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Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 285, enero-febrero de

2020, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

«Clase media»: mitos,


usos y realidades
Ezequiel Adamovsky

La categoría «clase media» siempre fue esquiva para las ciencias


sociales. ¿Es realmente una noción científica o es, más bien, un
término ideológico, un mero eslogan político? No se trata tanto de
desechar el concepto como de dejar de asumir a priori la existencia
de una clase media y de tratar de comprender los procesos
sociopolíticos y/o discursivos por los que, en contextos específicos,
se recorta una «clase media».

Hace algunos años reflexioné en Nueva Sociedad sobre los malos


usos académicos de la categoría «clase media» 1. ¿Es realmente una
noción científica o se trata, más bien, de un término ideológico, un
mero eslogan político? La expresión «clase media» tiene una carga
ideológica que se activa cada vez que se la emplea. Forma parte de
una formación metafórica muy antigua que se ha vuelto sentido
común, por la cual la sociedad aparece comprendida según los
términos del mundo físico, como si tuviera un volumen del que
pudieran distinguirse un arriba, un medio y un abajo. A su vez, esa
imagen mental se asocia a los presupuestos de la doctrina moral del
justo medio, por la que el lugar intermedio aparece

Ezequiel Adamovsky: es doctor en Historia por el University College London (ucl);


se desempeña como profesor en la Universidad de Buenos Aires (uba) y en la
Universidad Nacional de San Martín (unsam) y como investigador del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Es autor, entre otros
libros, de Historia de la clase media argentina. Apogeo y decadencia de una ilusión,
1919-2003 (Planeta, Buenos Aires, 2009).
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Palabras claves: clase media, etnicidad, ideología, modernidad.
Nota: este texto retoma ideas ya presentadas en E. Adamovsky, Sergio Visacovsky y
Patricia Vargas (eds.): Clases medias. Nuevos enfoques desde la sociología, la historia
y la antropología, Ariel, Buenos Aires, 2014.
1. E. Adamovsky: «‘Clase media’: reflexiones sobre los (malos) usos académicos de
o
una categoría» en Nueva Sociedad N 247, 9-10/2013.
como locus de la moderación y la virtud (por oposición a los
extremos de la pobreza y la riqueza exagerada, que serían sitio del
vicio y del exceso que amenazan el equilibrio social). La tradición
liberal sacó provecho de esa operación metafórica de diversas
maneras, tanto para plantear visiones de lo social como un todo
armónico como para reclamar prioridad para la burguesía y
desacreditar las visiones políticas clasistas. También asoció esas
nociones a la narrativa de la excepcionalidad europea, según la cual
Europa es la «cuna de la civilización» precisamente por haber dado
nacimiento, también, a una clase media independiente y racional,
motor del progreso capitalista y, a la vez, garante de la estabilidad
democrática.
Junto a ese sesgo ideológico, que lleva a dudar de su utilización
científica, están también las dificultades metodológicas. La falta de
rigor en el uso de la categoría «clase media» es bastante habitual. En
un sinnúmero de investigaciones académicas funciona como una
mera categoría residual. Su contenido queda delimitado menos por la
propia unidad y consistencia del conjunto de personas que agrupa que
por los bordes de otras clases sociales de las que sí existen criterios
objetivos de definición más o menos acordados. ¿Quiénes serían de
«clase media»? Todas aquellas categorías ocupacionales que no se
consideran típicamente de clase baja (restando el puñado de las que
son propias de la clase alta) o los niveles de ingreso que no son ni
muy altos ni extremadamente bajos. Y cabe entonces la pregunta:
¿qué elementos permiten afirmar que toda esa numerosa zona de la
sociedad conforma una clase? ¿No podría ser el caso que sus
miembros se agruparan como dos o tres clases diferentes, o que no se
agruparan como clase en absoluto? Pocos investigadores suelen
detenerse a analizar esa cuestión. La clase media parece tener una
existencia tan obvia que no requiere demostración.

Las definiciones «objetivas» y sus problemas

No han faltado, sin embargo, los intentos de establecer definiciones


objetivas de la clase media apoyadas en rasgos sustantivos que,
supuestamente, le darían consistencia. El principal desafío que
enfrentan es el de la extrema heterogeneidad de las categorías
tema central | «Clase media»: mitos, usos y realidades 37

ocupacionales a las que, de este modo, se busca conceptualizar como


una clase. ¿Qué rasgos sustantivos podrían compartir grupos tan
disímiles como los de los comerciantes al menudeo, los pequeños
productores (urbanos y rurales), los empleados de cuello blanco, los
técnicos y cuadros directivos, los profesionales independientes? Sin
duda, deberían ser rasgos lo suficientemente generales como para
agruparlos a todos, pero a la vez lo suficientemente específicos como
para que los distinguieran tanto de la clase inferior como de la
superior. La tradición sociológica ha reconocido de diversas formas el
escollo y, en consecuencia, ha ensayado distintas maneras de salvarlo,
proponiendo sofisticadas argumentaciones teóricas, ofreciendo
diferentes variantes de desagregación (clase media «vieja»/«nueva» o
«alta»/«baja») o, incluso, rótulos alternativos para agrupar como
clase a algunas partes pero no a otras («clase profesional-gerencial»,
«clase de servicios»). Otros, finalmente, se La tradición
rindieron ante la dificultad, constatando que sociológica ha
los sectores que por lo general se agrupan
dentro de la categoría de «clase media» en
reconocido de
verdad están «disgregados» o «astillados», por diversas formas
lo que debe considerárselos estamentos el escollo y ha
diferentes. Todas estas discusiones son bien ensayado
conocidas y no tendremos ocasión de distintas
exponerlas aquí en detalle1.
Conviene sin embargo detenerse un momento maneras de salvarlo
en uno de los intentos más logrados de otorgar consistencia
sociológica al conglomerado de los sectores de referencia. En su
monumental obra Las fuentes del poder social ii (1993), el sociólogo
británico Michael Mann sostiene que la «clase media» no solo existe
como tal, sino que desempeña un papel central en la vida social desde
el siglo xix como baluarte del capitalismo y del Estado liberal. Su

1 . Ver Arthur Vidich (ed.): The New Middle Classes: Life-Styles, Status
Claims and Political Orientations, New York up, Nueva York, 1995; Tim
Butler y Mike Savage (eds.): Social Change and the Middle Classes, ucl
Press, Londres, 1995; Nicholas Abercrombie y John Urry: Capital, Labour
and the Middle Classes, George Allen & Unwin, Londres, 1983; Catherine
Bidou-Zachariasen: «Les classes moyennes: définitions, travaux et
o
controversies» en Education et Sociétés vol. 2 N 14, 2004; Erik Olin
o
Wright: «¿Qué hay de ‘medio’ en la clase media?» en Zona Abierta N
84/85, 1985.
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carácter «segmental» está reconocido desde el comienzo. Para Mann,
su posición de clase está definida por tres factores socioeconómicos
diferentes: la propiedad (que recorta el segmento de la pequeña
burguesía al frente de pequeños y medianos negocios), las posiciones
jerárquicas que requieren las corporaciones privadas y la burocracia
estatal (que delinea el mundo de los empleados de carrera) y las
profesiones que el Estado licencia como tales (dominio de los
profesionales universitarios). Ahora, si está claro por qué cada
segmento tiene una lógica propia, menos evidente resulta por qué
considerarlas parte de una y la misma clase. La demostración de Mann
se apoya aquí en tres argumentos. En primer lugar, cada segmento
ofrece canales de promoción que conectan a las categorías más bajas
con las más altas e imbuyen así a todas de un ethos en común
(precisamente, la aspiración al ascenso). En segundo lugar, los tres
segmentos compartirían pautas de consumo específicas.
Por último, los tres también tendrían la capacidad económica suficiente
como para convertir parte de su renta en capital, mediante la
realización de pequeñas inversiones. Tal «participación intermedia
segmental en las jerarquías del capitalismo y del Estado-nación»
configuraría el lugar específico de la clase media2.
Mirado el argumento más de cerca, sin embargo, no queda claro que
las dinámicas invocadas aseguren la unidad de los tres segmentos.
Tomemos el argumento del ethos del ascenso. Entre los empleados de
carrera, efectivamente tiene un lugar central que da cohesión a todo el
segmento, configurando prácticas y expectativas que son claramente
diferentes de las que operan en el mundo popular o en el de la clase
alta. En alguna medida esto podría hacerse extensivo a los
profesionales, pero resulta mucho menos evidente para el mundo de la
pequeña burguesía: sus aspiraciones de ascenso a través de la
acumulación de capital y ampliación de sus negocios, en todo caso,
no serían diferentes de las de la gran burguesía (el ethos compartido
sería en ese caso el de la clase alta más que el de los empleados de
carrera). Tampoco hay evidencia clara de que los canales de
movilidad ascendente dentro de cada segmento tengan su correlato en
la posibilidad intensa de desplazamientos horizontales (entre
segmentos). Además, las posibilidades (y aspiraciones) de ascenso
desde ocupaciones de trabajo manual hacia los escalones más bajos
del empleo de cuello blanco e incluso del pequeño negocio
independiente no son empíricamente desdeñables, de modo que el
argumento de la especificidad del ethos se desdibuja. Por su parte, el
segundo argumento –el de las pautas de consumo– es de alcances

2 . M. Mann: Las fuentes del poder social ii. El desarrollo de las clases y los Estados
nacionales, 1760-1914, Alianza, Madrid, 1997, p. 742 y ss.
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limitados, toda vez que el propio Mann reconoce que la clase obrera
ha emulado las que alguna vez pudieron ser privativas de la clase
media. Quedaría en pie solo la tercera apoyatura, la de la capacidad de
inversión. Para esta, sin embargo, se aplica la prevención de nuestro
apartado anterior: más que recortar nítidamente fronteras de clase, la
posibilidad de reinvertir alguna parte de la renta está desigualmente
distribuida según un «gradiente de clase» que no marca fronteras por
sí solo. En fin, a pesar de la sofisticación conceptual, «clase media»
sigue funcionando en la obra de Mann como una categoría residual
sobre la que luego se proyecta una serie de atributos políticos o
actitudinales (como los de ser baluarte de la democracia liberal y leal
sostén del capitalismo).
A estas dificultades, además, deberían agregarse las que añaden las
dimensiones de género y de raza. El argumento sobre los canales de
movilidad ascendente y el ethos que de ellos se derivaría suele ser
central en los intentos de definición de la clase media como categoría
objetiva. La evidencia empírica, sin embargo, ha mostrado que los
sentidos asociados a la pertenencia a una categoría ocupacional
considerada «de clase media»
40 Ezequiel Adamovsky | nueva sociedad | 285

© Nueva Sociedad / Nico González 2020

y las oportunidades de ascenso que se abren con ella no son iguales


para todos. La posibilidad de escalar posiciones a partir de un
tema central | «Clase media»: mitos, usos y realidades 41

empleo de cuello blanco suele ser bastante menor para las mujeres;
incluso cuando estas ascienden a altos puestos de carrera o
gerenciales, lo hacen en nichos de especialización que no suponen
gran poder de decisión y mando sobre otras personas (a diferencia
de los que ocupan los varones)3. Frente a esta evidencia, la
consistencia de las definiciones «objetivas» (e implícitamente
masculinas) de clase media siempre podía salvarse apelando a la
noción de «clase conyugal», aunque todavía estuviéramos dejando
fuera a las mujeres que no están en pareja con varones. Pero las
complicaciones reaparecen con más fuerza cuando se introdu-
Las los sociólogos notaron, en los países
complicaciones desarrollados, la presencia estadísticamente
visible de no blancos en posiciones
reaparecen con tradicionalmente consideradas de clase media. Al
más fuerza igual que las mujeres, cuando se trataba de
cuando se empleos de carrera las perspectivas de ascenso
introduce la de los de origen africano o asiático eran
dimensión étnica
ce la dimensión étnica. Desde la década de 1980

bastante menores que las de los blancos; además,

allí donde llegaban a posiciones gerenciales –por lo general, en


nichos de especialización sin mando sobre personas– su situación
era más vulnerable. Por otra parte, por ejemplo, en el caso de Reino
Unido, se ha documentado que los asiáticos acceden a la propiedad
de un negocio o al autoempleo en proporciones incluso mayores que
los blancos. Se trata de estrategias de autoafirmación social que sin
duda suponen un ascenso; sin embargo, el tamaño de sus negocios
solía ser menor, menores sus perspectivas de crecimiento, y el
autoempleo con frecuencia ocultaba intensas formas de
3 . Rosemary Crompton: Clase y estratificación. Una introducción a los debates
actuales, Tecnos, Madrid, 1994, p. 114.
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autoexplotación. ¿Pertenece realmente a la «clase media» esa
porción de no blancos en ascenso? Su elevación no parece haber
sido a una clase media unificada, sino más bien a ciertos nichos en
los que continúan operando dinámicas racializadoras que limitan las
posibilidades futuras. Por otra parte, los estudios demostraron la
persistencia de patrones de identificación cultural que los dividían
de sus supuestos «pares» blancos. En fin, así es como la definición
de «clase media» la presupone implícitamente masculina y también
la considera blanca por omisión4.
En vista de las limitaciones reseñadas, ¿es posible utilizar con
provecho la categoría de «clase media», desde este tipo de abordajes
«objetivos», para los estudios históricos? ¿Es verdaderamente útil
partir de un conjunto de categorías ocupacionales definido a priori
como criterio suficiente para la delimitación de una clase a la que
luego se supondrá un sujeto histórico con rasgos propios?

Definiciones «objetivas» en la transposición historiográfica

La utilización historiográfica del concepto de clase media ha


compartido, en buena medida, los rasgos que acabamos de describir.
Antes de la profunda renovación que comenzó hace un par de décadas
–de ella me ocuparé más adelante en este artículo–, los historiadores
solían construir su objeto de estudio a partir de la agrupación a priori
de una serie de categorías ocupacionales, que se suponía que
encarnaban determinados procesos históricos, tales como la
modernización y la democratización (aunque también hubo trabajos
que la relacionaban con otros menos auspiciosos, como el ascenso del
fascismo u otras formas de autoritarismo).
Un buen ejemplo es el trabajo del historiador alemán Jürgen Kocka,
quien fuera considerado el máximo especialista en la cuestión. Como
fruto de una larga carrera de investigaciones empíricas, en 1995
ofreció una síntesis general sobre la formación de la clase media, un
proceso que localizaba en la Europa de los siglos xviii y xix. En la
definición de Kocka, esa clase quedaba compuesta inicialmente por
todos los habitantes del mundo urbano que no pertenecían ni a la
nobleza ni al pueblo: mercaderes, fabricantes, banqueros, capitalistas,
empresarios, gerentes y rentistas; también los intelectuales,

4 . Deborah Phillips y Philip Sarre: «Black Middle-Class Formation in


Contemporary Britain» en T. Butler y M. Savage: ob. cit.; Kesha S. Moore: «Class
Formations: Competing Forms of Black Middle-Class Identity» en Ethnicities No 8,
2008; Benjamin Browser:
The Black Middle Class: Social Mobility and Vulnerability, Lynne Rienner,
Boulder, 2007.
tema central | «Clase media»: mitos, usos y realidades 43

profesionales, sacerdotes, científicos, profesores, académicos y gente


de letras, incluyendo todos aquellos que se desempeñaran como
cuadros administrativos de las burocracias estatales y privadas. Ese
sería el núcleo básico de la clase media «propiamente dicha», bajo el
cual el historiador reconocía la existencia de una «clase media-baja»
formada por empleados de cuello blanco de poca monta y por la
pequeña burguesía, ya en los márgenes difusos con el mundo del bajo
pueblo. La consistencia de este grupo tan heterogéneo quedaba
demostrada, según Kocka, de dos maneras. Para empezar, por un
análisis relacional: esta clase se recortó como tal en el enfrentamiento
que habría mantenido con otras dos clases, primeramente, contra los
privilegios de la nobleza y más tarde contra la posición antagónica que
representaba la clase trabajadora. En segundo lugar, la cohesión vino
dada por el desarrollo de una verdadera cultura de clase distintiva, que
compartían todas las familias de la clase media independientemente de
su ocupación y rango. Esta cultura quedaba definida por rasgos tales
como el «respeto por los logros individuales» como fuente de las
recompensas a las que uno se creyera con derecho; una «actitud
positiva hacia el trabajo regular»; la «propensión a la racionalidad y el
control de las emociones»; un «poderoso deseo de independencia»; la
fuerte valoración de la educación; un «ideal de vida familiar» basado
en lazos emocionales, la división estricta de los roles de género y la
autoridad del paterfamilias, entre otros elementos.
Tanto por sus enfrentamientos políticos como por esa cultura
específica, la clase media estuvo llamada a desempeñar un papel
fundamental en la historia: fue ella la que forjó la visión de esa
«sociedad civil» ilustrada, poscorporativa, autorregulada,
secularizada, en fin, «moderna», que reemplazó a las sociedades del
Antiguo Régimen. Para Kocka, hay una «afinidad básica» entre esta
cultura generada por la clase media y el liberalismo como proyecto
político. Ambos son a la vez producto y motor de la excepcionalidad
europea: solo en el Viejo Continente se dio la especialísima
«constelación histórica» que permitió el florecimiento de un grupo
social que, a su vez, garantizó el progreso único de esa región. El
siglo xx, de hecho, significó la victoria final de la clase media: la
cultura que ella había forjado cuando representaba apenas 5% de la
población se terminó difundiendo más allá de sus fronteras
geográficas y de clase iniciales, imbuyendo de sus valores y estilos la
44 Ezequiel Adamovsky | nueva sociedad | 285
sociedad toda. En el mundo posclasista en el que, según Kocka, hoy
vivimos, de hecho la clase media ha perdido su sentido de identidad
específico porque sus adversarios ya no existen; la sociedad entera
pasó a ser de clase media (culturalmente hablando) 5. En esta
conclusión, la visión de Kocka coincide con la de Mann.
Vista de cerca, la argumentación de Kocka no carece de problemas.
El primero es el de la periodización. ¿Por qué la formación de la
«clase media» recién comenzaría avanzado el siglo xviii? Después de
todo, desde mucho tiempo antes existían en las ciudades europeas
cantidades apreciables de mercaderes, rentistas, profesionales,
sacerdotes, etc., junto con una tradición de luchas por la autonomía
urbana contra los poderes de la nobleza. La elección del punto de
partida en verdad deriva de una premisa implícita: que existe una
relación intrínseca entre «clase media» y «modernidad», por lo que la
primera es impensable sin la segunda. Sin embargo, la evidencia
empírica no apoya esa premisa. Del estudio de las pautas culturales
de los empresarios, rentistas, banqueros o fabricantes en la Francia
del siglo xix, por caso, no se desprende que la «secularización» u
otros talantes «voltairianos» estuvieran entre ellas. Por el contrario,
como demostró Carol Harrison, la educación religiosa de los hijos y
la religiosidad activa de las mujeres continuaron siendo fuertes
mandatos familiares en esos círculos 6. Igualmente mitológica resulta
la oposición social y política de esos grupos respecto de la nobleza.
Por el contrario, como reconoce el propio Kocka, la evidencia
empírica muestra fuertes tendencias a la «feudalización» (por
adquisición de títulos y tierras y por emulación de pautas de conducta
y criterios de prestigio). En el escenario europeo, antes que el
conflicto de intereses, más bien tendió a ser la regla la imbricación
entre la clase nobiliaria y la elite de los negocios 7. Por último, otros
rasgos culturales atribuidos por Kocka a la clase media en verdad no
son específicos de ese medio social, sino parte de procesos más
generales que también involucraron a las demás clases. Por caso,
Norbert Elias ha mostrado en su clásico estudio que el «control de las
emociones» formó parte de un proceso de «civilización» que se
originó en la sociedad cortesana y desde allí fue penetrando hacia

5 . J. Kocka: «The Middle Classes in Europe» en Journal of Modern History vol. 67


No 4, 1995.
6 . C. E. Harrison: «Putting Faith in the Middle Class: The Bourgeoisie,
Catholicism and Postrevolutionary France» en A. Ricardo López y Barbara
Weinstein (eds.): The Making of the Middle Class: Towards a
Transnational History, Duke up, Durham, 2012, pp. 315-334. V. tb. en el
mismo volumen el ensayo de Simon Gunn sobre la clase media británica.
7 . V. Pamela Pilbeam: The Middle Classes in Europe 1789-1914, France,
Germany, Italy and Russia, Macmillan, Londres.
tema central | «Clase media»: mitos, usos y realidades 45

abajo, extendiendo sus dominios incluso entre los trabajadores 8.


Finalmente otros rasgos, como el «deseo de independencia»,
difícilmente puedan probarse ausentes en las clases altas o las bajas.
En fin, como en el estudio de Mann, la comprobación de la existencia
histórica de una «clase media» descansa en el agrupamiento apriorístico
de una serie de categorías ocupacionales de las que no se demuestran
elementos compartidos que, a la vez, marquen una frontera de distinción
respecto de otros sectores sociales. A partir de 1930 La aparente
consistencia de la clase procede de la ganó terreno la
atribución de rasgos culturales o misiones históricas
noción de que la
que o bien no posee en absoluto, o bien están solo
presentes en alguna de las categorías ocupacionales «clase media»
habría agrupadas pero no en las demás, o bien, por último, sido la base
de apoyo son compartidos por grupos de las clases alta o baja.
de los movimientos
La asunción de la existencia de una «clase me- dia»
con suficiente homogeneidad como para ac- fascistas europeos
tuar como un verdadero sujeto político de manera
similar en diversas naciones también ha formado parte de enunciados
referidos a la historia del siglo xx. Inicialmente desde el campo de la
política y luego desde el de la sociología, a partir de la década de 1930
ganó terreno la noción de que la «clase media» habría sido la base de
apoyo fundamental de los movimientos fascistas europeos o de la
derecha radical en otras regiones. El argumento apareció
primeramente entre los socialdemócratas alemanes y entre algunos
republicanos en Italia: el fascismo sería una reacción defensiva de los
sectores medios, que abrazan el autoritarismo por temor al avance
político del proletariado, en un contexto en el que también su bienestar
se halla en peligro por la presión del gran capital. La Internacional
Comunista, en cambio, consideró a ese movimiento una expresión del
gran capital, pero de cualquier manera varios de sus principales
teóricos argumentaron que la pequeña burguesía fungía como su base
social. La sociología –en especial la norteamericana– retomó y refinó
el argumento a partir de los años 30 y con más visibilidad en la
segunda posguerra. Seymour Martin Lipset, por ejemplo, desarrolló la
8 . N. Elias: El proceso de la civilización, fce, Buenos Aires, 1993.
46 Ezequiel Adamovsky | nueva sociedad | 285
idea del fascismo y otras formas de extremismo reaccionario como
efecto de un «pánico de estatus» que experimentarían los sectores
medios (en especial los más bajos), al ver que sus ingresos se van
acercando a los de los trabajadores y que el movimiento obrero crece a
expensas de su ascendente político. En ese tipo de situaciones, los
sectores medios abrazarían ideologías antiliberales de derecha, con la
ilusión de restaurar así una jerarquía social que se percibe amenazada.
Algunos historiadores, como David Saposs, desarrollaron
argumentaciones similares9.
Sin embargo, tampoco para esta tesis existe apoyatura empírica.
Como mostró Val Burris, no hay evidencia de que los sentimientos de
inseguridad emocional, la confusión ideológica o la personalidad
autoritaria –factores asociados al apoyo al fascismo– se concentren en
los sectores medios más que en otras clases. Por otra parte, el
acercamien-
No hay evidencia manuales y no manuales suele ser un rasgo que
de que los acompaña los periodos de expansión económica;
los de recesión y crisis –como los que
sentimientos de enmarcaron el ascenso del fascismo–, por el
inseguridad contrario, están caracterizados por la tendencia
emocional se opuesta, hacia el distanciamiento de los niveles
concentren en los salariales. De hecho, en Alemania el peor
sectores medios deterioro relativo de los ingresos de los
empleados sucedió durante la Primera Guerra
Mundial y la inmediata posguerra,
to entre los niveles de ingreso de los trabajadores

momento en que los trabajadores de cuello blanco

9 . V. una buena síntesis de estos debates en V. Burris: «The Discovery of the New
Middle Class» en A. Vidich (ed.): ob. cit.
tema central | «Clase media»: mitos, usos y realidades 47

mostraban mayoritariamente simpatías hacia la socialdemocracia. En


contra de lo que indicaría la tesis del «pánico de estatus», en el
momento de mayor poderío y radicalidad del movimiento obrero
alemán no se produjo ninguna estampida de los trabajadores de cuello
blanco al territorio de la derecha (al revés, se trató del momento de
mayor influjo del socialismo entre ellos). El abandono de la
socialdemocracia se produce luego de 1923, cuando fracasa la
revolución alemana y esa fuerza se vuelve más moderada. Pero aún
entonces, no existe evidencia de ningún apoyo en bloque de los
sectores medios al nazismo. Los datos sobre la composición del
partido nazi tanto como la de su base votante no indican que esos
sectores estén sobrerrepresentados. Los únicos grupos que sí
parecieron estarlo –además de las clases altas– fueron algunas
categorías de pequeños propietarios (especialmente los de origen
rural y protestante) y el alto funcionariado estatal. Del resto de los
sectores medios, no puede decirse que hayan tenido más simpatía por
el nazismo que el resto de los sectores sociales 10. Nuevamente en este
caso, tras los esquemas abstractos de comportamiento social y los
agrupamientos a priori, está la realidad de la heterogeneidad de los
sectores medios.

Nuevos enfoques

Para salir de estos atolladeros, desde hace algunos años los estudios
históricos sobre la clase media vienen experimentando una profunda
renovación (que se acompaña también en la antropología y, en menor
medida, en la sociología)11. En lugar de asumir a priori la existencia
de una clase media, importa ahora comprender los procesos
sociopolíticos y/o discursivos por los que, en contextos específicos, se
recorta una «clase media». En otras palabras, se busca entender las
condiciones en las cuales (y los procedimientos por los que)
determinados grupos de personas se agrupan con otras como una
10 . Ibíd.
11 . Sobre esta renovación, v. S. Visacovsky y Enrique Garguin (eds.):
Moralidades, economías e identidades de clase media. Estudios históricos
y etnográficos, Antropofagia, Buenos Aires, 2009 y A. R. López y B.
Weinstein (eds.): ob. cit.
48 Ezequiel Adamovsky | nueva sociedad | 285
«clase media», en lugar de aglomerarse con otros sectores, o de
conceptualizar su nucleamiento de otra manera. Fijar el momento de
inicio de un cambio de paradigma es siempre una tarea azarosa, pero
aún con prevenciones podríamos proponer como punto de partida
mediados de la década de 1990, años de la aparición de dos textos
pioneros, de autoría de Dror Wahrman y de Geoffrey Crossick, sobre
el espacio europeo12. En el ámbito latinoamericano, el giro comienza
poco después, con la investigación de David Parker de 1998 sobre los
trabajadores de comercio peruanos13.
Desde el comienzo de esta renovación, las líneas de investigación
han tomado dos caminos, con puntos de contacto y zonas grises.
Atentos a los argumentos más textualistas del giro lingüístico,
algunos investigadores han sostenido que la «clase media» no es otra
cosa que una invención discursiva (un argumento que con frecuencia
se hace extensivo a todas las «clases»). Desde este punto de vista, el
foco de interés pasó a estar puesto casi exclusivamente en los
discursos políticos de los que esta realidad discursiva habría
emanado, con poco o ningún espacio para la exploración de la
historia social de los sectores luego englobados en esa categoría. En
líneas generales, se trata de la aproximación elegida por Wahrman.
Otro grupo de investigadores, en cambio, ha buscado un punto
intermedio entre el objetivismo de la tradición sociológica y las
posturas textualistas extremas. Para este grupo –en el que podríamos
situar a Crossick y Parker–, se trata de analizar precisamente el punto
de encuentro entre, por un lado, los determinantes estructurales y la
experiencia de grupos sociales concretos en situaciones históricas
delimitadas y, por el otro, las construcciones discursivas que los
convocan a la unidad como una «clase media». Después de todo, no
cualquier apelación se hace carne en la sociedad de manera duradera:
los procesos de construcción de identidades son incomprensibles sin
tener en cuenta la dimensión discursiva, pero también lo son sin el
análisis de las condiciones de receptividad de los discursos.
Desde este punto de vista, no va de suyo que exista en cualquier
contexto y lugar una clase media por la mera presencia de las
categorías ocupacionales que supuestamente la conforman. Quien se
interese por investigarla, deberá demostrar empíricamente que, en un

12 . D. Wahrman: Imagining the Middle Class: The Political


Representation of Class in Britain, c. 1780-1840, Cambridge up,
Cambridge, 1995; G. Crossick: «Formation ou invention des ‘classes
moyennes’? Une analyse comparée: Belgique-France-Grande-Bretagne
(18801914)» en Belgisch Tijdschrift voor Nieuwste Geschiedenis vol. xxvi
No 3-4, 1996.
13 . D. Parker: The Idea of the Middle Class: White-Collar Workers and Peruvian
Society, 1900-1950, Pennsylvania State up, University Park, 1998.
tema central | «Clase media»: mitos, usos y realidades 49

lugar y un momento determinados, una porción de la población


imagina que habita una posición intermedia entre un arriba y un
abajo. La pregunta relevante no será tanto cuál es la consistencia
material de esa creencia –aunque ese sea un elemento indispensable
de la indagación–, sino cuáles fueron las causas de su emergencia,
cuáles son sus contenidos específicos y qué efectos políticos, sociales
y culturales produce.
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 285, enero-febrero de
2020, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

El porvenir de una
ilusión: clases medias
en América Latina
Cecilia Güemes / Ludolfo Paramio

Los gobiernos se alegran cuando los indicadores reflejan el aumento


de las clases medias, y los ciudadanos no dudan en autocalificarse
de clase media cuando existe alguna posibilidad de hacerlo.
¿Cuánto hay de realidad y cuánto de ilusión en la clase media?
¿Qué diferencia a las nuevas clases medias de las tradicionales?
¿Qué dicen los datos sobre las clases medias latinoamericanas?

Hubo un tiempo que fue hermoso… América Latina soñaba con


convertirse en una región de clases medias. Ya no sería vista como
una zona del mundo pobre, atrasada, subdesarrollada y tercermundista
(adjetivos todos políticamente incorrectos, pero que perviven en el
imaginario colectivo). El crecimiento económico y las políticas
sociales sembraban esperanzas de tipo económico (aumento del
consumo, oportunidades de negocio y emprendimiento), social
(superación de la pobreza y reducción de la desigualdad), político
(profundización y consolidación de las democracias y reconocimiento
de nuevos derechos) y cultural (visibilización de nuevas identidades).
La idea de clase media operaba como premio y conquista, se
superaba un reto político y social histórico de la región como era la
pobreza y se compartía en el imaginario colectivo la aspiración a una
mejora generalizada. Todos

Cecilia Güemes: es profesora de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de


Madrid (uam). Es presidenta del Grupo de Investigación en Gobierno, Administración
y Políticas Públicas (gigapp). Sus líneas de investigación se centran en confianza social
e institucional, clases medias, políticas públicas y temáticas iberoamericanas. Twitter:
<@CeciliaGuemes>. Ludolfo Paramio: ha sido profesor de Investigación del Consejo
tema central | El porvenir de una ilusión: clases medias en América Latina 51
Superior de Investigaciones Científicas (csic) de España. Trabaja desde una perspectiva
comparada sobre las modificaciones en el comportamiento político que se derivan de
cambios en el modelo económico, como las reformas estructurales en América Latina o
la transición a la competencia global en Estados Unidos y la Unión Europea.
Palabras claves: clases medias, democracia, desigualdad, América Latina.
eran conscientes de que la idea de clase media era compleja e indeterminada,
pero aun así era atractiva y necesaria para creer y construir un futuro.
Tradicionalmente, la clase media se dibuja como un grupo social heterogéneo
que incluye a personas con posiciones muy distintas en la estructura
productiva14 pero que, de alguna manera, se suponen unificadas por una
identidad social, características culturales y/o cierto nivel de ingresos medios.
La categoría «nuevas clases medias» agrega más complejidad a la materia, en
tanto se refiere a quienes han dejado de ser pobres y han experimentado
movilidad social ascendente gracias a programas de transferencia condicionada,
pero cuya situación es inconsistente, precaria o vulnerable. Se trata de hogares
donde el ingreso total familiar es superior al de los pobres (sus integrantes
pueden comprarse una moto o nuevos electrodomésticos, o irse de vacaciones)
pero que, en general, dependen del autoempleo o de un trabajo que no está
regido por contrato ni goza de cobertura de seguridad social, y cuya capacidad
de ahorro es muy limitada, cuando no nula15.
Los gobiernos sabían que la mejora en el poder adquisitivo no transforma
automáticamente la estructura social, pero de todas maneras se sentían
orgullosos de sus logros y auguraban bienestar futuro con datos en la mano: tres
de cada diez personas podían considerarse de clase media en 2009 (Banco
Mundial)16; los hogares de clase media habían pasado de 26% en 1996 a 32,5%
en 2006 (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal) 17 y 70%

14 . A la clase media se la asimila por una parte a los obreros (por estar excluida de
los medios de producción), pero también a los capitalistas (por ejercer autoridad
supervisora y, por tanto, participar en la función global del capital) y se destacan sus
«posiciones contradictorias» en las relaciones de clase. Val Burris: «La síntesis
neomarxista de Marx y Weber sobre las clases» en Zona Abierta NO 59-60, 1992; Eric
Olin Wright: «Reflexionando, una vez más, sobre el concepto de estructura de clases»
en Zona Abierta NO 59-60, 1992.
15 . L. Paramio: presentación del seminario internacional «Clases medias y agenda
política en América Latina», Centro de Ciencias Sociales y Humanas-Consejo Superior
de Investigación Científica, Madrid, 14/2/2013; y L. Paramio: Clases medias y
gobernabilidad en América Latina, Fundación Pablo Iglesias, Madrid, 2010.
16 . Se consideraba de clase media a todos aquellos que tenían un consumo de entre
10 y 50 dólares por día. Francisco H. G. Ferreira, Julian Messina, Jamele Rigolini,
Luis-Felipe López-Calva, Maria Ana Lugo y Renos Vakis: La movilidad económica y
el crecimiento de la clase media en América Latina, Banco Mundial, Washington, dc,
2013.
17 . La Cepal considera de clase media los hogares en los que el ingreso supera
cuatro veces la línea de pobreza per cápita urbana y es inferior al valor del percentil 95.
Los datos reflejan la media de los diez países incluidos en el informe: Argentina,
Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Honduras, México, Panamá, Perú y República
Dominicana. Rolando Franco y Martín Hopenhayn: «Las clases medias en América
Latina: historias cruzadas y miradas diversas» en R. Franco, M. Hopenhayn y Arturo
León (coords.): Las clases medias en América Latina: retrospectiva y nuevas
52 Cecilia Güemes / Ludolfo Paramio | nueva sociedad | 285
de los ciudadanos se reconocía como de clase media o media baja en 2011
(Latinobarómetro). El cuadro de la página siguiente ilustra la evolución actual
de las clases medias en la región. En términos objetivos, parece confirmarse la
tendencia al alza de las clases medias. En
Cuadro

Clases medias en América Latina: indicadores objetivos


(2007-2017) y subjetivos (2011-2018)

Indicadores objetivos Indicadores subjetivos


Año Clases Clases medias Año Clases Clases medias medias vulnerables medias bajas

2007 27,44 35,69 2011 37,2 30,4 2017 38,43 36,3 2018 36,8 29,6
Variación 10,99 0,61 Variación -0,40 -0,80
2017/2007 2018/2011

Nota: los datos objetivos provienen del Banco Mundial y toman como referencia para medir la
clase media entre 13 y 70 dólares paridad poder adquisitivo (ppa) (2011) y clase media vulnerable
entre 5,5 y 13 dólares ppa (2011). Se presenta una media de América Latina con exclusión de
Venezuela. Los datos subjetivos provienen de Latinobarómetro, donde se le pide al encuestado que
se defina como de una clase social en la siguiente escala: alta, media alta, media, media baja y baja.
Los datos que se reflejan en el cuadro representan la media de 18 países de la región. Fuente:
elaboración de los autores sobre la base de datos de lac Equity Lab (wb) y Latinobarómetro.

términos subjetivos, no. Sabemos que la compulsión a calificarse de clase media


obedece a la necesidad de no sentirse pobre pero tampoco rico y a un criterio de
distinción que se utiliza para diferenciarse culturalmente, pero poco se conoce
sobre los mecanismos que conducen a un sujeto a sentirse de clase media. ¿Qué
representación social, razones o motivos conducen a un individuo a
autodefinirse en esa categoría? Especialmente interesante es el caso de
Argentina, donde la percepción de pertenecer a la clase media desciende de
modo más abrupto que en el resto de la región, mientras que la percepción de
ser de clase media-baja se incrementa (v. gráfico). Los datos sugieren una
especie de trasvase de la clase media a la media-baja.
A fines del siglo pasado, en Argentina se hablaba de una caída escalonada,
astillamiento y pauperización de las clases medias y de la conversión de buena
parte de ellas en «nuevos pobres». Esta dualización o quiebre dentro de la clase
media se asociaba a los ganadores y perdedores de la globalización y al
desarrollo de políticas neoliberales18.

tendencias, Cepal - segib / Siglo Veintiuno, Ciudad de México, 2010.


18 . Alberto Minujin y Gabriel Kessler: La nueva pobreza en la Argentina, Planeta,
Buenos Aires, 1995; Maristella Svampa: «Clases medias, cuestión social y nuevos
marcos de sociabilidad» en Punto de Vista NO 67, 2000; Manuel Mora y Araujo: «La
estructura social de la Argentina: evidencias y conjeturas acerca de la estratificación
actual», Serie Políticas Sociales NO 59, Cepal / Naciones Unidas, Santiago de Chile,
tema central | El porvenir de una ilusión: clases medias en América Latina 53
Gráfico

Evolución de la autoafiliación de clase en Argentina (2011-2018)19


Porcentaje
60
53
50
50 47
46
40 37
35 35
31 31 36
30

20
11 13 20
11 18
10
4 3 3 3 4
0
2011 2013 2015 2017 2018

Media alta Media Media baja Baja

Fuente:elaboración de los autores sobre la base de datos de Latinobarómetro.

Más allá de la pérdida de atractivo de los relatos globales en torno de la idea


de clase media, una clave explicativa para la caída en la autopercepción puede
tener que ver con la frustración de expectativas sociales (tengo mucha
educación pero no encuentro trabajo) y la desilusión política (la democracia
prometió mucho más de lo que luego cumplió) 7. Desde otra perspectiva,
también puede que exista entre quienes saben que son parte de la clase media un
deseo de activar una nueva referencia identitaria y liberarse de las etiquetas
negativas asociadas a la «psicología» o el «arquetipo» histórico de las clases
medias tradicionales («mediopelo», conformistas, individualistas y
superficiales)20.
En los párrafos que siguen caracterizamos a las «nuevas» clases medias
latinoamericanas centrando la atención en perfiles, actitudes, comportamientos
y demandas. El objetivo es múltiple. Primeramente, interesa destacar las
peculiaridades de las nuevas clases medias en términos culturales e identitarios,
diferenciándolas de las clases medias tradicionales. En segundo lugar, se
describen las razones estructurales que motivan a que las nuevas clases medias
se sientan «clases a medias». En tercer término, se presentan las percepciones y
actitudes de las clases medias, centrándose en el enojo de estas frente a la

2002.
19 . La consigna que se formula en la encuesta de Latinobarómetro es: «La gente
algunas veces se describe a sí misma como perteneciendo a una clase social. Ud. se
describiría como perteneciendo a la clase:». Las opciones de respuesta son: alta, media
alta, media, media baja y baja. En el gráfico se excluye la clase alta porque los valores
son inferiores a 0. 7. Liliana de Riz: «El apetito de progreso de las clases medias: un
tiempo de reformas para Argentina» en L. Paramio y C. Güemes: Las nuevas clases
medias: ascenso e incertidumbre, cepc, Madrid, 2017.
20 . Sergio Visacovsky y Enrique Garguin (eds.): Moralidades, economías e identidades de clase
media. Estudios históricos y etnográficos, Antropofagia, Buenos Aires, 2009.
54 Cecilia Güemes / Ludolfo Paramio | nueva sociedad | 285
ineficiencia institucional, la baja calidad en los servicios públicos, la corrupción
y la inseguridad. Por último, se describe su pragmático y errático
comportamiento político21.

Las nuevas clases medias: el juego de las diferencias

Los trabajos recientes sobre clases medias contraponen las clases medias nuevas
o «emergentes» a las clases medias tradicionales. La bibliografía económica se
refiere a las primeras como «vulnerables», mientras que la de corte sociológico
introduce conceptos como los de «clase media divergente». Esto conduce a
preguntarnos si existen entre estos estratos sociales solo diferencias
cuantitativas o de grado (de consumo, ingresos, ahorro) o también diferencias
cualitativas (de identidad, preferencias o comportamiento político). A
continuación ofrecemos datos que permiten suponer que las nuevas clases
medias son parecidas y, a la vez, diferentes de las clases medias tradicionales
cuantitativa y cualitativamente. Opinan y ven los problemas sociales de modos
parecidos, pero son más frágiles en términos estructurales, viven en el día a día
más preocupadas y su comportamiento político es más impredecible.

Diferencias culturales y estructurales

Empecemos por las diferencias: las nuevas clases medias tienen una
construcción cultural/identitaria disímil de la de las clases medias tradicionales.
Si bien son igualmente aspiracionistas, no buscan homologarse al canon cultural
de las clases altas ni tienen en su horizonte el consumo característico de la
modernidad ilustrada, como sí lo tenían las clases medias tradicionales. Su
consumo se concentra en tecnología, educación privada, ropa o productos de
ciertas marcas y se verifica una combinación de capitales simbólicos que
fusiona lo ancestral y la modernidad. Su exhibición de riqueza dista de la propia
de la clase media tradicional, que gasta en viajes o compra artículos finos. Su
momento de ostentación de poder económico está en las fiestas infantiles y la
ropa de marca, en estar informado de los nuevos avances tecnológicos
(computadoras, celulares, televisores, sistemas de audio, juegos). Lo cultural es
reemplazado por el saber como destreza y habilidad para desarrollar un
emprendimiento profesional22.
las clases medias tradicionales.
Buena parte de Buena parte de la nueva clase media creció a
la nueva clase espaldas de los gobiernos y, por tanto, se
21 . C. Güemes: «Aurea mediocritas: crecimiento, características y papel de las
nuevas clases medias en Latinoamérica» en L. Paramio y C Güemes: Las nuevas clases
medias latinoamericanas: ascenso e incertidumbre, cit.
22 . Ana Wortman: «Las clases medias argentinas, 1960-2008» en R. Franco, M. Hopenhayn y A.
León (coords.): ob. cit.
tema central | El porvenir de una ilusión: clases medias en América Latina 55
media creció a conforma con que se la deje funcionar a su
espaldas de los manera. No existe para quienes la integran
diferenciación entre obrero y empleado, son
gobiernos y se multitareas y se ven como «dueños» más que
conforma con que como empresarios, a la vez que utilizan aporte
se la deje funcionar de trabajo vía trueque entre amigos y vecinos.
a su manera En Bolivia, las investigaciones sostienen que la
Si las «viejas» clases medias están integradas por empleados en trabajos no

manuales (especialmente funcionarios públicos), citadinos, occidentalizados,

que viven en barrios tradicionales cerca de clases altas, las «nuevas» clases

medias incorporan a trabajadores manuales, que viven en las afueras de la

ciudad o en nuevos barrios y tienen gustos occidentales matizados por un toque

cultural y racial reivindicativo. El componente racial indígena está mucho más

presente que en nueva clase media tiene la aspiración de tener un

negocio propio (66,3%) y poco deseo de un empleo formal (17,2%) o con alta
remuneración (16,5%). La gran mayoría de quienes se definen como de clase
media se consideran mestizos (78,3%) y 13,2% se autoidentifican como
indígenas; el rasgo colectivista los distingue de la clase media tradicional, más
individualista23.
Tanto los ponchos, las polleras y las wiphalas que inundaron las instituciones
y espacios públicos como la arquitectura «con identidad propia» que combina
iconografía, colores y diseños ancestrales en El Alto (los llamados cholets)
reflejan visualmente la hibridación de estilos y códigos que caracteriza a las
nuevas clases medias andinas o pequeña burguesía chola 24. Ello deriva en
criterios musicales, modas y formas de convivencia específicas. Hay un acceso
a la cultura global que les permite seguir patrones de moda y comportamiento
internacional, a la vez que tradiciones y modos de ser más colectivistas
heredados de padres que se combinan. Integran esta clase media «divergente»
tanto los migrantes rechazados, esto es, personas que al llegar a la ciudad se
sienten despreciadas por las clases medias tradicionales y los gobiernos y se
instalan en las periferias, como sus hijos, a los que cabe llamar mestizos

23 . Roberto Laserna: «Clases medias en la Bolivia urbana» en Daniel Moreno et al.: Chicha y
limonada. Las clases medias en Bolivia, ceres / Plural, La Paz, 2018.
24 . María Teresa Zegada: «Clases medias emergentes» en D. Moreno et al.: ob. cit.
56 Cecilia Güemes / Ludolfo Paramio | nueva sociedad | 285
citadinos, en tanto se educan bajo dos influencias: la tradicional de sus padres y
la moderna de la ciudad25.
Como prueban estudios en Brasil, la «clase c» (capas medias emergentes)
puede ser más conservadora respecto a muchos de los puntos de la agenda
posmaterialista, como el aborto, el divorcio o la homosexualidad 26. Ahora bien,
en términos de percepciones sociales, existe un notable parecido con las clases
medias tradicionales, como veremos más adelante.
El segundo rasgo característico y diferencial de quienes integran la nueva
clase media en relación con la clase media tradicional es la sensación de
vulnerabilidad. Sus integrantes han expandido su capacidad de compra y
mejorado su bienestar, pero su capacidad de ahorro es baja (en el mejor de los
casos) y su acceso a servicios básicos, muy relativo. Esta sensación de que su
regocijo pende de un hilo y en cualquier momento todo puede esfumarse resulta
de la interrelación de factores estructurales y coyunturales.
El contexto de emergencia de las nuevas clases medias es el crecimiento
económico vivido en la región en la primera década del siglo xxi y está asociado
al valor internacional de los commodities. Los modelos productivos siguen
siendo poco competitivos y su ganancia deriva de estrategias primario-
exportadoras. Las nuevas clases medias dependen más que las otras de que los
recursos naturales sean demandados y bien pagados internacionalmente 27. El
modelo primario-extractivista como clave del crecimiento económico y de las
nuevas clases medias de ciudades como Quito generará nuevas tensiones en el
seno de sociedades multiculturales que aspiran a integrar el «buen vivir» en sus
modelos productivos28.
El crecimiento económico recorta las tasas de desempleo, pero la
informalidad laboral sigue predominando en el mercado de trabajo 29. Los
integrantes de las nuevas clases medias desarrollan en la mayoría de los casos
una ocupación manual que depende del autoempleo (autónomos o
emprendedores precarios), o bien tienen un empleo que no está regido por
contrato ni goza de cobertura de seguridad social (puede que solo coticen por
una parte de su jornada laboral y el resto se les pague «en negro», o que no
coticen en absoluto). Sus ingresos per cápita están por encima de la línea de
pobreza, pero por debajo del umbral de 10 dólares diarios30.

25 . Rolando Arellano Cueva: «Valores e ideología: el comportamiento político y


económico de las nuevas clases medias en América Latina» en Alicia Bárcena y Narcís
Serra (eds.): Clases medias y desarrollo en América Latina, Naciones Unidas, Santiago
de Chile, 2010.
26 . María Hermínia Tavares de Almeida y Emmanoel Nuñes de Oliveira: «Nuevas capas medias y
política en Brasil» en L. Paramio: Clases medias y gobernabilidad en América Latina, cit.
27 . ocde-cepal: Perspectivas económicas de América Latina 2013. Políticas de pymes para el cambio
estructural, lc/g.2545, ocde / Cepal, 2012.
28 . Jorge Resina: «Clases medias en Ecuador: Entre la ilusión del Buen Vivir y el mito del
desarrollismo» en L. Paramio y C. Güemes: Las nuevas clases medias: ascenso e incertidumbre, cit.
29 . ocde: Latin American Economic Outlook 2011: How Middle-Class Is Latin America?, oecd
Publishing, París, 2010.
30 . R. Franco y M. Hopenhayn: ob. cit.; Glenita Amoranto, Natalie Chun y Anil
tema central | El porvenir de una ilusión: clases medias en América Latina 57
Aunque los nuevos clasemedieros atribuyen su bienestar a su esfuerzo y
dedicación, y no a las políticas sociales de los Estados, las transferencias
sociales condicionadas implementadas por los gobiernos progresistas de la
región han sido claves a la hora de explicar la salida de la pobreza de millones
de latinoamericanos31. Estas políticas sociales redistributivas y el mayor
crecimiento económico experimentado elevaron el piso de la expectativa social
y son responsables de la salida de la pobreza de muchas familias. Ahora bien, lo
urgente es el paso de las políticas sociales focalizadas a políticas universales.
Quienes han escapado de la pobreza no pueden ya recibir las transferencias
destinadas a los hogares pobres, pero sin algún tipo de apoyo pueden ser
incapaces de mantener y consolidar su nuevo estatus. No obstante, solo con el
apoyo de las clases medias puede pensarse en la creación de una coalición
social a favor de políticas públicas redistributivas20.
Sostener políticas focalizadas o implementar políticas universales supone
varios dilemas en términos de sostenibilidad si el crecimiento se ralentiza. Las
fuentes fiscales de los programas dependen de la bonanza de los precios
internacionales y de que siga entrando dinero vía exportaciones. Los sistemas
impositivos siguen siendo regresivos y capturando buena parte de los ingresos
de las mismas clases bajas y medias mediante impuestos indirectos al consumo.
Se necesitan más impuestos directos a las rentas y al patrimonio para
redistribuir mejor y no cargar en aquellos que están saliendo de la pobreza32.

Parecidos en percepciones sociales: desconfianza, desesperanza y enojo


generalizado

Como es evidente, son necesarios cambios que alteren la estructura productiva y


los sistemas fiscales, transformaciones profundas y lentas que no se ajustan a
los ciclos electorales y reclaman políticas de Estado. Experimentar
vulnerabilidad se traduce en fragilidad y debilidad, y la capacidad de resiliencia
es muy limitada. Sentirse «clase a medias» se traduce en una serie de demandas
por servicios públicos de calidad que no alcanzan a verse satisfechos en la
familia o por el mercado. En esto las nuevas clases medias se parecen a las
clases medias tradicionales: ambas manifiestan una profunda insatisfacción con
los servicios públicos.

Deolalikar: «Who are the Middle Class and What Values do they Hold? Evidence from
o
the World Values Survey», Working Paper N 229, Asian Development Bank, Manila,
2010.
31 . Miguel Székely Pardo: «Transferencias condicionadas y cohesión social en
América Latina» en Guillermo Fernández del Soto y Pedro Pérez Herreros (coords.):
América Latina: sociedad, economía y seguridad en un mundo global, ielat / caf /
Marcial Pons, Madrid, 2013. 20. L. Paramio: «Conclusiones» en L. Paramio y C.
Güemes: Las nuevas clases medias latinoamericanas: ascenso e incertidumbre, cit.
32 . Cepal: Panorama social de América Latina 2014, Naciones Unidas, Santiago de Chile, 2014.
58 Cecilia Güemes / Ludolfo Paramio | nueva sociedad | 285
En promedio, y salvo para el caso de la educación, la satisfacción con
cualquiera de los servicios públicos es siempre inferior a 50%. La media para la
región indica que solo 52% de los latinoamericanos que se identifi-
la educación, 44% con el funcionamiento de La satisfacción
los hospitales, 45% con el servicio de con cualquiera de
transporte público, 32% con el
funcionamiento de la policía y solo 29% con
los servicios
el funcionamiento de los tribunales de justicia públicos es
en 2011 . La desconfianza hacia las
33
siempre inferior a
instituciones es también llamativamente 50%
similar entre las clases medias tradicionales y
las emer-
can como clase media-baja estaba satisfecho con

gentes, aunque un poco mayor entre quienes se

autoidentifican como clase media-baja. Si tomamos en cuenta los datos de


Latinobarómetro de 2011, 65% de quienes se autoidentifican como de clase
media tiene poca o ninguna confianza en el Congreso, y en el caso de quienes se
autoidentifican como de clase media baja el porcentaje alcanza el 68%; y lo
mismo sucede con el Poder Judicial (67% y 71%), los partidos políticos (76% y
78%) o la administración pública (43% y 68%).
La preocupación por la inseguridad tiene un comportamiento semejante: 64%
de quienes se identifican como clase media considera que la inseguridad ha
aumentado, mientras que es 85% entre quienes se identifican como clase media
baja. Con la corrupción, las brechas tampoco son tan amplias y existe una
mayoría muy enojada: 54% de quienes se consideran de clase media considera
que las instituciones del Estado en los últimos dos años han progresado poco o
nada en reducir la corrupción, mientras que entre quienes son de clase media-
baja el total es de 39%.
Estos tres conjuntos de datos permiten intuir un descontento social
generalizado con el funcionamiento de las instituciones públicas y una
evaluación negativa de la eficacia y capacidad de los gobiernos para proveer
servicios públicos esenciales y responder a las demandas y los problemas
concretos de la gente, a su vida de todos los días. Las ineficiencias del sistema
de salud, la baja calidad de la educación pública, el caos del transporte y el

33 . María Esther del Campo, C. Güemes y L. Paramio: «‘I Can’t Get No Satisfaction’. Servicios
públicos, democracia y clases medias en América Latina» en América Latina Hoy vol. 77, 2017.
tema central | El porvenir de una ilusión: clases medias en América Latina 59
miedo a salir de la casa (e incluso la sensación de inseguridad dentro del hogar)
enfadan a la ciudadanía. Las condiciones de vida son mejores, pero no se cree
que la sociedad funcione mejor.
Lo observado ha conducido a pensar que la participación en las protestas
sociales de los últimos años podría estar asociada a una demanda de las nuevas
clases medias por servicios públicos que permitan estabilizar su estatus. En
otras palabras, las protestas reflejarían una reivindicación de derechos que
garanticen los logros económicos alcanzados (lucha por la significación y el
sentido de la clase media emergente, que quiere consolidarse), así como una
demanda de apertura del sistema de gobierno (un reclamo en pos de la
transparencia y un juicio sobre el desempeño, la eficiencia y la capacidad de
respuesta de los gobiernos bajo el esquema de
Los autores mos pensar en las nuevas clases medias como
coinciden en ciudadanos críticos que interpelan a las
instituciones en busca de su mejora.
que las Ahora bien, lo que se observa es que sentirse de
preferencias clase media no es un factor que anticipe la
políticas de las participación en protestas, aunque sí lo es el
nuevas clases mayor nivel educativo. En otras palabras, quienes
medias no son se sienten de clase media no tienen mayor
participación en las protestas que quienes se
predecibles sienten de clases altas o bajas,
democracia representativa). Si esto fuera así, podría-

pero tener más educación aumenta la probabilidad

de que eso ocurra. Es de notar además que quienes participan en protestas no


disputan la democracia y el sistema sino que, por el contrario, buscan
60 Cecilia Güemes / Ludolfo Paramio | nueva sociedad | 285
perfeccionarlos, ya que también participan en canales políticos formales como
el voto y son quienes confían en los gobiernos y en instituciones como los
sindicatos34.
En cuarto lugar, toca referir al comportamiento político: ¿en qué medida las
clases medias emergentes se alinean con los partidos o gobiernos cuya gestión
ha contribuido a, o simplemente ha presidido, su proceso de emergencia? Los
autores coinciden en que las preferencias políticas de las nuevas clases medias
no son predecibles: pueden apoyar a la izquierda como a la derecha, estar de
acuerdo en que la democracia es el mejor sistema de gobierno, pero estar en
contra de extender derechos civiles como el matrimonio igualitario o el aborto.
El apoyo con que contaron los gobiernos asociados a la izquierda en la región
disminuye, a la par que el apoyo al sistema democrático, si las clases medias se
sienten insatisfechas y los que están abajo ven limitadas o reducidas sus
oportunidades de ascender.
Ambas cuestiones estarían relacionadas con el efecto túnel de Albert
Hirschman y Michael Rothschild35 y con la frustración de expectativas de los
estratos medios. En etapas de crecimiento económico, la tolerancia a la
desigualdad puede ser alta. La frustración de aquellos que se quedaron atrás
durante una primera fase de crecimiento no se hace presente inmediatamente,
pues avizoran un futuro ascenso y ello los mantiene contentos. Sin embargo, en
una segunda fase, quienes no lograron ascender pierden sus esperanzas y se
convierten en enemigos del orden. El paso del tiempo es el factor clave en este
asunto y aumenta la sensación de privación relativa.
La mayor disponibilidad de crédito o el consumo subsidiado de las nuevas
clases medias podrían ser insuficientes si la presión inflacionaria o las
intervenciones del gobierno en la vida económica y social se perciben como
amenazas a un estilo de vida, si los perjudican como consumidores, ahorradores

34 . John A. Booth y Mitchell A. Seligson: The Legitimacy Puzzle in Latin America:


Political Support and Democracy in Eight Nations, Cambridge up, Nueva York, 2009;
C. Güemes y L. Paramio: «‘Knockin’ on Heaven’s Door?’ Desempeño de las
democracias, protesta social y clase medias en América Latina» en El impacto
electoral de las clases medias emergentes en América Latina, Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, Madrid, 2015; Jaime Fierro: «Clase media y democracia
en América Latina» en Perfiles Latinoamericanos vol. 23 NO 46, 2015.
35 . A. Hirschmann y M. Rothschild: «The Changing Tolerance for Income
Inequality in the Course of Economic Development» en The Quarterly Journal of
Economics vol. 87 NO 4, 1973. El efecto túnel refiere a la sensación que experimenta un
individuo en contextos de crecimiento económico respecto a su posibilidad de
movilidad social. El individuo que tiene poca información sobre su futuro mientras sus
familiares, conocidos y amigos mejoran su posición económica y social se siente como
si estuviera atascado en un túnel y viera los coches de la fila de al lado avanzar. Frente
a esto, el sujeto tiene expectativas de que en algún momento le tocará el turno, por
tanto se alegra del crecimiento de los otros y esta gratificación de momento suspende la
envidia. Si al cabo de un tiempo la persona no logra avanzar, mientras que las otras ya
lo hicieron, esto la coloca en peor posición, ya que durante un periodo se sintió alegre
pero ahora se siente mucho peor. Su posición relativa ha empeorado, perderá
esperanzas y se convertirá en un enemigo del orden.
tema central | El porvenir de una ilusión: clases medias en América Latina 61
y pensionistas, o si no se concretan políticas públicas que mejoren la calidad de
vida del día a día ofertando servicios públicos elementales como seguridad y
transporte. Liliana de Riz sostiene que en Argentina, aunque no se afilian a
partidos, las nuevas clases medias son pragmáticas y tienden a «tomar partido»
por liderazgos desideologizados, en un contexto en el que la proporción de
personas que dicen estar afiliadas o tienen simpatía por los partidos disminuye 36.
Entre sus integrantes se diferencian aquellos que aspiran a un futuro mejor
peleando para ascender en la escala social de aquellos que reivindican conservar
lo adquirido. Los primeros, para la autora, votan por Mauricio Macri, los
segundos apoyan al kirchnerismo. El énfasis en la gestión, una agenda flexible
de gobierno sin respuestas ideológicas predefinidas y un uso innovador de las
redes sociales dieron la victoria a Propuesta Republicana (pro) en 2015. A la luz
de los resultados de las elecciones de 2019, podría suponerse que la hipótesis
mantiene vigencia, y a la vista de que la inflación y el desempleo aumentan, las
clases medias cambiaron sus perspectivas y preferencias políticas y buscan
resistir apoyando la alternancia y confiando en el peronismo.
En Brasil, las capas medias jamás se manifestaron como una fuerza social y
política unificada. Estuvieron en las manifestaciones que clamaron por el
impeachment y también en las que defendieron la permanencia de Dilma
Rousseff en la Presidencia. Sin embargo, y más allá de las diferencias políticas e
ideológicas, compartieron con los manifestantes y los grupos organizados la
misma desconfianza y ambigüedades respecto a la política institucional, sus
reglas y formas de proceder37. En Bolivia se afirma que las clases medias
pueden no tener una ideología política preconstituida, pero tienen una posición
de centro, actitudes políticas moderadas y son medianamente conservadoras, lo
cual es consistente con su estatus relativamente privilegiado en la sociedad
boliviana38.

Resumiendo…

Todo aquel que ha vivido largo tiempo dentro de una determinada cultura y se
ha planteado repetidamente el problema de cuáles fueron los orígenes y la
trayectoria evolutiva de la misma, acaba por ceder también alguna vez a la
tentación de orientar su mirada en sentido opuesto y preguntarse cuáles serán
los destinos futuros de tal cultura y por qué avatares habrá aún de pasar.39

Con este párrafo inicia Sigmund Freud su trabajo intentando entender el


origen y el papel que cumplen las ilusiones religiosas en las sociedades actuales.

36 . L. de Riz: ob. cit.


37 . M. H. Tavares de Almeida: «Capas medias, protesta y agenda pública» en L. Paramio y
C. Güemes: Las nuevas clases medias latinoamericanas: ascenso e incertidumbre, cit.
38 . D. Moreno: «Aspiracionales, reales o imaginarias: las clases medias en Bolivia» en D. Moreno
et al.: ob. cit.; M. T. Zegada: ob. cit.
39 . Sigmund Freud: El porvenir de una ilusión [1927], Biblioteca virtual Omegalfa, 2016.
62 Cecilia Güemes / Ludolfo Paramio | nueva sociedad | 285
La ilusión, sostiene el autor, no es un error ni tiene que ser falsa o irrealizable.
La ilusión parte del impulso a la satisfacción de un deseo que prescinde de su
relación con la realidad y que tiene reminiscencias históricas, resultando una
acción conjunta del pasado y el porvenir.
Hay quienes sostienen que la clase media es una ilusión estadística que
esconde una profunda heterogeneidad en su seno. Una ilusión que parte de un
deseo de bienestar y que aspira a dejar atrás la lacra de la pobreza, aunque esa
operación pueda derivar en una construcción discursiva que invisibiliza
diferencias estructurales como las de género, las étnicas o las territoriales,
desalienta la toma de conciencia popular y desarticula la lucha. Los gobiernos
se alegran cuando los indicadores reflejan el aumento de las clases medias, y los
ciudadanos no dudan en autocalificarse de clase media cuando existe algún
atisbo de serlo. Ambos se aferran a la ilusión.
Sentirse de clase media tiene una importancia clave en términos individuales,
supone estar cubierto en la satisfacción de ciertas necesidades básicas de
alimentación y vivienda, tener acceso a bienes de consumo que conectan con el
resto del mundo, como un teléfono móvil, o bienes que permiten desplazarse en
menos tiempo por la ciudad. Ser de clase media libera del estigma de pobre y
otorga una identidad que adquiere conciencia de ciertos derechos por los que
demandar política y socialmente. Supone soñar con la movilidad social, albergar
esperanzas de futuro para los hijos, imaginar que la desigualdad podría dejar de
heredarse. El pobre y excluido que siempre se ha sentido fuera, a partir de
autocalificarse como de clase media, tiene la ilusión de ser parte del presente y
del futuro. Claro que todas estas expectativas se ven amenazadas por cambios
en la economía global o un giro de los gobiernos, y la ilusión se torna en
frustración y enojo.
Todo parece indicar que el foco superador de la ilusión debe ponerse en
redistribuir la capacidad de consumo y en repartir mejor las oportunidades,
rentas y riquezas. Se trata de imaginar un nuevo pacto social y político que no
se enfoque solo en sacar a la gente de la pobreza, sino también en atacar la
desigualdad y la creciente vulnerabilidad del precariado y en construir relatos
colectivos inclusivos desde la aceptación de la diferencia.
tema central | El porvenir de una ilusión: clases medias en América Latina 63

Diciembre de 2019
Li
ma No
256
ARTÍCULOS: Crisis oligárquica en Chile y necesidad de un nuevo orden social.
Veintiún tesis para entender la grave crisis que sacude a Chile, Cristián Parker
G. La Iglesia de todos, Gustavo Gutiérrez M. Sociedad civil, autonomías
absolutas e indiferencia, Javier M. Iguíñiz Echeverría. De la escucha a la
conversión integral, Agenor Brighenti. Monseñor Romero, ser humano, cristiano
y arzobispo cabal. Proclamó la verdad, fue poseído por ella y la proclamó con
pasión, Jon Sobrino. El laicado de Chile hace camino para
#OtraIglesiaEsPosible, Aníbal Pastor N. Ética, educación y deliberación.
Consideraciones filosóficas sobre la pedagogía de la ética, Gonzalo Gamio
Gehri. Haití: protesta ante el abandono, la corrupción y la indiferencia. Pacto de
las Catacumbas por la casa común. Por una Iglesia con rostro amazónico, pobre y
servidora, profética y samaritana. Mensaje final de la repam sobre el Sínodo
amazónico. Pronunciamiento del presidente de la Conferencia Episcopal del Perú.
Nota de los obispos católicos de Haití. Cuidar la convivencia: la paz es fruto de la
justicia. Declaración del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de
Chile. Espiral de violencia y muerte. Mensaje de los Obispos de Bolivia.
Jesuitas condenan la represión en Nicaragua y se solidarizan con las víctimas.

Edita y distribuye Centro de Estudios y Publicaciones, Belisario Flores 681 –


Lince, Lima 14, Perú. Tel.: (511) 4336453 – Fax: (511) 4331078. Correo
electrónico:
<contacto@revistapaginas.com.pe>. Página web:
<www.revistapaginas.com.pe>.
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 285, enero-febrero de
2020, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

Nuevas clases
medias: acercar la
lupa
Gabriela Benza / Gabriel Kessler

Una de las transformaciones sociales más destacadas durante la


etapa posneoliberal fue el crecimiento de las llamadas «nuevas
clases medias», expresión de la mayor capacidad de consumo que
distinguió al periodo. Las nuevas clases medias engloban
situaciones diversas en términos económicos y ocupacionales, así
como en materia de identidades y orientaciones políticas. Pero
mientras los grupos intermedios de las sociedades latinoamericanas
experimentaron cambios sustantivos, no sucedió lo mismo con
quienes ocupan las posiciones más altas, una señal de los límites
que tuvieron las mejoras distributivas de estos años.

Durante la etapa de giro a la izquierda y crecimiento económico de


principios de siglo, América Latina registró tendencias positivas en
diversos indicadores sociales. La desocupación y la precariedad
laboral disminuyeron en una parte considerable de los países de la
región, aumentaron los salarios reales, se redujo la pobreza y se
atenuó la desigualdad de ingresos. En este marco, algunos grupos
sociales registraron modificaciones

Gabriela Benza: es doctora en Ciencias Sociales por El Colegio de México. Es


investigadora del Centro de Investigación en Políticas Sociales Urbanas de la
Universidad Nacional de Tres de Febrero (untref) y docente de grado y posgrado en esa
casa de estudios y en la Universidad Nacional de San Martín (unsam).
tema central | Nuevas clases medias: acercar la lupa 65
Gabriel Kessler: es doctor en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias
Sociales (ehess), París. Es investigador del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina y profesor de la unsam y de la
Universidad Nacional de la Plata (unlp).
Palabras claves: clases medias, desigualdad, inclusión social, posneoliberalismo,
América Latina.
Nota: este artículo retoma en parte argumentos desarrollados por los autores en Uneven
Trajectories: Latin American Societies in the Twenty-Century: Elements in Politics and
Society in Latin America, Cambridge up, Cambridge, 2020.
sustantivas en su tamaño y características principales. Una de las
transformaciones más destacadas en este sentido fue la expansión de las
llamadas «nuevas clases medias», que parecía expresar el logro de sociedades
más igualitarias. No obstante, en otros sectores sociales hubo pocas
transformaciones. En particular, los grupos que ocupan las posiciones más altas
de la estructura social en general experimentaron pocos cambios, una señal de
los límites que tuvieron las transformaciones sociales del periodo.

La expansión de las clases medias

Con la excepción de algunos países del Cono Sur y Costa Rica, las clases
medias han sido consideradas históricamente un grupo minoritario en América
Latina. En este marco, las evidencias de su expansión durante la primera década
del siglo xxi fueron particularmente celebradas. La emergencia de las llamadas
nuevas clases medias parecía contribuir al quiebre de la histórica polarización
social latinoamericana e, incluso, a reforzar la cohesión social y la estabilidad
política.
Las nuevas clases medias se refieren en gran medida al proceso de ampliación
de la capacidad de consumo que caracterizó el periodo posneoliberal y que
benefició a una parte importante de la población. La mayoría de las
investigaciones que analizaron su crecimiento, realizadas sobre todo desde la
economía, privilegiaron recortarlas empíricamente a partir de los niveles de
ingresos, si bien los criterios empleados fueron variados. Algunos definieron a
las clases medias como integradas por personas en determinados deciles o
quintiles de ingresos, otros como aquellas con ingresos alrededor de la mediana
o la media, mientras que otros establecieron sus límites a partir de criterios
absolutos: mayormente, como aquellas personas con ingresos por encima de la
línea de pobreza40.

40 . Nancy Birdsall: «Reflections on the Macro Foundations of the Middle Class in


the Developing World», Working Paper No 130, Center for Global Development,
Washington, dc, 2007; Eduardo Lora y Johanna Fajardo: «Latin American Middle
Classes: The Distance between
Perception and Reality» en Economía vol. 14 No 1, 2013; Luis López-Calva y
Eduardo OrtizJuarez: «A Vulnerability Approach to the Definition of the Middle Class»
en Journal of Economic Inequality vol. 12 No 1, 2014; Andrés Solimano: «The Middle
Class and the Development Process», Serie Macroeconomía del Desarrollo N o 65,
66 Gabriela Benza / Gabriel Kessler | nueva sociedad | 285
Pero más allá de las diferencias en los criterios de delimitación, los estudios
mostraron con claridad la importante ampliación de los estratos de ingresos
medios que ocurrió gracias a la mejora en la capacidad adquisitiva producida en
la primera parte del siglo xxi. Esta mejora respondió, en primer lugar, a la
reactivación económica y a la creación de puestos de trabajo, pero también a una
mayor intervención estatal. En este sentido es destacable la implementación de
políticas redistributivas en beneficio de los hogares más pobres en prácticamente
todos los países de la región, en particular a través de la ampliación de las
pensiones contributivas y no contributivas y de programas de transferencias
condicionadas de ingresos. En ciertos países, también fueron muy importantes
las políticas de regulación laboral, en tanto ayudaron a mejorar las condiciones
de trabajo y elevar las remuneraciones.
Ciertos autores enfatizaron que en América Latina estaba teniendo lugar una
verdadera «democratización del consumo»: el acceso de crecientes franjas de la
población a bienes y servicios que históricamente les habían estado vedados. Sin
embargo, en países de la región con historias más igualitarias, como los del
Cono Sur, el proceso parece haber tenido un significado distinto. No se trataría
de «nuevas» clases medias, sino fundamentalmente de la recuperación de grupos
que en las décadas de 1980 y 1990 tuvieron que resignar niveles de vida. En
cualquier caso, el mayor acceso a bienes por parte de los habitantes de los
barrios pobres de la región contrasta ampliamente con las décadas previas de
privación. Bienes de consumo masivo, pero también otros antes inalcanzables,
como celulares o computadoras, se volvieron más fáciles de adquirir. Esta
mayor capacidad de consumo se vio apuntalada, a su vez, por una tendencia de
largo plazo a la caída de los precios de los bienes durables, y en algunos países,
por una fuerte expansión de la financiarización entre los sectores de menores
ingresos, como ha mostrado Ariel Wilkis para el caso argentino41.
Si los primeros trabajos sobre las nuevas clases medias resaltaban los
múltiples beneficios que podía traer su expansión en términos económicos,
sociales y políticos, más recientemente se ha enfatizado su gran fragilidad. Las
nuevas clases medias son heterogéneas en cuanto a su situación económica. Una
parte importante está en situación de vulnerabilidad 42. Su posición económica es
muy inestable, sobre todo debido a la alta incidencia de ocupaciones precarias o
informales. Esto incrementa el riesgo de que las mejoras que experimentaron
durante el periodo no sean permanentes. Pueden haber ampliado su capacidad de
consumo durante un ciclo favorable, pero en contextos contractivos, como los

Cepal, Santiago de Chile, 2008.


41 . Ariel Wilkis: «Sociología del crédito y economía de las clases populares» en Revista Mexicana
de Sociología vol. 76 No 2, 2014.
42 . Francesa Castellani, Gwenn Parent y Jannet Zenteno: «The Latin American
Middle Class: Fragile After All?», idb Working Paper N o 557, Banco Interamericano de
Desarrollo, Washington, dc, 2014; N. Birdsall, Nora Lustig y Christian Meyer: «The
Strugglers:
The New Poor in Latin America?» en World Development vol. 60, 2014.
tema central | Nuevas clases medias: acercar la lupa 67
que atraviesan actualmente varios países de la región, tienen muy altas
probabilidades de perder posiciones y caer en la pobreza.
Desde otra perspectiva, se cuestiona si los grupos beneficiados por la
expansión del consumo pueden realmente denominarse clases medias.
68 Gabriela Benza / Gabriel Kessler | nueva sociedad | 285
© Nueva Sociedad / Nico González 2020
Desde miradas sociológicas clásicas, que identifican empíricamente a las clases
a partir de su posición laboral y no de sus ingresos, las nuevas clases medias
están compuestas, en realidad, por un conjunto heterogéneo que incluye a
personas en ocupaciones de clase media, pero también, y fundamentalmente, a
una porción considerable de sectores populares 43. Estos resultados cuestionan la
idea de una movilidad de clase, pues esto implicaría procesos estructurales de
tipo ocupacional. En otras palabras, el gran cambio durante el periodo no es el
crecimiento de las clases medias, sino el proceso de inclusión y de mejora en los
niveles de vida al que pudieron acceder los grupos menos privilegiados de la
sociedad, en particular los sectores populares.
En cualquier caso, durante esta etapa no solo se habría asistido al surgimiento
de nuevas clases medias, sino que también se habría alterado la situación
relativa de las clases medias tradicionales, y en particular, de aquellas franjas
históricamente mejor posicionadas, con altos niveles de calificación. Si bien
estas franjas pueden haber mejorado su capacidad de consumo en términos
absolutos, es factible que al mismo tiempo hayan visto en parte erosionada su
posición relativa. Esto sucede no solo porque la expansión de las nuevas clases
medias significó que grupos menos privilegiados comenzaran a estar más
próximos socialmente. También porque en términos económicos habrían perdido
posiciones relativas. Es decir, mejoraron su situación económica, pero menos
que la clase media baja o que algunos grupos de sectores populares. Por un lado,
debido a lo sucedido en el mercado laboral: en esta etapa cayó la brecha de
ingresos entre los trabajadores más calificados y los menos calificados, lo que
probablemente las haya afectado especialmente, debido a sus altos niveles
educativos. Por otro lado, en tanto trabajan y realizan gran parte de sus
actividades en la economía formal, es plausible que se hayan visto afectadas por
la mayor carga impositiva del periodo, teniendo en cuenta el peso que tienen los
impuestos sobre el consumo y sobre los salarios en los sistemas tributarios de la
región.

Identidades y orientaciones políticas de las clases medias

Las miradas sobre las nuevas clases medias también involucran debates sobre su
identidad y su conducta política. Algunos hallazgos ponen el acento en su
heterogeneidad interna. Por ejemplo, estudios llevados en Brasil muestran que
pueden ser conservadoras o progresistas, con orientación de derecha o de

43 . André Salata y Michael Chetry: «Transformações sociais: nova classe média ou


nova classe trabalhadora?» en Luiz Cesar de Queiroz (ed.): Rio de Janeiro:
transformações na ordem urbana, Observatorio das Metrópoles / Letra Capital, Río de
Janeiro, 2015; G. Benza: «La estructura de clases argentina durante la década 2003-
2013» en G. Kessler (comp.): La sociedad argentina hoy: radiografía de una nueva
estructura, Siglo Veintiuno / Fundación osde, Buenos Aires, 2016.
tema central | Nuevas clases medias: acercar la lupa 69
izquierda, cosmopolitas o nacionalistas44. En contraste, en Perú las imágenes
sobre las nuevas clases medias son más homogéneas: se las describe como más
nacionalistas y conservadoras, menos modernas y más mixtas étnicamente que
las clases medias peruanas previas45.
del mercado. Esto se vincula al balance entre Un rasgo distintivo
la provisión de bienes individuales y bienes del crecimiento de
colectivos durante el periodo. Los gobiernos
posneoliberales han sido acusados de haber
las clases medias
favorecido el consumo individual en lugar de de la región es que
haber invertido más en bienes colectivos como estuvo apoyado en
salud, educación, seguridad o infraestructura. la expansión del
En cualquier caso, esta discordancia parece consumo privado
reflejarse en las percepciones de clase. Una
mujer de Río de Janeiro en-
Lo que sí parece claro es que un rasgo distintivo del crecimiento de las clases

medias de la región es que estuvo apoyado en la expansión del consumo privado

de bienes obtenidos a través trevistada por la socióloga Celi Scalon afirmaba:

«Soy de clase media en mi casa pero pobre cuando salgo a la calle», haciendo
referencia al mismo tiempo al buen equipamiento de electrodomésticos de su
hogar y a las malas condiciones de su barrio en términos de alumbrado,
seguridad y transporte.
La vulnerabilidad de parte de las nuevas clases medias, junto con la
posibilidad de que parte de las clases medias tradicionales, con mayores niveles
educativos, haya perdido posiciones relativas, cuestiona la imagen de unas
clases medias que fueron mimadas «en bloque» durante la etapa y, por tanto,
lleva a revisar los juicios críticos, extendidos en América Latina, que las señalan
por ser ingratas frente a los gobiernos que tanto las habrían favorecido. Por otra
parte, el supuesto de una suerte de rivalidad estructural entre el conjunto de
clases medias y obreras parece también cuestionable. A fin de cuentas, en
periodos de crisis, una parte de ambas clases empeora su situación en forma
44 . Maria Hermínia Tavares de Almeida: «Brasil: capas medias, protesta y agenda
pública» en Ludolfo Paramio y Cecilia Güemes (eds.): Las nuevas clases medias
latinoamericanas: ascenso e incertidumbre, cepc, Madrid, 2017.
45 . Rolando Arellano Cueva: «Valores e ideología. El comportamiento político y económico de las
nuevas clases medias en América Latina» en Alicia Bárcena y Narcís Serra (eds.):
Clases medias y desarrollo en América Latina, Cepal / cidob, Santiago de Chile, 2010.
70 Gabriela Benza / Gabriel Kessler | nueva sociedad | 285
conjunta y, por lo general, mejoran juntas durante los ciclos de reactivación,
tanto en el comercio como en la industria y distintos servicios de una clase y
otra. Así las cosas, desde un punto de vista objetivo habría una suerte de
comunidad de intereses entre ciertos sectores (pero no todos) de la clase media y
de la clase obrera, y no una oposición o un juego de «suma cero».
Lo cierto es que parte de los sectores medios y altos en América Latina ha
reaccionando de manera intolerante frente a algunas consecuencias de la
ampliación del consumo y la disminución de la desigualdad. Noticias e
investigaciones de Brasil expusieron la irritación a veces violenta de sectores
medios frente a lo que percibían como una «invasión» de sectores populares en
ascenso en espacios hasta entonces considerados exclusivos, tales como
aeropuertos y lugares de vacaciones. Pero la situación parece ser heterogénea
entre los países. Evidencias para Argentina muestran que el foco de los
prejuicios y estigmas de la clase media no se dirige hacia el conjunto de los
grupos que han experimentado mejoras sociales, sino que lo hace, con especial
virulencia, hacia los receptores de programas sociales, acusados a menudo de
conformar clientelas políticas o sospechosos de no estar predispuestos al trabajo.
Estos juicios clasistas se suelen imbricar con otros de corte racista, en particular
contra inmigrantes de países limítrofes o poblaciones de asentamientos y villas 46.
Las evidencias de las reacciones de los sectores medios frente a la mayor
igualdad de ingresos son contundentes. Sin embargo, también es cierto que en
diversos países de la región las clases medias han protagonizado, junto con otras
clases, movimientos igualitarios como los feministas o antirracistas. A todas
luces hay articulaciones disímiles entre la clase y variables etarias, de género,
religiosas o la preocupación por algunos temas (el medio ambiente, el
transporte, la corrupción o la educación, entre otros).
La presentación de esta heterogeneidad política nos permite abordar un tema
de preocupación central en la región: el giro a la extrema derecha. En las
incipientes investigaciones sobre el tema (en particular de Brasil), se ha
señalado que fracciones de clase media recientemente ascendidas estarían
experimentando una suerte de viraje neoliberal y antiestatal: en la medida en que
ya no necesitan del Estado, se argumenta, quieren olvidarse de él. A esto se
agregarían grupos conservadores y religiosos opuestos a los avances en términos
de igualdad de género y con temor a perder privilegios de clase y pertenencia
étnica47. Otros estudios matizan la idea de este giro político-cultural y muestran
adhesiones parciales al ideario de extrema derecha, en muchos casos con juicios
contradictorios sobre distintos temas, y el mantenimiento, por ejemplo, de un
46 . Alejandro Grimson: «Nuevas xenofobias, nuevas políticas étnicas en la
Argentina» en A. Grimson y Elizabeth Jelin (comps.): Migraciones regionales hacia la
Argentina. Diferencias, desigualdades y derechos, Prometeo, Buenos Aires, 2006;
Ezequiel Ipar y Diego Giller: «¿De qué racismo(s) somos contemporáneos en
Argentina? La persistencia del racismo como desafío explicativo para la sociología» en
Methaodos. Revista de Ciencias Sociales vol. 4 No 2, 2016.
47 . Débora Messenberg: «A direita que saiu do armário: a cosmovisão dos formadores de opinião
dos manifestantes de direita brasileiros» en Sociedade e Estado vol. 32 No 3, 2017.
tema central | Nuevas clases medias: acercar la lupa 71
apoyo a políticas sociales y a servicios sociales gratuitos 48. De hecho, el voto a
Jair Bolsonaro provino de todas las clases sociales y dio cuenta de un clivaje
más político-cultural que económico. Las reacciones conservadoras surgieron de
distintas fracciones de la estructura social: la «grieta brasileña» se produjo
dentro de cada clase social.

Permanencias por arriba

Las estructuras sociales de los países latinoamericanos experimentaron cambios


sustantivos como producto de la expansión de las llamadas nuevas clases
medias. No obstante, en otros aspectos esas estructuras mostraron pocas
modificaciones. En particular, aquellos que por su patrimonio y niveles de
ingresos se ubican en las posiciones más altas de la pirámide social parecen
haber experimentado pocas transformaciones.
La reconstrucción de qué sucedió con los grupos de mayores recursos no es
sin embargo una tarea sencilla. A diferencia de las clases medias y bajas, las
clases altas se mantienen en gran medida invisibles para los
gresos y riqueza es escasa y muy fragmentada. Los altos
La investigación sobre desigualdad, en América ingresos se
Latina y en el mundo, se basa típicamente en
encuestas de hogares, la principal fuente de
encuentran muy
datos sobre ingresos disponible en la mayoría de subestimados, en
los países. Pero estas encuestas tienen serias particular los que
limitaciones para dar cuenta de los ingresos de derivan de
los ricos, no solo debido a que estos últimos son fuentes no
poco propensos a responderlas, sino también por
limitaciones muestrales. Los
laborales como
las rentas
registros estadísticos. La información sobre sus in-

altos ingresos se encuentran muy subestimados, en

48 . Pablo Ortellado y Esther Solano: «Nova direita nas ruas? Uma análise do
descompasso entre manifestantes e os convocantes dos protestos antigoverno de 2015»
en Perseu: História, Memória e Política No 11, 2016.
72 Gabriela Benza / Gabriel Kessler | nueva sociedad | 285
particular aquellos que derivan de fuentes no laborales como las rentas. Una
consecuencia muy relevante de esto es que las medidas de concentración de los
ingresos, como el índice de Gini, reflejan solo parcialmente la magnitud de la
desigualdad. Las encuestas de hogares, por otro lado, tampoco permiten
aproximarse al patrimonio, que es fundamental para caracterizar a las clases
altas.
En los últimos tiempos, las ciencias sociales han mostrado un creciente interés
por el estudio de los grupos que se ubican en la parte alta de la distribución, lo
que ha llevado a realizar importantes esfuerzos para reconstruir sus ingresos y
patrimonio a partir de otras fuentes de información. Una de las estrategias
novedosas implementadas en forma creciente es el uso de datos provenientes de
declaraciones de impuestos (que tampoco están exentas de serios problemas de
subregistro). Los estudios realizados para Argentina, Colombia y Uruguay
muestran cómo al tomar esta fuente de información alternativa la concentración
de ingresos en la parte alta de la distribución es mucho más acentuada que la
que sugieren las encuestas de hogares, aunque en términos generales se
mantiene la tendencia hacia la caída de la desigualdad en la primera década del
siglo49.
Por su parte, análisis centrados en la distribución funcional del ingreso y en la
distribución de la riqueza dan cuenta de los límites de las tendencias recientes.
El enfoque funcional sobre la distribución evalúa el peso de los ingresos
laborales en el pib total de la economía, sobre la base de datos de los sistemas de
cuentas nacionales. Es decir, no pone el foco en la distribución de los ingresos
entre individuos aislados, sino entre el capital y el trabajo. Los estudios
desarrollados en esta línea muestran que, en la última década, hubo una mejora
en la participación de la masa salarial en el pib total, pero no fue tan
generalizada como la que surge al evaluar la evolución del índice de Gini con
datos de encuestas de hogares 50. Esta información brinda una mirada más
ajustada sobre lo sucedido durante la etapa posneoliberal. La mayor parte de la
mejora en la desigualdad se debió a un reparto más equitativo de los ingresos
entre los trabajadores, pero la porción de la riqueza total que le corresponde a
este grupo cambió poco. En buena parte de los países, los trabajadores no
mejoraron su situación en términos relativos al capital.
49 . Facundo Alvaredo y Juliana Londoño Vélez: «Altos ingresos e impuesto de renta
en Colombia, 1993-2010» en Revista de Economía Institucional vol. 16 No 31, 2014;
Gabriel Burdín, Fernando Esponda y Andrea Vigorito: «Inequality and Top Incomes in
Uruguay: A Comparison between Household Surveys and Income Tax Microdata»,
World Top Incomes Database Working Paper No 1, 2014; F. Alvaredo y Thomas
Piketty: «The Dynamics of Income Concentration in Developed and Developing
Countries: A View from the Top» en L. F. López-Calva y N. Lustig (eds.): Declining
Inequality in Latin America: A Decade of Progress, Brookings Institution Press,
Baltimore, 2010.
50 . Cepal: Panorama social de América Latina 2015, Naciones Unidas, Santiago de
Chile, 2016. 12. Oxfam: «Privilegios que niegan derechos. Desigualdad extrema y
secuestro de la democracia en América Latina y el Caribe», Oxfam International,
Oxford, 2015.
tema central | Nuevas clases medias: acercar la lupa 73
Un estudio de Oxfam12 muestra la profundidad que adquiere la desigualdad en
América Latina si, más allá de los ingresos, se pone el foco sobre la riqueza y el
patrimonio. En 2013-2014, el 10% más rico de la región se quedaba con 37% de
los ingresos, pero las diferencias eran aún más extremas si en lugar de tomar los
ingresos se consideraban la riqueza y el patrimonio: el 10% más rico acumulaba
71% de la riqueza y el patrimonio, mientras el 1% más privilegiado, 41%. Los
niveles de desigualdad son particularmente agudos en relación con la propiedad
de la tierra, en una región que ocupa el primer lugar en el mundo en niveles de
concentración. Por ejemplo, en Paraguay, 80% de las tierras agrícolas están en
manos de 1,6% de los propietarios, mientras en Guatemala se estima que 80%
de las tierras pertenecen únicamente a 8% de los productores.
Las cifras que brinda el Reporte sobre Ultra Riqueza 2014 acerca de los
multimillonarios de América Latina (los que tienen un patrimonio neto de 30
millones de dólares o más) son apabullantes. Algunos ejemplos permiten
dimensionar la magnitud de la concentración de la riqueza en la región. Las
estimaciones indican que los
multimillonarios de América Latina suman 14.805 No parece haber
personas, con una riqueza equivalente a 35% del
habido una
pib regional. Es una cantidad de dinero similar a la
necesaria para eliminar la pobreza monetaria de disminución en
Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, la concentración
Honduras, México, Nicaragua y Perú. de la riqueza y la
A lo largo de la década, no parece haber habido
propiedad
una disminución en la concentración de la riqueza
y la propiedad e, incluso, hay indicios de que se
habría
incrementado51. Datos de Forbes, por ejemplo, muestran que la riqueza de los
milmillonarios de la región (quienes tienen fortunas superiores a 1.000 millones
de dólares) creció a un ritmo de 21% anual entre 2002 y 2015, una magnitud
seis veces superior a la del crecimiento del pib de la región (3,5% anual). Es
decir, una gran parte del crecimiento económico del periodo habría sido
capturado por los más ricos.

Reflexiones finales: América Latina y la tolerancia a la


desigualdad

La emergencia de las llamadas nuevas clases medias constituye, sin dudas, una
de las principales transformaciones de las sociedades latinoamericanas durante
la etapa posneoliberal. Las nuevas clases medias aluden a la expansión de la
población con ingresos medios. Expresan las mejoras materiales que se
registraron durante el periodo, que se apoyaron en la ampliación del consumo
privado de bienes obtenidos a través del mercado.
51 . Ibíd.
74 Gabriela Benza / Gabriel Kessler | nueva sociedad | 285
Más allá de estos elementos en común, hemos visto que las nuevas clases
medias se destacan por su heterogeneidad. Por un lado, en su interior hay
situaciones económicas diversas y muchos se encuentran en una situación de
vulnerabilidad. Por otro lado, cuando se las analiza desde miradas sociológicas
clásicas, las nuevas clases medias también son heterogéneas. Engloban a
quienes se desempeñan en ocupaciones de clase media baja pero también y,
sobre todo, a quienes se ubican en posiciones que tradicionalmente ocupan
sectores populares. Por último, la diversidad de las clases medias es también
notable en términos de identidades y orientaciones políticas, y hay
articulaciones disímiles entre la clase y variables etarias, de género o religiosas.
Ahora bien, si durante el periodo quienes ocupan la parte intermedia de las
sociedades latinoamericanas experimentaron cambios sustantivos, no sucedió lo
mismo con quienes ocupan las posiciones más altas. En efecto, en términos
generales, durante esta etapa se mantuvo una muy alta concentración de la
riqueza y de los ingresos, y las clases altas vieron poco modificada su posición
relativa.
Estas evidencias nos llevan a un punto fundamental: los contenidos
específicos de la agenda política de los gobiernos posneoliberales y las
limitaciones del apoyo a esos gobiernos. En la primera parte del siglo, diversos
indicios sugerían una reducción de la tolerancia social a la desigualdad. Las
encuestas documentaban un incremento en el porcentaje de personas que
afirmaban que sus sociedades debían ser menos desiguales 52, al tiempo que la
problemática de la desigualdad comenzó a ganar creciente protagonismo en las
preocupaciones de académicos, partidos políticos, movimientos sociales y
organismos internacionales. Sin embargo, no parece que en esta etapa se haya
logrado un consenso social amplio en torno de la necesidad de reducir la
desigualdad en forma significativa, en especial en términos de las medidas que
realmente son necesarias para lograrlo. Como argumentamos en un reciente
libro53, la nueva agenda política posajuste, que volvió a poner en el centro de la
escena los históricos déficits sociales de América Latina, parece haber
involucrado más un consenso en torno de la inclusión social que de la igualdad.
Los gobiernos posneoliberales de izquierda y centroizquierda gozaron por
años del apoyo de amplias coaliciones sociales, que reunieron a diferentes
grupos que habían sufrido los efectos de la etapa neoliberal. Sectores
marginales, trabajadores industriales, clases medias empobrecidas, entre otros,
formaron parte del apoyo social inicial a estos gobiernos. Ese soporte permitió
desarrollar políticas para mejorar la inclusión social. Es decir, cuando el objetivo
fue reducir las manifestaciones más extremas de la exclusión social, las
coaliciones sociales brindaron amplio apoyo. Las nuevas clases medias pueden

52 . Merike Blofield y Juan Pablo Luna: «Public Opinion on Income Inequalities in


Latin America» en M. Blofield (ed.): The Great Gap: Inequality and the Politics of
Redistribution in Latin America, Penn State up, University Park, 2011.
53 . G. Benza y G. Kessler: Uneven Trajectories: Latin American Societies in the TwentyCentury,
Cambridge up, Cambridge, 2020.
tema central | Nuevas clases medias: acercar la lupa 75
pensarse como uno de los resultados de este proceso, en tanto expresaron la
mayor capacidad de consumo que benefició a una parte importante de la
población.
Sin embargo, no debe darse por sentado que las coaliciones sociales que
apoyaron políticas destinadas a ampliar la inclusión social también estarían
dispuestas a dar su apoyo a la reducción de la desigualdad. La igualdad es muy
exigente: no solo requiere medidas que eleven las condiciones de vida de la
población de menores ingresos, sino también medidas que reduzcan la elevada
concentración de los ingresos y del patrimonio. Es decir, la igualdad también
exige prestar atención a las clases medias más privilegiadas y a las clases altas.
Una disminución significativa de la desigualdad, en suma, supone que los
grupos más favorecidos estén dispuestos a resignar recursos y privilegios. Esta
dimensión de la desigualdad estuvo poco presente en las agendas políticas
posneoliberales, y cuando lo estuvo, en general encontró fuertes y persistentes
resistencias sociales.

Per fi les
La ti noa me ri ca nos
2020 Ciudad de México N 55
o

ARTÍCULOS: Problematizaciones del individualismo en América Latina, Kathya Araujo y


Danilo Martuccelli. Partidos políticos y movimientos sociales en América Latina (2011-2016),
Adrián Albala. Reconfiguraciones de las élites estatales y de las producciones socioestatales
de juventudes en Argentina (2015-2019), Melina Vázquez. La acción colectiva en Argentina,
Leandro Gamallo. Morfologías del peronismo clásico en el discurso de Cristina Fernández
(2007-2011), Juan Ignacio Estévez Rubín de Celis. Inseguridad y poder político en el
Triángulo Norte de Centroamérica, Gerardo Hernández. La política del estado de ánimo. La
debilidad de las políticas migratorias locales en Santiago de Chile, Luis Eduardo Thayer
Correa, Fernanda Stang Alva y Charlene Dilla Rodríguez. Investigar a los jefes, Omar
Manky. Ecosistema y actividad emprendedora en México, Maribel Guerrero y Carlos
Alberto Santamaría-Velasco. La política gubernamental en la industria aeronáutica, Juana
Hernández Chavarria, Lilia Domínguez Villalobos y Flor Brown Grossman. Ocupaciones
creativas y movilidad social en la ciudad de Buenos Aires, David Pac Salas y José Javier
Rodríguez de la Fuente. Innovación social y territorio en municipios, Carlos M. Jardon y
Klaus Gierhake. Género y privatización del ejido en San Salvador Atenco, México, Verónica
Vázquez-García. ENSAYOS: Autoritarismo. Historia y problemas de un concepto
contemporáneo fundamental, Cecilia Lesgart. Desencanto democrático y cesarismo, Sergio
Ortiz Leroux. RESEÑAS.
En línea: <https://perfilesla.flacso.edu.mx/>
Perfiles Latinoamericanos es una publicación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (Flacso), sede México. Coordinación de Fomento Editorial, Carretera al Ajusco 377,
Colonia Héroes de Padierna, C.P. 14200, México, df. Tel.:
(5255) 3000 0244 / 3000 0251. Correo electrónico: <perfiles@flacso.edu.mx>
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 285, enero-febrero de
2020, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

Brasil: ¿cómo se
«inventó» la nueva
clase media?
Moisés Kopper

Los cambios sociales en Brasil han sido significativos, pero ¿cómo y


por qué comenzó a hablarse de nuevas clases medias para agrupar
a los «ex pobres», beneficiados por las políticas públicas y los
aumentos del salario mínimo? ¿Cómo influyeron los expertos, los
organismos internacionales y los gobiernos? ¿Cómo experimentaron
los brasileños la movilidad social y el acceso a bienes de consumo e
incluso, por primera vez, a una vivienda propia?

En 2009, la revista The Economist proclamó a Brasil como un país de


clase media con el título ya famoso «Brazil Takes Off» [Brasil
despega]. En el artículo de tapa de esa edición, se hablaba de un
conjunto de factores internos y externos que habrían hecho que el
Estado más grande de América Latina pudiese ser señalado ya desde
2001 por economistas de Goldman Sachs como una de las grandes
potencias emergentes del siglo xxi, junto con Rusia, China, la India y
Sudáfrica1. Entre 2004 y 2013, el pib y el nivel de ingresos familiares
habían promediado un crecimiento anual de 4% y 6%,
respectivamente. En cuanto al índice de Gini –el más utilizado en el
mundo para medir la desigualdad–, el país cerraba 2012

Moisés Kopper: es doctor en Antropología Social por la Universidad Federal de Rio


Grande do Sul. Recientemente ha completado becas de posdoctorado en el Centro de
tema central | Brasil: ¿cómo se «inventó» la nueva clase media? 77
Estudos da Metrópole (San Pablo) y en el Instituto Max Planck para el Estudio de las
Sociedades (Colonia, Alemania). Página web: <www.moiseskopper.com>.
Palabras claves: nueva clase media, políticas públicas, Luiz Inácio Lula da Silva,
Brasil.
Nota: traducción del portugués de Cristian De Nápoli.
1.La sigla brics fue acuñada por Goldman Sachs para referirse a ese conjunto de países,
que en 2013 abarcaba 18% de la economía mundial.
con los registros más bajos desde 1960. Por primera vez en siglos, Brasil crecía
y simultáneamente redistribuía la renta, lo que beneficiaba ante todo a la base de
la pirámide social. Poco a poco el país dejaba de ser la «nación del futuro» para
posicionarse de cara a las transformaciones y erupciones del presente.
Algunos de los cambios habían tenido un primer impulso con el control de la
inflación y la estabilidad económica propiciados por el Plan Real de 1994. El
aumento en el poder adquisitivo del salario mínimo se expandió rápidamente:
entre 1994 y 1999 se acumuló un incremento de 28,3%, y para la década de
2000 la revalorización alcanzó el 76% –la cifra más alta desde el retorno de la
democracia en 1988–. De acuerdo con un informe de la Organización
Internacional del Trabajo (oit), entre 2000 y 2011 Brasil pasó del puesto 14 al 4
en el ranking de los países que más incrementaron su salario mínimo: de 63
dólares saltó a 227 dólares. La más beneficiada fue la población brasileña
económicamente activa, que también asistió a la caída en la tasa de desempleo
formal observada a lo largo de la década: de 12,6% en 2002 a 4,8% en 2014.
El aumento real del salario mínimo y el consecuente descenso en el
desempleo formal coincidieron con el despliegue de las políticas de expansión
del crédito llevadas a cabo durante los dos mandatos sucesivos del presidente
Luiz Inácio Lula da Silva a partir de 2003. Esto se canalizó por medio del
acceso amplio a los servicios bancarios y los instrumentos de crédito y por la
reducción en las tasas de interés mediante subsidios del Banco Nacional de
Desarrollo Económico y Social (bndes), lo que generó facilidades para los
sectores más pobres. Y a esto hay que sumar la apuesta del gobierno federal por
el desarrollo del mercado de consumo interno como estrategia para superar la
crisis de 2008, otorgando subsidios fiscales a sectores de la industria (como en
el caso de la reducción del impuesto sobre productos industrializados, ipi, que
benefició a la producción de automóviles y electrodomésticos de línea blanca).
Un último efecto positivo de las políticas de redistribución surgió de los
programas de transferencia condicionada de recursos, implementados a escala
municipal a partir de 1995 con el Programa Bolsa Escola (Beca Escuela).
Basándose en la iniciativa mexicana Oportunidades, en 2003 el gobierno de
Lula da Silva promovió la unificación de programas para crear el Bolsa Família,
el programa estrella de su gestión. Con el objetivo de lograr la inclusión social y
la reparación histórica de la pobreza estructural –entendida ahora en su
pluralidad de causas, efectos y modos de intervención–, el programa benefició
en 2015 a 14 millones de familias, con una inversión anual de apenas 0,5% del
pib.
78 Moisés Kopper | nueva sociedad | 285
Estas transformaciones en la composición de la sociedad brasileña
desestabilizaron creencias muy arraigadas en torno de la desigualdad, la pobreza
y la movilidad social. Se abrieron nuevos espacios políticos, económicos y
subjetivos de intervención para un gran sector de la población, y la descripción
del fenómeno pasó a ocupar el centro del debate
Se abrieron ca. Muchos comenzaron a hablar de una
nuevos espacios «nueva clase media» emergente. En poco
tiempo, economistas, sociólogos, policy
políticos, makers, formadores de opinión, periodistas y
económicos y consultores de imagen pasaron a disputarse las
subjetivos de interpretaciones del legado político, económico
intervención para y subjetivo de esa movilidad. ¿Brasil se estaba
un gran sector de convirtiendo en una sociedad de clase media?
¿O acaso se estaba dando un cambio general en
la población una estratificación que internamente
entre los intelectuales con mayor presencia públi-

preservaba sus diferencias sociales y económicas?

Y en ese proceso, ¿las familias estaban realmente accediendo a la ciudadanía y


convirtiéndose en trabajadores formales? ¿O solo devenían consumidores
integrados en una amplificada sociedad de consumo, con el eje puesto en la
circulación internacional de bienes y productos?
tema central | Brasil: ¿cómo se «inventó» la nueva clase media? 79
***
El concepto de «clase media» siempre fue usado con reluctancia por los
estudiosos de las economías políticas en América Latina. Aun en países como
Argentina y Chile, con su historial de amplia inmigración europea y el
protagonismo de sus sectores intermedios en la fundación ideológica de la
nación, la inestabilidad económica, la corrupción endémica y el comportamiento
tradicional de las elites dirigentes habrían limitado la formación de sectores
medios a lo largo del siglo xx 54. Pese a ello, incluso algunas instituciones
tradicionales de ayuda financiera internacional como el Banco Mundial –por lo
común, interesadas en apoyar proyectos para combatir la pobreza– han
reconocido recientemente el ascenso social de millones de familias que
anteriormente vivían por debajo de la línea de pobreza 55. Asimismo, en el campo
de la discusión sociológica, las clases medias volvieron a posicionarse como
clave analítica para la comprensión de procesos globales complejos y
multidimensionales, desde la creación de nuevas cadenas interconectadas de
producción capitalista y la instalación de nuevos mercados consumidores hasta
la formación de estilos de vida transnacionales56.
Habiendo tal avalancha de planteos mediáticos, políticos y analíticos respecto
del retorno del desarrollo en América Latina y su articulación con la clase
media, ¿qué es exactamente lo que se entiende cuando desde miríadas de
agentes y agencias se apela a este concepto? ¿Se trata de un grupo de enfoques
que comparten condiciones objetivas –tales como las nociones de empleo o
nivel de ingresos– y percepciones más o menos unificadas, empíricamente
mensurables, siguiendo en esto el planteo que respecto de la clase media
desplegaron historiadores sociales como E. P. Thompson 57 y sociólogos como
Charles Wright Mills58? ¿O estamos ante un relato histórico-político, una
invocación discursiva más que una realidad en sí; una narración potente
empleada para lograr ciertos objetivos políticos, identitarios y sociales? O,
incluso, ¿podría tratarse de clases medias como conjuntos heteróclitos de
expresiones cognitivas y emocionales, formas subjetivas de ver y construir el
mundo, estructuras de símbolos y sentimientos a través de las cuales los

54 . Michael Jiménez: «The Elision of the Middle Classes and Beyond: History
Politics, and Development Studies in Latin America’s Short Twentieth Century» en
Jeremy Adelman (ed.): Colonial Legacies: The Problem of Persistence in Latin
American History, Routledge, Londres, 1999.
55 . Francisco H. G. Ferreira, Luis Felipe López-Calva, Maria Ana Lugo, Julian S.
Messina Granovsky, Jamele P. Rigolini y Renos Vakis: La movilidad económica y el
crecimiento de la clase media en América Latina, Banco Mundial, Washington, dc,
2013.
56 . Rachel Heiman, Carla Freeman y Mark Liechty (eds.): The Global Middle Classes: Theorizing
through Ethnography, School for Advanced Research, Santa Fe, 2012.
57 . E. P. Thompson: La formación de la clase obrera en Inglaterra [1963], Capitán Swing, Madrid,
2012.
58 . C. Wright Mills: Las clases medias en Norteamérica [1951], Aguilar, Madrid, 1957.
80 Moisés Kopper | nueva sociedad | 285
distintos grupos se diferencian, como proponen los antropólogos que han
reflexionado sobre este tema?
Desde la sociología más atenta a esta complejidad, podría suponerse que un
abordaje económico ofrece mayor claridad y simplicidad conceptual al análisis
de las clases medias. A fin de cuentas, los economistas se han empeñado
siempre en calcular, delimitar y pronosticar los límites de riqueza e ingresos en
las distintas clases sociales, combinando sus resultados y contrastándolos en
tiempo y espacio. Pese a ello, una definición economicista de las clases medias
queda subordinada a permanentes reajustes y nunca es única o inmutable.
Tomemos como ejemplo la línea de pobreza fijada por el Banco Mundial, un
instrumento que subraya las diferencias en los ingresos y las aloja en jerarquías
de pertenencia sumamente delimitadas. En un influyente artículo publicado en
2009 al calor del debate sobre la emergencia de nuevas clases medias globales
en los brics, el economista del Banco Mundial Martin Ravallion escribió que
tales clases medias no podían definirse siguiendo los patrones normalmente
aplicados para esos grupos en Occidente. Explicar cómo 1.200 millones de
personas ascendieron a clases medias entre 1990 y 2002 exigía, según
Ravaillon, recalibrar las fronteras inferior y superior en los ingresos de los
sectores medios para los países en vías de desarrollo, llevándolas
respectivamente a 2 dólares y 13 dólares por día a precios de 2005 (y
preservando la paridad en el poder adquisitivo). Estos nuevos límites se
mantenían por encima de la línea de pobreza promedio en los distintos países en
vías de desarrollo, aunque no por casualidad quedaban por debajo de la línea de
pobreza estadounidense (13 dólares diarios per cápita). Por lo demás, la
redefinición de esas fronteras para los ingresos ayudaba, según el economista en
cuestión, a «observar» mejor las dinámicas de movilidad económica y social en
el interior de esas clases, lo que habilitaba comparaciones entre países con
similares ingresos medios.
La cuestión de cómo definir desde los estudios sociales a las clases medias es,
en definitiva, eminentemente política. Más allá del eje que se adopte –nivel de
ingresos, ocupación, escolaridad, bienes de consumo–,
La cuestión de pueden alterarse dependiendo de las preguntas,
cómo definir desde los problemas o los intereses que se pretenda
enfatizar o resolver. En mis trabajos sobre la
los estudios emergencia de la nueva clase media brasileña,
sociales a las clases siempre traté de comprender los efectos
medias es (políticos, económicos, sociales y subjetivos)
que subyacen a las prácticas de nominación de
eminentemente esos sectores intermedios. Busqué reconstituir
política las múltiples instancias, voces e instituciones
empeñadas en
los límites de acuerdo con cada uno de esos ejes
tema central | Brasil: ¿cómo se «inventó» la nueva clase media? 81
construir, nominar, definir y criticar las defini-

ciones específicas, subrayando sus efectos taxonómicos y mapeando el modo en


que esas diversas concepciones circulan en la sociedad, dentro y fuera del
gobierno, en lo que hace a la producción de nuevas identidades entre grupos
ascendentes y a su utilización por parte de policy makers y especialistas en
mercados.
Examinar la historicidad y la contingencia de esas prácticas de clasificación
es, por ende, el primer paso para tratar de entender los sentidos y efectos
sociopolíticos que ejercen las clases medias en el mundo contemporáneo. Sin
embargo, la investigación de los estratos medios no puede agotarse ahí. Debe
incluir la búsqueda de las interacciones humanas que se instalan en el trascurso
de esas prácticas clasificatorias; los modos en que ciertos grupos reaccionan,
contestan o se apropian de los esquemas taxonómicos; las formas en que
experimentan, histórica y culturalmente, diferentes modos de ser «de clase
media». De esas interacciones emergen complejas constelaciones y mapas
sociales para las prácticas, los discursos y las políticas respecto de lo que
significa ocupar el ambiguo «espacio del medio» en el mundo desigual e
interconectado de hoy. A ese fin paso a ofrecer, en primer lugar, una breve
reconstrucción de los escenarios político-discursivos en torno del ascenso y la
caída de la nueva clase media brasileña. Luego propondré una teoría alternativa
respecto de cómo pensar las clases medias latinoamericanas actuales, evitando
los criterios de nivel de ingresos y ocupación para referirme en su lugar al
conjunto sensorial de prácticas, percepciones, afectos y clasificaciones de la
clase media y sus diversas mediaciones.

***
En 2008, el economista Marcelo Neri publicó un libro que recogía parte de su
extensa investigación al frente del Centro de Políticas Sociles (cps) de la
Fundación Getúlio Vargas (fgv) y al que tituló A nova classe média: o lado
brilhante dos pobres [La nueva clase media: el lado brillante de los pobres] 59. La
«clase media», según el economista, había pasado a englobar a todas las
familias cuyo ingreso mensual, en valores de 2009, oscilaba entre 1.126 y 4.854
59 . M. Neri: A nova classe média: o lado brilhante dos pobres, cps / fgv, Río de Janeiro, 2008.
82 Moisés Kopper | nueva sociedad | 285
reales (entre 470 y 2.022 dólares), lo cual incluía a algo más de 50% de la
población y hacía de esta clase una suerte de retrato de la sociedad brasileña.
La tesis de doctorado de Neri en la Universidad de Princeton en 1996
mostraba la influencia de una red emergente de experts en microeconometría y
métodos cuasi experimentales para la economía, que incluía a su orientador, el
profesor David Card, y al Premio Nobel de Economía Angus Deaton. Neri fue
uno de los principales nodos dentro de una red transnacional de investigadores
que se propusieron conectar ciencia y políticas públicas. Fue una figura central
en el proceso de internacionalización de los datos microsociales producidos en
Brasil a partir de instrumentos de investigación y medición.
Para forjar la tesis de la nueva clase media, Neri recurrió en su libro a la
utilización de frases simples y a la descripción de situaciones comunes.
Perseveró en un planteo de larga data y que acabó teniendo su resonancia en la
maquinaria estatal: el de la existencia de dos «Brasiles» retratados a través de
una tensión entre un abordaje macro y otro microeconómico. Como él mismo
afirmara, «está el Brasil de las cuentas nacionales, que se impone en la mayoría
de los análisis económicos, y está el Brasil que visita a las personas en sus
casas, el de las investigaciones domiciliarias. Y uno está separado del otro» 60.
Contrastando indicadores surgidos del pib y las encuestas nacionales de hogares
(Pesquisa Nacional por Amostra de Domicílios, pnad), Neri propuso un nuevo
modelo para la medición del crecimiento brasileño que no se amparaba en el pib
como índice de bienestar, sino en el poder de compra de los ciudadanos de
acuerdo con sus ingresos.
Neri abría así las puertas a una imaginación económica basada menos en la
productividad nacional y más en los efectos redistributivos de las políticas
públicas. Tal modo de abordar las cifras se acomodaba a una perspectiva
desarrollista de Estado en construcción y delimitaría una nueva etapa en las
relaciones entre los economistas y el ámbito de la planificación de políticas
sociales.
Para definir el lugar de la nueva clase media brasileña, el economista hizo uso
del concepto de «clases económicas», valiéndose de la segmentación en cinco
estratos propuesta por el Critério de Classificação Econômica Brasil. Más
conocido como Critério Brasil, este índice brinda un patrón estimado respecto
de la capacidad de consumo de los hogares brasileños, y fue desarrollado por la
Asociación Brasileña de Empresas de Investigación sobre la base de la
Investigación de Presupuestos Familiares del Instituto Brasileño de Geografía y
Estadística (pof-ibge, por sus siglas en portugués). Su metodología se articula a
partir de los bienes que poseen las familias, los cuales, mediante una jerarquía
de puntos, suministran información sobre las distintas fronteras de clase
económica.

60 . Vandsom Lima: «Renda dos mais pobres teve maior avanço com Dilma do que sob Lula, diz
Neri» en Adital, 20/5/2014.
tema central | Brasil: ¿cómo se «inventó» la nueva clase media? 83
Partiendo de indicadores como el trabajo y el potencial de consumo y de
producción, Neri desplazó la discusión del plano estadístico al valorativo,
imbuyendo a su nueva clase media de «un sentido positivo y prospectivo propio
de aquel que realizó, y sigue realizando, el sueño de ascender en la vida» 61. Una
vez definidas las franjas arbitrarias de ingresos, su especificidad consistió en
disparar preguntas sobre cuestiones no económicas y responderlas por medio de
cuantificaciones y descomposiciones analíticas.
La posibilidad de proclamar a Brasil como un «país de clase media» llamó la
atención del gobierno federal. Este formó, en 2011, una comisión integrada por
intelectuales y políticos para analizar la cuestión. Bajo el auspicio de la
Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la República (sae-pr), al
año siguiente se formuló un nuevo criterio oficial de estratificación de la
sociedad brasileña. Para tal esfuerzo (que buscaba mapear y sistematizar
concepciones de la clase media en vistas a su aplicación concreta en la realidad
nacional), el abordaje de Neri se combinó con un modelo matemático de
estimación de vulnerabilidad. La iniciativa desembocó en el proyecto «Vozes da
classe média» [voces de la clase media], que se mantuvo hasta 2015 y procuró
descifrar las expectativas y los deseos de toda esa población para así mejorar la
formulación de las políticas estatales. La propuesta combinaba un sistema de
protección social con un modelo de expansión de mercado, y era la
cristalización de lo que Neri bautizara como «el camino del medio»: «El desafío
es combinar las virtudes del Estado y las virtudes de los mercados, tratando de
evitar los errores en cada uno de los lados»10.
Tomando como punto de partida el trabajo seminal de Neri, las páginas
centrales de los periódicos del país y del mundo pasaron a escribir la crónica de
la «nueva clase media» brasileña. Si bien no desaparecerían del todo las escenas
de viviendas precarias en las periferias de las grandes ciudades, las imágenes
que antes llamaban a combatir la pobreza eran ahora reemplazadas por
respetables familias sonrientes posando en sus entornos domésticos poblados de
objetos de consumo. Aun cuando no hubiera unanimidad total 11, la tesis de la
«nueva clase media» se expandió con fuerza en los circuitos mediático, político
y científico.
A partir de un relevamiento de los diez principales diarios brasileños, se hizo
posible documentar la acelerada trayectoria y evolución de la tesis de la «nueva
clase media». Se relevaron 2.159 artículos relacionados con la expresión,
publicados entre enero de 2001 y abril de 2014. En el gráfico que sigue
podemos ver su distribución relativa dentro de ese recorte de años. Se constata
su irrupción como «frente discursivo» en 2008 –año del lanzamiento de la
investigación de Neri–, su punto de auge en 2012 y su progresiva disminución
desde entonces.
Gráfico

61 . M. Neri: A nova classe média. O lado brilhante da base da pirâmide, Saraiva, San Pablo, 2011,
p. 18.
84 Moisés Kopper | nueva sociedad | 285
Distribución de artículos periodísticos sobre la nueva clase media

40%

30%

20%

10%

0%
2000 2005 2010 2015

Fuente: elaboración del autor.

10. Ibíd., p. 240.


11. Las críticas a la tesis de la nueva clase media adoptaron básicamente dos vertientes teóricas. Por
un lado, sociólogos de inspiración weberiana sugerían que las transformaciones
socioeconómicas que tuvieron lugar a lo largo de la década de 2000 no fueron suficientes para
modificar la estructura de ocupaciones y de capitales sociales en los diferentes estratos de la
sociedad brasileña. Por otro lado, economistas y filósofos de inspiración marxista insistieron en
que se trataba, en realidad, de una nueva clase trabajadora, puesto que seguían ocupando
posiciones precarias dentro de una estructura binaria de clases. Algunos economistas, por lo
demás, criticaron el uso que hizo Neri de las estadísticas sociales. Para conocer un minucioso
debate acerca de esto, v. M. Kopper y Arlei Damo: «A emergência e evanescência da nova classe
média brasileira» en Horizontes Antropológicos vol. 50 NO 24, 2018.
El discurso de la la reinvención de ese marketing. Institutos de
nueva clase media investigación de mercado y especialistas en
públicos consumidores firmaron contratos
brasileña también millonarios de consultoría con empresas
floreció y cosechó interesadas en comercializar sus productos
frutos en otro apuntando al nuevo público. En simultáneo, un
circuito: el del boom de noticias y cifras sobre consumo se
marketing extendía en los medios: generosos ingresos
familiares, acceso a créditos y a bienes
perdurables, y un potencial de consumo anual de
más de un bi-
Hay que añadir otro aspecto y es que el discurso de la nueva clase media
brasileña también circuló, floreció y cosechó frutos en otro destacado circuito:
el del marketing volcado a los consumidores de ingresos bajos. El discurso en
cuestión fue fundamental para llón de reales (461.000 millones de dólares) 62.
Entre 2012 y 2014 dirigí entrevistas a experts de mercado en tres institutos de
investigación especializados en la nueva clase media brasileña: Data Popular,

62 . M. Kopper: «Vestígios de um ‘Novo Brasil’. A configuração do mercado de


pesquisas para a ‘base da pirâmide’» en Hilaine Yaccoub (ed.): Consumo popular:
contribuições da antropologia e da sociologia, Mundo do Marketing Press, Río de
Janeiro, 2015.
tema central | Brasil: ¿cómo se «inventó» la nueva clase media? 85
Plano cde y Black Box. Procuré observar los modos en que antropólogos,
sociólogos del mercado y otros profesionales de las ciencias sociales usaban
metodologías científicas, como etnografía de corta duración, para encuadrar los
deseos, ansiedades y expectativas de este nuevo segmento poblacional. A lo
largo de la década de 2000, el instituto Data Popular se consolidó como la
principal referencia para ese mercado. El instituto surgió en 2001 como
ramificación de Popular Comunicação, una agencia de comunicación y
marketing que ya venía emprendiendo esfuerzos por direccionar sus estrategias
de mercado hacia las «clases populares». A lo largo de todo ese proceso, la
agencia apeló a un profuso abanico de términos para referirse al que sería el
objeto de la movilidad económica: «ex-pobres», «clases populares», «base de la
pirámide», «clase c», así hasta finalmente llegar a «nueva clase media». La
transición reflejaba las influencias intelectuales de Henrique Meirelles y de su
equipo interdisciplinario de expertos, compuesto por sociólogos, antropólogos,
economistas y demógrafos. La profusión terminológica dejaba expuestos los
caminos taxonómicos recorridos en todo ese ensamblaje, así como las vías de
circulación de ideas y los pasos y transformaciones de un registro a otro: de la
ciencia al gobierno, del gobierno al mercado, y finalmente de vuelta a la ciencia.
Como una fábula destinada a narrar una historia de desarrollo y éxito, hubo
una performance y un agenciamiento de la «nueva clase media» en tanto
categoría, moldeando cierta percepción acerca del rumbo seguido por el país
durante la década de 2000. La tesis de la nueva clase media fue igualmente
importante para los designios del gobierno federal en un momento clave de la
política económica mundial. En octubre de 2008, el presidente Lula da Silva se
mostró optimista en cuanto a los efectos en Brasil de la crisis estadounidense,
que en aquel momento estaba en su punto más álgido y venía arrastrando a casi
todos los países europeos. Muy a su estilo, Lula da Silva dijo entonces que el
«tsunami», si llegaba a Brasil, tendría el efecto de una «olita» 63. Para protegerse
de su impacto, el gobierno decidía concentrarse en el estímulo al mercado
interno: recortes de impuestos para las industrias automotriz y de
electrodomésticos se sucedieron de manera cotidiana, lo que elevó los índices
de optimismo en la población. Ante ese escenario, el libro de Neri y los
esfuerzos de los institutos de investigación de mercado como Data Popular, al
tiempo que aportaban una estrategia de recuperación con énfasis en la creación
y el estímulo a un «mercado para gente de ingresos bajos», garantizaban la
legitimidad científica de una conquista simbólica que había que preservar: la
63 . Ricardo Galhardo: «Lula: crise é tsunami nos eua e, se chegar ao Brasil, será ‘marolinha’» en O
Globo, 20/5/2014.
86 Moisés Kopper | nueva sociedad | 285
«salida» de la pobreza para un contingente importante de brasileños. Sin
embargo, a medida que tal modelo de desarrollo pasó a evidenciar su
agotamiento y el país se fue hundiendo en una grave crisis económica, con una
vertiginosa caída de su pib y un incremento de la inflación y el desempleo, la
tesis de la nueva clase media brasileña pasó a perder adeptos, hasta caer
prácticamente en desuso a partir de 2015.

***
Vimos hasta aquí cómo los usos políticos y discursivos de ideas consolidadas
respecto de las clases medias generan efectos duraderos sobre las políticas
públicas, los gobiernos y los mercados. En este último tramo pretendo mostrar
cómo los estudios empíricos sobre esos nuevos sectores demográficos permiten,
en la medida en que exploran realidades, lenguajes y prácticas de clase,
desplazar algunos conocimientos arraigados sobre las clases medias basados en
el nivel de ingresos, la ocupación o el bienestar.
Para mi investigación de doctorado estudié los efectos políticos, económicos y
subjetivos de la política brasileña de vivienda social dirigida a la nueva clase
media. El programa Minha Casa Minha Vida [mi casa, mi vida], lanzado en
2009 mientras se encaminaba a su fin el segundo mandato del presidente Lula
da Silva, rápidamente se convirtió en el mayor plan habitacional de la historia
brasileña. Para 2016, habían sido construidas casi cuatro millones de unidades
por el gobierno federal, lo que inyectó 55.000 millones de dólares en la
economía nacional y fortaleció la industria de la construcción civil.
Mi interés pasaba por comprender los modos locales de organización política
de la demanda de unidades habitacionales, las reconfiguraciones de poder y de
participación, así como los tipos de subjetividades políticas y económicas que se
estaban generando a través de las políticas públicas destinadas a mejorar la
distribución de ingresos y la inclusión social por medio de los mercados de
consumo. A lo largo de cuatro años, conversé con arquitectos, planificadores,
policy makers, políticos, constructores, líderes comunitarios y beneficiarios de
ese programa. Mi etnografía mapeó distintas trayectorias familiares que,
invariablemente, se desplazaban desde espacios informales, ocupados de
manera irregular, sin infraestructura pública y urbana, hacia departamentos tipo
en barrios de clase media. Esas personas, abandonadas durante décadas por
políticos y políticas convencionales, rechazadas por el mercado por carecer de
acceso al crédito, habían encontrado una apertura para concretar el sueño de la
casa propia. «Pasé del morro al asfalto», escuché decir más de una vez. Para
muchos era la primera vez que participaban en movimientos sociales, gracias a
que, como me dijo un señor llamado Miguel, «sentí que era la única oportunidad
de salir de aquí. De mejorar mi vida».
Expandiéndose por las periferias brasileñas, los proyectos habitacionales se
convirtieron en espacios de ejercicio de una nueva forma posneoliberal de
gestión de la pobreza, basada en la redistribución social y el acceso a los
tema central | Brasil: ¿cómo se «inventó» la nueva clase media? 87
mercados de consumo. Personas como Miguel, que durante décadas habían
quedado al margen de los procesos decisorios, entraron en movimiento y
pasaron a ser visibles para el radar de los gobiernos y los mercados. Localizados
y reclutados por líderes comunitarios, se volvieron ciudadanos activistas en la
búsqueda de la casa propia, movilizándose por el interior de las configuraciones
locales de las políticas públicas: los variopintos terrenos transitados por
políticos, urbanistas, arquitectos, vendedores de negocios, representantes de
bancos públicos, líderes vecinales y distintas personas en busca de mejores
condiciones de vida.
En un largo y arduo proceso de movilización a fin de obtener la casa propia,
las personas disponían tan solo de su esperanza en un futuro mejor, lejos de la
pobreza. Cuando finalmente conversé con beneficiarios del programa ya en sus
nuevos departamentos, uno de ellos me dijo: «Donde vivía antes no existía clase
social. Acá somos todos de clase media. Veníamos de no tener nada, ni casa ni
ninguna cosa. Antes éramos personas descartables. Ahora tenemos voz como
consumidores. El tema este de la clase no es algo que la gente traiga adentro
suyo; la gente va cambiando su mente y va desarrollando una clase social».
Fue ahí cuando me di cuenta de que, en las múltiples historias de mis
interlocutores, la construcción de la clase media aparecía como un proceso
simbiótico y no simplemente como una posición fija. Mucho más que esto, se
trataba de un proceso de transformación simultáneo en las mentes y en las
estructuras de oportunidad, un proceso en el que los sujetos se transformaban a
medida que iban haciendo uso de los instrumentos y las materialidades que la
política pública ofrecía. Esta combinación de infraestructuras y subjetividades
acabó otorgando una visión multifacética y compleja sobre la formación de las
clases medias como, al mismo tiempo, devenires históricos, políticos, materiales
y afectivo-morales específicos.
Contra la idea de clase como posición fija, vertical y estructurada, lo que les
importaba a esas personas eran justamente los conectores que las llevaban de un
lugar a otro, de un tiempo a otro, de una esperanza a otra. Nosotros, como
estudiosos sociales atentos a la cartografía sensorial de esos tropos de
significado, necesitamos recuperar esos conjuntos de imágenes, palabras,
materialidades y capas de historia a través de los cuales se experimenta,
estratifica y sitúa en tiempo y espacio el ascenso social. Esa sensorialidad de
clase media nos lanza a la búsqueda de conectores empíricos con los cuales
aprehender procesos de estratificación en sus diversos niveles locales,
nacionales y globales; materiales que toman configuraciones económicas e
históricas más amplias y las articulan con las experiencias y lenguajes de las
personas directamente implicadas.
Por último, necesitamos estar atentos a las implicancias de esa política de la
esperanza material (en todas sus nuevas facetas) para ver la composición de
nuevas relaciones de clase en los años venideros. Con el desmantelamiento
progresivo de los derechos sociales, económicos y raciales que caracteriza a la
88 Moisés Kopper | nueva sociedad | 285
nueva ola de gobiernos conservadores en América Latina y el mundo, ¿qué
políticas de la esperanza y qué experiencias de clase aparecen en nuestro
horizonte? ¿Qué proyectos serán capaces de articular y traducir las esperanzas
de las nuevas clases medias? ¿Cómo serán los desdoblamientos políticos de la
movilidad social en el contexto de la recesión económica y la turbulencia
gubernamental, con la progresiva financiarización de los proyectos de clase
media, el endeudamiento y la securitización de las familias y su retracción hacia
espacios privados y domésticos de respetabilidad? Ante tal proceso, entender a
las clases medias en sus múltiples y móviles posicionalidades se revela crucial
para comprender el futuro de las democracias latinoamericanas.
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 285, enero-febrero de
2020, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

Rebelión,
progresismo y
economía moral
La clase media argentina en
las últimas dos décadas

Tobias Boos

Argentina se autopercibe desde hace décadas como un país de


clases medias. Es parte del mito fundacional que pervive hasta hoy.
El kirchnerismo, como otros movimientos nacional-populares, ha
tenido una relación ambivalente con estos sectores: aunque algunos
vieron en él un «populismo de las clases medias», estas fueron a
menudo consideradas como culturalmente «colonizadas». Y es de
las clases medias de donde surge la fuerza del macrismo,
recientemente derrotado en las urnas.

No cabe duda de que llegó el tiempo de la clase media, o al menos


eso sugiere la abundante producción académica sobre el tema.
Numerosos libros y papers anuncian la llegada de una (nueva) clase
media global; estudios de agencias internacionales de desarrollo e
instituciones como el Banco Mundial proclaman su advenimiento: un
vistazo rápido al archivo de esa institución revela que la cantidad de
publicaciones dedicadas a la cuestión trepó a un pico histórico en la
última década1. ¿Pasará el

Tobias Boos: es doctor en Ciencia Política por la Universidad de Viena, donde es


profesor en el área de Política Internacional. Sus líneas de investigación abordan la clase
media y el populismo en América Latina, economía política y teorías del Estado. Se
interesa especialmente por la relación entre estructura social e identidades políticas.
90 Tobias Boos | nueva sociedad | 285
Palabras claves: clases medias, kirchnerismo, Argentina.
Nota: este artículo se enmarca en el proyecto de investigación «Clases medias en
disputa: discursos e identidades en torno a los sectores medios de Bolivia y Argentina»,
desarrollado en el Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos
Avanzados (calas), sede Universidad Nacional de San Martín (unsam).
1. Revisando su archivo, solo el Banco Mundial cuenta con 145 publicaciones acerca
del tema entre 2010 y 2019. Entre 2000 y 2009 llegan a 82.
siglo xxi a la historia como el siglo de la clase media?, se pregunta Göran
Therborn en un artículo publicado en New Left Review64.
América Latina no está exenta de estas percepciones; por el contrario, en
2014, el entonces presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, declaró que la
región finalmente se ha vuelto una región de clase media. A escala nacional, la
cuestión de la clase media evidenció también un comeback desde hace algunos
años. El regreso coincide con el ascenso de los llamados gobiernos progresistas
en la región: en Brasil, la política de promoción de una nueva clase media
consumidora se hizo primero cuasi doctrina estatal bajo los gobiernos del
Partido de los Trabajadores (pt). Luego, sin embargo, durante las protestas de
2013, aparece nuevamente la idea de una clase media opositora al gobierno
petista. También en Ecuador el gobierno de Rafael Correa apeló desde el
comienzo a un ideario de meritocracia –profundamente arraigado en aquellos
que se consideran de clase media–. En otros países, no obstante, la idea de una
clase media opuesta a los gobiernos progresistas se mantuvo durante todo el
ciclo. Por ejemplo, en la última campaña electoral de Bolivia, en 2019, el
gobierno de Evo Morales hizo alusiones positivas a la clase media, a la que,
dijo, «hay que volver a enamorar».
¿Y en Argentina? En el país de la región con la relación tal vez más compleja
y contradictoria con la clase media, los pronunciamientos durante las últimas
dos décadas fueron igualmente ambivalentes. Néstor Kirchner anunciaba en
2005 que la clase media debería «de una vez por todas tener un lugar, un rol
protagónico junto a la clase trabajadora» 65, mientras que su sucesora, Cristina
Fernández, hablaba en 2009 de una clase media que sufre «una suerte de
colonización cultural» en su actuar contra los intereses de las clases populares 66.
Sin embargo, la misma presidenta desarrollaba en sus discursos una narrativa en
la que se representaba biográficamente a sí misma como una «clasemediera»
ejemplar. Además, reivindicaba el discurso sobre las clases medias de los
organismos internacionales, lo que la llevó a destacar el gran desempeño
económico-social de Argentina en presencia de sus pares provenientes de los
países vecinos. Estas ambivalencias llevaron a una dificultad de lectura política
tan grande que hasta a los analistas les fue difícil interpretar el rol de la clase

64 . G. Therborn: «Las clases sociales en el siglo xxi» en New Left Review No 78, 1-2/2013.
65 . «Palabras del presidente Néstor Kirchner en el acto de firma de convenios con la
Cooperativa 25 de Marzo», 11/10/2005,
<www.casarosada.gob.ar/informacion/archivo/24829-blank5705506>.
66 . «Inauguración de la muestra Día de la Lealtad, 17 de octubre», 9/10/2009, <www.casa
rosada.gob.ar/informacion/archivo/21478-blank-15851578>.
tema central | La clase media argentina en las últimas dos décadas 91
media argentina en esos años. Algunos vieron confirmada la idea de una clase
media resentida y antipopular que finalmente tomó revancha en la elección de
Mauricio Macri en 2015, mientras que otros caracterizaron a los gobiernos
kirchneristas como una suerte de peronismo o populismo «de clases medias»67.

La clase media como categoría performativa

Los discursos acerca de la clase media en América Latina, promovidos por


diversos actores, han confluido en algunos momentos en forma inesperada. Ello
se debe a que la expresión «clase media» invoca en sí misma una serie de
nociones que difícilmente pueden ser separadas del sujeto que las enuncia: la
apelación a las clases medias constituye a menudo un recurso para obtener
legitimidad. Es evidente que los discursos políticos son altamente
performativos. Sin embargo, lo mismo puede afirmarse sobre los análisis
científicos. Ciertos términos utilizados por las ciencias sociales no son
categorías meramente analíticas, son también performativas. Casos
emblemáticos en este sentido son, por ejemplo, el significante «democracia» e,
inversamente, «populismo».
«Clase media», sin lugar a duda, se cuenta dentro de las categorías altamente
performativas. En Estados Unidos y Europa no transcurre campaña electoral
alguna sin que los competidores invoquen a la clase media como motor de la
sociedad y como un sector social que debe reforzarse. eeuu es, en efecto, un
caso ejemplar en el que la clase media aparece como sujeto constitutivo y mito
fundacional de la nación misma. A la vez, en Europa, desde hace unas décadas,
los partidos históricos ya no se representan a sí mismos como expresiones de los
distintos polos del antagonismo entre capital y trabajo, sino que luchan por
figurar como verdaderos representantes de este lugar mítico asociado al mismo
tiempo a posiciones «centristas» en el mapa ideológico.
El historiador Ezequiel Adamovsky, autor de Historia de la clase media
argentina68, aportó algunas observaciones perspicaces con respecto al
funcionamiento performativo de la categoría en cuestión. Adamovsky la descifra
como una «metáfora geográfica» que coloca a un actor en un supuesto centro de
la sociedad. Pero, como observa, ni los polos entre los cuales se debería ubicar
este centro son explicitados, ni se responde a la pregunta más general sobre si
verdaderamente se puede suponer que existe el «centro» de una sociedad.
Empero, la metáfora del «medio» despliega una sutil

67 . Juan Ciucci: «El kirchnerismo es el peronismo de las clases medias», entrevista


a Carlos Altamirano en Agencia Paco Urondo, 13/9/2013; Maristella Svampa: Debates
latinoamericanos: indianismo, desarrollo, dependencia y populismo, Edhasa, Buenos
Aires, 2016.
68 . E. Adamovsky: Historia de la clase media argentina. Apogeo y decadencia de una ilusión,
1919-2003, Planeta, Buenos Aires, 2012.
92 Tobias Boos | nueva sociedad | 285

© Nueva Sociedad / Nico González 2020

operación performativa que mezcla posicionamiento social con


posturas políticas. El politólogo alemán Herfried Münkler, por
tema central | La clase media argentina en las últimas dos décadas 93
ejemplo, advirtió que en el contexto de lo que él percibe como una
radicalización de los extremos políticos, el medio/centro es «un lugar
fuertemente amenazado» y sostiene que «quien quiera defender el
centro político debe empezar por la preservación del punto medio
social»69. Tal equiparación tiene una larga tradición dentro de la
filosofía política: el «punto medio» es imaginado como el equivalente
a cohesión social y equilibrio político, y el dueño de este lugar
metafórico del «medio» de la sociedad –la clase media– se convierte
en la encarnación de la moderación social y política70.
Tal noción de «clase media» como indicador de una sociedad más
justa, políticamente equilibrada o promotora de valores democráticos
predomina hasta hoy en día. Es sorprendente que se mantenga a pesar
de su poco sostén empírico. América Latina y en
Las clases medias, particular el caso de Argentina constituyen
ejemen ciertos momentos plos de que las clases medias, en ciertos
momentos de la historia, no dudaron en confraternizar
de la historia, con algunas de las dictaduras más sangrientas,
no dudaron en como plantea José Nun en su famoso ensayo
soconfraternizar con bre el golpe militar de clase media71. Tampoco
hay evidencia alguna de que la tan mencionada
dictaduras nueva clase media global en países como China y
sangrientas la India sea más propensa a convicciones
democráticas o tenga miradas políticas más
mesuradas
que otros grupos sociales. Pero ni los numerosos estudios históricos ni
trabajos recientes acerca de sus valores políticos han logrado alterar la
creencia en una clase media como actor democratizador.
En este artículo, en lugar de asumir la hipótesis de una clase media
ubicada siempre a mitad de camino entre los clivajes políticos, se
exponen tres lecturas acerca del comportamiento político de la clase
media argentina durante las últimas dos décadas. A nuestro entender,
estas líneas de lectura –que abordan las movilizaciones de la clase
media, los cambios dentro de su estructura social y su integración en
el llamado «pacto de consumo»– aportan algunas claves, no para
resolver el enigma de la clase media argentina, sino para intentar
comprenderla en sus ambivalencias.
69 . H. Münkler: «Die Mitte, ein hochgradig gefährdeter Ort» en Süddeutsche
Zeitung, 23/6/2016.
70 . E. Adamovsky: «Aristotle, Diderot, Liberalism and the Idea of ‘Middle Class’: A
Comparison of Two Contexts of Emergence of a Metaphorical Formation» en History
of Political Thought vol. 26 No 2, 2005.
71 . J. Nun: «América Latina: la crisis hegemónica y el golpe militar» en Desarrollo
Económico vol. 6 No 22/23, 1966.
94 Tobias Boos | nueva sociedad | 285
Signos cambiantes de la movilización de la clase media

Los estudios más interesantes durante las últimas décadas se inscriben en una
línea de trabajo que, frente a los problemas de definición de la clase media, se
propone abandonar los intentos de una delimitación objetiva (económica) para
enfocarse principalmente en la subjetividad y la autopercepción de quienes se
autodefinen de clase media. Esa perspectiva constructivista hace, pues, hincapié
en las prácticas cotidianas y en la necesidad de reafirmación de sus líneas de
delimitación y se focaliza especialmente en la clase media como identidad 72.
El caso argentino aparece particularmente adecuado para una perspectiva de
esta naturaleza. El mito de Argentina como un país de clase media está anudado
a la identidad nacional. Todos los estudios señalan una alta autoidentificación
subjetiva con la clase media que no necesariamente coincide con la propia
posición dentro de la estructura social. Según los últimos datos de World Value
Survey (2014), 57,8% de la población se autopercibe de clase media. En 2012,
la cifra alcanzaba el 69,9%. Estos resultados coinciden con los de otras
encuestas, como la de Latinobarómetro, respecto al elevado nivel de la
autopercepción como clase media por parte de los argentinos. Latinobarómetro
arroja que un promedio de 83,6% de los argentinos, entre 2011 y 2018, se
autoidentifican como de clase media (este porcentaje incluye, empero, tres
subcategorías de clase media, lo que explica en parte la diferencia porcentual).
Igualmente, más allá de los porcentajes, la conclusión interesante a extraer es el
dato relativo al elevado nivel de esta autoidentificación en comparación con
otros países de la región.
La corriente teórica constructivista cobró importancia en el debate académico
en el contexto de la crisis de 2001 y los años posteriores 73. En aquel momento, la
clase media aparece como el actor visible y movilizado en una verdadera
«rebelión de clase media», como la llamó Daniel Ozarow en un libro
recientemente publicado74, contra el «corralito» bancario decretado por el
gobierno de Fernando de la Rúa, en medio de la profunda crisis que vivía el país
en los estertores de la convertibilidad entre el peso y el dólar estadounidense (1
a 1).
Se pueden sectores agroindustriales («el campo») en
distinguir otros tres 2008; y tercero, las movilizaciones de 2012 y
2013, que contenían un amplio abanico de
ciclos importantes demandas pero se caracterizaban
bajo las gestiones principalmente por un rechazo común hacia
72 . Ver Sergio Visacovsky: «Estudios sobre ‘clase media’ en la antropología social: una agenda para
o
la Argentina» en Avá N 13, 2008.
73 . Este enfoque tiene su expresión institucional a partir de 2004 en un grupo de
trabajo y, más tarde, en el Programa de Estudios sobre Clases Medias que funcionó
entre 2011 y 2017 en el Centro de Investigaciones Sociales-Instituto de Desarrollo
Económico y Social (cis-ides).
74 . D. Ozarow: The Mobilization and Demobilization of Middle-Class Revolt: Comparative Insights
from Argentina, Routledge, Nueva York, 2019.
tema central | La clase media argentina en las últimas dos décadas 95
kirchneristas en los el gobierno de Cristina Fernández. El
cuales la clase detonante no era solo la situación económica
(desaceleración, inflación, «cepo»), cuya
media aparece como percepción discutiremos más adelante, sino
actor movilizado que también cobraron importancia temas
como la corrupción. Claves en este sentido
fueron, por
Ozarow, en una perspectiva que parte de las movilizaciones de la clase media
durante las últimas dos décadas, echa luz sobre sus demandas y motivos
políticos. El autor rastrea cómo la rebelión de 2001-2002, caracterizada por sus
rasgos de solidaridad interclasista entre la clase media y las clases populares 75,
se fue apagando y dio lugar a otro tipo de adhesiones y movilizaciones de signo
conservador e incluso reaccionario, en las cuales se retomaban tópicos como la
(in)seguridad o el repudio a lo que se percibió como una intromisión ilegítima
del gobierno. En este sentido, se pueden distinguir otros tres ciclos importantes
bajo las gestiones kirchneristas en los cuales la clase media aparece como actor
movilizado o, mejor dicho, en los que se produce lo que se interpretó como
movilizaciones de la clase media: primero, las manifestaciones entre 2004 y
2006 ligadas al secuestro y posterior asesinato de Axel Blumberg por motivos
económicos; segundo, las movilizaciones en el contexto del conflicto con los un
lado, la «tragedia de Once», en 201276, que
puso sobre la mesa el tema de la corrupción, pero también, por otro, una
creciente percepción de la clase media de un abuso de poder por parte del
gobierno nacional, sobre la base de, por ejemplo, rumores sobre una reforma
constitucional para introducir la reelección para un tercer mandato del
kirchnerismo en el poder. Entonces las movilizaciones de este tercer ciclo,
durante 2012 y 2013, denunciaron la «korrupción» o «corrupción k» y una
supuesta «diktadura», y expresaron un fuerte rechazo, en especial hacia la figura
de la presidenta (a quien llamaban de manera insultante la «kretina»).
Un cuarto ciclo que retoma expresiones de la clase media se distingue durante
el gobierno de Mauricio Macri, cuando un sector urbano se moviliza en julio de
2016 en los llamados «ruidazos» contra la suba de las tarifas de servicios
públicos como electricidad, gas o transporte. Sin embargo, las movilizaciones
que se produjeron desde la asunción de Macri no tendieron a ser interpretadas
como movilizaciones de clase media. Más allá de que lo fueran o no, este hecho
permite ver dos debilidades de la perspectiva misma: por un lado, se corre el
riesgo de adoptar acríticamente la autodescripción de los propios actores
movilizados que, como vimos, buscan asociar clases medias con vocación
democrática. Se genera así un sesgo hacia parte de la clase media que se

75 . Por ejemplo, la unidad entre los piqueteros (movimientos sociales de base


territorial que cortaban caminos) y las clases medias que organizaban cacerolazos y
asambleas en los barrios.
76 . El 22 de febrero, un accidente de tren de la línea Sarmiento en la estación Once, en Buenos
Aires, causó 51 muertos y cientos de heridos.
96 Tobias Boos | nueva sociedad | 285
reclama «democrática», mientras se rechaza –desde un antiperonismo histórico–
a los gobiernos kirchneristas como antidemocráticos. Como consecuencia, se
pierden de vista las ambivalencias y los intentos de integración hegemónica que
los gobiernos kirchneristas, sin lugar a duda, impulsaron. Por otro lado, hay un
segundo problema que arrastran los enfoques que parten de las movilizaciones
sociales: indagan principalmente aquellos momentos excepcionales en los que la
clase media se moviliza. En este sentido, los signos de las movilizaciones de la
clase media argentina fueron cambiando con el tiempo y se reestablecieron las
viejas fronteras entre peronismo y antiperonismo como uno de sus ejes
centrales. Sin embargo, son casos excepcionales en los cuales los
posicionamientos políticos son expresados públicamente. No parece arriesgado
afirmar que la opinión política se mueve mucho más en términos de consensos
tácitos que en apoyos o rechazos activos que además se hacen públicos. Es
decir, mientras la perspectiva de las movilizaciones sociales arroja luz sobre las
formas y razones de rechazo (o apoyo) expresadas explícitamente, se dieron
también dinámicas más «silenciosas» que jugaron un rol en estos tiempos. Para
comprenderlas, hacen falta otros acercamientos al tema de la clase media.

Clase profesional-gerencial y militancia estatal

Un abordaje clásico respecto de la clase media parte de un análisis de las


ocupaciones y ramas de actividad económica. Esta mirada cuenta con una larga
tradición en las ciencias sociales argentinas, ya que tiene sus fundamentos en los
estudios clásicos de Gino Germani como «La clase media en la ciudad de
Buenos Aires. Estudio preliminar», de 1942. Los trabajos de Germani
instauraron algunos de los mitos políticos acerca de Argentina como país de
clase media (otra vez, es muy recomendable el examen riguroso por parte de
Adamovsky, quien, revisando los datos de Germani, cuestiona las conclusiones
de gran alcance político del sociólogo).
Los estudios que se inscriben en este enfoque coinciden con el diagnóstico de
que la clase media (inferior) fue un polo dinámico en la estructura social
posterior a 2001. Ese sector de la clase media experimentó una expansión
acelerada y aumentó su peso en la composición social. Son especialmente los
asalariados de tareas administrativas, los técnicos y profesionales de gestión del
Estado y los empleados del sector salud, educativo y de investigación quienes
crecen a partir de 200377. Esta dinámica, empero, comienza a estancarse durante
la última gestión de Cristina Fernández. Los mismos estudios advierten sobre

77 . V. por ejemplo Gabriela Benza: «La estructura de clases argentina durante la


década 2003-2013» en Gabriel Kessler (comp.): La sociedad argentina hoy:
radiografía de una nueva estructura, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2016; Héctor
Palomino y Pablo Dalle: «Movilización, cambios en la estructura de clases y
convergencia de ingresos en Argentina entre 2003 y 2013» en Realidad Económica vol.
56 No 218, 2016.
tema central | La clase media argentina en las últimas dos décadas 97
cierta arbitrariedad e insuficiencia de los criterios exclusivamente económicos
para establecer un recorte entre los sectores populares y la clase media. Sin
embargo, se pueden retomar sus conclusiones con respecto a qué ramas de
actividades y grupos ocupacionales se expandieron en esos años. Se trata –
hemos señalado antes– de grupos fuertemente ligados a un proyecto de
desarrollo empujado desde el Estado y al despliegue estatal en el área de las
políticas sociales.
Esto nos lleva a una observación interesante con respecto a los cambios
estructurales y el comportamiento político de la clase media. John y Barbara
Ehrenreich propusieron en la década de 1970 la expresión «clase profesional-
gerencial» (professional-managerial class) para el caso
John y Barbara sus raíces en la ampliación del Estado y las
Ehrenreich reformas progresistas de comienzos del siglo
xx y obtiene hegemonía durante los años 60.
propusieron en la Estos autores subsumen bajo esta expresión a
década de 1970 la empleados estatales, maestros, gente del
expresión sector de producción cultural y también
periodistas –cabe aclarar que los autores no
«clase se referían solamente a empleados estatales
profesionalgerencial sino a todo un conjunto de instituciones
» sociales y entidades culturales y educativas
vinculadas a la expansión
de eeuu. Se referían con ella a un sector que tiene

estatal–. Más allá de la definición precisa en térmi-


98 Tobias Boos | nueva sociedad | 285
nos sociológicos, el aspecto enriquecedor de este concepto es la hipótesis
política vinculada. Ehrenreich y Ehrenreich argumentan que se trata de una
clase –desde su punto de vista existe incluso un «antagonismo objetivo», por
ejemplo entre esta clase y la clase obrera– cuya función principal es mediar en
el conflicto entre capital y trabajo, ejercer cierto control social y cultural y
garantizar así la estabilidad social78.
En este sentido, la expresión «populismo de clases medias» 79 utilizada por
Maristella Svampa tal vez represente una exageración, ya que tiende a
invisibilizar otras vertientes importantes del kirchnerismo. Sin embargo, nos
lleva a poner el foco en la militancia estatal de una parte de la clase media
durante los gobiernos kirchneristas. No solo explica las mejoras materiales
(empleos, becas, mejoras salariales, etc.) de ese sector, sino también cierto
apego al proyecto progresista y las formas de militancia que se dieron durante
aquellos años.

Pacto de consumo y economía moral de la clase media

En busca de una delimitación de la clase media, la definición tal vez más


recurrente sea la promovida por los organismos internacionales, que postulan el
ascenso de una clase media latinoamericana. Un muy citado informe del Banco
Mundial afirma que entre 2003 y 2009 la clase media de América Latina y el
Caribe creció 50% y superó los 152 millones de personas. Argentina se ubica
entre los países líderes, con un crecimiento de la clase media superior a 10% 80.
El estudio define la clase media sobre la base de los ingresos –entre 10 y 50
dólares paridad poder adquisitivo (ppa) diarios–. La arbitrariedad de la
definición utilizada por los economistas fue criticada en múltiples
oportunidades81. Además, una mirada más cercana al ascenso de una supuesta
clase media latinoamericana muestra grandes diferencias entre los países de la
región. Sin embargo, si quitamos de estos estudios su terminología clasista,
quedan como punto de partida sus datos con respecto a los niveles de ingreso 20.
Veremos entonces más en detalle el caso argentino.
Aquí se muestra que los salarios reales para el periodo que se inicia en 2003
han aumentado y que esto es particularmente evidente en el sector privado. Los

78 . B. Ehrenreich y J. Ehrenreich: «The Professional-Managerial Class» en Pat Walker (comp.):


Between Labor and Capital, South End Press, Boston, 1979.
79 . M. Svampa: ob. cit.
80 . Francisco H. G. Ferreira, Julian Messina, Jamele Rigolini, Luis-Felipe López-
Calva, Maria Ana Lugo y Renos Vakis: La movilidad económica y el crecimiento de la
clase media en América Latina, Banco Mundial, Washington, dc, 2013.
81 . E. Adamovsky: «‘Clase media’: reflexiones sobre los (malos) usos académicos
de una categoría» en Nueva Sociedad No 247, 9-10/2013, disponible en
<www.nuso.org>. 20 V. por ejemplo Nancy Birdsall: «A Note on the Middle Class in
Latin America», Working Paper N O 303, Center for Global Development, Washington,
dc, 2012.
tema central | La clase media argentina en las últimas dos décadas 99
ingresos medios pudieron recuperar su nivel de consumo anterior a la crisis de
2001 y a veces incluso aumentarlo. Cabe aclarar además que, si bien es cierto
que durante la primera presidencia de Néstor Kirchner se observan las mejoras
más importantes, no es adecuado reducirlas a este periodo, como sucede a
menudo en los análisis que hacen una fuerte distinción entre su mandato y el de
Cristina Fernández con respecto a su carácter de clase media. Después de un
crecimiento reducido en 2008 (4,1%) y una caída en 2009 (-5,9 %), los años
2010 y 2011 se caracterizaron por una fuerte recuperación económica. Hoy, en
tiempos de las cifras revisadas del entonces cuestionado Instituto Nacional de
Estadísticas y Censos (indec), la caída de 2009 queda en evidencia. En aquel
momento, sin embargo, prevalecía una sensación de que se había logrado
esquivar comparativamente bien la crisis económica global. Emblemáticos
ejemplos de aquella percepción son las cifras récord de ventas en los shoppings
y de autos cero kilómetro o viajes al exterior, que indican la permanencia de
altos niveles de consumo de las clases medias y altas en estos dos años. En el
periodo 2012-2013, aunque el nivel de consumo se estancó, se mantuvieron en
gran parte los beneficios de las primeras dos gestiones kirchneristas.
Se ha propuesto la ción Argentina– en pleno recorte de subsidios de
expresión «pacto de servicios públicos a comienzos de 2016, cuando
afirmaba que desde 2003 se había hecho «creer a
consumo» para un empleado medio que su sueldo servía para
entender cierta comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al
exterior»82.
integración material
Se ha propuesto la expresión «pacto de
de la clase consumo» para entender cierta integración
media post-2003 material de la clase media post-200383. Sin
embargo, se cometería un error si se la
entendiese en clave meramente eco-
Este estancamiento se convirtió más tarde en una reducción de los niveles de

consumo. El Centro de Investigación y Formación de la República Argentina

(cifra) ubica la caída de los salarios reales bajo la gestión de Macri, hasta

febrero de 2019, en 12,1% para el sector privado, mientras que en el sector

público se redujo 19,1%84. En esos cuatro años se volvió programática la famosa

82 . «González Fraga: ‘Le hicieron creer a un empleado medio que podía comprarse celulares e irse
al exterior’» en Infobae, 27/5/2016.
83 . T. Boos: «Pact of Consumption – Kirchnerism and the Argentinian Middle Class» en Austrian
Journal of Development vol. 33 No 4, 2017.
84 . cifra: Informe sobre situación del mercado de trabajo No 6, 2019.
100 Tobias Boos | nueva sociedad | 285
frase del economista Javier González Fraga –nombrado presidente del Banco de

la Nanomicista. Más bien, la idea apunta a la dimensión

política dentro de la economía y algo que se podría llamar –tomando en


préstamo el célebre concepto de E.P. Thompson– «economía moral de la clase
media». Tal como mostró el historiador británico, más allá de la necesidad
material, subyacía a los motines de hambre en Inglaterra durante el siglo xviii
un sistema de normas y valores sociales sobre lo que se consideraba una
economía justa y un buen gobierno; algo similar se puede identificar en el caso
de la clase media argentina.
Queremos resaltar dos aspectos de esta idea. Primero, la expresión «economía
moral» visibiliza la importancia de lo cotidiano para entender la idiosincrasia de
la clase media. Se han atribuido los problemas de los gobiernos progresistas en
la región a la caída de los precios de los commodities a partir de 2013. Es cierto
que la reducción de los ingresos por exportaciones de recursos naturales
disminuyó los márgenes de maniobra que permitía la coyuntura política.
Empero, no alcanzan los datos económicos duros para explicar la visión
crecientemente negativa de la clase media acerca de las políticas kirchneristas.
Si bien los problemas estructurales del modelo económico se hacen cada vez
más visibles a partir de 2012 (fin del boom de los commodities, déficit
energético, restricción externa), las medidas económicas tomadas afectaron
especialmente algunos de los núcleos identitarios más arraigados en el modo de
vida de la clase media. El ejemplo al que más se acudió fue el del llamado
«cepo» (la imposición de restricciones a la compra de dólares): dentro del
universo de tal economía moral, este fue interpretado por sectores de la clase
media como limitación a la libertad personal y apartamiento del mundo
globalizado.
Otro ejemplo en la misma clave es el consumo de productos de marcas
importadas. Mezcla de herencia de la cultura de la década de 1990 con
cuestiones estructurales de la economía argentina, la demanda de estos
productos persiste en un alto nivel. Su disponibilidad y el ascenso a pautas de
consumo internacionalizadas siguen siendo un rasgo importante de la identidad
de los consumidores de clase media85. Pero no es una cuestión meramente
«cultural», sino que se traduce en un desafío macroeconómico. De hecho, los
productos de consumo importados alcanzaron según el Instituto Nacional de
Estadística y Censos (indec), para el periodo 2003-2015, el 11,1% de todas las
importaciones. Las regulaciones de importaciones desde 2012 afectaron
especialmente a estos bienes de consumo y fueron interpretadas como una
intervención ilegítima por parte del Estado en la economía y en la vida personal.

85 . Ulrich Brand y Markus Wissen: Imperiale Lebensweise: Zur Ausbeutung von Menschen und
Natur in Zeiten des globalen Kapitalismus, Oekom, Múnich, 2017.
tema central | La clase media argentina en las últimas dos décadas 101
Las movilizaciones urbanas de 2012 y 2013 fueron clara expresión del rechazo
hacia la politización continua de la economía en el nivel de la vida cotidiana.
Segundo, la identidad como consumidor juega desde la década de 1990 un rol
clave en esta economía moral y se mantiene presente durante el kirchnerismo.
Muchas veces esta afirmación es malentendida como una crítica al consumo en
general. Pero más que una crítica a las mejoras y al bienestar material, se trata
de una observación con respecto a cierta continuidad de lo que Verónica Gago
describió como «ciudadanía a través del consumo» 86. La perspectiva de una
economía moral de la clase media explica la atracción de la propuesta de
Cambiemos en 2015. Su promesa de una «despolitización» de la política
económica y la devolución de las libertades de los consumidores percibidas
como derechos (el desenvolvimiento personal en la esfera de consumo, para lo
cual el Estado debería garantizar acceso y elección libre) armonizó con las ideas
involucradas en esta economía moral de un buen gobierno y funcionamiento de
la economía. Las afirmaciones de Macri respecto a que la inflación no sería un
problema en su mandato, ya que solo se debía a la anomalía populista, fue en
este sentido la promesa de una economía «normal», como en los países «serios».
En la misma clave se pueden leer los pronunciamientos respecto al «regreso al
mundo», que prometieron una renovada credibilidad y respetabilidad a escala
mundial. La liberación del mercado cambiario cumplió, por su parte, la ilusión
de una libertad contrapuesta a las restricciones opresivas durante el
kirchnerismo, más allá de las posibilidades económicas reales del individuo.
El no haber logrado cumplir con la promesa de desterrar las preocupaciones
económicas de la vida cotidiana ni posibilitar el acceso a las anheladas pautas de
consumo internacionalizadas explica, a la vez, el desencanto posterior con el
gobierno de Macri. En especial en 2019, las altas cifras de inflación o la vuelta
al control de cambios fueron derrotas simbólicas particularmente abrumadoras,
ya que iban en contra de la economía moral de la clase media argentina.
Encontrar el equilibrio con respecto a esa economía moral, apelar a un
progresismo moderado y, a la vez, lidiar con los rasgos persistentes de una
identidad antiperonista serán claves para la flamante presidencia de Alberto
Fernández en los años que vienen, si, como parece por el momento, se lanza a
otro intento por parte de un gobierno peronista de seducir a la clase media
argentina.

Re vis ta de CultuRa y CienCias soCiales


2019 Gijón N 100
o

CENTENARIOS. PERSONAJES QUE MARCARON LA

86 . V. Gago: «Financialization of Popular Life and the Extractive Operations of Capital: A


Perspective from Argentina» en South Atlantic Quarterly vol. 114 No 1, 2015.
102 Tobias Boos | nueva sociedad | 285
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abaco.es>.
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 285, enero-febrero de
2020, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

Conceptos e ideas
sobre las clases
medias peruanas
Víctor Arrambide Cruz

¿Cómo fueron pensadas históricamente las clases medias en Perú?


¿Qué tipo de autopercepciones emergieron en un país atravesado
por diversos clivajes étnicos y regionales? Más recientemente,
¿cómo afectó la definición de «clase media» el afianzamiento de un
sistema neoliberal que logró sedimentarse y generar una estabilidad
y una cohesión de las elites mayores a las de otros países de la
región?

En mayo de 2019, el informe del Instituto de Economía y Desarrollo


Empresarial (iedep) de la Cámara de Comercio de Lima (ccl)
estableció que 14,4 millones de peruanos (44,7% de la población)
pertenecían a la clase media. Los indicadores del informe
determinaron que durante 2018 se integró a ese segmento un total de
618.797 personas1. Según el informe, el avance de la clase media se
debe principalmente al crecimiento del pib en 4% y a la reducción de
la pobreza (esta alcanzaba a 20,5% de la población al cierre de 2019).
De estos 14,4 millones, 9,4 se ubicaban dentro de la clase media baja
(que percibe entre 10 y 20 dólares diarios) y los 5 millones restantes
se ubican en la clase media alta (que percibe entre 21 y 50 dólares) 2.

Víctor Arrambide Cruz: es historiador por la Universidad Nacional Mayor de San


Marcos (Lima). Ha sido docente en esa universidad y en la Escuela Nacional de
Archivística.
Palabras claves: clases medias, desigualdad, neoliberalismo, pobreza, Perú.
104 Víctor Arrambide Cruz | nueva sociedad | 285
1. En este caso, los parámetros que definen a la clase media se basan en los
indicadores del Banco Mundial, que agrupa a la población latinoamericana en cuatro
«clases», dependiendo de su ingreso diario en dólares: la clase baja (con un ingreso
menor a 4 dólares por día); los vulnerables (entre 4 y 10 dólares), la clase media (entre
10 y 50 dólares) y la clase alta (más de 50 dólares). Ludwig Huber y Leonor Lamas:
Deconstruyendo el rombo. Consideraciones sobre la nueva clase media en el Perú, iep,
Lima, 2017, p. 18.
2. «Clase media creció 4,5% en el 2018 y representa el 44,7% de la población
peruana» en Gestión, 15/5/2019.
Cien años antes, a inicios del siglo xx, Joaquín Capelo consideraba en su
Sociología de Lima que las clases sociales (superior, media e inferior)
«representan lo que en la vida animal constituye el cerebro, el corazón y el
estómago, respectivamente». En las sociedades más desarrolladas, la línea
divisoria entre las clases sociales era muy marcada; en cambio, en Perú, ocurría
todo lo contrario87. La línea difusa entre las clases sociales hacía que la clase
media, en palabras de Capelo, viviera «amenazada constantemente de las
invasiones de la clase inferior y excitada por su parte a penetrar en el campo de
la clase superior».
La distancia entre ambas referencias nos hace ver que lo que se entiende por
clase media ha cambiado notablemente. La definición de clase media, como
señala David Parker, enfrenta los modelos científicos propuestos desde las
ciencias sociales, al establecer categorías que se aproximan al sentido común de
la gente, es decir, a aquellos conceptos propios del vocabulario popular que se
utilizan para caracterizar al otro, como «pituco», «huachafo», «cholo»,
«arribista» y «venido a menos». Tal como lo expresa Parker: «Si volvemos a
principios del siglo xx, encontraremos algunos de esos mismos conceptos (no
todos) y otros que ahora han desaparecido o van desapareciendo: ‘gente
decente’, ‘gente de familia’, ‘caballero’, ‘medio pelo’, ‘gente de humilde
condición’»4.
Como coinciden en señalar algunos autores, los trabajos de Parker permiten
ver a la clase media más allá de una concepción ideológica mediante límites de
ingresos –tal como la mide el Banco Mundial– pero sin dejar de tomar en cuenta
los patrones de consumo, que tratan de emular los de las clases altas. Por eso,
Capelo escribe que «la clase media es la más visitada por la escasez y la
miseria, y este mal se agrava con dosis de vanidad y desconocimiento de sí
misma»88. Entonces, ¿cómo definir a la clase media? ¿Cuáles son sus contornos?
¿Cómo ha evolucionado este concepto?
Este artículo busca recoger algunas de las principales nociones sobre lo que es
la clase media en Perú, las disyuntivas que existen entre los tópicos científicos y
las concepciones popularizadas y describir cómo esta especie de dicotomía ha
evolucionado con el tiempo.

87 . En J. Capelo: Lima en 1900, estudio crítico de Richard Morse, iep, Lima, 1973,
pp. 183-184. 4. D. Parker: «Discursos, identidades y la invención histórica de la clase
media peruana» en Debates en Sociología No 22, 1997, p. 100.
88 . J. Capelo: ob. cit., p. 85.
tema central | Conceptos e ideas sobre las clases medias peruanas 105
Nociones previas

Guillermo Nugent nos habla de tres niveles interpretativos para entender el


problema de la clase media: el ontológico, el identificatorio y el síntoma
político. En el primero, el del terreno de la «ontología social», se habla de una
clase media que está creciendo, ha desaparecido, se ha transfigurado, etc. El
segundo nivel es usualmente autoidentificatorio: un sector de la población se
considera como parte de la clase media de acuerdo con sus patrones de
consumo. El tercer nivel asocia la clase media a la estabilidad política y social:
«Cuando se habla de clase(s) media(s) en los debates públicos se habla de la
marca de una estabilidad situada cada vez más en el pasado. Es decir, también la
clase media,
aparte de ser usada para constataciones y como En la definición
seña de identidad, es igualmente una manera de de la clase media
describir un estilo de acción pública, básicamente
pacífica y previsible»89. la autoidentificación
Es muy importante precisar entonces que en la es clave definición
de la clase media la autoidentificación
es clave, porque allí no solo se pueden analizar los valores que tiene
una persona para situarse en uno de los estratos sociales, sino también
lo que la distingue de los demás. Es decir, uno se puede definir como
de clase media por ciertas características que considera como
centrales, pero también porque se diferencia de las otras clases (sobre
todo las inferiores). Como nos señala Gonzalo Portocarrero:

Cuando se lo usa para definirse a sí mismo [el término] adquiere un


significado muy diferente a cuando se lo emplea para clasificar a
los demás. En el primer caso, cuando una persona dice «yo soy de
clase media», el término remite a ciertas creencias y valores, a una
forma de entender la vida y ubicarse en la sociedad. En el segundo,
cuando se trata de clasificar a los demás, el término se refiere a un
conjunto de personas que tienen características comunes: un mismo
nivel educativo, ingresos parecidos u ocupaciones similares. (...)
En el primero se enfatizan la cultura y el orden simbólico en cuanto
regímenes de ordenamiento de la vida impulsiva y de producción
de identidades colectivas. En el segundo, el trabajo y la economía
aparecen como los fundamentos de la diferenciación social.90

89 . G. Nugent: «Clase media. De la mano invisible a la clase invisible» en Julio


Gamero y Molvina Ceballos (eds.): Perú Hoy. La clase media ¿existe?, desco,
Lima, 2003, pp. 17-18.
90 . G. Portocarrero: «Ajuste de cuentas. Las clases medias en el
trabajo de tempo» en G. Portocarrero (ed.): Las clases medias. Entre la
pretensión y la incertidumbre, sur / Oxfam, Lima, 1988, p. 13.
106 Víctor Arrambide Cruz | nueva sociedad | 285
Para las ciencias sociales, los criterios de clasificación de las clases
sociales más comunes son: nivel de ingresos, nivel de educación,
ocupación, posesiones patrimoniales y origen de clase. Estos se
identifican en una escala de valores en la cual cada grupo o categoría
ocupa una posición que va de mayor a menor o de inferior a superior.
Esta escala de valores informa sobre el lugar que cada categoría
ocupa en el sistema clasificatorio al cual pertenece 91.
Siguiendo a Parker, la definición científica de clase media en los últimos años
ha sido puesta en jaque, por un lado, por la crisis del marxismo como teoría que
definía a las clases sociales, y por el otro, por el cuestionamiento metodológico
surgido con el posmodernismo, que relativizaba el rol de las clases sociales en
el devenir histórico92. Por ello es que Parker busca reconstruir los discursos, las
ideas y las clases sociales, mostrando cómo el esquema binario de la «gente
decente» y el «pueblo» no dejó espacio para estratos intermedios en el
imaginario social hasta bien entrado el siglo xx. En vez de armar mi propio
modelo «objetivo» de la estratificación social peruana, en este texto trato de
entender los diferentes discursos de clase que manejaban los diversos actores en
la historia peruana; poner el foco en cómo ellos entendieron las clases sociales y
cómo proporcionaron ideas, visiones y discursos de descripción social. En otras
palabras, trato de ver las clases como construcciones sociales, productos de una
imaginación colectiva93.

Los orígenes del concepto

¿Desde cuándo se puede hablar de clases medias en Perú? Parker nos da pistas
sobre el uso del concepto en el Proyecto de una sociedad de crédito de Ricardo
Monti de 1871, pero como un hecho aislado, porque ni en obras de data cercana,
como la Estadística o Lima de Manuel A. Fuentes, ni en la Sociología de Carlos
Lisson se encuentra referencia a ellas. Considero que si bien no había un
concepto «clase media», sí se tenía una idea de la existencia de un grupo
intermedio entre la «elite guanera» y la «plebe»: un grupo compuesto
básicamente de comerciantes medianos e intelectuales, o funcionarios públicos,
con estudios en la Universidad de San Marcos o los Colegios Mayores, que

91 . Norma Füller: «Las clases medias en las ciencias sociales» en G. Portocarrero (ed.): Las clases
medias. Entre la pretensión y la incertidumbre, sur / Oxfam, Lima, 1988, pp. 443-458.
92 . «El marxismo temprano se refería con el término a la emergente capa de
profesionales de ‘cuello blanco’ (...). Las diferencias jerárquicas e institucionales entre
la ‘antigua’ clase media, propietaria de pequeños negocios (la ‘pequeña burguesía’ de
los marxistas) y los empleados sin propiedad (la ‘nueva’ clase media regulada por
estructuras burocráticas) fueron tema del libro de C. Wright Mills (1951) hacia la mitad
del siglo pasado. También Giddens (1979) distingue entre la ‘clase media antigua’
(sinónimo de la ‘pequeña burguesía’) y una ‘nueva clase media’ de empleados sin
propiedad y con trabajos no manuales». L. Huber y L. Lamas: ob. cit., p. 12.
93 . D. Parker: ob. cit., p. 103.
tema central | Conceptos e ideas sobre las clases medias peruanas 107
aspiraban a formar parte de esa «elite» para distanciarse de la «plebe» con la
cual no se sentían identificados. La idea va gestándose hasta que a fines del
siglo xix e inicios del xx se vuelve un grupo más cohesionado. Esto coincide
con las ideas sobre la clase media expresadas por Capelo en su ya citada
Sociología de Lima. Este concepto se irá asentando en las primeras décadas del
siglo xx y tendrá su prueba
1919, cuando este grupo ya tiene una clara «Gente decente» y
conciencia e identificación de ser de «clase «gente de pueblo»
media» y la expresión se usa en el discurso
político. eran los conceptos
Aunque Parker señala que «gente decente» y más utilizados en
«gente de pueblo» eran los conceptos más un primer
utilizados en un primer momento por los momento por los
limeños para distinguirse de los demás, hay
limeños
que entender que el primero de ellos ya se
usaba desde inicios de
de fuego en la primera huelga de empleados, en

la República. Pablo Whipple nos ha explicado

cómo con la independencia las nuevas autoridades quisieron fundar una


decencia republicana en oposición a la idea colonial (la superioridad moral que
se aplicaba a los españoles y sus descendientes, y a los indígenas y mestizos que
alcanzaban una posición privilegiada)94. Esta idea de decencia implicaba un
cierto estilo de vida y de consumo que se fue acentuando durante la época del
guano y que perviviría pese a la crisis económica que sucedió a la guerra con
Chile (1879-1884). Entonces, ¿qué era ser decente a inicios del siglo xx en
Lima?

Para el hombre acaudalado, la decencia residía en un cierto estilo de vida y de


consumo; para el aristócrata venido a menos, era una cuestión de abolengo y
de vínculos familiares; para el profesional, se lograba con un título
universitario; un empleado de comercio se sentía decente porque no trabajaba

94 . Ver P. Whipple: La gente decente de Lima y su resistencia al orden republicano.


Jerarquías sociales, prensa y sistema judicial durante el siglo xix, iep / Centro de
Investigaciones Diego Barros Arana, Lima, 2013.
108 Víctor Arrambide Cruz | nueva sociedad | 285
con las manos; y el artesano reivindicaba su decencia por ser alfabeto, limpio,
abstemio, serio, padre de familia, más o menos blanco.95

Esta clase media, o mejor dicho, la concepción de una identidad de clase


media, se iría construyendo sobre la base de la idea de que el dinero no es el
único medio para lograr el ascenso social; se requería sobre todo un apellido de
familia (es decir un apellido conocido), abolengo y estilo de vida 96. Parker hace
referencia a los informes de las autoridades municipales a inicios del siglo xx en
los que se evidencia que, aunque una persona viviera en condiciones austeras,
por el hecho de ser de tez blanca y tener un «buen» apellido y educación podía
ser considerada de clase media frente a los obreros y artesanos. Esta conciencia
se iría reforzando en la medida en que la clase obrera iba desarrollando a su vez
su propia conciencia y pliego de reclamos, en un contexto de crisis de la
República Aristocrática, regida por el Partido Civil, y mientras los pensadores
progresistas de la época iban importando el vocabulario moderno de clases
sociales que ya estaba asentado en Europa.
Por ello, el proceso posterior al fin de la Primera Guerra Mundial, cuando los
obreros consiguieron mejoras laborales como aumentos salariales y la jornada
de ocho horas, fue el contexto propicio para que las clases medias entraran en la
escena política. 1919, año en que se produce el fin de la República Aristocrática
y el ascenso de Augusto Leguía al poder, estuvo marcado por una serie de
huelgas y manifestaciones, pero también por el impulso de las asociaciones de
trabajadores, como fue el caso de los empleados de las casas comerciales,
bancos y almacenes que se declararon en huelga en El Callao por más de una
semana. Para Parker, este movimiento marca un hito porque lleva la idea de
«clase media» al debate político, lo que trajo como consecuencia, durante el
oncenio de Leguía, la promulgación en 1924 de la Ley del Empleado97.
Es interesante ver cómo esta ley impuso una brecha entre obreros y
empleados como dos sectores distintos: el primero se identifica como clase
media, y por tanto, como «decente». Entonces, ser un empleado significaba ser
superior a ser obrero, aun si el sueldo del segundo era mayor al del primero. El
estatus se imponía entonces frente a los niveles remunerativos. Esta división se
mantendrá por muchos años, sobre todo en las décadas siguientes. Un ejemplo,
en el sector salud, es la construcción del Hospital Obrero en 1938 y del Hospital
del Empleado en 1951. Ambos grupos de trabajadores tendrán sus propios

95 . D. Parker: ob. cit., pp. 105-106.


96 . Este tópico parece repetirse en otras décadas. «Salvo excepciones, contadas con
los dedos de la mano, la mayoría de los industriales eran, socialmente hablando,
marginales. El hecho de ser blancos y europeos, con el paso del tiempo y dado que
tenían fortuna, les valía el acceso a la clase media acomodada. No era fácil cumplir con
los requisitos de tener ‘apellido, fortuna y educación’». Francisco Durand: La
burguesía peruana. Los primeros industriales. Alan García y los empresarios, desco,
Lima, 1988, p. 23.
97 . D. Parker: ob. cit., pp. 107-109.
tema central | Conceptos e ideas sobre las clases medias peruanas 109
sistemas asistenciales hasta la década de 1970, cuando el régimen militar, con
un discurso nacionalista y de igualdad entre las distintas clases sociales, unificó
ambos sistemas.
110 Víctor Arrambide Cruz | nueva sociedad | 285
© Nueva Sociedad / Nico González 2020

La nueva clase media

La llegada de las olas migratorias a la ciudad trajo consigo el incremento de la


población y la ampliación de la demanda laboral. En ciudades como Lima, que
se van expandiendo caóticamente, la nueva fuerza laboral crece como efecto de
los contingentes migratorios y esto obliga a la recreación constante de
estrategias de adaptabilidad98. De ese modo la clase media, que a inicios del
siglo xx parecía relativamente uniforme, se convierte en un estrato social en el
que ahora se pueden identificar hasta tres subgrupos:
- una clase media tradicional, vinculada al imaginario dual
colonial y a un temprano impulso modernizador, que asigna una alta
valoración al gasto como inversión para el mantenimiento o la
apariencia de un estilo de vida;
- una clase media consolidada, producto de la expansión urbana
y de la segunda reforma universitaria, que posibilitó su desarrollo
como elite intelectual y tecnocrática; y
- una clase media emergente, producto de las migraciones
masivas, de la redefinición del espacio urbano y de los nuevos usos
del capital económico y relacional.
Hay que tener en cuenta que la ola migratoria trajo consigo una ampliación de
la demanda laboral. Las primeras generaciones de migrantes, que se trasladaron
del campo a la ciudad, tenían una educación básica; se trataba de
quechuahablantes, que se dedicaron en gran proporción al comercio informal.
Así se hicieron poco a poco de un capital para ir mejorando su calidad de vida y
aspiraron a que las futuras generaciones tuvieran acceso a los beneficios que
ellos no obtuvieron. Con la ayuda de las políticas estatales de vivienda y
educación, la segunda y tercera generación pudo acceder incluso a una
educación universitaria. Como señala Norma Füller, la elite de los sectores
informales apunta a convertirse en una nueva clase media en la medida en que
posee niveles de ingreso y capacidad de consumo similares a aquellos de los
que tradicionalmente gozaron las clases medias asalariadas y profesionales. No
se trata entonces de la renovación de la pequeña burguesía, «sino de la
emergencia de un nuevo sector cuya identidad tiene fuertes contenidos étnicos y
que no participa del capital cultural y de relaciones que caracterizaron a los
sectores medios tradicionales»99.
La igualdad de oportunidades ya forma parte de las creencias aceptadas
conscientemente (aunque no internalizadas) por la mayoría de las capas urbanas
y esto ha diluido mucho el carácter aristocratizante de los grupos dominantes. Si
bien los sectores de la clase media conservan ciertos rasgos exclusivistas,

98 . Eduardo Toche: «Apuntes sobre las clases medias», serie Perú Hoy No 15, desco, Lima, 2009, p.
151.
99 . N. Füller: «Las clases medias en las ciencias sociales», cit., p. 454.
tema central | Conceptos e ideas sobre las clases medias peruanas 111
tienden más a adjudicarlos a sus propias cualidades: formación, eficiencia,
dinamismo o estilo de vida, que al hecho de asemejarse a una elite que ha ido
perdiendo los rasgos que la distinguían100101.
Javier Díaz Albertini considera que en Perú, un país con una gran desigualdad
en la distribución de ingresos, la división entre la clase media y otras clases
sociales es una franja estrecha y mal definida, cuyos límites se establecen más
por negación que por contenidos objetivos y concretos, y que estos límites son
socioculturales antes que económicos102. Sobre todo en una economía
empobrecida como la peruana y en particular en la década de 1980, con la crisis
económica y el terrorismo, la clase media limeña era relativamente pobre en
comparación con las clases medias de los países vecinos:

Se distinguía fundamentalmente por la zona residencial, su ocupación no


manual y el nivel de estudio. Los ingresos eran relativamente bajos, pero
también lo eran sus posibilidades de consumo, bastante modestas debido a la
reducida selección ya sea por la prohibición de importaciones (durante
Velasco y Morales Bermúdez) o su efectiva restricción por los altos aranceles
a la importación. (...) Habría que añadir que el casi nulo acceso al crédito
también recortaba las posibilidades de consumo.103

En efecto, la crisis de los años 80, que luego se agravó con el fujishock de
1990, melló a la clase media, a la que le tomó largo tiempo recuperarse (de ahí
los reportes que indican que el aumento del consumo se relaciona sobre todo
con la recuperación de la capacidad de consumo que la clase media perdió
durante la crisis económica de las décadas de 1980 y 1990). Además, esta crisis
traerá consigo un
cambio importante en el paradigma de lo que La crisis de los años
es la clase media, sobre todo en los jóvenes,
80, que luego se
que se irán nutriendo del neoliberalismo y su
insistencia en el individualismo agravó con el
(racional/egoísta) y en un estilo de vida que fujishock de 1990,
solo puede sostenerse sobre la base del melló a la clase
consumo. Lo que más importa es el estatus,
media
sobre todo por el nivel de educación, sin tomar
en cuenta la ocupación o los ingresos. La
aparición de universidades privadas, alentadas por el neoliberalismo fujimorista,
incidiría en esta idea de estatus: estudiar en una de estas universidades, por más
humilde que fuera el origen de cada uno, era importante para diferenciarse del
resto y para habilitar el acceso a ciertos espacios para la construcción de redes
100 . N. Füller: Dilemas de la femineidad. Mujeres de la clase media en el Perú, pucp, Lima,
101 , p. 30
102 . J. Díaz-Albertini: Nueva cultura de trabajo en los jóvenes de la clase media limeña,
Universidad de Lima, Lima, 2000, p. 9.
103 . Ibíd., p. 20.
112 Víctor Arrambide Cruz | nueva sociedad | 285
sociales, políticas y económicas habilitantes de un mejor posicionamiento social
–sobre todo en una década en la que estudiar en una universidad nacional
significaba la estigmatización de ser «terruco» (terrorista)–. La aspiración de las
clases emergentes es que sus hijos accedan a estos espacios para elevar su
estatus y con él, el de toda la familia. En el último año, esta idea de estudiar en
una universidad privada «para tener un empleo y poder vivir» ha chocado con la
verdadera cara de la educación privada en el país: universidades privadas con
bajos aranceles, que no aseguran una calidad educativa adecuada y cuyos títulos
no garantizan un empleo digno, sino más bien empleos de sueldo mínimo o
subempleo.
Este aspecto de la educación como un medio para ascender socialmente es
criticado por algunos científicos sociales, quienes consideran que la clase media
peruana ha traicionado su papel de líder natural de la nación en términos
culturales y políticos, porque prefirió identificarse con la forma de vida de las
elites en vez de formar un conjunto con las clases populares para dar forma a un
proyecto alternativo de país104. La clase media más bien ha caído en el
«simplismo», adecuándose a las políticas neoliberales de la economía nacional,
como señala Eduardo Toche:

las clases medias peruanas no han podido cumplir sus roles y el resultado es
ese andar a la deriva que invade los fueros íntimos de los peruanos (…). En su
lugar, se han instalado el inmediatismo y la reducción de las redes sociales
(…). También el sentido minimalista de sus demandas: la educación debe ser
«práctica», casi reducida a enseñar un oficio o habilidades «para
desempeñarse en la vida», como computación, idiomas extranjeros, entre
otros, los cuales son necesarios, pero a todas luces insuficientes.105

La estabilidad del neoliberalismo y las clases medias

Como escribió Carlos Adrianzén, la estabilidad del neoliberalismo peruano se


basa en la conjunción de tres factores: la cohesión de las elites empresariales
desde la década de 1980, el temor a las izquierdas y la renovación ideológica
neoliberal promovida por Hernando de Soto106. Esta última hace hincapié en que
las clases medias de ahora son ante todo autoforjadas, producto de la inversión
privada y del crecimiento económico, más que de políticas provenientes del
Estado. En el marco de este nuevo lenguaje, el concepto de «emprendedor»
refiere a quien inicia un negocio (sobre todo formal) para mejorar su calidad de
vida y así acceder a la clase media o consolidarse en ella, contribuyendo así con
la economía.

104 . N. Füller: «Las clases medias en las ciencias sociales», cit., p. 30.
105 . E. Toche: ob. cit., p. 162.
106 . C. A. Adrianzén: «Una obra para varios elencos. Apuntes sobre la estabilidad del
neoliberalismo en el Perú» en Nueva Sociedad No 254, 11-12/2014.
tema central | Conceptos e ideas sobre las clases medias peruanas 113
El empresariado agrupado en la Confederación Nacional de Empresarios
Peruanos (Confiep) se ha vinculado principalmente a los partidos de derecha,
financiando candidaturas en las elecciones presidenciales luego de la restitución
democrática, tras la caída de la dictadura fujimorista. Esta intervención del
grupo empresarial en la vida política, caracterizada por partidos débiles, ha
favorecido la continuación de políticas económicas alineadas con las recetas del
Banco Mundial107. Esto ha permitido el incremento de la clase media en los
inicios del presente siglo; así, por ejemplo, un estudio de Ipsos señala que entre
2005 y 2014 la clase media peruana aumentó de 21% a 35% de la población
total.
En la actualidad, la clase media peruana tiene la posibilidad de acceder a
seguros de salud y educación, e incluso seguridad, privados. El incremento de la
oferta de vivienda con la construcción de edificios y condominios es una
muestra del crecimiento de la economía nacional que ha creado nuevos espacios
de socialización, así como la proliferación de centros comerciales en las últimas
dos décadas, muchos de ellos en las zonas periféricas de las ciudades (sobre
todo en Lima) que antes eran consideradas como «conos».
En este pequeño balance, vemos cómo las diferentes formas de caracterizar a
la clase media nos hacen cuestionar los parámetros que el Banco Mundial utiliza
para definirla. Es evidente que los resultados macroeconómicos se distancian de
lo que sucede con los aspectos socioculturales de cada una de las regiones de un
país como el Perú, donde las desigualdades sociales son muy marcadas.

107 . En una entrevista, Fidel Jaramillo, representante del Banco Interamericano de


Desarrollo (bid), sostuvo que el aumento de la clase media en Perú se debió a la buena
política macroeconómica del país, que le permite ser uno de los líderes en la reducción
de la pobreza: «es necesario mantener sólidos esos fundamentos macroeconómicos y,
además, promover el acceso a los bienes públicos claves (infraestructura y
financiamiento) para desarrollar proyectos de inversión». F. Jaramillo: «Clase media y
crecimiento en el Perú» en Lampadia, 2/6/2015.
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 285, enero-febrero de
2020, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

Reforma y emergencia
de capas medias en
Cuba
Mayra Espina

Las reformas en Cuba han ido modificando, bajo el efecto de crisis y


cambios políticos, la tradicional estructura social del socialismo,
basada en la centralidad del Estado como empleador y proveedor de
bienes y servicios, y han favorecido formaciones sociales
heterogéneas, con un ensanchamiento de las diferencias en el
ingreso y en el acceso a bienestar. Cuba experimenta una transición
socioestructural, lo que supone nuevas oportunidades y barreras
para la inclusión social.

Se ha hecho un lugar común en la literatura sociológica, en el ámbito


periodístico y en el discurso político en América Latina referir a la
existencia, ampliación o retraimiento de las «clases medias» para
juzgar la calidad y el rumbo de los cambios estructurales que
fomentan diversas estrategias públicas1. Sacar de la pobreza a amplios
sectores poblacionales y colocarlos en «situación media», en relación
con el monto de ingresos superior en n veces a la canasta básica,
suele considerarse como un factor explicativo de la legitimidad de
diversas formaciones políticas en el gobierno. Pero también es común
encontrar el argumento de que el crecimiento de sectores medios
explica las derrotas electorales de partidos

Mayra Espina: es doctora en Ciencias Sociológicas. Trabaja como oficial nacional de


programas en la Oficina de Cooperación Suiza en La Habana. Es profesora adjunta de
la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), sede Cuba, e integra el
consejo editorial de las revistas Temas y Cuban Studies (Universidad de Harvard).
Palabras claves: capas medias, desigualdades, reforma, socialismo, Cuba.
tema central | Reforma y emergencia de capas medias en Cuba 115
1. Un análisis sobre estos usos puede encontrarse en Fernando Toyos: «Las capas
medias y los procesos políticos post-neoliberales: los casos de Argentina y Venezuela»
en Acta Académica xi Jornadas de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2015.
de corte popular, debido a un cambio (hacia arriba) de las demandas y
expectativas de las nuevas capas medias.
Un argumento positivo en favor del uso del enfoque de los sectores medios es
el de su obviedad empírica. La historiadora Margarita López Maya escribió para
el caso venezolano:

El concepto de capas medias en una sociedad es variable y no fácil de


precisar. Sin embargo, es una realidad social que cuando uno la ve la
reconoce. Los sectores medios son un grupo o conjunto diverso de grupos
sociales que se caracterizan más allá de su nivel de ingreso –que suele ser
superior al doble de la cesta básica–, entre otros rasgos, por una forma de
vida, niveles de educación, hábitos de consumo, lugares de residencia, y por
las relaciones sociales que establecen. (…) pueden ser sectores importantes
para la convivencia pacífica y democrática, al introducir un colchón entre
ricos y pobres y propiciar luchas por el respeto de derechos civiles, políticos,
humanos, y por la calidad de vida en las ciudades donde viven.108

Pero la aplicación del enfoque de «medianía socioestructural» siempre suscita


un debate metodológico, pues se considera de poca densidad teórica en términos
de economía política y porque funciona como una especie de saco hondo donde
caben disímiles situaciones sociales. Refiriéndose a la «clase media», el
historiador Ezequiel Adamovsky considera que es una «categoría residual»,
cuyo contenido se delimita «menos por la propia unidad y consistencia del
conjunto de personas que agrupa, que por los bordes de otras clases sociales de
las que sí existen criterios objetivos de definición». En su criterio,

la mayoría de los trabajos que se ocupan de la clase media comienzan


reconociendo la dificultad de definirla a partir de parámetros objetivos. Sin
embargo, suelen pasar luego, rápidamente, a ofrecer una definición operativa
ad hoc para presentar entonces los descubrimientos empíricos que explican
cómo es esa clase o cómo lo fue en el pasado. La existencia misma de una
clase media aparece como un dato obvio que no requiere demostraciones. 109

Las críticas recorren cinco aspectos: uso sobreideologizado del concepto para
legitimar o desacreditar actuaciones políticas; intercambiabilidad de términos
como equivalentes o sinónimos (capas, clases y sectores medios), lo que debilita
el alcance conceptual; adjudicación a priori de condición de clase a ubicaciones

108 . M. López Maya: «Capas medias y revolución» en Aporrea, 24/6/2007.


109 . E. Adamovsky: «Clase media: reflexiones sobre los (malos) usos académicos de una categoría»
en Nueva Sociedad No 247, 9-10/2013.
116 Mayra Espina | nueva sociedad | 285
socioestructurales medias que forman un conjunto muy heterogéneo sin
comprobación, investigación mediante, de su real «calidad clasista»;
descripción de rasgos de existencia similares para probar homogeneidad grupal
sin comprobación comparada con los rasgos de otras agrupaciones sociales;
identificación de sectores medios con «justo medio», lo que implica considerar,
también a priori, que ejercen un balance positivo entre extremos de la estructura
social y que su expansión representa mejoras de equidad, inclusión y
democratización.
Este texto opta por sin otorgar un valor positivo a priori.
Siguiendo estas recomendaciones y
el concepto de
teniendo como trasfondo la concepción de
«capa» para analizar que el centro de estructuración de los sistemas
el proceso de de estratificación social son las clases, este
formación en Cuba texto opta por el concepto de «capa» para
analizar el proceso de formación en Cuba de
de una franja una franja socioestructural media. Definimos
socioestructural media «capa» como un segmento social configurado
a partir de uno o dos rasgos
Sin embargo, se reconocen «condiciones de aplicabilidad científica» del

enfoque de las «franjas medias»110, que exigen, mínimamente: a) definir con

claridad los conceptos; b) entender los procesos y condiciones en los cuales

emergen sectores medios y la diversidad de estos; c) comprobar sus posibles

rasgos similares de existencia, distintos de los de otras agrupaciones, a partir de

una metodología comparada; d) no adjudicar condición de identidad o actoral

homogénea, infiriéndola como derivado causal del hecho de compartir algunos

rasgos de existencia similares; e) evaluar el proceso de su constitución en

términos de avance o retroceso de equidad e inclusión, de la ubicación

socioestructural compartidos (ingresos, ocupación, por ejemplo), de los cuales

se derivan algunas otras semejanzas en términos de performance social, pero

que provienen, o a la vez forman parte, de clases sociales diversas.

110 . Aquí se asumen las advertencias metodológicas de Adamovsky (ob. cit.) sobre
el concepto de clases medias y se utilizan también las críticas de sectores intermedios
de José Jorrat: «Percepción de clase y percepción de desigualdad en la Argentina en un
contexto internacional, con especial referencia a las clases medias» en E. Adamovksy,
Sergio E. Visacovsky y Patricia B. Vargas: Clases medias. Nuevos enfoques desde la
sociología, la historia y la antropología, Ariel, Buenos Aires, 2014.
tema central | Reforma y emergencia de capas medias en Cuba 117
En concreto, este análisis define las capas medias, en plural, como sectores
caracterizados por ingresos estables superiores al nivel promedio (n veces por
encima de la canasta básica, según el contexto) y la posesión de activos
significativos para mejorar su ubicación socioestructural y su capacidad para
generar ingresos monetarios directos o el acceso a bienes y servicios. Estos
elementos permiten incrementar el consumo, diversificar y mejorar satisfactores
de necesidades básicas y no básicas, y tomar previsiones (en forma de ahorros,
propiedades y bienes) para mitigar posibles riesgos futuros. Se deriva de esto
una mayor independencia para la satisfacción de las necesidades y el acceso al
bienestar en relación con las prestaciones públicas, y la posibilidad de
autonomía de elección de satisfactores.
El interés de aplicar este enfoque a Cuba resulta de la necesidad de encontrar
claves de análisis de los cambios socioestructurales que han venido
modificando, bajo el efecto de crisis y reformas, una estructura clásica del
socialismo, basada en la centralidad del Estado como empleador y proveedor de
bienes y servicios, hacia una formación social heterogénea, donde se verifica un
ensanchamiento de las diferencias de ingresos y del acceso a bienestar, una
diversificación de la calidad y cantidad de los bienes de consumo y la
persistencia de brechas en la equidad, entre otras tendencias de cambio.
De hecho, este enfoque ya ha sido introducido en Cuba por diversos estudios
con dos variantes fundamentales: a) como configuración de capas medias,
aludiendo a formaciones intermedias de diferentes clases y capas sociales en
relación con el ingreso y el acceso al consumo, indicador de incremento de
desigualdades, y b) como emergencia de clases medias, en referencia
fundamentalmente a la formación de un pequeño empresariado nacional 111.
Pero también aplica aquí la crítica de que las investigaciones que amparan
estas definiciones no han completado una caracterización integrada,
multidimensional y comparada de los procesos que generan estas
transformaciones sociales y, por tanto, no rebasan una evidente apreciación
empírica de un ensanchamiento de desigualdades de ingresos.
Diversos obstáculos han impedido una investigación como esa: ausencia de
estadísticas públicas sobre ingresos, consumo y condiciones de vida, y, no
menos importante, la restricción de recursos financieros y de respaldo político
de las instituciones académicas públicas para estudios in situ de escala macro
sobre temas de desigualdad y otros afines. De esta forma, la mayor parte de las
evidencias se construyen a partir de datos proxy y de estudios cualitativos y de
casos, lo que ha limitado sus alcances e inferencias para la sociedad en su
conjunto.

111 . Ver M. Espina: «Viejas y nuevas desigualdades en Cuba. Ambivalencias y


perspectivas de la reestratificación social» en Nueva Sociedad No 216, 7-8/2008 y
Richard Feinberg: Open for Business: Building the Cuban Economy, Brookings
Institution Press, Washington, dc, 2016, como ejemplos de la primera y la segunda
variantes, respectivamente.
118 Mayra Espina | nueva sociedad | 285
El análisis que presentamos en este artículo, afectado también por este tipo de
limitaciones, intenta reunir argumentos en torno de la hipótesis de que Cuba
experimenta una transición socioestructural hacia un «socialismo de capas
medias», lo que supone oportunidades y barreras para la inclusión que exigen
cambios en la política social. La intención es solo sugerir una agenda
investigativa y alentar su abordaje desde «condiciones de aplicabilidad
científica» de este enfoque.

El contexto cubano: reestratificación social

La Revolución Cubana impulsó un proceso de «desestratificación social»,


ubicado entre 1959 y la segunda mitad de la década de 1980, entre cuyas
evidencias más fuertes se destacan la eliminación de la propiedad privada
capitalista sobre los medios de producción y la formación de un sector de
propiedad estatal que, hacia 1988, daba cuenta de alrededor de 96% de todo el
empleo nacional; la disminución de la pequeña propiedad y la producción
familiar mercantil urbana y rural; la caída sostenida de la desigualdad de
ingresos y de la pobreza (0,24% y 6,6% respectivamente para 1984 112). Todo ello
fue sostenido por potentes políticas sociales universales en salud, educación y
trabajo, entre otras113.
La década de 1990 se abre con una crisis que es producto en gran parte de la
desaparición de la Unión Soviética y del campo socialista, con lo que Cuba
quedó «descolgada» de sus vínculos con el mercado internacional 114. De
inmediato, las políticas sociales, aunque mantienen su carácter universalista
hasta hoy, perdieron capacidad de inclusión y amparo, por falta de recursos y
sostenibilidad económica y porque su preferencia casi absoluta por mecanismos
de universalidad, ajenos a instrumentos complementarios focalizadores, lastró
su alcance para atender la diversidad y las formas de vulnerabilidades
particulares115.
Para gestionar esta crisis se introdujeron algunas novedades en la tradición del
socialismo cubano, entre otras: incentivos para la atracción de capital extranjero
y formación de empresas mixtas, especialmente en el sector turístico;
ampliación del pequeño sector privado urbano (los llamados «trabajadores por

112 . Andrew Zimbalist y Claes Brundenius: «Crecimiento con equidad en una perspectiva
comparada» en Cuadernos de Nuestra América No 1, 1989.
113 . Un análisis de los cambios socioestructurales más significativos en esta etapa
puede consultarse en M. Espina: Políticas de atención a la pobreza y la desigualdad.
Examinando el rol del Estado en la experiencia cubana, Clacso, Buenos Aires, 2008.
114 . Un análisis detallado de la crisis puede verse en Julio Carranza: «La crisis: un diagnóstico. Los
retos de la economía cubana» en Bert Hoffmann (ed.): Cuba: apertura y reforma económica. Perfil
de un debate, Nueva Sociedad, Caracas, 1995.
115 . Referencias a logros y debilidades de la política social cubana pueden
encontrarse en M. Espina: «Viejas y nuevas desigualdades en Cuba. Ambivalencias y
perspectivas de la reestratificación social», cit.
tema central | Reforma y emergencia de capas medias en Cuba 119
cuenta propia»); entrega en usufructo de tierras estatales cultivables y
autorización del envío de remesas desde el exterior. La crisis y las estrategias
para enfrentarla movieron de inmediato los indicadores de inclusión: algunas
investigaciones dan cuenta de un sector de pobreza urbana que alcanza cotas de
20% y un incremento del índice de Gini hasta 0,38 hacia inicios del siglo xxi116.
Como efecto de estas corrientes de cambio se produjo el
ensanchamiento de brechas de equidad históricas, pero antes atenuadas,
lo que visibilizó a los claros perdedores de la crisis: se agudizan
diferencias en el acceso a ingresos y bienes en detrimento, sobre todo,
de la población no blanca, las mujeres y las personas de la terce-
ra edad, además de un marcado patrón territo- Desde 2008

rial. Estos grupos aparecen sobrerrepresentados en los sectores pobres y

subrepresentados en los transcurre en Cuba


sectores que brindan oportunidades más venta- el «proceso de josas
para la obtención de ingresos: trabajo por actualización

cuenta propia o en empresas mixtas, sector tu-rístico, campesinos y

usufructuarios de tierras del modelo


de alta productividad y acceso a mercados . económico y social» Se
117

acentúa también un proceso de migración campo-ciudad y desde territorios


deprimidos hacia grandes ciudades y territorios con mayores oportunidades
económicas, lo que se refleja en la regeneración de asentamientos informales y
en la precariedad urbana118.
Con estos antecedentes, podemos entrar en el momento actual de
reforma. Aproximadamente desde 2008 transcurre en Cuba el «proceso
de actualización del modelo económico y social», denominado así por
la dirección política del país, que técnicamente puede definirse como
una reforma económica enfocada en mejorar el manejo de la crisis
interna continuada, que nace en los años 90 y contiene periodos de

116 . Ángela Ferriol: «Ingresos y desigualdad en la sociedad cubana


actual» en Manuel Menéndez (comp.): Los cambios en la estructura
socioclasista en Cuba, Ciencias Sociales, La Habana, 2013.
117 . Sobre perfiles de la pobreza en Cuba, v. M. Espina: «Viejas y
nuevas desigualdades en Cuba. Ambivalencias y perspectivas de la
reestratificación social», cit. y María del Carmen Zabala: Familia y pobreza
en Cuba. Estudio de casos, Acuario, La Habana, 2010.
118 . Sobre precariedad urbana y barrios marginales, v. Edel Fresneda y
Ángela Peña: «Clase social y territorio en Cuba: miradas a los procesos de
desigualdad socioclasista y espacial en la periferia habanera» en Cadernos
do Ceam. Panorama da realidade cubana No 5, 2013 y Pablo Rodríguez:
Los marginales de las Alturas del Mirador. Un estudio de caso, Fundación
Fernando Ortiz, La Habana, 2011.
120 Mayra Espina | nueva sociedad | 285
mejoría y penurias hasta hoy, a la vez que propone rescatar una vía de
desarrollo y sustentabilidad económica para el proyecto socialista 119.
Del conjunto de cambios que emergen de la reforma o se asocian a ella,
interesa aquí comentar aquellos directamente vinculados a la
configuración de capas medias:
Transformación del modelo económico120. Este cambio puede considerarse la
base del resto de las transformaciones sociales y económicas en curso, e
incluye, entre otros, dos elementos claves para el tema que nos interesa: a)
reconfiguración de la estructura de propiedad: se trata sobre todo de la apertura
a actores económicos no estatales, como las cooperativas y trabajadores por
cuenta propia en sectores seleccionados, y a la participación de capital foráneo.
El rediseño del sistema de propiedad supone una modificación relativamente
drástica de la configuración de los grupos sociales «legítimos» para el
socialismo y la aceptación de una variante de socialismo multiactoral; b) cambio
en la estructura del consumo: las reformas favorecen el consumo privado a
través del mercado y la disminución de gratuidades y subsidios estatales
universales, con la intención de elevar el peso de los incentivos hacia el trabajo
y la productividad.
Incremento de las desigualdades de ingresos. La diversificación de las fuentes
de empleo e ingresos y la entrada de las remesas han desplazado al salario en el
empleo estatal como fuente principal de medios económicos y reducido su
capacidad para cubrir el consumo familiar. Los ingresos medios de los llamados
«agentes del sector no estatal», ocupados en el sector no estatal urbano (tanto
empleadores propietarios como empleados asalariados y autoempleados),
receptores de remesas, campesinos individuales, productores usufructuarios de
tierras, cooperativistas agropecuarios y no agropecuarios y personas vinculadas
a actividades informales suelen ser superiores a los de la mayor parte de los
trabajadores estatales, a excepción, dentro de estos, de una franja de gerentes,
directivos, especialistas y empleados del sector turístico.
La participación de los salarios en el total de ingresos familiares disminuyó de
56% a 46% entre la década de 1990 y el año 2016. El sector no estatal, que
ocupa a 10% de la población, da cuenta de 30% del total de ingresos de los
hogares. Dentro de esto, los cuentapropistas constituyen 4% de la población y
perciben 12% del total de ingresos. En el otro extremo están los beneficiarios

119 . Para el análisis de la reforma se han utilizado los documentos del Partido Comunista de
Cuba: Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, La Habana,
2011; Actualización de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la
Revolución para el periodo 2016-2021, La Habana, 2016 y Conceptualización del Modelo
Económico y Social Cubano del Desarrollo Socialista, La Habana, 2017, y la Constitución de la
República de Cuba, La Habana, 2019.
120 . Sobre la transformación del modelo, v. Ricardo Torres: «La transformación del modelo
económico cubano. Un balance y las nuevas propuestas» en R. Torres y Dayma Echevarría
(comps.): Miradas a la economía cubana. Un acercamiento a la «actualización» seis años después,
Ruth Casa Editorial, La Habana, 2017.
tema central | Reforma y emergencia de capas medias en Cuba 121
del sistema de seguridad social, quienes concentran 13% de los ingresos de la
población121.
Reflejando estos procesos, el coeficiente de Gini pasó de 0,38 a 0,40 desde la
década de 1990 hasta la actualidad 122. Estudios de caso han encontrado a
emprendedores, entre los propietarios de paladares, arrendatarios y
transportistas, que pueden obtener ingresos
de hasta 20.000 cuc mensuales123. Las Las remesas llegan a
remesas, estimadas en alrededor de 2.500 65% de la población,
millones de dólares anuales, llegan a 65% de
la población, fundamentalmente a familias fundamentalmente a
urbanas y en especial a personas blancas124. familias urbanas y a
Cambio en el régimen de bienestar . Lapersonas blancas
125

estrategia de reforma declara oficialmente que su


modelo social es el «socialismo próspero y sos-
tenible» y define como derechos fundamentales: trabajo, salud, educación,
seguridad ciudadana, información, comunicación social, descanso, cultura,
deporte, sistema de seguridad y asistencia sociales y vivienda decorosa, y pone
énfasis en el «apoyo social a quien realmente lo necesita», lo que abre la
posibilidad de un giro desde políticas universales de cobertura total hacia
mecanismos de focalización. El acceso a la «prosperidad socialista» está muy
intermediado por el nivel de ingresos, pues la reforma produjo un progresivo
cambio en las relaciones Estado-mercado-sociedad, que desemboca en el paso
de un régimen de bienestar estadocéntrico hacia otro familiarista, con un fuerte
peso del mercado en la satisfacción de necesidades básicas y gestionado a partir
del criterio de equidad social, con abandono paulatino de criterios distributivos
igualitaristas. De esta manera, los ingresos individuales han ganado peso como
condición de acceso al bienestar frente a la disminución drástica de la
distribución subsidiada de la canasta básica (que sigue siendo universal, pero
insuficiente para cubrir las necesidades). Como paliativo, se introdujeron
programas sociales con criterios de atención prioritaria a grupos vulnerables.

121 . Ver Indira Galtés: «Desigualdad de ingresos en Cuba: ¿qué papel juegan los salarios?» en R.
Torres Pérez y D. Echevarría León (comps.): ob. cit.
122 . José Luis Rodríguez: «Las transformaciones económicas recientes en Cuba», ponencia
presentada en la Feria Internacional del Libro, La Habana, 2016.
123 . Daybel Pañellas: «Grupos de altos ingresos: dinámicas subjetivas», ponencia
presentada en el Seminario Anual del ceec, La Habana, 2016. Los cuc son los pesos
convertibles, vigentes desde 1994. La cotización es 1 cuc = 1 dólar estadounidense.
124 . Sobre monto de remesas y población que las recibe v., respectivamente, Katrin
Hansing y Manuel Orozco: «The Role and Impact of Remittances on Small Business
Development during Cuba’s Current Economic Reforms» en desigualdades.net, 2014 y
Carmelo MesaLago: «Cuba: voces de cambio» en Cuba Posible, 2016.
125 . Este cambio de régimen de bienestar ha sido descrito por A. Peña: «Regímenes
de bienestar en Cuba. Notas para una discusión» en María del Carmen Zabala (comp.):
Debates actuales sobre política social. Cuba en el contexto de América Latina y el
Caribe, Flacso Cuba / Fundación Friedrich Ebert, 2017.
122 Mayra Espina | nueva sociedad | 285
Cambios en la percepción del bienestar. Una pequeña indagación cualitativa
ha preguntado a personas de diferentes estratos económicos ur-
Como paliativo, (qué necesitan o desean para considerar que
se introdujeron «viven bien»). El modelo mínimo, en el que
confluyen todos los estratos, pero que es el
programas sociales máximo promedio para los grupos de menores
con criterios de ingresos, incluye un set de electrodomésticos
atención prioritaria a (refrigerador, televisor de pantalla plana, algún
grupos vulnerables tipo de dispositivo como laptop o tablet y
celular), casa propia y comida abundante.
banos acerca de su modelo de bienestar material Pero también está presente una

aspiración al

bienestar mayor que incluye, como sus satisfactores icónicos, una casa grande y
ubicada en un buen lugar, ocio y vacaciones de calidad (en Varadero o en el
extranjero), cuidados profesionales para ancianos y niños (casas de abuelos,
guarderías privadas), viajes de trabajo y placer, automóvil, acceso a alimentos
de calidad y diversos (pescados, mariscos, aceitunas, aceites de oliva, productos
dietéticos)126. Estas aspiraciones ya se satisfacen, íntegra o parcialmente, en
algunos grupos entrevistados, especialmente en dueños de pequeños negocios,
empleados del sector internacional y artistas, entre otros.
Llevando esos deseos y necesidades a su equivalente en términos del dinero
que se necesitaría para satisfacerlos, se obtiene que el más modesto de esos
126 . Informaciones extraídas de un estudio cualitativo en curso a escala local
implementado por la autora de este ensayo, que indaga sobre modelos de bienestar para
diversos grupos sociales (sujetos de grupos en desventaja y de aquellos que han
rebasado los ingresos medios en diferentes estratos socioestructurales). Se realiza a
través de muestras de confianza en cinco municipios del país: La Habana Vieja, El
Cerro, Viñales, Santa Clara y Camagüey.
tema central | Reforma y emergencia de capas medias en Cuba 123
modelos de bienestar requiere 8.000 cup (pesos cubanos) mensuales por persona
(alrededor de 300 cuc) para satisfacerlo. Se trata de un cálculo grueso, sin
basamento de representatividad estadística, y no considera el tamaño del núcleo
ni a personas con necesidades especiales 127. Se requiere profundizar en
diferentes grupos y territorios, pero ya arroja pistas sobre la presencia de un
modelo de bienestar de capas medias urbanas, la distancia entre la realidad y los
deseos y la brecha de insatisfacción presente en el país.
Nuevas identidades emergentes. Estudios sobre las subjetividades de grupos
sociales en formación encuentran que el cuentapropismo refiere a «un grupo que
denota y connota». Los sujetos se autorreconocen como cuentapropistas
principalmente a partir de no trabajar para el Estado y tener la posibilidad de
satisfacer necesidades, mejor calidad de vida y solvencia económica. La
pertenencia al grupo genera evaluaciones positivas como optimismo,
satisfacción, realización, felicidad y aprecio. Negativamente evalúan la
presencia de estrés y alta carga de trabajo. Son claras aspiraciones de mejoría:
comprar un automóvil, ampliar el negocio128.
También se devela una tendencia a la naturalización de las desigualdades y de
aceptación de que algunos grupos están condenados a la desventaja y no es
posible hacer mucho más. En sentido positivo se identifica la presencia, en
grupos de jóvenes (profesionales y del pequeño sector privado), de demandas de
mayor participación en la toma de decisiones y de espacios de autonomía para
desarrollar proyectos de beneficio comunitario, para el ejercicio de la economía
social y solidaria y prácticas empresariales de responsabilidad social.
Una investigación de corrientes de movilidad entre los años 90 y primera
década de los 2000 encontró que personas que habían ascendido en términos de
ingresos, consumo y condiciones de trabajo y de vida adjudicaban sus avances
al esfuerzo personal y el sacrificio, pero también consideraban como una
pérdida de la sociedad cubana el aumento de las desigualdades sociales y de la
pobreza, y deseaban contribuir a paliarlas129.

127 . Nótese que el salario medio mensual para 2018 fue de 777 cup (unos 30 cuc). Anuario
Estadístico de Cuba, La Habana, 2019.
128 . D. Pañellas: «Reconfiguración de relaciones sociales: pistas desde
cuentapropistas capitalinos» en Omar Everleny Pérez Villanueva y R. Torres Pérez
(comps.): Miradas a la economía cubana: análisis del sector no estatal, Caminos, La
Habana, 2015.
129 . M. Espina y Viviana Togores: «Cambio socioestructural y rutas de movilidad
en Cuba actual. Patrones, perfiles y subjetividades» en Jorge Domínguez et al.
(coords.): Desarrollo económico y social en Cuba. Reformas emprendidas y desafíos
en el siglo xxi, fce, Ciudad de México, 2013.
124 Mayra Espina | nueva sociedad | 285
Cuba: capas medias en expansión y retos para la
modernización de la política social

Los seis procesos anteriores parecen indicar, sin mucho espacio para dudas y
según los indicadores utilizados en este ensayo, que fluyen corrientes de
movilidad social ascendente, asociadas a la reforma económica en curso y su
antecesora de la década de 1990, que generan capas medias, caracterizadas por
ingresos altos (para la media nacional) estables, autonomía para satisfacer
necesidades básicas en relación con las políticas públicas, consumo superior,
satisfactores de mayor calidad, aspiraciones que rebasan necesidades básicas,
sectores de ocupación específicos.
En estas capas se incluyen franjas de la pequeña burguesía urbana (grupos de
propietarios de micro, pequeños y medianos negocios privados, en régimen de
economía de mercado, que emplean fuerza de trabajo adicional, familiar o no, y
son ellos mismos trabajadores de sus negocios; autoempleados –propietarios de
medios de producción, se emplean a sí mismos y, eventualmente, fuerza
familiar–; trabajadores de la empresa mixta y extranjera; cooperativas no
agropecuarias; campesinos privados y cooperativos; usufructuarios de tierras;
especialistas, funcionarios, intelectuales, deportistas y artistas independientes
vinculados a circuitos internacionales; trabajadores vinculados a la economía
informal y el mercado negro; segmentos de ingresos no provenientes del
trabajo: rentistas, beneficiarios de remesas).
Más allá de la constatación empírica de la existencia de esta corriente de
movilidad social, definir un proceso de transición socioestructural hacia un
«socialismo de capas medias» supone un debate sobre si tal tipo de sociedad es
posible y si esa condición es legítimamente socialista, a diferencia de la
sociedad obrerista. Una discusión similar tuvo lugar en los años 90, y varios
analistas consideraron la posibilidad de que el cuentapropismo y los grupos de
trabajadores vinculados a la economía mixta y el sector extranjero se
convirtieran en sujetos restauradores del capitalismo130.
Puede encontrarse que, si bien los nuevos agentes económicos
un potencial emergentes de la reforma cubana contienen
potenciales de cambio contradictorios y
modernizador diversos, cuyo devenir es aún abierto, el
socialista de las potencial de modernización socialista es
capas medias significativo y su activación y despliegue
máximo dependerá, en una medida relevante,
(frente a uno de las políticas y de las relaciones Estado-
restaurador sociedad. Sin espacio para profundizarlo y
capitalista) solo a modo de apuntes para investigación,
pue-
De manera hipotética, este ensayo considera
130 . V. los textos contenidos en Bert Hoffman (ed.): Cuba: apertura y reforma económica:
perfil de un debate, Nueva Sociedad, Caracas, 1995.
tema central | Reforma y emergencia de capas medias en Cuba 125
de encontrarse un potencial modernizador socia-

lista de las capas medias (frente a uno restaurador capitalista) asociado, al


menos, a cinco elementos vinculados a su configuración.
- Heterogeneidad socioestructural alta: se trata de un conjunto
de capas disímiles (por origen, vínculo con la propiedad de medios de
producción y con el trabajo directo, fuente de ingresos) no de una
clase, que difícilmente se convierte en un actor «denso», con intereses
y demandas integradas, que deriven en presión política.
- Políticas sociales como factor de movilidad ascendente: el
acceso a la situación de medianía depende en mucho de las políticas
sociales de inclusión social, que subsidian u ofrecen gratuitamente
salud, educación, seguridad social y acceso a bienes culturales. De
manera que se trata de grupos sociales especialmente favorecidos por
el modelo socialista de redistribución, que complementa sus ingresos
y los dota de activos para la movilidad ascendente.
- Presencia de sujetos colectivos: la franja de capas medias
incluye sujetos como las cooperativas agropecuarias y no
agropecuarias, así como un incipiente sector de mipyme con enfoque
de economía social o responsabilidad social, actores con intereses
prosocialistas.
- Posible ampliación de grupos vinculados a la propiedad
estatal: en perspectiva, el nuevo modelo económico de la reforma, si
es exitoso, supone que arriben a esta franja grupos de obreros,
especialistas, funcionarios y directivos de la empresa estatal y mixta,
lo que fortalecerá dentro de ella sectores cuya ubicación depende del
vínculo estatal.
- Predominio cualitativo de la propiedad social: las capas
sociales no se configuran en un vacío, sino en un contexto de
predominio de la propiedad estatal que conserva la hegemonía en la
economía nacional. Cierto que este es un factor controversial, pues en
la experiencia socialista cubana la propiedad estatal no ha sido
eficiente y, por otra parte, se le cuestiona su real condición de
«social», dada la reproducción de mecanismos de enajenación, debido
a sus fallas de participación y sus debilidades para dotar de bienestar,
126 Mayra Espina | nueva sociedad | 285
vía ingresos, a los trabajadores131. No obstante, la reforma actual, al
menos en teoría, declara el propósito de perfeccionar la propiedad
social a través de la autonomía de las empresas estatales y la
participación ciudadana en la toma de decisiones económicas y de una
reforma salarial132. Este sería un factor crítico para el despliegue del
potencial modernizador de las capas medias.
Desde el punto de vista práctico, esta nueva configuración socioestructural
tiene un doble valor: en clave positiva, supone una mejoría en términos
económicos de un segmento poblacional no calculado aún, pero que podría
ubicarse en alrededor de 23% de la población 133. La condición de autonomía de
este segmento permitiría un rediseño de la política social en términos de
desplazarse hacia un universalismo crítico134 o sensible a la diversidad. En el
caso de Cuba, ello significa concentrar los alcances de mecanismos universales
en bienes esenciales y que se anclan en la igualdad (educación y salud), y liberar
recursos para la atención prioritaria de grupos vulnerables y el fortalecimiento
de políticas sociales afirmativas que mejoren las posibilidades de incorporación
a corrientes de movilidad social ascendente de grupos en desventaja.
La presencia dentro de segmentos de las capas medias de la igualdad como
valor social y de posiciones en favor de la economía social y solidaria y de
prácticas empresariales de responsabilidad social (que no tiene espacio jurídico
claro en el país) indica también que existe un potencial de solidaridad y
ciudadanía activa aún muy desaprovechado y que puede constituir un factor de
desarrollo a escala local de fuerte impacto.
En la otra cara de la moneda, la movilidad social que conduce a estos
segmentos sociales es muy selectiva y con un marcado patrón de éxito: hombres
adultos maduros y personas blancas, con educación superior y capital social que
facilite acceso a sectores económicos emergentes de propiedad pública o mixta,

131 . Para ahondar en las críticas al espacio laboral estatal en Cuba, v. José Luis Martin: «El trabajo
en Cuba de 2018 a 2019. El tránsito posible y el necesario» en Temas No 2/2019.
132 . V. el artículo 20 del Título ii «Fundamentos Económicos» de la nueva
Constitución cubana, que refrenda la participación de los trabajadores en los procesos
de planificación, regulación, gestión y control de la economía.
133 . Esta estimación es solo con fines ilustrativos y fue calculada a partir de
informaciones no oficiales (que aparecen en medios de prensa nacionales sin referencia
a documentación estadística o estudios cualitativos) disímiles: cuentapropistas en
actividades altamente lucrativas, turistas nacionales, personas que reciben remesas y las
han utilizado para montar pequeños negocios (v. C. Mesa-Lago: ob. cit.),
cooperativistas agropecuarios que producen productos de alta demanda, deportistas
contratados en el extranjero, por ejemplo.
134 . Geydis Fundora argumenta la pertinencia de introducir en las políticas sociales
cubanas el «universalismo crítico», entendido como un enfoque de políticas que parte
de la necesidad de un horizonte de integración general, de acceso de la población total a
derechos y beneficios, a la vez que reclama el reconocimiento de la diversidad,
especialmente para asumir que condiciones de partida diferentes requieren acciones
también diferentes para superar brechas de equidad. G. Fundora: «Configuración de
políticas locales de promoción de equidad en la actualización del modelo de desarrollo
cubano», tesis doctoral, Universidad de La Habana, 2018.
tema central | Reforma y emergencia de capas medias en Cuba 127
activos propios para colocarse en el mercado (casa, automóvil, remesas,
ahorros) y una ubicación territorial en espacios de economía emergente. Estos
recursos están inequitativamente distribuidos en la sociedad cubana, con lo cual
se consolidan barreras de movilidad.
Todo apunta entonces hacia la necesidad de pasar a una política social de
interrupción de condiciones de partida desventajosas, cuya lógica y
herramientas suelen ser diferentes de las que usualmente ha implementado el
socialismo cubano.
Cuba podría encontrar una posible inspiración en la propuesta de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) sobre políticas públicas
pilares del desarrollo135:
- política fiscal de alto impacto redistributivo / fiscalidad
proactiva, reformas fiscales progresivas, fiscalidad tributaria de gasto
público socialmente sostenible;
- políticas económicas que impulsen a sectores y actividades
intensivas en conocimiento, de demanda creciente, al tiempo que
generan más y mejor empleo; apoyo a las mipyme, incluyendo cierre
de brechas en innovación e infraestructura;
- políticas sociales «bisagra» de empleo productivo, protección
social, educación y desarrollo de capacidades, atención a la infancia,
acceso de la mujer al trabajo y creación de sistemas de cuidado.
Esto puede concretarse en una ampliación del espacio local para las políticas
sociales que propicien acciones de equidad de base microcomunitaria, como
servicios inclusivos afirmativos y de búsqueda del beneficiario, mecanismos de
equidad financiera y finanzas inclusivas y solidarias (créditos, subsidios,
proyectos micro), otros incentivos y apoyos sensibles a las desventajas para
mipyme, cooperativas y acceso a empleo ventajoso (como opciones de
capacitación y formación que priorizan grupos vulnerables). Y, finalmente,
fortalecer el potencial de la democratización y la participación ciudadana local
directa, para mejorar la identificación de demandas de grupos vulnerables y la
diversidad de necesidades y soluciones, e implementar presupuestos
participativos, consultas públicas, referendos y espacios deliberativos locales.

RE VIS TA DE CIEN CIAS SO CIA LES

Septiembre-Diciembre de 2019 Quito Vol. xxiii No 65

CONTROLES DEMOCRÁTICOS Y CAMBIO INSTITUCIONAL


EN AMÉRICA LATINA
DOSSIER: Presentación del dossier, Ana Gabriela Fernández, Johannes
Waldmüller y Cristina Vega. Desde la amenaza natural al desastre: una
construcción histórica del terremoto y tsunami de 1960 en Saavedra, Cristián

135 . Cepal: Pactos para la igualdad. Hacia un futuro sostenible. Documento del trigésimo quinto
período de sesiones en Lima, Naciones Unidas, Santiago de Chile, 2014.
128 Mayra Espina | nueva sociedad | 285
InostrozaMatus, Francisco Molina-Camacho y Hugo Romero-Toledo.
Habitando «no lugares»: subjetividad y capacidades familiares ante un desastre
socionatural en Chile, Luisa Rojas-Páez y José Sebastián Sandoval-Díaz.
Reubicación y procesos de territorialización en la Ciudad Rural Sustentable
Nuevo Juan del Grijalva, Martha Liliana Arévalo-Peña. Afrodescendientes e
indígenas vulnerables al cambio climático: desacuerdos frente a medidas
preventivas estatales ecuatorianas, Victoria Salinas, William Cevallos y Karen
Levy. Procesos de recuperación posdesastre en contextos biopolíticos
neoliberales: los casos de Chile 2010 y Brasil 2011, Juan Saavedra y Victor
Marchenzini. TEMAS: La indiferencia hacia la democracia en América Latina,
Alejandro Monsivais-Carrillo. «La época de los esclavos se acabó»: género y
condiciones de trabajo en las empresas de limpieza en Argentina, Lorena
Capogrossi. La vitivinicultura en Mendoza desde 1990: entre la globalización y
el desarrollo regional, Pehuén Barzola-Elizagaray y Anabella Engelman. La
independencia del banco central y su papel en el dominio del capital financiero
sobre el Estado, Matari Pierre Manigat.

Íconos es una publicación cuatrimestral de Flacso-Ecuador, La Pradera E7-174


y Av. Almagro, Quito, Ecuador. Tel.: (593 2) 3238888. Correo electrónico:
<revista iconos@flacso.edu.ec>. Página web: < www.revistaiconos.ec>.
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 285, enero-febrero de
2020, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

Bolivia: la clase
media imaginada
Amaru Villanueva Rance

¿Se ha vuelto Bolivia, como otros Estados de la región, un «país de


clases medias», gracias a las mejoras económicas? Esa dinámica
¿va más allá de los discursos? El abordaje de la pertenencia a las
clases medias solo por cuestiones de ingresos es relativamente
reciente. Y a las dificultades de clasificación, se suma en el caso
boliviano una larga historia de «racialización» de las adscripciones
sociales.

Los debates suscitados en torno de la clase media boliviana en el


último tiempo podrían hacernos pensar que estamos ante una
categoría cada vez más «llena», de la mano de un significante en
riesgo de quedar cada vez más «vacío». En su informe a la Asamblea
Legislativa por el Día del Estado Plurinacional, el entonces presidente
Evo Morales afirmaba que la clase media se había incrementado en
más de tres millones de personas desde el comienzo de su gestión en
2006, hasta llegar a 58% de la población en 2017 1. Sin invocar cifras,
el ex-presidente Carlos Mesa parecía coincidir con la abrumadora
magnitud de la clase media en el país, al caracterizarla como «árbitro
del destino electoral» y «el interlocutor más importante de Bolivia» 2.
Por su parte, el entonces vicepresidente Álvaro García Linera
esgrimía una subdivisión entre una «clase media

Amaru Villanueva Rance: es coordinador de proyectos en la oficina de Bolivia de la


Fundación Friedrich Ebert (fes). Fue director del Centro de Investigaciones Sociales
(cis) y de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (bbb). Actualmente cursa un
130 Amaru Villanueva Rance | nueva sociedad | 285
doctorado en Sociología en la Universidad de Essex, acerca de discursos y prácticas en
torno de las clases medias en Bolivia.
Palabras claves: clases medias, ingresos, Evo Morales, Bolivia.
Nota: una primera versión de este artículo apareció en Bitácora Cultural vol. 1 No 1,
2019.
1. E. Morales Ayma: «Mensaje presidencial. Informe 12 años de gestión», Ministerio
de Comunicación, 22/1/2018.
2. C. Mesa: «La clase media en la calle» en Página Siete, 28/1/2018.
tradicional» (decadente) y una «nueva clase media» (ascendente), lo que
generaba el escenario para una lucha de clases 2.0136.
En medio de las declaraciones políticas, se sumaron varias voces al debate.
Estaban quienes destacaban el perfil clasemediero de las movilizaciones de
diciembre de 2017 y febrero de 2018 137; aquellos que reaccionaban críticamente
frente a la «incitación»138 del vicepresidente; otros cuestionaban los contornos
económicos y culturales de la categoría en discusión. A Jorge Komadina le «olía
raro» que la categoría se hubiera convertido «en algo gelatinoso como un
molusco despojado de su caparazón» y rechazaba la idea de que se pueda pensar
en ella como un sujeto político con una orientación ideológica marcada 139. Por
mi parte, destaqué que la clase media se había convertido en una categoría en
disputa, apropiada por unos y criticada por otros140.
A juzgar por el número de voces que se sumaron al debate, podríamos decir
que este llegó a su apogeo entre enero y febrero de 2018. Sin embargo, esta
discusión se venía gestando hace ya algunos años y se inauguró con una
controversia relacionada con la definición de la clase media a partir de la
estratificación por ingresos. En abril de 2016, Gonzalo Colque cuestionaba el
crecimiento de las clases medias registrado en el último Informe de Desarrollo
Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud) de
2016141 y tachaba de «ficticia» esta expansión, debido a que el grupo de ingresos
medios bajos en realidad estaba compuesto en buena proporción por un «estrato
medio vulnerable»142. También en respuesta a ese informe, la feminista Julieta
Paredes consideraba que lo que se buscaba mediante estas categorías era
despolitizar a la población, «creando un imaginario de desclasamiento» 143. Casi
dos años después, y frente a los sucesos más recientes, añadiría en una
entrevista televisada que «no se ha ampliado la clase media, se han mejorado las
condiciones del pueblo»144.
136 A. García Linera: «Asonada de la clase media decadente» en La Razón, 17/1/2018 y «Las clases
medias en disputa» en La Razón, 18/2/2018.
137 . Ivone Juárez: «El movimiento médico, una explosión de la clase media boliviana» en Página
Siete, 7/1/2018; Susana Seleme: «Un Estado social en las calles» en El Día, 1/3/2018.
138 . Érika Brockmann: «¿Clase media decadente? Desagravio urgente» en Página Siete, 19/1/2018.
139 . J. Komadina: «Sin clases medias» en La Razón, 25/1/2018.
140 . A. Villanueva Rance: «Las clases medias en disputa» en Oxígeno, 23/1/2018.
141 . pnud: Informe Nacional sobre Desarrollo Humano en Bolivia. El nuevo rostro de Bolivia:
Transformación social y metropolización, pnud, La Paz, 2015.
142 . G. Colque: «La ficticia expansión de las clases medias» en La Razón, 25/4/2016.
143 . J. Paredes: «¿Cuál clase media?» en La Razón, 21/8/2016.
144 . Entrevista a J. Paredes en el programa Con el pueblo en la piel, Abya Yala, 25/3/2018.
tema central | Bolivia: la clase media imaginada 131
En este artículo pretendo distinguir tres elementos constitutivos dentro de esta
serie de debates. En primer lugar, analizaré algunos datos económicos a partir
de los cuales se construyen narrativas y esquemas para retratar la estructura
social del país. En segundo lugar, ensayaré una breve genealogía de las
categorías de estratificación por parte de actores políticos e institucionales
involucrados en disputar sus contornos. En el final, abordaré las propiedades
que frecuentemente se le atribuyen a la clase media, concebida como actor
político, para intentar aproximarme al tema de fondo detrás de estas disputas,
más allá de los cambios en la estructura socioeconómica del país.

La transformación socioeconómica: del dato al discurso

Bolivia ha atravesado una serie de cambios socioeconómicos significativos


durante la última década, uno de los cuales es la reducción en los niveles de
pobreza extrema y moderada. De acuerdo con los últimos datos publicados por
el Instituto Nacional de Estadística (ine), la pobreza se redujo de 59,9% en 2006
a 36,4% en 2017. Consecuentemente, el estrato de ingresos medios se habría
incrementado de 35% a 58%. La expresión gráfica de estos umbrales (y sus
respectivos cortes) sugiere que la distribución de ingresos ha cambiado en
términos geométricos pasando de una forma clásicamente piramidal a una forma
romboide, cuyo centro se ensancha por fuera de la base y la cima.
Un elemento de entrada en la discusión en torno de estos datos es la tendencia
a enfocarse en el estrato medio como segmento consolidado y unitario. De
forma análoga a la disgregación entre pobreza moderada y extrema, el estrato
medio de ingresos también suele dividirse en dos segmentos. Dependiendo del
analista encargado de la rotulación, la parte inferior del estrato en cuestión se
puede etiquetar tanto como «de ingresos medios bajos» o como «clase media
vulnerable», expresión que trasciende una clasificación netamente estadística.
Estas sutiles pero significativas diferencias conceptuales nos dicen al menos dos
cosas: en primer lugar, que la estratificación por ingresos es una aproximación
que aún dista de estar estandarizada; en segundo lugar, que los debates no
suelen generarse a partir de las cifras, sino de los segmentos y términos con los
que se construye una narrativa de estructura social sobre la base de los datos
disponibles.
En menor medida, existen discusiones técnicas acerca de los umbrales
adecuados y de la metodología utilizada para construir un determinado
indicador. La desigualdad económica ofrece un ejemplo sugerente de ello. De
acuerdo con datos compilados por el Banco Mundial, el índice de Gini de
Bolivia se redujo de 0,59 en 2005 (tiempo en el cual disputaba el primer lugar
como el país más desigual del continente) hasta 0,45 en 2016, el último año para
el cual se han publicado cifras. A
132 Amaru Villanueva Rance | nueva sociedad | 285

© Nueva Sociedad / Nico González 2020


Nico González nació en Santiago de Chile. Estudió Diseño Gráfico e Ilustración. Se dedica a la
ilustración de manera formal desde 2011; ha trabajado para Fundación Neruda, Metro de Santiago y
DerechosDigitales.org, así como para distintas agencias y publicaciones en Chile y el resto del
mundo. Página web: <plopgaleria.com/nico-gonzalez/>.
pesar de que esta medida aún sitúa al país en la tercera parte de los países más
desiguales del planeta, hoy está a la par con Ecuador (0,45) y registra un menor
tema central | Bolivia: la clase media imaginada 133
nivel de desigualdad de ingresos que Brasil (0,51), Paraguay (0,48), Colombia
(0,51) y Chile (0,48)145. Otras metodologías para medir la desigualdad de
ingresos retratan su reducción en términos aún más dramáticos. Un grupo de
economistas reportó recientemente que en 2005 el 10% más rico de la población
generaba 128 veces más que el 10% más pobre y que hasta 2015 esta diferencia
se habría reducido a 37 veces 146. Ambas formas de retratar la desigualdad se
basan en datos provenientes de la Encuesta de Hogares, pero está claro que
originan narrativas distintas: en el primer caso, una reducción del indicador en
cuestión de 31% y, en el segundo, de 346%.
Las causas frecuentemente invocadas para explicar la transformación
socioeconómica en Bolivia son de breve enumeración: el crecimiento sostenido
del pib (cuyo promedio entre 2005 y 2016 supera el 5% anual); un incremento
sustancial del salario mínimo nacional: de 440 bolivianos (unos 52 dólares) en
2005 a 2.060 bolivianos (294 dólares) en 2017, es decir, 468%; una pujante
demanda interna; y una serie de transferencias directas, en forma de bonos y
rentas147.
Muchas de las discusiones se han centrado más bien en cómo referirse a los
sectores medios, ya sea en su conjunto o disgregados en subestratos 148. Como
respuesta a quienes les han atribuido estos cambios de manera casi exclusiva a
las políticas del gobierno de Morales, algunos enfoques han propuesto que las
transformaciones socioeconómicas son producto de trayectorias educativas y
laborales que datan de décadas anteriores 149. Otros han sugerido que la
movilidad social no ha sido estructural, y también han surgido preguntas
relacionadas con la sostenibilidad de estas transformaciones 150.
Independientemente de mediciones y causas, parece existir un acuerdo
generalizado en que la topografía social del país se ha transformado de manera
significativa en la última década.

145 . Los datos para Chile y Brasil son de 2015, ya que el Banco Mundial aún no ha registrado este
indicador para 2016.
146 . Darwin Ugarte Ontiveros, Rosangela Cruz Quisbert y Elío Alberto Colque: «El
impacto de los programas de redistribución social sobre la desigualdad del ingreso en
Bolivia», trabajo presentado en el ii Congreso de Pensamiento Económico
Latinoamericano, Asociación de Pensamiento Económico Latinoamericano,
Cochabamba, 27 y 28 de octubre de 2016. Cifras semejantes también fueron circuladas
por el gobierno en diversas oportunidades. De acuerdo con mis propios cálculos, sobre
la base de datos registrados por el Banco Mundial, entre estos dos periodos el ingreso
del 10% más rico en relación con el del 10% más pobre se habría reducido de 91 a 32
veces. La diferencia aún es notoria, pero la divergencia respecto a los anteriores
cálculos nos remite a potenciales discrepancias en la metodología de cálculo.
147 . Verónica Paz Arauco (coord.): Inclusión social en Bolivia: avances y desafíos
(20062014), Centro de Investigaciones Sociales, Vicepresidencia del Estado
Plurinacional de Bolivia, La Paz, 2017.
148 . Fernanda Wanderley: «Nueva clase media y su vulnerabilidad» en Página Siete, 24/5/2018.
149 . Carmen Rosa Rea Campos: «Complementando racionalidades: la nueva pequeña burguesía
aymara en Bolivia» en Revista Mexicana de Sociología vol. 78 No 3, 2016.
150 . Mauricio Vasquez: «Bolivia debe crecer un 6% para mantener la clase media» en El Deber,
4/6/2018.
134 Amaru Villanueva Rance | nueva sociedad | 285
sos es la única categoría que se define de forma El estrato medio
residual, mediante una resta de las anteriores de ingresos es
dos de la totalidad de la población.
De acuerdo con la ubicación geográfica, la la única
línea de pobreza se calcula sobre la base del categoría que se
ingreso necesario para cubrir las necesidades define de forma
básicas (alimentarias y no alimentarias). En residual
2017, en el área
Retornando a la medición del segmento de ingresos medios, es importante

mantener una discusión en mayor detalle acerca de cómo se delimita este

estrato: se define como el grupo que vive por debajo del umbral alto de ingresos

y por encima de la línea de pobreza moderada. Resulta cuanto menos llamativo

que la línea de pobreza se calcule de forma indirecta pero razonablemente

inductiva (como explicaré más adelante) y que el estrato alto de ingresos tenga

una definición fija (como el 5% de la población con ingresos más elevados). El

estrato medio de ingreurbana, esta cifra era de 766,70 bolivianos (110 dó-

lares) por persona. Considerando que el salario mínimo ese año era de 2.000
bolivianos (285 dólares), implicaría que un hogar de dos personas (de las cuales
solo una fuera asalariada) que genere este monto mensual sería parte del estrato
medio de ingresos, categoría que en tiempos recientes se viene llamando «clase
media». En este punto podríamos ponerle pausa a este disco y preguntarnos si
consideramos coherente que una única categoría social incluya a arquitectos,
abogados, vendedoras de mercado, porteros de edificio y otra serie de actores,
independientemente de sus niveles educativos, seguridad ocupacional, patrones
de consumo y aspiraciones de vida.
En el ámbito económico, varias medidas se han ensayado para definir el
estrato medio de ingresos. A modo de ilustración del bajo consenso en torno de
este tema, un compilado reciente de aproximaciones a las clases medias
latinoamericanas incluye nueve artículos entre los cuales se distinguen seis
definiciones distintas151. Por su parte, el Banco Mundial (2012) define la clase
media como la población que genera ingresos de 10 a 50 dólares diarios, y la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde) la define
como quienes generan entre 50% y 150% de la media estadística de ingresos en
cada país. Pero incluso entre economistas, los umbrales de ingresos
eventualmente resultan insuficientes para aproximarse al segmento objetivo.
151 . Jeff Dayton-Johnson (ed.): Latin America’s Emerging Middle Classes: Economic Perspectives,
Palgrave MacMillan, Londres, 2015.
tema central | Bolivia: la clase media imaginada 135
Mediante una construcción híbrida, en un estudio la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (Cepal) incluye en esta categoría a personas en el
estrato medio de ingresos, sumadas a personas del estrato bajo de ingresos, pero
con «buenos» trabajos (asalariados en ocupaciones no manuales) 152. En el
intento de construir un «índice global» de clase media, incluso se ha llegado a
postular que estaría compuesta por quienes integran un hogar con vehículo
propio153.
Sin embargo, en perspectiva histórica, la derivación de las clases medias a
partir de niveles de ingreso es un fenómeno relativamente reciente. Como
argumentaré en la siguiente sección, una breve genealogía de categorías de
estratificación nos permitiría distinguir sus orígenes dicotómicos (sobre la base
de elementos raciales y étnicos), seguidos de una aproximación marxiana a las
clases sociales (de base materialista y ocupacional), hasta desembarcar en
mediciones económicas (de corte desarrollista).

Imaginarios de la estratificación

A lo largo de su historia, el territorio que hoy comprende Bolivia ha sido


escenario de enormes desigualdades, dependientes del ingreso, la ocupación, la
etnicidad, el género y el área de residencia, entre otras intersecciones. Hablar de
estratificación no solo nos remite a la realidad social, sino a los discursos a
través de los cuales se retrata el país sobre la base de sus clivajes más marcados.
Para aproximarnos a las categorías y los términos predominantes en distintos
momentos de la historia moderna del país, debemos remitirnos a la imaginación
política mediante la cual se esboza esta topografía social.
El historiador E. P. Thompson distingue entre nociones históricas de clase
«reales» y empíricamente observables y aquellas que simplemente son una
categoría analítica, que deviene en un planteamiento retrospectivo de clase que
ocurre solo «dentro de nuestras propias cabezas» 154. Para él, la «clase» debe ser
vista como una categoría históricamente contingente.
Refiriéndose a «protoluchas de clase» en Europa durante el siglo xviii, afirma
que «si el concepto de clase no estaba disponible dentro del sistema cognitivo
de las personas [y estas] luchaban sus propias batallas históricas en términos de
‘estamentos’, ‘rangos’, ‘órdenes’»155, no estábamos en presencia de clases como
tales, a menos que el concepto se reduzca a un tropo heurístico. La diseminación
de ideologías igualitarias trajo consigo una serie de instituciones, partidos y

152 . Rolando Franco, Martín Hopenhayn y Arturo León (eds.): Las clases medias en América
Latina, Siglo Veintiuno / Cepal, Ciudad de México, 2010.
153 . Uri Dadush y Shimelse Ali: «In Search of the Global Middle Class: A New Index», Carnegie
Endowment for International Peace, Washington, dc, julio de 2012.
154 . E. P. Thompson: «La sociedad inglesa del siglo xviii: ¿lucha de clases sin clases?» en
Tradición, revuelta y conciencia de clase, Crítica, Barcelona, 1979.
155 . Ibíd.
136 Amaru Villanueva Rance | nueva sociedad | 285
discursos que harían mención explícita a las clases sociales en Europa durante el
siglo xix, pero que aún tardarían décadas en instalarse en Bolivia.
Visto de este modo, hablar de clases sociales no solo nos remite a una
estructura social de un momento determinado, sino a una forma de interpretar
esa estructura mediante categorías conceptuales. Entonces, correspondería
preguntarse: ¿cómo se concebía la estructura social en Bolivia antes de la
llegada de las categorías de clase marxistas al país? El clivaje quizá más
profundo y duradero consiste en la clásica distinción entre «indios» y «no
indios», diferencia racial institucionalizada durante el periodo colonial. La
etnohistoriadora Olivia Harris destacaba que la
una categoría tributaria y administrativa, La categoría
mediante la cual se fijaban obligaciones de la «indio» fue
población nativa hacia el Estado colonial (sin
tomar en cuenta que se trataba de un grupo
inicialmente
diverso y acaso internamente estratificado) 156. A establecida como
lo largo del siglo xix, las diferencias entre indios una categoría
y mestizos criollos se consolidaron como raciales tributaria y
y culturales. A la vez, surgieron grupos que administrativa
desestabilizaban la dicotomía racial: artesanos y
obreros urbanos formaban parte de un seg-
categoría «indio» fue inicialmente establecida como

mento medio indeterminado pero aún fuertemente

ligado a la población indígena. Estos dieron paso a la configuración de polos de


mestizaje (criollo e indio), que a su vez generaron categorías de hibridez
subalterna, como la del «cholo». A causa de la alta correlación entre estatus
étnico y ocupacional, Harris propuso que la dinámica entre «indios» y
«mestizos» solo se aproximaba a la relación entre clases sociales. Desde
entonces y hasta la segunda mitad del siglo xx, la categoría «indio» iría

156 . Entre las categorías de subestratificación figuran aquellas relacionadas con el


lugar de origen, residencia, tenencia de propiedad y tipo de ocupación, entre ellas
qamiris, «originarios», «forasteros» y «yanaconas». O. Harris: «Ethnic Identity and
Market Relations: Indians and Mestizos in the Andes» en Bruce Larson, O. Harris y
Enrique Tándeter (eds.): Ethnicity, Markets, and Migration in the Andes: At the
Crossroads of History and Anthropology, Duke up, Durham, 1995.
tema central | Bolivia: la clase media imaginada 137
crecientemente acompañada de participación limitada en el mercado, altos
niveles de pobreza y trabajo agrario-rural de subsistencia.
Si bien los discursos de estratificación más adelante gravitarían hacia un
imaginario de clases sociales, no darían fin a la distinción dicotómica entre
«indios» y «no indios». Este esquema encontraría eco, por ejemplo, en la ya
conocida división que para el indianista Fausto Reinaga perduraba entre las
«dos Bolivias»157. En este sentido, los discursos en torno de la estructura social
pueden verse como una serie de continuidades solapadas, cuyos clivajes entran
y salen de uso en los lenguajes político e intelectual predominantes en distintas
épocas.
Las aproximaciones que hacían uso explícito de la clase social como categoría
llegaron a Bolivia con cierto rezago. El socialismo tuvo una llegada embrionaria
al país a mediados del siglo xix, como consecuencia de ideas igualitarias que se
fueron irradiando desde Europa. Por ejemplo, en 1855 el presidente Manuel
Isidoro Belzu predicaba su ideología basada en una contraposición entre las
«masas populares» y la «oligarquía» 158. Pero el socialismo y el marxismo recién
se empezarían a instalar en Bolivia a principios del siglo xx, con la fundación
efímera del Partido Socialista en 1914, seguido del Partido Obrero Socialista
(pos) en 1919. Más adelante se fundaría un nuevo Partido Socialista en 1927 159,
lo que marcó el asentamiento de estas ideas en el país como parte del sistema de
partidos. En las siguientes décadas, tanto el Partido de Izquierda Revolucionaria
(fundado en 1939) como el Partido Obrero Revolucionario (por, fundado en
1935) continuaban refiriéndose al «problema del indio», pero iban más allá de
los clásicos términos racializados de este debate al demandar que los
campesinos formaran una vanguardia revolucionaria en coalición con
trabajadores y clases medias160. Para ese entonces, con el término «clase media»
se hacía referencia difusamente a criollos y mestizos urbanos, en ocupaciones
no manuales y con cierto nivel educativo; en resumen, una serie de atributos
capaces de demarcarlos claramente de los sectores populares.
La Revolución Nacional de 1952 no fue tanto el inicio como el desenlace de
una serie de cambios profundos en las ideas políticas acerca de la composición
social y étnica del país. Para ese entonces, el esquema predominante durante la
época colonial se había reemplazado con otro modelo postulado ya no en
términos raciales, sino ocupacionales. El clivaje principal propuesto por el
Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr) se esgrimía entre la
«oligarquía» (ligada a la «rosca minero-feudal», es decir la «antinación») y el
«pueblo» (de composición tripartita, formado por clases medias, obreros y
campesinos).

157 . F. Reinaga: Revolución india, Fundación Amáutica Fausto Reinaga, La Paz, 1969.
158 . Andrey Schelchkov: La palabra «socialismo» en Bolivia, siglo xix, Centro de Investigaciones
Sociales, La Paz, 2016.
159 . A. Schelchkov y Pablo Stefanoni: Historia de las izquierdas bolivianas : archivos y
documentos (1920-1940), Centro de Investigaciones Sociales, La Paz, 2016.
160 . Herbert S. Klein: A Concise History of Bolivia, 2a ed., Cambridge up, Nueva York, 2011.
138 Amaru Villanueva Rance | nueva sociedad | 285
Luego de haber sido agrupados bajo la categoría racial de «indios», los
pobladores del campo (sobre todo en tierras altas) se convirtieron gradualmente
en «campesinos», con independencia de su origen étnico. El proyecto
nacionalista implicaba una marcha inexorable hacia la asimila-
y educativa y del sufragio universal. La ¿En qué momento
revolución aspiraba a llevar adelante un proyecto se comienza a
de unificación en torno del mínimo común
denominador del mestizaje. Este giro discursivo
concebir la clase
intentaría apartar las categorías de raza y en términos de
etnicidad como ejes organizadores de la niveles de
estructura social del país. El énfasis en la ingreso?
categoría social de campesinado tuvo como
efecto
ción ciudadana, de la mano de una reforma agraria

implantar la clase social (qua ocupación) como par-

te central en el esquema de estratificación oficial. Esta consiguió su más clara


cristalización en la Central Obrera Boliviana (cob), que agrupaba a sectores
obreros y campesinos. ¿En qué momento entonces se comienza a concebir la
clase ya no en términos de categorías ocupacionales sino de niveles de ingreso?
En 1982, tras 18 años de dictaduras militares, la hiperinflación y la crisis
económica eran algunos de los desafíos más serios que debían enfrentar los
nuevos gobiernos elegidos democráticamente. Al igual que los de muchos otros
países en busca de salida a sus adversidades económicas, el gobierno de Víctor
Paz Estenssoro cedió frente a la presión para aceptar un programa de ajuste
estructural, como parte de lo que más tarde se conocería como Consenso de
Washington. Los diez condicionamientos impuestos para el rescate financiero
involucraban una serie de medidas que podrían resumirse en un cóctel de
austeridad, privatización y liberalización económica. Crucialmente, suponían el
«reordenamiento de las prioridades del gasto público», lo que incluía el
redireccionamiento de subsidios hacia la provisión de servicios ostensiblemente
«propobre» y «procrecimiento»161. Este último punto es central en esta breve
genealogía, pues sugiere que las prescripciones estaban predicadas sobre la base
de la generación de condiciones económicas que ayudaran a los Estados no solo
a salir de su situación de crisis y endeudamiento, sino a mejorar las condiciones
161 . John Williamson: «A Short History of the Washington Consensus», Fundación cidob,
Barcelona, 2004.
tema central | Bolivia: la clase media imaginada 139
de vida de un segmento definido a partir de su nivel de ingresos, y bajo el
monitoreo continuo de organismos multilaterales. Como relata Jason Hickel, el
discurso predominante acerca de la pobreza solo se remonta a 1990, por la línea
de base utilizada por los Objetivos de Desarrollo del Milenio (odm), o incluso a
1981, cuando el Banco Mundial publicó sus primeras estadísticas económicas162.
El primer estudio de distribución de ingresos en Bolivia fue realizado por la
Misión Musgrave en 1975. En 1979, el Programa Regional de Empleo para
América Latina y el Caribe (prealc) actualizaría esta estimación al incluir datos
del censo de 1976. En la década de 1980, Rolando Morales publicó junto con
sus colaboradores un estudio pionero que, combinando la distribución de
ingreso con un umbral de ingresos mínimos, fue el primero que se propuso
dimensionar a la población pobre e indigente163. En la década de 1990 llegarían
estudios en mayor profundidad31 que combinaban formas directas (necesidades
básicas insatisfechas, nbi) e indirectas (línea de pobreza, lp) para medir la
pobreza. Luego de la realización del censo de 1992, uno de los estudios más
relevantes de este periodo164 también basó buena parte de su enfoque en las nbi.
No se llegó a un consenso respecto a las mediciones de la pobreza, que
seguirían ensayándose por un tiempo; incluso años más tarde documentos
oficiales usaban un enfoque con tres líneas de pobreza: extrema, moderada baja
y moderada alta, sobre la base de una aproximación 165 que al día de hoy
comienza a caer en desuso. La pobreza se había convertido en un objeto técnico
de estudio, útil para el seguimiento y la evaluación de la incidencia de políticas
públicas, sin señales de que pudiera concebirse como una categoría social con
atributos culturales o políticos.
La etapa neoliberal incluyó la implantación de un nuevo tropo acerca de la
desigualdad social basado en la estratificación a partir de niveles de ingreso. De
forma posterior, también se instalaron mediciones de pobreza y desarrollo

162 . El economista Martin Ravallion observó en 1990 que las líneas de pobreza de
muchos de los países más pobres convergían cerca de 1,02 dólares estadounidenses.
Siguiendo su recomendación, el Banco Mundial adoptó este umbral de pobreza
absoluta como primera línea internacional de pobreza (ipl). Esta medida permaneció
hasta 2008, cuando el Banco Mundial la cambió por 1,25 dólares a niveles de paridad
de poder adquisitivo (ppa) de 2005, y nuevamente en 2015 a 1,90 dólares, sobre la base
de una ppa ajustada a 2011. Lo que puede resultar sorprendente de semejantes ajustes
técnicos es que, de la noche a la mañana, cientos de millones de personas en todo el
mundo entran y salen de la pobreza mediante una extraña alquimia estadística, sin la
más mínima modificación material en sus condiciones de vida.
163 . R. Morales, Ana María Aguilar y Guido Pinto: Desarrollo y pobreza en
Bolivia: análisis de la situación del niño y la mujer, Unicef, La Paz, 1984. 31. pnud:
«La pobreza en Bolivia», pnud, La Paz, 1990.
164 . Ministerio de Desarrollo Humano: Mapa de pobreza: una guía para la acción social, ine /
udapso / upp, La Paz, 1995.
165 . udape: «Pobreza y desigualdad en municipios de Bolivia: estimación del gasto de consumo
combinando el Censo 2001 y las Encuestas de hogares», udape / ine, La Paz, 2003; James Foster,
Joel Greer y Erik Thorbecke: «A Class of Decomposable Poverty Measures» en Econometrica vol.
52 No 3, 1984.
140 Amaru Villanueva Rance | nueva sociedad | 285
humano que incorporaron carencias relacionadas con la educación, la salud y el
nivel de vida166. Esto no quiere decir que los imaginarios de composición social
sobre la base de vectores étnicos u ocupacionales desaparecieran del radar;
simplemente fueron desplazados gradual e imperceptiblemente dentro de los
discursos institucionales predominantes. La transposición más significativa
estaba basada en la suplantación de la clase como función de alguna categoría
ocupacional por la clase como función del nivel de ingresos.
década de 1980. No me refiero, por supuesto, a La pobreza, como
la hambruna ni a formas diversas de hoy la conocemos
precariedad que plagan la historia de la
humanidad hasta el día presente, sino a un
en Bolivia, «se
discurso capaz de medir y monitorear este inventó» en la
fenómeno a partir de un determinado nivel de primera mitad de
ingresos. Tampoco es mi intención detenerme la década de 1980
en un repaso de la pobreza y su medición; si la
menciono en estos párrafos es debido a
Para plantearlo de manera más constructivista (pero quizá no tan

constructiva), podría decirse que la pobreza, como hoy la conocemos en

Bolivia, «se inventó» en la primera mitad de la que está íntimamente

relacionada con el tema que

nos concierne: los estratos medios. Dada la enorme preponderancia de la


pobreza como proporción de la población (más allá de los métodos de
medición), los estudios de estratificación antes mencionados se enfocaban de
forma casi exclusiva en esta categoría.
Esta tendencia es corroborada explícitamente por el Informe de Desarrollo
Humano de 2010: «en el estudio de los problemas sociales en esas décadas se
privilegió el análisis de la pobreza al margen de las estructuras sociales» 167. Este
estudio rompe con las tendencias anteriores al retratar cómo, entre 1999 y 2007,
el país atraviesa un punto de inflexión en el cual el estrato medio de ingresos

166 . El iph-1 fue adoptado por el pnud en 1998 y, posteriormente, fue reemplazado con el índice de
pobreza multidimensional en 2010.
167 . pnud: Informe Nacional sobre Desarrollo Humano en Bolivia. Los cambios detrás del cambio.
Desigualdades y movilidad social en Bolivia, pnud, La Paz, 2010.
tema central | Bolivia: la clase media imaginada 141
sobrepasa por primera vez la tercera parte de la población nacional, hecho que
cataliza un análisis más detenido acerca de este sector. Y silenciosamente nace
con la pobreza su gemela siamesa llamada «estrato medio de ingresos», a partir
de la cual hoy se ha derivado una «clase media» como segmento
socioeconómico. Un segundo punto de inflexión ocurriría entre 2010 y 2012,
cuando este mismo estrato sobrepasó la mitad de la población, hasta llegar a
58% en 2017.
Las clases medias como circunscripción imaginada

La genealogía conceptual ensayada en la anterior sección se ha enfocado


principalmente en discursos políticos e institucionales. Si bien estos pueden
tener una relación iterativa (y hasta recíproca) con formas de
autoidentificación168, en el fondo no llegan a retratar cómo las personas viven las
relaciones de pertenencia, estatus y desigualdad en sus vidas cotidianas y en sus
propios términos. Una pregunta central para cualquier esquema de
estratificación consiste en preguntarse si «las categorías constitutivas son entes
únicamente nominales, o si tienen un significado real para las personas
involucradas»37. Yendo aún más lejos, Thompson argumentaba que «la clase
[social] es definida por los hombres tal y como viven su propia historia y, al
final, esta es la única definición» 169. Tratándose de subjetividades fragmentarias,
considero que no existe una aproximación metodológica que pueda ofrecer una
explicación generalizada de lo que significa hoy la clase social en Bolivia, en
especial sobre la base de sus dimensiones socioculturales. Sin embargo, existen
datos que nos pueden dar un par de hilos a partir de los cuales empezar a
desenredar esta madeja.
La Encuesta Mundial de Valores (emv), realizada por primera vez en el país
en 2017, reporta que 69% de los bolivianos se autoidentifica como clase
media170, un porcentaje aún más alto que el segmento de ingresos medios (58%),
que ya sobredimensionaría el tamaño de la clase media 171. Sería un exceso

168 . Ian Hacking: «Between Michel Foucault and Erving Goffman: Between
Discourse in the Abstract and Face-to-Face Interaction» en Economy and Society vol.
33 No 3, 2004. 37. David B. Grusky: «The Past, Present, and Future of Social
Inequality» [2004] en D.B. Grusky (ed.): Social Stratification: Class, Race and Gender
in Sociological Perspective, Westview Press, 2014.
169 . E. P. Thompson: The Making of the English Working Class, Vintage Books,
Nueva York, 1963, p. 11. [Hay edición en español: La formación histórica de la clase
obrera, Laia, Barcelona, 1977].
170 . Este número se disgrega en 66% para la población adulta (19% como «clase
media alta» y 49% como «clase media baja») y 78% entre los jóvenes encuestados (de
12 a 17 años; 36% como «clase media alta» y 42% como «clase media baja»). Debe
tomarse a la población adulta como segmento de referencia para los demás países de la
región, para los cuales no existen datos de una encuesta realizada a jóvenes.
171 . De acuerdo con el Banco Mundial, en 2013 70% de los alteños se autodefinían
como clase media. Banco Mundial: «Bolivia: poco a poco construyendo una nueva
clase media», <www.bancomundial.org/es/news/feature/2013/10/24/Bolivia-poco-a-
poco-construyendouna-nueva-clase-media24/10/2013>, 24/10/2013.
142 Amaru Villanueva Rance | nueva sociedad | 285
suponer que el porcentaje refleja identidades internalizadas, en tanto no surgen
de una autoidentificación espontánea, sino como respuestas a una encuesta con
categorías predefinidas. De todos modos, es sugerente que la cifra (aun tomando
en cuenta el margen de error) sea tan elevada en relación con el promedio
mundial (57%), o en comparación con otros países de la región, entre los cuales
figuran Perú (55%), Argentina (60%) y Brasil (40%)172. Este es un dato que
amerita un estudio más detallado, pero pueden esbozarse algunas explicaciones:
la estigmatización que hoy acarrea pertenecer a uno de los extremos del
espectro social en Bolivia, los componentes fuertemente aspiracionales
relacionados con la pertenencia de clase y la marcada trayectoria de ascenso
socioeconómico de quienes han percibido un cambio marcado respecto a una
previa situación de subalternidad. Me aventuro a decir que, más allá de las
categorías de clase que recurrentemente afirman aquellos actores involucrados
en esta disputa discursiva (políticos, instituciones, intelectuales) para referirse a
terceros, los esquemas cognitivos que configuran la vida cotidiana de las
personas pasan por otros vectores identitarios relacionados con el estatus social.
Este se conjuga mediante componentes diversos: fenotípicos, de vestimenta,
educativos, geográficos, culturales e incluso ligados al apellido. Entonces, ¿en
qué queda este concepto gelatinoso? A riesgo de que se diluya (o incluso de que
se evapore), podríamos acercarlo a los debates
coyunturales en Bolivia a partir de una aproximación El debate se
tradicional, como un grupo socialmente diferenciado inaugura con
cuyos miembros comparten intereses económicos tendientes a ser reflejados
en orientaciones políticas. el libro Political
El debate clásico en torno de las clases medias lati- Change in Latin
noamericanas se inaugura con la publicación del libro America: The
Political Change in Latin America: The Emergence of the
Emergence of the
Middle Sectors, de John J. Johnson173. Partiendo de un
examen de tendencias políticas de la primera mitad Middle Sectors, del
siglo xx, el autor argumentaba que «grupos inter- de John J. Johnson
medios» de la región habían comenzado a cambiar su
orientación política, pasando de ser clientelas de viejas elites a formar
nuevas alianzas o «amalgamas» con «elementos trabajadores» 174.
Proponía que este viraje alteraría el equilibrio de poder y traería

172 . Datos tomados de la sexta ola de la emv (2010-2014), dado que no existen aún
datos consolidados para la séptima ola, todavía en curso (2016-2020).
173 . Stanford up, Stanford, 1958. [Hay edición en español: La transformación
política de América Latina. El surgimiento de los sectores medios, Hachette,
Buenos Aires, 1961].
174 . Es sugerente que Johnson haya evadido deliberadamente referirse
a las «clases» sociales en su análisis, dado su agnosticismo respecto a estas
categorías, que incluso en su tiempo eran objeto de disputas discursivas.
tema central | Bolivia: la clase media imaginada 143
consigo el potencial para transformaciones progresistas.
Investigadores como Fredrick Pike cuestionaron más adelante las
premisas de este enfoque, argumentando que las clases medias
chilenas continuaban ligadas a las elites por sus aspiraciones de
consumo y pertenencia, y que habían erigido una barrera psicológica
que les impedía tener una alianza genuina con la clase trabajadora 175.
Por su parte, Pike también dudaba de la solidez de las nuevas alianzas
entre sectores, notando la tendencia de la clase media a sentirse
incómoda frente al poder creciente de las masas urbanas y rurales 176.
Observó que, en el caso brasileño y velando por su estabilidad, las
clases medias fueron aquiescentes frente a los gobiernos militares e
incluso llegaron a apoyar abiertamente los golpes de Estado. No
obstante, se instaló un debate en torno de las clases medias y su rol
político en la región. A través de su expansión, se pensaba que
jugarían un papel cada vez más importante en dirimir la tensión entre
los intereses polarizados de las elites y los grupos subalternos. Existía
un relativo consenso acerca de la creciente importancia electoral de
este segmento, pero cierta ambivalencia respecto a los resultados
políticos que traería. Samuel P. Huntington llegó a ver en las clases
medias un potencial revolucionario, pero predijo que a medida que
envejecen, también se tornan más conservadoras177.
En otras partes del mundo, la relación entre clase social y orientación política
(medida a través del voto) fue estudiada con vigor desde la década de 1950.
Estudios tempranos percibían una clara tendencia a que los trabajadores
manuales votaran por partidos de izquierda178, pero en años recientes se ha
sumado la evidencia empírica de que esta tendencia está en descenso, al menos
en democracias occidentales179. Se han propuesto varias explicaciones para ello,
incluyendo cambios en los tamaños relativos de las clases sociales
(generalmente definidas ocupacionalmente) y en sus atributos económicos (con
una decreciente correlación entre nivel de ingresos y tipo de ocupación).
Adicionalmente, un cierto grado de convergencia y dispersión entre las
propuestas sociales y económicas de los partidos a lo largo del espectro político
ha hecho más difícil una separación sencilla entre partidos de «izquierda» y de

175 . F. B. Pike: «Aspects of Class Relations in Chile, 1850-1960» en The


Hispanic American Historical Review vol. 43 No 1, 1963.
176 . Charles Wagley: «The Dilemma of the Latin American Middle Classes» en Proceedings of the
Academy of Political Science vol. 27 No 4, 1964.
177 . Samuel P. Huntingon: Political Order in Changing Societies, Yale up, New Haven-Londres,
1968. [Hay edición en español: El orden político en las sociedades en cambio, Paidós, Barcelona,
1990].
178 . Robert Alford: Party and Society: The Anglo-American Democracies, Greenwood Press,
Westport, 1963.
179 . Giedo Jansen, Geoffrey Evans y Nan Dirk de Graaf: «Class Voting and Left-
Right Party Positions: A Comparative Study of 15 Western Democracies, 1960-2005»
en Social Science Research vol. 42 No 2, 2013.
144 Amaru Villanueva Rance | nueva sociedad | 285
«derecha». Además de transformaciones complejas en la oferta política y la
demanda ciudadana, la cuestión latente de la heterogeneidad dentro de las
categorías de clase (medidas a partir del ingreso) es quizá la más relevante para
las discusiones contemporáneas en Bolivia.
contrabandistas, transportistas, médicos, Es difícil imaginar
campesinos cocaleros, etc.), en cuyos intereses una serie de
es más fácil encontrar relaciones de conflicto que
de armonía. intereses comunes
Incluso en el intento de distinguir entre una entre los
clase media «tradicional» y una «nueva», la supuestos
distinción no es estrictamente equivalente a los integrantes de este
sustratos del estrato medio de ingresos «altos» y
club sin
«bajos» o «vulnerables». El clivaje
popular/tradicional ciertamen- membresía
Si bien es posible aglutinar dentro de la «clase media» (o cualquier otro
rótulo) a quienes pueden satisfacer sus necesidades básicas (alimentarias y no
alimentarias), me es difícil imaginar una serie de intereses comunes entre los
supuestos integrantes de este club sin membresía. Si suponemos que está
compuesto por cerca de 58% de la población, sería una perogrullada creer que
en términos numéricos pueda concebirse como «árbitro del destino electoral». O
más que una perogrullada, considero que la clase media se refiere a una
aglutinación expansiva acompañada de un significante cada vez más vacío. Este
grupo incorpora fácilmente a una serie de actores con diversas modalidades
ocupacionales (servidores públicos,
te es de relevancia, a pesar de corresponder a un
imaginario de estratificación que se aproxima a un constructo multidimensional
(digamos, de corte bourdiano), antes que a un concepto de clase concebido en
relación con el nivel de ingresos. En un intento de dotar de sustancia a cada
subestrato, se podría intentar definir su composición a partir de trayectorias
sociales mediante las cuales grupos determinados ganan, mantienen o pierden
formas de privilegio y distinción.
Un tarea pendiente para la investigación social en Bolivia consiste en
dimensionar empíricamente a estos grupos. A pesar de que existen importantes
avances cualitativos en la caracterización de los grupos en ascenso 180, no he
podido detectar una aproximación semejante a grupos relacionados con una
«clase media tradicional». Es de interés particular comprender hasta qué punto
un clivaje de este tipo puede sostenerse inductivamente, sobre la base de
vectores étnicos, ocupacionales y educativos, como punto de contraste con la
estratificación por ingresos. Un siguiente paso consistirá en investigar en qué
medida los grupos en cuestión tienen intereses contrapuestos.

180 . C.R. Rea Campos: ob. cit.; Nico Tassi, Alfonso Hinojosa y Richard Canaviri: Economía
popular en Bolivia: tres miradas, Centro de Investigaciones Sociales, La Paz, 2015.
tema central | Bolivia: la clase media imaginada 145
Es previsible que transformaciones tectónicas en la estructura social
encuentren expresión en sucesos como aquellos suscitados en el centro
comercial MegaCenter a principios del año 2015, con la llegada de residentes
alteños al barrio de Irpavi, percibida por algunos habitantes de esa región
acomodada de La Paz como una suerte de invasión plebeya posibilitada por el
teleférico. En este escenario, las pulsiones reaccionarias se exacerban en la
medida en que algunos grupos se sienten invadidos o desplazados. A pesar de
periódicas tensiones de este tipo, considero que no se presenta necesariamente
el escenario para una «lucha de clases», al menos en su sentido clásico. La
disputa no es por los medios de producción, sino por los espacios simbólicos
donde se reproduce la distinción social. Pero existen fenómenos que pueden
tender a aplacar las luchas sociales visibles (al menos, por parte de quienes
tienen una trayectoria ascendente), en la medida en que la distinción social a
través del consumo tradicionalmente ha sido aspiracional y se basa en el
mimetismo antes que en la confrontación.
También existe la posibilidad de que las trayectorias de ascenso social de las
«nuevas clases medias» sean predominantemente divergentes, que estas ocupen
espacios económicos y simbólicos propios y esto dé lugar a grupos de elite
paralelos. El clivaje puede ser conceptualmente contencioso, pero considero que
el ejercicio de disgregación de las «clases medias» en subestratos es pertinente
en la medida en que van tomando forma categorías sociales con rasgos más
distintivos y con composición menos heterogénea. Un ejercicio posterior
involucrará descifrar si estas distintas aproximaciones a la clase social ayudan a
distinguir orientaciones políticas colectivas.
Refiriéndose a las clases medias británicas, el historiador Dror Wahrman
examinó los procesos mediante los cuales este grupo ingresó en el imaginario
social y político entre finales del siglo xviii y principios del siglo xix 50. Propone
que la creación de esta categoría está más ligada a transformaciones discursivas
que a cambios subyacentes en la estructura social. Un proceso análogo ocurrió
en Argentina en el siglo xx y dio lugar a la internalización generalizada de esta
clase, en discursos tanto cotidianos como políticos 51. Si adoptamos un enfoque
similar, quizá podamos discernir entre transformaciones sociales aceleradas
(que ciertamente dan mucho de qué hablar) y una reconfiguración en los
esquemas a partir de los cuales se construyen los sujetos sociales en un
determinado momento histórico.
Las clases medias en Bolivia pueden pensarse como una circunscripción
imaginada sobre la cual se intenta proyectar o inferir una serie de atributos e
intereses políticos. Invocarlas implica ejercicios estadísticos, nominativos y
retóricos, algunos de los cuales he intentado examinar en este artículo. Quienes
han protagonizado este análisis son políticos, instituciones y analistas. Por lo
tanto, este debate dice más de todos nosotros y sobre cómo ajustamos nuestras
categorías de análisis para acercarnos a la realidad social que sobre las personas
a quienes hacen referencia estas etiquetas. A pesar de los altos (pero tenues)
146 Amaru Villanueva Rance | nueva sociedad | 285
niveles de autoidentificación con la clase media, no he encontrado evidencia de
que esta sea una categoría que se invoque de manera espontánea, y menos aún
que sea exaltada como bandera política por parte de movimientos ciudadanos.
La clase media prolifera como categoría de análisis en la opinión publicada,
antes que como identidad social diferenciada en la opinión pública.

50. D. Wahrman: Imagining the Middle Class: The Political Representation of Class in Britain,
c. 1780-1840, Cambridge up, Cambridge, 1995.
51. Ezequiel Adamovsky: Historia de la clase media argentina. Apogeo y decadencia de una
ilusión, 1919-2003, Planeta, Buenos Aires, 2009.

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