Principios Procesales Del Derecho Del Trabajo
Principios Procesales Del Derecho Del Trabajo
Principios Procesales Del Derecho Del Trabajo
La Ley 20.022 creó los Juzgados Laborales y los Juzgados de Cobranza Laboral y
Previsional; la Ley 20.023 modificó el Código del Trabajo y el sistema de ejecución de los
títulos ejecutivos; la Ley 20.087 que sustituyó el procedimiento laboral contemplado en el
Libro V del Código del Trabajo; y la Ley 20.164 que pospuso la entrada en vigor de la nueva
justicia laboral.
Dicho artículo dispone: “Los procedimientos del trabajo serán orales, públicos y
concentrados. Primarán en ellos los principios de la inmediación, impulso procesal de
oficio, celeridad, buena fe, bilateralidad de la audiencia y gratuidad.
Todas las actuaciones procesales serán orales, salvo las excepciones expresamente
contenidas en esta ley.
1.- La Oralidad.
La oralidad es el pilar básico sobre la que recae la reforma y, a su vez, sirve como
fundamento para la consecución de otros principios. A través de la oralidad se consigue la
inmediación, la concentración y, redunda en la celeridad que es uno de los principales
objetivos de la reforma procesal laboral.
Tan importante como lo que las partes o los testigos puedan decir, es el cómo lo
dicen, en qué dudan y qué pueden significar sus gestos o sus silencios. La inmediación se
manifiesta cuando consideremos aspectos como la proposición de la prueba y,
particularmente, la realización de la prueba. El contacto directo del juzgador con los
elementos probatorios es directamente conducente a un mayor grado de acierto en la
resolución.
El mero impulso de parte puede no ser suficiente cuando entran en juego valores
que trascienden a las mismas. Por lo tanto, corresponderán al juez distintas atribuciones
en las que realmente intervenga en el proceso. Así pues, propondrá las bases del acuerdo
de conciliación, decretará las diligencias probatorias que considere oportunas aún y
cuando no hayan sido solicitadas por las partes, rechazará las pruebas que considere
inconducentes, solicitará las aclaraciones que considere necesarias tras las observaciones
de las partes a la prueba y, en general, como dispone el art. 429 CT “adoptará las medidas
tendientes a evitar la paralización del proceso o su prolongación indebida”.
Asimismo, el juez adoptará las medidas que estime oportunas para evitar la
nulidad de lo obrado (art. 429.2 CT). A su vez, adoptará las medidas necesarias para
impedir el fraude, colusión, abuso de derecho y actuaciones dilatorias (art. 430.1 CT), se
declarará incompetente de oficio cuando lo estime conveniente (art. 444.1 CT). Incluso
podrá realizar actuaciones fuera de su territorio jurisdiccional sin la necesidad de exhorto,
para algunos casos (art. 439 bis). En esta serie de previsiones se destaca,
indubitadamente, el papel activo e interventor del juez en el proceso.
Principio que se encuentra tanto en el art. 425 CT como en el art. 428 CT. Uno de
los pilares capitales en torno a los que orbita la reforma es entregar una verdadera tutela
judicial efectiva con una respuesta rápida al ciudadano.
El artículo 430 CT desarrolla algo más el contenido de la buena fe. El tribunal podrá
adoptar las medidas que fueren necesarias para vedar “el fraude, la colusión, el abuso del
derecho y las actuaciones dilatorias”. En estrecha relación con la celeridad, el legislador
ordena al tribunal que desestime todas aquellas actuaciones que solo tengan como objeto
dilatar indebidamente el proceso.