Bioetica
Bioetica
Bioetica
Introducción a la Bioética.
Origen de la Bioética.
Casos y Eventos.
Principios fundamentales.
Conclusión.
Introducción a la Bioética.
La ética es la reflexión crítica sobre los valores y principios que guían nuestras decisiones y
comportamientos.
La palabra bioética es un neologismo acuñado en 1971 por Van Rensselaer Potter (en su
libro Bioethics: bridge to the future), en el que este autor englobaba la "disciplina que
combina el conocimiento biológico con el de los valores humanos". La prestigiosa
Encyclopedia of Bioethics (coordinada por Warren Reich) define la bioética como "el
estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del
cuidado sanitario, en cuanto que tal conducta se examina a la luz de los valores y de los
principios morales". En la actualidad abarca no sólo los aspectos tradicionales de la ética
médica, sino que incluye la ética ambiental, con los debates sobre los derechos de las
futuras generaciones, desarrollo sostenible, etc. (De hecho, el libro de Potter trataba las
cuestiones éticas en relación al medio ambiente con perspectivas evolutivas, pero
posteriormente el término bioética se ha usado sobre todo para referirse a la nueva ética
médica y a la ética de los nuevos avances en biomedicina).
Es un factor determinante fue el surgimiento de una serie de "paradojas" creadas por el
propio avance de la medicina y la tendencia a extender las prestaciones sanitarias.
En los años recientes, los avances en Genética y el desarrollo del Proyecto Genoma
Humano, en conjunción con las tecnologías reproductivas, están ampliando aún más el
campo de la Bioética, obligando a buscar respuestas a retos nuevos.
La bioética no sólo trata las cuestiones morales en el ámbito de la biomedicina, sino que
además incluye:
• Cuestiones epistemológicas: modelos explicativos sobre la conducta humana
(debate entre el determinismo biológico y la influencia ambiental), metáforas y
modelos sobre el papel de los genes.
Origen de la Bioética.
1. Orígenes Filosóficos
Desde la antigüedad, filósofos como Hipócrates y Aristóteles abordaron cuestiones éticas
relacionadas con la medicina y la vida. El Juramento Hipocrático, que establece principios
para la práctica médica, es uno de los textos más antiguos que refleja la preocupación por la
ética profesional.
2. Desarrollo en el Siglo XX
La bioética moderna comenzó a tomar forma en respuesta a desarrollos científicos y
tecnológicos significativos, así como a prácticas médicas que planteaban dilemas éticos.
Eventos como los juicios de Nuremberg y el escándalo de Tuskegee en EE. UU. pusieron
de relieve la necesidad de normas éticas en la investigación médica y el tratamiento de los
pacientes.
3. Término "Bioética"
El término "bioética" fue acuñado en 1970 por el oncólogo y filósofo Van Rensselaer
Potter. Él propuso la bioética como un enfoque que integrara la biología, la ética y otros
campos para abordar problemas globales relacionados con la vida.
4. Aparición de Comisiones y Conferencias
En las décadas siguientes, se formaron comisiones en varios países para elaborar directrices
éticas para la investigación médica y la práctica clínica. La Convención de la UNESCO
sobre la Protección de los Derechos Humanos y la Dignidad del Ser Humano en el
Contexto de la Aplicación de la Biología y la Medicina, adoptada en 1997, es un ejemplo de
este enfoque global.
Casos y Eventos.
La bioética surge como respuesta a diversos casos y eventos que plantearon dilemas éticos
en el campo de la medicina y la biología. Algunos de los casos más relevantes que
contribuyeron a su desarrollo incluyen:
En resumen, la bioética surge como respuesta a los desafíos éticos planteados por los
avances en biología y medicina, y continúa evolucionando para abordar cuestiones
contemporáneas en el cuidado.
Principios fundamentales.
En 1979, los bioeticistas Tom Beauchamp y James Franklin Childress, definieron los cuatro
principios de la bioética: autonomía, no maleficencia, beneficencia y justicia, que «derivan
inicialmente de juicios ponderados de la moral común y de la tradición médica». En un
primer momento definieron que estos principios son prima facie, esto es, que vinculan (son
obligatorios) siempre y cuando no colisionen entre ellos, en cuyo caso habrá que dar
prioridad a uno u otro, dependiendo del caso. Sin embargo, en 2003 Beauchamp considera
que los principios deben ser especificados para aplicarlos a los análisis de los casos
concretos, o sea, deben ser discutidos y determinados por el caso concreto a nivel
casuístico.
Los cuatro principios definidos por Beauchamp y Childress son:
1. Principio de autonomía:
La autonomía expresa la capacidad para darse normas o reglas a uno mismo sin influencia
de presiones, que Gómez-Pineda va a trasladar a la bioética clínica como «la capacidad del
paciente de servirse de su propio entendimiento, en sentido positivo o, sin la dirección del
médico, en sentido negativo» que, recoge la idea de C. B. Macpherson de que «el individuo
es, esencialmente, el propietario de su propia persona y de sus capacidades».
El principio de autonomía tiene un carácter imperativo y debe respetarse como norma,
excepto cuando se dan situaciones en que las personas puedan no ser autónomas o
presenten una autonomía disminuida (personas en estado vegetativo o con daño cerebral,
etc.), en cuyo caso será necesario justificar por qué no existe autonomía o por qué esta se
encuentra disminuida. En el ámbito médico, el consentimiento informado es la máxima
expresión de este principio de autonomía, constituyendo un derecho del paciente y un deber
del médico, pues las preferencias y los valores del enfermo son primordiales desde el punto
de vista ético y suponen que el objetivo del médico es respetar esta autonomía porque se
trata de la salud del paciente.
2. Principio de beneficencia:
Obligación de actuar en beneficio de otros, promoviendo sus legítimos intereses y
suprimiendo prejuicios. En medicina, promover los interés del paciente pero sin tener en
cuenta la opinión de este. Supone que el médico posee una formación y conocimientos de
los que el paciente carece, por lo que aquel sabe (y por tanto, decide) lo más conveniente
para este. Es decir "todo para el paciente pero sin contar con él".
Un primer obstáculo al analizar este principio es que desestima la opinión del paciente,
primer involucrado y afectado por la situación, prescindiendo de su opinión debido a su
falta de conocimientos médicos. Sin embargo, las preferencias individuales de médicos y de
pacientes pueden discrepar respecto a qué es perjuicio y qué es beneficio. Por ello, es difícil
defender la primacía de este principio, pues si se toman decisiones médicas desde este, se
dejan de lado otros principios válidos como la autonomía o la justicia.
3. Principio de no maleficencia:
«El principio de no maleficencia, cuyo origen es desconocido, hace parte de la medicina
clásica hipocrática».[17] Significa abstenerse intencionadamente de realizar actos que
puedan causar daño o perjudicar a otros. Es un imperativo ético válido para todos, no solo
en el ámbito biomédico sino en todos los sectores de la vida humana. En medicina, sin
embargo, este principio debe encontrar una interpretación adecuada pues a veces las
actuaciones médicas dañan para obtener un bien. Entonces, de lo que se trata es de no
perjudicar innecesariamente a otros. El análisis de este principio va de la mano con el de
beneficencia, para que prevalezca el beneficio sobre el perjuicio.
Las implicaciones médicas del principio de no maleficencia son varias: tener una formación
teórica y práctica rigurosa y actualizada permanentemente para dedicarse al ejercicio
profesional, investigar sobre tratamientos, procedimientos o terapias nuevas, para mejorar
los ya existentes con objeto de que sean menos dolorosos y lesivos para los pacientes;
avanzar en el tratamiento del dolor; evitar la medicina defensiva y, con ello, la
multiplicación de procedimientos y/o tratamientos innecesarios.
Aparece por primera vez en el Informe Belmont (1978).
4. Principio de justicia:
Tratar a cada uno como corresponda, con la finalidad de disminuir las situaciones de
desigualdad (ideológica, social, cultural, económica, etc.). En nuestra sociedad, aunque en
el ámbito sanitario la igualdad entre todos los hombres es solo una aspiración, se pretende
que todos sean menos desiguales, por lo que se impone la obligación de tratar igual a los
iguales y desigual a los desiguales, para disminuir las situaciones de desigualdad.
El principio de justicia puede desdoblarse en dos: un principio formal (tratar igual a los
iguales y desigual a los desiguales) y un principio material (determinar las características
relevantes para la distribución de los recursos sanitarios: necesidades personales, mérito,
capacidad económica, esfuerzo personal, etc.).
Las políticas públicas se diseñan de acuerdo con ciertos principios materiales de justicia.
En España, por ejemplo, la asistencia sanitaria es teóricamente universal y gratuita y está,
por tanto, basada en el principio de la necesidad. En cambio, en Estados Unidos la mayor
parte de la asistencia sanitaria de la población está basada en los seguros individuales
contratados con compañías privadas de asistencia médica.
Para excluir cualquier tipo de arbitrariedad, es necesario determinar qué igualdades o
desigualdades se van a tener en cuenta para determinar el tratamiento que se va a dar a cada
uno. El enfermo espera que el médico haga todo lo posible en beneficio de su salud. Pero
también debe saber que las actuaciones médicas están limitadas por una situación impuesta
al médico, como intereses legítimos de terceros.
La relación médico-paciente se basa fundamentalmente en los principios de beneficencia y
de autonomía, pero cuando estos principios entran en conflicto, a menudo por la escasez de
recursos, es el principio de justicia el que entra en juego para mediar entre ellos. En
cambio, la política sanitaria se basa en el principio de justicia, y será tanto más justa en
cuanto que consiga una mayor igualdad de oportunidades para compensar las
desigualdades.
2. Toma de decisiones informadas: Ayuda a garantizar que los pacientes y sus familias
reciban la información necesaria para tomar decisiones informadas sobre su
atención médica. Esto incluye aspectos como el consentimiento informado y la
comprensión de riesgos y beneficios.
3. Conflictos de intereses: La bioética proporciona un marco para abordar y resolver
conflictos de intereses que pueden surgir entre los profesionales de la salud, los
pacientes y las instituciones, promoviendo la transparencia y la equidad.
Conclusión.
El desarrollo de este trabajo ha demostrado la importancia que tiene reflexionar acerca de
una Bioética integrar como ciencia de la vida. Es importante no reducirla únicamente al
marco de las ciencias médicas sino que debemos entenderla en la amplitud con la que se ha
prestado y a partir de ella realizar estrategias para la protección de la vida en toda su
diversidad.