Awaken My Hearrt

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Sotelo, gracias K.

Cross
Awaken my heart
Saddle creek, TX: the Whitmores
Book four
Kat Baxter

Sotelo, gracias K. Cross


Abraham

Ya tuve mi final feliz. Mi difunta esposa y yo, novios desde la


infancia, tuvimos cuatro hijos hermosos que ya han crecido y se
han casado. Me conformo con ser su viejo padre, cuidando mi
rancho y mis plantas de tomate. Hasta que Emily Carson y su
tentador cuerpo curvilíneo y sus sonrisas que reparte como
caramelos, irrumpen en mi vida haciéndome desear cosas que no
tengo por qué desear.

Emily

He estado sola, más o menos, toda mi vida. Así que cuando me


dan la oportunidad de mudarme al pueblo más bonito y
pintoresco de Texas que he visto nunca, me lanzo. Soy la nueva
residente de Saddle Creek y me estoy adaptando perfectamente.
Me encanta mi nuevo pueblo y todo el mundo parece quererme
también. Todos menos, el viudo y zorro plateado, Bram
Whitmore, que parece odiarme a primera vista. Lástima que el
sentimiento no sea mutuo. Porque ese hombre, con su cuerpo de
padre legítimo, es lo más tentador que he visto nunca.

Es un hombre del que podría enamorarme fácilmente, pero sé


que no soy suficiente para competir con la mujer que lo amó
primero.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 1
BRAM

Hay momentos en los que un hombre quiere algo más que una
cerveza fría para pasar la noche. Momentos en los que ni siquiera el
consuelo de una buena conversación es suficiente para calmar las
partes inquietas del alma de un hombre.
Las partes inquietas que quieren causar problemas, buscar
pelea, dar puñetazos a algo, conducir demasiado rápido y aullar al
viento.
Me esfuerzo por enterrar esas partes rebeldes de mí mismo. Soy
un hombre hecho y derecho, con cuatro hijos y nietos adultos. Soy un
jodido maldito pilar de la comunidad.
Soy demasiado viejo y demasiado arraigado a mis costumbres
para ceder a cualquiera de esos impulsos.
A pesar de eso, hay algo en el aire esta noche que me hace beber
mi cerveza demasiado rápido y mi mente se desvía de la conversación.
Vuelvo a centrar mi atención en Grant, mi mejor amigo desde hace
cuarenta años y el hombre que está sentado frente a mí.
—Al menos ahora tu hijo tiene la opción de un médico de
cabecera en lugar de seguir viéndome a mí. — dice Grant. —Pone
nerviosos a mis otros pacientes.
Me río pensando en Garrett, que sigue intentando ir al pediatra
como si no fuera un adulto. —Felicity lo está poniendo en forma.
Grant me da un golpe en la espalda. — ¿Qué se siente tener a
tus cuatro hijos comprometidos o casados? Ya terminaste.
Eso es lo que todos me dicen. He criado a mis hijos y ahora he
terminado. Pero no sé qué demonios significa eso para mi futuro. Debe
ser por eso que siento esta profunda inquietud.
Porque esta no era la forma en que se suponía que fuera. Hace
más de quince años que se fue; debería estar acostumbrado a la nueva

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normalidad. Pero estoy luchando. Fui el esposo de Lisa y luego fui el
padre de nuestros hijos. Ahora no soy ninguna de las dos cosas y no
sé muy bien qué hacer conmigo mismo.
Grady, mi hijo mayor, y nuestro equipo mantienen nuestro
rancho familiar funcionando sin problemas. Ya casi no me necesita. Y
no hay muchos tomates que un hombre pueda criar. Ni siquiera me
gustan los tomates. Pero nadie lo diría al pasar por mi jardín. Es una
verdadera plantación de tomates por ahí.
Grant me está contando historias divertidas de lo que ha sacado
de las narices de los niños esta semana cuando se abre la puerta de
Ace's. Tengo la hamburguesa a medio camino de la boca y entonces
ella entra.
Lo primero que noto es que es nueva en Saddle Creek. No sé si
está de paso o es una nueva residente, pero sé que no la conozco. Y
conozco a todo el mundo.
Y entonces me doy cuenta de todo lo demás sobre ella, y es como
un asalto a mis sentidos. Su cuerpo está envuelto en uno de esos
vestidos envolventes. Es rosa brillante con pequeñas flores esparcidas
por la tela. Está rellenita y tiene curvas de la mejor manera. El vestido
abraza sus grandes tetas, mostrando un escote que hace agua la boca.
Su cintura se hunde lo suficiente para resaltar lo gruesas y anchas
que son sus caderas. Unas caderas a las que puedes agarrarte y dejar
huellas de tus dedos magullados mientras te la follas por detrás.
Su largo pelo castaño le cae por los hombros, enmarcando la
cara más bonita que he visto nunca.
No, no puede ser.
Quiero decir que es objetivamente linda, ¿pero la más bonita?
De algún modo, nuestros ojos se cruzan y esa sonrisa dulce
como el azúcar que tiene vacila cuando nuestras miradas se fijan.
Grant agita una servilleta delante de mí. —Oye, estás babeando
en la barra, hombre.
Aparto los ojos de ella y fulmino a mi amigo con la mirada. —
¿Qué estás divagando?
—Solo que el ojeo ocular te está haciendo babear.

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Le arranco la servilleta de la mano y, como un maldito tonto, me
limpio la barbilla.
Grant suelta una carcajada a mi lado.
—Que te jodan. — murmuro.
—Invítala. — dice Grant.
— ¿Para qué?
— ¿Para conocerla? Obviamente piensas que es linda.
—Es linda. Objetivamente hablando. — replico.
Grant sonríe y eso me irrita aún más. —De acuerdo, estamos de
acuerdo, es linda. Por eso deberías conocerla.
—No necesito conocerla. Es lo bastante joven para ser mi hija.
No parece ni un día mayor que Daphne.
—Estoy seguro de que te equivocas en eso, pero no importa. La
edad es solo un número. Es hora de que salgas del banquillo y vuelvas
al campo.
—Buen intento, entrenador, pero no estoy en este juego.
—Cierto. Porque eres muy viejo. Y ella es lo suficientemente
joven como para ser tu hija. Como quieras. — Grant me señala con
una papa frita. —Para que conste, si Lisa y tú hubieran empezado a
tener hijos antes, también podrías ser mi padre.
—Cierra la puta boca. — refunfuño. Pero vuelvo a mirar a esa
mujer. La forma en que regala a todos los que la rodean esa sonrisa
cegadora. Quiero que me lo muestre. Solo una vez.
—Solo digo. — dice Grant. —No tienes que estar fuera del juego.
Puedes volver cuando quieras.
—Tienes que dejar de decir mierdas como esa. Sabes que he
terminado con ese tipo de cosas.
—Sí, una mujer, hombre y todo eso. Pero estoy bastante seguro
de que todas esas canciones eran sobre tener solo una mujer a la vez,
no tu límite de por vida. Además, no parece que hayas terminado,
considerando que no has dejado de mirar a esa desde que entró.

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—Está sola. Solo me preocupa que esté sola en un bar. Es
peligroso.
— ¿En Saddle Creek?— Grant resopla. Entonces el bastardo
hace lo impensable. Le llama la atención y la llama.
Se pasea hacia nosotros y mis ojos se la comen. No es un
aperitivo. Es toda una maldita comida y que me jodan si no quiero
saborear cada bocado. La polla se me pone dura dentro de los
vaqueros y casi me mareo de lo rápido que me llega la sangre a la ingle.
¿Qué demonios está pasando ahora?
—Eres nueva. — dice Grant con su voz suave y coqueta.
— ¿Son el vagón de bienvenida? — pregunta, sonriendo
ampliamente a mi amigo.
Él se ríe. —Claro que lo somos, dulzura.
Nunca había tenido tantas ganas de darle un puñetazo en la
garganta.
—Soy Grant, pero la mayoría de la gente de por aquí me llama
Doc, ya que soy el pediatra local. — Grant hace ademán de besarle la
mano. Luego golpea una mano contra mi estómago. —Este es mi
amigo, Bram.
Me mira.
Su mirada se cruza con la mía y la sonrisa se le queda en los
labios. Probablemente porque estoy frunciendo el ceño como un
malvado hijo de puta.
—Bram, interesante nombre. — Entonces ella es todo sonrisas y
risitas de nuevo mientras mira a Grant. —Soy Emily. Quiero decir
Emma y sí, soy nueva en la ciudad. Me acabo de mudar hace poco.
—Bueno, encantado de conocerte Emily, quiero decir Emma. —
dice Grant.
—No es seguro que una mujer joven y soltera esté sola en un bar
como este. — retumbo.
Su ceño se arquea mientras me mira. —Estoy bastante segura
de que mi virtud está a salvo. Además, no estoy sola, he quedado con
una amiga. Creo que acaba de entrar. Si me disculpan.

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—Bienvenida a Saddle Creek, Emma. — dice Grant.
—Gracias, Doc. —le guiña un ojo.
Y tengo el impulso irracional de clavar mi tenedor en su muslo.
—Ah, y Bram. — dice mi nombre todo corto y recortado. —Soy
mayor de lo que parezco. — Y se va.
Grant suelta otra carcajada. — Ella te entregó tu trasero. —
resopla.
—Eres un imbécil. — Entonces me siento y me quedo mirando
mi hamburguesa a medio comer, sin saber si debería irme a casa y
ocuparme de esas malditas plantas de tomate o si debería quedarme
aquí y asegurarme de que Emma está a salvo.

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Capítulo 2
EMMA

Me dirijo hacia mi nueva y mejor amiga en la ciudad, Luna


Coleman. Es una profesora de Saddle Creek Middle School y hemos
congeniado muy bien. Todo el mundo ha sido amable, pero Luna tiene
madera de ser un tipo duro.
Me siento a la mesa y ella ya se está riendo.
La miro con el ceño fruncido. — ¿Qué?
—Veo que conociste a Doc West y a Bram.
—Sí que los conocí. — Un extraño gruñido sale de mi garganta.
—Solo una mierda como esta me pasaría a mí. Porque tengo la peor
suerte del mundo. Los ojos más azules que he visto, así que por
supuesto pertenecen a un imbécil gigante. — Levanto las manos. —Y
por gigante, obviamente lo digo en sentido figurado y literal. Es una
bestia de hombre, grueso y ancho, con un pecho de tonel y muslos del
tamaño de troncos de árbol. — Me relamo los labios, sabiendo que
probablemente estoy salivando y no tengo el suficiente sentido común
para detener mi perorata.
—Están muy calientes. — dice Luna conspiradoramente.
Gimoteo. —El hilo de plata que recorre sus sienes y su barba
bien recortada son como una hierba gatera especialmente diseñada
para mí. — Levanto la vista hacia mi amiga y dejo caer la cabeza sobre
los brazos cruzados sobre la mesa. —A Emma le encantan los hombres
grandes. A Emma le gustan especialmente los hombres mayores.
Se ríe. — ¿Emma también habla en tercera persona cuando está
de cierto humor?
Hago una mueca y miro a mi amiga. —Lo hace. Doc fue muy
simpático, pero Bram -como si fuera un nombre de verdad- ¿qué es,
Drácula? En fin, es un idiota y está claro que me odia, lo cual no tiene

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sentido porque ni siquiera lo conozco. Y le caigo bien a todo el mundo.
¿Por qué no iba a gustarle? Acabamos de conocernos.
—Dudo que te odie. Bram es un gran oso de peluche. El apodo
es la abreviatura de Abraham.
—Oso de peluche. — Resoplo. Aparto la imagen mental que me
viene a la mente: la de mí acurrucada contra su ancho pecho, con esos
enormes brazos rodeándome el cuerpo. Un hombre así puede hacer
que una chica fornida como yo se sienta pequeña.
Se ríe de nuevo. —Está claro que te parece atractivo.
—Solo en apariencia. — Agito las manos como si quisiera
eliminar toda la energía negativa. —No importa. ¿Podemos hablar de
otra cosa? El oso gruñón no forma parte de esta noche de chicas.
Su sonrisa se ensancha. —Claro, por supuesto. ¿Cómo va la
obra? ¿Necesitas ayuda con algo? Mason no volverá de California
hasta dentro de una semana, así que tengo tiempo libre.
Luna acaba de comprometerse con una estrella de rock. Mason
Ball de Soul Obsession, la banda más grande de mi juventud. Se muda
aquí para estar con ella, así que está empacando su casa en Malibú.
Ella está viviendo un legítimo cuento de hadas, sobre todo teniendo en
cuenta que se conocieron y se enamoraron en línea primero.
—No, está bien. — le digo. —Estoy acostumbrada a hacer las
cosas por mi cuenta. Ya me he hecho con los disfraces. Encontré la
veta madre de cosas en Madison's Mercantile y ya estoy ocupada
haciendo los ajustes necesarios. Con todas las lentejuelas y plumas
que estoy añadiendo, probablemente necesitaré una nueva máquina
de coser cuando todo esto termine.
—Me alegro de que seas tú y no yo. No sé ni coser un botón. —
dice Luna.
—La única otra cosa es la escenografía, de la que hice la mayor
parte en mi antigua escuela. Aunque una de mis alumnas se ofreció a
que su abuelo me ayudara.
—Qué detalle. ¿Qué alumna?
—Taylor Whitmore.

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Luna se atraganta con su bebida, y luego procede a caer en un
ataque de tos.
— ¿Estás bien?— Le pregunto.
Asiente con los ojos llorosos. —Bien. — balbucea. —Me habré
equivocado de tubo.
Asiento. —Quiero decir, no estoy segura de cuánta ayuda va a
ser un anciano. Quizá debería enviarle un mensaje y decirle que no se
preocupe. Que no necesito su ayuda.
—No. — dice Luna sacudiendo la cabeza. —Al menos deberías
reunirte con él.
— ¿En serio? Porque no quiero hacer perder el tiempo a nadie.
Luna asiente con seriedad. —Lo entiendo, pero tienes que
recordar que ya no estás en la gran ciudad.
—Cierto. — digo.
— ¿Sigues diciendo que estás decidida a hacerte un lugar aquí?
Bueno, en los pueblos pequeños cuando alguien se ofrece a ayudar, lo
aceptas. Así que definitivamente tienes que reunirte con él en persona.
Y luego me cuentas cómo te va.
Me acerco y le aprieto la mano. —Gracias, Luna. Eres una gran
amiga.

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Capítulo 3
BRAM

Me quedé en lo de Ace hasta que se fue.


Incluso Grant me abandonó, alegando alguna excusa poco
convincente sobre madrugar. Debería haberme ido después de verla
sentada con su amiga, una mujer a la que incluso conozco porque es
la hermana de la prometida de mi hijo Dane.
Pero no podía irme.
No hasta que la viera entrar a salvo en su coche. Incluso había
rastreado sus bebidas, asegurándome de que nadie pusiera nada en
ellas (poco probable aquí en Saddle Creek, pero nunca se sabe) pero
también asegurándome de que no bebiera demasiado antes de ponerse
al volante.
Una maldita mirada a ella y ahora soy un maldito acosador. No
sé qué está pasando. Lo más probable es que sea porque ya no tengo
que preocuparme por Daphne. Fletch cuida muy bien de ella. Es el
sueño de todo padre para su pequeña.
Así que tal vez solo necesito enfocar mi energía protectora de
papá oso en alguien, y esta chica es nueva en la ciudad. Eso es todo.
Me lo recuerdo una y otra vez de camino a casa, donde me obligo a
conducir hasta mi rancho y no seguirla.
Me lo recuerdo una vez que llego a casa y durante todo el camino
hasta que estoy en la ducha, con el chorro de agua caliente golpeando
mi cuerpo.
Aquí, sin embargo, mi recordatorio vacila porque no hay nada
parecido a un papa oso en el peso de mis pelotas ni en la erección que
se agita entre mis piernas.
Ni siquiera puedo empezar a procesar mi reacción ante ella. La
insaciable necesidad que corre por mis venas. Me quito todos esos
pensamientos de la cabeza, apoyo una mano en la pared de azulejos y

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me agarro la polla por la raíz. Aprieto el puño en torno a mi dura polla
y cierro los ojos.
Las curvas regordetas de Emma llenan mi mente mientras
empiezo a mover la mano. La fantasía Emma, tira de los lazos de su
vestido y éste se cae al suelo. Es un sueño húmedo andante en lencería
rosa brillante. Sus grandes tetas se elevan sobre el sujetador rosa de
encaje y sus bragas rosas a juego apenas cubren la tira de su coño.

Mi polla se sacude en mi mano. Joder, se siente bien.


Ella se siente bien.
Se aparta de mí y se inclina sobre el taburete porque, al parecer,
mi fantasía no es lo bastante creativa para sacarnos del maldito bar.
Mueve un poco el culo y me mira por encima del hombro.
—Es de mala educación hacer esperar a una dama. — dice con
un puchero sexy.
Apenas le bajo las bragas hasta las rodillas antes de apretarme
contra ella.
Caliente. Húmeda. Apretada.
Perfecto.
Agarro sus caderas y la golpeo. Sin preámbulos. Sin modales.
Sin paciencia. Solo necesidad.
Está tan resbaladiza a mi alrededor y las paredes de su coño se
aprietan contra la cabeza de mi polla.
Saco una de sus piernas para cambiar mi ángulo y poder
penetrar su punto G con cada movimiento.
Mi fantasía Emma no tarda en correrse sobre mi polla. Gruño mi
propio orgasmo mientras pinto las paredes de la ducha con hilos de
mi semen. Es uno de los orgasmos más intensos de mi vida.
Decido no analizarlo. Me enjuago y me seco antes de ponerme el
pijama, porque soy abuelo, por el amor de Dios. No tengo fantasías
con mujeres ni me masturbo en la ducha como si fuera un maldito
adolescente.
Excepto que... aparentemente, las tengo.

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Capítulo 4
BRAM

Mi camioneta se detiene en el estacionamiento de la escuela


secundaria. Mi nieta Taylor no tarda en subir al asiento del copiloto.
—Hola querida, ¿qué tal los ensayos?
— ¡Formidables! Pero tienes que hablar con la Sra. Carson sobre
la escenografía. ¿Te acuerdas? Prometiste que lo harías.
—Sí, querida, lo recuerdo.
Podría molestarme que me ofreciera para el trabajo, pero la
verdad es que esta chico podría salirse con la suya. No solo eso, sino
que el trabajo no es gran cosa. Probablemente podría construir
cualquier cosa que necesitaran mientras duermo.
Siempre he sido bueno con las manos. Y tener un nuevo proyecto
me distraerá de la locura de cruzar tomates.
En serio, ¿cómo es esta mi vida?
Taylor se pone un auricular. —Está ahí adentro ahora; deberías
ir a hablar con ella y ya lo resolvemos. Tengo unos deberes que puedo
hacer mientras espero. — Saca un cuaderno de su mochila e
inmediatamente se pone a trabajar.
— ¿Señora Carson?— aclaro.
—Sí. Es mi favorita, Pops, así que sé súper amable con ella. —
Taylor me lanza una mirada severa.
—Entendido. Seré súper amable. — Le guiño un ojo, salgo de la
camioneta y me dirijo a las puertas del auditorio. Es el mismo colegio
al que han ido todos mis hijos, así que estoy familiarizado con la
distribución. Es fuera del horario escolar, así que el recinto está
bastante tranquilo.

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—Sra. Carson. — murmuro para recordar el nombre de la nueva
profesora de teatro. Probablemente sea una adorable ancianita que
pasa sus últimos años en un colegio pequeño antes de jubilarse.
Taylor dice que van a representar Seussical: el musical, así que
debería poder encontrar algunas ideas en Internet. Tiro de la puerta
del auditorio y me encuentro con los sonidos familiares de canciones
pop de mi nuera, Jess Muñoz. Es la cantante favorita de Taylor, y la
grabación de un vídeo musical la metió de lleno en la vida de Grady y
Taylor. Jess ha sido lo mejor que les ha pasado nunca.
Miro a mí alrededor, buscando a la profesora. Me acerco al
escenario para ver si hay alguien entre bastidores. Me encuentro con
la vista del más perfecto, redondeado trasero vestido de jeans azules
que he visto nunca.
Y se contonea.
Al ritmo de la música.
El resto de su cuerpo se levanta de la posición de flexión y se
gira.
Me mira con el pelo castaño largo y ondulado y una sonrisa que
ilumina toda la habitación.
Es ella. Emma, la del bar.
A la mierda mi vida.
Su boca se redondea en una expresión de sorpresa y saca un
teléfono del bolsillo para apagar la música. Entonces nos quedamos
mirándonos. Ella, de pie en el centro del escenario y yo, respirando
agitadamente, en el suelo del auditorio.
—Eres tú. — dice, con voz ronca. — ¿Por qué eres tú?
Hago todo lo que puedo para no escudriñar su cuerpo, pero
parece que con esta mujer no puedo controlar mis ojos. Así que me
fijo en la forma en que sus vaqueros se amoldan a sus curvilíneas
caderas y piernas. Un polo con la inscripción “Saddle Creek Middle
School” se extiende sobre sus amplios pechos. Se me llena la boca de
saliva. En este momento soy como el puto perro de Pavlov. Estoy listo
para tocar su campana y conseguir mi golosina.

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—Busco a la profesora de teatro, no a ti.
Baja las escaleras delanteras para que estemos al mismo nivel.
Apenas me llega al pecho. Con ella tan cerca, puedo ver que sus ojos
son de un marrón óxido claro, como la canela recién molida.
Pone los puños en las caderas y me mira fijamente. —Es una
pena, porque soy la profesora de teatro.
— ¿Eres tú? ¿Eres la Sra. Carson, la nueva profesora de teatro
de la que tanto he oído hablar?
Levanta los brazos como ‘¡tachán!’
—Aquí estoy, en carne y hueso. — Su cabeza se inclina mientras
me mira. — ¿Quién ha estado hablando de mí?
—Mi nieta. Taylor.
Y joder si eso no me hace sentir como un maldito viejo.

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Capítulo 5
EMMA

Es como si mi mente lo hubiera conjurado de la nada.


En un momento estaba en el escenario, bailando mientras
fantaseaba con el zorro plateado gruñón del bar, y al minuto siguiente
él estaba delante de mí. Ni siquiera era la primera vez que tenía
pensamientos obscenos sobre él desde nuestro primer encuentro. Me
avergüenza decir que ya ha sido el causante de un cambio de pilas en
mi juguete favorito.
Es inexplicable para mí, esta atracción que siento por él. Ni
siquiera es simpático.
Pero ahí está, con un aspecto tan para chuparse los dedos como
la otra noche. Sus enormes muslos están enfundados en sus vaqueros
desgastados. Lleva botas de trabajo, y no quiero ni empezar a entender
por qué me parecen sexys. Pero la pièce de resistance es que lleva las
mangas de la camisa remangadas hasta los codos, dejando al
descubierto unos antebrazos acordonados y salpicados de vello
castaño. Me hace preguntarme si su pecho es peludo.
Espera.
Sus palabras impregnan mi lujurioso cerebro. ¿Acaba de decir
nieta?
¿Este es el abuelo de Taylor?
— ¿Eres el abuelo de Taylor? — pregunto, repitiendo mis
pensamientos en voz alta.
Cruza sus fornidos brazos sobre su grueso pecho. —Lo soy.
Frunzo el ceño.
—Hemos quedado para hablar de la escenografía. — dice. —Solo
quería que supieras que lo tendré todo bajo control. Puedo buscar
ideas de diseño en Internet y conseguirte lo que necesites.

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Lo que necesite. El profundo rumor de su voz es como una
caricia en mi piel lasciva. Mis pezones se agitan en el sujetador.
Puede que el tono y el sonido de su voz sean excitantes, pero sus
palabras son francamente molestas. Suelto una carcajada apretada.
—Sr. Whitmore, ¿verdad?
—Sí. Whitmore. Bram. — Se encoge de hombros. —Taylor me
llama Pops.
—Esto no funciona así. Soy la directora, este es mi espectáculo
y me gusta hacer las cosas a mi manera. Eres bienvenido a ofrecer tu
tiempo y tus habilidades para ayudar con el set, pero ya los he
construido por mi cuenta antes. — Me relamo los labios. —Soy
bastante manitas con mis producciones.
Sus ojos se desorbitan y su mandíbula se tensa. —También
puedo trabajar a partir de diseños dibujados si sientes que necesitas
tener el control del diseño.
Sacudo la cabeza. —No, quiero decir que trabajaré contigo.
—Por supuesto que no. — dice.
Levanto las cejas. —Vaya. ¿Es usted una especie de sexista, Sr.
Whitmore? ¿Es ése el problema? ¿Le da miedo dejar que una mujer se
acerque a sus herramientas?
Resopla. —No, no soy un puto sexista. — Se pasa los dedos por
el pelo plateado. —Solo quería decir que no voy a traer todo mi equipo
aquí. Tengo un taller en casa. No tiene sentido que lo traiga aquí,
donde los niños podrían cortarse los dedos.
Mi útero se contrae inútilmente. Sí, su preocupación por los
niños es más que atractiva. Y objetivamente hablando mi cuerpo está
reconociendo que él sería una gran opción para construir una familia.
Pero no busco eso. Y no podría tenerla si lo estuviera. Sin mencionar
que este hombre me detesta por alguna misteriosa razón.
Así que la antropología y la biología pueden tomar un número.
Además, puede que me atraiga físicamente este gigante de
hombre, pero hasta ahora su personalidad es escasa para mi gusto.

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—Puedo ir a verte. No hay problema. — le digo, esbozando mi
mejor sonrisa.
Su mandíbula se tensa de nuevo y los músculos de sus
sensuales antebrazos se tensan. Asiente. —Me parece bien.
—Excelente. —Le tiendo la mano. — ¿Tu teléfono?
Frunce el ceño. — ¿Qué pasa con mi teléfono?
—Iba a poner mi número para que podamos comunicarnos, y tú
puedes enviarme indicaciones o la dirección. Podemos coordinar mejor
nuestros horarios.
Me pone el teléfono en la mano, y no puedo evitar fijarme en
cómo su enorme palma engulle la mía. Este hombre es grande, grueso,
sexo a raudales. Y exigirle que trabaje con él en vez de dejarle hacer el
set él solo es estúpido. Yo soy estúpida.
Me envío un mensaje desde su teléfono y guardo su información
de contacto. Pero ya es un hecho.

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Capítulo 6
EMMA

Después de la reunión improvisada de ayer con el atractivo


abuelo (no, ni siquiera puedo pensar en él en esos términos), la
reunión con el Sr. Whitmore, estuve tentado de encontrar a Luna y
criticarla por haber preparado claramente ese escenario. Obviamente
sabía de antemano que era el abuelo de Taylor.
Quería que la pusiera al corriente de cómo había ido, así que eso
es exactamente lo que va a conseguir. Me dirijo a la librería para el
club de lectura romántica, y mi autora favorita, Anita Dix, estará ahí
con su nuevo libro. Ella es la razón por la que me mudé aquí.
Vaya, eso me hace parecer una acosadora. Pero hace varios
meses, asistí a una firma de libros aquí para conocerla. Me enamoré
de Saddle Creek ese día y me fui a casa a Houston y comenzó a rodar
la pelota con una carta al distrito escolar al día siguiente. Unos meses
después de eso, había alquilado mi casita y me mudé aquí como
contratada a mitad de curso a la escuela secundaria.
Cuando entro, suena el timbre de la librería. Enseguida veo a
Luna y me sonríe.
La señalo y frunzo el ceño. —Estás en un problema.
— ¿Yo? — pregunta fingiendo inocencia.
—Sabías perfectamente lo que estabas haciendo. Te informo de
cómo ha ido; ¡eres lo peor!
Echa la cabeza hacia atrás y se ríe. —Dios mío, ojalá hubiera
estado ahí para ver las chispas.
Me burlo. —Da igual. No nos gustamos. Así fueron las cosas.
Entonces, como una maldita tonta, sugerí que trabajáramos juntos en
el plató. ¿Por qué? ¿Por qué haría eso, Luna?
—Por lo que vi en lo de Ace la otra noche, eso no era desagrado
entre ustedes dos.

Sotelo, gracias K. Cross


Pongo los ojos en blanco. —Da igual. Ese hombre me odia. Me
mira, gruñe y frunce el ceño. Oso de peluche, mi culo.
—Pero es muy guapo. — dice Luna.
Me muerdo una uña mientras caminamos hacia las sillas
dispuestas para el club de lectura. Aún faltan quince minutos para
que empiece. —Entonces, ¿cuál es su historia?
— ¿Bram?
Asiento. —Tengo curiosidad.
Me da un fantasma de una sonrisa. —Por supuesto. No hay nada
malo en sentir curiosidad. — Se gira en su silla plegable para mirarme.
—Se casó con su novia de la infancia justo después de graduarse en
el instituto. Unos meses después nació su primer hijo. Ese es Grady.
Es el padre de Taylor.
—Oh, el que está casado con Jess Muñoz, ¿verdad? Taylor habla
de ella todo el tiempo, y me parece tan mágico que haya terminado
con su héroe como madrastra.
—Jess es más mamá para Taylor de lo que lo ha sido nunca su
verdadera mamá. Así que sí, es condenadamente mágico. Esa niña es
increíble.
Sonrío. —Realmente lo es. Es una de mis favoritas. — susurro.
—Lo mismo. — Luna está de acuerdo. —Bueno, luego vinieron
Dane, Garrett y Daphne. Dane es el prometido de mi hermana.
—Dios mío, así que estás prácticamente emparentada con esa
familia.
Se ríe entre dientes. —Está bien.
— ¿Y la mamá?— Intento no preguntar, pero la pregunta sale de
mis labios de todos modos.
—Ya no está. Cáncer de ovarios, creo. Hace como quince años.
Los chicos eran bastante jóvenes. Bueno, los chicos eran adolescentes,
pero sí, se fue hace tiempo.

Sotelo, gracias K. Cross


La historia me estruja el corazón. Tal vez tenga que darle un
respiro. — ¿Nunca se volvió a casar? Debía ser muy joven cuando ella
murió.
—Que yo sepa, ni siquiera tuvo una cita. Él y Doc West son
solteros empedernidos. Bueno, Doc lo es. Bram es solo un viudo sexy.
— Luna suspira. —No me malinterpretes; las mujeres de este pueblo
lo han intentado. Él nunca le ha dado a ninguna de ellas una segunda
mirada. Es un buen, buen hombre. Te daría la camisa si la
necesitaras. El consumado buen samaritano.
Asiento. A todos menos a mí. —Bueno, no sé qué he hecho para
caerle mal, pero quizá construir el plató juntos suavice las cosas. —
Frunzo el ceño. —No me gusta caerle mal a la gente. Me enorgullezco
de poder llevarme bien con cualquiera.
—No creo que le caigas mal. Creo que se siente atraído por ti y
quizá no sabe qué hacer con eso. —levanta las manos en defensa
cuando abro la boca para hablar. —Es solo una especulación de
alguien que mira desde afuera. Solo digo que si te sientes atraída por
él, quizá deberías darle el beneficio de la duda ahora mismo. Nunca se
sabe lo que puede pasar. Quiero decir, mírame a mí y a Mason.
Sonrío. —Mason es un hombre afortunado.
—Siento no haberte advertido que Bram era el abuelo de Taylor.
Probablemente debería haberlo hecho, pero la situación parecía
demasiado deliciosa para evitarlo. Habrías encontrado la manera de
cancelarlo si lo hubieras sabido, ¿no?
—Es más que probable. — admito.
Alguien aplaude en la parte delantera del patio de butacas. —
Señoras, tomen asiento para que podamos empezar.
—Recuérdame su nombre. — le susurro a Luna.
—Es Esther, ella y su hermana, Astrid son las dueñas de esta
tienda.
—Claro. Sé que las conocí cuando vine a la firma de libros de
Anita hace un tiempo, pero no me acordaba.

Sotelo, gracias K. Cross


—Son súper dulces. Bueno, a veces es difícil hablar con Astrid
porque es ridículamente inteligente. Tiene un doctorado en astrofísica
o algo así.
—Wow.
—Sí, ambas están casados con celebridades también. Hemos
tenido una extraña migración de ellos a nuestra pequeña y acogedora
ciudad.
—Tú, incluida. ¿Tienen un club especial?
Luna se ríe. —No, pero quizá deberíamos empezar uno.
—Está claro que la buena gente de Saddle Creek aporta algo de
autenticidad y equilibrio muy necesarios a sus alocadas vidas.
—Supongo que sí. La verdad es que nunca lo había pensado así.
Este es realmente el mejor pueblo.
—Estoy tan feliz de haberme mudado aquí.
Al final de la reunión del club de lectura, Anita se ofrece a firmar
su último libro si alguien quiere uno. Prácticamente soy la primera de
la fila. Todavía me sorprende lo joven que es. Sus rizos rojos y salvajes
están por todas partes mientras se inclina hacia delante para firmar.
Cuando llega hasta mí, levanta la vista y sonríe. —Ya has estado
aquí antes. En otra de mis firmas. — me dice.
—Sí. De hecho, eres la razón por la que me mudé aquí. —
Entonces hago una mueca. —Mierda, te prometo que no soy una
acosadora.
Se ríe. —No me preocupa demasiado. Tengo un esposo grande y
malvado. Seguro que no le resultas demasiado amenazadora. — Me
tiende la mano. —Soy Cleary Miller. Soy un trasplante aquí a Saddle
Creek también.
—Emma Carson, profesora de teatro de secundaria y fan número
uno de Anita Dix.
— ¿Tienes planes después de esto?

Sotelo, gracias K. Cross


Sacudo la cabeza. —Excelentes. Quiero llevar a mi acosadora
para que conozca a Ian. — Me guiña un ojo y me devuelve el libro
firmado.
Voy a pagar y espero a Cleary para que salgamos juntas. Luna
ya se ha escabullido un poco antes, algo así como para ayudar a su
hermana, Shelby, con un asunto de planes de boda. Porque la
hermana de Luna se va a casar con uno de los hijos de Bram. Uno de
sus tres hijos adultos. Y también hay una hija adulta. Quiero decir, sé
que es mayor que yo, pero incluso con las canas acentuando su pelo
castaño, no parece lo suficientemente mayor para tener hijos adultos.
Y mucho menos para ser abuelo.
Resoplo. Tengo que dejar de obsesionarme con este hombre. El
musical me ayudará. Cuando empiece a ensayar, me centraré por
completo en mis chicos y en el musical. Que parezca sacado de mi
catálogo de hombres fantásticos no significa nada.
Cleary se acerca y es agradable ver que es bajita como yo. Bajita
y rellenita como yo, lo que es aún mejor. No sé por qué. En realidad
no me importa el aspecto de los amigos, pero al estar a su lado, me
hace sentir cómoda al instante. Estoy acostumbrada a fingir hasta que
lo consigo la mayoría de las veces.
—Me alegro mucho de que hayas venido hoy y te hayas
presentado. — dice Cleary.
—Iba en serio con lo de que me encantan tus libros, pero no
quiero ser espeluznante. — Caminamos codo con codo calle abajo
desde la librería.
Se ríe. —No eres espeluznante. Además, te diré que hace tiempo,
antes de que naciera Anita Dix, me infiltré en un retiro de escritoras
románticas y conocí a todas mis autoras favoritos en un mismo lugar.
Luego dos de ellas se casaron con mis hermanos. Completamente
surrealista. Ellas fueron las que me animaron a escribir mis propios
libros.
—Vaya, qué genial. ¿Te importa si pregunto quiénes son tus
cuñadas?
—Por supuesto que no. Paige Turner y Cassia Murphy.
— ¡Oh mi Dios, me gustan las dos!

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Verdad? Son increíbles y tan perfectas para mis hermanos.
Somos una familia de escritores románticos.

Al final estamos delante de una tienda de tatuajes. —The Needle


Bards. — Resoplo. —Qué ingenioso.
—Lo sé. Mi hombre y su hermano también tienen mucho talento.
— Abre la puerta.
—Está cerrado. — gruñe un hombre desde el fondo de la tienda.
Ella lo ignora y camina en esa dirección.
La sigo y nada puede prepararme para la visión que me recibe
una vez que entramos en el puesto de tatuajes. Ahí, recostado en la
silla que parece de barbero, está nada menos que Bram Whitmore. Sin
camisa.
Casi me doy contra la pared al contemplar la belleza masculina
que tengo delante. No es solo la extensión de sus anchos hombros
desnudos y su grueso torso. No, es la propia tinta. Me acerco.
Es un mapa. Un mapa único en su género que de alguna manera
une Saddle Creek, entintado sobre su corazón, con Grecia, más abajo
en su lado derecho. Es difícil apartar la mirada del mapa que hay entre
esos dos puntos. Es la interpretación más perfecta de ese mapamundi
de fantasía. Seguro que ha visto imágenes de él en Internet.
Narnia, la Tierra Media, Whoville, Hogwarts y cualquier otro
lugar ficticio que alguna vez hayas querido visitar. No me doy cuenta
de que estoy trazando las letras de la Atlántida hasta que un profundo
estruendo sale de su garganta.
Retiro la mano como si el mero contacto con su piel me quemara.
¿Dónde hay un sumidero gigante cuando lo necesitas? En serio, ¿qué
me pasa?
—Lo siento mucho. No pretendía tocarte sin permiso. Es que
nunca había visto nada igual. Tu tatuaje es... — trago saliva. Sexy. Tan
jodidamente sexy. —Precioso.
Mi mirada se desvía hacia la suya y descubro que sus ojos azules
se han oscurecido hasta convertirse en un zafiro profundo. Me aclaro
la garganta y me alejo de la silla.

Sotelo, gracias K. Cross


Cleary y su... (Vaya, no bromeaba cuando dijo que su esposo
tenia aspecto malo...) Es guapo, pero de una forma dura y peligrosa.
—Sugar baby. — dice, su voz es rica en whisky. —Preséntame a
tu nueva amiga. — Dice todo esto mientras le agarra el culo.
—Bien. Ian, esta no es solo mi mayor fan, sino también mi
acosadora. Se mudó aquí por mí. Te dije que era famosa. — Me guiña
un ojo. —Emma, mi esposo, Ian.
Me tiende una mano enorme y tatuada. —Encantado de
conocerte, Emma. Soy fan de cualquiera de los fans de mi esposa.
—Se parece totalmente a ese asesino sobre el que escribiste. ¿Lo
hiciste a propósito?— suelto.
Los dos se ríen. —Es una larga historia, pero algún día te la
contaré. — Entonces Cleary hace una mueca. — ¿Dónde están mis
modales? Bram, ella es Emma. Emma, Bram Whitmore.
—Nos conocemos. — se las arregla.
— ¿Qué estás añadiendo ahora?— Cleary pregunta. —Estoy de
acuerdo con Emma, la tinta de Bram es la mejor.
—Obviamente tienes mucho talento. — le digo a Ian.
—Panem, completo con todos los distritos. — dice Bram.
—Me encantan los Juegos del Hambre. — le digo. Cuanto más
tiempo me quedo mirando su espectacular tatuaje y la extensión
peluda de su vientre, más probable es que diga algo realmente tonto.
—Dios, ha sido un placer conocer a todo el mundo. Encantada
de ver tú trabajo, Ian. Cleary, me encantaría almorzar alguna vez si
tienes espacio en tu agenda. — Lanzo un pulgar por encima del
hombro. —Aunque debería irme. Tengo mucho trabajo. — Levanto el
libro de Anita. —Y un libro que devorar. Seguramente en un baño de
burbujas con una copa de vino.

Oh mi Dios, deja de hablar.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 7
BRAM

La veo desaparecer por la puerta que da a la entrada de la tienda,


con Cleary a remolque. Las mujeres intercambian palabras que no
puedo descifrar desde donde estamos, luego suena el timbre sobre la
puerta y Cleary vuelve al puesto de Ian. Es toda sonrisas mientras
mira su teléfono.
Aún me arde la piel de donde me tocó Emma. Se nota más que
el pinchazo de la pistola de tatuar que Ian está usando para terminar
este añadido.
—Entonces, ¿vas a explicar qué fue eso?— Ian pregunta.
— ¿Qué?
—No te hagas el tonto conmigo, cabrón, te conozco desde hace
demasiado tiempo para eso.
No era esa la maldita verdad. Ese era parte del problema de los
pueblos pequeños, todo el mundo estaba siempre metido en tus
asuntos.
—No es nada. Es la profesora de teatro de Taylor y estoy
ayudando a construir los decorados para el musical.
Ian se ríe. — ¿Cómo va eso?
Gruño cuando me golpea un punto especialmente sensible sobre
las costillas. —Técnicamente no hemos empezado. Vendrá a mi taller
mañana después de clase.
Ian me mira fijamente durante un minuto, sin molestarse
siquiera en ocultar su odiosa sonrisa. —Buena suerte con eso.
Frunzo el ceño. — ¿Qué significa eso?
—Sugar baby. — dice Ian, dirigiéndose a su esposa. — ¿Quieres
ayudarme con esto?

Sotelo, gracias K. Cross


Cleary levanta la vista de donde ha estado escribiendo
furiosamente en su teléfono. —Pongámoslo de esta manera. — dice. —
He estado atascado en un problema con mi manuscrito actual y ver
las chispas volar entre ustedes dos me dio la mejor idea para aumentar
la tensión sexual en mi libro. — Me mira arqueando las cejas.
—Oh, por el amor de Dios.
—En serio, Bram, la química que fluía entre ustedes dos era
estúpidamente caliente. Palpable. Combustible.
—Te lo dije. — murmura Ian.
No digo nada más mientras Ian termina el tatuaje y luego me
recuerda los procedimientos de cuidado posterior, como si no hubiera
estado en su silla al menos una vez al mes en los últimos años.
Mientras conduzco de regreso a casa, recuerdo toda la
experiencia con Emma. Ahora conoce mi gran secreto. No es que sea
algo que merezca la pena ocultar. Simplemente no difundo por la
ciudad que tengo el pecho cubierto de tinta. No se ve ni una pizca
cuando estoy vestido. Y desde luego no desfilo por la ciudad sin llevar
camisa.
Palpable, había dicho Cleary. Y combustible. Sería un maldito
mentiroso si dijera que no lo siento. Pero estoy seguro de que no puedo
actuar en consecuencia. No importa que Emma sea la primera mujer
a la que miro dos veces desde que murió mi Lisa.
He visto la forma en que Emma me mira. La forma en que sus
ojos color canela se oscurecieron al mirar mi pecho desnudo fue lo
más erótico que he presenciado en años. Así que estoy bastante seguro
de que la atracción es mutua. Lo que significa que podría hacerlo.
Podría romper mi voto de celibato y follarla.
Pero no soy ese tipo. Tendré que conformarme con follarme mi
puño, cosa que ya he estado haciendo a un ritmo alarmante desde que
conocí a la voluptuosa morena.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 8
BRAM

El dolor te cambia. Cuando enterramos a Lisa, enterré una gran


parte de mi corazón. Me quedó un órgano deforme, hueco en el pecho.
Durante más de quince años, ha permanecido latente. Esta cosa
triste e inútil, dejándome caminar por la Tierra como nada más que
una cáscara de hombre.
No me malinterpreten; no me retiré. Aparecí cada día por
nuestros hijos. Nuestros tres niños y una niña me mantuvieron
anclado cuando todo lo que quería hacer era arrastrarme a esa tumba
y morir con ella.
Todos nuestros planes, nuestros sueños, murieron con ella.
Yo me quedé atrás. El sobreviviente. Puse todo de mí para
convertirme en el padre que mis hijos necesitaban, el que se merecían.
Pero ahí radica el problema potencial. Solo era su padre. Esa se
convirtió en mi única identidad.
El hombre que había en mí murió.
El hombre con necesidades y deseos.
El hombre que se tragó tanta soledad que casi se ahoga con ella.
Pero como todo el mundo señala, no estoy muerto. Diablos, ni
siquiera tengo cincuenta años todavía.
No puedo negar el hecho de que quiero a Emma. Ella me excita.
Y aunque he estado luchando contra el impulso, no puedo evitar
compararla con Lisa.
Lisa fue mi primera y única para todo. El primer beso. Perdimos
la virginidad el uno con el otro. Me casé con ella sabiendo que nunca
miraría a otra mujer.

Sotelo, gracias K. Cross


Luego me dejó. Durante quince años pude mantener esa
promesa. Ni siquiera fue tan difícil. Todavía tenía impulsos, pero nada
que no pudiera manejar por mí mismo.
Emma Carson cambió eso.
Ahora hay una cara, un cuerpo específico, alimentando mi
necesidad.
La deseo.
Quiero extenderla sobre mi cama y pasar horas entre sus
muslos. Quiero inhalar su embriagador aroma de excitación,
imprimirla en mi piel para que sea lo único que pueda saborear u oler.
¿Pero con qué fin?
Puede que la desee, pero el sexo es todo lo que podría ofrecerle.
Y es demasiado joven y hermosa para conformarse con alguien como
yo cuando podría conseguir a un hombre de su edad.
Así que tengo que tragarme mi deseo. Que esta construcción sea
breve. Asegurarme de que haya una herramienta eléctrica entre
nosotros en todo momento.
He hecho todo el trabajo preliminar de buscar ideas para el
musical. Incluso conseguí una copia del guión de Taylor para poder
ver cuáles deberían ser las escenas y los escenarios. Lo más sensato
será hacer un decorado reversible sobre ruedas. Ya he comprado
algunos suministros para eso mismo.
Aunque no estoy del todo seguro de poder manejar herramientas
eléctricas con esta mujer, lo cual me enoja. Pero maldita sea si no es
la criatura que más me distrae.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 9
EMMA

Veinticuatro horas después, todavía no puedo creer que me


acercara a él y le pusiera las manos encima. Como si tuviera permiso
para acariciarlo.
Maldición, ¿esto me convierte en una abusadora?
Nunca en mi vida había sido tan atrevida con un hombre. Y
teníamos testigos. La vergüenza calienta mis mejillas por millonésima
vez desde que salí de la tienda de tatuajes.
Durante toda la escuela, todas las imágenes mentales de su
pecho, la tinta, el suave pelo castaño, todo ello, a la deriva por mi
cerebro.
Bram Whitmore es delicioso, y lo deseo. Ya está, lo he dicho.
Quiero que me incline sobre algo y me golpee por detrás, duro y rápido.
En serio, ¿qué me pasa?
La atracción física es solo eso, una mezcla de hormonas y
fisiología. Nada más. Necesito superar mi pequeña obsesión y
centrarme en cosas más importantes. Como mis chicos y su
producción. Eso es lo que importa.
Repito una forma de eso como si fuera mi nuevo mantra todo el
camino hasta la casa de Bram. ¿En qué estaba pensando, insistiendo
en ayudarlo? Debería aprobar los planes e irme. Puedo dejar ir esta
cosa. Todavía voy a hacer casi la totalidad de los trajes y, obviamente,
la dirección. Así que sí, debería dejarlo hacer lo suyo.
Es una fantasía estúpida y nada más.
Giro por el camino de grava y paso por delante del caprichoso
buzón con forma de granero. Veo la granja blanca de dos plantas en
una elevación de la propiedad, como un centinela que vigila todo lo
que la rodea. Es un poco tarde y el sol se está poniendo, así que es
difícil saber si las contraventanas son de color azul oscuro o negro.

Sotelo, gracias K. Cross


Pero el porche envolvente rodea la casa, en ambos niveles. Es
como debería ser una casa. No se parece en nada a aquella en la que
crecí. La que tiene ruedas debajo y moqueta que huele a cigarrillos y
cerveza rancia.
Dejo a un lado esos recuerdos cuando veo a Bram apoyado en la
pared de chapa ondulada de una dependencia. Parece tan
despreocupado y a gusto en su piel. Y obviamente debería estarlo,
porque esta es su casa.
Maldita sea.
—Limpia la mente de tus sucios pensamientos, Emma. — No
mires a tu alrededor y te fijes en lo bien que se ven sus enormes
muslos escondidos dentro de esos vaqueros desgastados.
Definitivamente no te fijes en que hoy no lleva una camisa abotonada
hasta los codos. No, hoy es aún peor porque lleva una camiseta negra
que le abraza el torso como una amante posesiva.
Ahora estoy celosa de una camisa. ¡Excelente!
Tal vez estoy teniendo una deficiencia de vitaminas. ¿Algo que
absorbía a través del smog de Houston? Tal vez todo este aire limpio
en Saddle Creek está jugando conmigo.
Estaciono el coche compacto y respiro despacio.
—Tú puedes, Emma. Sonríe y, por el amor de Dios, no vuelvas a
tocarlo.
Pego mi sonrisa y salgo.
— ¿La encontraste bien? — pregunta.
—Sí. Sin ningún problema. — Llevo mi bolsa de trabajo colgada
del hombro mientras camino hacia él. —He traído mi portátil y mi
tableta para que podamos buscar ideas de decorados.
Asiente. —También he reunido ya algunas ideas. Y he leído el
guión.
Mis pasos vacilan. — ¿Leíste el guión?
—Sí. Me pareció algo lógico para hacerme una idea de la historia
y los personajes.

Sotelo, gracias K. Cross


—Sí, supongo que tiene sentido. Como he dicho, estoy
acostumbrada a hacer yo sola la mayor parte del trabajo pesado de
mis producciones.
Me lleva a la dependencia, dándome un amplio margen mientras
lo hace.
Para mi sorpresa, el interior del edificio no es tan rústico como
esperaba. Sí, hay un montón de herramientas eléctricas y equipos
aquí. El suelo está cubierto de serrín. Pero a la derecha hay una zona
para sentarse que podría ser el salón de una casa normal. Y estoy
segura de que aquí hay aire acondicionado.
—Esto es muy bonito. — le digo.
Gruñe y se acerca a una mesa alta. —Esto es lo que se me ha
ocurrido. — Me tiende los papeles en vez de acercarlos hasta donde
estoy yo. —Si pudieras echar un vistazo a estas ideas y aprobarlas.
Así podré empezar y tú podrás seguir tu camino.
Le quito los papeles de la mano y miro las impresiones.
—Estaba pensando en un decorado principal con ruedas que
podamos girar para adaptarlo a las distintas escenas.
Me molesta que su idea sea buena. Este hombre merece que le
bajen los humos. Pero sus elecciones para los decorados son
acertadas. Coloridos y llenos de fantasía. Todo lo que debe ser un
decorado para un musical inspirado en el Dr. Seuss.
Me acerco a él, y se mueve para estar más detrás de la mesa.
—Mira, te dije que sentía haberte tocado ayer en el lugar de los
tatuajes. Fue inapropiado y grosero. Pero no tienes por qué tenerme
miedo. No voy a atacarte. Tengo autocontrol.
—No eres tú quien me preocupa. — murmura.
—Te agradezco que te ofrezcas a quitarme todo esto de encima,
pero la verdad es que prefiero participar. Estoy de acuerdo en que todo
tu equipo es grande y caro, así que llevarlo a la escuela no tendría
mucho sentido. Trabajar aquí me parece bien.
Sacude la cabeza. —En primer lugar, necesito que dejes de decir
cosas como ‘participar’ y de comentar ‘lo grande que es mi equipo’. —

Sotelo, gracias K. Cross


Aparta la vista de mí y mira al suelo un momento. —Y en segundo
lugar, no te quiero aquí.
Me burlo. —No puedes decirle a una persona qué frases puede o
no puede usar. ¿Qué tiene de malo ‘participar’?
—Emma. — gruñe.
Es la primera vez que pronuncia mi nombre y el estruendo de su
voz resuena en mi cuerpo.
—Intento ser paciente. Y amable porque eres la profesora favorita
de Taylor. Pero lo que necesito es que apruebes los diseños y luego te
vayas.
Jadeo. —Bueno, eso es de mala educación. — Cruzo los brazos
sobre el pecho. — ¿Por qué no me quieres aquí?
Sacude la cabeza. —No voy a hacer esto contigo.
— ¡Oh! ¿No vas a hacerlo? —Doy la vuelta a la mesa y me sitúo
más cerca de él. La furia corre por mis venas y estoy dispuesta a leerle
a este hombre las cartas. Sea lo que sea eso. —Desde el primer
momento en que pusiste tus ojos en mí has sido un imbécil enorme
conmigo. Ni siquiera me conoces. Sin embargo, es obvio que has hecho
todas estas evaluaciones sobre mis habilidades y mi valor como ser
humano y como profesora.
Le golpeo en el pecho. —Siento haberte molestado en el lugar de
tatuajes. Siento todo lo que hice para que me odiaras al instante.
Tendrás que perdonarme por haber luchado contra eso porque la
verdad es que no me gusta que caerle mal a la gente. Soy una persona
afable y la mayoría de la gente me encuentra agradable y, me atrevería
a decir, incluso divertida. Pero lo entiendo. No soy tu taza de té. Pero
por el bien de Taylor, ¿puedes fingir que no te disgusta mi presencia?
—Tan malditamente picante. — dice.
¿Cómo es posible que un hombre me moje las bragas solo con el
sonido de su voz?
—No me disgustas, querida. Te deseo.
Sus palabras parecen provocar una colisión frontal dentro de mi
cerebro. — ¿Qué?

Sotelo, gracias K. Cross


—Me siento atraído por ti, Emma. Desde el primer momento en
que te vi. — Sus ojos azules recorren mi cuerpo. —Cada gruesa
curva... es todo en lo que puedo pensar. Eso jodidamente me enoja.
¿Le molesta que yo le atraiga? —Bueno, tú también me atraes.
¿Eso no cuenta para nada?
Su mandíbula se tensa. —No. — dice simplemente, como si eso
lo resolviera.
—Entonces, ¿no tengo nada que decir sobre cómo va esto? Nos
atraemos mutuamente. Ambos somos solteros, adultos que
consienten. No veo cuál es el problema.
—Yo no hago eso.
— ¿Hacer qué?
—Conectar o cómo demonios lo llamen hoy en día. No tengo nada
que ofrecerte.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 10
BRAM

—Nada que ofrecerme. Vaya, alguien se tiene en muy alta estima.


— suelta.
— ¿Perdona?— Me la quedo mirando. Su blusa femenina con
volantes combinada con una falda hasta las pantorrillas. Tan
condenadamente linda.
—Tú. Asumiendo que una noche en tu cama y seré adicta. No te
lo propuse, Bram. Solo sugería que si dos adultos se sienten atraídos
el uno por el otro, podrían divertirse juntos. Desahogarse un poco. —
Pone los ojos en blanco. —Olvídalo.
Sacudo la cabeza. —No, no creo que lo haga.
Entonces estoy sobre ella. Apretándome contra sus suaves
curvas hasta que se apoya en el viejo escritorio de la pared. Jadea y
yo inclino su barbilla, luego tomo su boca. Basta un movimiento de mi
lengua para que se abra para mí. Sus brazos me rodean el cuello. Sus
tetas me oprimen el pecho y gruño en su boca.
Le acaricio el cuello, lamiendo la piel sensible bajo su oreja. —
No la tenía tan dura desde la primera vez que te vi en el lugar de Ace.
Aquella noche tuve que ocuparme. La primera vez que tuve que hacer
eso por pura lujuria, no simplemente para limpiar las tuberías.
Suspira. —Eso es tan sexy.
Recorro con la nariz el lateral de su garganta. —Hasta hueles
picante. — La lamo, mordisqueo su piel.
—También lo hice esa noche. Me toqué. Y todas las noches desde
entonces. Ya he tenido que cambiar las pilas de mi juguete favorito
una vez.
Esta mujer me va a matar. — Has tenido un coñito necesitado,
¿no?

Sotelo, gracias K. Cross


Jadea, pero asiente contra mí. —Tan necesitado. Tan vacío. —
jadea. —Te necesito, Bram. — Su cuerpo se frota contra mí.
—Sé lo que necesitas, Spicy. Voy a cuidar de ti. Te lo prometo.
— Aparto la cabeza de su deliciosa piel para echar un vistazo a la
dependencia. Luego la levanto y la llevo hasta el sofá. Está desgastado
y deshilachado, pero limpio. La tumbo y luego coloco mi cuerpo, mitad
sobre ella, mitad en el suelo. — ¿Así está bien?
—Sí. Solo tócame, por favor. — Sus palmas rozan mi camiseta.
—También quiero tocarte. ¿Puedo?
Me quito la camiseta y la tiro detrás de mí. —Puedes hacerme lo
que quieras, Spicy. Excepto tocar la tinta nueva. — Señalo el
envoltorio protector.
—De acuerdo. — Me pone las manos en el vientre, con cuidado
de no tocar el tatuaje. —Me encanta tu cuerpo. — dice.
—Afortunadamente. A mí también me encanta tu cuerpo. Nunca
había visto a una mujer y se me había puesto dura inmediatamente.
No acabo de entenderlo.
—Química. — dice como si eso lo explicara todo.
—Mi amigo Ian y su esposa dijeron que la tensión entre nosotros
era palpable.
Los labios de Emma se separan y aprovecho para besarla. Sabe
a whisky y a promesas. Aparto todos mis pensamientos innecesarios
y me concentro en la sensación de su lengua contra la mía. Le acaricio
una teta y me doy cuenta de que no le he quitado la ropa.
Por suerte, eso se puede remediar sin tener que moverme mucho.
Lleva una blusa abotonada con pequeñas flores. Empiezo por la parte
inferior de la camisa y la desabrocho lentamente, botón a botón. Su
sujetador beige es utilitario, no está hecho para la estética. Aun así,
está increíblemente sexy.
—Si hubiera pensado que había alguna posibilidad de que esto
pasara, me habría puesto algo más bonito.
—Estás perfecta. Siéntate un momento, querida, y deja que te
quite esto. Quiero ver tus bonitas tetas.

Sotelo, gracias K. Cross


Se apoya en los codos y yo la alcanzo por detrás, abriendo los
corchetes. Ha pasado tiempo, pero supongo que hay cosas que nunca
cambian. Le quito los tirantes de los hombros y luego se lo quito del
todo.
Cuando se echa hacia atrás, la veo desnuda ante mí. Sus pechos
son grandes, definitivamente más que un puñado, incluso para mis
manos. Grandes areolas de un tono más oscuro que su piel con
pezones apretados y fruncidos.
—Son tan bonitos. — Los acaricio y ella se arquea hacia mí,
frotando sus pezones contra mis palmas.
Abre más los muslos para que mi cuerpo caiga de forma natural
sobre sus caderas. Estoy duro como el granito, y se lo demuestro
sacudiéndome contra ella. Joder, espero no ponerme en ridículo.
Gime cuando me balanceo contra ella. Me lleva las manos a la
espalda y me rasca la piel con las uñas.
—Quiero lamerte, saborearte hasta que te corras en mi lengua.
— le digo.
—De acuerdo. — asiente.
La beso una vez más, apretando su coño mientras lo hago. Sus
afiladas uñas se clavan en mi espalda.
Le doy un beso casto en los labios y bajo por su cuerpo. Le lamo
y chupo los pechos, pasando la lengua por las puntas turgentes. Dios,
he echado de menos la suavidad del cuerpo de una mujer, y Emma es
perfecta. El aroma almizclado de su excitación atrae mi atención y
abandono sus pechos.
Le subo la falda con facilidad y me encuentro con unas bragas
blancas de algodón con una visible mancha de humedad en la parte
delantera.
—Estás empapada, querida, tan necesitada. Eso es jodidamente
sexy. — Me pongo de rodillas en el suelo. Le arranco las bragas del
cuerpo y se las bajo por los muslos. Se abre para mí, mostrando un
triángulo de vello oscuro en su montículo. Tiene el coño al aire y está
chorreando.

Sotelo, gracias K. Cross


Se me hace agua la boca y no pienso en otra cosa que en
comérmela. Paso la lengua de la raja al clítoris y gimo cuando su
néctar dulce y picante me cubre la boca.
Sus dedos se enredan en mi pelo, tirando de él mientras se
balancea hacia mi cara.
—Bram. Oh, vaya. Dios mío.
Estoy bastante seguro de que puedo hacerlo mejor que eso. Tal
vez conseguir que grite mi nombre. Hundo mi lengua dentro de ella y
mi polla estalla como un maldito cohete. Gimo mientras me corro en
los pantalones.
Ni siquiera puedo enojarme por eso, porque darle placer a esta
mujer es lo más importante del mundo ahora mismo.
Deslizo una palma por su cuerpo y agarro una de sus tetas,
apretándola ligeramente.
Gime y levanta una pierna, apoyando el pie en mi hombro. Se
abre aún más para mí y la devoro. La lamo, le meto la lengua y
succiono su clítoris en mi boca. Casi levita del sofá cuando hago esto
último.
Deslizo dos dedos en su canal resbaladizo, manteniéndolos
rectos y metiéndolos y sacándolos varias veces. Luego los curvo hacia
arriba, buscando la zona áspera de su pared frontal.
Presiono contra ella y hago el movimiento de acercamiento con
los dedos.
—Bram. Joder. — grita. Sostiene mi cabeza cerca de su raja y se
rompe.
La lamo a cada pulsación de su clímax, limpiándola y
disfrutando de su sabor y su tacto. Le doy un beso en el monte y subo
por su cuerpo. Estoy a punto de coger algo para limpiarme la cara
cuando me agarra y me tira hacia abajo para besarme.
Supongo que no le importa probarse conmigo. Es caliente como
la mierda. Abre los muslos y me deja caer entre sus piernas.
—Llevas demasiada ropa. — dice contra mis labios.

Sotelo, gracias K. Cross


—Puedo remediarlo. — Me levanto y me desabrocho los
vaqueros, bajando la cremallera. Es entonces cuando me doy cuenta
de que, aunque me he corrido comiéndomela, mi polla ya está dura de
nuevo. No está nada mal el tiempo refractario para un viejo.
Me bajo los jeans, luego me los quito, dejándome en nada por
mis ajustados calzoncillos.
Se ríe. —Dios mío. — entrecierra los ojos. — ¿Son Yodas bebé?
— ¿Te estás burlando de mis calzoncillos?
—Algo así. No esperaba que un tipo grande y duro llevara
calzoncillos de dibujos animados.
—No son calzoncillos, Spicy. Boxers. — Entonces me doy cuenta.
Me estremezco. — ¿Tengo que ponerme un condón, porque si tengo
alguno en casa, será más viejo que la mugre?
Niega. —No.
—Estoy limpio, Emma. — La miro a los ojos. —No he besado a
otra mujer desde que murió mi esposa.
Traga saliva visiblemente. —Estoy limpia. Por favor, Bram.
Lléname. Estoy tan vacía.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 11
EMMA

Verlo ahí de pie con esos malditos calzoncillos de Star Wars hace
que me salten las lágrimas y no puedo ni empezar a entenderlo. Esto
es más que un rollo de una noche, aunque él lo haya llamado así. No
puede ofrecerme nada más. Y no me atrevería a pedírselo. Los
hombres no quieren a una mujer rota como yo a largo plazo.
Hay una marcada mancha húmeda en sus calzoncillos. Se los
baja, liberando su enorme polla. Quiero decir que tiene sentido que
sea grande. Proporcionado y todo eso. Pero joder, qué polla más
grande.
Me paso los dedos por el centro húmedo.
—Parece que estabas goteando. — le digo. —Es bueno que estés
ansioso. — ¿Qué estoy diciendo? No hables, Emma. Nunca hables
durante los momentos sexys. Debería ser una regla.
—Me corrí como un adolescente mientras comía tu deliciosa raja.
— ¿En serio?— Respiro. —Eso es muy sexy.
—Me alegro de que pienses eso. Yo mismo me alegro de estar
duro otra vez. — Se acerca, arrastrando su enorme cuerpo sobre el
mío. —Te vas a sentir tan bien, Spicy. Como un maldito sueño.
Spicy. Me ha estado llamando así esta noche. Y no lo odio, ni
siquiera un poco.
Se clava en mi entrada y empuja lentamente dentro de mí.
Levanto las piernas a ambos lados de sus caderas, abriéndome a él.
Subo y bajo los dedos por su espalda, disfrutando de su peso, que me
aprieta contra el sofá. Me encanta su pecho ligeramente peludo
rozando mis pezones sensibles.
—Joder. — gime mientras avanza unos centímetros. Finalmente,
toca fondo. —Tan húmedo y apretado, querida. Te sientes como el
cielo. Por favor, dime que puedo moverme.

Sotelo, gracias K. Cross


—Sí, muévete. También te sientes muy bien. Estoy tan llena.
Eres tan grueso y grande.
Se echa hacia atrás y luego se lanza hacia delante.
El deslizamiento, la presión, todo en sus movimientos es irreal.
Mi cuerpo ya se está tensando como si estuviera preparándose para
otro clímax. No tengo mucha experiencia, pero nunca he sido una
chica multiorgásmica.
Acelera, sus empujones, uniformes y duros.
— ¡Bram! Joder, tan bueno. Más fuerte, por favor.
—Más fuerte. Joder, Spicy, me vas a matar. — Sonríe y el efecto
es devastador.
Cree que voy a matarlo, pero va a destruirme. Mi pequeño
corazón desesperado y solitario ya está abierto esperando envolverlo.
Aprieto los ojos para que no me salten las lágrimas. No puedo llorar
algo que nunca tuve.
Su ángulo cambia ligeramente y entonces su polla embiste
contra mi punto G. Y mi mente se queda en blanco.
—Así, sin más. Me encanta tu polla. — digo.
¿Quién soy? Nunca hablo así. Algo en este hombre saca mi lado
más crudo y carnal. Su boca es sucia, una delicia inesperada. Un papi
sucio, eso es lo que es. La quintaesencia de D.I.L.F.

Un papi al que me gustaría follar.


Y yo también. O mejor dicho, él me follaba a mí. Follándome
como una estúpida.
Balbuceaba palabras incoherentes de placer mientras mi cuerpo
subía y se tensaba.
—Creo que me voy a correr otra vez. — le digo.
—Claro que sí. Quiero sentir este coño perfecto y apretado
apretando mi polla tan fuerte. Vente sobre mí, Spicy.
Mi orgasmo se abate sobre mí, arrastrándome hasta que siento
que voy a ahogarme de placer. Ola tras ola de éxtasis recorre mis
miembros hasta que me derrumbo en el sofá, completamente agotada.

Sotelo, gracias K. Cross


—Maldita sea, eso estuvo bueno. Estás tan perfectamente
apretada. — Luego se retira de mí. —Aún no he terminado contigo,
querida. Levántate. — Me golpea el muslo.
Me levanto y lo sigo hasta el lado del sofá. —Inclínate, así.
Me pone una mano en la espalda y me empuja para que apoye
el culo en el brazo del sofá.
—Sí, así. — Me agarra una nalga, me la aprieta y me da un
golpecito juguetón. —Estás muy sexy en esta postura. — Me pasa el
pulgar por los pliegues empapados. Luego me golpea el clítoris con la
polla.
Gimo por el impacto.
Voy a tener mucho que deshacer después de esta noche, pero ya
me ocuparé de todo eso y del inminente desengaño amoroso. Ahora
mismo, este hombre me ha elegido a mí para romper su racha de más
de quince años de celibato. Me estremezco solo de pensarlo.
Me eligió a mí.
Probablemente no lo haría si supiera la verdad sobre mí. Sobre
lo rota que estoy como mujer.
Entonces me está metiendo esa cabeza en forma de hongo. Se
desliza hasta el fondo, y en esta posición está tan profundo, que juro
que está tocando mi cuello uterino. Excepto que ya no tengo uno de
esos.
Aparto esos pensamientos y me concentro en cómo me agarra de
las caderas mientras me penetra.
—Emma. Joder. No voy a durar mucho así. Es demasiado bueno
y estoy demasiado adentro.
—No te contengas. Solo vente dentro de mí. Lléname, Bram.
Esa frase desata algo salvaje dentro de él y aprieta mis dos
caderas y golpea mi coño.
—Voy a pintar el interior de esta raja. Me voy a correr tan fuerte.
—Sí. Hazlo.
—Vente conmigo.

Sotelo, gracias K. Cross


—No puedo. — sollozo, el placer es tan intenso.
—Sí, puedes, y lo harás. Desliza la mano entre los muslos y
presta atención a ese clítoris tan necesitado. Volverás a correrte con
esta polla, ¿me oyes?
Asiento, incapaz de hablar. Me paso los dedos por el clítoris y
luego sigo el ritmo circular que mejor me va.
— ¿Estás preparada? Porque estoy a punto de explotar y te
necesito ahí conmigo. Vente conmigo, Emma. — Suelta un gemido
gutural y siento el primer pulso de su liberación golpear mis paredes
vaginales.
Es suficiente para llevarme al límite, así que me corro con él.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 12
EMMA

Saca un trapo húmedo de algún lugar, me limpia y me ofrece su


camiseta desechada para que me la ponga. Mientras tanto, vuelve a
ponerse los calzoncillos. Los pequeños alienígenas verdes me hacen
reír.
— ¿Te estás burlando de mí otra vez? — me pregunta.
—Nunca lo haría.
Sus ojos se calientan al ver mi figura envuelta en su camisa.
Quiero llevarme el suave algodón a la nariz e inhalar profundamente,
memorizando su aroma. En lugar de eso, me siento en la alfombra
frente al sofá, cruzando las piernas para que no se me vea el trasero
desnudo.
— ¿Quieres una cerveza? — me pregunta.
—Sí. Me encantaría.
Cruza la habitación hasta la mininevera y saca dos cuellos
largos. Le cuelgan de los dedos mientras viene a mi encuentro. Se
tumba en el suelo a mi lado y nos apoyamos en el sofá.
Un giro en cada una y abre las botellas. Les damos un golpecito.
Doy un largo trago, disfrutando del refrescante líquido frío.
Apoya la cabeza en el borde del sofá. —Eso ha sido...
Le fallan las palabras, así que añado: —Increíble.
—Sí.
Bebemos en silencio durante un rato y no resulta incómodo, lo
que me sorprende. Sigo esperando que me pida que me vaya. Que me
diga que ha saciado su sed y que ya ha terminado. Pero no es eso lo
que ocurre.
—Háblame de Emma Carson. — refunfuña su voz profunda.

Sotelo, gracias K. Cross


—No hay mucho que contar. Crecí sobre todo con mi abuela. Ella
falleció hace unos seis meses.
—Entonces te mudaste aquí.
Asiento. —Entonces me mudé aquí. Odiaba Houston. Aunque
era el único lugar que había conocido como mi hogar, lo odiaba todo.
—Houston es un pantano. — dice.
Me río. —Sí. El drenaje en esa ciudad es un gran problema. Tenía
sus ventajas, pero no era para mí.
— ¿Saddle Creek es para ti?
Me lo pienso un momento antes de contestar, insegura de si
estoy preparada para echarle encima todo mi drama familiar. —
¿Seguro que quieres saber mi triste historia?
—Definitivamente quiero saberlo.
Tomo aire antes de empezar a hablar. —Antes de que mi madre
huyera y me dejara con su madre, las cosas habían ido mal. Vivíamos
en una casa de una sola planta en un terreno que estaba demasiado
cerca de uno de los bayous, así que las inundaciones eran siempre
una amenaza. Mi madre tenía un problema importante con las drogas,
así que tuve que aprender a ser ingeniosa si quería, ya sabes, comer o
lo que fuera. Aprendí a limpiar mi propia ropa en el pequeño lavabo
del baño.
—Vivía en la biblioteca pública cuando no iba a la escuela porque
estaba climatizada y llena de libros. Bastante mágico para una pobre
chica de un parque de caravanas.
—Tenemos una gran biblioteca aquí en Saddle Creek. — dice.
—Lo sé. Fue una de las primeras cosas que comprobé antes de
tomar la decisión de mudarme aquí.
Asiente. —Continúa.
—Bien. Así que, mamá, problema de drogas, muchos novios
entrando y saliendo.
Se tensa a mi lado. —Ninguno de ellos te tocó, ¿verdad?— Su voz
es grave y mortal.

Sotelo, gracias K. Cross


Sacudo la cabeza. —No. Por suerte, eso nunca ocurrió.
—Bien.
—De todos modos, más o menos cuando cumplí diez años, mi
madre me llevó a casa de mi abuela y dijo que volvería a buscarme,
pero nunca volvió.
—Lo siento, querida.
—No pasa nada. Como una espada fuerte, fui forjada en el fuego.
Soy una sobreviviente, como dicen.
— ¿La casa de la abuela no estaba mejor? — pregunta.
—La casa estaba bien. Quiero decir que todavía tenía ruedas
debajo, pero era de doble ancho y la abuela la mantenía limpia. Pero
no era el tipo de abuela dulce. La que hace galletas y te arropa con un
montón de peluches. Era más como Lady Catherine de Bourgh de
Orgullo y prejuicio.
Hace una mueca de dolor. —La tía de Darcy, ¿verdad?
Si tuviera ovarios, estarían apretándose ahora mismo porque,
¡este hombre!
—Sí, esa misma. Su voz era tan aguda. Decía Emily en ese tono
y me hacía odiar mi nombre. Por eso empecé a llamarme Emma
cuando me mudé.
—Emma te queda bien.
—No me malinterpretes. Ella cuidó de mí. Me alimentaba, me
vestía y estaba segura. Pero no me mimaba.
—Suena más como si no te hubieran querido.
Sus palabras son como una manta fría y húmeda sobre mis
hombros.

Ningún hombre te querrá ahora que eres defectuosa.


Eso es lo que me dijo mi abuela después de mi histerectomía
completa, una semana después de mi decimoctavo cumpleaños.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 13
BRAM

Lo único que quiero es estrecharla entre mis brazos y asegurarle


que todo irá bien. Que es una mujer increíble a pesar de su educación.
Es tan vivaz y está tan llena de vida; es la llama que atrae al resto de
las polillas.
Pero solo puedo ofrecerle promesas vacías, así que no digo nada,
me acerco a ella y le aprieto el muslo desnudo. Mi camiseta le queda
jodidamente increíble.
Me enoja que su madre la haya abandonado. Me enfurece aún
más que su abuela no fuera amable y gentil. Cómo Emma salió de eso
con el faro que es su sonrisa está más allá de mí.
Forjada en el fuego, dijo. Una sobreviviente.
Definitivamente tenemos eso en común.
A Lisa le habría gustado. Habría dicho que tenía coraje y agallas,
dos ingredientes necesarios para tratar con un hombre Whitmore.
Conociendo a las mujeres que se ganaron el corazón de mis hijos,
puedo decir honestamente que mi esposa no se habría equivocado.
Se me hace raro pensar en Lisa mientras estoy sentado junto a
Emma, como si estuviera siendo desleal.
El problema es que no estoy del todo seguro de con quién estoy
siendo desleal. ¿A Emma? ¿A Lisa? ¿Al hombre que creí ser?
Tal vez a todos nosotros.
Antes de adentrarme demasiado en esa madriguera, me obligo a
mirar de nuevo a Emma.
Se sirve la cerveza y deja la botella a un lado. —A veces la vida
apesta. Pero otras veces te encuentras con un hombre gigante que
lleva calzoncillos de dibujos animados de Star Wars, y no puedes evitar
sonreír.

Sotelo, gracias K. Cross


—Tengo el juego completo. — le digo. —R2D2, C3PO, Vader. Por
no hablar de los patos de goma, las piñas y otras cosas raras. Empezó
como una broma de mis hijos una Navidad y luego se convirtió en algo,
y ahora los compro yo. Es divertido saber que oculto algo a la gente
que me rodea.
—Como tu tatuaje.
Asiento. —No lo escondo exactamente. Simplemente no lo
anuncio.
—Salvo que has tenido cuidado de que la tinta no traspase las
líneas donde iría una camiseta. — Se acerca y traza la línea superior
del mapa. —Pero es realmente espectacular.
—Todo Ian. Simplemente tuve la idea. — Su dedo roza el
contorno de Saddle Creek.
—Justo sobre tu corazón. — dice.
—Es mi hogar.
Sus uñas rozan mi pecho y la necesidad llena rápidamente mi
polla. Me ha vuelto insaciable.
—Spicy. — le digo. —Te necesito otra vez. — Tiro de ella y la subo
a mi regazo. Me agarro la polla y la libero de los calzoncillos, pero sin
sacármelos del todo. —Frótate en mí, querida; mójate toda.
Mueve su dulce coño contra mí, deslizando su clítoris sobre mi
polla.
—Ya estás mojada.
—Eres tan sexy que es difícil no estarlo.
—Deslízate por mi polla. Quiero que me cabalgues.
Se pone de rodillas y mete la mano entre los muslos. Después de
alinearme, baja.
Veo cómo su coño se traga mi polla. Gimo al notar su
deslizamiento y su cálida opresión.
—Tan caliente y apretado. Estás goteando sobre mis pelotas.
—Tienes una boca sucia. — dice con una sonrisita traviesa.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Te gusta mi boca sucia?
—De verdad, de verdad que me gusta.
La atraigo hacia mí y la beso. Nuestras lenguas se baten en duelo
mientras ella balancea su cuerpo sobre mí. La agarro por las caderas
y me abalanzo sobre ella. Se levanta de rodillas y yo vuelvo a tirar de
ella. Trabajamos a la vez, con los ojos fijos el uno en el otro.
—Sí. — gime. —Me siento bien. Te sientes muy bien.
—Qué bien. — repito. Introduzco la mano entre nuestros cuerpos
y presiono con el pulgar su clítoris para que, con cada movimiento,
obtenga la fricción que tanto necesita.
—Bram.
—Eso es, Spicy. Quiero que te corras sobre mi polla. Apriétame
con ese coñito apretado que tienes.
—Ya casi estoy. Tan cerca. — Sus ojos se abren de par en par y
estalla a mí alrededor. Las contracciones pulsan y aprietan mi polla,
dejándome seco de mi propio clímax.
Se desploma contra mi pecho, con la nariz hundida en mi
garganta.
No hay nada malo en este momento. De hecho, está demasiado
bien.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 14
BRAM

Me despierto en mi taller. Tardo un minuto en orientarme. Luego


miro a mi alrededor, buscando alguna señal de Emma, pero no veo
nada. Su bolso no está en el escritorio.
Me visto rápidamente, me pongo los vaqueros y salgo. Su coche
no está.
Resoplo. La decepción me sube a la garganta como la bilis, pero
me la trago. Este era el acuerdo. Ella no se proponía más que
desahogarse. Así que eso es lo que hicimos.
Medio esperaba despertarme sintiéndome de regreso a la
normalidad. Ya no obsesionado con una mujer apenas mayor que mi
hijo mayor. Cojo el resto de la ropa y los zapatos y me dirijo a casa
para darme una ducha. Quince minutos después, me he quitado el
olor de Emma de encima y me he vestido con mis calzoncillos de patito
de goma y unos vaqueros nuevos.
Me pongo delante del espejo y me miro el mapa del pecho.
Originalmente iba a ser un tatuaje en recuerdo de mi Lisa. Una forma
de honrarla. Dios, le encantaba leer. Solía tumbarse en la cama a mi
lado y leerme en voz alta. Ella me enganchó a todas esas series de
fantasía.
La verdad es, sin embargo, que me hice el primer tatuaje por
culpa. Érase una vez que tenía grandes sueños de viajar por todo el
mundo. No porque estuviera cansado de Saddle Creek. No, sabía que
este pedacito de la región montañosa siempre sería mi hogar. Quería
viajar a Grecia, Roma y Austria. A cualquier lugar. Algún lugar con
diferentes culturas, diferentes comidas y lenguas.
Pero entonces Lisa se quedó embarazada de Grady y en lugar de
viajar después de la graduación de la escuela secundaria, me convertí
en un esposo. Y poco después, padre.

Sotelo, gracias K. Cross


No me arrepiento de nada. Lisa y yo fuimos felices. Nuestros
hijos son increíbles.
—Vaya, papá, ¿te peleaste con un gato salvaje?— Grady
pregunta desde detrás de mí.
Me encuentro con su mirada en el reflejo del espejo y lo veo
claramente cuando cae en la cuenta de la verdad obvia.
— ¡Oh, mierda! Has tenido sexo. Del tipo bueno que rasca la
espalda.
Espero a que la decepción, el juicio, caiga como el peso de un
yunque. Pero no llega. En lugar de eso, mi hijo mayor me gira hacia él
y me da un abrazo de oso.
—Ya era jodidamente hora. — Me da unas palmaditas en la
espalda y, cuando hago una mueca de dolor, se ríe. — ¿Quieres
hablarme de ella? — Se aparta.
— ¿No estás enojado?
— ¿Enojado? ¿Por qué iba a estar enojado?
—Por tu madre.
Por un segundo, Grady se me queda mirando. Con la cara en
blanco. Como si no pudiera entender mis palabras. Luego, lentamente,
sacude la cabeza, triste y pensativo.
—Se ha ido hace ya más de una docena de años. Papá, si te has
estado aguantando las ganas de salir por nosotros, déjalo. Nunca
esperamos que te quedaras solo. Mamá tampoco lo habría esperado.
Ella habría querido que te enamoraras de nuevo.
Sacudo la cabeza, ignorando cómo me escuecen los ojos. —Me
esforcé tanto por amarla bien. Amarla lo suficiente. No lo sé. Sabía que
siempre me casaría con ella, que era la elegida, pero quería que las
cosas fueran de otra manera.
—Por cuando quedó embarazada de mí.
Miro a mi hijo mayor dándome cuenta de cómo le debe haber
sonado lo que he dicho. —Grady, no cambiaría nada. Sucedió como
tenía que suceder.

Sotelo, gracias K. Cross


Traga grueso. —Ya lo sé. Mamá también lo sabía.
— ¿Lo sabía?— Hago la pregunta automáticamente, pero
inmediatamente me arrepiento.
Porque no hablo así con mis hijos. No comparto este tipo de
cosas con nadie, y mucho menos con ellos. Mi trabajo es
tranquilizarlos. No al revés.
Pero Grady parece saber exactamente lo que quiero decir,
aunque no sea un tema que haya abordado antes.
—Claro que a veces te molestaba. A mí. A ella. Tendrías que ser
un maldito santo para no haberte sentido así. Todos los padres están
resentidos con sus hijos en algún momento.
Suelto una carcajada aguada. —No creo que ella lo hiciera.
—Mentira. Mamá no era una santa. Quería ir a la universidad,
¿recuerdas? Solía hablar de eso. ¿Cómo habría conseguido su
certificado de enseñanza?
—Sí, lo recuerdo.
—Si ella mencionó eso cuando yo tenía edad para recordar, no
hay forma de que no viniera con resentimiento hacia mí y el resto de
nosotros los niños. ¿Crees que no me he resentido con Taylor de vez
en cuando? Porque lo he hecho.
—Tantas malditas veces. Esa niña es mi vida ahora. Bueno, ella
y Jess. Resentirla no significa que no sea el camino que habría elegido
una y otra vez. La vida se trata de tomar decisiones. Tú elegiste la vida
que llevas. Cuando mamá murió, elegiste dedicarte a criarnos.
Estabas en cada partido, en cada actuación, en cada reunión de
padres y profesores. Fuiste tanto mamá como papá para nosotros.
—Criarnos como lo hiciste fue un testimonio de lo mucho que
amabas a mamá. Ella lo sabía. Todos lo sabíamos.
Asiento. — ¿Recuerdas cómo solía hablar de un susurro al alma?
Grady sonríe con cariño. —Sí. Era su término para las almas
gemelas, ¿verdad?
—Supongo. Pero ella siempre lo decía de un corazón que
encuentra su otra mitad. Solo dos mitades hacen un todo. Es una

Sotelo, gracias K. Cross


ecuación matemática. No sé cómo reconciliar nada de esto con lo que
siento por Emma.
— ¿Entonces algo más que sexo sucio y rascador de espalda? —
pregunta, y luego se estremece. —Voy a necesitar blanquearme el
cerebro después de esta conversación.
—Sí. Mucho más.
—De acuerdo, entonces, olvídate de las matemáticas. La teoría
de mamá no es un hecho científico. No es algo que los físicos estén
discutiendo. ¿Quién no dice que cuando murió, se llevó la mitad de tu
corazón, dejándote con un gran agujero en el culo?
—Supongo que podrías tener razón. — admito. —Lo único que
sé con certeza es que en el momento en que puse los ojos en esa mujer,
algo dentro de mí cambió. Pensé que tal vez eran los quince años de
celibato. — Sacudo la cabeza. —Ahora, no estoy tan seguro. Es una
luz brillante que se atreve a brillar más que nadie en la habitación.
Desafiando a todos a mirarla. Es magnética, embriagadora. — Miro a
Grady. —Sueno como un idiota, ¿no?
—En absoluto. La primera vez que vi a Jess sentí como si las
placas tectónicas se hubieran movido, que la Tierra se reorientaba
hacia una nueva configuración. Ni siquiera sabía su nombre en ese
momento. A veces sucede así.
—Con tu madre, nos conocíamos desde niños. Creció ante mis
ojos y todo mi afecto infantil por ella se convirtió en lujuria
adolescente. Luego nos casamos y formamos una familia, y el amor de
adultos nos llenó. Es la única forma que conozco de enamorarme.
No digo nada más sobre el tema, en parte porque no voy a hablar
de mi vida sexual con mi hijo y en parte porque no sé cómo expresarlo
con palabras.
El sexo con Lisa era bueno, no digo que no lo fuera. Pero la
intimidad se construyó lentamente con el tiempo. Me llevó años
conocer su cuerpo. Y siempre estaba coloreado por nuestra amistad y
la pureza de nuestro amor joven. Era dulce y reverente.
Esto con Emma es completamente diferente. Carnal y
desesperado. Primitivo de una manera que no sabía que tenía la
capacidad de sentir. Insaciable.

Sotelo, gracias K. Cross


Menos mal que Grady parece apoyar la idea de que tenga una
relación con Emma, porque no sé si podría parar ahora aunque él y el
resto de los chicos no lo aprobaran.
Aun así, les debo a ellos y a ella asegurarme de que todos están
de acuerdo con la idea.
—Llama a tus hermanos. Necesitamos una reunión familiar.
Terminaré de vestirme.
Media hora más tarde, mis hijos están reunidos alrededor de la
vieja mesa del desayunador, viéndome recorrer la cocina.
—Uhh, Papi, ¿está todo bien?— pregunta Daphne.
Apoyo las manos en las caderas y los miro a todos a la cara. —
¿Qué les parecería si empezara a salir con alguien?
—Ya era hora. — murmura Dane.
—Sería genial. Te lo mereces. — dice Daphne.
—Absolutamente, papá. — dice Garrett. —Nadie se merece la
felicidad más que tú.
Los miro con asombro. No sé exactamente cómo pensaba que
sería este momento. Sobre todo porque nunca pensé que llegaría este
momento. No esperaba enamorarme de otra mujer.
Abro la boca para decir algo, pero no sale nada.
— ¿Conociste a alguien?— pregunta Dane.
Me froto la nuca.
—Es una forma de decirlo. — murmura Grady en voz baja.
Pongo los ojos en blanco, no estoy seguro de cómo me sienta que
mis hijos adultos me echen mierda sobre mi vida sexual. Porque puede
que tenga una. Una vida sexual, claro. Una relación. Me atrevo a decir,
una segunda oportunidad.
— ¿Qué significa eso?— Garrett pregunta.
—Deberías ver las marcas de garras en su espalda.
—Consíguelo, papá. — dice Dane.

Sotelo, gracias K. Cross


—Eww, por favor, no. — suplica Daphne. —Quiero que seas feliz,
papi, pero no necesito saber nunca que hay actividades en el
dormitorio.
—Ni siquiera llegamos a ir al dormitorio. — digo, y luego me río
cuando ella sacude la cabeza y se tapa los oídos.
—En más de una ocasión, lo discutimos. — dice Garrett. —Que
te vuelvas a casar. No recuerdo que ninguno de nosotros deseara que
eso nunca ocurriera. Papá, queremos que seas feliz. Sabemos cuánto
te sacrificaste criándonos a los cuatro. Tú y mamá fueron un gran
ejemplo de un buen matrimonio. Espero que Felicity y yo seamos igual
de felices.
—Las mujeres han estado hablando de ti y de lo sexy que eres
desde que era niño. — dice Dane. —Es condenadamente perturbador.
—Tienes el corazón más grande de todos los que conozco. — dice
Daphne. —Sería una tragedia para ti no volver a amar.
Me agarro al respaldo de la silla. —Los quiero a todos. — digo,
con la voz cargada de emoción.
—Nosotros también te queremos. — dice Grady. —Y te dije que
estarían de acuerdo.
Asiento y me alejo. —Se llama Emma y espero presentársela
pronto. Pero tengo que rebajarme un poco antes de que eso ocurra.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 15
EMMA

Luna contesta al segundo timbre. —Hola nena, ¿qué pasa?


— ¿Puedes venir?— Sé que probablemente puede oír las lágrimas
en mi voz, pero no me importa. Ahora mismo necesito a alguien, y
francamente, ella es la única persona que tengo. Mi mejor amiga.
—Por supuesto. Estaré ahí en diez minutos.
—Gracias.
Siete minutos después, llaman a mi puerta y abro para
encontrarme a Luna con un montón de helados Blue Bell. Una
variedad de sabores.
—No sabía qué tipo te gustaba, así que traje opciones.
—Gracias. Puede que te haga caso. Solo necesito hablar con
alguien.
—Por supuesto. — Su voz es suave. Entra en la cocina y guarda
el helado en el congelador antes de volver a salir.
Me tumbo en el sofá y ella se sienta a mi lado. — ¿Qué ha
pasado?
Escondo la cara entre las manos. —Me acosté con Bram.
— ¡Lo sabía! — grita. —Tienen una química fuera de serie. Muy
caliente.
—Sí. Definitivamente estábamos calientes juntos. — digo.
— ¿Pero pasó algo después?
—Sí. No, en realidad no. Más o menos antes. Cuando me dijo
que no tenía nada que ofrecerme.
—Ouch. Así que, ¿una situación de una vez y ya está?

Sotelo, gracias K. Cross


Levanto un hombro encogiéndome de hombros. —Supongo que
a eso se refería. Y en ese momento no esperaba nada más. De eso hace
solo unas horas.
Luna me aprieta la rodilla. — ¿Pero de verdad te gusta?
—De verdad, de verdad me gusta. Es solo que se siente como
algo más. No sé cómo explicarlo. Cuando estoy con él, es como si todo
a mí alrededor se detuviera y me sintiera tranquilo y asentado. Nunca
había tenido esa sensación. Sola, o con otra persona.
—Lo entiendo, nena. Es como me siento cuando estoy con
Mason. Francamente, todo lo que se necesita es el sonido de su voz.
Creo que así es como sucede a veces.
—Bueno, realmente apesta que me haya pasado a mí, pero es
unilateral.
—Eso aún no lo sabemos. — dice Luna.
—Estoy bastante segura de que sí. Quiero decir que lo entiendo;
no puedo competir con el recuerdo de su primera esposa. Ella le dio
cuatro hijos. Yo desde luego no puedo ofrecerle lo mismo.
Luna ya sabe lo de mi histerectomía. Surgió la semana pasada,
cuando me preguntó si tenía material para el periodo en mi escritorio.
Explicarle a alguien por qué eres una mujer de treinta años que ya no
tiene la regla puede ser complicado. Sin embargo, ella lo manejó
perfectamente.
Ahora mismo, sin embargo, me mira con el ceño fruncido. — ¿Se
lo has dicho? Porque dudo que eso sea un impedimento para él.
—No hay ningún trato que romper. Solo fue sexo. Increíble,
sudoroso, sucio, ridículamente buen sexo, pero solo sexo. — Vuelvo a
esconder la cara. —Maldita sea, ni siquiera discutimos del todo la
escenografía. Voy a tener que dejar que lo haga todo y ser feliz con lo
que construya. Porque ahora no puedo estar cerca de él. Ya será
bastante difícil enfrentarme a Taylor sabiendo que he visto a su Pops
desnudo.
Luna suelta una risita.
—No tiene gracia.

Sotelo, gracias K. Cross


—Aunque un poco sí lo es. No en tu tristeza, obviamente. Solo
en el sentido incómodo de dormir con el abuelo de una estudiante.
Eso me hace soltar una risita. —Quiero decir que eso no puede
pasar muy a menudo. Quizá el padre de un alumno, pero abuelo.
—La mayoría de los abuelos no se parecen a él.
—Ahí le has dado. Juro que mi abuela pareció tener ochenta
años toda mi vida, hasta que murió. Por supuesto, eso probablemente
se debió a su mezquindad. Las personas que fruncen tanto el ceño
quedan maldecidas con arrugas.
—Como debe ser. — dice Luna. —Sé que en realidad no me has
pedido consejo, pero te lo voy a dar de todos modos. Ten paciencia con
él. No creo que esto haya terminado entre ustedes dos. Llámalo un
presentimiento. Por lo que sé, nunca ha tenido una cita desde que
murió su esposa. Probablemente esto también sea nuevo para él.
Quiero creer en su corazonada, pero soy realista. Mi vida no
suele funcionar así.
— ¿Qué tal un helado y vídeos divertidos de gatos?— Luna
sugiere.
—Suena perfecto. — Me permitiré el resto del día para estar triste
por Bram. Mañana tengo que ponerme mis pantalones atrevidos y
centrarme en mis chicos y mi trabajo.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 16
BRAM

Intento convencerme de que debo esperar hasta mañana. Darle


tiempo para que descanse o lo que sea. Pero la verdad es que necesito
verla ahora. Es fácil encontrar la dirección del bungalow que alquila.
Las miradas que me echaron en el supermercado por comprar
un ramo de flores harán correr rumores. No me sorprendería que
hubiera noticias al respecto en el Saddle Peek.
Pero no me importa.
Darme cuenta de que no puedo alejarme de Emma -aceptarlo-
me ha tranquilizado. Estoy lleno de determinación y propósito de una
manera que no he estado en mucho tiempo.
Ya me he casado. Ya sé que las relaciones son un trabajo duro.
Un trabajo al que te comprometes a diario independientemente de
cómo te sientas. Así que no hay ninguno de los pensamientos ‘qué
pasaría si’ nadando por mi cerebro.
No sé cuáles son sus sentimientos, así que eso está en el aire.
Pero si me acepta, soy suyo.
Llamo a su puerta y abre asomando la cabeza. Jadea cuando me
ve.
Levanto las flores, un ramillete de las flores silvestres más
hermosas de Texas, que florecen tan libremente en esta época del año.
— ¿Puedo pasar?
—Claro. —Abre la puerta, ocultando aún su cuerpo tras ella.
Cuando se cierra detrás de mí, veo por qué.
Todavía lleva mi camiseta. O quizá la lleva otra vez.
Me invade la esperanza. —Voy a poner esto en agua. — le digo.
—La cocina está por aquí.

Sotelo, gracias K. Cross


Miro fijamente la curva de sus caderas y las cosas que se asoman
por debajo del dobladillo de la camiseta.
Me tiende un vaso alto. — ¿Quieres beber algo? Tengo refrescos
y agua.
—Estoy bien, querida. — Lleno el vaso con agua del grifo y pongo
el ramo adentro. Luego lo coloco en su pequeño comedor, pegado al
ventanal. Me giro hacia ella. —Supongo que deberíamos hablar.
Abre mucho los ojos y asiente. —Claro, siéntate.
La sigo hasta el sofá y nos sentamos. Inclino el cuerpo de lado
para quedar frente a ella.
—Mira, Bram, antes de que digas nada, quiero que sepas que no
me debes nada. No necesito más explicaciones sobre una aventura de
una noche. Lo entiendo.
—Lo has entendido todo mal, Emma.
— ¿Y qué? ¿Viniste a decirme que quieres tener una aventura?
¿Amigos con derecho a roce?
—Joder, no. Vine aquí para decir que no puedo alejarme de ti, y
fui una idiota al pensar que podía. Hay algo grande entre nosotros,
Spicy; sé que también lo sientes. El sexo así no sucede sin una
conexión emocional.
—Tal vez es solo porque había pasado un tiempo para ti. Así que
se siente más intenso.
— ¿Eso es lo que fue para ti? ¿Solo sexo realmente bueno?— le
pregunto.
Ya está sacudiendo la cabeza antes de que le haga la pregunta.
—No. Fue increíble, y significó todo para mí. Nunca había tenido una
noche así. Nunca.
Cojo sus manos entre las mías y me las llevo a los labios. —
Exacto. La vida es demasiado corta para ser estúpido. Y es demasiado
corta para tener miedo. Tuve una conversación sobre el miedo con mi
hijo, Dane, no hace mucho. Es hora de que siga mi propio consejo. —
Vuelvo a besarle los nudillos.

Sotelo, gracias K. Cross


Sus ojos se llenan de lágrimas. —Hay cosas que no sabes de mí,
Bram.
—Lo dudo. Emma, sé que no eres perfecta. Estoy seguro de que
no soy perfecto. Lo que tengas, lo solucionaremos.
Su sonrisa es melancólica y triste. —Soy infértil, Bram. Ese es
mi gran secreto.
Le aprieto las manos y escucho las palabras que salen de sus
labios.
—Tuve endometriosis en estado cuatro cuando era adolescente.
Era insoportablemente dolorosa y algunas veces sangré tanto que tuve
que ser hospitalizada. Los médicos me convencieron de que el mejor
tratamiento era una histerectomía completa. Tenía dieciocho años.
Sus palabras son un cuchillo en mi corazón. — ¿Y crees que esto
afecta de algún modo a que tengamos o no un futuro juntos?
—Bueno, sí. Los hombres quieren esparcir su semilla o lo que
sea.
Sonrío. —Yo ya he esparcido mi semilla. Tengo cuatro hijos
adultos, Spicy; no quiero empezar de nuevo. Ya estoy viejo y cansado.
—Díselo al hombre que casi me parte por la mitad anoche. —
dice. —No creo que seas viejo. Creo que eres hermoso.
Me inclino hacia delante y rozo sus labios. —Tú eres la hermosa.
—Entonces, ¿no te importaría que no pudiera darte hijos?
Sacudo la cabeza. —Quiero decir que si de verdad quisieras un
bebé, no te diría que no, pero me conformo con ser Pops. Estoy seguro
de que el resto de mis hijos me bendecirán con más nietos. No te
necesito fértil, querida.
Me mira fijamente, con los ojos castaño claro llorosos.
— ¿Quieres un bebé?— Le pregunto, sabiendo que si dice que sí,
haré todo lo posible para que así sea. — ¿Es ese el problema? Porque
podemos adoptar si es lo que realmente quieres.
Me suelta una carcajada aguada. —No. Antes quería ser madre
más que nada en el mundo. Quería sentir la vida florecer dentro de

Sotelo, gracias K. Cross


mí. Quería quejarme de los tobillos hinchados, de los calambres en la
espalda y de los extraños antojos de comida. Pero he superado mi
dolor, me ha costado mucha terapia. Saber que no podría tener hijos
es la razón principal por la que me hice profesora, y me encanta. Ya
no siento ese profundo anhelo.
—Entonces, ¿te parece bien ser la Mops de mi Pops?
Me da una palmada en el brazo. —Soy demasiado joven para ser
abuela. Y no me llamarán Mops.
— ¿Abuelita?
—Muérdete la lengua. — se burla. Luego se tranquiliza
brevemente. — ¿No va esto demasiado rápido? ¿Deberíamos ir más
despacio?
—Ya lo he pensado. Lo he hablado con mis hijos.
— ¿Hablaste de mí con tus hijos?
—Sí, por supuesto, lo hice. No me habría importado un carajo si
hubieran tenido un problema con que yo tuviera una relación. Te
quiero a ti y ellos no van a cambiar eso.
— ¿Y si me odian?
—No lo harán. Pero además, son adultos; pueden superarlo. Una
cosa que sé con certeza es que puedes enamorarte lentamente, con el
tiempo. Un chico de trece años con su primer flechazo puede
convertirse en un hombre que ama y se casa con esa chica. O puede
llegar sin avisar. Basta con que una mujer hermosa entre en un bar y
pum, el hombre cae como un árbol talado.
Le acaricio la cara y le paso el pulgar por la mejilla para recoger
las lágrimas. —No te estaba buscando, Emma. No tenía planes de
volver a encontrar el amor. Pero ahí estabas, y no soy tan estúpido
como para dejar escapar un regalo como tú. Así que me voy a agarrar
con las dos manos.
—También lo quiero, Bram.
—Bien, eso está muy bien. Porque estoy dentro.

Sotelo, gracias K. Cross


Epílogo
BRAM

Estoy teniendo el mejor puto sueño de mi vida. Un calor húmedo


y caliente se desliza contra mi polla. Estoy tan duro que voy a estallar
en cualquier momento.
Abro los ojos y veo la oscura cabeza de Emma balanceándose
sobre mi entrepierna.
— Querida, eres muy buena en eso.
Una de sus manos me acaricia los huevos.
— ¿Estás necesitada esta mañana? ¿Quieres montarme la polla?
—No. — jadea, saliendo de mi polla. —Quiero chupártela. Quiero
saborearte.
—No voy a impedir que lo hagas.
Me sonríe pícaramente y me lame toda la polla.
Gruño. —No me tomes el pelo. Chúpamela, Spicy, o te doy la
vuelta y te follo duro.
Sus ojos brillan.
Está claro que hoy haremos las dos cosas.
Me hace una garganta profunda y se me cruzan los ojos. La
cabeza de mi polla roza el fondo de su garganta mientras ella traga a
mi alrededor.
—Joder, querida. Vas a hacer que me corra muy fuerte. ¿Es eso
lo que quieres? ¿Quieres que me corra en tu garganta?
Gime alrededor de mi polla, asintiendo.
Su puño rodea la base de mi polla y me masturba mientras su
boca trabaja la punta. Sus mejillas se hunden mientras tira con fuerza

Sotelo, gracias K. Cross


de mi carne sensible. No voy a aguantar mucho más. Es demasiado
buena en esto.
—Espera. — le pongo la mano en la cabeza. —Cambia de
posición. Ponte de lado y acerca tu coño para que pueda jugar contigo.
No tarda mucho en reacomodar su cuerpo para que estemos en
una versión perezosa y lateral de un sesenta y nueve. Nuestra
diferencia de altura significa que no puedo alcanzarla con la boca, así
que uso los dedos.
Vuelve a meterse mi polla en la boca. Ya se ha hecho un desastre
de lo mojada que está.
— ¿Te empapas así solo por chupármela?
Gime en respuesta.
— ¿Tienes idea de lo sexy que es?
Introduzco mis dedos en sus resbaladizos pliegues y presiono mi
pulgar contra su clítoris. —Maldito coño necesitado. Míralo. Estás
goteando sobre mi mano.
Se retuerce contra mí mientras me chupa la polla con fuerza. Su
lengua trabaja mi frenillo. Hago lo que puedo para no follarle la boca,
pero el impulso es fuerte.
Su coño se contrae contra mis dedos cuando se corre y eso es
todo lo que necesito para eyacular en su garganta.
—Te amo, Emma. Jodidamente te amo.
Se aparta de mi polla y se gira para mirarme, y mi último pulso
de semen casi le da en la mejilla.
— ¿Qué has dicho? — pregunta.
—He dicho que te amo. Quiero casarme contigo y envejecer
contigo.
Se sienta sobre las rodillas. — ¿Lo dices en serio?
Me incorporo y busco en mi mesita de noche una caja de
terciopelo burdeos que ha estado ahí las últimas semanas.
—Hablo completamente en serio. ¿Te casas conmigo?

Sotelo, gracias K. Cross


Chilla y se abalanza sobre mí. La rodeo con los brazos y me llena
la cara y el cuello de besos.
—También te amo.
—Entonces, ¿eso es un sí?
— ¡Claro que sí!— Entonces mira a su alrededor. — ¡Oh, el anillo!
Lo siento, me he emocionado.
Recojo la caja de la cama y se la abro.
Jadea. —Bram, es hermoso.
—Tú eres hermosa. — Se lo pongo en el dedo y ella lo levanta,
admirándolo.
— ¿De verdad no sabías que te había comprado uno?
—Ni idea. Eres muy sigiloso para ser tan viejo.
— ¿Qué tal Mee-Maw?— Sugiero.
Hace una mueca. —Por supuesto que no. — Pero luego me besa.
—Realmente te amo, Bram, con cada pedazo de mí.
—Lo mismo digo, querida. Es porque estamos hechos el uno para
el otro.

Fin…

Sotelo, gracias K. Cross

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