Hace Mucho Tiempo
Hace Mucho Tiempo
Hace Mucho Tiempo
Era un
hombre especial porque amaba mucho a Dios y siempre trataba de hacer lo correcto. Un día,
algo sorprendente sucedió. Dios habló con Abraham y le dijo: «Abraham, quiero que dejes tu
hogar y a tu familia, y vayas a una tierra nueva que te mostraré» .
Abraham no sabía cómo sería esa tierra, pero confiaba en Dios. Junto con su esposa, Sara, y su
sobrino Lot, comenzaron un viaje emocionante hacia lo desconocido. Viajaron por caminos
llenos de polvo y cruzaron desiertos, pero Abraham sabía que Dios estaría con él.
Después de muchos días, finalmente llegaron a la tierra que Dios les había mostrado. Era una
tierra hermosa y llena de promesas, y Dios le dijo a Abraham que esta tierra sería el hogar de
su familia. Dios también le prometió algo maravilloso: «Tu descendencia, es decir tus hijos y los
hijos de tus hijos, será tan numerosa como las estrellas en el cielo».
Abraham y Sara estaban muy felices, pero había un problema. A pesar de que eran muy
mayores, no tenían hijos como Dios había prometido. Sin embargo, Abraham confiaba en Dios
y creía que Dios cumpliría su promesa, incluso si parecía imposible.
Después de mucho tiempo, un día sucedió algo increíble. Dios cumplió su promesa y les dio un
hijo. Lo llamaron Isaac. Abraham estaba lleno de alegría y gratitud por este regalo tan especial.
Isaac creció y se convirtió en un joven muy valiente y amable.
Pero un día, Dios puso a Abraham a prueba. Le pidió algo muy difícil de hacer: que sacrificara a
su amado hijo Isaac como una muestra de obediencia y confianza en Dios. Abraham se sintió
triste y confundido, pero estaba dispuesto a obedecer a Dios.
2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, á quien amas, y vete á tierra de Moriah, y ofrécelo
allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. 3 Y Abraham se levantó muy de
mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos mozos suyos, y á Isaac su hijo: y cortó leña
para el holocausto, y levantóse, y fué al lugar que Dios le dijo.
Abraham subió a un monte para ofrecer a su hijo a Dios. Pero justo cuando estaba a punto de
hacerlo, un ángel de Dios apareció y lo detuvo. Dios había visto la fe y la obediencia de
Abraham, y le proporcionó un carnero para que sacrificara en lugar de Isaac.
Dios dijo “Prometo por mí mismo que porque hiciste esto y no me negaste a tu hijo, tu único
hijo, te daré mi bendición y multiplicaré tu descendencia. Tendrás tantos descendientes como
estrellas hay en el cielo y arena a la orilla del mar»