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Una Ciencia Que Incomoda

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2.

UNA CIENCIA QUE INCOMODA"


Comencemos por las preguntas más evidentes: ¿Las ciencias sociales, y la sociología
en particular, son verdaderamente ciencias? ¿Por qué siente usted la necesidad de
reivindicar su carácter científico?
Me parece que la sociología posee todas las propiedades que definen a una ciencia.
Pero, ¿hasta qué punto? Esta es la pregunta. Y la respuesta que se puede dar varia
mucho según los sociólogos. Lo único que diré es que hay mucha gente que se dice y
se cree sociólogo y a la que difícilmente reconozco como tal, lo confieso. De
cualquier modo, hace ya mucho tiempo que la sociología ha salido de la prehistoria,
es decir, de la era de las grandes teorías de la filosofia social con la cual
suelen identificarla los profanos. El grupo de sociólogos dignos de llamarse así
concuerda en un capital común de conocimientos adquiridos, conceptos, métodos y
procedimientos de verificación.
Lo cierto es que, por razones sociológicas
evidentes
-entre otras, porque desempeña a menudo el papel de disciplina
refugio-, la sociología es una disciplina muy dispersa (en el sentido estadístico
de la palabra), desde varios puntos de vista. Esto explica que la sociología tenga
el aspecto de una disciplina dividida, más parecida a la filosofía que a las otras
ciencias. Pero este no es el problema: si uno es tan puntilloso sobre el caracter
científico de la sociología, es porque se trata de una disciplina que incomoda.
¿No se ve usted obligado a plantearse preguntas que se hacen objetivamente en otras
ciencias, aunque los científicos no tengan que planteárselas concretamente?
• La sociología tiene el triste privilegio de verse constantemente confrontada con
el problema de su carácter científico. Se es mil veces menos exigente en el caso de
la historia o la etnología, sin mencionar la geografía, la filología o la
arqueología. Al sociólogo se le interroga sin cesar, y él se interroga e interroga
sin cesar. Esto es lo que lleva a creer en un imperialismo sociológico: ¿qué es
esta ciencia que comienza, balbucearte, y se da el lujo de examinar a las otras
ciencias? Estoy pensando, daré, en la sociología de la ciencia. En realidad, la
sociología no hace más que plantear a las demás ciencias las preguntas que a ella
se le presentan de manera especialmente aguda. Si la sociología es una ciencia
critica, se debe quizá a que ella misma está en una posición critica. Se dice que
la sociología crea problemas. Sabemos, por ejemplo, que se le achaco
Mayo de 68. Se pone en tela de juicio no solo su existencia como ciencia, sine su
existencia. Sobre todo en este memento, cuando algunos, que poseen
Entrevista con Pierre Thuillier, en La Recherche, núm. 112, junio de 1980, pp. 738-
743.
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desgraciadamente el poder de lograrlo, se esfuerzan por destruirla, mientras
refuerzan por todos los medios posibles a la "sociología" edificante, como el
Instituto Augusto Comte o la Facultad de Ciencias Políticas. Esto se hace en nombre
de la ciencia, y con la complicidad activa de ciertos "científicos" (en el sentido
trivial del término).
¿Por qué la sociología en particular crea problemas?
• ¿Por qué? Porque revela cosas ocultas y a veces reprimidas, como la correlación
del léxico en la escuela, que se identifica con la "inteligencia", con el origen
social o, más bien, con el capital cultural heredado de la familia. Estas son
verdades que a los tecnócratas, los epistemócratas -es decir, a muchos de los que
leen sobre sociología y la financian - no les gusta oír. Otro ejemplo: mostrar que
el mundo científico es el terreno de una competencia dirigida por la búsqueda de
ganancias especificas (premios Nóbel u otros, la prioridad del descubrimiento, el
prestigio, etcétera) y realizada en nombre de intereses específicos (es decir, que
no se pueden reducir a los intereses económicos en su forma ordinaria y se perciben
por ende como "desinteresados") es poner en tela de juicio una angiografía
científica, en la que participan con frecuencia los científicos, y de la cual
necesitan para creer en lo que hacen.
De acuerdo: la sociología se presenta como agresiva y molesta. Pero, ¿por qué es
necesario que el discurso sociológico sea "científico"?
también los
periodistas plantean preguntas molestas, y ellos no dicen pertenecer al terreno de
la ciencia. ¿Por qué es decisivo que haya una frontera entre la sociología y un
periodismo critico?
Porque existe una diferencia objetiva. No es una cuestión de honor. Hay sistemas
coherentes de hipótesis, conceptos, métodos de verificación, todo aquello que se
suele vincular con la idea de ciencia. En consecuencia, ¿por qué no decir que es
una ciencia, silo es? Además, está en juego algo muy importante: una de las maneras
de deshacerse de las verdades molestas es decir que no son científicas, lo cual
significa que son "políticas", esto es, suscitadas por el
"interés", la
"pasión", y por lo tanto, relativas y
relativizables.
Si se le plantea a la sociología la cuestión de su cientificidad, ¿no se debe
también a que se ha desarrollado con cierto retraso en relación con las demás
ciencias?
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• Sin duda. Mas ello debería mostrar que este "retraso" se debe al hecho de que la
sociología es una ciencia especialmente difícil, especialmente indemostrable.
Una de las mayores dificultades se encuentra en el hecho de que sus objetos son la
que se parte en juego en las luchas; las cosas que se ocultan, que se censuran, por
las cuales uno está dispuesto a morir. Esto es cierto para el propio investigador,
que está en juego en sus propios objetos, y la dificultad especial de hacer
sociología proviene muy a menudo de que la gente tiene miedo de lo que va a
encontrar. La sociología confronta sin cesar al que la practica con duras
realidades; desencanta. Por ello, y contrariamente a lo que a menudo se cree, desde
dentro y desde fuera no ofrece ninguna de las satisfacciones que busca la
adolescencia en el compromiso político. Desde este punto de vista, se sitúa
precisamente en el extreme opuesto de las llamadas ciencias "puras", las que, como
el arte, y en especial el más "puro" de todos, la música, son probablemente en
parte refugios donde uno se retira para olvidarse del mundo, universos depurados de
todo lo que crea problemas, como la sexualidad o la politica. Ello explica que las
mentes formales o formalistas hagan por lo general una sociología muy pobre.
Usted muestra que la sociología interviene en asuntos que son importantes
socialmente. Esto plantea el problema de su "neutralidad", su "objetividad".
¿Puede el sociólogo permanecer al margen de la contienda, en una posición de
observador imparcial?
• La particularidad del sociólogo es tener como objeto los campos de lucha: no solo
el de la lucha de clases, sino también el campo mismo de las luchas científicas. El
sociólogo ocupa una posición en estas luchas, primero como poseedor de un
determinado capital económico y cultural en el campo de las clases; después, como
investigador dotado de un determinado capital especifico en el campo de la
producción cultural, y, más precisamente, en el sub-campo de la sociología. Esto lo
debe tener siempre presente, para tratar de dominar todo aquello que en su
práctica, lo que ve y no ve, lo que hace o no hace -por ejemplo, los objetos que
decide estudiar - proviene de su posición social. Por ello, la sociología de la
sociología no es para mi una "especialidad" entre otras, sino una de las
condiciones primarias de una sociología científica.
En efecto, me parece que una de las principales causas de error en la sociología
reside en una relación no controlada con el objeto, o, para ser más exactos, reside
en el desconocimiento de todo aquello que en la visualización del objeto proviene
del punto de vista, es decir, de la posición que se ocupa en el espacio social y en
el campo científico.
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Me parece que en efecto, las posibilidades de contribuir a la producción de la
verdad dependen de dos factores principales, que están ligados a la posición que
uno ocupa: el interés que se tiene en saber y hacer saber la verdad (o, por el
contrario, de ocultarla y ocultársela a sí mismo) y la capacidad de producirla.
Conocemos el dicho de Bachelard: "No hay más ciencia que la de lo oculto." El
sociólogo está tanto mejor armada para descubrir lo oculto cuanto mejor armada esté
cientificamente, cuanto mejor utilice el capital de conceptos, métodos y técnicas
que han acumulado sus predecesores - Marx, Durkheim, Weber y muchos otros - y
cuanto más "crítico" sea, cuanto más subversiva sea la intención consciente o
inconsciente que lo anima, y más interés tenga por revelar lo que está censurado,
reprimido, en el mundo social. Si la sociología no avanza con mayor rapidez, al
igual que la ciencia social en general, ello se debe quizá en parte al hecho de que
estos dos factores tienden a variar en razón inversa.
Cuando el sociólogo logra producir algo de verdad, por poca que sea, no lo hace a
pesar de tener interés por producirla, sino porque le interesa -la cual es
exactamente lo contrario del discurso un tanto pueril sobre la "neutralidad".
Como en todos los campos, este interés puede consistir en el deseo de ser el
primero en realizar un descubrimiento y apropiarse de todos los derechos asociados
con él, o en la indignación moral o la rabia en contra de ciertas formas de
dominación y contra aquellos que las defienden en el seno del campo científico. En
pocas palabras, no hay una inmaculada concepción; no habría muchas verdades
científicas si hubiera que condenar tal o cual descubrimiento (basta pensar en la
"doble espiral") so pretexto de que las intenciones o los procedimientos de los
descubridores no eran muy puros.
Pero, en el caso de las ciencias sociales, ¿acaso el "interés", el "apasionamiento"
o el "compromiso" no pueden conducir a la ceguera, lo cual daría la razón a los
defensores de la "neutralidad"?
• De hecho, y esto es lo que constituye la dificultad particular de la sociología,
estos
"intereses", estas "pasiones", nobles o bajas, solo llevan a la verdad científica
en la medida en que vienen acompañados por un conocimiento científico de lo que los
determina y de los limites que imponen al conocimiento.
Por ejemplo, todo el mundo sabe que el resentimiento vinculado con el fracaso solo
nos hace más lúcidos respecto del mundo social porque nos ciega sobre el principio
mismo de dicha lucidez.
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Pero esto no es todo. Cuanto más avanzada se encuentra una ciencia, más
insoportable es el capital de saberes acumulados, y también las estrategias de
subversión a critica, cualquiera que sea su "motivación", deben, para ser eficaces,
movilizar un saber importante. En la física, resulta difícil vencer a un adversario
esgrimiendo argumentos de autoridad a, como aún sucede en la sociología,
denunciando el contenido político de su teoría. En aquel campo las armas del
critico deben ser científicas para ser eficaces. En la sociología, por el
contrario, toda proposición que contradiga las ideas aceptadas por todo el mundo se
vuelve sospechosa de haber surgido de una presuposición ideológica, una toma de
posición politica. Choca con intereses sociales, con los intereses de los que son
dominantes, cómplices del silencio y del "buen sentido (que indica la que es, debe
ser, y no puede ser de otra forma), con los intereses de los portavoces, de los
altoparlantes, que necesitan ideas simples, simplistas, slogans. Por ello se le
exigen mil veces más pruebas (lo cual, en realidad, está muy bien) que a los
portavoces del "buen sentido". Y cada descubrimiento de la ciencia pone en marcha
todo un trabajo de "critica" retrógrada, que cuenta con todo el orden social
(créditos, puestos, honores, y, por ende, la creencia) y cuyo objetivo es volver a
cubrir lo que se había descubierto.
Hace un momento cito usted en una sola referencia a Marx, Durkheim y Weber.
Ello equivale a suponer que sus respectivas contribuciones son acumulativas.
Empero, de hecho, sus enfoques son diferentes. ¿Cómo es posible concebir que haya
una ciencia única detrás de tanta diversidad?
• En varios casos sólo es posible hacer avanzar la ciencia con la condición de
comunicar teorías opuestas, que en muchas ocasiones se han constituido unas contra
otras. No se trata de realizar esas falsas síntesis eclécticas que han causado
tantos estragos en la sociología. Dicho sea de paso, la condena del eclecticismo
con frecuencia ha servido como excusa para la incultura: resulta tan fácil y cómodo
encerrarse en una tradición; desgraciadamente, el marxismo ha cumplido muchas veces
esta función de seguridad perezosa. La síntesis sólo es posible a costa de un
cuestionamiento radical que conduce al principio del antagonismo aparente. Por
ejemplo, en contra de la regresión ordinaria del marxismo hacia el economicismo,
que no conoce más que la economía en el sentido restringido de la economía
capitalista y todo lo explica mediante esta definición de economía, Max Weber
amplia el análisis económico (en el sentido generalizado) hacia campos que suele
descuidar la economía, como es la religión. Así, caracteriza a la Iglesia, con una
magnifica formula, como detentadora del monopolio de la manipulación de los bienes
de salvación. In-
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cita a un materialismo radical que busca los determinantes económicos (en el
sentido más amplio) en áreas donde reina la ideología del "desinterés", como el
arte o la religión.
Lo mismo ocurre con la noción de legitimidad.
Marx rompe con la
representación ordinaria del mundo social al mostrar que las relaciones
"encantadas"
-como las del paternalismo, por ejemplo - ocultan relaciones
de fuerza. Weber parece contradecir radicalmente a Marx: recuerda que la
pertenencia al mundo social implica una parte de reconocimiento de la legitimidad.
Los profesores - he aquí un buen ejemplo del efecto de posición
- eligen la diferencia. Prefieren oponer a los autores y no integrarlos. Resulta
más cómodo para elaborar cursos claros: primera parte: Marx; segunda parte:
Weber; tercera parte: yo...
Ello a pesar de que la lógica de la investigación
conduce a superar la oposición remontándose a una raíz común. Marx elimino de su
modelo la verdad subjetiva del mundo social, y en contra de ella planteo la verdad
objetiva de este mundo como relación de fuerzas. Pero sucede que si el mundo social
se viera reducido a su verdad de relación de fuerzas, si no estuviera, hasta cierto
punto, reconocido como legitimo, no funcionaría. La representación subjetiva del
mundo social como legítimo forma parte de la verdad completa de este mundo.
Dicho de otro modo, usted se esfuerza por integrar en un mismo sistema conceptual
las aportaciones teóricas que la historia o el dogmatismo han separado
de manera arbitraria.
• La mayoría de las veces, el obstáculo que impide que se comuniquen los conceptos,
los métodos o técnicas no es lógico, sino sociológico. Aquellos que se han
identificado con Marx (o con Weber) no pueden apoderarse de lo que les parece su
negación sin tener la impresión de que se están negando a si mismos, o
desdiciéndose (no podemos olvidar que, para muchos, decirse
marxista no es mi mas ni menos que un acto de te, o un emblema totemico).
Esto es igualmente válido en lo que se refiere a las relaciones entre "teóricos" y
"empiristas", entre defensores de la investigación llamada "fundamental" y de la
llamada "aplicada". Por ello mismo la sociología de la ciencia puede tener un
efecto científico.
¿Debemos suponer que una sociología conservadora está condenada a ser siempre
superficial?
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• Los dominante siempre ven con males ojos al sociólogo, o al intelectual que hace
las veces de sociólogo cuando esta disciplina no está aún constituida o no puede
funcionar, como en la actual Unión Soviética. Se han hecho cómplices del silencio
porque no encuentran nada que criticar en el mundo que ellos dominan y que, por eso
mismo, les parece evidente, "natural". Es otra manera de decir que el tipo de
ciencia social que uno puede hacer depende de la relación que se tiene con el mundo
social, y, por ende, de la posición que se ocupa en dicho mundo.
Dicho de manera más precisa, esta relación con el mundo se traduce en la función
que el investigador asigna consciente o inconscientemente a su práctica, y que
dirige sus estrategias de investigación: los objetos que elige, los métodos que
emplea, etcétera. Uno puede elegir como objetivo la comprensión del mundo social,
en el sentido de comprender por comprender. Por el contrario, uno puede buscar
técnicas que permitan manipulario, con lo cual pone la sociología al servicio de la
gestión del orden establecido. Para que se comprenda esto, he aquí un ejemplo
sencillo: la sociología religiosa puede identificarse con una investigación con
fines pastorales que tome como objeto a los laicos, a los determinantes sociales de
la práctica o de la ausencia de la práctica, como una especie de estudio de mercado
que permita racionalizar las estrategias sacerdotales de venta de "bienes de
salvación"; o puede, por el contrario, elegir como objeto la comprensión del
funcionamiento del campo religioso, del cual los laicos no son más que un aspecto,
ocupándose, por ejemplo, del funcionamiento de la Iglesia, de las estrategias que
utiliza para reproducirse y perpetuar su poder -entre las cuales hay que considerar
las investigaciones sociológicas (que realizaba originalmente un canónigo).
Una gran parte de los que se llaman a sí mismos sociólogos o economistas son
ingenieros sociales, cuya función es proporcionar recetas a los dirigentes de
empresas privadas o a los gobiernos. Ofrecen una racionalización del conocimiento
practico o semicientífico que los miembros de la clase dominante poseen sobre el
mundo social. Hoy en día, los dirigentes necesitan una ciencia capaz de
racionalizar, en los dos sentidos, la dominación, a la vez capaz de reforzar los
mecanismos que la garantizan y de legitimarla. Por supuesto, los limites de esta
ciencia se encuentran en sus funciones prácticas: tanto en el caso de los
ingenieros sociales como en el de los dirigentes de la economía, nunca podrá
realizar un cuestionamiento radical. Por ejemplo, la ciencia del gerente general de
la Compañía Bancaria, que es grande, muy superior en ciertos aspectos a la de
muchos sociólogos o economistas, está limitada por el hecho de que su finalidad
única e indiscutida es la maximización de las ganancias de la
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institución.
Son ejemplos de esta "ciencia" parcial la sociología de las
organizaciones o la "ciencia politica", como las enseñan en el Instituto Augusto
Comte o en la Facultad de Ciencias Políticas, con sus instrumentos predilectos,
como el del sondeo.
La distinción que usted hace entre teóricos e ingenieros sociales, ¿no coloca a la
ciencia en una situación del arte por amor al arte?
• De ninguna manera. Hoy en día, entre la gente de quien depende la existencia de
la sociología, cada vez son más los que se preguntan para qué sirve. En realidad,
las posibilidades que tiene la sociología de desilusionar o de contrariar al poder
son tanto mayores cuanto mejor cumple su función propiamente científica. Esta
función no es la de servir para algo, es decir, para alguien. Pedir que la
sociología sirva para algo es siempre una forma de pedirle que esté al servicio del
poder. Su función científica es comprender al mundo social, empezando por el poder.
Es una operación que no es socialmente neutra y que cumple indudablemente una
función social. Entre otras razones, porque no hay poder que no deba una parte -y
no la menos importante- de su eficacia al desconocimiento de los mecanismos en los
cuales se funda.
Ahora quisiera abordar el problema de las relaciones entre la sociología y las
ciencias afines. Usted comienza su libro sobre La distinction con la frase
siguiente:
"[...] en pocos casos la sociología se parece tanto a un psicoanálisis social como
cuando se enfrenta al análisis del gusto". Luego aparecen cuadros estadísticos,
relaciones de encuestas y también análisis de tipo literario, como los que se
encuentran en Balzac, Zola o Proust. ¿Cómo se articulan estos dos aspectos?
• Este libro es el resultado de un esfuerzo por integrar dos formas de
conocimiento, la observación etnográfica, que no puede apoyarse más que en un
número reducido de casos, y el análisis estadístico, que permite establecer
regularidades y situar los casos examinados dentro del universo de los casos
existentes. Se trata, por ejemplo, de las descripciones comparadas de una comida
popular y de una comida burguesa reducidas a sus rasgos pertinentes.
Por el lado de lo popular, está la primacía declarada de la función, que
encontraremos en todas las formas de consume: se quiere que la comida sea
sustanciosa, que "llene", como se le pide al deporte, el físico-culturismo por
ejemplo, que proporcione fuerza (músculos aparentes). Por el lado burgués, está la
primacía de la forma o las formas ("cubrir las formas") que implica una especie de
censura y de represión de la función, una estatización que encontraremos en todo,
tanto en el erotismo como en la pornografía sublimada o
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negada como en el arte puro, que se define precisamente por el hecho de privilegiar
la forma en detrimento de la función. En realidad, los análisis llamados
"cualitativos", o, peor aún, "literarios", son esenciales para compren-der, es
decir, para explicar de manera completa lo que las estadísticas no hacen más que
registrar, en lo cual se asemejan a las estadísticas de pluviométrica.
Conducen al principio de todas las prácticas observadas, en los campos más
diferentes.
Para volver a mi pregunta, ¿cuáles son sus relaciones con la psicología, la
psicología social, etcétera?
• La ciencia social no ha cesado de tropezar con el problema del individuo y la
sociedad. En realidad, las divisiones de la ciencia social en psicología,
psicología social y sociología, según yo, están constituidas en torno a un error
inicial de definición. La evidencia de la individualización biológica impide ver
que la sociedad existe en dos formas inseparables: por un lado, las instituciones,
que, pueden tomar la forma de cosas físicas, como monumentos, libros, instrumentos,
etcétera; por otra, las disposiciones adquiridas, las formas duraderas de ser o de
actuar, que encarnan en cuerpos (que yo llamo habitus).
El cuerpo socializado (lo que se llama individuo o persona) no se opone a la
sociedad: es una de sus formas de existencia.
En otras palabras, la psicología estaría entonces encajonada entre la biología por
un lado (que proporciona las constantes fundamentales) y la sociología por otro,
que estudia la forma en que se desarrollan estas constantes, y que está, por ende,
facultada para tratar todo, incluyendo lo que llamamos la vida privada, la amistad,
el amor, la vida sexual, etcétera.
• Absolutamente cierto. Contrariamente a la representación común que consiste en
asociar la sociología con lo colectivo, hay que recordar que lo colectivo está
depositado en cada individuo bajo la forma de disposiciones duraderas, como las
estructuras mentales. Por ejemplo, en La distintion, trato de establecer de manera
empírica la relación que existe entre las clases sociales y los sistemas de
clasificación incorporados, los cuales son producto de la historia colectiva, y se
adquieren en la historia individual, como los que pone en práctica el gusto
(pesado/ligero, caliente/frio, brillante/opaco, etcétera).
Pero entonces, ¿qué es lo biológico y lo psicológico para la sociología?
• La sociología toma lo biológico y lo psicológico como algo dada. Trata de
establecer cómo lo utiliza, lo transforma y la transfigura el mundo social. El 69

hecho de que el hombre tenga un cuerpo, y que este cuerpo sea mortal, plantea
problemas difíciles para los grupos. Estoy pensando en el libro de Kantorovitch,
Les deux corps du roi, en el que el autor analiza los subterfugios socialmente
aprobados mediante los cuales se las arreglan para afirmar la existencia de una
realeza trascendente en relación con el cuerpo verdadero del rey, por el que llega
la imbecilidad, la enfermedad, la debilidad y la muerte.
"El rey ha muerto, viva el rey." No era tan sencillo.
Usted mismo habla de descripciones etnográficas.
• La distinción entre etnología y sociología es un ejemplo característico de
frontera falsa. Como trato de mostrarlo en mi último libro, Le sens pratique, es
meramente producto de la historia (colonial) que no tiene ninguna justificación
lógica.
Pero, ¿acaso no hay diferencias de actitud muy marcadas? En la etnología, da la
impresión de que el observador se queda al margen de su objeto y que registra, en
casos extremos, apariencias cuyo sentido no conoce. El sociólogo, por su parte,
parece adoptar el punto de vista de los sujetos que estudia.
• En realidad, la relación de exterioridad que usted describe, y que yo llamo
objetivista, es más frecuente en la etnología, probablemente porque corresponde a
la visión del extranjero. Pero también ciertos etnólogos han jugado el juego (el
doble juego) de la participación en las representaciones indígenas: el etnólogo
embrujado o místico. Se podría incluso invertir la propuesta. Al trabajar
generalmente con un intermediario -los encuestadores
- y nunca tener un contacto directo con los encuestados, ciertos sociólogos tienen
más tendencia al objetivismo que los etnólogos (cuya primera virtud profesional es
la capacidad de establecer una relación real con los encuestados).
A esto se añade la distancia de clase, que no es menos poderosa que la distancia
cultural. Por ella no hay quizá ninguna ciencia más inhumana que la que se produjo
en Columbia, baja la férula de Lazarsfeid, en la cual la distancia que crean Los
cuestionarios y el encuestador interpuesto se ve redoblada por el formalismo de una
estadística ciega. Se aprende mucho sobre una ciencia, sus métodos y contenidos
cuando se hace, como en la sociología del trabajo, una especie de descripción del
puesto. Por ejemplo, el sociólogo burocrático trata a la gente que estudia como
unidades estadísticas intercambiables, sometidas a preguntas cerradas e idénticas
para todos, mientras que el informador del etnólogo es un personaje eminente, con
el cual se tiene contacto durante mucho tiempo, con quien se tienen entrevistas
profundas.
70
Usted se opone entonces al enfoque "objetivista" que sustituye la realidad con el
modelo, pero, ¿también se opone a Michelet, que quería resucitar, o a Sartre, que
quiere captar significados por medio de una fenomenología que a usted le parece
arbitraria?
Por completo. Por ejemplo, considerando que una de las funciones de los rituales
sociales es la de dispensar a los agentes de todo lo que colocamos bajo el membrete
de "vivencia", no hay nada más peligroso que colocar la
"vivencia" donde no la hay, como, por ejemplo, en las prácticas rituales. La idea
de que lo más generoso es proyectar su "vivencia" en la conciencia de un
"primitivo", de una "bruja" o de un "proletario" me ha parecido siempre un tanto
etnocéntrica. La mejor que puede hacer el sociólogo es objetivar los efectos
inevitables de las técnicas de objetivación que se ve obligado a emplear, como la
escritura, los diagramas, planos, mapas, modelos, etcétera. Por ejemplo, en Le sens
pratique trato de mostrar que por no haber comprendido los efectos de la situación
de observador y de las técnicas que emplean para captar su objeto, los etnólogos
han constituido al "primitivo" como tal porque no han sabido reconocer en él lo que
son ellos mismos en cuanto dejan de pensar de manera científica, es decir, en la
práctica. Las lógicas llamadas "primitivas" son sencillamente lógicas prácticas,
como la que utilizamos para juzgar a un
cadro o a un carteto.
Pero, ¿no es posible recuperar la lógica de todo esto y conservar lo "vivido"?
• Hay una verdad objetiva de la subjetivo, incluso cuando contradice la verdad
objetiva que se debe construir en contra de él. La ilusión no es, como tal,
ilusoria. Seria traicionar la bietividad el hacer como si los sujetos sociales no
tuvieran una representación, una experiencia de las realidades que construye la
ciencia como, por ejemplo, las clases sociales. Entonces, es necesario abrirse paso
a una objetividad más elevada, que cede el lugar a esta subjetividad. Los agentes
tienen una "vivencia" que no es la verdad completa de lo que hacen y que, sin
embargo, forma parte de la verdad de su práctica. Tomemos, por ejemplo, a un
presidente que declara "se levanta la sesión" o a un sacerdote que dice "yo te
bautizo". ¿Por qué tiene poder este lenguaje? No son las palabras las que actúan
como por una especie de poder mágico. Sucede que, en determinadas condiciones
sociales, ciertas palabras tienen fuerza. Sacan su fuerza de una institución que
tiene lógica propia, los títulos, el armiño y la toga, el púlpito, el verbo ritual,
la creencia de las participantes, etcétera.
La
sociología recuerda que no es la palabra la que actúa, ni la persona que la
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pronuncia -que es intercambiable-, sino la institución. Esta muestra las
condiciones objetivas que deben reunirse para que se ejerza la eficacia de tal a
cual práctica social. Pero no puede limitarse a esto. No debe olvidar que, para que
esa funcione, es necesario que el actor crea que en él está el principio de la
eficacia de su acción. Hay sistemas que solo necesitan creencia para funcionar, y
no hay un sistema - incluyendo la economía - cuyo funcionamiento no dependa en
parte de la creencia.
Desde el punto de vista de la ciencia propiamente dicha, entiendo perfectamente su
procedimiento, pero el resultado es que usted devalúa lo "vivido" de la gente.
En nombre de la ciencia, puede usted privar a la gente de sus razones para vivir.
¿Qué es lo que le da el derecho (por así decirlo) de despojarlos de sus ilusiones?
También he llegado a preguntarme si el universa social completamente transparente y
desencantado que produciría una ciencia social plenamente desarrollada (y
ampliamente difundida, sí tal cosa es posible) no seria inhabitable. A pesar de
todo, creo que las relaciones sociales serian mucho menos desastrosas si la gente
dominara al menos los mecanismos que la impulsan a contribuir a su propia desdicha.
Pero quizá la única función de la sociología es la de mostrar, tanto por sus
lagunas visibles como por sus logros, los limites del conocimiento del mundo social
y dificultar así todas las formas de profetismo, empezando, claro, con el
profetismo que se dice ciencia.
Pasemos a las relaciones con la economía, y en especial con algunos análisis
neoclásicos, como los de la Escuela de Chicago. De hecho, la confrontación resulta
interesante porque permite ver cómo dos ciencias diferentes construyen los mismos
objetos, la fecundidad, el matrimonio, y, en especial, la inversión escolar.
Seria un debate inmenso. Lo que podría inducir a error es el hecho de que, al igual
que los economistas neo-marginalistas, coloco en el principio de todas las
conductas sociales una forma especifica de interés, de inversión. Pero solo las
palabras son comunes. El interés del que yo hablo no tiene nada que ver con el
self-interest de Adam Smith, un interés a-histórico, natural, universal, que no es
en realidad más que la universalización inconsciente del interés que engendra y
supone la economía capitalista. No es una mera casualidad que para salir de este
naturalismo los economistas tengan que recurrir a la socio-biología, como Gary
Becker en un articulo intitulado "Altruism, egoism and genetic fitness": el self-
interest, pero también el "altruismo en relación con los descendientes" y otras
disposiciones perdurables se explicarían por la selección en el transcurso del
tiempo de los rasgos que permiten una mejor adaptación.
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De hecho, cuando digo que existe una forma de interés o de función en el principio
de cualquier institución o práctica, no hago más que afirmar el principio de razón
suficiente que está implicado en el proyecto mismo de explicación y que es
constitutivo de la ciencia misma. En efecto, este principio exige que haya una
causa o razón que permita explicar o comprender por qué una práctica o una
institución existe en vez de no existir, y por qué es así y no de otra forma. Este
interés o esta función no tienen nada de natural y universal, contrariamente a lo
que creen los economistas neoclásicos, cuyo homo economi-cus no es más que la
universalización del homo capitalisticus. La etnología y la historia comparativa
muestran que la magia propiamente social de la institución puede constituir casi
cualquier cosa como interés y como interés realista, es decir, como inversión o
carga (en el sentido que tiene para la economía, aunque también para el
psicoanálisis), que será objetivamente correspondido, a plazo más o menos largo,
por una economía. Por ejemplo, la economía del honor produce y recompensa
disposiciones económicas y prácticas aparentemente ruinosas -por tan
"desinteresadas"-, por lo tanto absurdas desde el punto de vista de la ciencia
económica de los economistas.
Sin embargo, las conductas más locas desde el punto de vista de la razón económica
capitalista tienen como principio una forma de interés bien entendido (por ejemplo,
el interés que representa "estar libre de sospechas") y pueden así ser el objeto de
una ciencia económica. La inversión es la inclinación por actuar que se engendra en
la relación entre un espacio de juego donde algo está en juego (lo que yo llamo un
campo) y un sistema de disposiciones que se ajusta al juego (lo que llamo un
habitus), un sentido del juego y de lo que está en juego que implica a la vez
cierta vocación y aptitud para jugar el juego, tomar interés en el juego, dejarse
llevar por el juego. Basta pensar en lo que es, en nuestras sociedades, la
inversión escolar, que encuentra su limite en las clases preparatorias para las
grandes escuelas, para darse cuenta de que la institución es capaz de producir la
inversión, y en este caso la sobre-inversión, que es la condición para que la
institución funcione. Pero se podría mostrar también en relación con cualquier
forma de lo sagrado: la experiencia de lo sagrado supone de manera inseparable la
disposición adquirida que hace que existan los objetos sagrados como tales y los
objetos que exigen objetivamente el enfoque sacralizador (esto es valido para el
arte en nuestras sociedades).
Dicho en otras palabras, la inversión es el efecto histórico del acuerdo entre dos
realizaciones de lo social: en las cosas, por la institución, y en los cuerpos, por
la incorporación.
El autor usa la balabra investissement. que en francés se emplea en economía y en
psicoanálisis. Al traducirla al español es necesario hacer la diferencia entre
inversión v carga si se trata de una u otra disciplina (I. del T.)
73
¿Acaso esta especie de antropología social que usted propone no es una forma de
realizar la ambición filosófica del sistema, pero con los medios de la ciencia?
• No se trata de limitarse eternamente al discurso total sobre la totalidad que
practicaba la filosofía social y que es aún moneda corriente hoy en día, sobre todo
en Francia, donde las posiciones proféticas encuentran todavía un mercado
protegido. Pero creo que, en su afán de conformarse a una representación mutilada
del carácter científico, los sociólogos han optado por una especialización
prematura. No acabamos nunca de enumerar los casos en los que las divisiones
artificiales del objeto, por lo general según cortes realistas, impuestos por
fronteras administrativas o políticas, son el mayor obstáculo para la comprensión
científica. Para no hablar más que de lo que conozco bien, mencionaré el ejemplo de
la separación entre la sociología de la cultura y la sociología de la educación; o
entre la economía de la educación y la sociología de la educación. También creo que
la ciencia del hombre inevitablemente implica teorías antropológicas; que no puede
progresar de verdad más que explicitando estas teorías que los investigadores
siempre implican en la práctica y que no son por lo general más que la proyección
transfigurada de su relación con el mundo social.93

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