CLASE_N1_Las_Ciencias_Sociales_EPJA_1ro.
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El modelo de sociedad burguesa que se consolidó a lo largo del siglo XIX se apoyó
en la afirmación de la universalidad progresiva de la experiencia histórica europea.
La historia de Europa, su cultura, tradiciones y sus rasgos étnicos son considerados
como el punto de llegada, la superación tanto de sociedades del pasado como de
otros pueblos contemporáneos a los que se conquista y se intenta incorporar a ese
modelo, en algunos casos, puesto que la otra opción era el exterminio al que se
legitimaba por la supuesta inferioridad.
El caso de la geografía
La geografía como área del saber que se ocupaba de la descripción y la
representación de la tierra tuvo gran importancia en la revolución científica europea
de los siglos XVI y XVII. Junto con la astronomía y la óptica contribuyeron a
mejorar las condiciones de viaje de los navegantes que cruzaban los océanos hacia
otros continentes. A lo largo del siglo XVIII la especialización de distintas áreas que
antes estaban dentro de la geografía, como la geología o la botánica y el desarrollo
cartográfico recortó los contenidos de la geografía a la descripción de regiones o
naciones. Esto hizo que empezara a ser considerada por muchos como una simple
disciplina auxiliar de la historia. Durante buena parte del siglo XIX en muchas
universidades europeas se estudiaba junto a la historia, como el marco espacial,
como una especie de escenario que permitía situar y estudiar los acontecimientos
históricos.
El caso de la historia
Desde los tiempos más remotos hubo personas que dedicaron parte de su tiempo a
contar o escribir sobre el pasado, algunos trascendieron su época y aún hoy son
reconocidos como autores representativos de la historiografía clásica o medieval,
como Heródoto, Tucídides, Polibio, Plutarco, Tito Livio, Tácito, Froissart o de Fiore.
Sin embargo la moderna historiografía, es decir la forma actual de concebir la
historia y el trabajo del historiador surge recién a fines del siglo XVIII. En ese
momento se va a producir la confluencia de dos procesos: la construcción de un
método de trabajo y de interpretaciones generales sobre el curso de la
historia. Por un la lado, la construcción de un método erudito para trabajar con los
documentos históricos y utilizarlos como fuentes, para reconocer lo verdadero de lo
falso y poder así extraer la verdad que poseen. Estos criterios para convertir a los
restos del pasado en fuentes confiables para la investigación histórica es lo que
más tarde, a lo largo del siglo XIX, se convertirá en el núcleo erudito de la
profesión, aquello a lo que apelarán los historiadores para defender la cientificidad
de su trabajo y distinguirse de otras personas que también intentaban construir
interpretaciones sobre el pasado o sobre la sociedad pero sin haberse formado en
esa disciplina.
Es sobre estas bases que a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, la historia se
institucionaliza, se convierte en una disciplina profesional a partir de un conjunto de
reglas y protocolos de trabajo que se enseñan y se aprenden en instituciones
especializadas como las universidades. De ahí en adelante se formarán allí los
historiadores profesionales. Como en el caso de las otras ciencias sociales, la
profesionalización implicó también que los estudios dejaran de ser un pasatiempo o
una actividad complementaria, para convertirse en una profesión de la que trabajar
para vivir. Este hecho, no impidió sin embargo que otras personas siguieran
construyendo interpretaciones sobre el pasado y el presente (escritores,
periodistas, testigos, etcétera).
A este proceso contribuyó también –al igual que con la geografía- la demanda de
los nacientes estados nacionales por configurar una identidad colectiva que
aglutinara a los ciudadanos. En la organización curricular de los noveles sistemas
educativos nacionales, la historia ocupó un lugar central porque se consideraba
imprescindible conocer la forma en que una nación se había convertido en tal para
profundizar el patriotismo y el sentimiento de pertenencia a esa nación. También se
consideraba imprescindible conservar “los restos” del pasado de las naciones, para
lo que se promovió la creación de archivos, bibliotecas, academias e instituciones
dedicadas a la protección del patrimonio.
El tipo de historia que se generaliza en las últimas décadas del siglo XIX,
ciertamente contribuía a este propósito, era sobre todo un relato de “grandes
hombres”, militares, políticos, diplomáticos; patriotas cuyas cualidades y acciones
podían explicar la propia historia de las naciones. Era una historia de los grandes
acontecimientos políticos, organizada según un desarrollo cronológico y un formato
de historia nacional.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, las universidades –especialmente las de
Europa occidental- se convirtieron en verdaderos centros de investigación científica,
sedes de la producción de conocimiento. Como señalamos, en general, en el seno de
las facultades de filosofía –en algunos casos de las de derecho- se fueron
creando áreas y carreras dedicadas a las distintas ciencias sociales. Estas a su vez,
tuvieron que esforzarse por demostrar el carácter específico que las distinguía y
definir los límites que las separaban entre sí para encontrar un espacio académico
propio. Esto dio lugar a encendidos debates, por ejemplo los que enfrentaron a
historiadores como Charles Seignobos con sociólogos como Francois Simiand o
Emile Durkheim, o a este último con geógrafos como Paul Vidal de la Blache en
Francia, o a economistas como Carl Menguer con historiadores como Gustav
Schmoller en Alemania.
A modo de cierre…
A lo largo de esta primera clase reflexionamos sobre las ciencias sociales y el
contexto en el que surgieron y se consolidaron como campos del saber desde fines
del siglo XVIII. Su objeto de estudio, “lo social” incluye una enorme y compleja
cantidad de hechos y procesos pasados y presentes. Para poder abordar esta
diversidad, las distintas ciencias sociales se especializaron en algunos aspectos de
este gran campo construyendo distintas herramientas, perspectivas y métodos para
su estudio.
Actividades
Los invitamos a presentarse en el foro de presentación y elaborar el primer trabajo
práctico a través de la lectura del marco teórico de la clase con las siguientes
consignas:
IMPORTANTE:
Marco teórico:
Rodríguez, Martha. (2016). Clase Nro1: Las ciencias sociales y su objeto de
estudio. Sus orígenes y características. El conocimiento social en las disciplinas y
en la escuela.