Fray Francisco Ximenez

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FRAY FRANCISCO XIMÉNEZ, un dominico

ecijano en Guatemala, traductor del Popol Vuh (la


Biblia de los mayas o el libro sagrado de los
quichés).
Marzo 2014
Ramón Freire Gálvez

Nació en Écija el 28 de Noviembre de 1666 en la calle Nueva, hijo de D.


Francisco Ximénez, natural de Guadalupe y de María Josefa Gutiérrez, natural
de Écija, quienes contrajeron matrimonio el año de 1662. El día 5 de Diciembre
de 1666, D. Juan de Velasco, cura de la Iglesia Mayor de Santa Cruz, procedía a
la inscripción de dicho nacimiento, tras el bautismo de dicho niño (Libro de
Bautismo 9, página 4, Parroquia Mayor de Santa Cruz).
Desde pequeño veían sus padres detalles de vocación religiosa en el
menor, y en el convento de San Pablo y Santo Domingo de Écija, cercano a su
domicilio, hizo sus primeros estudios, los que posteriormente perfeccionó en el
Convento de dicha Orden en Córdoba. Tomó los hábitos de los predicadores de
la citada Orden de Santo Domingo y el día 7 de Julio de 1687, aparece como
dominico, junto con otros religiosos más (entre los que se encontraba el
también ecijano Fray Juan de Albornoz), con destino a Chiapas y Guatemala en
la expedición que encabezaba el dominico, definidor Fray Ambrosio de Ipenza,
que iba destinado, como Procurador a dichas provincias, y todos ellos,
formando parte de la comitiva del General D. Jacinto de Barrios Leal, maestre
de campo, destinado a Guatemala como Presidente de su Audiencia ( Archivo
General de Indias-Catálogo de Pasajeros a Indias y Casa de la Contratación).
Fray Francisco Ximénez, llegó a Guatemala el 4 de febrero de 1688,
cuando contaba veintidós años de edad, marchándose en julio de 1690 a
Chiapas, donde se ordenó, regresando en 1691 (como capellán y oidor de la
Audiencia de México), iniciando su actividad como párroco en el pueblo de San
Juan Sacatepéquez (Guatemala). Fue vicario del convento de Guatemala y
ejerció sus oficios religiosos en varios curatos. En enero de 1699 lo nombraron
procurador general de la Orden, al mismo tiempo que administraba el pueblo
de San Luis de las Carretas. En 1711 fundó en Rabinal un hospital para indios,
hecho que se convirtió en uno de sus mayores logros. Entre 1715 y 1720 ocupa
el cargo de Superior de los dominicos de Sacapulas (Guatemala).
Su estudio de las lenguas indígenas, especialmente el kakchiquel
(cackchiquel) y el quiché, le facilitó la relación con las poblaciones autóctonas y
el conocimiento de sus costumbres. Como resultado de ello, escribió El tesoro
de las lenguas quiché, cackchiquel y zutuhil. A principios del siglo XVIII,
mientras ejercía como cura doctrinero en la actual población de Santo Tomás
Chuilá, hoy Chichicastenango (Guatemala), descubrió el Popol Vuh, el libro
sagrado de los quichés (durante su estadía en Chichicastenango, fue informado
por un grupo de locales, sobre la ubicación del texto sagrado quiché, llamado el
Popol Vuh. El libro estaba ubicado debajo del altar del templo) escrito tras la
conquista española y redactado en caracteres latinos, que Ximénez transcribió y

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tradujo al castellano denominándole Libro del común. Esta obra narra la historia
de los mayas quichés y de los quichés tras su separación del tronco maya.
Dentro de su actividad como párroco en el
mencionado pueblo de San Juan Sacatepéquez
(Guatemala), y su experiencia en este campo, le
llevó a escribir un manual denominado El perfecto
párroco, que también realizó en quiché,
cackchiquel y zutuhil. Su principal obra, redactada
entre 1715 y 1720, cuando era superior de los
dominicos de Sacapulas (Guatemala), fue la
Historia de la provincia de San Vicente de Chiapa y
Guatemala de la Orden de Predicadores, que
permaneció inédita hasta 1929, año en que fue
publicada a partir de unas copias incompletas. El
texto comienza con algunos fragmentos tomados
del Popol Vuh y varios capítulos dedicados al
pasado indígena hasta la llegada de los españoles;
prosigue con la conquista de Pedro de Alvarado y la historia de los continuos
enfrentamientos entre españoles e indígenas, los sucesivos traslados de la
capital, Guatemala, hasta la destrucción causada por el terremoto de 1717, así
como la crónica de los dominicos a partir de la creación del convento de Santo
Domingo. Igualmente es autor de: “Historia natural de los tres reinos” 1707;
“De las cosas maravillosas de América”, “Hugo Hugonis”, “Disertación histórica
apologética en que se demuestra que los religiosos de Santo Domingo fueron
los primeros misioneros de Guatemala” y “Sermones varios”.
En la “Historia natural del Reino de Guatemala” (1722), Ximénez describe
la flora y fauna de Guatemala, clasifica las especies y anota las propiedades de
plantas y animales, su aprovechamiento medicinal e industrial, así como las
creencias indígenas sobre las propiedades de los medicamentos. Escribió
también el “Tesoro de las lenguas cakchiquel, quiché y tzutujil”, con vocabulario
y gramática (Archivo General de Indias, Wikipedia, Biografías y vidas).
Fray Francisco Ximénez, está considerado como uno de los más
importantes historiadores dominicos del siglo XVII y siguiente y así ha sido
reconocido por la extensa bibliografía que existe sobre el mismo. La obra de
Ximénez, se mueve en tres campos distintos; la filología, la historia natural y la
historia social, pero en toda ella se puede señalar, como objetivo común, un
honesto interés por conocer y valorar la cultura indígena de Guatemala. Llegó a
dominar tres de las principales lenguas nativas (quiché, cakchiquel y tzutujil), lo
que le permitió penetrar en las más recónditas interioridades de la cultura
aborigen, participando en la vida cotidiana de pueblos cercanos a la capital,
como San Juan Sacatepéquez, Xenacoj, Chimaltenango y de pueblos más
apartados como Chichicastenango y Rabina (Los indios de Guatemala. Flavio
Rojas Lima. 1995).
No cabe duda que el libro más importante, como iremos viendo a lo
largo de este bosquejo biográfico, fue la traducción al castellano del texto
sagrado quiché, llamado Popol Vuh, que se puede considerar un mensaje
transmitido oralmente de generación en generación y que Ximénez, previniendo

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posibles objeciones de la Santa Sede, por su
semejanza entre el relato maya de la Creación
y el Libro del Génesis, publicó en una edición
bilingüe quiché-castellano. En dicha obra,
Ximénez, agrega un párrafo que pudiera servir
a modo de introducción y escribe: “...y así
determiné el trasuntar de verdo ad verbum
todas sus historias como las traduje en
nuestra lengua castellana, de la lengua quiché
en que las hallé escritas desde el tiempo de la
conquista, que entonces (como allí dicen), las
redujeron de su modo de escribir al nuestro;
pero fue con todo sigilo que se conservó entre
ellos, con tanto secreto, que ni memoria se
hacía entre los ministros antiguos de tal cosa,
e indagando yo aqueste punto, estando en el
curado de Santo Tomás Chichicastenango,
hallé que era la Doctrina que primero
mamaban con la leche y que todos ellos casi lo tienen de memoria y descubrí
que de aquestos libros tenían muchos entre sí...”
Del citado libro, aportamos una breve referencia de su contenido,
existente en el Museo del Popol Vuh, que toma su nombre del Popol Vuh, uno
de los textos más importantes de la literatura indígena del Nuevo Mundo.
El libro, escrito en el altiplano occidental de Guatemala hacia 1550, reúne
un conjunto de mitos y relatos históricos, de gran importancia para el estudio
de los pueblos indígenas de Guatemala. Se desconocen los nombres de sus
autores, pero hay indicaciones de que fue escrito por miembros prominentes de
la nobleza del reino quiché, que dominaba una extensa región del altiplano
guatemalteco en la época de la conquista española. Escrito en un estilo poético
esmerado, es también una obra magistral en términos literarios.
El Popol Vuh, presenta una versión mitológica de la creación del mundo,
seguida por un relato de las aventuras de los dioses gemelos, Hunahpú y
Xbalanqué, en tiempos primordiales, anteriores a la creación del ser humano.
Los triunfos de los héroes en contra de las fuerzas primordiales y los dioses de
la muerte, dan lugar a la creación del hombre a partir del maíz. La segunda
parte del texto, se concentra en los orígenes de los linajes gobernantes del
reino quiché, su migración hacia el altiplano de Guatemala, su conquista del
territorio, el establecimiento de su ciudad principal y la historia de sus reyes
hasta la conquista española.
El texto original del siglo XVI se ha perdido. Se sabe que estaba escrito
en idioma quiché, pero utilizando el alfabeto español. Al principio y al final del
libro, los autores mencionaron que lo escribían porque ya no era posible ver un
libro llamado Popol Vuh, que existía antiguamente. Se ha especulado mucho
sobre la naturaleza de este libro, que debió existir antes de la conquista
española. Es probable que haya sido un manuscrito pictórico similar a los
códices postclásicos que se conocen en el centro de México. El texto más
antiguo que se conserva del Popol Vuh, es una trascripción del texto quiché,
hecha a principios del siglo XVIII por el fraile dominico Francisco Ximénez, que

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también hizo la primera traducción conocida al español. Ximénez presentó en
doble columna el texto quiché junto a la versión española, y lo tituló “Empiezan
las Historias del Origen de los Indios de esta Provincia de Guatemala”.
Este manuscrito, se encuentra en la colección Ayer de la Biblioteca
Newberry de la ciudad de Chicago. Fue extraído de la biblioteca de la
Universidad Nacional de Guatemala por el abate francés Charles Etienne
Brasseur de Bourbourg, quien lo publicó por primera vez en forma completa en
1861. Desde entonces, se han realizado numerosas ediciones y traducciones.
La palabra Popol Vuh significa literalmente “libro de la estera”. Entre los
pueblos mesoamericanos, las esteras o petates eran símbolos de la autoridad y
el poder de los reyes. Eran utilizadas como asientos para los gobernantes,
cortesanos de alto rango y cabezas de linajes. Por esta razón, el título del libro
se ha traducido como “Libro del Consejo”. Los relatos mitológicos del Popol
Vuh, están estrechamente relacionados con otros textos mitológicos,
recopilados a principios de la época colonial, así como con muchas tradiciones
orales, que se conservan hasta el presente en las comunidades indígenas de
Guatemala y otras partes de Mesoamérica.
En décadas recientes, se ha demostrado que también encuentran
paralelos cercanos en el arte maya clásico. En particular, las escenas pintadas
sobre la cerámica policroma del período clásico en las tierras bajas mayas,
presentan figuras de dioses y escenas mitológicas relacionadas con los mitos
del Popol Vuh. El Museo Popol Vuh, guarda un conjunto importante de tales
escenas, pintadas 800 años antes de la redacción del texto que hoy conocemos.
Uno de los numerosos estudiosos de la obra de Ximénez, como es César
Valencia Solanilla, en su obra: Popol Vuh: el libro de la sabiduría (Revista nº 20
Ciencias Humanas), escribe sobre ello: Los libros sagrados de los pueblos
confieren sentido a todo lo existente y son la base para la explicación del origen
de la vida, de la naturaleza, del hombre, de los dioses. Son la sabiduría hecha
palabra, porque nombran al mundo. El Popol Vuh, libro sagrado de la cultura
maya-quiché, es el monumento a la sabiduría y a la poesía mesoamericana. En
este artículo se estudian los relatos cosmogónicos, antropogónicos, etiológicos,
lúdicos y didácticos en los que se halla contenido ese saber, fuente primordial
de las letras de nuestro continente.
En las creaciones literarias precolombinas, sin duda alguna, el Popol Vuh
representa la más importante obra producida por los pueblos mesoamericanos
y el punto de partida para la historia de la literatura de nuestro continente...
Existe una traducción moderna al español, que toma directamente el texto
original de Ximénez, elaborada por Adrián I. Chávez ... En su calidad de libro
sagrado de los quichés, el Popol Vuh, es el compendio de los saberes cotidianos
básicos, de los mitos de la creación de todo lo existente, de los dioses del
mundo visible y del inframundo, de los héroes civilizadores que realizan su
gesta para ordenar y conferirle sentido al universo, del origen remoto de las
tribus que poblaron el mundo maya-quiché.
Por esta razón, es el libro mayor de la sabiduría quiché y contiene relatos
míticos de índole cosmogónica, antropogónica, etiológica, lúdica y didáctica que
son la fuente fundamental del universo religioso e histórico de este pueblo...
Los diferentes nombres que ha recibido, esto es, Manuscrito de
Chichicastenango, El Libro del Consejo, Libro del Común, Historias del origen de

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los indios de estas provincias de Guatemala, Libro Nacional de los Quichés, o el
Pop Wuj...
La concurrencia de relatos míticos e históricos de diferente índole, dotan
al texto de un sentido trascendente y expresan la idea de la totalidad y del
equilibrio, que son nociones esenciales para entender el simbolismo de sus
manifestaciones religiosas... se trata del libro del conocimiento y la sabiduría,
en él se explican también aspectos básicos de la naturaleza, como lo que hoy
pudiéramos llamar la «cadena ecológica» respecto del mundo animal, en el que
los organismos vivos complejos y más poderosos contienen a los menores y
más elementales, que es un principio clave en la armonía del universo de lo
viviente.
En los divertidos pasajes que se refieren al temor de la abuela Ixmucané,
de dar la noticia a sus nietos Hunahpú e Ixbalanqué, sobre la invitación o el
reto para el juego de la pelota que le traen los mensajeros de los señores de
Xibalbá –Ixmucané, tiene muy presente que sus hijos Hun-Hunahpú y Vucub-
Hunahpú murieron por las tretas de los dioses del inframundo- se advierte este
serie de eslabones: El encargo lo recibe un piojo, que al iniciar su viaje se
encuentra con un sapo, el que enterado de la prisa del piojo decide tragárselo y
se pone a caminar; sin gran prisa, el sapo encuentra a una gran culebra,
Zaquicaz, que también se lo traga, y ésta, al ser divisada por Vac, el gavilán,
igualmente es tragada por el pájaro. El gavilán vuela y llega rápido a dar aviso
a Hunahpú e Ixbalanqué, diciéndoles que trae el mensaje en su vientre, pero
que deben curarle el ojo antes de vomitar la culebra, que a su vez vomita al
sapo, el que requerido para arrojar al piojo, no puede hasta que le abren la
boca y descubren que el piojo se ha quedado pegado a los dientes del sapo; la
burla al sapo hace que se desconozca su alimentación y sea condenado a ser
comido por la culebra, que sirve de alimentación al gavilán, que tiene un ojo
muy poderoso por agradecimiento de los dioses... El carácter lúdico y didáctico
de estos relatos, encierra un gran simbolismo y funcionan como relatos
etiológicos para explicar la cadena alimenticia en el mundo animal, así como las
nociones de conjuntos, en que los seres más pequeños, hacen parte de los más
grandes, como podría deducirse de la poética infinitud del planeta tierra en el
espacio inconmensurable del universo.
Hay en estos pasajes del Popol Vuh, espléndidas imágenes del existir, del
carácter inacabado de la creación, de la falencia de los dioses, de la búsqueda
de la perfección en la creación de los hombres, del castigo que tuvieron los que
no alcanzaron el entendimiento, del trabajo conjunto de las deidades para
realizar mejor su obra, y desde luego, de la explicación del origen de las cosas
a través de la palabra poética: los animales son los hombres primigenios que no
pudieron hablar, los monos, los hombres de palo que fueron castigados por su
ineficiencia, el hombre de ahora, el hijo del maíz, fuente de toda alimentación y
de alegría en el mundo, la sabiduría plena y la vista ilimitada un atributo
exclusivo de los dioses. Existe en estos relatos, la fusión indisoluble entre el
mito y el pensamiento, entre la filosofía y la pedagogía, de los relatos
cosmogónicos con los etiológicos, reveladora de la armonía y el equilibrio que
sacraliza el mundo y transmite a los hombres el legado sapiente de sus dioses.
Definitivamente se encuentra en el Popol Vuh, que en el segundo
capítulo del relato, que sólo el cielo existía y, bajo él, la mar ilimitada. Entonces,

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los espíritus celestiales celebraron un concejo para decidir cómo se llevaría a
cabo la creación. Así dan origen a la tierra. Por su inconmensurable poder
surgen el alba, los montes, los pinares... pero era menester crear seres
vivientes que no fueran vegetales. Aparecen los jaguares, los pumas, los
pájaros, las víboras... Los dioses les dan también una morada; una vez
concluida la tarea, les ordenan que los invoquen. Al no recibir la adoración de
estos seres, los condenan a servir de sustento a otros que sí puedan alabar a
sus creadores. Este constituiría el primer estadio de la creación.
La segunda tentativa ya no se realizará ex nihilo, sino tomando como
material la tierra; estas criaturas "al principio hablaron, pero sin sensatez",
entonces, los espíritus celestes deciden celebrar un nuevo concejo, con el
propósito de idear el modo de crear seres capaces de invocarlos. Se decide
entonces crearlos de madera; estos hombres se reprodujeron, poblaron la faz
de la tierra, pero tampoco satisficieron a los dioses: "No tenían ni ingenio ni
sabiduría, ningún recuerdo de sus constructores, de sus formadores; andaban,
caminaban sin objeto. No se acordaban de los Espíritus del Cielo; por eso
decayeron". Encontramos aquí una significativa aproximación a cuanto
expusimos sobre Hesíodo y Ovidio: la decadencia parece ser consustancial a la
Humanidad; culturas distantes la denuncian y señalan como causa de la misma
la no observancia de los principios éticos o religiosos. Los hombres de madera
son – según leemos en la obra- "los primeros hombres que existieron en la
superficie de la tierra"; los seres irracionales y los hombres de barro fueron
instancias que no llegaron a concretarse.
Los Hacedores, consternados por el inmoral proceder de sus criaturas –
los hombres de tzité y las mujeres de sasafrás-, les envían un castigo que ya
hemos mencionado: el diluvio, pero aquí ya no se tratará de agua en ingentes
proporciones, sino de una inundación de resina. Algunos muñecos se salvaron,
dando origen a una raza de monos. Faltaba tiempo aún para arribar a una
solución definitiva.
Habiendo celebrado una nueva reunión para tratar tan preocupante
asunto, los Espíritus encuentran el elemento ideal para forjar la cuarta raza de
hombres: "En Casas sobre Pirámides, en Mansión de los Peces, así llamadas,
nacían las mazorcas amarillas, las mazorcas blancas". Moliendo estos frutos, las
deidades destilan nueve bebidas que infunden energía a los nuevos cuerpos, los
cuerpos de los "hombres de maíz". En su estudio De la Conquista a la
Independencia, Mariano Picón Salas encuentra en el maíz mucho más que una
simbología de tipo mítico, ya que –a su entender- "es claro que los propios
aborígenes atribuían al hallazgo del próvido cereal su entrada en la historia".
El Popol Vuh, forma parte de uno de los tres tomos que componían la
obra de Ximénez, Tesoro de las lenguas cakchiquel, quiché y tzutujil. Ximénez
es considerado por uno de los grandes filólogos hispanoamericanos, siendo
considerado como una rareza entre los sacerdotes desde su llegada a Chuilá,
donde demostró su admiración, amor y respeto hacia la cultura indígena, por su
actitud y al aprender varios idiomas indígenas, actitud que inspiró mucha
confianza entre los principales personajes indígenas de la región, existiendo la
creencia de que aquellos, en gratitud, concedieron enseñarle un libro que
estaba en su posesión y que había sido escrito años después de la Conquista,
ese libro, es el ya famoso citado Popol Vuh.

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“...Este episodio, aunque situado
en los umbrales menos claros de la
historia antigüeña, nos permite citar
algún detalle en torno a esa obra del
siglo XVI, el Memorial de Sololá o Anales
de los cakchiqueles, escrita por un maya
de la nobleza, Francisco Hernández
Arana, y por otro autor de su mismo
linaje, Francisco Díaz.
Hallados en las postrimerías del
siglo XVII por fray Francisco Vázquez,
estos Anales, que habían sido el secreto
de Sololá, fueron vertidos por dicho
religioso en un texto suyo. Ya en 1855,
Charles Etienne Brasseur de
Bourgbourg, dio forma francesa al
documento, y Juan Gavarrete nos lo
devolvió en expresión castellana
dieciocho años después. Para mayor
felicidad de los estudiosos, el texto
confluía en ciertas informaciones con el Popol Vuh, otro tesoro literario del siglo
XVI, atribuido al indio Diego Reynoso y hallado en este caso por el dominico
fray Francisco Ximénez, quien era párroco en Chichicastenango y buen
conocedor del quiché, un dialecto del maya-quiché muy extendido en
Guatemala. Por lo que sabemos, Ximénez tradujo el escrito y lo añadió, junto a
su original, a su gran obra gramatical, Arte de las tres lenguas, relacionada
estrechamente con el Tesoro de las lenguas cakchiquel, quiché y zutuhil, en
que las dichas lenguas se traducen a la nuestra española, del propio Ximénez, y
con el Arte de la lengua metropolitana del Reyno Cakchiquel o Guatemalíco, con
un paralelo de las lenguas metropolitanas de los Reynos Kiché, Cakchiquel y
Zutuhil que hoy integran el Reyno de Guatemala, de fray Ildefonso Joseph
Flores, cura doctrinero por el Real Patronato de Santa María de Jesús ( Historia
de la Orden en A.L. Fr. Julián García del Castillo. O.P. Dominicos en
Guatemala).
En definitiva, los historiadores consideran al Popol Vuh, la Biblia de los
mayas o el libro sagrado de los quichés.
Analizando otra de las obras más importantes de Fray Francisco
Ximénez, cual fue “Historia de San Vicente de Chiapas y Guatemala”, así como
varios pasajes de la vida religiosa del mismo, encontramos varios apartados.
Entre ellos, uno dedicado a las rosas y otras plantas, escribiendo: "En
Sinacatán, vivían los religiosos en una casita incorporada a la iglesia, tan pobre
como la del más pobre indio y sin ningún abrigo, de dos cuartos, de suerte, que
con otra pared de palitos que hicieron, hacían claustro, en el cual pusieron
muchos claveles, azucenas, lirios, hinojos y rosales de Castilla, que nos envió
Fray Jordán de Oaxaca, de donde ha venido cuanto hoy hay en la tierra o
cuasi...” (Las flores de México. Mexicotenoch.com).
En 1716 el fraile ecijano anota, con relación a la historia de
Xacotenango, basado en documentos de la época: “...Xacotenango, se pobló en

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la tierra de la labranza de donde Pedro de Alvarado, de indios que tenia por
esclavos de los Quichés y Cackchiqueles, como queda dicho; Pobló allí el señor
Obispo Marroquín, quien compra estas tierras y las dio al colegio que fundó de
Santo Tomas, que después paso a ser Universidad” (Jacotenango.
Sacatepéquez. Inforprescca.com).
Fray Francisco Ximénez dice, que al parecer, los frailes aprendieron las
lenguas locales en poco tiempo y, por ejemplo, Pedro Calvo, puso “tanto fervor
en aprender la lengua de Chiapa, que casi se olvidaba de sí en la mesa y en el
coro se estaba como pasmado, y así la supo tan en breve que parece increíble.
Antes de un mes, a los veinte días, predicaba ya y doctrinaba la gente y tres
meses después la supo tan perfectamente, que los indios estaban espantados,
y así era él el que trataba de la doctrina.” ( Las etnias del Estado de Chiapas.
Irma Contreras García.- Universidad nacional autónoma de México).
“...Cuando fray Antonio Margil de Jesús llegó a Santiago de Guatemala
con su compañero, fray Melchor López, en diciembre de 1691…Para considerar
otra posibilidad, en los últimos meses del año de 1691, la ciudad de Santiago
pasaba por una crisis política, que había comenzado con un atentado contra
don Pedro Enríquez de la Selva, oidor de la audiencia, y en que figuraban
también acusaciones de corrupción en contra del presidente de la misma, don
Jacinto de Barrios Leal. Para investigar los desórdenes, el rey había mandado
efectuar una visita general a cargo de don Fernando López de Ursino y
Urbaneja, quien al llegar a la ciudad, suspendió sin demora al presidente,
asumiendo en su lugar el gobierno de la provincia.
En el contexto de esta crisis, se revela lo que parece ser una interacción
de lealtades políticas y religiosas. Por ejemplo, el visitador López de Ursino,
hacía ostentación de ser muy devoto de la orden dominicana, eligiendo como
su capellán al joven fray Francisco Ximénez, quien en ese entonces contaba
solamente dos años de residir en la provincia, pero quien luego se presentaría
como uno de los críticos más severos de la gestión de las autoridades coloniales
en la frontera del Chol...” (Política, evangelización y guerra: Fray Antonio Margil
de Jesús y la frontera centroamericana, 1684-1706. STEPHEN WEBRE.
Louisiana Tech University VII CONGRESO CENTROAMERICANO DE HISTORIA
Universidad Nacional Autónoma de Honduras).
Dentro de un análisis más profundo de la obra, obrante en los tres
volúmenes editados en Guatemala durante los años 1930 y 1931, encontramos
otros datos, no sólo respecto de la obra de Ximénez, sino también datos
personales sobre el mismo, concretamente en el apartado: “... Crónica de
Ximénez. Ximénez, en su extensa obra sobre la Historia de la Provincia de San
Vicente de Chiapas y Guatemala, comienza a reseñar el capítulo de 1611, y se
extiende hasta su tiempo, es decir hasta el de 1719. Así que se trata de más de
un siglo estudiado minuciosamente, y nos va a ayudar a seguir el curso normal
de los capítulos de la Provincia. Comenta 55 capítulos, desde el de 1611 (que
en nuestra lista ocupa el número 32), hasta el de 1719 (que ocupa el número
86). De ellos, 29 son electivos de Provincial y 26 son intermedios. De casi
todos, informa con detalles de fechas, definidores, etc., aunque hay algunas
lagunas u omisiones. De algunos, apenas se los nombra. Aun así, pudimos
elaborar una lista lo más completa posible, y que espera la confrontación con
las Actas, para ser definitiva. De los primeros 11 capítulos, desde el de 1611

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hasta el de 1632, no hay cambio en su curso. Se van alternando los electivos
entre Ciudad Real y Guatemala, aunque se diversifican algo las sedes de los
capítulos intermedios: 2 en Sacapulas, 1 en Tecpatlán, 1 en Chiapa, y 1,
electivo, en Comitán, el de 1624. Los definidores siguen siendo cuatro en cada
capítulo y se nos dan los nombres respectivos.
Ya en el de 1635 se nota un cambio: siguen celebrándose todos en
Guatemala, eliminándose así los otros conventos como sedes de capítulo. En
éste, ni hubo elección, ni definidores, sino que el provincial fue nombrado por el
Maestro de la Orden, por renuncia del anterior y dificultades en la elección. En
ese entonces, ya se comenzaba a ventilar el asunto de la alternativa en el
nombramiento de los designados para ocupar los diferentes puestos,
comenzando por el de Provincial, entre españoles y criollos o nativos. El
Maestro de la Orden, impone la alternativa como norma a seguir en adelante.
Durante un siglo, desde 1551 hasta 1651, todos los Provinciales fueron
españoles. En el Capítulo de 1651, se eligió al primer provincial criollo, Fr. Juan
de Cárcamo, que, por cierto, era nieto del famoso capitán y escritor Bernal Díaz
del Castillo. De aquí en adelante, uno sería español y otro americano.
De los provinciales que reseña Ximénez, tres fueron reelegidos: Fr.
Alonso García, Fr. Francisco Morán y Fr. José Jirón. En la crónica de Ximénez,
hay varias lagunas en la lista de definidores y en otros detalles de las Actas. Sí
es muy completa, en cuanto al elenco de los muertos que cada capítulo
recogía, pero sólo señala nombres, más no datos biográficos. También se
aprecia la misma regularidad, en la consignación de fechas y lugares; y se
guarda el esquema usual en el modo de celebrarlos. Como novedad, aumenta
el número de definidores de los capítulos intermedios hasta el número de doce.
Prueba evidente del aumento de conventos y religiosos en la Provincia. Cabe
notar que los definidores de los capítulos electivos, siguen siendo sólo cuatro,
mientras se eleva a doce el de los intermedios, que junto con el provincial de
turno, definen y legislan.
También estas largas listas de doce definidores, las recoge Ximénez, de
casi todos los capítulos, lo que nos permite conocer el movimiento de personal
y sus respectivos puestos o grados que ocupaban en la Provincia. La crónica de
Ximénez, llega a reseñar hasta el capítulo intermedio de 1719. No sabemos por
qué interrumpió su reseña, que bien pudo haberla prolongado por diez años
más, pues la fecha más probable de su muerte es la de 1730, dado que el
capítulo de 1731 ya lo incluye en la lista de los difuntos, muertos en el
convento de Santo Domingo de Guatemala...”
Queda constancia, de la actitud crítica que mantuvo Ximénez hacia los
gobernantes españoles durante su permanencia en Guatemala y la confianza
que su actitud y disposición les inspiró a los indios nativos, escribiendo de
estos: “...me pareció conveniente el dar noticia antes de lo inculto de aquestas
montañas agrestes, de aquestas gentes que habitan aquesta América, pues fue
tanta su rusticidad, respecto de nuestra policía, que llegaron a tenerlos por
bestias e irracionales, aunque a la verdad, no fue tanto el considerarlos tan
brutos, cuanto depravada malicia de muchos de aquellos primeros
conquistadores, como todas las historias vocean; que quisieron tomar motivos
para saciar su codicia, de su simplicidad, cortedad y pusilanimidad, para que los

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tuviesen por esclavos y tratar en esta mercancía, como si fuera de otros frutos
que los hombres compran y venden; porque a la verdad, si se mira a buena luz
y se considera la materia sin pasión, tienen tantas cosas buenas y tan loables
costumbres en muchas cosas, no sólo de las que han aprendido en tiempo de la
cristiandad, sino de las que traen el tiempo de su gentilidad, lo que toca a su
gobierno, que pueden aprender de ellos los españoles más entendidos...” ( Los
indios de Guatemala. Flavio Rojas Lima. 1995).
Fray Francisco Ximénez, a pesar de que, según noticias encontradas,
quiso regresar a España y no lo pudo hacer por motivos políticos, murió el año
de 1730 en Santiago de los Caballeros, hoy Antigua, de Guatemala.
Para terminar este pequeño relato biográfico de tan ilustre ecijano, en
esta ocasión, tengo que reconocer, que aunque han sido muchas las veces
donde he dejado patente, pública y privadamente mis quejas, de que la ciudad
de Écija, por indolencia o falta de noticias, ha tenido, y mantiene en olvido, a
muchos de sus hijos que, por uno u otro motivo, llevaron el nombre de la tierra
donde nacieron por los confines del mundo, es cierto que respecto de Fray
Francisco Ximénez se llegaron a acordar y ello ocurrió durante el mandato como
alcalde de D. Joaquín de Soto Ceballos, concretamente el día 18 de Diciembre
de 1966, fecha en que se organizaron en Écija, diversos actos conmemorando
el tercer centenario del nacimiento de dicho dominico ecijano.
Tal celebración, aparece publicada en la revista Adarve, Sección de
Literatura y Bellas Artes del Casino de Priego de Córdoba, año XV, número 743,
de fecha 25 de Diciembre de 1966, crónica José Luis Gamiz, de la que
entresacamos:
“Solemne jornada americanista.- Écija, la ciudad monumental del sol y de
las torres, rinde homenaje a su ilustre hijo, Fray Francisco Ximénez, historiador
de Guatemala. La vieja Astigi, griega y romana; la que formó parte de la
provincia Bética y llegó a cabeza de un convento jurídico que comprendía casi
cincuenta pueblos –entre ellos Ilíbiris (Granada) y Malaca (Málaga)-, la que
llamaron los árabes Estadja; la que primitivamente tenía once puertas y estaba
rodeada de murallas y elegantes torres; la de Sede Episcopal desde el siglo II,
con obispos como San Crispín y San Fulgencio; la de hijos insignes como los
beatos Cristóbal de Prada y Fernández Díaz, el historiador Alonso de Grajera, el
músico Juan Bermudo, el famoso escritor Luis Vélez de Guevara, el clérigo
Pablo Vallejo y tantos otros varones ilustres que brillaron en su cielo por talento
o virtud, acaba de conmemorar solemnemente el pasado domingo día 18, el
tercer centenario del nacimiento de un preclaro hijo, el misionero dominico Fray
Francisco Ximénez.
Han patrocinado estos actos, el Excmo. Ayuntamiento de Écija, con la
colaboración de la Academia de Bellas Artes y Buenas Letras de Écija, las
Reales Academias de Sevilla, Cádiz y Córdoba; la Escuela de Estudios
Hispanoamericanos de Sevilla; la Sección de Historia de América de la
Universidad Hispalense y el Gobierno de la República de Guatemala.
A las once de la mañana, se dieron cita en el viejo Monasterio de San
Pablo y Santo Domingo, los numerosísimos invitados y al frente de ellos, el
Excmo. Sr. Embajador de Guatemala y su esposa; las autoridades de Sevilla y
Écija; Academias y entidades culturales citadas y representaciones de Padres
dominicos de Sevilla y Córdoba. Ofició una misa de rito dominico, el Rector de

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la Universidad Laboral de Córdoba, Rvdo. Padre Leonardo Pérez, que pronunció
una magnífica homilía. En el altar mayor se había colocado la imagen del beato
Francisco Díaz de Écija, misionero dominico,
dando así mayor tono y espiritualidad a la
ceremonia.
A la salida del bellísimo templo, gran
joya de 1458, donde pasó sus primeros años
de fraile el homenajeado, fue descubierta
una lápida en sus muros por el Sr.
embajador guatemalteco, que pronunció
unas palabras de exaltación y cariño, de
amor y de gratitud a España; fue un
momento muy emocionante, mientras la
Banda Municipal de Música ecijana
interpretaba el himno nacional de
Guatemala.
Toda la comitiva marchó a pie al
Ayuntamiento, en cuyo salón capitular se
celebró un acto muy solemne y de gran altura académica. En el estrado
presidencial vimos al Excmo. Sr. D. Carlos de Serra y Pablo Romero, Presidente
de la Diputación provincial sevillana, que ostentaba la representación del
Gobernador Civil; Alcalde de Écija Don Joaquín de Soto Cevallos; Rector
Magnífico de la Universidad señor Calderón Quijano; Juez de Instrucción don
Ricardo Alcaide; Juez Municipal don Luis Serrano; Padre Torralba, Canónico
Lectoral de Sevilla e hijo Predilecto de Écija; Director de la Real Academia de
Córdoba, Excmo. Sr. D. Rafael Castejón y Martínez de Arizala; Secretario de la
Real Academia Hispanoamericana de Cádiz, Ilmo. Sr. D. Manuel Antonio
Rendón y Gómez; por la Real Academia sevillana de Buenas Letras el Ilmo. Sr.
D. José Valverde Madrid; por el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, Sr.
Muro Orejón, Catedrático de la Facultad de Letras de la Universidad de Sevilla;
Ilmo. Sr. Don Demetrio Ramos, Catedrático Director del Instituto Verdaguer de
Barcelona; Don Antonio Morales Madrid, Cronista Oficial de Écija y otras
personalidades, tomando asiento inmediato los miembros académicos de las
distintas Corporaciones.
Por la Real Academia de Sevilla, usó de la palabra don José Valverde
Madrid, que dio a conocer un amplio estudio sobre la figura del Padre Ximénez,
uno de los primeros historiadores de América, esbozando los distintos
acontecimientos de su vida... Nos habla de la “Historia de la provincia de
Guatemala”, primer libro del sabio dominico, para tratar en el segundo del
principio de la cristiandad hasta la fundación de la provincia dominicana de San
Vicente. Pero sobre todo, del descubrimiento, entre los papeles de la Curia, de
un manuscrito hecho cien años antes en lengua quiché, pero de caracteres
latinos, que traduce y se encuentra con la sorpresa de que es el Papol Vuh, el
libro de la creación de los indios. Nos relatada su inquietud al descubrir la Biblia
de los indios cual un Ramayana o Génesis; traducción que hizo con todo sigilo
como se había conservado el original...
Don Manuel Ballesteros, se unió con todo fervor, como especialista en los
trabajos de América, al fervor de todos hacia la figura del Padre Ximénez... El

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Abogado Tomás Salinas pronunció unas palabras en nombre de Gregorio
Marañón, al no poder asistir a este acto el Director de Cultura Hispánica,
uniéndose a todos estos actos en homenaje a la preclara figura de Fray
Francisco Ximénez... El Rector de la Universidad de Sevilla, habló después para
unirse a la solemnidad del homenaje al ilustre dominico ecijano y propuso que
se editara uno de sus libros sin publicar; la proposición del señor Calderón
Quijano y sus cortas pero elocuentes frases, fueron premiadas con muchos
aplausos. El Excmo. Sr. Embajador, habló unos momentos para repetir lo que
agradece su país hacia la figura del homenajeado a quien consideraba suya, ya
que tantas buenas cosas hizo en Guatemala, satisfaciéndole muchísimo
compartir estos momentos eufóricos de remembranza y afectos con toda la
Andalucía culta y muy especialmente ecijana... Cerró el acto el Presidente de la
Diputación sevillana, quien justificó la ausencia del Gobernador Civil, que le
había otorgado su representación, recogiendo cuanto se había dicho en loor del
ecijano insigne, pareciéndole una idea feliz la de editar un libro que podría ser
Historia Natural...”
En la misma publicación, en su número 744 del día 1 de Enero de 1967,
se publica íntegro el trabajo leído por José Valverde Madrid, dentro de los actos
programados en Écija, con motivo del III Centenario de Fray Francisco
Ximénez, del que aportamos:
“...Fray Francisco Ximénez quiere ser misionero en América. En la
primavera de 1688 se encamina al puerto de Cádiz, de allí, tras varias
peripecias y peligro de naufragio, llega a América Central. Todo lo anota en un
cuaderno, pues es escritor. Ahora que su nombre ha adquirido la inmortalidad y
que se busca ansiosamente por los americanistas todo lo con él relacionado, él
mismo nos cuenta su vida en sus obras. Llegó con el séquito del nuevo
gobernador de Guatemala Don Jacinto Barrios Leal. Estudio primeramente en el
convento dominicano de la capital y más tarde en el de Ciudad Real de Chiapas.
Después, al curato de Chimaltenango, donde está de sacerdote muchos años.
Su afán de saber le hace concebir su primera obra y es un diccionario para
entenderse con los indios. Se llama su obra manuscrita, conservada en la
Biblioteca Provincial cordobesa, así: “Primera parte de El Tesoro de las lenguas
enechiquel, quiche y autuhil”, en que las dichas lenguas se traducen en la
nuestra española, compuesto por el R. P. Fray Francisco Ximénez del S. O. De
Predicadores, cura doctrinero por el Real Patronato del pueblo de Santo Tomás
de Chicicatenango y electo vicario del convento de San Pablo de Rabinal, que lo
dedica a la Santísima Virgen del Valle, cuya milagrosa imagen está en el
convento de San Jerónimo de la ciudad de Écija, mi patria, a las márgenes del
río Genil.
En ella nos dice que hay ciertos animales maléficos, cuya simple
pronunciación aterra a los indios, así la lagartija Zuzum, pues si la ven o
pronuncian, caen rayos enseguida cerca.
Otra obra que escribió fue la “Relación histórica de los sucesos de
Guatemala con el visitador Madrid” y “Cosas memorables de América” e
“Isaggoge Histórica”. Más, estando todavía de cura en Santo Tomás, descubre
entre los papeles de la curia un manuscrito hecho cien años antes en lengua
quiche, pero de caracteres latinos que enseguida traduce. Se encuentra con la
sorpresa de que es el Popol Vuh, el libro de la creación de los indios. Al

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traducirlo, crece su inquietud. Lo que ha descubierto es la Biblia de los indios,
de los hijos del maíz, cual un Ramayana o el Génesis. Hay que silenciar lo que
está traduciendo, solamente de provincial a provincial se contarán que existe el
Popol Vuh y que lo tradujo el P. Ximénez. El mismo nos dice: Todas sus
historias las traduje de la lengua quiche, pero que con todo sigilo, como se
había conservado el original que ni memoria se hacia para que no se perdiera.
Pero sigamos con la vida de Fray Francisco Ximénez. Ya es maestro de
novicios y predicador general. Está encargado de la fundación del beaterio de
Beatas Rosas en el año de 1708. Como es natural, escribiría la Historia de su
fundación. Más es, en 1721, cuando escribiera su obra maestra, su Historia de
la provincia de San Vicente de Chiapas y Guatemala, obra de la que hay una
copia manuscrita también en la Biblioteca Provincial cordobesa, procedente del
convento de San Pablo.
En el año de 1725, es provincial y vicario de Sacapulas. Sigue teniendo
una cierta nostalgia de su Écija natal que aflora en sus obras. Aquel bullicio y
alegría de, para él, el más bello pueblo del mundo, no se le borra de la
memoria. Sigue escribiendo y sigue su labor misionera. En el año de 1729, es
fraile presentado y el día 13 de Enero de 1731 muere en Guatemala en su
convento. Fray Juan Rodríguez Cabal nos haría su primera biografía y nos
describiría la fama de sabio del fraile ecijano.
La traducción de Popol Vuh la incluyó el padre Ximénez en su Historia de
Guatemala, la que se conserva inédita en la Universidad de San Carlos de
Guatemala, que recogió los papeles del sabio español y el doctor Scherzer copió
en 1830 el manuscrito y lo publicó en Viena en el año de 1857, a expensas de
la Imperial Academia de Ciencias. Cuatro años después, en 1861, el abate
Brasseur, publicó su traducción francesa.
Admira su descripción del diluvio, la destrucción de los primeros hombres
de la humanidad y la creación de otros, hechos con maíz por Xmucané. Los
dioses nublaron la vista a los hombres para que no viesen más que los que ellos
querían. En su Historia de la provincia de Guatemala, en su libro primero, nos
trata Ximénez además del tiempo de la gentilidad y de la conquista de Alvarado
de aquel reino; en el segundo, nos trataría del principio de la cristiandad hasta
la fundación de la provincia dominicana de San Vicente. Cita en ella a otro
conventual, documentado en Córdoba, el historiador P. Antonio de Remesal.
Nos habla de Las Casas, del padre Orduña y de la creación por el P. Cáncer de
la provincia y de sus primeros fundadores. Todo mezclado con anécdotas
curiosas y sucedidos reales. Hasta las tormentas son descritas por el fraile
dominico.
Una vez, en una hora, creció el río de su curato cuatro varas. Todo lo
anota Fray Francisco Ximénez. En el tercer centenario de su nacimiento
recordemos este sabio dominico. Los historiadores actuales lo veneran. Luis
Cardoza, en su Guatemala a las líneas de su mano, nos dice, que gracias a él
tienen los americanos su libro fundamental con un enorme poder de
encantamiento: el Popol Vuh. Un mundo lejano más allá de la civilización maya,
lleno de milagros y dioses míticos, que reposaba a la sombra de las lanzas de
los primeros pobladores, se nos aparece vivo gracias a la traducción de un fraile
dominico ecijano.”

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Pues bien, yo finalizo siguiendo con mis protestas públicas sobre la
indolencia astigitana; a pesar de tan merecido homenaje, no sólo no se publicó
obra alguna de, ni, sobre Fray Francisco Ximénez. Y voy mucho más lejos, ni
siquiera ha merecido, todavía, que su nombre rotule una de las tantas calles
que forman el viario ecijano.

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