Nulidad de Oficio de Los Actos Administrativos....

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2.

Nulidad de oficio de los actos administrativos

La nulidad de oficio de los actos administrativos en Perú es un tema de gran


importancia en el ámbito del derecho administrativo. La nulidad de oficio se refiere a la
facultad que tiene la administración pública de declarar la invalidez de un acto
administrativo sin necesidad de que exista una solicitud previa por parte de los interesados.

La nulidad de oficio de los actos administrativos en Perú también tiene un impacto


importante en la protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos. Al permitir la
corrección de actos que sean contrarios a la Constitución, se garantiza que los derechos y
libertades de los ciudadanos no sean vulnerados. Esto se alinea con el principio de
supremacía constitucional y con el deber de la administración de actuar dentro de los
límites establecidos por la ley.

En Perú, la nulidad de oficio está regulada principalmente por la Ley N° 27444, Ley
del Procedimiento Administrativo General. De acuerdo con esta ley, los actos
administrativos pueden ser declarados nulos de oficio cuando se encuentren en alguna de
las siguientes situaciones:

1. Cuando el acto administrativo sea contrario a la Constitución, a las leyes o a las


normas reglamentarias.

2. Cuando se haya expedido el acto administrativo sin competencia o con vicios en


el procedimiento administrativo.

3. Cuando se haya incurrido en desviación de poder, es decir, cuando el acto


administrativo se haya dictado con un fin distinto al previsto por la normativa aplicable.

4. Cuando se haya incurrido en vicios en la motivación del acto administrativo, es


decir, cuando no se haya justificado de manera suficiente y razonada la decisión adoptada.

5. Cuando el acto administrativo haya sido obtenido mediante dolo o fraude.

La nulidad de oficio puede ser declarada en cualquier momento, incluso años


después de la emisión del acto administrativo. Esto es de vital importancia, ya que asegura
que los actos administrativos sean revisados y corregidos en caso de que se haya incurrido
en alguna irregularidad. Además, la declaración de nulidad de oficio tiene efectos
retroactivos, lo que significa que se considera que el acto nunca existió jurídicamente. Esto
es relevante, ya que permite restablecer el orden jurídico y reparar los perjuicios
ocasionados a los interesados. Además, la declaración de nulidad de oficio tiene efectos
retroactivos, es decir, se considera que el acto nunca existió jurídicamente.

La nulidad de oficio es una herramienta esencial para garantizar la legalidad y el


respeto a los principios fundamentales del derecho administrativo, como la competencia, el
debido procedimiento y la motivación suficiente. Al permitir que la administración pueda
corregir sus propios actos, se evita la necesidad de que los interesados presenten solicitudes
de nulidad, lo que agiliza el proceso y reduce la carga administrativa. Asimismo, la nulidad
de oficio contribuye a fortalecer la confianza de los ciudadanos en las actuaciones de la
administración pública, al asegurar que sus decisiones sean examinadas y rectificadas en
caso de error o ilegalidad.

En conclusión, la nulidad de oficio de los actos administrativos en Perú es una


herramienta fundamental para garantizar la legalidad y regularidad de los actos
administrativos emitidos por la administración pública. Esta facultad permite corregir
aquellos actos que sean contrarios a la ley, sin necesidad de que exista una solicitud previa
por parte de los interesados.

2.1. POSTESTAD ADMINISTRATIVA

A diferencia de los actos jurídicos generados en el ámbito del derecho privado, cuya
nulidad debe ser declarada por una autoridad jurisdiccional, los actos administrativos
pueden ser declarados como nulos directamente por la propia Administración, en la medida
en que estos hayan sido producidos con vicios que afecten su validez y siempre que
agravien el interés público o lesionen derechos fundamentales.

En el derecho civil, la regla es que los particulares (o el Ministerio Público en las


materias de su competencia) sean los que peticionan a la autoridad jurisdiccional que
declare la nulidad absoluta de los actos jurídicos. Solo por excepción, en los casos en que la
nulidad sea manifiesta, la autoridad jurisdiccional podrá declararla de oficio. Claro está que
la actuación nulificante de oficio del juez o del árbitro estará supeditada siempre a la
existencia de un proceso judicial o arbitral, respectivamente, planteado e iniciado por un
accionante. Ninguna autoridad jurisdiccional puede impulsar de oficio el inicio de un
proceso destinado a que se anule un acto jurídico, a diferencia de lo que ocurre con la
Administración, que sí cuenta con la potestad de iniciar de oficio un procedimiento
administrativo tendiente a declarar la nulidad de sus propios actos. La nulidad de los actos
administrativos puede ser invocada también por los administrados (al igual que ocurre en el
derecho civil con la nulidad de los actos jurídicos, que puede ser invocada por los
particulares). En este caso, la nulidad debe ser formulada a través de los recursos
administrativos pertinentes, como lo establece el numeral 11.1 del artículo 11 del texto
único ordenado de la Ley 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General, aprobado
por el Decreto Supremo 004-2019-JUS (en lo sucesivo, LPAG). Estos recursos son la
reconsideración, la apelación y, excepcionalmente, la revisión.

La potestad de la Administración de declarar la nulidad de sus propios actos


administrativos, sin necesidad de recurrir a la autoridad jurisdiccional, se encuentra en el
artículo 211 de la LPAG, y constituye una clara manifestación de la denominada autotutela
administrativa.

2.2. VÍA CONTENCIOSA

Por otro lado, si bien cabe la posibilidad legal de que una entidad pública pueda
demandar la nulidad de sus propios actos administrativos en un proceso contencioso-
administrativo, ejerciendo la acción de lesividad, para ello debe cumplir ineludiblemente
con un presupuesto procesal, esencial e indispensable, que consiste en la emisión de la
resolución motivada en la que se identifique el agravio que el acto en cuestión produce a la
legalidad administrativa y al interés público. En ese sentido, si no existe una resolución
administrativa en la cual la Administración, previamente, identifique y justifique en qué
consiste el agravio al interés público o la lesión a derechos fundamentales —en tanto ello
supone una violación a la legalidad administrativa—, entonces, no cabe posibilidad de
incoar una demanda peticionando la nulidad de sus actos administrativos.
2.3. PLAZOS

Si la Administración determina, vía fiscalización posterior de su propia actividad,


que una decisión suya ha sido emitida vulnerando gravemente la legalidad, corresponde
tomar acción al respecto y revertir dicha decisión, de oficio, sin necesidad de recurrir a un
juez.

Conforme al numeral 213.3 del artículo 213 de la LPAG —según su texto


modificado por el Decreto Legislativo 1272—, este plazo es de dos años, contados a partir
de la fecha en que ha quedado consentido el acto administrativo11. Cabe recordar que el
texto original de la LPAG preceptuaba que la facultad para declarar la nulidad de oficio
prescribía al año de producido el consentimiento del acto administrativo.

Pero, cuando el administrado es quien solicita dicha revisión por los mismos
motivos, los plazos que tiene para hacerlo son cortos y perentorios. Como sabemos, para
formular la nulidad de un acto administrativo, el administrado debe hacerlo por medio de
los recursos administrativos correspondientes (numeral 11.1 del artículo 11 de la LPAG)
dentro de un plazo de quince días hábiles perentorios (artículo 21 de la LPAG), computado,
como regla general, a partir del día hábil siguiente de aquel en que se practique la
notificación del acto administrativo12. Por su parte, el plazo para que un administrado
pueda plantear una demanda contencioso-administrativa cuya pretensión sea la declaración
de nulidad total o parcial de un acto administrativo es de tres meses, contados desde el
conocimiento o notificación de la actuación impugnada, lo que ocurra primero.

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