Coaching Cuántico - Módulo 6
Coaching Cuántico - Módulo 6
Coaching Cuántico - Módulo 6
2024
MÓDULO 6
DISTINCIONES
DESEO Y NECESIDAD
La palabra deseo proviene del latín desidium, que significa «ociosidad», «pereza», y tiene como raíz
el verbo desidere, que se refiere a «permanecer sentado», «detenerse»… Tener deseos forma parte
de nuestra existencia; continuamente estamos deseando algo, pero ¿qué ocurre cuando nos pasamos
la vida deseando y no nos ponemos en acción? El deseo sin acción, que sería la mera intención,
¿puede llevarnos a una vida de sueños no cumplidos que derive en permanente frustración, todo
aquello que pude ser y no fui…?
Siguiendo con la etimología, «necesidad» proviene del latín necessitas, necesse («inevitable»), y
deriva del prefijo ne («no») y el verbo cedere («parar»). Por ello, podríamos decir que necesidad es
aquello que es imprescindible que esté para tener una vida plena. Abraham Maslow habla de que
nuestras acciones nacen de la motivación dirigida a cubrir ciertas necesidades, por lo que, en la
necesidad, además de intención, hay acción.
Si hacemos una reflexión sobre estos dos conceptos, podríamos decir que el deseo es, en primera
instancia, la no acción hacia el logro de nuestros objetivos: hay deseo cuando tengo intención de hacer
algo; están las ganas, me apetece e incluso lo quiero, pero ¿existe realmente una motivación?, ¿hay
un compromiso que tira de mí para perseguir lo que quiero?, ¿hay una emoción que me mueva a la
acción?
Detrás del deseo hay una mezcla de ilusión y de tristeza que nos deja anhelando algo que de veras
nos gustaría tener. Cuando hay una necesidad, la persona no puede soportar más el estado de
inacción, porque probablemente estén en juego valores irrenunciables o de importancia vital.
¿Qué está en juego entonces cuando se activa la alarma roja? Desde luego, será algo crucial, porque
ahí sí estamos dispuestos a pasar a la acción. Para algunos, es prestigio; para otros, conservar el
trabajo o autosatisfacción, pero siempre hay algo clave que está en juego, lo que yo llamaría valor
(porque es importante o vale para mí), que nos motiva para pasar de la intención a la acción y a cubrir
nuestras necesidades.
«Toda libido que no se expresa como caricia o como insulto queda internalizada y finalmente
se hace tóxica». Este subtexto, no siempre consciente, está conformado por supuestos tácitos e
implícitos, que por lo general terminan siendo desplazados, ocultados o negados, pero que, no
obstante, todas estas acciones, siguen estando presentes en las conversaciones, provocando muchas
veces situaciones no deseadas en lo personal, en lo interpersonal y también en la eficacia de lo que
esperamos como resultado. En ese subtexto suele haber pensamientos y todo tipo de juicios que son
evitados por considerárselos peligrosos o riesgosos de decir. Lo importante es explorar esos juicios y
aprender a expresarlos honesta y honorablemente ya que encierran una poderosa riqueza que nos
posibilitará diseñar y rediseñar conversaciones.
¿Qué es la columna izquierda y cómo procesarla? «Columna izquierda es una técnica para ‘ver’
cómo operan nuestros modelos mentales en situaciones particulares. Revela cómo manipulamos las
situaciones para no afrontar nuestros verdaderos sentimientos y pensamientos obstaculizando la
corrección de una situación contraproducente». En situaciones conflictivas frustramos oportunidades
para el aprendizaje.
El pensamiento es más rápido que el movimiento de las manos; en toda conversación también suele
haber cosas que no decimos. Muchas veces no las mencionamos por el simple hecho de que
pensamos con mayor rapidez de lo que hablamos; otras, porque son cosas no relevantes para
la conversación; en ocasiones, ni siquiera tomamos conciencia de eso que segundos antes estábamos
pensando. Pero muchas, muchísimas veces, sí tomamos conciencia, resultan más que relevantes,
hacen a la conversación y sin embargo las evitamos, dejándolas en un espacio aparte de lo que
explícitamente decimos y las dejamos caer en una imaginaria columna aparte, a la izquierda. Esto es:
si transcribiéramos en una hoja de papel la grabación de una conversación tendríamos lo que en ella
fue dicho explícitamente. Igual si se tratara de una conferencia, una entrevista, etc. Pero aceptaremos
que quienes dialogaron tuvieron cosas que fueron pensadas y sentidas, pero no dichas por alguna(s)
de las razones arriba expuestas.
situaciones que nos dejaron insatisfechos, generar diálogos transparentes y profundizar vínculos con
relaciones de mayor confianza y confiabilidad. Por supuesto, los resultados que esperamos también
serán más productivos.
¿Cuáles son los contenidos de una columna izquierda? Bronca, rechazo, fastidio, miedo,
descalificación, intolerancia, dudas, resentimientos, desconfianzas, etc. Básicamente, estará llena de
juicios, además de supuestos, interpretaciones, sensaciones y emociones. Y no sólo negativas. Más
de lo que creemos, encontraremos allí sentimientos de los llamados «buenos» o positivos como la
ternura o el amor (por ejemplo, ¿cuántas veces no le decimos a alguien cuánto lo queremos?)
¿Por qué no expresamos esos pensamientos y sentimientos que quedan en la columna izquierda?
Porque si lo hiciéramos tememos a las consecuencias no deseadas, a quedar expuestos, a la
represalia, a ser mal conceptuados, descalificados, perder el empleo, ruptura del vínculo, etc. (¿Cuál
sería la consecuencia no deseada de decirle a alguien cuánto lo queremos?: quizás, simplemente,
sentir vergüenza)
Se produce entonces una situación aparentemente sin salida, sin solución: si expreso la columna
izquierda las consecuencias no son aconsejables; pero si la callo, las consecuencias –aunque
aparentemente tranquilizantes en el corto plazo– a mediano y largo alcance también son negativas y
provocarán el mismo resultado.
Coaching y método de la doble columna. Pautas clave para la intervención del coach.
Colaborar con el coachee para el aprendizaje de procesar sus diálogos internos es uno de los
procedimientos enriquecedores del coaching. «Las palabras, sentimientos e imágenes que aparecen
en su columna izquierda no pueden ser desplazadas, eliminadas o rehuidas. La columna izquierda no
es una elección, ocurre con independencia de la voluntad de la persona».
consecuencia. Es más, muchísimas veces operamos con arrogancia; otras, como si afirmáramos:
«todo lo que tú dices es meramente una opinión; en cambio, si yo te digo algo, tómalo como un hecho».
Algo para reiterar y destacar es que las observaciones son descripciones de «hechos objetivos»,
confirmables por cualquier miembro de una misma comunidad lingüística. Los juicios u opiniones son
descripciones subjetivas. Describen como cada particular persona (observador) ve u otorga sentido a
una situación que a su vez está condicionada por el filtro de sus modelos mentales. Entonces, y a
los efectos de una mejor comprensión respecto al modelo de las dos columnas y su relación con los
juicios, debemos tener claridad en una distinción: cuando describimos observaciones o hechos,
estamos hablando del mundo; pero cuando emitimos juicios u opiniones, estamos hablando más de
nosotros mismos, de la particular perspectiva que como observadores tenemos acerca del mundo.
Por ejemplo:
•Mi jefe es injusto.
•El ajedrez es difícil.
Ambas formulaciones son juicios, pero el ajedrez no es fácil ni difícil. Es un juego. Mi jefe es una
persona con un rol más jerárquico, pero no es justo ni injusto. Fácil, difícil, justo, injusto, son
apreciaciones que hablan más de la persona que las emitió que del objeto o persona de la que se
habló.
Cuando sea relevante, ¿cómo hago para expresar mi diálogo interno sin dañarme, sin dañar al otro y
sin dañar la relación? ¿Qué hago con mi honestidad? ¿Cómo mantengo mi dignidad si actúo
contrariando mis valores? (respeto, humildad, compasión, etc.)
¿Cómo hacer para no tragar sapos, pero tampoco vomitar dragones?
Veamos:
•El ajedrez es difícil.
•El lápiz es negro (suponiendo que el que vemos es negro).
Sintácticamente, estas dos oraciones son iguales. Tienen sujeto y predicado; pero la primera es una
opinión (ya que a mucha gente no le resulta difícil) y la segunda es un hecho.
¿Cómo procesar la opinión?: el ajedrez es difícil. ¿De qué estoy hablando, cuál es el sujeto? El
ajedrez.
Un primer paso para procesar, sería, como vimos cuando hablamos de juicios, “apropiarnos” de la
opinión: Yo opino que el ajedrez es difícil. ¿Quién es ahora el sujeto?: yo. Para muchas situaciones
este primer paso sería suficiente, pero en algunas conversaciones no genera mucho cambio ya que,
como en este caso, sigo hablando del ajedrez, más que de mí.
Un segundo paso para ir más profundo, es buscar en aquella verdad más esencial que se halla por
detrás de la formulación. Por ejemplo, Me es difícil aprender a jugar ajedrez. Aunque lo menciono, ya
no hablo del ajedrez, sino de mí. Está más enfocado en el sujeto que habla.
Se trataría no de definir la cosa o la cuestión, sino de mi relación con la cosa o cuestión. ¿Cómo se
vería esto mismo en una afirmación o conversación más comprometida o difícil? (De ésas que
preferimos dejar caer en la columna izquierda.)
Por ejemplo:
¿Cuál es la verdad esencial en estas afirmaciones?, ¿cuál es el objetivo al expresarlas? ¿Es denigrar
al otro, o tomar una decisión acertada? En las dos primeras líneas hablamos del otro, y lo hacemos
desde la descalificación. En la última, dialogamos con el otro manifestando desacuerdo, y
respetuosamente invitamos al interlocutor a escuchar nuestra opinión. El interés estará puesto en llegar
a alguna conclusión que nos guíe hacia una correcta toma de decisiones.
A partir de aquí, podría abrirse un diálogo donde el hablante formularía su juicio productivamente de
acuerdo con los cinco elementos que vimos en el apartado sobre observaciones y juicios.
Los coacheados suelen responder a una preocupación por su forma de ser a este respecto:
- «Yo voy de frente y digo todo lo que pienso. A la gente eso no le gusta; pero yo intento ser
honesto».
- «¿Y cómo te va siendo así?».
- «Mal, ¡para el diablo!».
- «Y entonces, ¿cuál es el sentido de hacerlo de esa manera?, ¿cuál es tu objetivo último?».
No se trata de decir «toda» la verdad, ni tampoco de traicionar nuestros valores. El sentido último sería
cómo decir «mi» verdad, con dignidad. Respetando mis pensamientos y emociones, y también
respetando al otro.
En el coaching de las columnas izquierdas podemos observar con mucha claridad cómo se articulan,
en la práctica, varios de los conceptos desarrollados. En principio, la columna izquierda está repleta
de juicios –muchas veces transformados en hechos– y la tarea del coach será ayudar a reconocer y
discriminar. Luego, aparecen claramente los aspectos fundacionales como aprendizaje y
responsabilidad. Aprendizaje, porque procesar la columna izquierda implica aprender a pensar de
manera diferente, a ser un observador diferente y a relacionarnos de un modo diferente;
responsabilidad, porque considero que somos co-creadores de nuestra realidad y desde allí elegimos
asumir el poder y la responsabilidad de dar nuevas respuestas (generativas) en la acción. La pregunta
implícita en la indagación del coach al coachee, es: ¿cuánta responsabilidad estás dispuesto a asumir?
¿cómo podés asumir responsabilidad frente a esta situación?
Es simple, ¡aunque no fácil! ¿Por qué? Porque la gente no se resiste al cambio; se resiste a ser
cambiada. Operar desde esta visión implica un profundo compromiso personal con el cambio, con la
coherencia en relación con los valores que decimos sustentar. La variable del ajuste no es la cosa o la
situación sino el observador que somos. No se trata de cambiar las reglas del ajedrez para hacerlo
fácil, sino de esforzarnos largas horas para expandir nuestra capacidad de jugar al ajedrez. No se trata
de cambiar al otro; la variable del cambio es uno mismo. Nuevamente, “respons(h)habilidad”. La
variable de ajuste no será el juego ni el jefe, sino el coachee, el observador.
¿Cuál es tu verdad más esencial que se esconde por detrás de la columna izquierda?
¿En qué aspectos eres parte contribuyente de esta situación que te aqueja?
¿Cómo puedes contribuir a generar un cambio en esta situación?
¿Cómo decir tu verdad, sin traicionarte y sin traicionar tus valores?
En el coaching, la escucha y la indagación del coach para ayudar en estas distinciones es más que
relevante, y abre nuevas posibilidades de acción efectiva.
Un ejercicio muy iluminador consiste en sentarse, observar la sensación opuesta a la emoción negativa
que estamos viviendo y dejar de resistirnos a ella. Digamos, por ejemplo, que se acerca el cumpleaños
de un amigo y nos sentimos resentidos y tacaños. Por lo tanto, nos cuesta salir a comprar un regalo y
el día se acerca. Los sentimientos opuestos son los de perdón y generosidad. Basta con empezar
a buscar el sentimiento de perdón en nosotros mismos y dejar de resistirnos a él.
Al ir soltando nuestra resistencia a ser piadosos, a menudo nos sorprende que los sentimientos
piadosos vengan en oleadas. Empezaremos a reconocer que parte de nuestra naturaleza siempre ha
tenido la voluntad y el deseo de perdonar, pero no nos atrevíamos a correr el riesgo. Pensábamos que
pareceríamos tontos. Pensábamos que manteniendo el resentimiento castigábamos a la otra persona.
Pero en realidad estábamos suprimiendo el amor. Al principio, es posible que no sintamos esto
consciente y específicamente con relación a nuestro amigo, pero empezaremos a notar que tenemos
este aspecto en nuestra personalidad. A medida que sigamos entregando nuestra resistencia a amar,
nos daremos cuenta de que dentro de nosotros hay algo que quiere dar y compartir, liberarse del
pasado y enterrar el hacha de guerra. Deseamos hacer un gesto amistoso; queremos curar la
separación, reparar la herida, corregir el error, expresar gratitud y arriesgarnos a que piensen que
somos tontos.
El propósito de este ejercicio es atraer a nosotros la grandeza, que es el coraje para superar
obstáculos. Es la voluntad de pasar al nivel más elevado del amor. Es la aceptación de la humanidad
de los demás y la compasión por su sufrimiento al ponernos en su lugar. Al perdonar a los otros, nos
perdonamos a nosotros mismos y nos aliviamos de la culpa. Nuestra verdadera recompensa es
desprendernos de la negatividad y elegir amar; somos nosotros los beneficiados. Nosotros ganamos
la verdadera recompensa. Este incremento de la autoconciencia trae la progresiva invulnerabilidad al
dolor. Una vez que aceptamos compasivamente nuestra humanidad y la de los demás, ya no estamos
sujetos a la humillación. La verdadera humildad es parte de la grandeza.
Del reconocimiento de quienes somos realmente surge el deseo de buscar lo que nos inspira. De él se
deriva un nuevo significado y contexto para la vida. Cuando ese vacío interior, debido a la falta de
autoestima, es reemplazado por el verdadero amor a nosotros mismos, ya no tenemos que buscar la
felicidad en el mundo, porque su fuente está dentro de nosotros. Y caemos en la cuenta de que el
mundo no puede suministrarnos nada de valor. Ninguna riqueza puede compensar la sensación de
pobreza interior. Todos sabemos de la existencia de muchos multimillonarios que tratan de compensar
su sensación interna de vacío y falta de valía. Una vez que conectamos con el Ser interno, con esta
grandeza interior, con esta plenitud, alegría y verdadera sensación de felicidad trascendemos el
mundo. Ahora el mundo es un lugar para disfrutar; ya no somos dirigidos por él. Ya no estamos en el
lado del efecto, sino en el de la causa.
Los científicos empezaron a pensar que tenía que haber un nuevo punto de vista sobre el verdadero
funcionamiento de la vida y otra manera de entender la forma en que la información se transmitía a los
descendientes.
Esel surgimiento de la Epigenética, que en griego quiere decir ‘más allá de la genética’.
Es la expresión fundamental de la idea de que ya no somos las víctimas de un programa, sino que
nosotros podemos hacer algo para mejorarlo o activar otros programas latentes. Es la demostración
de que el ambiente afecta a las células y de que estas responden adaptándose.
Lo que ocurre es que este ambiente va más allá del ambiente puramente físico, trasciende al ambiente
emocional. Es la constatación de que nuestros sentimientos y emociones afectan a la información de
nuestro ADN.
Lo importante de la Epigenética es que las experiencias de la vida pueden modificar nuestro código
genético. Con ello quiero decir que estas experiencias nos impulsan a tomar decisiones y que estas
tienen un soporte emocional. Por lo tanto, las emociones son la clave para entrar y cambiar la
información.
Para ponernos enfermos debemos, de alguna manera, emocionarnos, y para curarnos debemos,
también, emocionarnos.
Así es la vida, todo lo que experimentamos lo revestimos de nuestra alma. Llevan los vestidos de
nuestras emociones, llevan los vestidos de nuestras percepciones, y esto influye directamente en la
información almacenada en nuestras células. Los mecanismos epigenéticos modifican los datos del
código genético para lograr que los genes sean archivos de «lectura y escritura», y no archivos de
«solo lectura».
Los mecanismos epigenéticos modifican la interpretación del código genético para que esos genes
sean programas editables. Eso significa que las experiencias vitales pueden redefinir de manera activa
nuestros rasgos genéticos.
Todo ello nos lleva a dilucidar que somos capaces de aprender e incorporar experiencias en nuestras
vidas y estas pueden ser guardadas en nuestro ADN y transmitirse a nuestros descendientes.
Vemos aquí la importancia de la percepción y de cómo el Observador debe estar alerta, pues los
estados emocionales que experimente en relación a todos los acontecimientos que surjan en su vida
pueden activar códigos dormidos y producir experiencias dolorosas en su organismo.
Muchas personas intentan mantener en sus vidas pensamientos positivos y solamente obtienen
resultados negativos. Ser positivo es una postura, los pensamientos deben ser el resultado de un
proceso interior, de una forma de ver y entender la vida. Decirse a uno mismo que tal o cual cosa es
positiva o puede llevar a cosas positivas, sencillamente, no sirve para nada. Muchas personas
son positivas como un acto de conducta y no como resultado de una forma de ver y entender la vida.
Los procesos mentales, las percepciones, proceden de nuestro interior, y si queremos cambiar nuestro
universo debemos cambiar no solamente los pensamientos sobre él, sino los sentimientos y las
emociones, que son la llave que abre el baúl en el que se encuentran nuestros programas.
A este baúl un servidor lo llama la «caja de Pandora». Pandora fue la primera mujer, creada por orden
de Zeus, para introducir los males en la vida de los hombres. La caja contenía todos los males que
aquejaban a la humanidad.
Por eso, cuando abrimos la caja de Pandora, estamos abriendo nuestro inconsciente, en él se
esconden todos los «no-dichos», los secretos de nuestros verdaderos pensamientos y sentimientos.
Al dejarlos salir podemos transformarlos y entonces mostrarnos tal como somos y queremos ser.
Nuestras posturas no serán simplemente conductuales, nuestras posturas y acciones estarán
alimentadas por pensamientos que se alimentan de emociones con coherencia, entonces sí que
nuestros pensamientos cambian nuestro universo personal.
El pensamiento positivo se alimenta de la auténtica fuente, del cambio interior. Ya no nos esforzamos
en pensar positivamente, nuestro pensamiento positivo es certeza, nace de lo más profundo de nuestra
alma. Es un pensamiento cuántico, es un pensamiento holístico, es saber que todo está en todos y que
aquello que piensas siempre está haciendo forma en algún lugar.
Por eso, nuestros hijos, que tienen una mente limpia —con ello quiero decir que no hay barreras—,
graban en su inconsciente todo lo que escuchan a sus padres, lo que dicen, lo que piensan, su forma
de actuar. Los padres regañan al niño por malo, y puede llegar un momento en el que el mismo niño
se regañe diciéndose: «Niño malo».
Cometarios como: «No sirves», «No te lo mereces», «Igual piensas que el dinero se coge en los
árboles», «En la vida hay que sufrir», «Si lo que consigues lo haces sin esfuerzo, no
vale», etc., etc., etc.
Si hablamos de la madre, tenemos que decir de ella que no solamente nutre a su bebé con su leche,
le nutre con sus emociones. Cuando la madre está feliz, el niño está feliz; cuando la madre está triste,
el niño está triste, y si la madre, cuando está embarazada, tiene pensamientos y sentimientos de
rechazo, el sistema nervioso del feto registra pensamientos de rechazo.
Muchas personas comprenden, después de ser tratadas, que sus vidas no eran un accidente porque
sí, que había un trasfondo, que había un programa que les hacía vivir rechazo, que nunca se sentían
satisfechas, programas de desvalorización, de no quererse, programas de tristeza desde su
nacimiento, programas de depresión porque su madre era una madre ausente porque siempre
estaba deprimida.
Eran personas que se consideraban víctimas de unas ciertas fuerzas externas, que no eran
conscientes de que llevaban unos programas en su inconsciente procedentes de sus padres y de sus
ancestros.
En el libro de Sue Gerhardt, Why Love Matters («Por qué importa el amor»), se hace hincapié en que
el sistema nervioso fetal registra las experiencias vividas en el útero. En el momento del nacimiento, la
información emocional derivada de las experiencias maternas ya conforma la mitad de la personalidad
del individuo.
La actividad cerebral durante los primeros años de vida del niño es la Delta, la de más baja frecuencia
Los niños se pasan los primeros seis años de su vida en una especie de trance hipnótico. Todo lo que
el niño registra hasta esta edad lo hace sin filtros y es programado por sus padres y por las personas
que le rodean.
Mientras mi mente consciente trata de vivir sus proyectos, hay algo en mí que los sabotea. Tomar
conciencia de estos programas —aquí empieza otra vez el papel del Observador— es fundamental.
Pero esto no se puede hacer empleando la razón, porque intentar cambiar los programas utilizando la
razón es lo mismo que rascarse la nariz cuando en realidad te pican los pies.
Nos libera saber que nuestras creencias derivan de nuestros antepasados (Transgeneracional). Sirve
de ayuda saber que nuestra madre intentó abortar, aunque luego nos cuidó y nos amó (Proyecto
Sentido). Todo esto nos libera de la culpabilidad y nos permite liberar de la culpabilidad a nuestros
padres y ancestros, porque ellos mismos también llevan o llevaban sus programas correspondientes.
¿Qué hay que hacer? La respuesta ya hace tiempo que está escrita: perdonar. Hay varios
descubrimientos científicos que confirman que cuando una persona entra en ese estado emocional del
perdón, sencillamente se libera.
No debemos olvidarnos de que a estas alturas ya podemos comprender que nuestra filosofía conforma
nuestra biología a la larga y que la función de nuestro inconsciente es buscar la coherencia (palabra
que vengo utilizando constantemente como camino de curación). Repito una vez más que cuando
hablo de coherencia me refiero a la coherencia entre nuestras creencias y nuestro comportamiento en
el mundo.