1961 Hirschman
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to El Trimestre Económico
Albert O. Hirschman
I Introducción
1 "La estrategia del desarrollo económico" forma parte del libro de Hirschman Essa
Trespassing. Economies to Polines and beyond, Cambridge University Press, que publica
fecha próxima el Fondo de Cultura Económica. El autor sugirió que esta parte de su
(capítulos 3, 4 y 5) podría incluirse en uno de los números de aniversario de El Trimestr
Económico [versión al castellano de Eduardo L. Suárez],
1331
1. El agrado por los progresos de otros: Introducción del efecto del túnel
2. Algunas pruebas
Pero esta posible consecuencia del efecto del túnel es una curiosod
8 Sin embargo, véase la nota 24 de este capítulo.
9 Sin embargo, véase la sección 3 de este capitulo.
Aunque son limitadas las perspectivas del progreso individual, hay una ra
zón para encontrar menos desencanto con el proceso de desarrollo entre las
personas de clase baja de todos los sectores en relación con lo que podría
esperarse. Dadas la rápida difusión de la educación y el aumento de la mi
gración, hay varios conductos relativamente fáciles para lograr el progreso
10 Frank Bonilla, "Rio's Favelas: The Rural Slum within the City", American Universities
Field Staff Reports Service, vol. 8 (3), Nueva York, 1961, pp. 8-9.
11 Pablo González Casanova, La democracia en Mexico, Mexico, Era, 1965, edición popular,
página 133.
15 Lisa Peattie, "Cuban Notes", Massachusetts Review, otoño de 1969, pp. 673-674.
16 Véase una reseña excelente, que presta una atención particular a este problema, en Gino
Germani, "Social and Political Conséquences of Mobility", N. Smelser y S. M. Lipset (comps.),
Social Structure and Mobility in Development, Chicago, Aldine, 1966, pp. 371 ss. Por supues
to, también es posible que las aspiraciones, una vez despertadas, superen a las realizaciones,
pero esta explicación del descontento de los que ascienden es mucho menos convincente que la
mencionada en el texto.
4. De la satisfacción a ta indignación
Como señalamos antes, la satisfacción ante los progresos de o
riva del efecto del túnel, no de la benevolencia o el altruismo si
cálculo frío de las expectativas: espero que pronto llegue mi t
avanzar. En algún momento la frustración de la expectativa hará
ponga furioso", es decir, que me convierta en un enemigo del or
blecido. Este cambio de partidario a enemigo se produce sólo por
del paso del tiempo: ningún hecho externo particular desata este
mático. En este sentido, la teoría del conflicto social propuest
enteramente distinta de la hipótesis de la "curva J" que atribuy
das revolucionarias a una disminución repentina del crecimiento e
co tras un largo periodo ascendente.18 No hay duda de que tal d
ción aumenta la probabilidad de la conmoción, pero no es en mod
indispensable. Por providencial y útil que sea el efecto del túnel
sentido (porque acomoda las desigualdades casi inevitables que su
el curso del desarrollo), también es traicionero: los gobernant
ciben necesariamente ningún aviso acerca de su declinación y ag
to, es decir, acerca del tiempo en que deban esperar un clima
nión pública y popular radicalmente diferente; por el contrario,
atraídos hacia la complacencia por la fácil etapa inicial cuan
parecen estar disfrutando el proceso que más tarde será vehemen
denunciado y condenado como un proceso en el que "los ricos se
' • 99 19
mas ricos .
¿En cuál clase de sociedades surge y cobra fuerza el efecto del túnel?
¿Cuáles son las condiciones en las que perdurará durante un periodo con
siderable o, por lo contrario, decaerá rápidamente y se convertirá en lo
contrario, o sea en la decepción, la alienación y la indignación ante la in
justicia social? La respuesta a este interrogante es decisiva para el realis
mo de nuestra hipótesis y para determinar su utilidad empírica y heu
rística.
Para que el efecto del túnel sea fuerte (o aun para que exista), el
grupo que no avanza debe ser capaz de simpatizar, por lo menos durante
algún tiempo, con el grupo que sí avanza. En otras palabras, es necesario
que los dos grupos no estén divididos por barreras infranqueables, o que
se experimenten como tales. Así pues, la fluidez o la rigidez de las líneas
que separan las clases influirá obviamente sobre la intensidad del efecto
del túnel.
Pero la estratificación de acuerdo con la clase social es una distinción
de escasa utilidad para nuestros fines. Por desigual que sea el crecimien
Stouffer y sus colaboradores reveló mayor frustración por las promociones en la primera que
en la última. Este hallazgo ha sido el origen y uno de los baluartes principales de la teoría de
la privación relativa. En el estudio se sostiene que las promociones de la fuerza aérea, frecuen
tes por comparación con las de otras ramas, se quedan atrás de las expectativas y las aspira
ciones despertadas dentro de la fuerza por las promociones de quienes hacían carreras rápidas.
Otros científicos sociales han propuesto después algunas explicaciones diferentes, pero es proba
ble que no se haya prestado atención suficiente a la dimensión del tiempo. La encuesta se rea
lizó ya bien avanzada la guerra, en 1944. ¿No es acaso probable que si la encuesta se hubiese
realizado antes se hubiese confirmado la expectativa de sentido común de que la moral de la
promoción fuera más alta en la fuerza aérea que en la policía militar? Al principio de la gue
rra es muy probable que los rápidos ascensos de algunos hayan reforzado la moral de acuerdo
con el efecto del túnel; sólo más tarde, cuando los diversos miembros de la fuerza aérea alcan
zaron su nivel y no pudieron llegar hasta donde habían pensado, ocurrió la frustración. Véase
S. A. Stouffer y otros, The American Soldier, op. cit., pp. 250 ss.
21 Esta tesis es similar a la que puede formularse acerca de las consecuencias económicas del
tamaño de los países. La bibliografía del desarrollo económico ha hecho hincapié —con razón—
en las ventajas del tamaño, sobre todo en conexión con la industrialización por sustitución de
importaciones; el tamaño grande significa también la posibilidad de que una gran región atra
sada se quede atrás en forma acumulativa e irremediable a medida que la región progresista
absorbe durante largo tiempo la virtual totalidad del crecimiento industrial del país y desarro
lla una agricultura moderna además. En un país pequeño no puede surgir con tanta facilidad
una escisión tan amplia, prolongada y peligrosa, porque en la mayoría de las circunstancias
debe filtrarse el crecimiento económico a las regiones más pobres, so pena de detenerse. En
tre los países de crecimiento rápido y de crecimiento lento se establece una distinción seme
jante, con importantes consecuencias para el vigor diferenciado del efecto del túnel. En el
capítulo IV, pp. 1417-1418, se examina brevemente este caso.
22 Véanse otros argumentos de esta clase en mi libro A Bios for Hope: Essays on Develop
ment and Latin America, Nueva Häven, Yale University Press, 1971, capítulo 14 [publicado en
español por el F ce en la Serie de Lecturas núm. 5], La proposición que apareec en el texto
acerca de los arreglos familiares es un caso especial de una proposición más general: el efecto
del túnel será más fuerte cuanto más débil sea la preferencia por el ingreso presente al ingreso
futuro, es decir, cuanto menor sea la tasa de descuento.
23 Maximes, 582. Thomas Hobbes señaló el fenómeno contrario por la misma época
dolor que causa una calamidad ajena se denomina lástima, y se produce por la idea de
una calamidad semejante puede ocurrimos a nosotros mismos... Cuando se trata de cala
des que se derivan de un desastre, los mejores hombres sienten menos lástima, y an
misma calamidad tienen menos lástima aquellos que se sienten menos amenazados por
Leviatán, fce, 1980, parte X, cap. 6, p. 47. La Rochefoucauld y Hobbes captaron estas idea
su búsqueda de una ciencia rigurosa, aunque desagradable, de la naturaleza humana. Lo
agradable de los hallazgos casi se convirtió en una prueba de rigor y verdad para ellos. N
ralmente, no se les ocurrió que en las situaciones estudiadas el egocentrismo tiene la virt
de superar la envidia y la Schadenfreude, respectivamente.
24 La teoría de la atribución, una rama relativamente nueva de la psicología social
tratado de arrojar alguna luz sobre esta esfera del comportamiento humano. Se han reali
algunos experimentos para estudiar el grado en que los espectadores culpan de los accidentes
a quienes participan en ellos y no a la mala suerte. Aparentemente el espectador recurre de
ordinario a lo que se ha llamado la "atribución defensiva": busca alguna buena razón para
que el accidente sea la culpa peculiar de uno de los participantes paira asegurarse de que la
desgracia no pudiera ocurrirle a él. (Sólo si no puede encontrarse ninguna buena razón, es de
cir, si la persona que podría ser culpada se asemeja al espectador y se comporta en gran me
dida como él, tenderá éste a exonerarse y a echar la culpa a la mala suerte). Por otra parte,
si otra persona experimenta un hecho afortunado el espectador tenderá a acreditarlo al azar
más bien que al mérito, obteniendo así alguna esperanza de que le pase algo similar a él. Ade
más de ser poco halagüeños para la naturaleza humana, estos hallazgos introducen una asime
tría en la operación del efecto del túnel: este efecto será más fuerte hacia adelante que hacia
atrás; es decir, la expectativa de participar eventualmente en los progresos de los demás será
más pronunciada que la expectativa de seguir a los demás en sus retrocesos. Véase una con
firmación experimental de esta asimetría, y algunas referencias a otras investigaciones realiza
das en este campo, en Jerry I. Shaw y Paul Skolnick, "Attribution of Responsibility for a
Happy Accident", Journal of Personality and Social Psychology, 18, 1971, pp. 380-383.
7. Observaciones finales
28 Los politólogos han descrito en estos términos las dificultades que afrontan los Est
nuevos en el siglo xx. Mientras que los países de la Europa Occidental dispusieron de v
siglos para resolver, uno tras otro, los diversos problemas de la modernización y la construcc
nacional —identidad territorial, autoridad, participación de las masas, etcétera—, las nac
nuevas los afrontan todos al mismo tiempo. Véase Samuel P. Huntington, Political Ord
Changing Societies, Nueva Häven, Yale University Press, 1968, cap. 2, y Stein Rokkan
mensions of State Formation and Nation-Building", Charles Tilly (comp.), The Formation
States in Western Europe, Princeton, N. J., Princeton University Press, 1975, pp. 562-600. D
wart A. Rustow explora varias rutas secuenciales alternativas en A World of Nations, Was
ton Brookings, 1967, cap. 4.
89 Por Melville H. Watkins en su conocido ensayo "A Staple Theory of Economic Growth",
Canadian Journal of Economies and Political Science 29, mayo de 1963, pp. 141-158. En el
cap. 7 de La estrategia describí el mismo fenómeno —la "absorción" mediante la industrializa
ción de categorías sucesivas de importaciones crecientes en el curso del crecimiento encabezado
por las exportaciones—, pero no lo caractericé como un enlace.
40 Staffan B. Linder, Trade and Trade Policy for Development, Nueva York, Praeger Pub
lishers, 1976, pp. 143-149 y 171-172; Stephen H. Hymer y Stephen A. Resnick, "A Model of
an Agrarian Economy with Non-agricultural Activities", American Economic Review 59, sep
tiembre de 1969, pp. 493-506; Stephen A. Resnick, "The Decline of Rural Industry under Ex
port Expansion: A Comparison among Burma, Phillipines, and Thailand, 1870-1938", Journal
of Economic History 30, marzo de 1970, pp. 51-73.
41 Véase Pearson, Petroleum, pp. 46-50 passim. Cuando los ingresos provenientes del bien
básico van a las manos de grupos nacionales que ahorran una porción considerable, un sistema
de banca nacional centralizada podrá lograr una reorientación de la corriente de ingresos se
mejante a la que logra el enlace fiscal. De acuerdo con una comunicación de Juan Linz este
"enlace bancario" ha tenido cierta importancia en España y ha servido para canalizar fondos
Pero la parte chilena de esta historia nos hace recordar que la cap
cidad para gravar el enclave no es una condición suficiente para un cre
cimiento económico vigoroso. Para que el enlace fiscal se convierta e
un mecanismo de desarrollo eficaz debe combinarse la capacidad par
gravar con la capacidad para invertir productivamente. Aquí reside pre
cisamente la debilidad del enlace fiscal por comparación con los enlaces
más directos de producción y consumo. En el último caso las líneas
producción existentes o las importaciones que pueden sustituirse señala
las tareas que deberán emprenderse en seguida, mientras que no exis
tal orientación cuando se capta una porción de la corriente de ingre
ganada en el enclave para irrigar otras esferas de la economía. De aq
surge la posibilidad de una inversión defectuosa o de una gran filtració
en el proceso: por ejemplo, es posible que los fondos captados sólo gene
ren un crecimiento de la burocracia. En estos términos ha sido analizad
la experiencia chilena con los nitratos y el cobre antes de 1930,44 mien
tras que una revisión del auge del guano peruano abortado a mediad
del siglo xix ha señalado como principal culpable a las inversiones f
rroviarias mal aplicadas.46 Por mucho que se inclinen ahora los gobi
nos a gravar la corriente de ingresos originada por el bien básico de ex
portación, el éxito del enlace fiscal continúa afectado por dificultad
similares. Repetimos que esto ocurre no porque se "derrochen" siempre
los fondos en manos de los gobiernos sino porque las tareas asumid
por los gobiernos mediante el enlace fiscal son intrínsecamente más di
fíciles que las que suele asumir el capital privado, en unión con los e
laces físicos y de consumo.
Mientras se requieran la capacidad para gravar y la capacidad par
tenidas con el profesor Frank Fetter y con algunos descendientes de los plantadores de cac
de Guayaquil: sus padres y sus abuelos hubieron de retornar al Ecuador tras haber sido arr
nados por la plaga de la escoba de bruja que destruyó las plantaciones de cacao, así como p
la depresión de los años treinta.
44 Aníbal Pinto, Tres ensayos sobre Chile y América Latina, Buenos Aires, Solar, 197
pp. 71 55. En un ensayo escrito por Carmen Carióla y Osvaldo Sunkel se demuestra que
minería de los nitratos produjo considerables enlaces no fiscales: "La expansión salitrera y
repercusiones sobre la economía agraria en el periodo 1880-1930", octubre de 1974, Proyect
de Historia Económica del Comité Conjunto para Estudios Latinoamericanos (Consejo de
vestigación en Ciencia Social y Consejo Norteamericano de Sociedades Ilustradas).
45 Véase Shane J. Hunt, "Growth and Guano in Nineteenth-Century Peru", ensayo pa
discusión núm. 34, Programa de Investigación del Desarrollo Económico, Universidad de Pr
ceton, febrero de 1973. Este ensayo se escribió en parte como una refutación de la opinión
terior, expuesta en el cap. 2, "Peru in the Guano Age", del libro de Jonathan V. Levin, T
Export Economies, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1960, en el sentido de que
recaudaciones provenientes del guano se disiparon en gran medida en importaciones de l
y remisiones de utilidades.
pos distintos de los cultivadores del bien básico, quienes se ven así re
gados más firmemente a su papel agrícola. El cultivador de caña de a
car o de arroz que entrega su cosecha a la refinería de azúcar o a
lino de arroz que están en manos de "otros" queda efectivamente separ
de todas las actividades económicas posteriores relacionadas con su
ducto. Desde este punto de vista empieza a observarse, paradójicamen
que resulta preferible la menor existencia posible de estos enlaces ha
adelante en el caso de los bienes básicos. Es posible que resulten
favorables las condiciones para el desarrollo de la iniciativa empresar
entre los cultivadores del bien básico cuando éste requiere sólo unas
tas operaciones sencillas, tales como el secado y ensacado a fin de pre
rarlo para el mercado, y cuando no tiene que recurrirse al transport
no. Por ejemplo, cuanto mayor sea el valor del bien básico por un
de peso más le convendrá al cultivador, o a un miembro de su famili
llevarlo al mercado. En ausencia de industrias refinadas de enlace hacia
adelante, basadas en tecnología extranjera y probablemente administra
das por empresarios ajenos, el propio cultivador del bien básico puede
participar en las operaciones no industriales más accesibles hacia adelan
te, tales como la transportación, el comercio y las finanzas; el cultivador
o un miembro de su familia pueden especializarse en estas funciones, y a
partir de una base fuerte en este renglón podrá contribuir eventualmente
al desarrollo industrial mediante el aprovechamiento de las oportunidades
de enlaces de consumo que puedan aparecer tras el auge del bien básico.
Esto corresponde sustancialmente a la historia de la expansión comercial,
urbana, y aun industrial, por la vía de la sustitución de importaciones, que
siguió a las exportaciones de café en las regiones de Sao Paulo y Antio
quia del Brasil y Colombia. También se aplica a la falta de desarrollo
acumulativo que ha caracterizado la carrera de bienes básicos, tales como
la caña de azúcar, el cacahuate y el algodón: en estos casos las industrias
ajenas de enlace hacia adelante de la refinación y el molido, o la necesi
dad de una transportación especializada —y por tanto ajena— a causa de
la distancia y el volumen del bien básico (cacahuate), impidió al pro
ductor agrícola toda nueva participación en esas industrias.51
He señalado que el enlace fiscal tiene mayores probabilidades de apa
51 Durante las discusiones anteriores algunos observadores señalaron que la especialidad en
la producción de bienes básicos para la exportación condujo en muchas zonas subdesarrolladas
a un desarrollo no acumulativo, "de una sola vez". Esta posibilidad intermedia —que es una
realidad en muchos países— se ha olvidado a medida que se ha centrado la discusión en las
opciones: empobrecimiento o desarrollo acumulativo. Véase en particular H. Myint, Economic
Theory and the Underdeveloped Countries, Londres, Oxford University Press, 1971, caps. 3 y
4 (publicados originalmente como artículos en 1954).
64 Pedro Calmon, Historia do Brasil, Säo Paulo, Companhia editora nacional, 1947, 4, pá
ginas 384-386, citado en Warren Dean, "The Planter as Entrepreneur: The Case of Sao Paulo",
Hispanic American Historical Review 46, mayo de 1966, p. 146.
65 Este es el factor subrayado por Robert Baldwin en un artículo donde examina, sobre
todo en el caso de África, por qué los bienes básicos de exportación no han conducido a un
crecimiento acumulativo. La opción —o mejor dicho, el dilema— que describe se plantea
entre los enclaves mineros, donde existe una escala de habilidades pero que sólo está al alcance
de una población muy pequeña, y los bienes básicos agrícolas que no permiten la adquisición de
habilidades nuevas. En mi opinión Baldwin exagera la importancia de la adquisición de habili
dades específicas y olvida el incremento de la competencia general, la versatilidad y el empuje
empresarial que pueden derivar de la migración y la movilidad geográfica. Cuando el factor
decisivo es la movilidad más bien que la adquisición de habilidades parece más brillante la
perspectiva del desarrollo (véase Robert E. Baldwin, "Export Technology and Developmnt
from a Subsistence Level", Economic Journal 73, marzo de 1963, pp. 80-92).
56 Véanse los datos de Ghana y Nigeria en Polly Hill, Migrant Cocoa Farmers of Southern
Ghana, Cambridge, Cambridge University Press, 1963, y Sara S. Berry, Cocoa, Custom, and So
cio-Economic Change in Rural Western Nigeria, Londres, Oxford University Press, 1973, pp 75
78, donde se indican varias de las ventajas que tienen los migrantes sobre los agricultores locales.
87 Véase Judith Tendier, 'Technology and Economic Development: The Case of Hydros vs.
Thermal Power", Political Science Quarterly 80, junio de 1965, pp. 236-253.
han considerado desde hace largo tiempo como algo indeseable. Vemos
ahora que tienen ciertas ventajas compensatorias en vista de la acción es
tatal que pueden desatar. La ayuda prestada por el Estado a través de
los diversos arreglos que acabamos de mencionar es en cierto sentido exac
tamente lo opuesto de la extracción de ingresos provenientes del bien bá
sico que hemos llamado el enlace fiscal. (En efecto, los bienes básicos
que tienen mayores probabilidades de desatar el enlace fiscal —los en
claves minerales y petroleros— tienen menores probabilidades de conver
tirse en receptores de la asistencia de estabilización porque de ordinario
responden ante las declinaciones de los precios con grandes reducciones
de la producción.) Sin embargo, en forma irónica y dialéctica, una vez
que el Estado ha provisto asistencia de estabilización también habrá esta
blecido el marco institucional y quizás habrá adquirido la mentalidad
que le permita obtener ingresos fiscales del bien básico en algún momen
to futuro, cuando se recuperen los precios. Y en ese momento el bien
básico estará tan indefenso contra la tributación estatal —a causa de la
baja elasticidad-precio de la oferta— como lo estaba antes contra la baja
de los precios del mercado mundial.
Así pues, la asistencia para la estabilización de los precios es una
variedad de particular interés de la intervención estatal desde el punto
de vista de la forma en que una cosa conduce a otra. Mientras que ca
tegorías de la asistencia tales como el control de las enfermedades y el
riego pueden dar al Estado una nueva inclinación hacia las actividades
de desarrollo, la estabilización de precios provee la inclinación y, en al
gún momento futuro, el mecanismo institucional para satisfacerla.
82 Kelvin Lancaster, Consumer Demand: A New Approach, Nueva York, Columbia Univer
sity Press, 1971.
63 Véanse este y otros contrastes entre la carretera y el ferrocarril relacionados con el des
arrollo (en Nigeria) en mi libro Development Projects Observed, pp. 139-148.
88 No tratamos de sugerir aquí que la historia del desarrollo tenga siempre un fina
que tras un periodo de explotación llegará seguramente el turno del desarrollo. Con fr
se encuentra la secuencia opuesta, de una oleada de desarrollo a un periodo de estancam
explotación, como he tratado de demostrarlo al examinar los efectos positivos y nega
la inversión extranjera (véase "How to Divest in Latín America, and Vhy", Bios fo
cap. 11). Lo que se requiere es un análisis que pueda explicar los movimientos en ambo
dos. Véase también el cap. 2 de este trabajo [no incluido en esta versión].
N 74 Fernando Ortiz Fernández, Contrapunto cubano del tabaco y el azúcar, La Habana, Jesús
Montero, 1940; la versión inglesa, con un prefacio de B. Malinowski, se titula Cuban Counter
point: Tobacco and Sugar, Nueva York, Knopf, 1947. La obra en español fue reditada por el
Consejo Nacional de Cultura en 1963. Se encuentra un tratamiento relacionado, centrado prin
cipalmente en el azúcar, en Ramiro Guerra y Sánchez, Sugar and Society in the Caribbean,
prefacio de Sidney W. Mintz, Nueva Häven, Conn., Yale University Press, 1964. La edición
española original de esta influyente obra se publicó en 1927.
78 Celso Furtado, The Economic Growth of Brazil, Berkeley, University of California Press,
1963, pp. 123-126; Luis Eduardo Nieto Airteta, Economía y cultura en la historia de Colombia,
Bogotá, Ediciones Tercer Mundo, 1962, primera edición publicada en 1942, y en particular su
obra El café en la sociedad colombiana, Bogotá, Breviarios de orientación colombiana, 1958;
William Paul McGreevey, An Economic History of Colombia, 1845-1930, Cambridge, Cambridge
University Press, 1971, capítulo 9, y Geertz, Agricultural Involution.
pp. 18-32; Keith Aufhauser, "Slavery and Technological Change", Journal of Economic Hi
34, marzo de 1974, pp. 36-50, y los pasajes de Ortiz y de Tocqueville allí citados.
78 Karl Marx, Das Kapital, Viena, Verlag fur Literatur und Politik, 1932, i, p. 785 [version
en castellano del fce], y Blas Pascal, carta a su hermana, fechada el 1® de abril de 1648,
Oeuvres completes, París, NRF-Pléiade, 1969, p. 484.
Querido amigo: Concédale al pueblo, sobre todo a los trabajadores, todo lo que
sea posible. Cuando le parezca que ya les está dando demasiado, concédales
más. Entonces verá los resultados. Todos tratarán de asustarlo con el espectro
de un desastre económico. Pero todo es mentira. No hay nada más elástico
que la economía, algo que todos temen mucho porque nadie la entiende.88
88 Citado de Alejandro Magnet, Nuestros vecinos argentinos, Santiago de Chile, 1956, p. 14,
por Fredrick B. Pike, "Freedom or Reform in Latín America", ensayo ocasional, Centro de
graduados para Estudios Sudamericanos, Universidad Vanderbilt, Nashville, Tennessee, agosto de
1963, p. 3.
terly Journal of Economies 82, febrero de 1968, reproducido en mi libro A Bias for Hope: Es
says on Development and Latin America, Nueva Häven, Yale University Press, 1971, p. 100.
81 Guillermo O'Donnell, "Reflexiones sobre las tendencias generales de cambio en el Estado
Burocrático-autoritario", mimeograíiado, Buenos Aires, cedes, agosto de 1975. Se encuentra una
versión inglesa, un poco diferente, en Latin American Research Review 13, 1978, pp. 3-38.
103 Véase, por ejemplo, "The Goldfish", Russian Fairy Tales, recopilación de A. Afan
Nueva York, Pantheon, 1973, pp. 528-532.
104 Marcelo Diamand y Daniel Schydlowsky han señalado esta situación. Véase Diam
Doctrinas económicas, desarrollo e independencia, Buenos Aires, Paidós, 1973, caps. 10 y
Schydlowsky, "Latin American Trade Policies in the Seventies: A Prospective Appraisal"
terly Journal of Economies 86, mayo de 1972.
ios Véase Harry G. Johnson, Economic Policies Toward Less Developed Countries, W
ington, D. C., Brookings, 1967. Este libro se escribió como un análisis crítico de la pri
conferencia de la unctad de 1964. La ocde patrocinó un gran proyecto de investigación d
políticas de industrialización y comercio exterior, que se ocupó del Brasil, la India, Mé
Paquistán, Filipinas y Formosa. El resultado principal del proyecto fue el libro de Ian Li
Tibor Scitovsky y Maurice Scott, Industry and Trade in Same Developing Countries, publ
para la ocde por la Oxford University Press en 1970. Este informe general resultó a men
mucho más crítico de la isi que los estudios de países en los que supuestamente se basó. E
ea particularmente evidente cuando lo comparamos con el estudio de Joel Bergsman, Braz
dustrialization and Trade Policies, ocDE-Oxford University Press, 1970. Otro estudio mon
tal, patrocinado por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, es el de B
Balassa y colaboradores, The Structure of Protection in Developing Countries, Baltimore
Johns Hopkins University Press, 1971.
106 El cálculo preciso de las tasas efectivas requería estadísticas del insumo-producto,
que se estaban elaborando paxa varios países en desarrollo a mediados de los años sesenta.
107 Véase Max Corden, "The Structure of a Tariff System and the Effective Protection
Rate", Journal of Political Economy 74, junio de 1966, p. 229.
108 Algunas partes de este argumento aparecen en el libro de Celso Furtado, Análise d
"Modelo" brasileiro, Río de Janeiro, Civilizaçâo brasileira, 1972.
no Véanse otros comentarios sobre la tesis estructural en el cap. 8, sección I [de la versión
original].
111 Quizá resulte significativo en este sentido el hecho de que el grupo de economistas po
líticos de la cepal que se reunió alrededor de Raúl Frebisch y elaboró las diversas doctrinas
de la cepal en los años cincuenta no incluía ningún colombiano o venezolano prominente. Véan
se algunas observaciones sobre el aislamiento relativo de Colombia frente a las corrientes del
pensamiento en la ciencia social latinoamericana en Francisco Leal Buitrago, "Desarrollo, sub
desanrollo y ciencias sociales", F. Leal Buitrago y otros, El agro en el desarrollo colombiano,
Bogotá, Punta de Lanza, 1977, pp. 27-28.
112 Véanse otros comentarios sobre este tema en los caps. 6 y 7 de este trabajo [no inclui
dos aquí].
113 Nueva York, St. Martin's Press, 1973. Por lo que toca a mi definición de las funciones
desequilibradoras y equilibradoras véase la sección "The Two Functions of Government" de Th
Strategy of Economic Development, pp. 202-205.
fuertes, patrocinados por el Estado, es improbable que el desequilibrio sea corregido por qui
nes lo provocaron. Lo que decimos del desequilibrio regional se aplica con mayor fuerza aú
a las desigualdades sociales o del ingreso que surgen o se agrandan en el curso del crecimiento
117 Economic Backwardness in Historical Perspective, Cambridge, Mass., Harvard Universit
Press, 1962, pp. 22-26.
118 Puede señalarse la misma reversión en el caso de la industrialización, que tras un brev
periodo de alabanza se vio rodeada de términos que denotaban desprecio o problemas inmine
tes. Surgió una serie de metáforas extravagantes, con connotaciones despectivas o pesimista
Constantemente se alega qu<* 3a industrialización ha llegado a un "estancamiento", ha desemb
cado en un "callejón sin salida", aun en un "callejón sin salida cromado", y se afirma que pad
ce de "agotamiento" y de "estrangulamiento extetrno", un término usado rutinariamente para h
cer referencia a las dificultades de balanza de pagos que acompañan de ordinario a una fuert
oleada industrial. Veamos el caso de la "industrialización con sustitución de importaciones
un término ya consagrado que casi parece libre de valor. Es obvio que toda industrialización,
con la única excepción de la inglesa, ha sido sustitutiva de importaciones hasta cierto punto
¿Entonces por qué se escogió este término para describir la industrialización latinoamerican
¿Podría ser porque sutilmente minimiza tal esfuerzo? Como sabemos, una sustitución o Ersat
no es nunca tan buena como lo sustituido. Además, el término en cuestión implica, errón
mente en el caso de la mayoría de las industrias nuevas, una ausencia total de ajuste creador
y de capacidad para resolver problemas. Conviene advertir que la crítica a la isi proveniente
de la América Latina y de la izquierda apareció aproximadamente al mismo tiempo que la crít
ca a la "industrialización orientada hacia adentro", originada primordialmente dentro de los p
trarse sin duda varias razones para este cambio; una razón partic
mente importante fue tal vez el liderazgo asumido por el capital ext
jero en el curso del proceso de industrialización. En todo caso este
bio no se observa ni en Europa ni en Norteamérica —por lo menos n
observa durante las primeras etapas de la industrialización—, don
apoyo a la función empresarial estuvo lejos de evaporarse cuando
reció la función de reforma. Aquí las dos funciones tenían partid
ideológicos distintos. A lo sumo —como ocurrió con cierto tipo de ke
sianismo— hubo un apoyo simultáneo para ambas funciones.
En la América Latina la mutación ideológica que acabamos de
minar —el retiro del apoyo intelectual a una función y su concesi
la otra— se hizo particularmente evidente en Chile, la Argentina
Brasil. Algunos grupos sociales fuertemente arraigados se quedaro
estos países sin protección ideológica, o sea en una posición incómoda
quizá precaria. Es posible que así se explique la disposición de estos
pos a recurrir a la fuerza a fin de recuperar el apoyo ideológico perd
Porque, como señaló Rousseau en su Ensayo sobre el origen de las
guas, la fuerza es un sustituto de la "elocuencia" y la "persuasión"
Podemos formular varias observaciones acerca de las diferencias t
picas que separan a los países latinoamericanos en lo tocante a nues
dos funciones y su interrelación. Es evidente, por ejemplo, que la
ción de reforma surge en fechas completamente distintas y con retr
muy diferentes tras el surgimiento de la función empresarial
Desde luego podemos empezar a explicar estas diferencias examina
do la propiedad de las actividades y los recursos económicos que es
apoyando la mayoría de la función empresarial. Si esa propiedad e
tranjera es de esperarse que el apoyo ideológico de la función emp
rial sea particularmente débil, de modo que las demandas de reforma
de redistribución se escucharían más pronto y con mayor fuerza que
la propiedad del sector económico dinámico estuviera en manos nacio
les. En Chile, por ejemplo, la propiedad extranjera de las minas d
tratos (y más tarde de las minas de cobre) hizo que surgieran pro
algunas demandas de los grupos de clase media para que se gravar
los inversionistas extranjeros y para un fortalecimiento consiguiente
ses desarrollados, como se señaló (pp. 1398 y 1401). Sobre la conjugación de las críticas fo
ladas contra la industrialización desde la izquierda y la derecha véase el capítulo 1, secció
119 En los tiempos antiguos, cuando la persuasión tomó el lugar de la fuerza pública, la
cuencia era necesaria. ¿Qué sería bueno ahora, cuando la persuasión es sustituida po
fuerza pública?" (capítulo 20). Según Rousseau la fuerza prescinde de la elocuencia. Pe
también es posible que el alejamiento de la elocuencia (es decir, del apoyo ideológico)
tribuya a la aplicación de la fuerza.
12° Véanse varios escritos de Aníbal Pinto, por ejemplo su libro Tres ensayos sobre C
y América Latina, Buenos Aires, Solar, 1971, pp. 67 ss.
121 Thomas R. Bates hace una reseña de las notas y observaciones de Gramsci sobr
tema, muy dispersas, en "Gramsci and the Theory of Hegemony", Journal of the Hist
Ideas 36 (1975), pp. 351-366. Véase también Perry Anderson, "The Antinomies of An
Gramsci", New Left Review 100, noviembre de 1976 a enero de 1977, pp. 5-80.
122 Explicar "cómo se adquieren [los Estados], cómo se mantienen, y cómo se pierden
intención de Maquiavelo en El príncipe, según lo define el propio autor en una carta fa
enviada a Francesco Vettory el 10 de diciembre de 1513.
tente porque tienen la esperanza de que les llegue su turno; esta toler
cia de la desigualdad (el "efecto del túnel") durará más tiempo cua
los que se quedan atrás puedan simpatizar con quienes avanzan e
terreno social y económico. Así, la tolerancia será relativamente fug
la función de reforma hará pronto su aparición en las sociedades don
se restrinja el progreso económico a un grupo particular, percibido por
demás como algo distinto y cerrado. Este argumento puede explic
aparición temprana de la función de reforma en Chile y el Uruguay,
que el grupo de grandes terratenientes uruguayos que prosperaron du
te el periodo del crecimiento encabezado por la exportación era tan a
a la clase media urbana como los extranjeros dueños de minas chilena
Sostuve también que el hecho de compartir una experiencia histór
—como la guerra, la revolución o la realización de reformas impo
tes— puede actuar como una fuerte influencia homogeneizadora sobr
sociedad de modo que, tras tales hechos, el escenario queda prepa
para el desarrollo muy desigual y para una tolerancia prolongada de
desigualdad, quizá particularmente en los países donde la reducción o
eliminación de las desigualdades constituyó uno de los objetivos pr
pales de la revolución o la reforma. Cuando la igualdad se proclama c
la esencia de la nacionalidad, y cuando se superan supuestamente las
rreras y las escisiones sociales, el retorno de la desigualdad pasará in
vertido durante largo tiempo, o se tolerará por largo tiempo después
la percepción. México, después de Cárdenas, es un buen ejemplo: tras
fachada de los logros de la Revolución el desarrollo se realizó aqu
una forma muy desigual, pero la estabilidad política se mantuvo
lume hasta el levantamiento estudiantil de 1968.
Algo que no se señaló en el capítulo n es que la tolerancia de la des
igualdad puede ser mayor cuando el crecimiento es rápido que cuando
es lento. Esto puede parecer sorprendente: normalmente son mayores las
desigualdades cuanto más rápido es el crecimiento. Pero con el crecimien
to rápido son más evidentes el cambio económico y la transformación fí
sica concomitante del país y sus ciudades, de modo que la expectativa o
la posibilidad de mejoramiento se comunica convincentemente a diversos
grupos e individuos. Es concebible que este efecto de comunicación del
crecimiento rápido pueda superar a su efecto desnivelador, con el resul
tado paradójico de que el país donde la desigualdad haya aumentado más
estará sujeto a menores presiones reformistas. Sería interesante un exa
men de la historia reciente del Brasil y la Argentina a la luz de esta pro
posición.
5. Resumen
124 Véanse las minutas de la conferencia en Edward M. Earle (comp.), Modem France,
Princeton, Princeton University Press, 1951.