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UNIDAD 2

LA JUSTICIA DEL TRABAJO DE LA PROVINCIA DE CORRIENTES.

1) ORGANIZACIÓN. Las tres funciones del Estado –legislativa, administrativa y judicial– fueron
asumidas, según el momento histórico de que se trate, por un único depositario del poder público, o
por distintos sujetos que, de todos modos, formaban parte de una misma unidad política, religiosa o
familiar. A partir del movimiento denominado "constitucionalismo clásico", las tres funciones
mencionadas fueron asignadas a órganos (poderes) independientes para responder al objetivo
político de controlar la estructura de aquel poder, y de brindar un razonable y adecuado resguardo
a los derechos de los gobernados.

La "administración de justicia", "jurisdicción" o "función jurisdiccional" –que, en el esquema de la


Constitución nacional incluye el control de constitucionalidad de las leyes que emanan del Poder
Legislativo y de los actos del Poder Ejecutivo– está a cargo del Poder Judicial, ya sea de la Nación
o de las provincias. La independencia de este Poder se traduce en la abolición de la justicia privada
o por mano propia y, por ende, en la consagración de la administración de la justicia como función
pública y única del Estado realizada por el Poder Judicial federal o provincial. También
implica la organización de ese Poder en tribunales de justicia como órganos naturales,
permanentes e indelegables, lo que importa la eliminación de tribunales de excepción, especiales
o ad hoc (art. 18, CN), y el ejercicio de la función por los jueces con independencia personal,
sometidos a un régimen de estabilidad (pues sólo cesan en sus funciones por juicio político,
renuncia, inhabilidad, edad o jubilación) y de incompatibilidades (dado que no deben ejercer
funciones legislativas, ni ser dependientes de la Administración pública, ni actuar en profesiones
liberales ni en el comercio, entre otros supuestos).

Nuestra Nación ha adoptado para su gobierno la forma representativa, republicana y federal (art. 1,
CN) y, como consecuencia de esta última, coexisten los gobiernos nacional y provincial. Por ello,
también lo hacen el Poder Judicial de la Nación, el provincial y el de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires; el primero administra la justicia federal y se ejerce en todo el país; el segundo
entiende en los asuntos que le competen dentro de los límites de cada provincia, y el último, dentro
de la mencionada ciudad. En otras palabras, en cada punto del país conviven dos jurisdicciones –la
federal y la local–, cada una de ellas en el ámbito de su competencia, en virtud de las pautas
establecidas en la Constitución nacional y las leyes complementarias.

Así, en el orden provincial, cada provincia cuenta con su Poder Judicial "local", que se organiza de
conformidad con su propia Constitución (art. 5, CN) para atender cuestiones de derecho común u
ordinario y, a su vez, existen tribunales federales que entienden en cuestiones de esa índole
(federal).

En síntesis, la competencia de la administración de justicia puede desdoblarse en dos órdenes:


federal, para cuestiones de esa naturaleza (federal) a cargo del Poder Judicial de la Nación,
ejercido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación –en forma originaria o en grado de
apelación– y por los demás tribunales federales inferiores; y local, para cuestiones de derecho
común. Esta última se encuentra a cargo del Poder Judicial provincial y, en el caso de la Ciudad de
Buenos Aires, a partir de la reforma constitucional del año 1994, del Poder Judicial de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires (art. 129, Const. nacional), y también de los tribunales nacionales
ordinarios (en materia civil, comercial, laboral, criminal y correccional común, casación penal y
penal económico).

Órganos jurisdiccionales. De acuerdo al CPL de Corrientes, los Tribunales de Fuero del


Trabajo, forman parte integrante de Poder Judicial de la Provincia de Corrientes, como
organismos especializados; su organización, competencia y procedimiento, se regirán por las
normas que establece la presente Ley Orgánica de la Administración de Justicia (art. 1).

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Nuestro sistema de derechos se alimenta de dos fuentes: la interna de cada Estado y la
internacional; ambas se potencian para hallar en una u otra norma que, para cada caso en
concreto, sea más favorable a la persona humana y al sistema de derechos. Ambas fuentes
deben facilitar y promover la apertura del sistema, mediante el reconocimiento de derechos
implícitos; mientras que aquellos ya reconocidos son irreversibles, atento al principio de
progresividad (instrumento garantista de los derechos humanos y sociales de los trabajadores).

Desde este punto de vista, los Tribunales de Fuero del Trabajo, que integran la jurisdicción
proteccional o de acompañamiento, como organismos especializados, del Poder Judicial de la
Provincia de Corrientes, así como su organización, competencia y procedimiento, se rigen: en
principio, por las normas constitucionales sobre derechos humanos (fuente interna o internacional),
luego por los Tratados sobre Derechos Humanos que tienen rango supralegal, los convenios de la
Organización Internacional del Trabajo, la Declaración de la Organización Internacional del Trabajo
relativa a los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo, la Declaración Socio-Laboral del
MERCOSUR, la Constitución la Provincia de Corrientes, la Ley N° 3540, la Ley Orgánica del Poder
Judicial de la Provincia y el Reglamento Interno de la Administración de Justicia –art. 31, CN–. Esta
solución debe adoptarse para la resolución de conflictos judiciales. En cada caso concreto
corresponde decidir, aplicando las normas constitucionales en primer lugar -prima ratio-, y luego
las normas de menor jerarquía. Desactivando estas últimas cuando se opongan a las primeras.

En cuanto a la jurisdicción en materia de trabajo, será ejercida por el Superior Tribunal de


Justicia, Cámara de Apelaciones y Jueces con competencia en materia laboral (art. 2, LPLC).

La Constitución de la Provincia de Corrientes dispone que “El Poder Judicial será ejercido por
un Superior Tribunal de Justicia, Cámaras de Apelaciones y demás Jueces Letrados de Primera
Instancia e Inferiores y por Jurados, cuando se establezca esa institución" (art. 178). Atribuye,
además, al STJ funciones jurisdiccionales y de superintendencia (arts. 187, 188 y ss.) y lo
constituye en cabeza del Poder Judicial. La Constitución ordena que “La justicia será administrada
públicamente y sin dilaciones” (art. 33) y que “Los poderes y funcionarios públicos no pueden
delegar, bajo pena de nulidad, las atribuciones que esta Constitución y las leyes les confieren” (art.
15).

El Estado, para mantener la paz social, ha monopolizado el uso de la fuerza, otorgando en su


reemplazo a las personas, el derecho de acción, para que puedan acceder a la jurisdicción con
su reclamo. Así, el Estado creó y organizó la jurisdicción, para dar respuestas a las personas
reclamantes, estableciendo las reglas del proceso justo, que asegure una oportuna, eficaz y
equitativa solución al conflicto.

La utilización del término "jurisdicción" debe quedar circunscripta a la potestad reservada por la
Constitución a uno de los poderes del Estado –el Judicial– para resolver conflictos de derecho entre
dos o más personas físicas o jurídicas, públicas o privadas. Este concepto debe quedar limitado a
la función pública de impartir justicia por medio de la iuris dictio, que equivale a "decir el derecho".
Normalmente, la función jurisdiccional es ejercida por el Poder Judicial, pero esto no excluye la
posibilidad de que otros órganos del Estado puedan tener asignadas funciones "jurisdiccionales".
Tal como enseña Palacio, la competencia es la capacidad o aptitud que la ley le reconoce a un
juez o tribunal para ejercer sus funciones con respecto a una determinada categoría de asuntos, o
en un ámbito territorial especifico, o durante una determinada etapa del proceso.

La relación entre la jurisdicción y la competencia es la que existe entre el todo y la parte. La


jurisdicción es el todo y la competencia es la parte (una porción de jurisdicción). De allí que,
corrientemente, se diga que la competencia es la "medida" o "alcance" de la jurisdicción, es decir,
el límite que la ley señala para el ejercicio de la jurisdicción a cargo de cada uno de los distintos
órganos jurisdiccionales. En todo aquello que no le ha sido atribuida en razón de la materia, el
territorio o el grado, un juez carece de competencia, pero nunca deja de tener jurisdicción.

1.1) Competencia territorial. Para asignar la competencia territorial a un juez o tribunal, las leyes
nacionales y provinciales tienen en cuenta la proximidad del órgano judicial con el lugar de
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domicilio de las partes, el lugar del hecho, o el de celebración del contrato o el que corresponde al
cumplimiento de ciertas obligaciones. Este criterio de vecindad permite disminuir los costos
judiciales, facilita la producción de la prueba y torna más sencilla y menos onerosa la ejecución de
la sentencia. Así, en las causas que se promuevan en materia laboral será competente, a elección
del demandante: el juez del lugar del trabajo, el del domicilio del demandado, o el lugar donde
se hubiere celebrado el contrato. El que no tuviere domicilio fijo, podrá ser demandado en el
lugar de su última residencia (art. 7, LPLC). En la mayoría de los casos, la parte hiposuficiente
del contrato o de la relación de trabajo es la demandante en el proceso. Por ello se facilita el
acceso a la justicia permitiéndole escoger la competencia del juez. Por otra parte, en las causas
que se inicien por asociaciones profesionales por cobro de aportes, contribuciones o cuotas, será
competente el Juez del domicilio del demandado.

La elección del lugar de trabajo como elemento atributivo de la competencia presenta


inconvenientes en los casos en los que el trabajador presta sus servicios en múltiples ámbitos
geográficos (p.ej., transportistas de larga distancia, viajantes de comercio). En estos casos se debe
analizar cuál es el lugar o los lugares en los que se verifica la prestación principal, y cuál es el lugar
o los lugares en los que dicha prestación reviste carácter accesorio.

El lugar de celebración del contrato, en la práctica, no genera mayores dificultades. Los


supuestos de contratación de un trabajador por medio de una empresa de servicios eventuales (art.
29, LCT) pueden suscitar alguna duda cuando la tarea se desenvuelve en el establecimiento de
una empresa usuaria ubicado fuera de la competencia. En estos casos, la atribución de
competencia corresponde cuando la celebración del contrato se produjo en el domicilio de la
empresa de servicios eventuales y siempre que esté ubicado en la provincia.

Cuando la demandada es una sociedad de las previstas por la ley 19.550 y se pretenda fundar
la competencia territorial en su domicilio legal, se debe tener en cuenta que, de acuerdo con los
términos del art. 11, inc. 2°, párr. 2°, es el que surge de sus estatutos y siempre que coincida con
el inscripto en la Inspección General de Justicia. Cualquier modificación estatutaria no inscripta es
inoponible a los terceros (art. 12), independientemente de la existencia (o no) del domicilio. Si la
demandada es una persona de existencia ideal no incluida en la ley de sociedades (ej., una
asociación civil), debe darse preeminencia al domicilio fijado en sus estatutos o en el instrumento
que autorizó su funcionamiento. Si no lo tiene fijado en el estatuto, se considera domicilio al lugar
donde esté ubicada su dirección o administración, pues éste es su asiento legal.

1.2) Competencia por conexidad. Juicios universales. El Juez que entienda en el proceso
principal, será competente para conocer en todos sus incidentes -conexos-, en las medidas
preparatorias, en la ejecución de sentencia, y de costas (art. 8, 1° párr. LPLC). Conexión
significa la vinculación, relación, enlace o nexo entre dos o más procedimientos que determina que
deben ser decididos por un mismo juez. La causa de desplazamiento de competencia por
conexidad está fundada en razones de interés público y de interés privado. Las primeras, tiende
a evitar el dictado de sentencias contradictorias entre asuntos que se relacionan entre sí. Por otro
lado, se funda en razones de economía procesal ya que se produce un ahorro de costos de
esfuerzos, evitando repetir los mismos actos, producir las mismas pruebas y requerir idéntica
actividad en tribunales diferentes.

Constituyen otro supuesto de desplazamiento de competencia, las disposiciones que consagran el


fuero de atracción ejercido en los procesos universales, ej., sucesiones, concursos y quiebras.
En estos casos, se justifica el desplazamiento, en la necesidad de tratar en forma conjunta y
simultánea todas las pretensiones deducidas contra el caudal común. De esta forma se otorga
certeza al derecho que se declara en acciones independientes pero que se encuentran vinculadas
Así lo dispone el 2° párr., art. 8, que, en caso de muerte, incapacidad, quiebra o concurso del
demandado, los juicios que sean de la competencia de jurisdicción del trabajo, se iniciarán o
continuarán en esa jurisdicción hasta la sentencia definitiva, a cuyo efecto deberá notificarse
a los respectivos representantes legales.

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También está impuesto por razones que atienden al orden público ya que en los procesos
universales pueden verse afectados intereses de muchos sujetos que casi siempre están
indeterminados; resulta, por lo tanto, improrrogable e irrenunciable y, en consecuencia, debe ser
aplicado de oficio por el Tribunal. Cabe señalar, que el efecto del fuero de atracción, es transitorio,
puesto que está destinado a finalizar en el tiempo, cuando culmina el juicio sucesorio, es decir
luego de efectuada la partición judicial; o, en su caso, finiquitada la quiebra o el concurso.

1.3) Improrrogabilidad de la competencia. La competencia de los Juzgados de Trabajo es


improrrogable, salvo las excepciones establecidas por la Ley. En caso necesario podrá
comisionarse a jueces de otros fueros y circunscripciones la realización de diligencias
determinadas (art. 6, LPLC). El carácter de improrrogable es consecuencia del carácter
publicístico del proceso laboral. Respecto a las funciones del Poder Judicial y el grado de
intervención que debe tener el juez en el proceso, se difiere en la dicotomía entre activismo o
garantismo judicial. Garantismo significa que el litigio se trata de un asunto de partes -
supuestamente iguales-, y el juez debe intervenir lo menos posible. Esta posición ignora totalmente
el aspecto social del proceso, pues solo importa el éxito individual. En el activismo -concepción
publicística-, el juez tiene facultades para dirigir e impulsar el proceso, desde el punto de vista
procesal, no material, y puede disponer de oficio la actuación de medios probatorios, indagando
sobre la verdad material, que será la base de la sentencia a expedir.

La finalidad de la norma –dice Pirolo– es impedir que el empleador condicione al trabajador a


pactar alguna prórroga de competencia que, en algún caso, le pueda resultar perjudicial, en tanto le
dificulte el acceso a la justicia.

1.4) Competencia por materia. En una misma circunscripción judicial existen diferentes fueros (ej.,
civil, comercial, laboral, penal). Para determinar el juez o tribunal que tiene que resolver el conflicto,
se debe estar a lo que prevea la ley de organización judicial que corresponda a ese distrito. En
nuestra disciplina, el art. 3, LPLC, define los supuestos de competencia material que habilitan la
intervención del fuero especial. Los jueces con competencia en lo laboral, entenderán en:

a) Las controversias individuales de derecho entre empleadores y trabajadores, derivadas


de Contrato de Trabajo o de una relación laboral.

Referido a controversias individuales de derecho, por oposición a los procesos colectivos o


demandas de procesos colectivos que son aquellos en los que hay un interés profesional, que
reclama un grupo o colectividad de trabajadores. Estos últimos quedan excluidos de la competencia
del juez laboral. Planteado ante la autoridad administrativa un conflicto colectivo, y obtenida la
decisión que resuelve el conflicto, aquella da el título para las reclamaciones individuales que se
quieran interponer. Las relaciones emergentes del empleo público son de competencia originaria
del Superior Tribunal de Justicia.

b) Las causas contenciosas en que se ejercitan acciones originadas en normas legales,


reglamentaria o convencionales del Derecho del Trabajo y la Seguridad Social, sin
perjuicio de disposiciones contenidas en regímenes que establezcan una competencia
especial.
c) Los desalojos que se promueven por la restitución del inmueble o parte de ellos,
acordados como beneficio o retribución complementaria de la remuneración.

El supuesto ya está contenido en los incisos a y b. Pues si el inmueble o parte de él fue acordado
como beneficio o retribución complementaria de la remuneración, ello supone la existencia de un
contrato de trabajo o de una relación laboral (inc. a), por lo que la acción de restitución o desalojo
tiene base en normas legales, reglamentarias o convencionales del derecho del trabajo y de la
seguridad social (inc. b).

d) Las tercerías en los juicios de su competencia. (La disposición se funda en los principios
de concentración, celeridad y economía procesal, que hacen al concepto de proceso
justo -art. 18, CN-. Ello permite al juez que interviene en el proceso laboral la inmediatez
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respecto a las partes y el conocimiento directo de las probanzas rendidas en ambas
causas).
e) Los cobros de aportes, contribuciones y multas, fundados en disposiciones legales del
Derecho del Trabajo y Seguridad Social, de multas procesales y de impuestos a las
actuaciones judiciales respectivas. (Los procesos por cobros de aportes a las obras sociales
fueron sustraídos a la competencia provincial, por la ley nacional 23.660 y sus
modificatorias, que regula la actividad de las obras sociales).
f) Las causas que se promueven para obtener la declaración de un derecho laboral,
cuando el estado de incertidumbre respecto de una relación jurídica individual, de sus
modalidades o de su interpretación, cause o pudiere causar un perjuicio a quien tenga un
interés legítimo en determinarlo.
g) Las actuaciones de tutela sindical establecidas en los artículos 47 a 52 de la Ley 23. 551
de las asociaciones sindicales.

Por otra parte, la Ley N° 23.551 de Asociaciones Sindicales dispone la tutela sindical:

 Artículo 47. Todo trabajador o asociación sindical que fuere impedido u obstaculizado en
el ejercicio regular de los derechos de la libertad sindical garantizados por la ley, podrá
recabar el amparo de estos derechos ante el tribunal judicial competente, conforme al
procedimiento sumarísimo establecido en el art. 498 del CPCyCN o equivalente de los
códigos procesales civiles provinciales, a fin de que éste disponga, si correspondiere, el
cese inmediato del comportamiento antisindical.
 Artículo 48. Los trabajadores que, por ocupar cargos electivos o representativos en
asociaciones sindicales con personería gremial, en organismos que requieran
representación gremial, o en cargos políticos en los poderes públicos, dejaran de prestar
servicios, tendrán derecho de gozar de licencia automática sin goce de haberes, a la
reserva del puesto y ser reincorporado al finalizar el ejercicio de sus funciones, no
pudiendo ser despedidos durante el término de un (1) año a partir de la cesación de sus
mandatos, salvo que mediare justa causa de despido. El tiempo de desempeño de dichas
funciones, será considerado período de trabajo a todos los efectos, excepto para determinar
promedio de remuneraciones. Los representantes sindicales en la empresa elegidos de
conformidad con lo establecido en el art. 41 continuarán prestando servicios y no podrán ser
suspendidos, modificadas sus condiciones de trabajo, ni despedidos durante el tiempo que
dure el ejercicio de su mandato y hasta un año más, salvo que mediare justa causa.
 Artículo 49. Para que surta efecto la garantía antes establecida se deberá observar los
siguientes requisitos: a) Que la designación se haya efectuado cumpliendo con los recaudos
legales; b) Que haya sido comunicada al empleador. La comunicación se probará mediante
telegramas o cartas documento u otra forma escrita.
 Artículo 50. A partir de su postulación para un cargo de representación sindical,
cualquiera sea dicha representación, el trabajador no podrá ser despedido, suspendido
sin justa causa, ni modificadas sus condiciones de trabajo, por el término de seis (6)
meses. Esta protección cesará para aquellos trabajadores para cuya postulación no hubiere
sido oficializada según el procedimiento electoral aplicable y desde el momento de
determinarse definitivamente dicha falta de oficialización. La asociación sindical deberá
comunicar al empleador el nombre de los postulantes; lo propio podrán hacer los
candidatos.
 Artículo 51. La estabilidad en el empleo no podrá ser invocada en los casos de cesación
de actividades del establecimiento o de suspensión general de las tareas del mismo.
Cuando no se trate de una suspensión general de actividades, pero se proceda a reducir
personal por vía de suspensiones o despidos y deba atenderse al orden de antigüedades,
se excluirá para la determinación de ese orden a los trabajadores que se encuentren
amparados por la estabilidad instituida en esta ley.
 Artículo 52. Los trabajadores amparados por las garantías previstas en los arts. 40, 48 y
50, no podrán ser suspendidos, despedidos ni con relación a ellos podrán modificarse las

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condiciones de trabajo, si no mediare resolución judicial previa que los excluya de la
garantía, conforme al procedimiento establecido en el art. 47. El juez o tribunal interviniente,
a pedido el empleador, dentro del plazo de cinco (5) días podrá disponer la suspensión de la
prestación laboral con el carácter de medida cautelar, cuando la permanencia del
cuestionado en su puesto o en mantenimiento de las condiciones de trabajo pudiere
ocasionar peligro para la seguridad de las personas o bienes de la empresa.
La violación por parte del empleador de las garantías establecidas en los artículos citados
en el párrafo anterior, dará derecho al afectado a demandar judicialmente, por vía
sumarísima, la reinstalación de su puesto, con más los salarios caídos durante la
tramitación judicial, o el restablecimiento de las condiciones de trabajo.
Si se decidiere la reinstalación, el juez podrá aplicar al empleador que no cumpliere con la
decisión firme, las disposiciones del artículo 666 bis del Código Civil, durante el período de
vigencia de su estabilidad.
El trabajador, salvo que se trate de un candidato no electo, podrá optar por considerar
extinguido el vínculo laboral en virtud de la decisión del empleador, colocándose en
situación de despido indirecto, en cuyo caso tendrá derecho a percibir, además de
indemnizaciones por despido, una suma equivalente al importe de las remuneraciones que
le hubieren correspondido durante el tiempo faltante del mandato y el año de estabilidad
posterior. Si el trabajador fuese un candidato no electo tendrá derecho a percibir, además
de las indemnizaciones y de las remuneraciones imputables al período de estabilidad aún
no agotado, el importe de un año más de remuneraciones.
La promoción de las acciones por reinstalación o por restablecimiento de las condiciones de
trabajo a las que refieren los párrafos anteriores interrumpe la prescripción de las acciones
por cobro de indemnización y salarios caídos allí previstas. El curso de la prescripción
comenzará una vez que recayere pronunciamiento firme en cualquiera de los supuestos.

Por otra parte, dicha ley también establece las competencias:

 Artículo 62. Será competencia exclusiva de la Cámara Nacional de Apelaciones del


Trabajo conocer los siguientes casos:
a) Las acciones que promueva la autoridad administrativa del trabajo;
b) Los recursos contra resoluciones administrativas definitivas que decidan sobre el
otorgamiento, de personería gremial, encuadramiento sindical u otros actos
administrativos de igual carácter, una vez agotada la instancia administrativa;
c) La demanda por denegatoria tácita de una personería gremial;
d) La demanda por denegatoria tácita de una inscripción;
e) Las acciones de encuadramiento sindical que se promuevan por haber vencido el
plazo establecido para que se pronuncie la autoridad administrativa, sin que ésta lo
hubiera hecho;
f) Los recursos previstos en el artículo 36 de esta ley.
Las actuaciones de los incisos a), c), d) y e) del párrafo anterior se sustanciarán por las
normas del proceso sumario del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
En este proceso la Cámara podrá ordenar las medidas para mejor proveer que considere
convenientes. Asimismo, proveerán la producción de las pruebas ofrecidas por las partes
que sean conducentes, pudiendo disponer su recepción por el juzgado de primera instancia
que corresponda, el que deberá elevar las actuaciones dentro de las cuarenta y ocho (48)
horas de finalizada su sustanciación.
Las acciones previstas en los incisos c) y d) de este artículo deberán deducirse dentro de
los ciento veinte (120) días hábiles del vencimiento del plazo otorgado a la autoridad
administrativa para resolver.
Tratándose de recursos, éstos deberán ser fundados e interponerse ante la autoridad
administrativa, dentro de los quince (15) días hábiles de notificada la resolución. Dentro de
los diez (10) días hábiles contados desde la interposición del recurso, la autoridad
administrativa, deberá remitir a esa Cámara las respectivas actuaciones. Cuando la decisión

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recurrida afecte los alcances de una personería, radicado el expediente en sede judicial,
deberá darse traslado a las asociaciones afectadas, por el término de cinco (5) días.
 Artículo 63. Los jueces o tribunales con competencia en lo laboral en las respectivas
jurisdicciones conocerán en: a) Las cuestiones referentes a prácticas desleales; b) Las
acciones previstas en el artículo 52; c) En las acciones previstas en el artículo 47. Estas
acciones se sustanciarán por el procedimiento sumario previsto en la legislación local.

Conforme al art. 2, Ley N° 27.348 complementaria de la Ley de Riesgos del Trabajo: “Una vez
agotada la instancia administrativa previa (de carácter obligatorio y excluyente de toda otra
intervención, para que el trabajador afectado, contando con el debido patrocinio letrado, solicite la
determinación del carácter profesional de su enfermedad o contingencia, la determinación de su
incapacidad y las correspondientes prestaciones dinerarias previstas en la Ley de Riesgos del
Trabajo), las partes podrán solicitar la revisión de la resolución ante la Comisión Médica
Central. El trabajador tendrá opción de interponer recurso contra lo dispuesto por la comisión
médica jurisdiccional ante la justicia ordinaria del fuero laboral de la jurisdicción provincial o de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, según corresponda al domicilio de la comisión médica que
intervino”.

1.5) Competencia exclusiva de la Cámara. Las Cámaras de Apelaciones (art. 4, LPLC) en


materia laboral, concederán:

 En los recursos que se interpongan contra las decisiones de los jueces de Primera Instancia
que entienden en materia de Seguridad Social;
 En los recursos instituidos por las Leyes contra resoluciones de la autoridad administrativa
provincial, que sancionen las normas del Derecho de Trabajo y Seguridad Social.

Siguiendo el art. 2, Ley N° 27.348: “La decisión de la Comisión Médica Central será susceptible
de recurso directo, por cualquiera de las partes, el que deberá ser interpuesto ante los tribunales
de alzada con competencia laboral o, de no existir éstos, ante los tribunales de instancia única con
igual competencia, correspondientes a la jurisdicción del domicilio de la comisión médica
jurisdiccional que intervino. Los recursos interpuestos procederán en relación y con efecto
suspensivo, a excepción de los siguientes casos, en los que procederán con efecto devolutivo:
a) cuando medie apelación de la aseguradora de riesgos del trabajo ante la Comisión Médica
Central (art. 6°, apartado 2, punto c) de la ley 24.557); b) cuando medie apelación de la
aseguradora de riesgos del trabajo ante la Comisión Médica Central en caso de reagravamiento del
accidente de trabajo o de la enfermedad profesional.

El recurso interpuesto por el trabajador atraerá al que eventualmente interponga la aseguradora de


riesgos del trabajo ante la Comisión Médica Central y la sentencia que se dicte en instancia laboral
resultará vinculante para todas las partes. Los decisorios que dicten las comisiones médicas
jurisdiccionales o la Comisión Médica Central que no fueren motivo de recurso alguno por las
partes, así como las resoluciones homologatorias, pasarán en autoridad de cosa juzgada
administrativa en los términos del artículo 15 de la ley 20.744.

Las resoluciones de la respectiva comisión médica jurisdiccional y de la Comisión Médica Central


deberán ser notificadas a las partes y al empleador. Para todos los supuestos, resultará de
aplicación lo dispuesto en el artículo 9° de la ley 26.773. Todas las medidas de prueba producidas
en cualquier instancia serán gratuitas para el trabajador. En todos los casos los peritos
médicos oficiales que intervengan en las controversias judiciales que se susciten en el marco de
la ley 24.557 y sus modificatorias deberán integrar el cuerpo médico forense de la jurisdicción
interviniente o entidad equivalente que lo reemplace y sus honorarios no serán variables ni
estarán vinculados a la cuantía del respectivo juicio y su regulación responderá exclusivamente a la
labor realizada en el pleito. En caso que no existieren profesionales que integren los cuerpos
médicos forenses en cantidad suficiente para intervenir con la celeridad que el trámite judicial lo
requiera como peritos médicos, los tribunales podrán habilitar mecanismos de inscripción de
profesionales médicos que expresamente acepten los parámetros de regulación de sus honorarios
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profesionales conforme lo previsto en el párrafo precedente. No podrán ser objeto de pactos de
cuota litis los procesos judiciales que se sustancien en el marco del presente Título”.

Según las Leyes N° 6033 y 6079, en su art. 50, prevén la competencia judicial: “Las
resoluciones administrativas que dicte la Subsecretaría de Trabajo de la Provincia de Corrientes
con fundamento en la presente ley, y que prima facie causen un perjuicio real e inmediato a
cualquiera de las partes y que no pueda subsanarse a través de la continuación normal de la
negociación colectiva, serán recurribles ante la Cámara de Apelaciones en lo Laboral, sin
necesidad de agotar la vía administrativa”.

1.6) Competencia del Superior Tribunal de Justicia (art. 5, LPLC). Este conocerá en los
recursos que, conforme a esta Ley, se interpongan contra las sentencias de las Cámaras de
Apelaciones del Trabajo. El recurso previsto por la Ley 3540 es el de inaplicabilidad de ley (art.
102). Las decisiones dictadas en ejercicio de superintendencia son actos administrativos, y por
ende sujetas al control de constitucionalidad previsto por la Constitución nacional y por la
provincial. Por lo tanto, la reglamentación de una ley que desnaturalice el derecho allí contenido
debe ser declarada inconstitucional.

1.7) Competencia para medidas cautelares. En caso de urgencia, las medidas cautelares
podrán pedirse ante cualquier Juez con competencia laboral, prescindiendo de las normas que
establecen la competencia territorial. En este caso la causa quedará radicada ante el Juzgado del
Trabajo en turno, a última hora del día en que se promovió (art. 9, LPLC). Es la excepción al
principio de conexidad (art. 8) y a la competencia territorial (art. 7). Solo se justifica en caso de
urgencia – deberá ser acreditada prima facie –. La última parte de la norma ha sido derogada por la
asignación de competencias que dispuso el STJ Corrientes. Esta excepción deberá interpretarse de
manera restrictiva.

2) ACTIVIDAD JURISDICCIONAL. Entiende Díaz Clemente, la actividad jurisdiccional ha sido


delimitada como un «poder-deber» del Estado político moderno, emanado de su soberanía,
para dirimir mediante organismos adecuados, los conflictos de intereses que se susciten entre
los particulares y entre éstos y el Estado, con la finalidad de proteger el orden jurídico. S

Se trata de un «poder-deber» porque la función jurisdiccional es una manifestación de un poder del


Estado, que la ejerce en forma exclusiva y monopólica. Constituye una potestad y, a la vez, un
deber, porque no se administra facultativamente, sino que, presentado el supuesto de actuación, el
Estado tiene que actuar en forma imperativa. Por ello se ha dicho: es un poder y su ejercicio no
es facultativo sino obligatorio. El órgano jurisdiccional tiene como misión resolver los casos
concretos que les son presentados por los particulares. En esto se diferencia del Poder Legislativo
cuya misión fundamental es la de prever normas que establecen hipótesis generales y abstractas
de conducta. Asimismo, dentro de las atribuciones del Poder Legislativo se encuentra la de “dictar
las leyes de organización de los Tribunales y de procedimientos judiciales” (art. 118, inc. 19, Const.
Corrientes).

Es deber del Estado proveer a una administración de justicia y establecer órganos judiciales
personificados en la figura del juez, o Tribunal. Por ello, la jurisdicción es detentada por el
Estado en forma monopólica y, es consecuencia, de la prohibición que pesa sobre los particulares
de hacerse justicia por su propia mano. En consecuencia, la autodefensa encuentra un ámbito
limitadísimo de posibilidad jurídica, y sólo es permitida dadas ciertas condiciones excepcionales,
que la misma ley señala y precisa. Por otra parte, cabe destacar, que la realización directa y
voluntaria sólo es posible cuando los derechos subjetivos son disponibles. En caso de tratarse de
derechos indisponibles o que rozan disposiciones del orden público, debe intervenir
necesariamente la jurisdicción a fin de consolidar determinadas situaciones.

El ejercicio de la función jurisdiccional requiere la existencia de un «caso concreto» que se


presenta a la manera de un conflicto de intereses. Este es el ámbito de actuación de los órganos
jurisdiccionales, por cuanto el juez no puede emitir declaraciones abstractas, ni dictar decisiones

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normativas relativas a conflictos de derecho. Sólo se lo autoriza a resolver mediante sentencia, las
cuestiones concretas que les son sometidas y, eventualmente, hacer cumplir sus decisiones.

Pero es de hacer notar que la función jurisdiccional es mucho más amplia y no se limita al dictado
de la sentencia, sino que se ejerce a lo largo de todo el proceso a través de diferentes
manifestaciones (decretos, autos o sentencias interlocutorias y proveídos en general). Comprende
desde el acto inicial de simple admisibilidad formal de la demanda hasta la decisión final sobre el
fondo de la cuestión planteada.

Cabe señalar también, que el fin de la función jurisdiccional es la de proteger el orden jurídico
preestablecido. Por ello, al existir algún quiebre de ese orden sustantivo-formal es misión del
órgano judicial la de restablecerlo por medio del proceso judicial. El imperio de la ley se mantiene
por la función del órgano jurisdiccional que señala lo correcto o incorrecto en cada caso (legal-
ilegal).

De este modo, el poder característico de la función judicial es el estrictamente jurisdiccional y


que es comprensivo de una serie de facultades que con mayor o con menor amplitud se les
conceden a los jueces en los ordenamientos procesales. Así, la función jurisdiccional por
excelencia es la decisoria que se realiza por medio del dictado de decretos, autos interlocutorios y
sentencias. Esta última, constituye el acto jurisdiccional por excelencia y condensa la potestad del
juez de resolver en forma definitiva sobre las pretensiones esgrimidas por las partes.

Además, se les concede facultades para corregir errores materiales, aclarar conceptos oscuros o
suplir cualquier omisión que hubieren incurrido en su sentencia. Asimismo, pueden requerir en
cualquier momento, la comparecencia personal de las partes para intentar una conciliación. En el
deslinde de facultades de los jueces deben mencionarse las facultades ordenatorias que se
ejercen a lo largo del juicio y que se manifiestan por el proveimiento que efectúan los tribunales a
las peticiones de las partes o a las necesidades en el trámite o en casos excepcionales
oficiosamente. También, las facultades instructorias con el fin de facilitar su tarea tendiente a
esclarecer la verdad sobre sus dichos y ella puede sólo ejercitarse en la medida que no se quiebre
la igualdad de las partes. Asimismo, se les otorgan facultades disciplinarias que pueden ejercer a
lo largo del trámite y que, generalmente, se manifiestan con la imposición de multas u otras
sanciones a los litigantes que violenten las reglas de la lealtad y buena fe procesal.

La Constitución de Corrientes prevé en su Sección Tercera acerca de la organización del Poder


Judicial de la Provincia, Capítulo I: arts. 178 a 186; en su Capítulo II: arts. 187 a 193 prevé las
atribuciones específicas atribuidas al Superior Tribunal de Justicia; Capítulo III; Del Consejo de la
Magistratura; Capítulo IV: Del Jurado de Enjuiciamiento; y Capítulo V: De la justicia de paz.

En un mismo sentido, otros ordenamientos prevén diferentes atribuciones al respecto, por ejemplo,
el mencionado art. 63 de la Ley N° 23.551 sobre asociaciones sindicales; en los casos del art. 2 de
la Ley N° 27.348 complementaria de la Ley de Riesgo del Trabajo; y en la Ley 26 Orgánica de la
Administración de Justicia (Decreto 26/2000).

3) DETERMINACIÓN. EXAMEN PRELIMINAR Y DECLINATORIA DE OFICIO. La competencia se


determina con arreglo a las normas vigentes en oportunidad de iniciarse el proceso, y atendiendo,
asimismo, al estado de cosas existente en dicha oportunidad. En consecuencia, debe
prescindirse tanto de las normas vigentes en la oportunidad de constituirse la relación jurídica
sobre la que versa el proceso o de producirse los hechos que configuran la causa de la pretensión,
como de los hechos sobrevinientes al momento de interponerse la demanda. Debe estarse, por
otra parte, a los elementos integrantes de la pretensión y no al contenido de las defensas
deducidas por el demandado, ya que éstas no alteran el objeto del proceso y sólo inciden en la
delimitación de las cuestiones litigiosas. Así lo prevé el art. 5º, CPCCC: "La competencia se
determina por la naturaleza de las pretensiones deducidas en la demanda y no por las
defensas opuestas por el demandado".

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De acuerdo con el régimen instituido por el CPCCC el juez tiene, durante el curso del proceso, dos
oportunidades para pronunciarse acerca de su competencia. La primera es la de la presentación
de la demanda: "Toda demanda —dice el art. 4º—, debe interponerse ante juez competente, y
siempre que de la exposición de los hechos resultase no ser de la competencia del juez ante quien
se deduce, deberá dicho juez inhibirse de oficio. Consentida o ejecutoriada la respectiva
resolución, se remitirá la causa al juez tenido por competente (aplicándose el art. 8, 1° párr. –
declinatoria–). En los asuntos exclusivamente patrimoniales no procederá la declaración de
incompetencia de oficio, fundada en razón del territorio”.

Todavía, a fin de facilitar un examen más amplio sobre dicho extremo, el art. 337, párr. 2º,
establece que "si no resultare claramente de ellas (las demandas) que son de su competencia,
mandarán que el actor exprese lo necesario a ese respecto". Pero tal declaración de oficio no
corresponde en el caso de la competencia territorial, pues ésta, como se ha dicho, puede ser
prorrogada de conformidad de partes siempre que se trate de controversias de exclusivo carácter
patrimonial. El art. 4º lo aclara al prescribir que "en los asuntos exclusivamente patrimoniales no
procederá la declaración de incompetencia de oficio, fundada en razón del territorio".

La segunda oportunidad corresponde al momento en que el juez debe resolver la excepción de


incompetencia (art. 347, inc. 1º), que debe oponerse como de previo y especial pronunciamiento,
pero juntamente con la contestación de la demanda o la reconvención (art. 346), pues al haberse
eliminado el llamado "proceso sumario", el mencionado requisito temporal es aplicable tanto al
proceso ordinario como al llamado "sumarísimo". El CPCCC, establece que una vez firme la
resolución que desestima la excepción de incompetencia, ni las partes podrán argüir la
incompetencia en lo sucesivo, ni los jueces se hallan habilitados para declararla de oficio (art. 352).
Aunque, si bien, la limitación del art. 352 no rige en la justicia del trabajo, por el hecho de que los
tribunales tienen decidido, fundados en el carácter de orden público y de excepción que reviste la
competencia laboral, que se hallan habilitados para declarar su incompetencia en cualquier
estado del proceso.

4) CUESTIONES DE COMPETENCIA. Existe cuestión de competencia cuando se desconoce a


un juez, sea por alguna de las partes, o por otro juez, la facultad de conocer en determinado
proceso. Dichas cuestiones pueden originarse mediante el uso de dos vías procesales
denominadas declinatoria e inhibitoria, aunque también cabe la posibilidad de que ellas sean
planteadas de oficio por los jueces. Establece el art. 10, LPLC, “Las cuestiones de competencia en
la justicia del Trabajo, se plantearán y sustanciarán conforme a lo determinado por el Código de
Procedimientos en lo Civil y Comercial”. El procedimiento se encuentra previsto en los arts. 7° a 13
del CPCCC.

Conforme al art. 7, CPCCC, “las cuestiones de competencia sólo podrán promoverse por vía de
declinatoria, con excepción de las que se susciten entre jueces de distintas circunscripciones
judiciales, en las que también procederá la inhibitoria. En uno y otro caso, la cuestión sólo podrá
promoverse antes de haberse consentido la competencia que se reclama. Elegida una vía no
podrá en lo sucesivo usarse de otra”.

a) DECLINATORIA. El juez debe declarar la incompetencia de oficio cuando de la exposición de


los hechos invocados no surge evidenciado ninguno de los supuestos legales que habilitan su
intervención. Consentida la resolución, debe remitir la causa al juez que considere competente.

Cuando es alguna de las partes la que persigue una resolución fundada en la incompetencia del
juez, debe interponerla como excepción y alegar la competencia del otro juez. En otras
palabras, mediante esta medida, el demandado, puede presentarse ante el juez que lo citó y le
pide un pronunciamiento negativo acerca de su competencia.

Así, según el art. 8, 1° párr., “se sustanciará como las demás excepciones previas y, declarada
procedente, se remitirá la causa al juez tenido por competente”. En consecuencia, en los procesos

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ordinario y sumarísimo debe plantearse como excepción de incompetencia juntamente con la
contestación de la demanda o la reconvención, en su caso (art. 346 y 498, CPCCC).

b) INHIBITORIA. Se deduce ante el juez que se considera competente, para que le requiera al
magistrado donde tramita el juicio que declare su incompetencia y se lo remita. Aquí, entonces,
el demandado se presenta ante el juez que cree competente, pidiéndole que así lo declare y remita
un oficio o exhorto inhibitorio al juez que está conociendo en la causa a fin de que se abstenga de
continuar conociendo de ella. Asimismo, el 2° párr., art. 8, establece que, la inhibitoria “podrá
plantearse hasta el momento de oponer excepciones o de contestar la demanda si aquel
trámite no se hallare establecido como previo en el proceso que se trata”.

La cuestión de competencia por inhibitoria se inicia mediante escrito presentado ante el juez
que la parte entiende competente, en el cual corresponde formular una reseña de la demanda y
de los antecedentes susceptibles de justificar la competencia de aquél. Al referirse al
planteamiento y decisión de la inhibitoria, el art. 9º dispone que “si entablada la inhibitoria el
juez se declarase competente, librará oficio acompañando testimonio del escrito en que se hubiere
planteado la cuestión, de la resolución recaída y demás recaudos que estime necesarios para
fundar su competencia. Solicitará, asimismo, la remisión del expediente o, en su defecto, su
elevación al tribunal competente para dirimir la contienda. La resolución sólo será apelable si
se declarase incompetente, y la apelación se concederá al solo efecto devolutivo”.

En cuanto al trámite de la inhibitoria ante el juez requerido, una vez recibido el oficio o
exhorto, aquél se pronunciará aceptando o no la inhibición. En el primer caso, su resolución
será apelable y, una vez consentida o ejecutoriada, “remitirá la causa al tribunal requirente,
emplazando a las partes para que comparezcan ante él a usar de su derecho”. En cambio, “si
mantuviere su competencia enviará sin otra sustanciación las actuaciones al tribunal competente
para dirimir la contienda y lo comunicará sin demora al tribunal requirente para que remita las
suyas” (art. 10, CPCCC).

La ley 25.488 sustituyó, no obstante, dicha norma por otra en cuya virtud “las cuestiones de
competencia se sustanciarán por vía de incidente. No suspenden el procedimiento, al que
seguirá su trámite ante el juez que previno, salvo que se tratare de cuestiones de competencia en
razón del territorio”.

En razón de que el precepto transcripto excluye de su marco significativo a las cuestiones


suscitadas entre jueces de distintas circunscripciones judiciales, en cuyos supuestos corresponde
entender, a contrario sensu, que ambos magistrados deben suspender los procedimientos
relativos a la causa principal, dicho precepto sólo puede considerarse aplicable a los casos en
que dos jueces con una misma competencia territorial se han declarado competentes para conocer
en un mismo proceso, que configura la hipótesis de conocimiento simultáneo aludida en el art. 13.
Pero aun así se ha incurrido en un manifiesto error, por cuanto la prosecución de la causa principal
ante el juez que previno puede culminar en una declaración de nulidad, emergente de la
circunstancia de haberse tramitado aquélla –inclusive en su totalidad– ante un órgano judicial en
definitiva declarado incompetente por el tribunal llamado a dirimir la cuestión.

Modos de dirimir las cuestiones de competencia. Dispone el art. 11, CPCCC, que “dentro de
los cinco días de recibidas las actuaciones de ambos jueces, el Superior Tribunal resolverá la
contienda sin más sustanciación y las devolverá al que declare competente, informando al otro por
oficio o exhorto.

Si el juez que requirió la inhibitoria no remitiere las actuaciones dentro de un plazo prudencial
a juicio del Superior Tribunal, éste lo intimará para que lo haga en un plazo de diez a quince días,
según la distancia, bajo apercibimiento de tenerlo por desistido de su pretensión”.

Es preciso aclarar que la Corte Suprema es tribunal competente cuando la contienda se suscite
entre jueces que no tengan un órgano superior jerárquico común, quedando excluidas de su
competencia las cuestiones o conflictos que se planteen entre jueces nacionales de primera
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instancia, los que deben ser resueltos por la Cámara de que dependa el juez que primero hubiere
conocido. Asimismo, la Corte debe decidir sobre el juez competente en los casos en que su
intervención es necesaria para evitar una efectiva privación de justicia.

En consecuencia, la Corte Suprema tiene competencia para resolver los conflictos que se susciten
entre jueces o tribunales de distintas provincias, o entre jueces nacionales y provinciales.
En ejercicio de esa facultad, la Corte debe declarar la competencia del juez o tribunal que
realmente la tenga, aunque tal juez o tribunal no haya intervenido en la contienda.

Los conflictos de competencia pueden ser positivos (cuando más de un magistrado se


considera competente para entender en una misma causa) o negativos (tienen lugar cuando,
habiéndose declarado incompetente un juez o tribunal –sea de oficio o en razón de haber
prosperado una excepción de incompetencia–, la misma declaración es emitida por el juez o
tribunal ante el cual el actor ocurre en segundo término), y deben ser resueltos por el tribunal
superior a ambos magistrados. Pero debe tenerse presente que la Corte sólo interviene, en tales
casos, cuando los jueces o tribunales respectivos no tengan un superior jerárquico común que
deba resolver la contienda.

Finalmente, el art. 13, CPCCC, dispone que “En caso de contienda negativa o cuando dos o más
jueces se encontraren conociendo de un mismo proceso, cualquiera de ellos podrá plantear la
cuestión de acuerdo con el procedimiento establecido en los artículos 9 a 12”. La remisión a esas
normas, sin embargo, debe entenderse en el sentido de que ellas son aplicables en cuanto sea
pertinente, pues algunas, como las referentes al régimen de recursos, a la suspensión de los
procedimientos, y al apercibimiento que puede formular el tribunal superior, no se adecuan a la
índole de este tipo de contienda.

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