatible con su idea de dignidad,
no fue la enfermedad en sí misma, sino la respuesta negativa a su solicitud de
eutanasia. Aunque la actora manifestó ante su médico tratante y ante el juez de
tutela su deseo de morir por medio de la eutanasia, ambos estimaron que tal
voluntad no tenía respaldo legal y, con fundamento en esta observación, se negaron
a actuar en consecuencia. Como ya se indicó, la voluntad de la actora en la práctica
de dicho procedimiento tenía respaldo en su deseo de no prolongar los
insoportables dolores que la aquejaban.
19
3.1 El propósito de esta sección es utilizar elementos teórico-científicos para
solucionar el caso concreto. De allí que, a continuación, se desarrollen algunos
conceptos que han proliferado en la discusión acerca del derecho a morir
dignamente para que una vez precisados, se pueda iniciar con el estudio de algunas
legislaciones del mundo que dan cuenta de cómo se ha regulado el derecho a la
muerte digna en otras partes distintas a Colombia. Valga la pena anotar que las
discusiones que se plantearán responden únicamente a un interés que busca
clarificar distintos términos técnicos. Si bien este Tribunal reconoce que detrás de
estos temas hay debates éticos, morales, políticos, religiosos, etc. muy fuertes, y
que incluso nutren las decisiones de la Corte, esta sección solo pretende enfocarse
en estudios empírico – científicos que evidencien la cantidad de términos que se
sitúan en la práctica médica, para dar cuenta de los límites y alcances que ellos
presentan.
Pese a ello, lo que parece una dificultad, realmente es un avance para la plena
vigencia de la muerte digna pues dependiendo de la voluntad del paciente, existe
uno u otro procedimiento médico. Si el paciente decide vivir, existen mecanismos
para garantizar que su vida transcurra de la manera más digna posible. Pero si lo
que desea es morir, existen otros para que muera dignamente. A continuación se
aborda el estudio del concepto de eutanasia, para, seguidamente, distinguirlo de
otras prácticas médicas.
20
Salud la definió como “aquella acción del médico que provoca deliberadamente
la muerte del paciente”27.
Tal y como se aprecia, las definiciones sobre eutanasia son múltiples y actualmente
no se cuenta con alguna totalmente aceptada. No obstante, lo que sí está claro es
que en este procedimiento deben concurrir los siguientes elementos: (i) el sujeto
pasivo que padece una enfermedad terminal; (ii) el sujeto activo que realiza la
acción u omisión tendiente a acabar con los dolores del paciente quien, en todos
los casos, debe ser un médico; (iii) debe producirse por petición expresa, reiterada
e informada de los pacientes28. Así, la doctrina ha sido clara en señalar que cuando
no existen de los anteriores elementos, se estará en presencia de un fenómeno
distinto que no compete en sí mismo a la ciencia médica. Sin embargo, cuando se
verifican en su totalidad, la eutanasia puede provocarse de diferentes maneras.
3.2.4 Por otra parte, la eutanasia puede ser clasificada según su intencionalidad. Es
directa cuando existe una provocación intencional del médico que busca la
terminación de la vida del paciente. Un ejemplo de este evento sucedió con el caso
de Terri Schiavo a quién se le suspendió la alimentación e hidratación con el claro
propósito de terminar intencionalmente con su vida. Aunque la diferencia parezca
sutil con la eutanasia pasiva, la distinción está en la intencionalidad. Mientras que
en la primera, por ejemplo, se desconectan los aparatos médicos sin intención de
causar la muerte, en la eutanasia directa el móvil es evidente.
21
procedimiento sin obtenerla. En cambio, la eutanasia no voluntaria sucede cuando
no se puede averiguar la voluntad de quien muere, por la imposibilidad de
expresarla. Aunque sean similares las clasificaciones, directa e indirecta se dan
con ocasión de la voluntad del médico. Por el contrario, la voluntaria, involuntaria
y no voluntaria se dan con base en el consentimiento del paciente.
31
Amorín Ch, Paes M, Dall L. Distanasia, eutanasia y ortotanasia: percepciones de los enfermos de unidades de
terapia intensiva e implicaciones en la asistencia. Ribeirao Preto. Rev. Latinoamericana. En-fermagem. 2009.
32
Ibíd. Pág. 49.
22
3.2.9 Otro concepto es el denominado suicidio asistido. En este evento, el sujeto
activo y pasivo se confunde pues la intervención del médico no es directa, ya que
es el mismo enfermo quien provoca su muerte. Ese es el caso en el que galeno
proporciona todos los medios necesarios para que el enfermo33termine por sí
mismo con su vida. En otras palabras, simplemente ayuda al suicida a cometer la
conducta. Un ejemplo puede ser aquel médico que prepara o receta una sustancia
para que quien quiere morir, la consuma. A pesar de tener gran influencia, la
conducta es realizada por el paciente. A veces se tiende a asimilar la eutanasia como
el suicidio asistido, pero la diferencia radica en que en la eutanasia el sujeto activo
no se confunde con el pasivo y es el médico quien realiza la conducta tendiente a
causar la muerte.
3.2.10 En ese orden de ideas, existen también los denominados cuidados paliativos
y/o ortotanasia, recientemente reglamentados por el Congreso de Colombia
mediante la Ley 1733 de 2014. Ese es un tratamiento médico que dignifica la vida
de quienes inevitablemente van a morir, pero que su voluntad no es otra a que llegue
la muerte de forma natural. Recientemente, esta Corporación dio un debate acerca
de la constitucionalidad de la ley de cuidados paliativos.
33
Puede no serlo.
23
3.2.13 La anterior presentación muestra que la extensión del ámbito de aplicación
del derecho fundamental a morir dignamente no es solo una consecuencia lógica
de la autonomía personal, sino que además presenta indudables retos en las
legislaciones y ordenamientos jurídicos. En efecto, los avances evidencian
tensiones que requieren ser solucionadas. El derecho a morir dignamente es un
derecho complejo pues involucra elementos penales que distorsionan, o refuerzan,
su garantía. Así las cosas, si bien la eutanasia materializa la autonomía del paciente,
su mal manejo puede generar consecuencias de proporciones insospechadas. De
ahí que las legislaciones tienen en común una preocupación porque la voluntad del
paciente sea lo más libre y autónoma posible.
De esta manera, hay que decir es que la eutanasia es tan solo un procedimiento para
proteger el derecho a morir dignamente. Existen situaciones e hipótesis en las
cuales no será el medio apropiado para garantizar la plena vigencia de los derechos
fundamentales. Por ejemplo, algunos países han aprobado el suicidio asistido como
alternativa para causar la muerte de un paciente que padezca una enfermedad
terminal34. En otros eventos, cuando el enfermo no desea provocar su muerte,
existen procedimientos médicos para morir de la manera más digna posible. Ese es
el caso de la ortotanasia o de los cuidados paliativos. Como se aprecia, si bien existe
una multiplicidad de términos que pueden generar confusiones en la escuela
médica, las autoridades jurídicas e incluso en la opinión pública, lo cierto es que
gracias a esa cantidad de prácticas médicas, cada paciente, dependiendo de su
deseo, podrá optar por una u otra.
34
Cabe recordar que en el suicidio asistido, es el propio paciente quien causa su muerte con asesoría médica.
35
Cita tomada textual de la Sentencia C-239 de 1997: “La muerte digna, desde la perspectiva adoptada en el caso
sub-examine, puede relacionarse con varios comportamientos, a saber: la asistencia al suicidio, en la cual el paciente
se da muerte a sí mismo y la intervención del tercero se limita a suministrarle los medios para hacerlo; la eutanasia
activa, en la cual el tercero es el causante de la muerte, y que puede ser voluntaria o involuntaria, según se cuente o
no con el consentimiento del paciente, y la eutanasia pasiva, conocida en Colombia específicamente como muerte
digna, que implica la abstención o interrupción de tratamientos artificiales o extremos cuando no hay esperanza de
recuperación”.
36
Sobre la distinción entre derechos humanos y derechos fundamentales, ver: Rodrigo Uprimny (1996) “Algunas
reflexiones sobre la responsabilidad por la violación de los derechos humanos en la Constitución” en VV.AA. La
responsabilidad en derechos humanos. Bogotá: Universidad Nacional.
24
recapitular las principales reglas de esta providencia, haciendo énfasis en el
consentimiento libre e informado del paciente, y la ausencia de legislación y
protocolos médicos como obstáculos para la plena vigencia de los derechos
fundamentales.
4.3 Pues bien, para resolver esta demanda, la Corte39 dividió su exposición en tres
grandes partes. En primer lugar (i) abordó el estudio de los elementos del homicidio
por piedad. En segundo lugar, (ii) se refirió al consentimiento del sujeto pasivo
para, finalmente, como tercera medida, (iii) condicionó la exequibilidad de la
norma acusada a determinadas hipótesis. Esta fue la primera y única decisión en la
que la Corte abordó temas relacionados con la muerte digna. Lo importante de esta
aclaración es que el análisis que hizo fue diferente al caso que ocupa a esta Sala.
Como se aprecia, el problema jurídico que abordó en aquella oportunidad, estuvo
dirigido a determinar si cuando media el consentimiento del sujeto pasivo en el
homicidio por piedad, era constitucional imponer la sanción prevista en el Código
Penal, de tal manera que su análisis se hizo en abstracto. Su propósito fue
determinar cuándo existía delito, a diferencia de este caso que se hace en sede de
revisión y control constitucional concreto.
4.4 En ese orden de ideas, en esa decisión la Corte sostuvo que el homicidio por
piedad es la acción de quien actúa motivado únicamente por poner fin al intenso
sufrimiento de otra persona. Así, indicó que la doctrina ha dicho que ese tipo de
actos de denominan homicidios pietísticos o eutanásicos. En consecuencia, quien
prive de su vida a alguien por motivos diferentes a poner fin al sufrimiento, “como
el económico, no puede ser sancionado conforme a este tipo”. Así, este delito
contiene un tipo penal que “precisa de unas condiciones objetivas en el sujeto
pasivo, consistentes en que se encuentre padeciendo intensos sufrimientos,
provenientes de lesión corporal o de enfermedad grave o incurable, es decir, no se
trata de eliminar a los improductivos, sino de hacer que cese el dolor del que
padece sin ninguna esperanza que termine su sufrimiento” 40. En todo caso,
puntualizó, “el comportamiento no es el mismo cuando el sujeto pasivo (…) se
opone a la materialización del hecho porque, a pesar de las condiciones físicas en
37
Código Penal vigente para la época de la demanda. Este Decreto fue derogado por la ley 599 del 2000 que mantuvo
vigente el tipo penal.
38
El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte.
39
A continuación se realizará un resumen de los principales argumentos que tuvo la Corte para despenalizar la
eutanasia, en la sentencia C-239 de 1997.
40
Sentencia C-239 de 1997.
25
las que se encuentra, desea seguir viviendo hasta el final, al de aquel que realiza
la conducta cuando la persona consiente el hecho y solicita que le ayuden a
morir”41. Como se señaló, el consentimiento sería el concepto determinante para
permitir, o mejor, para despenalizar la eutanasia.
4.5 Así las cosas, en Colombia la Constitución de 1991 consagra un derecho penal
de acto que supone la adopción del principio de culpabilidad. En efecto, nuestro
ordenamiento jurídico prevé que para que exista un delito y la persona pueda ser
sancionada, deben coexistir al menos tres elementos: tipicidad, antijuridicidad y
culpabilidad. Para el caso de la culpabilidad, solo puede ser penalizada aquella
conducta en la que concurre la voluntad y consciencia del agente. Ahora bien,
según el grado de culpabilidad, una misma conducta (matar a otro) puede tener
diferentes efectos y diversas consecuencias para la legislación penal. Lo cierto es
que “para graduar la culpabilidad deben tenerse en cuenta los móviles de la
conducta, pero sólo cuando el legislados los haya considerado relevantes al
describir el acto punible”42. En ese sentido, por ejemplo, la tradición jurídica ha
mostrado que el legislador, ha considerado la culpa como un factor para atenuar,
agravar o eximir de la pena. La ilicitud de la conducta no depende solamente de su
materialización, “sino que debe tenerse en cuenta el sentido específico que a la
acción u omisión le imprime el fin perseguido”43.
Sin embargo, por la complejidad del asunto y evitando malas prácticas, el mismo
legislador previó elementos objetivos del tipo penal sin los cuales no puede
hablarse de fines altruistas en la conducta del actor. Así, “no basta el actuar
conforme a un sentimiento de piedad, ya que es necesario (…) que el sujeto pasivo
tenga intensos sufrimientos derivados de lesión corporal o enfermedad grave o
incurable”. Así, no existe homicidio eutanásico cuando quiera que un individuo
mata a otro “que no padece esos sufrimientos, aun cuando invoque razones de
piedad. En este caso, que constituye un homicidio simple, o incluso agravado, la
muerte es el producto del sentimiento egoísta del victimario, que anula una
existencia, porque a su juicio no tiene ningún valor”. En el mismo sentido, dice
esta Corporación, en el homicidio por piedad “el sujeto activo considera a la
víctima como una persona con igual dignidad y derecho, pero que se encuentra en
una situación tal de sufrimiento, que la muerte puede ser vista como un acto de
compasión y misericordia”.
41
Ibíd.
42
Ibíd.
43
Ibíd.
26
4.7 Ahora bien, cuando en el caso del homicidio piadoso media el consentimiento
del sujeto pasivo, la situación varía radicalmente. En aquella oportunidad la Corte
admitió que en algunos escenarios la aquiescencia en una conducta presuntamente
delictiva, no solo puede ser causal de antijuridicidad (como el caso del hurto, daño
en bien ajeno, secuestro, extorsión), sino también en otros escenarios puede una
circunstancia que atenúa la pena e incluso el consentimiento del sujeto pasivo es
considerado como una exclusión total de responsabilidad penal. Pues bien, en la
historia de la legislación penal colombiana el código de 1936 contempló un tipo
penal denominado homicidio consentido¸ el cual atenuaba la pena. En esa misma
línea, “ni en ese estatuto ni en el Código Penal que hoy rige se consagró como
delito la tentativa de suicidio”44 evidenciándose así, que la decisión del individuo
sobre su propia existencia no merece reproche penal o jurídico alguno.
4.9 Sin embargo, la Corte entendió que Colombia al ser un Estado laico, no puede
restringir las visiones religiosas a una posición pues existen diversas opiniones,
incluso dentro de una misma creencia, las cuales merecen respeto. Por ello, si bien
el debate en torno a la eutanasia puede implicar, como en efecto ocurre, discusiones
morales, éticas y religiosas, no es dable al Estado imponer una de todas esas
visiones. De la misma manera que estaría mal obligar a un médico cuyas
concepciones religiosas le impedirían realizar un determinado procedimiento,
también sería constitucionalmente inadmisible obligar a una persona a vivir cuando
no lo quiere. De allí que se debe procurar por salidas intermedias que a veces
parecen radicales, en procura de la vigencia de los derechos fundamentales de todas
y todos.
27
Colombia, a la luz de la Constitución de 1991, es preciso resolver esta
cuestión desde una perspectiva secular y pluralista, que respete la
autonomía moral del individuo y las libertades y derechos que inspiran
nuestro ordenamiento superior”.
4.11 Bajo este panorama, la Constitución no solo protege la vida sino también otros
derechos. Por eso ninguno es absoluto. Cada garantía constitucional debe verse en
concreto pues dependiendo de las circunstancias particulares de los casos, su
restricción será mayor o menor. En el caso de la vida, por ejemplo, la Corte desde
sus inicios consideró que es posible limitarla para salvaguardar otros derechos,
especialmente, el libre desarrollo de la personalidad y la autonomía personal.
Particularmente, en la Sentencia T-493 de 199347 se estudió un caso en el que una
persona decidió, libre y autónomamente, no prolongar su tratamiento médico. En
aquella ocasión, la Corte privilegió la autonomía personal que la vida misma. En
sus consideraciones puntualizó que no era posible obligar a una persona a recibir
un tratamiento médico cuando su decisión es descontinuarlo, a pesar de las
implicaciones que ello tiene. Eso llevó a la Corte a sostener que "los derechos
fundamentales, no obstante su consagración constitucional y su importancia, no
son absolutos y, por tanto, necesariamente deben armonizarse entre sí con los
demás bienes y valores protegidos por la Carta, pues, de lo contrario, ausente esa
indispensable relativización, la convivencia social y la vida institucional no serían
posibles"48.
El deber constitucional del Estado de protección de la vida debe ser compatible con
otros derechos como la dignidad y la autonomía. De ahí que frente a aquellas
personas que padecen una enfermedad terminal ese deber cede ante su autonomía
individual y a “su consentimiento informado del paciente que desea morir en forma
46
Ibíd.
47
Sentencia T-493 de 1993, tomada de la Sentencia C-239 de 1997"La decisión de María Libia Pérez Ángel (quien
padecía de cáncer) de no acudir a los servicios médicos...no vulnera ni amenaza los derechos de los demás, ni el
ordenamiento jurídico; por consiguiente, merece ser respetada, dentro del ámbito del reconocimiento de su derecho
al libre desarrollo de su personalidad".
48
C-578 de 1995, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz. Sobre el carácter no absoluto de los derechos fundamentales, ver
también, entre otras, C-405 de 1993, C-454 de 1993, C-189 de 1994, C-355 de 1994, C-296 de 1995, C-522 de 1995,
C-045 de 1996 y C-093 de 1995. Tomado de la C-239 de 1997.
28
digna”49. En este preciso evento, las labores del Estado pasan de ser positivas a
negativas. Eso cuando existen argumentos médicos razonables de los que se infiere
que la muerte vendrá en poco tiempo, ante lo cual la persona no escoge entre vivir
y mucho tiempo, sino entre morir dignamente y vivir sin calidad. Ella como sujeto
autónomo y moral, es quien decide qué hacer con su vida. Si no fuera así, la vida
se convertiría en un deber y por tanto su ejercicio dejaría de ser una garantía
constitucionalmente legítima. Incluso, si los derechos se convierten en
obligaciones, la idea misma de Estado Social y Democrático de Derecho carecería
de contenido. Por tanto, “el Estado no puede oponerse a la decisión del individuo
que no desea seguir viviendo y que solicita le ayuden a morir, cuando sufre una
enfermedad terminal que le produce dolores insoportables, incompatibles con su
dignidad”50. Es más, tampoco puede el Estado castigar a quien pone fin a la vida
de un enfermo terminal cuando medie su consentimiento. Una lectura literal del
artículo llevaría a la Corte a sostener que esa sería una causal de exclusión
antijuridicidad.
49
Sentencia C-239 de 1997.
50
Ibíd.
29
4.14 Para desarrollar estas subreglas, este Tribunal Constitucional, mediante
Sentencia C-239 de 1997, exhortó al Congreso de la República para que en el
menor tiempo posible reglamentara el homicidio por piedad a partir de los criterios
establecidos en aquella decisión. Para tal fin, en relación con el procedimiento para
obtener el consentimiento, señaló que éste debe ser genuino y no el emitido por una
depresión momentánea. Para ello, podría exigirse la petición por más de una vez y
luego confirmada en un determinado tiempo, o autorización judicial previa antes
de provocar la muerte del paciente. De igual forma, sostener reuniones con expertos
para buscar alternativas diferentes a la muerte. De ahí que:
4.13 En síntesis, la Corte despenalizó la eutanasia cuando quiera que (i) medie el
consentimiento libre e informado del paciente; (ii) lo practique un médico; (iii) el
sujeto pasivo padezca una enfermedad terminal que le cause sufrimiento. En esos
eventos, la conducta del sujeto activo no es antijurídica y por tanto no hay delito.
En caso de faltar algún elemento, la persona será penalmente responsable por
homicidio. Además de eso, la sentencia reconoció que existe un derecho
fundamental a morir dignamente, asunto que será tratado en el siguiente capítulo.
Sin embargo, han transcurrido más de diecisiete años sin que el Legislador haya
expedido una ley sobre este tema. Esa situación lleva a la Sala a preguntarse si ¿es
condición indispensable la voluntad del legislador para que los derechos
fundamentales tengan fuerza normativa? O visto de otra forma, ¿es eso suficiente
30
para que en la práctica no se pueda realizar la eutanasia? Vale la pena recordar la
Sentencia C-139 de 1996 cuando la Corte tuvo que enfrentarse a un problema de
similares características. En aquella ocasión, en relación con la ausencia de
legislación que regulara derechos étnicos, esta Corporación sostuvo que “no es
cierto, entonces, como lo afirman los demandantes, que la vigencia de la
jurisdicción indígena esté en suspenso hasta que se expida la ley de coordinación
con el sistema judicial nacional. La Constitución tiene efectos normativos directos,
como lo ha afirmado esta Corte reiteradamente, de tal manera que si bien es de
competencia del legislador coordinar el funcionamiento de la jurisdicción
indígena y la jurisdicción nacional, el funcionamiento mismo de ésta no depende
de dicho acto legislativo”. Evidentemente, la garantía y efectividad de los derechos
no depende exclusivamente de la voluntad del legislador. Sin duda es un actor muy
importante en la protección de los derechos fundamentales, pero la Constitución,
siendo norma de normas, es una norma jurídica que incide directamente en la vida
jurídica de los habitantes y se debe utilizar, además, para solucionar casos
concretos.
31
discusiones teóricas que sobre el punto se suscitan, este Tribunal ha indicado que
un derecho adquiere la categoría de fundamental cuando quiera que el derecho
encuentre su fundamento en la dignidad humana. Esa tesis, sería reiterada además
por las Sentencias T-227 de 2003 y T-760 de 2008; esta última sobre el derecho a
la salud.
Pero adicionalmente, no basta con que un derecho sea o tenga relación con la
dignidad humana. Debe ser, a su vez, traducible en un derecho subjetivo. Eso fue
lo que dijo la Corte en la Sentencia T-227 de 2003 cuando estableció que “será
fundamental todo derecho constitucional que funcionalmente esté dirigido a lograr
dentro de un texto constitucional sino que son fundamentales aquellos derechos inherentes a la persona humana”.]
|| Junto a la idea de que existen elementos materiales, propios o derivados del mismo derecho, que definen el carácter
fundamental de un derecho constitucional, la Corte ha señalado que también deben considerarse las circunstancias
materiales y reales del caso concreto [Ver sentencias T-491 de 1992, T-532 de 1992, T-571 de 1992, T-135 de 1994,
T-703 de 1996, T-801 de 1998, entre otras], así como el referente en el derecho positivo. En sentencia T-240 de
1993, la Corte señaló que ‘8. La Constitución como norma básica de la convivencia social y de estructura abierta y
dinámica tiene en la comunidad su correlato necesario. Los bienes que la Carta protege y valores que prohíja tienen
igualmente relevancia social y su existencia o defecto no son ajenos a su realidad fenomenológica. Sin embargo, el
concepto de derecho fundamental, pese a inspirarse en la realidad y buscar en cierto modo moldearla, es fruto de
la consagración o del reconocimiento del derecho positivo, de suerte que se impone encontrarse en un supuesto
comprendido dentro de su ámbito material delimitado o supuesto por el Constituyente para poder gozar de él.’ .”
53
Sentencia T-881 de 2002.
54
Ibíd.
32
la dignidad humana y sea traducible en un derecho subjetivo”. Es decir, que sea
posible identificar el titular del derecho, el destinatario y su contenido. Sin
embargo, esta idea debe verse de manera amplia, pues en algunas circunstancias
esa "traducibilidad" puede ser una barrera para el reconocimiento de la integralidad
de los derechos, entendiendo que los llamados derechos económicos sociales y
culturales, no son fácilmente traducibles55.
55
Ver por ejemplo: Fernando Atria “¿Existen derechos sociales?” en 4 Discusiones (2004).
56
Estos consensos no deben verse de manera rígida, pues puede dejar sin contenido la idea misma de derecho
fundamental. Los consensos tienen algo positivo y es que permiten que los derechos no se basen solo en autonomía
individual, sino que a través de la deliberación los mismos ciudadanos y organizaciones del Estado logran
fundamentar los derechos en la idea de solidaridad. Y eso es interesante porque ahora ya los derechos no serían
insolidarios (no se cede un poquito de dignidad), sino todo lo contrario. Sin embargo, una interpretación rígida de
los consensos limitan la idea de derechos fundamentales porque es difícil lograr acuerdos en relación en algunos
temas.
57
En la sentencia T-859 de 2003 (MP Eduardo Montealegre Lynett) se dice al respecto: “Así las cosas, puede
sostenerse que tiene naturaleza de derecho fundamental, de manera autónoma, el derecho a recibir la atención de
33
constitucional ha señalado que el acceso a un servicio de salud que se
requiera, contemplado en los planes obligatorios, es derecho fundamental
autónomo. En tal medida, la negación de los servicios de salud
contemplados en el POS es una violación del derecho fundamental a la
salud, por tanto, se trata de una prestación claramente exigible y
justiciable mediante acción de tutela.58 La jurisprudencia ha señalado que
la calidad de fundamental de un derecho no depende de la vía procesal
mediante la cual éste se hace efectivo.59”.
En síntesis, en relación con los derechos fundamentales, la Corte ha dicho que (i)
la característica esencial es su fundamento y relación estrecha con la dignidad
humana, pero además que para identificar su carácter de fundamental (ii) el juez
debe evaluar (de manera flexible) consensos a nivel dogmático, constitucional, de
derechos humanos o legislativos. Es decir, no se trata de un asunto aislado sino que
la opinión debe tener cierta relación intrínseca entre lo que se pretende como
fundamental, y la idea misma de derecho subjetivo. Ligado con lo anterior, la
fundamentalidad de un derecho (iii) depende de la posibilidad de traducirlo en un
derecho subjetivo, en la mayor medida de lo posible pues existen garantías en las
que resulta muy difícil determinar el extremo activo, pasivo y el contenido de las
obligaciones impuestas. Pese a todo lo anterior, (iv) cada caso debe ser analizado
de manera concreta pues la proliferación de derechos fundamentales sin garantías
verdaderas, puede convertirse en ineficacia normativa60.
A partir de lo expuesto, para esta Corte no cabe duda que el derecho a morir
dignamente tiene la categoría de fundamental. Y ello es así por varias razones.
Siguiendo sus razonamientos, esta Corporación ha señalado que un derecho
fundamental busca garantizar la dignidad del ser humano. Es decir, para que una
salud definidas en el Plan Básico de Salud, el Plan Obligatorio de Salud y el Plan Obligatorio de Salud Subsidiado
–Ley 100 de 1993 y sus normas complementarias -, así como respecto de los elementos derivados de las obligaciones
básicas definidas en la Observación General N°14. Lo anterior por cuanto se han definido los contenidos precisos
del derecho, de manera que existe un derecho subjetivo claro a favor de quienes pertenecen a cada uno de los
subsistemas –contributivo, subsidiado, etc.-. La Corte ya se había pronunciado sobre ello al considerar el fenómeno
de la transmutación de los derechos prestacionales en derechos subjetivos. || 13. La naturaleza de derecho
fundamental que tiene el derecho a la salud en los términos del fundamento anterior, implica que tratándose de la
negación de un servicio, medicamento o procedimiento establecido en el P.O.S., se estaría frente a la violación de
un derecho fundamental. No es necesario, en este escenario, que exista amenaza a la vida u otro derecho
fundamental, para satisfacer el primer elemento de procedibilidad de tutela: violación o amenaza de un derecho
fundamental.” Esta decisión ha sido reiterada, entre otras, en las sentencias T-060 de 2007 (MP Humberto Antonio
Sierra Porto), T-148 de 2007 (MP Humberto Antonio Sierra Porto).
58
Esta decisión ha sido reiterada en varias ocasiones, entre ellas en la sentencia T-076 de 2008 (MP Rodrigo Escobar
Gil), T-631 de 2007 (MP Humberto Antonio Sierra Porto), T-837 de 2006 (MP Humberto Antonio Sierra Porto) en
este caso la Corte consideró que “(…) tratándose de la negación de un servicio, medicamento o procedimiento
establecido en el P.O.S., se estaría frente a la violación de un derecho fundamental. En consecuencia, no es
necesario, que exista amenaza a la vida u otro derecho fundamental, para satisfacer el primer elemento de
procedibilidad de la acción de tutela (…)”. En este caso se tuteló el acceso de una persona beneficiaria del régimen
subsidiado a servicios de salud incluidos en el POSS (Histerectomía Abdominal Total y Colporrafia posterior) pero
cuya cuota de recuperación no podía ser cancelada por el accionante.
59
Corte Constitucional, sentencia T-016 de 2007 (MP Antonio Humberto Sierra Porto) se autorizó la práctica de la
cirugía plástica ordenada por el médico cirujano, con el propósito de extraer el queloide que tenía la menor
beneficiaria de la tutela en el lóbulo de su oreja izquierda, aun cuando la función auditiva de la menor no se veía
afectada. Para la Corte “[n]o se trata de una cirugía cosmética o superflua sino de una intervención necesaria y
urgente recomendada por el médico cirujano y relacionada con la posibilidad de superar problemas de
cicatrización que presenta la niña. (…) de manera que pueda recuperar su apariencia normal y restablecer de
manera integral su salud.”
60
Sobre la ineficacia de los derechos, ver: Franciso Laporta. El concepto de Derechos humanos. Documento
electrónico: http://www.biblioteca.org.ar/libros/141710.pdf
34
garantía pueda ser considerada como fundamental, debe tener una estrecha relación
con la dignidad como valor, principio y derecho de nuestro ordenamiento
constitucional. En el caso de la muerte digna, la Sala de Revisión, al igual que la
Sala Plena en la Sentencia C-239 de 1997, considera que su principal propósito es
permitir que la vida no consista en la subsistencia vital de una persona sino que
vaya mucho más allá. Esos aspectos adicionales son propios de un sujeto dotado
de dignidad que como agente moral, puede llevar a cabo su proyecto de vida.
Cuando ello no sucede, las personas no viven con dignidad. Mucho más si padece
de una enfermedad que le provoca intenso sufrimiento al paciente. En estos casos,
¿quién si no es la propia persona la que debe decidir cuál debería ser el futuro de
su vida? ¿Por qué obligar a alguien a vivir, en contra de su voluntad, si las personas
como sujetos derechos pueden disponer ellos mismos de su propia vida?
61
En Estados Unidos se permite la eutanasia solo en algunos Estados.
62
Traducción no oficial. Ley 26691 n.137 de 2000 – 2001 del Estado de Oregón.
63
Ortega, Iñigo. La pendiente resbaladiza en la eutanasia: ¿ilusión o realidad? Ed. España, 2003.
36
penal a los médicos que realizaran la eutanasia bajo ciertas condiciones, solo hasta
principios de la década del dos mil se logró una regulación compleja de este asunto.
En un primer momento, los destinatarios de la decisión no sabían con certeza
cuándo y cómo era posible realizar la eutanasia, sin que ello implicara
responsabilidad penal. Posteriormente, se tuvo un mayor desarrollo legislativo que
no solo generó calidad a los operadores, sino también permitió que los pacientes
pudieran ver materializados sus derechos.
6.2.2 Así las cosas, en Holanda, antes de los años setenta, se dieron grandes
discusiones acerca de si se debía o no permitir a los médicos practicar la eutanasia,
cuando quiera que los pacientes así lo manifestaran. Sin embargo, fue en 1973 que
el Tribunal de Leeuwarden decidió un caso que abrió las puertas y concretó de
manera significativa el debate. En su fallo, el tribunal estableció que un médico
podría, bajo determinadas circunstancias, poner fin a la vida de un enfermo sin que
por ello deba ser procesado penalmente. En aquella ocasión, la justicia holandesa
determinó que esas prácticas eutanásicas serían admisibles siempre y cuando: (i) el
paciente fuera un enfermo incurable independientemente de la causa de su
enfermedad; (ii) si soportaba sufrimiento físico o psíquico insoportable; (iii) debía
haber manifestado su voluntad, si fuera posible, de poner fin a su vida; (iv) que su
muerte fuera inminente y; (v) que la práctica fuera realizada por un especialista
médico. En caso de no concurrir estos requisitos, el sujeto activo estaría
cometiendo un delito.
6.2.3 A partir de tales criterios fijados por la sentencia Leeuwarden, “las prácticas
eutanásicas fueron aceptadas lentamente y se admitió como conducta lícita la
terminación de la vida a petición del paciente bajo los requisitos establecidos”64.
Posteriormente, en 1981, el tribunal de Rotterdam amplió las posibilidades
previstas en el fallo anotado, y consideró que el auxilio al suicidio tampoco debía
ser punible y que el deseo de morir tampoco si había sido razonado
conscientemente sin existir alternativa razonable. A partir de allí, el desarrollo
jurisprudencial fue mayor. Las decisiones judiciales serían la base para que, más
recientemente, el legislador optara por asumir el asunto y regular dicha práctica.
64
Golan, Gilli Kahn. Eutanasia y Justicia. Pontificia Universidad Javeriana, Cali. 2008. Cali, Colombia.
37
enfermedad terminal, eutanasia y auxilio al suicidio. En ese orden, el decreto
pretendió controlar dichas prácticas y en especial, desarrollar medidas de seguridad
que garanticen la voluntad libre del paciente, pues al parecer uno de los resultados
de la investigación fue el aumento de esta conducta sin el control de los tribunales.
Pero además, como se aprecia, en esta norma se incluyó una nueva hipótesis la cual
abrió la posibilidad de que sin que exista una enfermedad terminal, se pueda inducir
la muerte de una persona.
6.2.6 Precisamente, cuatro años más tarde, en 1994, la Corte Suprema Holandesa
resolvió un caso de un psiquiatra que fue acusado por el delito de auxilio al suicidio
practicado a una paciente que no padecía una enfermedad terminal. En efecto, la
mujer sufría de depresión causada por la pérdida de sus dos hijos y la separación
de su esposo. En numerosas oportunidades indicó su deseo de morir y su rechazo a
someterse a algún tratamiento. El psiquiatra Boudewijn Chabot realizó el
procedimiento, pero más tarde fue absuelto por la justicia holandesa. Este caso
implicó una ampliación de las hipótesis ya indicadas pues ahora no se requería tener
una enfermedad terminal. Así, a partir de este precedente, la eutanasia fue permitida
siempre que (i) exista un sufrimiento insoportable; (ii) que el tratamiento médico
no produzca los efectos esperados; (iii) no es necesaria una enfermedad terminal y,
finalmente; debía ser practicada por un especialista médico.
Pues bien, a partir de esos antecedentes, en el año 2001 se legalizó, ahora a través
de normas legales, la posibilidad de practicar la eutanasia a personas enfermas que
sufrían dolores intensos sin posibilidad médica de sanación o curación. El cambio
fue drástico. Lo que antes estaba sujeto a1 penalización, ahora sería regulado como
un derecho y se establecería un procedimiento para su realización. No solo la
despenalización, sino su ejecución.
En ese orden, el artículo 20 modificó los artículos 293 y 294 del código penal
holandés que castigaba este tipo de conductas. Así, el artículo 293 quedaría de la
siguiente manera:
65
Traducción no oficial. Ley 26691 n.137 de 2000 – 2001.
38
conforme al artículo 7, parágrafo segundo de la ley reguladora de los
funerales”.
6.2.9 En esos eventos, el medico queda facultado para atender la petición del
paciente, que como mínimo tenga dieciséis años y que haya dejado por escrito una
solicitud formal de que le realicen ese procedimiento. En caso de que la persona
tenga más de dieciséis pero menos de dieciocho, debe haber participación de los
padres del menor en la decisión. Si tiene entre doce y dieciséis, deberá existir
autorización expresa por parte de los padres. En ese orden, los requisitos
establecidos en la mencionada ley son los siguientes: (i) el sufrimiento del paciente
debe ser insoportable y sin ninguna posibilidad de mejora. Adicionalmente (ii) el
médico debe consultar, antes de realizarlo, con un comité creado especialmente
para estos casos. De igual manera (iii) el paciente debe tener mínimo 12 años.
39
6.2.10 Finalmente, un aspecto importante de la mencionada ley fue la creación de
comités, órganos o comisiones regionales para la comprobación de la terminación
de la vida a petición propia y de auxilio al suicidio. Son entes conformados por
grupos interdisciplinarios que tienen la función de servir como una instancia de
control en las prácticas eutanásicas. Son garantes de que esos procedimientos no se
conviertan en prácticas delictivas y que en efecto, la voluntad de los pacientes se
cumpla. Así, son “órganos intermedios entre el forense y el fiscal cuya tarea es
determinar en cada caso si la terminación de la vida o el auxilio al suicidio se
realizó de acuerdo con los requisitos exigidos por la ley. Dependiendo del
cumplimiento de los criterios establecidos por la ley, dicho comité tiene la
competencia de decidir si el médico actuó legalmente y en caso contrario debe
denunciarlo ante la Fiscalía General del Estado y el inspector regional para la
asistencia sanitaria”66. Tal y como se aprecia, la norma evita que la decisión de
morir dependa en exceso de un médico y para ello, crea un órgano que sea garante
de los intereses de la persona.
6.3 Estados Unidos de América: La Ley de la Muerte Digna del Estado de Oregón
y otras normas.
6.3.1 En este país, pocos Estados han despenalizado la eutanasia y tan solo algunos
la han reglamentado. De hecho, al igual que lo que sucedió en Holanda en sus
inicios, el desarrollo del derecho a morir dignamente se ha dado principalmente a
través de fallos judiciales. Por ejemplo, en el Estado de la Florida, tan solo se
permitió la eutanasia pasiva de Terri Schiavo a través de una sentencia.
Recientemente el debate se reabrió con ocasión del caso de Brittany Maynard. Los
hechos de estos casos se enmarcaron dentro del concepto del suicidio asistido. Lo
importante es que por el modelo de organización política de ese país, cada Estado
tiene cierta autonomía normativa que le permite penalizar o despenalizar esa
práctica. De allí que en este capítulo la Sala abordará tan solo el tratamiento
legislativo que le han dado algunos Estados.
40
desahuciados y de quienes se espera que tengan menos de 6 meses de vida,
medicamentos para que puedan suicidarse”68. La doctrina coincide en indicar que
esa norma contiene disposiciones sencillas, cortas, fáciles de entender, de tal suerte
que en la práctica no se generan mayores contradicciones. Igualmente, es una
norma que, a diferencia de lo que sucedió inicialmente con el caso Holandés, está
diseñada para garantizar el derecho del enfermo y no para distinguir cuándo existe
una conducta punible.
6.3.3 Así las cosas, el suicidio asistido es permitido en el Estado de Oregón (USA)
siempre que (i) el paciente sea una persona adulta (ii) mentalmente competente y,
finalmente, (iii) si la enfermedad diagnosticada no permite pronosticar más de seis
meses de vida. Solo si concurren estas tres condiciones, la persona podrá solicitar
al médico su ayuda para morir y este, si lo realiza, no cometerá delito alguno. A
pesar de la sencillez de la norma, involucra aspectos de indispensable complejidad.
De allí que el objetivo subsiguiente sea el de regular aspectos como la garantía de
voluntad del paciente.
6.3.5 Otro Estado que reguló esta clase de procedimientos fue el de la Florida. Fue
allí en donde se dio una gran discusión sobre la posibilidad de practicar la eutanasia
a pacientes terminales. Todo con ocasión del caso de Terri Schiavo que ya fue
reseñado en párrafos anteriores, quien fue conectada a aparatos artificiales durante
más de quince años sin mejoría alguna. Su esposo solicitó a las autoridades
judiciales en 1998 la desconexión de su esposa. Sin embargo, los padres de Terri
se encontraban en desacuerdo. Luego de muchos años de discusiones y disputas,
en el 2005, los jueces tomaron la decisión de permitir que la paciente fuera
desconectada, quien moriría dos semanas después por desnutrición y
deshidratación. Fue un típico caso de eutanasia pasiva.
6.3.6 A partir de ese caso, la opinión pública retomó estas discusiones y en su gran
mayoría estuvieron de acuerdo con que la voluntad del paciente debía primar en
estos eventos, a pesar de prohibiciones legales expresas e incluso de tipos penales
sancionadores. Sin embargo, la principal crítica que despertó este caso fue la
68
Ibíd. Golan, Gilli Kahn. Pág. 70.
41
disparidad de legislaciones y regulaciones pues al existir diferentes normas en
distintos Estados, se creaba un estado de desigualdad entre sus habitantes. Pese a
ello, no dejó de ser un caso muy importante para la posterior despenalización de la
eutanasia en otras partes de los Estados Unidos.
6.4.1 Este es otro país donde se ha regulado con grandes avances el derecho a morir
dignamente. La eutanasia fue despenalizada en el año 2002, poco tiempo después
de que Holanda lo hubiera hecho, y a partir de ahí las discusiones para ampliar las
hipótesis en las que procede no han parado de surgir. La ley Belga69 define la
eutanasia como “la terminación intencional de la vida de otra persona, a solicitud
de quien se verá privada de la vida”. De allí que sea posible distinguir varios
supuestos legales en los que dicha conducta no será considerado delito.
6.4.2 Así las cosas, el paciente debe ser mayor de edad o menor emancipado. Pero
además, deberá tener capacidad legal y de conciencia al momento de realizar su
petición. El objetivo es blindar la autonomía incluso, de interferencias propias que
puedan alterarla. De allí que la misma norma exija que la petición debe ser
voluntaria, meditada y reiterada. No basta manifestarla una sola vez y se verá
viciada si media algún tipo de presión externa al paciente. Incluso, la norma prevé
el sufrimiento como una forma de alterar la voluntad del enfermo. Igualmente, la
legislación belga no distingue entre estado terminal del paciente o enfermedad
crónica. Se trata de no restringir las posibilidades con reglas estrictas que
posteriormente pueden ser fácilmente controvertibles.
69
Traducción no oficial. Ley relativa a la eutanasia, publicada en Moniteur Belg del 26-X-2002.
42
posibilidades de vida son pocas, practiquen el procedimiento reseñado. Estos casos
se dan generalmente cuando ocurren accidentes o enfermedades imprevistas. Se
busca permitir que los pacientes que no pueden manifestar su voluntad, lo hagan
previamente.
6.4.5 Con el objeto de regular y especialmente controlar estas prácticas, la ley belga
creó una “Comisión Federal de Control y de Evaluación”70. Dicha comisión tiene
la misión de dotar de transparencia esos procedimientos médicos. Está integrada
por 16 expertos interdisciplinarios que son designados por sus conocimientos y
experiencia. Algunos son abogados, la mayoría médicos, otros psicólogos e incluso
existen miembros de la sociedad civil representada por organizaciones sociales.
Algo muy importante de esta ley que la distingue de la norma holandesa, es que
incorpora disposiciones procesales que tienen que ver con otro tipo de situaciones
jurídicas. Por ejemplo, en su artículo 15 establece que la muerte ocurrida en estas
condiciones se entenderá que fue natural, para efectos de negocios o cláusulas
procesales, de sucesiones, o incluso de seguros de vida.
6.5 Conclusiones
70
Artículos 5 y 6.
43
regulación los enfermos no estarían sujetos a la buena voluntad del médico, sino a
la exigencia de sus derechos fundamentales.
6.5.3 En ese mismo sentido, finalmente, el papel que jugó la reglamentación de las
prácticas eutanásicas fue muy importante para garantizar la voluntad del paciente.
Así, la autonomía individual sería el pilar fundamental en las leyes expedidas. De
allí que su protección se haya dado a través de dos criterios o principios. El primero,
la primacía de la autonomía de la voluntad. Consistió, básicamente, en que la
decisión del paciente prima por encima de la voluntad de cualquier otro individuo,
incluyendo su familia o sus médicos tratantes. De allí que, incluso, se presuma la
capacidad psicológica del paciente al manifestarla. De otro lado, segundo criterio
o principio, radica en la protección jurídica de esa autonomía. Los legisladores
optaron por blindar la voluntad al punto de, por ejemplo, crear comités de
seguimiento de estos procesos, y exigir que la manifestación de voluntad del
paciente sea reiterada y sostenida. De igual forma, una edad y consciencia mental
determinada (en algunos casos no).
7.1 Carencia actual de objeto por daño consumado. Lineamientos para garantizar
el derecho a morir dignamente.
7.1.3 En relación con el caso de la Señora Julia, la Sala estima que existió una
violación a sus derechos fundamentales por parte de la EPS, así como de los
médicos tratantes. De acuerdo con los hechos planteados, la peticionaria padecía
una enfermedad terminal que le causaba intensos dolores, motivo por el cual
solicitó en varias ocasiones a su médico tratante que le practicara la eutanasia como
única forma de dar fin a su sufrimiento. En esas mismas oportunidades el médico
y la EPS negaron la práctica de la eutanasia, por dos razones principales. La
primera, porque no existe una forma para verificar que la señora Julia sufría de un
intenso dolor, ya que esos son asuntos que le compete determinar a su médico y
ante la indeterminación del dolor, difícilmente se sabe si la manifestación de
voluntad de la paciente es libre e informada. Indicaron que esos conceptos son
relativos y que, como segunda razón, el legislador no ha expedido una Ley
estatutaria que defina ni los procedimientos ni los criterios para realizar esta clase
de eventos.
7.2.1 A partir de lo expuesto, lo primero que hay que decir es que el procedimiento
para garantizar el derecho a morir dignamente puede ser múltiple. En algunos
casos, la fórmula no será la eutanasia sino otro que se ajuste a la voluntad del
paciente. Por ejemplo, cuando el enfermo padezca dolores insoportables pero su
decisión no sea en lo absoluto terminar con su vida, los cuidados paliativos serán
la alternativa. Sin embargo, en vista de la ausencia de legislación aplicable al caso,
esta Corporación, con base en lo reseñado en la parte considerativa de esta
providencia, fijará algunos lineamientos tendientes a materializar el derecho a
morir dignamente.
Una vez se tenga certeza de que se trata de una patología terminal, adquiere
relevancia el elemento subjetivo, consistente en el dolor que cause sufrimiento
intenso al paciente. Aunque se pueda establecer médicamente que una enfermedad
implica mucho dolor (aspecto objetivo), limitar esa certeza a un concepto médico
choca con la idea misma de autonomía y libertad de las personas. Nadie más que
el propio paciente sabe que algo le causa un sufrimiento de tal envergadura que se
hace incompatible con su idea de dignidad. Los dolores pueden ser médicamente
de muchas clases y la falta de acuerdo médico puede llevar a la vulneración de los
derechos del paciente. Aunque el papel del médico en estos procedimientos es
indispensable, no por ello es absoluto. De esta manera, será la voluntad del paciente
la que determine qué tan indigno es el sufrimiento causado, aunado a los exámenes
médicos. No pueden los médicos oponerse a la voluntad del paciente cuando quiera
que objetiva y subjetivamente su voluntad se encuentra depurada. Existe una
prevalencia de la autonomía del enfermo.
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(ii) El consentimiento libre, informado e inequívoco
7.2.3 A partir de lo anterior, se sabe que el enfermo sufre de una patología terminal
que le causa sufrimiento intenso. Sin embargo, en criterio de esta Corporación debe
además mediar el consentimiento de la persona. Ese consentimiento debe ser libre,
informado e inequívoco. Sobre este punto, la Corte ya había dicho que el
consentimiento del sujeto pasivo debe “ser libre, manifestado inequívocamente por
una persona con capacidad de comprender la situación en que se encuentra. Es
decir, el consentimiento implica que la persona posee información seria y fiable
acerca de su enfermedad y de las opciones terapéuticas y su pronóstico, y cuenta
con la capacidad intelectual suficiente para tomar la decisión”.
“Por ejemplo, bien podría el Estado exigir que la petición sea expresada
en más de una ocasión, y luego de transcurrido un término razonable entre
las mismas. Podría también considerarse la posibilidad de que en todos los
casos se contara con una autorización judicial, a fin de asegurar la
autenticidad del consentimiento y garantizar que todos los intervinientes se
preocupen exclusivamente por la dignidad del enfermo. Igualmente la ley
podría ordenar que, previa a la última petición, la persona atienda a una
reunión con un equipo de apoyo que le explique integralmente su
situación y le ofrezca todas las alternativas posibles distintas a la opción
de morir”.
7.2.9 De otro lado, el consentimiento también puede ser sustituto. Esta manera de
manifestar el consentimiento ocurre cuando la persona que sufre de una
enfermedad terminal, se encuentra en imposibilidad fáctica para manifestar su
consentimiento. En esos casos y en aras de no prolongar su sufrimiento, la familia,
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Los términos dados en este procedimiento serán calendario, salvo que se indique lo contrario.
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podrá sustituir su consentimiento. En esos eventos, se llevará a cabo el mismo
procedimiento establecido en el párrafo anterior, pero el comité interdisciplinario
deberá ser más estricto en el cumplimiento de los requisitos.
7.2.12 A partir de las anteriores reglas, los procedimientos para la garantía del
derecho fundamental a morir dignamente deberán atender a los siguientes criterios:
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excesivamente su sufrimiento al punto de causar su muerte en condiciones de dolor
que, precisamente, quiso evitarse.
• En todo caso, esta providencia deberá ser interpretada con base en los criterios
adicionales previstos en la Sentencia C-239 de 1997.
7.2.13 Por las razones expuestas, la Sala declarará la carencia actual de objeto por
daño consumado, no obstante, con base en las consideraciones efectuadas en esta
decisión proferirá algunas órdenes a fin de hacia el futuro no se vuelvan a presentar
situaciones como la que dio origen a esta sentencia. De igual manera, exhortará al
Congreso de la República para que proceda a regular el derecho fundamental a
morir dignamente, tomando en cuenta lo establecido por esta providencia.
DECISIÓN
RESUELVE:
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SALVAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO
MAURICIO GONZALEZ CUERVO
A LA SENTENCIA T-970/14
Magistrado Ponente:
Luis Ernesto Vargas Silva
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