Tipos de Oración

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TIPOS DE ORACIÓN

INTRODUCCIÓN
La Biblia muestra varios tipos de oraciones que ayudan a
los cristianos a establecer una relación completamente
dependiente de Dios. Los diferentes tipos de oración
traen diferentes necesidades ante Dios que son
esenciales para seguir adelante con el ministerio. Es
posible que haya más tipos de oración; sin embargo, en
esta lección, miraremos solo cinco diferentes tipos:
1) Arrepentimiento y confesión de pecados,
2) Acción de gracias,
3) Petición,
4) Intercesión
5) Adoración.

1. ARREPENTIMIENTO Y CONFESIÓN DE PECADOS


La oración de arrepentimiento y confesión de pecados
es fundamental para todo cristiano,
a. ARREPENTIMIENTO, porque declara y exalta a
Jesucristo como el Salvador. «El arrepentimiento
es un acto de reconocimiento de las malas acciones
pasadas, en el que se expresa remordimiento o
contrición y se compromete a un comporta- miento
correcto y de obediencia a Dios».

b. LA CONFESIÓN, similarmente, es un
«reconocimiento del pecado», pero a menudo, el
arrepentimiento se asocia con una decisión única de
cambiar la vida para seguir a Cristo. Por otro lado,
la confesión se entiende como una reafirmación del
arrepentimiento hecho previamente por haber
fallado en mantenerse fiel a ello. Cuando
reafirmamos nuestro arrepentimiento con la
confesión de pecados diariamente, podemos aplicar
la promesa de 1 Juan 1:9 que dice: «Si confesamos
nuestros pecados, Él es fiel y justo para
perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda
maldad». Es la oportunidad de obtener la pureza a
través de la sangre de Jesucristo para poder
permanecer en una íntima comunión con nuestro
Dios (cf. Romanos 3:25; Hebreos 9:13-14; 13:12; 1
Pedro 1:2; 1 Juan 1:7; Apocalipsis 1:5; 7:14). Es la
suprema expresión de nuestra dependencia en Él
por medio de Jesús. Esta oración nos permite
cumplir diariamente la obediencia perfecta
requerida para permanecer en Jesús, quien es
nuestra «Vid verdadera» y continuar produciendo
fruto (Juan 15:1-11). A través de la confesión,
podemos reconfirmar el perdón ya prometido
(justificación) y experimentar la restauración
diaria (santificación) que es acompañada por el gozo
y la paz del Espíritu Santo, lo cual nos asegura que
fuimos redimidos (cf. Efesios 1:13-14; 1 Juan 4:13).

2. ACCIÓN DE GRACIAS La oración de acción de


gracias es una oración fundamental que reconoce el
toque invisible de la bondad de Dios en las diferentes
circunstancias de la vida. La acción de gracias es un
tema importante que se encuentra en toda la
Escritura. En el Antiguo Testamento, algunos
sacrificios eran conocidos como los sacrificios de
acción de gracias (Levítico 7:11-18; 22:29). Además, la
acción de gracias era una responsabilidad de los
levitas relacionada con la invocación y la adoración de
Dios (1 Crónicas 16:9). Nehemías 11:17-18 dice:
«Matanías, hijo de Micaía, hijo de Zabdi, hijo de Asaf,
que era jefe para comenzar la acción de gracias en la
oración, y Bacbuquías, el segundo entre sus hermanos;
y Abda, hijo de Samúa, hijo de Galal, hijo de Jedutún.
El total de los levitas en la ciudad santa era de 284».
Daniel 6:10 también dice que Daniel «entró en su casa
(en su aposento superior tenía ventanas abiertas en
dirección a Jerusalén), y como solía hacerlo antes,
continuó arrodillándose tres veces al día, orando y
dando gracias delante de su Dios».
En el Nuevo Testamento, vemos pasajes como 1
Timoteo 2:1 que dice: «Exhorto, pues, ante todo que
se hagan plegarias, oraciones, peticiones y acciones de
gracias por todos los hombres…». Primera de
Tesalonicenses 5:16-18 también dice: «Estén siempre
gozosos. Oren sin cesar. Den gracias en todo, porque
esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo
Jesús». El singular «esta», en «esta es la voluntad de
Dios» — que hace referencia a los tres mandatos—, es
muy probablemente una exhortación singular que ha
de ser practicada en conjunto con otras.

3. PETICIÓN La oración de petición se encuentra en


toda la Escritura. La razón más persuasiva detrás de
por qué debemos pedir en oración es porque Jesús nos
dio el privilegio para hacerlo. En Mateo 7:7-11, Jesús
dijo: «Pidan, y se les dará; busquen, y hallarán; llamen,
y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el
que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O qué
hombre hay entre ustedes que si su hijo le pide pan, le
dará una piedra, o si le pide un pescado, le dará una
serpiente? Pues si ustedes, siendo malos, saben dar
buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que
está en los cielos dará cosas buenas a los que le
piden?». La segunda mitad de la oración con la que
Jesús enseño a orar (Mateo 6:9-13) consiste
enteramente en peticiones (v. 11-13): «Danos hoy el
pan nuestro de cada día. Y perdónanos nuestras
deudas, como también nosotros hemos perdonado a
nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación,
sino líbranos del mal». Algunos pueden decir que Dios
sabe lo que necesitamos incluso antes de que se lo
pidamos (Mateo 6:8) y, por lo tanto, no es necesario
pedir. Sin embargo, Santiago 4:2 nos enseña que no
recibiremos si no pedimos («No tienen, porque no
piden»). Por lo tanto, para cumplir un ministerio
pastoral que constantemente depende y experimenta
las bendiciones de Dios, es esencial practicar las
oraciones de petición.

4. INTERCESIÓN La oración de intercesión es un tipo


de oración de petición, pero con el enfoque puesto en
orar por los otros. En otras palabras, es una oración
«hacia el exterior» que busca el beneficio de los
demás en contraste con una oración «hacia el
interior» que busca el beneficio de uno mismo. Como
una oración «sacrificial» que ofrece su energía y
tiempo para orar por los demás, es la que más se
identifica y ejemplifica en los personajes bíblicos más
centrales de la Escritura. En el Antiguo Testamento,
Abraham intercedió por la ciudad de Sodoma cuando
el Señor decidió destruirla (Génesis 19:22-26).
Moisés oró la oración de intercesión cuando mediaba
entre Dios y el pueblo de Israel que fallaba
constantemente ante Dios (p. ej. Éxodo 32:11-14;
Números 14:13-20). Como ya fue mencionado en el
primer capítulo, el Evangelio de San Juan registra la
oración de Jesucristo por el bien de Sus discípulos y
del resto del mundo que creerá en Él a través de ellos
(Juan 17:1-26). En Mateo 5:44, Jesús dice que
debemos amar a nuestros enemigos y orar «por los
que nos persiguen». Pablo, en sus cartas a sus iglesias,
muestra que mantenía la práctica apasionada de
interceder en oración por ellas (p. ej., Filipenses 1:4,
9-11; Filemón 4-6). Santiago 5:16 también dice que
debemos orar unos por otros porque «la oración
eficaz del justo puede lograr mucho». Estos ejemplos
no solo demuestran la importancia de la oración
pastoral que intercede por la iglesia, sino que
deberían formar parte de todo cristiano que se
esfuerza por obedecer el mandato de Cristo de
amarse unos a otros (Juan 15:12). La oración de
intercesión es una hermosa imitación que demuestra
el amor de Jesús tanto a los creyentes como a los
incrédulos que nos rodean.

5. ADORACIÓN La oración de adoración tiene como


objetivo la exaltación de Dios. «La adoración es la
respuesta reverencial de la creación hacia la
magnificencia de Dios que abarca todo (Isaías 6:1-4;
Éxodo 15:11; Salmo 148:1-14)».6 Las oraciones de
adoración y alabanza deben ser una parte natural de
cualquier oración porque Dios es infinitamente digno
de recibirlas. David dice: «Grande es el Señor, y digno
de ser alabado en gran manera, Y Su grandeza es
inescrutable» (Salmo 145:3; cf. 18:3; 48:1; 96:4).
Apocalipsis 5:12 también dice: «El Cordero que fue
inmolado es digno de recibir el poder, las riquezas, la
sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la
alabanza». Otra razón por la que debemos participar
en oraciones de adoración es que Dios se deleita en
nuestra adoración de amor. En el Antiguo Testamento,
Dios dice que proclamará Su nombre en toda la tierra
(cf. Éxodo 9:16). En Isaías 42:8, Dios dice: «Yo soy el
Señor, ese es Mi nombre; Mi gloria a otro no daré, Ni
Mi alabanza a imágenes talladas». A través de
nuestras oraciones de adoración, podemos deleitarlo
reconociendo Su soberanía en todos los aspectos de la
vida humana y de la creación. Podemos alegrarle
adorándolo por Su plan redentor que sigue
misericordiosamente a pesar de nuestros constantes
fracasos. Podemos glorificarlo por la promesa segura
de que saldrá victorioso y restaurará nuestro mundo
caído a través de Cristo para siempre.

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