Wa0090.
Wa0090.
Wa0090.
1 . Ver Arthur Vidich (ed.): The New Middle Classes: Life-Styles, Status
Claims and Political Orientations, New York up, Nueva York, 1995; Tim
Butler y Mike Savage (eds.): Social Change and the Middle Classes, ucl
Press, Londres, 1995; Nicholas Abercrombie y John Urry: Capital, Labour
and the Middle Classes, George Allen & Unwin, Londres, 1983; Catherine
Bidou-Zachariasen: «Les classes moyennes: définitions, travaux et
o
controversies» en Education et Sociétés vol. 2 N 14, 2004; Erik Olin
o
Wright: «¿Qué hay de ‘medio’ en la clase media?» en Zona Abierta N
84/85, 1985.
38 Ezequiel Adamovsky | nueva sociedad | 285
carácter «segmental» está reconocido desde el comienzo. Para Mann,
su posición de clase está definida por tres factores socioeconómicos
diferentes: la propiedad (que recorta el segmento de la pequeña
burguesía al frente de pequeños y medianos negocios), las posiciones
jerárquicas que requieren las corporaciones privadas y la burocracia
estatal (que delinea el mundo de los empleados de carrera) y las
profesiones que el Estado licencia como tales (dominio de los
profesionales universitarios). Ahora, si está claro por qué cada
segmento tiene una lógica propia, menos evidente resulta por qué
considerarlas parte de una y la misma clase. La demostración de Mann
se apoya aquí en tres argumentos. En primer lugar, cada segmento
ofrece canales de promoción que conectan a las categorías más bajas
con las más altas e imbuyen así a todas de un ethos en común
(precisamente, la aspiración al ascenso). En segundo lugar, los tres
segmentos compartirían pautas de consumo específicas.
Por último, los tres también tendrían la capacidad económica suficiente
como para convertir parte de su renta en capital, mediante la
realización de pequeñas inversiones. Tal «participación intermedia
segmental en las jerarquías del capitalismo y del Estado-nación»
configuraría el lugar específico de la clase media2.
Mirado el argumento más de cerca, sin embargo, no queda claro que
las dinámicas invocadas aseguren la unidad de los tres segmentos.
Tomemos el argumento del ethos del ascenso. Entre los empleados de
carrera, efectivamente tiene un lugar central que da cohesión a todo el
segmento, configurando prácticas y expectativas que son claramente
diferentes de las que operan en el mundo popular o en el de la clase
alta. En alguna medida esto podría hacerse extensivo a los
profesionales, pero resulta mucho menos evidente para el mundo de la
pequeña burguesía: sus aspiraciones de ascenso a través de la
acumulación de capital y ampliación de sus negocios, en todo caso,
no serían diferentes de las de la gran burguesía (el ethos compartido
sería en ese caso el de la clase alta más que el de los empleados de
carrera). Tampoco hay evidencia clara de que los canales de
movilidad ascendente dentro de cada segmento tengan su correlato en
la posibilidad intensa de desplazamientos horizontales (entre
segmentos). Además, las posibilidades (y aspiraciones) de ascenso
desde ocupaciones de trabajo manual hacia los escalones más bajos
del empleo de cuello blanco e incluso del pequeño negocio
independiente no son empíricamente desdeñables, de modo que el
argumento de la especificidad del ethos se desdibuja. Por su parte, el
segundo argumento –el de las pautas de consumo– es de alcances
2 . M. Mann: Las fuentes del poder social ii. El desarrollo de las clases y los Estados
nacionales, 1760-1914, Alianza, Madrid, 1997, p. 742 y ss.
tema central | «Clase media»: mitos, usos y realidades 39
limitados, toda vez que el propio Mann reconoce que la clase obrera
ha emulado las que alguna vez pudieron ser privativas de la clase
media. Quedaría en pie solo la tercera apoyatura, la de la capacidad de
inversión. Para esta, sin embargo, se aplica la prevención de nuestro
apartado anterior: más que recortar nítidamente fronteras de clase, la
posibilidad de reinvertir alguna parte de la renta está desigualmente
distribuida según un «gradiente de clase» que no marca fronteras por
sí solo. En fin, a pesar de la sofisticación conceptual, «clase media»
sigue funcionando en la obra de Mann como una categoría residual
sobre la que luego se proyecta una serie de atributos políticos o
actitudinales (como los de ser baluarte de la democracia liberal y leal
sostén del capitalismo).
A estas dificultades, además, deberían agregarse las que añaden las
dimensiones de género y de raza. El argumento sobre los canales de
movilidad ascendente y el ethos que de ellos se derivaría suele ser
central en los intentos de definición de la clase media como categoría
objetiva. La evidencia empírica, sin embargo, ha mostrado que los
sentidos asociados a la pertenencia a una categoría ocupacional
considerada «de clase media»
40 Ezequiel Adamovsky | nueva sociedad | 285
empleo de cuello blanco suele ser bastante menor para las mujeres;
incluso cuando estas ascienden a altos puestos de carrera o
gerenciales, lo hacen en nichos de especialización que no suponen
gran poder de decisión y mando sobre otras personas (a diferencia
de los que ocupan los varones)3. Frente a esta evidencia, la
consistencia de las definiciones «objetivas» (e implícitamente
masculinas) de clase media siempre podía salvarse apelando a la
noción de «clase conyugal», aunque todavía estuviéramos dejando
fuera a las mujeres que no están en pareja con varones. Pero las
complicaciones reaparecen con más fuerza cuando se introdu-
Las los sociólogos notaron, en los países
complicaciones desarrollados, la presencia estadísticamente
visible de no blancos en posiciones
reaparecen con tradicionalmente consideradas de clase media. Al
más fuerza igual que las mujeres, cuando se trataba de
cuando se empleos de carrera las perspectivas de ascenso
introduce la de los de origen africano o asiático eran
dimensión étnica
ce la dimensión étnica. Desde la década de 1980
9 . V. una buena síntesis de estos debates en V. Burris: «The Discovery of the New
Middle Class» en A. Vidich (ed.): ob. cit.
tema central | «Clase media»: mitos, usos y realidades 47
Nuevos enfoques
Para salir de estos atolladeros, desde hace algunos años los estudios
históricos sobre la clase media vienen experimentando una profunda
renovación (que se acompaña también en la antropología y, en menor
medida, en la sociología)11. En lugar de asumir a priori la existencia
de una clase media, importa ahora comprender los procesos
sociopolíticos y/o discursivos por los que, en contextos específicos, se
recorta una «clase media». En otras palabras, se busca entender las
condiciones en las cuales (y los procedimientos por los que)
determinados grupos de personas se agrupan con otras como una
10 . Ibíd.
11 . Sobre esta renovación, v. S. Visacovsky y Enrique Garguin (eds.):
Moralidades, economías e identidades de clase media. Estudios históricos
y etnográficos, Antropofagia, Buenos Aires, 2009 y A. R. López y B.
Weinstein (eds.): ob. cit.
48 Ezequiel Adamovsky | nueva sociedad | 285
«clase media», en lugar de aglomerarse con otros sectores, o de
conceptualizar su nucleamiento de otra manera. Fijar el momento de
inicio de un cambio de paradigma es siempre una tarea azarosa, pero
aún con prevenciones podríamos proponer como punto de partida
mediados de la década de 1990, años de la aparición de dos textos
pioneros, de autoría de Dror Wahrman y de Geoffrey Crossick, sobre
el espacio europeo12. En el ámbito latinoamericano, el giro comienza
poco después, con la investigación de David Parker de 1998 sobre los
trabajadores de comercio peruanos13.
Desde el comienzo de esta renovación, las líneas de investigación
han tomado dos caminos, con puntos de contacto y zonas grises.
Atentos a los argumentos más textualistas del giro lingüístico,
algunos investigadores han sostenido que la «clase media» no es otra
cosa que una invención discursiva (un argumento que con frecuencia
se hace extensivo a todas las «clases»). Desde este punto de vista, el
foco de interés pasó a estar puesto casi exclusivamente en los
discursos políticos de los que esta realidad discursiva habría
emanado, con poco o ningún espacio para la exploración de la
historia social de los sectores luego englobados en esa categoría. En
líneas generales, se trata de la aproximación elegida por Wahrman.
Otro grupo de investigadores, en cambio, ha buscado un punto
intermedio entre el objetivismo de la tradición sociológica y las
posturas textualistas extremas. Para este grupo –en el que podríamos
situar a Crossick y Parker–, se trata de analizar precisamente el punto
de encuentro entre, por un lado, los determinantes estructurales y la
experiencia de grupos sociales concretos en situaciones históricas
delimitadas y, por el otro, las construcciones discursivas que los
convocan a la unidad como una «clase media». Después de todo, no
cualquier apelación se hace carne en la sociedad de manera duradera:
los procesos de construcción de identidades son incomprensibles sin
tener en cuenta la dimensión discursiva, pero también lo son sin el
análisis de las condiciones de receptividad de los discursos.
Desde este punto de vista, no va de suyo que exista en cualquier
contexto y lugar una clase media por la mera presencia de las
categorías ocupacionales que supuestamente la conforman. Quien se
interese por investigarla, deberá demostrar empíricamente que, en un
El porvenir de una
ilusión: clases medias
en América Latina
Cecilia Güemes / Ludolfo Paramio
14 . A la clase media se la asimila por una parte a los obreros (por estar excluida de
los medios de producción), pero también a los capitalistas (por ejercer autoridad
supervisora y, por tanto, participar en la función global del capital) y se destacan sus
«posiciones contradictorias» en las relaciones de clase. Val Burris: «La síntesis
neomarxista de Marx y Weber sobre las clases» en Zona Abierta NO 59-60, 1992; Eric
Olin Wright: «Reflexionando, una vez más, sobre el concepto de estructura de clases»
en Zona Abierta NO 59-60, 1992.
15 . L. Paramio: presentación del seminario internacional «Clases medias y agenda
política en América Latina», Centro de Ciencias Sociales y Humanas-Consejo Superior
de Investigación Científica, Madrid, 14/2/2013; y L. Paramio: Clases medias y
gobernabilidad en América Latina, Fundación Pablo Iglesias, Madrid, 2010.
16 . Se consideraba de clase media a todos aquellos que tenían un consumo de entre
10 y 50 dólares por día. Francisco H. G. Ferreira, Julian Messina, Jamele Rigolini,
Luis-Felipe López-Calva, Maria Ana Lugo y Renos Vakis: La movilidad económica y
el crecimiento de la clase media en América Latina, Banco Mundial, Washington, dc,
2013.
17 . La Cepal considera de clase media los hogares en los que el ingreso supera
cuatro veces la línea de pobreza per cápita urbana y es inferior al valor del percentil 95.
Los datos reflejan la media de los diez países incluidos en el informe: Argentina,
Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Honduras, México, Panamá, Perú y República
Dominicana. Rolando Franco y Martín Hopenhayn: «Las clases medias en América
Latina: historias cruzadas y miradas diversas» en R. Franco, M. Hopenhayn y Arturo
León (coords.): Las clases medias en América Latina: retrospectiva y nuevas
52 Cecilia Güemes / Ludolfo Paramio | nueva sociedad | 285
de los ciudadanos se reconocía como de clase media o media baja en 2011
(Latinobarómetro). El cuadro de la página siguiente ilustra la evolución actual
de las clases medias en la región. En términos objetivos, parece confirmarse la
tendencia al alza de las clases medias. En
Cuadro
2007 27,44 35,69 2011 37,2 30,4 2017 38,43 36,3 2018 36,8 29,6
Variación 10,99 0,61 Variación -0,40 -0,80
2017/2007 2018/2011
Nota: los datos objetivos provienen del Banco Mundial y toman como referencia para medir la
clase media entre 13 y 70 dólares paridad poder adquisitivo (ppa) (2011) y clase media vulnerable
entre 5,5 y 13 dólares ppa (2011). Se presenta una media de América Latina con exclusión de
Venezuela. Los datos subjetivos provienen de Latinobarómetro, donde se le pide al encuestado que
se defina como de una clase social en la siguiente escala: alta, media alta, media, media baja y baja.
Los datos que se reflejan en el cuadro representan la media de 18 países de la región. Fuente:
elaboración de los autores sobre la base de datos de lac Equity Lab (wb) y Latinobarómetro.
20
11 13 20
11 18
10
4 3 3 3 4
0
2011 2013 2015 2017 2018
2002.
19 . La consigna que se formula en la encuesta de Latinobarómetro es: «La gente
algunas veces se describe a sí misma como perteneciendo a una clase social. Ud. se
describiría como perteneciendo a la clase:». Las opciones de respuesta son: alta, media
alta, media, media baja y baja. En el gráfico se excluye la clase alta porque los valores
son inferiores a 0. 7. Liliana de Riz: «El apetito de progreso de las clases medias: un
tiempo de reformas para Argentina» en L. Paramio y C. Güemes: Las nuevas clases
medias: ascenso e incertidumbre, cepc, Madrid, 2017.
20 . Sergio Visacovsky y Enrique Garguin (eds.): Moralidades, economías e identidades de clase
media. Estudios históricos y etnográficos, Antropofagia, Buenos Aires, 2009.
54 Cecilia Güemes / Ludolfo Paramio | nueva sociedad | 285
ineficiencia institucional, la baja calidad en los servicios públicos, la corrupción
y la inseguridad. Por último, se describe su pragmático y errático
comportamiento político21.
Los trabajos recientes sobre clases medias contraponen las clases medias nuevas
o «emergentes» a las clases medias tradicionales. La bibliografía económica se
refiere a las primeras como «vulnerables», mientras que la de corte sociológico
introduce conceptos como los de «clase media divergente». Esto conduce a
preguntarnos si existen entre estos estratos sociales solo diferencias
cuantitativas o de grado (de consumo, ingresos, ahorro) o también diferencias
cualitativas (de identidad, preferencias o comportamiento político). A
continuación ofrecemos datos que permiten suponer que las nuevas clases
medias son parecidas y, a la vez, diferentes de las clases medias tradicionales
cuantitativa y cualitativamente. Opinan y ven los problemas sociales de modos
parecidos, pero son más frágiles en términos estructurales, viven en el día a día
más preocupadas y su comportamiento político es más impredecible.
Empecemos por las diferencias: las nuevas clases medias tienen una
construcción cultural/identitaria disímil de la de las clases medias tradicionales.
Si bien son igualmente aspiracionistas, no buscan homologarse al canon cultural
de las clases altas ni tienen en su horizonte el consumo característico de la
modernidad ilustrada, como sí lo tenían las clases medias tradicionales. Su
consumo se concentra en tecnología, educación privada, ropa o productos de
ciertas marcas y se verifica una combinación de capitales simbólicos que
fusiona lo ancestral y la modernidad. Su exhibición de riqueza dista de la propia
de la clase media tradicional, que gasta en viajes o compra artículos finos. Su
momento de ostentación de poder económico está en las fiestas infantiles y la
ropa de marca, en estar informado de los nuevos avances tecnológicos
(computadoras, celulares, televisores, sistemas de audio, juegos). Lo cultural es
reemplazado por el saber como destreza y habilidad para desarrollar un
emprendimiento profesional22.
las clases medias tradicionales.
Buena parte de Buena parte de la nueva clase media creció a
la nueva clase espaldas de los gobiernos y, por tanto, se
21 . C. Güemes: «Aurea mediocritas: crecimiento, características y papel de las
nuevas clases medias en Latinoamérica» en L. Paramio y C Güemes: Las nuevas clases
medias latinoamericanas: ascenso e incertidumbre, cit.
22 . Ana Wortman: «Las clases medias argentinas, 1960-2008» en R. Franco, M. Hopenhayn y A.
León (coords.): ob. cit.
tema central | El porvenir de una ilusión: clases medias en América Latina 55
media creció a conforma con que se la deje funcionar a su
espaldas de los manera. No existe para quienes la integran
diferenciación entre obrero y empleado, son
gobiernos y se multitareas y se ven como «dueños» más que
conforma con que como empresarios, a la vez que utilizan aporte
se la deje funcionar de trabajo vía trueque entre amigos y vecinos.
a su manera En Bolivia, las investigaciones sostienen que la
Si las «viejas» clases medias están integradas por empleados en trabajos no
que viven en barrios tradicionales cerca de clases altas, las «nuevas» clases
negocio propio (66,3%) y poco deseo de un empleo formal (17,2%) o con alta
remuneración (16,5%). La gran mayoría de quienes se definen como de clase
media se consideran mestizos (78,3%) y 13,2% se autoidentifican como
indígenas; el rasgo colectivista los distingue de la clase media tradicional, más
individualista23.
Tanto los ponchos, las polleras y las wiphalas que inundaron las instituciones
y espacios públicos como la arquitectura «con identidad propia» que combina
iconografía, colores y diseños ancestrales en El Alto (los llamados cholets)
reflejan visualmente la hibridación de estilos y códigos que caracteriza a las
nuevas clases medias andinas o pequeña burguesía chola 24. Ello deriva en
criterios musicales, modas y formas de convivencia específicas. Hay un acceso
a la cultura global que les permite seguir patrones de moda y comportamiento
internacional, a la vez que tradiciones y modos de ser más colectivistas
heredados de padres que se combinan. Integran esta clase media «divergente»
tanto los migrantes rechazados, esto es, personas que al llegar a la ciudad se
sienten despreciadas por las clases medias tradicionales y los gobiernos y se
instalan en las periferias, como sus hijos, a los que cabe llamar mestizos
23 . Roberto Laserna: «Clases medias en la Bolivia urbana» en Daniel Moreno et al.: Chicha y
limonada. Las clases medias en Bolivia, ceres / Plural, La Paz, 2018.
24 . María Teresa Zegada: «Clases medias emergentes» en D. Moreno et al.: ob. cit.
56 Cecilia Güemes / Ludolfo Paramio | nueva sociedad | 285
citadinos, en tanto se educan bajo dos influencias: la tradicional de sus padres y
la moderna de la ciudad25.
Como prueban estudios en Brasil, la «clase c» (capas medias emergentes)
puede ser más conservadora respecto a muchos de los puntos de la agenda
posmaterialista, como el aborto, el divorcio o la homosexualidad 26. Ahora bien,
en términos de percepciones sociales, existe un notable parecido con las clases
medias tradicionales, como veremos más adelante.
El segundo rasgo característico y diferencial de quienes integran la nueva
clase media en relación con la clase media tradicional es la sensación de
vulnerabilidad. Sus integrantes han expandido su capacidad de compra y
mejorado su bienestar, pero su capacidad de ahorro es baja (en el mejor de los
casos) y su acceso a servicios básicos, muy relativo. Esta sensación de que su
regocijo pende de un hilo y en cualquier momento todo puede esfumarse resulta
de la interrelación de factores estructurales y coyunturales.
El contexto de emergencia de las nuevas clases medias es el crecimiento
económico vivido en la región en la primera década del siglo xxi y está asociado
al valor internacional de los commodities. Los modelos productivos siguen
siendo poco competitivos y su ganancia deriva de estrategias primario-
exportadoras. Las nuevas clases medias dependen más que las otras de que los
recursos naturales sean demandados y bien pagados internacionalmente 27. El
modelo primario-extractivista como clave del crecimiento económico y de las
nuevas clases medias de ciudades como Quito generará nuevas tensiones en el
seno de sociedades multiculturales que aspiran a integrar el «buen vivir» en sus
modelos productivos28.
El crecimiento económico recorta las tasas de desempleo, pero la
informalidad laboral sigue predominando en el mercado de trabajo 29. Los
integrantes de las nuevas clases medias desarrollan en la mayoría de los casos
una ocupación manual que depende del autoempleo (autónomos o
emprendedores precarios), o bien tienen un empleo que no está regido por
contrato ni goza de cobertura de seguridad social (puede que solo coticen por
una parte de su jornada laboral y el resto se les pague «en negro», o que no
coticen en absoluto). Sus ingresos per cápita están por encima de la línea de
pobreza, pero por debajo del umbral de 10 dólares diarios30.
Deolalikar: «Who are the Middle Class and What Values do they Hold? Evidence from
o
the World Values Survey», Working Paper N 229, Asian Development Bank, Manila,
2010.
31 . Miguel Székely Pardo: «Transferencias condicionadas y cohesión social en
América Latina» en Guillermo Fernández del Soto y Pedro Pérez Herreros (coords.):
América Latina: sociedad, economía y seguridad en un mundo global, ielat / caf /
Marcial Pons, Madrid, 2013. 20. L. Paramio: «Conclusiones» en L. Paramio y C.
Güemes: Las nuevas clases medias latinoamericanas: ascenso e incertidumbre, cit.
32 . Cepal: Panorama social de América Latina 2014, Naciones Unidas, Santiago de Chile, 2014.
58 Cecilia Güemes / Ludolfo Paramio | nueva sociedad | 285
En promedio, y salvo para el caso de la educación, la satisfacción con
cualquiera de los servicios públicos es siempre inferior a 50%. La media para la
región indica que solo 52% de los latinoamericanos que se identifi-
la educación, 44% con el funcionamiento de La satisfacción
los hospitales, 45% con el servicio de con cualquiera de
transporte público, 32% con el
funcionamiento de la policía y solo 29% con
los servicios
el funcionamiento de los tribunales de justicia públicos es
en 2011 . La desconfianza hacia las
33
siempre inferior a
instituciones es también llamativamente 50%
similar entre las clases medias tradicionales y
las emer-
can como clase media-baja estaba satisfecho con
33 . María Esther del Campo, C. Güemes y L. Paramio: «‘I Can’t Get No Satisfaction’. Servicios
públicos, democracia y clases medias en América Latina» en América Latina Hoy vol. 77, 2017.
tema central | El porvenir de una ilusión: clases medias en América Latina 59
miedo a salir de la casa (e incluso la sensación de inseguridad dentro del hogar)
enfadan a la ciudadanía. Las condiciones de vida son mejores, pero no se cree
que la sociedad funcione mejor.
Lo observado ha conducido a pensar que la participación en las protestas
sociales de los últimos años podría estar asociada a una demanda de las nuevas
clases medias por servicios públicos que permitan estabilizar su estatus. En
otras palabras, las protestas reflejarían una reivindicación de derechos que
garanticen los logros económicos alcanzados (lucha por la significación y el
sentido de la clase media emergente, que quiere consolidarse), así como una
demanda de apertura del sistema de gobierno (un reclamo en pos de la
transparencia y un juicio sobre el desempeño, la eficiencia y la capacidad de
respuesta de los gobiernos bajo el esquema de
Los autores mos pensar en las nuevas clases medias como
coinciden en ciudadanos críticos que interpelan a las
instituciones en busca de su mejora.
que las Ahora bien, lo que se observa es que sentirse de
preferencias clase media no es un factor que anticipe la
políticas de las participación en protestas, aunque sí lo es el
nuevas clases mayor nivel educativo. En otras palabras, quienes
medias no son se sienten de clase media no tienen mayor
participación en las protestas que quienes se
predecibles sienten de clases altas o bajas,
democracia representativa). Si esto fuera así, podría-
Resumiendo…
Todo aquel que ha vivido largo tiempo dentro de una determinada cultura y se
ha planteado repetidamente el problema de cuáles fueron los orígenes y la
trayectoria evolutiva de la misma, acaba por ceder también alguna vez a la
tentación de orientar su mirada en sentido opuesto y preguntarse cuáles serán
los destinos futuros de tal cultura y por qué avatares habrá aún de pasar.39
Diciembre de 2019
Li
ma No
256
ARTÍCULOS: Crisis oligárquica en Chile y necesidad de un nuevo orden social.
Veintiún tesis para entender la grave crisis que sacude a Chile, Cristián Parker
G. La Iglesia de todos, Gustavo Gutiérrez M. Sociedad civil, autonomías
absolutas e indiferencia, Javier M. Iguíñiz Echeverría. De la escucha a la
conversión integral, Agenor Brighenti. Monseñor Romero, ser humano, cristiano
y arzobispo cabal. Proclamó la verdad, fue poseído por ella y la proclamó con
pasión, Jon Sobrino. El laicado de Chile hace camino para
#OtraIglesiaEsPosible, Aníbal Pastor N. Ética, educación y deliberación.
Consideraciones filosóficas sobre la pedagogía de la ética, Gonzalo Gamio
Gehri. Haití: protesta ante el abandono, la corrupción y la indiferencia. Pacto de
las Catacumbas por la casa común. Por una Iglesia con rostro amazónico, pobre y
servidora, profética y samaritana. Mensaje final de la repam sobre el Sínodo
amazónico. Pronunciamiento del presidente de la Conferencia Episcopal del Perú.
Nota de los obispos católicos de Haití. Cuidar la convivencia: la paz es fruto de la
justicia. Declaración del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de
Chile. Espiral de violencia y muerte. Mensaje de los Obispos de Bolivia.
Jesuitas condenan la represión en Nicaragua y se solidarizan con las víctimas.
Nuevas clases
medias: acercar la
lupa
Gabriela Benza / Gabriel Kessler
Con la excepción de algunos países del Cono Sur y Costa Rica, las clases
medias han sido consideradas históricamente un grupo minoritario en América
Latina. En este marco, las evidencias de su expansión durante la primera década
del siglo xxi fueron particularmente celebradas. La emergencia de las llamadas
nuevas clases medias parecía contribuir al quiebre de la histórica polarización
social latinoamericana e, incluso, a reforzar la cohesión social y la estabilidad
política.
Las nuevas clases medias se refieren en gran medida al proceso de ampliación
de la capacidad de consumo que caracterizó el periodo posneoliberal y que
benefició a una parte importante de la población. La mayoría de las
investigaciones que analizaron su crecimiento, realizadas sobre todo desde la
economía, privilegiaron recortarlas empíricamente a partir de los niveles de
ingresos, si bien los criterios empleados fueron variados. Algunos definieron a
las clases medias como integradas por personas en determinados deciles o
quintiles de ingresos, otros como aquellas con ingresos alrededor de la mediana
o la media, mientras que otros establecieron sus límites a partir de criterios
absolutos: mayormente, como aquellas personas con ingresos por encima de la
línea de pobreza40.
Las miradas sobre las nuevas clases medias también involucran debates sobre su
identidad y su conducta política. Algunos hallazgos ponen el acento en su
heterogeneidad interna. Por ejemplo, estudios llevados en Brasil muestran que
pueden ser conservadoras o progresistas, con orientación de derecha o de
«Soy de clase media en mi casa pero pobre cuando salgo a la calle», haciendo
referencia al mismo tiempo al buen equipamiento de electrodomésticos de su
hogar y a las malas condiciones de su barrio en términos de alumbrado,
seguridad y transporte.
La vulnerabilidad de parte de las nuevas clases medias, junto con la
posibilidad de que parte de las clases medias tradicionales, con mayores niveles
educativos, haya perdido posiciones relativas, cuestiona la imagen de unas
clases medias que fueron mimadas «en bloque» durante la etapa y, por tanto,
lleva a revisar los juicios críticos, extendidos en América Latina, que las señalan
por ser ingratas frente a los gobiernos que tanto las habrían favorecido. Por otra
parte, el supuesto de una suerte de rivalidad estructural entre el conjunto de
clases medias y obreras parece también cuestionable. A fin de cuentas, en
periodos de crisis, una parte de ambas clases empeora su situación en forma
44 . Maria Hermínia Tavares de Almeida: «Brasil: capas medias, protesta y agenda
pública» en Ludolfo Paramio y Cecilia Güemes (eds.): Las nuevas clases medias
latinoamericanas: ascenso e incertidumbre, cepc, Madrid, 2017.
45 . Rolando Arellano Cueva: «Valores e ideología. El comportamiento político y económico de las
nuevas clases medias en América Latina» en Alicia Bárcena y Narcís Serra (eds.):
Clases medias y desarrollo en América Latina, Cepal / cidob, Santiago de Chile, 2010.
70 Gabriela Benza / Gabriel Kessler | nueva sociedad | 285
conjunta y, por lo general, mejoran juntas durante los ciclos de reactivación,
tanto en el comercio como en la industria y distintos servicios de una clase y
otra. Así las cosas, desde un punto de vista objetivo habría una suerte de
comunidad de intereses entre ciertos sectores (pero no todos) de la clase media y
de la clase obrera, y no una oposición o un juego de «suma cero».
Lo cierto es que parte de los sectores medios y altos en América Latina ha
reaccionando de manera intolerante frente a algunas consecuencias de la
ampliación del consumo y la disminución de la desigualdad. Noticias e
investigaciones de Brasil expusieron la irritación a veces violenta de sectores
medios frente a lo que percibían como una «invasión» de sectores populares en
ascenso en espacios hasta entonces considerados exclusivos, tales como
aeropuertos y lugares de vacaciones. Pero la situación parece ser heterogénea
entre los países. Evidencias para Argentina muestran que el foco de los
prejuicios y estigmas de la clase media no se dirige hacia el conjunto de los
grupos que han experimentado mejoras sociales, sino que lo hace, con especial
virulencia, hacia los receptores de programas sociales, acusados a menudo de
conformar clientelas políticas o sospechosos de no estar predispuestos al trabajo.
Estos juicios clasistas se suelen imbricar con otros de corte racista, en particular
contra inmigrantes de países limítrofes o poblaciones de asentamientos y villas 46.
Las evidencias de las reacciones de los sectores medios frente a la mayor
igualdad de ingresos son contundentes. Sin embargo, también es cierto que en
diversos países de la región las clases medias han protagonizado, junto con otras
clases, movimientos igualitarios como los feministas o antirracistas. A todas
luces hay articulaciones disímiles entre la clase y variables etarias, de género,
religiosas o la preocupación por algunos temas (el medio ambiente, el
transporte, la corrupción o la educación, entre otros).
La presentación de esta heterogeneidad política nos permite abordar un tema
de preocupación central en la región: el giro a la extrema derecha. En las
incipientes investigaciones sobre el tema (en particular de Brasil), se ha
señalado que fracciones de clase media recientemente ascendidas estarían
experimentando una suerte de viraje neoliberal y antiestatal: en la medida en que
ya no necesitan del Estado, se argumenta, quieren olvidarse de él. A esto se
agregarían grupos conservadores y religiosos opuestos a los avances en términos
de igualdad de género y con temor a perder privilegios de clase y pertenencia
étnica47. Otros estudios matizan la idea de este giro político-cultural y muestran
adhesiones parciales al ideario de extrema derecha, en muchos casos con juicios
contradictorios sobre distintos temas, y el mantenimiento, por ejemplo, de un
46 . Alejandro Grimson: «Nuevas xenofobias, nuevas políticas étnicas en la
Argentina» en A. Grimson y Elizabeth Jelin (comps.): Migraciones regionales hacia la
Argentina. Diferencias, desigualdades y derechos, Prometeo, Buenos Aires, 2006;
Ezequiel Ipar y Diego Giller: «¿De qué racismo(s) somos contemporáneos en
Argentina? La persistencia del racismo como desafío explicativo para la sociología» en
Methaodos. Revista de Ciencias Sociales vol. 4 No 2, 2016.
47 . Débora Messenberg: «A direita que saiu do armário: a cosmovisão dos formadores de opinião
dos manifestantes de direita brasileiros» en Sociedade e Estado vol. 32 No 3, 2017.
tema central | Nuevas clases medias: acercar la lupa 71
apoyo a políticas sociales y a servicios sociales gratuitos 48. De hecho, el voto a
Jair Bolsonaro provino de todas las clases sociales y dio cuenta de un clivaje
más político-cultural que económico. Las reacciones conservadoras surgieron de
distintas fracciones de la estructura social: la «grieta brasileña» se produjo
dentro de cada clase social.
48 . Pablo Ortellado y Esther Solano: «Nova direita nas ruas? Uma análise do
descompasso entre manifestantes e os convocantes dos protestos antigoverno de 2015»
en Perseu: História, Memória e Política No 11, 2016.
72 Gabriela Benza / Gabriel Kessler | nueva sociedad | 285
particular aquellos que derivan de fuentes no laborales como las rentas. Una
consecuencia muy relevante de esto es que las medidas de concentración de los
ingresos, como el índice de Gini, reflejan solo parcialmente la magnitud de la
desigualdad. Las encuestas de hogares, por otro lado, tampoco permiten
aproximarse al patrimonio, que es fundamental para caracterizar a las clases
altas.
En los últimos tiempos, las ciencias sociales han mostrado un creciente interés
por el estudio de los grupos que se ubican en la parte alta de la distribución, lo
que ha llevado a realizar importantes esfuerzos para reconstruir sus ingresos y
patrimonio a partir de otras fuentes de información. Una de las estrategias
novedosas implementadas en forma creciente es el uso de datos provenientes de
declaraciones de impuestos (que tampoco están exentas de serios problemas de
subregistro). Los estudios realizados para Argentina, Colombia y Uruguay
muestran cómo al tomar esta fuente de información alternativa la concentración
de ingresos en la parte alta de la distribución es mucho más acentuada que la
que sugieren las encuestas de hogares, aunque en términos generales se
mantiene la tendencia hacia la caída de la desigualdad en la primera década del
siglo49.
Por su parte, análisis centrados en la distribución funcional del ingreso y en la
distribución de la riqueza dan cuenta de los límites de las tendencias recientes.
El enfoque funcional sobre la distribución evalúa el peso de los ingresos
laborales en el pib total de la economía, sobre la base de datos de los sistemas de
cuentas nacionales. Es decir, no pone el foco en la distribución de los ingresos
entre individuos aislados, sino entre el capital y el trabajo. Los estudios
desarrollados en esta línea muestran que, en la última década, hubo una mejora
en la participación de la masa salarial en el pib total, pero no fue tan
generalizada como la que surge al evaluar la evolución del índice de Gini con
datos de encuestas de hogares 50. Esta información brinda una mirada más
ajustada sobre lo sucedido durante la etapa posneoliberal. La mayor parte de la
mejora en la desigualdad se debió a un reparto más equitativo de los ingresos
entre los trabajadores, pero la porción de la riqueza total que le corresponde a
este grupo cambió poco. En buena parte de los países, los trabajadores no
mejoraron su situación en términos relativos al capital.
49 . Facundo Alvaredo y Juliana Londoño Vélez: «Altos ingresos e impuesto de renta
en Colombia, 1993-2010» en Revista de Economía Institucional vol. 16 No 31, 2014;
Gabriel Burdín, Fernando Esponda y Andrea Vigorito: «Inequality and Top Incomes in
Uruguay: A Comparison between Household Surveys and Income Tax Microdata»,
World Top Incomes Database Working Paper No 1, 2014; F. Alvaredo y Thomas
Piketty: «The Dynamics of Income Concentration in Developed and Developing
Countries: A View from the Top» en L. F. López-Calva y N. Lustig (eds.): Declining
Inequality in Latin America: A Decade of Progress, Brookings Institution Press,
Baltimore, 2010.
50 . Cepal: Panorama social de América Latina 2015, Naciones Unidas, Santiago de
Chile, 2016. 12. Oxfam: «Privilegios que niegan derechos. Desigualdad extrema y
secuestro de la democracia en América Latina y el Caribe», Oxfam International,
Oxford, 2015.
tema central | Nuevas clases medias: acercar la lupa 73
Un estudio de Oxfam12 muestra la profundidad que adquiere la desigualdad en
América Latina si, más allá de los ingresos, se pone el foco sobre la riqueza y el
patrimonio. En 2013-2014, el 10% más rico de la región se quedaba con 37% de
los ingresos, pero las diferencias eran aún más extremas si en lugar de tomar los
ingresos se consideraban la riqueza y el patrimonio: el 10% más rico acumulaba
71% de la riqueza y el patrimonio, mientras el 1% más privilegiado, 41%. Los
niveles de desigualdad son particularmente agudos en relación con la propiedad
de la tierra, en una región que ocupa el primer lugar en el mundo en niveles de
concentración. Por ejemplo, en Paraguay, 80% de las tierras agrícolas están en
manos de 1,6% de los propietarios, mientras en Guatemala se estima que 80%
de las tierras pertenecen únicamente a 8% de los productores.
Las cifras que brinda el Reporte sobre Ultra Riqueza 2014 acerca de los
multimillonarios de América Latina (los que tienen un patrimonio neto de 30
millones de dólares o más) son apabullantes. Algunos ejemplos permiten
dimensionar la magnitud de la concentración de la riqueza en la región. Las
estimaciones indican que los
multimillonarios de América Latina suman 14.805 No parece haber
personas, con una riqueza equivalente a 35% del
habido una
pib regional. Es una cantidad de dinero similar a la
necesaria para eliminar la pobreza monetaria de disminución en
Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, la concentración
Honduras, México, Nicaragua y Perú. de la riqueza y la
A lo largo de la década, no parece haber habido
propiedad
una disminución en la concentración de la riqueza
y la propiedad e, incluso, hay indicios de que se
habría
incrementado51. Datos de Forbes, por ejemplo, muestran que la riqueza de los
milmillonarios de la región (quienes tienen fortunas superiores a 1.000 millones
de dólares) creció a un ritmo de 21% anual entre 2002 y 2015, una magnitud
seis veces superior a la del crecimiento del pib de la región (3,5% anual). Es
decir, una gran parte del crecimiento económico del periodo habría sido
capturado por los más ricos.
La emergencia de las llamadas nuevas clases medias constituye, sin dudas, una
de las principales transformaciones de las sociedades latinoamericanas durante
la etapa posneoliberal. Las nuevas clases medias aluden a la expansión de la
población con ingresos medios. Expresan las mejoras materiales que se
registraron durante el periodo, que se apoyaron en la ampliación del consumo
privado de bienes obtenidos a través del mercado.
51 . Ibíd.
74 Gabriela Benza / Gabriel Kessler | nueva sociedad | 285
Más allá de estos elementos en común, hemos visto que las nuevas clases
medias se destacan por su heterogeneidad. Por un lado, en su interior hay
situaciones económicas diversas y muchos se encuentran en una situación de
vulnerabilidad. Por otro lado, cuando se las analiza desde miradas sociológicas
clásicas, las nuevas clases medias también son heterogéneas. Engloban a
quienes se desempeñan en ocupaciones de clase media baja pero también y,
sobre todo, a quienes se ubican en posiciones que tradicionalmente ocupan
sectores populares. Por último, la diversidad de las clases medias es también
notable en términos de identidades y orientaciones políticas, y hay
articulaciones disímiles entre la clase y variables etarias, de género o religiosas.
Ahora bien, si durante el periodo quienes ocupan la parte intermedia de las
sociedades latinoamericanas experimentaron cambios sustantivos, no sucedió lo
mismo con quienes ocupan las posiciones más altas. En efecto, en términos
generales, durante esta etapa se mantuvo una muy alta concentración de la
riqueza y de los ingresos, y las clases altas vieron poco modificada su posición
relativa.
Estas evidencias nos llevan a un punto fundamental: los contenidos
específicos de la agenda política de los gobiernos posneoliberales y las
limitaciones del apoyo a esos gobiernos. En la primera parte del siglo, diversos
indicios sugerían una reducción de la tolerancia social a la desigualdad. Las
encuestas documentaban un incremento en el porcentaje de personas que
afirmaban que sus sociedades debían ser menos desiguales 52, al tiempo que la
problemática de la desigualdad comenzó a ganar creciente protagonismo en las
preocupaciones de académicos, partidos políticos, movimientos sociales y
organismos internacionales. Sin embargo, no parece que en esta etapa se haya
logrado un consenso social amplio en torno de la necesidad de reducir la
desigualdad en forma significativa, en especial en términos de las medidas que
realmente son necesarias para lograrlo. Como argumentamos en un reciente
libro53, la nueva agenda política posajuste, que volvió a poner en el centro de la
escena los históricos déficits sociales de América Latina, parece haber
involucrado más un consenso en torno de la inclusión social que de la igualdad.
Los gobiernos posneoliberales de izquierda y centroizquierda gozaron por
años del apoyo de amplias coaliciones sociales, que reunieron a diferentes
grupos que habían sufrido los efectos de la etapa neoliberal. Sectores
marginales, trabajadores industriales, clases medias empobrecidas, entre otros,
formaron parte del apoyo social inicial a estos gobiernos. Ese soporte permitió
desarrollar políticas para mejorar la inclusión social. Es decir, cuando el objetivo
fue reducir las manifestaciones más extremas de la exclusión social, las
coaliciones sociales brindaron amplio apoyo. Las nuevas clases medias pueden
Per fi les
La ti noa me ri ca nos
2020 Ciudad de México N 55
o
Brasil: ¿cómo se
«inventó» la nueva
clase media?
Moisés Kopper
54 . Michael Jiménez: «The Elision of the Middle Classes and Beyond: History
Politics, and Development Studies in Latin America’s Short Twentieth Century» en
Jeremy Adelman (ed.): Colonial Legacies: The Problem of Persistence in Latin
American History, Routledge, Londres, 1999.
55 . Francisco H. G. Ferreira, Luis Felipe López-Calva, Maria Ana Lugo, Julian S.
Messina Granovsky, Jamele P. Rigolini y Renos Vakis: La movilidad económica y el
crecimiento de la clase media en América Latina, Banco Mundial, Washington, dc,
2013.
56 . Rachel Heiman, Carla Freeman y Mark Liechty (eds.): The Global Middle Classes: Theorizing
through Ethnography, School for Advanced Research, Santa Fe, 2012.
57 . E. P. Thompson: La formación de la clase obrera en Inglaterra [1963], Capitán Swing, Madrid,
2012.
58 . C. Wright Mills: Las clases medias en Norteamérica [1951], Aguilar, Madrid, 1957.
80 Moisés Kopper | nueva sociedad | 285
distintos grupos se diferencian, como proponen los antropólogos que han
reflexionado sobre este tema?
Desde la sociología más atenta a esta complejidad, podría suponerse que un
abordaje económico ofrece mayor claridad y simplicidad conceptual al análisis
de las clases medias. A fin de cuentas, los economistas se han empeñado
siempre en calcular, delimitar y pronosticar los límites de riqueza e ingresos en
las distintas clases sociales, combinando sus resultados y contrastándolos en
tiempo y espacio. Pese a ello, una definición economicista de las clases medias
queda subordinada a permanentes reajustes y nunca es única o inmutable.
Tomemos como ejemplo la línea de pobreza fijada por el Banco Mundial, un
instrumento que subraya las diferencias en los ingresos y las aloja en jerarquías
de pertenencia sumamente delimitadas. En un influyente artículo publicado en
2009 al calor del debate sobre la emergencia de nuevas clases medias globales
en los brics, el economista del Banco Mundial Martin Ravallion escribió que
tales clases medias no podían definirse siguiendo los patrones normalmente
aplicados para esos grupos en Occidente. Explicar cómo 1.200 millones de
personas ascendieron a clases medias entre 1990 y 2002 exigía, según
Ravaillon, recalibrar las fronteras inferior y superior en los ingresos de los
sectores medios para los países en vías de desarrollo, llevándolas
respectivamente a 2 dólares y 13 dólares por día a precios de 2005 (y
preservando la paridad en el poder adquisitivo). Estos nuevos límites se
mantenían por encima de la línea de pobreza promedio en los distintos países en
vías de desarrollo, aunque no por casualidad quedaban por debajo de la línea de
pobreza estadounidense (13 dólares diarios per cápita). Por lo demás, la
redefinición de esas fronteras para los ingresos ayudaba, según el economista en
cuestión, a «observar» mejor las dinámicas de movilidad económica y social en
el interior de esas clases, lo que habilitaba comparaciones entre países con
similares ingresos medios.
La cuestión de cómo definir desde los estudios sociales a las clases medias es,
en definitiva, eminentemente política. Más allá del eje que se adopte –nivel de
ingresos, ocupación, escolaridad, bienes de consumo–,
La cuestión de pueden alterarse dependiendo de las preguntas,
cómo definir desde los problemas o los intereses que se pretenda
enfatizar o resolver. En mis trabajos sobre la
los estudios emergencia de la nueva clase media brasileña,
sociales a las clases siempre traté de comprender los efectos
medias es (políticos, económicos, sociales y subjetivos)
que subyacen a las prácticas de nominación de
eminentemente esos sectores intermedios. Busqué reconstituir
política las múltiples instancias, voces e instituciones
empeñadas en
los límites de acuerdo con cada uno de esos ejes
tema central | Brasil: ¿cómo se «inventó» la nueva clase media? 81
construir, nominar, definir y criticar las defini-
***
En 2008, el economista Marcelo Neri publicó un libro que recogía parte de su
extensa investigación al frente del Centro de Políticas Sociles (cps) de la
Fundación Getúlio Vargas (fgv) y al que tituló A nova classe média: o lado
brilhante dos pobres [La nueva clase media: el lado brillante de los pobres] 59. La
«clase media», según el economista, había pasado a englobar a todas las
familias cuyo ingreso mensual, en valores de 2009, oscilaba entre 1.126 y 4.854
59 . M. Neri: A nova classe média: o lado brilhante dos pobres, cps / fgv, Río de Janeiro, 2008.
82 Moisés Kopper | nueva sociedad | 285
reales (entre 470 y 2.022 dólares), lo cual incluía a algo más de 50% de la
población y hacía de esta clase una suerte de retrato de la sociedad brasileña.
La tesis de doctorado de Neri en la Universidad de Princeton en 1996
mostraba la influencia de una red emergente de experts en microeconometría y
métodos cuasi experimentales para la economía, que incluía a su orientador, el
profesor David Card, y al Premio Nobel de Economía Angus Deaton. Neri fue
uno de los principales nodos dentro de una red transnacional de investigadores
que se propusieron conectar ciencia y políticas públicas. Fue una figura central
en el proceso de internacionalización de los datos microsociales producidos en
Brasil a partir de instrumentos de investigación y medición.
Para forjar la tesis de la nueva clase media, Neri recurrió en su libro a la
utilización de frases simples y a la descripción de situaciones comunes.
Perseveró en un planteo de larga data y que acabó teniendo su resonancia en la
maquinaria estatal: el de la existencia de dos «Brasiles» retratados a través de
una tensión entre un abordaje macro y otro microeconómico. Como él mismo
afirmara, «está el Brasil de las cuentas nacionales, que se impone en la mayoría
de los análisis económicos, y está el Brasil que visita a las personas en sus
casas, el de las investigaciones domiciliarias. Y uno está separado del otro» 60.
Contrastando indicadores surgidos del pib y las encuestas nacionales de hogares
(Pesquisa Nacional por Amostra de Domicílios, pnad), Neri propuso un nuevo
modelo para la medición del crecimiento brasileño que no se amparaba en el pib
como índice de bienestar, sino en el poder de compra de los ciudadanos de
acuerdo con sus ingresos.
Neri abría así las puertas a una imaginación económica basada menos en la
productividad nacional y más en los efectos redistributivos de las políticas
públicas. Tal modo de abordar las cifras se acomodaba a una perspectiva
desarrollista de Estado en construcción y delimitaría una nueva etapa en las
relaciones entre los economistas y el ámbito de la planificación de políticas
sociales.
Para definir el lugar de la nueva clase media brasileña, el economista hizo uso
del concepto de «clases económicas», valiéndose de la segmentación en cinco
estratos propuesta por el Critério de Classificação Econômica Brasil. Más
conocido como Critério Brasil, este índice brinda un patrón estimado respecto
de la capacidad de consumo de los hogares brasileños, y fue desarrollado por la
Asociación Brasileña de Empresas de Investigación sobre la base de la
Investigación de Presupuestos Familiares del Instituto Brasileño de Geografía y
Estadística (pof-ibge, por sus siglas en portugués). Su metodología se articula a
partir de los bienes que poseen las familias, los cuales, mediante una jerarquía
de puntos, suministran información sobre las distintas fronteras de clase
económica.
60 . Vandsom Lima: «Renda dos mais pobres teve maior avanço com Dilma do que sob Lula, diz
Neri» en Adital, 20/5/2014.
tema central | Brasil: ¿cómo se «inventó» la nueva clase media? 83
Partiendo de indicadores como el trabajo y el potencial de consumo y de
producción, Neri desplazó la discusión del plano estadístico al valorativo,
imbuyendo a su nueva clase media de «un sentido positivo y prospectivo propio
de aquel que realizó, y sigue realizando, el sueño de ascender en la vida» 61. Una
vez definidas las franjas arbitrarias de ingresos, su especificidad consistió en
disparar preguntas sobre cuestiones no económicas y responderlas por medio de
cuantificaciones y descomposiciones analíticas.
La posibilidad de proclamar a Brasil como un «país de clase media» llamó la
atención del gobierno federal. Este formó, en 2011, una comisión integrada por
intelectuales y políticos para analizar la cuestión. Bajo el auspicio de la
Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la República (sae-pr), al
año siguiente se formuló un nuevo criterio oficial de estratificación de la
sociedad brasileña. Para tal esfuerzo (que buscaba mapear y sistematizar
concepciones de la clase media en vistas a su aplicación concreta en la realidad
nacional), el abordaje de Neri se combinó con un modelo matemático de
estimación de vulnerabilidad. La iniciativa desembocó en el proyecto «Vozes da
classe média» [voces de la clase media], que se mantuvo hasta 2015 y procuró
descifrar las expectativas y los deseos de toda esa población para así mejorar la
formulación de las políticas estatales. La propuesta combinaba un sistema de
protección social con un modelo de expansión de mercado, y era la
cristalización de lo que Neri bautizara como «el camino del medio»: «El desafío
es combinar las virtudes del Estado y las virtudes de los mercados, tratando de
evitar los errores en cada uno de los lados»10.
Tomando como punto de partida el trabajo seminal de Neri, las páginas
centrales de los periódicos del país y del mundo pasaron a escribir la crónica de
la «nueva clase media» brasileña. Si bien no desaparecerían del todo las escenas
de viviendas precarias en las periferias de las grandes ciudades, las imágenes
que antes llamaban a combatir la pobreza eran ahora reemplazadas por
respetables familias sonrientes posando en sus entornos domésticos poblados de
objetos de consumo. Aun cuando no hubiera unanimidad total 11, la tesis de la
«nueva clase media» se expandió con fuerza en los circuitos mediático, político
y científico.
A partir de un relevamiento de los diez principales diarios brasileños, se hizo
posible documentar la acelerada trayectoria y evolución de la tesis de la «nueva
clase media». Se relevaron 2.159 artículos relacionados con la expresión,
publicados entre enero de 2001 y abril de 2014. En el gráfico que sigue
podemos ver su distribución relativa dentro de ese recorte de años. Se constata
su irrupción como «frente discursivo» en 2008 –año del lanzamiento de la
investigación de Neri–, su punto de auge en 2012 y su progresiva disminución
desde entonces.
Gráfico
61 . M. Neri: A nova classe média. O lado brilhante da base da pirâmide, Saraiva, San Pablo, 2011,
p. 18.
84 Moisés Kopper | nueva sociedad | 285
Distribución de artículos periodísticos sobre la nueva clase media
40%
30%
20%
10%
0%
2000 2005 2010 2015
***
Vimos hasta aquí cómo los usos políticos y discursivos de ideas consolidadas
respecto de las clases medias generan efectos duraderos sobre las políticas
públicas, los gobiernos y los mercados. En este último tramo pretendo mostrar
cómo los estudios empíricos sobre esos nuevos sectores demográficos permiten,
en la medida en que exploran realidades, lenguajes y prácticas de clase,
desplazar algunos conocimientos arraigados sobre las clases medias basados en
el nivel de ingresos, la ocupación o el bienestar.
Para mi investigación de doctorado estudié los efectos políticos, económicos y
subjetivos de la política brasileña de vivienda social dirigida a la nueva clase
media. El programa Minha Casa Minha Vida [mi casa, mi vida], lanzado en
2009 mientras se encaminaba a su fin el segundo mandato del presidente Lula
da Silva, rápidamente se convirtió en el mayor plan habitacional de la historia
brasileña. Para 2016, habían sido construidas casi cuatro millones de unidades
por el gobierno federal, lo que inyectó 55.000 millones de dólares en la
economía nacional y fortaleció la industria de la construcción civil.
Mi interés pasaba por comprender los modos locales de organización política
de la demanda de unidades habitacionales, las reconfiguraciones de poder y de
participación, así como los tipos de subjetividades políticas y económicas que se
estaban generando a través de las políticas públicas destinadas a mejorar la
distribución de ingresos y la inclusión social por medio de los mercados de
consumo. A lo largo de cuatro años, conversé con arquitectos, planificadores,
policy makers, políticos, constructores, líderes comunitarios y beneficiarios de
ese programa. Mi etnografía mapeó distintas trayectorias familiares que,
invariablemente, se desplazaban desde espacios informales, ocupados de
manera irregular, sin infraestructura pública y urbana, hacia departamentos tipo
en barrios de clase media. Esas personas, abandonadas durante décadas por
políticos y políticas convencionales, rechazadas por el mercado por carecer de
acceso al crédito, habían encontrado una apertura para concretar el sueño de la
casa propia. «Pasé del morro al asfalto», escuché decir más de una vez. Para
muchos era la primera vez que participaban en movimientos sociales, gracias a
que, como me dijo un señor llamado Miguel, «sentí que era la única oportunidad
de salir de aquí. De mejorar mi vida».
Expandiéndose por las periferias brasileñas, los proyectos habitacionales se
convirtieron en espacios de ejercicio de una nueva forma posneoliberal de
gestión de la pobreza, basada en la redistribución social y el acceso a los
tema central | Brasil: ¿cómo se «inventó» la nueva clase media? 87
mercados de consumo. Personas como Miguel, que durante décadas habían
quedado al margen de los procesos decisorios, entraron en movimiento y
pasaron a ser visibles para el radar de los gobiernos y los mercados. Localizados
y reclutados por líderes comunitarios, se volvieron ciudadanos activistas en la
búsqueda de la casa propia, movilizándose por el interior de las configuraciones
locales de las políticas públicas: los variopintos terrenos transitados por
políticos, urbanistas, arquitectos, vendedores de negocios, representantes de
bancos públicos, líderes vecinales y distintas personas en busca de mejores
condiciones de vida.
En un largo y arduo proceso de movilización a fin de obtener la casa propia,
las personas disponían tan solo de su esperanza en un futuro mejor, lejos de la
pobreza. Cuando finalmente conversé con beneficiarios del programa ya en sus
nuevos departamentos, uno de ellos me dijo: «Donde vivía antes no existía clase
social. Acá somos todos de clase media. Veníamos de no tener nada, ni casa ni
ninguna cosa. Antes éramos personas descartables. Ahora tenemos voz como
consumidores. El tema este de la clase no es algo que la gente traiga adentro
suyo; la gente va cambiando su mente y va desarrollando una clase social».
Fue ahí cuando me di cuenta de que, en las múltiples historias de mis
interlocutores, la construcción de la clase media aparecía como un proceso
simbiótico y no simplemente como una posición fija. Mucho más que esto, se
trataba de un proceso de transformación simultáneo en las mentes y en las
estructuras de oportunidad, un proceso en el que los sujetos se transformaban a
medida que iban haciendo uso de los instrumentos y las materialidades que la
política pública ofrecía. Esta combinación de infraestructuras y subjetividades
acabó otorgando una visión multifacética y compleja sobre la formación de las
clases medias como, al mismo tiempo, devenires históricos, políticos, materiales
y afectivo-morales específicos.
Contra la idea de clase como posición fija, vertical y estructurada, lo que les
importaba a esas personas eran justamente los conectores que las llevaban de un
lugar a otro, de un tiempo a otro, de una esperanza a otra. Nosotros, como
estudiosos sociales atentos a la cartografía sensorial de esos tropos de
significado, necesitamos recuperar esos conjuntos de imágenes, palabras,
materialidades y capas de historia a través de los cuales se experimenta,
estratifica y sitúa en tiempo y espacio el ascenso social. Esa sensorialidad de
clase media nos lanza a la búsqueda de conectores empíricos con los cuales
aprehender procesos de estratificación en sus diversos niveles locales,
nacionales y globales; materiales que toman configuraciones económicas e
históricas más amplias y las articulan con las experiencias y lenguajes de las
personas directamente implicadas.
Por último, necesitamos estar atentos a las implicancias de esa política de la
esperanza material (en todas sus nuevas facetas) para ver la composición de
nuevas relaciones de clase en los años venideros. Con el desmantelamiento
progresivo de los derechos sociales, económicos y raciales que caracteriza a la
88 Moisés Kopper | nueva sociedad | 285
nueva ola de gobiernos conservadores en América Latina y el mundo, ¿qué
políticas de la esperanza y qué experiencias de clase aparecen en nuestro
horizonte? ¿Qué proyectos serán capaces de articular y traducir las esperanzas
de las nuevas clases medias? ¿Cómo serán los desdoblamientos políticos de la
movilidad social en el contexto de la recesión económica y la turbulencia
gubernamental, con la progresiva financiarización de los proyectos de clase
media, el endeudamiento y la securitización de las familias y su retracción hacia
espacios privados y domésticos de respetabilidad? Ante tal proceso, entender a
las clases medias en sus múltiples y móviles posicionalidades se revela crucial
para comprender el futuro de las democracias latinoamericanas.
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 285, enero-febrero de
2020, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.
Rebelión,
progresismo y
economía moral
La clase media argentina en
las últimas dos décadas
Tobias Boos
64 . G. Therborn: «Las clases sociales en el siglo xxi» en New Left Review No 78, 1-2/2013.
65 . «Palabras del presidente Néstor Kirchner en el acto de firma de convenios con la
Cooperativa 25 de Marzo», 11/10/2005,
<www.casarosada.gob.ar/informacion/archivo/24829-blank5705506>.
66 . «Inauguración de la muestra Día de la Lealtad, 17 de octubre», 9/10/2009, <www.casa
rosada.gob.ar/informacion/archivo/21478-blank-15851578>.
tema central | La clase media argentina en las últimas dos décadas 91
media argentina en esos años. Algunos vieron confirmada la idea de una clase
media resentida y antipopular que finalmente tomó revancha en la elección de
Mauricio Macri en 2015, mientras que otros caracterizaron a los gobiernos
kirchneristas como una suerte de peronismo o populismo «de clases medias»67.
Los estudios más interesantes durante las últimas décadas se inscriben en una
línea de trabajo que, frente a los problemas de definición de la clase media, se
propone abandonar los intentos de una delimitación objetiva (económica) para
enfocarse principalmente en la subjetividad y la autopercepción de quienes se
autodefinen de clase media. Esa perspectiva constructivista hace, pues, hincapié
en las prácticas cotidianas y en la necesidad de reafirmación de sus líneas de
delimitación y se focaliza especialmente en la clase media como identidad 72.
El caso argentino aparece particularmente adecuado para una perspectiva de
esta naturaleza. El mito de Argentina como un país de clase media está anudado
a la identidad nacional. Todos los estudios señalan una alta autoidentificación
subjetiva con la clase media que no necesariamente coincide con la propia
posición dentro de la estructura social. Según los últimos datos de World Value
Survey (2014), 57,8% de la población se autopercibe de clase media. En 2012,
la cifra alcanzaba el 69,9%. Estos resultados coinciden con los de otras
encuestas, como la de Latinobarómetro, respecto al elevado nivel de la
autopercepción como clase media por parte de los argentinos. Latinobarómetro
arroja que un promedio de 83,6% de los argentinos, entre 2011 y 2018, se
autoidentifican como de clase media (este porcentaje incluye, empero, tres
subcategorías de clase media, lo que explica en parte la diferencia porcentual).
Igualmente, más allá de los porcentajes, la conclusión interesante a extraer es el
dato relativo al elevado nivel de esta autoidentificación en comparación con
otros países de la región.
La corriente teórica constructivista cobró importancia en el debate académico
en el contexto de la crisis de 2001 y los años posteriores 73. En aquel momento, la
clase media aparece como el actor visible y movilizado en una verdadera
«rebelión de clase media», como la llamó Daniel Ozarow en un libro
recientemente publicado74, contra el «corralito» bancario decretado por el
gobierno de Fernando de la Rúa, en medio de la profunda crisis que vivía el país
en los estertores de la convertibilidad entre el peso y el dólar estadounidense (1
a 1).
Se pueden sectores agroindustriales («el campo») en
distinguir otros tres 2008; y tercero, las movilizaciones de 2012 y
2013, que contenían un amplio abanico de
ciclos importantes demandas pero se caracterizaban
bajo las gestiones principalmente por un rechazo común hacia
72 . Ver Sergio Visacovsky: «Estudios sobre ‘clase media’ en la antropología social: una agenda para
o
la Argentina» en Avá N 13, 2008.
73 . Este enfoque tiene su expresión institucional a partir de 2004 en un grupo de
trabajo y, más tarde, en el Programa de Estudios sobre Clases Medias que funcionó
entre 2011 y 2017 en el Centro de Investigaciones Sociales-Instituto de Desarrollo
Económico y Social (cis-ides).
74 . D. Ozarow: The Mobilization and Demobilization of Middle-Class Revolt: Comparative Insights
from Argentina, Routledge, Nueva York, 2019.
tema central | La clase media argentina en las últimas dos décadas 95
kirchneristas en los el gobierno de Cristina Fernández. El
cuales la clase detonante no era solo la situación económica
(desaceleración, inflación, «cepo»), cuya
media aparece como percepción discutiremos más adelante, sino
actor movilizado que también cobraron importancia temas
como la corrupción. Claves en este sentido
fueron, por
Ozarow, en una perspectiva que parte de las movilizaciones de la clase media
durante las últimas dos décadas, echa luz sobre sus demandas y motivos
políticos. El autor rastrea cómo la rebelión de 2001-2002, caracterizada por sus
rasgos de solidaridad interclasista entre la clase media y las clases populares 75,
se fue apagando y dio lugar a otro tipo de adhesiones y movilizaciones de signo
conservador e incluso reaccionario, en las cuales se retomaban tópicos como la
(in)seguridad o el repudio a lo que se percibió como una intromisión ilegítima
del gobierno. En este sentido, se pueden distinguir otros tres ciclos importantes
bajo las gestiones kirchneristas en los cuales la clase media aparece como actor
movilizado o, mejor dicho, en los que se produce lo que se interpretó como
movilizaciones de la clase media: primero, las manifestaciones entre 2004 y
2006 ligadas al secuestro y posterior asesinato de Axel Blumberg por motivos
económicos; segundo, las movilizaciones en el contexto del conflicto con los un
lado, la «tragedia de Once», en 201276, que
puso sobre la mesa el tema de la corrupción, pero también, por otro, una
creciente percepción de la clase media de un abuso de poder por parte del
gobierno nacional, sobre la base de, por ejemplo, rumores sobre una reforma
constitucional para introducir la reelección para un tercer mandato del
kirchnerismo en el poder. Entonces las movilizaciones de este tercer ciclo,
durante 2012 y 2013, denunciaron la «korrupción» o «corrupción k» y una
supuesta «diktadura», y expresaron un fuerte rechazo, en especial hacia la figura
de la presidenta (a quien llamaban de manera insultante la «kretina»).
Un cuarto ciclo que retoma expresiones de la clase media se distingue durante
el gobierno de Mauricio Macri, cuando un sector urbano se moviliza en julio de
2016 en los llamados «ruidazos» contra la suba de las tarifas de servicios
públicos como electricidad, gas o transporte. Sin embargo, las movilizaciones
que se produjeron desde la asunción de Macri no tendieron a ser interpretadas
como movilizaciones de clase media. Más allá de que lo fueran o no, este hecho
permite ver dos debilidades de la perspectiva misma: por un lado, se corre el
riesgo de adoptar acríticamente la autodescripción de los propios actores
movilizados que, como vimos, buscan asociar clases medias con vocación
democrática. Se genera así un sesgo hacia parte de la clase media que se
(cifra) ubica la caída de los salarios reales bajo la gestión de Macri, hasta
82 . «González Fraga: ‘Le hicieron creer a un empleado medio que podía comprarse celulares e irse
al exterior’» en Infobae, 27/5/2016.
83 . T. Boos: «Pact of Consumption – Kirchnerism and the Argentinian Middle Class» en Austrian
Journal of Development vol. 33 No 4, 2017.
84 . cifra: Informe sobre situación del mercado de trabajo No 6, 2019.
100 Tobias Boos | nueva sociedad | 285
frase del economista Javier González Fraga –nombrado presidente del Banco de
85 . Ulrich Brand y Markus Wissen: Imperiale Lebensweise: Zur Ausbeutung von Menschen und
Natur in Zeiten des globalen Kapitalismus, Oekom, Múnich, 2017.
tema central | La clase media argentina en las últimas dos décadas 101
Las movilizaciones urbanas de 2012 y 2013 fueron clara expresión del rechazo
hacia la politización continua de la economía en el nivel de la vida cotidiana.
Segundo, la identidad como consumidor juega desde la década de 1990 un rol
clave en esta economía moral y se mantiene presente durante el kirchnerismo.
Muchas veces esta afirmación es malentendida como una crítica al consumo en
general. Pero más que una crítica a las mejoras y al bienestar material, se trata
de una observación con respecto a cierta continuidad de lo que Verónica Gago
describió como «ciudadanía a través del consumo» 86. La perspectiva de una
economía moral de la clase media explica la atracción de la propuesta de
Cambiemos en 2015. Su promesa de una «despolitización» de la política
económica y la devolución de las libertades de los consumidores percibidas
como derechos (el desenvolvimiento personal en la esfera de consumo, para lo
cual el Estado debería garantizar acceso y elección libre) armonizó con las ideas
involucradas en esta economía moral de un buen gobierno y funcionamiento de
la economía. Las afirmaciones de Macri respecto a que la inflación no sería un
problema en su mandato, ya que solo se debía a la anomalía populista, fue en
este sentido la promesa de una economía «normal», como en los países «serios».
En la misma clave se pueden leer los pronunciamientos respecto al «regreso al
mundo», que prometieron una renovada credibilidad y respetabilidad a escala
mundial. La liberación del mercado cambiario cumplió, por su parte, la ilusión
de una libertad contrapuesta a las restricciones opresivas durante el
kirchnerismo, más allá de las posibilidades económicas reales del individuo.
El no haber logrado cumplir con la promesa de desterrar las preocupaciones
económicas de la vida cotidiana ni posibilitar el acceso a las anheladas pautas de
consumo internacionalizadas explica, a la vez, el desencanto posterior con el
gobierno de Macri. En especial en 2019, las altas cifras de inflación o la vuelta
al control de cambios fueron derrotas simbólicas particularmente abrumadoras,
ya que iban en contra de la economía moral de la clase media argentina.
Encontrar el equilibrio con respecto a esa economía moral, apelar a un
progresismo moderado y, a la vez, lidiar con los rasgos persistentes de una
identidad antiperonista serán claves para la flamante presidencia de Alberto
Fernández en los años que vienen, si, como parece por el momento, se lanza a
otro intento por parte de un gobierno peronista de seducir a la clase media
argentina.
Conceptos e ideas
sobre las clases
medias peruanas
Víctor Arrambide Cruz
87 . En J. Capelo: Lima en 1900, estudio crítico de Richard Morse, iep, Lima, 1973,
pp. 183-184. 4. D. Parker: «Discursos, identidades y la invención histórica de la clase
media peruana» en Debates en Sociología No 22, 1997, p. 100.
88 . J. Capelo: ob. cit., p. 85.
tema central | Conceptos e ideas sobre las clases medias peruanas 105
Nociones previas
¿Desde cuándo se puede hablar de clases medias en Perú? Parker nos da pistas
sobre el uso del concepto en el Proyecto de una sociedad de crédito de Ricardo
Monti de 1871, pero como un hecho aislado, porque ni en obras de data cercana,
como la Estadística o Lima de Manuel A. Fuentes, ni en la Sociología de Carlos
Lisson se encuentra referencia a ellas. Considero que si bien no había un
concepto «clase media», sí se tenía una idea de la existencia de un grupo
intermedio entre la «elite guanera» y la «plebe»: un grupo compuesto
básicamente de comerciantes medianos e intelectuales, o funcionarios públicos,
con estudios en la Universidad de San Marcos o los Colegios Mayores, que
91 . Norma Füller: «Las clases medias en las ciencias sociales» en G. Portocarrero (ed.): Las clases
medias. Entre la pretensión y la incertidumbre, sur / Oxfam, Lima, 1988, pp. 443-458.
92 . «El marxismo temprano se refería con el término a la emergente capa de
profesionales de ‘cuello blanco’ (...). Las diferencias jerárquicas e institucionales entre
la ‘antigua’ clase media, propietaria de pequeños negocios (la ‘pequeña burguesía’ de
los marxistas) y los empleados sin propiedad (la ‘nueva’ clase media regulada por
estructuras burocráticas) fueron tema del libro de C. Wright Mills (1951) hacia la mitad
del siglo pasado. También Giddens (1979) distingue entre la ‘clase media antigua’
(sinónimo de la ‘pequeña burguesía’) y una ‘nueva clase media’ de empleados sin
propiedad y con trabajos no manuales». L. Huber y L. Lamas: ob. cit., p. 12.
93 . D. Parker: ob. cit., p. 103.
tema central | Conceptos e ideas sobre las clases medias peruanas 107
aspiraban a formar parte de esa «elite» para distanciarse de la «plebe» con la
cual no se sentían identificados. La idea va gestándose hasta que a fines del
siglo xix e inicios del xx se vuelve un grupo más cohesionado. Esto coincide
con las ideas sobre la clase media expresadas por Capelo en su ya citada
Sociología de Lima. Este concepto se irá asentando en las primeras décadas del
siglo xx y tendrá su prueba
1919, cuando este grupo ya tiene una clara «Gente decente» y
conciencia e identificación de ser de «clase «gente de pueblo»
media» y la expresión se usa en el discurso
político. eran los conceptos
Aunque Parker señala que «gente decente» y más utilizados en
«gente de pueblo» eran los conceptos más un primer
utilizados en un primer momento por los momento por los
limeños para distinguirse de los demás, hay
limeños
que entender que el primero de ellos ya se
usaba desde inicios de
de fuego en la primera huelga de empleados, en
98 . Eduardo Toche: «Apuntes sobre las clases medias», serie Perú Hoy No 15, desco, Lima, 2009, p.
151.
99 . N. Füller: «Las clases medias en las ciencias sociales», cit., p. 454.
tema central | Conceptos e ideas sobre las clases medias peruanas 111
tienden más a adjudicarlos a sus propias cualidades: formación, eficiencia,
dinamismo o estilo de vida, que al hecho de asemejarse a una elite que ha ido
perdiendo los rasgos que la distinguían100101.
Javier Díaz Albertini considera que en Perú, un país con una gran desigualdad
en la distribución de ingresos, la división entre la clase media y otras clases
sociales es una franja estrecha y mal definida, cuyos límites se establecen más
por negación que por contenidos objetivos y concretos, y que estos límites son
socioculturales antes que económicos102. Sobre todo en una economía
empobrecida como la peruana y en particular en la década de 1980, con la crisis
económica y el terrorismo, la clase media limeña era relativamente pobre en
comparación con las clases medias de los países vecinos:
En efecto, la crisis de los años 80, que luego se agravó con el fujishock de
1990, melló a la clase media, a la que le tomó largo tiempo recuperarse (de ahí
los reportes que indican que el aumento del consumo se relaciona sobre todo
con la recuperación de la capacidad de consumo que la clase media perdió
durante la crisis económica de las décadas de 1980 y 1990). Además, esta crisis
traerá consigo un
cambio importante en el paradigma de lo que La crisis de los años
es la clase media, sobre todo en los jóvenes,
80, que luego se
que se irán nutriendo del neoliberalismo y su
insistencia en el individualismo agravó con el
(racional/egoísta) y en un estilo de vida que fujishock de 1990,
solo puede sostenerse sobre la base del melló a la clase
consumo. Lo que más importa es el estatus,
media
sobre todo por el nivel de educación, sin tomar
en cuenta la ocupación o los ingresos. La
aparición de universidades privadas, alentadas por el neoliberalismo fujimorista,
incidiría en esta idea de estatus: estudiar en una de estas universidades, por más
humilde que fuera el origen de cada uno, era importante para diferenciarse del
resto y para habilitar el acceso a ciertos espacios para la construcción de redes
100 . N. Füller: Dilemas de la femineidad. Mujeres de la clase media en el Perú, pucp, Lima,
101 , p. 30
102 . J. Díaz-Albertini: Nueva cultura de trabajo en los jóvenes de la clase media limeña,
Universidad de Lima, Lima, 2000, p. 9.
103 . Ibíd., p. 20.
112 Víctor Arrambide Cruz | nueva sociedad | 285
sociales, políticas y económicas habilitantes de un mejor posicionamiento social
–sobre todo en una década en la que estudiar en una universidad nacional
significaba la estigmatización de ser «terruco» (terrorista)–. La aspiración de las
clases emergentes es que sus hijos accedan a estos espacios para elevar su
estatus y con él, el de toda la familia. En el último año, esta idea de estudiar en
una universidad privada «para tener un empleo y poder vivir» ha chocado con la
verdadera cara de la educación privada en el país: universidades privadas con
bajos aranceles, que no aseguran una calidad educativa adecuada y cuyos títulos
no garantizan un empleo digno, sino más bien empleos de sueldo mínimo o
subempleo.
Este aspecto de la educación como un medio para ascender socialmente es
criticado por algunos científicos sociales, quienes consideran que la clase media
peruana ha traicionado su papel de líder natural de la nación en términos
culturales y políticos, porque prefirió identificarse con la forma de vida de las
elites en vez de formar un conjunto con las clases populares para dar forma a un
proyecto alternativo de país104. La clase media más bien ha caído en el
«simplismo», adecuándose a las políticas neoliberales de la economía nacional,
como señala Eduardo Toche:
las clases medias peruanas no han podido cumplir sus roles y el resultado es
ese andar a la deriva que invade los fueros íntimos de los peruanos (…). En su
lugar, se han instalado el inmediatismo y la reducción de las redes sociales
(…). También el sentido minimalista de sus demandas: la educación debe ser
«práctica», casi reducida a enseñar un oficio o habilidades «para
desempeñarse en la vida», como computación, idiomas extranjeros, entre
otros, los cuales son necesarios, pero a todas luces insuficientes.105
104 . N. Füller: «Las clases medias en las ciencias sociales», cit., p. 30.
105 . E. Toche: ob. cit., p. 162.
106 . C. A. Adrianzén: «Una obra para varios elencos. Apuntes sobre la estabilidad del
neoliberalismo en el Perú» en Nueva Sociedad No 254, 11-12/2014.
tema central | Conceptos e ideas sobre las clases medias peruanas 113
El empresariado agrupado en la Confederación Nacional de Empresarios
Peruanos (Confiep) se ha vinculado principalmente a los partidos de derecha,
financiando candidaturas en las elecciones presidenciales luego de la restitución
democrática, tras la caída de la dictadura fujimorista. Esta intervención del
grupo empresarial en la vida política, caracterizada por partidos débiles, ha
favorecido la continuación de políticas económicas alineadas con las recetas del
Banco Mundial107. Esto ha permitido el incremento de la clase media en los
inicios del presente siglo; así, por ejemplo, un estudio de Ipsos señala que entre
2005 y 2014 la clase media peruana aumentó de 21% a 35% de la población
total.
En la actualidad, la clase media peruana tiene la posibilidad de acceder a
seguros de salud y educación, e incluso seguridad, privados. El incremento de la
oferta de vivienda con la construcción de edificios y condominios es una
muestra del crecimiento de la economía nacional que ha creado nuevos espacios
de socialización, así como la proliferación de centros comerciales en las últimas
dos décadas, muchos de ellos en las zonas periféricas de las ciudades (sobre
todo en Lima) que antes eran consideradas como «conos».
En este pequeño balance, vemos cómo las diferentes formas de caracterizar a
la clase media nos hacen cuestionar los parámetros que el Banco Mundial utiliza
para definirla. Es evidente que los resultados macroeconómicos se distancian de
lo que sucede con los aspectos socioculturales de cada una de las regiones de un
país como el Perú, donde las desigualdades sociales son muy marcadas.
Reforma y emergencia
de capas medias en
Cuba
Mayra Espina
Las críticas recorren cinco aspectos: uso sobreideologizado del concepto para
legitimar o desacreditar actuaciones políticas; intercambiabilidad de términos
como equivalentes o sinónimos (capas, clases y sectores medios), lo que debilita
el alcance conceptual; adjudicación a priori de condición de clase a ubicaciones
110 . Aquí se asumen las advertencias metodológicas de Adamovsky (ob. cit.) sobre
el concepto de clases medias y se utilizan también las críticas de sectores intermedios
de José Jorrat: «Percepción de clase y percepción de desigualdad en la Argentina en un
contexto internacional, con especial referencia a las clases medias» en E. Adamovksy,
Sergio E. Visacovsky y Patricia B. Vargas: Clases medias. Nuevos enfoques desde la
sociología, la historia y la antropología, Ariel, Buenos Aires, 2014.
tema central | Reforma y emergencia de capas medias en Cuba 117
En concreto, este análisis define las capas medias, en plural, como sectores
caracterizados por ingresos estables superiores al nivel promedio (n veces por
encima de la canasta básica, según el contexto) y la posesión de activos
significativos para mejorar su ubicación socioestructural y su capacidad para
generar ingresos monetarios directos o el acceso a bienes y servicios. Estos
elementos permiten incrementar el consumo, diversificar y mejorar satisfactores
de necesidades básicas y no básicas, y tomar previsiones (en forma de ahorros,
propiedades y bienes) para mitigar posibles riesgos futuros. Se deriva de esto
una mayor independencia para la satisfacción de las necesidades y el acceso al
bienestar en relación con las prestaciones públicas, y la posibilidad de
autonomía de elección de satisfactores.
El interés de aplicar este enfoque a Cuba resulta de la necesidad de encontrar
claves de análisis de los cambios socioestructurales que han venido
modificando, bajo el efecto de crisis y reformas, una estructura clásica del
socialismo, basada en la centralidad del Estado como empleador y proveedor de
bienes y servicios, hacia una formación social heterogénea, donde se verifica un
ensanchamiento de las diferencias de ingresos y del acceso a bienestar, una
diversificación de la calidad y cantidad de los bienes de consumo y la
persistencia de brechas en la equidad, entre otras tendencias de cambio.
De hecho, este enfoque ya ha sido introducido en Cuba por diversos estudios
con dos variantes fundamentales: a) como configuración de capas medias,
aludiendo a formaciones intermedias de diferentes clases y capas sociales en
relación con el ingreso y el acceso al consumo, indicador de incremento de
desigualdades, y b) como emergencia de clases medias, en referencia
fundamentalmente a la formación de un pequeño empresariado nacional 111.
Pero también aplica aquí la crítica de que las investigaciones que amparan
estas definiciones no han completado una caracterización integrada,
multidimensional y comparada de los procesos que generan estas
transformaciones sociales y, por tanto, no rebasan una evidente apreciación
empírica de un ensanchamiento de desigualdades de ingresos.
Diversos obstáculos han impedido una investigación como esa: ausencia de
estadísticas públicas sobre ingresos, consumo y condiciones de vida, y, no
menos importante, la restricción de recursos financieros y de respaldo político
de las instituciones académicas públicas para estudios in situ de escala macro
sobre temas de desigualdad y otros afines. De esta forma, la mayor parte de las
evidencias se construyen a partir de datos proxy y de estudios cualitativos y de
casos, lo que ha limitado sus alcances e inferencias para la sociedad en su
conjunto.
112 . Andrew Zimbalist y Claes Brundenius: «Crecimiento con equidad en una perspectiva
comparada» en Cuadernos de Nuestra América No 1, 1989.
113 . Un análisis de los cambios socioestructurales más significativos en esta etapa
puede consultarse en M. Espina: Políticas de atención a la pobreza y la desigualdad.
Examinando el rol del Estado en la experiencia cubana, Clacso, Buenos Aires, 2008.
114 . Un análisis detallado de la crisis puede verse en Julio Carranza: «La crisis: un diagnóstico. Los
retos de la economía cubana» en Bert Hoffmann (ed.): Cuba: apertura y reforma económica. Perfil
de un debate, Nueva Sociedad, Caracas, 1995.
115 . Referencias a logros y debilidades de la política social cubana pueden
encontrarse en M. Espina: «Viejas y nuevas desigualdades en Cuba. Ambivalencias y
perspectivas de la reestratificación social», cit.
tema central | Reforma y emergencia de capas medias en Cuba 119
cuenta propia»); entrega en usufructo de tierras estatales cultivables y
autorización del envío de remesas desde el exterior. La crisis y las estrategias
para enfrentarla movieron de inmediato los indicadores de inclusión: algunas
investigaciones dan cuenta de un sector de pobreza urbana que alcanza cotas de
20% y un incremento del índice de Gini hasta 0,38 hacia inicios del siglo xxi116.
Como efecto de estas corrientes de cambio se produjo el
ensanchamiento de brechas de equidad históricas, pero antes atenuadas,
lo que visibilizó a los claros perdedores de la crisis: se agudizan
diferencias en el acceso a ingresos y bienes en detrimento, sobre todo,
de la población no blanca, las mujeres y las personas de la terce-
ra edad, además de un marcado patrón territo- Desde 2008
119 . Para el análisis de la reforma se han utilizado los documentos del Partido Comunista de
Cuba: Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, La Habana,
2011; Actualización de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la
Revolución para el periodo 2016-2021, La Habana, 2016 y Conceptualización del Modelo
Económico y Social Cubano del Desarrollo Socialista, La Habana, 2017, y la Constitución de la
República de Cuba, La Habana, 2019.
120 . Sobre la transformación del modelo, v. Ricardo Torres: «La transformación del modelo
económico cubano. Un balance y las nuevas propuestas» en R. Torres y Dayma Echevarría
(comps.): Miradas a la economía cubana. Un acercamiento a la «actualización» seis años después,
Ruth Casa Editorial, La Habana, 2017.
tema central | Reforma y emergencia de capas medias en Cuba 121
del sistema de seguridad social, quienes concentran 13% de los ingresos de la
población121.
Reflejando estos procesos, el coeficiente de Gini pasó de 0,38 a 0,40 desde la
década de 1990 hasta la actualidad 122. Estudios de caso han encontrado a
emprendedores, entre los propietarios de paladares, arrendatarios y
transportistas, que pueden obtener ingresos
de hasta 20.000 cuc mensuales123. Las Las remesas llegan a
remesas, estimadas en alrededor de 2.500 65% de la población,
millones de dólares anuales, llegan a 65% de
la población, fundamentalmente a familias fundamentalmente a
urbanas y en especial a personas blancas124. familias urbanas y a
Cambio en el régimen de bienestar . Lapersonas blancas
125
121 . Ver Indira Galtés: «Desigualdad de ingresos en Cuba: ¿qué papel juegan los salarios?» en R.
Torres Pérez y D. Echevarría León (comps.): ob. cit.
122 . José Luis Rodríguez: «Las transformaciones económicas recientes en Cuba», ponencia
presentada en la Feria Internacional del Libro, La Habana, 2016.
123 . Daybel Pañellas: «Grupos de altos ingresos: dinámicas subjetivas», ponencia
presentada en el Seminario Anual del ceec, La Habana, 2016. Los cuc son los pesos
convertibles, vigentes desde 1994. La cotización es 1 cuc = 1 dólar estadounidense.
124 . Sobre monto de remesas y población que las recibe v., respectivamente, Katrin
Hansing y Manuel Orozco: «The Role and Impact of Remittances on Small Business
Development during Cuba’s Current Economic Reforms» en desigualdades.net, 2014 y
Carmelo MesaLago: «Cuba: voces de cambio» en Cuba Posible, 2016.
125 . Este cambio de régimen de bienestar ha sido descrito por A. Peña: «Regímenes
de bienestar en Cuba. Notas para una discusión» en María del Carmen Zabala (comp.):
Debates actuales sobre política social. Cuba en el contexto de América Latina y el
Caribe, Flacso Cuba / Fundación Friedrich Ebert, 2017.
122 Mayra Espina | nueva sociedad | 285
Cambios en la percepción del bienestar. Una pequeña indagación cualitativa
ha preguntado a personas de diferentes estratos económicos ur-
Como paliativo, (qué necesitan o desean para considerar que
se introdujeron «viven bien»). El modelo mínimo, en el que
confluyen todos los estratos, pero que es el
programas sociales máximo promedio para los grupos de menores
con criterios de ingresos, incluye un set de electrodomésticos
atención prioritaria a (refrigerador, televisor de pantalla plana, algún
grupos vulnerables tipo de dispositivo como laptop o tablet y
celular), casa propia y comida abundante.
banos acerca de su modelo de bienestar material Pero también está presente una
aspiración al
bienestar mayor que incluye, como sus satisfactores icónicos, una casa grande y
ubicada en un buen lugar, ocio y vacaciones de calidad (en Varadero o en el
extranjero), cuidados profesionales para ancianos y niños (casas de abuelos,
guarderías privadas), viajes de trabajo y placer, automóvil, acceso a alimentos
de calidad y diversos (pescados, mariscos, aceitunas, aceites de oliva, productos
dietéticos)126. Estas aspiraciones ya se satisfacen, íntegra o parcialmente, en
algunos grupos entrevistados, especialmente en dueños de pequeños negocios,
empleados del sector internacional y artistas, entre otros.
Llevando esos deseos y necesidades a su equivalente en términos del dinero
que se necesitaría para satisfacerlos, se obtiene que el más modesto de esos
126 . Informaciones extraídas de un estudio cualitativo en curso a escala local
implementado por la autora de este ensayo, que indaga sobre modelos de bienestar para
diversos grupos sociales (sujetos de grupos en desventaja y de aquellos que han
rebasado los ingresos medios en diferentes estratos socioestructurales). Se realiza a
través de muestras de confianza en cinco municipios del país: La Habana Vieja, El
Cerro, Viñales, Santa Clara y Camagüey.
tema central | Reforma y emergencia de capas medias en Cuba 123
modelos de bienestar requiere 8.000 cup (pesos cubanos) mensuales por persona
(alrededor de 300 cuc) para satisfacerlo. Se trata de un cálculo grueso, sin
basamento de representatividad estadística, y no considera el tamaño del núcleo
ni a personas con necesidades especiales 127. Se requiere profundizar en
diferentes grupos y territorios, pero ya arroja pistas sobre la presencia de un
modelo de bienestar de capas medias urbanas, la distancia entre la realidad y los
deseos y la brecha de insatisfacción presente en el país.
Nuevas identidades emergentes. Estudios sobre las subjetividades de grupos
sociales en formación encuentran que el cuentapropismo refiere a «un grupo que
denota y connota». Los sujetos se autorreconocen como cuentapropistas
principalmente a partir de no trabajar para el Estado y tener la posibilidad de
satisfacer necesidades, mejor calidad de vida y solvencia económica. La
pertenencia al grupo genera evaluaciones positivas como optimismo,
satisfacción, realización, felicidad y aprecio. Negativamente evalúan la
presencia de estrés y alta carga de trabajo. Son claras aspiraciones de mejoría:
comprar un automóvil, ampliar el negocio128.
También se devela una tendencia a la naturalización de las desigualdades y de
aceptación de que algunos grupos están condenados a la desventaja y no es
posible hacer mucho más. En sentido positivo se identifica la presencia, en
grupos de jóvenes (profesionales y del pequeño sector privado), de demandas de
mayor participación en la toma de decisiones y de espacios de autonomía para
desarrollar proyectos de beneficio comunitario, para el ejercicio de la economía
social y solidaria y prácticas empresariales de responsabilidad social.
Una investigación de corrientes de movilidad entre los años 90 y primera
década de los 2000 encontró que personas que habían ascendido en términos de
ingresos, consumo y condiciones de trabajo y de vida adjudicaban sus avances
al esfuerzo personal y el sacrificio, pero también consideraban como una
pérdida de la sociedad cubana el aumento de las desigualdades sociales y de la
pobreza, y deseaban contribuir a paliarlas129.
127 . Nótese que el salario medio mensual para 2018 fue de 777 cup (unos 30 cuc). Anuario
Estadístico de Cuba, La Habana, 2019.
128 . D. Pañellas: «Reconfiguración de relaciones sociales: pistas desde
cuentapropistas capitalinos» en Omar Everleny Pérez Villanueva y R. Torres Pérez
(comps.): Miradas a la economía cubana: análisis del sector no estatal, Caminos, La
Habana, 2015.
129 . M. Espina y Viviana Togores: «Cambio socioestructural y rutas de movilidad
en Cuba actual. Patrones, perfiles y subjetividades» en Jorge Domínguez et al.
(coords.): Desarrollo económico y social en Cuba. Reformas emprendidas y desafíos
en el siglo xxi, fce, Ciudad de México, 2013.
124 Mayra Espina | nueva sociedad | 285
Cuba: capas medias en expansión y retos para la
modernización de la política social
Los seis procesos anteriores parecen indicar, sin mucho espacio para dudas y
según los indicadores utilizados en este ensayo, que fluyen corrientes de
movilidad social ascendente, asociadas a la reforma económica en curso y su
antecesora de la década de 1990, que generan capas medias, caracterizadas por
ingresos altos (para la media nacional) estables, autonomía para satisfacer
necesidades básicas en relación con las políticas públicas, consumo superior,
satisfactores de mayor calidad, aspiraciones que rebasan necesidades básicas,
sectores de ocupación específicos.
En estas capas se incluyen franjas de la pequeña burguesía urbana (grupos de
propietarios de micro, pequeños y medianos negocios privados, en régimen de
economía de mercado, que emplean fuerza de trabajo adicional, familiar o no, y
son ellos mismos trabajadores de sus negocios; autoempleados –propietarios de
medios de producción, se emplean a sí mismos y, eventualmente, fuerza
familiar–; trabajadores de la empresa mixta y extranjera; cooperativas no
agropecuarias; campesinos privados y cooperativos; usufructuarios de tierras;
especialistas, funcionarios, intelectuales, deportistas y artistas independientes
vinculados a circuitos internacionales; trabajadores vinculados a la economía
informal y el mercado negro; segmentos de ingresos no provenientes del
trabajo: rentistas, beneficiarios de remesas).
Más allá de la constatación empírica de la existencia de esta corriente de
movilidad social, definir un proceso de transición socioestructural hacia un
«socialismo de capas medias» supone un debate sobre si tal tipo de sociedad es
posible y si esa condición es legítimamente socialista, a diferencia de la
sociedad obrerista. Una discusión similar tuvo lugar en los años 90, y varios
analistas consideraron la posibilidad de que el cuentapropismo y los grupos de
trabajadores vinculados a la economía mixta y el sector extranjero se
convirtieran en sujetos restauradores del capitalismo130.
Puede encontrarse que, si bien los nuevos agentes económicos
un potencial emergentes de la reforma cubana contienen
potenciales de cambio contradictorios y
modernizador diversos, cuyo devenir es aún abierto, el
socialista de las potencial de modernización socialista es
capas medias significativo y su activación y despliegue
máximo dependerá, en una medida relevante,
(frente a uno de las políticas y de las relaciones Estado-
restaurador sociedad. Sin espacio para profundizarlo y
capitalista) solo a modo de apuntes para investigación,
pue-
De manera hipotética, este ensayo considera
130 . V. los textos contenidos en Bert Hoffman (ed.): Cuba: apertura y reforma económica:
perfil de un debate, Nueva Sociedad, Caracas, 1995.
tema central | Reforma y emergencia de capas medias en Cuba 125
de encontrarse un potencial modernizador socia-
131 . Para ahondar en las críticas al espacio laboral estatal en Cuba, v. José Luis Martin: «El trabajo
en Cuba de 2018 a 2019. El tránsito posible y el necesario» en Temas No 2/2019.
132 . V. el artículo 20 del Título ii «Fundamentos Económicos» de la nueva
Constitución cubana, que refrenda la participación de los trabajadores en los procesos
de planificación, regulación, gestión y control de la economía.
133 . Esta estimación es solo con fines ilustrativos y fue calculada a partir de
informaciones no oficiales (que aparecen en medios de prensa nacionales sin referencia
a documentación estadística o estudios cualitativos) disímiles: cuentapropistas en
actividades altamente lucrativas, turistas nacionales, personas que reciben remesas y las
han utilizado para montar pequeños negocios (v. C. Mesa-Lago: ob. cit.),
cooperativistas agropecuarios que producen productos de alta demanda, deportistas
contratados en el extranjero, por ejemplo.
134 . Geydis Fundora argumenta la pertinencia de introducir en las políticas sociales
cubanas el «universalismo crítico», entendido como un enfoque de políticas que parte
de la necesidad de un horizonte de integración general, de acceso de la población total a
derechos y beneficios, a la vez que reclama el reconocimiento de la diversidad,
especialmente para asumir que condiciones de partida diferentes requieren acciones
también diferentes para superar brechas de equidad. G. Fundora: «Configuración de
políticas locales de promoción de equidad en la actualización del modelo de desarrollo
cubano», tesis doctoral, Universidad de La Habana, 2018.
tema central | Reforma y emergencia de capas medias en Cuba 127
activos propios para colocarse en el mercado (casa, automóvil, remesas,
ahorros) y una ubicación territorial en espacios de economía emergente. Estos
recursos están inequitativamente distribuidos en la sociedad cubana, con lo cual
se consolidan barreras de movilidad.
Todo apunta entonces hacia la necesidad de pasar a una política social de
interrupción de condiciones de partida desventajosas, cuya lógica y
herramientas suelen ser diferentes de las que usualmente ha implementado el
socialismo cubano.
Cuba podría encontrar una posible inspiración en la propuesta de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) sobre políticas públicas
pilares del desarrollo135:
- política fiscal de alto impacto redistributivo / fiscalidad
proactiva, reformas fiscales progresivas, fiscalidad tributaria de gasto
público socialmente sostenible;
- políticas económicas que impulsen a sectores y actividades
intensivas en conocimiento, de demanda creciente, al tiempo que
generan más y mejor empleo; apoyo a las mipyme, incluyendo cierre
de brechas en innovación e infraestructura;
- políticas sociales «bisagra» de empleo productivo, protección
social, educación y desarrollo de capacidades, atención a la infancia,
acceso de la mujer al trabajo y creación de sistemas de cuidado.
Esto puede concretarse en una ampliación del espacio local para las políticas
sociales que propicien acciones de equidad de base microcomunitaria, como
servicios inclusivos afirmativos y de búsqueda del beneficiario, mecanismos de
equidad financiera y finanzas inclusivas y solidarias (créditos, subsidios,
proyectos micro), otros incentivos y apoyos sensibles a las desventajas para
mipyme, cooperativas y acceso a empleo ventajoso (como opciones de
capacitación y formación que priorizan grupos vulnerables). Y, finalmente,
fortalecer el potencial de la democratización y la participación ciudadana local
directa, para mejorar la identificación de demandas de grupos vulnerables y la
diversidad de necesidades y soluciones, e implementar presupuestos
participativos, consultas públicas, referendos y espacios deliberativos locales.
135 . Cepal: Pactos para la igualdad. Hacia un futuro sostenible. Documento del trigésimo quinto
período de sesiones en Lima, Naciones Unidas, Santiago de Chile, 2014.
128 Mayra Espina | nueva sociedad | 285
InostrozaMatus, Francisco Molina-Camacho y Hugo Romero-Toledo.
Habitando «no lugares»: subjetividad y capacidades familiares ante un desastre
socionatural en Chile, Luisa Rojas-Páez y José Sebastián Sandoval-Díaz.
Reubicación y procesos de territorialización en la Ciudad Rural Sustentable
Nuevo Juan del Grijalva, Martha Liliana Arévalo-Peña. Afrodescendientes e
indígenas vulnerables al cambio climático: desacuerdos frente a medidas
preventivas estatales ecuatorianas, Victoria Salinas, William Cevallos y Karen
Levy. Procesos de recuperación posdesastre en contextos biopolíticos
neoliberales: los casos de Chile 2010 y Brasil 2011, Juan Saavedra y Victor
Marchenzini. TEMAS: La indiferencia hacia la democracia en América Latina,
Alejandro Monsivais-Carrillo. «La época de los esclavos se acabó»: género y
condiciones de trabajo en las empresas de limpieza en Argentina, Lorena
Capogrossi. La vitivinicultura en Mendoza desde 1990: entre la globalización y
el desarrollo regional, Pehuén Barzola-Elizagaray y Anabella Engelman. La
independencia del banco central y su papel en el dominio del capital financiero
sobre el Estado, Matari Pierre Manigat.
Bolivia: la clase
media imaginada
Amaru Villanueva Rance
145 . Los datos para Chile y Brasil son de 2015, ya que el Banco Mundial aún no ha registrado este
indicador para 2016.
146 . Darwin Ugarte Ontiveros, Rosangela Cruz Quisbert y Elío Alberto Colque: «El
impacto de los programas de redistribución social sobre la desigualdad del ingreso en
Bolivia», trabajo presentado en el ii Congreso de Pensamiento Económico
Latinoamericano, Asociación de Pensamiento Económico Latinoamericano,
Cochabamba, 27 y 28 de octubre de 2016. Cifras semejantes también fueron circuladas
por el gobierno en diversas oportunidades. De acuerdo con mis propios cálculos, sobre
la base de datos registrados por el Banco Mundial, entre estos dos periodos el ingreso
del 10% más rico en relación con el del 10% más pobre se habría reducido de 91 a 32
veces. La diferencia aún es notoria, pero la divergencia respecto a los anteriores
cálculos nos remite a potenciales discrepancias en la metodología de cálculo.
147 . Verónica Paz Arauco (coord.): Inclusión social en Bolivia: avances y desafíos
(20062014), Centro de Investigaciones Sociales, Vicepresidencia del Estado
Plurinacional de Bolivia, La Paz, 2017.
148 . Fernanda Wanderley: «Nueva clase media y su vulnerabilidad» en Página Siete, 24/5/2018.
149 . Carmen Rosa Rea Campos: «Complementando racionalidades: la nueva pequeña burguesía
aymara en Bolivia» en Revista Mexicana de Sociología vol. 78 No 3, 2016.
150 . Mauricio Vasquez: «Bolivia debe crecer un 6% para mantener la clase media» en El Deber,
4/6/2018.
134 Amaru Villanueva Rance | nueva sociedad | 285
sos es la única categoría que se define de forma El estrato medio
residual, mediante una resta de las anteriores de ingresos es
dos de la totalidad de la población.
De acuerdo con la ubicación geográfica, la la única
línea de pobreza se calcula sobre la base del categoría que se
ingreso necesario para cubrir las necesidades define de forma
básicas (alimentarias y no alimentarias). En residual
2017, en el área
Retornando a la medición del segmento de ingresos medios, es importante
estrato: se define como el grupo que vive por debajo del umbral alto de ingresos
inductiva (como explicaré más adelante) y que el estrato alto de ingresos tenga
estrato medio de ingreurbana, esta cifra era de 766,70 bolivianos (110 dó-
lares) por persona. Considerando que el salario mínimo ese año era de 2.000
bolivianos (285 dólares), implicaría que un hogar de dos personas (de las cuales
solo una fuera asalariada) que genere este monto mensual sería parte del estrato
medio de ingresos, categoría que en tiempos recientes se viene llamando «clase
media». En este punto podríamos ponerle pausa a este disco y preguntarnos si
consideramos coherente que una única categoría social incluya a arquitectos,
abogados, vendedoras de mercado, porteros de edificio y otra serie de actores,
independientemente de sus niveles educativos, seguridad ocupacional, patrones
de consumo y aspiraciones de vida.
En el ámbito económico, varias medidas se han ensayado para definir el
estrato medio de ingresos. A modo de ilustración del bajo consenso en torno de
este tema, un compilado reciente de aproximaciones a las clases medias
latinoamericanas incluye nueve artículos entre los cuales se distinguen seis
definiciones distintas151. Por su parte, el Banco Mundial (2012) define la clase
media como la población que genera ingresos de 10 a 50 dólares diarios, y la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde) la define
como quienes generan entre 50% y 150% de la media estadística de ingresos en
cada país. Pero incluso entre economistas, los umbrales de ingresos
eventualmente resultan insuficientes para aproximarse al segmento objetivo.
151 . Jeff Dayton-Johnson (ed.): Latin America’s Emerging Middle Classes: Economic Perspectives,
Palgrave MacMillan, Londres, 2015.
tema central | Bolivia: la clase media imaginada 135
Mediante una construcción híbrida, en un estudio la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (Cepal) incluye en esta categoría a personas en el
estrato medio de ingresos, sumadas a personas del estrato bajo de ingresos, pero
con «buenos» trabajos (asalariados en ocupaciones no manuales) 152. En el
intento de construir un «índice global» de clase media, incluso se ha llegado a
postular que estaría compuesta por quienes integran un hogar con vehículo
propio153.
Sin embargo, en perspectiva histórica, la derivación de las clases medias a
partir de niveles de ingreso es un fenómeno relativamente reciente. Como
argumentaré en la siguiente sección, una breve genealogía de categorías de
estratificación nos permitiría distinguir sus orígenes dicotómicos (sobre la base
de elementos raciales y étnicos), seguidos de una aproximación marxiana a las
clases sociales (de base materialista y ocupacional), hasta desembarcar en
mediciones económicas (de corte desarrollista).
Imaginarios de la estratificación
152 . Rolando Franco, Martín Hopenhayn y Arturo León (eds.): Las clases medias en América
Latina, Siglo Veintiuno / Cepal, Ciudad de México, 2010.
153 . Uri Dadush y Shimelse Ali: «In Search of the Global Middle Class: A New Index», Carnegie
Endowment for International Peace, Washington, dc, julio de 2012.
154 . E. P. Thompson: «La sociedad inglesa del siglo xviii: ¿lucha de clases sin clases?» en
Tradición, revuelta y conciencia de clase, Crítica, Barcelona, 1979.
155 . Ibíd.
136 Amaru Villanueva Rance | nueva sociedad | 285
discursos que harían mención explícita a las clases sociales en Europa durante el
siglo xix, pero que aún tardarían décadas en instalarse en Bolivia.
Visto de este modo, hablar de clases sociales no solo nos remite a una
estructura social de un momento determinado, sino a una forma de interpretar
esa estructura mediante categorías conceptuales. Entonces, correspondería
preguntarse: ¿cómo se concebía la estructura social en Bolivia antes de la
llegada de las categorías de clase marxistas al país? El clivaje quizá más
profundo y duradero consiste en la clásica distinción entre «indios» y «no
indios», diferencia racial institucionalizada durante el periodo colonial. La
etnohistoriadora Olivia Harris destacaba que la
una categoría tributaria y administrativa, La categoría
mediante la cual se fijaban obligaciones de la «indio» fue
población nativa hacia el Estado colonial (sin
tomar en cuenta que se trataba de un grupo
inicialmente
diverso y acaso internamente estratificado) 156. A establecida como
lo largo del siglo xix, las diferencias entre indios una categoría
y mestizos criollos se consolidaron como raciales tributaria y
y culturales. A la vez, surgieron grupos que administrativa
desestabilizaban la dicotomía racial: artesanos y
obreros urbanos formaban parte de un seg-
categoría «indio» fue inicialmente establecida como
157 . F. Reinaga: Revolución india, Fundación Amáutica Fausto Reinaga, La Paz, 1969.
158 . Andrey Schelchkov: La palabra «socialismo» en Bolivia, siglo xix, Centro de Investigaciones
Sociales, La Paz, 2016.
159 . A. Schelchkov y Pablo Stefanoni: Historia de las izquierdas bolivianas : archivos y
documentos (1920-1940), Centro de Investigaciones Sociales, La Paz, 2016.
160 . Herbert S. Klein: A Concise History of Bolivia, 2a ed., Cambridge up, Nueva York, 2011.
138 Amaru Villanueva Rance | nueva sociedad | 285
Luego de haber sido agrupados bajo la categoría racial de «indios», los
pobladores del campo (sobre todo en tierras altas) se convirtieron gradualmente
en «campesinos», con independencia de su origen étnico. El proyecto
nacionalista implicaba una marcha inexorable hacia la asimila-
y educativa y del sufragio universal. La ¿En qué momento
revolución aspiraba a llevar adelante un proyecto se comienza a
de unificación en torno del mínimo común
denominador del mestizaje. Este giro discursivo
concebir la clase
intentaría apartar las categorías de raza y en términos de
etnicidad como ejes organizadores de la niveles de
estructura social del país. El énfasis en la ingreso?
categoría social de campesinado tuvo como
efecto
ción ciudadana, de la mano de una reforma agraria
162 . El economista Martin Ravallion observó en 1990 que las líneas de pobreza de
muchos de los países más pobres convergían cerca de 1,02 dólares estadounidenses.
Siguiendo su recomendación, el Banco Mundial adoptó este umbral de pobreza
absoluta como primera línea internacional de pobreza (ipl). Esta medida permaneció
hasta 2008, cuando el Banco Mundial la cambió por 1,25 dólares a niveles de paridad
de poder adquisitivo (ppa) de 2005, y nuevamente en 2015 a 1,90 dólares, sobre la base
de una ppa ajustada a 2011. Lo que puede resultar sorprendente de semejantes ajustes
técnicos es que, de la noche a la mañana, cientos de millones de personas en todo el
mundo entran y salen de la pobreza mediante una extraña alquimia estadística, sin la
más mínima modificación material en sus condiciones de vida.
163 . R. Morales, Ana María Aguilar y Guido Pinto: Desarrollo y pobreza en
Bolivia: análisis de la situación del niño y la mujer, Unicef, La Paz, 1984. 31. pnud:
«La pobreza en Bolivia», pnud, La Paz, 1990.
164 . Ministerio de Desarrollo Humano: Mapa de pobreza: una guía para la acción social, ine /
udapso / upp, La Paz, 1995.
165 . udape: «Pobreza y desigualdad en municipios de Bolivia: estimación del gasto de consumo
combinando el Censo 2001 y las Encuestas de hogares», udape / ine, La Paz, 2003; James Foster,
Joel Greer y Erik Thorbecke: «A Class of Decomposable Poverty Measures» en Econometrica vol.
52 No 3, 1984.
140 Amaru Villanueva Rance | nueva sociedad | 285
humano que incorporaron carencias relacionadas con la educación, la salud y el
nivel de vida166. Esto no quiere decir que los imaginarios de composición social
sobre la base de vectores étnicos u ocupacionales desaparecieran del radar;
simplemente fueron desplazados gradual e imperceptiblemente dentro de los
discursos institucionales predominantes. La transposición más significativa
estaba basada en la suplantación de la clase como función de alguna categoría
ocupacional por la clase como función del nivel de ingresos.
década de 1980. No me refiero, por supuesto, a La pobreza, como
la hambruna ni a formas diversas de hoy la conocemos
precariedad que plagan la historia de la
humanidad hasta el día presente, sino a un
en Bolivia, «se
discurso capaz de medir y monitorear este inventó» en la
fenómeno a partir de un determinado nivel de primera mitad de
ingresos. Tampoco es mi intención detenerme la década de 1980
en un repaso de la pobreza y su medición; si la
menciono en estos párrafos es debido a
Para plantearlo de manera más constructivista (pero quizá no tan
166 . El iph-1 fue adoptado por el pnud en 1998 y, posteriormente, fue reemplazado con el índice de
pobreza multidimensional en 2010.
167 . pnud: Informe Nacional sobre Desarrollo Humano en Bolivia. Los cambios detrás del cambio.
Desigualdades y movilidad social en Bolivia, pnud, La Paz, 2010.
tema central | Bolivia: la clase media imaginada 141
sobrepasa por primera vez la tercera parte de la población nacional, hecho que
cataliza un análisis más detenido acerca de este sector. Y silenciosamente nace
con la pobreza su gemela siamesa llamada «estrato medio de ingresos», a partir
de la cual hoy se ha derivado una «clase media» como segmento
socioeconómico. Un segundo punto de inflexión ocurriría entre 2010 y 2012,
cuando este mismo estrato sobrepasó la mitad de la población, hasta llegar a
58% en 2017.
Las clases medias como circunscripción imaginada
168 . Ian Hacking: «Between Michel Foucault and Erving Goffman: Between
Discourse in the Abstract and Face-to-Face Interaction» en Economy and Society vol.
33 No 3, 2004. 37. David B. Grusky: «The Past, Present, and Future of Social
Inequality» [2004] en D.B. Grusky (ed.): Social Stratification: Class, Race and Gender
in Sociological Perspective, Westview Press, 2014.
169 . E. P. Thompson: The Making of the English Working Class, Vintage Books,
Nueva York, 1963, p. 11. [Hay edición en español: La formación histórica de la clase
obrera, Laia, Barcelona, 1977].
170 . Este número se disgrega en 66% para la población adulta (19% como «clase
media alta» y 49% como «clase media baja») y 78% entre los jóvenes encuestados (de
12 a 17 años; 36% como «clase media alta» y 42% como «clase media baja»). Debe
tomarse a la población adulta como segmento de referencia para los demás países de la
región, para los cuales no existen datos de una encuesta realizada a jóvenes.
171 . De acuerdo con el Banco Mundial, en 2013 70% de los alteños se autodefinían
como clase media. Banco Mundial: «Bolivia: poco a poco construyendo una nueva
clase media», <www.bancomundial.org/es/news/feature/2013/10/24/Bolivia-poco-a-
poco-construyendouna-nueva-clase-media24/10/2013>, 24/10/2013.
142 Amaru Villanueva Rance | nueva sociedad | 285
suponer que el porcentaje refleja identidades internalizadas, en tanto no surgen
de una autoidentificación espontánea, sino como respuestas a una encuesta con
categorías predefinidas. De todos modos, es sugerente que la cifra (aun tomando
en cuenta el margen de error) sea tan elevada en relación con el promedio
mundial (57%), o en comparación con otros países de la región, entre los cuales
figuran Perú (55%), Argentina (60%) y Brasil (40%)172. Este es un dato que
amerita un estudio más detallado, pero pueden esbozarse algunas explicaciones:
la estigmatización que hoy acarrea pertenecer a uno de los extremos del
espectro social en Bolivia, los componentes fuertemente aspiracionales
relacionados con la pertenencia de clase y la marcada trayectoria de ascenso
socioeconómico de quienes han percibido un cambio marcado respecto a una
previa situación de subalternidad. Me aventuro a decir que, más allá de las
categorías de clase que recurrentemente afirman aquellos actores involucrados
en esta disputa discursiva (políticos, instituciones, intelectuales) para referirse a
terceros, los esquemas cognitivos que configuran la vida cotidiana de las
personas pasan por otros vectores identitarios relacionados con el estatus social.
Este se conjuga mediante componentes diversos: fenotípicos, de vestimenta,
educativos, geográficos, culturales e incluso ligados al apellido. Entonces, ¿en
qué queda este concepto gelatinoso? A riesgo de que se diluya (o incluso de que
se evapore), podríamos acercarlo a los debates
coyunturales en Bolivia a partir de una aproximación El debate se
tradicional, como un grupo socialmente diferenciado inaugura con
cuyos miembros comparten intereses económicos tendientes a ser reflejados
en orientaciones políticas. el libro Political
El debate clásico en torno de las clases medias lati- Change in Latin
noamericanas se inaugura con la publicación del libro America: The
Political Change in Latin America: The Emergence of the
Emergence of the
Middle Sectors, de John J. Johnson173. Partiendo de un
examen de tendencias políticas de la primera mitad Middle Sectors, del
siglo xx, el autor argumentaba que «grupos inter- de John J. Johnson
medios» de la región habían comenzado a cambiar su
orientación política, pasando de ser clientelas de viejas elites a formar
nuevas alianzas o «amalgamas» con «elementos trabajadores» 174.
Proponía que este viraje alteraría el equilibrio de poder y traería
172 . Datos tomados de la sexta ola de la emv (2010-2014), dado que no existen aún
datos consolidados para la séptima ola, todavía en curso (2016-2020).
173 . Stanford up, Stanford, 1958. [Hay edición en español: La transformación
política de América Latina. El surgimiento de los sectores medios, Hachette,
Buenos Aires, 1961].
174 . Es sugerente que Johnson haya evadido deliberadamente referirse
a las «clases» sociales en su análisis, dado su agnosticismo respecto a estas
categorías, que incluso en su tiempo eran objeto de disputas discursivas.
tema central | Bolivia: la clase media imaginada 143
consigo el potencial para transformaciones progresistas.
Investigadores como Fredrick Pike cuestionaron más adelante las
premisas de este enfoque, argumentando que las clases medias
chilenas continuaban ligadas a las elites por sus aspiraciones de
consumo y pertenencia, y que habían erigido una barrera psicológica
que les impedía tener una alianza genuina con la clase trabajadora 175.
Por su parte, Pike también dudaba de la solidez de las nuevas alianzas
entre sectores, notando la tendencia de la clase media a sentirse
incómoda frente al poder creciente de las masas urbanas y rurales 176.
Observó que, en el caso brasileño y velando por su estabilidad, las
clases medias fueron aquiescentes frente a los gobiernos militares e
incluso llegaron a apoyar abiertamente los golpes de Estado. No
obstante, se instaló un debate en torno de las clases medias y su rol
político en la región. A través de su expansión, se pensaba que
jugarían un papel cada vez más importante en dirimir la tensión entre
los intereses polarizados de las elites y los grupos subalternos. Existía
un relativo consenso acerca de la creciente importancia electoral de
este segmento, pero cierta ambivalencia respecto a los resultados
políticos que traería. Samuel P. Huntington llegó a ver en las clases
medias un potencial revolucionario, pero predijo que a medida que
envejecen, también se tornan más conservadoras177.
En otras partes del mundo, la relación entre clase social y orientación política
(medida a través del voto) fue estudiada con vigor desde la década de 1950.
Estudios tempranos percibían una clara tendencia a que los trabajadores
manuales votaran por partidos de izquierda178, pero en años recientes se ha
sumado la evidencia empírica de que esta tendencia está en descenso, al menos
en democracias occidentales179. Se han propuesto varias explicaciones para ello,
incluyendo cambios en los tamaños relativos de las clases sociales
(generalmente definidas ocupacionalmente) y en sus atributos económicos (con
una decreciente correlación entre nivel de ingresos y tipo de ocupación).
Adicionalmente, un cierto grado de convergencia y dispersión entre las
propuestas sociales y económicas de los partidos a lo largo del espectro político
ha hecho más difícil una separación sencilla entre partidos de «izquierda» y de
180 . C.R. Rea Campos: ob. cit.; Nico Tassi, Alfonso Hinojosa y Richard Canaviri: Economía
popular en Bolivia: tres miradas, Centro de Investigaciones Sociales, La Paz, 2015.
tema central | Bolivia: la clase media imaginada 145
Es previsible que transformaciones tectónicas en la estructura social
encuentren expresión en sucesos como aquellos suscitados en el centro
comercial MegaCenter a principios del año 2015, con la llegada de residentes
alteños al barrio de Irpavi, percibida por algunos habitantes de esa región
acomodada de La Paz como una suerte de invasión plebeya posibilitada por el
teleférico. En este escenario, las pulsiones reaccionarias se exacerban en la
medida en que algunos grupos se sienten invadidos o desplazados. A pesar de
periódicas tensiones de este tipo, considero que no se presenta necesariamente
el escenario para una «lucha de clases», al menos en su sentido clásico. La
disputa no es por los medios de producción, sino por los espacios simbólicos
donde se reproduce la distinción social. Pero existen fenómenos que pueden
tender a aplacar las luchas sociales visibles (al menos, por parte de quienes
tienen una trayectoria ascendente), en la medida en que la distinción social a
través del consumo tradicionalmente ha sido aspiracional y se basa en el
mimetismo antes que en la confrontación.
También existe la posibilidad de que las trayectorias de ascenso social de las
«nuevas clases medias» sean predominantemente divergentes, que estas ocupen
espacios económicos y simbólicos propios y esto dé lugar a grupos de elite
paralelos. El clivaje puede ser conceptualmente contencioso, pero considero que
el ejercicio de disgregación de las «clases medias» en subestratos es pertinente
en la medida en que van tomando forma categorías sociales con rasgos más
distintivos y con composición menos heterogénea. Un ejercicio posterior
involucrará descifrar si estas distintas aproximaciones a la clase social ayudan a
distinguir orientaciones políticas colectivas.
Refiriéndose a las clases medias británicas, el historiador Dror Wahrman
examinó los procesos mediante los cuales este grupo ingresó en el imaginario
social y político entre finales del siglo xviii y principios del siglo xix 50. Propone
que la creación de esta categoría está más ligada a transformaciones discursivas
que a cambios subyacentes en la estructura social. Un proceso análogo ocurrió
en Argentina en el siglo xx y dio lugar a la internalización generalizada de esta
clase, en discursos tanto cotidianos como políticos 51. Si adoptamos un enfoque
similar, quizá podamos discernir entre transformaciones sociales aceleradas
(que ciertamente dan mucho de qué hablar) y una reconfiguración en los
esquemas a partir de los cuales se construyen los sujetos sociales en un
determinado momento histórico.
Las clases medias en Bolivia pueden pensarse como una circunscripción
imaginada sobre la cual se intenta proyectar o inferir una serie de atributos e
intereses políticos. Invocarlas implica ejercicios estadísticos, nominativos y
retóricos, algunos de los cuales he intentado examinar en este artículo. Quienes
han protagonizado este análisis son políticos, instituciones y analistas. Por lo
tanto, este debate dice más de todos nosotros y sobre cómo ajustamos nuestras
categorías de análisis para acercarnos a la realidad social que sobre las personas
a quienes hacen referencia estas etiquetas. A pesar de los altos (pero tenues)
146 Amaru Villanueva Rance | nueva sociedad | 285
niveles de autoidentificación con la clase media, no he encontrado evidencia de
que esta sea una categoría que se invoque de manera espontánea, y menos aún
que sea exaltada como bandera política por parte de movimientos ciudadanos.
La clase media prolifera como categoría de análisis en la opinión publicada,
antes que como identidad social diferenciada en la opinión pública.
50. D. Wahrman: Imagining the Middle Class: The Political Representation of Class in Britain,
c. 1780-1840, Cambridge up, Cambridge, 1995.
51. Ezequiel Adamovsky: Historia de la clase media argentina. Apogeo y decadencia de una
ilusión, 1919-2003, Planeta, Buenos Aires, 2009.