19 - Navarro Correas
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SUMARIOS:
1. La mera referencia o evocación de una marca ajena, o inclusive de una publicidad
comparativa, no se encuentra por sí vedada en nuestro ordenamiento positivo, en tanto
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2. Si bien nuestro derecho positivo se refiere al derecho del titular de una marca para
oponerse a su uso por un tercero (art. 4°, ley 22.362 --Adla, XLI-A, 58--), lo cual
confiere la prerrogativa de promover acciones penales o civiles (arts. 31, inc. b y 35),
una interpretación razonable de esos preceptos conduce a sostener que lo que la ley
procura evitar es el aprovechamiento de la marca ajena, sin autorización de su titular,
para distinguir productos o servicios. Pero esas previsiones no alcanzan a la hipótesis en
que esos productos o servicios no son identificados con la marca ajena, sino que ésta es
empleada tan solo como una referencia de las ya existentes en el mercado.
8. El acceso final al consumidor por medio de la publicidad --al menos por ahora, en
atención al estado de la legislación--, no se puede hacer a través de la publicidad
comparativa en la que se quiera destacar los propios méritos, para lo cual se insta a los
consumidores a efectuar cotejos o comparaciones con otras mercaderías. (Del voto en
disidencia del doctor Craviotto).
10. El uso publicitario por un tercero de una marca ajena, necesariamente remite a la
publicidad comparativa. (Del voto en disidencia del doctor Craviotto).
TEXTO COMPLETO:
2ª Instancia. -- Buenos Aires, marzo 22 de 1991.
El doctor Craviotto dijo:
I. Contra la sentencia de fs. 531/5, apelan la parte actora, y la demandada, quienes fundan sus
recursos a fs. 566/83 y fs. 553/65, respectivamente, los que son contestados a fs. 588/601 y
602/18.
En definitiva, el juez, en su pronunciamiento hace lugar a la demanda promovida por Bodegas J.
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Creo, en una primera aproximación, que no es el caso de autos --en la estricta relación procesal
planteada--, aunque pienso que está en el límite y es muy sutil, como se verá.
V. Pasemos a la pericia de publicidad.
El experto caracteriza --sobre la base de los elementos que tuvo en su poder-- que se trata de una
campaña de presentación de un nuevo producto en el mercado, dirigida al público masivo.
Y en su punto f.f. dice:
"La película tiene por objetivo presentar al consumidor el nuevo vino Saint Valery en el
mercado de vinos argentinos".
"La estrategia de su guión publicitario se basa en la utilización de la imagen de cinco marcas de
vinos prestigiosos, de diferentes bodegas, mediante su imagen reproducidas en cuadros".
"Por lo tanto, resulta imposible que un consumidor pueda creer que los cinco vinos, cuyas
imágenes se exhiben y el vino Saint Valery provengan de la misma bodega".
"La repetida observación de las exhibiciones de la película, me ha permitido constatar que la
imagen del vino Pinot Noir no se destaca particularmente con respecto a las imágenes de los
otros cuatro vinos exhibidos en la 'galería'".
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"Por ese motivo, en la opinión del perito, se utiliza definidamente la imagen de cinco vinos
conocidos para 'dar la bienvenida' al mercado de un nuevo producto".
VI. Simplemente, no es así.
Veamos la realidad.
Para empezar, no son producciones de marcas de vinos prestigiosas. Según surge de los
bastidores reservados, los nombres de los vinos son: Techo de la Hiedra; Viñas San Feliú; Navas
Larreas; Santa Rita; Solera Real.
Reconozco que la asonancia con marcas conocidas es real, pero objetivamente no son marcas
prestigiosas y lo que es más, no sé si son marcas.
Recuérdese lo dicho porque resulta importante.
Coincido en que no se infiere que sean de la misma bodega.
La reproducción de la imagen Pinot Noir se destaca --qué importancia tiene si lo hace más o
menos o igual que las otras reproducciones-- por su formato (diseño), color y etiqueta, al igual
(o más o menos) que la de San Feliú (San Felipe).
En lo que no estoy en absoluto de acuerdo, es con la opinión del perito --aunque bien pudo ser la
de la agencia de publicidad--, que "se utilice definidamente la imagen de cinco vinos conocidos
para dar la 'bienvenida' al mercado de un nuevo producto".
En mi real entender, es una interpretación ingenua, o siguiéndolo pictóricamente, "naif".
¿Por qué no es así?
Porque cuando alguien concurre a una galería de cuadros lo hace para ver o admirar los cuadros
que se exhiben, para lo cual, naturalmente, debe detenerse delante de cada uno, quizás un poco
más o un poco menos, según la obra le "llegue" o no.
Aquí no, las copas, que obviamente representan al potencial consumidor, pasan delante de las
"reproducciones" sin detenerse, diría, indiferentemente.
Es más, si se observa con detenimiento, hacia el final, hay copas que avanzan rápidamente
"como si corrieran" hacia la imagen de Saint Valery.
Recuérdese, porque también es importante.
Y eso de que las marcas conocidas den la bienvenida a un nuevo producto, publicitariamente
puede ser sagaz, pero no lo cree ni el más candoroso.
De hecho la actora, tampoco.
Concuerdo con el experto que no existe entre las etiquetas del producto de la actora y el de la
demandada, confundibilidad alguna, ni tampoco entre los envases.
Pero que no haya "publicidad comparativa" ya lo veremos.
Nótese que a fs. 371 la demandada reconoce que la imagen que aparece en la propaganda
cuestionada y exhibida ante el magistrado, corresponde al cuadro agregado por ella e
individualizado con la letra B.
VII. Desde el punto de vista jurídico empecemos por el principio, aunque luego volvamos sobre
el particular.
Como lo señala De La Cuesta Rute ("Régimen jurídico de la publicidad", p. 64, Ed. Tecnos,
Madrid, 1974) "desde un punto de vista estructural, en todo acto de publicidad, se descubre un
elemento comunicativo que entraña el fin directo o inmediato de que los destinatarios obtengan
un determinado conocimiento sobre la persona del anunciante o sus productos. El objeto del acto
de publicidad está en lo que se comunica, esto es, aquello que se lleva al conocimiento del
público. Pertenece por eso, siempre al mundo de las ideas, en cuanto objeto del conocimiento. Y
es eso objeto al que se denomina aquí mensaje publicitario. Entre el comunicante, anunciante y
el público destinatario de la comunicación, circula el comunicado o mensaje publicitario, que es
el objeto único y propio de la actividad publicitaria 'strictu sensu'."
Sobre distintos conceptos de publicidad véase Varangot ("El contrato de publicidad", ED, 36-
951 y sigts., especialmente p. 954).
Zavala Rodríguez ("Publicidad comercial. Su régimen legal", p. 425, 3, Ed. Depalma, 1947),
dice que "'publicidad comparativa', es la de 'publicitar anuncios, estableciendo comparaciones
entre los productos o los negocios propios y los del rival'. Se quiere destacar --agrega-- los
propios méritos para lo cual se insta a los consumidores a efectuar cotejos o comparaciones con
otras mercaderías. Por eso se alude a la calidad, fabricación, etc., sobresalientes de un artículo y
se la compara con los de otro artículo similar".
Zapiola Guerrico ("La publicidad comparativa. Aspectos jurídicos", LA LEY, 1988-C, 772)
esboza una definición parecida: "Es aquella que recurre a la comparación de productos o
servicios del anunciante con relación a productos o servicios de uno o más competidores, cuyo
nombre es conocido o 'fácilmente identificable' por el público consumidor".
Y luego del análisis que hace de los argumentos a favor y en contra, concluye este autor: "No
obstante lo expuesto, considero que toda publicidad susceptible de confundir al público
consumidor en el sentido indicado debe ser sancionada por los medios que prevé universalmente
la legislación marcaria y las normas que castigan la competencia desleal" (ver III, 1 "in fine").
Bentata ("Derecho marcario", p. 144, Inpi, Caracas, 1986) sostiene que "la publicidad da a
conocer una marca y el darla a conocer es ya no sólo una buena parte de su valor de atracción,
sino la esencia misma de su valor"... "La publicidad, es el fundamento de la producción masiva
y las marcas, son su columna de apoyo. Las marcas se tornan así esencia de la competencia 'en
que el consumidor es el árbitro final': la marca debe, pues, ser claramente distintiva y repeler
toda confusión. El producto fuerte y el producto débil quedan así distinguidos, el primero
apoyando su distintividad y el segundo, buscando la confusión".
"La marca tiene un doble empleo: en el producto y en la publicidad. Es esencialmente un medio
de publicidad y sin ella la publicidad sería inconcebible".
Por su parte Fernández-Novoa ("Fundamentos de derecho de marcas", p. 310, Ed. Montecorvo
S.A.) expresa:
"La más de las veces, la empresa anunciante menciona en sus anuncios y campañas publicitarias
tan solo su propia marca que distingue los productos o servicios anunciados. Pero en algunas
ocasiones en la publicidad de la empresa anunciante aparecen conjuntamente tanto la marca
propia, como la marca de los productos o servicios de un competidor. Así sucede singularmente
en la hipótesis de la publicidad comparativa".
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"En la misma, el anunciante contrapone la oferta propia a la oferta del competidor con el fin de
mostrar que los productos o servicios distribuidos bajo la marca del anunciante, son superiores a
los productos o servicios ajenos; en la publicidad comparativa se mencionan las características --
aparentemente inferiores-- de los productos o servicios distribuidos bajo la marca de una
empresa competidora. De ese modo, la publicidad comparativa se caracteriza por aludir
'explícitamente' a la marca de los productos o servicios de un competidor".
Según este autor (p. 312) el derecho sobre la marca confiere al titular la facultad de prohibir que
los terceros utilicen la marca en sus avisos y campañas publicitarias.
Y en el derecho español --dice-- ha de cumplirse la siguiente pauta valorativa: en el conflicto
entre el interés del empresario titular de la marca y el interés de los consumidores, "debe
otorgarse la primacía al interés de los consumidores" (p. 313). Y agrega: "De ahí se sigue que el
interés del titular de la marca mencionada en la publicidad comparativa difundida por un
competidor, 'tiene que sucumbir ante el supremo interés de los consumidores' en obtener
información adecuada por medio de la publicidad comparativa. Por lo mismo, el titular del
derecho de la marca no podrá ejercitar el ius prohiendi frente al tercero que emplea en su
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Y así, el autor brasileño, señala (ob. cit. ps. 421 y 427) que el II Congreso Brasileño de
Propaganda aprobó en 1978, lo que fue denominado Código Brasileño de Autorreglamentación
Publicitaria, cuya razón de ser era "la total ausencia de reglamentación, que permite prácticas
desordenadas en perjuicio de la sana competencia entre anunciantes y 'agrediendo los justos
derechos del consumidor' y el otro extremo, que es el delegar totalmente la función
reglamentaria a los gobernantes, cuyas estructuras ejecutivas y legales, no siempre demuestran
entender la función, el valor y las sutilezas de la publicidad comercial".
En la sección 7ª del Código de Etica sobre publicidad comparativa se pone en evidencia el
"principio de veracidad", la "exigencia de objetividad" y la "posibilidad de comprobación".
En su art. 32 se preceptúa:
"a) que su objetivo principal sea el 'esclarecimiento' y aun 'la defensa del consumidor';
b) que tenga por principio básico 'la objetividad en la comparación', dado que datos subjetivos,
de fondo psicológico o emocional, no constituyen una base válida de comparación ante el
consumidor;
c) que la comparación alegada o realizada 'sea pasible de comprobación';
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d) que tratándose de bienes de consumo, la comparación sea hecha con modelos fabricados en el
mismo año, siendo condenable la confrontación entre productos de distintas épocas, a no ser que
se trate de referencia para demostrar evolución, lo que en ese caso debe ser especificado;
e) que 'no se establezca confusión' entre productos y marcas competidores;
f) que no se caracterice competencia desleal, 'denigración a la imagen del producto o la marca de
otra empresa';
g) que no se utilice injustificadamente la imagen corporativa o el prestigio de terceros.
h) que cuando se haga una comparación entre productos 'cuyo precio' no es de igual nivel, 'tal
circunstancia sea claramente indicada por el anuncio'".
Es de señalar finalmente, que la ley brasileña 4680 del 18/6/65, sobre el ejercicio de la profesión
del publicitario y agente de propaganda en su art. 17 dispone:
"La actividad publicitaria nacional será regida 'por los principios y reglas del Código de Etica'
de los profesionales de la propaganda instituido por el I Congreso Brasileño de Propaganda,
realizada en octubre de 1957, en la Ciudad de Río de Janeiro".
Como lo dice Bulgarelli: "Este Código (el de Etica) que habiendo nacido 'del impulso y de la
iniciativa de los propios profesionales' interesados, estaba destinado a servir de norma
corporativa interna, terminó siendo, como afirmamos, utilizado por el propio Estado..." (p. 422).
XIV. Del análisis circunstanciado que precede, se infiere como también lo señala Araya C.
("Publicidad, Publicidad ilícita. Protección de los consumidores", en Legislación Argentina de
El Derecho, 1982, ps. 1026 y sigts.) que la referencia "con la publicidad ilícita en general y
engañosa en particular, precisa algo más que el principio de la veracidad publicitaria", necesita
de otras providencias que lo efectivicen y preserven. Estas medidas de protección y defensa de
los consumidores en relación con la publicidad, se incluyen entre el autocontrol por los propios
anunciantes y el extremo opuesto del control estatal. Entre estos dos límites encontramos el
control judicial de la publicidad caracterizado por una ampliación de la legitimación activa (p.
1029).
Del estudio del sistema del autocontrol entre nosotros, o sea, la Comisión Intersocietaria de
Autorregulación Publicitaria, resulta que si un mensaje (aviso publicitario) no es levantado, a
pesar del dictamen de la Comisión --que actúa de oficio o pedido de parte--, el asunto termina en
una comunicación con copia de la resolución de las autoridades u organismos nacionales
(Secretaría de la Información Pública, Secretaría de Comercio, Comité Federal de la
Radiodifusión, municipalidades, etcétera).
¿Y?
Compárese tal sistema --aparte de los ya señalados-- con el sistema sueco, según así lo señala
Araya (p. 1030), que por resultarme interesante, lo transcribo:
"A partir del 1/1/71, tiene vigencia en Suecia un órgano administrativo cuyo propósito 'es tutelar
los intereses de los consumidores': el ombudsman de los consumidores. La defensa de éstos se
concreta en tres leyes fundamentales, dos de carácter substantivo --la ley contra los métodos de
venta abusivos y la ley contra las condiciones generales de los contratos ilícitos-- y una de
substancia procesal, la ley sobre el tribunal de mercado. De estas leyes interesan la que trata
sobre métodos de venta abusivos y la que regula el tribunal del mercado, pues son las que
precisan la actuación y competencia del ombudsman de los consumidores".
"Este organismo tiene otros fines, el de representar el interés de los consumidores en las
negociaciones con los empresario, como también 'el de actuar ante los tribunales' y 'vigilar el
cumplimiento de las normas referidas a la protección del consumidor contenidas en la ley sobre
métodos de venta abusivos'."
"La actuación de la entidad es la que sigue: por un 'convenio celebrado con las grandes agencias
de publicidad', el ombudsman de los consumidores recibe mensualmente para su examen, toda la
publicidad de los periódicos, la directa y la referida a determinados sectores de productos,
particularmente los que afectan a la salud (tabacos, productos farmacéuticos, productos para
adelgazar, etc.). Las investigaciones se concentran en determinados sectores, no obstante, los
terceros pueden formular reclamaciones dirigidas a las más variadas clases de publicidad por
ejemplo, catálogos de empresas que venden por correspondencia, prospectos publicitarios,
publicidad oral en las visitas publicitarias a domicilio".
Y lo siguiente, es lo que me impresionó del sistema:
"Cuando una alegación publicitaria infringe las buenas costumbres del tráfico comercial o
lesiona 'los intereses de los consumidores' o de los competidores, el ombudsman de los
consumidores, pide ante el tribunal del mercado su prohibición. Si no hubiere reclamación del
organismo pueden actuar ante el tribunal los empresarios y las asociaciones de empresarios, 'de
consumidores' y de trabajadores".
"Decretada la prohibición 'ha de cesar de inmediato la publicación' y no resulta ya posible
difundir cualquier otro anuncio semejante. Por norma del tribunal establece 'una multa
pecuniaria' para el supuesto de incumplimiento de la prohibición; 'la multa suele ser de
importancia económica', pues 'únicamente será abonada en el caso de no respetarse la decisión
dada'".
"Corresponde destacar que el anunciante 'queda obligado a probar que son exactas' las
alegaciones, afirmaciones y promesas realizadas, es decir, se consagra la inversión de la
prueba".
"En los casos de poca importancia el ombudsman ordena la cesación de los anuncios y su
decisión acertada tiene los mismos efectos de la sentencia del tribunal de mercado. El
ombudsman trata siempre de acordar con el empresario anunciante, para obtener la cesación
inmediata del anuncio haciendo en el caso innecesaria la concurrencia al tribunal..." (p. 1030).
XV. En síntesis, en nuestro derecho "vigente" no existe norma que regule el punto en forma
concreta y eficaz, entendiendo por esto último, que su violación ponga en marcha un
mecanismo, que tenga como consecuencia una sanción real.
Como la publicidad es ágil, cambiante, evocativa, ese dispositivo debe ser a su vez rápido y
claro, con sanciones aleccionadoras, todo ello en miras al bien tutelado que --una vez más-- es el
público consumidor, como reiteradamente lo ha sostenido esta Cámara, en orden a la
confundibilidad marcaria.
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Y no importa, de últimas, que ese bien tutelado sea protegido a través del autocontrol --
supuestos que ya vimos--, si éste es efectivo y obligatorio; o en su defecto un control estatal, sea
éste legal o judicial.
Tengo a la vista el Orden del Día núm. 1430 de las sesiones ordinarias --año 1989--, de la H.
Cámara de Diputados, en el cual las Comisiones de Comercio, de Industria y de Legislación
General, el 20/9/89 aprueban el proyecto de la Diputada Cristina Guzmán y por el cual, de
convertirse en ley, se incorporaría como art. 9° bis de la ley 22.802 (6 Edla, p. 158), proyecto
que, por resultarme también interesante transcribo:
"Art. 1°: Incorpórase como art. 9° bis de la ley 22.802 el siguiente:
La publicidad que recurra a la 'comparación' de productos o servicios del anunciante con
relación a productos o servicios de uno o más competidores, cuyo nombre o marca 'sea conocido
o fácilmente identificable' por el público consumidor, deberá ajustarse a las siguientes
disposiciones:
a) Los productos o servicios 'comparados' deben ser 'identificados en forma clara y precisa',
evitando 'denigrar o desacreditar' a los del competidor o a su buen nombre y reputación.
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le convenga.
Consecuentemente el uso de la marca ajena --en el plano comparativo--, salvo en el aspecto
precios cuyo objetivo claro y diáfano es el beneficio del público consumidor, ante el cual debe
ceder, no es admisible.
Y ello es así, en tanto y en cuanto no se pergeñe un control --o autocontrol-- que en los hechos
no se da, prueba de lo cual es este pleito-- porque sin ese control no se advierte la seguridad del
beneficio, del recordado público consumidor, al que hay que evitarle la posibilidad de ser
inducido a engaño o error.
XVIII. De todo lo expuesto, no se sigue que la actora, en punto a daños, tenga razón.
El daño es un presupuesto de la responsabilidad (esta sala causas 5584 del 31/5/78; 9116 del
30/4/80; 9442 del 30/5/80, entre otras; sala II causa 4412 del 1/4/77, entre otras) y para que sea
indemnizables es preciso que guarde "relación de causalidad" adecuada con la conducta
atribuida a su autor (esta sala causa 7038 del 28/11/78, entre otras) corriendo por cuenta de
quien los alega, la prueba de tales extremos (art. 377, Cód. Procesal, esta sala, causa 746 del
23/10/81 y 930 del 19/3/82, sus citas; sala II, causa 306 del 27/2/81, todo ello citado en el fallo
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bastidores que contienen las botellas de vinos conocidos, pero al llegar al "Saint Valery", se
inclinan para rendirle su admiración. Es aquí cuando adquiere significación la voz en "off" que
dice lo siguiente: "Todos los días algo fuera de lo común, Saint Valery con todo el arte de un
gran vino".
Ese paso de las copas, aparentemente indiferente ante los vinos ya conocidos no me parece que
signifique un desprecio por ellos; exteriorizan, en cambio, una especial atención a la "nueva
obra de arte", lo cual quiere decir que las anteriores también lo son. Es, en definitiva, una
llamada de atención a lo nuevo, a lo más reciente, lo cual no quiere decir que ea mejor que lo
anterior o que esto sea despreciable. La publicidad no me sugiere esta idea de demérito o de
desprestigio que sí sería reprochable.
Se ha puesto el acento en que las botellas del vino de la actora tendrían una etiqueta que dice
"Navas Larrea" en lugar de "Navarro Correas". Efectivamente, aquélla es la leyenda que figura
en los bocetos agregados como prueba, pero ese cambio de denominación es totalmente ilegible
en el video, sea que se lo proyecte a velocidad normal -que es como habrá de llegar al
consumidor- o cuadro por cuadro.
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Llego, por lo tanto, a la conclusión de que la aparición de las botellas de vino de la actora en el
video que es materia de este juicio (aparición por cierto fugaz que apenas dura la fracción de un
segundo), no constituye el uso de la marca ajena que proscribe nuestro ordenamiento positivo.
Esta conclusión es tanto más compatible con el caso de autos sí se tiene en cuenta que la
publicidad cuestionada no ha originado ningún daño que deba ser resarcido por la demandada,
tal como se pone de manifiesto en el voto precedente, a cuyos fundamentos me remito en esta
parte.
Consecuentemente considero que la sentencia apelada se debe revocar y, por lo tanto, que se
debe rechazar la demanda, con costas de ambas instancias por su orden y las comunes por
mitades, habida cuenta de la novedad de la cuestión propuesta, de su carácter opinable, y de las
fundadas razones que concurren para adoptar una u otra solución.
El doctor Farrell dijo:
El voto del doctor Craviotto contiene un análisis erudito del conflictivo tema de los límites
legales de la publicidad: sin duda, sus comentarios resultarán de gran utilidad para la solución de
casos futuros.
Mi disenso con él en la presente causa tiene un sustento puramente fáctico: yo no veo el video
de autos como él lo vé. Ante todo quiero exponer cómo examiné el video en cuestión: lo vi una
docena -o más de veces, pero siempre a velocidad normal.
No lo examiné cuadro por cuadro, simplemente porque no fue filmado para exhibirlo cuadro por
cuadro.
No creo que el video tenga una sola interpretación posible; la del perito en publicidad es
admisible, pero no la única. Tal vez las copas representen a los consumidores, que se alegran de
la aparición de un nuevo vino. Pero esto no denigra a los vinos anteriores; yo me alero cuando
aparece un nuevo cuadro en un museo, y no dejo por eso de seguir apreciando los cuadros que
ya poseía el museo.
Quizás se diga que este caso es diferente; si yo aprecio el nuevo vino dejo de consumir algunos
de los otros. En la medida en que el nuevo venda por lo menos un envase, de alguna manera
perjudica a las marcas anteriores, pero este efecto del mercado es considerado perfectamente
legal.
Lo importante es que el video no sólo no denigra a otras marcas sino que ni siquiera compara al
nuevo vino con los anteriores; éste no es un caso de publicidad comparativa.
Vaga y rápidamente aparecen en el video otras botellas de vino ¿Por qué esto habría de estar
prohibido? Es imposible -a velocidad normal vincular esas botellas con alguna marca real.
Objetar esta propaganda implicaría restringir el ámbito creativo de las agencias de publicidad, y
ese ámbito es el activo más valioso de una agencia.
Por ello, y razones concordantes del voto del doctor Pérez Delgado, voto para que la demanda se
rechace en todas sus partes, con costas por su orden en ambas instancias.
En mérito a lo deliberado y a las conclusiones del acuerdo precedente, el tribunal resuelve:
revocar la sentencia en recurso. En consecuencia, se rechaza la acción promovida por Bodegas J.
Edmundo Navarro Correas S.A. contra Agro industrias Cartellone S.A. con el objeto de declarar
la ilegalidad de la campaña publicitaria realizada a través de la película "Galería" y obtener la
indemnización de los daños y perjuicios derivados de aquélla. La costas de ambas instancias se
imponen en el orden causado y las comunes por mitades. - Eduardo D. Craviotto. - Jorge G.
Pérez Delgado. - Martín De. Farrell.