Admin,+17 CarmenVALDIVIA
Admin,+17 CarmenVALDIVIA
Admin,+17 CarmenVALDIVIA
EN LA EDUCACIÓN FAMILIAR
M. DEL CARMEN VALDIVIA SÁNCHEZ 1
INTRODUCCIÓN
1
Catedrática de Psicopedagogía en la Universidad de Deusto. E-mail: valdi-
via@fice.deusto.es
1.º 2.º
Control Firme AUTORITARIO AUTORITARIO
RECIPROCO REPRESIVO
3. 4.
Control Laxo PERMISIVO PERMISIVO
INDULGENTE NEGLIGENTE
ción a su vez, como veremos, con algunos estilos educativos como los sobre-
protectores, frustrantes y rechazantes, moralizantes, etc.
Máx. Afecto-Valoración
4.º
Área 1.ª Área 2.ª
1.º 2.º 3.º 3.º 4.º
Mín. Direcc. Máx. Direcc.
2.º
Área 3.ª Área 4.ª
1.º
Mín. Afecto-Valoración
Así, por ejemplo, deberán situarse en el área 1.ª aquellas actitudes carga-
das de afecto y de mínima dirección. En la 2.ª las cargadas de afecto y muy
directivas. En la 3.ª las carentes de afecto y poco directivas, y en la 4.ª, las
carentes de afecto y muy directivas.
Para que pueda hablarse de amor, deben aparecer características como: valo-
ración de la persona, aceptación, comprensión, calor, acogida; en función de este
mismo amor se le debe ayuda y estímulo, alabanza objetiva, y se acompaña con
un trato sereno y tranquilo. Se acepta y valora al otro a pesar de que tenga cua-
lidades que no sintonicen con nosotros o con nuestro modo de ser. Si estas cua-
lidades anteriormente citadas aparecen en su expresión más alta, podemos
hablar de un máximo grado de afecto-valoración, lo que en la escala quedaría
representado por el 4.º grado; si aparecieran, pero sólo en un grado bajo, enton-
ces estaríamos haciendo referencia al grado 3.º de la escala.
El 4.º grado queda representado por aquellas actitudes, en la los padres con-
siguen meterse totalmente en el mundo del hijo, lo valoran profundamente en
sus sentimientos y actitudes; se empatiza con él hijo y además se ofrece la ayuda
concreta que necesita; de esta manera se le ayuda a madurar.
En el grado 3.º los padres tratan de valorar al hijo, de comprenderle real-
mente, pero lo ven y valoran con cierta distancia, desde su visión de adulto,
sin entrar en su mundo emocional.
Los grados 1.º y 2.º quedarían representados por actitudes y conductas de
los padres que no valoran, ni aceptan, ni comprenden al hijo. En el 2.º grado
tal vez tampoco se manifiesten, al menos claramente, las actitudes contra-
rias, pues se esfuerzan para que sus expresiones sean afectivas, valorativas,
También en ésta pueden analizarse cuatro grados, según sean las actitu-
des de los padres muy directivas, o carezcan de dirección. Asi pues:
— El grado 1.º de dirección, el mínimo, se daría en aquellas situaciones
en las cuales los padres no dan indicaciones al hijo: en todo caso se
limita únicamente a señalar la situación.
— El grado 2.º, quedaría expresado en aquellas situaciones en las que los
padres ofrecen a los hijos alternativas diversas para que puedan orga-
nizarse, o bien, en el caso de presentar una sola opción, se le deja total
libertad, para secundarla o no.
— El grado 3.º vendría expresado por aquellas situaciones en las cuales,
los padres proponen algo muy concreto, o bien piden algo determi-
nado, o insisten en las consecuencias si no secundan sus indicaciones.
Es decir, no es que fuercen violentamente ni que impongan sin dar
lugar a réplica, sencillamente intenta forzar la conciencia del niño,
para que éste siga sus indicaciones : «lo mejor es que hagas eso ahora»,
— En el 4.º grado, el máximo de autoritarismo, los padres ordenan o man-
dan algo muy concreto, sin dejar posibilidad de decisión al hijo; con
frecuencia aparece la necesidad de inmediatez y el gesto físico: «haz
esto ahora mismo», «vete a cortar el pelo». A mayor directividad de
los padres, menor autonomía de los hijos.
rren a la mentira para conseguir hacer aquello que desean, por saber que no
va a ser comprendido.
Cuando se hacen algo mayores, les resulta más fácil adoptar actitudes
hipócritas como modo de despistar a sus padres, y de esta forma distraen su
atención y se sienten más libres para hacer lo que quieren.
La tiranía y un cierto sadismo, también se dan con como una forma de
descargar su tensión o frustración contra un sustituto de los padres, por los
que ellos se sienten castigados o sometidos con una fuerza interna contra la
que no pueden rebelarse fácilmente.
Este tipo de «sadismo infantil», que ejercen con compañeros, animales,
o incluso en forma agresiva contra las cosas, puede adoptar la forma de bull-
ying, lo que les viene a proporcionar internamente la satisfacción al sentir
que no son ellos solos los que lo pasan mal, y, junto a eso, una extraña sen-
sación de satisfacción al sentirse más fuertes, al poder tratar a los demás de
la misma forma que ellos se sienten tratados, eligiendo como víctimas a niños
más pequeños o débiles, frente a los cuales se sienten seguros.
Los padres que abusan de este tipo de actitudes moralizantes, ponen a
sus hijos en serias dificultades al no permitirles satisfacer sus necesidades
psicológicas básicas. Con mucha frecuencia, cuando son mayores, llegan a
dudar del cariño de sus padres.
En este estilo educativo podríamos ver reflejados tres tipos de padres muy
diferentes, pero que coinciden con las cuatro puntos indicados anteriormente:
1.º Los que piensan que esta es la forma correcta de actuar. Dejan a los hijos
en libertad, para que aprendan a ser totalmente libres.
2.º Padres, con un matiz algo diferente, que tienen miedo de frustrar al hijo.
No quieren que sufra, piensan que cuando sean mayores ya tendrán tiem-
po de aprender o que aprenderán cuando vayan al colegio. Delegan la
educación.
3.º Un tercer grupo de padres que no tienen ningún planteamiento; no actú-
an, sencillamente porque no saben cómo actuar. Dejan que la educación
se desenvuelva «naturalmente» sin darle más importancia.
Los efectos que este tipo de actitudes producen en los hijos, estan rela-
cionadas con la insatisfacción de la tercera necesidad psicológica básica, es
decir, la dificultad para descubrir por sí mismos el sentido, la razón del mundo
de las cosas y de sí mismo, etc. por eso la consecuencia inmediata es la difi-
cultad que encontrarán para orientar su propia vida; les faltan referencias.
En este estilo podríamos incluir a aquellos que por sus actitudes, impi-
den directamente al niño la atisfacción de la primera necesidad psicológica
básica. La necesidad de afecto, la de sentirse querido y valorado.
Son características de estos padres:
• El desdeñar continuamente al hijo por cualquier cosa. El hijo les resul-
ta molesto. El niño se da cuenta de que sobra en el ambiente familiar.
• Generalmente a este hijo rechazado se le rebaja e infravalora, y no se
le reconoce ninguna cualidad positiva.
• Se le castiga duramente por cualquier tipo de falta que comete; sus
defectos están siempre presentes en el ambiente y en los labios de sus
padres.
• Estos padres enfocan mal la crítica, haciéndola recaer directamente
sobre el hijo: «eres un inútil», ¿qué se puede esperar de ti?
• Este estilo educativo se caracteriza por la falta de valoración al hijo. En
el caso de que tenga una carga directiva, se manifestará por el maltra-
to físico o psicológico, y si es carente de dirección, podrá conceptuali-
zarse como abandono.
Un nivel más grave puede darse entre aquellos padres que directamente
rechazan al hijo, por las cualidades que tienen o por las molestias que les
acarrean, o por ser hijos no deseados
Entrarían en este grupo las personas afectadas por patologías especiales:
alcoholismo, enfermedades mentales, personalidades violentas, patológicas,
etc. Tipologías frecuentes en padres maltratadores.
Estos comportamientos ponen de manifiesto las actitudes negativas de
origen: visión del hijo como algo negativo, molesto, objeto de rechazo, y com-
ponente emocional negativo de rechazo que se pone de manifiesto en el desa-
pego por el hijo: insultos, desvalorizaciones y todo tipo de malos tratos.
Todas estas tipologías de padres coinciden en la falta de afecto y valora-
ción del hijo, pero se diferencian en relación a la dirección; mientras unos
son no directivos, casos de abandono, otros ejercen una gran fuerza de direc-
ción que se manifiesta en los continuos rechazos e infravaloraciones, según
el grado de dirección se sitúe en relación en las áreas 3.ª ó 4.ª, de las dimen-
siones generales del comportamiento.
Aquellos niños que ven cumplidos todos sus deseos, poco a poco se van
haciendo egoístas y desagradecidos, pues llegan a ver como natural todo aque-
llo que reciben de los demás; de aquí que con frecuencia sean también capri-
chosos, y les falte autonomía. Pueden reaccionar de dos formas.
Unos se descubren a sí mismos como personas cargadas de derechos y
llegan a pensar que los demás viven para su servicio; Las actitudes comien-
zan a entenderse como «el síndrome del emperador», por eso ya desde niños
se convierten en dominantes e incluso llegan a tiranizar a otros, incluso a sus
Este estilo educativo es el único que se sitúa de forma estable en las áreas
1.ª y 2.ª, en relación a los altos de la escala afectiva-valorativa y la autonomía
adecuada en relación a la directiva-no directiva. Manteniendo constante el afec-
to y facilitando la autonomía en la medida en que el hijo se va responsabili-
zando, centrando su interés en ayudarle, para que progresivamente vaya dando
el paso desde un sometimiento a las normas impuestas, a una responsabiliza-
ción mayor de sus actos, por la elección crítica de los motivos. Así se le facilita
y estimula para que sea capaz de tomar decisiones personales, en definitiva, a
que pase a depender cada vez más de sí mismo por una acción más consciente
y responsable.
Máx. Afecto-Valoración
Área 1.ª 4.º Área 2.ª
Act. Democrático Democráticos con
niños pequeños
Mín. Afecto-Valoración
BIBLIOGRAFÍA