Casanova Ciencias Sociales y Naturales

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El diálogo de las Ciencias Sociales y las

naturales. Minuta para un ensayo

PABLO GONZÁLEZ CASANOVA

PROBLEMÁTICA

E N LAS CONDICIONES ACTUALES del mundo, ¿cómo nos plantea


mos los problemas del diálogo y el debate en las Ciencias So-
ciales? ¿Cómo creamos espacios universitarios de reflexión y
diálogo, de investigación y pedagogía, que faciliten la actualización
y la comunicación de los especialistas en ciencias naturales y sociales
entre sí, y con los humanistas? ¿Cómo redefinimos la investigación,
la docencia y la difusión de las ciencias y las humanidades, de mane-
ra que contribuyamos a la articulación de las mismas para la solución
de problemas que no pueden ser abordados sin su concurso y ac-
tualización? Esos problemas han sido planteados, entre otros, por
Immanuel Wallerstein, Ilya Prigogine, Ervin Laszlo, John Brockman.
A sus contribuciones querríamos añadir una que lleve sobre todo
al dialogo de ideologías encontradas, de teorías opuestas en la mis-
ma cultura o en culturas y civilizaciones que tradicionalmente se
han enfrentado y que se siguen enfrentando. El problema consiste
en preguntarnos: ¿Qué posibilidades hay de establecer espacios
de diálogo y debate creador y profundo entre las perspectivas de
las teorías hegemónicas y de las teorías críticas y alternativas?
Para intentar una respuesta o esclarecimiento de ese problema,
y cómo precisarlo, esbozamos varias proposiciones que pueden ser
confirmadas o "disconfirmadas" en lo que tienen de contribución
científica históricamente comprobable. Presentadas con ese carác-

D.R. © 2004. Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Sociales. Revista 1\1exicana de
Sociolngía, ú10 66, núm. especial. 2004, México, D. F., pp. 1-14. lSSN: 0188-2503/04/06605-03/USD 2.50 ($ 20.00).
2 REV/S'/A MEXICANA DE SOCIOLOGÍA, AÑO 66, NÚMERO ESPECIAL, 2004

ter, no alcanzan siquiera la categoría de teoremas, aunque preten-


demos que logren un grado superior al de meras conjeturas o al de
vagas hipótesis.

Las Ciencias Sociales siempre se han orientado por objetivos. Las


tesis en contrario de investigadores empiristas como Lazarsfeld
han sido disconfirmadas. Los objetivos que orientan a las Ciencias
Sociales corresponden a "valores e intereses", expresión que emple-
ra Max Weber. De todos modos, en la perspectiva más común de
las Ciencias Sociales hegemónicas todavía prevalece el análisis de las
causas y los factores que determinan un fenómeno. Así, la econo-
mía neoliberal o neoclásica sostiene sus modelos como derivados
de las leyes del mercado y sus "benévolos efectos".

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A principios del siglo XVII, el "paradigma" o modelo por antono-


masia de las ciencias corresponde a la revolución científica iniciada
por Newton, concebida también por Bacon y Descartes. Ese "pa-
radigma" entró en crisis a principios del siglo XX, con algunos
antecedentes en los últimos años del XIX. El nuevo paradigma se
formalizó durante la segunda Guerra Mundial, y recibió interés y
apoyo cada vez mayores desde entonces, lo cual dio lugar a investi-
gaciones cada vez más favorecidas e influyentes.
La nueva revolución científica no sólo consistió en acotar los lími-
tes de validez -enorme y actual- del determinismo mecánico que
rige en una parte del universo, y que· no opera en niveles micro y
macrofísicos. También consistió en privilegiar el conocimiento de los
mejores medios para alcanzar o~jetivos.
Al privilegiar el análisis telconómico o de conductas dirigidas a al-
canzar fines, el nuevo paradigma resultó mucho más idóneo para
tender un puente entre las ciencias de la materia, de la vida y de
la Humanidad. Facilitó el diálogo de métodos y conceptos entre
ciencias de la materia, ciencias de la vida y Ciencias Sociales.
DIÁLOGO CIENCIAS SOCIALES-CIENCIAS NATURALES. MINUTA PARA UN ENSAYO 3

Hoy, para realizar sus propias tareas, las Ciencias Sociales nece-
sitan conocer a fondo en qué consisten las "nuevas ciencias" que
investigan "sistemas auto-regulados, adaptativos y creadores". Surgi-
das de las tecnociencias -que plantean los problemas científicos a
partir de los tecnológicos destinados a la producción y a la guerra-,
las nuevas ciencias pasan de la modelación matemática, de la ciber-
nética, de las ciencias de la computación, de la comunicación, de
la información y la organización, a los sistemas complejos con múlti-
ples interacciones e interdefiniciones, que incluyen entre sus temas
principales los sistemas caóticos en que se vincula el orden y el des-
orden, y a los que se a11aden las estructuras emergentes, los siste-
mas alternativos. Acercarse a las ciencias de la complejidad y a las
tecnociencias es también fundamental para la teoría crítica y el pen-
samiento alternativo, sin que por ello abandonen el análisis his-
tórico y concreto de las causas socialmente determinadas, enajena-
das y mediatizadas. Abandonando todo recelo doctrinario, podrán
profundizar y precisar acerca de los medios para alcanzar objetivos
que el sistema actual de acumulación y dominación trata de
mediatizar, cooptar, enajenar o destruir.

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Los principales objetivos de la Edad Moderna, los que expresan


sus principales valores e intereses, son: l. La democracia, 2. La libe-
ración y 3. El socialismo. Los tres corresponden a valores de la
Edad Moderna, y del Humanismo que surgió desde el Renaci-
miento y que tanto se enriqueció con el pensamiento "ilustrado" del
siglo XVIII. Su formulación política más afortunada es el lema de "Li-
bertad, igualdad, fraternidad", que nació en la Revolución Francesa.
Ese lema fue precedido por el de la lucha contra la opresión de un
país por otro, que apareció como principio en la Independencia
de Estados Unidos respecto del coloniaje de Inglaterra y de todo
coloniaje, pero que perdió su impulso universal por la presencia de
los esclavistas del Sur y de los colonizadores del Este, herederos de la
trata de esclavos y del proyecto inglés de conquistar el "lejano
oeste" y las antiguas colonias de Espa11a en América. Estados Unidos
hizo, de todos modos, una importante contribución a la precisión
de los nuevos valores y a la manera de alcanzarlos. "La democracia es
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el gobierno del pueblo, con el pueblo y para el pueblo" es una defi-


nición paradigmática que acuñó Lincoln y que sigue teniendo un
valor universal. Hoy es plenamente válida en medio de las rede-
finiciones particulares y a pesar de los sentidos retóricos que han
oscurecido su profundidad. También mantiene su validez al lado de
otros postulados como el respeto al pluralismo ideológico, cultural
y religioso, o a los más recientes sobre los derechos a la autonomía, a
la identidad de personas y colectividades, a la igualdad de derechos
de la mujer y a las preferencias sexuales. Es más, ese concepto de la
democracia se ha relacionado práctica y conceptualmente con los
proyectos emergentes de liberación de los pueblos, y de justicia
social y socialismo, lo que facilita enormemente el diálogo entre
quienes comparten esos valores.
Subsisten empero serios obstáculos. En los proyectos universales
sobre la democracia aparece un "eurocentrismo" ( v. Samir Amin)
que sólo en parte logran corregir muchos de sus partidarios euro-
peos y americanos, "occidentales", al postular que corresponden
a valores e intereses universales y que se deben hacer extensivos a
todos los habitantes del planeta. El carácter universal que se otorga
a esos valores vive un movimiento histórico que a la vez favorece
su expansión universal y limita o anula sus posibilidades de reali-
zación. Ese movimiento histórico corresponde a la expansión del
capitalismo industrial y a las redefiniciones a que da lugar con las
políticas colonialistas e imperialistas formales e informales, históricas
y actuales.
La "mundialización" de los valores e intereses de la "edad mo-
derna intelectual" ocurrió entre simpatías y diferencias, sinergias
y contradicciones que privan hasta nuestros días. El capitalismo in-
dustrial dio un impulso al desarrollo de las ciencias y las tecnolo-
gías, sin precedente en la historia de la humanidad. Ese impulso
adquirió, en menos de 200 años, un carácter mundial en sus víncu-
los con la producción y con la guerra, con el progreso y con la do-
minación y sujeción de vastas regiones de la Tierra, así como de
enormes contingentes de pueblos, trabajadores y comunidades.
En el siglo XX las luchas por la democracia y el socialismo fueron
redefinidas por las antiguas y nuevas luchas anticoloniales, de inde-
pendencia o liberación. La expansión del "progreso" o del "desa-
rrollo" industrial, científico y tecnológico en los pueblos no
"europeos" ni "occidentales", contribuyó a su sujeción; también se
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volvió parte de su cultura en la construcción de las opciones de


la liberación, la democracia y el socialismo. Tras sucesivas expan-
siones y reestructuraciones, las ideologías de la Edad Moderna
entraron en crisis abierta. Ésta se manifestó en la crisis de las propias
opciones. Desde finales de los sesenta y principios de los setenta,
golpeó fuertemente a la socialdemocracia, al nacionalismo revolu-
cionario y al comunismo de Estado. La crisis fue también parte de
una fuerte lucha entre las fuerzas hegemónicas y las opciones,
muchas de éstas previamente mediatizadas y debilitadas, pero, sobre
todo, envueltas en sus propias contradicciones. El reencuentro uni-
versal de las tres luchas constituye hoy un impulso del diálogo
universal de las ciencias y las humanidades, que en gran medida se
basa en la práctica universal de unas y otras, así como en el descu-
brimiento de la necesidad de promover la unidad en la diver-
sidad mundial. El fenómeno ocurre tras la crisis de todos los movi-
mientos que fueron instrumentados, mediatizados o c9optados por
el capitalismo: desde el liberalismo decimonónico, pasando por la
socialdemocracia, por el comunismo y el nacionalismo revoluciona-
rio y populista. En cuanto al neoliberalismo con que los complejos
militares-empresariales, sus ideólogos, y gerentes-políticos respon-
dieron en los años ochenta, en menos de 20 años -conforme la
crisis económica y de legitimidad se acentuaba- mostró su carácter
neoconservador, neofundamentalista y neototalitario.

IV

Desde el punto de vista de las Ciencias Sociales hoy, hemos de se-


ñalar que la crisis más importante es la del neoliberalismo. El
proyecto neoliberal entró en crisis abierta -política, económica,
moral, ideológica, militar- a mediados de la década de los noventa,
y se agudizó drásticamente desde el 11 de septiembre del 2001. El
reconocimiento del "fracaso" de la política económica neoliberal
por parte del Banco Mundial y por sus propios ideólogos, reveló
la enorme validez de la tesis planteada por Robert Merton sobre las
"estructuras manifiestas" y las "estructuras latentes". Si los pueblos
salvajes siguen creyendo que sus danzas hacen llover aunque tengan
pruebas de todo lo contrario, esa contumacia revela que a sus objeti-
vos manifiestos se añaden otros, latentes, los cuales son los que en
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verdad los llevan a danzar. Lo mismo ocurre con el Banco Mundial,


el Fondo Monetario Internacional y los grandes voceros neolibe-
rales que, pese a que reconocen los estragos causados por la política
neoliberal e incluso los atribuyen a ella, siguen imponiéndola a los
gobiernos endeudados y a los gobernantes asociados, sujetos bajo
amenazas de guerra económica, social y militar, las que en los he-
chos se prueban con un nuevo auge de los fenómenos de conquista
de territorios y riquezas.
AJ entrar en crisis, el neoliberalismo de guerra, sus líderes y
autores siguen imponiendo las medidas que acentuaron la crisis.
Así confirman el pensamiento de Emerson cuando señaló que el
autoritarismo "[ ... ] debe ser ejecutado con una mentira práctica,
es decir por la fuerza". La ejecución del autoritarismo los prepara
ideológica y emocionalmente para volver a pensar, como sostuvo
Hamilton, que "es una imprudencia la democracia", y para aplicar
una nueva estrategia de neocolonialismo y neototalitarismo global,
que no sólo incluye "la guerra eterna" contra los pobres sino
contra quienes buscan recuperar o construir, redefinir y recrear la
libertad, la igualdad y la fraternidad; la democracia, la liberación y
el socialismo: esas "imprudencias".
En la "mentira práctica" sobre los valores que dicen defender (y
en la violencia cada vez mayor que emplean), la regresión de neo-
liberales y neoconservadores al fundamentalismo laico y religioso
los coloca en una situación de ilegitimidad que se extiende cada vez
más. La gravedad de ese problema para las Ciencias Sociales no
puede ser soslayada. No sólo amenaza a buena parte de las propias
corrientes de la teoría crítica no marxista y marxista, sino a las
auténticamente "liberales". Amenaza abiertamente a los pobres y a
los países pobres, que -de ser "un problema social"- se convierten
en un problema del orden criminal, policial y militar. El dominio
cada vez mayor de la "mentira práctica" y "argumentada" es la peor
amenaza planteada al ser humano y a las culturas del diálogo en
todos los campos, incluido el de las Ciencias Sociales.

La crisis de los proyectos históricos por la democracia, la liberación


y el socialismo ha dado lugar a una nueva revolución mundial cuyo
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futuro es incierto. Ésta surgió tras el auge de la democracia de po-


cos para pocos y con pocos (una democracia elitista, paternalista
y autoritaria). En ella aparece un doloroso e importante legado de
la teoría de la práctica de la socialdemocracia que se integró al ca-
pitalismo, al colonialismo y al imperialismo; de la práctica del nacio-
nalismo revolucionario que con el populismo forjó la nueva "depen-
dencia"; y de la de los regímenes comunistas que iniciaron la
construcción del socialismo de Estado y cuyas estructuras cliente-
listas, de economías formales e informales, se acompañaron de fenó-
menos de corrupción y acumulación primitiva, con lenguajes ofi-
ciales autoritarios e irreales que terminaron en grupos de poder de
renegados y mafiosos, dispuestos a la reinstauración de un capi-
talismo periférico. Hacer ese tipo de críticas en profundidad y
con exactüud es fundamental pero insuficiente. La revolución mun-
dial emergente tiene antecedentes en 1968 (Wallernstein) y fue
precedida por la del movimiento "26 de julio" de Cuba en 1959, y
sucedida por la de los indios mayas de México en 1994. El naci-
miento de un nuevo proyecto histórico apareció en esos y otros mo-
vimientos, en que la teoría crítica marxista y la no marxista empe-
zaron a formar parte de una cultura alternativa en movimiento,
más que de una ideología de partido.
El nuevo movimiento histórico y la cultura alternativa en
estructuración tienden a reconocer cada vez más la fusión articula-
da de las luchas por la democracia, la liberación y el socialismo. Sus
integrantes descubren y construyen categorías compuestas como la
de Estado-pueblo y la de sociedad civil que gobierna, combinando
la democracia participativa y la representativa, o las jerarquías de
quienes mandan, que "mandan obedeciendo" los lineamientos que
les fijan sus comunidades o pueblos. Redescubren también -con
el espítitu de Córdova, Argentina, reelaborado por la experiencia
de los años- la necesidad de pensar en un socialismo que no sólo se
proponga una distribución de la riqueza, sino de la cultura, y no sólo
interprete los textos y conceptos de Oriente y Occidente sino los
textos y conceptos de sus propias prácticas por alcanzar ideales.
Éstas se aclaran y concretizan con la narrativa, la Historia, la política,
las ciencias, la imaginación y "la creación de lo posible", así como con
los conocimientos emotivos y los racionales, con el dominio de los
clásicos, los modernos y los posmodernos, de las culturas dominadas
y rebeldes, de las conquistadoras y dominantes, "desestructurables".
8 REVISTA MEXICANA DE SOC/OLOGÍA, AÑO 66, NÚMERO ESPECIAL, 2004

VI

Las Ciencias Sociales hegemónicas y alternativas no pueden hoy


menos que reconocer la crisis de sus propios marcos teóricos y de
una gran cantidad de postulados que han sido disconfirmados por
la historia universal. Necesitan plantearse cuáles son las mejores ma-
neras de lograr los valores e intereses de carácter universal; y no
repetir errores anteriores, ni limitarse a las experiencias y creencias
anteriores, aunque sigan cultivando y deban seguir cultivando sus
clásicos, siempre que lo hagan con un espíritu crítico que redes-
cubra la práctica de las creencias y de los intereses y redefina los
nuevos proyectos universales, de unidad en la diversidad. En el
terreno de la propia investigación científica, ese objetivo general
de la unidad en la diversidad se puede lograr centrando los diálo-
gos, y sobre todo las discusiones -más que en las causas y factores
de la situación en que vivimos o que probable o posiblemente nos
espera-, en la mejor manera de alcanzar fines con base en las ex-
periencias anteriores y en las condiciones actuales. Con esa pers-
pectiva irán al reencuentro de las nuevas ciencias y podrán apro-
vechar sus métodos y descubrimientos en el estudio de la materia y
de la vida para el estudio de la sociedad. El diálogo y la dialéctica
serán más fáciles que para los investigadores del pasado, pues si
aquéllos no tenían un método central para articular el comporta-
miento de los fenómenos que obedecen a causas con los fenómenos
que buscan alcanzar objetivos, ese método se está desarrollando
cada vez más en las ciencias de nuestro tiempo. Es cierto que los
obstáculos para intercambiar los métodos del pensamiento científico
hegemónico y del alternativo siguen siendo tan grandes como las
tradiciones de pensar y analizar a que uno y otro están "esclavizados".
No obstante, si durante el auge del paradigma mecanicista se logró
tender puentes, el actual vínculo de las tecnociencias con las cien-
cias de la complejidad, el de la democracia, la liberación y el socia-
lismo, y el de unas y otros con el nuevo pensamiento crítico y dialéc-
tico, facilita los actos de dialogar y discutir apelando a las mejores
tradiciones académicas, o a las de uniones y frentes de lucha entre
organizaciones heterogéneas que coinciden en algunos valores e
intereses comunes.
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VII

En el acercamiento de Ciencias Sociales y ciencias naturales es


preciso incluir los análisis hegemónicos de la crisis del neolibera-
lismo, así como los del pensamiento crítico que ven la crisis del
neoliberalismo como crisis del capitalismo y del imperialismo. En
esa articulación de categorías encontradas se tiene que incluir una
nueva crisis en la historia de la Humanidad: la crisis del ecosistema. El
peligro de un ecocidio empezó a aparecer desde Hiroshima y
Nagasaki en el terreno nuclear y aumentó a lo largo de todo el siglo
XX con el deterioro de la biosfera, el agotamiento de los recursos
naturales no renovables, la escasez cada vez mayor de energéticos
fundamentales de difícil sustitución, y el crecimiento exponencial
de la población mundial, entre otros factores. La crisis del ecosis-
tema corresponde también a una crisis del modo de producción y
de consumo del sistema dominante identificado con el capitalismo
corporativo y los complejos militares-industriales. Es cierto que el
socialismo de Estado, por su parte, estuvo muy lejos de resolver los
peligros del ecosistema, y que su política de preservación del medio
ambiente fue lamentable; para no dar sino algunos t;jemplos, pode-
mos enumerar los ocurridos en Alemania Oriental, o en muchas
repúblicas de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) y
en China. Es otra de las razones por las que la actual crisis plantea
a las Ciencias Sociales la lucha por una nueva democracia, por una
nueva liberación y por un nuevo socialismo, en que el adjetivo "nue-
vo" pueda sustituirse por el adjetivo "real", y en que a esas luchas
se añada la preservación de la vida en la Tierra, objetivo que no sólo
concierne a los trabajadores, los ciudadanos y los pueblos, sino a toda
la Humanidad. En las próximas décadas o años se pondrá a prueba
si ese objetivo se alcanza con la unidad relativa en medio de la di-
versidad de clases, nacionalidades, regímenes políticos, civilizaciones
y culturas. En ese sentido, a los más serios estudios de los ecologistas
que practican las ciencias dominantes tienen que aiiadirse los de
quienes también dominan el pensamiento crítico, alternativo. Como
tema de investigación prioritario mundial, sus participantes han
de ir más allá de los límites epistemológicos que han dejado en un
campo muy superficial a las comisiones organizadas ad hoc, desde el
Club de Roma hasta la Comisión Bruntland y otras que les antece-
dieron o sucedieron. Deben asumir como punto de partida siste-
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mológico y crítico la "Declaración de Cocoyoc" (1972), (Ignacy


Sachs, Enrique Leff), que planteó los problemas de la ecología, del
neoliberalismo, del capitalismo y del imperialismo, así fuera de
maneras preliminares. Al mismo tiempo, necesitan hacerse impor-
tantes investigaciones sobre "sistemas en extinción" y "sistemas emer-
gentes", como las que se realizan en el Instituto de Santa Fe y otros
centros de investigación hegemónica. Del pensamiento crítico han
de tomar las investigaciones que con rigor e información realizan
sobre la actual crisis del capitalismo autores como Samir Amin,
Michel Beaud, Franc,:ois Houtart, István Mészáros, Immanuel
Wallerstein y muchos más, profundizando en los problemas
ecológicos con la lectura de especialistas como James O'Connor,
Gunar Shirbekk, Enrique Leff. La investigación dará prioridad al
análisis de las razones por las que han fracasado los intentos ante-
riores de lograr la paz y la preservación de la Tierra, y señalará
qué fuerzas necesitan construirse y articularse para aumentar la
posibilidad de una preservación posible y probable de los recursos
naturales, de la biosfera, del ecosistema, y para la transición del
modo de dominación, producción y consumo actual abatiendo
los impedimentos para realizar esas políticas.
En medio de los obstáculos epistemológicos, racionales y emo-
cionales, que plantea la conjunción de esfuerzos por mejorar
nuestros conocimientos en relación con los valores e intereses uni-
versales de la sociedad contemporánea, la posibilidad cada vez
mayor de pasar de los análisis micro a los análisis macrosociales y vi-
ceversa, nos permite combinar el descubrimiento de lo universal en
lo particular -así como el acotamiento y concreción de las catego-
rías generales de variadas estructuras y periodos- en medianas y
pequeñas unidades de comprensión y de acción capaces de una
retroalimentación o memoria histórica que aproveche las experien-
cias del pensar-hacer anterior.
A tal modo de vincular la práctica de las teorías, su geografía y
su historia, se añade otro elemento desideologizante capaz de des-
truir pre-conceptos y pre:juicios que a menudo hacen imposible el
abordaje de este tipo de problemas cuando no se hace hincapié en
el estudio de los medios que permiten alcanzar objetivos, ni en la
construcción necesaria de esos medios para hacer posible lo que
aquí o ahora parece imposible. No quedarnos sólo en el estudio
de microfenómenos, ni sólo en el estudio de la gran Historia o de la
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gran teoría es una posibilidad metodológica y técnica que puede


contribuir a no hacer Ciencias Sociales que, creyéndose muy rigu-
rosas, resultan muy conformistas; ni a hacer Ciencias Sociales muy
radicales pero muy intuitivas que, descansando sobre todo en la fiel
interpretación de sus clásicos, son incapaces de distinguir el papel
cognitivo que desempeña la retórica, el papel cognitivo que tiene la
práctica de la crítica y el importante papel cognitivo que cumple
la teoría de las acciones alternativas y de las estructuras emergentes.

VIII

Si la cercanía entre las ciencias de la naturaleza y las Ciencias


Sociales es cada vez mayor, a la dificultad de facilitar el diálogo entre
ellas se añade la dificultad de facilitar el diálogo entre el pensa-
miento crítico y las ciencias de la complejidad. El problema ad-
quiere características mayores cuando se advierte que el diálogo
entre las propias Ciencias Sociales hegemónicas resulta muy difícil,
como se observa cuando un sociólogo o un politólogo intentan co-
municarse con un economista neoclásico y monetarista. La mutila-
ción epistemológica del monetarista en cuanto a la sociedad y a la
política le hace imposible plantear sus modelos en términos de deci-
siones políticas y de efectos o consecuencias sociales. El problema se
da también en el diálogo de los propios matemáticos: si uno dice a
otro que él está trabajando en "teoría de grupos", el otro llega a con-
testarle: "Eso es de algebrista: yo soy topólogo". El problema adquie-
re una dimensión catastrófica y a veces creadora cuando dos grupos
de la misma especialidad trabajan sobre parecidos problemas y no
pueden ensamblar los resultados a que llegan en sus respectivas
áreas. Jaron Lanier, famoso científico de la computación, que estu-
dia la próxima generación de tecnologías de Internet, da un ejem-
plo esclarecedor. Un grupo integrado por computadores y cirujanos
del más alto nivel simula un corazón; otro, de iguales dpecialida-
~es y nivel, simula un pulmón. Ambos se dedican a un área de alta
especialización: el diseño de "la realidad virtual". Después de haber
trabajado más de diez años con gran éxito, tratan de juntar su cora-
zón virtual con su pulmón virtual para simular un tórax ...
Y les resulta imposible. Jaron Lanier da una hermosa explicación
del problema fatal. Hace ver cómo los investigadores son prisioneros
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de los legados de sus sistemas de información; por ejemplo, de la


forma lineal del software de sus computadoras a que originalmente
la Macintosh no se ajustaba, y que desde su segunda generación
abandonara por razones de mercado. El software en ese y otros
casos se vuelve mandatory, prescriptivo, obligatorio. Genera así un fenó-
meno llamado de lock-in, de "encierro", al que no puede escapar el
usuario de la computadora y que sus productores imponen por
razones comerciales: "Los vendedores de software han acumulado
algunas de las más grandes fortunas de todos los tiempos", comenta
Lanier. Es más, los propios investigadores tienen que suscribir un
protocolo que "se convierte en su amo", y que no es el mismo de
un grupo a otro de especialistas. Una solución consistiría en que
cada equipo aprendiera a reconocer los patrones de la simulación
del otro. No obstante, aun así, debería cambiar los protocolos que
cada uno hizo diez años antes y tendrá que ir más allá del legado
que "se sedimentó" y que "paró el pensamiento". En el fondo, el
problema de estos grupos de científicos de la computación y de ci-
rujanos corresponde a un problema que se aplica a todos los siste-
mas. El problema es que con las partes no se puede construir el todo,
y que el todo es más que la suma de las partes. El viejo problema
filosófico -y de la Gestalt- reaparece en la ciencia de avanzada y
sólo se puede resolver si se ve al des-cubrimiento científico como
un proceso en que cuentan el tiempo y la interacción entre el aná-
lisis del organismo a partir de sus moléculas y tramas; y al análisis
del. organismo, a partir de su evolución.
Modelar los legados que la Naturaleza y la sociedad han desa-
rrollado en la realidad y la conciencia, implica buscar una idea del
todo, un teorema del conjunto que incluya sus nodos, relaciones
y variables más significativas, sustanciales. Sólo así se podrá enrique-
cer y precisar el conocimiento del sistema, y su comportamiento
socialmente determinado, causal, que pone límites a la incerti-
dumbre, a la libertad de sus actores y a las relaciones que guardan
o proponen, a su posibilidad de alcanzar determinados objetivos. Ese
problema se plantea en Ciencias Sociales si no se incluyen en el
"todo" algunas "categorías del conocimiento prohibido", impropias
del pensamiento "científicamente correcto" según los protocolos del
establishment. Entre ellas destacan las relaciones de explotación y los modos
de dominación y acumulación propios del capitalismo. Aquí, la expe-
riencia universitaria en la creación de espacios de reflexión y diálo-
DIÁLOGO CIENCIAS SOCIALES-CIENCIAS NATURALES. MINUTA PARA UN ENSAYO 13

go puede ser difundida y reorganizada en la investigac10n, la


docencia y la difusión de la cultura para la profundización y la peda-
gogía de la dialéctica y el diálogo que las ciencias y las humanidades
requieren, y con las que pueden contribuir a resolver los problemas
de la Humanidad. Aunque de manera realista y exacta se diga que
la única capaz de resolverlos será la Humanidad misma en sus
frentes, bloques y redes.
El diálogo de las Ciencias Sociales y las naturales se ha facilitado
con las tecnociencias y las ciencias de la complejidad; pero a la re-
sistencia que presentan quienes se entrenaron en las antiguas dis-
ciplinas y han hecho de ellas su coto de trabajo, se añaden los
legados epistemológicos de las ciencias hegemónicas y alternativas.
Superarlas será una tarea dialogal y dialéctica. de las Ciencias So-
ciales emergentes, en tanto logren ir al "fondo de los conocimientos
prohibidos" y organicen el diálogo y la dialéctica con la inclusión
de los mismos y con la discusión pedagógica del saber de los movi-
mientos sociales.
Es muy importante el diálogo actualizado entre economistas, poli-
tólogos, sociólogos e historiadores. No menos importante resulta la
"traducción" rigurosa del sentido actual de las ciencias naturales
y sociales a los colegas que no son de la misma especialidad, y que
buscan ponerse al día y enriquecer su cultura general. Otro tanto
ocurre con la "traducción" pedagógica, escolar y no escolar, siempre
que no caiga en la lógica de la "divulgación" con su sentido sub-
liminal peyorativo y especular. Sin embargo, nos parece que en
los momentos actuales, el diálogo y debate del más alto nivel entre
quienes sustentan teorías y creencias encontradas con las que de
antemano se descalifican mutuamente y -de esa u otras maneras-
frenan todo intento de comunicación ínter pares, y constituye un
problema fundamental para disminuir el margen de error entre
los decision makers y los activistas comprometidos..
De todos los diálogos de reflexión y debate, el que profundice
en las políticas de la paz, la justicia y la sobrevivencia sin duda es
uno de los que merecen lugar prioritario, siempre que no oculten y
se oculten las contradicciones profundas que resulta imposible su-
perar en los hechos con los bellos discursos de una diplomacia o
de unas ciencias que se desentienden de los intereses y valores en
pugna. Recurrir a la tradición universitaria de la unidad en la di-
versidad -en que la universidad latinoamericana ha ocupado un
14 REVISTA MEXICANA DE SOCIOLOGÍA, AÑO 66, NÚMERO ESPECIAL, 2004

importante liderazgo en el diálogo y la dialéctica-, constituye el


punto de partida de una articulación mayor de un pensar-hacer
que posea una base epistémica y semántica mínima y necesaria para
una acción efectiva en el alcance de valores universales que (desde
lo local a lo global y desde lo global a lo local) correspondan
al "interés general" o al "bien común", redefinidos como lo uno y lo
diverso de los habitantes de la Tierra.

REFERENCIAS

Alexander,Jeffrey C. 1995. Fin de Siide Social Theory. Londres: Verso.


Amin, Samir. 1988. L'eurocentrisme. Critique d'une ideowgi,e. París: Anthropos.
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Instituto de Investigaciones Sociales, México, D.F.

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