Comentarios Textos Platón Del 20-23
Comentarios Textos Platón Del 20-23
Comentarios Textos Platón Del 20-23
“Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para aquel que con mayor
agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de
cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz de adivinar lo
que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y que envidiaría a los más honrados y poderosos entre
aquéllos? ¿O más bien no le pasaría como al Aquiles de Homero, y «preferiría ser un labrador que fuera siervo de
un hombre pobre» o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida?
Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que soportar aquella vida”.
Platón, República, Libro VII.
“Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que anteriormente ha sido dicho,
comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con la morada-prisión, y la luz del fuego que hay en
ella con el poder del sol; compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino
del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas
oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo
cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien”.
Platón, República, Libro VII.
“Compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino del alma hacia el ámbito
inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es
realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con
dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y
bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y
productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto
en lo privado como en lo público”.
Platón, República, Libro VII.
“Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son extraños,
sino contemplarlo cómo es en sí y por sí, en su propio ámbito.
Necesariamente.
Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años y que gobierna
todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.
Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.
Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces compañeros de
cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?”.
Platón, República, Libro VII.
P5 Conocimiento (dialéctica ascendente. Dificultad del prisionero para reconocer los
seres reales y proceso de adaptación al exterior de la caverna).
*Sombras y reflejos del agua (entidades matemáticas), hombres y objetos (ideas de los
seres naturales y artificiales), el cielo de noche y de día (ideas superiores: estéticas y
éticas), y el sol (el Bien).
“Y si a la fuerza se lo (al prisionero) arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar
hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de
fulgores que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos?
Por cierto, al menos inmediatamente.
Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar, miraría con mayor
facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, luego los
hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo,
mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol”.
“Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan hombres que llevan toda clase de utensilios y figurillas de
hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y
otros callan.
Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.
Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros, otra cosa
que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?
Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas”.
Platón, República, Libro VII.
Año 2021
Pues entonces, si (los prisioneros) dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar nombrando a los
objetos que pasan y que ellos ven?
—Necesariamente.
—Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de los que pasan del otro lado
del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos?
—¡Por Zeus que sí!
—¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales transportados?
Y si (el prisionero liberado) intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían, si pudieran tenerlo en
sus manos y matarlo?
—Seguramente.
—Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que anteriormente ha sido dicho,
comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con la morada-prisión, y la luz del fuego que hay en
ella con el poder del sol; compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino
del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas
oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo
cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien.
Platón, República, Libro VII.
Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años y que gobierna
todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.
—Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.
—Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces compañeros de
cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?
—Por cierto.
Platón, República, Libro VII.
¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio,
está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno
de los objetos que pasan del otro lado de tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que son, ¿no
piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las
que se le muestran ahora?
—Mucho más verdaderas.
—Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla, volviéndose hacia
aquellas cosas que podía percibir, por considerar que estas son realmente más claras que las que se le muestran?
Platón, República, Libro VII.
*Sombras y reflejos del agua (entidades matemáticas), hombres y objetos (ideas de los
seres naturales y artificiales), el cielo de noche y de día (ideas superiores: estéticas y
éticas), y el sol (el Bien).
Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar miraría con mayor facilidad
las sombras, y después las figuras de los hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y
los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de
los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.
-Sin duda.
- Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son extraños,
sino contemplarlo como es en sí y por sí, en su propio ámbito.
Platón, República, Libro VII.
Después de eso —proseguí— compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación con
una experiencia como esta. Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la
entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados,
de modo que deben permanecer allí y mirar solo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor
la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los
prisioneros hay un camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo
que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.
—Me lo imagino.
Platón, República, Libro VII.
Año 2022
-Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces compañeros
de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?
-Por cierto.
-Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para aquel que
con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que
mejor se acordase de cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de
ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y
envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquéllos?
Platón, República, Libro VII.
-Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces compañeros
de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?
-Por cierto.
-Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para aquel que
con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que
mejor se acordase de cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de
ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y
envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquéllos?
Platón, República, Libro VII.
-Piensa ahora esto: si (el prisionero liberado) descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no
tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?
-Sin duda.
-Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia con aquellos que han
conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente hasta que sus ojos se reacomodaran a
ese estado y se acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿no se expondría al ridículo y a que se dijera
de él que, por haber subido hasta lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena
intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían, si
pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?
Platón, República, Libro VII.
-Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, qué
pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de
repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz y, al hacer todo esto, sufriera y a causa del
encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué piensas
que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio, está
más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada
uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que
son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más
verdaderas que las que se le muestran ahora?
-Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar nombrando a los objetos que
pasan y que ellos ven?
-Necesariamente.
Platón, República, Libro VII.
-Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo
cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es
la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de
esta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es
necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público. -
Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.
Platón, República, Libro VII.
Año 2023
P1 (TITULAR A) Realidad (descripción de la caverna)
- Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan sombras que llevan toda clase de utensilios y
figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que
pasan unos hablan y otros callan.
- Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.
- Pero son como nosotros. Pues, en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros,
otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?
- Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.
- ¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del tabique? -
Indudablemente.
Platón, República, Libro VII.
- Y si [al prisionero liberado] se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de
eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que estas son realmente
más claras que las que se le muestran?
- Así es.
- Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar hasta
la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos
llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los
verdaderos?
-Me lo imagino.
Platón, República, Libro VII.
P4 (SUPLENTE B) Conocimiento (dialéctica ascendente, paso de la imganicación a la
creencia (ya es capaz de percibir por sus sentidos los objetos de su alrededor) y
dificultad del prisionero para reconocer los seres verdaderos. Está en apuntes profe).
- Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, qué
pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de
repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz, y al hacer todo esto, sufriera y a causa del
encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué piensas
que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio está
más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada
uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que
son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más
verdaderas que las que se le muestran ahora?
- Finalmente, pienso, [el prisionero liberado] podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en
otros lugares que le son extraños, sino contemplarlo como es en sí y por sí, en su propio ámbito.
-Necesariamente.
- Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años y que
gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.
- Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que anteriormente ha sido dicho,
comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con la morada-prisión, y la luz del fuego
que hay en ella con el poder del sol; compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de
arriba con el camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy
esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí
me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una
vez percibida, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito
visible ha engendrado la luz y al señor de esta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la
verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo
privado como en lo público.
Textos realidad