Final TS

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Unidad 1:

1. Opciones hacia el año 2000: un servicio social domesticado o crítico. –Netto


Netto nos plantea tres tesis básicas; la primera tesis, nos expone que el ts no se explica ni se comprende
desde adentro, su aproximación empieza desde afuera. Su significado es social y está atravesado por las
relaciones entre las distintas clases sociales.
La segunda tesis, nos demuestra el sentido interventivo de la profesión, el TS tiene un inevitable
componente interventivo. Sin intervención, no hay Trabajo Social. Aunque, él sostiene que esto no
quiere decir que no se pueden construir conocimientos. Es decir, el TS no es una ciencia, pero constituye
una práctica profesional mediante la cual se pueden elaborar conocimientos científicos.
Y, la tercera tesis nos plantea distintas concepciones de TS, significa que hay concepciones distintas
acerca de la naturaleza de la profesión: existen concepciones mejores, más eficaces, avanzadas o más
retrasadas (poco eficientes) en el trabajo social, el enriquecimiento de la profesión pasa por la
diferenciación interna de sus conceptos y la diversidad en la cual nosotros vemos si es la adecuada.
Además, la diferenciación en las concepciones es un reflejo de la sociedad que se muestra en el campo
profesional, si en la sociedad hay un pluralismo en lo que respecta a la forma el ver el mundo, no podemos
pretender que en el Trabajo Social eso no se vea.
Netto nos plantea la existencia de una crisis: crisis societal global, la cual es un proceso de transformación
histórica, implica cambios políticos, sociales y económicos. Esta plantea tres desafíos inmediatos que
deciden la continuidad o no de la cultura humanizada: En primer lugar, la distancia creciente entre ricos y
pobres. Este desafío, el de la redistribución más equitativa de la renta y propiedad se tiene que dar tanto a
escala mundial como a escala nacional. En segundo lugar, el ascenso del racismo y de la xenofobia,
renaciendo transformándose en un fenómeno universal. Y, en tercer lugar, la crisis ecológica, frenar la
sistemática destrucción del ecosistema
La crisis societal global tiene expresiones en el plano político social, tres crisis que se entrecruzan entre sí:
1. Crisis del estado de bienestar social en las décadas de ’70. En estos años, el mundo burgués busca
compatibilizar el desarrollo capitalista con un mínimo de derechos sociales. Se logran (sobre todo en
Europa) niveles de vida muy altos, y garantías de derechos sociales inimaginables antes de la guerra. La
caída de este estado, significó el fin de la utopía entre el capitalismo y los derechos sociales.
2. Crisis del socialismo real, no se cumplió la promesa del movimiento revolucionario en la economía y la
democracia. Esta crisis, plantea Netto es terminal, no se podrá reconstruir (por lo menos en el este
europeo) con las mismas características que en los años ’45, aunque el proyecto socialista es mucho más
amplio que la experiencia del socialismo real.
3. Fracaso de los intentos o emprendimientos tercermundistas, estos han sido modelos que intentaron
romper con el subdesarrollado y cambiar las condiciones internas de sus países, por parte de algunas
elites nación. Por ejemplo: las dictaduras desarrolladas en Latinoamérica.
Con el fracaso de estas tres crisis, se desarrolla una nueva forma de ver y entender la política: el
neoliberalismo, este es un proyecto social, que implica una cosmovisión, pero también una
materialización de una forma de ver y entender el mundo. El neoliberalismo es una construcción
ideológica, que representa la ideología del “Estado Mínimo”.
El neoliberalismo, en síntesis, es el proyecto histórico del desarrollo del capital en esta etapa de su crisis
generalizada. Esta nueva forma de ver y trabajar la política trajo consigo implicancias socio-culturales más
amplias. Una de las más importantes, y graves, es la naturalización y criminalización de la pobreza, lo
cual implica que les pobres son criminales en potencia. Además, se demuestra insensibilidad para con el
dolor ajeno, el dolor deja de ser dolor y pasa a ser solo ajeno.
Frente a esta crisis, Netto nos plantea dos alternativas que concentran las posibilidades de desarrollo de la
situación actual:
# La primera es la consolidación de la perspectiva neoliberal, el triunfo de esta significaría la afirmación de
la barbarie social y una regresión social de grandes magnitudes, lo cual produciría un mundo altamente
dividido entre ricxs y pobres, entre la extrema riqueza y la extrema pobreza. Dentro de esta perspectiva el
Trabajo Social busco formas de reinventarse.
# Y la segunda alternativa, es la ruptura con los patrones del desarrollo capitalista. Lo que Netto plantea
es una revolución procesal, él explica que una revolución del tipo explosión no funcionaria. Plantea que es
posible pensar en una estrategia reformista que desbloquee el camino para la superación del mundo del
capital, pero que solo es posible con dos condiciones: Por un lado, una democracia política, ya que sin ella
no se puede derrotar al neoliberalismo; y, además, es necesario una organización que tenga como objetivo
la transformación de la sociedad capitalista.
Las prospectivas del trabajo social, nos permiten verlo a través de una coyuntura histórica. A partir de los
años 60 nos encontramos con un TS en un proceso de reconceptualización que es nueva etapa de
renovación, en la cual no existe un TS, sino que existen concepciones. En este proceso de renovación se
vislumbran tres grandes tendencias, estas son muy diferentes entre sí:
1. El conservadurismo, continuidad con el pasado conservador de TS, manteniendo vínculo con sus orígenes
en Europa Occidental.
2. Tendencia modernizadora, busca una especie de renovación o modernización siempre atendiendo las
demandas puestas por el Estado o el superior. No pone en cuestión la naturaleza de las demandas que le
son aportadas.
3. Movimiento de reconceptualización, en sintonía con los intereses de las clases y trabajadoras y
subalternas de la sociedad.
En vinculación con esta tercera posición, Netto hace referencia un TS en su condición crítica, la viabilidad
de este ya no depende solamente de la voluntad de les trabajadorxs sociales, sino en función de dos
vectores 1) la resolución histórica, hay que hacer un movimiento de ruptura y un movimiento de
recuperación con la tradición, el stock crítico y el cumulo; 2) definir globalmente el TS.
Para redefinirnos globalmente hace referencia a una triple competencia: teórica, (fundamentos,
conceptos, construcciones), técnica (herramientas, métodos y técnicas) y política (fortalecer intereses y
descartar otros).
El TS debe de incluir la competencia técnica, junto a la competencia teórica-social, como componente
interventivo, operativo e instrumental para nuestra acción. Nuestra intervención no debe ser meramente
técnica, sino que es necesario llenarla de contenido, de fundamentos. Los fundamentos de nuestra
intervención se construyen desde la teoría social. La competencia política implica nuestro posicionamiento,
los sentidos que les damos a nuestra intervención, con qué objetivos trabajamos, con qué valores.

2. Intervención profesional frente a la actual cuestión social. –Iamamoto.


El TS es una profesión asalariada, debemos vender nuestra fuerza de trabajo a cambio de un salario, se
puede trabajar para el Estado o empresas privadas. Como trabajadorx social tenemos competencia
teórica, política y técnica, pero no poseemos los recursos humanos, materiales, institucionales para llevar
a cabo nuestro trabajo. El trabajo social es un trabajo socialmente necesario, ya que produce servicios,
atiende a las necesidades sociales, es decir posee una utilidad social. Como materia prima tenemos los
problemas sociales, y trabajamos con sujetxs sociales que viven en la exclusión e insertxs en una cuestión
social radical.
A nivel estado, el/la trabajadorx social participa del proceso de distribución del fondo público, de la riqueza
social y su trabajo es la defensa y realización de los derechos sociales. También debemos pensar al TS
a partir de la producción y reproducción de la vida social, determinante a nivel material y subjetivo de la
clase que vive del trabajo.
La autora, nos remarca que no somos voluntarias, que dependemos de nuestro salario para vivir, que
como trabajadoras asalariadas tenemos los mismos problemas que la clase obrera en general, y que como
nuestra práctica no es aislada y dependemos siempre de una institución que nos emplee, de la cual
obtenemos las condiciones para poder desarrollar nuestro trabajo, poseemos un relativa autonomía:
autonomía que podemos desarrollar a partir de ser propositivas en nuestra intervención, que podamos
definir y proponer proyectos de intervención dependerá de la calidad de nuestra formación como
intelectuales (desarrollo de las dimensiones operativas, teóricas y políticas).
Nuestro trabajo tiene como “horizonte” distintas cuestiones: lo principal e inmediato es lo material de la
vida, y, además, participamos en cuestiones sociales no inmediatamente vistas, que son resultado de una
dimensión socio-educativa, que cambia los modos de pensar y ver la realidad de les pobladores.
Y, por último, la base de nuestra intervención es la investigación, no podemos cambiar algo que no
conocemos, caeríamos en una burocracia.

3. La implicancia de la Investigación en la práctica del Trabajador Social. –Grassi.


Estela Grassi plantea que el objeto de intervención del trabajo social son situaciones puntuales a las
cuales la sociedad las define como problemas sociales, y que el trabajo social actúa sobre ellos para
realizar alguna modificación. Ella además plantea que la investigación debe estar implicada en el campo
del trabajo social, que debe ser constitutiva de nuestra práctica.
A su vez, el objeto del Trabajo Social es “histórico y disputado de significación”, ya que a lo largo de la
historia ha cambiado tanto el objeto como la función de lxs trabajadorxs sociales; ha cambiado no solo por
el contexto histórico, sino también dependiendo del lugar/país en el que el trabajo social se vea inmerso.
También, porque hay diferentes posiciones dentro de una misma sociedad y en un mismo tiempo histórico
acerca de un determinado problema. Esas distintas posiciones reflejan distintos intereses sociales.
Nuestra práctica profesional implica una desnaturalización y problematización de los objetos y la
reconstrucción como objeto de la práctica.
Desnaturalizar implica que debemos dejar de considerar naturales hechos/actitudes que no lo son,
debemos tener en claro que todo es una construcción social, todos son hechos sociales que una sociedad
tiende a naturalizar: volver “familiar”, del orden de lo común, y no preguntarnos el “porqué” o “para qué”,
simplemente lo volvemos cotidiano. La desnaturalización tiene que ir de la mano con la “problematización
de un problema” es decir, formularnos preguntas, buscar múltiples definiciones y reconocer a los
protagonistas de cada situación y los argumentos que la sostienen, que son mediante los cuales un
acontecimiento o un conjunto de acontecimientos devienen en problema que demanda algún tipo de
intervención.
Con lo que respecta a la práctica o experiencia profesional la autora, explica que la teoría que utilizamos
para respaldarnos no es más que una interpretación de la realidad, es decir, lo que afirmamos como
realidad no es más que lo que pensamos que es, ya que no hay realidad accesible para el sujeto humano,
sino es por medio de sus construcciones sociales.
La “experiencia” es la forma en la que vivimos la realidad y los conceptos con los que nos manejamos en
la vida cotidiana, esto conforma un “conocimiento inmediato no teórico”. El problema que plantea la autora,
es que la práctica profesional de lxs trabajadorxs sociales estuvo por mucho tiempo estancada en esta
“experiencia”. Lo que Grassi expresa es que una de las causas de las crisis y frustraciones del TS tiene
que ver con un proceso sin terminar, que necesita que pasemos de esa experiencia de intervención a la
constitución de una práctica profesional, la que por definición está necesitada de problematizar sus propios
supuestos, sus proposiciones, su instrumental y que construye (y transforma) su objeto en relación a la
realidad. Grassi explica que, sin esa capacidad, no podemos conformar una práctica autónoma.
Y la autonomía del trabajo social, según ella se puede constituir mediante la investigación, con esto no
quiere decir que todes les profesionales del TS deben dedicarse a la investigación, sino que cada
profesional debería operar a partir un instrumental producido colectivamente y socializado, lo cual
producirá un campo autónomamente constituido.

4. Implicancias de la cuestión social en la intervención profesional. –Fernández Soto.


La cuestión social remite a las contradicciones de la sociedad industrial naciente, en efecto en esta
sociedad se van creando formas institucionales y dispositivos técnicos-profesionales para atender dicha
cuestión, conocidos como políticas sociales.

Se debe definir la cuestión social en relación a la noción de conflicto, en este sentido, las manifestaciones
de la cuestión social implican un procesamiento especifico de relaciones antagónicas, en las que se
disputan cosmovisiones de la realidad y formas de intervención en ella.
Debemos pensar a la profesión relacionalmente en el movimiento general de la sociedad. Entendemos por
ts una especialización del trabajo colectivo constituido en el marco de la división socio-técnica del trabajo,
que interviene directamente en la realidad social. El ts, se define como una especialización del trabajo
colectivo, y se constituye como expresión de las necesidades sociales derivadas de la práctica histórica de
las clases sociales en el acto de producir y reproducir sus medios de vida y de trabajo. El ts puede
reconstruir críticamente su objeto preconstruido socialmente.
La intervención profesional se halla socialmente condicionada por situaciones sociales objetivas, debemos
tener en claro que es necesario no caer en una mirada determinística que clausure las posibilidades de
cambio y transformación.
Es fundamental que el ts, conozca la realidad social en la que actúa y la población con la que trabaja, el
conocimiento crítico se vuelve un elemento indispensable.
La intervención profesional es una categoría compleja, ya que el accionar profesional se despliega en una
trama compleja de relaciones sociales que producen y reproducen la vida social. La práctica profesional se
concreta en lógicas de interacción social que supone múltiples dimensiones socio-históricas. El contexto
no es una realidad externa, es producido y reproducido por prácticas sociales.
La compresión de la práctica profesional nos exige respuestas a preguntas sobre qué, para qué, cómo,
con quiénes, cuándo, dónde, por qué se concretiza dicha práctica. El sobre qué, nos desafía
reconceptualizar los problemas sociales y las diversas manifestaciones de la cuestión social con relación a
las condiciones de vida de los sujetos, debemos establecer procesos de rupturas con los objetos
preconstruidos y naturalizados en la vida social. El para qué, refiere a los objetivos y fines por los cuales
trabajamos. El cómo, remite a los modos de o maneras concretas de la práctica.
Con quiénes, se refiere a lxs sujetxs y sus proyectos. Es necesario configurar la práctica profesional al
servicio de los sectores trabajadores. El cuándo y el dónde, refiere a identificar los lugares concretos y
específicos. El por qué, refiere identificar las circunstancias concretas que provocan el desenvolvimiento
de la práctica.
La práctica profesional se da en un espacio profesional multidimensionado que exige un pensamiento
crítico que contemple la complejidad. Por un lado, debemos reconocer los mandatos instituidos al
profesional que moldean las visiones y acciones condicionando los patrones de comportamiento del campo
profesional a determinadas exigencias y elecciones burocráticas-institucionales. La práctica se entrama en
un tejido de relaciones y estrategias de poder con sentidos y proyectos sociales generales. La cuestión
social es una construcción socio-histórica.
En la década de los 70 las ideas neoliberales se tornan hegemónicas, introduciendo modificaciones en la
vida social. Se define un Régimen Liberal Asistencial desestructurador de los derechos sociales
históricamente conquistados y habilitador de una estrategia asistencial-caritativa e individualizante de
atención de la cuestión social. Se fragiliza y se desarma la red de seguridad social asociada a la condición
de trabajorx asalariadx.
La década de los 90 marcó una continuidad entre las políticas de transformación destructiva. En esta
época cobraron mayor dominancia los procesos de mercantilización de los derechos sociales y de
naturalización de las desigualdades sociales. La vía asistencial es la respuesta central del Estado asociada
a procesos de culpabilización y judicialización de la pobreza, y penalización de la protesta social.
La asistencia social se caracteriza por su carácter residual, conformándose por una serie de iniciativas
privadas de diferentes contenidos y de propuestas estatales expresadas tanto en el despliegue
desarticulado de planes, programas, proyectos y acciones sociales, como en las prácticas de diferentes
niveles gubernamentales. Las diferentes acciones orientan a “ayudar” a lxs más necesitadxs, implantando
una forma selectiva de atención social.
La asistencia social, es una acción centralmente espontánea, puntual, provisoria, fragmentada, que
conduce a compensar paliativamente necesidades expresadas en la dinámica de la sociedad. La
respuesta a estas necesidades definidas como mínimas, fue definiendo una “clientela” específica,
caracterizada por los sectores excluidos o vulnerados, que a su vez son sistemáticamente excluidxs por el
Estado. Este rasgo nos demuestra lo estigmatizante de estas intervenciones. Lxs destinatarixs son lxs
pobres o carentes, en este sentido, lxs sujetos deben acreditar su condición del pobre constantemente.
Estos mecanismos contienen elementos discriminatorios que contribuyen a reforzar la condición de
subalternidad de esta capa social. Este procedimiento termina asociando la condición de necesitado o
necesitada a una discriminación cultural y la reiteración de la subalternidad.
En la Argentina se reactualizan los siguientes elementos contenidos y forjados en la dinámica histórica:
# “delegación estatal” de la acción social a sectores privados.
# Marginalidad y discontinuidad de presupuestos.
# Naturalización de la pobreza y desigualdades sociales.
# Ayuda social temporaria a lxs pobres.
# Preocupación por la rápida integración al mercado laboral.
# Distribución de subsidios y bienes materiales por medio de acciones puntuales y arbitrarias.
# Apelación a la participación social de la comunidad, bajo el discurso de la solidaridad, justificando la
(des)responsabilización estatal.
En los noventa se dio la consolidación de un proceso de residualización del sistema de políticas sociales
desplegándose los siguientes procesos:
- Minimización de la ayuda social a grupos que no tienen medios para satisfacer sus necesidades.
- Estigmatización a través de la utilización de criterios de otorgamiento de los beneficios
profundamente estrictos. Se construyen sujetxs carentes o apolíticos.
- Despolitización de lxs sujetxs.
- Inversión de los procesos de desmercantilización.
Esto expresa la configuración de un Estado caritativo o asistencialista de corte liberal, es decir, la atención
de la conflictividad se reduce a la caridad pública o a la acción estatal, que se caracteriza por ser evasiva y
puntual. Lo que demuestra la acción selectiva del estado en situaciones extremas.
La intervención estatal en la cuestión social (década del 90) solo apuntaba a la institucionalización de
algunas carencias puntuales. Esta intervención se produce bajo un proceso de parcialización y
fragmentación de la cuestión social mediante programas específicos. Esos programas significan una
intervención estratégica, que incorporan en forma parcial y restringida las demandas sociales,
garantizando un nivel mínimo de consumo.
La pobreza solo se explica entendiendo la sociedad como un todo, debemos conocer las condiciones
materiales de existencia de lxs individuxs para poder entenderla. La pobreza es una categoría compleja,
histórica y mutable.
El desarrollo de la pobreza alcanza una doble identidad interconectada. Es efecto del régimen de
acumulación y al mismo tiempo es condición determinante de esa acumulación. La pobreza expresa y deja
en evidencia el carácter antagónico del régimen, el aumento de esta indica la concentración de la riqueza
en un grupo cada vez más pequeño. La pobreza afecta las condiciones materiales de existencia de los
trabajadores en actividad y desocupados.
Estas medidas institucionales responden a un triple interés: evitar que las condiciones miserables de capas
de las clases trabajadoras se vuelven en contra de los intereses generales de las clases dominantes, bajar
y neutralizar el nivel de conflicto social, y preservar las condiciones fundamentales en las que se basa la
sociedad.
El principal problema de los programas asistenciales es que se concentran en luchar contra los “efectos”
de la pobreza y no contra sus causas verdaderas.
La definición de pobreza se puede analizar en dos dimensiones: 1, la pobreza expresa un estado de
necesidad y situación de privación. 2, la pobreza expresa un proceso de empobrecimiento de la clase
trabajadora. La primera dimensión, indica necesidades básicas insatisfechas y es resultado del proceso de
empobrecimiento de la clase trabajadora en la dinámica antagónica del proceso de acumulación (segunda
dimensión).
El concepto de pobreza demuestra la insatisfacción de las necesidades básicas por parte de la clase
trabajadora. Por el contrario, el concepto restringido de pobreza utilizado por los programas asistenciales
del estado está asociado a la repulsión social.
En este contexto el papel del o la trabajadora social tiene una responsabilidad ético-política, su trabajo
tiene que servir de soporte a decisiones políticas de transformación social. Los problemas sociales que se
forman en su campo de acción, expresan una cosmovisión dominante vinculada con la producción y
reproducción de lo establecido. Se plantea la necesidad de establecer rupturas con las formulaciones
oficiales de esos problemas y las medidas definidas para abordarlos y resolverlos, y así, participar en la
construcción de decisiones relacionadas con opciones diferentes de construcción social.
El trabajador o trabajadora social debe en este contexto, repensar la complejidad de su trabajo y las
formas en que se enfrentan con la realidad. La complejidad implica colocar históricamente al Trabajo
Social en una trama de relaciones sociales objetiva y subjetivamente situada. El desafío se basa en cómo
a partir de la inserción provocar cambios en los patrones de interacción social.
La profesión es compleja, se encuentra tensionada, complejizada. Por un lado, la reestructuración global
del Estado modificando cuantitativa y cualitativamente las instituciones sociales. Al mismo tiempo los
nuevos espacios sociales que se gestan no se presentan necesariamente como campos incluyentes
profesionales.
Los procesos de vulnerabilización de la profesión se produjeron en un contexto donde el neoliberalismo
también debilitó las organizaciones colectivas. Esta vulneración produjo la ausencia en el debate público
acerca de diagnósticos y propuestas.
El ts no está ajeno a la lógica dominante diseñándose en su interior proyectos profesionales que son más
o menos concurrentes con las directrices hegemónicas. En el contexto de crisis y reestructuración global
del capital, la profesión construye respuestas no homogéneas sino diferenciales a las demandas
presentes. En este sentido, podemos entender a la profesión como un campo de luchas donde las
diferentes fuerzas pugnan por establecer para su profesión una dirección social estratégica. Es necesario
desde la profesión establecer estrategias profesionales adecuadas para responder a las problemáticas
emergentes.

5. Vida cotidiana, totalidad concreta y construcción de mediaciones en el Trabajo Social:


desafíos políticos en la superación de la inmediaticidad. -Soto, Terenzio y Tomellini.
El TS se afirma como profesión en el contexto histórico de “ampliación” del estado capitalista en la era de
monopolios, en el cual se comienza a hacer una mayor intervención por parte del estado de forma continua
y sistemática en las consecuencias de la cuestión social. En este contexto el TS se enmarca como
profesión meramente interventiva, actuando centralmente en tareas ejecutivas y terminales del proceso de
implementación de las políticas sociales.
La acción profesional del ts implica el desarrollo de prácticas sociales concretas en la vida social; es decir,
interviene directamente en la realidad social. La profesión se comprende en relación a las relaciones
sociales entre las clases y las mediaciones político-institucionales que son resultado de estas acciones.
Los cambios en los procesos de acumulación capitalista han impactado en la profesión, produciendo
alteraciones en las áreas de intervención y en sus dimensiones constitutivas. Resulta fundamental como
colectivo profesional comprender históricamente la época que atravesamos.
El/la trabajadora social se enfrenta día a día en sus prácticas a los procesos de naturalización social, es
decir, los procesos de alineación capitalista son estructurales e históricos, y ellos se nos presentan en la
vida cotidiana. La vida cotidiana es el mundo inmediato, en el cual el hombre se apropia y recrea las
habilidades, usos, instituciones, la socialidad de su tiempo. El ser humano es un ser social, nace en un
mundo concreto con una determinada condición social, en una sociedad con condiciones previamente
dadas. Netto señala un conjunto de determinaciones de la cotidianidad: la heterogeneidad, en la vida
cotidiana se desarrollan fenómenos diversos; la inmediatez, lxs sujetos deben responder espontáneamente
en la vida cotidiana a los estímulos que se le presentan; y, la superficialidad, los sujetos captan aspectos
superficiales y aparentes de los hechos y fenómenos. A todo individux se le “impone” un orden social
y un comportamiento, en general, de ellxs se necesitan respuestas funcionales a las situaciones
establecidas en los procesos de reproducción social.
El ts es una profesión que exige implicarse prácticamente en la realidad para transformarla en dirección de
un determinado proyecto. La práctica profesional se debe pensar dialécticamente. En nuestras prácticas
profesionales vamos a partir de “hechos” y “fenómenos sociales”, por la “apariencia” de lo real. La
intervención profesional opera sobre la realidad.
Un fenómeno social es un hecho histórico en tanto y por cuanto se le examine como elemento de un
determinado conjunto y cumpla una doble función: definirse a sí mismo, y definir al conjunto.
Es en el despliegue contradictorio de la vinculación dialéctica entre lo particular y lo genérico, que se
desarrollan los límites y posibilidades de la intervención profesional. La intervención profesional se da en
una determinada realidad concreta (barrial, comunitaria, local, regional) supone conocer sus
características, desde geográficas hasta las relaciones internas de poder, es decir, todas las cuestiones
que pueden suponer articulaciones entre el nivel micro y macro social.
La actuación de la trabajadora social está necesariamente atravesada por las contraindicaciones y
conflictos entre clases, esto hace de la profesional una actriz esencialmente política. Siempre debemos
tener en claro que en la intervención se juegan intereses antagónicos que conviven en tensión, ya que es
clave para no caer en una visión instrumental ni romántica de la profesión. Debemos ligar la intervención
con la historicidad de la realidad social.
Posicionarnos desde el lado político y de la historicidad nos previene del asistencialismo y nos permite
superar el pragmatismo y el conformismo. La política es la crítica continua a la realidad, proyectando un
futuro; implica construir la historia entrelazando en el movimiento concreto: pasado, presente y futuro.
En síntesis, el trabajo del ts, es forjar cotidianamente las rupturas con el conservadurismo, y no acompañar
y/o reforzar los procesos de naturalización de la cuestión social.

Unidad 2.
1. Capitalismo monopolista y servicio social. –Netto.

En el siglo XIX y XX, se da la constitución de la profesión que es resultado de un proceso acumulativo, su


punto de arranque es la organización de la filantropía y su culminación en la gradual incorporación de
parámetros teóricos-científicos y en el perfeccionamiento del instrumental. Se da una relación de
continuidad entre el servicio social profesional y las formas filantrópicas y asistenciales. La teorización de
la profesión es la que le da legitimidad.

Se da una ruptura decisiva en la constitución del ts en cuanto profesión. El camino de la


profesionalización es el proceso por el cual sus agentes se insertan en actividades interventivas cuya
dinámica, organización, recursos y objetos son determinados más allá de su control. La inserción es la
que marca la profesionalización.

El o la agente se encuentra en relación de asalariamiento y significación social, esta última significa tener
un sentido y participar en la reproducción de las relaciones sociales. Es con esta situación que el ts se
constituye como profesión.

Sin embargo, no es la evolución de las protoformas la que explica, por lo menos no en su totalidad, el
surgimiento del TS, sino la ruptura con ellas, independientemente de las protoformas, de un espacio
determinado en la división social del trabajo.

La profesionalización del ts, no tiene que ver con la “evolución de la ayuda”, se vincula a la dinámica de la
organización monopólica. En este contexto el ts recibe un carácter profesional: la legitimación por el
desempeño del trabajo en la sociedad burguesa consolidada y madura; los agentes se reproducen
mediante un proceso de socialización particular jurídicamente garantizado y reconocido por el estado. El o
la asistente/trabajadora social se convierte en una de las agentes ejecutoras de las políticas sociales.

El ts se inserta en las acts que se tomaron como auxiliares de los procesos específicamente monopólicos
de la reproducción. Posee un complejo heterogéneo de áreas de intervención, la acción profesional se
mueve entre la manipulación práctico-empírica de variables.

2. Relaciones sociales y trabajo social. –Iamamoto.

A partir de la década de 1930 se acentúan los mecanismos de disciplinamiento y control social, aparecen
nuevas técnicas asociadas a la revolución de los procesos productivos y al aumento de la composición
orgánica del capital. El Estado asume crecientemente la función de velar por la disciplina y reproducción
de la fuerza de trabajo, tareas en relación a las cuales las instituciones asistenciales desempeñan un papel
fundamental. Al abarcar condiciones esenciales de la sobrevivencia y reproducción de la fuerza de trabajo
tales instituciones pasas a desempeñar funciones políticas, económicas e ideológicas vitales para la
mantención de la dominación de clase.

Al “expropiar” una serie de reivindicaciones del proletariado, derivadas de la situación crónica de carencia
que éste subsiste: al devolver estas reivindicaciones bajo la forma de beneficios indirectos, otorgados a
través de una estructura burocrática, directa o indirectamente controlada por el Estado, las instituciones
asistenciales actúan en el sentido de recuperar y falsificar el contenido más profundo de las luchas del
proletariado por mejores condiciones de existencia. Estas instituciones comienzan a aparecer como
agencias políticas de contención y control de las luchas sociales.

La profundización del capitalismo trae una nueva racionalidad a través de la cual la cuestión social debe
ser conducida: a la fuerza de trabajo se le demanda mayor calificación y nivel de instrucción. De esta
forma, la nueva racionalidad en la atención de la “cuestión social” aparece en el hecho de que los servicios
asistenciales y educacionales (entre otros) ofrecidos a determinada población se tornan en consumo
productivo para el capital y para el Estado.

La acción de las instituciones asistenciales se traduce en la mantención sobre la fuerza de trabajo activa y
su reproducción, sobre una parcela del ejército industrial de reserva, y en la mantención de la
sobrevivencia del segmento de la fuerza de trabajo descalificada o mutilada en el proceso de trabajo.
La mantención y reproducción de la dominación de clase exige, simultáneamente, la interiorización y
aceptación de esa dominación, la constante recreación e inculcación de formas mistificadas que oscurecen
y encubren la dominación y la explotación. Es en ese plano que se descubre otro aspecto esencial de las
prácticas sociales que se desarrollan en el ámbito de las instituciones asistenciales: su intervención
normativa sobre la vida de los diferentes grupos sociales con los cuales se vinculan.

El proceso de surgimiento y desarrollo de las grandes entidades asistenciales es también el proceso de


legitimación e institucionalización del TS. Nuestra profesión sólo puede considerarse y romper con el
estrecho cuadro de su origen en la filantropía cuando se insertan en el mercado de trabajo.

Las grandes instituciones asistenciales se desarrollan en un momento en que el ts, como profesión
legitimada todavía no se encuentra legitimada: es una actividad profundamente marcada y ligada a su
origen católico y a determinadas fracciones de clase, las cuales aún monopolizan su enseñanza y práctica.
El proceso de institucionalización del ts será también el proceso de profesionalización de les trabajadorxs
sociales formados y formadas en las escuelas especializadas.

Para imponerse y actuar, el ts está englobado y legitimado por un cuadro jurídico e institucional; deja de
tener como base de acción las pequeñas obras de caridad y asistenciales. A partir de los aspectos
materiales de su intervención, el Trabajo Social pasa a constituirse en uno de los engranajes de ejecución
de políticas sociales del Estado y las corporaciones empresariales.

El Trabajo Social es incorporado a instituciones diversas. El dominio de la profesión dentro de estas


instituciones, será una determinada parcela de la población. Si la clientela básica de las instituciones
sociales y asistenciales son, los sectores populares, el ts se dedicará a aquellos segmentos de más
carentes. El servicio social se dedica prioritariamente a la parcela más carente y problemática de la
población que tiene acceso al equipamiento social y asistencial, entendido éste en su diversidad y
características propias.

El TS desarrolla prácticas auxiliares al funcionamiento de aquellas instituciones y a las prácticas materiales


que se realizan en su ámbito; pero esa acción auxiliar se torna necesaria tanto en función del propio
contenido de las instituciones dentro del modo de producción capitalista, como de las características que
ese modo de producción asume entre nosotras. Ese desarrollo se basa en la perspectiva de que las
instituciones asistenciales no están destinadas a superar el estado de múltiples carencias en que
vive la gran mayoría de la población usuaria, pero si perpetuar esta situación, reproducirla,
aminorando y remediando las secuelas más aberrantes de la explotación.

El ts actuara como instrumento de esclarecimiento y concientización en cuanto a derechos, servicios y


beneficios proporcionados por las instituciones y que podrán ser utilizados por los segmentos de la
población hacia los cuales esta orientados. El propio proceso de esclarecimiento y de viabilización del
acceso a las instituciones y programas asistenciales ya trae, en sí, la acción en el sentido de adaptación y
subordinación de la población cliente a esas instituciones y programas, a su modo de actuar, a su
contenido burocrático y autoritario. Esa es una acción, que implica la aceptación pasiva adhesión simbólica
a algo que es impuesto a la población y sobre lo cual no le fue permitido el derecho de opinión y
participación.

El ts debe modificar las representaciones que la población-cliente hace de su propia situación y


modificar su actitud con respecto a la misma.

Para el TS, las demandas de la población-cliente son vistas como derechos (faltantes), más que como
manifestaciones de carencias. La atención, especialmente la distribución de auxilios materiales, se hace
acompañar de una presión moral que tiene como horizonte impedir el acomodo y afirmar la ausencia de
alternativas fuera de un comportamiento “racional y equilibrado”, integrado al orden vigente.

Lo que caracteriza a la práctica profesional del ts es la acción de tipo educativa, la transformación de las
representaciones y actitudes de lxs individuxs.
Unidad 3.

1. Comunidad, ¿cómo una unidad? Rupturas y continuidades en el concepto de comunidad.


–Barreiro.
La comunidad es entendida como el conjunto de personas, que viven en un lugar determinado que
podemos ubicar en un mapa, esta población tiene cosas comunes, una historia, conocimientos,
tradiciones, costumbres, intereses, pertenencia, posee instituciones propias, y grupos más pequeños como
la familia. Las miembros de la comunidad tienen entre sí relaciones distintas a las que tienen con otras
personas ajenas a la comunidad. Al mismo tiempo forman parte de una sociedad mayor, con las que
también mantienen relaciones.
A partir de los acuerdos dados en el consenso de Washington (1989) se destierran las políticas
intervencionistas del Estado y comienzan a implementarse políticas del estilo neoliberal, tanto en lo
económico como en lo social. Las cuatro estrategias neoliberales son: 1. Recorte de gasto social, 2.
Privatización, 3. Focalización del gasto social en programas selectivos contra la pobreza, y 4.
Descentralización. El proceso de empobrecimiento provocado por las medidas económicas neoliberales,
combinado con su ataque a los derechos sociales, ha dado como resultado un alto de conflictividad
social.
El Banco Mundial y el FMI, han de justificar las privatizaciones y la retracción estatal en la esfera del
bienestar social como el camino posible para lograr mayor equidad.
Actualmente las políticas sociales, contienen también un aspecto asistencialista que pretende mitigar la
pobreza, aun cuando no puedan resolver el problema definitivamente; aunque no han dejado de lado el
aspecto asistencial que permite abordar las situaciones de emergencia que surgen períodos críticos. En la
intervención siempre debemos tener presente e incluir a la comunidad, ya que es la fuente principal y la
que mejor conoce sus necesidades y también los recursos y oportunidades.
En las propuestas actuales podemos encontrar un traspaso de responsabilidades al ámbito de la
comunidad y sus organizaciones. Postulando un presupuesto conservador: “no haga la familia lo que
puede hacer el individuo, no haga la comunidad lo que puede hacer la familia, no haga el Estado lo que
puede hacer la comunidad”.
Otro de los supuestos del modelo desarrollista establece una asociación entre la comunidad local y el
gobierno, donde los recursos financieros y técnicos corrían por parte del Estado y la comunidad ofrecía su
energía y su recurso humano. Actualmente existen lo que se llama el modelo asociado de gestión, donde
los diferentes actores sociales (el estado, las ONG, y las organizaciones populares), participan al menos
en la ejecución de programas, y en algunos casos en el diseño y evaluación de los mismos.
El eje de ruptura fundamental entre el método desarrollista y el neoliberalismo, aparece a partir de la
profunda modificación del escenario en el que estos ejes se encuadran. Por un lado, en el primer modelo
existe una gran tendencia de un proyecto nacional que alcance el progreso del país, y que hoy se ha
perdido en pos de la globalización, y, por otra parte, existe hoy una correlación de fuerzas sociales.
La comunidad debe ser analizada como proceso singular y particular de la reproducción social de los
grandes problemas a nivel societal. Las comunidades solo pueden ser explicadas desde una doble
dinámica: la de su propio desarrollo histórico, y la que emerge de su interacción con otras totalidades del
sistema social, de mayor y de menor complejidad. Los grandes problemas de la sociedad se expresan las
comunidades de acuerdo a esta doble dinámica.
Por eso, los fenómenos macro-sociales son claramente identificables en la vida cotidiana. Sobre todo, la
globalización y la nueva cuestión social. La primera, es un proceso de reordenamiento de las diferencias y
desigualdades sin suprimirlas; este implica la reorganización del capital a nivel global, generando nuevas
formas de producción en el marco del mismo sistema, pero implica la recreación simbólica del mismo
desde la naturalización del proceso histórico.

2. La posibilidad de la incidencia. –Vozza.


La responsabilidad de lxs trabajadores sociales, en lo que hacemos y en cómo, ya que desde allí también
tomamos decisiones que inciden en la cotidianidad de lxs sujetxs con lxs que trabajamos y por esto no hay
actos que no tengan consecuencias.
Debemos tener en claro que con nuestra intervención no modificamos el contexto, sino que apuntamos al
fortalecimiento del/la sujeto en ese contexto. Si pensamos que el objetivo del TS es la “modificación del
contexto” y no la creación de condiciones para el fortalecimiento del/la sujeto, nuestras intervenciones no
tendrían ninguna incidencia.
Debemos trabajar con otrxs, portadores y portadoras de diversos saberes. La idea de subjetividades
construidas en contextos de pobreza posibilita que nuestra reflexión acerca de las situaciones
problemáticas se complejice.
Algunas expresiones comunes en nuestros futuros campos de intervención, son:
- “Si no hay demanda, hay control social”: nosotras debemos brindar un acompañamiento que permita el
surgimiento de alguna demanda.
- “Hay que trascender la demanda… leer más allá del pedido concreto”: si se descarta lo que se ve por
lo que no es tan notorio, si desestimamos de ante mano lo que se expresa, si no se concibe la
problemática como problemáticas entrelazadas que solo se manifiestan en instancias diferentes, se
convierte en una posición complicada. El principal problema es no poder superar la lógica asistencial.
- “Esto es generado por el sistema… hasta que no haya una transformación social profunda, nada
tiene sentido”: La denuncia no logra plasmarse en un accionar que apunte a generar pequeñas
modificaciones desde los ámbitos en los que se inserta para desplegar su práctica profesional, debido a
que nada tiene sentido hasta que las condiciones y el contexto amplio sean otros. Esta posición es
tomada por muchxs actores y actrices del campo social, siempre ubicándose a un costado del camino.
- “Ya le dimos todas las oportunidades y no tomó ninguna… es su elección”: En determinados
contextos no se puede hablar de “elección”. Pocas veces nos/se interpela la propia práctica y los modos
que adquiere.
- “violencia de las intervenciones”: En la intervención muchas veces se eligen por lxs demás, se les
suponen cosas. El problema reside en apropiarnos del espacio y de lxs sujetxs.
Insistencia: debemos resignificar los espacios cuando todo se vuelve caótico, rutinario y sin sentido,
cuando todo alrededor se desvanece una y otra vez, y volvemos a insistir. La insistencia es pensada tanto
en intencionalidad y se refiere a las múltiples maneras creativas que se pueden inventar para seguir
transitando en una dirección y no en otra.
Dispositivo: se debe lograr que la organización de un dispositivo no burocratice, no lo impida seguir
escuchando. Existen prácticas que por el resguardo de un dispositivo generan expulsión del que lo
interpela. Debemos tener en claro, para que esto no suceda, que sin esx otrx el dispositivo no tendría
razón de ser, sería un dispositivo correctamente organizado, pero vacío.
“¿Con qué trabajamos?”: con lo dañado, con lo no cuidado, con lo no mirado, con lo postergado, con lo
excluido, con lo que no tuvo lugar, con lo efímero, con avances y retrocesos, con lo malestar, con lo frágil
fragilizado.

3. La argentina actual: entre la crisis, la resistencia y la propuesta. –Soto.


Argentina se encuentra en un proceso de empobrecimiento y cambio de la estructura social, cultural y
económica de país que comenzó varias décadas atrás y se profundizó y consolidó durante la década del
noventa. La crisis estructural se remonta a 1976 y el proceso de transformación regresivo que experimenta
nuestro país, no se desarrolla sin lucha y sin resistencias.
La situación actual se puede explicar con un doble movimiento, uno refiere a un proceso de transformación
social general que se observa desde la década del 70, y otro que remite al corte que significa la expresión
de la crisis de legitimidad en el 2001 y los procesos que contiene y despliega su procesamiento.
En las últimas tres décadas, se observa un proceso de centralización de la propiedad y la riqueza en
menos manos, que corresponde a un proceso de repulsión de los sectores trabajadores despojándolos de
conquistas y beneficios sociales institucionalizados, lo que se traduce en empobrecimiento y
proletarización. De aquí se desprende una sociabilidad precarizada individualizante divorciada del trabajo
como mecanismo de integración social.
En la década del ’70 se reestructura la dinámica del capitalismo en Argentina, los grandes grupos
económicos logran a través de los cuadros militares un severo control de la totalidad del aparato del
estado, desde donde se diseña una estrategia múltiple e integral de dominación ligado a los intereses del
capital financiero, y se produce un proceso de disciplinamiento social sobre la clase obrera.
La reestructuración global del capitalismo en Argentina corresponde con los cambios ocurridos en la
dinámica del capital a nivel mundial. Las transformaciones sociales contemporáneas, modifican
sustancialmente las condiciones materiales de vida de las clases trabajadores.
Argentina experimenta en la última década procesos de movilización popular que contribuyeron desde
abajo al recambio de gobiernos democráticos. Al mismo tiempo que las movilizaciones populares
impugnan a estos gobiernos se empiezan a cuestionar abiertamente las políticas neoliberales firmemente
impulsadas y ejecutadas por éstos. A fines del 2001 se expresa de manera generalizada la incapacidad de
los sectores dirigentes de régimen de recrear las bases del consenso del proyecto hegemónico. Las
movilizaciones del 2001, puso en manifiesto una crisis general económica, social y política que expreso la
necesidad de un cambio.se expresó de “abajo hacia arriba” el interés del pueblo, exigiendo un
reacomodamiento del sistema político institucional vigente y el establecimiento de nuevos “equilibrios de
compromiso”. En este contexto el gobierno de N. Kirchner, se despliega una estrategia de recomposición
de la legitimidad orientada a la construcción de un consenso que pretende ser “plural”, reforzando la idea
de un gobierno que atiende las necesidades y demandas sociales.

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