Samuel Unge A David Como Rey

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Samuel unge a David como rey.

Ahora bien, el Señor le dijo a Samuel: —Ya has hecho suficiente duelo por Saúl. Lo he rechazado
como rey de Israel, así que llena tu frasco con aceite de oliva y ve a Belén. Busca a un hombre
llamado Isaí que vive allí, porque he elegido a uno de sus hijos para que sea mi rey. Invita a Isaí al
sacrificio, y te mostraré a cuál de sus hijos ungirás para mí. Así que Samuel hizo como el Señor le
indicó. Cuando llegó a Belén, Samuel realizó el rito de purificación para Isaí y sus hijos y también
los invitó al sacrificio. Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: «¡Seguramente este es el
ungido del Señor!». Pero el Señor le dijo a Samuel: —No juzgues por su apariencia o por su
estatura, porque yo lo he rechazado. El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La
gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón. Entonces Isaí le dijo a su hijo
Abinadab que caminara delante de Samuel. Pero Samuel dijo: —Este no es el que el Señor ha
elegido. De la misma manera Isaí le presentó sus siete hijos a Samuel. Pero Samuel le dijo: —El
Señor no ha elegido a ninguno de ellos. Después Samuel preguntó: —¿Son estos todos los hijos
que tienes? —Queda todavía el más joven —contestó Isaí—. Pero está en el campo cuidando las
ovejas y las cabras. —Manda llamarlo de inmediato —dijo Samuel—. Entonces Isaí mandó a
buscar a David, luego Isai llevo a David ante Samuel, Y el Señor dijo: —Este es, úngelo. Al estar
David de pie entre sus hermanos, Samuel tomó el frasco de aceite de oliva que había traído y ungió
a David con el aceite. Y el Espíritu del Señor vino con gran poder sobre David a partir de ese día.
Luego Samuel regresó a Ramá.

DAVID MATA A GOLIAT

Los filisteos reunieron su ejército para la batalla y acamparon en Efes-damim, que queda entre
Soco en Judá y Azeca. Saúl respondió reuniendo a las tropas israelitas cerca del valle de Ela. De
modo que los filisteos y los israelitas quedaron frente a frente en montes opuestos, separados por
el valle. Luego Goliat, un campeón filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos para
enfrentarse a las fuerzas de Israel. ¡Medía casi tres metros de altura! Llevaba puesta una
armadura hecha de bronce, que era muy pesada, también poseía una lanza, y jabalina. Su
escudero iba delante de él. Entonces Goliat se detuvo y gritó mofándose de los israelitas: «¿Por
qué salen todos ustedes a pelear? Yo soy el campeón filisteo, pero ustedes no son más que siervos
de Saúl. ¡Elijan a un hombre para que venga aquí a pelear conmigo! Si me mata, entonces seremos
sus esclavos; pero si yo lo mato a él, ¡ustedes serán nuestros esclavos! ¡Hoy desafío a los ejércitos
de Israel! ¡Envíenme a un hombre que me enfrente!». Cuando Saúl y los israelitas lo escucharon,
quedaron aterrados y profundamente perturbados. Ahora bien, David era hijo de un hombre
llamado Isaí, un efrateo de Belén, en la tierra de Judá. En ese tiempo Isaí era anciano y tenía ocho
hijos. Sus tres hijos mayores —Eliab, Abinadab y Simea— ya se habían unido al ejército de Saúl
para pelear contra los filisteos. David era el menor de los hijos. Sus tres hermanos mayores se
quedaron con el ejército de Saúl, pero David iba y venía para ayudar a su padre con las ovejas en
Belén. Durante cuarenta días, cada mañana y cada tarde, el campeón filisteo se paseaba dándose
aires delante del ejército israelita. Un día, Isaí le dijo a David: «Toma esta canasta de grano tostado
y estos diez panes, y llévaselos de prisa a tus hermanos. Y averigua cómo están tus hermanos y
tráeme un informe de cómo les va». Los hermanos de David estaban con Saúl y el ejército israelita
en el valle de Ela, peleando contra los filisteos. Así que temprano a la mañana siguiente, David dejó
las ovejas al cuidado de otro pastor y salió con los regalos, como Isaí le había indicado. Llegó al
campamento justo cuando el ejército de Israel salía al campo de batalla dando gritos de guerra.
Poco tiempo después las fuerzas israelitas y filisteas quedaron frente a frente, ejército contra
ejército. David dejó sus cosas con el hombre que guardaba las provisiones y se apresuró a ir hacia
las filas para saludar a sus hermanos. Mientras hablaba con ellos, Goliat, el campeón filisteo de
Gat, salió de entre las tropas filisteas. En ese momento, David lo escuchó gritar sus ya
acostumbradas burlas al ejército de Israel. Tan pronto como las tropas israelitas lo vieron,
comenzaron a huir espantadas. —¿Ya vieron al gigante? —preguntaban los hombres—. Sale cada
día a desafiar a Israel. El rey ha ofrecido una enorme recompensa a cualquiera que lo mate. ¡A ese
hombre le dará una de sus hijas como esposa y toda su familia quedará exonerada de pagar
impuestos! David les preguntó a los soldados que estaban cerca de él: —¿Qué recibirá el hombre
que mate al filisteo y ponga fin a su desafío contra Israel? Y a fin de cuentas, ¿quién es este filisteo
pagano, al que se le permite desafiar a los ejércitos del Dios viviente? Estos hombres le dieron a
David la misma respuesta. Le dijeron: —Efectivamente, esa es la recompensa por matarlo. Pero
cuando Eliab, el hermano mayor de David, lo oyó hablar con los hombres, se enojó. —¿Qué estás
haciendo aquí? —le reclamó—. ¿Qué pasó con esas pocas ovejas que se supone que deberías estar
cuidando? Conozco tu orgullo y tu engaño. ¡Solo quieres ver la batalla! —¿Qué hice ahora? —
contestó David—. ¡Solo hacía una pregunta! Entonces caminó hacia otros y les preguntó lo mismo,
y recibió la misma respuesta. Entonces le contaron a Saúl la pregunta de David, y el rey mandó
llamarlo. —No se preocupe por este filisteo —le dijo David a Saúl—. ¡Yo iré a pelear contra él! —
¡No seas ridículo! —respondió Saúl—. ¡No hay forma de que tú puedas pelear contra ese filisteo y
ganarle! Eres tan solo un muchacho, y él ha sido un hombre de guerra desde su juventud. Pero
David insistió: —He estado cuidando las ovejas y las cabras de mi padre. Cuando un león o un oso
viene para robar un cordero del rebaño, yo lo persigo con un palo y rescato el cordero de su boca.
Si el animal me ataca, lo tomo de la quijada y lo golpeo hasta matarlo. Lo he hecho con leones y
con osos, y lo haré también con este filisteo pagano, ¡porque ha desafiado a los ejércitos del Dios
viviente! ¡El mismo Señor que me rescató de las garras del león y del oso me rescatará de este
filisteo! Así que Saúl por fin accedió: —Está bien, adelante. ¡Y que el Señor esté contigo! Después
Saúl le dio a David su propia armadura: un casco de bronce y una cota de malla. David se los puso,
se ciñó la espada y probó dar unos pasos porque nunca antes se había vestido con algo semejante.
—No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—. No estoy acostumbrado a usarlo. Así que David
se lo quitó. Tomó cinco piedras lisas de un arroyo y las metió en su bolsa de pastor. Luego, armado
únicamente con su vara de pastor y su honda, comenzó a cruzar el valle para luchar contra el
filisteo. Goliat caminaba hacia David con su escudero delante de él, mirando con desdén al
muchacho de mejillas sonrosadas. —¿Soy acaso un perro —le rugió a David— para que vengas
contra mí con un palo? Y maldijo a David en nombre de sus dioses. —¡Ven aquí, y les daré tu carne
a las aves y a los animales salvajes! —gritó Goliat. David le respondió al filisteo: —Tú vienes contra
mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo contra ti en nombre del Señor de los Ejércitos
Celestiales, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado. Hoy el Señor te conquistará,
y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Y luego daré los cadáveres de tus hombres a las aves y a los
animales salvajes, ¡y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel! Todos los que están aquí
reunidos sabrán que el Señor rescata a su pueblo, pero no con espada ni con lanza. ¡Esta es la
batalla del Señor, y los entregará a ustedes en nuestras manos! Cuando Goliat se acercó para
atacarlo, David fue corriendo para enfrentarse con él. Metió la mano en su bolsa de pastor, sacó
una piedra, la lanzó con su honda y golpeó al filisteo en la frente. La piedra se le incrustó allí y
Goliat se tambaleó y cayó de cara al suelo. Así David triunfó sobre el filisteo con solo una honda y
una piedra, porque no tenía espada. Después David corrió y sacó de su vaina la espada de Goliat y
la usó para matarlo y cortarle la cabeza. Cuando los filisteos vieron que su campeón estaba
muerto, se dieron la vuelta y huyeron. Así que los hombres de Israel y Judá dieron un gran grito de
triunfo y corrieron tras los filisteos, persiguiéndolos tan lejos como Gat y hasta las puertas de
Ecrón.

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