Dialnet ComoElEspanolDeEspanaGeneraAmericanismos 4888934

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 12

Cómo el español de España genera americanismos: a propósito del

americanismo puto ‘homosexual’


How Americanisms are created in Peninsular Spanish: Adjective puto ‘homosexual’

José Luis Ramírez Luengo


Universidad Aut.de Querétaro
jose_ramirez14@hotmail.com

Resumen
Partiendo de la definición de americanismo que propone Company (2007) y del carácter
dinámico de tal concepto defendido en Ramírez Luengo (2012), el presente trabajo postula
el hecho de que en numerosas ocasiones son los procesos de cambio que afectan al español
de España los que originan los americanismos -especialmente, los americanismos
semánticos-, sin que el español americano tenga nada que ver en su creación o, mejor, en la
adquisición de tal valor por parte de algunas de sus unidades léxicas. Para demostrar tal
hipótesis se analiza la historia de puto con su significado de 'homosexual', y se constata que
es la pérdida de esta significación en la España dieciochesca la que confiere a este término
el carácter de americanismo que presenta a día de hoy. Como conclusión -y más allá de este
ejemplo concreto-, se enfatiza la complejidad que conlleva el análisis diacrónico de los
americanismos, y la necesidad de atender al carácter dinámico de este concepto para llevar
a cabo un acercamiento más profundo y riguroso a la historia del léxico del español de
América.
Palabras clave: historia de la lengua, español de América, léxico, americanismo, puto.

Abstract
Considering the definition of americanismo proposed by Campany (2007) and the concept
dynamics found in Ramírez Luengo (2012), this paper states that process changes
influencing on Peninsular Spanish often cause the conditions for americanisms, especially,
semantic americanisms. This case is rather particular due to the fact that none of the
Spanish varieties spoken in the Americas has any influence on this word formation or
semantic change. In order to show this, a diachronic analysis on the Spanish noun and
adjective puto (meaning homosexual) was made. It was found that the loss of meaning in
the 18th century Spain gives its current shape of americanism. Apart from the example
considered for the study, the conclusion is that diachronic analysis of americanisms is a
complex process that requires more attention, so that a deeper and more rigorous approach
to the history of Spanish language in the Americas is required.
Keywords: History of Language, Spanish Language in the Americas, Vocabulary,
Americanism, Puto.

ARTÍCULO RECIBIDO EL 15/01/2014, ACEPTADO EL 13/09/2014 LENGUA Y HABLA N° 18. ENERO-DICIEMBRE, 2014
Cómo el español de España genera americanismos… RAMÍREZ LUENGO

1. No es necesario indicar que la labor que con más frecuencia llevan a cabo los
investigadores de la historia del español de América que se dedican al estudio del léxico es,
sin ninguna duda, la detección y el análisis de los diversos americanismos que, por diversos
motivos, se descubren en la documentación histórica que a lo largo de los siglos se genera
en el Nuevo Mundo1. Y esta preferencia por el estudio del americanismo en ningún caso
puede sorprender porque, como es evidente, son estos elementos diferenciales los que
particularizan léxicamente cualquier variedad del extenso diasistema del español, esto es,
los que establecen un “mapa léxico propio que va a identificar a una región por medio de
un conjunto de voces que, sean conocidas solamente en la zona o tengan un significado
especial en ese lugar, constituyen un rasgo de identidad que distingue esa variedad del
español de todas las demás del mundo hispánico” (Ramírez Luengo, 2012: 395).

Sorprende, con todo, que en numerosas ocasiones el análisis de estos elementos no venga
acompañado de la definición del propio concepto de americanismo que maneja el
estudioso, quien lo emplea de manera en cierto modo intuitiva y, por tanto, priva al lector
de saber qué entiende el autor del trabajo por ‘voz propia de América’ –su definición más
intuitiva– y, en consecuencia, qué vocablos pertenecen o no a este conjunto de elementos
diferenciales y caracterizadores de las variedades americanas del español: a manera de
ejemplo, mientras que para determinados investigadores tomate es un americanismo y
gomitar ‘vomitar’ no lo es (Morínigo, 1998), para otros la situación es exactamente la
contraria (Academia Mexicana de la Lengua, 2010), algo que evidencia la disparidad de
criterios con que se puede entender esa general definición aducida más arriba.

Por supuesto, y como no podía ser menos tratándose de un concepto de tanta trascendencia,
los autores que han analizado y han definido qué se entiende por americanismo son
numerosos, y numerosas son también las conclusiones a las que llegan, en muchas
ocasiones –como se ha indicado más arriba– dispares entre sí2. Entre todas estas
definiciones, quizá sea especialmente reseñable para los objetivos de este estudio la que
facilita Company (2007) al referirse a los mexicanismos, cuya adaptación al ámbito más
general de los americanismos determina que se entenderá de esta manera 'el conjunto de
voces, formas o construcciones que son caracterizadoras del habla urbana, popular o culta,
o ambas, de América y cuyo uso muy frecuente y cotidiano distancia la variante americana
respecto del español peninsular' (Company, 2007: 28-29); serán americanismos, por tanto,
cada uno de estos elementos aislados que conforman la unidad enunciada más arriba.

En cuanto a los tipos de americanismos en sí, esta misma autora establece desde una
perspectiva eminentemente sincrónica3 tres clases claramente diferenciadas, que son las

1
Los trabajos al respecto son tan numerosos que su mera enumeración supondría un trabajo bibliográfico en
sí mismo; sirvan a manera de ejemplo los magníficos estudios de Buesa Oliver y EnguitaUtrilla (1992),
Hildebrant (1961) o Mejías (1980).
2
Para una excelente revisión historiográfica del concepto y de las principales propuestas de definición, véase
Donadío Copello (2005: 89-92).
3
Resulta importante hacer hincapié en la perspectiva estrictamente sincrónica que utiliza Company (2010:
XVII) a la hora de definir qué es un americanismo, pues la mezcla de criterios sincrónicos (‘de uso en
América’) con otros de tipo diacrónico-etimológico (‘de origen americano’) que emplean algunos de los
autores que cita Donadío Copello (2005: 89-92) lleva a la paradoja de que se establezcan como

LENGUA Y HABLA N° 18. ENERO-DICIEMBRE, 2014. 2


Cómo el español de España genera americanismos… RAMÍREZ LUENGO

siguientes: a)americanismos puros, entendidos como ‘voces empleadas en el español


general de América inexistentes en el español peninsular general’ (Company, 2010: XVII);
b) americanismos de frecuencia, que se definen como ‘voces o construcciones compartidas,
en forma y significado, con el español peninsular castellano, pero que muestran en América
una mucho mayor frecuencia de empleo y de generalización’ (Company, 2010: XVII); y c)
americanismos semánticos, que comprenden las ‘voces y construcciones formalmente
compartidas con el español peninsular, pero que han desarrollado en América valores
semánticos propios’ (Company, 2010: XVII). Se trata, por tanto, de tres tipos claramente
diferenciados que, si bien en ocasiones pueden presentar algún problema a la hora de
adscribir determinadas unidades léxicas a cada uno de ellos –muy especialmente para otros
momentos de la historia–, sirven sobre todo para hacer hincapié en el hecho de que no
todos los vocablos resultan ‘propios de América’ de la misma manera y, por tanto, para
poder clasificarlos según sus propias especificidades.

Junto a todo lo anterior, es necesario tener en cuenta, así mismo, el hecho de que –frente a
lo que numerosos estudios parecen afirmar implícitamente– el americanismo no se puede
entender de un modo estático, sino que, muy al contrario, se trata de un concepto
caracterizado precisamente por su dinamismo: en efecto, como se indica en un trabajo
reciente (Ramírez Luengo, 2012: 398), “la valoración de determinado elemento como
americanismo no se mantiene inalterada a través del tiempo, sino que puede variar a lo
largo de la historia, dependiendo de los procesos de expansión o reducción geográfica que
experimenten las diferentes unidades léxicas”; de este modo, mientras que los indigenismos
panhispánicos –al estilo de maíz, chocolate o cacique– por fuerza constituyen en sus
orígenes americanismos puros y hoy han perdido tal consideración, los que Moreno de Alba
(2007: 190) denomina arcaísmos americanos –por ejemplo, atorar ‘obstruir’, durazno
‘melocotón’, enojarse ‘enfadarse’– son ejemplos de voces generales en el español
aurisecular que hoy se pueden considerar americanismos y que han adquirido tal valor en
algún momento de la historia, en concreto “en el momento en que su uso comienza a
declinar o desaparece totalmente en el español de España” (Ramírez Luengo, 2012: 398).

2. De la afirmación anterior es posible extraer dos consecuencias que resultan de cierto


interés para el estudio diacrónico de las unidades léxicas que se pueden definir como
americanismos: por un lado, que muchos de los elementos que a día de hoy se engloban
bajo este concepto –esto es, que constituyen americanismos sincrónicos– se deben entender
como arcaísmos desde un punto de vista histórico, habida cuenta de que en general se trata
de voces comunes y de amplio empleo en la época áurea que hoy se desconocen en España
(americanismos, por tanto, puros: cobija ‘ropa y abrigo de cama’, chícharo ‘guisante’,
durazno ‘melocotón’; Moreno de Alba, 2007: 192-3), o bien voces compartidas con el
español europeo pero que mantienen en América acepciones propias de los Siglos de Oro
(esto es, americanismos semánticos: botar ‘lanzar, arrojar, tirar’, bravo ‘enojado, enfadado,
colérico’, prieto ‘moreno, negro’; Moreno de Alba, 2007: 192-3); constituyen estos
vocablos, por tanto, un ejemplo de conservación léxica –frente a la variedad española– que

americanismos voces usadas en España (tomate) y, al mismo tiempo, vocablos de uso exclusivo en América
no sean considerados como tales (ahorita).

LENGUA Y HABLA N° 18. ENERO-DICIEMBRE, 2014. 3


Cómo el español de España genera americanismos… RAMÍREZ LUENGO

justifica en cierto modo la definición del español americano como arcaico que en
numerosas ocasiones se le ha achacado (Zamora Vicente, 1967: 387)4.

Por otro lado, la ya mencionada generalidad de todas estas voces en la época áurea y su
mantenimiento exclusivo en América en la actualidad –situación que, de hecho, las
transforma en americanismos– demuestra que, en realidad, lo que históricamente se
produce es un proceso de extensión léxica5–en este caso, de reducción– que afecta al
español de España, y que determina la desaparición o la modificación semántica de los
vocablos ya mencionados; de este modo, son precisamente determinados procesos que
tienen lugar en el español europeo en algún momento de su historia los que van a generar la
aparición de los americanismos, o dicho de otra forma, en numerosas ocasiones es el
español de España el que origina los americanismos, sin que –paradójicamente– el español
americano tenga nada que ver en su creación o, mejor, en la adquisición de tal carácter por
parte de algunas de sus unidades léxicas.

Así pues, y como resultado del carácter eminentemente dinámico del concepto de
americanismo que ya se ha expuesto más arriba (Ramírez Luengo, 2012: 398), es posible
extraer dos conclusiones de interés a la hora de analizar estos elementos en su diacronía: en
primer lugar, que muchos de los americanismos de la sincronía actual se pueden entender
históricamente como arcaísmos; en segundo lugar –y en clara relación con lo anterior–, que
la adquisición de su carácter de americanismo se produce en algún momento de la historia
no tanto por transformaciones que tengan lugar en América, sino más bien por fenómenos
que se producen en las variedades del español europeo y que tienen que ver con los
procesos de extensión –por reducción– del vocabulario de tales variedades, algo que
justifica la aparente paradoja del título del presente estudio, es decir, la idea de que es
precisamente el español de España el que va a generar (parte de) los americanismos que
hoy caracterizan en el nivel léxico a las variedades de esta lengua en el Nuevo Mundo.

3. A manera de ejemplo de todo lo expuesto hasta el momento, se pretende estudiar en este


trabajo el proceso de transformación en americanismo semántico de uno de esos elementos

4
Por supuesto, es necesario tomar con mucha precaución esa idea del arcaísmo del español de América, pues
su empleo por parte de algunos autores no es en ocasiones sino muestra de un claro eurocentrismo, según el
cual la norma española constituye la medida de todas las cosas, algo científicamente insostenible y poco
válido, además, en el caso de una lengua policéntrica como es el español. Teniendo esto claro, lo que es
indudable, como bien señala Moreno de Alba (2007: 190), es que “hay fenómenos lingüísticos, no solo
léxicos, que hoy se dan sólo o predominantemente en América y que antes se daban también en España, de
cuyos dialectos desaparecieron”; es de esta manera precisamente como se debe entender la idea de arcaísmo
que se emplea en este estudio. Véanse, a este respecto, las atinadas ideas que expone en su trabajo el autor
inmediatamente citado (Moreno de Alba, 2007: 188-190), así como las reflexiones que expone sobre esta
misma cuestión Lope Blanch (2003: 76-80).
5
Partiendo del significado de extensión que ofrece la geometría (‘capacidad para ocupar una parte del
espacio’; DRAE, 1992: s.v. extensión), se entiende aquí por extensión léxica ‘todo proceso (histórico) de
modificación en la distribución geográfica de una voz’; tal extensión léxica puede ser de expansión
(generalización)o bien de reducción (dialectalización). Nótese que, aunque a primera vista se puede
considerar que tal concepto coincide con el de difusión léxica, en realidad la difusión léxica hace referencia a
que “durante la extensión de cualquier cambio algunas palabras se ven afectadas antes que otras o, mirando el
proceso desde otro ángulo, algunas palabras son más resistentes que otras a cambiar” (Penny, 2004: 120),
mientras que la extensión léxica se refiere más bien a la distribución y empleo de las mismas voces por
diversas áreas geográficas.

LENGUA Y HABLA N° 18. ENERO-DICIEMBRE, 2014. 4


Cómo el español de España genera americanismos… RAMÍREZ LUENGO

que históricamente se pueden entender como arcaísmos; en concreto, se va a analizar aquí


la historia de la voz puto con su valor de ‘homosexual’, de empleo generalizado en amplias
zonas del Nuevo Mundo y cuya historia –quizá por un “exceso de pudibundez” que Frago
(1986: 101; 1988: 51) achaca al DRAE pero bien se puede ampliar a otros estudios
lingüísticos6– resulta por el momento desconocida en sus detalles.

Como todo el mundo sabe, puto constituye actualmente en el mundo hispánico una palabra
polisémica, de significados relacionados pero claramente diferenciados entre sí: de este
modo, además de otros usos de carácter ponderativo, el DRAE (1992: s.v. puto) señala sin
marca diatópica de ningún tipo las acepciones de ‘necio’ y ‘hombre que tiene concúbito con
persona de su sexo’, a las que añade –en la 23ª edición en preparación– el de ‘prostituto’.
Es necesario, sin embargo, precisar desde el punto de vista de la geografía lingüística los
datos expuestos más arriba, pues, mientras que el significado de ‘prostituto’ resulta el
general y prácticamente único a día de hoy en España (Moliner, 2008: s.v. puto)7, en el caso
de América las significaciones son más variadas, y van desde la ya mencionada de
‘homosexual’ en países como la Argentina (DIEA, 2008: s.v. puto; DCECH, 1980-1991:
s.v. puto) o México (Lara, 2010: s.v. puto)8 a otras como ‘hombre aficionado a tener
relaciones sexuales con mujeres’ –en Centroamérica, las Antillas, Ecuador, Perú, Bolivia y
Chile9– u ‘hombre que frecuentemente mantiene relaciones con prostitutas’, registrada en
Venezuela o Bolivia (DAM, 2010: s.v. puto)10; salta a la vista, por tanto, que el término
puto cumple perfectamente las características necesarias para ser considerado desde la
sincronía actual como americanismo semántico, esto es, tratarse de una voz formalmente
compartida con el español peninsular y, al mismo tiempo, presentar en América “valores
semánticos propios” (Company, 2010: XVII)11.

6
En efecto, a pesar de su empleo generalizado en la Argentina, se constata la ausencia de este vocablo en
diccionarios del español de este país como son, por ejemplo, el de Chuchuy (2000) o el de la Academia
Argentina de Letras (2003), así como en diccionarios de americanismos más generales, tales como el de
Morínigo (1998) o Richard (2006).
7
A pesar de lo cual Moliner (2008: s.v. puto) todavía señala el valor ‘homosexual’ como sexta acepción.
8
A los que habría que sumar, además, el Uruguay, donde puto resulta voz absolutamente habitual con el
significado señalado y un valor claramente peyorativo.
9
También en México, de acuerdo con lo que señala al respecto la Academia Mexicana de la Lengua (2010:
s.v. puto).
10
Dejando aparte la primitiva significación de ‘homosexual’, no resulta difícil comprender los deslizamientos
semánticos que han dado lugar a los múltiples valores que presenta hoy el término puto, y que parten,
evidentemente, de su asociación con puta ‘prostituta’ (DRAE, 1992: s.v. puta): así, a partir de este elemento
surgen de forma natural el valor de ‘prostituto’ (resultado de su mera masculinización) y, por medio de un
deslizamiento semántico que mantiene la idea de la prostitución, el de ‘hombre que mantiene relaciones con
prostitutas’; al mismo tiempo, el propio significado derivado –y peyorativo– de ‘mujer que mantiene
frecuentemente relaciones sexuales con hombres’ que posee el término puta permite fácilmente pasar, de
nuevo por su masculinización –pero ahora con valor no peyorativo–, al de ‘hombre aficionado a mantener
relaciones con mujeres’. Falta por explicar dentro de este esquema, por supuesto, el valor de ‘necio’ que el
DRAE (1992: s.v. puto) aporta como segunda acepción del término analizado.
11
Aunque la definición de Company (2010: XVII) dice textualmente “voces (...) que han desarrollado en
América valores semánticos propios”, se opta en esta ocasión por modificarla ligeramente y sustituir el verbo
desarrollar por presentar, habida cuenta de que frecuentemente –y el caso aquí analizado es ejemplo de ello–
lo que se produce no es tanto el desarrollo de valores nuevos como el mantenimiento de otros antiguos; con
todo, y a pesar de esta cuestión de matiz, sigue siendo perfectamente válida para los propósitos de este estudio
la definición que facilita la estudiosa mexicana.

LENGUA Y HABLA N° 18. ENERO-DICIEMBRE, 2014. 5


Cómo el español de España genera americanismos… RAMÍREZ LUENGO

Diferente es, sin embargo, la situación que se registra en los Siglos de Oro, época en la que
el valor de ‘homosexual’ parece ser general no solo a la luz de los datos que aportan
diversas obras lexicográficas de o sobre la época –entre ellas Covarrubias (2006 [1611]:
s.v. puta), el DCECH (1980-1991: s.v. maría) o Chamorro (2002: s.v. puto)–, sino también
según se puede deducir de numerosos ejemplos registrados en CORDE12 a ambos lados del
Atlántico (ejemplos 1-4)13.

1. Prendieron á un hombre que era cucharero, que vivia en la calle


de Castilla junto al espital de Nuestra Señora de la O, por puto con
un muchacho, y lo quemaron de allí á quince dias (España, c. 1604;
F. de Ariño: Sucesos de Sevilla de 1592 a 1604)
2. Decía que estaba preso por (...) cosas de atrás. Yo pensé que
pecados viejos quería decir. Y averigüé que por puto (España, 1626;
F. de Quevedo: La vida del Buscón)
3. De cómo no auíahichezerosuerdaderos ni falsos ni persona que
da ponsoña ni adúlteras ni putas ni putos ni rrenegados ni
rrenegaciones porque los matauanbibos (Perú, c. 1595-1615; F.
Guamán Poma de Ayala: El primer corónica y buen gobierno)
4. En nuestro vulgar lenguaje quiere decir nefandos y mas
propiamente putos que es la verdadera explicacion del nombre
hueies (Chile, 1673; F. Núñez de Pineda y Bascuñán: El cautiverio
feliz)

Es evidente, por tanto, que durante la Época Áurea puto con su valor de ‘homosexual’
constituye una voz general dentro del español, y que solo posteriormente –y, como se dijo
ya, por procesos que afectan no al español americano, sino más bien a las variedades
peninsulares de esta lengua– va a adquirir el valor de americanismo (en este caso,
semántico) que presenta a día de hoy; la cuestión, por tanto, es detectar en qué momento el
término analizado pierde su significación de ‘homosexual’ en España, y se genera, así, la
situación que se puede observar actualmente.

Tomando, pues, los datos que, para el español de España, ofrece el CORDE [Consulta:
15/10/2013]14, lo primero que se aprecia es un clarísimo descenso en la aparición de este

12
Cabe señalar a este respecto que todos los ejemplos citados a lo largo del trabajo se han tomado de la base
de datos de la Real Academia Española CORDE [Consulta: 15/10/2013], que ha constituido el corpus de
estudio en que se basa este análisis.
13
Esto no implica, naturalmente, que fuera este el único valor del vocablo en la época, pues también es
posible registrar ejemplos con un claro matiz peyorativo, pero en el que no aparece necesariamente el
contenido de ‘homosexual’: “¡Aguarda, aguarda, descomunal harriero, y verás si te hago confessar, mal que te
pese, que eres mejor que yo, con ser un grandíssimo vellaco, puto y hijo de otro tal!” (España, 1614; A.
Fernández de Avellaneda: Don Quijote de la Mancha); “Por Dios que aquese lenguaje / que no lo baste a
entender / el puto de tu linaje” (México, 1600; F. González de Eslava: Coloquio doce de la batalla naval que
don Juan de Austria tuvo con el turco).
14
Dadas las especiales características del sistema de búsqueda de CORDE, se hace preciso señalar que tales
búsquedas se han llevado a cabo atendiendo a todas las posibilidades de aparición, esto es, el singular y el
plural, con y sin mayúsculas.

LENGUA Y HABLA N° 18. ENERO-DICIEMBRE, 2014. 6


Cómo el español de España genera americanismos… RAMÍREZ LUENGO

término entre los siglos XVII y XVIII: en efecto, frente a 159 casos registrados para la
primera de las centurias señaladas, en el siglo XVIII los ejemplos descienden a seis,
mientras que en el siglo XIX se recogen apenas nueve apariciones15. Por supuesto, las
limitaciones de un corpus como CORDE –como es sabido, un corpus desigual, con distinto
volumen de texto en unos siglos y otros, y con una enorme disparidad tipológica– impide
interpretar este dato como muestra inequívoca de un efectivo descenso en el empleo de la
voz en España, pero en todo caso resulta quizá significativo como indicio de un fenómeno
cercano al señalado, esto es, como indicio de que la voz puto podría estar comenzando a
desaparecer al menos de los textos escritos en la Península.

En este sentido, y frente a los datos totales, tal vez resulte más interesante analizar la
presencia de la voz en los distintos contextos de aparición, pues también pueden aportar
datos acerca de su proceso de (relativa) decadencia en los textos; en este sentido, si se
acepta su empleo en contextos libres –esto es, fuera de usosrutinizados como son, por
ejemplo, los refranes y frases hechas16– como muestra de su mayor vitalidad en una época
determinada, los datos de CORDE son los siguientes:

Tabla 1: Casos rutinizados de la voz puto en el corpus


Siglo Casos rutinizados/totales Porcentaje
XVII17 27/124 21,77%
XVIII 4/6 66,66%
XIX 7/9 77,77%

Parece claro, por tanto, que en el siglo XVII el término aquí analizado se emplea con
relativa frecuencia en contextos no rutinizados, mientras que en los siglos XVIII y XIX
estos usos descienden de forma notable a favor de su presencia en refranes y frases hechas,
algo que quizá se pueda entender como una utilización, a partir de la Centuria Ilustrada,

15
En realidad, son 16 las apariciones que ofrece CORDE para esta centuria, pero siete de ellas se registran en
piezas de la Época Áurea que reproduce El Criticón de Bartolomé José Gallardo, por lo que no se consideran
usos propios del siglo XIX.
16
Aparecen con altísima frecuencia en el siglo XVII las frases hechas a puto el postre y variantes (‘expr. fam.
con que se denota el esfuerzo que se hace para no ser el último o postrero en una cosa; DRAE, 1992: s.v.
puto) (“Pagamos cada uno su parte, andando a puto el postre por quién había de pagar primero y no ser el
postrero en el salir de la casa”. España, 1646; Anónimo: La vida y hechos de Estebanillo González), origen
más que obvio del actual maricón el último –que evidencia, por cierto, la desaparición del valor de
‘homosexual’ de puto, y de ahí su sustitución por maricón– y oxte/oste puto (“Él, en viendo un entendido, un
varón de prendas, dezía: ¡Oste puto quien a tal le ayudasse!”. España, 1653; B. Gracián: El Criticón), que en
Cejador y Frauca (2008: s.v. oste) se define como “lo que guarda afuera cuando se retiran de daño”; esta
última frase hecha desaparece ya en el siglo XVIII, mientras que la primera se mantiene no solo en esta
centuria, sino también en la siguiente. Cabe indicar, además, que en el siglo XVIII se registran ya ejemplos de
callar como puto (“callando yo como un puto y sudando angustias mortales, me dejaron estar”. España, 1786;
P. Montengón: Eusebio) –en este caso, probablemente con la significación de ‘necio’–, que se mantiene
actualmente en España con la forma modificada en su género –y, en cierto modo, carente de sentido–callar
como puta.
17
Se ha optado por dejar fuera de este porcentaje el Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627) de
Correas, pues su carácter de obra paremiológica –con una presencia, por tanto, masiva de usos rutinizados de
la voz puto– puede distorsionar los datos que interesan en este punto.

LENGUA Y HABLA N° 18. ENERO-DICIEMBRE, 2014. 7


Cómo el español de España genera americanismos… RAMÍREZ LUENGO

cada vez más escasa de la voz como sustantivo, sea con su valor de ‘necio’ o sea con el de
‘homosexual’18.

Por otro lado, y teniendo en cuenta que lo que se está estudiando en estas páginas es, en
puridad, el abandono de un significado concreto del término puto, resulta fundamental
llevar a cabo el análisis de los valores semánticos que ofrecen los ejemplos del corpus que
se está estudiando: de este modo, mientras que el significado primitivo de ‘homosexual’
aparece muy frecuentemente y de forma indudable en el siglo XVII (ejemplos 5, 6), en el
siglo XVIII –y de igual modo en la centuria siguiente– no resulta tan sencillo detectar tal
significación, pues la voz se emplea sobre todo en expresiones hechas (la ya mencionada
puto a la postre: ejemplo 7) o con un evidente matiz peyorativo, pero sin que muestre
claramente el valor de ‘homosexual’ (ejemplo 8).

5. Di tú lo que tú querrás,/mas juro a diez que eres puto, / pues con


hombres y mugeres / hazes lo que hazen los brutos (España, 1580-
1627; L. de Góngora: Romances)
6. El miércoles en la noche cogieron cuatro putos acostados de dos
en dos en un jardin (España, 1654-8; J. de Barrionuevo: Avisos)
7. Crecieron sus deseos / a la par de los continuos regodeos / tanto
que al huésped molestando andaban / y a puto el postre daban y
tomaban (España, 1797; F. M. de Samaniego: El jardín de Venus)
8. Por ser tu padre togado / pretendes toga, Miguel: / hombre tu
madre fué puta / que te hagan puto tambien (España, 1784; L. de
Arroyal: Los Epigramas)

Así, se puede concluir que el último ejemplo en el que el primitivo valor semántico de la
voz aquí estudiada se descubre de forma indiscutible es el que se cita a continuación
(ejemplo 9), tomado de El arte de putear de Nicolás Fernández de Moratín, y fechado entre
1771 y 1777:

9. Vayan lejos de mí los hombrezuelos /que gastan tocador como


mujeres, / y no errarás si putos los dijeres (España, 1771-7: N.
Fernández de Moratín: El arte de putear)

A partir de este momento, todos los ejemplos registrados en CORDE en textos españoles
ofrecen valores semánticos y funciones muy distintas que tienen que ver con la
significación de ‘necio’ ya registrada por el DRAE (1992: s.v. puto) o su empleo como
simple término peyorativo de significación difusa, pero en todo caso desprovisto ya del
significado de ‘homosexual’ que claramente presenta esta voz en la Época Áurea19.

18
Por supuesto, es evidente que, a la luz de la situación actual, el empleo de puto/puta como elemento
ponderativo debía de ser muy habitual; sin embargo, las propias características del corpus –formado por
textos escritos, en su mayor parte pertenecientes a registros muy elevados– determina que tales empleos no
aparezcan con frecuencia en él, por no decir prácticamente nunca.
19
Se mantiene aún en este siglo, además, la expresión puto a la postre, y en este sentido es interesante señalar
cómo el hijo del ya citado Nicolás Fernández de Moratín, el dramaturgo Leandro, la emplea en ocasiones en

LENGUA Y HABLA N° 18. ENERO-DICIEMBRE, 2014. 8


Cómo el español de España genera americanismos… RAMÍREZ LUENGO

De este modo –y teniendo en cuenta las limitaciones de diverso tipo que el propio corpus de
estudio conlleva– se puede concluir que en principio parece posible sostener la idea de que
el término puto sufre en España un descenso en cuanto a su uso como sustantivo durante el
siglo XVIII, momento en el que, además –y más importante aún para los propósitos de este
estudio– experimenta una modificación semántica que implica la pérdida del que había sido
su significado fundamental en los Siglos de Oro, ‘homosexual’. Se puede concluir, por
tanto, que es precisamente en este momento –de forma amplia, la segunda mitad del siglo
XVIII–, y como resultado, además, de esta reducción significativa, cuando puto se
transforma en un americanismo semántico, pues es precisamente ahora cuando la voz
comienza a presentar una especificidad significativa en el Nuevo Mundo –el valor de
‘homosexual’– que crea diferencias entre ambas orillas del Atlántico y que, en este caso
concreto, se mantiene viva hasta el día de hoy.

4. De este modo, y recapitulando todo lo indicado hasta el momento, es posible extraer


ahora una serie de conclusiones de cierto interés para la mejor compresión diacrónica de los
americanismos, y que parten en sus orígenes últimos del propio carácter dinámico de este
concepto: en efecto, parece clave a la hora de analizar la historia de los americanismos
considerar que, como se dijo ya anteriormente (Ramírez Luengo, 2012: 398), “la valoración
de determinado elemento como americanismo no se mantiene inalterada a través del
tiempo, sino que puede variar a lo largo de la historia”, de modo que en muchos casos
vocablos que son generales en la Época Áurea se pueden definir al día de hoy como
americanismos de algún tipo, habida cuenta de su actual especificidad americana; en este
sentido, es posible considerar estas voces desde un punto de vista histórico como arcaísmos
–o pseudo-arcaísmos, de acuerdo con Moreno de Alba (2007: 190)–, sin que eso niegue,
naturalmente, su carácter sincrónico de americanismo.

Por otro lado, es evidente que tales variaciones históricas en la consideración de un


elemento responden a “procesos de expansión o reducción geográfica que experimenten las
diferentes unidades léxicas” (Ramírez Luengo, 2012: 398), de manera que en numerosas
ocasiones –y de forma aparentemente paradójica– son los fenómenos de reducción (léxica o
significativa) que se dan en el español de España los que producen los americanismos, al
mantener las variedades de este continente voces y/o acepciones que se pierden al otro lado
del Atlántico: en pocas palabras, no es el español americano el que genera los
americanismos, sino las modificaciones léxicas que se dan en el español de España, que
determinan que una voz primitivamente común quede circunscrita al Nuevo Mundo y se
convierta, por tanto, en un elemento propio e identificador de estas variedades.

Teniendo en cuenta lo anterior, se ha llevado a cabo en estas páginas el análisis de uno de


estos casos: la voz puto, americanismo semántico hoy que presenta el valor de ‘prostituto’
en España y el de ‘homosexual’ en (gran parte de) América. Pues bien, a la luz de los datos
registrados en este estudio se puede decir que la situación actual queda configurada en
torno a la segunda mitad del siglo XVIII, cuando –de acuerdo con los datos de CORDE–se
pierde en España el primitivo valor de ‘homosexual’ que es general en los Siglos de Oro y

sus textos, pero en ningún caso utiliza puto de forma independiente en ellos, tal y como hace su padre en la
obra anteriormente mencionada (Ruiz Morcuende, 1945: s.v. puto).

LENGUA Y HABLA N° 18. ENERO-DICIEMBRE, 2014. 9


Cómo el español de España genera americanismos… RAMÍREZ LUENGO

que todavía mantiene América; resulta, por tanto, un ejemplo paradigmático de lo aquí
expuesto, que muestra bien a las claras el carácter dinámico del concepto y cómo es la
reducción semántica que se produce en España la que determina la transformación de este
elemento en americanismo, si bien no constituye, en realidad, sino uno más de una
extensísima lista que pasa por pollera, frazada, aturar y todos los pseudo-arcaísmos que
aporta Moreno de Alba (2007: 192-3) y termina en elementos a medio camino entre lo
léxico y lo morfosintáctico como nomás, dizque o, por ejemplo, luego que como introductor
de suboraciones temporales20.

Ahora bien, más allá de los términos y vocablos concretos que se pueden englobar dentro
de esta categoría –y del momento concreto en que adquieren su valor propiamente
americano–, lo que interesa enfatizar en este trabajo es la complejidad que conlleva el
análisis diacrónico de los americanismos y la necesidad de atender al carácter dinámico de
este concepto para su estudio más profundo, pues solo de esta manera será posible
comprender mejor la conformación léxica de las variedades del Nuevo Mundo y, en
definitiva, entender de una manera más profunda y más completa la configuración histórica
de las variedades que hoy constituyen el español de América.

Agradecimientos
Quiero dejar constancia en estas líneas de mi agradecimiento al Dr. Obediente Sosa (Universidad de Los
Andes, Venezuela), al Dr. Quirós García (CCHS-CSIC, España) y al Dr. Carriazo Ruiz (UNED, España) por
sus sabios consejos y agudas sugerencias, que han ayudado en mucho a enriquecer la primitiva redacción del
presente trabajo.

Referencias bibliográficas

Academia Argentina de Letras. 2003. Diccionario del habla de los argentinos. Buenos
Aires: Espasa-Calpe.
Academia Mexicana de la Lengua. 2010. Diccionario de Mexicanismos. México, DF.:
Siglo XXI.
Buesa Oliver, Tomás y José Mª Enguita Utrilla. 1992. Léxico del español de América: Su
elemento patrimonial e indígena. Madrid: MAPFRE.
Cejador y Frauca, Julio. 2008. Diccionario fraseológico del Siglo de Oro. Edición de A.
Madroñal y D. Carbonell. Barcelona: Ediciones del Serbal.
Chamorro, Mª Inés. 2002. Tesoro de villanos. Diccionario de germanía. Barcelona: Herder.

20
Es probable que casos como los ya citados nomás o dizque sean en realidad un poco más complejos, pues a
la desaparición en España se suma, además, la aparición de nuevos valores y empleos en América respecto a
sus usos clásicos, de manera que es necesario estudiar si se produce primero la modificación funcional-
significativa y luego la desaparición en España –en una cadena que iría desde la voz general al americanismo
puro pasando por el americanismo semántico–, o bien al revés, en cuyo caso la evolución sería voz general>
(probablemente) americanismo de frecuencia>americanismo puro. Naturalmente, está también la necesidad
de llevar a cabo estudios de carácter regional, pues tales procesos no se han de dar necesariamente en toda
América de forma semejante.

LENGUA Y HABLA N° 18. ENERO-DICIEMBRE, 2014. 10


Cómo el español de España genera americanismos… RAMÍREZ LUENGO

Chuchuy, Claudio (coord.). 2000. Diccionario del español de Argentina. Madrid: Gredos.
Company, Concepción. 2007. El siglo XVIII y la identidad lingüística de México. Discurso
de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua. 10 de noviembre de 2005. México DF:
Universidad Nacional Autónoma de México / Academia Mexicana de la Lengua.
Company, Concepción. 2010. Introducción. En Academia Mexicana de la Lengua.
Diccionario de Mexicanismos. México DF.: Siglo XXI, XV-XXIII.
Covarrubias, Sebastián de. 2006 [1611]. Tesoro de la lengua castellana o española. ed. de
I. Arellano y R. Zafra. Madrid: Iberoamericana.
DAM – Asociación De Academias De La Lengua. 2010. Diccionario de Americanismos.
Madrid: Santillana.
DCECH – Corominas, Joan. 1980-1991. Diccionario crítico etimológico castellano e
hispánico. Madrid: Gredos.
DIEA – Plager, Federico (coord.). 2008. Diccionario integral del español de la Argentina.
Buenos Aires: Voz Activa.
Donadío Copello, María. 2005. Algo acerca de los americanismos y las regiones
dialectales. En C. Aráus Puente (coord.). Manual de lingüística hispanoamericana, II.
Notas para un seminario sobre el español americano, 83-141. Bogotá: Instituto Caro y
Cuervo.
DRAE – Real Academia Española. 1992. Diccionario de la lengua española (21ª ed.).
Madrid: Espasa-Calpe.
Frago Gracia, Juan Antonio. 1986. Tópicos lingüísticos y tipos cómicos en el teatro y la
lírica de los siglos XVI-XVIII. Philologia Hispalensis 1: 85-116.
Frago Gracia, Juan Antonio. 1988. Norma lingüística y artificio en La Lozana Andaluza.
Philologia Hispalensis 3: 41-66.
Hildebrant, Martha. 1961. La lengua de Bolívar, I. Léxico. Caracas: Universidad Central de
Venezuela.
Lara, Luis Fernando (dir.). 2010. Diccionario del español de México. México DF.: El
Colegio de México.
Lope Blanch, Juan M. 2003. La falsa imagen del español americano. En P. García Mouton
(ed.). El español de América. 1992, 59-81. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones
Científicas.
Mejías, Hugo A. 1980. Préstamos de las lenguas indígenas en el español americano del
siglo XVII. México DF: Universidad Nacional Autónoma de México.
Moliner, María. 2008. Diccionario de uso del español. Madrid: Gredos.
Moreno De Alba, José G. 2007. Introducción al español americano. Madrid: Arco/Libros.

LENGUA Y HABLA N° 18. ENERO-DICIEMBRE, 2014. 11


Cómo el español de España genera americanismos… RAMÍREZ LUENGO

Morínigo, Marco A. 1998. Nuevo Diccionario de Americanismos e Indigenismos. Buenos


Aires: Claridad.
Penny, Ralph. 2004. Variación y cambio en español. Madrid: Gredos.
Ramírez Luengo, José Luis. 2012. El léxico en los procesos de dialectalización del español
americano: el caso de la Bolivia andina. Cuadernos del Instituto de Lengua Española 7:
393-404.
Richard, Renaud (coord.). 2006. Diccionario de Hispanoamericanismos. Madrid: Cátedra.
Ruiz Morcuende, Federico. 1945. Vocabulario de Don Leandro Fernández de Moratín.
Madrid: Real Academia Española.
Zamora Vicente, Alonso. 1967. Dialectología española (2ª ed.). Madrid: Gredos.

LENGUA Y HABLA N° 18. ENERO-DICIEMBRE, 2014. 12

También podría gustarte