Arte Del Renacimiento
Arte Del Renacimiento
Arte Del Renacimiento
A grandes rasgos podemos decir que el Renacimiento es una fractura consciente con el arte medieval
(al que califica con desprecio de bárbaro), del que sólo salva a Giotto.
Aunque utilizamos una cronología para facilitar el estudio de los estilos artísticos, no hay una
frontera clara entre el fin del arte medieval y el principio del renacentista. Esa frontera se ubicaría en
todos los momentos en que una obra de arte se aleja de las tradiciones medievales y se acerca a las
novedades renacentistas, pero esto no es ningún año en concreto. Ya en el s. XV si se advierte que
dominan totalmente las características renacentistas, por tanto, ya estamos en el nuevos estilo.
Es un fenómeno esencialmente italiano. Es lógico que un estilo que quiere recuperar formas
artísticas clásicas aparezca en Italia, que está llena de ruinas y obras de arte del imperio romano.
Es importantísimo el HUMANISMO, nueva forma de pensar y de ver el mundo, en cuyo centro
estará siempre el hombre, y que exalta la historia y los valores de la antigüedad clásica.
En arte, literatura, filosofía, etc. se recuperan los temas, principios y características formales de
la Antigüedad Clásica, pero sin copiar. Es una recuperación de todo el mundo clásico, adaptado
ahora al cristianismo.
Por tanto:
o La pintura volverá a ser naturalista y verosímil
o La escultura volverá a los cánones clásicos, al ideal de belleza, a la armonía y equilibrio
o La arquitectura rompe de golpe con los modelos medievales y vuelve a las técnicas y
modelos romanos.
Temas: renacen los mitológicos y se entremezclan con otros cristianos, como vidas de santos.
por tanto el renacimiento no es un movimiento pagano, sino de renovación cultural, con unos
modelos antiguos, adaptados a los nuevos tiempos.
ANTROPOCENTRISMO: el hombre vuelve a ser el centro y medida de todas las cosas. Esto,
en arte, se traducirá en una vuelta al naturalismo.
El concepto de belleza se define por la visión antropocéntrica del mundo: se recupera el canon
clásico de proporcionalidad, el naturalismo idealizado (la idealización será el reflejo de las
virtudes morales de la persona que se representa), el equilibrio y la armonía, y la voluntad por
mostrar el movimiento vital de los personajes.
Es un arte en constante investigación e innovación: se estudia la óptica, cómo ve el ojo, se
estudia cómo plasmar la profundidad, la perspectiva... es una arte científico.
El artista ya no se autoconsidera un artesano: como el artista estudia, investiga, reflexiona, es un
estudioso, por tanto alguien digno que después experimenta con sus obras lo que ha investigado.
2. EL QUATTROCENTO ITALIANO
ANTROPOCENTRSIMO Va a suponer:
Exaltación de la individualidad y de las hazañas personales
Aparición de un nuevo héroe, que quiere ser conocido no sólo por sus hazañas bélicas, sino
también por ser culto, estudioso, piadoso: es el Hombre Completo que se sacrifica por serlo.
Este hombre:
o Adorna su aspecto externo con ricas vestimentas y joyas
o Adereza su mesa fastuosamente
o Impone reglas de higiene a su propio cuerpo
o Alardea de sus conocimientos culturales
o Establece y respeta las normas de cortesía y protocolo
o Se rodea de personalidades selectas, así, aparece el mecenas.
2.2.1 CARACTERÍSTICAS
La principal característica es que es una reacción contra el estilo medieval, y sus dos principios
básicos son:
- Recuperar elementos constructivos de la Antigüedad Clásica (arcos de medio punto,
pilastras, columnas, frontones, los órdenes clásicos, etc.), aunque utilizados con mayor
libertad.
- Conseguir la unidad espacial (lograda por que el edificio se ha pensado hasta en el más
mínimo detalle matemáticamente).
La arquitectura está regida por unas normas racionales, y su referencia y medida es el hombre.
Se adoptan formas geométricas simples, y las más utilizadas son las más regulares y perfectas: el
círculo y el cuadrado.
Se utiliza todo tipo de plantas, predominando la longitudinal de cruz latina, y la centralizada.
- CRUZ LATINA: da unidad al espacio por que crea espacios amplios.
Se supervalora la nave central
Se ponen capillas entre los contrafuertes
El altar se desplaza hasta el crucero, para estar bajo la cúpula
- CENTRALIZADA: forma ideal del renacimiento, aunque se usó poco, y nunca pudo ser una
fórmula perfecta, ya que siempre hay que destacar una entrada, rompiendo el círculo.
Estas plantas se cubren, sobretodo con cúpulas ojivales o semiesféricas, aunque también
utilizaron las bóvedas de cañón y arista y las cubiertas planas de madera.
El muro vuelve a tener su función tectónica, es decir, sustenta el edificio y lo cierra, delimitando
muy bien el espacio. Eso si, se decora mucho, con mármoles, aparejos...
Respecto a la ornamentación, se llegará a alcanzar mucha libertad, aunque aún se busca una
sobriedad basada en colores claros y elementos de la antigüedad (guirnaldas, grutescos, etc.).
*** En definitiva, el edificio es resultado de unos cálculos matemáticos y científicos que se traducen
en proporción, orden, simetría, armonía y diafanidad.***
Se sacó a concurso y el seleccionado fue Brunelleschi, ayudado por Guiberti. Realizó sobre el
tambor de 8 paños o lados una cúpula de perfil apuntado, técnicamente perfecta: son dos casquetes
superpuestos, uno interno y otro exterior, separados por un espacio hueco, que aligera la cúpula. El
método constructivo que usó le permitía ir construyéndola sin necesidad de cimbras.
En el exterior, cada paño tiene un óculo y planchas de mármol decorativas. A cada paño corresponde
un plemento (como cada uno de los gajos) de la cúpula, separados por blancos nervios de mármol.
Es novedoso el hecho de hacerla de color: contraste entre el blanco, el verde y el rojo, lo cual anima
el aspecto y lo aleja de la frialdad medieval.
La remata una linterna circular y blanca que ilumina cenitalmente el interior de la catedral.
Todo en esta iglesia es cálculo y proporción, y el módulo que se toma es la columna. El resultado es
un espacio unitario, armonioso y elegante, unitario, sobrio y grandioso, que evoca a las grandes
construcciones clásicas.
El Hospital de los Inocentes
Destacable su fachada exterior: un pórtico o loggia con amplios
vanos de medio punto y esbeltísimas columnas sobre las cuales se
pone un tondo con decoración escultórica. Encima, un
entablamento, y sobre éste, ventanas rematadas por frontones.
Dentro, la loggia se divide en tramos cubiertos por cúpulas baídas.
Capilla Pazzi
Palacio Pitti
Con esta obra se establece el modelo del típico del palacio renacentista:
- Sin torre defensiva, con lo cual queda mucho más integrado en las
edificaciones de la ciudad
- Concebido como un cuerpo cerrado, robusto, como una muralla
Además de arquitecto fue un gran teórico en esta materia, y escribió toda una ciencia de la
arquitectura basada en la proporción y el número: De re aedificatoria
Era hijo de florentino, pero se formó en Papua y Bolonia, y fue en Roma donde descubrió y se
maravilló con la grandeza del arte clásico. Aquí trabajó como arqueólogo y restaurador de edificios.
Fue, por tanto el perfecto humanista: científico, artista, poeta, estudioso...
No recomienda la planta basilical, pero la acepta por que es un logro de la época clásica. Lo que
sí hace es revitalizarla haciéndola de una única nave y capillas en los contrafuertes.
La fachada está concebida como un gran arco triunfal de un solo vano -como el de Tito en Roma- y
tanto en el exterior como en el interior un riguroso sistema de proporciones garantizaba la voluntad
albertiana de conseguir la proporción perfecta.
En el caso de esta iglesia, esa armonía entre las partes y el todo integra
incluso el entorno urbano medieval en que se inserta la fachada
mediante una continuidad visual basada en las proporciones, tal como
puede apreciar el viandante que accede a ella desde la plaza lateral
Palacio Rucellai
La construcción de estos palacios es un claro síntoma del auge de ciertas clases sociales. Esta es una
época en la que el urbanismo es pensado y debe ser proporcionado y armonioso con la ciudad, y de
la misma forma, los palacios, que suelen ubicarse entorno a las plazas, buscan la proporción y el
equilibrio con ellas.
Estos edificios son el emblema, el orgullo de la ciudad: son la vivienda de la clase burguesa
triunfante que va a sustituir en importancia a la nobleza y a sus caserones.
Es por toda esta nueva concepción que este palacio es diferente a todo lo hecho anteriormente:
La fachada es más plana, ya no es tan almohadillada. Los sillares son rectos y las aristas que los
unen crean una geometría que predomina en el conjunto
Para diferenciar los tres pisos no recurre, como se hacía hasta ese momento, a diferentes sillares,
sino que utiliza una solución clásica: la superposición de órdenes, lo cual nos recuerda enseguida
al Coliseo romano.
o En el primer piso las pilastras adosadas son de orden toscazo
o La segunda y tercera plantas usa pilastras corintias, mucho más finas
o Separa los pisos con entablamentos, lo cual también es muy clasicista.
Todo el edificio se apoya sobre un basamento de aparejo reticulado (opus reticulatum) lo cual le
da un aspecto aún más romano.
Algo muy típico de Alberti son las ventanas bíforas, rematadas con arcos de medio punto.
Ventana y arco se enmarcan con otro arco mayor, el frontón del cual contiene un óculo. Usó
mucho esta tipología, por eso se llama “ventana albertiana”.
La escultura toma entidad propia, se desvincula de la arquitectura y pasa a ser un arte digno de
valorarse por sí solo.
HOMBRE: vuelve a ser la medida de todas las cosas. En escultura se quiere captar su físico y su
personalidad y expresión
PROPORCIÓN: se establece un canon de 9-10 cabezas
EL DESNUDO: es el mejor modo de mostrar la perfección del cuerpo humano
TEMAS: Mitológicos (normalmente encierran contenidos morales o religiosos)
Religiosos (seguimos estando en una sociedad religiosa)
Retratos (a la antigua: bustos y ecuestres)
NATURALISMO: muy acentuado, se quiere representar las cosas tal y como son en la realidad.
COMPOSICIONES: muy simples y geométricas, pero flexibles.
PERFECCIONAMIENTO DE LAS TÉCNICAS Y DEL CONOCIMIENTO DE LOS
MATERIALES: piedra, mármol, madera, terracota, yeso y, sobretodo, bronce.
INDIVIDUALISMO en el estilo de cada escultor, que ya no es anónimo, es un artista, y firma
sus obras.
Lo cierto que su obra se centró, como no, en el hombre, y está llena de recuerdos clásicos, como el
culto al desnudo o el gusto por hacer retratos ecuestres.
Sus personajes se muestran llenos de sentimientos y expresiones, de valores morales que consigue
mostrarnos a través de la estética.
David (1430)
La historia de David y Goliat siempre se relaciona con el triunfo de la inteligencia
sobre la fuerza bruta.
Es casi de tamaño natural y representa con extrema sensualidad el desnudo del héroe,
que en realidad tiene el cuerpo de un adolescente, y en esto hay una contraposición de
simbolismos: por un lado un cuerpo sensual, frágil y amanerado, en contraposto, lleno
de gracia florentina. Por otro lado, el retrato psicológico que hace y que plasma en un
rostro lleno de determinación, reflexivo y consciente de su triunfo.
El bronce otorga muchas calidades de luz y texturas a la escultura, aumentando la sensualidad del
personaje, junto con el gracioso contraposto.
Lleva el típico sombrero toscazo, zona donde está Florencia. Esto tiene un
simbolismo: aunque Florencia sea una pequeña república, luchará y
vencerá contra cualquier estado que pretenda dominarla, como David
venció sobre Goliat.
Gattamelata
El personaje irradia confianza y serenidad: recuerda el retrato romano de Marco Aurelio a caballo.
Hay un análisis psicológico: el guerrero tienen un cuerpo dispuesto a luchar, pero también un mundo
interior que Donatello consigue plasmar.
Hay naturalismo y realismo en la minuciosidad del caballo y sus arreos, en la armadura, etc.
Profeta Habacuc
Representa a un señor viejo y calvo, pero lleno de dignidad y de nobleza
También la pintura participa de las novedades de la época: es una pintura naturalista, que quiere
plasmar las cosas como son, y que se inspira en la Antigüedad. Principales características a destacar:
Aunque se formó con Masolino, de quien más aprendió fue del arte de Brunelleschi y Donatello. De
ellos aprendió a combinar cierto idealismo tardo-gótico, con un equilibrio formal, compositivo y
cromático del más puro estilo clasicista y renacentista:
- Buscaba la perspectiva y el volumen de las figuras
- Sus personajes son corpulentos, monumentales, pesadas y robustas.
- Parecen retratos, ya que trata cada personaje de forma individualizada
- Utiliza un cromatismo fuerte, y se apoya en la perspectiva cromática
- Coloca a las figuras según la perspectiva lineal, para que las composiciones sean equilibradas.
El Tributo de la Moneda
El tema que muestra es el episodio del Evangelio en el que Cristo dice que “hay que dar al César lo
que es del César”, por tanto recogen la moneda de la boca del pez (milagro) para dársela al
recaudador. Simbólicamente se relaciona con el momento en que en Florencia se impuso un
impuesto a cada ciudadano.
Fíjate que las escenas no están puestas por orden cronológico. Este hecho introduce el que será un
nuevo lenguaje en la pintura, en el que no se exalta el milagro en sí, sino una actitud ética y moral,
que es lo que se desprende de la escena: hay que cumplir con las obligaciones del ciudadano.
Al fondo aparece un paisaje muy similar al de Giotto, que hace destacar aún más las
voluminosas figuras.
Esta ya no es una escena divina, sino humana, y esto se ve ante la variedad de gestos
y actitudes de los personajes, mucho más humanas ante la obligación moral y
ciudadana, y mucho menos divina ante el milagro, que parece algo marginal.
La Santísima Trinidad
Este fresco está en la iglesia de Santa María Novella, en Florencia, y es el primero en el que se aplica
la perspectiva lineal, creando la ilusión de volumen y profundidad. La misma iglesia en sí está
creada en base a esa perspectiva lineal.
En medio de la vorágine experimental y renovadora del Renacimiento, Boticelli representa una línea
idealizante, llena de gracia y platónica (era seguidor de las ideas neoplatónicas que pesadores como
Pico Della Mirandola expresaban en la corte de los Médicis en Florencia).
Esta corriente filosófica se basaba en la belleza estética, así que Boticelli es un místico de la belleza:
más que los avances técnicos o expresivos, busca mostrar, ante todo, belleza. El resultado son
exquisitas pinturas llenas de delicadeza, sutilidad, ritmos danzantes... sus pinturas son poesía.
Se formó con Filipo Lippi y con Verrochio, junto a Leonardo da Vinci, del que es el antagonista:
Boticelli es el último gran maestro quatroccentista, y Leonardo el primero del Cinquecento.
Características generales:
- Es el gran renovador de los temas: revitaliza los mitológicos, aunque también pinta de religiosos.
- No busca conquistas técnicas, sino hacer un dibujo preciso y bello.
- Prefiere:
o El reposo y la quietud a la acción y el movimiento
o La delicadeza a la “terribilitá”
o El melodioso movimiento de cadencias musicales al movimiento violento.
- Rinde culto a la belleza femenina: fueron muy revolucionarios sus desnudos femeninos. Las
formas del cuerpo se resuelven con incisivas líneas.
- Siempre se repite el mismo tipo de mujer, de misterioso rostro (se dice si era su amante)
- La perspectiva y la composición son sencillas, y utiliza el paisaje y la arquitectura para enmarcar
la escena.
- La luz es uniforme, blanquecina, resultando los colores como cristalinos.
La Primavera
Este cuadro representa una alegoría del reino de Venus, basado
en un poema clásico, y según la visión platónica del amor.
Encima de Venus está Cupido, que dispara sus flechas a las Tres Gracias (las servidoras de Venus),
que están a la izquierda danzando. Castitas, de espaldas, mira a Mercurio, mensajero de los dioses y,
por tanto, nexo de unión entre el Cielo y la Tierra.
Con todas estas figuras se compone una visión neoplatónica del Amor: el Amor terrenal está lleno de
Pasión (como la de Céfiro) y asciende al cielo en forma de Contemplación (como la de Castitas por
Mercurio). Es decir, que el amor carnal es falso (desaparece como Cloris) y para ser verdadero ha de
ser contemplativo, espiritual y profundo, es decir: PLATÓNICO.
El ambiente es nostálgico y melancólico, neoplatónico e ideal, reforzado todo esto por la ausencia de
perspectiva, que crea un mundo irreal que no es el de los hombres. Los rostros de las figuras son casi
de porcelana.
El nacimiento de Venus
Representa el nacimiento de la diosa Venus de las aguas,
hija de los elementos: de la Tierra, el Agua, el Aire (Céfiro)
y el Fuego (sus cabellos). Nace en una concha, con claro
significado sexual, que es empujada hacia la orilla por el
soplo de Céfiro. Entre una lluvia de rosas, Flora la acoge
para cubrirla con un manto floreado.
Es de nuevo un tema mitológico, pero tiene una segunda lectura, religiosa: también el cristiano nace
como cristiano gracias al agua (Bautismal).
Aún así el tema principal vuelve a ser la idealización platónica: es una representación de la belleza
platónica pura, es decir, la inalcanzable, espiritual, que sólo existe como idea, no como algo terrenal.
De nuevo el ambiente ayuda a reforzar ese neoplatonismo: es plana, sin profundidad, graciosa y
sutil, los personajes flotan en un mundo irreal y abstracto. Incluso las olas son esquemáticas líneas
iguales entre ellas, y las figuras no tienen volumen, no pesan.
Se recupera el desnudo femenino como imagen de la belleza espiritual, lo cual es una muestra de que
se inspira en la Antigüedad clásica. Eso sí, es un desnudo muy recatado y decente.
La Calumnia
El colorido del cuadro, la luz que queda subrayada por toques de oro, es lo
que confiere movimiento a la escena. Ésta se desarrolla dentro de una
estancia con arquitectura clásica con arcadas que presentan esculturas que
subrayan el estudio de la Antigüedad por Botticelli; en los relieves hay alusiones a la antigüeda
clásica. Esta arquitectura completamente revestida de estatuas y relieves acentúa el tono dramático y
agitado de la escena. En el centro del cuadro está representado David al modo de Donatello. En otros
nichos se representa a San Pablo, San Jorge, Judit y, en los relieves, a personajes como Apolo y
Dafne, Hércules..., lo que evidencia la mezcla de personajes cristianos y grecorromanos que incluyó
Botticelli en esta pintura. Detrás de esta arquitectura, el mar verdoso y un cielo liso.
Más que una escena humilde y religiosa, parece una lujosa recepción, llena de actitudes
protocolarias, casi políticas.
A la izquierda se ven a lo lejos arcos romanos, representando a occidente. El pavo real a la derecha,
representa oriente.
Aparecen retratados los Médicis, conocidos por él, y también se representa a sí mismo, mirando al
espectador.
3. EL CINQUECENTO
Está considerado como el momento del Renacimiento Pleno, en el que se llevan a la perfección las
conquistas logradas durante el Quattrocento.
La capital artística pasa a ser Roma, y los principales mecenas, los Papas.
Hasta 1530 predomina esta medida y equilibrio, pero a partir de esta fecha aparece el manierismo,
que ya anuncia el dinamismo barroco.
La iglesia se sigue haciendo con planta de cruz latina, por la tradición de la belleza del cuerpo de
Cristo, pero se sigue buscando la centralización, la unidad en el edificio.
Por eso en el Cinquecento la planta más acorde a los ideales es la de cruz griega y la circular,
cubiertas con una cúpula, y será Bramante el que construya en este sentido, la obra más
representativa.
3.1.1. Bramante (1444-1514)
Sus obras son muy sencillas y simples, llenas de equilibrio y unidad; tanto,
que desaparece completamente la decoración de sus edificios. Para él la
arquitectura es orden, medida, proporción y masa.
Sobre un zócalo circular se alzan, con gran sobriedad, 16 columnas de tradición dórico-toscana.
Sobre ellas, un entablamento con un friso dividido en triglifos y metopas, y encima, coronado por
una balaustrada.
Por dentro de las columnas, el muro redondo de la cella está articulado por nichos que se repiten en
el interior.
Sobre la balaustrada se eleva un tambor cilíndrico, articulado por nichos alternativamente redondos y
angulares, cubierto todo ello con una gran cúpula semiesférica.
El Papa Julio II decide construir una gran catedral sobre el lugar donde estaba la tumba de San
Pedro, y de entre las diferentes propuestas que recibió, decidió aceptar el proyecto que le presentó
Bramante.
En los codos de la cruz también iban cúpulas, y los cuatro brazos se cubrirían
con bóvedas de cañón; así mismo en los extremos de la cruz, iban cuatro
pórticos.
Pero el proyecto no pudo llevarse a cabo por la repentina muerte de Julio II y poco
después de Bramante, que sólo llegó a ver los cimientos de esta catedral. Tras él,
otros tomaron el trabajo y modificaron el proyecto, como Rafael, San Gallo el
Joven y, final y definitivamente, Miguel Ángel, el proyecto del cual sería el que se llevó por fin a
cabo.
Miguel Ángel nació con todo el talento del que podía disponer un artista, y lo demostró ya de muy
joven. Dominó todas las facetas del arte, la escultura, la pintura y la arquitectura, y en todas destacó,
aunque sobretodo en escultura.
Su personalidad, llena de idealismo y rebeldía alimentan aún más esa leyenda del genio artista.
Era un hombre culto, de espíritu selecto y sibarita, lleno de pasión, aunque también se dice de él que
tenía muy mal genio y que era un misógino, que sufría grandes cambios de humor, sentimientos
enfrentados que muchas veces se ven en sus obras.
Como artista fue un inconformista que pasó media vida persiguiendo su ideal de belleza clásico, y
cuando lo encontró, pasó el resto de vida destruyéndolo, buscando nuevos caminos de expresión que
desembocarían en el Manierismo y, más tarde, en el Barroco.
Como arquitecto Miguel ángel se nos muestra como un maestro en el manejo de las masas, los
espacios y la luz, pero también tuvo su etapa clasicista y su etapa manierista.
Tras los proyectos de Rafael y San Gallo, Miguel Ángel recupera el tipo de planta
centralizada que había proyectado inicialmente Bramante: de nuevo es una cruz
griega, pero ahora sólo habrá un pórtico de acceso y la cúpula se engrandece aún
más (42 metros) y se apoyará sobre cuatro enormes pilares ochavados,
contrarrestada por otras cuatro más pequeñas dispuestas en las esquinas del
cuadrado.
El interior es muy luminoso y unitario, dando una sensación de monumentalidad inédita hasta
entonces. El exterior lo modela Miguel Ángel como si fuera una escultura: le da a la masa valores
plásticos, entrantes, salientes, tensiones... acercándose ya al manierismo. En la única entrada, un
pórtico adintelado con dos filas de columnas.
Es una de las obras que se toma como referencia del máximo clasicismo de la
época renacentista, por su pureza de formas, su equilibrio y su majestuosidad, ya
anunciando los efectos manieristas.
El tambor circular está trabajado como si fuera la fachada de un edificio: tiene ventanas separadas
entre ellas por parejas de columnas que destacan con respecto al muro. Sobre este tambor hay otro
cuerpo cilíndrico decorado con guirnaldas, sobre el cual descansa la cúpula en sí, apuntada y con los
nervios destacados, lo cual le da un bello juego de luces y sombras.
Sobre la cúpula se eleva una linterna, abierta a la luz, pues con ella se ilumina cenitalmente el
interior de la iglesia, y también decorada con columnas emparejadas, volutas y candelabros.
Esta cúpula será el modelo que se tomará para todas las que
se construyan hasta el siglo XIX.
Lo que más llama la tención es el efecto plástico dado por cortes horizontales y líneas verticales que
se repiten constantemente; estos cortes y líneas señalados por los semipilares que tienen el doble
objetivo de organizar equilibradamente las superficies y hacerlas resaltar con más vigor gracias a un
contraste acentuado entre los plenos y vacíos, entre las zonas de sombra y aquellos distendidos por la
luz.
La fachada tendría que estar constituida por dos órdenes separados por una franja de paneles y
decorados con columnas, estatuas y redondeles con figuras de tamaño natural. Proyecto majestuoso
y monumental que había de modificar los cánones clásicos de las fachadas renacentistas aún en boga
en aquella época.
La escalera Laurenciana
También hace uso de elementos clásicos: tímpanos, columnas, nichos, pilares. Su presencia resulta
aumentada por el gran resalto que le da la piedra oscura, que parece que esos elementos se proyectan
hacia adelante, creando un efecto de mayor tamaño.
Proyectó también para la Bliblioteca, los asientos y atriles, que serán realizados posteriormente
Comunicó la plaza con el resto de la ciudad con una bella y esbelta escalinata, y en el centro de la
plaza, la estatua ecuestre de Marco Aurelio, presidiéndolo todo.
Como ya hemos visto, Miguel Ángel fue un perfecto humanista: dominaba las artes y las ciencias,
pero donde más destacó fue, sin duda, en la escultura. Es donde más plasma su personalidad fuerte y
ruda, en la “terribilitá” de sus esculturas. Es un hombre apasionado, y el mayor de sus sentimientos
es el dramatismo que plasma en sus figuras. Esta es la terribilitá.
Es ante todo un escultor, tanto es así, que sus figuras en pintura parecen esculturas. Claramente su
tema principal y preferido es el cuerpo humano desnudo, un cuerpo de anatomía fuerte y poderosa,
tan exuberante, que a veces parece hasta exagerada. Son figuras muy monumentales.
Miguel Ángel tenía una gran capacidad técnica, que llegaba al virtuosismo: en sus esculturas de
mármol esculpía bloques inmensos sin necesidad de dividirlos. Estudiaba la piedra, sus texturas, sus
betas, y cuando sabía por donde empezar, ya no paraba obsesivamente hasta le final.
En sus obras exalta del mismo modo el poderío físico como el espiritual, y estudia el movimiento y
la composición para que sus figuras tomen posesión del espacio que ocupan y les rodea.
Sobretodo trabajaba el mármol, material que consideraba muy expresivo y que él consideraba más
noble y adecuado para acercarse a la Belleza, no una belleza que se encuentra en la REALIDAD
como sus contemporáneos, sino que es una IDEA, por eso casi nunca estuvo satisfecho con los
resultados de sus obras, a pesar de que son impresionantes obras de arte.
David
Es una escultura encargada por la Señoría de Florencia, y en la que se manifiesta la
genialidad de Miguel Ángel.
Aún así la confección resultó ser un éxito, hasta el punto de que el pueblo de Florencia presionó para
que la escultura no estuviera dentro de un edificio, sino en la plaza de la Señoría para que todos la
pudiesen admirar. No olvidemos que David es símbolo del triunfo de la República sobre los Médicis.
La figura representa a un joven que tiene la onda echada al hombro y estudia atento a su rival,
pensando en cómo vencerle, mientras en la otra mano tiene la piedra que acto seguido le tirará entre
las cejas, matándolo.
Está lleno de un movimiento contenido, por tanto es una escultura aún más cercana al clasicismo que
al manierismo. Aún así, está lleno de tensión: el cuerpo tenso, la pierna apoyada y la otra alejada, el
brazo doblado y el cuello que gira, los rasgos tensos y atentos... no hay ningún miembro que esté
distendido. Él, y sobretodo su rostro, está lleno de terribilitá.
La anatomía es perfecta, muy cuidada y realista, en la que se observa la musculatura en tensión, los
tendones, las venas palpitantes... miguel Ángel incluye ciertas deformidades en el cuerpo, como
unos brazos muy largos o unas manos y una cabeza demasiado grandes, quizá por que quiso
representar a un adolescente que aún no está plenamente desarrollado, o quizá para corregir
óptimamente una escultura que sabía que iba a ser vista siempre desde abajo. Lo que está claro es
que no es un fallo, lo hizo por algo.
La obra resulta descomunal, no solo por las dimensiones, también por la fuerza que desprende este
héroe lleno de terribilitá.
Tiene toda la belleza del clasicismo helénico: el desnudo perfecto, el equilibrio en la composición en
contraposto, la energía que transmite, su expresión firme y segura de sí mismo... es un anuncio del
manierismo que viene.
Es de sus obras más clásicas. Está hecha de mármol de Carrara, pulido con
una exquisitez extrema. El mismo tema es el más clásico y humanista de la
Pasión de Cristo, y la belleza neoplatónica con que se representa aumenta
su clasicismo. De hecho el rostro de la Virgen es más joven que el de su
propio hijo, anacronía que el artista argumentó diciendo que quería
mostrarla “eternamente virgen”, de cualquier modo, es extremamente bella
y delicada.
El manto también está trabajado de un modo muy clasicista: cae elegantemente en huecos que crean
un bellísimo efecto de luces y sombras.
En cuanto al cuerpo de Cristo, tiene toda la belleza de un dios griego, que se desploma muerto sobre
su madre de un modo muy realista: de hecho Miguel Ángel estudió un cadáver para hacerlo.
La única concesión al manierismo que hace Miguel Ángel en esta obra es el ligero desequilibrio del
cuerpo de Cristo, que está a punto de resbalar por el manto de su madre.
II. PERIODO DE MADUREZ (1505-1548)
Tiende a desaparecer esa búsqueda de la belleza ideal para acercarse al manierismo, a un modo de
expresión más personal, más dramático y espiritual.
Los personajes se representan de una forma muy simbólica: Julián está representado como un
hombre muy activo. Sentado y atento, como un emperador romano. Lorenzo está pensativo,
representa lo contemplativo, reflexionando, melancólico y silencioso.
A los pies de estos dos personajes se ponen cuatro figuras alegóricas: con Lorenzo, Aurora (joven
desperezándose) y Crepúsculo (Viejo decrépito de carnes fláccidas), que son los ciclos temporales de
la contemplación. Con Julián, el Día (joven lleno de vigor) y la noche (mujer pletórica de fuerzas),
periodos temporales activos.
Todo el conjunto simboliza el paso del tiempo, tema lógico para una tumba.
Es muy manierista: esculturas de formas retorcidas sobre sí mismas, que rompen el equilibrio, y un
pulido de la piedra menos trabajado. Las anatomías siguen siendo poderosas, y se advierte cierto
erotismo (recurso muy manierista), sobretodo en la figura de la noche, parte del día más dada al
erotismo.
El Moisés
Esta escultura iba a formar parte del gran proyecto para la tumba del
Papa Julio II, para el que trabajó durante 40 años de su vida, pero que no
pudo llevarlo a cabo por completo, siendo esta su gran frustración, ya
que sólo pudo hacer algunas esculturas sueltas, como ésta.
Moisés iba a ir entre las esculturas de Raquel y Lía (vida activa y vida
contemplativa), en el segundo escalón del mausoleo, por eso la concibió
para ser vista desde abajo, de modo que en su ubicación actual (a pie de
espectador) la visión de la escultura no es la correcta.
La composición se basa en dos líneas curvas simétricas: una va desde la cabeza ladeada hasta el
brazo que sostiene las Tablas, y la otra desde el otro brazo hasta la pierna descubierta.
Uno es el esclavo encadenado, con ataduras sobre su torso, hombro izquierdo y muñeca derecha, que
simboliza el dominio de la naturaleza sobre el hombre; el otro es el esclavo rebelde, el símbolo del
hombre que se revela contra su instinto natural.
Se consuma la ruptura de Miguel Ángel con el clasicismo de etapas anteriores: su arte se aleja
definitivamente de la armonía, de la belleza, y se hace cada vez más expresivo, acercándose al
Manierismo. Podríamos considerarle como el precedente del arte Barroco.
La Pietà Rondanini
Inmerso en una profunda crisis espiritual, Miguel Ángel pasó los últimos años de
su vida trabajando en esta escultura, por eso es el símbolo de su desgarrado
espíritu.
También demostró ser un genio lleno de terribilitá en las pinturas que le encargó Julio II para
decorar la Capilla Sextina, en compensación por haber parado el proyecto de su tumbo, cosa que
disgustó muchísimo al artista. Al principio Miguel Ángel no quiso, pero finalmente aceptó el
encargo, que le costó 4 años de trabajo casi en soledad.
La técnica es al fresco, técnica muy difícil para una bóveda tan alta; de hecho trabajó sobre altos
andamios, sentado, o recostado, y chorreándole la pintura en la cara. Se dice que esta descomunal
obra es la que acabó de agriarle el carácter a Miguel Ángel.
El Juicio Final
Dispone las figuras en diversos planos, decreciendo el tamaño de arriba abajo.
Las figuras se agrupan según lo que representen y en base al ritmo general de toda la composición.
Cristo, en el centro, está concebido casi como Zeus, grandioso y poderoso.
Miguel Ángel se autorretrata en el cuerpo de San Bartolomé, con su piel desollada.
Es una escena llena de una conmoción y tensión muy poco clásicas: por ejemplo la Vírgen está
enroscada sobre sí misma en una actitud muy manierista. Además toda la escena denota un
pesimismo trágico e inexorable.
4. EL MANIERISMO EN ESPAÑA: EL GRECO (1541- 1614)
Estudiar el Renacimiento en España resulta complicado por que siempre estuvo muy presente el
componente gótico, y por que aquí el principal mecenas fue la iglesia, y el mecenazgo civil es básico
para el desarrollo y las innovaciones humanistas.
La influencia puramente italiana y clásica llegó muy debilitada, y lo más renacentista que se hizo
aquí estaba lejos de alcanzar el clasicismo puro.
Y con el Manierismo ocurrió lo mismo. Estuvo muy limitado por el peso del gótico y por el
mecenazgo eclesiástico, pero aún así hubo fuertes personalidades que pudieron acercarse a un cierto
manierismo, y el mejor ejemplo fue El Greco.
Su verdadero nombre era Domenikos Theotocopuli, y nació en la isla griega de Creta, de ahí que se
le llamase el Greco (el griego). Fue tal su genialidad que él solo llenó el panorama de la pintura del
s. XVI, aunque en su época muchos no entendiesen su arte.
Con 35 años se asentó en Toledo, de donde ya no se movió, y allí trabajó para muchos, pero nunca
para el rey Felipe II, seguramente por que la pintura del Greco le resultaba demasiado innovadora.
En cualquier caso fue el mejor manierista en la Península, pues su pintura contiene todas las
características del Manierismo:
IV. COMPOSICIÓN
- Sus escenas no tienen profundidad, ni relieve plástico ni claroscuros
- El fondo no le interesa, ni paisajístico ni arquitectónico.
V. MUNDO INTERIOR
- Está considerado como muy místico: por ejemplo, no utiliza la sangre en sus martirios, sin
embargo nos parecen muy emocionantes.
- Hay cierto onirismo, como si fueran visiones o sueños del pintor, por sus colores, el ambiente
irreal, la vibración de la luz...
VI. OBRAS
- Fundamentalmente hace tres tipos de obras: religiosas, retratos y paisajes.
OBRAS RELIGIOSAS
Anunciación
Pertenece a su periodo italiano, y eso se nota en la calidez de los colores, inspirados
en los venecianos. Si nos fijamos, el marco arquitectónico aún desempeña un papel
importante.
Las figuras aún son robustas y tienen los paños adheridos al cuerpo.
En la esquina inferior derecha hay cuatro retratos: el Greco, Tiziano, Miguel Ángel y el Veronés.
La Santísima Trinidad
El Greco llegó a España en 1577 gracias a su estrecha amistad con el hijo del deán
de la catedral de Toledo, a quien había conocido en Roma. Además, Felipe II
estaba reclutando pintores italianos para la decoración de El Escorial, por lo que
España era un lugar con grandes posibilidades de encontrar un buen trabajo. Es la
primera obra que el Greco pintó en España, concretamente para la iglesia de Santo
Domingo el Bueno, en Toledo, y es precisamente el encargo que le hizo venir.
La Trinidad estaba colocada en la parte superior del retablo que decoraba el altar mayor. Recoge el
momento en que Dios Padre acoge a Su Hijo muerto, escena está cargada de tensión.
Este momento indica al católico que la muerte de Cristo ha cumplido su objetivo: redimir a la
Humanidad. La influencia más marcada en esta obra procede de Miguel Ángel en las figuras amplias
y escultóricas.
Pero también pone el maestro algo de su parte: el dramatismo de las figuras de los ángeles llorosos,
el precioso escorzo del cuerpo de Jesús y el vibrante colorido, con esos naranjas, malvas y verdes
amarillentos.
Los desnudos son de anatomía idealizada, y el colorido es de influencia veneciana, muy variado y
estridente.
En el siglo III de nuestra era, San Mauricio era el jefe de una legión egipcia del ejército romano en la
que todos profesaban el cristianismo. Durante su estancia en las Galias recibieron la orden del
emperador Maximiliano de realizar una serie de sacrificios a los dioses romanos. Al negarse, la
legión que mandaba el santo fue ejecutada, siendo martirizados sus 6.666 miembros.
La figura de San Mauricio -vestida con una coraza azulada y barbado- aparece en la zona derecha
del lienzo, en primer plano. Está acompañado de sus capitanes, en el momento de decidir si efectúan
el sacrificio a los dioses paganos. Entre los personajes hay muchos retratos de personajes de la época
del Greco.
Todas las figuras visten uniforme militar del siglo XVI, uniendo la lucha de los generales españoles
contra la herejía y el paganismo que se estaba viviendo en el s. XVI, igual que hizo San Mauricio.
Estas figuras tan escorzadas se contraponen a la quietud de la zona principal. La escena se desarrolla
en un pedregal, olvidándose por completo Doménikos de situar el episodio en un lugar más
adecuado ya que él está interesado por la espiritualidad de su escena. Sin embargo, el hecho de
relegar el martirio a un segundo plano y colocar la decisión más cercana al espectador provocó el
rechazo de Felipe II, quien adujo la falta de devoción que a su entender inspiraban las figuras; por
ello, se sustituyó el cuadro por otro de otro pintor. Doménikos se esforzó por hacer una obra
sofisticada, recurriendo al estilo manierista como punto de partida:
- Las figuras están claramente inspiradas en Miguel Ángel, con un canon escultórico que deja ver
la anatomía bajo las corazas.
- Estas figuras tienen la cabeza pequeña y las piernas cortas en proporción con su amplio busto
- Los colores son ya casi tradicionales en El Greco, el amarillo, azul, verde o rojo, inspirados en la
Escuela veneciana. San Mauricio porta el rojo del martirio y el azul de la eternidad.
- Sobre esos colores resbala la luz, contrastando las zonas iluminadas con otras en semipenumbra.
La luz será fundamental ya que gracias a los focos de iluminación, el artista destaca lo que le
interesa, existiendo un claro núcleo de luz que ilumina el martirio y que procedente del
Rompimiento de Gloria de la parte superior.
En cuestión de cinco años, Doménikos se ha enfrentado a los dos clientes españoles más
importantes: el rey y la catedral de Toledo. Ahora buscará su clientela entre los nobles y religiosos
toledanos quienes comprenderán y estimarán su nuevo arte.
El Expolio
Es otro encargo que recibe al poco de llegar a Toledo: el Expolio de Cristo
para la catedral toledana.
A su derecha contemplamos una extraña figura con armadura renacentista a la moda de la época para
referirse a la intemporalidad del mensaje- mientras que a su izquierda observamos a un sayón que
horada la cruz, creando un marcado escorzo típicamente manierista.
En primer plano contemplamos a las Santas Mujeres. Tras la enorme figura de Cristo se encuentra la
muchedumbre, formada por rostros grotescos.
Las picas y lanzas completan esa zona del fondo, en la que destaca un enigmático personaje con
gorra y golilla que señala al espectador y sobre quien se han dado las más variadas versiones, desde
que representara a uno de los sacerdotes que acusaban a Jesús hasta que fuera un simple espectador
que refuerza la intemporalidad del asunto.
Precisamente el estudio cromático es perfecto, emplea la mancha roja del sudario de Cristo para
llamar la atención y equilibrándola con dos manchas amarillas a derecha e izquierda. Para estudiar la
luz sitúa la armadura, en la que se aprecian claramente los reflejos rojos de las vestiduras, resultando
una imagen inolvidable.
Durante dos años Doménikos se entregó para realizar esta obra, que él consideraba insuperable. Sin
embargo, el cabildo catedralicio puso numerosos contratiempos al pintor; el primero de carácter
económico y el segundo de carácter iconográfico. Respecto a la iconografía se le reprochaba la
colocación de las tres Marías en el ángulo inferior izquierdo. En cuanto a la cuestión económica,
conviene saber que la forma de pago artístico en la Castilla del siglo XVI era la tasación por el cual
cada una de las partes -cliente y artista- elegía uno o varios tasadores que ponían precio a la obra.
Por supuesto que cada uno tiraba hacia su lado, existiendo diferencias desorbitadas como ocurrió en
el caso que nos ocupa. Ante la falta de acuerdo, se eligió un tasador "neutral" que actuara como
árbitro, quien valoró el lienzo muy por debajo de lo que el artista creía que valía. Doménikos no
podía admitir que un cliente tan importante como la Iglesia rebajara de esa manera los precios y,
viéndose perjudicado, decidió no entregar el cuadro.
Tras dos años de pleitos, Doménikos aceptó una cantidad inferior a la deseada y se enfrentó al
cliente más poderoso de la ciudad, del que nunca le llegaría otro encargo. Que el lienzo permanezca
hoy en el lugar para donde fue proyectado demuestra que la escena pintada por Doménikos estaba
dentro de los límites de la ortodoxia
Sus ojos parecen llenarse de lágrimas y el rictus de amargura se acentúa con la iluminación del
nimbo estrellado. La túnica roja contrasta con la intensa oscuridad del fondo, modelando cada
pliegue con luz y color, como hacía la Escuela Veneciana que tanto admiró Doménikos a lo largo de
su vida.
Las manos parece que sean las que dialogan, son muy expresivas.
Las figuras son gigantescas, sobre todo el pastor arrodillado en primer término
(que es un autorretrato del pintor), cuyos músculos están tan estilizados que
parecen husos de hilar. Junto a él hay una mancha blanca que, observada con
atención, resulta ser el Agnus Dei.
Los tonos eléctricos empleados demuestran el gusto por unos nuevos colores inspirados en el
Manierismo.
La pincelada es totalmente suelta y los saltos de perspectiva que utiliza hace que se rompa con la
unidad espacial. Por eso, El Greco será de gran importancia para los artistas de fines del siglo XIX.
El Bautismo
El Greco firma un contrato con el administrador del Hospital de San Juan Bautista en Toledo para
realizar los retablos mayor y colaterales de la capilla. Se le ponían cinco años de plazo. En la
actualidad la decoración de esa capilla no responde a los diseños de Doménikos, entre otras razones
porque él no pudo realizar casi nada al fallecer ocho años después.
La paloma del Espíritu Santo ocupa el espacio central, uniéndose las tres figuras de la Santísima
Trinidad a través una diagonal.
Las figuras son alargadas, con unos músculos muy estilizados aunque recuerdan ligeramente a
Miguel Ángel.
La fuerte luz procede de las figuras celestiales; al chocar contra los cuerpos o las telas provoca unos
excelentes reflejos de luz blanca que anula el color. Los azules, verdes, blancos, amarillos y rojos se
adueñan de una composición en la que desaparece el fondo.
La técnica empleada por el cretense es cada vez más diluida. Algunas zonas de este enorme lienzo
no tienen igual fuerza debido posiblemente a la mano de Jorge Manuel, que fue quien concluyó allá
por 1622 el trabajo iniciado por su padre. Pensemos que en 1614, cuando muere El Greco, apenas
estaba empezado y que en 1621 continuaba en el taller.
El Pentecostés
El Pentecostés formaba parte del cuerpo alto del retablo realizado por El Greco para el Colegio de
Doña María de Aragón.
La luz procede de la paloma del Espíritu Santo, hacia la que buen número de
personajes elevan la mirada. Es una luz fuerte y clara que provoca la pérdida del
color allí donde incide, especialmente en la túnica de María o en las figuras de
primer plano.
El maestro emplea una figura arquetípica en sus obras, alejada totalmente del
canon clásico de belleza, en el que la proporción y la belleza son las claves. Así,
el cretense estiliza la silueta al desarrollar un canon de uno a trece, es decir la
cabeza es la decimotercera parte del cuerpo. Se crean esas largas figuras con la cabeza muy pequeña
y envueltas en amplios ropajes que impiden ver su anatomía, totalmente contrario a sus orígenes,
cuando la personalidad de Miguel Ángel dejó una profunda huella en la obra del cretense.
Como ocurre en la mayor parte de sus escenas, el recurso del paisaje o de la arquitectura para dar
efecto de perspectiva es eliminado al recurrir a un fondo neutro, casi innecesario en este caso, al
ocupar las figuras toda la superficie pictórica.
El colorido usado por el artista es muy variado, predominando los tonos fuertes en los que la luz
hace estragos. Esta utilización teatral de la iluminación puede asegurarse que fue aprendida en
Venecia.
La pincelada es rápida y vibrante, aplicada mediante manchas. El resultado son figuras tan vibrantes
como las llamas que aparecen en la parte superior de la escena.
RETRATOS
En sus retratos ya abandona el gusto por el detallismo para concentrar toda su atención en el rostro,
que normalmente representad e modo muy severo.
Muestra la psicología del personaje a través de unos ojos siempre tristes, que son el centro de
atención, junto con las manos. Para él, ojos y manos son las ventanas del alma.
Casi siempre los rostros que representa son asimétricos: fijémonos en el arranque del pelo, en la
comisura de los labios o en las torcidas narices y orejas a diferentes alturas.
El retratado es Don Juan de Oliva, marqués de Montemayor y notario de Toledo. En esta figura el
Greco ya define el que será su tipo de caballero castellano: muy
distinguido, grave y sereno, vestido de negro y con la mano en el pecho,
postura que acentúa la belleza de la imagen.
La paleta cromática que utiliza es ciánica (mitad inferior del arco iris,
colores apagados) con predilección por tonos como el ocre, el azul, rojo y
violeta. Sobre éstos, el blanco de la gola y el puño atraen la atención del
espectador hacia la mano y el rostro.
En la parte superior, la corte celestial le ruega a Cristo Juez que permita la ascensión del alma del
buen Conde. Están Cristo, la Virgen, San Juan, San Pedro y los bienaventurados, entre los que sitúa
al rey Felipe II (¿fidelidad o ironía?). lo más curioso es el contraste con la plástica de la zona terrenal
, que es mucho más realista; la parte celestial es muy manierista: colores irreales, perspectiva aguda,
posturas retorcidas, cuerpos ingrávidos, que no pesan… algo sin precedentes en Occidente hasta el
momento
En la parte inferior, la composición es algo asimétrica, desplazada hacia la izquierda, donde el hijo
del Greco nos señala al difunto. Tras éste, la mano de un caballero guía nuestra mirada hacia un
autorretrato del pintor. Los retratos de los caballeros (contemporáneos suyos) son elegantes y con
melancólicas expresiones, llenos de detallismo (minuciosidad en los trajes de los santos) y de
realismo (color grisáceo de la piel del difunto).
El nexo de unión entre las dos partes del cuadro es un ángel en un violento escorzo.
Los colores son vivos y contrastados: la zona terrenal está iluminada por la luna y por antorchas
funerarias, mientras que la parte celestial, es el mismo Cristo el foco de luz.
Melancólica cabeza con los ojos húmedos, a punto de llorar. Hay desproporción
por un deseo de mostrarlo irreal, espiritual.
PAISAJES
El Greco tenía una visión muy subjetiva del paisaje, muy espiritualizada: no lo copia tal cual del
natural, sino que lo mira, lo interpreta, y pinta lo que el paisaje le sugiere; le cambia la luz, los
edificios… y casi siempre pinta Toledo.
Vista de Toledo
El Laocoonte
Es el único cuadro que hizo de temática mitológica y, como no, sitúa la escena a las afueras de
Toledo, que conforma el fondo paisajístico de la escena.