Anexo Seminario 4 Energía 2024
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Prácticas de Laboratorio
ANEXO: LA ENERGÍA
1. LAS ONDAS
Gracias a las ondas podemos pasar el tiempo hablando con una persona por teléfono,
viendo la televisión, oyendo música, cocinando un paquete de palomitas, contemplando
los colores de una flor, tomando el sol o "surfeando" en la playa.
Las ondas son perturbaciones en un medio que se
desplazan en él en un tiempo determinado, y al
hacerlo transportan energía. Por ejemplo, cuando
lanzamos una piedra al agua, la piedra mueve el
agua cuando toca su superficie, pero también se
mueve el agua que se encuentra a su alrededor, sin
que la piedra la haya tocado. Es decir, la piedra
causó una perturbación en el agua y esta
perturbación se propagó. Dicho de otro modo, se creó una onda que se propagó en el
agua (Figura 1). Al contrario que las ondas mecánicas (como la del ejemplo), las ondas
electromagnéticas pueden propagarse en el vacío, además de hacerlo en el aire o
materiales sólidos.
Cuando una onda llega a la superficie de separación entre dos medios distintos, por
ejemplo, el aire y el agua, se producen cambios en su velocidad y en general en la forma
en la que la onda se desplaza. Así, la presencia de obstáculos en el camino de las ondas
sonoras causa que algunos sonidos se amplifiquen mientras que otros desaparezcan.
También causan ecos y reverberaciones.
Las ondas tienen unas características que las definen (Figura 2). Una onda tiene un valle
(punto más bajo) y una cresta (punto más alto). La distancia vertical entre la punta de la
cresta y el eje central de la onda se conoce como amplitud. Esta es la propiedad asociada
con el brillo, volumen, o intensidad, de la onda. La distancia horizontal entre dos crestas
o valles consecutivos de la onda se conoce como longitud de onda y está relacionada en
el sonido, con el tono, y en la luz, con el color. Podemos visualizar estas longitudes de
onda de la manera siguiente:
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b. El espectro visible
La luz son ondas electromagnéticas que pueden ser percibidas por el ojo humano. El
espectro visible es el conjunto de longitudes de onda de todas las posibles (lo que
llamamos espectro electromagnético) que el ojo humano es capaz de percibir. La luz
que vemos con nuestros ojos es realmente una parte muy pequeña del espectro
electromagnético (figura 6) y corresponde a longitudes de onda de 380 a 750 nm. Este
es el rango en el que precisamente el sol y otras estrellas similares emiten la mayor parte
de su radiación y es por esta razón por lo que somos capaces de ver los objetos. Cuando
vemos que el cielo es de color azul o que las hojas son verdes es porque en ese momento
estamos recibiendo diferentes longitudes de onda en la banda de los 400 nm y los 700
nm.
La luz blanca en realidad no es blanca, sino que está formada por muchos colores
diferentes. Como ya sabes, cuando la luz del Sol atraviesa pequeñas gotitas de lluvia se
descompone en los colores que la componen y se forma un arco iris. La primera
explicación del espectro visible la dio Isaac Newton en 1671, quien observó que cuando
un estrecho haz de luz solar incide sobre un prisma de vidrio triangular con un ángulo,
una parte se refleja y otra pasa a través del vidrio, mostrando diferentes bandas de
colores. Esta propiedad está relacionada con la refracción de la luz (Figura 4). El prisma
es capaz de descomponer la luz visible en sus componentes (espectro) de diferentes
colores, gracias a los diversos ángulos de refracción que presentan los diferentes colores
(o longitudes de onda) de la luz blanca. La atmósfera funciona como un prisma. Eso hace
que cuando el sol está cerca del horizonte, lo veamos con tonos más rojizos (como se ve
en la Figura 7, los tonos rojizos son los que menos se desvían), mientras que lejos de la
región del cielo donde se encuentra el sol, vemos el cielo con tonos azulados (estos
tonos son los que más se desvían, véase la Figura 7).
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Aunque la radiación electromagnética es una onda, la teoría cuántica nos dice que en
ciertos procesos microscópicos puede comportarse como una partícula. El fotón es la
partícula elemental de la radiación electromagnética. La energía de estas “partículas de
luz” depende de la longitud de onda de la onda asociada, de modo que los fotones de
menor longitud de onda tienen mayor energía. Así, un fotón azul (400 nm) tiene más
energía que uno rojo (700 nm). A la derecha del espectro visible, encontramos las clases
de energía que son mayores en longitud de onda que la luz visible: los rayos infrarrojos
(IR), las ondas microondas y las ondas de radio. Estos tipos de radiación nos rodean
constantemente y no son dañinas, pues están formadas por fotones poco energéticos.
Por su parte, los rayos ultravioleta (UV), los rayos X y los rayos gamma, situados a la
izquierda del espectro visible, van a tener la capacidad de dañar nuestro ADN
(mutaciones que pueden producir cáncer), provocar reacciones químicas, etc, ya que
tienen longitudes de onda muy cortas (y por lo tanto, mucha energía). Por esta razón,
usamos loción protectora en la playa, ya que esta bloquea los rayo UV del sol) o los
técnicos de rayos X colocan una placa de plomo sobre nosotros.
2. MAGNETISMO
El magnetismo es un fenómeno físico por el que determinados materiales (llamados
imanes) ejercen fuerzas de atracción o repulsión sobre otros materiales que estén en
sus inmediaciones. Es decir, un imán es capaz de generar una fuerza a distancia o, en
otras palabras, sin contacto directo. El único imán natural conocido es un mineral
llamado magnetita (Fe3O4), sin embargo, todos los materiales son influidos, en mayor o
menor forma, por la presencia de un campo magnético. En algunos de ellos es más fácil
detectar estas propiedades magnéticas, como por ejemplo el níquel, el hierro o el
cobalto.
El magnetismo es responsable de fenómenos naturales como el campo magnético
terrestre, pero también participa en objetos de la vida cotidiana como el altavoz, el
motor eléctrico o las tarjetas de crédito, y en aplicaciones tecnológicas más avanzadas
como equipos de diagnóstico médico (RMN y TAC) o trenes de alta velocidad (MAGLEV
y TELMAG). Además, son esenciales para la producción de energía y las
telecomunicaciones.
La interacción responsable del magnetismo se llama fuerza magnética y no está
uniformemente distribuida por el material que la manifiesta, sino que son más intensas
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en los llamados polos magnéticos. Estos polos se denominan norte y sur, debido a que
tienden a orientarse según los polos geográficos de la Tierra, que es un gigantesco imán
natural. Si enfrentamos los polos sur de dos imanes estos se repelen, y si enfrentamos
el polo sur de uno, con el polo norte de otro se atraen. Todos los imanes tienen dos
polos, de modo que si rompes un imán por la mitad, cada mitad tendrá un polo norte y
un polo sur.
La región del espacio donde se pone de manifiesto la acción de un imán se llama campo
magnético. Este campo se representa mediante líneas de fuerza, que son unas líneas
imaginarias, cerradas, que van del polo norte al polo sur, por fuera del imán y en sentido
contrario en el interior de éste. La intensidad del campo es mayor donde están más
juntas las líneas (la intensidad es máxima en los polos). Así como la Tierra tiene un campo
gravitacional también tiene uno magnético. Como cualquier imán, la Tierra tiene un
campo magnético cuyas líneas van desde un polo hasta el otro. El polo norte geográfico
representa el polo sur magnético, mientras que el polo sur geográfico constituye el polo
norte magnético. Es por esta razón, por la que una brújula señala el norte geográfico.
Como los polos opuestos se atraen, la aguja
señala el polo Norte geográfico porque este, está
cerca del polo Sur magnético.
El magnetismo está muy relacionado con la
electricidad. Los campos magnéticos se generan
de forma natural por materiales magnéticos o por
corrientes eléctricas en conductores. El hierro, el
níquel y el cobalto contienen pequeñas regiones
llamadas dominios magnéticos, en las que existen
pequeñas corrientes debidas al movimiento de
los electrones. Cuando estos pequeños imanes
están orientados en diferentes direcciones, los efectos se anulan entre sí. Cuando uno
de esos metales es expuesto a un campo magnético fuerte, los dominios se alinean, lo
que los convierte en un imán temporal.
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3. TRASFORMACIONES DE LA ENERGÍA
Los cuerpos poseen energía en formas muy diversas. Pues bien, la energía se encuentra
en constante transformación. Todas las formas de energía son convertibles, pasando de
unas a otras. Por ejemplo, al girar las aspas de un aerogenerador, la energía mecánica
del viento se transforma en energía eléctrica. La energía solar se transforma en energía
química en la fotosíntesis. Al arder la madera, la energía química de la misma se
transforma en térmica y luminosa.
Ciertos materiales tienen la capacidad de absorber determinados tipos de energía y
emitir una parte de ella en forma de luz. Es el fenómeno conocido como luminiscencia.
La emisión de luz se produce sin que calentemos el material y por eso ocurre a
temperaturas más bajas que las requeridas por la combustión. Es una forma de “luz fría”.
La emisión de luz por una sustancia se produce generalmente por la excitación (eléctrica,
térmica, lumínica…) de los electrones de los átomos que las forman. Estos electrones
pasan a ocupar niveles de energía más altos y posteriormente vuelven a su nivel más
estable tras emitir luz y liberar la energía sobrante.
La luminiscencia posee muchas aplicaciones científico-técnicas en mineralogía,
gemología, medicina, análisis químico o en detectores biológicos, pero también está
muy cerca de nosotros en los detergentes de la ropa y en las lámparas fluorescentes con
las que iluminamos nuestras casas.
Según cuál sea el procedimiento de excitación de la muestra (la forma en que se le
proporciona la energía), la luminiscencia puede clasificarse en diferentes tipos.
fotoluminiscencia, termoluminiscencia (calor), quimioluminiscencia (reacción química),
triboluminiscencia (energía mecánica), electroluminiscencia (energía eléctrica),
bioluminiscencia (energía biológica)…
a. Quimiolumniscencia:
Es la emisión de luz por parte de algunas sustancias debida a reacciones químicas.
Las reacciones químicas no son más que procesos en los que unas determinadas
sustancias químicas (reactivos) se transforman en otras (productos). Dado que la energía
que poseen los productos es, en general, diferente a la que poseen los reactivos iniciales,
esta transformación puede implicar la liberación de energía o la absorción de ésta del
medio que la rodea. Cuando esta energía se libera o se incorpora en forma de calor, se
habla de reacciones exotérmicas (liberan calor) o endotérmicas (absorben calor, es
decir, enfrían el medio que la rodea). Un ejemplo de reacción exotérmica es la disolución
de sosa en agua. Una reacción endotérmica es la disolución de acetato sódico en agua.
Sin embargo, este exceso/defecto de energía puede ser intercambiado con el medio
ambiente en forma de luz. Cuando las reacciones necesitan luz para producirse se
denominan reacciones fotoquímicas, por ejemplo, la reacción de polimerización de
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b. Fotoluminiscencia
Como ya se ha mencionado, dependiendo del procedimiento de excitación de la muestra
(la forma en que se le proporciona la energía), la luminiscencia puede clasificarse en
diferentes tipos. En concreto, en la denominada fotoluminiscencia, la sustancia es
irradiada con luz de una determinada longitud de onda (normalmente luz ultravioleta)
y devuelve luz de otra longitud de onda mayor (luz visible, menos energética).
Esto ocurre porque cuando estas sustancias absorben la luz, sus electrones se excitan y
suben a niveles de energía mayores. Pero esta situación no es estable, y los átomos de
la molécula tienden a regresar a su estado original, pero liberan un fotón de menor
energía al que absorbieron. Por lo tanto, parte de la energía absorbida en la irradiación
se libera en forma de luz visible o infrarroja; de ahí, que podamos verlos brillar.
Dependiendo de si la energía emitida “desaparece” o “permanece”, la luminiscencia
recibe los nombres de fluorescencia o fosforescencia, respectivamente (Figura 10). La
diferencia entre ambos fenómenos está en la manera de almacenar energía. En la
fluorescencia el material absorbe la energía e, inmediatamente, emite la radiación
luminosa; cuando se apaga el foco emisor de radiación, la sustancia deja de emitir luz.
Por ejemplo, cuando apagamos un televisor y su pantalla deja de emitir luz casi
instantáneamente. También
podemos ver que nuestra ropa
blanca brilla al ser iluminada con
este tipo de luz (esto se debe a las
sustancias con fósforo que
contienen los detergentes). En la
fosforescencia la sustancia
almacena la energía y la emite poco
a poco durante minutos u horas, sin
importar que la fuente de radiación
excitadora inicial haya sido
apagada. Por ejemplo, los relojes
que están recubiertos con una
pintura especial siguen emitiendo
luz durante un buen tiempo y así se
pueden ver en una habitación oscura.
Existen muchos compuestos naturales y sintéticos que exhiben fluorescencia. Por
ejemplo, la fluorita, un mineral formado por fluoruro de calcio y al que le debemos el
término fluorescencia. También presenta fluorescencia el uranio, el rubí, la clorofila, la
quinina… Las aplicaciones son innumerables. Desde la iluminación (tubos fluorescentes)
hasta la química analítica, pasando por la investigación en el campo de la biomedicina,
la biología y en otras ciencias relacionadas.