Material de La 4ta Pràctica Digital (Grecia y Roma) .

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administrativo con ministerios centrales y organismos regionales y locales.

Los puestos no eran ocupados


según méritos y exámenes, como en China, sino que eran entregados a los hijos de las familias importantes
de la aristocracia que estaba formada por grandes propietarios territoriales.
El emperador y la corte imperial residieron durante el siglo VIII en Nara, ciudad fundada en el año 710 a.C.
Pero en el año 794 d.C. se fundó como nueva capital la ciudad de Kioto, la cual se llenó de hermosos
templos y palacios.
El período entre los siglos VIII y XII ha sido llamado la Edad de Oro del Japón. El gobierno imperial, bajo la
inspiración de las normas éticas del budismo, fomentó la educación y proporcionó ayuda al clero, a los
enfermos y a los pobres. En la Escuela de Estudios Superiores de Nara se enseñaban fonética, caligrafía,
matemáticas, historia, literatura y derecho. Los artesanos japoneses aprendieron las técnicas chinas y crearon
hermosas obras, entre las cuales se destacan los objetos cubiertos de laca. En talleres financiados por el
Estado se cultivaban la pintura, la orfebrería, la cestería y" la cerámica.
Gradualmente fue declinando el poder político y militar de los emperadores, a la vez que los antiguos clanes
recuperaron gran parte de su poder. Los clanes afirmaron su autoridad en sus propiedades, los shoen, y
crearon su propia corte y su propia organización administrativa y militar. Consiguieron la exención de
impuestos y otros privilegios con lo que los shoen se convirtieron en verdaderos Estados feudales dentro del
imperio. La historia interna del Japón quedó determinada cada vez más por las luchas entre los clanes, cada
uno de los cuales quiso imponerse a los demás y ganar el control sobre el gobierno central. En el año 1185,
Jorimoto, un noble perteneciente al clan Mina-moto, conquistó el poder supremo e hizo que el emperador
lo nombrara chogún o gobernador militar. El emperador siguió gozando de honores divinos, pero el poder
efectivo fue ejercido por el chogún. Durante los seiscientos años siguientes Japón sería gobernado por los
Chogunes.

LOS GRIEGOS CREAN UNA CULTURA CLASICA

Los elementos más significativos de la cultura occidental tienen su origen en la antigua Grecia. De ahí
provienen los principios fundamentales del derecho y del gobierno, conceptos básicos de las ciencias y
matemáticas, ideas centrales del pensamiento filosófico, normas y formas esenciales de las artes y letras, las
raíces de muchas palabras de las lenguas modernas. Por su valor ejemplar la cultura griega constituye para
nosotros una cultura clásica.

EL PAÍS DE LOS GRIEGOS


La geografía de Grecia y del mar Egeo favoreció el desarrollo del poder marítimo de los antiguos griegos.
Las escarpadas montañas de la península griega y la falta de buenas comunicaciones terrestres hicieron que
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el tráfico por tierra fuese lento y difícil. Era más fácil usar las rutas marítimas. Los barcos podían navegar a lo
largo de las costas y buscar refugio en los excelentes puertos de las numerosas bahías y de los golfos de las
articuladas costas. Los bosques de las montañas proporcionaban la madera que se necesitaba para la
construcción de los barcos.
Pronto los griegos aprendieron a aprovechar los vientos que durante la noche y temprano en la mañana
soplaban desde la tierra hacia el mar y en la tarde desde el mar hacia la costa. Los griegos se hacían a la mar
temprano en la mañana y aprovechaban los vientos de la tarde para regresar a puerto.
Las islas favorecieron la navegación a través del Mar Egeo. Las casi dos mil islas que están repartidas por el
Mar Egeo servían de puntos de referencia y de refugios a los navegantes.
El comercio marítimo se hizo esencial para los griegos. La tierra cultivable no producía todos los cereales que
se necesitaban para alimentar a la población. Los navegantes griegos se dirigieron hacia los otros puntos del
Mediterráneo para vender los finos productos de su artesanía, su cerámica, sus tejidos y sus artículos de
bronce para volver a Grecia cargados de trigo.

LA ÉPOCA HEROICA
Los orígenes del pueblo griego
La civilización minoica: En el tiempo en que Egipto alcanzaba su mayor poderío bajo los faraones del Reino
Nuevo, se desarrollaba una floreciente civilización en las islas del Mar Egeo. Su centro era la isla de Creta
donde, según la leyenda griega, habría gobernado el rey Minos. En recuerdo del legendario rey se dio a la
civilización cretense el nombre de minoica.
Entre los griegos se conservaron numerosas leyendas referentes a Creta y el rey Minos. El artista ateniense
Dédalo habría construido para Minos un enorme palacio con tantas salas y galerías que toda persona
extraña se perdía en este laberinto. En el laberinto, residía el Minotauro, un monstruo con cabeza de toro y
cuerpo humano a quien todos los años debían ser sacrificados siete jóvenes y siete doncellas de Atenas.
Finalmente, el monstruo fue muerto por el héroe griego Teseo quien pudo escapar del laberinto gracias al
hilo que le facilitó Ariadna, la hija de Minos. Hacia 1900 d.C. el arqueólogo inglés Arturo Evans logró
descubrir el laberinto cretense: en veinte años de paciente labor desenterró el palacio real de Diosos,
gigantesca y suntuosa construcción de varios pisos que con sus numerosas salas, galerías, almacenes y
patios parece un verdadero laberinto. Tuberías de agua, baños y un excelente sistema de canalización
servían a la higiene y la comodidad. Los hermosos frescos en las paredes representan a una sociedad que
disfrutaba de la naturaleza y del arte y en que la mujer ocupaba igual posición que el hombre. Especial
importancia tenían los juegos deportivos, sobre todo las corridas de toros.

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La riqueza y el poder de Creta no se basaron en la fuerza militar, sino en la industria y el comercio marítimo.
Los cretenses exportaban sus productos agrícolas, el aceite y el vino, su fina cerámica y las herramientas y la
artística cerrajería de bronce. Importaban mármol y plata de Grecia, -cobre de Chipre, oro y marfil de Egipto.
En los frescos del palacio de Cnosos faltan las escenas guerreras. Las ciudades de Creta carecían de muros y
fortificaciones. Los pacíficos cretenses se sentían protegidos por el mar y por sus flotas. Sin embargo, hacia el
1400 a.C. la isla cayó bajo el dominio de invasores extranjeros, los aqueos.

Los aqueos y la civilización micénica.


Hacia el 1900 a.C. pueblos indoeuropeos, provenientes de las llanuras del Danubio, penetraron en la
península de los Balcanes y se extendieron hasta el Peloponeso. La tradición griega los recuerda bajo el
nombre de aqueos.
Los belicosos aqueos pudieron dominar a los habitantes primitivos, los pelasgos. Los reyes aqueos más
poderosos fueron los de Micenas y Tirinto en el Peloponeso. Desde Micenas salía una red de caminos por
donde avanzaban los guerreros en sus veloces carros de guerra. En la cumbre del cerro se elevaban
gigantescos muros de piedra labrada que, según la leyenda, habrían sido construidos por los cíclopes. Se
entraba por una puerta monumental, la Puerta de los Leones, adornada por una columna flanqueada por
dos leones esculpidos en piedra. Detrás de los muros se elevaba el palacio real cuyos interiores estaban
decorados con hermosos frescos de estilo minoico que deben haber sido obra de maestros cretenses.
Al pie del cerro los reyes mandaron construir monumentales tumbas subterráneas en forma de cúpula
donde se hicieron sepultar de una manera semejante a los faraones egipcios. Los arqueólogos descubrieron
ahí armas de bronce, preciosas joyas y finas máscaras de oro.
Desde el Peloponeso los aqueos, haciéndose navegantes, extendieron su dominio sobre el Mar Egeo. Hacia
el 1400 a.C. se apoderaron de la isla de Creta.
Según la tradición los aqueos habrían llegado también hasta el Asia Menor. El rey Agamenón de Micenas
habría encabezado la expedición que después de larga lucha habría logrado triunfar sobre Troya.
La invasión doria: Hacia el 1200 a.C. nuevos invasores indoeuropeos, los belicosos dorios, penetraron en la
península griega desde el norte. Sus espadas y escudos de hierro les dieron la superioridad sobre las armas
de bronce de los aqueos.
Los aqueos abandonaron los territorios que habitaban. Muchos se refugiaron en Ática. Otros pasaron a las
islas del Mar Egeo y a ia región costera de Asia Menor conocida como Jonia. Otros cayeron bajo la
dominación de los dorios. De la mezcla de los distintos grupos emergió el pueblo griego.

El mundo homérico

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Homero. Entre los jonios se conservó el recuerdo de los ricos y poderosos príncipes de la época micénica.
Esta tradición fue recogida en el siglo vm a.C. por el poeta jonio Homero quien en la Ilíada cantó las
gloriosas hazañas de los héroes aqueos en su lucha contra Troya (en griego: Ilion). En el siglo vil fue
compuesta la Odisea que narra las aventuras de Ulises (en griego: Odys-seus) y que fue atribuida igualmente
a Homero.
Homero fue el exponente de la sociedad aristocrática que dominó en Grecia después de la invasión doria. El
héroe homérico es el noble que se supera a sí mismo y alcanza fama inmortal en la lucha heroica. Homero
también dio forma definitiva a las creencias religiosas griegas. Los poemas homéricos se convirtieron en base
de la educación griega. El joven griego, recitando y escuchando los versos de Homero, conocía a los dioses
y héroes.
El redescubrimiento del mundo homérico por Enrique Schliemann: Durante mucho tiempo se creyó que los
cantos homéricos eran mera ficción poética y relato legendario. Enrique Schliemann, desde su juventud
entusiasta admirador de los cantos homéricos, estuvo convencido de que ellos tenían un fondo histórico y
se propuso desenterrar las ruinas de Troya, la ciudad del rey Príamo, y las tumbas de los héroes aqueos.
Guiándose por las indicaciones geográficas contenidas en los poemas homéricos, inició las excavaciones en
Hissar-lik, una colina en el noroeste del Asia Menor. Sus esfuerzos se vieron premiados por los más
sensacionales hallazgos arqueológicos. Pudo desenterrar las ruinas de nueve ciudades superpuesta.
Schliemann creyó que la segunda ciudad correspondía a la Troya homérica y que los fabulosos objetos de
oro que encontró en esa capa provendrían del tesoro del rey Príamo. Hoy en día los arqueólogos identifican
la séptima ciudad con la Troya de Homero.
Posteriormente Schliemann se trasladó al Pelopo-neso donde pudo descubrir las ruinas de Micenas, la
ciudad del rey Agamenón.
Reyes y nobles: Los cantos homéricos contienen numerosas referencias a la vida económica y a la
organización social y política de los griegos en los siglos que siguieron a la invasión doria.
La base de su existencia era la agricultura. Aún no conocían la moneda acuñada. La res era la medida
común para el precio de las cosas. Una esclava costaba cuatro cabezas de ganado, una armadura, nueve.
Los reyes y nobles no sentían desdén por el trabajo. Ellos mismos conducían el arado y preparaban la tierra
para la siembra. Ulises, rey de Itaca, se gloriaba de poder construir un barco y de haber fabricado su cama.
La reina Penélope hilaba y tejía y la princesa Nausícaa lavaba la ropa de sus hermanos.
Sin embargo, más importante que la actividad económica eran la lucha y las competencias deportivas. Los
nobles combatían a caballo y en carros de guerra y eran audaces navegantes.
En aquellos tiempos los griegos vivían agrupados en tribus. La accidentada geografía de Grecia contribuyó a
que cada tribu se constituyera en comunidad independiente. La tribu estaba encabezada por un rey y los
poderosos nobles que eran dueños de extensas tierras. El rey invocaba a los dioses y practicaba los sacrificios
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en las fiestas religiosas y antes de iniciar la guerra, comandaba las fuerzas militares, dirigía la asamblea
popular y era juez supremo. En la Asamblea Popular sólo el rey y los nobles podían hacer uso de la palabra.
Los campesinos libres podían asistir, pero sólo podían manifestar su consentimiento o su desaprobación, sin
participar en el debate.
Con el tiempo los nobles redujeron el poder de los reyes y los despojaron de sus facultades militares,
legislativas y judiciales. Los dioses griegos: Según la creencia de los griegos, los dioses residían en el Monte
Olimpo, pero no se mantenían aislados, sino que participaban en la vida de los mortales. Los griegos
atribuían a sus dioses fuerza y belleza y juventud imperecedera.
Zeus es el dios supremo, es el señor del Olimpo y gobierna sobre los dioses y los hombres. Cuida del orden y
de la justicia. Los hombres lo invocan y le piden bienestar, riqueza y triunfo en la lucha. Su arma es el
relámpago, su acompañante es el águila. Su esposa es Hera, la madre de los dioses. Ella protege el
matrimonio y la familia. Hijos de Zeus son el dios de la guerra Ares y la diosa Atenea. A ellos se les invoca en
el combate. El impetuoso Ares prefiere el combate violento. Atenea representa el valor sensato. Atenea,
siendo diosa de la guerra, usa lanza, escudo y armadura. Pero a la vez sabe manejar con maestría el telar,
enseña a las mujeres a hilar y tejer y es la protectora de las artes y las industrias. La acompaña la lechuza.
Otros hijos de Zeus son los mellizos Apolo y Artemisa, nacidos en la isla de Délos. Apolo es el dios de la luz,
de la poesía y de la música. A su séquito pertenecen las nueve musas que confieren a los hombre el don de
las artes y ciencias. A Apolo está consagrado el laurel de cuyas ramas se hace la corona para distinguir al
poeta. Apolo es también el dios de la sabiduría y confiere el don de la profecía. En su santuario en Delfos
comunicaba, a través de su intermediaria, la pitonisa, sus consejos a quienes lo consultaban. Los griegos
recurrían al oráculo de Delfos para todas sus empresas importantes. Para expresar su gratitud hacían
generosas donaciones a los sacerdotes. Hasta la fecha las ruinas de Delfos dan testimonio de la importancia
del oráculo y del culto de Apolo en Delfos.
La esquiva Artemisa es la diosa de la caza. A su séquito pertenecen las ninfas, divinidades protectoras de los
bosques y las fuentes. Afrodita es la diosa del amor y de la belleza. Es casada con Hefaistos, dios del fuego y
de los volcanes
Zeus comparte el dominio del mundo con sus dos hermanos: Hades reina sobre el mundo subterráneo,
Poseidón sobre el océano. Hades preside el Orcus, el mundo subterráneo y reino de los muertos. Es un
mundo triste donde las almas de los muertos viven como meras sombras, sin alegría y sin esperanza.
Poseidón habita un palacio en el fondo del mar. Su cetro es el tridente. Atraviesa los mares en un coche de
oro tirado por cuatro caballos. En señal de sus iras agita las aguas con su tridente. Los navegantes le deben
presentar ofrendas y sacrificios para que sus iras se apacigüen y los temporales amainen.
Hermes es el mensajero de los dioses. Lleva alas en los talones que lo conducen velozmente del Olimpo a la
tierra. Protege los caminos y el comercio y acompaña a las almas al Orcus.
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De la unión de los dioses y las diosas con los mortales nacen los héroes. El más grande entre ellos fue
Hércules, hijo de Zeus, quien demostró su valor heroico en los doce trabajos que le impusieron los dioses.
leseo, hijo de Poseidón, logró triunfar sobre el Mino-tauro.
Los dioses se parecían a los hombres, pero eran más poderosos y perfectos que los humanos y eran, ante
todo, inmortales. Alimentándose de néctar y ambrosía, se conservaban eternamente jóvenes.
Los dioses no eran omnisapientes ni todopoderosos. Por encima de ellos estaba la moira, el destino
inexorable, cuyos designios debían ser cumplidos por dioses y hombres para que el cosmos (orden) no se
convirtiese en caos.
De la religión se derivaba la moral. Como el hombre dependía de los dioses, debía evitar la soberbia (hybris)
y practicar la templanza (sophrosyne). La virtud consistía en la observación de la medida justa. Para ser
virtuoso, había que conocerse a sí mismo. Por eso el templo de Apolo en Delfos llevaba la inscripción:
"Conócete a ti mismo". Si bien los dioses eran venerados en toda Grecia no había una religión nacional.
Cada religión y ciudad tenía su culto local.
Los juegos olímpicos: Homero narra que las fiestas funerarias en honor de Patroclo terminaron con una
competencia deportiva en que participaron todos los héroes griegos que se hallaban reunidos en el sitio de
Troya. Aquiles había donado valiosos premios para distinguir a los vencedores.
El ideal aristocrático del noble heroísmo cantado por Homero llegó a ser norma para la educación de la
juventud. El ejercicio físico y la gimnasia formaban parte integrante de la educación que perseguía el fin de
despertar en el joven un sano espíritu de superación y desarrollar una mente sana en un cuerpo sano.
En las grandes fiestas que los griegos celebraban en honor de Zeus en Olimpia, de Poseidón en Corinto y de
Apolo en Delfos, los juegos deportivos desempeñaban un papel fundamental. Las fiestas más antiguas y
famosas eran las fiestas olímpicas que se celebraban cada cuatro años en Olimpia en la Elide, en el noroeste
del Peloponeso. El acontecimiento eran tan importante que servía de base para la cronología griega. Se
contaban los años según olimpíadas, períodos de cuatro años, comenzando la era de las olimpíadas con el
año 776 antes de Cristo.
En tiempos de los juegos olímpicos debían cesar las acciones bélicas en toda Grecia. Una paz especial
garantizaba a todo participante su seguridad personal. De toda Grecia y aun de las lejanas colonias griegas
en Asia Menor y Sicilia llegaban los delegados. Las competencias estaban reservadas a los hombres. Sólo
muy excepcionalmente se admitía a una mujer entre los espectadores.
Los juegos duraban cinco días. El primero y el último día estaban reservados a las procesiones y los sacrificios
en honor de Zeus y al banquete común. Las competencias tenían lugar en el estadio que media 192,3 m. de
largo. Particular expectación despertaba el pentatlón que comprendía cinco pruebas: salto largo, carrera,
lanzamiento del disco y del dardo y lucha. Las pruebas de mayor prestigio eran las carreras de carros y
caballos. Los arbitros debían prepararse durante diez meses para su difícil misión. Eran famosos por su
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estricta imparcialidad. El vencedor era premiado con una corona de ramas de olivo tomadas de un árbol
que, según la tradición, habría sido plantado por Hércules. Píndaro y otros poetas compusieron poemas en
alabanza de los vencedores. Los mejores arquitectos y escultores contribuyeron a embellecer a Olimpia.
Finias esculpió la monumental figura de Zeus, considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo.

LA POLIS GRIEGA
La formación de la Polis
Originalmente los griegos vivieron dispersos en el campo y en pequeñas aldeas. A raíz de las continuas
guerras los reyes y los nobles empezaron a construir plazas fortificadas bajo cuya protección se establecieron
los artesanos y comerciantes. Así se formó la Polis, la ciudad-estado, centro y base de la civilización griega.
La Polis se componía de tres partes: la acrópolis, generalmente un recinto fortificado en la cumbre de una
colina donde se construían los templos; el área urbana al pie de la acrópolis, con el mercado, las tiendas, los
talleres y las casas; los alrededores dedicados a los cultivos agrícolas.
La ciudad-estado tenía escasa extensión. Esta variaba entre cien y mil kilómetros cuadrados. La población no
solía exceder los 5.000 habitantes. Atenas, el Estado más grande e importante, tuvo en los tiempos de su
mayor poder una población de unas 300.000 personas.
Cada Polis era completamente independiente. Era un centro religioso, político y económico que cuidaba
celosamente su independencia política (soberanía), sus leyes propias (autonomía) y su independencia
económica (autarquía).
La Polis fue el factor dominante en la vida colectiva griega. Fue el núcleo en que se condensó la vida
helénica en su totalidad. La grandeza y el esplendor de Grecia coincidieron con el poder y el florecimiento
de sus ciudades. Jamás los griegos se unieron en un Estado nacional que hubiese abarcado a toda la
Hélade.
En el curso de los siglos la Polis experimentó profundos cambios internos. Algunas ciudades tuvieron un
desarrollo especial, pero en su mayoría pasaron por cinco formas de gobierno: la monarquía, el gobierno de
un rey que había recibido su poder por herencia; la.aristocracia: el gobierno de los "mejores", esto es, de
nobles cuyo poder descansaba sobre sus tierras y que legitimaban su posición mediante el nacimiento y la
sangre; la plutocracia: el gobierno de los más ricos; la tiranía: el gobierno de algún personaje ambicioso que
llegaba al poder por la vía ilegal y cuya autoridad no descansaba sobre la herencia, la posición social o la
riqueza, sino sobre su fuerza personal; la democracia, el gobierno del pueblo basado en el principio de la
igualdad de todos los ciudadanos.
Con la Polis griega apareció en la historia universal un nuevo principio de organización política: el principio
de la responsabilidad del ciudadano libre en la vida cívica. Mientras que en Oriente el poder político era
ejercido autocráticamente por reyes divinizados, el Estado griego descansaba sobre la comunidad de los
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ciudadanos y tenía la función de realizar el bien común y de contribuir al perfeccionamiento moral de la
persona.

La expansión griega
El desarrollo de las ciudades estuvo relacionado con profundos cambios de las condiciones económicas y
sociales. Como consecuencia del aumento de la población las tierras se hicieron escasas y surgió la
necesidad de buscar nuevas tierras. El desarrollo de las industrias de tejido, de alfarería y de objetos de
bronce obligó a buscar nuevos mercados. El intercambio comercial se vio favorecido por el creciente uso de
la moneda acuñada que había sido inventada hacia el 600 a.C. en Lidia, en Asia Menor, país rico en
yacimientos de oro y plata.
Hacia el 750 a.C. se inició un general movimiento de expansión que se prolongó durante dos siglos. En ese
tiempo los griegos fundaron un gran número de colonias a lo largo de toda la costa del Mediterráneo y del
Mar Negro, desde las Columnas de Hércules hasta la península de Crimea. El Sur de Italia se pobló hasta tal
punto de colonias griegas que recibió el nombre de Magna Grecia. Bizancio sobre el Bosforo, Siracusa en
Sicilia, Marsella en Francia, Sagunto y Málaga en España, Naucratis en Egipto se convirtieron en ricos e
importantes centros comerciales, políticos y culturales.
Cada nueva fundación se constituyó como ciudad-estado independiente. Sin embargo, se mantuvieron
estrechos vínculos comerciales, sociales y religiosos entre las colonias y las metrópolis. A través de las colonias
la civilización griega se difundió por todo el Mediterráneo.

Esparta, Estado guerrero


Origen de Esparta. Su organización social. Hacia el 1200 a.C. los dorios penetraron en el fértil valle del
Eurotas en laconia, en el sur del Peloponeso. Fundaron varios pueblos de cuya unión nació la ciudad de
Esparta.
Después de violentas luchas los dorios pudieron triunfar sobre la población aquea y la redujeron a la
servidumbre. En el siglo vio los espartanos extendieron su dominio sobre la vecina Mesenia y sojuzgaron a
su población. A raíz de estas conquistas territoriales Esparta pudo, resolver el problema de la tierra, de modo
que no tuvo necesidad de fundar colonias.
Los espartanos se establecieron como minoría dominante que constituía solamente el 7% de la población. El
temor permanente de una sublevación de los vencidos ejerció profunda influencia sobre el sistema de
gobierno y las formas de vida de los espartanos. Esparta se convirtió en un gran campamento guerrero en
que todo debía servir a la capacitación militar.
Los espartanos o "iguales" vivían de las rentas que les producían las tierras que fueron repartidas entre ellos
mediante sorteo. Las tierras eran trabajadas por los descendientes de los vencidos, los ilotas, que eran
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considerados esclavos del Estado. A los espartanos les era prohibido tener oro y plata. Sólo circulaban
monedas de hierro que no tenían valor fuera del territorio espartano. La industria y el comercio quedaron en
manos de los periecos que habitaban las regiones menos fértiles de Laconia y que habían conservado su
libertad personal, aunque no gozaban de los derechos políticos. Los contactos con los extranjeros fueron
reducidos a un mínimo con el fin de que Esparta conservara íntegramente su carácter propio.
La constitución política: La tradición atribuyó la constitución del Estado espartano al legislador Licurgo. De
hecho, la constitución fue el resultado de un largo proceso histórico. Al frente del Estado estaban dos reyes
que en tiempos de guerra tenían autoridad absoluta sobre vida y muerte; en cambio, en tiempos de paz su
poder quedaba reducido al mero honor. Junto con 28 hombres que debían ser mayores de sesenta años y
que provenían de las familias más distinguidas, formaban el Consejo de Ancianos, la Geru-sía, que tenía la
función de preparar las leyes que debían ser aprobadas por la Asamblea Popular. Esta se reunía los días de
luna nueva y luna llena. En ella participaban todos los espartanos que habían cumplido treinta años. La
Asamblea aprobaba o rechazaba los proyectos de ley, decidía sobre la guerra, la paz y las alianzas y elegía a
los cinco aforos. Los éforos duraban un año en su cargo. Ellos convocaban la Asamblea Popular,
administraban el tesoro público, tenían el control sobre toda la administración, vigilaban las costumbres y
recibían a los embajadores de otros Estados. En el curso del tiempo los éforos pudieron ampliar cada vez
más su autoridad y finalmente hasta recibieron poder para destituir y condenar a muerte a los
reyes.
La educación y las formas de vida: Desde su nacimiento el espartano pertenecía al Estado. Debía vivir
enteramente en función de la colectividad. Los niños débiles o enfermos debían perecer. A los siete años los
niños debían abandonar el hogar para ser educados en las instituciones públicas. Eran sometidos a una
disciplina estricta, instruidos en las artes militares y debían aprender a hablar en forma precisa y breve, a la
manera "lacónica", expresión de la concentración del espíritu y de una personalidad concisa. A los veinte
años el joven ingresaba al ejército, a los treinta llegaba a ser ciudadano.
El espartano debía ejercitarse permanentemente para la guerra. Todos los años los éforos, al asumir su
cargo, declaraban de nuevo la guerra a los mesenios e ilotas, y los jóvenes espartanos debían recorrer el país
y matar implacablemente a toda persona sospechosa. Sólo el servicio militar, la caza y la acción deportiva
eran actividades dignas del espartano. Toda su vida quedaba estrictamente reglamentada según las
exigencias de la rigurosa disciplina militar.

Atenas, Estado democrático


Atenas bajo los reyes y los nobles: En el pequeño territorio de Ática, con sus 2.500 kilómetros cuadrados,
surgieron varias ciudades entre las cuales se destacaron Atenas, Maratón y Eleusis. La leyenda refiere que el
rey Teseo había unido a estas ciudades bajo la dirección de Atenas.
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En un comienzo Atenas estuvo gobernada por una monarquía. Pero con el tiempo los reyes perdieron su
poder y fueron reemplazados por nueve arcantes, magistrados supremos, que ejercían la dirección
administrativa, militar, religiosa y jurisdiccional. Su mandato duraba un año. Eran elegidos por una asamblea
dominada por los nobles o eupátridas (bien nacidos) que eran ricos terratenientes. Había un Tribunal
Supremo con el nombre de Areópago (colina de Ares, donde sesionaba este Consejo).
El fuerte aumento de la población dio origen a una grave escasez de tierras. Los mejores campos estaban en
poder de los eupátridas que aprovecharon a menudo la pobreza y las deudas de los campesinos para
ampliar aún más sus posesiones. Muchos campesinos fueron reducidos a la esclavitud y perdieron sus
derechos civiles ya que el deudor que no podía pagar sus deudas debía responder con su persona por ellas.
En el curso del siglo vil surgió entre el demos, el pueblo, un fuerte descontento.
Dracón y Solón. El demos descontento exigió ante todo que se codificaran las leyes ya que hasta ese
momento sólo existía un derecho consuetudinario que era conocido únicamente por los nobles. Para
responder a esta exigencia se eligió esimneta al eupátrida Dracón (hacia 624 a.C). Mas, estas leyes fueron
tan severas que se dijo que el Código de Dracón estaba escrito con sangre.
Al aumentar el descontento se eligió arconte a Solón y se le encomendó la misión de dar a Atenas una
nueva constitución (594 a.C). Solón, dando muestras de auténtica sabiduría política, se colocó por encima
de los grupos y sus intereses y procuró hacer justicia a todos, a nobles y campesinos, a ricos y pobres. Anuló
las deudas, rescató a los que habían caido en servidumbre por este motivo y prohibió la esclavitud por
deudas. Estableció límites para la gran propiedad con el fin de impedir la desaparición de los predios
pequeños. Mas, se opuso a las exigencias desmedidas de algunos campesinos de llevar a efecto una
distribución radical de todas las tierras.
Solón abolió los privilegios de la nobleza de la sangre y declaró ciudadanos a todos los habitantes libres del
Ática de modo que en adelante todo el pueblo pudiera participar en el gobierno. Dividió a la población en
cuatro clases atendiendo a los impuestos que cada uno pagaba: grandes propietarios, caballeros,
campesinos y asalariados (tetes). Los nueve ar-contes debían ser elegidos entre los miembros de la primera
clase. Los ex arcontes integraban el Areópago que se mantuvo como tribunal supremo y que conservó su
función de controlar toda la administración pública. Solón creó como institución nueva el Consejo de los
Cuatrocientos o Bulé, cuyos miembros eran elegidos entre los ciudadanos de las tres primeras clases. La Bulé
debía preparar todos los asuntos que luego eran sometidos a la discusión y decisión de la Asamblea Popular
o Ecclesia. Además creó un tribunal popular, la Heliaia, formada por jurados elegidos por sorteo entre los
miembros de las tres primeras clases y al cual cada ciudadano podía apelar contra la decisión de un
magistrado.
La organización del ejército se basó en el mismo sistema de clases. Las dos primeras clases servían en la
caballería. Los miembros de la tercera clase formaban los hoplitas, infantes con pesada armadura. Los tetes,
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los más pobres que carecían de medios para aportar armas y armadura, eran empleados con preferencia
para el servicio en los barcos de guerra.
La reforma de Solón confirió a todos los ciudadanos voz y voto en la Asamblea Popular. Sin embargo, en las
otras instituciones los nobles y los ricos conservaron mayores derechos. Como los cargos públicos no eran
remunerados, sólo podía ocupar una magistratura el que disponía de tiempo y de medios económicos
propios.
Después de haber completado su labor, Solón abandonó Atenas. No quiso ocupar ningún cargo público.
Las leyes y no las personas, la justicia y no las pasiones debían gobernar. "La ley es rey" era la máxima de
Solón. El oráculo de Delfos incluyó a Solón entre los siete sabios del mundo.
El tirano Pisístrato. A pesar de que las sabias reformas de Solón habían resuelto algunos problemas
fundamentales, continuaron las luchas internas. Los eu-pátridas no quisieron conformarse con la pérdida de
sus privilegios. Los pequeños propietarios se sentían desilusionados porque no se había llevado a efecto una
reforma agraria radical. El descontento general fue aprovechado por el eupátrida Pisístrato para usurpar el
poder. Apoyado por las masas populares empezó a gobernar como tirano. Numerosos nobles
abandonaron Atenas.
Pisístrato dejó subsistir las leyes de Solón, pero hizo que la Asamblea Popular eligiera únicamente a sus
partidarios para los cargos públicos. Se preocupó de especial manera de la población campesina y fomentó
la pequeña propiedad. Repartió semillas y fomentó la plantación de olivos. Construyó acueductos y caminos,
dando trabajo a los más pobres. Protegió el comercio, aumentó el poder naval y dio su apoyo a la fundación
de nuevas colonias. Se rodeó de poetas e hizo anotar los poemas homéricos.
Después de la muerte de Pisístrato (527 a.C.) gobernaron sus dos hijos, Hipias e Hiparco. Este fue asesinado
por motivos de venganza privada. Hipias, preso del miedo y de la desconfianza, estableció un régimen de
terror que hizo nacer un odio general contra él y contra la tiranía.
Por consejo del oráculo de Delfos los eupátridas, apoyados por un ejército espartano, destituyeron a Hipias
quien huyó al Asia Menor (510 a.C).
Clístenes o el triunfo de la democracia en Atenas. Los oligarcas expulsaron a Hipias con la esperanza de
restablecer su régimen. Mas, la influencia del demos y el espíritu democrático ya eran tan poderosos que no
podían ser suprimidos. El aristócrata Clístenes, un genial estadista y abnegado patriota, abolió los elementos
oligárquicos de la constitución de Solón y fundó la democracia plena, el gobierno del pueblo por el pueblo.
Clístenes suprimió las cuatro tribus en que había estado dividida la población del Ática y dentro de las cuales
los eupátridas tradicionalmente habían ejercido el predominio. En su lugar creó diez tribus nuevas,
subdivididas cada una en diez demos o circunscripciones territoriales. Los diez demos que integraban una
tribu no formaban un conjunto geográfico, sino que estaban repartidos por todo el territorio del Ática. De
este modo, en cada tribu había habitantes de la costa, de las montañas y de la ciudad, pescadores y
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marineros, pastores y campesinos, pequeños propietarios, grandes terratenientes, artesanos y comerciantes.
Todos ellos eran ciudadanos y como tales gozaban de los mismos derechos.
Por la creación de las diez tribus se hizo necesaria una modificación de la Bulé: Clístenes aumentó el número
de sus miembros de 400 a 500. Este Consejo de los Quinientos estaba formado por 50 delegados de cada
tribu, designados anualmente por sorteo. Debía preparar los proyectos de ley que eran sometidos a la
Asamblea Popular y debía velar, conjuntamente con los nueve arcontes, por la ejecución de las leyes. Como
el Consejo era muy numeroso se elegían 50 miembros que durante la décima parte de un año se
encargaban de los asuntos urgentes. Estos debían permanecer día y noche en el edificio del Consejo, siendo
los gastos costeados por el gobierno.
A partir de la reforma de Clístenes todas las decisiones importantes eran tomadas por el Consejo de los
Quinientos y la Asamblea Popular. Decidían sobre guerra y paz, alianza, impuestos y leyes. En cambio, las
atribuciones del Areópago y de los Arcontes sufrieron una fuerte reducción. Los ciudadanos mismos, sin
distinción de origen, clase o fortuna, ejercían el poder soberano y participaban en la vida de la Polis, en la
política.
Para evitar que alguna persona ambiciosa pudiera poner en peligro la constitución democrática se instituyó
el ostracismo (de ostrakon = concha, tejuela en forma de concha). Todos los años la Asamblea Popular era
consultada si consideraba que alguna persona constituía un peligro para el Estado. En la votación se
inscribía el nombre en la tejuela. Debían emitirse al menos 6.000 votos. Si la mayoría se pronunciaba en
contra de alguna persona, ésta debía abandonar la ciudad por un período de diez años. Este exilio no
implicaba un perjuicio para su honor o su fortuna. De esta manera los atenienses quisieron asegurarse
contra una nueva tiranía.
La reforma democrática de Clístenes continuó y perfeccionó los principios de Solón y organizó el Estado
ateniense definitivamente como Estado jurídico y democrático, donde el pueblo era soberano y en que la
norma suprema era el ideal de justicia. Esparta fue un Estado guerrero; Atenas, un Estado jurídico. El patriota
espartano debía ser valiente; el ciudadano ateniense debía ser justo.

EL SIGLO DE ORO DE ATENAS Y EL LEGADO GRIEGO


Las guerras persas
Los emperadores persas que habían logrado extender su dominio sobre todo el Asia Menor impusieron su
autoridad también a las ciudades griegas en las costas asiáticas. En el año 500 a.C. los jonios se levantaron
bajo la dirección de Mileto. Atenas acudió en su ayuda y envió veinte barcos. Mas, los persas lograron
reprimir el levantamiento y en el año 494 destruyeron e incendiaron la ciudad de Mileto.
El emperador persa Darío decidió subyugar a Grecia con el fin de privar a los jonios de todo posible apoyo.
En el año 490 una escuadra persa desembarcó a un ejército invasor en la playa de Maratón. Mas, el ejército
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ateniense infligió a los persas una derrota completa. Un guerrero ateniense recorrió los 42 km hasta Atenas
para comunicar la feliz noticia. Se había corrido la primera "maratón". Del día de Maratón data la fama de
Atenas. El ciudadano libre de la Polis había triunfado sobre las huestes de los sátrapas orientales.
Diez años más tarde el nuevo rey de los reyes, Jerjes, hizo un segundo intento. Un ejército persa atravesó el
Helesponto y se dirigió al sur, pudiendo triunfar en las Termopilas, 480 a.C. sobre un pequeño ejército
espartano bajo el mando del rey Leónidas. Los trescientos espartanos resistieron hasta el último hombre.
Tiempo después se levantó en el lugar del combate un monumento con la inscripción: "Viajero: ve a decir a
Esparta que aquí hemos muerto por obedecer sus leyes". Ante el avance de los persas, los atenienses
abandonaron su ciudad y se retiraron a las islas vecinas. Los invasores devastaron el Ática, destruyeron
Atenas y quemaron los santuarios en la Acrópolis. El almirante ateniense Temístocles, mediante hábil
maniobra, logró destruir la flota persa en la batalla de Salamina (480 a.C). El año siguiente, el ejército griego
bajo el mando del rey espartano Pausanias conquistó sobre los persas una victoria completa en la batalla de
Platea (479 a.C). Grecia quedó libre. Quedó salvada la civilización helénica, fundamento de la civilización
occidental.

La hegemonía de Atenas
Durante las Guerras Persas, Atenas se colocó al frente de los Estados griegos y llegó a ser la primera potencia
de la Hélade. Atenas, valiéndose de su poderío naval, organizó la Liga de Délos que comprendió casi todas
las islas egeas y las ciudades griegas del Asia Menor. Atenas ejerció la hegemonía sobre la Liga, esto es,
comandaba la escuadra y administraba el tesoro que se guardaba en la isla de Délos. Formóse así un vasto
imperio marítimo ateniense bajo cuyo amparo Atenas pudo desarrollar sus actividades comerciales que
hicieron fluir hacia la ciudad la riqueza de toda la cuenca del Mediterráneo.

Vendes y la consolidación de la democracia


Atenas alcanzó su mayor apogeo bajo la dirección de Pericles quien desempeñó durante quince años
consecutivos el cargo de estratega supremo (444-429). Pericles descendía de una antigua familia
aristocrática, pero se identificó completamente con los principios democráticos. Quiso que todos los
ciudadanos y todos los grupos de la sociedad pudiesen participar con iguales derechos en la dirección del
Estado. Los campesinos, artesanos y obreros también habían luchado por el triunfo y la grandeza de Atenas
y tenían por tanto un derecho a ser escuchados.
Después de la reforma de Clístenes todavía se habían mantenido algunos privilegios a favor de ciertos
grupos sociales. Sólo los miembros de las dos clases superiores podían ser elegidos para el Areópago que
conservaba el control sobre todo el Estado. Por iniciativa de Pericles el Areópago perdió todas sus funciones
políticas y la facultad de vetar las leyes. Los derechos de control sobre las magistraturas fueron conferidos al
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Consejo de los Quinientos. El magistrado que dejaba su cargo debía rendir cuentas ante el Tribunal Popular,
la Heliaia. Los 6000 jurados de este Tribunal eran elegidos anualmente por sorteo entre toda la población.
Con el fin de que aun el ciudadano más pobre pudiese desempeñar un cargo público. Pericles hizo pagar
una remuneración a cada ciudadano que, por asistir a las sesiones de la Asamblea Popular o por actuar
como jurado en la Heliaia, no podía dedicarse a su trabajo. La falta de medios económicos ya no constituía
obstáculo para servir al Estado. Se había completado la democracia ateniense.

Las manifestaciones de la cultura clásica


Durante el Siglo de Pericles se combinaron en Atenas el poder político, la riqueza económica y el esplendor
cultural. Armónicamente se relacionaron la autoridad y la libertad, el Estado y la sociedad, el gobierno del
hombre genial y la soberanía popular, el poder y la cultura. Con razón pudo afirmar Pericles que Atenas se
había convertido en modelo de cultura y en escuela para toda la Hélade.
La educación. Desde los tiempos de Solón las leyes obligaban a los padres a dar educación a sus hijos. Pero
mientras que en Esparta la educación era impartida por el Estado, en Atenas era asunto privado y era dada
por maestros particulares. Las niñas eran educadas en casa donde la madre les enseñaba danza, música,
lectura y escritura. Los niños eran educados por un profesor que les enseñaba a leer y escribir y los
introducía en las artes y ciencias. Se practicaba la escritura escribiendo con un estilete sobre una tabla de
madera cubierta de cera. Los alumnos debían aprender de memoria largos trozos de los poemas homéricos.
Pasaban gran parte del día en la palestra y el gimnasio, entregados a las pruebas deportivas: correr, saltar,
lanzar el disco y el dardo. La formación intelectual y física era completada por la educación artística: el niño
estudiaba el canto y aprendía a tocar la flauta y la cítara. La educación tendía al desarrollo armónico de
todas las facultades con el fin de crear la unidad de lo "hermoso" y lo "bueno" y formar al ciudadano justo. La
Acrópolis, símbolo de Atenas. En el centro de la ciudad de Atenas se eleva la colina de la Acrópolis, lugar
sagrado de los dioses. Después de la devastación por los persas, Pericles hizo erigir en la Acrópolis las más
hermosas construcciones con el fin de expresar a Atenea, la diosa patrona, el agradecimiento por la ayuda
dispensada durante las guerras.
Desde la ciudad el camino conducía a los Propileos, una entrada monumental con columnas de mármol
blanco. A través de los Propíleos se ingresaba a la "vía sacra" que recorría todo el recinto. Al frente se elevaba
una grandiosa estatua de Atenea, erigida en conmemoración del triunfo de Maratón. A ambos lados de la
vía sacra se levantaban figuras donadas y consagradas a la diosa Atenea y piedras en que estaban inscritas
las leyes más importantes acordadas por la Asamblea Popular.
En la cumbre de la Acrópolis se levantaba el Partenon, el templo principal de Atenea, de estilo dórico, obra
culminante de la arquitectura griega. El friso representa la solemne procesión que los atenienses efectuaban
cada cuatro años durante las fiestas panate-neas en honor a la diosa Atenea.
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El interior del templo era un recinto cerrado que sólo recibía luz a través de la puerta. Era la habitación de la
diosa y no lugar de culto. Allí se elevaba la estatua de Atenea, de 12 m de alto, obra maestra del gran
escultor Fidias. Cara y manos eran de marfil, las vestimentas de oro puro.
El teatro en Atenas. Los atenienses daban gran importancia a las fiestas religiosas y profanas. Con cantos y
bailes, con pruebas deportivas y recitaciones de los poemas homéricos celebraban los días consagrados a
sus dioses. Con ocasión de las grandes fiestas en honor de Dionisio el pueblo se dirigía al teatro situado al
pie de la Acrópolis, donde se representaba el trágico destino de los héroes y se ridiculizaban en la comedia
los defectos humanos.
Los poetas entregaban tres tragedias y una comedia a un jurado que otorgaba al mejor autor una corona
de hiedra y un premio en dinero.
Las fiestas duraban tres días. Cada día se presentaban tres tragedias y una comedia. Esquilo (526-456)
celebró en su obra "Los Persas" el triunfo de Salamina y enseñó en sus otras grandes tragedias (Orestíada,
Prometeo, Siete contra Tebas) que los dioses y un destino inexorable aniquilan al individuo para que reinen
el orden y la justicia. Sófocles (496-406), amigo de Pericles, representó el destino trágico del rey Edipo y de
toda su familia (Edipo, Antígona, Electra). Eurípides (480-406) representa la triste suerte de las víctimas del
destino.
Después de las tres tragedias una alegre comedia hacía reír a los espectadores. Aristófanes (450-385), el más
importante de los poetas cómicos, ridiculizó y criticó los vicios y defectos de la sociedad y de las instituciones
de su época.
La historia. Los griegos, protagonistas de tantos hechos dramáticos, se sintieron impulsados a describir estos
hechos y los escenarios en que se habían producido. Heródoto (484-425), el "padre de la historia", narró en
"Los Nueve Libros" la historia de las luchas entre los griegos y los persas. Tucídides (455-400) relató en la
"Guerra del Peloponeso" la gran contienda entre Atenas y Esparta.
La filosofía. Hacia los fines del siglo v se inició la decadencia política de Grecia. Atenas se arruinó en la guerra
del Peloponeso (431-404) que sostuvo con Esparta. Esparta, por su parte, no pudo disfrutar por mucho
tiempo de su triunfo y empezó a decaer como consecuencia de su descomposición interna.
Al mismo tiempo que se iniciaba la decadencia de la Polis como organización política, se produjo una grave
crisis moral e intelectual, se debilitó la fe religiosa y cundieron la impiedad y la duda. Había quienes
afirmaban que no se podía saber nada acerca de los dioses y había otros que sostenían que los dioses sólo
habían sido inventados por hábiles políticos para mantener el orden y la disciplina entre los hombres.
Estas ideas eran sostenidas principalmente por los sofistas, los "maestros de la sabiduría", que cultivaron ante
todo la oratoria y que afirmaban que el hábil orador podía probar y refutar la misma cosa, pudiendo
convertir lo justo en injusto y lo injusto en justo.

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El primero que empezó a combatir a los sofistas fue Sócrates quien se esforzó por encontrar la verdad
mediante el diálogo. Estaba convencido de que había una verdad suprema que podía ser descubierta
mediante la razón y que el conocimiento de la verdad permitía conocer y realizar el bien. El primer deber del
hombre es la práctica del bien por medio de la virtud.
Sócrates murió como vivió: sus enemigos lo acusaron de "pervertir a la juventud" y lograron que fuera
condenado a muerte. El sabio consideró el juicio una injusticia, sin embargo, lo acató por obedecer a la ley.
"No se combate el mal con el mal, sino con el bien". Serenamente bebió la cicuta. Y su muerte fue su triunfo.
El Estado que lo condenó, sucumbió. Pero Sócrates vive eternamente.
El más destacado alumno de Sócrates fue Platón (427-347), uno de los más grandes filósofos de la historia.
Platón parte del principio de que existen valores absolutos, las "ideas". La suprema obligación del hombre
consiste en realizar las ideas, ante todo,, la idea del bien. Para este fin los hombres se organizan en el Estado.
En la República platónica deben gobernar los reyes-filósofos que conocen, aman y viven la verdad. Platón
fundó en Atenas la Academia, escuela de numerosos filósofos.
El pensador más universal de la Antigüedad fue Aristóteles (384-322). No hubo nada en el cielo ni en la
tierra que no hubiese sido observado, analizado y clasificado por él. Fue filósofo y hombre de ciencia y creó
con sus obras una verdadera enciclopedia de todo el saber elaborado por el genio helénico.
Decadencia de Grecia. Los griegos fueron uno de los pueblos más geniales que han existido en la historia.
Crearon obras extraordinarias. Vivieron, gozaron y sufrieron intensamente. Finalmente sus fuerzas quedaron
agotadas. En torno de ellos surgieron nuevas potencias que asumieron la dirección de la historia universal.
En el norte de la península de los Balcanes surgió el reino de Macedonia. El rey Filipo (359-336) logró
robustecer la autoridad monárquica, crear una poderosa fuerza militar y establecer la hegemonía de
Macedonia sobre Grecia. Su hijo Alejandro (336-323) emprendió al frente de un ejército greco-macedónico
la guerra contra los persas con el fin de vengar la destrucción de los templos y las humillaciones que los
griegos habían sufrido de parte de los persas en contiendas anteriores. En irresistible avance recorrió las
provincias del imperio persa y llegó hasta la India, estableciendo el imperio más grande que hasta entonces
se había visto en la historia. Fundó numerosas ciudades y las pobló con griegos. Hizo construir caminos por
los cuales los comerciantes griegos avanzaron hasta las regiones más lejanas. El idioma griego se convirtió
en lengua universal.
Después de la temprana muerte de Alejandro Magno el imperio se disolvió y se formaron tres grandes
reinos: Grecia-Macedonia, Egipto y Siria. Entre estas potencias se produjeron frecuentes guerras, pero
también se formaron estrechos nexos económicos y culturales. De la fusión de los elementos culturales
griegos y orientales nació la cultura del helenismo.

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ROMA UNIFICA EL MUNDO ANTIGUO
LOS PRIMITIVOS HABITANTES DE LA PENÍNSULA ITÁLICA
Los antiguos comprendían por Italia únicamente la península propiamente tal, o sea la región atravesada
por los Apeninos. La llanura del Po, ocupada en el siglo va.C. por los galos, era considerada como parte de la
Galia y recibió el nombre de Galla cisalpina para distinguirla de la Galia transalpina, lá actual Francia.
Italia se caracteriza por sus contrastes geográficos. Los Apeninos se elevan en su parte más alta hasta casi
3.000 m. A orillas del Adriático se extiende una estrecha faja costera. Hacia el oeste los Apeninos descienden
hacia llanuras más amplias que se abren hacia el mar. Etruria, la actual Toscana, país de los etruscos; Lacio, a
orillas del Tíber inferior; la fértil Campania.
Italia estuvo habitada originalmente por los ligures. Hacia el 1200 a.C. fue invadida por los itálicos de origen
indoeuropeo. Entre ellos se distinguieron ante todo los latinos, los habitantes del Lacio que se establecieron
en el valle del Tíber a cuyas orillas nació la ciudad de Roma. En el siglo x a.C. se establecieron los etruscos en
Toscana, provenientes quizás del Asia Menor. A partir del siglo vm el sur de Italia y la isla de Sicilia se llenaron
de colonias griegas. En la parte occidental de Sicilia se establecieron algunas colonias fenicias bajo la
protección y dirección de Cartago, la poderosa ciudad fenicia en el norte de África.

LOS ORÍGENES DE ROMA. LA MONARQUÍA


El gran poeta Virgilio, basándose en la tradición y la leyenda, cuenta en su poema Eneida que el héroe
troyano Eneas, después de la caída de Troya, había llegado al Lacio y se había desposado con Lavinia, hija
del rey Latino. De ellos descendió Rea Silvia que tuvo dos hijos gemelos, Rómulo y Remo, del dios de la
guerra Marte. Un hermano de Rea Silvia, anheloso de conquistar el poder para sí y sus hijos, hizo colocar a
los gemelos en un canasto en el río Tíber. Mas, ellos se salvaron, siendo criados por una loba. Años después
los hermanos fundaron una ciudad al pie del monte Palatino en el mismo lugar donde los había encontrado
la loba. Rómulo levantó un muro defensivo en torno de la ciudad. Remo saltó por encima del muro para
reírse de su hermano. Rómulo le dio muerte. El área urbana era sagrada; nadie lo debía violar. Rómulo
quedó como dueño de la ciudad y le dio su nombre. Según la leyenda Roma fue fundada el año 753 a.C.
Los romanos tomaron los hechos narrados por Virgilio por hechos históricos. La investigación moderna
califica las tradiciones en su mayor parte de leyendas. A ciencia cierta se sabe que los latinos fundaron
algunas aldeas en las siete colinas que se elevan al sur del río Tíber. Tal vez en el siglo vio estas aldeas se
unieron y formaron la ciudad de Roma.
Luego después la ciudad cayó bajo el dominio de los etruscos, los cuales se extendieron desde Toscana al
sur. Los etruscos estaban acostumbrados a la vida urbana y fundaron en Italia numerosas ciudades. Desde
las ciudades fortificadas extendían su dominio sobre los alrededores y sometían a la población a
servidumbre.
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Durante largo tiempo gobernaron en Roma reyes y noble etruscos. La leyenda refiere que después de
Rómulo siguieron seis reyes, el último de los cuales fue Tarquino el Soberbio. Los etruscos transformaron a
Roma en verdadera ciudad. Desecaron la región pantanosa al pie del monte Palatino mediante canales
subterráneos (cloaca máxima). Allí establecieron como centro de la ciudad el foro, o sea el mercado.
Consagraron el monte Capitolino a los dioses y construyeron en su cima los primeros templos.

LA REPÚBLICA
La organización de la República
La leyenda se refiere a los numerosos crímenes y actos despóticos cometidos por el rey etrusco y sus hijos.
Finalmente los patricios romanos se levantaron y hacia el año 500 a.C. expulsaron a Tarquino de la ciudad.
Nunca más querían tolerar a un monarca en Roma. La palabra "rey" se hizo odiosa. Roma debía ser una
"república", esto es, el Estado no debía ser de uno, sino de todo el pueblo, debía ser "res publica" (cosa
pública).
El gobierno fue asumido por las familias aristocráticas que se consideraban los verdaderos representantes de
la ciudadanía romana, del "populus romanus". Estas familias derivaban su origen de algún antepasado ilustre
(pater) y por eso se calificaron orgullosa-mente de "patricios". Debajo de ellos estaba la plebe que constituía
la masa de la población y que estaba formada por artesanos, comerciantes y campesinos. Los plebeyos
poseían la libertad personal, pero no pertenecían al "populus" y, por tanto, no poseían derechos políticos. Los
patricios se mantenían rigurosamente separados de la plebe. Sólo ellos disfrutaban de los derechos públicos,
sólo ellos ocupaban las magistraturas, los asientos en el Senado y las dignidades sacerdotales. No permitían
que un plebeyo se casara con una patricia: no había "connubio" entre plebe y patriciado. Si un plebeyo
quería disfrutar de seguridad personal, debía colocarse bajo la protección de un

patricio. De este modo, los patricios más poderosos se convertían en "patrones" de un gran número de
"clientes".
La república romana careció de una constitución escrita. La vida política, al igual que la vida de la familia, se
guiaba por la tradición y la costumbre inmemorial. Una organización política vigorosa debía poner a Roma
en condiciones de hacer frente a todo peligro externo. Todo debía quedar sometido a los intereses
superiores del Estado y del bien común. Los magistrados quedaron investidos de una fuerte autoridad con el
fin de poder obligar a todos los ciudadanos a servir al Estado.
El cambio más importante que se produjo a raíz de la abolición de la monarquía y la institución de la
república fue el reemplazo del rey por dos cónsules, elegidos anualmente por la asamblea popular. Los
signos externos de su poder eran la silla curul, la toga pretexta y el cetro de marfil. Eran acompañados de
doce lictores cuyos fasces y hachas eran símbolos de que los cónsules tenían poder sobre vida y muerte. Los
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cónsules duraban sólo un año en su cargo y debían rendir cuenta de su acción ante la asamblea popular.
Cada uno podía vetar y anular las resoluciones del otro. De esta manera, se quería evitar que uno abusase
de su poder y se convirtiese en tirano.
En tiempos de guerra o de grave crisis externa se podía nombrar a un dictador en lugar de los cónsules.
Todos debían someterse a sus órdenes. Pasado el peligro, el dictador debía renunciar y de ningún modo
podía permanecer en su cargo más de seis meses.
Los dos cónsules dirigían el Estado y comandaban el ejército. A medida que Roma fue creciendo se hizo
necesario crear otras magistraturas a las cuales se encomendaron funciones específicas. Los censores,
elegidos por cinco años, realizaban cada lustro un censo con el fin de determinar la fortuna de los
ciudadanos y de distribuirlos en sus respectivas clases y centurias. Los censores velaban además sobre las
buenas costumbres y sobre la preservación de la tradición. Los seis pretores o jueces estaban a cargo de la
administración de justicia. Los ediles tenían bajo su dirección a la policía y vigilaban los mercados y los
precios. Dos cuestores administraban el tesoro público que se guardaba en el templo de Saturno.
La institución política más importante era el Senado, formado por unos trescientos patricios que ocupaban
su cargo en forma vitalicia. Los senadores eran hombres de gran experiencia y autoridad. Controlaban a los
cónsules y sus opiniones, los senadoconsultos, eran obedecidos por los cónsules como leyes. El Senado
sancionaba las resoluciones de la asamblea popular y vigilaba el cobro de los impuestos y la hacienda
pública.
Sólo los patricios y sus clientes integraban la asamblea popular. Esta decidía sobre guerra y paz, elegía a los
cónsules y demás magistrados y votaba las leyes.

La religión romana
Los romanos fueron sumamente piadosos. Creían en un sinnúmero de dioses y creían que a toda actividad
humana y a todo fenómeno de la naturaleza correspondía alguna divinidad. Por medio de oraciones,
sacrificios y mandas trataban de obtener la ayuda divina. Había divinidades especiales para todas las
actividades agrícolas, para la siembra y la cosecha, para el crecimiento de las plantas y los animales.
Tempestades y sequías eran impuestas por algún dios airado. En el ser humano actuaba una fuerza divina, el
genio, que era también su ángel protector. Un gran número de dioses protectores cuidaban del hombre
desde el nacimiento hasta la muerte. Había una diosa Ossípago que endurecía los huesos a los niños, un
dios Estatilino que enseñaba a andar, un dios Fabulino que enseñaba a hablar. Había que rendir culto a las
almas divinizadas de los antepasados, los manes. La diosa Vesta cuidaba del fuego del hogar. La casa era
protegida por los lares. Los penates cuidaban de las provisiones. Los protectores de los campos eran el
pacífico Saturno y el belicoso Marte.

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Al frente del panteón romano figuraba la tríada Júpiter, Juno y Minerva. Júpiter, señor del cielo, que se
manifestaba a través del trueno y del relámpago, se convirtió en dios principal y protector de la ciudad y del
poder romano.
Los romanos agradecían a Júpiter sus triunfos en la guerra. La procesión triunfal del general victorioso era
un acto sagrado en honor de Júpiter quien había triunfado a través del general. El triunfador, cubierto de
magníficas vestimentas con adornos de oro, se dirigía en un carro tirado por cuatro caballos blancos al
Capitolio. Un esclavo mantenía sobre su cabeza la corona áurea de Júpiter y le repetía las palabras:
"Recuerda que eres un mortal". Le seguían los prisioneros de guerra y sus oficiales y soldados que cantaban
himnos en alabanza a su jefe. En el Capitolio el triunfador ofrecía los sacrificios de gracia.
Los romanos, al entrar en contacto con la cultura griega, identificaron a sus dioses con los dioses griegos:
Júpiter fue identificado con Zeus, Venus con Afrodita, Mercurio con Hermes. Al mismo tiempo los romanos
empezaron a introducir en Roma a dioses y cultos extraños. Los etruscos introdujeron en Roma la costumbre
de erigir estatuas en honor de los dioses.
El culto doméstico era ejercido por el padre de familia. Para el culto público había sacerdotes a cuyo frente
figuraban los pontífices y el Pontífice Máximo. Las sacerdotisas de Vesta, las vestales, cuidaban en el templo
de la diosa el fuego sagrado. Las vestales no debían casarse para dedicarse enteramente al culto divino.
Los romanos daban una importancia decisiva a los presagios y augurios. No iniciaban ninguna asamblea,
ninguna elección, ninguna guerra sin haber consultado la voluntad de los dioses. Sacerdotes especiales, los
augures, debían observar el vuelo de las aves, el relámpago, los intestinos de los animales y otros signos. Las
gallinas sagradas desempeñaban un papel importante en la guerra y los cónsules hacían depender sus
decisiones de si las gallinas comían o no.

La familia romana
En la Roma antigua la vida era sencilla y austera. Base de la sociedad fue la familia, institución civil y religiosa,
unida por el culto de los antepasados y del hogar. Hombre y mujer se consagraban a los deberes que los
dioses y la república les imponían.
La casa era sencilla: un edificio de adobes de un piso. La pieza principal en que estaba prendido el fuego del
hogar era el atrio. La pieza recibía luz de una abertura en el techo por la cual salía el humo y, en tiempos de
lluvia, caía el agua que se juntaba en una pileta. Con el tiempo se agrandó la abertura y se sujetó el techo
con columnas. De esta manera se formó un patio interior, parte importante de la casa romana.
Hombre y mujer usaban la túnica, una camisa de lana sin mangas. En público, el hombre usaba la toga,
privilegio del ciudadano que gozaba de todos los derechos cívicos.
El padre de familia tenía derechos absolutos sobre la familia. Era su jefe, juez y sacerdote. Tenía el derecho de
vender como esclavos a su mujer y a sus hijos. El representaba a todas las generaciones. Sobre él actuaban
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los genios de los antepasados. Las máscaras mortuorias de éstos estaban colgadas en el atrio, junto con la
anotación de sus triunfos y méritos y las insignias de las magistraturas que habían ocupado. Había que
honrar a los antepasados y continuar las gloriosas tradiciones de la familia. A pesar de que la mujer estaba
sometida a la autoridad absoluta del marido, gozaba de alta estimación y era respetada como la dueña del
hogar. A los hijos se les inculcaba una austera disciplina, sentido del deber y de la responsabilidad y
acendrado espíritu cívico.

Luchas entre patriciado y plebe


Originalmente el ejército estuvo formado sólo por los patricios y sus clientes. Se componía de caballería y de
infantería con armas livianas. El aumento del poder de Roma y de sus compromisos militares obligó a
incrementar el ejército y crear unidades nuevas dotadas de armas pesadas que originaban grandes gastos.
Como las fuerzas de los patricios resultaron insuficientes se tuvo que recurrir a los plebeyos.
Una amplia reforma, la llamada reforma serviana, dividió a la población romana según su fortuna en 193
centurias y 5 clases. Los ciudadanos más acaudalados formaban 18 centurias de caballería y 80 centurias de
infantería con armas pesadas. Las cuatro clases inferiores formaban en total 95 centurias.
La asamblea de las centurias, o sea, la asamblea del cuerpo armado, adquirió con el tiempo cada vez mayor
importancia y se hizo cargo de las funciones de la vieja asamblea popular patricia. Los comicios centu-riados
eran convocados por los cónsules y se reunían en el Campo de Marte en las afueras de la ciudad. Cada
centuria tenía un voto. Como las centurias de caballería y de infantería de primera clase tenían mayoría, los
aristócratas y los plebeyos ricos podían imponerse en todas las votaciones.
A pesar de que las barreras entre el patriciado y la plebe empezaron a caer, los plebeyos siguieron expuestos
a las arbitrariedades de los magistrados patricios. El servicio militar se convirtió en pesada carga para los
pequeños campesinos. Mientras permanecían bajo las armas, sus tierras quedaban sin cultivo. Al igual que
en su tiempo en Ática, también los campesinos en Roma debían responder con su persona por sus deudas y
muchos quedaron reducidos a la servidumbre.
Los plebeyos se reunieron en asamblea propia y eligieron a sus propios magistrados, los tribunos de la plebe.
Estos asumieron la defensa de la plebe frente a los abusos del Senado y de los magistrados. La leyenda
refiere que finalmente los antagonismos entre los patricios y los plebeyos llegaron a ser tan fuertes que éstos
decidieron abandonar la ciudad y dirigirse a Monte Sagrado para fundar allí una ciudad propia, puramente
plebeya. Recién entonces cedieron los patricios y reconocieron a los tribunos de la plebe ciertos derechos:
los tribunos eran inviolables, esto es, toda persona que atentaba contra ellos se hacía reo de muerte; ejercían
el derecho de auxilio que les permitía acudir en protección de todo plebeyo afectado por una medida
arbitraria de un magistrado patricio, y obtuvieron el derecho de veto que los facultaba para vetar medidas
administrativas y senadoconsultos.
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Sin embargo, los plebeyos aun no se sintieron seguros, ya que no había leyes escritas y el derecho
consuetudinario sólo era conocido y administrado por los patricios. En el año 450 a.C. diez personas, los
decenviros, recibieron el encargo de codificar el derecho. Las leyes fueron inscritas en doce tablas de hierro
que estaban expuestas en la Curia en el Foro romano. La ley de las doce tablas constituye el comienzo y la
fuente de toda la grandiosa legislación romana. Todo niño en el colegio se la tenía que aprender de
memoria.
Poco tiempo después de la promulgación de la ley de las doce tablas se permitió que los patricios y los
plebeyos contrajesen matrimonio. Paso a paso los plebeyos lograron ser admitidos en las magistraturas. Una
ley del año 336 a.C. dispuso que uno de los cónsules debía ser siempre un plebeyo. A partir del año 300 los
plebeyos también tuvieron acceso a los altos oficios sacerdotales. Sin embargo, sólo las personas de fortuna
podían dedicarse a la carrera pública ya que las magistraturas eran honoríficas y no eran remuneradas. Sólo
las familias plebeyas enriquecidas pudieron hacer uso plenamente de los derechos que habían conquistado.
Los plebeyos ricos se mezclaron con las familias patricias formándose con el tiempo una nueva aristocracia,
la nobilitas. Sólo los miembros de esta nobleza lograron ocupar las altas magistraturas y entrar al Senado. La
República romana nunca llegó a ser una democracia como la que se había establecido en Atenas.

LA EXPANSIÓN DE ROMA
La unificación de Italia
Luego después de la expulsión de los reyes etruscos los romanos empezaron a extender su dominio sobre la
península italiana. En el curso de los siglos v y vi pudieron triunfar sobre los etruscos, los celtas, los latinos, los
samnitas y los griegos en Magna Grecia.
Los romanos procedieron frente a los vencidos con gran habilidad. Pactaron tratados especiales con cada
una de las comunas. Las más favorecidas fueron las ciudades del Lacio. Estas recibieron amplios privilegios
que formaron el derecho latino. Otras ciudades conservaron sus derechos y su autonomía, pero quedaron
sometidas al dominio de Roma, sin entrar en posesión de los derechos reservados a los romanos o a los
latinos. Algunos pueblos se convirtieron en confederados de Roma, unidos a ésta por medio de pactos de
alianza en virtud de los cuales se obligaron a proporcionar ayuda militar a Roma.
Con el fin de asegurar su dominio, Roma estableció colonias que pobló con ciudadanos romanos y latinos.
Eran plazas fortificadas situadas en lugares estratégicos que estaban unidas por una red de caminos. El
camino más importante era la Via Appia que conducía de Roma a Capua y que después fue prolongada
hasta Brindisi sobre el Mar Adriático. A través de las colonias la lengua latina se difundió por toda Italia.

Breve Historia Universal – Ricardo Krebs 68 (Montes Inc.)


La formación del imperio
Como consecuencia de su expansión Roma entró en conflicto con Cartago, rica y poderosa ciudad en el
Norte de África que había sido fundada por los fenicios y cuyos barcos le aseguraban el control sobre el
Mediterráneo occidental.
Mantenía numerosas factorías en el sur de España, Córcega, Cerdeña y Sicilia. La intervención de Roma en
Sicilia hizo estallar la / Guerra Púnica (264-241). Como los romanos no tenían ninguna experiencia en la
guerra naval, sufrieron en un comienzo graves derrotas. Según el modelo de un pentarremo car-ginés
capturado construyeron una flota propia que les dio la supremacía en los mares. Cartago hizo la paz y
entregó a Roma las islas de Sicilia, Córcega y Cerdeña. Sicilia fue la primera provincia de Roma, cuya
administración fue entregada a un pretor. Los provincianos eran considerados como subditos, obligados a
pagar un tributo. Córcega y Cerdeña fueron erigidas en una segunda provincia.
El general cartaginés Amílcar Barca quiso compensar las pérdidas territoriales que Cartago había sufrido y
con ese fin se apoderó del sur de España. Su obra fue continuada por su hijo Aníbal, quien se propuso
vengarse de Roma y aniquilar su poder. En el año 218 estalló la II Guerra Púnica (218-201), llamada también
anibálica por ser Aníbal su principal protagonista y héroe. Aníbal, adelantándose a los planes de guerra de
los romanos, se lanzó a la conquista de Italia. Al frente de su ejército formado por 50.000 soldados de
infantería, 9.000 de caballería y 37 elefantes, recorrió España y el sur de Francia y atravesó los Alpes, hazaña
que le valió los aplausos de sus contemporáneos y de la posteridad. En varios encuentros victoriosos con los
romanos Aníbal demostró su genio militar. En la batalla de Cannas (216 a.C.) obtuvo una victoria completa.
50.000 romanos quedaron en el campo de batalla. Sin embargo, Aníbal fracasó en su empeño principal de
apoderarse de la ciudad de Roma. El pueblo romano, en esta prueba máxima de su historia, demostró todo
su espíritu cívico, su patriotismo y su valor. Finalmente los romanos pudieron pasar a la ofensiva. El cónsul
Escipión el Africano, desembarcó un ejército en el norte de África y logró derrotar a Aníbal en la batalla de
Zama (202 a.C). Cartago debió entregar sus territorios en España y su flota, tuvo que comprometerse a
pagar un tributo de guerra durante 50 años y a no librar ninguna guerra sin la autorización de Roma.
Cartago había dejado de ser una gran potencia. Roma había conquistado el predominio sobre el
Mediterráneo occidental. En España organizó dos provincias nuevas.
Mas, los romanos jamás perdonaron a los cartagineses que habían hecho temblar a Roma. Catón terminaba
cada uno de sus discursos en el Senado con las palabras: "Cartago debe ser destruida". Finalmente estalló la
III Guerra Púnica (149-146). Durante tres años los cartagineses se defendieron heroicamente contra el asedio
romano hasta que finalmente tuvieron que rendirse. La ciudad fue incendiada. Los sobrevivientes fueron
vendidos como esclavos. El territorio cartaginés fue erigido en provincia con el nombre de África.

Breve Historia Universal – Ricardo Krebs 69 (Montes Inc.)


En el curso del siglo n los romanos completaron la conquista de España. En el año 133 a.C. cayó Numan-cia,
último baluarte de los pueblos celtíberos. La cultura romana y la lengua latina comenzaron a imponerse en
España.
Al mismo tiempo, Roma empezó a intervenir también en el Mediterráneo oriental. En el año 148 Macedo-nia
fue convertida en provincia y dos años después Grecia compartió la misma suerte recibiendo el nombre de
Acaya. El rey del floreciente reino helenista de Pérgamo en Asia Menor dejó su Estado en herencia a Roma.
Roma dio a las provincias una organización distinta que a su dominio sobre Italia. Las provincias pacificadas
eran administradas por propretores; las que aún eran campo de batalla, eran conferidas a un cónsul o a un
procónsul. Los procónsules y propretores, elegidos por los comicios, eran los representantes del pueblo
romano y constituían en las provincias la suprema autoridad. Mandaban las tropas, dictaban justicia y
ejercían su cargo con plena autonomía, siendo responsables únicamente ante el Senado y el pueblo
romano. Los provincianos no eran ciudadanos romanos ni gozaban del derecho latino, sino que eran meros
subditos, obligados a pagar impuestos regulares, cuya recaudación estaba a cargo de los odiados
publícanos, particulares que arrendaban este derecho al gobierno romano.

LOS ÚLTIMOS TIEMPOS DE LA REPÚBLICA


La decadencia de la República. Las guerras civiles
Por medio de violentas guerras y una hábil diplomacia los romanos habían creado un inmenso imperio que
abarcaba la mayor parte de la cuenca del Mediterráneo. Mas, la expansión hizo surgir una serie de graves
problemas que no pudieron ser resueltos por la Roma republicana.
Los triunfos de Roma beneficiaron en primer lugar a la clase dirigente de los nobiles u optimates. Los
senadores poseían grandes propiedades rurales y se enriquecían en la administración de las provincias.
Junto al orden senatorial, del que provenían los senadores, surgió como clase nueva el orden ecuestre o de
los caballeros, llamados así porque hacían el servicio militar en las centurias de caballería. Mas, su vida era
poco caballeresca. Se dedicaban a los negocios de dinero, ejecutaban las obras pública y se encargaban del
aprovisionamiento de las fuerzas militares. El arriendo de los impuestos les proporcionaba fabulosas
ganancias. Los miembros de las clases dirigentes emplearon su riqueza para rodearse de gran lujo y disfrutar
de refinados placeres. En cambio, la población campesina sufrió graves perjuicios. Las interminables guerras
y las campañas en ultramar mantuvieron a los campesinos alejados de sus tierras. Después de la II Guerra
Púnica nadie acudió en ayuda de los campesinos para reconstruir las aldeas devastadas. En medida
creciente Roma importaba trigo de las provincias que salía a tan bajo precio que la producción agrícola en
Italia ya no pudo competir. Como resultado de las guerras había abundancia de esclavos que
proporcionaban mano de obra barata a los grandes terratenientes.

Breve Historia Universal – Ricardo Krebs 70 (Montes Inc.)


Muchos propietarios pequeños y medianos quedaron arruinados y se vieron obligados a vender sus campos
a bajo precio. El latifundio desplazó la propiedad pequeña. En los latifundios se reemplazó el cultivo de los
cereales por la viti y la fruticultura, las plantaciones de olivos y la ganadería. Numerosos campesinos
abandonaron el campo y se trasladaron a Roma donde se formó un numeroso proletariado completamente
desarraigado, sin bienes ni trabajo.
La situación desesperada del proletariado y de la población campesina, hizo surgir a dirigentes políticos que
trataron de introducir reformas sociales. Tiberio Graco, elegido tribuno de la plebe en el año 133 a.C,
propuso una ley agraria según la cual nadie podía poseer más de 125 há. de las tierras públicas. El que se
excedía debía devolver el excedente que debía ser repartido entre los desposeídos. El tesoro legado por el
rey de Pérgamo debía proporcionar a los nuevos colonos los medios para instalarse en sus campos. Cuando
Tiberio optó por segunda vez el cargo de tribuno, fue asesinado por los optimates. La muerte de Tiberio
Graco marcó el comienzo de un período de conmociones y guerras civiles que se prolongaría por más de
un siglo.
Diez años después fue elegido tribuno de la plebe Cayo Graco, hermano de Tiberio. Más apasionado y
radical que su hermano, se propuso quebrantar el predominio de los optimates y eliminar el poder del
Senado. Su meta era una democracia según el modelo de Atenas. Renovó la ley agraria, pensó en fundar
colonias romanas en ultramar. Hizo aprobar la ley frumentaria que establecía la distribución de cereales a
bajo precio entre el proletariado. Estas medidas provocaron la más violenta oposición de la nobleza
senatorial. Esta finalmente logró que Cayo Graco no fuese reelegido como tribuno de la plebe. Cayo Graco,
para no caer en manos de sus enemigos, se hizo dar muerte por un esclavo (121 a.C). Quedó restablecido el
régimen senatorial, pero los problemas siguieron sin solución.
Los cambios sociales, económicos y morales afectaron la organización militar de Roma que era la base de su
poder. La milicia de los ciudadanos resultaba inadecuada para hacer frente a los problemas que planteaba la
defensa del inmenso imperio. El rey africano Yugurta y los cimbrios y teutones, pueblos germánicos
invasores, infligieron a las legiones romanas humillantes derrotas. Mario, rudo soldado de carrera y
representante del partido popular, quien fue elegido cónsul en el año 107 a.C, reorganizó el ejército
admitiendo en las legiones a ciudadanos sin bienes que hasta entonces habían estado excluidos de las
centurias. A partir de esta reforma el ejército romano se convirtió de milicia en ejército profesional. El
ciudadano en armas fue reemplazado por el mercenario. Los mercenarios debían prestar servicio militar
durante 16 años. Recibían un sueldo y las armas. En manos de un jefe ambicioso este ejército podía
convertirse en arma política.
En los decenios siguientes aumentaron las calamidades internas y los peligros externos. Crecieron los odios y
los antagonismos entre los optimates y el partido popular. El partido que llegaba al poder tomaba las más
severas medidas contra los adversarios. Las instituciones republicanas se corrompieron y se tornaron
Breve Historia Universal – Ricardo Krebs 71 (Montes Inc.)
ineficientes. Roma vivía en un estado de permanente guerra civil. Se levantaron los confederados itálicos y
exigieron que se les otorgara el derecho romano (90-88). Durante tres años Italia fue sacudida por una
terrible sublevación de los esclavos encabezados por el gladiador Espartaco (73-71). La piratería en el
Mediterráneo aumentó de tal manera que el comercio marítimo y el aprovisionamiento de Roma quedaron
expuestos a serios peligros. El rey Mitridates de Ponto en Asia Menor se apoderó de Pérgamo e hizo asesinar
en un solo día a 80.000 romanos.
Se puso de manifiesto que el orden republicano mismo estaba en crisis. Como las instituciones civiles
fracasaban, las personas y las fuerzas militares adquirieron cada vez mayor importancia.

César y el triunfo del régimen personal


En medio de las intrigas y violencias surgieron tres personajes de los cuales finalmente dependieron los
destinos de Roma: Pompeyo, Craso y César. Cneo Pompeyo era un destacado general, que ganó fama por
sus triunfos en España y África sobre los partidarios de Mario, por reprimir la piratería en el Mediterráneo, por
conquistar el reino de Ponto y por hacer tributaria a Judea. Licinio Craso, a la fecha el hombre más rico de
Roma, logró reprimir el levantamiento de los esclavos. Cayo Julio César descendía de una vieja familia patricia
que enlazaba su origen con Eneas y la diosa Venus, pero se convirtió en dirigente del movimiento popular.
Organizaba para el pueblo fastuosas fiestas que costaban millones. Había seguido la carrera normal de los
honores: cuestor en España, edil en Roma, Pontífice Máximo, propretor en España. En el año 60 se unieron
el general, el capitalista v el demagogo y constituyeron el primer triunvirato con el fin de asumir el poder
sobre el Estado y repartirse las tierras del imperio. Pompeyo obtuvo el proconsulado sobre España, Craso
sobre Siria y César sobre las Galias. Pompeyo permaneció en Roma. Craso murió luego. César emprendió la
conquista de la Galia transalpina. Entre el 58 y el 52 a.C. pudo someter todo el territorio galo a su autoridad;
atravesó el Rin e incursionó en Germania, cruzó el canal de la Mancha y llegó a Inglaterra donde conquistó
Londinum, el actual Londres. Galia se convirtió en nueva provincia romana. Las campañas en la Galia
permitieron a César formar un excelente ejército cuyos soldados lo adoraban y lo apoyaban incondicio-
nalmente.
A raíz de los éxitos de César se produjeron la rivalidad y la enemistad con Pompeyo. Este se reconcilió con el
Senado y se hizo elegir cónsul único. En el año 49 el Senado ordenó a César licenciar sus tropas y volver a
Roma. Mas, César desobedeció y al frente de sus legiones cruzó el Rubicón, el río que marcaba la frontera
entre Galia e Italia. "Los dados han sido echados".
César pudo triunfar fácilmente en Italia y en Roma. En el curso de los cinco años siguientes (49-45 a.C)
recorrió triunfalmente España, Grecia, Egipto, Palestina, Siria, Asia Menor y África, imponiéndose a los
partidarios de Pompeyo y del Senado. "Veni, vidi, vinci" (vine, vi y vencí).

Breve Historia Universal – Ricardo Krebs 72 (Montes Inc.)


Al volver César a Roma sorprendió a todos por su clemencia y generosidad. Tendió la mano a sus antiguos
adversarios y se esforzó por establecer la unidad. Dado el fracaso de las instituciones republicanas, César se
hizo conferir amplios poderes con el fin de poder dar solución a los grandes problemas que afectaban a
Roma y el imperio. Hizo que el Senado lo nombrara dictador vitalicio. La Asamblea Popular y el Senado
debían obedecerle y aceptar sus decisiones. De hecho, César se convirtió en monarca, aunque no ostentó el
título de rey. César repartió generosamente dinero y pan entre los más necesitados. A la vez se preocupó de
reducir el proletariado ocioso y de dar ocupación a todos los que estaban en condiciones de trabajar. Con
este fin, inició un gradioso programa de obras públicas, fundó colonias en África, España y las Galias y
asignó tierras a más de 80.000 ciudadanos romanos y a los veteranos de sus legiones. Fijó los tributos que
debían pagar las provincias y decretó que los impuestos ya no fuesen recaudados por los publícanos, sino
por funcionarios responsables. César introdujo el calendario egipcio en Europa y lo perfeccionó incluyendo
cada cuatro años un año bisiesto. El calendario juliano se seguiría usando hasta el año 1582 d.C. fecha en
que sería reemplazado por el calendario perfeccionado del Papa Gregorio xm (calendario gregoriano).
Las medidas de César fueron altamente beneficiosas. Después de las terribles guerras civiles volvían a reinar
la paz y el orden y se restablecía la prosperidad material. Sin embargo, muchas personas veían en César un
tirano y querían restablecer la libertad republicana. Un grupo de conjurados bajo el mando de Cassio y
Bruto dio muerte a César el 15 de marzo del año 44 a.C.
Mas, los asesinos de César no fueron capaces de asumir la dirección política y nuevamente surgieron las
intrigas y violencias. En el año 43 a.C. se constituyó un nuevo triunvirato formado por Octavio, hijo adoptivo
de César, Marco Antonio, su leal amigo, y Lépido, su jefe de la caballería. Los tres asumieron el poder
dictatorial y se repartieron el imperio: Octavio se hizo cargo de Italia y de las provincias de Occidente; Lépido
se tuvo que contentar con África; Marco Antonio se quedó con Oriente y se trasladó a Egipto donde se
desposó con la bella reina Cleopatra, transformándose en un monarca oriental.
Octavio aprovechó hábilmente los errores cometidos por Marco Antonio e hizo que el Senado lo destituyera
de todos sus cargos y declarara la guerra a Cleopatra. En la batalla naval de Accio (31 a.C.) triunfó la flota de
Octavio. Al llegar Octavio a Alejandría en Egipto, Marco Antonio y Cleopatra se quitaron la vida. Octavio
convirtió a Egipto en provincia romana. Lépido por su parte se retiró, quedando Octavio como dueño del
imperio.

EL IMPERIO ROMANO
Augusto y el gobierno imperial
Octavio dejó subsistir las instituciones republicanas, pero de hecho estableció su gobierno personal. Se hizo
conferir por vida tres poderes fundamentales: el poder tribunicio, esto es, el poder sacrosanto del tribuno de
la plebe, sin colega y sobre todo el territorio del imperio (poder civil); el poder proconsular, esto es, el mando
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del ejército y la autoridad absoluta sobre todas las provincias ocupadas por tropas (poder militar), y el poder
de Ponfífice Máximo (poder religioso).
Además, se reservó el derecho de proponer los candidatos a las magistraturas que eran elegidos por la
Asamblea Popular y era el princeps, el príncipe o primero, en el Senado con el derecho de emitir primero su
voto. El gobierno era un principado, el gobierno del Estado por el príncipe, el primero de los ciudadanos.
El Senado honró a Octavio con el nombre de Augusto, el "sublime". A este nombre antepuso el nombre de
su padre adoptivo César y el título de "emperador", que tradicionalmente había sido conferido al general
victorioso. Octavio ingresó a la historia con el nombre de emperador César Augusto que conservarían sus
sucesores.
Augusto no abusó de su inmenso poder, sino que lo ejerció en beneficio de Roma y del imperio. Estableció
una administración eficiente y honesta. Dividió el imperio en provincias senatoriales e imperiales. Las
primeras eran las provincias pacificadas que dependían del Senado. Sus entradas ingresaban al erario,
administrado por el Senado. Augusto se reservó la administración de las provincias imperiales que eran las
provincias fronterizas que requerían de guarniciones militares. Sus entradas ingresaban al fisco, a cargo del
emperador. En el imperio de Augusto, los romanos siguieron ocupando una posición privilegiada, ya que
sólo ellos ascendían a los cargos administrativos.
Sin embargo, Augusto se opuso a la explotación de las provincias y contribuyó a su desarrollo material y
cultural. Hizo construir caminos, canales de riego y acueductos. Hizo confeccionar un mapa del imperio y un
censo de toda la población. "Mandó a empadronar a todo el mundo", según refiere uno de los Evangelios
(Lucas II, i).
En su política exterior, Augusto se abstuvo de grandes conquistas y concentró sus esfuerzos en mejorar la
defensa del imperio. Los tres ríos Rin, Danubio y Eufrates debían constituir la frontera entre el civilizado
mundo grecorromano y los pueblos bárbaros. Tres veces durante el gobierno de Augusto se cerró el templo
de Jano, hecho que ocurría únicamente cuando regía plena paz en todo el imperio. El emperador proclamó
la "paz de Augusto", bajo cuyo amparo debían desarrollarse las energías materiales y los valores espirituales.
El Siglo de Augusto
Al igual que Pericles en Atenas, dio Augusto en Roma su nombre a una época. El Siglo de Augusto
constituyó el siglo de oro en las letras y artes romanas. Mecenas, amigo íntimo de Augusto, concedió su
protección a los poetas. Virgilio compuso la Eneida, el mayor documento de la grandeza nacional romana.
Horacio puso sus Odas al servico de la regeneración moral. Livio relató la historia de Roma desde la
fundación de la ciudad hasta los días de Augusto.
El emperador convirtió a Roma, la capital del mundo, de una "ciudad de ladrillos" en "ciudad de mármol".
Al morir Augusto en el año 14 d.C. a los 76 años de edad, los senadores le concedieron su más alto honor:
"Sobre sus propios hombros condujeron su cuerpo a la pira" para su incineración. La urna funeraria fue
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depositada en el mausoleo que él mismo se había hecho construir en Roma. Los hechos más importantes de
su gobierno fueron grabados en grandes planchas de hierro colocadas en el Mausoleo.

El legado de Roma
En los dos siglos que siguieron a la muerte de Augusto el imperio alcanzó su mayor extensión y realizó una
intensa labor civilizadora. La cultura romana ya no quedó limitada a Roma e Italia, sino que se extendió hasta
las más lejanas provincias fronterizas, dejando huellas imborrables.
Quizás el aporte más importante de Roma a la cultura fue el derecho romano. Durante largo tiempo el
derecho romano estuvo limitado a la sola ciudad de Roma y a sus ciudadanos. Posteriormente se extendió
sobre todo el imperio hasta que, finalmente, fue codificado por el emperador Justiniano en el siglo vi d.C. El
Código de justiniano compiló las normas consuetudinarias, los edictos de los pretores, las disposiciones del
Senado, de la Asamblea Popular y de los Emperadores y las opiniones de los jurisconsultos romanos. Los
principios fundamentales del Derecho Romano poseen valor universal y se han incorporado a la legislación
de todos los pueblos civilizados. Entre estos principios pueden destacarse los siguientes: 1. Las leyes deben
ser públicas y escritas; 2. La ley debe proteger a la persona y sus bienes; 3. Las leyes deben considerar los
derechos de las mujeres; 4. Una persona acusada debe ser considerada inocente mientras no sea probada
su culpa; 5. Personas de distinta posición económica y social pueden contraer legítimo matrimonio; 6. Todos
los hombres son iguales ante la ley.
Tan impresionante y monumental como el derecho romano fueron las obras de ingeniería y arquitectura.
Las construcciones romanas se caracterizaron ante todo por su utilidad. Los romanos construyeron-caminos,
acueductos, termas y basílicas. Para los fines de diversión levantaron teatros, anfiteatros y circos como el
monumental Coliseo de Roma. En honor a sus muertos, héroes y dioses construyeron, tumbas, monumentos
y templos. Elementos particularmente característicos de la arquitectura romana fueron el arco, la bóveda y la
cúpula. Por lo demás, emplearon muchos elementos de la arquitectura griega. El Panteón en Roma, "templo
de todos los dioses", contiene la mayor parte de los rasgos característicos de la arquitectura romana.
El idioma romano, el latín, se impuso en gran parte del imperio, se convirtió en lengua oficial de la Iglesia
católica, se mantuvo como lenguaje de la ciencia hasta el siglo xvm y llegó a ser la base de las lenguas
romances: castellano, portugués, francés, italiano y rumano, y aun las lenguas germánicas asimilaron
numerosos términos latinos.
A los romanos se deben importantes aportes al desarrollo de la medicina y del servicio de salud. Galeno
(130-200 d.C.) fue uno de los médicos más importantes de la Antigüedad, autor de una enciclopedia del
conocimiento médico. Los romanos organizaron un verdadero servicio médico. Médicos del gobierno
atendían gratuitamente a los pobres. Establecieron gran número de hospitales y perfeccionaron los métodos
de sanidad pública.
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Los romanos sintieron profunda admiración por la cultura griega y asimilaron muchos elementos de ella. De
su fusión nació la cultura greco-latina que, como cultura clásica, constituye la base de todo el desarrollo
cultural de Occidente.

La crisis del imperio


En el curso del tercer siglo después de Cristo el imperio mostró crecientes signos de decadencia y crisis.
Hubo inflación, carestía y cesantía. Disminuyó la población. Se estancó el desarrollo social y las clases se
convirtieron en rígidas castas. Las instituciones políticas se tornaron ineficientes. Se produjo una grave
corrupción moral. El ejército se convirtió en factor decisivo, imponía y destituía a los emperadores. Pero al
mismo tiempo decayó el poder militar y las legiones ya no fueron capaces de defender las fronteras. El
imperio empezó a ser invadido por bárbaros que se establecieron como aliados y colonos en las provincias
fronterizas.
Hacia el 300 el emperador Diocleciano (284-305) llevó a efecto una reforma general del imperio y logró
devolverle parte de su antiguo esplendor y poder. Tomó medidas radicales para estabilizar las condiciones
económicas y políticas. Concentró en sus manos todo el poder administrativo, legislativo, judicial y militar y se
hizo adorar en todo el imperio como dios. Suprimió los últimos restos de la autoadministración y creó un
gigantesco aparato burocrático con cargos administrativos que se heredaban de padre a hijo. Dividió el
imperio en dos partes de las cuales cada una quedó a cargo de un emperador. Diocleciano, a la vez de
mantener el poder supremo sobre el imperio entero, se reservó la administración de Oriente, mientras que
un segundo emperador, con sede en Milán, administraba las provincias de Occidente. Cada emperador era
auxiliado por un César que debía ser su sucesor. Esta tetrarquía significaba una cierta descentralización que
permitía a cada tetrarca acudir con rapidez a la solución de los problemas regionales y organizar la defensa
de las fronteras amenazadas. Por medio de un edicto de precios Diocleciano fijó los sueldos y precios y
estableció un control completo sobre la economía.
El emperador Constantino (306-337) continuó la obra de su antecesor. En atención al hecho de que en los
decenios anteriores las provincias orientales habían llegado a ser más importantes que las occidentales.
Constantino trasladó la capital del imperio de Roma a Bizancio a la cual dio el nombre de Constantinopla
(328 d.C).
En el curso del siglo iv aumentaron las diferencias entre las dos partes del imperio. El emperador Teodo-sio
llegó a la conclusión de que ya no era posible mantener la unidad y, por consiguiente, repartió el imperio
entre sus dos hijos. La división sería definitiva. Así terminó la historia del gran imperio romano, la más
grandiosa creación política de la Antigüedad que había reunido dentro de sus fronteras a todas las naciones
y civilizaciones antiguas. El Imperio de Occidente dejaría de existir en el año 476 d.C. cayendo bajo el

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dominio de los germanos. El Imperio bizantino de Oriente viviría aún mil años más hasta que finalmente en
el año 1453, Constantinopla sería conquistada por los turcos musulmanes.

EL CRISTIANISMO
La situación religiosa en el Imperio Romano
La decadencia política, social y económica del imperio estuvo acompañada por el relajamiento moral y la
desintegración religiosa." Algunos romanos volvieron a adorar con renovado fervor a sus antiguos dioses:
Júpiter, Marte y Minerva. Otros buscaron consuelo en la filosofía griega, ante todo, en el estoicismo que
enseñaba que el hombre debía conformarse con su destino por injusto e incomprensible que pareciese.
Muchos se entregaron a los misteriosos cultos orientales: el culto de la diosa egipcia Isis y la adoración del
dios persa Mitras cuyo símbolo era el toro. Estos cultos prometían la resurrección y una vida de eterna
felicidad. En todo el imperio se impuso como culto oficial la adoración del emperador divinizado. Pero
ninguno de estos sistemas y ritos pudo dar una respuesta a la angustiosa pregunta por el sentido de la
existencia y el fin último de la vida humana.

Jesucristo y el cristianismo
Jesús nació durante el gobierno de Augusto en el pequeño pueblo de Belén en Judea. Algunos decenios
antes, Pompeyo había hecho tributaria a Judea. Luego los romanos impusieron al rey Herodes (40 a.C.-4
d.C.) quien dejó triste fama como tirano. Finalmente Judea fue hecha provincia (6 d.C), siendo administrada
por gobernadores romanos.
A los treinta años de edad Jesús abandonó su hogar y empezó a predicar la Buena Nueva del Reino de
Dios, de la salvación eterna y del amor al prójimo. Acompañado por doce fieles discípulos, los apóstoles,
recorrió durante tres años los campos y pueblos de Palestina.
Durante largos siglos los profetas habían anunciado que algún día Dios enviaría a un Mesías (en griego:
Cristo) para crear un nuevo reino de Israel. Muchos judíos creyeron que Jesús era, efectivamente, el tan
esperado Mesías, pero vieron en él un dirigente político que los dirigiría en la lucha contra los romanos para
recuperar su independencia y establecer un poderoso reino terrenal. Mas, Jesús no pensaba en una
rebelión política, sino en una liberación moral y espiritual. Muchos judíos se desilusionaron y se volvieron
contra él. Jesús fue condenado y entregado a las autoridades romanas. El procurador Poncio Pilato lo hizo
morir en la cruz.
Los Evangelios refieren que Jesucristo resucitó de los muertos y se volvió a presentar a los apóstoles para
probarles su divinidad y para encomendarles por última vez la misión de ir a predicar a todas las naciones la
Buena Nueva de que toda persona que ame y adore a Dios y a Jesucristo, su hijo, alcanzará la redención de
los pecados y la vida eterna. Jesucristo dejó a la humanidad dos mandamientos principales: "Amarás al Señor
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Dios tuyo de todo corazón y con toda tu alma y con toda tu mente". "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
Los apóstoles cumplieron con su misión y empezaron a predicar la doctrina de Cristo primero en Palestina y
luego en otros países. San Pablo, el "apóstol de los gentiles", hizo tres largos viajes por Asia Menor,
Macedonia y Grecia y fundó en todas partes iglesias cristianas. San Pedro organizó la iglesia en Roma.
Las cartas de los apóstoles a los fieles y los Evangelios, los relatos que cuatro de los apóstoles hicieron de la
vida y pasión de Cristo, formaron el Nuevo Testamento, el libro sagrado de la doctrina cristiana. La
explicación de la doctrina dio origen a la teología, desarrollada por los llamados Padres de la Iglesia. San
Jerónimo (340-420 d.C.) hizo una traducción del Nuevo Testamento al latín, que se convirtió en el texto
oficial de la Iglesia Católica.

La Iglesia y el Imperio
Las autoridades imperiales toleraron los numerosos cultos existentes siempre que sus adeptos rindiesen
honores divinos al emperador. Mas, los cristianos que reconocían a un solo Dios, no podían rendir
homenaje divino a un mortal. Por este motivo, los cristianos fueron considerados enemigos del Estado. El
emperador Nerón acusó a los cristianos del gran incendio de Roma en el año 64 d.C. y los castigó
severamente. Otros emperadores culparon a los cristianos de los muchos males que aquejaban al imperio y
los crucificaron, los quemaron vivos, los arrojaron a las fieras y los hicieron luchar con los gladiadores en los
circos.
La primera persecución general fue ordenada por el emperador Decio (249-251). La última persecución y la
más violenta fue impuesta por Diocleciano (303). Pero la violencia material resultó impotente frente al
espíritu cristiano. Finalmente, el emperador Constantino, mediante el Edicto de Milán (313) concedió a la
Iglesia cristiana iguales derechos que a los cultos paganos. En el año 395 Teodosio reconoció el cristianismo
como religión oficial del Imperio: "Es nuestra voluntad que todos los pueblos profesen la religión que el
divino apóstol San Pedro ha predicado a los romanos.
El que cumpla con esta ley será llamado "cristiano católico". Los otros, en cambio, quedan sometidos al
castigo divino, como también al castigo que nosotros resolvamos imponer según la voluntad de Dios".
Mientras que el Imperio se estaba desintegrando, la Iglesia pudo aumentar cada vez más su influencia sobre
la sociedad, las costumbres y el pensamiento y pudo crear una poderosa organización. Se ordenaron
sacerdotes para hacerse cargo del servicio religioso y de la dirección de las iglesias parroquiales. Las iglesias
de una región formaban una diócesis bajo la dirección de un obispo. Las diócesis a su vez quedaron
subordinadas a un patriarca. Los patriarcas eran los obispos de las ciudades más grandes del imperio, como
Cons-tantinopla y Alejandría. A la cabeza de la jerarquía estaba el obispo de Roma, llamado luego Sumo
Pontífice o Papa. Los obispos se reunían en asambleas o concilios' para debatir los problemas generales y
definir el dogma.
Breve Historia Universal – Ricardo Krebs 78 (Montes Inc.)

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