Caso 2

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CASACIÓN 636-2014, AREQUIPA

INMEDIACIÓN, CONCENTRACIÓN
PROCESAL

ANTECEDENTES SOBRE LA INMEDIACIÓN Y CONCENTRACIÓN EN LOS

PREOCEDIMIENTOS DE CASACION
El procedimiento escrito fue el que predominó en el proceso común europeo, del
siglo XII al XVIII. Se caracterizó por la falta de relación inmediata entre el juzgador
y las partes; la falta de publicidad, la secuencia larguísima de plazos y la separación
preclusiva de las etapas procesales, así como por la valoración de las pruebas de
acuerdo con criterios predeterminados. En otros términos, el procedimiento escrito
tuvo como características la falta de inmediación, el secreto, la dispersión de los actos
procesales y el sistema de la prueba legal
Por tanto, tradicionalmente el proceso civil se desarrollaba entre los abogados, las partes
y los auxiliares del juez, en ausencia de este. El juez intervenía al final del proceso para
sentenciar y apoyaba su decisión en los escritos que las partes habían intercambiado en
el proceso. El proceso tenía una connotación epistolar pues se temía que el juez perdiera
su imparcialidad si tuviera contacto directo con las partes y sus medios de prueba.
El proceso civil moderno se presenta, pues, privilegiando la oralidad para hacer
realidad el principio de inmediación. La opción de la oralidad señala Monroy
contra lo que podrá creerse, no descarta la necesidad de la escritura, todo lo
contrario, esta sigue siendo el mejor medio de perpetuar y acreditar la ocurrencia
de un hecho o la manifestación de la voluntad, sin embargo, va a dejar de ser el
hecho y el acto mismo.
De acuerdo con lo que hemos expresado, el principio de oralidad, bajo cuya
orientación se han llevado a cabo las grandes reformas procesales, implica no solo
el predominio del elemento verbal, sino también el prevalecimiento de los
principios siguientes:
• La inmediación, o relación directa entre el juzgador, las partes y los sujetos de
la prueba (testigos, peritos, etc.).
• La concentración del debate procesal en una o dos audiencias.
• La publicidad de las actuaciones judiciales, particularmente de las audiencias,
a las cuales debe tener acceso cualquier persona, con las salvedades previstas
en la ley
LOS PRINCIPIO DE INMEDIACIÓN,
CONCENTRACIÓN, ECONOMÍA Y CELERIDAD
PROCESALES
2.1. PRINCIPIO DE INMEDIACIÓN SEGÚN LA CASACIÓN
El principio de Inmediación tiene por objeto que el Juez quien va en definitiva a
resolver el conflicto de intereses o la incertidumbre jurídica tenga el mayor
contacto posible con todos los elementos subjetivos (intervinientes) y objetivos
(documentos, lugares, etc.) que conforman el proceso , como consecuencia de esta
relación directa, el juez tendrá una inmediata percepción de los hechos que son
materia del proceso, tendrá mayor capacidad para discernir sobre los elementos
del juicio, recogidos directamente y sin intermediarios.
El Código impone que el acto de prueba se verifique ante el juez; en ese sentido,
léase el artículo 202 del CPC que dice: La audiencia de pruebas será dirigida
personalmente por el juez, bajo sanción de nulidad , el principio de inmediación
postula la comunicación personal del Juez con las partes y el contacto directo de
aquél con los medios probatorios, para llegar a una íntima compenetración entre
los intereses en juego y en estos casos el juez debe hacer uso de la posibilidad
que le brinda el proceso de obtener un total conocimiento mediante la percepción
directa en la práctica de las pruebas, y de esta forma adoptar una decisión
acertada.
En ese sentido, el artículo 50 inciso 6 del Código Procesal Civil estipula que el Juez
que inicia la Audiencia de Pruebas concluirá el proceso, salvo que fuera
promovido o separado. El Juez sustituto continuará el proceso, pero puede
ordenar, en resolución debidamente motivada, que se repitan las audiencias, si lo
considera indispensable. Por su parte, el artículo 202 del citado Código, establece
que la Audiencia de Pruebas será dirigida personalmente por el Juez, bajo sanción
de una nulidad.
2.2. PRINCIPIO DE CONCENTRACIÓN EN LA CASACION
Cualquier organización judicial fracasaría si la participación obligada del más
importante de sus personajes el Juez debe ocurrir en un número indeterminado
de actos procesales. Es imprescindible regular y limitar la realización de actos
procesales, moviendo la ejecución de estos en momentos estelares del proceso. Tal
integración no sólo permitirá que el Juez pueda participar de todas ellas, sino que,
además, le otorgará a este una visión de conjunto del conflicto que va a resolver
En tal sentido, el juez al intentar darle solución al conflicto de intereses, con
relevancia jurídica, en el menor número de actos procesales, es decir, lo más
pronto posible, lo que hace en realidad no es solo brindar tutela al derecho o
interés material del demandante, sino que tal protección sea efectiva, o sea que se
logre materializar o cumpla en la realidad.
2.3. PRINCIPIO DEL FUNDAMENTO CONSTITUCIONAL
DEL PRINCIPIO DE BUENA FE PROCESAL

Este principio es mucho más trascendente de lo que comúnmente se cree. De


hecho, son muchas las instituciones del proceso que tienen como objetivo
hacerlo efectivo; es el caso del abandono o la preclusión, para citar dos
ejemplos. El concepto economía, tomado en su acepción de ahorro, está
referido a su vez a tres áreas distintas: tiempo, gasto y esfuerzo por tal razón,
podemos decir que el principio de economía que gobierna al proceso,
cualquiera sea su denominación o especialidad, procura la agilización de las
decisiones judiciales, haciendo que los procesos se tramiten de la manera
más rápida y menos costos en dinero y tiempo. Simplificar el proceso,
descargarlo de toda innecesaria documentación, limitar la duración de
traslados, términos y demás trámites naturales y, desde luego, impedir que las
partes aprovechándose de los medios procesales legítimos, abusen de ellos
para dilatar considerablemente la solución de los conflictos confiados a la
actividad procesal.
2.4. PRINCIPIO DE CELERIDAD EN LA CASACIÓN DE LAS
CONCENTRACIONES PROCESALES

La celeridad procesal, por un lado, se expresa a través de diversas


instituciones del proceso, por ejemplo, la perentoriedad o improrrogabilidad
de los plazos o el impulso del proceso por parte del Juez citado en el artículo
11. Este principio, como el referido al de conducta procesal, está manifestado
a través de todo el proceso por medio de normas impeditivas y sancionadoras
de la dilación innecesaria, así como por mecanismos que permiten el avance
del proceso con prescindencia de la actividad de las partes. En otros términos,
en aplicación del referido principio, se impone a los jueces el deber de realizar
las actividades procesales en forma diligente y dentro de los plazos
establecidos, investido de poderes de dirección del proceso e impulso
procesal de oficio, que se fundamenta en la rápida definición de los procesos,
asignándole incluso responsabilidad funcional, en caso de cualquier demora
ocasionada por su negligencia, salvo los casos de excepción señalados
expresamente en el Código Procesal Civil.
El principio de celeridad es una manifestación de los principios de dirección e impulso
procesal de oficio a cargo del juez. El primer principio cumple con la función de hacer
avanzar o impulsar a los sujetos procesales a través de las diversas etapas que integran
el proceso (postulatoria, probatoria, decisoria, impugnatoria y ejecutoria) hasta que la
tutela buscada por las partes, luego de materializado el acceso a la justicia, se convierta
en efectiva. En el segundo principio, el juez está obligado a practicar los actos
procesales necesarios tendientes a conseguir que la tutela brindada sea efectiva, salvo
desinterés de la partes en colaborar con actos imprescindibles para lograr tal cometido.

CONCLUSIONES
El principio de inmediación es el Juez el que inicia la Audiencia de Pruebas deberá ser el que
concluya el proceso, salvo que fuera promovido o separado, en cuyo caso el Juez sustituto,
continuará el proceso, pero discrecionalmente podrá ordenar, en resolución debidamente
motivada, que se repitan las audiencias.
En el principio de concentración, el juez al intentar darle solución al conflicto de intereses, con
relevancia jurídica, en el menor número de actos procesales, es decir, lo más pronto posible, lo que
hace en realidad no es solo brindar tutela al derecho o interés material del demandante, sino que
tal protección sea efectiva, o sea que se logre materializar o cumplir en la realidad.
Con esto podemos decir que el estudio de los principios procesales es de la mayor importancia.
Sin embargo, de nada servirán si no logramos que sean aplicados y respetados en la práctica
judicial diaria. Sobre todo en materia probatoria, su aplicación resulta fundamental, pues sólo una
debida e íntegra valoración de la realidad podrá garantizar una decisión justa. Como abogados y,
por tanto, intérpretes de la norma, estamos en la obligación de hacerlos respetar materializando
su aplicación para así poder aportar a materializar la finalidad del proceso: alcanzar la paz social
mediante decisiones justas

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