La caducidad establece un límite de tiempo para ejercer ciertas acciones legales y protege la seguridad jurídica y el interés general, mientras que la prescripción se refiere al tiempo necesario para adquirir o extinguir un derecho pretendido. La caducidad es de orden público y no puede ser suspendida, renunciada o prorrogada, a diferencia de la prescripción que puede ser alegada, renunciada o interrumpida.
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La caducidad establece un límite de tiempo para ejercer ciertas acciones legales y protege la seguridad jurídica y el interés general, mientras que la prescripción se refiere al tiempo necesario para adquirir o extinguir un derecho pretendido. La caducidad es de orden público y no puede ser suspendida, renunciada o prorrogada, a diferencia de la prescripción que puede ser alegada, renunciada o interrumpida.
La caducidad establece un límite de tiempo para ejercer ciertas acciones legales y protege la seguridad jurídica y el interés general, mientras que la prescripción se refiere al tiempo necesario para adquirir o extinguir un derecho pretendido. La caducidad es de orden público y no puede ser suspendida, renunciada o prorrogada, a diferencia de la prescripción que puede ser alegada, renunciada o interrumpida.
La caducidad establece un límite de tiempo para ejercer ciertas acciones legales y protege la seguridad jurídica y el interés general, mientras que la prescripción se refiere al tiempo necesario para adquirir o extinguir un derecho pretendido. La caducidad es de orden público y no puede ser suspendida, renunciada o prorrogada, a diferencia de la prescripción que puede ser alegada, renunciada o interrumpida.
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La caducidad, tiene por objeto fijar un límite en el tiempo para el ejercicio de
ciertas acciones, en protección de la seguridad jurídica y el interés general,
pues, la expiración del plazo fijado en la ley da lugar al fenecimiento del derecho de acción.
La diferencia esencial entre la caducidad y la prescripción consiste en que la
primera atañe a la acción y la segunda a la pretensión; aquella se refiere al término prescrito por la ley para acudir a la jurisdicción y ésta al necesario para adquirir o extinguir un pretendido derecho.
Dicho lo anterior, se establece que el término de caducidad es de orden público.
Dispuesto por la ley, se cumple inexorablemente y no puede ser suspendido, renunciado o prorrogado por voluntad de un particular, en cambio, la prescripción, por el contrario, puede o no ser alegada; es posible renunciarla, suspenderla o interrumpirla y, en cuanto al fondo, su finalidad consiste en adquirir o extinguir un derecho. La prescripción, a diferencia de la caducidad, no es procesal ni de orden público, sino particular y relativa al fondo de la controversia.
Teniendo en cuenta los diferentes medios de control, analizamos el modo de
operar de la caducidad y prescripción en cada una de ellas, siendo así, tenemos que,
El artículo 136 del Código Contencioso Administrativo, señala que la acción de
reparación directa caducará al vencimiento del plazo de dos (2) años contados a partir del día siguiente del acaecimiento del hecho, omisión u operación (…)
Ahora bien, de conformidad con el literal d) del numeral 2 del artículo 164 del Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, la oportunidad para acudir a la jurisdicción de lo contencioso administrativo a demandar a través del medio de control de nulidad y restablecimiento del derecho, caduca al cabo de los cuatro meses siguientes al día en que se publique, notifique, comunique o ejecute el acto administrativo definitivo.
Para el caso del medio de control de nulidad electoral, que es una acción pública, por cuanto permite a cualquier persona demandar la nulidad del acto de elección o de nombramiento, se encuentra sometida a un término de caducidad de 30 días, cuyo ejercicio implica cargas para el demandante.
