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Maestría en

Administración y
Políticas Públicas

Evaluación de
Políticas Públicas
Sesión 1.
El concepto de la evaluación
en las políticas públicas

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Te doy la bienvenida a la primera sesión “El concepto de la evaluación en las políticas

públicas”, de la materia Evaluación de Políticas Públicas de la Maestría en Administración

y Políticas Públicas.

En esta ocasión, hablaremos sobre el concepto de evaluación en las políticas

públicas, su definición, importancia y utilidad en el campo como una herramienta para

medir diferentes aspectos de los momentos y componentes que atraviesan y conforman las

políticas públicas. El objetivo de nuestra sesión será: identificar las particularidades del

concepto de evaluación de políticas y sus componentes mediante la ponderación de su

impacto y beneficios al quehacer público, que permita dimensionar la importancia de

evaluar políticas y programas para mejorar la gestión gubernamental. ¡Comencemos!

Una definición podría parecer algo simple y concreto, pero hablar de evaluación es

referir a un proceso que, si bien coincide en cualidades básicas, éste puede trasladarse a

muy diversos ámbitos y adquirir características muy particulares. En el campo de las

políticas públicas, la evaluación es un ejercicio crucial para conocer el impacto y

efectividad de la acción pública. ¿Pero qué es exactamente evaluación?

Esta la debemos de entender como el conjunto de técnicas cuantitativas y

cualitativas que son aplicadas de manera sistemática al estudio de una política pública o

a un programa público resultado de la misma, con la finalidad de generar información útil

en cualquiera de las fases o ciclos de la política pública para poder tomar decisiones.

Es importante resaltar que en la actualidad, las evaluaciones se centran en los

procesos, el impacto y el costo-beneficio de una política pública, no sólo con la finalidad


de identificar cómo está operando, o si presenta deficiencias, pues visto desde una óptica

positiva también sirve para distinguir áreas de oportunidad y, por ende, poner en marcha

un proceso de mejora que puede versar en dos sentidos; uno a nivel macro, es decir, alinear

la política pública con los objetivos de desarrollo de la nación y la otra a nivel micro, que

está en función de mejorar la operación de la política pública.

Regresando a la definición de la evaluación, es importante añadir que, en la

literatura especializada, se considera que un proceso integral de evaluación debe incluir

actividades como la supervisión, evaluación de procesos, evaluación de costos y

beneficios y el impacto de esa política pública, por ello, tendríamos que comprender que

también abarcaría aspectos relacionados a la cobertura, operación, administración y los

resultados.

Pero cada uno de los componentes mencionados anteriormente son totalmente

distintos y, en consecuencia, querer compaginarlos todos para la evaluación de una política

en un rubro específico, resultaría muy complicado o imposible. En este sentido, es

preferible desarrollar la capacidad de observar sobre qué proceso es necesario enfocarse,

en lugar de tratar de estructurar todos los componentes en un mismo nivel, y eso

dependerá de la fase en que se encuentre una política pública o el tipo de diagnóstico que

se quiera obtener, que estará en función de los objetivos que dieron fundamento al

desarrollo de dicha política pública.

Recapitulando brevemente, las actividades integrales que se consideran para la

evaluación de una política pública son: la supervisión, evaluación de procesos, evaluación


de costos-beneficios y el impacto. Si queremos mirarlo de manera concreta, éstas

configuran precisamente, la utilidad de la evaluación en las políticas públicas, o, dicho de

otro modo, en las actividades a realizar subyace la utilidad de la evaluación.

Por ejemplo, pensemos en la actividad de supervisión, la cual ayudará o será de

provecho en distintos rubros. Para empezar, nos brindará información significativa que

permitirá tener un buen panorama respecto a si determinada política pública se está

implementando de acuerdo a lo que se tenía planificado. Esto, sólo por mencionar uno de

sus beneficios, porque la misma supervisión también nos posibilitará tener una

retroalimentación constante sobre el estado en que se encuentra la política pública en

cualquiera de sus fases. De esta manera, podremos observar problemas específicos que

vayan surgiendo y, en su momento, realizar los ajustes necesarios para que se desarrolle

óptimamente.

Lo mismo acontece con las demás actividades a realizar, pues la evaluación de

procesos nos es útil para determinar problemas de funcionamiento. Esto implica la

detección de procesos ineficientes, estructuras obsoletas o poco eficaces, actividades que

se realizan de manera desorganizada o incluso, que no abonan significativamente a una

ejecución efectiva.

Ahora, es verdad que, en países como México, algunas actividades resultan más

útiles a la hora de evaluar, como lo son las evaluaciones de costo-beneficio y la de

impacto. Esto se debe a que, en la práctica, así como otros muchos países, no hemos

alcanzado niveles de desarrollo óptimos respecto a aquellos que son llamados de primer
mundo, considerados así por organismos internacionales como el Banco Mundial, Comisión

Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Organización para la Cooperación y el

Desarrollo Económicos (OCDE).

Según sus parámetros, los recursos que se despliegan para el desarrollo de políticas

públicas o programas públicos pueden ser o son especialmente escasos para las metas

planteadas, de modo que, cada recurso invertido debe de maximizarse en sus beneficios.

Entonces, evaluar el costo-beneficio nos resultará útil en dos sentidos; primero para saber

si efectivamente la relación es equivalente entre los costes y los beneficios, y la segunda,

como ya hemos mencionado con anterioridad, para poder maximizar los beneficios.

La actividad de evaluación de impacto no resulta tan distinta en torno a las

ventajas que brinda, solo que, en lugar de estar en función de los recursos, lo está en

relación a la proporción de población que se ve beneficiada, y al mismo tiempo, si existe

una satisfacción real sobre la forma en que dichas personas están siendo atendidas.

En general, podríamos afirmar que la evaluación se fundamenta en la observación

retrospectiva de toda actividad que hayamos emprendido, con el afán de identificar qué

hemos hecho bien, y qué podríamos mejorar. ¿Te imaginas entonces lo que puede hacer en

el campo de las políticas públicas?

De esta manera, llegamos al final de la sesión. No olvides consultar el material

complementario, te será de gran ayuda para ampliar los conocimientos que aquí te hemos

compartido.
Bibliografía

Bañon, R. (2003). La evaluación de la acción y de las políticas públicas. Madrid: Diaz de Santos .

Brum, M. (2009). La institucionalización de una cultura de la evaluación en la administración pública

mexicana: avances y desafíos pendientes. Convergencia Revista de Ciencias Sociales, 175-

198.

Carrillo, M. M. (2014). La evaluación de los programas sociales para el desarrollo regional; Teoría y

práctica en experiencias recientes de la Ciudad de México. Puebla: Benemérita Universidad

Autónoma de Puebla.

Cortiñas-Pelaez, L. (1988). Evaluación de la Administración Pública Federal Mexicana. Revista de

administración pública, 359-408.

Roth, A.N. (2002). Políticas públicas: Formulación, Implementación y evaluación. Bogotá: Aurora.

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