Universidad Martil Lutero
Universidad Martil Lutero
Universidad Martil Lutero
Martin Lutero
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Un Ministerio Nuevo........................................................................28
El Llamamiento de Isaías.............................................................................30
El Reto Y la Comisión.......................................................................................31
El Servicio a Dios
Por qué debemos servir a Dios y a su pueblo
"Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la
fe". Gálatas 6.10
Hay una pregunta que surge después de que conocemos al Señor como Salvador, y es la siguiente:
¿qué espera Dios de mí después de haberme salvado? Dios nos salvó, nos sanó, nos liberó para que le
sirviéramos;nos sacó de la esclavitud, de la depresión, de las drogas, de los vicios, de la soledad, porque
nos ama y desea nuestra compañía. Ésta fue la razón por la cual Dios sacó al pueblo de Israel de Egipto.
Entonces vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: Jehová el Dios de los hebreos ha dicho así:
¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva". Éxodo10.3
'Entonces Él se acercó, y la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente le dejó la fiebre, y ella les
servía". Marcos 1.31
Cuando entendemos que, habiendo hecho esta maravillosa obra en nosotros, Dios espera que le
sirvamos, entonces, surge otra pregunta: ¿cuáles son las razones correctas por las cuales debemos
servir a Dios?
Hay dos razones principales por las cuales servimos a Dios y asu pueblo:
1. Por gratitud o agradecimiento
"Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a
Dios agradándole con temor y reverencia". Hebreos 12.28
La razón número uno por la cual debemos servir a Dios, es el agradecimiento por todo lo que Él ha
hecho en el pasado, por lo que está haciendo hoy y por todo lo que hará en el futuro.
Nuestra medida deagradecimiento determinará nuestro nivel de servicio.
La persona que no está agradecida, no sirve al Señor; pero si, genuinamente, reconoce de dónde Él la
sacó, le ocurrirá lo mismo que le pasó a la suegra de Pedro: ésta, después de que Jesús la sanó,
inmediatamente le sirvió. A un creyente que está agradecido con Dios, no le importa dónde se le ponga
a servir; está dispuesto a hacer cualquiercosa y en cualquier momento porque quiere agradarle.
2. Por amor
Otra razón para servir a Dios es el amor hacia Él. Cuando amamos a alguien, siempre estamos
buscando la forma de agradarlo, no importa lo que tengamos que hacer. Dios ama a su pueblo y desea
que seamos sus manos, sus pies, su boca; sus representantes para traer salvación, sanidad y liberación
a su pueblo.
Servir a los demás, es como servir a Dios mismo.
"Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su
nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún". Hebreos 6.10
Nadie debería servir al Señor por culpabilidad, presión de los líderes, por agradar a alguien o por
aspiraciones personales. Cuando esto sucede, la obra no perdura, no permanece.
A Dios se le sirve, por gratitud hacia lo que Él ha hecho en nuestras vidas y porque le amamos con
todo el corazón. Cuando servimos a Dios por gratitud y por amor, es muy difícil que seamos heridos
por la gente; y además, recibiremos recompensa de Dios, tanto en la tierra como en el Cielo.
Muchas personas sirven en la iglesia y las vemos ir y venir, muy ocupadas haciendo la obra del Señor;
pero no todas lo hacen con la motivación correcta en su corazón. Dios no mira cuántas obras hagamos
o cuántas horas sirvamos, Él mira con qué corazón lo hacemos.
Introducción:
Todos Buscamos servirle al señor en las diferentes áreas que existen en
la iglesia, pero nuestra pregunta es ...
¿Cómo servir a Dios con el motivo correcto?
Muchas personas se cansan de servir al Señor porque nunca ven llegar la recompensa
por lo que hacen. Y surge la inevitable pregunta: ¿Por qué sucede esto? Si esta gente
sirve a Dios continuamente, ¿por qué no se ven los frutos, sobre todo, la recompensa
de parte de Dios? Dios no es injusto y Él ve más allá de lo externo y aparente. La mayor
parte de estas personas sirven a Dios y al pueblo con el motivo incorrecto. Algunos
sirven para alcanzar posiciones, otros, para obtener ganancias; unos sirven para ser
reconocidos o, simplemente, por cualquier otra razón equivocada. La palabra de Dios
nos menciona que hacer cosas para agradar a los Hombres, es Constituirse Enemigo
de Dios La palabra es Clara Cuando declara que
Todos aquel que ama Al mundo se constituye Enemigo de Dios, Entonces debemos
Buscar en nuestros Corazones y Revisar cuáles son esas Razones por las cuales
Estamos Sirviéndole al señor y Detectar cualquier posible razón que este Fuera de La
palabra de El señor para asi poder avanzar en sus caminos.
Nuestras Motivaciones para plantearnos esta pregunta nacen de la cercanía que
hemos podido tener con aquellas personas que le brindar un servicio al señor,
pensamos que para esto no es solamente necesaria el área practica si no también
tener la suficiente base en la palabra para poder Brindarle al señor Un servicio de
Calidad.
Objetivo General:
Contribuir a la formación profesional de los/las Estudiantes de Teologia ,
mediante la búsqueda de herramientas de enseñanza de apreciación de la
palabra , a modo de insumo para potenciar su desarrollo como aspirantes a
teólogos.
b) Objetivos específicos
b.1) Investigar los aspectos fundamentales en el servicio que deban ser
comprendidos por los/las estudiantes, mediante lectura de material teórico y
entrevistas a profesores Vinculados con la teología, con el fin de adquirir
herramientas necesarias para la enseñanza de apreciación Teologica a los/las
estudiantes en formación.
b.2) Acompañar este primer objetivo específico, mediante la exposición de
factores fundamentales en el servicio, con la finalidad de poder entregar las
pautas para su posterior puesta en relación.
b.3) Exponer la visión histórica en el servicio, con el propósito de comprender la
cronología y los fundamentos que sustentan las distintas etapas de la historia y
su evolución.
Pregunta de Investigación:
Para El Presente trabajo de Investigación Formulamos La Siguiente Pregunta
¿Cuáles son las Diferentes Áreas En los cuales La Iglesia Actual Brinda sus
Servicios A los Creyentes?
D) Metodología:
Para satisfacer los objetivos expuestos con anterioridad, llevamos a cabo los
siguientes procesos: En primer lugar, investigamos la historia de El servicio en
las Épocas antiguas, profundizando en mayor medida en la historia a partir del
siglo XX.
. Para ello, buscamos los fundamentos que han vinculado a estas disciplinas a
través del tiempo, sus componentes y también los exponentes que han
protagonizado cada etapa histórica. Más adelante, recopilamos y ordenamos
componentes fundamentales en el servicio, para posteriormente exponer las
relaciones que de su articulación surgen, generando así una base para su
comprensión y clarificación. En cuanto al análisis de los programas impartidos
en la carrera de Licenciatura en teología En la Universidad Martin Lutero.
a. Finalmente, gracias al recorrido de la presente investigación y los diálogos
realizados en este contexto, ordenamos las herramientas de enseñanza de
apreciación y práctica que consideramos importantes para la formación de los y
las estudiantes.
Historia de El Servicio al señor de acuerdo a la palabra:
Jesús dijo: “…Yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lucas 22:27).
Como verdaderos discípulos de Jesús, nosotros también debemos servir a
los demás.
El presidente Spencer W. Kimball dijo: “Al prestar servicio a los demás, nos
convertimos en mejores personas, en personas de más valía. Ciertamente, es
mucho más fácil ‘hallarnos’, ¡porque hay mucho más de nosotros para
hallar!” (Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball, pág. 96).
Las oportunidades de prestar servicio:
Algunos de nosotros sólo prestamos servicio a quienes se encuentran a
nuestro alrededor y evitamos hacerlo con otras personas; sin embargo,
Jesús nos mandó que amáramos y sirviéramos a todos. Hay infinidad de
oportunidades de prestar servicio.
Podemos servir a los miembros de nuestra familia. Los cónyuges deben ser
conscientes de las necesidades del uno y del otro. Los padres deben prestar
servicio a sus hijos no sólo al alimentarlos y vestirlos, sino también
enseñándoles, jugando y trabajando con ellos. Los hijos pueden servir en las
tareas del hogar y brindar ayuda a sus hermanos.
4) El buen samaritano
La historia de El buen samaritano es un poderoso ejemplo de
servicio a los demás. En esta parábola, Jesús cuenta la historia de
un hombre que fue golpeado y robado en su camino a Jericó. Luego
explica que el samaritano, que no era de la misma fe que el hombre,
se detuvo para ayudarlo y le mostró bondad y compasión. Esta
historia es un recordatorio de que el servicio no se limita a aquellos
de la misma fe sino que debe extenderse a todas las personas
independientemente de su creencias.
Por lo tanto:
• El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y
dar su vida en rescate por muchos (Mt. 20:28).
• Recuerda cómo Jesús lavó los pies de sus discípulos. Allí
tenemos un buen ejemplo de servicio y humildad, para que
siguiéramos su ejemplo (Juan 13:1-20).
• Jesús se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres. Se humilló a sí mismo y fue a la
cruz. El Dios santo, creador del universo, el rey de reyes, ¡se
hace siervo! Por amor a nosotros y para salvarnos (Fil. 2:5-8).
En la esfera del servicio, le incumbe a cada uno averiguar del Señor de la mies qué
es la obra para la cual el Señor le ha capacitado. Esto implica mucho tiempo con
Dios en oración en el lugar secreto. El Señor Soberano es quien llama, capacita y
despacha al servidor suyo, y le señala la tarea que debe realizar.
Un estudio de los diez hombres reseñados en este libro mostrará que eran
humanos como nosotros, con muchas debilidades y fracasos, pero con todo Dios
los usó poderosamente en el servicio suyo. Lo llamativo acerca de cada uno es
que Dios llamó a cada uno por sí para una obra específica y le sostuvo en ella.
Moisés fue uno de los hombres más sobresalientes que jamás ha vivido. Tuvo una
profunda influencia sobre sus contemporáneos y un tremendo impacto sobre la
historia. Sus actividades ocupan 137 capítulos de la Biblia; es el autor del
Pentateuco y los Salmos 90 y 91. Ochenta veces se le menciona en el Nuevo
Testamento, más que cualquier otro personaje del Antiguo Testa-mento.
Dios presupuestó la vida de Moisés. De sus ciento veinte años, éste vivió cua-renta
en Egipto en la escuela del mundo, aprendiendo a ser alguien; cuarenta en el
desierto en la escuela de Dios, aprendiendo a ser nadie; y cuarenta como líder del
pueblo de Dios, aprendiendo la fidelidad suya. De manera que los dos tercios de
la vida de este hombre fueron de preparación para la obra que le había sido
asignada.
Esteban nos informa que Moisés fue enseñado en toda la sabiduría de los egipcios
y era poderoso en palabras y obras. Así, se desarrollaron tres áreas de su
personalidad. Es posible que haya sido estudiante en el templo del sol, llamado la
Oxford del Egipto antiguo. Aprendería a leer y escribir jeroglíficos, dominando
también matemática y química, además de la experticia egipcia en la astronomía.
Recibiría una educación política y clásica junto con la ética de la corte.
Hebreos 11.24 al 26 nos relata el otro lado de la historia. Cuatro verbos figuran
en ese pasaje sobresaliente: él rehusó, escogió, estimaba y miraba. Rehusó ser hijo
de la princesa; escogió ser maltratado con el pueblo de Dios; tenía por estima el
vituperio de Cristo; y, tenía la mirada puesta en el galardón. Los tiempos
gramaticales indican un momento de crisis. Los primeros dos verbos están en
tiempo aoristo —un suceso en un momento dado— y los otros dos señalan los
resultados. Moisés huyó al desierto y comenzó la segunda fase de su vida.
Cada cual hacía según le parecía; no había rey en Israel. Se relata siete vueltas de
la espiral, cada una identificada con las palabras, “los hijos de Israel hicieron lo
malo ante los ojos de Jehová”. Pero en el debido tiempo Dios levantaba un
libertador, un “juez”, para conducir al pueblo de nuevo a Él. Algunos tuvieron más
éxito que otros. Algunos, como Sansón, fracasaron tristemente la mayor parte del
tiempo.
El llamamiento de Gedeón
En condiciones de alejamiento y opresión, Dios siempre busca a un hombre. En
este caso lo encontró en Gedeón, quien no sacudía su escuálida cosecha de trigo
al aire libre, sino secretamente en el lagar excavado en la tierra, para no ser visto
de los madianitas. Él representa la fuerza subterránea de Israel, opuesto al
poderoso invasor.
Nada sorprende que Jehová le haya mirado, 6.14. Tres pronunciamientos del
Ángel comunicaron su llamamiento:
Cincuenta y ocho años habían pasado desde la división del reino bajo Jero-boam.
En este lapso breve Judá contó con cinco reyes reformadores. Israel, con el
gobierno central en Samaria, contó con siete, todos ellos hombres impíos. El mal
culminante vino con Acab y su consorte impía Jezabel. Este era hombre débil,
dominado por la peor mujer en la historia de Israel. Ella introdujo la prostitu-ción
religiosa y la persecución política. Baal y Astarot eran deidades masculinas y
femeninas, respectivamente, representando una mezcla entre la religión y la
crasa inmoralidad.
Dios empleó el rey para la reforma y avivamiento en Judá, pero en Israel empleó
el profeta. Elías y Eliseo eran de personalidades diferentes. Elías era de la planicie,
un hombre del campo de Galaad que parecía tosco. Su ministerio se caracterizó
por fuego, agua y denunciación. En contraste, el ministerio de Eliseo, su sucesor,
se caracterizó por alimento, aceite y sal, los ingredientes de la oblación. Juan el
Bautista sería el Elías del Nuevo Testamento, mientras que Eliseo tipifica el
ministerio consolador y fragante del Señor Jesús.
Su nombre y su vida
El nombre de este hombre quiere decir “Dios es salvación”. Era hijo de Safat y vivía
en Abel-mehola, al extremo norte del valle de Jordán y un poco al sur de mar de
Galilea. Veintinueve veces se habla de él como un varón de Dios y una vez como
un santo varón de Dios. Sirvió a Jehová por sesenta y seis años, desde su
llamamiento en 1 Reyes 19.19 al 21 hasta su muerte en 2 Reyes 13.20. Este
hombre pasó diez años con Elías como aprendiz y luego cincuenta y seis
trabajando solo. El suyo fue un período de servicio mayor que el de cualquier otro
profeta del Anti-guo Testamento.
Su llamamiento
Dios en soberanía tenía su ojo puesto en Eliseo, 1 Reyes 19.16. Elías, al echar su
manto sobre su sucesor, estaba sencillamente llevando a cabo las instruc-ciones
que había recibido en Horeb.
Le encontró ocupado en su faena diaria, arando con bueyes. Dios llama a los
hombres de una variedad de ocupaciones seglares: un rico urbano, el heredero
de un trono, un pastor, un pescador y un cobrador de impuestos. Ganarse el pan
de cada día en un empleo o profesión es una disciplina que moldea el carácter de
uno. Aquellos que se lanzan directamente de la escuela o colegio a un servicio a
tiempo completo para el Señor, sin esta experiencia, pierden uno de los
prepa-rativos más valiosos para servicio en la obra del Señor. Pablo fabricaba
tiendas; Pedro pescaba en el lago. ¡Ganar dinero por esfuerzo propio, y gastarlo
con prudencia, es una lección valiosa en la escuela de la vida!
Hubo tres consecuencias del gesto simbólico de Elías en echar su manto sobre
Elías:
Su comisión y asignación:
Hay mucho en el llamamiento y carrera de Eliseo que nos hace recordar a Timoteo
y la relación que tenía con el apóstol Pablo. Parece ser un principio en las
Escrituras que el mayor oriente y aconseje al menor, y éste a su vez escuche y
aprenda a jugar un papel secundario hasta que llegue a cierta madurez.
Poco antes del traslado de Elías al cielo, llevó a Eliseo en una última y silen-ciosa
evaluación de la tarea por delante. Fueron juntos a Gilgal, Bet‑el, Jericó y al Jordán.
Todas estas localidades contaban con un pasado glorioso en la historia de la
nación, pero ahora se encontraban hundidas en alejamiento y apatía.
Gilgal había sido la base de operaciones en la conquista de la tierra. Fue aquí que
se llevó a cabo el rito de la circuncisión, se celebró la pascua y se comió el fruto
de la tierra. El Ángel de Jehová se presentó en medio y el pueblo, bajo el mando
de Josué, enfrento y venció a sus enemigos. Pero ahora Gilgal era uno de los
centros de la apostasía nacional.
Jordán fue el lugar donde el arca reposó y las aguas fueron aguantadas para que
el pueblo pasara en resurrección espiritual. Una vez se abrió para dejar a los
israelitas entrar en la tierra, ¡y ahora se abre para dejar a Elías salir!
• Elías dijo a Eliseo, “Pide lo que quieras que haga por ti”. Y la respuesta fue:
“Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí”.
• Hubo una condición: “Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho
así”. Aconteció que un carro de fuego y caballos se manifestaron, y Elías
subió al cielo
en un torbellino. ¡Eliseo lo vio suceder!
• Cayó el manto del viejo, símbolo de sucesión y fuerza. Eliseo rompió
sus propios vestidos.
• Contemplando a aquel que había sido su mentor, clama: “¡Padre mío, padre
mío!”
Y así con el siervo de Cristo en estos tiempos. La medida de nuestra semejanza a
Él depende de nuestra ocupación con el Cristo ascendido y glorificado. La
condición única es: “Si me vieres”. El ojo de fe le percibe a la diestra del Padre, y
el nuevo ministerio fluye de la asociación con Cristo en su muerte, resurrección y
ascensión.
Su ministerio nuevo
Acaecido todo esto, nuestro protagonista vuelve a su obra de reformación. Traza
la circunvalación en el sentido contrario, encontrando en Jericó agua mala, en
Bet‑el muchachos malos y en Gilgal alimento malo.
En Jordán, Naamán tuvo que zambullirse siete veces en el río para ser sanado de
su lepra. Pero en Bet‑el no había remedio sino juicio, ya que el profeta fue objeto
de burla. Para la viuda en bancarrota, su consejo fue traer vasos vacíos y echar en
ellos aceite de la insignificante reserva que quedaba. Sal, hierbas, aceite y agua
del río fueron los ingredientes que Eliseo empleó en su ministerio de sanidad y
consuelo.
Encontramos este principio divino en la relación que había entre Moisés y Josué,
Samuel y David, Jeremías y Baruc, Pablo y Timoteo. Ninguno es apto para ser líder
si no está dispuesto a seguir. La verdadera humildad se aprende muchas veces
fuera de la vista en tareas nada prestigiosas. Es acertado el ada-gio de que se
requiere gran gracia para tocar segundo violín.
Esta segunda parte comienza con el ministerio de Juan el Bautista y termina con
los cielos nuevos y tierra nueva. En el centro está el capítulo 53 que describe en
detalle profético el nacimiento, rechazo, muerte, sepultura y gloriosa
resu-rrección del Mesías. El tema de la segunda parte es el Siervo de Jehová. En
lenguaje por demás hermoso, se presenta el advenimiento del Mesías en
humi-llación y su reino espléndido por venir.
El llamamiento de Isaías
Él fue llamado en el año que murió Rey Uzías. Según 2 Crónicas 26.20, ese rey fue
castigado con lepra por haber tenido la osadía de entrar en el templo para ofrecer
incienso. Fue el pecado de orgullo y presunción. Fue el pecado de Nadab y Abiú,
Levítico 10.1 al 3. Uzías había reinado cincuenta y dos años y era de los reyes de
Judá el más poderoso y capaz. Era militar, estadista, agrónomo e inventor. La
ciencia y estrategia dieron estabilidad a su trono, pero el pecado lo vació.
Habiendo sentido el golpe de este desastre siete años después cuando el rey
murió, Isaías es llevado a la presencia de Dios y ve la visión de su santidad y
majestad. La visión del capítulo 6 consiste en:
• Jehová, Adonai. Una comparación con Juan 12.41 (“Isaías dijo esto cuando
vio su gloria, y habló acerca de él”). y Hechos 28.25 (“Bien habló el Espíritu
Santo por medio del profeta Isaías …”) hace ver que se trata del Dios trino.
• El trono alto y sublime. Compárense Isaías 52.13 (“Mi siervo será
prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto”),
Filipenses 2.9 (“Dios también lo exaltó hasta lo sumo”). y Efesios 1.21 (“…
sobre todo principado y autoridad”).
• Fue en el templo que pecó Uzías, y aquí la santidad y gloria divina se
manifiestan
en él.
• Los serafines eran guardianes del trono, contando con cuatro alas para
reverencia y adoración, además de dos para servicio. Claman: “Santo,
santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria”.
• La casa se llenó de humo, tal vez la nube de gloria de la cual leemos en 2
Crónicas 5.13 y Ezequiel 10.4. Justicia y juicio son el cimiento de su trono,
Salmo 97.2.
El altar
A consecuencia de esta visión espantosa del trono y la santidad divina, Isaías
exclama: “¡Ay de mí!”
Pero a la luz del trono y en la presencia de Dios, exclama: “¡Ay de mí! Que soy
muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de
pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los
ejércitos”. Se ve cual leproso en medio de leprosos. Varones como Moisés, Job,
David, Pedro y Pablo tuvieron esta experiencia, y es un requisito para todo siervo
a quien Dios llama a realizar su obra.
El reto y la comisión
Convicto, confeso y limpio, recibe el llamado: “¿A quién enviaré [yo], y quién irá
por nosotros?” Obsérvense el yo singular y el nosotros plural. Es el Dios Trino que
llama, y tan sólo aquellos que han tenido la experiencia de Isaías pueden
responder: “Heme aquí, envíame a mí”.
Hubo primeramente la visión, luego la voz, y ahora la voluntad. Ahora Isaías está
en condiciones de recibir su comisión. Se le asigna un ministerio por demás difícil:
“Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no
comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus
ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él
sanidad”.
Sería por demás desalentadora esta misión para un hombre brillante como Isaías,
poseído de tanta habilidad y habiendo recibido un mensaje glorioso. Nos
recuerda de muchos honrados siervos de Dios en tierras musulmanas que han
dado sus vidas en servicio abnegado pero con poco o ningún resultado visible. El
evangelio es como el calor del sol, derritiendo la cerca pero endureciendo la
arcilla; 2 Corintios 2.15.
Pero la comisión termina con un mensaje de aliento; un Dios que guarda su pacto
no podría permitir que el mensaje terminara en derrota. Un diezmo, o sea un
remanente, volvería del cautiverio. Iba a sobrevivir el germen de vida —la simiente
santa— en el tronco del árbol. La mesiánica Simiente Santa, la de la mujer,
asegura la perpetuidad de la nación. Una cosa que no permitió que Israel fuese
arrancado de un todo, fue la necesidad de preservar la línea de ascenden-cia del
Mesías.
Desde este punto en adelante, la misión y el mensaje de Isaías contó con dos
polos: una advertencia del juicio que vendría sobre la nación apóstata, y la
espe-ranza de una Persona por venir con su misión mesiánica.
Todo el libro de Isaías contiene indicios del profundo y duradero concepto que
Isaías tenía de la santidad de Dios, consecuencia de la visión del capítulo 6. Si bien
el tema principal es la esperanza mesiánica, a lo largo de su libro él hace hincapié
en la necesidad de una vida santa acorde con la santidad divina. Vein-ticinco veces
habla del Santo de Israel, doce veces en la primera parte y trece en la segunda,
mostrando así la unidad del libro. Solamente seis veces se encuentra este título
en todo el resto del Antiguo Testamento.
La tradición es que Isaías murió cual mártir, metido dentro del trono de un árbol
hueco y aserrado; véase Hebreos 11.37. Sea auténtica o no esta tradición, los
críticos han intentado hacer lo mismo con el libro de Isaías, afirmando que en
realidad se trata de dos libros. Pero este gran título de Dios y su tema subya-cente
manifiestan que la profecía de Isaías es íntegra y de un todo confiable para el
siervo de Dios en nuestros tiempos.