BIOETICA
BIOETICA
BIOETICA
Qué es la Bioética
Definición extensa, donde parece diluirse la figura del profesional sanitario -que es el principal
protagonista de la decisión ética- pero que tiene la virtud de destacar el carácter interdisciplinar de la
bioética -y la importancia de su repercusión para la sociedad y su sistema de valores. En este sentido
abre el abanico de receptores a todos los ciudadanos y por tanto recoge distintos puntos de vista ante
los dilemas éticos.
Otra definición es la proporcionada en la Encyclopedia of Bioethics (New York, 1978) que define
define qué es la Bioética como:
"Bioética (definición): el estudio sistemático de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de
la vida y del cuidado de la salud, examinada a la luz de los valores y de los principios".
Carlo Caffara dice que el objeto material de la bioética es el actuar humano en el reino de la
vida y que el ámbito de la bioética será el conocimiento científico de la vida y el uso de este saber.
Según este autor la bioética es una nueva ética especial que no debe elaborar nuevos principios
éticos generales, sino aplicar los principios generales a los nuevos problemas que se ofrecen a la
consideración humana en el reino de la vida.
“La Bioética es una deliberación práctica de las exigencias éticas que lleva consigo el
respeto por la vida humana y no humana, y la promoción de la dignidad de la persona, en
el ámbito biomédico, en la asistencia en salud, en las instituciones, políticas y sistemas de
salud"
En definitiva, Bioética es aquella parte de la Ética o filosofía moral que estudia la licitud de las
intervenciones sobre la vida del hombre y de su entorno, especialmente, pero no sólo, en el campo
de la Medicina y de las ciencias biológicas.
Principios fundamentales
En 1979, los bioeticistas Tom Beauchamp y James Franklin Childress, definieron los cuatro principios de la
bioética: autonomía, no maleficencia, beneficencia y justicia, que «derivan inicialmente de juicios
ponderados de la moral común y de la tradición médica». En un primer momento definieron que estos
principios son prima facie, esto es, que vinculan (son obligatorios) siempre y cuando no colisionen entre
ellos, en cuyo caso habrá que dar prioridad a uno u otro, dependiendo del caso. Sin embargo, en 2003
Beauchamp considera que los principios deben ser especificados para aplicarlos a los análisis de los casos
concretos, o sea, deben ser discutidos y determinados por el caso concreto a nivel casuístico.
Los cuatro principios definidos por Beauchamp y Childress son:
Principio de autonomía
La autonomía expresa la capacidad para darse normas o reglas a uno mismo sin influencia de presiones,
que Gómez-Pineda va a trasladar a la bioética clínica como «la capacidad del paciente de servirse de su
propio entendimiento, en sentido positivo o, sin la dirección del médico, en sentido negativo» que, recoge la
idea de C. B. Macpherson de que «el individuo es, esencialmente, el propietario de su propia persona y de
sus capacidades».
El principio de autonomía tiene un carácter imperativo y debe respetarse como norma, excepto cuando se
dan situaciones en que las personas puedan no ser autónomas o presenten una autonomía disminuida
(personas en estado vegetativo o con daño cerebral, etc.), en cuyo caso será necesario justificar por qué
no existe autonomía o por qué esta se encuentra disminuida. En el ámbito médico, el consentimiento
informado es la máxima expresión de este principio de autonomía, constituyendo un derecho del paciente y
un deber del médico, pues las preferencias y los valores del enfermo son primordiales desde el punto de
vista ético y suponen que el objetivo del médico es respetar esta autonomía porque se trata de la salud del
paciente.
Principio de beneficencia
Obligación de actuar en beneficio de otros, promoviendo sus legítimos intereses y suprimiendo prejuicios.
En medicina, promover los intereses del paciente pero sin tener en cuenta la opinión de este. Supone que
el médico posee una formación y conocimientos de los que el paciente carece, por lo que aquel sabe (y por
tanto, decide) lo más conveniente para este. Es decir "todo para el paciente pero sin contar con él".
Un primer obstáculo al analizar este principio es que desestima la opinión del paciente, primer involucrado
y afectado por la situación, prescindiendo de su opinión debido a su falta de conocimientos médicos. Sin
embargo, las preferencias individuales de médicos y de pacientes pueden discrepar respecto a qué es
perjuicio y qué es beneficio. Por ello, es difícil defender la primacía de este principio, pues si se toman
decisiones médicas desde este, se dejan de lado otros principios válidos como la autonomía o la justicia.
Principio de no maleficencia
«El principio de no maleficencia, cuyo origen es desconocido, hace parte de la medicina clásica
hipocrática». Significa abstenerse intencionadamente de realizar actos que puedan causar daño o
perjudicar a otros. Es un imperativo ético válido para todos, no solo en el ámbito biomédico sino en todos
los sectores de la vida humana. En medicina, sin embargo, este principio debe encontrar una interpretación
adecuada pues a veces las actuaciones médicas dañan para obtener un bien. Entonces, de lo que se trata
es de no perjudicar innecesariamente a otros. El análisis de este principio va de la mano con el de
beneficencia, para que prevalezca el beneficio sobre el perjuicio.
Las implicaciones médicas del principio de no maleficencia son varias: tener una formación teórica y
práctica rigurosa y actualizada permanentemente para dedicarse al ejercicio profesional, investigar sobre
tratamientos, procedimientos o terapias nuevas, para mejorar los ya existentes con objeto de que sean
menos dolorosos y lesivos para los pacientes; avanzar en el tratamiento del dolor; evitar la medicina
defensiva y, con ello, la multiplicación de procedimientos y/o tratamientos innecesarios.
Principio de justicia
Tratar a cada uno como corresponda, con la finalidad de disminuir las situaciones de desigualdad
(ideológica, social, cultural, económica, etc.). En nuestra sociedad, aunque en el ámbito sanitario la
igualdad entre todos los hombres es solo una aspiración, se pretende que todos sean menos desiguales,
por lo que se impone la obligación de tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales, para disminuir
las situaciones de desigualdad.
El principio de justicia puede desdoblarse en dos: un principio formal (tratar igual a los iguales y desigual a
los desiguales) y un principio material (determinar las características relevantes para la distribución de los
recursos sanitarios: necesidades personales, mérito, capacidad económica, esfuerzo personal, etc.).
Las políticas públicas se diseñan de acuerdo con ciertos principios materiales de justicia. En España, por
ejemplo, la asistencia sanitaria es teóricamente universal y gratuita y está, por tanto, basada en el principio
de la necesidad. En cambio, en Estados Unidos la mayor parte de la asistencia sanitaria de la población
está basada en los seguros individuales contratados con compañías privadas de asistencia médica.
Para excluir cualquier tipo de arbitrariedad, es necesario determinar qué igualdades o desigualdades se
van a tener en cuenta para determinar el tratamiento que se va a dar a cada uno. El enfermo espera que el
médico haga todo lo posible en beneficio de su salud. Pero también debe saber que las actuaciones
médicas están limitadas por una situación impuesta al médico, como intereses legítimos de terceros.
La relación médico-paciente se basa fundamentalmente en los principios de beneficencia y de autonomía,
pero cuando estos principios entran en conflicto, a menudo por la escasez de recursos, es el principio de
justicia el que entra en juego para mediar entre ellos. En cambio, la política sanitaria se basa en el principio
de justicia, y será tanto más justa en cuanto que consiga una mayor igualdad de oportunidades para
compensar las desigualdades.