Constitucional P.N.

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TEORIA GENERAL DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES

Nuestra Carta Fundamental recoge una fundamentación iusnaturalista,


apoyada en la noción de Dignidad. Corresponde, entonces, que
analicemos este concepto.

1. Fundamentación iusnaturalista: Se encuentra basada en la


dignidad intrínseca del ser humano y en un ordenamiento natural
que se apoya en tal condición humana. Se entiende que el Hombre
nace con determinadas características que vienen impregnadas en
su ser y que, por lo tanto, no pueden ser vulneradas, sino que deben
ser protegidas. La base se encuentra en la dignidad de la persona, la
cual posee por el solo hecho de ser un individuo de la especie
humana. Esta dignidad puede explicarse, a su vez, por razones de
orden religioso, moral, o filosósfico, lo cual nos puede llevar a
encontrar diferentes tendencias dentro de quienes fundamentan
iusnaturalistamente los Derechos Humanos.

Quienes sustentan esta posición entienden que existe un


“Derecho Natural”, que es anterior al Derecho Positivo, pero
igualmente obligatorio. Este Derecho Natural entiende que todo ser
humano goza de dignidad, independientemente del país en el que se
encuentre, o de la época histórica que le corresponda vivir. Vale
decir, estos derechos existen con prescindencia absoluta de la época
y del lugar donde traten de reclamarse.

Al respecto, por ejemplo, José Luis Cea ha dicho: “Imperativo


es subrayar la dignidad como fuente y sustento efectivo de los
derechos esenciales y sus deberes correlativos. Unos y otros son
reconocidos como inherentes a la dignidad de la persona humana, es
decir, que le pertenecen por su naturaleza intrínseca, que emanan
de un ser esencialmente libre, racional, dotado de voluntad y
responsable de sus comportamientos, acreedor de un trato
respetuoso, con precisión por hallarse dotado de aquellas
cualidades. La dignidad es la calidad de la persona humana que la
convierte en fuente y titular de los derechos inherentes a su
naturaleza (...) El cimiento o sustento de los derechos humanos yace
–insistimos, porque es importante que se comprenda bien- en el
valor de la dignidad de la persona(…) Procede aquí preguntarse, ¿por
qué la persona humana es titular única del valor supremo de la
dignidad? No hallo respuesta más clara, lógica y categórica a esa
interrogante fundamental que la escrita en el Catecismo de la Iglesia
Católica, en la p. 296 del cual se refiere la dignidad humana al
hecho de haber sido el varón y la mujer hechos a imagen y
semejanza de Dios, es decir, el ser supremo”
Por su parte, Máximo Pacheco, nos dice: “Considero que el
fundamento de los derechos de la persona humana reside en que el
hombre es un ser dotado de razón y libre voluntad, que posee un fin
propio. Estos caracteres son los que le dan la dignidad de que goza.
La persona humana, por ser un todo dueño de sí y de sus actos, no
puede ser tratada por el ordenamiento jurídico como un medio, sino
como un fin y, por ello, debe reconocérsele la facultad de obrar
conforme a las exigencias del último fin y garantizársele, por parte
de los demás integrantes del grupo social, el respeto al uso lícito de
su actividad. En consecuencia, la verdadera filosofía de los derechos
fundamentales de la persona humana descansa en la dignidad y en
el fin trascendente de ella. Esta concepción está en íntima relación
en el concepto que tengo del Derecho Natural (…)El ser humano
tiene en sí, prefigurado, el fin a que debe tender en su
desenvolvimiento y conoce la bondad de los medios que debe usar,
es decir, tiene grabada en su corazón la imagen del Derecho Natural
y su vida es un continuo esfuerzo porque devenga aparentemente
aquello que ya es en él mismo; por ello, la existencia del Derecho
Natural es la lucha contra el medio y las contingencias para lograr
un perfecto ordenamiento o ajustamiento de las acciones humanas”

Finalmente, destacamos la posición del profesor Humberto


Nogueira: “La dignidad de la persona es la fuente y fundamento de los
derechos a través de los cuales se funda el consenso de la sociedad y se
legitima el Estado, además de las garantías básicas para el desarrollo de
la República Democrática y el Estado de Derecho.

 Definición de Derechos Fundamentales

“aquellas facultades o prerrogativas que le pertenecen a todo


individuo de la especie humana por el sólo hecho de existir como tal, que
se vinculan con su dignidad más esencial, y que aunque no cuenten con
declaración positiva estatal, deben ser respetados por todos aquellos que
de alguna manera se relacionen directa o indirectamente con el titular,
incluido el propio Estado”

 Listado tradicional de características

Tradicionalmente, han sido reconocidas las siguientes


características de los Derechos Fundamentales.

1. Son Derechos Innatos o Inherentes. Esto quiere decir que los


derechos le pertenecen a cada individuo de la especie humana, por
el solo hecho de nacer como tal. Son naturales, pertenecen al ser
humano de la misma forma como le es propio su cuerpo, o sea,
“porque la naturaleza así lo quiso”.

2. Son Derechos Universales. Como consecuencia de lo anterior, los


derechos fundamentales le pertenecen a todos los seres humanos,
sin distinción alguna. Todo individuo es titular de ellos,
independientemente del lugar donde se encuentre, o de la época
que le haya tocado vivir. No puede hacerse distinción de sexo, edad,
condición, estirpe o nacionalidad.

3. Son Derechos Igualitarios. Los derechos fundamentales no sólo le


pertenecen a todas las personas, sino que además a todas ellas les
corresponden en la misma medida o en la misma intensidad. No
solamente todas las personas son titulares de la libertad de
expresión, sino que además, todos son titulares de la misma
libertad de expresión.

4. Son Derechos Absolutos. Los derechos fundamentales emanan de la


dignidad, y como no se puede restringir o limitar la dignidad
humana, entonces tampoco los derechos se pueden restringir. De
allí que se diga que son absolutos. A su vez, si los derechos emanan
de la libertad humana, para los liberales, tampoco es adecuado
someterla a límites.

5. Son Derechos Inalienables. Vale decir, nadie podrá enajenarlos a


otro, ni nadie podrá privar de ellos a otro. Por lo mismo, son
irrenunciables e inviolables.

6. Son Derechos Irrenunciables o Indisponibles. La voluntad de las


personas se encuentra limitada, puesto que se trata de derechos que
son inherentes a su propia existencia, por lo mismo ellas se
encuentran impedidas de renunciar a estos derechos, y de hacerlo,
dicha renuncia sería nula.

7. Son derechos inviolables. Que sean inviolables significa que no


pueden ser vulnerados, afectados, violados. Implica una esfera de
inviolabilidad, que los transforma en prerrogativas que deben ser
respetadas por todos los sujetos que se vinculen con los titulares.
8. Son Derechos Irreversibles. Esto quiere decir que una vez que un
derecho ha sido reconocido o incorporado al catálogo de derechos
protegidos por el ordenamiento, no puede eliminarse del mismo.

9. Son Derechos Indivisibles. La dignidad humana es indivisible, es


una sola unidad y por lo mismo, debe ser protegida íntegramente. Si
cada derecho representa un área diferente de dicha dignidad,
entonces los derechos también son divisibles. Por lo mismo, no es
posible concebir un sistema jurídico, político o económico que tenga
por objeto proteger sólo determinados derechos, mientras incurre en
la vulneración de otros. Afectar cualquiera de estos derechos implica
la afectación de toda la dignidad y no sólo de una parte de ella. A
nadie se le trata de una forma “más o menos digna”, o se le respeta o
no se le respeta. Por lo mismo, la dignidad y los derechos que de ella
emanan, son indivisibles.

10. Son Derechos Imprescriptibles, vale decir no se pierden por el


hecho de no reclamarlos por cierto tiempo. La imprescriptibilidad de
estos derechos ya se encontraba consagrada en la Declaración de los
Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789.

 Respeto, promoción y garantía de los derechos humanos

Otra relación existente entre el Estado y los Derechos Humanos se


da en relación con los deberes que tienen los órganos del Estado en
relación con esta categoría especial de derechos. El art. 5° inciso
segundo de la CPR ya lo indica cuando establece que es deber del
Estado “respetar y promover tales derechos, garantizados por esta
Constitución, así como por los tratados internacionales ratificados por
Chile y que se encuentren vigentes”.
En rigor, señalaremos que el Estado tiene diferentes deberes en
relación con los Derechos Humanos, a saber:

1.- Deber de respeto

Se trata de un deber negativo, vale decir, se trata de un deber de


abstención, o de no hacer. El deber de respeto consiste en el deber que
tiene el Estado de no violar ni atentar en contra de los derechos
fundamentales de las personas.
No es lícito que los órganos, que están llamados a servir a las
personas, atenten en contra de su dignidad ni de sus derechos.
Tampoco pueden limitar a los derechos más allá de lo que la propia
Constitución lo acepta o lo tolera.
Que los órganos del Estado estén obligados a respetar los derechos,
no significa que sólo ellos lo deban hacer. En efecto, los derechos
fundamentales también deben ser respetados por todos, ya que, si esos
derechos se encuentran directa o indirectamente protegidos por la
Constitución, a todos le es aplicable el inciso segundo del art. 6° del CPC:
“Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o
integrantes de dichos órganos como a toda persona, institución o grupo”.
Como vimos anteriormente, todos los órganos se encuentran
limitados por el respeto a estos derechos, lo que nos lleva a concluir que
cualquier órgano puede violar un derecho humano, cada cual dentro de
sus funciones. O sea, no solo los servicios públicos que forman parte del
poder ejecutivo, sino que también los tribunales, el Congreso Nacional,
las fuerzas armadas, el Tribunal Constitucional deben proteger los
derechos, y se encuentran impedidos de vulnerarlos.

2.- Deber de promoción

En este caso, el Estado no sólo tiene un deber negativo o de


abstención, sino que debe asumir un rol más activo.
La promoción de los derechos humanos consiste en una actividad
permanente de difusión y educación en esta clase de derechos.
Pero además cubre otro tipo de conductas, como son la de generar
las condiciones suficientes para que puedan desarrollarse con plenitud
los llamados derechos prestacionales o de segunda generación. Vale
decir, los órganos estatales deberán velar por que los recursos públicos y
los esfuerzos se destinen a la procura de las condiciones que permitan el
bienestar general de la población en las áreas donde su participación es
decisiva, como en la seguridad social, la salud pública o la educación
pública.
La labor de promoción, como dijimos, también se manifiesta con
singular fuerza, mediante las acciones tendientes a una educación y
formación de la ciudadanía en torno a los conceptos relacionados con los
derechos humanos. Por supuesto que esta misma labor deberá
desarrollarse al interior de los órganos del Estado, puesto que no basta
con educar a las personas, si los funcionarios del Estado no dominan los
conceptos esenciales en lo que a protección de los derechos se refiere.

3.- Deber de garantía

Es deber del Estado evitar la vulneración de los derechos por parte


de cualquier persona en contra de otra, y también amparar a quien ya
hubiera sufrido una vulneración.
Para ello, existen diferentes clases de garantía.
Por ejemplo, existen las llamadas “garantías normativas”. Una de
las más importantes consiste en la consagración constitucional de los
derechos. La sola circunstancia que los derechos fundamentales se
encuentren contenidos en la Carta Fundamental ya es una garantía para
las personas. Con este solo hecho, se evita que cualquier órgano con
competencias para dictar normas, emita una que sea contraria a un
derecho fundamental. Con ello, cuando se protege a la Constitución, se
protegen los derechos contenidos en ella, y cuando se protegen los
derechos, se protege la Constitución también.
También existen las “garantías judiciales”, por medio de las cuales,
una persona que se sienta lesionada en el legítimo ejercicio de un derecho
fundamental, podrá recurrir a los Tribunales de Justicia para defender
ese derecho. Para ello, se podrá concurrir a Tribunales Ordinarios, como
cuando se interpone un recurso de protección o un recurso de amparo, o
bien, se podrá actuar ante el Tribunal Constitucional.

NACIONALIDAD, CIUDADANÍA Y SISTEMA ELECTORAL

 Concepto

El término “Nacionalidad” puede ser definido, al menos desde dos


puntos de vista.
En una primera perspectiva, desde un punto de vista sociológico, la
Nacionalidad se entiende como “la pertenencia a un grupo humano en
función de una comunidad de nacimiento, sangre, lengua, cultura,
costumbres e historia”. Esta definición se asocia, a su vez, con el concepto
de “Nación”, vale decir, es señal de la inclusión de un individuo a una
nación determinada.
Si bien el anterior concepto es útil para el desarrollo de
determinadas áreas del conocimiento, como las Ciencias Políticas,
nosotros nos valdremos de la definición de Nacionalidad desde un punto
de vista jurídico. Desde este segundo punto de vista, este vocablo se
entiende como “el vínculo jurídico, que existe entre una persona y un Estado
determinado, del cual derivan derechos y obligaciones recíprocas”.
Como se ve, en este segundo concepto, la nacionalidad más bien se
asocia con el Estado y no con la Nación. Además, al tratarse de un vínculo
jurídico, genera naturalmente derechos y obligaciones recíprocas.
En las próximas líneas, entenderemos el concepto de nacionalidad
desde esta segunda perspectiva, vale decir, desde un punto de vista
jurídico.

 Importancia
La nacionalidad no es un mero “vínculo”, sino que mucho más que
ello, constituye un derecho fundamental, protegido entre otros
documentos, por la Convención Americana de Derechos Humanos (o Pacto
de San José de Costa Rica), la cual, en su artículo 20, dispone que “1º
Toda persona tiene derecho a una nacionalidad; 2º Toda persona tiene
derecho a la nacionalidad del Estado en cuyo territorio nació si no tiene
derecho a otra; 3º A nadie se le privará arbitrariamente de su nacionalidad,
ni del derecho a cambiarla”.
El status de Derecho Fundamental no es indiferente, por cuanto,
debe ser protegido en dicha calidad, y constituye un límite al ejercicio de la
soberanía nacional según lo dispuesto en el art. 5º inciso 2º de la CPR.
Por lo mismo, se puede decir que la Nacionalidad cuenta con las
siguientes características:

1. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.


2. A su vez, genera para el nacional, una serie de deberes.
3. Une a un sujeto con un Estado, y no con otro tipo de organización.
4. Toda persona tiene derecho a cambiar de Nacionalidad, en
conformidad con la legislación interna.
5. La nacionalidad es irrenunciable, a menos que se adquiera otra.
6. Nadie podrá ser privado arbitrariamente de su nacionalidad.

II. Fuentes de la Nacionalidad


(Texto CPR - Concepto y Clasificación - Situación en la CPR - Reforma Constitucional)
Texto Constitucional
Art. 10 CPR:
“Son chilenos:
1º Los nacidos en territorio de Chile, con excepción de los hijos de
extranjeros que se encuentren en Chile en servicio de su Gobierno, y de los
hijos de extranjeros transeúntes, todos los que, sin embargo, podrán optar
por la nacionalidad chilena:
2º Los hijos de padre o madre chilenos, nacidos en territorio extranjero.
Con todo, se requerirá que alguno de sus ascendientes en línea recta de
primer o segundo grado, haya adquirido la nacionalidad chilena en virtud
de lo establecido en los números 1º, 3º ó 4º;
3º Los extranjeros que obtuvieren carta de nacionalización en conformidad
a la ley;
4º Los que obtuvieren especial gracia de nacionalización por ley. La ley
reglamentará los procedimientos de opción por la nacionalidad chilena; de
otorgamiento, negativa y cancelación de las cartas de nacionalización; y la
formación de un registro de todos estos actos”.

 Concepto y Clasificación

Las Fuentes de la Nacionalidad son aquellos hechos de la naturaleza


o actos jurídicos que generan o dan origen a la nacionalidad.
Estas fuentes, a su vez, pueden clasificar en Fuentes Originarias o
Derivadas. Las primeras, a su vez, pueden ser originarias “por nacimiento
en el territorio” (Ius solis) o “por filiación” (“Ius sanguinis”)

1. Fuentes Originarias. También se denominan “fuentes biológicas” o


“naturales”, y son aquellas que confieren la nacionalidad a una
persona, desde y en razón de su nacimiento, teniendo en
consideración, ya sea el territorio en el que tuvo lugar el
alumbramiento, o la nacionalidad de sus progenitores. Por lo mismo,
las fuentes originarias de la nacionalidad pueden obedecer a dos
reglas:
a. Ius solis. Es aquella por la cual se reconoce nacionalidad a
una persona en función del Estado en cuyo territorio nació.
b. Ius sanguinis. Es aquella por la cual se reconoce
nacionalidad a una persona en razón de su filiación, vale
decir, en función de la nacionalidad de sus progenitores.

2. Fuentes Derivadas. Son conocidas también como “fuentes jurídicas”


o “adquiridas”. Son aquellas que otorgan la nacionalidad a una
persona, mediante un acto de un órgano estatal, y por lo mismo, no
tienen efecto retroactivo, sino que son declarativas, operando sólo
para el futuro.
 Situación en la Constitución Política (art. 10º CPR)
Nuestra Constitución Política, en su artículo décimo, consagra
fuentes tanto originarias (numerales 1 y 2) como derivadas (numerales 3 y
4) de la nacionalidad, las cuales analizaremos siguiendo esta misma
clasificación.

Fuentes originarias en la CPR.

a. Regla General. La Constitución Política opta, especialmente a partir


de la reforma del año 2005, por un sistema de ius solis, vale decir,
por regla general, son chilenos, todos los nacidos en territorio
chileno (art. 10 Nº 1, primera parte, CPR).

b. Excepciones. Sin embargo, esta regla reconoce dos tipos de


excepciones, en las cuales, primará la regla de ius sanguinis:

b.1. Casos de nacidos en territorio nacional, pero que sin embargo, no


serán chilenos (art. 10 Nº 1, segunda parte, CPR):
 los hijos de extranjeros que se encuentren en Chile en servicio de su
Gobierno, y
 los hijos de extranjeros transeúntes.
A pesar de ello, en ambos casos, estas personas podrán optar por la
nacionalidad chilena.
El procedimiento para hacer uso de esta opción se encuentra
regulado por el DS N º 5.142 del Ministerio del Interior de 1960,
modificado por la ley Nº 18.005 de 1981. Según éste, la solicitud debe
presentarse dentro del plazo de un año contado desde que el interesado
hubiere cumplido veintiún años, ante el Departamento de Extranjería del
Ministerio del Interior –en regiones, esta oficina se ubica en las
Gobernaciones Provinciales–, o ante agente diplomático o consular chileno
si estuviese en el extranjero; y en ella deberá acreditar que el peticionario
nació en Chile y, además, que en esa fecha sus padres eran extranjeros
transeúntes o que se encontraban al servicio de su Gobierno (en las
Partidas de Nacimiento debiera hacerse mención del hecho de ser el
inscrito, el hijo de extranjero transeúnte).

b.2. Casos de nacidos en el extranjero, pero que serán considerados


chilenos. Procede respecto de los hijos de padre o madre chilenos, según lo
dispuesto en el art. 10 Nº 2 CPR.
No obstante, para aplicar esta regla excepcional, es necesario que alguno
de los ascendientes en línea recta de primer o segundo grado, haya
adquirido la nacionalidad chilena en virtud de lo establecido en los
números 1º, 3º ó 4º del artículo 10º, o sea, que la hayan adquirido por
haber nacido en territorio chileno, o por opción, o por carta de
nacionalización, o por nacionalización por gracia.

3. Fuentes derivadas. La Constitución chilena reconoce como fuentes


derivadas de la nacionalidad, la nacionalización por carta y la
nacionalización por gracia, en los art.10 Nº 3 y Nº 4,
respectivamente:

(a) La nacionalización por carta.

Concepto.
La nacionalización consiste en adquirir una nacionalidad
distinta de la originaria, y en general en substitución de ella.

Reforma Constitucional de 2005 (Ley de Reforma Constitucional Nº


20.050).
Según el texto original de la Constitución, para que un
extranjero pudiera obtener la carta de nacionalización, debía renunciar
expresamente a su nacionalidad anterior. No se exigía esta renuncia a los
nacidos en país extranjero que, en virtud de un tratado internacional,
hubiera concedido el mismo beneficio a los chilenos (situación que sólo
ocurría con España, DS Nº 569 del Ministerio de Relaciones Exteriores de
1958). Además, se establecía que los nacionalizados sólo podían optar a
cargos de elección popular después de estar cinco años en posesión de sus
respectivas cartas de nacionalización.
Con la reforma constitucional introducida por la ley 20.050, se
introducen dos modificaciones a este precepto, una de carácter sustancial
o material, y otra meramente formal.

 En primer término, se elimina la exigencia constitucional que


consistía en que los extranjeros renuncien a su nacionalidad de
origen. De esta forma, la Constitución chilena se moderniza, y se
incorpora a la tendencia internacional en orden a aceptar cada vez
con mayor tolerancia, los fenómenos de doble nacionalidad. Ello, va
de la mano con el proceso de globalización, que supone un
movimiento migratorio mucho más dinámico, y la relativización de
las fronteras interestatales.
Según veremos más adelante, este principio también se expresa al
eliminar como causal de pérdida de nacionalidad chilena, la
nacionalización pura y simple en país extranjero.

 Además, la exigencia de estar en posesión de la carta de


nacionalización por más de cinco años para optar a cargos de
elección, se “traslada” al inciso segundo del artículo 14. Se debe
dejar constancia, por último, que este requisito se ha establecido con
el ánimo manifiesto de impedir que un extranjero se nacionalice sólo
para ejercer este tipo de cargos.

a.3. Requisitos para obtener la nacionalidad chilena.


El artículo 10 Nº 3 de la CPR establece que la obtención de la carta
de nacionalización, debe ser “en conformidad a la ley”. Al respecto, es el
Decreto Nº 5.142 de 1960, el que fijó el texto refundido de las
disposiciones sobre nacionalización de extranjeros, el que establece los
requisitos para obtener la carta de nacionalización (ley 13.955 y otras).
Estos requisitos son:
 Que el extranjero haya cumplido 21 años de edad; exceptúanse los
hijos de padre o madre chilenos nacionalizados que hayan cumplido
18 años de edad.
 Que tengan más de cinco años de residencia continua en el territorio
nacional. Será el Ministerio del Interior quien calificará atendidas las
circunstancias, si algún viaje accidental al extranjero ha
interrumpido o no la residencia continua.
 Ser titular de permiso de Permanencia Definitiva Vigente. Conforme
a lo establecido en el D.S 597 (Reglamento de Extranjería), la
Permanencia Definitiva es el permiso concedido a los extranjeros
para radicarse indefinidamente en el país y desarrollar cualquier
clase de actividades, sin otras limitaciones que las que se
establezcan en las disposiciones legales y reglamentarias.
 No haber sido condenado ni estar actualmente procesado por crimen
o simple delito.
 Estar capacitado para ganarse la vida.
 Llenar y firmar personalmente el formulario "Solicitud de Carta de
Nacionalización", adjuntando la documentación que corresponda.

Formalidad para obtener la nacionalización.


La nacionalidad la otorga el Presidente de la República en
decreto refrendado por el Ministerio del Interior.

b. La nacionalización por gracia.

Concepto.
Es aquel modo derivativo de adquirir una nacionalidad, mediante la
expresión formal de gratitud que un Estado expresa en beneficio de un
extranjero, sin que ello implique la pérdida de su nacionalidad anterior.
En este sentido, es un reconocimiento a “extranjeros ilustres” o
“grandes servidores”.
Requisitos.
La Constitución Política no establece requisito ni condición alguna
del extranjero a quien se le conceda este beneficio.

Formalidades.
La nacionalización por gracia debe materializarse a través de una
ley.

III. Pérdida de la Nacionalidad


(Texto CPR - Causales de Pérdida – Rehabilitación - Acción por pérdida o desconocimiento
de la nacionalidad)

 Texto Constitucional
Art. 11 CPR:
“La nacionalidad chilena se pierde:
1º Por renuncia voluntaria, manifestada ante autoridad chilena
competente. Esta renuncia sólo producirá efectos si la persona,
previamente, se ha nacionalizado en país extranjero;
2º Por decreto supremo, en caso de prestación de servicios durante una
guerra exterior a enemigos de Chile o de sus aliados;
3º Por cancelación de la carta de nacionalización, y
4º Por ley que revoque la nacionalización concedida por gracia.
Los que hubieren perdido la nacionalidad chilena por
cualquiera de las causales establecidas en este artículo, sólo podrán ser
rehabilitados por ley”

 Causales de Pérdida de la Nacionalidad (art. 11º CPR)


Analizando las causales de pérdida de la nacionalidad, antes
anotadas, podemos establecer que una consiste en un acto voluntario del
nacional chileno (art. 11 Nº 1 CPR), dos derivan de actos de la autoridad
administrativa (art. 11 Nºs. 2 y 3 CPR), y una del órgano legislativo (art. 11
Nº 4 CPR).

1. Renuncia voluntaria a la nacionalidad chilena.


Como primer punto a destacar, es que este numeral viene en
reemplazar al antiguo artículo 11 Nº 1 CPR el que establecía que:

“Art. 11: La nacionalidad chilena se pierde:

1º Por nacionalización en país extranjero, salvo en el caso de aquellos


chilenos comprendidos en los números 1º, 2º y 3º del artículo anterior que
hubieren obtenido otra nacionalidad sin renunciar a su nacionalidad chilena
y de acuerdo con lo establecido en el Nº 4 del mismo artículo.
La causal de pérdida de la nacionalidad chilena señalada
precedentemente no regirá respecto de los chilenos que, en virtud de
disposiciones constitucionales, legales o administrativas del Estado en cuyo
territorio residan, adopten la nacionalidad extranjera como condición de su
permanencia en él o de igualdad jurídica en el ejercicio de los derechos
civiles con los nacionales del respectivo
país”
Tal como se aprecia, en el antiguo texto, la sola nacionalización en
país extranjero era causal de pérdida de nacionalidad.
Con la reforma del año 2005, lo que produce la pérdida de nacionalidad es
la renuncia de ella ante autoridad competente, y no la mera
nacionalización.
Esta modificación, además, busca propender a una mayor tolerancia y
aceptación de la figura de la doble nacionalidad, antes repugnada por
nuestro sistema.
Pero además, evita que personas incurran en la calidad de apátridas, toda
vez que la nacionalidad no se entenderá renunciada, salvo que
previamente, el sujeto se hubiera nacionalizado en otro país.
A la luz de esta norma, por lo tanto, para que una persona pierda la
nacionalidad chilena por aplicación del art. 11 Nº 1, se requiere:
a. que exista renuncia a la nacionalidad chilena, la que como todo acto
jurídico, entendemos que deberá estar exenta de todo vicio;
b. que esta renuncia se haga “ante autoridad chilena competente”,
asunto que a la fecha no ha sido resuelto legislativamente; y
c. que la renuncia sea precedida de nacionalización en país extranjero.

2. Prestación de servicios a enemigos de Chile durante una guerra.

Para que opere la causal del art. 11 Nº 2 de la CPR, deben cumplirse los
siguientes requisitos:
a. Que exista guerra exterior entre el Estado de Chile y un Estado
extranjero. Por lo tanto, no bastan enfrentamientos con algún
enemigo interno o paramilitar rebelde. Si bien se discute este punto,
creemos que debe existir formalmente una declaración de guerra en
los términos de los arts. 32 Nº19 y 63 Nº 15 CPR.
b. Que, el chileno preste servicios durante dicha guerra a enemigos de
Chile o de sus aliados. Tampoco lo indica claramente la norma, pero
es razonable asumir que dichos servicios se relacionen con las
acciones bélicas, aunque ello no ha sido resuelto aún.
c. Que se dicte de un Decreto Supremo fundado y firmado por todos
los ministros, donde se deja constancia de los motivos de la
decisión.

3. Por cancelación de la Carta de Nacionalización


Deben operar los siguientes requisitos:
a. Debe haber existido la obtención de una carta de nacionalización,
por Decreto Supremo.
b. La cancelación de la carta de nacionalización deberá realizarse en
virtud de otro Decreto Supremo, fundado y firmado por el Presidente
de la República, previo acuerdo del Consejo de ministros.
c. La cancelación de la carta de nacionalización se fundamentará (DS
Nº 5.142 de 1960):
 En haber sido concedida con infracción al art 3. del Decreto Nº
5142, y sus modificaciones posteriores,
 En que una persona se haya hecho indigna de la nacionalidad
chilena, o
 En que el poseedor de la carta de nacionalización ha sido condenado
por alguno de los delitos contemplados en la ley de seguridad del
Estado.
4. Por revocación de la nacionalidad chilena por gracia.
Recordemos que la nacionalidad por gracia se concede en virtud de
una ley. Por lo tanto, para que opere la revocación de ella, es necesario
que:
a. Se haya concedido a una persona la nacionalidad chilena por gracia,
y
b. Se revoque dicha nacionalidad en virtud de otra ley.

Observaciones finales:
 La persona que hubiere perdido la nacionalidad chilena por
cualquiera de las causales establecidas en el art. 11, sólo podrá se
rehabilitado en virtud de una ley (art. 11 inciso final);
 No obstante, lo anterior, quienes, de acuerdo al antiguo texto
constitucional, hubieren perdido la nacionalidad chilena, por
haberse nacionalizado en el extranjero (sin haber renunciado a la
nacionalidad chilena), podrán solicitar que se elimine de su partida
de nacimiento, la anotación de pérdida de la nacionalidad chilena,
recuperándola en tal caso; y
 La Reforma Constitucional del año 2005 eliminó como causal de
pérdida de nacionalidad, la del antiguo Nº 3 del artículo 11: “Por
sentencia judicial condenatoria por delitos contra la dignidad de la
patria o los intereses esenciales y permanentes del Estado, así
considerados por ley de quórum calificado. En estos procesos, los
hechos se apreciarán siempre en conciencia”.

 Acción por pérdida o desconocimiento de la Nacionalidad (art.


12º CPR)
El año 1957, en virtud de reforma constitucional del artículo 6º de la Carta
de 1925, se crea el recurso de reclamación por pérdida de la nacionalidad,
pero sólo respecto de cancelaciones de la carta de nacionalización.
La actual acción del art. 12 de nuestra Constitución, tiene una mayor
amplitud; ya que no sólo procede por la cancelación de la carta de
nacionalización, sino que también, por el desconocimiento de la
nacionalidad, en virtud de acto o resolución de autoridad administrativa.

Características:
1. En sentido estricto no constituye un recurso, sino una acción
constitucional, fundada en último término en el derecho de petición
(art. 19 Nº 14 C.P.R.). Las acciones tienen por objeto solicitar el
reconocimiento o declaración de un derecho que se cree tener, en
cambio, los recursos tienen por objeto impugnar resoluciones
judiciales, al pretender modificar, revocar o invalidar una resolución
judicial que la parte se cree perjudicada.
2. Para proceder a la acción, el acto o resolución administrativa debe
haber privado o desconocido la nacionalidad chilena a una
persona, esto es, procede la acción no sólo porque se ha privado de
la nacionalidad chilena, sino que incluso por el desconocimiento de
la causal de adquisición de la nacionalidad.
3. El titular de la acción es la persona a quien se la prive o
desconozca de la nacionalidad chilena, quien podrá recurrir por sí
o cualquiera a su nombre para el reconocimiento o declaración de su
derecho.
4. Sólo procede contra actos de autoridad administrativa, no
respecto de decisiones judiciales o legislativas.
5. La acción deducida tiene un plazo de 30 días fatales contados
desde que el afectado toma conocimiento, de la notificación, o del
acto, según sea el caso.
6. La acción se deduce para ante la Corte Suprema, quien conocerá en
pleno y como jurado, esto es fallará en conciencia.
7. Desde el momento en que se interpone la acción se suspenden los
efectos del acto privativo o de desconocimiento de la
nacionalidad.
La Ciudadanía
 Concepto e Importancia de la Ciudadanía

A pesar de su semejanza fonética, “población” y “pueblo” aluden a


realidades diferentes.
La población en sentido genérico la integran todos los habitantes de un
Estado en un momento determinado. Desde un punto de vista jurídico
corresponde al conjunto de habitantes de un Estado, dotados de derechos y
obligaciones civiles.
El pueblo, siguiendo con la concepción Rousseauniana, corresponde al
“conjunto de ciudadanos”. Para hacer la diferencia jurídica con la
población, el pueblo se define como el conjunto de habitantes de un Estado,
dotados de derechos y obligaciones tanto civiles como políticos.
Tanto bajo la Carta de 1980, como bajo la de 1925, el constituyente
distingue de un modo categórico entre nacionalidad y ciudadanía.
La ciudadanía de acuerdo a lo preceptuado por la Real Academia Española
comprende la “cualidad o derecho de ciudadano”, es decir, el conjunto de
aquellos miembros de un Estado dotados de derechos y obligaciones civiles
y políticas.
Al respecto, es necesario señalar que la expresión "derechos políticos" -en
sentido estricto- comprende aquella facultad para elegir a los gobernantes
y para ser elegido, como también la facultad para darse su propio estatuto
jurídico. Asimismo, -en sentido amplio- comprende, además, la facultad de
accionar ante los tribunales de justicia cuando se vean conculcados en el
ejercicio de esos derechos.
Parte de la Doctrina, incluye también dentro de los “derechos políticos”, la
facultad de las personas para otorgarse su propio estatuto jurídico, y para
accionar ante los Tribunales de Justicia, cuando vean conculcado el
ejercicio de estos mismos derechos.
Los “derechos civiles”, en cambio, corresponderán, a contrario sensu, a
los derechos no políticos, esto es, dirán relación principalmente con el
Derecho civil y las relaciones entre los particulares.
La importancia de la ciudadanía está representada por los derechos
específicos que concede, y que corresponde a aquellos que indica el
artículo 13 inciso segundo CPR:
 derecho a sufragio,
 derecho a optar a cargos de elección popular, y
 demás derechos que la Constitución o la ley establezcan (ej: ser
gobernador, intendente, vocal de mesa, o miembro de un partido
político).
Por este motivo, cuando en aquellas ocasiones en que la
Constitución acepta, por ejemplo, el sufragio de extranjeros, no significa
que se les reconozca calidad de ciudadanos, puesto que en verdad, no
contarán con los demás derechos propios de la ciudadanía.

 Los Ciudadanos

Es el artículo 13, en su inciso primero, el que indica quiénes son


ciudadanos: “los chilenos que hayan cumplido dieciocho años de edad y que
no hayan sido condenados a pena aflictiva”.
Por lo tanto, los requisitos para ser ciudadano chileno son:
 ser chileno (cualquiera haya sido la fuente de su nacionalidad);
 haber cumplido 18 años de edad; y
 no haber sido condenado a pena aflictiva (el art. 37 del Código Penal
establece que pena aflictiva es aquella pena privativa de libertad
igual o superior a tres años y un día).

Respecto de chilenos que hubieren adquirido su nacionalidad por lo


dispuesto en el artículo 10, Nºs. 2 y 4 (hijos de chilenos nacidos en el
extranjeros y nacionalidad por gracia), sólo podrán ejercer los derechos
que le confiere la ciudadanía, luego de avecindarse en Chile por más de un
año (art. 13 inciso tercero).
A su vez, los nacionalizados chilenos sólo podrán optar a cargos de
elección popular luego de estar en posesión de sus cartas de
nacionalización, al menos durante cinco años (art. 14 inciso segundo
CPR).
Sin embargo, como dijimos anteriormente, la Constitución reconoce
además la posibilidad que extranjeros ejerzan el derecho a sufragio, sin
que ello signifique concederles “ciudadanía” (art. 14 inciso primero CPR).
Para ello se requiere que:
 se encuentren avecindados en Chile por más de cinco años;
 hayan cumplido 18 años de edad;
 no hayan sido condenados a pena aflictiva; y
 que ejerzan el derecho a sufragio en los casos y formas que
establezca la ley.

 Suspensión del derecho a Sufragio

El artículo 16 de la Constitución contempla las causales de


suspensión del derecho a sufragio.
Como lo indica su nombre, estas causales no significan de modo
alguno, la pérdida de la calidad de ciudadano, sino sólo que no podrá
ejercerse el derecho a sufragio mientras dure el período que da lugar a la
inhabilidad.
Según esta norma, el derecho a sufragio se suspende:

1º Por interdicción en caso de demencia. La interdicción consiste en una


resolución judicial que declara que una determinada persona se encuentra
bajo una determinada condición – que en este caso particular, es la
demencia - . En la actualidad, la declaración de interdicción es materia de
competencia de los Tribunales de Familia.

2º Por hallarse la persona, acusada por delito que merezca pena aflictiva o
por delito que la ley califique como conducta terrorista. Para que opere
esta causal, deben darse tres requisitos:
 Que exista acusación. La acusación es una declaración que formula
el fiscal del Ministerio Público, al cierre de la investigación, cuando
estimare que ésta proporciona fundamento serio para el
enjuiciamiento del imputado contra quien se hubiere formalizado
investigación (art. 248 del Código Procesal);
 Que la acusación se encuentre pendiente. Dejará de estar pendiente
cuando se dicte sobreseimiento o condena. Declarado el
sobreseimiento del imputado, existe ciudadanía completa. A su vez,
con la condena del acusado, la suspensión se transforma en pérdida
de la ciudadanía.
 Que el delito por el cual sea acusado, se trate de delito que merezca
pena aflictiva o que la ley califique como conducta terrorista.
Cabe hacer notar que la reforma constitucional del año 2005 modificó este
punto, por cuanto según el texto original, el derecho a sufragio se
suspendía “por hallarse la persona procesada” por delito que mereciera
pena aflictiva o que la ley calificara como conducta terrorista. El objetivo
de la reforma, en este aspecto, fue adecuar el precepto constitucional,
respecto de la reforma procesal penal. A pesar de esta modificación, sin
embargo, “también se suspenderá el derecho de sufragio de las personas
procesadas por hechos anteriores al 16 de junio de 2005” por los mismos
delitos señalados, según lo establecido en la decimonovena disposición
transitoria de la Constitución.

3º Por haber sido sancionado por el Tribunal Constitucional en


conformidad al artículo 19 Nº 15, inciso 7º de la Constitución. Se refiere a
la sanción que se le impone a una persona que hubieren tenido
participación en actos o conductas que no respeten los principios básicos
del régimen democrático y constitucional, o que procuren el
establecimiento de un sistema totalitario, o aquellos que hagan uso de la
violencia, la propugnen o inciten a ella como método de acción política. En
este caso, la suspensión dura cinco años, contados desde la fecha de la
declaración del Tribunal.

 Pérdida de la Ciudadanía

Por su parte, el artículo 17 de la CPR establece las causales por las


cuales, se pierde la ciudadanía chilena. Estas causales son:

1º Por pérdida de la nacionalidad. Al respecto, puede operar cualquiera


de las causales del artículo 11 de la CPR.
2º Por condena a pena aflictiva. Sin embargo, una vez extinguida la
responsabilidad penal, recuperará su derecho a sufragio.
3º Por condena por delitos que la ley califique como conducta
terrorista y los relativos al tráfico de estupefacientes y que hubieren
merecido, además, pena aflictiva. Estas personas podrán solicitar su
rehabilitación al Senado, una vez cumplidas sus condenas.

El Sistema Electoral Público


El Sufragio – Votaciones Populares – Regulación del Sistema Electoral
El Sufragio

Previo al estudio del Sistema Electoral regulado por la Constitución, es


necesario revisar lo que ésta establece a propósito del sufragio.
El inciso primero del artículo 15 contempla las principales características
del sufragio, estas son:

 Personal: ello implica en primer término, que el votante debe


encontrarse en el lugar de votación, sin que le sea posible “remitir”
su voto por correo u otra vía. Además, al ser personal, no podrá
delegarlo en otra persona.

 Igualitario: Según José Luis Cea, esta característica se relaciona


con que los ciudadanos deben emitir su sufragio en paridad de
condiciones y oportunidades, dentro de un mismo sistema y con
sujeción a procedimientos comunes. Agrega que “al menos
teóricamente” cada voto debe tener el mismo valor, de manera que la
igualdad llega a coincidir con la universalidad en la ponderación del
voto.
 Secreto. Esta característica tiene por objeto asegurar la más
absoluta libertad e independencia del sujeto al momento de hacer
uso de este derecho. Por ello, y como consecuencia de la norma
constitucional, la ley establece una serie de garantías para las
votaciones, tales como la existencia de cámaras secretas, la
prohibición que los votos o papeletas estén marcados, el resguardo
por las Fuerzas Armadas de los recintos de votación, etc.
 Voluntario. A partir del año 2009, la Constitución establece que el
voto será voluntario, consolidándose la idea que el sufragio es un
derecho y no un deber. Esta reforma entró en vigencia un tiempo
después, ya que requería modificación de La Ley Orgánica
Constitucional De Votaciones Populares Y Escrutinios, lo que
sucedió gracias a la ley 20.568 del 31 de enero de 2012, la cual
estableció el Voto Voluntario y la Inscripción Automática en los
Registros Electorales. (hoy en día es obligatorio, 2023)

 Votaciones Populares

Por su parte, el inciso segundo del citado artículo 15 establece que: “Sólo
podrá convocarse a votación popular para las elecciones y plebiscitos
expresamente previstos en esta Constitución”.

De esta norma puede concluirse que:


1. No podrá convocarse a votaciones populares en casos diferentes a los que
establece la Carta Fundamental. Por lo tanto, ni la ley, ni decisión
administrativa alguna podrán llamar a votación por otros motivos, por
loables que pudieren parecer.

2. Como vimos anteriormente, la Constitución sólo contempla los siguientes


plebiscitos y elecciones:
a. Plebiscitos:
 Durante la tramitación de las Reformas Constitucionales, en casos de
discrepancias entre las Cámaras del Congreso Nacional y el Presidente de
la República (art. 128 y 129 de la CPR), o
 En el casos de plebiscitos comunales, regulados por el art. 118 CPR.
b. Elecciones periódicas:
 Presidente de la República (art. 26 CPR),
 Diputados (art. 48 CPR),
 Senadores (art. 49 CPR),
 Alcaldes (art. 57 de la Ley Nº 18.695, Orgánica Constitucional de
Municipalidades, por aplicación del art. 119 CPR), y
 Concejales (art. 119 CPR)

3. A pesar de ello, es perfectamente válida la citación a “consultas populares


no vinculantes”, a las que puede llamar cualquier autoridad, pero en el
entendido que ellas no son obligatorias para los ciudadanos, ni tampoco
sus resultados pueden ser exigidos a las autoridades. Sin embargo, nos
parece peligrosa la utilización de esta figura, puesto que puede llamar a la
opinión pública a graves equívocos, y además, distorsionar gravemente las
decisiones de los detentadores del poder.

Regulación del Sistema Electoral


El art. 18 de la CPR dispone:

“Habrá un sistema electoral público. Una ley orgánica constitucional determinará


su organización y funcionamiento, regulará la forma en que se realizarán los
procesos electorales y plebiscitarios, en todo lo no previsto por esta Constitución y
garantizará siempre la plena igualdad entre los independientes y los miembros de
partidos políticos tanto en la presentación de candidaturas como en su
participación en los señalados procesos. Dicha ley establecerá también un sistema
de financiamiento, transparencia, límite y control del gasto electoral.
Una ley orgánica constitucional contemplará, además, un sistema de registro
electoral, bajo la dirección del Servicio Electoral, al que se incorporarán, por el solo
ministerio de la ley, quienes cumplan los requisitos establecidos por esta
Constitución.
El resguardo del orden público durante los actos electorales y plebiscitarios
corresponderá a las Fuerzas Armadas y Carabineros del modo que indique la
ley.”

De esta norma se desprenden cinco materias de especial relevancia:

1. Habrá un sistema electoral público. Por sistema electoral, debe


entenderse “la fórmula jurídica que permite convertir los sufragios
ciudadanos en la elección de una autoridad pública unipersonal o de los
miembros de asambleas democráticas” (José Luis Cea). A su vez, este
sistema es único y, además, público. Regulará las elecciones y plebiscitos
y asegurará la igualdad de participación, especialmente entre inscritos en
partidos políticos e independientes.
2. Gasto Electoral. La ley establecerá un sistema de financiamiento,
transparencia, límite y control del gasto electoral. Es importante que la ley
regule este asunto para que la ciudadanía conozca el origen del
financiamiento electoral, así como también para evitar que lleguen al poder
sólo los grupos económicamente más poderosos.

3. Registro electoral e Inscripción Automática. Una ley orgánica


constitucional contemplará sistema de registro electoral, bajo la dirección
del Servicio Electoral, al que se incorporarán, por el solo ministerio de la
ley, quienes cumplan los requisitos establecidos por esta Constitución.

4. Regulación del sistema electoral. Es materia de Ley Orgánica


Constitucional.
Actualmente, esta materia está regulada por las Leyes Números 18640
sobre Tribunal calificador de Elecciones; 18.556 sobre Sistemas de Inscripciones
Electorales y Servicio Electoral; 18.603 sobre Partidos Políticos; y principalmente
18.700 sobre Votaciones Populares y Escrutinios; todas Orgánicas
Cosntitucionales. Este conjunto de normas, por lo tanto, conformarán en forma
primordial, lo que en definitiva, se denomina “sistema electoral”.
Cabe agregar que, como toda Ley Orgánica Constitucional, estas normas
deberán ser aprobadas por los cuatro séptimos de los senadores y diputados en
ejercicio. Sin embargo, de acuerdo al inciso segundo de la disposición
decimotercera transitoria (introducida por la Ley de Reforma Constitucional
20.050), las modificaciones a la LOC sobre Votaciones y Escrutinios que digan
relación con el número de senadores, las circunscripciones existentes y el sistema
electoral vigente, requerirán del voto conforme de las tres quintas partes de los
diputados y senadores en ejercicio. En otras palabras no se exige quórum de ley
orgánica constitucional, sino que de ley de reforma constitucional. Por lo mismo,
aun cuando la Reforma de 2005 eliminó todo rastro de binominalismo del texto
constitucional, para borrarlo definitivamente, habría que modificar la LOC 18.700
sobre Votaciones Populares y Escrutinios aunque utilizando los mismos quóra de
la Reforma Constitucional, manteniéndose por lo tanto, la rigidez del sistema.

5. Resguardo del orden público durante actos electorales y plebiscitarios.


Por último, la norma en comento, encarga este resguardo a las Fuerzas
Armadas y Carabineros.
Al respecto, nuestro modelo se aparta notablemente de lo observado en el derecho
comparado, puesto que, por lo general, la custodia del orden público durante
estos actos queda en manos exclusivamente en las Fuerzas de Orden, o Policía.
En cambio, Chile representa una excepción en esta materia, incorporando a
estas labores, también a las Fuerzas Armadas; situación, por lo demás que no es
reciente en nuestra historia sino que nace en el año 1941, manteniéndose hasta
nuestros días.
En todo caso, tanto Fuerzas Armadas como Carabineros, en el desempeño de
estas funciones, deberán actuar “del modo que indique la ley”, en conformidad
a la frase final del artículo 18 CPR.

LOS PARTIDOS POLÍTICOS


La ley orgánica constitucional define a los partidos como “asociaciones
voluntarias dotadas de personalidad jurídica, formadas por ciudadanos que
comparten una misma doctrina política de gobierno, cuya finalidad es contribuir
al funcionamiento del régimen democrático constitucional y ejercer una legítima
influencia en la conducción del Estado para alcanzar el bien común y servir al
interés nacional”.

Lucas Verdú los define como “agrupación organizada, estable, que solicita apoyo
social a su ideología y programa políticos, para competir por el poder y participar
en la orientación política del Estado”. Explicando los elementos de su definición,
puntualiza el autor: a) Son organizaciones estables, b) Partidos con líderes
carismáticos, c) Partidos racionalizados.

las funciones positivas que cumplen los partidos políticos en el siguiente


enunciado (según Finer):
1) Constituyen el puente de unión de todos los problemas de la nación, por muy
localizados que se hallen territorialmente;
2) sacan al ciudadano de su natural apatía y lo interesan en los asuntos públicos;
3) educan al pueblo al presentarle en forma elemental la compleja realidad
política, económica y social del país;
4) establecen un orden de prioridad en las necesidades sociales y en las
necesidades legislativas y administrativas del país;
5) en los partidos es donde se forman, educan y consagran los líderes y futuros
jefes de la nación;
6) los partidos aceptan la responsabilidad de la dirección del país, impulsando los
ideales políticos, sociales y económicos del mismo.

Correlativamente se mencionan los siguientes aspectos negativos de los


partidos políticos:
1) Los partidos por naturaleza están destinados a conquistar el poder y a
mantenerse en él. Para el logro de tales objetivos, con frecuencia sacrifican todos
los principios y valores éticos;
2) la necesidad del poder convierte la adhesión libre y reflexiva en un programa,
en una lealtad ciega a la razón social partido, cuya prosperidad es menester
sostener a todo trance;
3) el ejercicio del poder se apoya en el triunfo de las elecciones y a ese triunfo se
sacrifica todo;
4) dentro de cada partido emergen oligarquías que a espaldas de las bases toman
las decisiones fundamentales y manipulan las elecciones internas y externas;
5) el carácter exclúyeme que presentan las doctrinas de los partidos
contemporáneos dificulta el consenso democrático.

la Constitución de 1980
Hace referencia a los partidos en numerosas disposiciones, siendo la principal y
más significativa el artículo 19 No 15 que, junto con consagrar el derecho de
asociación, consulta la siguiente preceptiva:
a) los partidos políticos no pueden tener el monopolio de la
participación ciudadana, ni privilegio alguno frente a los
independientes;
b) sólo pueden intervenir en las actividades que les son propias;
c) deben registrar la nómina de sus militantes en el Servicio Electoral,
el que guardará debida reserva, haciéndola accesible sólo a los
afiliados del respectivo partido;
d) la contabilidad del partido debe ser pública y sus fuentes de
financiamiento no pueden tener origen extranjero, y
e) sus estatutos deben asegurar la efectiva democracia interna del
partido. La Constitución encarga la regulación de las demás
materias y las sanciones frente al incumplimiento de sus preceptos
a una ley orgánica constitucional.
I. Concepto e Importancia de las Bases de la Institucionalidad

 Concepto

Se entiende por “Bases de la Institucionalidad”, el conjunto de principios


que sirven de soporte o cimiento conforme al cual se organiza la Sociedad.
Este capítulo, entonces, fija la estructura esencial que inspirará el resto
de la normativa constitucional, estableciendo entre otros tópicos, normas
básicas en relación con las personas, con la forma del Estado y del Gobierno, se
establecen los deberes del Estado, y se regula el ejercicio de la Soberanía
Nacional.

 Principio de Subsidiariedad

Como señalamos precedentemente, el Estado no sólo reconoce y ampara,


sino que además “garantiza la adecuada autonomía” de los grupos intermedios
(art. 1º inc. 3º)
Que el Estado garantice la debida autonomía de los grupos intermedios,
significa que no podrá realizar aquellas actividades que de acuerdo a su
naturaleza deben quedar entregadas a la actividad de los grupos intermedios.
No podrá interferir ni obstaculizar la acción, respetando los espacios de creación
y movimiento que le cabe a estas instituciones sociales.
Vale decir, si bien el Estado debe cumplir con determinados objetivos y
fines, en ningún caso ello puede significar una obstrucción o limitación de los
grupos intermedios.

Esto es lo que se conoce como “principio de subsidiariedad”, el que básicamente


tiene una doble expresión:
(a) El Estado no podrá desarrollar las actividades y funciones que por su naturaleza
le corresponden a los grupos intermedios (“subsidiariedad negativa“), y
(b) El Estado deberá desarrollar todas aquellas actividades y funciones que por su
naturaleza no puedan realizar ni cumplir los grupos intermedios
(“subsidiariedad positiva“).

La Constitución chilena se encuentra inspirada en ambas dimensiones de la


subsidiariedad, tanto en la negativa como en la positiva. Sin embargo, debemos
dejar constancia que la norma del art. 1° inciso tercero, parece consagrar sólo la
subsidiariedad negativa, mas no la positiva. La subsidiariedad positiva puede
concluirse del principio de servicialidad que analizaremos más adelante, y de
una serie de garantías constitucionales (educación, salud, seguridad social, etc.)
donde el Estado se obliga a realizar todas aquellas prestaciones que los
particulares no puedan o no quieran efectuar.
El principio de subsidiariedad implica, pues, la expresión del respeto por
la independencia y autonomía de los cuerpos intermedios, y a su vez, el deber
de suplir la actuación de éstos en todos aquellos casos que estos grupos no
puedan actuar.
Así por ejemplo, en virtud de el principio de subsidiariedad, no puede el
Estado organizar grupos sindicales, ni Iglesias, pero a su vez, deberá desarrollar
aquellas actividades que los privados no alcanzan a cumplir en su totalidad,
como por ejemplo, deberá atender la educación y salud públicas, la defensa
nacional, etc.
En el plano económico, el principio de subsidiariedad se hace patente en
el derecho a desarrollar todo tipo de actividad económica que no sea contraria a
la moral, al orden público o a la seguridad nacional, garantizada por el artículo
19 Nº 21 CPR, el cual en su inciso primero consagra este derecho, mientras que
en el inciso segundo, se impide la actividad empresarial del Estado salvo que se
cumplan con ciertos requisitos que analizaremos en su oportunidad.
El principio de Subsidiariedad es uno de los pilares fundamentales en la
construcción de una Sociedad Liberal, ya que permite a los individuos
interactuar entre ellos, garantizándoles su espacio de libertad y autonomía, de
manera de fomentar la iniciativa y el espíritu creativo de las personas naturales
y jurídicas. Pero a su vez, implica no desconocer el rol social del Estado, al
asumir todas aquellas funciones que por su especial naturaleza no pueden
cumplir.
Claramente, el principio de subisdiariedad tiene una serie de
manifestaciones en la forma como han de ejercerse los derechos fundamentales,
siendo posible encontrar manifestaciones del mismo, en distintos derechos (ej:
acceso a la justicia, a la salud, a la educación, a la seguridad social, etc.)

 Los Grupos Intermedios en la Constitución

Las sociedades se encuentran organizadas en distintos niveles. En


nuestros cursos de Derecho Político (o Sociedad y Estado), solemos referirnos a
los tres niveles clásicos: a saber el Nivel Estatal, que corresponde a la esfera del
Estado; el Nivel Individual, que corresponde al nivel de las personas naturales; y
entre ambos, el Nivel asociativo, que viene siendo el nivel de las agrupaciones
voluntarias formadas por las personas, con un fin lícito determinado.
De este modo, la idea que estos cuerpos o grupos sean “intermedios”,
significa que tienen una posición que se intercala entre el sujeto individual y la
Sociedad propiamente tal. Así por ejemplo, son grupos intermedios, las iglesias,
los partidos políticos, las sociedades comerciales, las corporaciones y
fundaciones, las organizaciones sindicales y gremiales, las juntas de vecinos, las
asociaciones deportivas, etc.
Por otro lado, estas agrupaciones deben ser de carácter permanentes, vale
decir, tal como lo señala el profesor Alejandro Silva Bascuñán, las personas que
se encuentran circunstancialmente en una plaza o en un vagón del metro no
forman entre ellas un “grupo intermedio” ya que carecen de este espíritu de
unidad, permanencia y pretensiones comunes.
Agrega el mismo autor, el vocablo “grupo intermedio” debe entenderse
más bien como “cuerpo intermedio”, vale decir, como una unidad orgánica
compuesta por personas, pero diferente a los miembros que la componen.
Pero a su vez, los fines que persiguen deben ser lícitos, por lo que no se
consideran grupos intermedios, las asociaciones ilícitas, las creadas para
cometer delitos o para violentar el orden institucional chileno.
Los grupos intermedios son mencionados en el art. 1° de la Carta
Fundamental, por cuanto ella establece tres deberes fundamentales del Estado
en relación con ellos:

a. En primer lugar, el Estado “reconoce” a los grupos intermedios. Que las


reconozca significa que acepta su existencia y les asigna validez.
b. En segundo lugar, los “ampara” Que los ampare significa que los protege,
adquiriendo una suerte de compromiso de no afectarlos.
c. Y en tercer lugar, “les asegura su adecuada autonomía”. Es importante
indicar que la autonomía que se les asegura a los grupos intermedios “no
es cualquier autonomía”, vale decir, no los habilita para desarrollar
actividades que sean contrarias al orden jurídico. Ello se demuestra en la
expresión “adecuada autonomía” que usa el Constituyente sobre este
particular.

Indirectamente, al reconocer y amparar la existencia de los grupos


intermedios, lo que la Carta Fundamental realiza, es reconocer la presencia en
toda Sociedad de dos clases de organizaciones, que coexisten simultáneamente:
la Organización Política y la Organización Social. La primera puede y debe ser
regulada por la Constitución, la segunda en cambio es mucho más libre y
dinámica, y depende del comportamiento que observen los integrantes de la
sociedad.
Los grupos intermedios, pues, pertenecen a la denominada “Organización
Social”, la que muchas veces resulta ser tanto o más cercana a los individuos
que las estructuras políticas. De allí la importancia de estos grupos, y por ello
su reconocimiento constitucional.
En atención a la autonomía que se les reconoce a los grupos intermedios,
la Constitución no sólo los reconoce y ampara, sino que además, consagra el
Principio de Subsidiariedad y establece ciertos deberes y prohibiciones que
deben observar en su funcionamiento, ambos temas que analizaremos a
continuación.

ESTADOS DE EXCEPCION CONSTICUCIONAL

Se encuentran consagrados en la Constitución en los artículos 39 a 45.


Consisten en un estatuto jurídico especial que se aplica ante determinadas
situaciones políticas, sociales o de la naturaleza que se estima que alteran en
forma significativa lo que pudiera entenderse como normalidad cívica, en
términos que se haga necesario suspender o restringir temporalmente el ejercicio
de determinados derechos más allá de lo que habitualmente exige el Bien Común.
Por provenir esa necesidad de una realidad político-social anormal se cambia el
sujeto que establece esas limitaciones, entregándole a la autoridad político-
administrativa la facultad de realizar estas limitaciones y en términos
forzosamente más discrecionales que lo que se permite en situaciones ordinarias.
Existen cuatro Estados de Excepción consagrados en la Constitución y no
pueden existir otros regímenes de excepción aparte de los en ella establecidos.
Para decretar cada uno de esos Estados de Excepción debe darse la situación de
excepción respectiva que establece la Constitución y, además, tal situación debe
afectar gravemente el normal desenvolvimiento de las instituciones del Estado,
aun cuando la apreciación de su concurrencia o no queda sujeta a la evaluación
que haga la autoridad política.
En caso de guerra exterior (cuando ha sido formalmente declarada, cuando
existiere de hecho, o cuando se hubiera decretado la movilización para la misma)
se puede decretar Estado de Asamblea.
En caso de guerra interna o grave conmoción interior se puede decretar
Estado de Sitio.
En caso de grave alteración del orden público o de grave daño para la
seguridad de la Nación se puede decretar el Estado de Emergencia.
En caso de calamidad pública se puede decretar Estado de Catástrofe
Los Estados de Asamblea y de Sitio los decreta el Presidente de la
República con acuerdo del Congreso Nacional.
Los Estados de emergencia y catástrofe los decreta el Presidente de la
República solo, debiendo determinar la o las zonas afectadas. Sin embargo, en
ambos casos está obligado a informar al Congreso Nacional de las medidas
adoptadas. En el evento de que la declaración del Estado de Catástrofe sea por
un período superior a un año o que se desee prorrogar por segunda vez la
declaración del Estado de Emergencia, requerirá el acuerdo del Congreso, el cual
deberá otorgarse en los mismos términos que para los casos de Estado de
Asamblea y Sitio.
El Estado de Asamblea mantendrá su vigencia por el tiempo que se
extiende la situación de guerra exterior, salvo que el Presidente disponga su
suspensión con anterioridad.
La declaración de Estado de Sitio sólo podrá hacerse por un plazo de 15
días, sin perjuicio de que el Presidente de la República puede solicitar su
prórroga al Congreso Nacional.
En el caso del Estado de Catástrofe, el Congreso Nacional puede dejarlo sin
efecto transcurridos 180 días desde su declaración, si las razones que la
motivaron hubieren cesado en forma absoluta.
El Estado de Emergencia no puede extenderse por más de 15 días, sin
perjuicio de que el Presidente puede prorrogarlo por su sola decisión por una vez
más por igual período. En caso de requerir sucesivas prórrogas requiere, como ya
se señaló, el acuerdo del Congreso Nacional.
Declarados los Estados de Catástrofe o de Emergencia, las zonas
respectivas quedan bajo la dependencia inmediata del Jefe de la Defensa Nacional
que designe el Presidente de la República. Este asumirá la dirección y
supervigilancia de su jurisdicción con las atribuciones y deberes que la ley
señale.
Se subentiende que el Presidente puede poner término a los Estados de
Excepción en cualquier tiempo.
El Estado de Asamblea faculta al Presidente de la República para:
a) Suspender o restringir la libertad personal.
b) Suspender o restringir el derecho de reunión.
c) Suspender o restringir la libertad de trabajo.
d) Restringir el ejercicio del derecho de asociación.
e) Interceptar, abrir o registrar documentos y toda clase de comunicaciones
f) Disponer requisiciones de bienes y establecer limitaciones al ejercicio del
derecho de propiedad.

El Estado de Sitio faculta para:


a) Restringir la libertad de locomoción
b) Arrestar a las personas en sus propias moradas o en lugares que la ley
determine y que no sean cárceles ni estén destinados a la detención o prisión de
reos comunes.
c) Suspender o restringir el ejercicio del derecho de reunión.

El Estado de Emergencia faculta para:


a) Restringir el ejercicio de las libertades de locomoción y de reunión.

El Estado de catástrofe faculta para:


a) Restringir las libertades de locomoción y de reunión.
b) Disponer requisiciones de bienes y establecer limitaciones al ejercicio del
derecho de propiedad.
c) Adoptar todas las medidas extraordinarias de carácter administrativo que sean
necesarias para el pronto restablecimiento de la normalidad en la zona afectada.

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