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Tema 3

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TEMA 3

Ejecución forzosa
 Inembargabilidad
Transcurrido el plazo de tres meses, el acreedor puede instar la ejecución forzosa
que, para las deudas dinerarias, consiste en el procedimiento de apremio, que en
la LEC se regula en los artículos 571 y siguientes con el nombre de ejecución
dineraria, y que básicamente consiste en el embargo y realización de los bienes
en caso de falta de pago por el deudor. Este procedimiento puede dirigirse contra
la Administración, si bien con importantes limitaciones derivadas de la
imposibilidad de embargar sus bienes afectos a un servicio público. El art. 23.1 de
la Ley 47/2003, de 26 de noviembre, General Presupuestaria, dice que “Ningún
tribunal ni autoridad administrativa podrá dictar providencia de embargo ni
despachar mandamiento de ejecución contra los bienes y derechos patrimoniales
cuando se encuentren materialmente afectados a un servicio público o a una
función pública, cuando sus rendimientos o el producto de su enajenación estén
legalmente afectados a fines diversos, o cuando se trate de valores o títulos
representativos del capital de sociedades estatales que ejecuten políticas públicas
o presten servicios de interés económico general”. Lo cual es aplicable a los
bienes de dominio público (cuya inembargabilidad proclama el art. 132 CE y otros
muchos) pero también a los patrimoniales que cumplan lo dispuesto en el art.
anteriormente citado, en los mismos términos que establece el art. 30.1 de la
LPAP, cuya redacción es consecuencia de lo resuelto en la (STC 166/1998, de 15
de julio).
Trastorno grave a la Hacienda Pública
La Administración puede poner en conocimiento del órgano judicial el grave
trastorno que el cumplimiento de la sentencia puede provocarle. No confundamos
este caso con el de imposibilidad de ejecución antes analizado, aunque ya dijimos que
las dificultades de ejecución –económicas, en este caso– no equivalen al
incumplimiento de la sentencia.
El trastorno grave a la Hacienda que establece el art. 106.4 de la LJCA sólo puede
considerarse producido cuando para el cumplimiento de la sentencia en los plazos
previstos en la ley sea necesario desatender necesidades económicas de gran
importancia a cargo del ente obligado al cumplimiento o recurrir a procedimientos
de financiación cuyo carácter extraordinario pueda provocar un desequilibrio
financiero. Todo ello debe ser acreditado por la Administración, que al mismo tiempo
acompañará una propuesta razonada de pago, es decir, un calendario de pago que le
facilite el abono de lo debido. El Juez o Tribunal no queda vinculado por la solicitud,
resolviendo lo que proceda atendiendo al principio de proporcionalidad, pero sin
olvidar que toda actuación irá dirigida a ejecutar la sentencia.
En caso de que el pago de la cantidad comportara un trastorno grave a la Hacienda
de la Administración condenada lo procedente no es declarar la imposibilidad
material de ejecutar sino que el tribunal proceda en los términos del art. 106.4 LJCA
–determinar el modo de ejecutar la sentencia “en la forma que sea menos gravosa”–,
con cargo al crédito presupuestario para el cumplimiento de la sentencia en sus
propios términos, sin reducción o quita de la deuda reconocida (SSTS 9 de febrero de
2022, rec. 7128/2020, 8 de junio de 2022 rec. 832/2021).
,

En la práctica, la Administración acude con más frecuencia de la deseable a esta


posibilidad, que debe quedar reducida a supuestos excepcionales.
Por último, el art. 106 se refiere a la posibilidad de dar por cumplida la sentencia y
por pagada la deuda compensando créditos que la Administración tenga contra el
acreedor. Es preciso remitirse en cuanto a los requisitos y efectos a los artículos 1195
y siguientes del CC.
Por lo que aquí interesa, puede ser solicitada por cualquiera de las partes (por el
acreedor ejecutante, pero también por la Administración) y respecto de todo tipo de
créditos (que cumplan los requisitos del art. 1195, en concreto, que sean créditos
vencidos, líquidos y exigibles y no exista contienda sobre ellos).
En cuanto al procedimiento, se podrá aplicar, en lo que sea procedente, el
Reglamento General de Recaudación, aprobado por Real Decreto 939/2005, pero la
decisión no corresponde al órgano administrativo sino al órgano judicial que conoce
de la ejecución.
SENTENCIA DECLARATIVA DE NULIDAD
En el art. 107 se regula la ejecución de sentencias anulatorias, sea de un acto administrativo o de una disposición
general, y cuyas principales peculiaridades vienen referidas a la inscripción o publicación del fallo en registros,
periódicos o diarios oficiales. Son medidas propias y genuinas de fase de ejecución de sentencia, imposibles de
analizar y precisar en la sentencia, que tienden a asegurar la difusión mediante la publicidad y la inscripción del
fallo estimatorio de la sentencia que anula total o parcialmente el acto impugnado.
La STS 9 de julio de 2009, rec. 5176/2007, contiene una explicación extensa sobre las particularidades de este
artículo.
Si bien el Registro de la Propiedad es el principal destinatario de este artículo (inscripciones, anotaciones
preventivas o notas marginales en supuestos de urbanismo, expropiación forzosa o cuestiones propias del ámbito
tributario), también es posible que el fallo tenga incidencia en otros registros públicos (anulación de una sanción,
revocación de una licencia, revitalización de un permiso o autorización previamente anulada).
En cuanto a la publicación en periódicos, el art. 107.1 lo condiciona a dos aspectos: que el acto anulado hubiere
tenido acceso a ellos, y que concurra causa bastante que lo justifique (interés público en el caso de periódicos
privados). Su apreciación corresponderá al órgano judicial, que tendrá en cuenta si la publicación fuese necesaria
para destruir la aparente validez del acto anulado, y se efectuará, como es obvio, a costa de la Administración.
Aunque no se prevea expresamente en el artículo, éste debe ser interpretado en el sentido de admitir también la
publicación del fallo en alguna página web, o en redes sociales que la Administración utiliza asiduamente para
llevar a cabo comunicados (twitter, por ejemplo).
Tratándose de sentencias anulatorias de disposiciones generales, su publicación en un diario oficial resulta
imprescindible. Si toda disposición general exige, para producir efectos, su publicación en el diario oficial
correspondiente, y su derogación se produce por otra norma que igualmente debe ser publicada, la anulación de
aquella por sentencia tendrá que someterse a las mismas reglas.
Será el LAJ quien ordene la publicación de la sentencia, en los diez días posteriores a su firmeza, dirigiendo
comunicación al órgano administrativo que hubiere ordenado en su día la publicación, en los términos del art.
104.1. Es preciso subrayar que, según el art. 72.2 LJCA, las sentencias que anulen una disposición general no
producen efectos desde que se dictan, sino desde que sea publicado su fallo y preceptos anulados en el mismo
periódico oficial en que lo hubiera sido la disposición anulada. De ahí que sea muy importante vigilar este aspecto
y evitar cualquier retardo injustificado, dado que la Administración, como autora de la misma, no mostrará especial
interés en realizar este acto con premura.
Es posible que el tribunal sentenciador haga uso de la posibilidad prevista en el art. 104.1 LJCA y fijar en la propia
sentencia el plazo para llevar a cabo la publicación
CONDENA A REALIZAR UNA DETERMINADA
ACTIVIDAD
Se regula en el art. 108. Al igual que sucede con los supuestos regulados en el art. 107, son
medidas cuya necesidad no puede preverse al dictar la sentencia sino que surgen con
posterioridad durante la ejecución.

9.1. Supuestos de incumplimiento

 a) Ejecutar la sentencia por sus propios medios. Se trata de que el órgano judicial sustituya al
órgano administrativo en la toma de todas aquellas decisiones necesarias para lograr el
cumplimiento de la sentencia. Dado que el órgano judicial carece de medios propios para
realizar actuaciones materiales, estas medidas consistirán en aquéllas que sí pueden llevarse
a cabo: dictar resoluciones en sustitución del acto que tuviera que dictar el órgano
administrativo (por ejemplo, otorgar la licencia cuya denegación fue objeto de impugnación), o
impartir órdenes directas al órgano correspondiente (muy frecuentes en urbanismo para, por
ejemplo, acordar la demolición del inmueble). De ahí que el artículo prevea la posibilidad de
requerir la colaboración de las autoridades y órganos de la Administración.
 b) Adoptar las medidas necesarias para que el fallo adquiera la eficacia que, en su caso, sería
inherente al acto omitido, entre las que se incluye la ejecución subsidiaria con cargo a la
Administración condenada. Esta posibilidad de ejecución subsidiaria tiene, no obstante, el
límite previsto en el art. 71.2 LJCA (los órganos jurisdiccionales no pueden establecer la forma
en que han de quedar redactados los preceptos de una disposición general en sustitución de
los que anularen ni podrán determinar el contenido discrecional de los actos anulados).
La expresión “con cargo a la Administración condenada” significa precisamente eso: dado que el
órgano judicial carece de medios personales y materiales propios, las actuaciones materiales a
realizar podrán ser encomendadas a la propia Administración o a un tercero, a costa de la
Administración condenada al cumplimiento del fallo. Los gastos generados serán reclamados a
ésta como deuda dineraria que es, a través de la aplicación de lo dispuesto en el art. 106.
,

 c) Mientras los dos primeros supuestos (contemplados en el art. 108.1) son casos
de negativa o resistencia de la Administración al cumplimiento de la sentencia, el
apartado segundo se refiere al “incumplimiento activo”, es decir, cuando la
Administración no se limita a no hacer, sino a realizar actuaciones que dificultan o
impiden el cumplimiento del fallo, impidiendo su eficacia plena. En estos casos, se
otorgan al órgano judicial amplias facultades para “reponer la situación al estado
exigido por el fallo”, dice el artículo, y que también pueden llevarse a cabo mediante
su ejecución subsidiaria con cargo a la Administración condenada.
El precepto prevé, además de esta ejecución con cargo a la Administración, la
posibilidad de fijar una indemnización por daños y perjuicios si así resultare acreditado,
y cuya determinación tendrá lugar en el propio incidente de ejecución, en línea con el
objetivo de concentrar en el órgano sentenciador todas las cuestiones inherentes a la
ejecución.
Este artículo 108.2 pretende, en definitiva, evitar actuaciones que diluyen la efectividad
de la sentencia o que desdibujan el sentido provocado con la anulación del acto
impugnado (véase como ejemplo el caso analizado en la STS 17 de noviembre de
2011, rec. 5638/2010, en el que se ordenaba que la bandera de España ondease todos
los días en el exterior de los edificios oficiales, y que la Diputación Foral de Guipúzcoa
llevó a cabo colocando una placa que informaba que ello era por imposición legal).
En cuanto a la legitimación, si bien el art. 108.2 se refiere, expresamente, a que se
acordarán “a instancia de los interesados”, a diferencia de lo señalado en el apartado 1
que no recoge una previsión similar, no puede olvidarse que la ejecución de la
sentencia es una cuestión de interés público que afecta a un derecho fundamental, de
modo que es el Juez el primero que debe velar por su cumplimiento
La demolición de obras ilegales
 Regulado en el apartado 3 del art. 108, introducido por la Ley Orgánica 7/2015, de
21 de julio, responde a los problemas que suscita la demolición de obras ilegales
que afectan a terceros de buena fe.
 Este precepto tiene su antecedente en otros aprobados por algunas Comunidades
Autónomas, y que tenían la intención no oculta de paralizar el derribo de
construcciones ilegales, condicionándolo a que la Administración Pública resolviera
quién debía pagar las indemnizaciones y hasta que tales indemnizaciones fueran
abonadas a los propietarios de las viviendas. El Tribunal Constitucional declaró la
inconstitucionalidad de la norma cántabra en la STC 92/2013, de 22 de abril, por
falta de competencia de la Comunidad Autónoma para regularlo, subrayando
también las incompatibilidades de un precepto de estas características con el
derecho a la tutela judicial efectiva en lo relativo a la ejecución de sentencias.
 El Legislador estatal aprobó el art. 108.3 LJCA con términos ciertamente ambiguos
y abiertos, pues parece establecer una condición suspensiva a la ejecución que se
hace depender de la indemnización a los terceros de buena fe, sin fijación de
plazos específicos.
 El Tribunal Supremo ha señalado (STS 21 septiembre de 2017, rec. 477/2016) que
no se trata de un supuesto de inejecución de sentencia sino que, una vez
acreditada la necesidad, adecuación y proporcionalidad de la demolición, se trata
de dotar al Juez de determinados poderes para que dicha demolición no haya de
causar efectos irreparables en los terceros adquirentes de buena fe. Es decir,
mientras el art. 105 lo que prevé son supuestos de inejecución de sentencias por
causas legales o materiales, el art. 108.3 se sitúa en un momento posterior del
proceso de ejecución, en cuanto se incluye en un precepto que recoge los poderes
del juez para que la ejecución se lleve a efecto, con lo cual se convierte en una fase
más de la ejecución, pero nunca en un impedimento, ni siquiera temporal para la
ejecución de la sentencia
La STS 21 de marzo de 2018, rec. 141/2017, analiza el contenido de este precepto y
concluye lo siguiente:

 1.- Su ámbito de aplicación es el de “aquellos casos en que las construcciones incurren en


infracciones de tal entidad que impiden proceder a su regularización, de manera que el
restablecimiento de la legalidad urbanística solo puede llevarse a efecto mediante la
demolición de lo construido y reposición de la realidad física alterada”.
 2.- La exigencia de una previa declaración de responsabilidad patrimonial no puede formar
parte del ámbito de ejecución de sentencia, referido tan solo a la regularización urbanística.
Por ello, exigir un pronunciamiento de responsabilidad patrimonial en el incidente de ejecución
supondría resolver sobre cuestiones no abordadas ni decididas en el proceso.
 3.- Este precepto no debe suponer un obstáculo a la ejecución, sino que añade un deber de
hacer: “Al deber de demoler, se une el de garantizar los perjuicios que puedan derivarse para
los adquirentes de buena fe”. Por lo tanto, es preciso preservar el interés público que protege
la ejecución de sentencias urbanísticas y también la defensa de los intereses privados de los
terceros de buena fe que resulten perjudicados por la ejecución, pero esta protección “no
puede alzarse ni considerarse preeminente al interés público que en el proceso se trata de
proteger y restaurar”.
 4.- “La exigencia de la prestación de garantías suficientes para responder del pago de las
indemnizaciones debidas a terceros de buena fe, a la que se refiere el precepto como
condición previa a la demolición de un inmueble ordenada por un Juez o Tribunal, no precisa la
tramitación de un procedimiento contradictorio ni requiere que tales indemnizaciones hayan
sido fijadas como debidas en un procedimiento de responsabilidad patrimonial o en un
incidente de ejecución de sentencia en el que se declare y reconozca el derecho del tercero y
determine la cantidad líquida que resulte exigible por el mismo, sino que se configura como un
trámite integrado en la ejecución de sentencia”.
 5.- La demolición no se condiciona a la determinación sobre las indemnizaciones sino a la
prestación de garantías suficientes; y la adopción de las medidas necesarias no suspende el
procedimiento de ejecución y no impide, por lo tanto, que también se vayan adoptando las
medidas convenientes para hacer efectiva en su momento la demolición.
Posteriormente, el Tribunal Supremo lo ha dicho con más claridad si cabe, en la STS 7
de octubre de 2019, rec. 5759/2018.
 6.- El modo de proceder del órgano judicial en estos supuestos será el siguiente:
- Identificar a los terceros de buena fe afectados.
- Determinar el importe de las indemnizaciones.
- Determinar los obligados a garantizar el pago –en concreto, las Administraciones
responsables, y sin perjuicio de la posible responsabilidad del promotor o constructor–.
- Valorar la suficiencia de las garantías prestadas.
 7.- Con respecto a la prestación de caución, es precisa una previa valoración, no
declarativa de derechos, de las circunstancias concurrentes, pero esta valoración
no es declarativa de derechos, sino que pretende asegurar, a modo de tutela
cautelar, que, caso de que se produzca esa concreta declaración, resulte eficaz y
no se vea frustrada de antemano mediante la ejecución de la sentencia de
demolición.
La caución se exigirá en función de la intervención en la regularización urbanística
acordada por el tribunal, valorada por éste, y siempre que los mismos hubieran
intervenido en proceso o pudieran haberlo hecho (STS 28 de enero de 2019, rec.
5793/2017).
En cuanto a la exigencia de caución a las Administraciones Públicas, si bien éstas
tienen reconocida una exención general de esta obligación (art. 12 y DA 4.ª de la Ley
57/1997, o art. 173.2 del TRLRHL), el Tribunal Supremo considera que el art. 108.3 es
una norma procesal que regula específicamente el aseguramiento de una orden de
demolición acordada en sentencia, y además es una norma posterior a las citadas. La
exención “dejaría prácticamente sin contenido la indicada norma”
INCIDENTE DE EJECUCIÓN
 Ámbito del incidente
El art. 109 LJCA regula un incidente en el que poder examinar y resolver “cuantas cuestiones se
planteen en la ejecución”. El artículo se refiere a las siguientes:
 a) Órgano administrativo que ha de responsabilizarse de realizar las actuaciones. Este órgano
no tiene por qué coincidir con el órgano que dictó el acto, como se deduce del art. 104 cuando
se refiere al órgano responsable del cumplimiento. Con ello, el Juez o Tribunal conoce a quién
debe dirigir las órdenes pertinentes.
 b) Plazo máximo para su cumplimiento, en atención a las circunstancias que concurran. Este
plazo no es el previsto para el cumplimiento voluntario de la sentencia, sino para el
cumplimiento de las órdenes que se dicten para la ejecución forzosa.
 c) Medios con que ha de llevarse a efecto y procedimiento a seguir, entendiendo por tal el que
debe seguir el órgano administrativo para la ejecución.
Además de estas cuestiones, son muchas otras las que en la práctica pueden necesitar un
pronunciamiento judicial: las causas que den lugar a los supuestos de imposibilidad material o
legal de ejecutar la sentencia, así como la expropiación forzosa de derechos o intereses
reconocidos, supuestos regulados en el art. 105; la imposición del interés adicional por mora
procesal por falta de diligencia previsto en el art. 106.3, la aceptación de la propuesta razonada de
pago del art. 106.4; la inscripción del fallo en registros públicos (art. 107.1), los requerimientos de
colaboración del art. 108; la ejecución subsidiaria; las multas coercitivas (art. 112).
No pueden plantearse cuestiones que exceden de la competencia de la jurisdicción contencioso-
administrativa (STS 5 de octubre de 2011, rec. 7045/2010), ni que no sean de su competencia
conforme a las reglas de los arts. 8 a 12, con las salvedades que luego se dirán. Tampoco pueden
plantearse cuestiones nuevas que no fueron examinadas en la sentencia a ejecutar (STS 24 de
mayo de 2011, rec. 3338/2010).
Tales cuestiones se resolverán siempre “sin contrariar el sentido del fallo”
Legitimación
 Están legitimados para instar la ejecución no solo las partes sino todas las personas afectadas
por el fallo, aunque no hayan sido parte, entendiendo por tales “aquéllas que puedan ver
menoscabados o perjudicados sus derechos o sus intereses legítimos por efecto de la
ejecución o de la inejecución de la sentencia” (STS 7 de junio de 2005, rec. 2492/2003, y otras
posteriores).
 Con posterioridad se ha añadido que por personas afectadas no debe entenderse sólo
aquéllas cuyos intereses puedan verse lesionados por la ejecución, sino también cualquier otra
persona en ejercicio de la acción popular en las materias que la legislación la reconoce (SSTS
23 de abril de 2010, rec. 3648/2008), si bien “la determinación de qué tiene la consideración de
personas afectadas por el fallo de una sentencia debe analizarse caso por caso, atendiendo a
los propios términos en los que esté redactado el fallo de la sentencia y a la posición en que se
encuentre frente a eses fallo el que, sin haber sido parte en el juicio, pretende intervenir en la
ejecución”, pues es necesario que las mismas ostenten un interés legítimo efectivo en la
ejecución o inejecución de la sentencia (STS de 20 de octubre de 2011, recurso 522/2009).
Ejemplo de ello lo encontramos en la STS de 12 diciembre de 2016, rec. 364/2015, que analiza
–en un supuesto de procedimiento de expropiación– si los recurrentes que, siendo parte inicial
del proceso, desistieron del recurso de casación interpuesto por otros y que finalmente estima
la pretensión, están legitimados para instar la ejecución, resuelta positivamente por el Tribunal
Supremo.
 La legitimación que se reconoce es tanto activa como pasiva, para oponerse a la
ejecución (STS 3 de junio de 2011, rec. 3517/2010).
 En la STS 20 de diciembre de 2017, rec. 3105/2016, se añade que cabe admitir la actuación
procesal de las personas afectadas aunque ya antes se hubiera iniciado, sin su presencia, la
fase de ejecución de la sentencia.
 En cuanto a la legitimación del Ministerio Fiscal, su Estatuto Orgánico, aprobado por Ley
50/1981, de 30 de diciembre, expresa que le corresponde “velar por el cumplimiento de las
resoluciones judiciales que afecten al interés público y social” (art. 3.9) y “defender,
igualmente, la legalidad en los procesos contencioso-administrativos... que prevén su
intervención”. En consonancia con lo anterior, el art. 19.f) LJCA le otorga legitimación para
intervenir en los procesos que determine la Ley
Competencia
 La potestad de ejecutar corresponde al Juez que haya conocido del asunto en primera o única
instancia (art. 7.1 y 103.1 LJCA), aunque se haya interpuesto recurso de apelación o casación.
 En el caso de ejecución provisional, como se expone al estudiar los recursos en los arts. 84 y
91, la regla de competencia no se altera, correspondiendo también al Juez de instancia.
 El Juez o Tribunal a quien corresponde la ejecución es competente también para decretar la
nulidad de los actos y disposiciones contrarios a la sentencia, dictados con la finalidad de
eludir su cumplimiento (art. 103.5). Se exceptúan los casos en los que, conforme a las reglas
generales de competencia de los arts. 8 a 12 de la LJCA, carezca de competencia para su
conocimiento. Esta precisión crea un importante problema, pues abocaría al interesado a
interponer el recurso contencioso-administrativo contra dicho acto o disposición, con el
consiguiente retardo de la ejecución y la apertura de nuevos procesos, que es precisamente lo
que el Legislador ha querido evitar al prever que todas las cuestiones sean resueltas en el
incidente.
 La jurisprudencia ha admitido la posibilidad de que el órgano judicial de ejecución se pronuncie
sobre la nulidad de un acto administrativo cuyo conocimiento no le corresponde en primera
instancia, pero sí en vía de recurso (STS 9 de octubre de 2007, rec. 1451/2005, para un caso
de licencia urbanística).
 También se ha suscitado debate respecto al órgano judicial ante el que debe solicitarse una
autorización de entrada en domicilio necesaria para la ejecución del acto administrativo, si ante
el Juez de lo Contencioso-Administrativo ex art. 8.6 LJCA, o ante el mismo Tribunal que haya
conocido del recurso contra el acto administrativo a ejecutar, al amparo del artículo 103. El
Tribunal Constitucional atribuye la competencia para resolverla al mismo Tribunal que esté
conociendo o haya conocido del recurso contra el acto administrativo (STC 199/1998), con
base en el art. 117.3 CE y como salvaguarda del derecho a la tutela judicial efectiva del art.
24.1 CE.
 Los Tribunales Superiores de Justicia han confirmado esta conclusión (por ejemplo, STSJ
Madrid de 10 de enero de 2014, rec. 1773/2013)
Tramitación y resolución
 Es la regulada en los apartados 2 y 3 del art. 109: presentación del escrito promoviendo el incidente,
traslado por el LAJ a las demás partes personadas por plazo de veinte días, y resolución por auto en
los diez días siguientes.
 No es de aplicación supletoria la LEC, pues el contenido del art. 109 es completo (STS 14 de julio de
2009, rec. 4432/2007). No obstante, y aunque la LJCA no prevea práctica de prueba, la jurisprudencia
sí admite esta posibilidad (STS 22 de junio de 2009, rec. 4932/2007, y 25 de enero de 2011, rec.
5318/2006).
 Mientras que en el proceso civil la acción ejecutiva está sujeta al plazo de caducidad de cinco años
desde la firmeza de la sentencia (art. 518 de la LEC), la LJCA no establece una previsión semejante, y
el Tribunal Supremo ha rechazado expresamente la posibilidad de aplicar este artículo
supletoriamente en el orden jurisdiccional contencioso-administrativo (STS 29 de diciembre de 2012,
rec. 500/2008, y más reciente 29 de abril de 2021, rec. 805/2011), señalando que el plazo es el de
prescripción de las acciones personales del art. 1964.2 del Código Civil, que también es de cinco
años.
 No es posible el desistimiento como causa de terminación del incidente, como tampoco el acuerdo
extrajudicial. Ambos supuestos son propios de la fase declarativa más que de la ejecutiva, pues por su
propia naturaleza se trata de soluciones que no conllevan un cumplimiento íntegro del fallo. En el
incidente de ejecución, todo aquello que no sea el total cumplimiento de la sentencia impide su
archivo y deja abierta la posibilidad de continuar con la ejecución, pues entran en juego intereses que
no son exclusivos de la parte ejecutante.
 El incidente se resuelve por medio de auto, que resolverá todas las cuestiones que se hayan
planteado.
 El régimen de recursos contra el auto que resuelva el incidente se ajusta a las reglas generales:
 - Cabe recurso de apelación, tal y como dispone el art. 80.1.b) de la LJCA.
 - Cabe recurso de casación, previsto en el art. 87.1.c), si bien, y a diferencia de lo que sucede en el
recurso de apelación, se limita a los casos que resuelvan cuestiones no decididas, directa o
indirectamente, en la sentencia, o que contradigan los términos del fallo que se ejecuta. En este caso,
es preceptivo además interponer previamente el recurso de reposición, tal y como exige el art. 87.2
Medidas coactivas de ejecución forzosa
 Cuando las actuaciones realizadas para la ejecución de la sentencia resultan
infructuosas entran en juego las medidas reguladas en el art. 112, que se
configuran como último instrumento para lograr dicha ejecución. A la vista de la
severidad y gravedad de las medidas que se regulan, es preciso que la
Administración se encuentre en una actitud evidente de incumplimiento, o de
pasividad frente a los requerimientos del órgano judicial.
 Las medidas que pueden adoptarse una vez transcurridos los plazos
señalados para el total cumplimiento del fallo –estos plazos son los previstos
en diversos artículos como los arts. 104.2 y 3, 106.3, 109.1– son “las
necesarias para lograr la efectividad de lo mandado”. En el art. 112 se
mencionan dos con carácter principal (aunque a título ejemplificativo): multas
coercitivas y la deducción de testimonio de particulares para exigir la
responsabilidad penal (delitos tipificados en los arts. 410.1 y 412.1 y 2 del
Código Penal).
 Las medidas pueden adoptarse de oficio o a instancia de parte. Es preceptivo
el previo apercibimiento a la autoridad, funcionario o agente a quien se
considere responsable por no cumplir los requerimientos efectuados. Será
necesaria la notificación personal a aquéllos, informando de la medida a
imponer y el plazo en el cual poder presentar alegaciones –plazo cuya
duración el artículo no especifica–.
 A la imposición de multas se aplica lo dispuesto en el art. 48 LJCA.
EXTENSIÓN DE EFECTOS DE SENTENCIAS
FIRMES
 La figura de la extensión de efectos tiene como finalidad evitar la tramitación
completa de múltiples procesos en los llamados actos en masa, extendiendo los
efectos de una sentencia firme a quienes no fueron parte en el pleito pero se
encuentran en idéntica situación que la resuelta por aquélla, evitando así el colapso
de las oficinas judiciales con la tramitación de múltiples recursos con una
problemática y objeto idénticos.
 Se regula en los arts. 110 y 111 (ver STS 15 de enero de 2007, rec. 6146/2003,
sobre la distinción y efectos de ambas figuras).
 La STS 11 de marzo de 2010, rec. 6329/2006, explica con claridad y precisión su
naturaleza:
 - Pretende evitar procesos innecesarios cuando, sobre una situación idéntica a la
que vaya a encarnar el tema de un litigio, existe ya un precedente judicial con
carácter de firmeza, garantizando los derechos a la igualdad en la aplicación de la
ley y a la tutela judicial efectiva de los arts. 14 y 24 CE.
 - Su finalidad es crear un título de ejecución equivalente a una sentencia firme en
favor de una persona que no fue parte en el proceso pero se encuentra en idéntica
situación a las personas individualmente favorecidas por el fallo de dicha sentencia.
 - La cognición en este proceso se limita a comprobar la concurrencia de los
requisitos previstos en la LJCA, no estando permitido efectuar consideración alguna
respecto de la sentencia de origen.
Ámbito de aplicación. Artículo 110
 1- Sólo cabe la extensión de efectos en las materias que se enumeran en el art.
110: “materia tributaria, de personal al servicio de las Administraciones públicas y
de unidad de mercado”.
 Por materia tributaria se entienden los actos de aplicación de las normas
reguladoras de los diferentes tributos, incluyendo la gestión, inspección,
recaudación y sanción.
 En la materia de personal se incluirán, con carácter general, las relativas a la
adquisición y pérdida de la condición de funcionario, a sus derechos y deberes
funcionariales, a la provisión de puestos de trabajo, a las situaciones
administrativas y al régimen disciplinario; todas las cuales constituyen el contenido
del EBEP y de las normas autonómicas sobre función pública.
 Respecto de la unidad de mercado, serán las sentencias que se dicten en
aplicación del procedimiento especial regulado en los art. 127 bis, ter y quáter de la
LJCA, aunque también se incluirán otros sobre la misma materia –defensa de la
unidad de mercado– aunque se tramiten por el procedimiento ordinario.
 2- Que se trate de sentencias firmes, es decir, que no quepa recurso alguno contra
ella, incluyendo también según el apartado 6 del art. 110 el recurso de revisión
contra sentencias firmes del art. 102 LJCA y el recurso de casación en interés de
ley (este último hoy desaparecido).
 3- Sentencia estimatoria, declarativa de una situación jurídica individualizada. Se
excluyen, por tanto, las sentencias meramente anulatorias de un acto o
disposición (STS 24 de octubre de 2016, rec. 3990/2015, entre otras muchas)
Requisitos
En el apartado 1 se enumeran los requisitos de carácter positivo y, en el apartado 5, los negativos:
 1.- Que los interesados se encuentren en idéntica situación jurídica que los favorecidos por el
fallo. Es el requisito más problemático. Según la jurisprudencia (STS 14 de septiembre de
2012, rec. 397/2011, 23 de diciembre de 2016, rec. 840/2015, y 19 de julio de 2017, rec.
2472/2015) las situaciones han de ser “no semejantes, ni parecidas, similares o análogas, sino
idénticas”; y que es preciso operar con extremo cuidado a la hora de comprobar si existe o no
esa identidad y tal requisito debe entenderse en sentido sustancial, recalcándose que la LJCA
demanda que se trate de las mismas pretensiones jurídicas las que fundamenten un caso y
otro (STS 7 de diciembre de 2015, rec. 2267/2014).
Será preciso hacer una ponderación de esta identidad caso por caso y analizar la relevancia que
las diferencias entre los casos puedan tener frente a situaciones jurídicas semejantes.
 2.- Que el juez o tribunal sentenciador fuera también competente, por razón del territorio, para
conocer de sus pretensiones de reconocimiento de dicha situación individualizada. Como dice
la (STS 12 de noviembre de 2009, rec. 451/2006), un Tribunal es competente para conocer de
la solicitud de extensión de efectos si también lo hubiera sido territorialmente para conocer del
recurso contencioso-administrativo que dio lugar a la sentencia cuyos efectos se pretenden
extender, evitando así que puedan alterarse las reglas del Juez ordinario predeterminado por
la ley que prevé el art. 14 de la LJCA en cuanto a la competencia territorial.
 3.- Que soliciten la extensión de los efectos de la sentencia en el plazo de un año desde la
última notificación de ésta a quienes fueron parte en el proceso. Si se hubiere interpuesto
recurso en interés de ley o de revisión, este plazo se contará desde la última notificación de la
resolución que ponga fin a éste.
El dies a quo es la última notificación a quien fue parte en el proceso, y no la firmeza de la
sentencia, posibilidad que el Tribunal Supremo rechaza expresamente (STS 1 de abril de 2009,
rec. 6519/2005, entre otras muchas).
 4.- Que no exista cosa juzgada, entendida como la preexistencia de una
sentencia o resolución firme que resuelva sobre la cuestión debatida en el
proceso (una extensa explicación de la cosa juzgada se contiene en la (STS 21
de noviembre de 2012, rec. 5992/2010). Se trata de evitar el fraude de
conseguir, vía extensión de efectos, lo que fue rechazado por la vía del recurso
ordinario.
Aunque no lo disponga expresamente la Ley, la litispendencia debe considerarse
también como causa de desestimación del incidente (STS 19 de julio de 2016, rec.
3050/2015).
 5.- Que la doctrina determinante del fallo cuya extensión se postule no sea
contraria a la jurisprudencia del Tribunal Supremo o a la doctrina sentada por
los Tribunales Superiores de Justicia en el recurso a que se refiere el artículo
99. Con ello se prende evitar la consolidación de una doctrina errónea.
 6.- Que para el interesado no se hubiere dictado resolución que, habiendo
causado estado en vía administrativa, fuere consentida y firme por no haber
promovido recurso contencioso-administrativo. Es decir, si la situación jurídica
que el promotor de este incidente pretende conseguir de él hubiera sido ya
denegada por un acto administrativo, la Ley exige que dicho acto haya sido
impugnado en tiempo y forma en vía administrativa; de modo que, si la
impugnación en vía contenciosa no se hubiera producido (o se hubiera hecho
fuera de plazo), quedando firme y consentido el acto administrativo de
denegación, la extensión de efectos no puede acordarse (ver STS 20 de junio
de 2014, rec. 694/2013)
Tramitación y resolución
La petición se dirige al órgano jurisdiccional que dictó la sentencia cuya extensión se
pretende mediante un “escrito razonado”. No es un escrito de demanda, de modo que
no exige ajustarse a los requisitos del art. 56.1 LJCA; su contenido se reduce a la
referencia a la sentencia originaria, una sucinta exposición de la identidad de situación
jurídicas que se aprecie –la fundamentación jurídica será residual, más allá de justificar
la no concurrencia de alguna de las causas de inadmisibilidad que pudieran darse– y la
solicitud de extensión de efectos.
Se acompañarán los documentos que acrediten el cumplimiento de los presupuestos y
la no concurrencia de las causas del apartado 5.
La petición se dirige “directamente” al órgano judicial que dictó la sentencia. Es decir,
sin necesidad de previa reclamación administrativa y ante el tribunal sentenciador y no
ante el que hubiera conocido del recurso de apelación o casación (STS 21 de julio de
2007, rec. 970/2000).
Presentada la solicitud, el LAJ solicitará a la Administración dos documentos:
 i) Los antecedentes que estime oportunos: no es el expediente administrativo, que
no existirá dado que no se habrá producido reclamación ante la Administración,
sino más bien los documentos que pudieran acompañar a un escrito de
contestación a la demanda.
 ii) Un informe detallado sobre la viabilidad de la extensión solicitada, donde la
Administración, debe acreditar la existencia de circunstancias que rompan la
identidad alegada por la solicitante (STS de 5 de abril de 2016, recurso 908/2015).
En caso de no presentarse este informe, y aunque nada diga expresamente el
precepto, se producirá la caducidad del trámite y continuará la tramitación.
,

A partir de ahí, la Ley solo prevé un plazo para alegaciones por cinco días para las
partes y emplazamiento de posibles interesados. Resulta difícil pensar en terceros
interesados, dada la naturaleza de incidente y los intereses puramente privados en
cuanto a la extensión de efectos.
No prevé el art. 110 la práctica de prueba, si bien este trámite no puede negarse
porque la discusión entre el interesado y la Administración se centrará
precisamente en la existencia o no de identidad de situaciones jurídicas.
Por último, el incidente se resuelve por auto, en el que “no podrá reconocerse una
situación jurídica distinta a la definida en la sentencia firme de que se trate”.
 El régimen de recursos se ajusta a las reglas generales:
 i) Recurso de apelación ex art. 80.2 de la LJCA, con la apreciación de que sólo
será apelable el auto si la sentencia cuya extensión se pretende también lo
fuera (por ser la cuantía inferior a 30.001 euros).
 ii) Recurso de casación, aunque el art. 110 no lo mencione
expresamente, ex art. 87.1.e) LJCA
El pleito-testigo. Artículo 111
El pleito testigo tiene lugar cuando ante un órgano jurisdiccional se esté tramitando una pluralidad de recursos con
idéntico objeto que no hubieran sido objeto de acumulación, y permite al Juez o Tribunal acordar la tramitación
exclusiva de uno o varios, suspendiendo el curso de todos los demás hasta que se dicte sentencia en los primeros
(art. 37.2). Una vez concluido el primero por sentencia firme, se ofrece a los demandantes de los procesos
suspendidos la posibilidad de extender a ellos los efectos de la sentencia dictada.
En concreto, señala el art. 111 que, firme la sentencia del pleito-testigo, el LAJ requerirá a los recurrentes de los
demás procesos para que, en el plazo de cinco días, decidan si i) solicitan la extensión de los efectos de la
sentencia, ii), si continúa su pleito suspendido para que en el mismo se dicte sentencia –caso de que se considere
que no concurre la identidad necesaria para la extensión– o ii) desisten de su recurso.
La extensión de efectos que regula el art. 111 es muy similar a la del art. 110. Algunas de las reglas son también
de aplicación en el caso del pleito testigo, como que la sentencia sea firme y que las situaciones jurídicas de
ambos pleitos sean idénticas.
En cambio, deben mencionarse las siguientes diferencias:
 i) El art. 111 no limita la extensión de efectos respecto de la sentencia dictada en el pleito testigo a materias
concretas, como sí sucede con el art. 110, limitándose a señalar el art. 37.2 LJCA que ambos recursos
tengan “idéntico objeto”.
 ii) Tampoco son de aplicación los demás requisitos propios del art. 110 sobre competencia –pues el juez o
tribunal que dicta la sentencia será el mismo que ha suspendido los demás procedimientos que se estuvieran
tramitando–.
 iii) El plazo para solicitarlo no es el de un año desde la notificación de la sentencia, sino el de cinco días
desde que se efectúa el requerimiento.
 iv) La referencia a la existencia de cosa juzgada tampoco es de aplicación en el caso del art. 111, pues el
pleito suspendido evidentemente no ha sido sentenciado.
La extensión de efectos podrá rechazarse, tal y como regula el apartado 2 del art. 111, cuando la sentencia cuyos
efectos se pretenden extender contenga una doctrina contraria a la jurisprudencia del Tribunal Supremo o del
Tribunal Superior de Justicia derivada del art. 99 LJCA, o cuando concurran las causas de inadmisibilidad del art.
69 LJCA, objeto de estudio en otra parte de la obra.
A pesar la expresión que utiliza el art. 111 cuando señala que solicitada la extensión de efectos “el juez o tribunal
la acordará”, será preciso una mínima tramitación del incidente, para lo cual puede aplicarse analógicamente el
art. 110.4.
En cuanto a la tramitación del incidente, la resolución del mismo y el régimen de recursos, nos remitimos a lo
dicho para el incidente del art. 110

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