Balbin - Tratado de Derecho Administrativo Tomo 4
Balbin - Tratado de Derecho Administrativo Tomo 4
Balbin - Tratado de Derecho Administrativo Tomo 4
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Tomo IV
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Tomo IV
LA
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Carlos F. Balbín
.C
1. Derecho Administrativo. I. Título
CDD 342.06
DD
© Carlos F. Balbín, 2011
LA
Impreso en la Argentina
Printed in Argentina
Argentina
Pág.
Capítulo XVIII
.C
El Proceso Contencioso Administrativo
tivo.................................................................................................. 19
III.1. La legitimación . .................................................................. 19
III.2. La competencia contencioso administrativa.................... 19
III.3. La habilitación de la instancia............................................ 34
III.3.1. El trámite de admisibilidad de las acciones judi-
FI
Pág.
III.5.5. Las medidas cautelares y su coincidencia con la
pretensión principal ............................................. 84
III.5.6. El carácter unilateral o bilateral de las medidas
cautelares............................................................... 85
III.5.7. Las contracautelas ................................................ 87
OM
III.5.8. Las otras medidas cautelares. El embargo pre-
ventivo.................................................................... 88
III.5.9. Las medidas cautelares autónomas..................... 91
III.5.10. Las medidas autosatisfactivas.............................. 93
III.5.11. Los recursos de apelación contra las medidas
cautelares y sus efectos......................................... 95
.C
III.5.12. Las medidas cautelares y los estados de emer-
gencia . ................................................................... 97
III.6. El trámite de ejecución de sentencias contra el Estado.... 100
III.6.1. La demandabilidad del Estado y el carácter de-
DD
clarativo de las sentencias condenatorias de dar
sumas de dinero..................................................... 101
III.6.2. El carácter ejecutivo de las sentencias que con-
denan al Estado a dar sumas de dinero............... 104
III.6.3. Los mecanismos de restricción del carácter eje-
cutivo de las sentencias condenatorias............... 106
LA
Pág.
III.6.3.7. Un supuesto especial. La suspensión de
las sentencias en el marco de la crisis
financiera del año 2001 y 2002 y la ley
de presupuesto 25.827 ........................... 125
III.7. Los efectos de las sentencias.............................................. 127
OM
III.8. Otras cuestiones procesales ............................................... 127
III.8.1. La prueba............................................................... 127
III.8.2. La prejudicialidad.................................................. 131
IV. Las acciones especiales ................................................................... 136
IV.1. La acción de amparo........................................................... 136
IV.2. La acción de amparo por mora........................................... 150
IV.3. La acción declarativa de certeza......................................... 155
.C
IV.4. La acción de lesividad......................................................... 159
IV.5. Los recursos directos........................................................... 160
IV.6. Las acciones en el marco de los procesos colectivos ....... 172
DD
V. Los medios alternativos de resolución de conflictos..................... 175
V.1. El arbitraje............................................................................ 175
V.2. El arbitraje internacional.................................................... 177
V.3. La mediación . ..................................................................... 179
V.4. La conciliación..................................................................... 181
LA
Capítulo XIX
Pág.
II. Breve explicación sobre el criterio de la Corte respecto de la res-
ponsabilidad estatal . ....................................................................... 221
III. Los presupuestos de la responsabilidad del Poder Ejecutivo....... 222
III.1. El fundamento de la responsabilidad estatal ................... 224
III. 2. El factor de imputación de las conductas dañosas........... 225
OM
III.3. El daño o lesión resarcible.................................................. 226
III.4. El nexo causal ...................................................................... 226
III.5. El factor de atribución de la responsabilidad ................... 226
IV. La responsabilidad del Poder Ejecutivo por las conductas de sus
agentes. La teoría del órgano........................................................... 228
IV.1. Las conductas ilícitas (actos, hechos y omisiones).......... 229
.C
IV.1.1. Fundamento........................................................... 230
IV.1.1.1. El fundamento en el marco de las accio-
nes............................................................ 232
IV.1.1.2. El fundamento en el marco de las omi-
DD
siones....................................................... 232
IV.1.1.3. Las causales de justificación .................. 234
IV.1.1.4. El análisis de la jurisprudencia de la
Corte en el marco de los fundamentos
de la responsabilidad estatal por sus
LA
Pág.
IV.1.2.6. El criterio de la Corte sobre el límite en
la imputación de las conductas ............ 270
IV.1.2.7. La teoría de la apariencia........................ 272
IV.1.3. El daño. Sus caracteres. La prueba. La lesión
resarcible................................................................ 274
OM
IV.1.4. El nexo o relación de causalidad ......................... 280
IV.1.4.1. Las distintas teorías sobre la relación de
causalidad............................................... 280
IV.1.4.2. El criterio del Legislador ........................ 286
IV.1.4.3. El criterio de la Corte sobre la relación
de causalidad.......................................... 288
.C
IV.1.4.4. La ruptura de las relaciones de causali-
dad .......................................................... 292
IV.1.4.5. El carácter exclusivo o concurrente de
las causales. El criterio judicial. La im-
DD
precisión de los estándares a seguir en
la distribución de las responsabilidades.
El principio de solidaridad . .................. 295
IV.1.5. El factor de atribución subjetivo u objetivo......... 299
IV.1.5.1. Los distintos criterios ............................. 299
IV.1.5.2. El criterio originario de la Corte. Sus
LA
propuesto................................................ 311
IV.1.5.4. El criterio más reciente de la Corte ....... 325
IV.1.5.5. La fractura del factor de atribución ....... 329
IV.1.5.6. Conclusiones........................................... 329
Pág.
IV.3.1. Fundamento........................................................... 346
IV.3.2. Los otros presupuestos.......................................... 347
V. La responsabilidad del Estado por daños causados con las cosas
o por el vicio o riesgo de las cosas en su condición de propietario
o guardián......................................................................................... 347
OM
V.1. Fundamento......................................................................... 348
V.1.1. El fundamento normativo..................................... 348
V.1.2. El criterio judicial. La confusión entre los artícu-
los 1112 y 1113 CC. La responsabilidad del Estado
por el uso de los agentes policiales de las armas
reglamentarias. Nuestro criterio........................... 349
V.1.3. La responsabilidad del Estado por el uso de los
.C
bienes del dominio público.................................. 354
V.2. El factor de imputación....................................................... 357
V.3. El daño cierto y el nexo causal............................................ 357
DD
V.4. El factor de atribución ........................................................ 358
VI. La responsabilidad del Estado por otros (relación principal/ de-
pendiente) ........................................................................................ 359
VI.1. El fundamento..................................................................... 360
VI.2. El factor de imputación ...................................................... 361
VI.3. El daño y el nexo causal...................................................... 361
LA
Pág.
VII.2.3.1. El marco normativo. El criterio de la
Corte en el ámbito contractual............ 378
VII.2.3.2. El postulado de la reparación plena
(daño emergente más lucro cesante) . 381
VII.2.3.3. El postulado de la reparación parcial
OM
(daño emergente)................................. 382
VII.2.3.4. El criterio de la Corte en el ámbito no
contractual............................................ 384
VII.2.3.5. El alcance del daño. Su extensión.
El lucro cesante. El daño moral. Las
chances................................................. 391
VII.3. El plazo de prescripción ..................................................... 399
.C
VII.3.1. El plazo de prescripción de las acciones en el mar-
co de las actividades lícitas e ilícitas. El criterio de
la Corte . ................................................................. 399
VII.3.2. El cómputo del plazo de prescripción................. 405
DD
VII.4. La competencia originaria de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación en los asuntos de responsabilidad estatal... 408
VIII. Casos especiales de responsabilidad estatal.................................. 414
VIII.1. La responsabilidad contractual.......................................... 414
VIII.2. La responsabilidad extrapatrimonial................................. 414
LA
Capítulo XX
Pág.
I.3. El régimen jurídico de los contratos administrativos....... 459
I.3.1. Cuestiones previas................................................. 459
I.3.2. Las cláusulas exorbitantes.................................... 461
I.3.3. Las cláusulas exorbitantes en el marco normativo
vigente.................................................................... 465
OM
I.3.4. El derecho aplicable.............................................. 466
I.4. Los contratos privados del Estado...................................... 469
I.5. El contrato administrativo y los actos bilaterales.............. 473
I.6. El nuevo perfil de los contratos administrativos............... 475
II. El régimen jurídico de los contratos en el derecho positivo actual 480
II.1. El régimen general y los regímenes especiales................. 480
.C
II.2. Los regímenes jurídicos de excepción en las contratacio-
nes estatales......................................................................... 488
II.3. Los contratos excluidos del Derecho Administrativo....... 489
III. Los principios en materia contractual............................................ 490
DD
IV. Los elementos de los contratos....................................................... 494
IV.1. La competencia y capacidad en el ámbito contractual.... 497
IV.1.1. La competencia..................................................... 497
IV.1.2. La capacidad.......................................................... 499
IV.1.3. Los vicios de la competencia y capacidad........... 500
LA
Pág.
IV.3.2.8. La adjudicación...................................... 554
IV.3.2.9. El perfeccionamiento del contrato........ 557
IV.4. La causa y motivación de los contratos.............................. 558
IV. 5. La finalidad de los contratos............................................... 564
IV. 6. Las formas de los contratos................................................. 565
OM
V. La ejecución de los contratos y sus efectos respecto de terceros.. 568
V.1. Las cláusulas exorbitantes en el trámite de ejecución de
los contratos. Criterios generales....................................... 568
V.2. El carácter formal o sustancial de las cláusulas. Sus dife-
rencias con el derecho privado........................................... 572
V.2.1. La potestad de modificación unilateral del con-
.C
trato......................................................................... 574
V.2.2. La potestad de revocación del contrato por razo-
nes de interés público........................................... 575
V.2.3. Las potestades de dirigir el contrato y exigir su
DD
ejecución más allá del cumplimiento de sus
obligaciones........................................................... 575
V.2.4. La potestad sancionadora..................................... 576
V.2.5. La potestad de rescindir el contrato por incum-
plimientos de la otra parte.................................... 577
V.2.6. Conclusiones.......................................................... 578
LA
Pág.
VI.1.3. ¿Es posible que el Estado modifique o negocie
nuevamente el contrato con el particular con el
propósito de salvar la resolución del acuerdo?... 622
VI.1.4. ¿Es posible encuadrar las situaciones de emer-
gencia en el marco del caso fortuito o fuerza
OM
mayor?.................................................................... 623
VI.1.5. ¿Es posible resolver el contrato sin intervención
judicial?.................................................................. 623
VI.2. La resolución del contrato por actos del Estado no con-
tratante (hecho del príncipe).............................................. 624
VI.3. La resolución del contrato por hechos imprevisibles....... 625
VI.4. La revocación por razones de oportunidad, mérito o
.C
conveniencia........................................................................ 625
VI.4.1. El alcance de la indemnización según el marco
normativo vigente.................................................. 626
IV.4.2. El alcance de la indemnización según el criterio
DD
de la Corte.............................................................. 627
VI.5. La revocación por razones de ilegitimidad........................ 631
VI.6. La rescisión por incumplimiento de las obligaciones del
contratista............................................................................. 636
VI.7. La rescisión del contrato por razones imputables al Es-
tado....................................................................................... 640
LA
Pág.
VIII.2.4. Los requisitos exigidos a las firmas consultoras
y consultores individuales................................... 677
VIII.2.5. El procedimiento de selección de los contratis-
tas........................................................................ 679
VIII.2.6. Las condiciones de la contratación. La aplicación
OM
del régimen del compre nacional........................ 682
VIII.2.7. El trámite de ejecución del contrato................... 683
VIII.2.8. Las responsabilidades de los consultores........... 686
VIII.2.9. La rescisión del contrato...................................... 690
VIII.3. El contrato de empréstito público...................................... 695
VIII.4. Contrato de obra pública.................................................... 697
VIII.5. Contrato de concesión de obra pública............................. 697
.C
VIII.6. Contrato de concesión de servicio público....................... 697
VIII.7. Contrato de concesión de uso de bienes del dominio
público.................................................................................. 698
DD
VIII.8. Contrato de empleo público............................................... 698
IX. Los contratos atípicos....................................................................... 698
X. El compre nacional........................................................................... 699
XI. Los contratos en períodos de emergencia...................................... 715
XII. La modificación, rescisión y renegociación de los contratos en
situaciones de emergencia.............................................................. 716
LA
.C
men jurídico aplicable — III. Las cuestiones específicas del proceso
contencioso — IV. Las acciones especiales — V. Los medios alterna-
tivos de resolución de conflictos — VI. El proceso contencioso admi-
nistrativo en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires
DD
I. El proceso contencioso administrativo
I.1. Concepto
cial que tiene por objeto impugnar las conductas estatales (ac-
ciones u omisiones) ante el juez —órgano independiente e im-
(1) Entre las obras más importantes sobre la materia cabe mencionar las si-
guientes García Pullés, Fernando, Tratado de lo contencioso administrativo,
Hammurabi, 2004; Marcer, Ernesto, Demandas contra el Estado (La Nación
y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires demandadas en juicio), Ad Hoc, 2004;
Tawil, Guido, Administración y justicia, Depalma, 1993; Mairal, Héctor,
Control judicial de la Administración Pública, Depalma, 1984; Luqui, Roberto,
Revisión Judicial de la actividad administrativa. Juicios contenciosoadministra-
tivos, Astrea, 2005.
OM
tatales, en qué casos y con qué limites —cuestión que hemos
analizado en parte en el capítulo V del tomo I sobre discre-
cionalidad—. En otras palabras, cabe preguntarse si el juez
puede reemplazar las decisiones del Ejecutivo o simplemente
debe limitarse a declarar la validez o invalidez y, en su caso,
hacer lugar al reclamo por los daños y perjuicios.
.C
Los operadores dicen que el proceso es “el conjunto de ac-
tos recíprocamente coordinados entre sí de acuerdo con re-
DD
glas preestablecidas, que conducen a la creación de una nor-
ma individual destinada a regir un determinado aspecto de
la conducta del sujeto o sujetos, también extraños al órgano,
frente a quienes se ha requerido esa intervención”. En otros
términos, el proceso es el conjunto de actos que tiene por fi-
LA
(2) Palacios, Lino E., Manual de Derecho Procesal Civil, tomo I, Abeledo-
Perrot, 9ª edición, 1991, p. 58.
OM
postulado sustancial del control judicial de las conductas esta-
tales y el respeto, reconocimiento y exigibilidad de los derechos
de las personas.
.C
existe un poder que controle este presupuesto propio y bási-
co del régimen constitucional y democrático, es decir, el so-
metimiento del Estado —igual que cualquier otro— al orde-
DD
namiento jurídico.
OM
CNC vinculada al servicio en cuestión, en contradicción de la
garantía mencionada en el considerando anterior”. Cabe re-
cordar en este contexto que la Constitución y los tratados in-
ternacionales con jerarquía constitucional (Declaración Ame-
ricana de los Derechos y Deberes del Hombre, Declaración
Universal de Derechos Humanos, Convención Americana so-
.C
bre Derechos Humanos y Pacto Internacional de Derechos Ci-
viles y Políticos) garantizan el derecho a la tutela judicial y ad-
ministrativa efectiva.
DD
Luego el Tribunal agregó que ello “atenta… contra los prin-
cipios básicos de los procedimientos públicos de selección
como la licitación y el concurso, en especial, los de libre con-
currencia e igualdad, que no sólo tienden a resguardar el de-
recho de los oferentes o participantes en procedimientos de
LA
OM
de defensa de las personas y, consecuentemente, el control ju-
dicial del Estado. A su vez, en ciertos casos las restricciones en
el acceso y desarrollo del proceso judicial pueden constituir
alteraciones de los derechos y, por tanto, medidas inconstitu-
cionales.
.C
Tengamos presente —en este punto de nuestro análisis—
que el juez sólo interviene en el marco de un proceso judicial
concreto y por pedido de las partes.
DD
Antes de avanzar creemos conveniente hacer algunas sal-
vedades.
OM
tes y actuaciones ante el propio Ejecutivo, en tanto el proceso
judicial es el que se sigue ante el juez —órgano imparcial e
independiente de las partes— y tiene por objeto resolver los
conflictos con carácter definitivo —esto es, con fuerza de ver-
dad legal—.
.C
I.2. Los principios rectores del proceso
DD
El principio que debe guiar y seguirse en el proceso con-
tencioso es el derecho de defensa y control judicial en térmi-
nos amplios, rápidos y sencillos con el objeto de reconocer los
derechos.
OM
do en el capítulo sobre las situaciones jurídicas subjetivas y
que comúnmente restringe el acceso de las personas a los tri-
bunales), el agotamiento de las vías administrativas y el cum-
plimiento del plazo de caducidad.
.C
mas de personal e infraestructura propios del Poder Judicial
constituyen límites —más allá del cuadro normativo— que
deben removerse porque restringen el ejercicio pleno del de-
recho de acceso de las personas. Tengamos presente también
DD
que si bien los costos estructurales del sistema judicial están
a cargo del propio Estado, los gastos procesales corresponden
a las partes.
dilaciones.
quier decisión estatal porque el artículo 116, CN, dice que los
jueces conocen sobre todos los casos, sin excepciones.
OM
revisión de las decisiones.
.C
Creemos que para comprender el proceso contencioso es
necesario recordar que —en términos históricos— el control
judicial del Estado fue sumamente restrictivo.
DD
Sin embargo, con el paso del tiempo el control fue am-
pliándose poco a poco, pero también es cierto que a medida
que fueron levantándose las barreras en este largo camino,
aparecieron otros obstáculos.
LA
daños diferenciados,
b) las restricciones por el objeto controvertido, esto es,
ciertas materias no pueden ser revisadas por los jue-
ces, por caso, las cuestiones políticas y los actos dis-
crecionales ya mencionados en el punto anterior, por
último,
c) las cortapisas procesales, entre ellas, el postulado de
que el juez sólo puede controlar los actos estatales
OM
Analicemos ahora otro aspecto que ha sido objeto de dis-
cusiones casi inagotables, esto es el carácter estrictamente re-
visor del proceso judicial en relación con las decisiones estata-
les y que es mayoritariamente rechazado, sin perjuicio de que
aún subsisten ciertos resabios.
.C
Este concepto reduce notoriamente el control judicial por
varias razones:
OM
su artículo 30 dice que “el reclamo versará sobre los mismos
hechos y derechos que se invocarán en la eventual demanda
judicial y será resuelto por las autoridades citadas”. Es decir, el
texto normativo, al menos en el marco del reclamo adminis-
trativo previo, prevé el principio revisor del control judicial.
.C
De todos modos, admitiéndose el criterio revisor, cabe
preguntarse ¿cuál es su alcance? En otras palabras, ¿qué debe
entenderse puntualmente por el carácter revisor del control ju-
dicial?
DD
Creemos que es necesario aclarar que muchos de estos
conceptos que prevén las normas jurídicas positivas parten
de postulados dogmáticos ya inexistentes en nuestro orde-
namiento y que —consecuentemente— los principios e ins-
LA
OM
ca a la revisión de las otras.
.C
el carácter revisor de las vías judiciales en términos de con-
gruencia sólo respecto de las pretensiones.
DD
En conclusión, el proceso contencioso administrativo y su
carácter revisor deben plantearse y construirse desde las pers-
pectivas de las pretensiones de las personas y sus derechos y no
simplemente desde el objeto impugnado, esto es, las conduc-
tas estatales.
LA
OM
tatal de revisión de sus propios actos antes de la intervención
judicial.
OM
tos federales por las materias (empleo público federal, adua-
na, estupefacientes, entre tantos otros) o el territorio (estable-
cimientos de utilidad nacional).
.C
mente, los códigos de fondo.
OM
nacionales, por ejemplo los jueces en lo Civil, Comercial, La-
boral y Penal, aplican los códigos de fondo según el código
procesal nacional a pesar de tratarse de cuestiones locales.
Este entuerto debe superarse mediante la transferencia de las
competencias judiciales nacionales al ámbito local en razón
de la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires desde la refor-
.C
ma constitucional de 1994 y, en particular, la sanción de la
Constitución local en el año 1996.
DD
Volvamos al ámbito procesal contencioso federal. Insisti-
mos, el Legislador nacional no dictó el código procesal con-
tencioso administrativo.
OM
interrogante anterior, esto es, ¿cómo debemos llenar las lagu-
nas existentes?
.C
a) las condiciones de admisión de la acción en el marco del
proceso contencioso, esto es, el agotamiento de las vías
administrativas y el plazo de caducidad en que deben
DD
interponerse las acciones contenciosas y, a su vez,
b) el trámite de ejecución de las sentencias, tal como ve-
remos más adelante.
En segundo lugar, tras dejar de lado estos temas, resta pre-
LA
OM
Por un lado, se ha dicho que el Estado no está en un pie
de igualdad con las personas —recordemos los privilegios y
prerrogativas estatales— y, consecuentemente, no es posible
aplicar directamente el Código Procesal porque éste sitúa a
las partes en un plano igualitario, circunstancia que no es
.C
propia del proceso contencioso.
OM
las? ¿Cuál es, entonces, el proceso de adaptación? Creemos que
este proceso debe hacerse por medio de los principios propios
del Derecho Administrativo. ¿En qué consiste este proceso? En
la aplicación de la norma jurídica al caso concreto, previo paso
por el tamiz de los principios del Derecho Administrativo.
Entonces el operador debe aplicar las reglas de las otras
.C
ramas del Derecho siempre que existan semejanzas entre el
antecedente de hecho que prevén estas normas y el del caso
concreto y, además, el resultado no contradiga los principios
DD
propios del Derecho Administrativo. Si existe contradicción
debe rechazarse el camino analógico. Así, el proceso analógi-
co de segundo grado —traslado de normas del derecho priva-
do al derecho público— es posible y razonable si el resultado
no es contradictorio con los principios de este último y es a
LA
OM
ciales entre ambos institutos. Así, en el marco del proceso, a
diferencia del procedimiento administrativo, el órgano com-
petente para resolver es imparcial e independiente respecto
de las partes. Recordemos que sólo podemos transitar por las
vías analógicas de primer grado —reglas de una misma rama
del Derecho— si existen semejanzas razonables entre las si-
tuaciones de hecho y aquí no cabe asimilar el proceso con el
.C
procedimiento. Por tanto, debe descartarse la aplicación del
régimen de suspensión cautelar de los actos propio del proce-
dimiento administrativo en el marco del proceso judicial.
DD
Otro aspecto. ¿Es posible aplicar en el ámbito federal el Có-
digo Procesal Contencioso de cualquier Estado provincial por
vía analógica? Esto no es posible porque el instituto de la ana-
logía sólo procede en el marco de un mismo ordenamiento
LA
jurídico.
OM
—es decir, el paso por el tamiz de los principios del Derecho
Administrativo— nos permite aplicar las normas procesales
tal como fueron creadas por el Legislador en el marco del pro-
ceso civil y comercial porque no existe contradicción entre és-
tas y el Derecho Administrativo.
.C
Sin embargo existen dos institutos procesales civiles que es
necesario adaptar porque confrontados con los principios del
Derecho Administrativo crean contradicciones insalvables.
¿Cuáles son estos institutos? Por un lado, las medidas caute-
DD
lares y, por el otro, la prueba confesional. En este último caso
por las características peculiares de la organización estatal.
Luego analizaremos en detalle estos aspectos.
LA
III.1. La legitimación
OM
risdiccional en el caso puntual a resolver. El Legislador, me-
diante el instituto de la competencia, distribuye la potestad
jurisdiccional entre los distintos tribunales. ¿Cuál es el fun-
damento de este instituto? Entendemos que los presupuestos
de la competencia judicial tienen su origen y sustento en una
decisión del propio Legislador (7).
.C
Los criterios que utiliza el Legislador para distribuir en-
tre los jueces la potestad de resolver los conflictos son básica-
DD
mente: a) los sujetos, b) el objeto, c) el territorio y d) el grado
del tribunal.
(7) Los casos judiciales deben asignarse al juez según las normas procesa-
les que se encuentren vigentes al momento en que se promueven las acciones
judiciales.
OM
de los jueces federales, sin perjuicio de que sea plausible su
prórroga en los jueces locales.
.C
En este punto de nuestro análisis el aspecto que queremos
rescatar del mandato constitucional descrito es la competen-
cia federal en razón de la materia, más allá de la participación
DD
del Estado Nacional como parte en el proceso judicial.
OM
petencia del juez federal contencioso administrativo.
.C
blico (Derecho Administrativo) y su fundamento es el princi-
pio de especialización de los jueces (9).
cioso administrativo.
OM
los casos en que debe conocer el juez contencioso por el sujeto
que si lo hacemos por el sendero del contenido o las esencias
de las materias (10). Consecuentemente se suscitan menos con-
flictos de competencias entre los tribunales. En este supuesto
—insistimos— resulta irrelevante si las normas que se aplican
al caso judicial son de derecho público o privado.
.C
Por último, es posible fijar criterios mixtos que consideren
el sujeto y las materias para delimitar el ámbito de actuación
de los jueces contenciosos (11).
DD
Así, en muchas Provincias, valga esto a título de ejemplo,
los jueces contenciosos conocen en todas las causas en que
el Estado (Administración Central) es parte, esto es el criterio
claramente subjetivo y, además, los casos en que los otros po-
LA
OM
contorno, esto es el camino subjetivo que hemos desarrollado
en los primeros capítulos del tomo I del Tratado.
.C
sentido, el proceso contencioso administrativo debe seguir
también el criterio subjetivo.
DD
Es decir, el contencioso administrativo es el proceso en
que el Ejecutivo es parte. Sin perjuicio de que el Legislador
puede seguir otro criterio —esto es, material o mixto— y ello
es igualmente constitucional. ¿Por qué? Por las razones que ya
explicamos en el capítulo III del tomo I del Tratado.
LA
OM
entonces, los asuntos regidos por el derecho parlamentario y
judicial? Creemos que aquí es razonable, con fundamento en
las semejanzas de los regímenes jurídicos a aplicar, residen-
ciar el conocimiento de estos casos ante el juez contencioso
administrativo federal.
.C
En el marco del postulado subjetivo que proponemos, el juez
contencioso debe conocer incluso sobre las conductas estatales
reguladas en parte por el derecho privado porque el criterio es
el sujeto que interviene en el proceso y no el objeto bajo debate.
DD
Sin embargo, si seguimos el concepto objetivo esas conductas
deben ser controladas y juzgadas por otro juez.
Pero, ¿es posible distribuir el conocimiento del caso en-
tre dos jueces? ¿Es plausible sostener que el juez contencioso
LA
OM
jueces federales de primera instancia son competen-
tes, entre otros casos, en aquellos que estén “regidos
especialmente por la Constitución Nacional, los trata-
dos públicos con naciones extranjeras, las leyes nacio-
nales y que sancionare el Congreso, con excepción de
las que se refieren al gobierno y administración de la
.C
Capital” (inciso 1); “las cuestiones que se susciten en-
tre particulares, teniendo por origen actos administra-
tivos y del gobierno nacional” (inciso 4); “las acciones
DD
fiscales contra particulares … y en general todas aque-
llas causas en que la Nación o un recaudador de sus
rentas sea parte” (inciso 5);
c) la ley 12.967 estableció que una de las salas de la Cá-
mara Federal de Apelaciones conocería en los asuntos
LA
contenciosos administrativos;
d) el reglamento de la Cámara Federal del año 1948 se-
ñaló que la sala en lo contencioso conoce en todos los
juicios en que el Estado o sus reparticiones autárqui-
FI
competencia de éstos;
f) la ley 13.998 atribuyó competencia a favor de los jueces
federales, entre otras materias, en las causas conten-
cioso administrativas y en los recursos contra resolu-
ciones administrativas que se hubieran atribuido por
las leyes en vigor (entre otras materias) y, por último,
g) el decreto ley 1285/58 sobre organización de la Justicia
Nacional ordenó que “los juzgados nacionales de pri-
OM
se cuál es el principio que puede inferirse de este bloque nor-
mativo. Creemos que el criterio es claramente objetivo respecto
de los jueces federales contenciosos con asiento en la Ciudad de
Buenos Aires.
.C
interpretaron que las causas de su competencia son aquellas
en las que debe aplicarse de modo preponderante el Derecho
Administrativo (12).
DD
Cabe y corresponde aquí hacer una precisión conceptual
sobre cuál es el derecho preponderante, es decir, ¿es el dere-
cho alegado por la parte actora en su escrito de demanda o
aquel que, según el criterio del juez, debe aplicarse para resol-
ver el caso bajo estudio?
LA
¿Qué ocurre con los jueces federales del interior del país?
Pensemos, ¿en qué casos intervienen los jueces federales con
asiento en las Provincias? ¿Acaso los jueces federales del inte-
rior ejercen competencias contencioso administrativas? Ima-
ginemos el siguiente caso. La impugnación judicial de un acto
OM
dictado por el funcionario responsable de cualquier Parque
Nacional con asiento en el territorio de las Provincias, es de-
cir, el acto dictado por autoridad federal en las Provincias.
.C
públicas ejecutadas en el territorio de las Provincias y los ac-
tos dictados por las Universidades Nacionales con sede en el
interior del país.
DD
En caso de impugnación, ¿cuál es el juez federal compe-
tente? Entendemos que es el juez federal con asiento en esa
jurisdicción territorial (14).
OM
delimitar su ámbito de competencias.
Así:
a) los jueces federales contenciosos administrativos co-
nocen en las siguientes causas: impugnación de actos
administrativos del Estado federal, contratos admi-
.C
nistrativos del Estado federal, servicios públicos fe-
derales, poder de policía federal, responsabilidad del
Estado federal y cuestiones aduaneras y tributarias
DD
federales, entre otras. En particular, según disposi-
ción legal expresa, los jueces son competentes en las
siguientes materias: Obra Pública (ley 13.064), Expro-
piación (ley 21.499), Código Aduanero (ley 22.415), De-
fensa de Usuario y Consumidor (ley 24.240), Colegio
Público de Abogados de la Capital Federal (ley 23.187),
LA
OM
tencia es el siguiente:
.C
jueces federales de la Capital Federal entre las mate-
rias contenciosos administrativas y las civiles y comer-
ciales porque en el interior del país el juez federal en
DD
general reúne todas las materias.
Sin embargo es importante advertir que —más allá del
postulado expuesto de atribución de competencias a los jue-
ces federales contencioso administrativos en términos objeti-
vos (Derecho Administrativo)— existen múltiples casos regi-
LA
dos por éste que tramitan ante otros jueces. Por ejemplo:
OM
los jueces federales civiles y comerciales (17).
b) Los jueces de la seguridad social entienden en las reso-
luciones y actos administrativos dictados por las Cajas
Nacionales de Previsión, Comisión Nacional de Previ-
sión Social, Cajas Nacionales de Subsidios Familiares y
el Instituto Municipal de Previsión Social (18).
.C
c) Los jueces laborales conocen sobre las conductas esta-
tales en relación con los agentes del Estado regidos por
la ley 20.744 (19).
DD
d) Los jueces civiles son competentes en el conocimiento
de las resoluciones del Director del Registro de la Pro-
piedad Inmueble que deniegan inscripciones o anota-
ciones definitivas en el Registro y las resoluciones de la
LA
contencioso administrativos?
OM
de excluyentes? Creemos que son sólo excluyentes, tal como
surge de los apartados anteriores.
.C
dose —en este caso— el criterio objetivo.
ción.
OM
ral contencioso con asiento en la Capital Federal? ¿Es aplica-
ble el criterio que prevé el artículo 1° del Código Procesal Civil
y Comercial de la Nación, esto es, “exceptúase la competencia
territorial en asuntos exclusivamente patrimoniales, que po-
drá ser prorrogada de conformidad de partes”?
.C
Creemos que no porque la competencia de los jueces con-
tenciosos es de orden público en tanto deben resolver cuestio-
nes relacionadas con el interés colectivo.
DD
Por el contrario, cuando el marco de las competencias es
delimitado legalmente sólo con base territorial, el Legislador
parte del interés de los particulares y, consecuentemente, el
criterio es relativo y el conocimiento de las causas prorroga-
bles (20). De modo que las partes pueden renunciar y someterse
LA
Sin embargo cabe recordar que los jueces han dicho que el
art. 21 de la ley 21.499 no admite expresamente la prórroga de
la competencia territorial, pero ello no puede ser interpretado
sin más como su inaplicabilidad respecto del proceso expro-
piatorio; sobre todo si, como en el caso, no se encuentra com-
OM
prometida la competencia federal en razón de la materia. Y
agregaron que si bien el proceso expropiatorio comprende no
sólo la determinación de la indemnización, sino también la
entrega de la posesión del inmueble al expropiante con la co-
rrelativa desposesión al expropiado (arts. 22 y ss., ley 21.499),
ello no implica que el asunto no sea exclusivamente patrimo-
.C
nial, resultando admisible por ende que las partes de común
acuerdo prorroguen la competencia territorial en los términos
del art. 1°, CPCCN (22).
DD
III.3. La habilitación de la instancia
OM
ciones judiciales. Sin embargo creemos que este privilegio es
contrario a los derechos y garantías constitucionales y con
mayor claridad luego de la reforma de 1994.
Por lo tanto, el trámite previo de habilitación de las vías
judiciales consiste en el cumplimiento y control de esos dos
.C
aspectos. Así, el particular interesado debe: a) interponer y
tramitar los recursos o reclamos administrativos respectivos
ante el Ejecutivo y hacerlo en término y, luego, b) iniciar la ac-
ción judicial dentro del término legal conocido como plazo de
DD
caducidad.
¿Cuál es la consecuencia en caso de incumplimiento de
cualquiera de estos dos recaudos? La ley entiende que las con-
ductas estatales que no fueron recurridas en sede administra-
LA
OM
Sin embargo existen excepciones. Así, en ciertos casos el
marco jurídico vigente establece que no es necesario agotar
las vías administrativas o que no es preciso impugnar judi-
cialmente dentro del estrecho marco temporal de la caduci-
dad de las acciones. En tales casos, debe tenerse por habilita-
da la instancia judicial sin más. Luego volveremos sobre estos
.C
extremos.
del proceso.
OM
requisitos que surgen del Título IV de la ley 19.549, esto es, el
agotamiento previo de las vías administrativas y la presenta-
ción de la acción dentro del plazo de caducidad o —contraria-
mente— estas defensas sólo podían ser opuestas por el Estado
parte? (26).
.C
criterio que aceptó el control judicial de oficio y se apoyó en el
argumento de que la habilitación de la instancia es un presu-
puesto de admisión de la acción, de modo que el juez debe ne-
DD
cesariamente revisarla. Así, el tribunal debe determinar por sí
mismo si la demanda es admisible y, en caso negativo, recha-
zarla sin más trámite (27).
(26) A nivel nacional, la ley 19.549 establece en su Título IV que para acce-
der a la vía judicial resulta necesario agotar previamente las instancias admi-
nistrativas por resolución expresa o ficta de los recursos o reclamos pertinentes
(impugnación de los actos administrativos de alcance particular —artícu-
OM
no puede constatar su cumplimiento de oficio y, la parte, es
decir el Ejecutivo, puede plantearlo o no en el marco del pro-
ceso judicial toda vez que tales defensas son renunciables.
Ambas posturas están reflejadas, a lo largo del tiempo y en
términos ambivalentes, en los fallos de los tribunales e inclu-
.C
so en las decisiones de la propia Corte (29). Veamos brevemente
cuál ha sido el camino seguido por los jueces.
A partir de la vigencia de la Ley Nacional de Procedimiento
DD
Administrativo del año 1972 y durante el período inicial de su
aplicación es difícil rastrear precedentes judiciales. ¿Por qué?
Porque en un principio los jueces no realizaron el control pre-
vio de habilitación y fue raro —incluso— que los representan-
tes del Estado y los fiscales invocasen —entre sus excepciones
LA
(28) Ver, entre otros, Rejtman Farah, Mario, Un importante giro jurispru-
dencial en la revisión de oficio de la llamada habilitación de instancia, LA LEY,
1999-E, 185; Gordillo, Agustín, El incumplimiento del plazo del art. 25 no puede
resolverse de oficio, LA LEY, 1997-E, 549; y Bidart Campos, Germán, Rechazar de
Nación. Vale recordar en este contexto que esta última ley sólo
incluyó el reclamo previo ante el Ejecutivo y su rechazo por
parte de éste (30). Es decir, si bien el agotamiento de las vías ad-
ministrativas ya estaba previsto en el sistema de impugnación
de la ley 3952 —en términos más simples y sencillos—, el mo-
OM
delo de la ley 19.549 introdujo además el plazo de caducidad.
Sigamos avanzando.
.C
como tal, no es susceptible de verificación de oficio ya que el
Estado puede renunciar libremente a ella (32). Además, la Corte
DD
(30) Por su parte, el artículo 2° de la ley 3952 disponía que “si la resolución
de la administración demorase por más de seis meses después de iniciado el re-
clamo ante ella, el interesado requerirá el pronto despacho, y si transcurriesen
otros tres meses sin producirse dicha resolución, la acción podrá ser llevada di-
rectamente ante los tribunales, acreditándose el transcurso de dichos plazos”.
(31) CSJN, “Caja Nacional de Ahorro y Seguro c. N.C.R. Argentina S.A.I.C.
LA
defensa, ello así porque “existía la posibilidad de que el Estado hubiera opta-
do por renunciar a oponer la citada defensa”. En efecto, “si el derecho de fondo
que se esgrime —estrictamente patrimonial— es renunciable la Administra-
ción pudo, en ejercicio discrecional de sus defensas, acudir temporáneamente
—o no hacerlo en absoluto— a la caducidad que consagra el artículo 25 de la ley
OM
rieron al antecedente antes mencionado y pusieron especial
énfasis en el argumento de que el examen de oficio sobre el
cumplimiento de los requisitos de habilitación es incompa-
tible con el carácter disponible de estas defensas (33). Además,
en este precedente resultó relevante el criterio del Tribunal
con relación a la actuación de los fiscales, en el sentido de que
.C
su intervención no es susceptible de reemplazar al planteo de
las partes (34).
DD
Finalmente, en la causa “Gorordo” y en un fallo dividido, la
Corte modificó la doctrina que había sostenido en los pronun-
ciamientos citados anteriormente y admitió la posibilidad de
revisar de oficio el cumplimiento de los recaudos de admisión
de las acciones contra el Estado. Los jueces expresaron —en el
LA
OM
que por ello se convierta en intérprete de la voluntad implícita
de una de las partes ni se altere el equilibrio procesal entre los
litigantes en desmedro de la parte contraria” (35).
.C
fensa y la igualdad procesal entre las partes.
OM
Veamos entonces puntualmente cómo es el trámite actual-
mente:
.C
2) el juez debe, luego, correr vista al fiscal para que se ex-
pida sobre la competencia del tribunal y la proceden-
cia de la acción;
DD
3) luego de contestada la vista por el fiscal, el juez debe
expedirse sobre su competencia y, en particular, si la
instancia judicial está o no habilitada;
4) si el juez cree que es competente, pero no se cumplie-
LA
OM
sión de las piezas procesales a la Procuración debe hacerse “al
solo efecto de su conocimiento” y que “no se correrá traslado
de la demanda hasta que conste en autos en forma fehaciente
el diligenciamiento del oficio requerido”.
.C
porque el hecho de que “el Estado tenga más tiempo que an-
tes de la sanción de la ley 25.344 para organizar sus defensas
(o, como dice la parte actora: permitir al Procurador estudiar
DD
mejor el caso, dar instrucciones sobre las defensas que deben
articularse o, incluso patrocinar el juicio él mismo), en nada
compromete la efectiva tutela de los derechos a la igualdad
ante la ley y de defensa en juicio que invoca el actor como sus-
tento de su planteo de inconstitucionalidad” (37).
LA
OM
a) el juez debe analizar si corresponde o no habilitar la
instancia judicial. Si fuese necesario hacerlo, debe pri-
mero comunicar a la Procuración del Tesoro, dar vista al
fiscal y luego resolver si el proceso debe o no continuar
—es decir, ordenar o no el traslado de la demanda— y
.C
b) si no fuese necesario habilitar la instancia judicial, el
juez debe comunicar a la Procuración y sólo luego de
transcurridos treinta días hábiles desde aquella notifi-
cación, ordenar el traslado de la demanda.
DD
En ambas hipótesis, es obvio que el Estado, además del plazo
de sesenta días que prevé el Código para contestar el escrito de
demanda, tiene un plazo mayor para el estudio del caso desde
el momento en que se produce la comunicación de la demanda
LA
OM
Sigamos con el análisis del trámite. A saber, ¿puede el fis-
cal apelar la resolución del juez sobre la habilitación del pro-
ceso? Entendemos que sí y que los jueces de Cámara, en tal
contexto, deben expedirse sobre el cumplimiento de los re-
quisitos de admisión de las acciones judiciales. De modo que
puede ocurrir razonablemente que el fiscal dictamine, el juez
.C
resuelva y el tribunal de Alzada confirme.
Por otro lado, la ley dice que este trámite (ley 25.344) no es
aplicable respecto de los procesos de amparo y sumarísimos.
OM
Antes de avanzar, quizás conviene recordar que el orden
jurídico vigente prevé procesos judiciales ordinarios y otros
no ordinarios. Entre estos últimos es posible mencionar el
proceso sumarísimo, el amparo, las acciones declarativas de
certeza y los recursos directos. Los procesos ordinarios, su-
marísimos y declarativos están regulados en el Código Pro-
.C
cesal, en tanto el amparo está reglado en el propio texto cons-
titucional y en la ley 16.986. Por último, los recursos directos
están previstos y regulados en las leyes específicas.
DD
En general el proceso que se sigue contra el Estado nacio-
nal es el proceso ordinario, salvo los casos de excepción.
(38) Al respecto, el artículo 8° establece que “en todos los casos, promovida
una acción contra los organismos mencionados en el art. 6°, cualquiera sea la
jurisdicción que corresponda, se remitirá por oficio a la Procuración del Tesoro
OM
ro sólo procede si previamente el interesado agotó las instan-
cias administrativas. De todos modos este criterio hermenéu-
tico es irrazonable e inconstitucional.
.C
idóneo” y excluyó el siguiente texto “existen recursos o reme-
dios… administrativos que permitan obtener la protección del
derecho o garantía constitucional de que se trata”.
DD
Así, en el marco del amparo es irrelevante e innecesario el
agotamiento de las instancias administrativas por los propios
caracteres de este proceso —instrumento rápido y expedito
de acceso judicial— y además —claramente— por el nuevo
texto constitucional.
LA
(40) El art. 12 reza así: “Sustitúyense los artículos 30, 31 y 32 de la ley 19.549
por los siguientes: ... artículo 31 ... los jueces no podrán dar curso a las deman-
das mencionadas en los artículos 23, 24 y 30 sin comprobar de oficio en forma
previa el cumplimiento de los recaudos establecidos en esos artículos y los pla-
zos previstos en el artículo 25 y en el presente...”. Por último, es oportuno seña-
lar que el precepto trascripto también ha modificado sustancialmente el régi-
men del reclamo administrativo previo.
OM
1- el agotamiento de la instancia administrativa y 2- la inter-
posición de la acción dentro del plazo de caducidad. Estu-
diémoslos por separado.
.C
tivas ni interponer la acción judicial en el plazo de caducidad,
en cuyo caso debe tenerse por habilitada la instancia judi-
cial (41).
DD
III.3.2. El agotamiento de la vía administrativa
(41) Pero ¿qué ocurre respecto de los actos del Estado cuyo objeto está re-
gido por el derecho privado? ¿Es necesario, en tal caso, agotar las vías adminis-
a) es un privilegio estatal,
b) constituye una etapa de conciliación entre las partes,
c) es un mecanismo de control del órgano jerárquico su-
perior sobre las decisiones del inferior,
OM
d) constituye un trámite que permite mejorar la defensa
del Estado ante el eventual proceso judicial (42).
Por nuestro lado, creemos que es claramente un privilegio
estatal y que, consecuentemente, debe interpretarse con al-
cance restrictivo.
.C
¿Cómo hacer para agotar las vías administrativas y cum-
plir así con este trámite de carácter previo, obligatorio y nece-
sario? La LPA y su decreto reglamentario establecen diversas
DD
vías según el objeto de impugnación. Este bloque normativo
prevé los distintos remedios con el propósito, insistimos, de
agotar las vías en el ámbito administrativo.
(42) CSJN, “Gasparri y Cía. S.A.”, sent. del 30 de julio de 1991, Fallos
314:725.
OM
Por el contrario, en el caso de las reparaciones pecunia-
rias —vías de plena jurisdicción—, las personas —titulares de
derechos subjetivos— pueden reclamar también en el ámbito
judicial y a su vez el efecto del decisorio del juez es relativo.
¿Es posible trasladar este modelo y ubicarlo en el cuadro
.C
jurídico de nuestro país? Creemos que no. Pero, ¿por qué este
modelo es irrazonable entre nosotros? Entendemos que, al
menos, por dos razones.
DD
Primero, los objetos de ambas vías pueden cruzarse, por
caso, cuando las personas impugnan actos ilegítimos y tam-
bién exigen reparación por los daños y perjuicios. Entonces
¿cuál de las dos vías debemos elegir? Segundo, el concepto de
legitimación en nuestro ordenamiento tiene matices y carac-
LA
teres propios.
Por eso, aun cuando por hipótesis aceptásemos que el Le-
gislador que dictó la LPA siguió el modelo propio del Derecho
Europeo o de otros derechos, sólo es posible avanzar en ese
FI
OM
2.4. Las vías de hecho (ver artículo 25, LPA, inciso d) y, por
último,
2.5. El silencio administrativo (ver artículo 26, LPA) (43).
Las primeras tres excepciones al principio del reclamo ad-
ministrativo previo están previstas en el propio texto del ar-
.C
tículo 30, LPA, en tanto las otras dos surgen de la interpreta-
ción armónica y coherente de ese precepto con los principios
y los otros artículos de la ley.
DD
Otra cuestión sumamente importante es que en los su-
puestos de las vías de hecho, el silencio y las excepciones del
artículo 32, LPA, no es necesario agotar las vías administrati-
vas.
LA
cance del principio del artículo 30, LPA, luego de describir sus
excepciones. Creemos que, tal como explicamos en el capítu-
lo anterior de este Tratado, el reclamo administrativo previo
sólo comprende las omisiones estatales.
OM
nes judiciales dentro del plazo que prevé la ley —plazo de ca-
ducidad—.
.C
¿El plazo del artículo 25, LPA, es un plazo de caducidad o
prescripción? Sabemos que, por un lado, el Código Civil es-
DD
tablece plazos de prescripción de las acciones, es decir que
—más allá del derecho de las personas y sus garantías— éstas
deben hacer sus planteos judicialmente en un plazo determi-
nado por razones de seguridad jurídica.
En tal sentido, el Libro IV, Sección III del Código Civil cuyo
LA
Así, el artículo 4023 del Código dice que “toda acción per-
sonal por deuda exigible se prescribe por diez años, salvo dis-
posición especial”. Claro que luego el propio codificador esta-
OM
ciarse en el término perentorio de noventa días, según el ar-
tículo 25, LPA? En otros términos, ¿cuál es la relación entre el
plazo de caducidad del artículo 25, LPA, y el plazo de prescrip-
ción de las acciones?
.C
un plazo de prescripción (por ejemplo de dos o diez años) si
luego de transcurrido el término de noventa días el acto ya
está firme y no es posible impugnarlo? En este contexto, pare-
DD
ce ser que el plazo de prescripción es irrelevante en términos
jurídicos.
OM
En primer lugar, cuando la ley —LPA— prevé expresamen-
te excepciones respecto del plazo de caducidad. Así, el artícu-
lo 32, LPA, no exige el agotamiento de las vías administrati-
vas ni tampoco el cumplimiento del plazo de caducidad. Pero,
¿qué ocurre cuando el particular interpone el reclamo previo
y éste no es obligatorio? ¿En tal caso, corre o no el plazo de ca-
.C
ducidad? Entendemos que no porque la ley es clara en el sen-
tido de que no es necesario agotar las vías administrativas y,
consecuentemente, cumplir con el plazo de caducidad.
DD
Otro ejemplo. El plazo de caducidad no corre en el caso de
silencio de la Administración. El texto del artículo 26 de la LPA
dice que “la demanda podrá iniciarse en cualquier momento
cuando el acto adquiera carácter definitivo por haber trans-
LA
OM
nuestro modelo.
.C
otros cuarenta y cinco días, podrá aquél iniciar la demanda, la
que deberá ser interpuesta en los plazos perentorios y bajo los
efectos previstos en el artículo 25, sin perjuicio de lo que fuere
DD
pertinente en materia de prescripción”. De tal modo, una vez
presentado el pronto despacho y transcurrido el término de
cuarenta y cinco días, el interesado debe comenzar a contar
el plazo de caducidad de noventa días hábiles judiciales con
el objeto de iniciar la acción judicial. Quizás es importante re-
LA
OM
El interrogante que intentaremos contestar en este aparta-
do es cómo debemos computar el plazo de caducidad. En efec-
to, ¿cuál es el punto de partida, es decir, el inicio del plazo?
Veamos los diferentes casos.
a) En el marco de los actos administrativos de alcance
.C
particular, el plazo de caducidad debe contarse desde la
notificación del acto que agotó las vías administrativas.
b) En el caso de los actos administrativos de alcance ge-
DD
neral, el plazo debe computarse desde que se notificó
el acto de rechazo del reclamo contra el acto de alcan-
ce general.
c) Tratándose de actos administrativos de alcance gene-
ral cuestionados por medio de actos individuales de
LA
OM
sin embargo el texto de la ley sigue otro camino.
.C
—y no de noventa días— contados “desde la notificación de
la resolución definitiva que agote las instancias administra-
tivas”.
DD
Por último, cabe recordar que las leyes especiales estable-
cen muchas veces plazos especiales de caducidad, vale citar
simplemente como ejemplo:
OM
de inconstitucional. Así, el Legislador debe ampliar los plazos
por varias razones:
.C
ves consecuencias en caso de incumplimiento, esto es,
la pérdida del derecho de recurrir y ejercer las defensas
del caso,
DD
(b) el plazo de caducidad es excesivamente corto y, por úl-
timo,
(c) la desigualdad entre las partes es evidente, excesiva y
desproporcionada porque los particulares deben im-
LA
(44) El artículo 27 de la LPA dice que “no habrá plazos para accionar en los
casos en que el Estado o sus entes autárquicos fueren actores, sin perjuicio de
lo que corresponda en materia de prescripción”. Ver el excelente trabajo de Gil
Domínguez, Andrés, Tutela judicial efectiva y agotamiento de la vía adminis-
trativa, Derecho Constitucional Administrativo, Ad-Hoc. 2007.
OM
rio de la Corte, quien reconoció expresamente la constitucio-
nalidad del plazo de caducidad en el precedente “Serra”. Allí,
el Tribunal sostuvo que “los plazos de caducidad previstos
para la habilitación de la instancia contencioso administrati-
va... constituyen una prerrogativa propia de la Administración
Pública, para que, en virtud de los postulados del Estado de De-
.C
recho —entre los que se encuentran la justiciabilidad del Esta-
do y la división de poderes— ella pueda estar en juicio …”.
DD
Los jueces agregaron más adelante “que ese especial tra-
tamiento que el ordenamiento confiere a la Administración
Pública, consecuencia, a su vez, del denominado régimen
exorbitante del derecho privado (Fallos 308:731) que impera
en la relación iusadministrativa, da sustento a la institución de
LA
OM
Por su parte, el Código Civil —como ya sabemos— debe
aplicarse sólo en casos de excepción. Pero, ¿con qué alcance?
Es decir, ¿debemos aplicar por ejemplo los institutos de sus-
pensión e interrupción propios del derecho civil?
.C
Código Civil sobre suspensión e interrupción del plazo de pres-
cripción de las acciones. Cabe recordar que el Código distin-
gue entre estos dos institutos. Por un lado, en el caso de sus-
DD
pensión de los plazos “aprovecha para la prescripción no sólo
el tiempo posterior a la cesación de la suspensión, sino tam-
bién el tiempo anterior en que ella se produjo”, de modo que
su efecto es “inutilizar… el tiempo por el cual ella ha durado”.
Por el otro, en el supuesto de interrupción “queda como no su-
LA
OM
Por otro lado, ¿cuáles son las causales de interrupción que
prevé el Código Civil? Veamos. La prescripción se interrum-
pe por demanda judicial, aunque sea interpuesta ante juez in-
competente, fuere defectuosa o el demandante no haya teni-
do capacidad legal para presentarse en juicio. A su vez, en este
.C
caso, la interrupción se tendrá por no sucedida si el deman-
dante desiste de ella, si ha tenido lugar la deserción de la ins-
tancia o si el demandado es absuelto definitivamente (48).
DD
En segundo término, recordemos en qué casos el plazo de
caducidad debe interrumpirse o suspenderse según las normas
propias del derecho público.
(48) Cabe agregar también como nota relevante que el Código Civil dis-
pone que “siendo indivisible la obligación, o el objeto de la prescripción, la in-
terrupción de ésta, hecha por uno solo de los interesados, aprovecha y puede
oponerse a los otros.” A su vez, el Legislador establece, entre otros conceptos,
que “la prescripción liberatoria se suspende, por una sola vez, por la constitu-
ción en mora del deudor, efectuada en forma auténtica. Esta suspensión sólo
tendrá efecto durante un año o el menor término que pudiere corresponder a la
prescripción de la acción” (artículo 3986, segundo párrafo). Ver artículos 3984 a
3998 inclusive del Código Civil.
OM
mentario), otro tanto ocurre con las “actuaciones practicadas
con intervención de órgano competente”.
.C
Finalmente, debemos tener presente que en los otros su-
puestos antes mencionados, esto es, los artículos 1° —inciso e,
apartado 7— de la ley y 76, 99 y 100 del decreto reglamentario,
DD
la regulación sobre la suspensión e interrupción no compren-
de en términos literales el plazo de prescripción de las accio-
nes, sino simplemente el plazo del artículo 25 LPA —plazo de
caducidad—.
LA
OM
—salvo, obviamente, que el plazo ya esté cumplido— por
aplicación supletoria del Código Civil. Cualquier otro camino
interpretativo trae consigo un resultado ilógico y absurdo. Por
ejemplo, imaginemos que el particular haya interpuesto las
acciones judiciales pero no hubiese agotado las vías adminis-
trativas, en tal caso el plazo para interponer los recursos o re-
.C
clamos debe interrumpirse. Pensemos que en tal supuesto el
interesado debe volver sobre el camino administrativo, tran-
sitarlo y sólo luego ir nuevamente por la vía judicial.
DD
Sin perjuicio de haber contestado el interrogante en el pá-
rrafo anterior, subsiste el siguiente planteo, ¿en aquellos casos
en que debe aplicarse el plazo de prescripción —y no de cadu-
cidad— por disposición de la LPA, debemos aplicar las causa-
les de suspensión e interrupción de la LPA, el Código Civil o
LA
ambos regímenes?
Entendemos que sólo debe aplicarse la LPA porque el mo-
delo básico es justamente el de la LPA y su decreto reglamen-
tario, de modo que las disposiciones del Código Civil revisten
FI
OM
ta días o el mayor que corresponda”.
¿Cómo debemos compatibilizar ambos plazos? Es decir,
más puntualmente cabe preguntarse, ¿el plazo para contes-
tar el traslado de la demanda es de treinta o sesenta días? y
¿cuál es el plazo para que el Estado oponga las excepciones
.C
del caso? La Corte, por su parte, dictó la Acordada 34/00 con
el objeto de aclarar este entuerto jurídico. Por nuestro lado,
creemos que las respuestas ante estos interrogantes son rela-
DD
tivamente simples.
En primer lugar, el plazo para que el Estado conteste el
traslado de la demanda es de sesenta días hábiles judiciales
tal como surge del Código Procesal. Este precepto no fue mo-
dificado y sigue en pie.
LA
OM
no para oponer excepciones y contestar demanda (50). El plazo
actual es de sesenta días (excepciones y contestación de de-
manda).
.C
Procesal? Creemos que en el marco de los procesos judiciales
contenciosos administrativos debe aplicarse la ley especial, es
decir, la ley 25.344. De modo que el cuadro sigue en pie, esto
DD
es, treinta y sesenta días para oponer excepciones y contestar
demanda, respectivamente.
(50) El artículo 346 del Código Procesal —modificado por la ley 25.488 pu-
blicada el 22 de noviembre del 2001— dispone que “las excepciones que se men-
cionan en el artículo siguiente se opondrán únicamente como de previo y es-
pecial pronunciamiento en un solo escrito juntamente con la contestación de
demanda o la reconvención”.
(51) García Pullés, Fernando, Tratado de lo Contencioso Administrati-
vo, tomo II, Hammurabi, 2004, p. 651. La Corte en el caso “Víctor Contreras c.
Provincia de Catamarca s/ cobro de pesos”, sent. del 16 de noviembre del 2004,
Fallos 327:5142, sostuvo que, según el artículo 9° de la ley 25.344, el Estado debe
oponer las defensas y excepciones dentro del plazo para contestar demanda
(Acordada CSJN 34/2000).
(52) El menor plazo con el que cuentan los particulares para contestar de-
manda es “uno de los privilegios con que el Estado cuenta para asumir su de-
OM
III.5. Las medidas cautelares
.C
cesariamente un tiempo en el que las pretensiones pueden
tornarse de difícil o imposible cumplimiento por distintas
circunstancias. De modo que aun cuando el juez finalmen-
te reconozca el planteo del recurrente y sus derechos, puede
DD
ser imposible cumplir con el fallo y satisfacer plenamente sus
pretensiones.
fensa en el juicio. Se justifica por ser una organización compleja que representa
el interés general y necesita más tiempo que los particulares para preparar las
defensas, no sólo por su estructura burocrática (…) sino también por la gran
cantidad de causas en las que es parte …”, Gusmán, Alfredo, “La Autoridad
FI
rarias que se consagran en las leyes generales, tales como el beneficio de inven-
tario o el de excusión, o las previstas en los artículos 2486 y 3357 del Código Ci-
vil” (art. 347, CPCCN).
(54) García Pullés observa que la derogación de este proceso “plantea
inconvenientes en el reenvío de ciertas normas especiales, ya que en algunos
casos, la elección de la vía sumaria no fue realizada por el Legislador como una
elección libre o discrecional, sino como una exigencia de la Constitución Na-
cional”, y agrega que “Marienhoff hubo de aclarar que en la legislación nacional
el carácter del contencioso expropiatorio está dado por su condición de ‘suma-
rio’, no en cuanto refiera a un conocimiento limitado del juez sino en cuanto
significa que no está sometido a las solemnidades del juicio ordinario y vincu-
lado a una tramitación rápida y su urgencia …”, ob. cit., t. 2, p. 668.
OM
del proceso y su cumplimiento. Es que, en caso contrario, el
objeto puede tornarse ilusorio.
.C
reales (56). Es decir, el derecho de defensa —acceso y tutela judi-
cial— debe completarse con el derecho instrumental de lograr
protección eficaz y esto sólo es plausible por medio de medidas
DD
de protección previas dictadas en el marco del proceso.
OM
circunstancias que le sirvieron de sustento (58).
.C
administrativos sobre determinación de los tributos (59). Cree-
mos que no es posible, es decir que en el caso planteado el juez
que conoce sobre el trámite judicial de impugnación de los
DD
actos de determinación del tributo debe inhibirse de decre-
tar medidas cautelares que se apoyen simplemente en el otro
proceso —trámite judicial de ejecución fiscal— (60).
(58) El artículo 202 del CPCCN dispone que “las medidas cautelares sub-
LA
vos o judiciales con sustento en las leyes y decretos locales cuya inconstitucio-
nalidad se cuestionaba en trámite ante la Secretaría de Juicios Originarios del
Tribunal. En este contexto, la Corte sostuvo que “no corresponde, por la vía que
se pretende, interferir en procesos judiciales ya existentes; y esa sería, en efec-
to, la consecuencia de proveer favorablemente la abstención que se pide con
relación a los procesos enumerados … En tales condiciones, no cabe admitir la
petición... sin perjuicio de que las interesadas ocurran ante los jueces que inter-
vienen en los expedientes referidos a fin de hacer valer los derechos que consi-
deran tener …”.
(60) La doctrina es casi unánime en señalar que las medidas cautelares
son inadmisibles cuando tienden a suspender el trámite de otro proceso (Pa-
lacio, Lino E., Derecho Procesal Civil, tomo VIII, Abeledo-Perrot, p. 183; More-
llo-Sosa-Berizonce, Códigos Procesales en lo Civil y Comercial de la Provincia
de Buenos Aires y de la Nación. Comentados y anotados, tomo III, Librería Edi-
tora Platense, p. 273; Podetti, Ramiro, Derecho procesal civil, comercial y labo-
ral: Tratado de las medidas cautelares, p. 292; Fassi-Yañez, Código Procesal Ci-
vil y Comercial, Ediar, p. 199; Fenochietto, Código Procesal Civil y Comercial,
tomo I, Astrea, p. 808; Albrecht, Paulina, La prohibición de innovar y su rela-
OM
III.5.1. El régimen jurídico de las medidas cautelares
.C
tes del mismo texto legal porque —como ya explicamos— no
existe un código procesal específico en el marco de nuestro
conocimiento.
DD
En particular, este precepto del Código dice que “podrá
decretarse la prohibición de innovar en toda clase de juicio,
siempre que: 1) el derecho fuere verosímil; 2) existiere el peli-
gro de que si se mantuviera o alterara, en su caso, la situación
de hecho o de derecho, la modificación pudiera influir en la
LA
ción con otros juicios, LA LEY, 1996-C, 161. Ver, en igual sentido, Cámara Nacio-
nal Contenciosoadministrativo Federal, sala IV, “Balbarrey, Eduardo Fernando
y otro c. BCRA (Resolución 252/00) s/ medida cautelar”.
(61) Cámara Nacional en lo Civil, sala F, “Rodríguez, Gabino y otros c.
Díaz, Miguel y otros”, sent. del 7 de abril de 1997, LA LEY, 1997-E, 430; Cámara
Contenciosoadministrativo y Tributario, sala I, “TTI Tecnología Informática c.
GCBA”, sent. del 21 de junio de 2006. Naturalmente, esta objeción pierde sus-
tento cuando ambos procesos tramitan ante el mismo Juzgado por razones de
conexidad (ver Cámara Contenciosoadministrativo y Tributario, sala I, “Edito-
rial Médica Panamericana S.A. c. GCBA”, sent. del 31 de marzo de 2009).
OM
otras específicas.
.C
presunción de legitimidad y fuerza ejecutoria y que la interpo-
sición de los recursos administrativos y las acciones judiciales
no suspende el cumplimiento forzoso del respectivo acto.
DD
En otras palabras, el Estado puede hacer cumplir el acto
por la fuerza, siempre que no esté incluido entre las excepcio-
nes del artículo 12 de la LPA (es decir, cuando la ley ordene su
suspensión o la naturaleza del acto exigiese la intervención
judicial), y aun cuando el interesado hubiese interpuesto los
LA
OM
una medida precautaria distinta de la solicitada, o limitarla,
teniendo en cuenta la importancia del derecho que se inten-
tare proteger” (63).
.C
telares”, en particular los artículos 230 y 232 que antes deta-
llamos—.
DD
La LPA dice que “la Administración podrá, de oficio o a pe-
dido de parte y mediante resolución fundada, suspender la
ejecución por razones de interés público, o para evitar perjui-
cios graves al interesado, o cuando se alegare fundadamente
una nulidad absoluta”.
LA
OM
Los dos caminos —el Código Procesal y la LPA— prevén
regímenes diversos, en particular los requisitos de concesión
del acto cautelar de protección preventiva de los derechos.
.C
de interés público, evitar graves perjuicios al interesado o que
se alegue una nulidad de carácter absoluto.
DD
Opinamos que el criterio mayoritario es el más razonable
—aplicación analógica del Código Procesal— porque la LPA
en verdad regula otro asunto, esto es el régimen de las medi-
das cautelares en el marco del procedimiento administrativo
y es en ese ámbito —y sólo en él— en donde debe aplicarse.
LA
OM
ni imponer a los funcionarios cargas personales pecuniarias”.
Por otra parte, el art. 338, párr. 2, prevé que “cuando la parte
demandada fuere la Nación, una (1) provincia o una (1) muni-
cipalidad, el plazo para comparecer y contestar la demanda
será de sesenta (60) días”.
.C
lectura del capítulo respectivo sobre medidas cautelares, sur-
gen dos interrogantes.
DD
Primero, ¿qué precepto debo aplicar, el artículo 230, CPCC,
(prohibición de innovar) o el artículo 232, CPCC, (medidas
cautelares genéricas)? (66) y
trativo?
(66) El artículo 232, CPCC, dice que “fuera de los casos previstos en los ar-
tículos precedentes, quien tuviere fundado motivo para temer que durante el
tiempo anterior al reconocimiento judicial de su derecho, éste pudiere sufrir
un perjuicio inminente o irreparable podrá solicitar las medidas urgentes que,
según las circunstancias, fueren más aptas para asegurar provisionalmente el
cumplimiento de la sentencia”.
OM
quisitos de verosimilitud de derecho y peligro, sin confundir-
nos más.
.C
en particular, de las medidas cautelares— ha dado lugar a su
construcción dogmática por vía analógica, mediante la apli-
cación del CPCC. Como es posible imaginar, ello creó conflic-
DD
tos de naturaleza procesal y sustancial de difícil solución.
blico?
OM
matiz más restrictivo en razón del principio de presunción de
legitimidad de los actos estatales y el consecuente balance en-
tre derechos e interés público (68). Es decir y dicho en términos
más simples, el criterio es el cumplimiento de los extremos de
verosimilitud del derecho, peligro en la demora y respeto del
interés público.
.C
Pero, ¿en qué consiste el balance entre derechos, peligro e
interés público? Por ejemplo, ¿es necesario que el magistrado
DD
juzgue con mayor rigor el extremo sobre la verosimilitud del
derecho en razón de la presunción de legitimidad de los actos
estatales? Dicho en otras palabras, ¿debe tratarse, entonces,
de un vicio notorio, manifiesto y patente?
OM
do posible y el final del pleito y en función de ello resolver so-
bre su concesión? (69). En otros términos ¿cómo debe razonar
el juez?
.C
1) cuál es el daño causado o que puede causar el cum-
plimiento del acto,
2) cuál es el daño que puede causar la suspensión del
DD
acto,
3) cuál de los supuestos anteriores es más grave desde el
andarivel de los intereses públicos —derechos de los
otros— y, luego,
LA
(69) “A tales fines una fórmula algebraica puede brindar una importante
ayuda, que, en palabras, expresa que la protección cautelar será otorgada sólo
si el daño que sufrirá el actor si la medida cautelar es denegada multiplicado
por las probabilidades de que la denegatoria sea errónea excede el daño que pa-
decerá el demandado si la medida cautelar es concedida, multiplicado por las
probabilidades de que la concesión de la medida cautelar sea errónea.” El autor
desarrolla el pensamiento de Richard Posner. “Protección cautelar frente al Es-
tado”, Vallefín, Carlos, ob. cit., p. 73.
OM
interés público que debe sopesarse y balancearse con aquél.
Este paso está descrito en el apartado 3) del cuadro anterior.
¿Qué es el interés público? Es más, ¿el interés público es un re-
quisito autónomo o debe mezclarse con los otros presupues-
tos propios y típicos de las medidas cautelares? ¿Puede el juez
controlar el concepto y definición del interés público? En ge-
.C
neral, los jueces no dan mayores explicaciones en sus fallos
sobre el contenido y alcance de este concepto en el marco del
rechazo y concesión de las medidas cautelares.
DD
Por nuestro lado, a fin de completar el testeo que plantea-
mos en los párrafos anteriores, creemos que el paso metodoló-
gico debe ser el siguiente. El juez debe valorar el interés colec-
tivo —los otros derechos— en los siguientes términos, I) cuál
LA
lares son los otros derechos en conflicto, más allá del derecho
del recurrente.
OM
y difuso siempre que el laboratorio provea los medicamentos
necesarios y, por su parte, el derecho del titular del permiso es
más cercano y denso.
.C
titular del permiso de distribuir y comercializar el producto
es más difuso y los daños que causó o puede causar el acto
estatal de suspensión del permiso son menores. A su vez, el
DD
interés colectivo —el derecho a la salud de las personas— es
más fuerte y los daños causados o que puedan causarse son
claramente mayores.
(70) Gallegos Fedriani, Pablo O., Las medidas cautelares contra la Ad-
ministración Pública, Abaco, 2002, p. 60.
OM
terés colectivo debe aparecer no sólo como un interés relevan-
te, sino también como el interés cierto y fundado —según las
circunstancias del caso— en términos de derechos.
.C
cuyo caso el interés público debe ceder sin más vueltas (71).
(71) Por otro lado, vale aclarar que los jueces han seguido el criterio de re-
lación inversamente proporcional entre los extremos antes detallados, es decir,
en caso de mayor verosimilitud del derecho es posible exigir menos peligro y,
en sentido inverso, cuando el peligro es mayor, el grado de verosimilitud exigi-
do es menor.
OM
puestos pueden ser suspendidos? y, en su caso, ¿cuáles
son los requisitos? La Corte sostuvo —de modo reitera-
do— que en materia de reclamos y cobros fiscales debe
adoptarse un criterio de particular estrictez en el exa-
men y concesión de las medidas suspensivas (72). Así,
el Tribunal agregó que cuando las medidas cautelares
.C
afectasen la percepción de las rentas públicas debe evi-
tarse su concesión porque puede incidir en la política
económica del Estado y en los intereses de la comuni-
DD
dad (73).
En efecto, “la percepción de las rentas del Tesoro —en
el tiempo y modo dispuestos legalmente— es condi-
ción indispensable para el regular funcionamiento del
Estado (Fallos: 235:787; 312:1010)”. Asimismo, “ …debe
LA
(72) CSJN, “Pan American Sur S.R.L. c. Provincia de Tierra del Fuego”, sent.
del 9 de agosto de 2005, Fallos 328:3018.
(73) CSJN, “Empresa Distribuidora Norte S.A. c. Provincia de Buenos Ai-
res”, sent. del 14 de octubre de 2004, Fallos 327:4301.
OM
cautelar—” (74).
.C
necesario agotar las vías administrativas respecto del acto
para peticionar ante el juez el dictado de las medidas caute-
lares de suspensión de aquél? ¿Debemos, al menos, agotar las
DD
vías administrativas en relación con las medidas cautelares,
es decir, primero hacer el planteo ante el propio Ejecutivo y
sólo luego ir ante el juez? Entendemos que no, porque si fue-
se así el instituto procesal de las medidas cautelares no cum-
pliría debidamente el propósito de proteger preventivamente
—es decir, en tiempo oportuno— los derechos controvertidos
LA
(74) Del dictamen del Procurador, que la Corte Suprema —por mayoría—
hace suyo, en los autos “Empresa Constructora Juan M. De Vido S.C.A. c. AFIP”,
sent. del 25 de octubre de 2005, LA LEY, 2006-A,625.
OM
resado .. por lo demás, se advierte también que la demandan-
te persigue paliar las consecuencias de su desconfianza sobre
la actitud que asumiría la administración ante una petición
deducida con apoyo en el artículo 12 de la ley 19.549, mas ello
no autoriza a prescindir del recurso en examen ni justifica la
afirmación del a quo sobre el exceso ritual; conclusión que se
.C
ve robustecida si se tiene en cuenta que el recurso jerárquico
planteado por la actora se basa en hechos análogos a los que
sustentan su pretensión de amparo” (75).
DD
Cabe preguntarse también en este punto del análisis si el
agotamiento de las vías administrativas en el marco cautelar
debe seguir el trámite que prevén los artículos 23, 24, 25 y 30
de la LPA. Creemos que no. Es más, en caso de requerirse el
LA
OM
La suspensión del acto, ¿es una medida de innovar o no? Es
decir, ¿en qué consiste la pretensión del recurrente, innovar o
no hacerlo? En otros términos, ¿el particular pretende alterar
las cosas o dejarlas en el estado en que se encontraban?
.C
A su vez, en el caso de las medidas de innovar, esto es alte-
rar el estado de hecho o derecho vigente, ¿debe exigirse mayor
estrictez en el análisis de los extremos? (76). Sigamos dudando.
¿Debe requerirse además de la verosimilitud del derecho y
DD
el peligro en la demora, la posibilidad de que se consume un
daño irreparable?
La pretensión del interesado es que el juez introduzca mo-
dificaciones con el propósito de volver las cosas al estado an-
LA
(76) Según los tribunales, y la Corte en particular, parece que ello es así.
Ver, entre otros: Fallos 316:1833. Más recientemente en el antecedente “Chio-
di, Carlos c. Provincia de Salta s/ acción de amparo”, sent. del 16 de noviembre
de 2004, Fallos 327:5111, el Tribunal adujo que cuando se pretende modificar el
statu quo existente, la admisión de las medidas cautelares reviste carácter ex-
cepcional pues en esos casos los recaudos de viabilidad de las medidas precau-
torias deben ser ponderados con mayor prudencia.
OM
procesal civil, sí. Así, los operadores del derecho civil y procesal,
y entre ellos los jueces, sostienen que, en el caso de las medidas
cautelares que tienen por objeto innovar, el reconocimiento y
admisión de estos remedios debe ser más restrictiva.
Sin embargo, en el derecho público el criterio debe ser
.C
otro. ¿Cuál es entonces el postulado en el campo del derecho
público? El interés colectivo y su valoración en ese marco. Por
ello, interpretar las medidas cautelares de suspensión como
decisiones de innovación o no es jurídicamente irrelevante
DD
porque no cabe exigir mayor estrictez en un caso que en otro
por este simple carácter.
tensión principal
del proceso?
Ciertamente se discutió y mucho sobre este asunto porque
—según el criterio hermenéutico más restrictivo— las medi-
das cautelares que coinciden con el objeto principal del pro-
OM
A su vez, no es razonable sostener que el juez prejuzga por-
que sólo resuelve con carácter claramente provisorio —en el
entendimiento de que ello es así— y sin condicionar su impar-
cialidad y objetividad en el trámite del proceso y en el acto de
resolución del caso.
.C
Por último, el juez debe preservar el derecho de acceso a la
justicia en sus diversos aspectos, entre éstos su temporalidad
y oportunidad y ello, en ciertos casos, sólo es posible median-
DD
te el acto cautelar.
OM
dice que “en cualquier estado del proceso, aun con carácter
de medida precautoria, podrán solicitarse medidas de urgen-
cia, aun sin audiencia de la parte contraria, prestando debida
caución por los daños y perjuicios que pudieran producirse. El
juez, podrá, asimismo, disponerlas, sin petición de parte” (79).
.C
Sin embargo, y más allá de este caso puntual, el juez no
puede ordenar de oficio medidas cautelares, sin perjuicio
de que —como ya explicamos— puede reemplazar unas por
DD
otras.
OM
da cautelar sin audiencia de la otra parte. Sin perjuicio de ello
el juez puede, en razón de las circunstancias del caso, ordenar
el traslado de la solicitud de las medidas precautorias.
.C
considere que puede violarse el derecho de defensa puede ha-
cerlo antes de resolver —por ejemplo las llamadas medidas
autosatisfactivas, en cuyo caso el juez resuelve y luego conclu-
ye el trámite judicial archivándose el expediente—.
DD
Una cuestión procesal que está vinculada directamente
con este asunto —bilateralidad del trámite— es el traslado del
recurso de apelación contra la decisión del juez que rechazó
las medidas precautorias. Dicho en otros términos, ¿debe el
LA
OM
En otro orden, el artículo 201 del Código dice que en cual-
quier etapa del proceso “la parte contra quien se hubiere he-
cho efectiva una medida cautelar podrá pedir que se mejore la
caución probando sumariamente que es insuficiente” y en tal
caso el juez resolverá previo traslado a la otra parte.
.C
Cabe agregar que cuanto mayor sea la verosimilitud del
derecho y el peligro en la demora —extremos que ya explica-
mos en los apartados anteriores—, menor debe ser la contra-
DD
cautela exigida por el juez. Así, el Código dispone que “el juez
graduará la calidad y monto de la caución de acuerdo con la
mayor o menor verosimilitud del derecho y las circunstancias
del caso”.
LA
OM
mos criterios que desarrollamos anteriormente en el marco
de la suspensión de los actos estatales. Así, por ejemplo, los re-
quisitos de procedencia de las medidas, el no agotamiento de
las vías administrativas, la procedencia de las medidas cuyo
objeto coincide con el objeto principal del proceso, el carácter
bilateral o no del trámite y finalmente las contracautelas.
.C
Un caso de las otras cautelares específicas es el embargo
preventivo sobre los recursos del Estado. En particular, el ar-
DD
tículo 195 del Código Procesal (sobre normas generales de
las medidas cautelares) ya mencionado —modificado por la
ley 25.453— establece que los jueces no pueden “decretar nin-
guna medida cautelar que afecte, obstaculice, comprometa,
distraiga de su destino o de cualquier forma perturbe, los re-
LA
OM
Por otro lado, quizás la Corte nos dé ciertas pautas. Así, el
Tribunal dijo —respecto de la validez de una ley provincial
que declaró inembargables los bienes, créditos y recursos del
Estado provincial que “a) las Provincias en su carácter de per-
sonas jurídicas pueden ser demandadas y ejecutadas en sus
bienes por las obligaciones que contraigan, de acuerdo al ar-
.C
tículo 42 del Código Civil; b) que siendo personas de existen-
cia necesaria no pueden por vía de embargo ser privadas de
las rentas o recursos indispensables a su vida y desarrollo nor-
DD
mal; c) que no existiendo un precepto legal que distinga las
rentas o recursos necesarios de los que no lo son a tal fin, co-
rresponde a los jueces hacer esa distinción en cada caso que se
presente, a los efectos de que las condenaciones de la justicia en
que hubieran caído las entidades provinciales, tengan el efecto
LA
(81) CSJN “Pérez, María Elisa y otra c. Provincia de San Luis y otro”, sent.
del 16 de marzo de 1999, Fallos 323:2954.
OM
¿Qué es una medida cautelar autónoma? Las medidas cau-
telares —como ya sabemos— pueden ser solicitadas “antes o
después de deducida la demanda”, incluso “la medida orde-
nada por un juez incompetente será válida siempre que haya
sido dispuesta de conformidad con las prescripciones de este
capítulo, pero no prorrogará su competencia. El juez que de-
.C
cretó la medida, inmediatamente después de requerido remi-
tirá las actuaciones al que sea competente” (83).
DD
¿Cuál es el régimen de caducidad de las medidas cautela-
res autónomas? El artículo 207, CPCC, establece que “se pro-
ducirá la caducidad de pleno derecho de las medidas caute-
lares que se hubieren ordenado y hecho efectivas antes del
proceso, si tratándose de obligación exigible no se interpu-
LA
judicial.
OM
vencerá el plazo de diez días “siguientes al de su traba (medi-
da cautelar)”.
.C
do del asunto, el consecuente jurídico inmediato —transcu-
rrido el término de diez días— es la caducidad de pleno dere-
cho de las medidas cautelares trabadas por orden judicial.
DD
Es decir, si bien es cierto que, por un lado, el Código reco-
noce el derecho del particular de requerir medidas cautelares
autónomas, por el otro, la LPA exige el agotamiento de las vías
administrativas. Por tanto, el esquema que mejor interpreta
y concilia las normas y los valores subyacentes, esto es, el de-
LA
(84) Los jueces, en general, consideran que el plazo del artículo 207 no
debe computarse mientras el particular sigue el trámite administrativo de ago-
tamiento de las vías, pero sin embargo no coinciden sobre si aquél debe suspen-
derse o interrumpirse.
OM
lar en su integridad —plenamente—, de modo que una vez
concedido por el juez, aquél ya no tiene interés alguno en la
continuidad del proceso ya que, en cierto sentido y desde su
lugar, el proceso concluyó (85). Si el juez hace lugar al planteo
del actor, luego archiva el expediente sin intervención del de-
mandado.
.C
Por nuestro lado, entendemos que en principio este insti-
tuto no es razonable por los siguientes motivos.
DD
Por un lado, el Código Procesal mediante la regulación de
las medidas cautelares y, en particular, el capítulo sobre las
medidas cautelares genéricas, incluyó las diversas hipótesis
que pueden plantearse. De tal modo, ese camino ancho jun-
to con otros cauces procesales cautelares específicos satisfa-
LA
OM
defensa de aquélla.
.C
den proceder en casos especiales y de excepción. Por ejemplo,
cuando la decisión judicial cautelar y urgente no puede lue-
go revertirse por imposibilidad material. El ejemplo más claro
DD
es cualquier intervención quirúrgica ordenada por el juez —a
pedido de terceros—, pero sin el consentimiento del paciente.
Así, una vez otorgada la medida por el juez y ejecutada ya no
es posible volver atrás.
OM
III.5.11. Los recursos de apelación contra las medidas caute-
lares y sus efectos
.C
Por un lado, el Código Procesal Civil y Comercial estable-
ce que el recurso de apelación ante la Cámara de Apelaciones
DD
contra las sentencias debe ser concedido con efecto suspensi-
vo, es decir, éstas no deben ejecutarse si han sido recurridas.
En efecto, el artículo 243 del Código Procesal dispone que el
recurso de apelación “procederá siempre en efecto suspensi-
vo, a menos que la ley disponga que lo sea en el devolutivo”.
LA
(86) Ver artículos 202, 203 y 204, CPCC. En el antecedente “Bustos” la Corte
dijo que las medidas cautelares denominadas autosatisfactivas deben ser recha-
zadas. CSJN, “Bustos, Alberto”, sent. del 26 de octubre de 2004, Fallos 327:4495.
(87) El artículo 198 del Código Procesal establece que “el recurso de apela-
ción, en caso de admitirse la medida, se concederá en efecto devolutivo”.
OM
debe caer la medida cautelar porque el proceso ya concluyó.
Pero —a su vez—, si el Estado decide apelar el fallo de fondo,
debe suspenderse su ejecución.
.C
mente paradojal porque el particular estaba en mejores con-
diciones simplemente con el dictado del acto cautelar que con
el acto judicial definitivo —a su favor— y luego apelado por el
DD
Ejecutivo.
OM
medidas cautelares en el proceso del amparo no debe tener
efectos suspensivos (89).
.C
licen, comprometan o perturben el desenvolvimiento de acti-
vidades esenciales de entidades estatales, éstas podrán ocu-
rrir directamente ante la Corte”. Por su parte, la Corte debía
DD
confirmar o revocar las medidas cautelares ordenadas por el
juez de primera instancia.
OM
ejecutorias respecto de las obligaciones consolidadas confor-
me a esta ley” (91).
.C
temente las extracciones de los depósitos bancarios. Cabe re-
cordar que en aquél entonces estaba vigente la Ley de Conver-
tibilidad que establecía la paridad entre el peso argentino y el
DD
dólar estadounidense y la Ley de Garantía e Intangibilidad de
los Depósitos Bancarios.
OM
según el valor del mercado libre de cambios. Muchos jueces
hicieron lugar a las medidas cautelares solicitadas en el marco
de estos procesos de amparo y ordenaron el pago con carácter
precautorio y parcial de los depósitos bancarios en dólares o
su equivalente en pesos.
.C
Luego del cuadro descrito en el párrafo anterior, cabe re-
cordar que el decreto 214/02 ya mencionado suspendió por
ciento ochenta días la tramitación de todos los procesos judi-
DD
ciales y las medidas cautelares y ejecutorias en los casos que
se demandase en razón de los créditos, deudas, obligacio-
nes o reprogramaciones financieras alcanzados por el decre-
to 1570/01, la ley 25.561 y el decreto 71/02.
OM
den tener el mismo objeto que el proceso judicial ni consistir
en la entrega al peticionario de los bienes objeto de cautela y
además, en su caso, son apelables con efecto suspensivo. Sin
embargo, quedan exceptuados de estas últimas disposiciones
los casos en que estuviere en riesgo la vida, la salud o la inte-
gridad física de las personas o cuando el reclamante tuviere
setenta y cinco o más años de edad.
.C
Más adelante, el decreto 1316/02 volvió a suspender por
ciento veinte días hábiles el cumplimiento y ejecución de to-
DD
das las medidas cautelares dictadas en los procesos judiciales
comprendidos en el marco de la ley 25.587 (93).
(92) En este marco, las medidas cautelares no podrán en ningún caso ser
ejecutadas sobre los fondos del Banco Central y a los fines del cumplimiento
de toda medida cautelar, deberá oficiarse previamente al Banco Central a efec-
tos de que informe sobre la existencia y legitimidad de la imposición efectua-
da ante la entidad financiera, los saldos existentes a la fecha del informe en la
cuenta de la parte peticionaria, como así también el monto y la moneda de de-
pósito pactada originalmente (artículos 2° y 3° de la ley 25.587).
(93) El decreto 1316/02 fue ratificado por la ley 25.725.
OM
gativas (abstenciones) comprende básicamente el deber de no
hacer y de reparar económicamente cuando hizo aquello que
no debió hacer. Además, la incidencia de los mandatos judi-
ciales de dar sumas de dinero sobre el presupuesto general es
en principio mayor que cualquier otro supuesto.
.C
Por nuestro lado centraremos nuestro estudio en el cum-
plimiento de las sentencias que condenan al Estado a dar su-
mas de dinero porque el meollo sigue centrado en este aspec-
DD
to en tanto —y entre otras razones— las obligaciones de hacer
pueden ser sustituidas —muchas veces— por indemnizacio-
nes dinerarias.
LA
OM
ba por más de seis meses, el recurrente debía requerir pronto
despacho y si transcurrían otros tres meses más sin respues-
ta entonces la pretensión podía ser llevada directamente ante
los tribunales, acreditándose el transcurso de los plazos.
.C
según el texto de la norma, las acciones civiles que se dedu-
cían contra la Nación. En ese entonces se planteó el interro-
gante sobre el alcance de la ley y en particular —en términos
DD
consecuentes— en qué casos debía seguirse el reclamo admi-
nistrativo. Es decir, ¿este reclamo sólo comprendía al Estado
cuando éste actuaba en el ámbito del derecho privado (accio-
nes civiles)?
OM
can contra la Nación, sea en su carácter de personas jurídicas
o de persona de derecho público, sin necesidad de autoriza-
ción previa legislativa; pero no podrán darles curso sin que se
acredite haber producido la reclamación del derecho contro-
vertido ante el Poder Ejecutivo y su denegación por parte de
éste”.
.C
Pues bien, el control de la actividad estatal tuvo que supe-
rar dos escollos, por un lado, el ingreso al proceso judicial (no
demandabilidad del Estado) y, por el otro, la salida y sus efec-
DD
tos (carácter declarativo de las sentencias condenatorias con-
tra el Estado). La reseña de las normas anteriores describe el
primero de estos aspectos que se relaciona particularmente
con la responsabilidad estatal en términos ciertos y exigibles.
LA
(97) García Pullés señala que “poco más tarde, la Corte afirmó que el re-
quisito del reclamo administrativo previo era un privilegio establecido a favor
de la Administración Pública… no puede ser objeto de convención modificato-
ria, mas su incumplimiento no puede ser invocado por el Estado después de la
contestación de la demanda… va desdibujándose el carácter de condición de
procedibilidad unida a la soberanía, irrenunciable y de orden público… trans-
formándose en la herramienta que autoriza a exigir el acto previo”. Tratado de
lo contencioso administrativo, tomo I, Hammurabi, 2004, p. 292.
OM
trasentido porque el Estado es condenado pero no necesaria-
mente debe cumplir con el mandato judicial.
.C
Posteriormente, la Corte fue fijando un criterio distinto en
varios de sus precedentes sobre el trámite de ejecución de las
DD
sentencias contra el Estado y, particularmente, sobre el prin-
cipio que debe seguirse —carácter ejecutivo—.
OM
Por su parte, la Corte confirmó la sentencia porque el juez
no fijó un plazo de cumplimiento del desalojo, sino que sólo
requirió al Gobierno que estableciese el plazo razonable de
cumplimiento del fallo.
.C
que en caso de silencio, el plazo sería fijado por el Tribunal era
simplemente el “corolario lógico de la potestad de los jueces
de hacer cumplir sus decisiones”.
DD
Es importante advertir que este decisorio abrió un nuevo
camino desde el andarivel de las sentencias declarativas ha-
cia el escenario de las sentencias ejecutivas contra el Estado.
LA
OM
y llanamente el antecedente “Pietranera”, de modo tal que
el principio declarativo del artículo 7° de la ley 3952 terminó
trastocándose por un criterio claramente ejecutivo de las sen-
tencias condenatorias contra el Estado (101).
.C
cia condenatoria— intimaban al Ejecutivo para que fijase el
plazo de cumplimiento del mandato judicial y, en caso de que
no lo hiciese o el plazo fuese irrazonable, el juez fijaba el tér-
DD
mino y ordenaba el embargo de los fondos.
OM
III.6.3.1. La suspensión de la ejecución de las sentencias y el
cumplimiento sujeto a previsión presupuestaria y sin plazos
.C
litares —incluso aquellos reconocidos por sentencia judicial
firme— en varios ejercicios fiscales. Por su parte, la Corte con-
validó estas restricciones temporales (102).
DD
En el año 1987 el entonces Presidente Alfonsín dictó el de-
creto 648/87 que en su parte pertinente dispuso “Paralízanse
a partir de la entrada de vigencia del presente y hasta el 31 de
diciembre de 1992 las ejecuciones de sentencia contra las ca-
LA
OM
reguló el procedimiento de ejecución de las sentencias con-
tra el Estado (103). Veamos cuál era el trámite a seguir. Cuando
la sentencia condenaba al pago de una suma de dinero, la en-
tidad estatal, a pedido del acreedor, debía comunicar dentro
del quinto día las circunstancias del caso al Procurador del
Tesoro.
.C
A su vez, éste debía requerir al Secretario de Hacienda la
inclusión de los fondos necesarios en el próximo o los próxi-
DD
mos proyectos de presupuesto, de modo que el pago podía ha-
cerse en uno o más ejercicios fiscales (104).
ble.
(104) Por su parte el artículo 5° decía que “Dentro de los treinta días de pu-
blicada la ley de presupuesto, la Secretaría de Hacienda acreditará, en las cuen-
tas que se habilitarán a nombre de la Procuración del Tesoro en los bancos en
los cuales corresponda realizar los depósitos judiciales, las sumas previstas en
aquella ley para atender el pago de los créditos objeto de esta reglamentación”.
Luego agregaba que “si dichas transferencias no se hicieren efectivas dentro de
los noventa días de la publicación de la ley de presupuesto, los interesados, una
vez firme la liquidación que al efecto practicarán, podrán solicitar al juez que
intime al Procurador del Tesoro, dentro del plazo que le fije, el inmediato cum-
plimiento de la sentencia judicial. De no cumplirse con dicha intimación, se se-
guirá adelante con el proceso de ejecución de sentencia, pudiendo el interesado
gestionar las medidas que estime corresponder” (artículo 6°).
OM
III.6.3.2. La suspensión de ejecución de las sentencias por plazo
determinado
.C
das de gobierno, impulsó la sanción de leyes que consideró
fundamentales en la definición de su política económica, esto
es, la Ley de Reforma del Estado y Emergencia Económica (le-
yes 23.696 y 23.697, respectivamente).
DD
En particular, el artículo 50 de la Ley de Reforma del Esta-
do suspendió la ejecución de las sentencias y laudos arbitrales
que condenaban al Estado al pago de sumas de dinero por el
término de dos años contados desde la vigencia de la ley. Este
LA
(105) En particular, el artículo 56 de la ley ordenaba que “los actos que re-
suelvan recursos o reclamaciones, regidos o no por la ley 19.549, relativos a con-
troversias sobre supuestos fácticos o de interpretación y aplicación de normas, y
que reconozcan créditos a favor del ejecutante relativos al pago de una suma de
dinero, se limitarán al mero reconocimiento del derecho, quedando regidos en
cuanto a su ejecutoriedad y en lo que resulte pertinente al régimen de los artícu-
los 50 y 55 inclusive de la presente ley. Lo previsto en el citado artículo 55 también
resultará aplicable durante la tramitación del recurso o reclamo de que se trate”.
OM
ciones de naturaleza alimentaria, f) los créditos originados en
los incumplimientos de aportes y contribuciones, previsión y
obras sociales y aportes sindicales no depositados en término,
g) los créditos generados en la actividad mercantil de los ban-
cos oficiales, h) las jubilaciones y pensiones que se regían por
su régimen específico, i) los amparos y, por último, j) las ac-
.C
ciones por recuperación patrimonial de bienes ilegítimamen-
te desposeídos.
OM
el Estado.
.C
aplicable (108);
b) las obligaciones alcanzadas por suspensiones en vir-
tud de los poderes de emergencia del Estado (109);
DD
c) las obligaciones reconocidas judicialmente aun cuan-
do no hubiere existido controversia o cuando ésta ce-
sare o ya hubiese cesado por un acto administrativo
firme, laudo arbitral o transacción, y
LA
OM
Por su parte, en el precedente “Giordano”, la Corte recha-
zó la consolidación de los créditos ya consolidados, es decir,
el Estado no puede atender las deudas consolidadas con bo-
nos adicionales porque desconoce entonces el derecho de los
acreedores (112).
.C
Sigamos analizando el régimen normativo. ¿Cuáles eran
las consecuencias del modelo de consolidación de deudas? En
primer lugar, las sentencias, los actos, las transacciones y los
DD
laudos que reconocían obligaciones alcanzadas por el régimen
de consolidación sólo tenían carácter declarativo y su modo de
cumplimiento era el camino previsto por la ley 23.982.
Fallos 327:5313. En otro precedente la Corte sostuvo que también debe aplicar-
se la ley aun cuando la sentencia es de fecha posterior ya que la causa de la deu-
da corresponde al período incluido en los términos de consolidación de deudas
en el marco de la ley 25.344. CSJN, “Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de
Buenos c. DAS s/ cobro ordinario de pesos”, sent. del 31 de mayo de 2005, Fallos
328:1740.
(112) CSJN, “Giordano, Rafael Bruno c. BCRA s/ proceso de conocimien-
to”, sent. del 16 de noviembre de 2004, Fallos 327:4937.
OM
créditos por daños a la vida, el cuerpo, la salud, las cosas que
constituyan elementos de trabajo o vivienda del damnificado
y privación ilegítima de la libertad, hasta determinada suma.
Cuarto, los saldos de indemnizaciones controvertidos por ex-
propiaciones y por desposesión ilegítima de bienes. Quinto,
las repeticiones de tributos. Sexto, los créditos alcanzados en
.C
los incisos a), b) y c), por el excedente. Séptimo, los aportes y
contribuciones de previsión, obras sociales y sindicatos.
DD
El Poder Ejecutivo debía proponer al Congreso que votase
anualmente los recursos necesarios para hacer frente al pa-
sivo consolidado en un plazo máximo de dieciséis años para
las obligaciones generales y de diez años para las de origen de
previsión.
LA
10 años de plazo (113).
(113) “La consolidación legal del pasivo público alcanzado por la presente
implica la novación de la obligación original y de cualquiera de sus accesorios...
En lo sucesivo sólo subsisten a su respecto los derechos derivados de la consoli-
dación” (artículo 17, ley 23.982).
OM
Como ya dijimos, por un lado, la incorporación del crédito
en el Presupuesto General del Estado que, en ningún caso, po-
día exceder el plazo de dieciséis años —obligaciones genera-
les— o diez años —en el caso de las obligaciones del régimen
de previsión social—. Por el otro, el acreedor podía optar por
.C
suscribir bonos de la deuda pública argentina cuyo capital
era reintegrado por el Estado en el término de 16 o 10 años
respectivamente. Tanto en un caso (previsión presupuesta-
DD
ria) como en el otro (bonos estatales) la ley preveía el pago de
intereses.
OM
tencias por obligaciones de dar sumas de dinero por causa o
título posterior al 1° de abril de 1991, es decir, el procedimiento
ordinario.
.C
nero es el siguiente con las modificaciones que más adelante
detallaremos.
guridad Social”, sent. del 17 de julio de 2007, Fallos 330:3400. El Tribunal agregó
que “cabe discernir el sentido del artículo 13 de la ley 25.344, que prevé ‘conso-
lídanse en el Estado Nacional, con los alcances y la forma dispuesta por la ley
23.982 las obligaciones vencidas o de causa o título posterior al 31 de marzo de
1991 y anterior al 1° de enero del 2000, y las obligaciones previsionales origina-
das en el régimen general vencidas o de causa o título posterior al 31 de agosto
FI
general sólo serán objeto de consolidación los casos en los cuales el beneficio
previsional hubiera sido otorgado antes de la fecha de entrada en vigencia del
sistema previsional establecido por la ley 24.241”. En particular, respecto de la
interpretación del artículo 13 de la ley 25.344, la Corte estableció que si bien di-
cha disposición pudo haber generado alguna duda “respecto de lo que quepa
entender por obligaciones originadas en el régimen general, el punto quedó di-
rimido mediante el decreto reglamentario, que las definió con un criterio que
atiende a si aquéllas son anteriores o posteriores a la vigencia de la ley 24.241 …
Esta hermenéutica, por lo demás, es la que mejor concuerda con la voluntad del
Legislador que, como ha quedado establecido, tuvo por finalidad que el sistema
de consolidación del pasivo público abarcase a un amplio universo de deudas;
máxime, cuando en caso de configurarse un supuesto de duda razonable, de-
berá resolverse a favor de la consolidación”.
OM
en el que debería haberse tratado la ley de presupuesto que
contuviese el crédito presupuestario respectivo”.
.C
tario, el Congreso debe entonces incorporarlo en el presu-
puesto del año siguiente (2008). El acreedor, una vez vencido
el período de sesiones de este último año, es decir tras el 1 de
DD
diciembre del año 2008, puede entonces ejecutar judicialmen-
te su crédito.
OM
III.6.3.4. El modelo de ejecución de sentencias en el ámbito de
previsión social
.C
Capítulo II reguló la “Reforma al procedimiento judicial de la
seguridad social”.
Este régimen puede describirse en los siguientes términos:
DD
a) las sentencias condenatorias contra la Administración Na-
cional de Seguridad Social deben cumplirse en el término de
noventa días siempre que existan recursos presupuestarios
con ese destino y b) en caso contrario, debe suspenderse la
ejecución y reanudarse el cómputo del plazo a partir del co-
LA
OM
dice actualmente que “las sentencias condenatorias contra la
Administración Nacional de Seguridad Social serán cumpli-
das dentro del plazo de ciento veinte días hábiles, contado a
partir de la recepción definitiva del expediente administrativo
correspondiente.” Y agrega que “si durante la ejecución presu-
puestaria, se agotara la partida asignada para el cumplimien-
.C
to de dichas sentencias, el Jefe de Gabinete de Ministros podrá
(117) Por ejemplo, el artículo 27, ley 26.078, que aprobó el Presupuesto de
DD
Gastos y Recursos de la Administración Nacional para el Ejercicio 2006, esta-
bleció “como límite máximo la suma de... $ 404.800.000... destinada al pago de
sentencias judiciales por la parte que corresponda abonar en efectivo como
consecuencia de retroactivos originados en ajustes practicados en las presta-
ciones del régimen previsional público... Se incluye... la atención de la deuda
consolidada de dicho Organismo, cuya cancelación se realiza en efectivo, con-
forme a la legislación vigente... La cancelación de deudas a que hace referencia
LA
OM
leyes 23.982 y 24.624
.C
los 20 y 21 en que regló el trámite de ejecución de las senten-
cias contra el Estado.
(118) El mismo precepto agrega que “los recursos asignados por el Con-
greso Nacional se afectarán al cumplimiento de las condenas siguiendo un es-
tricto orden de antigüedad conforme la fecha de notificación judicial y hasta su
agotamiento, atendiéndose el remanente con los recursos que se asignen en el
siguiente ejercicio fiscal”. La ley también establece el principio de que las sen-
tencias condenatorias contra las Sociedades del Estado, Sociedades Anónimas
con Participación Estatal Mayoritaria, Sociedades de Economía Mixta, Empre-
sas del Estado y todo otro ente u organización empresaria o societaria donde el
Estado Nacional o sus entes de cualquier naturaleza tengan participación total
o parcial, no podrán ejecutarse contra el Tesoro Nacional “ya que la responsa-
bilidad del Estado se limita a su aporte o participación en el capital de dichas
organizaciones empresariales” (artículo 21, ley 24.624).
OM
debe ser atendida, comunicándolo a la Secretaría de Hacienda
antes del 31 de agosto del año correspondiente.
Es decir, el conflicto consiste en cómo interpretar los tér-
minos “reconocimiento” y “atención” según las respectivas
leyes. En otras palabras ¿es igual reconocer y atender?
.C
Este asunto es importante porque constituye el punto de
inicio del cómputo de los plazos de previsión y cumplimiento
de las sentencias contra el Estado.
DD
Imaginemos el siguiente caso. Supongamos que el Estado
fuese condenado por sentencia judicial firme del mes de abril
del año 2008. ¿Cuál es el trámite que debe seguirse según el
régimen vigente? En términos literales de la ley 23.982 el cré-
LA
OM
Así, la obligación debe incluirse en el presupuesto poste-
rior a su reconocimiento judicial firme y no en el período pos-
terior a aquel en que deba cumplirse según la ley 23.982. En
tal sentido entendemos que “el ejercicio financiero en que la
condena deba ser atendida” en los términos de la ley 24.624 es
.C
el año del reconocimiento judicial.
OM
los gastos deben estar previstos necesariamente en el presu-
puesto, salvo los casos de excepción (por ejemplo, las epide-
mias) y agrega que “el monto total de las cuotas de compro-
miso fijados para el ejercicio no podrá ser superior al monto
de los recursos recaudados durante éste” y, además, “cuando
.C
los recursos presupuestarios estimados no fueren suficien-
tes para atender a la totalidad de los créditos presupuestarios
previstos se reducirán proporcionalmente los créditos corres-
pondientes a la totalidad del sector público nacional, de modo
DD
de mantener el equilibrio entre gastos operativos y recursos
presupuestarios” (120).
OM
presupuestaria y plazos máximos por consolidación. Subsisten-
cia del régimen de las leyes 23.982 y 24.624
.C
pués, con respecto a las obligaciones vencidas o de causa o tí-
tulo posterior al 31 de marzo de 1991 y anterior al 1° de enero
de 2000 y a las obligaciones del régimen de previsión entre el
DD
31 de agosto de 1992 y el 1 de enero del 2000 (121).
OM
dispuso la prórroga “al 31 de diciembre del 2001 de la fecha de
consolidación de obligaciones de carácter no previsional, ven-
cidas o de causa o de título posterior al 31 de mayo de 1991, a
que se refiere el artículo 13 de la ley 25.344, las que serán aten-
didas dentro de los límites establecidos en el artículo 6 de la
presente ley” (123).
.C
A su vez, la ley 25.725 facultó al Poder Ejecutivo “a ofrecer
en pago de las deudas no alcanzadas por la consolidación dis-
puesta en las leyes 23.982, 25.344 y 25.565, los bonos de conso-
DD
lidación, a que alude el decreto 1873 de fecha 20 de setiembre
de 2002, previa certificación de la SIGEN”. Y agregó que esta
dentro del monto a que alude el artículo 8 de la presente ley, los derechos y obli-
gaciones de causa o título anterior al 31 de diciembre de 2000, correspondientes
al Instituto Nacional de Reaseguros Sociedad del Estado (en liquidación), que
consistan en el pago de sumas de dinero o que se resuelvan en el pago de sumas
de dinero” (artículo 62). “A los efectos de la cancelación de las sentencias judi-
ciales firmes originadas en reajustes salariales del personal en actividad de las
FI
(123) Artículo 58. La actualización del art. 58, de conformidad con la ley
26.546, dispone que la prórroga dispuesta por el presente artículo, resulta apli-
cable exclusivamente a las obligaciones vencidas o de causa o título posterior al
31 de diciembre de 1999, y anterior al 1° de enero de 2002 o al 1° de septiembre
de 2002, según lo que en cada caso corresponda. Hasta el 31 de diciembre de
1999, las obligaciones a que se refiere el artículo 13 de la ley 25.344, continua-
rán rigiéndose por las leyes y normas reglamentarias correspondientes. En to-
dos los casos, los intereses a liquidarse judicialmente se calcularán únicamente
hasta la fecha de corte, establecida en el 1° de abril de 1991 para las obligaciones
comprendidas en la ley 23.982, en el 1° de enero de 2000 para las obligaciones
comprendidas en la ley 25.344, y en el 1° de enero de 2002 o el 1° de septiembre
de 2002 para las obligaciones comprendidas en la prórroga dispuesta por la ley
25.565 y por la presente ley.
OM
ejecutarse según el trámite previsto en las leyes 23.982 y 24.624
ya explicado.
.C
sentencias firmes antes del día 31 de julio deben remitir el deta-
lle de éstas antes del 31 de agosto del año correspondiente.
menores.
OM
titular del depósito podía optar por suscribir bonos de la deu-
da externa en dólares o en pesos argentinos con un plazo de-
terminado de rescate más el interés.
.C
Estado Nacional, los Estados Provinciales, los municipios y la
Ciudad de Buenos Aires con excepción de aquellos casos en
que estuviese en riesgo la vida, la salud o la integridad física
DD
de las personas o se tratase de personas de setenta y cinco o
más años de edad.
(124) Por su parte, el artículo 2° y 3° del decreto dispone que “las resolucio-
nes judiciales cuya ejecución se suspende por el presente decreto serán cumpli-
mentadas una vez vencido el plazo indicado en el artículo anterior, en el orden
de su registración y dentro de los siguientes treinta días hábiles. En los casos de
excepción previstos en el artículo 1° de la ley 25.587, por razones suficientes que
pongan en riesgo la vida, la salud o la integridad física de las personas, o cuan-
do la reclamante sea una persona física de setenta y cinco o más años de edad,
la ejecución… de las sentencias estimatorias de la pretensión, deberá ser trami-
tada ante el Banco Central... que cumplirá los mandatos judiciales con cargo y
por cuenta y orden de las entidades financieras obligadas, dentro de los cinco
días hábiles de formulado el requerimiento”.
(125) Este diferimiento fue prorrogado por el art. 52 de la ley 26.422 y 49 de
la ley 26.546.
OM
tivo.
III.8.1. La prueba
.C
El régimen de la prueba en el proceso contencioso es, en
principio, igual que en el proceso civil con matices menores
que luego analizaremos.
DD
Ya hemos dicho que existen diversos principios que deben
conjugarse en el ámbito probatorio:
OM
tes, los hechos que sustenten la legitimidad de sus decisiones,
pero una vez dictado el acto, éste goza de presunción legitimi-
dad y, consecuentemente, es el particular quien debe probar
que el acto es ilegítimo.
.C
do quien debe probarlos, esa obligación recae sobre el Estado
cuando éste se encuentre en mejores condiciones de hacerlo.
OM
de fecha anterior agregados al expediente.
.C
error, dolo o violencia”.
OM
presentado oportunamente el pliego de posiciones y el absol-
vente estuviere debidamente notificado”.
.C
dictar sentencia definitiva, las circunstancias y motivos que
corroboren o disminuyan la fuerza de las declaraciones”.
DD
Sobre esta prescripción se ha dicho que “la norma... no se
concilia con valoraciones anticipadas de la prueba y remite
exclusivamente a la apreciación que los jueces formulen, en
cada caso concreto, de acuerdo con las reglas de la lógica, los
principios científicos y las máximas de experiencia” (128).
LA
OM
y b) el principio de las pruebas dinámicas que nos dice que el
hecho debe probarlo aquel que estuviese en mejores condi-
ciones de hacerlo. Sin perjuicio de lo expuesto en el párrafo
anterior —principio general—, el propio texto legal invierte en
ciertos casos la carga de las pruebas —por ejemplo— cuando
el servicio público domiciliario se interrumpe o sufre altera-
.C
ciones. Así, en tales supuestos, “se presume que es por causa
imputable a la empresa prestadora” (artículo 30). Otro caso.
“Cuando una empresa de servicio público domiciliario con va-
riaciones regulares estacionales facture en un período consu-
DD
mos que exceden en un setenta y cinco por ciento el promedio
de los consumos correspondientes al mismo período de los dos
años anteriores se presume que existe error en la facturación”
(artículo 31). Un tercer supuesto es el siguiente: si en las cons-
tancias de pago que entreguen las empresas prestatarias de
LA
III.8.2. La prejudicialidad
OM
riamente una infracción de orden administrativo, salvo —por
ejemplo— el caso de los delitos contra la Administración Pú-
blica (129).
.C
chos desde su especialidad y criterio. Puede ocurrir entonces
que el juez penal interprete que el hecho imputado no confi-
gura delito y que, sin embargo, el juez contencioso interprete
DD
que ese mismo hecho sí constituye una infracción adminis-
trativa. En otras palabras, es plausible que el juez penal ab-
suelva —en el marco del proceso penal— y el juez contencioso
confirme el acto sancionador estatal. ¿Es razonable? Creemos
que sí porque los jueces juzgan ese hecho desde perspectivas
LA
OM
siguientes casos: 1) si hubiere fallecido el acusado antes de ser
juzgada la acción criminal, en cuyo caso la acción civil puede
ser intentada o continuada contra los respectivos herederos;
2) en caso de ausencia del acusado, en que la acción criminal
no puede ser intentada o continuada”.
.C
diante el instituto de la prejudicialidad, es decir, el juez penal
debe resolver en primer lugar y sólo luego corresponde la in-
tervención del juez civil (130).
DD
Por nuestro lado, creemos que este criterio propio del de-
recho civil no debe aplicarse en el campo del derecho público.
En verdad, en el ámbito del derecho público no existe ningu-
na norma que regule el caso planteado y nos indique cómo
LA
resolverlo.
OM
tos entre el ejercicio de las potestades administrativas y el po-
der jurisdiccional del juez penal.
.C
que el hecho imputado —materialidad— no existió? En este
caso, sin perjuicio de que el Ejecutivo puede revocar el acto
sancionador, cabe pensar en el recurso de revisión que prevé
DD
el artículo 22 de la LPA, cuyo inciso c) establece que éste pro-
cede “cuando hubiere sido dictado basándose en documentos
cuya declaración de falsedad se desconocía o se hubiere de-
clarado después de emanado el acto”.
dad la ley sólo prevé el caso opuesto, esto es, el reemplazo por
otra mayor?
OM
ciales contradictorias. ¿Cómo debe resolverse este conflicto?
La ley no nos dice cómo hacerlo.
.C
podamos aplicar analógicamente (hemos explicado ya que el
artículo 1101, CC, es inaplicable), es necesario recurrir a los
principios generales del derecho. En este marco cabe desta-
DD
car el acceso a la justicia y el control judicial en términos cier-
tos y efectivos. Hemos dicho que, en particular, el derecho de
acceso a la jurisdicción supone que la decisión judicial tenga
carácter eficaz y oportuno, es decir, debe comprender —entre
otros aspectos instrumentales— el derecho a que los conflic-
LA
OM
detallado en los puntos 1) a 4), con exclusión del 5) porque
aquí las sentencias son complementarias, mientras que en el
marco del ilícito penal y sancionador sólo cabe aplicar una de
ellas por el principio del non bis in idem.
.C
El camino básico del trámite judicial contra el Estado na-
cional es la acción ordinaria ante el juez de primera instancia
DD
con competencia en lo Contencioso Administrativo Federal,
cuyo trámite está regulado en el Código Procesal Civil y Co-
mercial de la Nación y las leyes complementarias.
vías especiales.
OM
sobre su naturaleza por haberse tornado superficial y jurídi-
camente irrelevante.
.C
bertades personales— y no otro proceso especial. Fue enton-
ces cuando la Corte creó la figura del amparo con el objeto de
proteger y garantizar los derechos constitucionales mediante
DD
un proceso judicial rápido y expedito ante los actos u omisio-
nes del Estado y los particulares (131).
(131) CSJN, Fallos 239:459; 241:291. En el primero de ellos los jueces sostu-
vieron que “las garantías individuales existen y protegen a los individuos por el
solo hecho de estar consagradas por la Constitución e independientemente de
las leyes reglamentarias”.
(132) Artículo 1°.
OM
co o el desenvolvimiento de las actividades esenciales
del Estado;
d) la exigencia de mayor amplitud de debate o prueba o
el planteo y declaración de inconstitucionalidad de la
norma (133) y, finalmente,
.C
e) la presentación de la acción más allá de los quince días
hábiles contados “a partir de la fecha en que el acto fue
ejecutado o debió producirse” (134).
DD
A su vez, el Legislador fijó otro de los presupuestos del am-
paro, esto es, la legitimación. ¿Quién puede deducir esta ac-
ción? Las personas individuales y jurídicas titulares de un
derecho —afectadas en sus derechos o garantías— y las aso-
ciaciones que sin revestir el carácter de personas jurídicas
LA
(133) Sin perjuicio del contenido de esta cláusula, la Corte dijo —desde mu-
cho tiempo atrás— que el principio según el cual no cabe la declaración de in-
constitucionalidad en esta clase de acciones, no debe reputarse absoluto. CSJN,
“Outón, Carlos José s/ amparo”, sent. del 29 de marzo de1967, Fallos 267:215.
(134) Artículo 2°.
(135) Artículo 5°.
(136) “La sentencia firme declarativa de la existencia o inexistencia de la
lesión, restricción, alteración o amenaza arbitraria o manifiestamente ilegal de
un derecho o garantía constitucional, hace cosa juzgada respecto del amparo,
dejando subsistente el ejercicio de las acciones o recursos que puedan corres-
ponder a las partes, con independencia del amparo”, artículo 13, ley 16.986. Por
OM
procesos establecidos por el propio Código Procesal u otras
leyes (137).
.C
Primer párrafo: “Toda persona puede interponer acción
expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro me-
dio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autori-
dades públicas o de particulares, que en forma actual o inmi-
DD
nente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad
o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidas por
esta Constitución, un Tratado o una ley. En el caso, el juez po-
drá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se
funde el acto u omisión lesiva”.
LA
otro lado, la ley dice que es competente el juez con jurisdicción en el lugar en
que el acto se exteriorice o tuviere o pudiere tener efecto y, en principio, deben
observarse las normas sobre competencia en razón de la materia. El mismo ar-
tículo 4 de la ley establece que “cuando un mismo acto u omisión afectare el
derecho de varias personas, entenderá en todas esas acciones el juzgado que
hubiese prevenido, disponiéndose la acumulación de autos, en su caso”.
(137) Artículo 321, inciso 2, CPCC.
A su vez, es obvio, tal como surge del texto del artículo 43,
OM
CN, que no es necesario agotar las vías administrativas para
interponer la acción judicial de amparo y que el juez puede
declarar la inconstitucionalidad de las normas cuestionadas
en el marco de este proceso (138).
.C
amparo. Ellos son, según nuestro criterio, los siguientes.
OM
resolver y que permite, según el caso, ampliar o restringir este
remedio procesal.
.C
tas al respecto:
las omisiones—.
OM
nes y sus efectos perduren respecto de los derechos del recu-
rrente, es decir, de modo actual y sin perjuicio del paso del
tiempo.
.C
minos de actualidad. En el caso que citamos anteriormente,
esto es, el rechazo del permiso, sus efectos en sí mismos son
permanentes pero el carácter actual de éstos es relativo y no
DD
absoluto, y su relatividad temporal está dada por los derechos
afectados y las circunstancias del caso. Por ejemplo si el per-
miso solicitado es anual, entonces sus efectos en términos de
actualidad cesaron al año, aun cuando el efecto subsiste más
allá de ese período temporal.
LA
OM
incorrecto. En este último supuesto puede interpretarse la de-
cisión estatal, esto es, el pago indebido del salario como un
comportamiento material ilegítimo, pero en verdad constituye
un caso de omisión estatal porque el Estado dictó el acto que
dice cómo liquidar el salario y simplemente omite cumplirlo.
Por su parte, el supuesto de comportamiento material ilegíti-
mo o vías de hecho, ocurre, según nuestro criterio, cuando el
.C
agente desempeña sus tareas sin el correspondiente acto de
designación o cumple tareas propias de un cargo jerárquico
superior y el Estado empleador no cumple con el pago del sa-
DD
lario ni diferencias salariales.
Esta distinción es importante porque en el marco de los
procesos ordinarios el recurrente debe en ciertos casos agotar
las vías administrativas y en otros no. Sin embargo, en el pro-
LA
OM
se expida sobre todos ellos por razones de celeridad y segu-
ridad jurídica. De todas maneras, cabe advertir en el marco
del ejemplo dado que los operadores jurídicos —mayoritaria-
mente— consideran que las cuestiones de empleo público de-
ben ventilarse por medio de los procesos ordinarios y no por
las vías del amparo.
.C
En conclusión, el plazo de quince días sólo rige, según
nuestro criterio, desde que cesaron los efectos del acto en tér-
minos de actualidad y, en los supuestos de actos reiterativos,
DD
desde que desaparecieron los efectos del último de los actos.
En materia de amparo también es muy importante definir
ciertas pautas o estándares básicos sobre el concepto de ilega-
lidad o arbitrariedad manifiesta así como sobre la existencia
LA
OM
una acción de amparo con el objeto de que la justicia revocase
la decisión del gobierno de autorizar la exhibición pública de
una muestra artística porque, según su criterio, ciertas obras
“configuran menosprecio, menoscabo, alteración, desfigura-
ción o transformación o cualquier otra forma de agravio a los
objetos o representantes del culto que en la muestra se exhi-
.C
ben”. La exposición vencía el día 27 de febrero del año 2005 y
el amparo fue iniciado en el mes de diciembre del año 2004,
de modo que aquí también es obvio que el único medio judi-
DD
cial idóneo y eficaz por razones temporales era el amparo.
OM
al respecto sólo tienen contenido en los casos concretos, pero
no es posible, según nuestro parecer, construir el edificio dog-
mático del amparo en un plano teórico y abstracto. Sin perjui-
cio de ello, cabe recordar que la Corte dijo reiteradamente que
la acción de amparo es una vía procesal excepcional (142).
.C
Por otra parte, la Corte ha señalado que “… al interpretar
el ya tantas veces mencionado art. 43 de la Constitución Na-
cional, el Tribunal admitió que la protección judicial efecti-
DD
va no se reduce únicamente al amparo strictu sensu sino que
es susceptible de extenderse a otro tipo de remedios proce-
sales de carácter general como —en esa ocasión— el hábeas
corpus colectivo, pues es lógico suponer que si se reconoce la
tutela colectiva de los derechos citados en el párrafo segun-
LA
OM
judicial, es decir, el trámite y el tiempo real de los procesos y
decisiones judiciales.
.C
términos ciertos y reales.
narias (144).
ciales. ¿Por qué decimos esto? Porque en ciertos casos los jue-
ces interpretaron que si el Legislador previó recursos direc-
tos ante las Cámaras de Apelaciones (tribunales de alzada), el
amparo es improcedente. Entendemos que este razonamien-
to es incorrecto porque el objeto de ambos procesos no debe
superponerse y, en consecuencia, el recurso directo no suple
de ningún modo la vía del amparo.
OM
impugnado y 3- las sentencias definitivas. El recurso debe in-
terponerse en el plazo de cuarenta y ocho horas y el juez debe
denegarlo o concederlo con ambos efectos, es decir, con efec-
tos suspensivos.
.C
suspende las medidas precautorias otorgadas en el proceso de
amparo. En los procesos ordinarios y según el Código Proce-
sal no es así.
DD
Por nuestro lado, opinamos que el efecto suspensivo del re-
curso de apelación no garantiza debidamente el derecho de
los actores porque aun cuando hubiesen obtenido una medi-
da cautelar a su favor, ésta debe suspenderse en caso de ser
recurrida por el Estado.
LA
OM
b) garantiza el control de legalidad de las conductas esta-
tales con mayor extensión que el amparo individual ya
que como sostuvimos anteriormente no se trata —se-
gún nuestro criterio— de un modo de representación
procesal de una pluralidad de titulares de derechos
subjetivos, sino de un concepto más amplio sobre ob-
.C
jetos colectivos;
c) permite encauzar judicialmente los reclamos que en
sí mismos son mínimos en términos económicos y
DD
que desalientan el inicio de las acciones individuales
en razón de los costos y tiempos del proceso y —ade-
más— por sus resultados casi insignificantes. Sin em-
bargo en el marco del proceso de amparo colectivo al
sumarse los reclamos mínimos y encauzarse éstos en
LA
OM
a otros y c) las costas del proceso, es decir, los gastos del juicio
como por ejemplo el costo de las notificaciones o publicaciones
de los edictos y los honorarios y gastos de los peritos. ¿Quiénes
deben cargar con las costas? ¿Es posible, en caso de rechazo de
la acción, imponer las costas a los actores? ¿El Estado siempre
debe cargar con las costas? Más allá de las respuestas puntua-
les ante cada uno de estos interrogantes, el principio que debe
.C
guiarnos es el acceso amplio ante el Poder Judicial (145).
DD
IV.2. La acción de amparo por mora
OM
de un derecho subjetivo, interés legítimo o interés colectivo
en el marco del expediente administrativo.
.C
excede límites razonables sin hacerlo. Pero, ¿cuál es el lími-
te temporal en que debe resolver el Ejecutivo? Creemos que
el artículo 10, LPA, responde debidamente este interrogante.
DD
Dice el artículo 10, LPA, que “si las normas especiales no pre-
vieren un plazo determinado para el pronunciamiento, éste
no podrá exceder de sesenta días”. El precepto agrega luego
que “vencido el plazo que corresponda, el interesado reque-
rirá pronto despacho y si transcurrieren otros treinta días sin
LA
OM
treinta días del artículo 10, LPA, son institutos propios del si-
lencio y su configuración como rechazo del planteo de fondo
del interesado, pero —insistimos— no son piezas relevantes
en la configuración de los presupuestos propios del amparo
por mora. Más aún, en este caso, es decir el amparo por mora,
no es necesario que el Estado se expida sobre el fondo de la
.C
cuestión, circunstancia que sí debe estar presente en el marco
del silencio administrativo (artículo 10, LPA).
OM
nistración, debe presentar el planteo judicial.
.C
ministración que resuelva en el plazo que él establece según
la naturaleza y complejidad del asunto pendiente de decisión
estatal.
DD
Por último, el propio texto del artículo 28, LPA, dice que la
decisión judicial es inapelable. Sin embargo la Cámara Fede-
ral en lo Contencioso Administrativo en pleno en el antece-
dente “Transportadora de Caudales Zubdesa” sostuvo que la
LA
hasta que el particular tenga por denegada la petición y continúe con la instan-
cia correspondiente. Un pedido administrativo de pronto despacho no significa
que después necesariamente el interesado opte por el silencio.” Hutchinson,
Tomás, “La inactividad de la administración y su control”, en Control de la Ad-
ministración Pública (administrativo, legislativo y judicial), Ed. Cs. de la Admi-
nistración, 2003, p. 190). Por su parte Barra sostiene que “una vez interpuesto
OM
Otra cuestión. ¿Debe aplicarse el régimen del amparo ju-
dicial en el trámite del amparo por mora? Entendemos que
no ya que el amparo por mora tiene un régimen especial y no
existe homogeneidad entre el objeto de ambos procesos que
justifique aplicar la ley 16.986 y sus reglas.
.C
¿Qué ocurre en caso de desobediencia a la orden de pronto
despacho judicial? El artículo 29, LPA, establece que en caso
de incumplimiento, el juez debe comunicarlo a la autoridad
DD
superior del agente responsable a los efectos de la aplicación
de las sanciones disciplinarias (148). ¿Puede el juez aplicar as-
treintes en caso de incumplimiento? Creemos que no existe
ningún obstáculo, de modo que el juez puede imponer “san-
ciones pecuniarias compulsivas y progresivas tendientes a
LA
OM
¿Cómo deben aplicarse las costas del proceso? Cabe seña-
lar que existe una corriente de opinión que sostiene que el ré-
gimen del amparo —ley 16.986— y en particular el capítulo
sobre las costas del proceso, es aplicable en el ámbito del am-
paro por mora.
.C
Conviene quizás recordar que el artículo 14 de la ley 16.986
(Ley de Amparo) establece que las costas se imponen al ven-
cido pero que “no habrá condena en costas si antes del plazo
fijado para la contestación del informe a que se refiere el ar-
DD
tículo 8º cesara el acto u omisión en que se fundó el amparo”.
Entendemos, siguiendo el mismo hilo argumental que expusi-
mos en los párrafos anteriores, que no es aplicable el régimen
de la acción de amparo sobre el amparo por mora y que, en el
caso particular de las costas, este criterio es aún más claro.
LA
con las costas del proceso. Sin embargo, en el caso del ampa-
ro por mora —aun cuando el Estado dé respuesta al planteo
del recurrente antes del vencimiento del plazo del informe
que prevé el artículo 28, LPA—, cabe sostener que igualmente
OM
trovertidos de la acción declarativa.
.C
jurídica, en tanto se trata de la aplicación de un gravamen o
sanción respecto de actividades ya cumplidas u omitidas, la
existencia de un interés jurídico suficiente en el accionante,
DD
ya que ha mediado una actividad explícita del poder adminis-
trador dirigida a la percepción de aquél, y la carencia de otra
vía para articular la pretensión que se trae al proceso” (150).
OM
mación del daño” (152).
.C
sión— sino de despejar las dudas sobre la aplicación de un ré-
gimen jurídico confuso e incierto.
(152) CSJN, “Santiago del Estero, Provincia de c. Estado Nacional y/o YPF”,
sent. del 20 de agosto de 1985, Fallos 307:1379.
OM
der a un caso, ya que dicho procedimiento no tiene carácter
simplemente consultivo, ni importa una indagación mera-
mente especulativa, sino que la acción debe tener por fina-
lidad precaver las consecuencias de un acto en ciernes —al
que se atribuye ilegitimidad y lesión al régimen federal— y fija
las relaciones legales que vinculan a las partes en conflicto…
.C
para que exista caso a los fines de la procedencia de la acción
declarativa, es necesario que medie: a) actividad administra-
tiva que afecte un interés legítimo, b) que el grado de afecta-
DD
ción sea suficientemente directo, c) que aquella actividad ten-
ga concreción bastante” (153).
OM
rechos subjetivos que nacieron de él, debe iniciar las acciones
judiciales con el propósito de que el juez sea quien declare su
invalidez. Este proceso y la acción respectiva llevan el nombre
de lesividad.
.C
En este contexto, el Estado alega su propia torpeza, esto
es, la negligencia en sus actuaciones, cuestión prohibida en el
marco del derecho privado pero admitida en el campo del de-
DD
recho público y en relación con el Estado.
OM
en particular, sobre: a) la documentación a acompañar, particu-
larmente el expediente administrativo y b) el trámite de trasla-
do de la demanda y el plazo de contestación, entre otros.
Por el otro, el Estado no debe agotar las vías administrativas
porque esto es un privilegio estatal y, además, la LPA establece de
modo expreso que “no habrá plazos para accionar en los casos
.C
en que el Estado o sus entes autárquicos fueren actores, sin per-
juicio de lo que corresponda en materia de prescripción” (157).
DD
Por último, cabe recordar que el Estado también es par-
te actora en otros procesos judiciales, por ejemplo, a) las eje-
cuciones fiscales, b) el proceso de ejecución de los actos que
no tienen fuerza ejecutoria por aplicación de las excepciones
del artículo 12, LPA, o c) el caso de desalojo de inmuebles de
su propiedad. Agreguemos que cuando el Estado pretende el
LA
OM
(comúnmente actos administrativos) en los casos en que esté
previsto expresamente en la ley y tienen un régimen especial
distinto del proceso ordinario.
.C
sos directos es de treinta días hábiles judiciales desde la no-
tificación de la resolución definitiva que agotó las instancias
administrativas, salvo que las normas fijen otro plazo (158).
DD
Sin embargo —en general— las leyes que incorporan el
instituto procesal del recurso directo prevén un plazo propio
y específico de interposición. Por ejemplo, la Ley sobre el Ré-
gimen de la Energía Eléctrica establece que las sanciones apli-
cadas por el ente deben impugnarse ante la Cámara de Apela-
LA
OM
la cesantía o exoneración de los agentes estatales, en cuyo
caso éstos pueden impugnarlos por el sendero administrativo
y, una vez agotado éste, acudir a la sede judicial “o recurrir di-
rectamente por ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Contencioso Administrativo Federal o por ante las Cámaras
federales con asiento en las Provincias” en el plazo de noventa
.C
días hábiles judiciales.
OM
gislador exceptuó en ciertos casos el proceso ordinario y si-
guió este camino? ¿El recurso directo es un remedio procesal
más expedito y rápido? Creemos que el fundamento de los re-
cursos directos en el ámbito judicial contencioso es simple-
mente la distribución de trabajo entre los tribunales de dife-
rentes instancias.
.C
Conviene aclarar que el recurso directo no es simplemen-
te un proceso de revisión, limitándose el tribunal colegiado
DD
—de Alzada— a conocer los hechos y medios probatorios pro-
ducidos y debatidos en el ámbito administrativo, sino que es
un proceso judicial pleno, tal como si se tratase de un proceso
ordinario ante los jueces de las primeras instancias.
OM
vía analógica— a las previsiones del Código Procesal Civil y
Comercial.
.C
gún el bloque propio del Derecho Procesal Administrativo.
OM
además contradice ciertas disposiciones legales expresas y es-
pecíficas. Por ejemplo, el artículo 66 in fine de la ley 24.076 que
establece que cuando se impugnen judicialmente las decisio-
nes jurisdiccionales del ente regulador, el plazo para contes-
tar es, en tal caso, de quince días (163). A su vez, sólo en ciertos
casos el recurso contra el acto jurisdiccional del ente regula-
.C
dor debe concederse libremente y este concepto es contradic-
torio con el proceso judicial ordinario cuyo decisorio definiti-
vo es siempre recurrible libremente.
DD
En conclusión, si trasladamos el bloque normativo propio
del proceso ordinario sobre el campo de los recursos directos,
no es posible encastrar ciertas piezas jurídicas dispersas y vi-
gentes.
LA
OM
gimen probatorio del proceso ordinario satisface el estándar
de control judicial suficiente. Pero paso seguido aclararon que
ello no supone aplicar todos los trámites previstos en dicho
Código y menos aún que deba seguirse el camino del Libro II,
del Título II del Código, es decir, el proceso ordinario. En par-
ticular, el tribunal consideró que no es aplicable al caso la fija-
.C
ción de la audiencia que prevé el artículo 360 del Código Pro-
cesal (164).
OM
dantes del Código Procesal—. Por ejemplo, la Ley de Regula-
ción del Servicio del Gas establece que los recursos que tienen
por objeto impugnar los actos jurisdiccionales dictados por
el ente deben ser concedidos libremente (166). Seguimos este
camino con las salvedades que detallamos en los siguientes
párrafos.
.C
Así, las reglas procesales sobre los recursos de apelación
concedidos libremente —CPCC— deben adaptarse a los prin-
cipios propios del Derecho Procesal Administrativo. La Corte
DD
sostuvo que los recursos directos por ante los tribunales de al-
zada, pese a su denominación, no deben ser tratados simple-
mente como recursos de apelación de las resoluciones (167). ¿Por
qué? En primer lugar, porque —más allá del agotamiento de
las vías administrativas— no existe necesariamente continui-
LA
OM
podrá ‘apelar’— habilitan para la revisión judicial de diversas
resoluciones —sea por una Cámara de Apelaciones, sea por
un juez de primera instancia— traducen modos autónomos
de impugnación de tales actos administrativos, por lo que,
por su naturaleza, constituyen ‘acciones judiciales’ [...] Conse-
cuentemente, si tales vías constituyen acciones judiciales y no
.C
recursos procesales, deben ser aplicables las normas procesa-
les regulatorias de aquéllas” (169).
El recurso directo debe ser interpretado entonces como
DD
acción en términos técnicos procesales. Por eso, el régimen
de los recursos de apelación concedidos libremente debe ade-
cuarse en los siguientes aspectos:
a) Por un lado, no cabe aplicar las limitaciones que esta-
LA
OM
cuestionado (171).
En igual sentido, se ha sostenido que la apertura a prueba
procede siempre que resulte necesario demostrar los hechos
invocados en la causa o constituya una consecuencia directa
del control judicial real y suficiente sobre las conductas esta-
tales —según los términos definidos por la Corte— (172).
.C
A su vez, tratándose de un juicio pleno, el juez no solamen-
te puede y debe revisar las cuestiones de derecho sino tam-
DD
bién las de hecho —no sólo los hechos planteados en sede ad-
ministrativa sino también aquellos alegados por las partes en
el recurso judicial— (173).
OM
do que es incompatible con los derechos y garantías constitu-
cionales (175).
.C
principio de congruencia— por el objeto de las pretensiones y
no por las cuestiones de hecho, derecho o carácter probatorio
planteados en el marco del procedimiento administrativo.
DD
El escenario interpretativo que condice con las garantías
y derechos constitucionales es aquel que reconoce el derecho
instrumental de plantear los hechos y ofrecer y producir las
pruebas que las partes estimen necesarias o convenientes con
LA
(176) La Cámara sostuvo que, a falta de una norma expresa y a los fines de
garantizar un control judicial suficiente en los recursos directos, corresponde
abrir a prueba el recurso directo por el plazo de 40 días, aunque excluyendo la
audiencia previa prevista en el art. 360 del CPCCN. CNContenciosoadministra-
tivo Federal, sala V, “Gas Natural Ban S.A. c. resolución 506/97 ENARGAS”, sent.
del 18 de noviembre de 1998.
(177) La Cámara aplicó el principio del informalismo a favor del adminis-
trado para admitir el recurso judicial de apelación de la sociedad actora, pese
a su errónea calificación y, asimismo, aceptó la ampliación de fundamentos
realizada a posteriori de su presentación. CNContenciosoadministrativo Fede-
ral, sala IV, “Distribuidora de Gas Pampeana S. A. c. ENARGAS”, sent. del 12 de
mayo de 1996.
OM
Finalmente cabe señalar que el recurso directo es de ca-
rácter excepcional y —consecuentemente— sólo procede
cuando el Legislador lo ha previsto de modo explícito.
.C
tenderse sobre otros supuestos no previstos de modo expre-
so por las normas. En otros términos, este recurso es una vía
de impugnación específica que solamente cabe en los casos
DD
taxativamente contemplados por la ley (179).
OM
constituye obstáculo para su admisibilidad formal, tal crite-
rio interpretativo no puede utilizarse de manera irrestricta en
todos aquellos supuestos en que se cuestionan decisiones de
carácter universitario que no emanen de su máxima autori-
dad… pues implicaría soslayar la vía específicamente previs-
ta por el Legislador como la más idónea para su tratamiento
.C
y resolución, máxime teniendo en cuenta que en el sub lite no
existía una situación de urgencia” (181).
DD
IV.6. Las acciones en el marco de los procesos colectivos
OM
Pero sin perjuicio de las sanciones administrativas impues-
tas al infractor y el daño directo reconocido por las Autorida-
des de Aplicación a favor del consumidor o usuario, es posible
—como ya comentamos— iniciar acciones judiciales cuando
se afecten o pudiesen afectar intereses de los usuarios y con-
.C
sumidores por las conductas de los prestadores y proveedores
de bienes y servicios. En tal caso, los sujetos legitimados son:
a) el consumidor y usuario por su propio derecho, b) las aso-
ciaciones de usuarios y consumidores que tuviesen autoriza-
DD
ción de la Autoridad de Aplicación para funcionar y cumplie-
sen con ciertas condiciones especiales que prevé la ley, c) las
Autoridades de Aplicación nacional o locales, d) el Defensor
del Pueblo y, por último, e) el Ministerio Público Fiscal.
LA
OM
opinar el Ministerio Público Fiscal sobre los intereses
de los consumidores o usuarios afectados. El “acuerdo
deberá dejar a salvo la posibilidad de que los consumi-
dores o usuarios individuales que así lo deseen puedan
apartarse de la solución general adoptada para el caso”.
Finalmente, el artículo 55 en su redacción actual, agrega
.C
que “las acciones judiciales iniciadas en defensa de intereses
de incidencia colectiva cuenta con el beneficio de justicia gra-
tuita.”
DD
Por su parte, la Ley General del Ambiente (ley 25.675) con-
tiene previsiones de naturaleza procesal en el capítulo sobre la
regulación del daño ambiental. Así, en cuanto a la legitimación,
el artículo 30 dice que “producido el daño ambiental colectivo,
tendrán legitimación para obtener la recomposición del am-
LA
OM
V. Los medios alternativos de resolución
de conflictos
.C
subjetivas, ha dado paso a una justicia masiva y a un Poder
Judicial colapsado.
DD
Es cierto que se han creado mecanismos idóneos en el
marco judicial, tal como ocurre con los procesos colectivos,
pero a pesar de ello es necesario crear otras vías alternativas
de resolución de los conflictos en términos razonables y expe-
ditivos. Analicémoslos por separado.
LA
V.1. El arbitraje
OM
el artículo 1°, o, en su caso, en el artículo 2° cuando también
se les hubiere delegado esta facultad, formular allanamientos
y desistimientos, otorgar quitas y esperas, transigir, conciliar,
rescindir contratos, someter a juicio arbitral o de amigables
componedores, aceptar herencias o legados, e iniciar y prose-
guir juicios sucesorios”.
.C
Por su lado, la Procuración del Tesoro sostuvo que “cuando
las partes voluntariamente convienen someter la disputa a ar-
bitraje mediante un acuerdo llamado Compromiso de Juicio
DD
Arbitral, en el que se aplicará el procedimiento del proceso
sumarísimo —artículos 736 y 498 CPCCN— el referido Com-
promiso participa de las características del arbitraje volunta-
rio, convencional y de derecho, tanto por su origen, como por
su fuente y por su procedimiento” (183).
LA
OM
la Corte.
A su vez, los medios para la cancelación de las obliga-
ciones dinerarias que surgiesen del laudo arbitral sólo
podían ser aquellos previstos en la ley 23.982;
3) las controversias con motivo de los contratos celebra-
.C
dos bajo el régimen del decreto 966/05. Así, por caso, los
pliegos de bases y condiciones y la documentación refe-
rida al Concurso de Proyectos Integrales pueden some-
terse a mecanismos de avenimiento o arbitraje (184) y
DD
4) las controversias que pudiesen surgir con ocasión de
los contratos celebrados bajo el régimen del decreto
967/05 y los pliegos de bases y condiciones y la docu-
mentación correspondiente (185).
LA
OM
árbitros que actúen fuera de la República, salvo en los casos
en que los tribunales argentinos tengan jurisdicción exclusiva
o cuando la prórroga esté prohibida por ley (187).
Por su parte, el Tratado del CIADI —suscrito por nuestro
país— dice que “todo Estado contratante reconocerá al laudo
dictado conforme a este Convenio carácter obligatorio y hará
.C
ejecutar dentro de sus territorios las obligaciones pecuniarias
impuestas por el laudo como si se tratase de una sentencia fir-
me dictada por un tribunal existente en dicho Estado”. Ade-
DD
más, el Tratado agrega que el laudo arbitral debe ejecutarse
según las normas del país en que deba ser cumplido.
Los Tratados bilaterales de protección de inversiones —ce-
lebrados en el marco del CIADI— entre Argentina y otros Esta-
dos prevén también el procedimiento de arbitraje como modo
LA
OM
mentario del Centro, las reglas de Arbitraje de la Comisión de
las Naciones Unidas sobre el Derecho Mercantil Internacional
(CNUDMI) o cualquier otra institución arbitral (188).
En sentido análogo, la ley 24.118 sobre el Acuerdo entre la
Argentina y España dispone que si las controversias no pue-
den ser dirimidas amigablemente en el plazo de seis meses,
.C
entonces deben ser sometidas a petición de cualquiera de las
partes a los tribunales competentes de la parte en cuyo terri-
torio se realizó la inversión. Sin perjuicio de ello, el conflicto
DD
puede ser sometido ante un tribunal arbitral internacional en
los siguientes casos: 1) por pedido de cualquiera de las par-
tes cuando transcurridos dieciocho meses, el tribunal com-
petente no hubiese resuelto la controversia o hubiese sido re-
suelta por aquél pero continuase el conflicto entre las partes
LA
V.3. La mediación
FI
OM
correspondiente, acompañando las constancias de la me-
diación.
.C
te deberá acompañar, juntamente con el escrito de deman-
da, el certificado que hubiere expedido el mediador en el que
conste que no se ha arribado a un acuerdo en la mediación
intentada” (189).
DD
Por su parte, el artículo 2° de la ley excluye del procedimien-
to de mediación obligatoria a aquellas “causas en que el Esta-
do Nacional o sus entidades descentralizadas sean parte”.
LA
prohíbe” (190).
V.4. La conciliación
OM
lo anterior, el juez y las partes podrán proponer fórmulas con-
ciliatorias. Si se arribase a un acuerdo conciliatorio, se labrará
acta en la que conste su contenido y la homologación por el
juez interviniente. Tendrá efecto de cosa juzgada y se ejecu-
tará mediante el procedimiento previsto para la ejecución de
sentencia. Si no hubiera acuerdo entre las partes, en el acta se
.C
hará constar esta circunstancia, sin expresión de causas. Los
intervinientes no podrán ser interrogados acerca de lo acon-
tecido en la audiencia”.
DD
La Procuración del Tesoro dijo que “ni el artículo 2° de la
ley 24.573 que no establece el procedimiento de mediación
obligatoria a las causas en las que el Estado Nacional o sus
entidades descentralizadas sean parte, ni el artículo 2° de la
ley… que instituyó la instancia obligatoria de Conciliación La-
LA
(191) El dictamen luego agrega que “por ello, a fin de sanear el proce-
dimiento seguido, corresponde que la autoridad respectiva conforme al De-
creto 411/80 y sus modificatorios, se expida sobre la conciliación arribada. Si,
en ejercicio de facultades que le son propias, la aprobase, dada la situación de
excepción planteada, en este caso concreto, no habría obstáculos para que se
proceda a su cumplimiento a fin de evitar consecuencias más gravosas para los
intereses de la Administración.” PTN, Dictámenes 256:170.
OM
En relación con el proceso contencioso administrativo en
la Ciudad de Buenos Aires trataremos simplemente los aspec-
tos que consideramos más relevantes y, particularmente, in-
novadores respecto del proceso judicial en el ámbito federal.
.C
En el campo local existe un Código Procesal Contencioso
Administrativo de modo que es claro cuál es el régimen jurí-
dico aplicable, más allá de sus indeterminaciones. Veamos los
DD
distintos capítulos (192).
VI.1. La competencia
(192) La ley 2435 modificó el artículo 464 del Código Contencioso Admi-
nistrativo y Tributario de la Ciudad de Buenos Aires —ley 189— referido a la
FI
OM
contencioso administrativos de la Ciudad de Buenos Aires co-
rresponde —en primer lugar— hacer un breve análisis de las
normas jurídicas más relevantes por orden jerárquico.
.C
propias del gobierno local incorporó expresamente las facul-
tades de legislación y jurisdicción (194).
DD
Así, el status jurídico de la Ciudad debe asimilarse al de las
Provincias como justificamos en detalle en el capítulo VII del
tomo I de este Tratado.
OM
Sin embargo, la norma antes citada no estableció cuál es
el criterio que debe guiarnos para determinar la competencia
de los jueces contenciosos sino que simplemente se limitó a
reconocer el carácter local de los tribunales (197).
.C
nacional no fijó el criterio objetivo, subjetivo o mixto respec-
to de las competencias de los tribunales locales contencioso
administrativos sino que dejó este estándar en las orillas del
DD
Legislador local.
(196) Cabe aclarar que la ley 24.588 fue modificada por la ley 26.288 que
sustituyó el texto del artículo 7° por el siguiente: “El Gobierno nacional ejer-
cerá en la Ciudad de Buenos Aires, mientras sea Capital de la República, sus
funciones y facultades en materia de seguridad con la extensión necesaria para
asegurar la efectiva vigencia de las normas federales. El Gobierno de la Ciudad
FI
OM
la Cámara Civil sostuvo que la Constitución Nacional otorgó
a la Ciudad facultades propias de legislación y jurisdicción,
sin perjuicio del poder del Congreso nacional de dictar la ley
de garantías de los intereses del Estado nacional. Es decir que
—según este criterio— el alcance de la jurisdicción local de
los tribunales contenciosos fue fijado por la ley de garantías
.C
que establece que la Ciudad tiene facultades propias de juris-
dicción en determinadas materias, entre ellas, “contencioso
administrativas”. Pero, ¿cuáles son las materias contencioso
DD
administrativas? Ello depende de cuál sea el derecho aplica-
ble y, por tanto, no puede ampliarse a los casos en que el Esta-
do local es parte más allá del Derecho Administrativo.
OM
de la integración de la Legislatura de la Ciudad, para consti-
tuir el fuero contencioso administrativo y tributario. Esta dis-
posición reafirmó el carácter local y propio de la jurisdicción
contenciosa administrativa pero de todos modos no definió el
criterio para delimitar la competencia de este fuero.
.C
Por su parte, el Legislador sancionó la Ley Orgánica del
Poder Judicial y determinó que la “justicia en lo contencio-
so administrativo y tributaria está integrada por veinticua-
DD
tro (24) juzgados que entienden en todas las cuestiones en que
la Ciudad sea parte, cualquiera fuera su fundamento u ori-
gen, tanto en el ámbito del derecho público como del derecho
privado” (198).
LA
OM
Del análisis literal de estas normas surge que, en principio,
en el ámbito de la Ciudad se sigue un criterio subjetivo res-
pecto de las competencias del fuero contencioso administra-
tivo porque el estándar es si las autoridades administrativas
son o no parte en el proceso judicial —sea como actor o de-
mandado— y con prescindencia de la aplicación de las nor-
.C
mas de derecho público o privado.
OM
demandado —como de previo y especial pronunciamiento—
está prevista la incompetencia del juez. Por otra parte, si bien
el Código no reconoce que el juez deba inhibirse de oficio en
caso de incompetencia —criterio distinto del Código Proce-
sal Nacional— ello surge del carácter de orden público de las
competencias contenciosas administrativas y tributarias que
.C
impide su prórroga incluso por acuerdo entre las partes.
Luego de la constitución del fuero contencioso, y al en-
tender los jueces en el conocimiento de todas las causas en
DD
que sean parte las autoridades administrativas de la Ciudad
—criterio subjetivo— o en que sean parte otras autoridades
en ejercicio de funciones o potestades administrativas —cri-
terio subjetivo y objetivo—, debió cesar la competencia de la
justicia nacional en lo Civil (202). Sin embargo, en los hechos si-
LA
CNCiv., sala E, “Souza, Norberto c. Helping Sistema de Salud y otros”, sent. del
23 de agosto del 2000, LA LEY, 2000-F, 615. La Cámara consideró que por tratar-
se de una materia civil (demanda por daños y perjuicios derivados de un con-
trato de prestación médica) corresponde la competencia de la Justicia Nacional
en lo Civil. En igual sentido, el precedente ya citado CNCiv., sala B, sent. del 8
de febrero de 2001, ED del 18 de abril de 2001, “Cammarota, Estela y otro c. CBA
OM
de la competencia local, para lo cual consideró no solamente
elementos objetivos, sino también el aspecto subjetivo (204).
.C
cal a fin de evitar la denegación de justicia. CSJN, “Metrovías SA c. Tiferes, San-
tiago”, sent. del 7 de abril de 1998, Fallos 321:725. Luego sostuvo que en materia
de ejecuciones fiscales corresponde la competencia local salvo que habiéndo-
se iniciado el juicio ante el fuero civil, hubiese recaído en él actos típicamente
DD
jurisdiccionales, es decir que importen la decisión de un conflicto mediante la
adecuación de las normas aplicables. CSJN, “GCBA c. Buzzano, Norberto s/ eje-
cución fiscal” y “GCBA c. Parra, Gabriel s/ ejecución fiscal”, sent. del 9 de agosto
de 2001, Fallos 324:2338. En el antecedente “Niella” la Corte sostuvo que ante la
constitución del fuero local —en el marco de una acción declarativa de certeza
iniciada por el titular de un inmueble contra el Gobierno por el cobro retroacti-
vo de ABL—, cesaba la intervención de la justicia civil. CSJN, “Niella c. GCBA”,
LA
sent. del 24 de octubre de 2000, Fallos 323:3284. Ver también, entre otros, “Meza
Araujo, María Justina c. Hospital General de Agudos y otros s/ daños y perjui-
cios por responsabilidad médica”, sent. del 27 de mayo de 2003, Fallos 326:1663.
“GCBA c. Soto, Alberto”, sent. del 27 de junio de 2002. “Alicia Oliveira - Defenso-
ra del Pueblo de la Ciudad c. GCBA s/ acción meramente declarativa”, sent. del
23 de setiembre de 2003, Fallos 326:3669. “Yacuiba SA s/ quiebra s/ incidente de
FI
OM
Sin embargo es importante remarcar que el principio en
el ámbito local no es el agotamiento de las instancias admi-
nistrativas en tanto el Código no prevé una cláusula general
como el artículo 30 de la LPA (ley 19.549), de modo que sólo es
necesario agotar las vías en sede administrativa por disposi-
.C
ción expresa del Legislador cuando el objeto de impugnación
es el acto administrativo de alcance particular y general. Veá-
moslo con mayor detalle según el Código Procesal local.
DD
Cabe señalar que si bien el Legislador precisó los requi-
sitos para tener por habilitada la instancia judicial en los ar-
tículos 3°, 4° y 5° del Código Contencioso Administrativo y Tri-
butario, el referido cuerpo legal no constituye la única norma
que rige este punto. En efecto, existen leyes especiales que es-
LA
OM
un lado, la Constitución dice que “la Ciudad garantiza: ... 6) el
acceso a la justicia de todos sus habitantes...”. Por su parte, el
Código define —como ya dijimos y repetimos en este punto—
las causas contencioso administrativas como “aquellas en que
una autoridad administrativa, legitimada para estar en juicio,
sea parte, cualquiera que sea su fundamento u origen, tanto
.C
en el ámbito del derecho público como del derecho privado”.
(207) La ley 19.987 había previsto que, en principio, “todas las causas ori-
ginadas por la actividad de la Municipalidad, que se manifieste por actos de
contenido general tanto en el ámbito del derecho público como del derecho pri-
vado, o individual, o por hechos, se sustanciarán por vía de la acción con arre-
FI
glo a las formas de juicio previstas por el Código Procesal Civil y Comercial de
la Nación...”. Y agregaba expresamente que para impugnar judicialmente los
actos debían agotarse previamente las instancias administrativas. Así, en re-
lación con los actos de alcance particular y general, se establecía la necesidad
de agotar las instancias administrativas en forma previa a la tutela jurisdiccio-
nal. Respecto de los actos de alcance individual o general a los que la autoridad
hubiere dado o comenzado a dar aplicación, la ley exigía la interposición de un
recurso administrativo, mientras que respecto de los actos de alcance general
—impugnación directa—, establecía la obligatoriedad de presentar un reclamo
previo. A su vez, la ley 20.261, en sentido concordante con las normas antes ci-
tadas, disponía la aplicación en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, entre
otros, de los artículos 23 —impugnación judicial de actos administrativos de
alcance particular— y 24 de la ley 19.549 —impugnación judicial de actos ad-
ministrativos de alcance general—. Cabe destacar que no existía ninguna pre-
visión normativa sobre el agotamiento de las vías administrativas cuando se
trataba de reclamar la reparación de daños y perjuicios.
(208) Artículos 2° y 81 del Código.
OM
total o parcial, del acto administrativo. Cuando se trate de ac-
tos de alcance particular es necesario agotar las instancias
administrativas por medio de las vías recursivas pertinentes
como paso previo de acceso a las instancias judiciales (209). En
principio, el recurso jerárquico agota las vías administrati-
vas (210).
.C
El régimen de impugnación de los actos de alcance general
a los que la autoridad hubiere dado o comenzado a dar apli-
DD
cación es igual que los actos individuales. Así, cuando el acto
de alcance general recibió aplicación por medio de actos de
ridad hubiere dado o comenzado a dar aplicación, podrán ser impugnados por
medio de recursos administrativos en los casos y con el alcance que se prevé en
el presente título. El acto administrativo de alcance general al que no se le dé
aplicación por medio de un acto de alcance particular, será impugnable por vía
de reclamo.” El art. 3°, inc. 1 del CCAyT establece que “es condición de ejercicio
de la acción contencioso administrativa: 1) cuando se trate de actos adminis-
FI
que “el recurso jerárquico deberá interponerse ante la autoridad que dictó el
acto impugnado dentro de los 15 días de notificado y ser elevado dentro del
término de 5 días y de oficio al Ministerio o funcionario competente del Jefe
de Gobierno en cuya jurisdicción actúe el órgano emisor del acto. Los minis-
tros o subsecretarios del Jefe de Gobierno resolverán definitivamente el re-
curso; cuando el acto impugnado emanare de un ministro o subsecretario del
Jefe de Gobierno, el recurso será resuelto por el órgano ejecutivo, agotándose
en ambos casos la instancia administrativa”. A su vez, el art. 119 de la LPACBA
expresa al respecto que “las decisiones definitivas o con fuerza de tales que el
órgano ejecutivo o los ministros dictaren en recursos administrativos y que
agoten las instancias de esos recursos sólo serán susceptibles de la reconside-
ración prevista en el artículo 103 y de la revisión prevista en el art. 118 de la pre-
sente ley”.
OM
el recurso permite tener por agotado el canal administrativo
sin necesidad de exigir pronto despacho (212).
.C
las vías administrativas (213).
(211) El art. 3° inc. 3 del CCAyT establece que “es condición de ejercicio de
la acción: ... 3) cuando se trata de actos administrativos de alcance general a
FI
OM
por los daños y perjuicios— no es posible entonces demandar
de modo autónomo la reparación de los daños causados por
actos administrativos ilegítimos sin haberse impugnado, en
tiempo y forma, el acto lesivo (214).
.C
mos porque, tal como ha sostenido la Corte, la pretensión de
resarcimiento por el acto estatal ilegítimo es obviamente ac-
cesoria del reclamo de nulidad que le sirve de sustento (215).
DD
Sin embargo, ¿es necesario agotar las vías administrati-
vas para reclamar judicialmente la reparación por los daños y
perjuicios causados por las conductas legítimas del Estado? A
efectos de responder este interrogante, es necesario —en pri-
mer término— y ante la indeterminación del Código Procesal
LA
(214) CSJN, “Alcántara Díaz Colodrero”, sent. del 20 de agosto de 1996, Fa-
llos 319:1476 y, en igual sentido, “Nava, Alberto E.”, sent. del 20 de agosto de
1996.
(215) Es posible también que las personas recurrentes acumulen las pre-
tensiones de cese de vías de hecho y resarcimiento con sustento en el compor-
tamiento material irregular del Estado. En este caso si bien el reclamo sobre
indemnización sólo procede si la conducta estatal es declarada previamente
irregular, no es necesario agotar la vía administrativa porque en ambos casos
no existe el requisito de agotamiento previo.
OM
contradicciones del modelo jurídico— debe estarse por la in-
terpretación —entre aquellas posibles— que resulte más favo-
rable al acceso rápido y sencillo a las instancias judiciales.
.C
En conclusión, el particular no debe agotar las vías admi-
nistrativas cuando pretende el resarcimiento por daños cau-
sados por actos y hechos lícitos estatales.
DD
VI.2.1.3. Pretensión de cese de vías de hecho y omisiones esta-
tales
OM
agotar las vías administrativas, es decir, solamente cuando se
trate de impugnar judicialmente actos de alcance individual
o general y, además, el recurso haya sido rechazado de modo
expreso.
.C
den iniciarse en cualquier momento, sin perjuicio del plazo
de prescripción de éstas (219).
DD
A su vez, cuando no sea necesario agotar las instancias ad-
ministrativas tampoco existe plazo de caducidad para inten-
tar las acciones judiciales (220). Por ejemplo, cuando se pretenda
obtener el resarcimiento por los daños causados como conse-
cuencia de las conductas estatales legítimas o impugnar vías
LA
OM
subsanarlo. Una vez vencido este plazo, y sin que se hubiese
cumplido con la intimación, el juez debe desestimar la pre-
sentación sin mas trámite.
.C
juez debe solicitar los expedientes administrativos al organis-
mo de origen, es decir, a las oficinas en donde tramitaron las
actuaciones administrativas, con el objeto de verificar el trá-
DD
mite de habilitación de la instancia (223). El juez debe conceder
un plazo de diez días a la Administración para la remisión del
expediente, pudiendo disponer su ampliación hasta diez días
más. Si la autoridad “no remitiese los expedientes en el plazo
correspondiente, el tribunal podrá disponer el secuestro de
LA
(222) El art. 269 del CCAyT establece que “la demanda es deducida por es-
OM
curso del proceso. Sin perjuicio de ello, el trámite de habili-
tación puede ser ventilado nuevamente, pero ya no de oficio
sino por pedido de parte —es decir, por el Estado demanda-
do— (225).
.C
VI.3. Las medidas cautelares
OM
Es decir, el Código prevé el derecho de las personas de soli-
citar el dictado de cualquier medida precautoria siempre que
sea idónea para preservar el resultado del proceso y aun cuan-
do no esté expresamente prevista en el texto legal. En tal caso,
el recurrente debe acreditar los requisitos genéricos de vero-
.C
similitud del derecho y peligro en la demora. En este sentido,
el artículo 177 del Código local sobre las medidas cautelares
establece en términos expresos las condiciones de recono-
cimiento del derecho y perjuicio inminente o irreparable.
DD
El daño es irreparable —como ya explicamos— cuando es
grave o imposible de reparar por los derechos controvertidos
y las circunstancias del caso, y no por la posibilidad o no de
indemnizar económicamente el perjuicio. Por su parte, el ca-
LA
OM
nal de los actos estatales, los requisitos son los siguientes:
.C
la ejecución del acto le causa un daño grave. Además
éste debe ser próximo o inminente. En este contexto, el
Legislador no exige el daño irreparable sino grave.
DD
De todos modos, el acto de suspensión procede siem-
pre que —a su vez— no produzca graves perjuicios
sobre el interés público. Por su parte el recurrente no
debe probar la falta de afectación del interés públi-
LA
(227) El artículo 189 del CCAyT establece que “las partes pueden solicitar la
suspensión de la ejecución o del cumplimiento de un hecho, acto o contrato ad-
ministrativo, en los siguientes supuestos: 1) Si dicha ejecución o cumplimiento
causare o pudiere causar graves daños al/la administrado/a, el tribunal, a pe-
dido de aquélla, puede ordenar a la autoridad administrativa correspondiente,
OM
ocasiona un perjuicio mayor que su suspensión.
.C
tenimiento provocó o puede provocar un grave daño sobre el
interés colectivo.
parte”.
directa con el artículo 187 del Código que ordena los plazos de
caducidad de las medidas cautelares autónomas (231).
OM
términos claros y expresos. Sin embargo, es posible y razona-
ble inferir de distintos preceptos el régimen de este instituto,
entre ellos, el artículo 207 —inciso 4— del Código, 286 —in-
ciso 4— del Código, y el artículo 6° —segundo párrafo— de la
Ley Orgánica del Poder Judicial.
.C
VI.4. La ejecución de sentencias
OM
del ejercicio siguiente la imputación necesaria para atender la
obligación que nació de la sentencia condenatoria.
.C
puesto del año siguiente. En cambio, si la notificación de la
liquidación ocurre entre el 1° de agosto y el 31 de diciembre, el
crédito debe ser incluido en la modificación del presupuesto
DD
que la Administración debe remitir a la Legislatura antes del
31 de marzo del año siguiente.
OM
salvo que el juez haya establecido un plazo distinto (233). Una
vez vencido este término sin el cumplimiento del mandato, el
juez debe ordenar la ejecución del fallo.
.C
las sentencias. A tal efecto, debe acreditar varios extremos. En
primer lugar, el pedido debe sustentarse en graves motivos
de interés público, debiendo dar las razones que justifiquen
su solicitud. En segundo lugar, la Ciudad debe responder por
DD
los daños y perjuicios que la modificación del modo de cum-
plimiento de la sentencia cause al particular acreedor.
uu
.C
sobre la responsabilidad del Estado. Las líneas y desafíos básicos.—
II. Breve explicación sobre el criterio de la Corte respecto de la res-
ponsabilidad estatal.— III. Los presupuestos de la responsabilidad
del Poder Ejecutivo. — IV. La responsabilidad del Poder Ejecutivo
DD
por las conductas de sus agentes. La teoría del órgano. — V. La respon-
sabilidad del Estado por daños causados con las cosas y por el vicio o
riesgo de las cosas en su condición de propietario o guardián.— VI. La
responsabilidad del Estado por otros (relación principal/ dependien-
te). — VII. Otras cuestiones relacionadas con la responsabilidad del
Estado. — VIII. Casos especiales de responsabilidad estatal. IX. La
LA
OM
cimiento de la responsabilidad extracontractual en el Dere-
cho Civil por medio de los Códigos respectivos.
Entre nosotros, la Corte reconoció la responsabilidad del
Estado, de modo claro y concluyente, a partir del año 1933 en
el precedente “Devoto” (3).
.C
Por último, el modelo jurídico reconoció en ciertos casos la
responsabilidad estatal por el ejercicio de sus funciones legis-
lativas y judiciales.
DD
En este proceso largo que partió, tal como explicamos su-
cintamente en los párrafos anteriores, del extremo de la irres-
ponsabilidad y avanzó hacia el reconocimiento de la respon-
sabilidad estatal, influyeron básicamente dos hechos jurídicos
que entendemos relevantes.
LA
en la actualidad, inédito.
(2) Explica Cassagne que “a comienzos del siglo XIX... de una parte, si-
guiendo la clasificación montada por la teoría del Fisco se continúa admitien-
do, aunque conforme a las reglas del Código Civil, la responsabilidad del Estado
por los llamados actos de gestión, a los cuales se consideró de naturaleza civil…
A partir del caso ‘Blanco’ y más precisamente del arret Pelletier (ambos resueltos
en el año 1873) se perfiló una concepción publicista sobre la responsabilidad del
Estado montada sobre la distinción entre falta de servicio y falta personal, que
desembocó en el abandono de la noción de culpa, como presupuesto inexcusable
de la responsabilidad de la persona jurídica Estado”. Cassagne, Juan Carlos,
En torno al fundamento de la responsabilidad del Estado”, ED, 99-939.
(3) Fallos 169:111.
OM
conductas y sus consecuencias.
.C
conductas desde las personas físicas al Estado en su condición
de persona jurídica?
DD
La creación de la teoría del órgano permitió ligar al Estado
(persona jurídica) con sus agentes públicos (personas físicas)
en términos de traslado e imputación de conductas desde és-
tos hacia aquél de un modo específico y propio del derecho
público (teoría del órgano y responsabilidad directa) y distin-
to —claro— de las teorías del derecho privado (mandato, re-
LA
Cabe aclarar que si bien las teorías del derecho privado con
el paso del tiempo mutaron y aceptaron el concepto de órgano
en el marco de las personas jurídicas privadas y, en particular,
FI
OM
En síntesis, los fenómenos jurídicos de la personificación
estatal por un lado y el órgano por el otro, constituyen dos pel-
daños básicos en la construcción del edificio dogmático de la
responsabilidad del Estado y su contorno actual.
Sin embargo, es necesario aclarar que habiendo abando-
.C
nado el extremo descrito en el inicio de este capítulo, es decir
el escenario de la irresponsabilidad estatal, y ubicados ya de
modo firme e irreversible en el campo de su responsabilidad,
cabe resolver dilemas y desafíos profundos y acuciantes.
DD
Ciertamente muchos de ellos, como intentaremos explicar
en los párrafos siguientes, han sido estudiados y desarrolla-
dos por los operadores del derecho, sin embargo el modelo no
es capaz de resolver todos los problemas de modo más o me-
LA
OM
Demos ejemplos con el propósito de ir aclarando el esce-
nario en donde estamos ubicados, por cierto resbaladizo.
.C
ponsabilizar al Estado?
(B) Imaginemos un accidente de tránsito o un delito co-
metido en el espacio público. ¿Cabe, en tal caso, res-
DD
ponsabilizar al Estado por omisión en el ejercicio del
poder de control del tránsito o de prestación del ser-
vicio de seguridad? ¿Es que acaso si el Estado hubiese
controlado o prestado los servicios regularmente, po-
dría haber evitado el delito o el accidente de tránsito y
LA
OM
ción (objetivo o subjetivo).
.C
nario jurídico (4).
ductoras del daño son sentidas, sin embargo, a raíz de la segunda guerra mun-
dial, como puntos de vista insuficientes para cubrir en toda su extensión posi-
ble las consecuencias dañosas que para los ciudadanos pueden resultar —al
margen de toda culpa (responsabilidad)— o, incluso, de una intervención di-
recta amparada por la ley en base a razones superiores de interés general de la
acción administrativa y de los riesgos que inevitablemente lleva ésta consigo…
El proceso lleva, pues a partir el instituto resarcitorio en tres especies institu-
cionales distintas: responsabilidad propiamente dicha, ligada a una actuación
ilícita productora del daño; indemnización de Derecho público, que cubre los
daños causados lícitamente; y, finalmente, una especie de cajón de sastre final,
que comprende la doctrina del riesgo y la de las intervenciones antijurídicas sin
culpa”, García de Enterría, Eduardo y Fernández, Tomás Ramón, Curso de
Derecho Administrativo, tomo II, 6ª edición, Civitas, p. 357.
OM
Por nuestro lado, creemos que la responsabilidad es un
modo evidente de resarcir los daños causados, pero es tam-
bién un mecanismo de redistribución de recursos y solidari-
dad social. Este último aspecto es posible quizás advertirlo
con mayor facilidad cuando discutimos el alcance de la res-
ponsabilidad estatal por omisión (6).
.C
En este contexto, entonces, cabe afirmar que el fundamen-
to de la responsabilidad estatal —luego volveremos sobre los
DD
otros aspectos antes señalados—, es no sólo el deber de no
dañar a los demás, el derecho de propiedad y el principio de
igualdad —conceptos clásicos ya incorporados en el mode-
lo dogmático—, sino además el principio de solidaridad so-
cial (7).
LA
(5) CSJN, “Laplacette, Juan (suc.)”, sentencia del 26 de febrero de 1943, Fa-
llos 195:66.
(6) “De ahí el casuismo que impregna todo el sistema. Porque resulta que
si el juez pone idealmente el elemento comparativo presuponiendo un están-
dar alto de calidad en el funcionamiento medio de los servicios, los supuestos
FI
OM
Por su parte, en los otros casos de responsabilidad estatal,
el nexo y traslación de conductas de los agentes hacia el Esta-
do y el nivel exigible respecto de las conductas estatales debe
definirse —por el Legislador o por el juez en su caso— en ra-
zón de diversos fundamentos, entre ellos, el principio de so-
lidaridad social. De modo que no reemplazamos los funda-
.C
mentos clásicos, pero sí ampliamos sus bases.
OM
los dilemas y desafíos más relevantes y los fundamentos y el
sentido de la teoría de la responsabilidad estatal, debemos en-
tonces unir las piezas normativas, es decir, la Constitución y
el resto de las normas y así construir el edificio jurídico. Sin
embargo, en este punto nace un nuevo escollo porque junto
con este edificio coexisten otros que están apoyados en pila-
.C
res distintos.
OM
con naciones extranjeras.
.C
régimen jurídico dispar declararemos extrañas respecto de
este capítulos. Comencemos.
DD
Primero es posible y necesario distinguir entre la respon-
sabilidad contractual y extracontractual del Estado. La res-
ponsabilidad contractual tiene reglas propias cuyos aspectos
relevantes, en términos de comparación con la responsabili-
dad extracontractual, son los siguientes:
LA
a) el origen y su fundamento,
b) el alcance de la reparación y, por último,
c) ciertas cuestiones procesales, tales como el modo y
FI
OM
Tercero. En este contexto, ¿es posible afirmar que la res-
ponsabilidad civil de los agentes públicos es en cierto modo
bifronte, es decir, por un lado el agente es responsable patri-
monialmente junto con el Estado frente a los terceros y, por el
otro, el agente es responsable ante el propio Estado de modo
que éste puede repetir contra aquél?
.C
El criterio comúnmente más aceptado es que el agente debe
responder ante el particular damnificado y, a su vez, frente al
DD
Estado —carácter bifronte—. Sin embargo cabe preguntarse
si este criterio es o no razonable y particularmente si el agente
es directamente responsable ante terceros.
(9) La Constitución Nacional dice cuáles son los funcionarios que pueden
ser removidos por el proceso de juicio político y cuáles son las causales de juz-
gamiento y en su caso remoción. Claro que la responsabilidad política sólo al-
canza a los cargos más altos del Ejecutivo (responsabilidad política). Por su par-
FI
terno, tal como ocurría en el marco del régimen del Tribunal de Cuentas de la
Nación a través del juicio de cuentas y de responsabilidad, sino que es juzgada
directamente por los jueces civiles, previo sumario instruido por la Sindicatura
General de la Nación (responsabilidad civil).
(10) En el derecho extranjero, ciertos autores han distinguido entre indem-
nización y responsabilidad en los siguientes términos “mientras que el institu-
to de la responsabilidad patrimonial de la Administración surge como conse-
cuencia de la actividad ilícita administrativa o, al menos, dentro del campo de
los daños causados por la Administración pública sin título jurídico para ello;
en cambio, la teoría de la indemnización tiene su lugar en el campo de la acti-
vidad administrativa lícita”. Garrido Falla, La teoría de la indemnización en
derecho público, p. 241.
OM
hayan sido objeto de debate y haya podido ejercer plenamente
su derecho de defensa en sede administrativa o judicial.
.C
sabilidad médica por mala praxis? ¿Cómo interpretar este su-
puesto según el criterio expuesto de responsabilidad no bi-
fronte?
DD
El damnificado sólo puede demandar al Estado y no al mé-
dico según el criterio que desarrollamos en los párrafos ante-
riores, pero cabe observar que muchas veces no es así ya que
los jueces aceptan el marco bifronte, es decir, el actor dirige su
pretensión de resarcimiento contra el Estado y el médico con-
LA
(11) Ver el artículo 130, ley 24.156. Por su parte, el texto del artículo 131
—ley 24.156— dice que “la acción tendiente a ser efectiva la responsabilidad pa-
trimonial de todas las personas físicas que se desempeñen en el ámbito de los
organismos y demás entes premencionados en los artículos 117 y 120 de esta ley,
prescribe en los plazos fijados por el Código Civil contados desde el momento
de la comisión del hecho generador del daño o producido éste si es posterior,
cualquiera sea el régimen jurídico de responsabilidad patrimonial aplicable
con estas personas”.
OM
provincial removido por la intervención federal, recordó que
“tanto el artículo 90 de la Ley de Contabilidad como el artícu-
lo 130 de la Ley 24.156 de Administración Financiera estable-
cen claramente que todo funcionario que, por su dolo, culpa o
negligencia, cause un daño al Estado está obligado a reparar a
éste los perjuicios de tal modo ocasionados” (12).
.C
En ese punto quizás es conveniente recordar los concep-
tos de falta personal y falta de servicio desarrollados en sus
DD
orígenes por el Consejo de Estado francés. En el primer caso,
el agente es el único responsable y no es posible trasladar esa
responsabilidad al Estado, mientras que en el segundo caso la
responsabilidad es sólo del Estado y no del agente, sin perjui-
cio, claro, del derecho del Estado de reclamar posteriormente.
Es decir, el Estado sólo responde por las faltas de servicio y no
LA
(12) CSJN, “Díaz, Lindolfo Saúl Osvaldo c. Poder Ejecutivo Nacional”, sent.
del 06 de mayo de 2007, Fallos 330:345.
OM
Analicemos sucintamente el primer caso, es decir, la res-
ponsabilidad del Estado por sus acciones y conductas positi-
vas, capítulo que incluye los actos lícitos e ilícitos.
.C
citas propio del derecho público nos obliga a abandonar nece-
sariamente el campo de la responsabilidad del derecho civil
y sus fundamentos. Cabe recordar aquí que según el Códi-
DD
go Civil “el ejercicio regular de un derecho propio o el cum-
plimiento de una obligación legal no puede constituir como
ilícito ningún acto” y que “ningún acto voluntario tendrá el
carácter de ilícito, si no fuere expresamente prohibido por las
leyes ordinarias, municipales o reglamentos de policía; y a
LA
OM
ductas permitidas pero causa daños diferenciados o más pro-
fundos respecto de los derechos. Más adelante volveremos so-
bre estos aspectos.
.C
quizás repasar cuáles son las normas en el derecho público ar-
gentino que debemos leer.
OM
CN). De modo que el Estado debe respetar el postulado igua-
litario.
.C
te, de carácter local, sin perjuicio del régimen federal sobre la
responsabilidad del Estado nacional.
DD
Cada Provincia, al igual que la Ciudad de Buenos Aires,
en su condición de ente autónomo en los términos del ar-
tículo 129 de la Constitución Nacional, tiene su propio mar-
co jurídico sobre responsabilidad del Estado, más allá de los
vacíos que existen en el desarrollo de esos marcos y que son
muchos.
LA
OM
dueño o guardián, para eximirse de responsabilidad,
deberá demostrar que de su parte no hubo culpa...”
(artículo 1113, segundo párrafo, primera parte, CC), y
e) “Si el daño hubiere sido causado por el riesgo o vicio de
la cosa, sólo se eximirá total o parcialmente de respon-
.C
sabilidad acreditando la culpa de la víctima o de un
tercero por quien no debe responder. Si la cosa hubiese
sido usada contra la voluntad expresa o presunta del
DD
dueño o guardián, no será responsable” (artículo 1113,
segundo párrafo, segunda parte, CC).
OM
construcción dogmática de la responsabilidad estatal, esto es,
responsabilidad directa y objetiva en los términos del artícu-
lo 1112 del Código Civil. Concepto que luego criticaremos con
mayores detalles.
.C
dad en directa e indirecta… Un individuo es responsable en
forma directa cuando es pasible de una sanción como conse-
cuencia de un acto ejecutado por él mismo; es decir que el su-
jeto que cometió el acto antijurídico y el que es objeto de san-
DD
ción coinciden”. Luego agrega que “Kelsen también clasifica
a la responsabilidad en subjetiva (o por culpa) y objetiva (o por
resultado). Hay responsabilidad subjetiva cuando se requiere,
para que la sanción sea aplicable, que el sujeto haya querido o
previsto el resultado de su conducta antijurídica” (15).
LA
OM
como el factor de imputación o atribución que luego estudia-
remos en este capítulo.
.C
ciertos casos, por las conductas de otros—. ¿Por qué? Si bien
—como ya explicamos en el párrafo anterior— el elemento se-
guido comúnmente por la doctrina es el carácter lícito o ilícito
DD
de las conductas estatales, creemos que el factor de imputa-
ción es un eje que nos permite estudiar la responsabilidad del
Estado de un modo más claro y simple y básicamente centrar
el análisis en los fundamentos y el contorno de este instituto.
LA
OM
Existen básicamente dos fundamentos. Uno de ellos es el
componente antijurídico, esto es, la existencia de conductas
ilícitas de los agentes estatales contrarias al ordenamiento ju-
rídico, cuyo consecuente es el deber estatal de reparar —siem-
pre que además exista daño y nexo causal—.
.C
Cabe agregar en este punto que muchos operadores jurí-
dicos, por razones didácticas y metodológicas, incluyen el as-
DD
pecto que aquí describimos (fundamentos) bajo el factor de
imputación (teoría del órgano o titularidad o guarda de las co-
sas) o el canal de atribución (objetivo o subjetivo).
OM
El Estado es una persona jurídica y por tanto para respon-
sabilizarlo no es suficiente con constatar las conductas de sus
agentes, el daño y el nexo causal sino que es necesario además
imputarle esas conductas. Llamaremos a este factor elemen-
to de imputación que es claramente distinto del nexo causal
porque no se trata de vincular el daño con las conductas, sino
.C
de trasvasar conductas entre personas y —por ende— las res-
ponsabilidades.
DD
Este factor es —en principio— irrelevante en el derecho ci-
vil porque en este terreno los hechos son propios —personas
físicas— y no de otros. Es decir, las conductas de las personas
físicas son propias y consecuentemente no debemos trasla-
darlas o imputarlas a otros, salvo —claro— cuando se trate de
personas jurídicas privadas.
LA
OM
Más adelante analizaremos cuáles son los caracteres que
debe reunir el daño en el marco de las responsabilidades del
Estado.
.C
El nexo causal se refiere al vínculo entre los extremos antes
señalados, es decir, la relación entre las conductas y el daño
causado. Luego estudiaremos en detalle este presupuesto.
DD
III.5. El factor de atribución de la responsabilidad
OM
sumamente razonable, no sólo por razones históricas sino
porque actualmente recurrimos habitualmente al derecho ci-
vil con el propósito de rellenar las lagunas propias del Dere-
cho Administrativo en el campo de las responsabilidades es-
tatales.
.C
Entonces, ¿cuáles son los presupuestos de la responsabi-
lidad en el marco del derecho civil? Por un lado, el incum-
plimiento objetivo de un deber jurídico; por el otro, el factor
DD
o modo de atribución (subjetivo u objetivo) y, por último, el
daño y la relación de causalidad.
OM
especialmente, el factor de imputación que es extraño en el
campo de las responsabilidades civiles de las personas físicas,
aunque no así respecto de las personas jurídicas privadas.
.C
tividad desaparece en el derecho público porque el criterio
es siempre objetivo, mientras que en el derecho civil el basa-
mento de la responsabilidad es justamente el elemento con-
DD
trario, esto es, subjetivo —llamado comúnmente factor de
atribución—.
no), los daños causados con las cosas o por el vicio o riesgo de
las cosas (titular o guardián de las cosas) y las conductas de
los otros (relación entre principal y dependiente).
OM
En primer lugar, cabe recordar —siguiendo el criterio de la
Corte— que el Estado es responsable por sus actividades ilíci-
tas siempre que estén presentes al menos los siguientes pre-
supuestos:
3.
.C
2. el daño cierto, y
la relación de causalidad directa entre la conducta es-
DD
tatal —acciones y omisiones— y el daño cuya repara-
ción se persigue (18).
OM
y exista un daño cierto y relación de causalidad entre las con-
ductas irregulares y el daño causado.
.C
IV.1.1. Fundamento
DD
¿Cuál es el fundamento de la responsabilidad estatal en el
campo ilícito? Es posible describir y distinguir tres factores.
Primero, el incumplimiento o cumplimiento irregular o de-
fectuoso de sus obligaciones, es decir, los actos, hechos u omi-
siones del Estado realizados en violación del derecho vigente.
LA
(19) CSJN, “Reynot Blanco, Salvador Carlos c. Provincia de Santiago del Es-
tero s/ daños y perjuicios”, sent. del 12 de agosto de 2008, Fallos 331:1690.
(20) Por ejemplo, los servicios prestados en el marco de un contrato luego
invalidado.
OM
gales que les están impuestas”.
.C
R. Bielsa, por ejemplo, dijo hace muchos años que “la cul-
pa del funcionario —y esto es importante— está establecida
expresamente en nuestro Código Civil (artículo 1112)… cuan-
DD
do el funcionario cumple de manera irregular las funciones
que le están impuestas, él es el responsable y no la Adminis-
tración Pública” y luego concluyó afirmando enfáticamente
que “en nuestro sistema no puede legalmente considerarse
responsable al Estado obrando como poder público, a menos
que la ley especialmente así lo establezca” (21).
LA
al administrado” (22).
OM
dolo y ni siquiera con la ilegalidad.
Veremos luego que el concepto de “falta de servicio” debe
reemplazarse, según nuestro parecer, por el criterio liso y llano
del incumplimiento de los deberes legales.
.C
En el marco de las acciones —actos y hechos—, el Estado es
responsable cuando incumple una obligación de no hacer, es
DD
decir, por hacer algo que, según el propio ordenamiento jurí-
dico, no debe hacer. Su fundamento —como ya explicamos—
es el artículo 1112, CC. Por ejemplo, cuando el Estado dicta un
acto ordenando una cesantía sin causa.
LA
del Estado. La falta personal es aquella que excede el margen de mal o irregu-
lar funcionamiento del servicio (Hauriou) y para su configuración se tiene en
cuenta la culpa o el dolo del agente público, dándose tanto en el caso en que la
falta de servicio se excluye como cuando la falta no esté desprovista de toda vin-
culación con el servicio”, Cassagne, Juan Carlos, En torno al fundamento de
la responsabilidad del Estado, ED, 99-937.
(23) Marienhoff, Miguel, Responsabilidad extracontractual del Estado
por las consecuencias de su actitud omisiva en el ámbito del Derecho Público,
OM
hacer— y su fundamento es no sólo el artículo 1112, CC, en
los términos que ya hemos explicado, sino también el artícu-
lo 1074, CC, según los principios propios del Derecho Admi-
nistrativo.
.C
¿Por qué? Recordemos que este precepto dice que “toda per-
sona que por cualquier omisión hubiese ocasionado un per-
juicio a otro será responsable solamente cuando una dispo-
DD
sición de la ley le impusiere la obligación de cumplir el hecho
omitido”. Pero, ¿cuál es el nivel de densidad del deber estatal
que, en caso de incumplimiento, hace caer sobre él la respon-
sabilidad por los daños causados?
LA
OM
Finalmente, cabe preguntarse si las conductas antes des-
critas, es decir, el incumplimiento de los deberes (fundamen-
to) son siempre de corte antijurídico. En principio sí, pero vale
recordar que en otras ramas del derecho existen causales de
justificación que excluyen el carácter antijurídico de las con-
ductas, por caso, la legítima defensa y el estado de necesidad.
.C
Así, “el artículo 34, inciso 6 del Código Penal da la siguien-
te caracterización de la legítima defensa: el que obrare en
defensa propia o de sus derechos, siempre que concurrieren
DD
las siguientes circunstancias: a) agresión ilegítima; b) necesi-
dad racional del medio empleado para impedirla o repelerla;
c) falta de provocación suficiente por parte del que se defien-
de. Es decir —en palabras de Orgaz— “hay defensa legítima
privada cuando una persona, en situación de urgencia y con
LA
OM
tado eximirse de responsabilidad en razón de la exclusión de
ilicitud de sus conductas por legítima defensa y estado de ne-
cesidad?
Pensemos primero el caso de la legítima defensa del Esta-
do. Imaginemos el siguiente ejemplo. Los agentes de policía
.C
repelen un robo y como consecuencia de ello dañan un ve-
hículo de propiedad de los delincuentes. ¿Es legítimo o no el
daño causado sobre el vehículo? ¿Es acaso un hecho ilegítimo
DD
cuyo contenido antijurídico debe excluirse porque los agentes
actuaron en el marco de la legítima defensa?
En primer lugar, creemos que si el daño causado es pro-
porcional y razonable, según las circunstancias del caso, el
comportamiento estatal es legítimo. En consecuencia el Es-
LA
(26) Alterini, Atilio Aníbal, Ameal, Oscar José y López Cabana, Ro-
berto M., Derecho de Obligaciones Civiles y Comerciales, 2ª edición actualiza-
da, Abeledo-Perrot, 1998, p. 165.
OM
superiores. Dicho en otros términos, debe haber proporción
entre el sacrificio general que comporta el actuar del Estado y
la utilidad que se consigue con el accionar. Y esto es lo que ha
negado el Estado provincial, cuando afirma que la realización
de estas obras resulta más costosa que los bienes que protege-
ría. La jurisprudencia suiza atiende desde antiguo a este crite-
.C
rio cuantitativamente económico tratándose de intereses cua-
litativamente idénticos; así por ejemplo, declaró que si bien el
mantenimiento de las vías públicas es una de las obligaciones
DD
del Estado, su extensión debe ser determinada por el organis-
mo competente en materia de vialidad, por lo que pretender
que las rutas se encuentren permanentemente enarenadas en
invierno no representa un interés razonable con el de la circu-
lación”. Luego concluyeron que “frente a la inexistencia de nor-
ma expresa, el conflicto de intereses de igual naturaleza, y la
LA
OM
ños mayores sobre otros derechos. Sin perjuicio que, además,
el sacrificio estatal —dicho en términos económicos, el gas-
to— debe ser menor que el bien que se intente proteger.
.C
mos que en el marco del Derecho Público y la responsabilidad
estatal no existen causales de exclusión del contenido antiju-
rídico, tales como la legítima defensa y el estado de necesidad,
sino simplemente conductas jurídicas o antijurídicas —accio-
DD
nes u omisiones— según el orden vigente.
Es decir,
OM
ejemplo, cuando el Estado a través del Registro de la Propie-
dad Inmueble expide un informe erróneo causando un daño,
¿es una acción u omisión de sus deberes? Es decir, ¿el Estado
actuó irregularmente haciendo aquello que no debió hacer o
—en su caso— omitió hacer aquello que sí debió hacer?
.C
Sin embargo —más allá de estos conceptos— el mayor in-
conveniente es la definición de cuáles son las conductas jurí-
dicas, en particular las obligaciones estatales de hacer en tér-
minos de densidad y detalle. Este es quizás el aspecto más
DD
controvertido.
OM
por los hechos y las omisiones de los funcionarios públicos en el
ejercicio de sus funciones, por no cumplir sino de una manera
irregular las obligaciones legales que les están impuestas…”.
.C
70 % (28).
(28) CSJN, “Vadell, Jorge c. Provincia de Buenos Aires”, sent. del 18 de di-
ciembre de 1984, Fallos 306:2030.
OM
nen el propósito fundamental de seguridad y no el cas-
tigo de las personas detenidas y, en tal sentido, el texto
constitucional prohíbe cualquier medida que so pretex-
to “de precaución conduzca a mortificarlos más allá de
lo que aquélla exija”. Así, el Estado tiene la obligación
y responsabilidad de dar a quienes están cumpliendo
.C
una condena o una detención preventiva, la custodia
de sus vidas, salud e integridad física y moral;
DD
b) el principio que prevé el artículo 1112 del Código Ci-
vil es que el Estado debe cumplir de modo regular las
obligaciones a su cargo;
OM
Este criterio fue desarrollado por el Tribunal, en parte y en-
tre otros, en el precedente “Zacarías”. Así, dijo la Corte que
“la falta de servicio es una violación o anormalidad frente a
las obligaciones del servicio regular, lo cual entraña una apre-
ciación en concreto que toma en cuenta la naturaleza de la
actividad, los medios de que dispone el servicio, el lazo que
.C
une a la víctima con el servicio y el grado de previsibilidad del
daño” (30).
DD
Veamos otro ejemplo. En el caso “Vergnano de Rodríguez”
—año 2002— el Sr. Rodríguez con motivo de un accidente de
tránsito fue detenido y alojado en una celda de contraventores
de una comisaría de la Provincia de Buenos Aires. Luego, fue
agredido y asesinado por otro detenido que estaba acusado
LA
OM
inclusive dependan del previo otorgamiento de un permiso,
licencia o habilitación, significa que están sometidas a condi-
ciones y estándares mínimos para que los particulares puedan
desarrollarlas lícitamente, pero no releva de responsabilidad
personal a quien las desarrolla ni torna al Estado en respon-
sable de los daños que pudieran resultar del incumplimiento
.C
de los reglamentos dictados a tal efecto”.
OM
Luego, el Tribunal agregó que “cuando la administración
regula las actividades privadas, imponiéndoles a las personas
que las llevan a cabo determinados deberes, la extensión has-
ta la cual ella supervisa y controla el cumplimiento de estos
últimos depende, salvo disposición en contrario, de una va-
.C
riedad de circunstancias tales como lo son el grado de control
practicable, la previsibilidad o regularidad del suceso que tra-
ta de prevenir, el número de agentes y fondos presupuestarios,
DD
y las prioridades fijas de manera reglada o discrecional para la
asignación de los medios disponibles”.
(32) CSJN, “Cohen, Elizar c. Río Negro, Provincia de y otros s/ daños y per-
juicios”, sent. del 30 de mayo del 2006, Fallos 329:2088. En este contexto no pue-
de dejar de mencionarse el caso “Torres” de la Suprema Corte de la Provincia de
Mendoza cuando sostuvo que el Estado es responsable por una omisión ilícita
aun sin norma expresa en ese sentido si: a) existe un interés normativamente
relevante en su contenido cuantitativo o cualitativo; b) la necesidad de actuar
para tutelar el interés; y c) la proporción entre el sacrificio de las conductas es-
tatales omitidas y el beneficio que se obtendría. Los jueces concluyeron que en
el presente caso no existía norma expresa y que tratándose de un conflicto de
intereses de igual naturaleza, el actor debió probar que la omisión estatal fue
abusiva.
OM
En este punto dijo la Corte que “la reglamentación... no
contempla lo atinente al tiempo, modo, y lugar de la super-
visión y auxilio… [la idea de que] la disponibilidad inmedia-
ta de ese medio de transporte hubiera evitado o disminuido
las gravísimas lesiones sufridas por el actor es conjetural...”. Y
finalmente “la circunstancia de que la Provincia hubiera pu-
.C
blicitado... ese y otro tipo de actividades… carece manifiesta-
mente de relación de causalidad con las lesiones”.
Por su parte, en la antecedente “Mosca”, la Corte señaló
DD
que “en este aspecto resulta relevante diferenciar las acciones
de las omisiones, ya que si bien esta Corte ha admitido con
frecuencia la responsabilidad derivada de las primeras, no ha
ocurrido lo mismo con las segundas. Respecto del último su-
puesto corresponde distinguir entre los casos de omisiones a
LA
OM
tipo es una decisión que el Legislador no ha tomado, y que no
registra antecedentes en el derecho comparado. Por lo demás,
sería irrazonable que el Estado sea obligado a que ningún
habitante sufra daños de ningún tipo, porque ello requeriría
una previsión extrema que sería no sólo insoportablemente
costosa para la comunidad, sino que haría que se lesionaran
.C
severamente las libertades de los mismos ciudadanos a prote-
ger. Como conclusión, no puede afirmarse, como lo pretende
el actor, que exista un deber de evitar todo daño, sino en la
DD
medida de una protección compatible con la tutela de las li-
bertades y la disposición de medios razonables” (33).
Finalmente, el Tribunal sostuvo que “la mera existencia de
un poder de policía que corresponde al Estado nacional o pro-
vincial, no resulta suficiente para atribuirle responsabilidad
LA
OM
estuvo en juego. En tales condiciones, no cabe imputar a la
Policía Federal Argentina dependiente del Ministerio del In-
terior de la Nación, omisión alguna en el cumplimiento de sus
deberes, que pudiera significar una falta de servicio… Ello es
así, toda vez que el mantenimiento de la custodia sobre la vi-
vienda particular de los actores constituía una actividad típi-
.C
camente discrecional pues, según la Ley Orgánica y el decreto
reglamentario citados, aquéllos no estaban obligados a vigilar
el patrimonio de los demandantes dentro de la jurisdicción de
la Provincia”.
DD
Luego, el Tribunal agregó que “los demandantes no acre-
ditaron que la orden de retirar la custodia hubiera sido irre-
gularmente impartida… Por lo demás, como regla, no es ra-
zonable asignar al deber genérico de defender contra las vías
LA
(34) CSJN, “Juárez, Carlos Arturo y otra c. Estado Nacional (Poder Ejecuti-
vo Nacional) por conducto del Ministerio del Interior”, sent. del 18 de septiem-
bre de 2007, Fallos 330:4113.
OM
la incautación y el traslado de los animales— para evitar los
peligros que se derivaban de esa situación de riesgo”.
En conclusión, “la disposición municipal exigía una con-
creta y específica participación y vigilancia activa por parte
de la comuna sobre las vías públicas para evitar el ingreso de
.C
animales, lo cual implicó la asunción de un deber determina-
do, el compromiso de prestar un servicio y no una mera decla-
ración de principios generales...” (35).
DD
IV.1.1.6. El análisis de la jurisprudencia de la Corte en el marco
de los fundamentos de la responsabilidad estatal. El caso pun-
tual de las omisiones en sus deberes de seguridad vial
LA
OM
nos Aires por la muerte del Sr. Ferraro ocurrida por la colisión
entre su vehículo y un caballo suelto en la ruta provincial 36,
con fundamento en la omisión del Estado de custodiar las ru-
tas provinciales. La Corte hizo lugar a la excepción de falta de
legitimación pasiva opuesta por el Estado Provincial, es decir,
rechazó la responsabilidad estatal.
.C
¿Cuáles fueron los argumentos del Tribunal para resolver?
Por un lado, dijo que el Estado no era propietario ni guardián
DD
del animal en los términos del artículo 1124 del Código Ci-
vil y, por el otro, el ejercicio del poder de policía de seguridad
que corresponde al Estado no resulta suficiente para atribuir-
le responsabilidad en un hecho en el que no participó ningu-
no de sus órganos o dependencias.
LA
(36) CSJN, “Ruiz, Mirtha y otro c. Provincia de Buenos Aires”, sent. del 7 de
noviembre de 1989, Fallos 312:2138.
OM
gar a involucrarla a tal extremo en las consecuencias dañosas
que ellos produzcan con motivo de hechos extraños a su in-
tervención directa”.
.C
era propietaria ni guardadora”.
OM
trato de concesión (38).
.C
las personas. Y agregó que el ciudadano común que accede a
una ruta concesionada tiene una confianza fundada en que el
organizador se ha ocupado razonablemente de su seguridad.
DD
Ello es así porque la prestación de servicios masivos presenta
un grado de complejidad y anonimato que resultan abruma-
dores para los ciudadanos que los reciben. El funcionamiento
regular y el respaldo de las marcas y del Estado es lo que gene-
ra una apariencia jurídica que simplifica su funcionamiento y
LA
(38) Voto del juez Zaffaroni. A su vez agregó que en consonancia con el
riesgo asumido y la actuación que le es propia, cabe atribuirle la responsabili-
dad directa y personal por las consecuencias derivadas del cumplimiento del
contrato. La naturaleza de esa relación determina la responsabilidad objetiva
de la concesionaria, quien asume frente al usuario una obligación de seguri-
dad por resultado, consistente en que aquél debe llegar sano y salvo al final del
recorrido. Para eximirse de responsabilidad el concesionario debe acreditar el
acaecimiento de caso fortuito, culpa de la víctima o de un tercero por el que
no debe responder. Por último, la responsabilidad del concesionario no resulta
enervada por la que recae sobre el dueño o guardián del animal en los términos
del artículo 1124 del Código Civil, ya que la existencia de esta última no excluye
a la primera, en tanto se trata de un supuesto en el que, aun cuando concurran,
obedecen a un factor de imputación diverso.
OM
lidad de este último.
.C
litigio.
OM
guno de sus órganos o dependencias tuvo parte, toda vez que
no parece razonable pretender que su responsabilidad gene-
ral en orden a la prevención de delitos pueda llegar a involu-
crarlo a tal extremo en las consecuencias dañosas que ellos
produzcan con motivo de hechos extraños a su intervención
directa...”.
.C
Por otro lado, la Corte entendió que la concesionaria sí era
responsable pues “en el derecho vigente a la época del even-
to dañoso, el vínculo era contractual, regulado por el Código
DD
Civil, ya que no cabe duda alguna que la relación entre el con-
cesionario y el usuario es diversa a la que el primero tiene con
el Estado, y que este último paga un precio o canon para el
uso de la ruta y los servicios consiguientes”. Luego, “existien-
do una relación contractual, cabe sostener que el concesiona-
rio no asume una obligación de dar el uso y goce de una cosa,
LA
OM
del concesionario de una ruta en zona desértica. Como con-
secuencia de ello, incumbe al juez hacer las discriminaciones
correspondientes para evitar fallos que resulten de formula-
ciones abstractas y genéricas” (40).
Finalmente, concluyó que en “el supuesto particular de ac-
cidentes ocurridos con ocasión del paso de animales por rutas
.C
concesionadas, es claramente previsible para un prestador de
servicios concesionados …. y que, en la mano que transitaban,
estaba prevista la colocación de uno semejante [cartel que in-
DD
dicaba la presencia de animales sueltos]..”.
(40) CSJN, “Bianchi, Isabel del Carmen Pereyra de c. Buenos Aires, Provin-
cia de y Camino del Atlántico S.A. y/o quien pueda resultar dueño y/o guardián
de los animales causantes del accidente s/ daños y perjuicios”, sent. del 7 de no-
viembre de 2006, Fallos 329:4944.
OM
drá eximirse total o parcialmente de responsabilidad si acre-
dita la culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe
responder” (41).
.C
los bienes del dominio público por parte de los particulares
importa para el Estado… la obligación de colocar sus bienes
en condiciones de ser utilizados sin riesgos, de ahí que la de-
DD
mandada debió adoptar las medidas de seguridad destina-
das a prevenir a los usuarios sobre las peligrosas condiciones
de emplazamiento” y que “a la luz de las pruebas aportadas,
puede colegirse sin dificultades que las anomalías del camino
fueron determinantes del despiste y consiguiente vuelco del
LA
IV.1.1.7. Conclusiones
OM
IV.1.2. El factor de imputación al Estado
.C
tor material. Por eso en el marco del derecho civil el factor de
imputación se confunde con el criterio de atribución (subjeti-
vo/objetivo).
DD
Sin embargo, el fenómeno de la imputación está presente
en el marco de la responsabilidad estatal y de las personas ju-
rídicas en general —públicas y privadas— porque el hecho a
resolver aquí es cómo trasladar las conductas desde las perso-
nas físicas a las personas jurídicas, circunstancia que no ocu-
LA
OM
cómo imputo las conductas de los agentes al propio Estado.
.C
dicos construyeron el modelo de responsabilidad estatal sobre
el contrato de mandato, es decir, trajeron ese instituto propio
del derecho civil encastrándolo en el derecho público.
DD
Cabe recordar que el mandato fue utilizado incluso para
explicar el nexo entre el electorado y sus representantes pero
es obvio que es difícil o quizás imposible encajar y, conse-
cuentemente, explicar la teoría de la representación política
en los estrechos márgenes del mandato civil. Así, por caso, los
LA
OM
no se reserva ningún poder, y que el mandatario puede hacer
todo lo que juzgare conveniente, o aunque el mandato con-
tenga cláusula de general y libre de administración”.
.C
que “pueden ser objeto del mandato todos los actos lícitos,
susceptibles de producir alguna adquisición, modificación o
extinción de derechos”. A su vez, dice el codificador que “el
mandato de acto ilícito, imposible o inmoral, no da acción al-
DD
guna al mandante contra el mandatario, ni a éste contra el
mandante, salvo si el mandatario no supiere, o no tuviere ra-
zón de saber que el mandato era ilícito” (44).
OM
norma atributiva de competencias, es decir, la Constitución,
la ley y el reglamento. ¿Puede el Estado otorgar un mandato
con un objeto ilícito? En principio no es posible.
.C
válidos, claro que —como ya sabemos— el acto en principio
es lícito en razón de su presunción de legitimidad hasta tanto
el propio Ejecutivo o el juez diga que no es así y, consecuente-
mente, declare formalmente su ilegitimidad. En tales casos, el
DD
agente obró contrariando el mandato, es decir, excedió el po-
der otorgado.
OM
jando de lado el mandato en los términos del artículo 1869,
CC— por los actos y hechos ilícitos. Intentémoslo.
.C
Otro instituto plausible es el de la representación como ca-
nal de imputación de las conductas y responsabilidad de las
personas jurídicas, cuestión distinta del contrato de mandato
pero común con el derecho civil.
DD
El artículo 43, CC, antes de la reforma introducida por la
ley 17.711, disponía que “no se puede ejercer contra las perso-
nas jurídicas, acciones criminales o civiles por indemnización
de daños, aunque sus miembros en común, o sus administra-
LA
(45) La teoría de la ficción fue desarrollada por Savigny al sostener que las
personas jurídicas no responden por los actos ilícitos cometidos por sus agentes
por las siguientes razones: “a) la persona jurídica carece de voluntad; b) no tie-
ne por fin cometer delitos; c) los actos ilícitos de sus administradores no pueden
alcanzarla, porque exceden el límite del mandato ejercido”. Luego de esta ex-
plicación, Bustamante Alsina agrega que “las fuentes del Codificador fueron
Savigny y Freitas, como resulta del texto y de la referencia que contiene la nota.
Sin duda la teoría de la ficción inspiró el sistema del Código en esta materia, y
de allí el rechazo categórico de la responsabilidad por actos ilícitos que procla-
ma enfáticamente el artículo 43”. Bustamante Alsina, Jorge, ob. cit., ps. 479 y
siguientes.
OM
Como ya sabemos, la ley 17.711 reformó el artículo 43, CC,
cuyo texto establece actualmente que “las personas jurídicas
responden por los daños que causen quienes las dirijan o ad-
ministren, en ejercicio o con ocasión de sus funciones. Respon-
den también por los daños que causen sus dependientes o las
cosas, en las condiciones establecidas en el título de las obli-
.C
gaciones que nacen de los hechos ilícitos que no son delitos”.
Este nuevo texto del Código planteó controversias y críticas.
Tengamos presente que el Legislador distingue, por un
DD
lado, entre los directores y administradores en cuyo caso las
personas jurídicas son responsables por los daños causados
en ejercicio o en ocasión de sus funciones y, por el otro, los
dependientes en las condiciones establecidas en el título de
las obligaciones que nacen de los hechos ilícitos que no son
LA
OM
respectivo cometido, o sea en tanto y cuanto el agente obre en
el ámbito de la incumbencia” (47).
Así, luego de la reforma de la ley 17.711 es posible imputar
responsabilidad por los hechos ilícitos cometidos por las per-
sonas físicas con funciones de dirección y administración en
.C
el seno de las personas jurídicas. ¿En cualquier caso? No, sólo
cuando aquéllas hubiesen actuado “en ejercicio o con ocasión
de sus funciones”.
DD
De todos modos, cabe aclarar que el derecho civil, en razón
del artículo 43, CC, receptó en parte la teoría del órgano pero
como responsabilidad de corte indirecto y no directo como se
construye en el derecho público.
LA
OM
en el marco de los artículos 36 y 43, CC.
.C
con diligencia en el proceso de elección y vigilancia de los de-
pendientes. Si, por el contrario, este escenario es interpretado
como factor objetivo —criterio actualmente predominante—,
entonces el principal sólo puede eximirse en caso de culpa de
DD
la víctima o terceros o por caso fortuito o fuerza mayor.
OM
sabilidades.
.C
Luego de describir y rechazar los diferentes y posibles ca-
minos que nos propusieron el derecho civil y el derecho ad-
ministrativo, preguntémonos cuál ha sido el andarivel que si-
guieron los jueces. Es decir, ¿qué hizo la Corte?
DD
El Tribunal recorrió, en primer lugar y en el ámbito esta-
tal, la teoría de la responsabilidad de las personas jurídicas
en los términos del artículo 43 del Código Civil antes de la re-
forma (representación), sumándole el criterio de imputación
LA
OM
acertado —incluso luego de la reforma del Código Civil— por
dos razones.
.C
particulares”, cierto es también que es una persona jurídica
con caracteres y fines propios y específicos, es decir, una per-
sona jurídica pública y no privada. Además, como ya dijimos,
DD
la responsabilidad de las personas jurídicas por las conductas
de sus directores y administradores es de corte indirecto.
OM
cionamos.
.C
cuyo texto previo a la reforma del Código por la ley 17.711, es-
tablecía que “no se puede ejercer contra las personas jurídi-
cas, acciones criminales o civiles por indemnización de da-
ños, aunque sus miembros en común, o sus administradores
DD
individualmente, hubiesen cometido delitos que redunden en
beneficio de ellas”.
sado un daño se extiende a los daños que causaren los que es-
tán bajo su dependencia”.
OM
cional provocó un incendio “a causa de chispas desprendidas
de un brasero deficiente que se usaba, en terreno cubierto de
pasto seco y sin las precauciones suficientes”.
El Tribunal sostuvo, por un lado, que “el estrago de autos
ha podido ser previsto y evitado desde que él ha ocurrido por
.C
falta de atención de los agentes del gobierno y en tanto éstos
ejecutaban trabajos bajo su dependencia” y, por el otro, que
“el incendio, como acto reprobado por la ley, impone al que
lo ocasiona por culpa o negligencia la obligación de reparar
DD
los daños ocasionados a terceros, extendiéndose esa respon-
sabilidad a la persona bajo cuya dependencia se encuentra el
autor del daño o por las cosas de que se sirve o que tiene a su
cuidado (arts. 1109 y 1113 del Código Civil)”.
LA
OM
ber, “estas disposiciones no son sino el corolario lógico del
principio general según el cual todos los que emplean a otras
personas para el manejo de un negocio o para determinada
función, llevan la responsabilidad de su elección y son pasi-
bles de los perjuicios que éstas ocasionaren a terceros en el
desempeño de su función” (50).
.C
Detengámonos en este aspecto. ¿Por qué el principal es
responsable de las conductas del dependiente? Debe decirse
DD
que el principal es responsable por la elección y el control del
dependiente, es decir, su responsabilidad es in eligendo e in
vigilando.
OM
responder de modo principal y directo por sus consecuencias
dañosas” (51).
.C
El paso fue claramente significativo porque la Corte dejó el
factor de imputación indirecto por otro decididamente direc-
to. En tal sentido, el camino de imputación de las conductas
DD
ilícitas de las agentes en el propio Estado es mucho más claro,
simple y directo.
Plata”.
OM
bilidad de las personas jurídicas por las conductas de sus di-
rectores y administradores); b) el artículo 1113, CC (principal/
dependiente) y, por último, c) el artículo 1112, CC (teoría del
órgano). Es decir, pasó del criterio indirecto de imputación (a y
b) al camino directo (c).
.C
Debe reconocerse, sin embargo, que en ciertos casos la
Corte curiosamente volvió sobre conceptos ya abandonados o
quizás, como ocurrió en el caso “Lema” del año 2003, mezcló
DD
el criterio del artículo 1112, CC (teoría del órgano) con el ar-
tículo 1113, CC (responsabilidad por el error en la elección de
sus agentes públicos).
(53) CSJN, “Lema, Jorge Héctor c. Buenos Aires, Provincia s/ daños y per-
juicios”, sent. del 20 de marzo de 2003, Fallos 326:820. Los hechos del caso eran
los siguientes: el actor “fue detenido… por personal de la Brigada de Investiga-
ciones… en momentos en que se encontraba en el interior del vehículo… de su
propiedad acompañado por un sujeto que había conocido el día anterior y que
el personal policial dejó fugar en el procedimiento. Esa persona le había sido
presentada como un posible vendedor de una caja de velocidades para su ve-
hículo, razón por la cual convinieron en encontrarse en el lugar en el cual fue
detenido. En la operación, el personal policial encontró un trapo que recubría
una bolsa de plástico que en su interior contenía cocaína. Agrega que a raíz de
ello fue procesado y juzgado…”. En la causa resultó absuelto toda vez que pudo
probarse las irregularidades del personal policial que intentó deliberadamente
inculpar al actor.
OM
Sin embargo, ¿cualquier conducta del agente —persona
física— es imputable al Estado? ¿Es posible entonces respon-
sabilizar al Estado por cualquier conducta de sus agentes? Si
no es así, ¿cuál es el límite? ¿Qué conductas debo imputar al
Estado? y ¿qué conductas no deben imputarse? ¿Es razonable
establecer límites?
.C
Creemos que no es razonable sin más imputar cualquier
conducta de los agentes al propio Estado, de ahí la necesidad
de buscar y encontrar un límite. Ya sabemos cuál es el factor
DD
de imputación (directo), pero debemos indagar sobre el límite
de ese canal de transferencia de conductas.
de las conductas
(54) CSJN, “José María Ferrugia contra Provincia de San Juan sobre cobro de
pesos”, sent. del 7 de diciembre de 1931. Dijo el Tribunal que “la irresponsabilidad
o responsabilidad parcial de la provincia por actos realizados por sus represen-
tantes legales, más allá de sus atribuciones, no puede aceptarse en el caso de au-
tos, por cuanto estos representantes han obrado dentro de sus propias funciones,
ya que no es posible desconocer que los procuradores del Fisco representan a la
provincia en sus gestiones judiciales y que aquél cuando actúa en juicio es res-
ponsable como cualquier litigante de los daños y perjuicios derivados a la con-
traparte por razón de embargos ilegales o de pedidos improcedentes”.
OM
c) el Estado es responsable si el hecho fue cometido den-
tro “de los límites y objeto aparente de las mismas (56);
d) el Estado es responsable si la relación entre el principal
y el dependiente ha dado motivo y no sólo ocasión para
la comisión del hecho (57).
.C
(55) CSJN, “Rodríguez, Enrique c. Nación Argentina”, sent. del 4 de no-
viembre de 1942. La Corte sostuvo que “las circunstancias en que se produjo el
hecho delictuoso que da lugar a la demanda no permiten, con arreglo al criterio
DD
expuesto, encuadrar el caso en el marco del artículo 1113 del Código Civil. Por-
que si bien el hecho fue originado por cuestiones vinculadas a la forma en que
el homicida cumplía las tareas a su cargo, la agresión que ocasionó la muerte de
Rodríguez no puede considerarse cometida en ejecución de esas tareas y mu-
cho menos dentro de los límites y objeto de las mismas”.
(56) CSJN, “Belleza, Alberto c. Nación Argentina”, sent. del 25 de junio de
1943. En el presente caso el actor fue atropellado por un automóvil del Minis-
LA
bre de 1945.
Dijo la Corte que “el desempeño de la función no determinó el hecho de-
lictuoso. Todo lo que de la función puede decirse con respecto al delito —en el
orden de la relación de causalidad de que se trata—, es que ofreció la oportuni-
dad para cometerlo”. En efecto, “haber tomado la decisión a favor de la oportu-
nidad que su condición en ella le ofrecía es cosa bien distinta de tomarla por ser
empleado, con motivo, en razón o a causa de algo concerniente al desempeño
del empleo, en ejecución de las tareas a su cargo, dentro de los límites y objeto
aparentes de las mismas”. Agregó que “si el desempeño del empleo no ha dado
motivo sino sólo ocasión, no se ve con qué razón puede hacerse responsable de
las consecuencias al principal. La ocasión es la circunstancia, o el conjunto de
ellas, que sin ser indispensables para la acción de una causa —en este caso la
decisión del ladrón homicida—, la favorecen. Para hacer efectiva la decisión de
matar y robar a Rabanillo, no le era indispensable a Ruiz la condición de em-
pleado, y tampoco intervino de ningún modo determinante en dicha decisión
nada relativo al desempeño del empleo”. Además, el Tribunal recordó de modo
categórico que “la responsabilidad cuestionada debe juzgarse con criterio es-
tricto porque es indirecta”.
OM
peño del cargo —funciones— y no de modo ocasional y
2) cuando el hecho fue ejecutado en el marco del objeto y
dentro de los límites aparentes del cargo.
.C
El punto bajo debate claramente es el vínculo entre las fun-
ciones estatales y el hecho dañoso (ejercicio, motivo, ocasión
o apariencia).
DD
Por nuestro lado, creemos que en primer lugar es posible
distinguir —en este punto del presente análisis— entre el
concepto de actos realizados en el ejercicio, con motivo o en
ocasión de las funciones.
LA
(58) Gordillo dice que la Corte sentó el criterio de que “un acto es imputa-
OM
cesaria para que el evento dañoso acaezca y que de no haber
mediado no habría sucedido” (59).
.C
funcionarios “en el ejercicio de sus funciones”, de modo que los
conceptos de “motivo” o “en ocasión” deben reemplazarse por
éste.
DD
Así, en el antecedente “Deoca” el Tribunal sostuvo que “al
momento de los hechos el codemandado Paredes no guarda-
ba con la Armada otra relación que no fuera la que caracteriza
al personal militar en situación de retiro, y no fue alegado ni
probado que se hubiese hallado en ejercicio de funciones es-
LA
OM
debe —además— cumplirse con otro recaudo.
.C
ejemplo cuando el agente hace uso de los elementos propios
de sus funciones.
OM
Buenos Aires” del año 1969, se probó que el certificado erró-
neo expedido por el Registro permitió transferir la propiedad
a favor de un tercero, a pesar de la inhibición de bienes que
pesaba sobre él.
.C
no es suficiente por sí sola para decidir la procedencia de la de-
manda, toda vez que esta Corte tiene resuelto que el concep-
to de indemnización de perjuicios lleva implícita la realidad
DD
de los mismos, y, para su establecimiento judicial, requiere la
comprobación suficiente de tal realidad; en cuanto se trata de
daños sobrevivientes, cualquier decisión sólo puede ser con-
jetural”. Y concluyó luego que “la actora no puede hacer cargo
de la indemnización a la Provincia de Buenos Aires sino en el
LA
OM
nidades— de la garantía de preanotación hipotecaria respecto
de un inmueble. Sin embargo, el Tribunal eximió de respon-
sabilidad al Estado por las siguientes razones:
a) en primer lugar, el Banco Nación logró cobrar el crédi-
to declarado admisible, de modo que el reclamo sólo
.C
debe proceder por el reembolso de los honorarios y
aportes profesionales;
b) en segundo lugar, la condena en costas “tiene su origen
DD
en una controversia provocada exclusivamente por el
Banco respecto de un tema… ajeno a la actividad re-
gistral. Por ende, sólo constituye una consecuencia re-
mota del hecho ilícito, con el que no guarda nexo ade-
cuado de causalidad (artículo 906 del Código Civil)”;
LA
OM
de ese documento por terceros —no identificados— para la
apertura de dos cuentas corrientes bancarias con el nombre y
apellido del actor, causándole perjuicios. La imputación al Es-
tado fue por el supuesto incumplimiento de su deber de cus-
todiar los documentos.
.C
Puntualmente, el actor reclamó daños y perjuicios por:
a) la pérdida del uso de la cuenta corriente, la cancelación an-
ticipada de compras financiadas con tarjetas de crédito y la
DD
pérdida de crédito, b) los gastos por viajes y correo, c) la pa-
ralización de una obra de remodelación de un inmueble, d) el
riesgo laboral, e) los trastornos psicológicos, f) el daño moral
y g) las acciones judiciales tendientes a su desvinculación de
las entidades en las que aparece como deudor irrecuperable o
LA
de alto riesgo.
OM
Finalmente… la orfandad probatoria señalada importa que
el actor tampoco ha demostrado la existencia de un perjuicio
personal que justifique una reparación en concepto de daño
moral ni por la privación de uso de los bienes” (66).
.C
gún el criterio del Tribunal— no corresponde indemnizar los
daños causados por acciones bélicas respecto del personal de
las fuerzas armadas. En efecto, cuando una fuerza de seguri-
DD
dad “lleva a cabo misiones específicas que pueden implicar
enfrentamientos armados… los daños sufridos como conse-
cuencia de los aludidos enfrentamientos no pueden generar
un derecho al resarcimiento según las normas del derecho
común” (67).
LA
OM
de daño resarcible como aquel perjuicio que debe ser repara-
do en el marco de la responsabilidad estatal de corte objeti-
vo.
.C
precisión el concepto de daño resarcible. Dice el autor que
“para que exista lesión en sentido propio no basta que exista
un perjuicio material, una pérdida patrimonial; es absoluta-
DD
mente necesario que ese perjuicio patrimonial sea antijurídi-
co”. Y luego agrega que “un perjuicio se hace antijurídico y
se convierte en lesión resarcible siempre que y sólo cuando la
persona que lo sufre no tiene el deber jurídico de soportarlo;
la antijuridicidad del perjuicio es, pues, una antijuridicidad
estrictamente objetiva” (68).
LA
OM
relación de causalidad y luego expliquemos cuál es nuestro
criterio.
.C
o de atribución objetiva del daño” (71).
OM
daño y sin cuya presencia éste no se hubiese producido. Sin
embargo no es claro cómo debemos operar cuando existen
varias causas, es decir, cómo definir cuál son —entre ellas—
las más eficientes.
.C
ces estas teorías —antecedentes más próximos y causas efi-
cientes— fueron interpretadas como causales exclusivas y
excluyentes de responsabilidad, esto es, el Estado sólo debía
DD
responder cuando intervino en el hecho dañoso sin concu-
rrencia de otras causas.
OM
salidad adecuada o idónea que es comúnmente la más acep-
tada como el estándar razonable para explicar el nexo de cau-
salidad (72).
.C
te que, según el curso natural y ordinario de las cosas, re-
sulte idóneo para producir el resultado dañoso. A su vez, el
resto de los antecedentes sólo constituyen factores concu-
DD
rrentes (73). Sin embargo es importante advertir que este con-
(72) Dice Bustamante Alsina que “cuando el daño es sólo uno que apare-
ce como resultado de la concurrencia de varios hechos antecedentes pero con-
temporáneos se suscita el problema relativamente simple de atribuirlo a uno
de ellos… Si los daños se producen en cascada, la determinación de la causa efi-
LA
rentes hechos defectuosos de los cuales se derivan otros, hasta hallar en uno de
ellos una culpa o un factor objetivo como el riesgo que al aparecer en el proceso
causal lo interrumpe para atribuir responsabilidad a un sujeto indirectamente
involucrado con el daño, el cual, aunque no sea consecuencia inmediata de su
hecho, se halla en una relación adecuada de causalidad”, p. 271. También expo-
ne la teoría del profesor francés Dejean de la Batie que consideramos intere-
sante mencionar por su originalidad: “en conclusión, creemos que esta nueva
teoría no excluye la aplicación de la causalidad adecuada pero permite inves-
tigar los hechos en una cadena causal natural, hasta el punto en que resulta
razonable analizar la previsibilidad abstracta de la consecuencia del hecho en
que intervino por acción u omisión el presunto responsable. En nuestro caso, es
inaceptable atribuir la muerte de la víctima a los médicos que no incurrieron en
falta o defecto alguno. Sin embargo, no es irrazonable endosar la responsabili-
OM
ducen el daño, sino entre ellos el antecedente jurídicamen-
te idóneo. Entonces, ¿cuál es el hecho causal más idóneo?
¿Cuál es el test que debemos usar para descubrirlo? En igual
sentido, cabe preguntarse ¿la operación de supresión del an-
tecedente en la cadena causal es suficiente en términos de
idoneidad? (74).
.C
Pensemos el siguiente ejemplo. Supongamos que el Estado
no señalizó debidamente un cruce peligroso entre dos rutas
—con el cartel correspondiente— indicando que uno de los
DD
vehículos debe detenerse obligatoriamente en ese punto con
el propósito de evitar accidentes. Imaginemos que en el cruce
antes indicado un vehículo es embestido por otro. ¿Existe res-
ponsabilidad estatal? ¿Si el Estado hubiese señalizado debida-
mente el cruce, se hubiese evitado el accidente? Creemos que
LA
dad por muerte al conductor o al dueño o guardián de la cosa riesgosa que oca-
sionó las heridas al peatón, las cuales resultaron ser fatales y terminaron con su
vida en un hospital. La coherencia de la nueva teoría permite afirmar que si la
muerte de la víctima, se hubiese debido a la mala práctica médica, no se podría
FI
atribuir este desenlace fatal al accidente que sufriera con anterioridad, pues
remontando la cadena causal a partir de este daño, ella resulta interrumpida
inmediatamente por la culpa profesional del médico que la atendió y cuya res-
ponsabilidad es excluyente de hechos anteriores”, Una nueva teoría explicativa
de la relación de causalidad, La Ley, 1991-E, 1378, Sec. Doctrina.
(74) Alterini sostiene que en verdad el Código Civil, entre nosotros, hace
uso de las siguientes teorías de modo concurrente, a saber: en primer lugar, la
teoría de la equivalencia de las condiciones cuyo test es la supresión hipotética
del antecedente; en segundo lugar, la teoría de la causa más próxima, es decir
la inmediatez según el curso normal y ordinario de las cosas y, por último y
en tercer lugar, la teoría de la causalidad adecuada imputándosele al autor las
consecuencias previsibles. Alterini propone el siguiente ejemplo adecuándo-
lo a los términos propios del Código Civil. Recordemos que el Código utiliza los
conceptos de consecuencias inmediatas, mediatas, casuales y remotas. Así, las
consecuencias son inmediatas (si un automovilista embiste a otro vehículo),
mediatas (si este último —a su vez— embiste a otro auto) y remotas (si el con-
ductor del vehículo embestido pierde el viaje en avión que tenía previsto y, fi-
nalmente, aborda otro avión que cae y consecuentemente muere).
OM
tivo cartel aquél no hubiese podido frenar y evitar la colisión,
entonces, el antecedente es claramente el exceso de velocidad
y no el error estatal. Es decir, en este contexto, la falta del car-
tel es un hecho jurídicamente irrelevante.
.C
público. Imaginemos que el concesionario intempestivamen-
te retiró los carteles de señalización sobre ciertos aparatos
peligrosos ubicados en las vías públicas y que, como conse-
DD
cuencia de ello, el usuario se apoyó y recibió una descarga
eléctrica que le causó graves daños. En términos de relación
causal, cierto es que el primer eslabón es quizás la concesión
estatal, luego la explotación del servicio por el concesionario,
el uso de aparatos peligrosos y, por último, el hecho de retirar
los carteles de señalización. ¿Hasta qué eslabón de la cadena
LA
OM
idóneo. Es decir, en este contexto no sólo debemos suprimir el
evento bajo estudio sino además analizar si los otros antece-
dentes —hipotéticamente y más allá del caso puntual— pro-
ducen por igual el resultado dañoso. ¿Cuál es entonces el an-
tecedente relevante en términos de causalidad? El accidente
de tránsito porque no sólo es eficiente —capaz de explicar el
.C
nexo causal material— sino además idóneo en la producción
del daño causado.
DD
El caso es quizás más complejo cuando la víctima, según
las circunstancias del caso que describimos en el párrafo an-
terior, muere por mala praxis y no por el accidente de tránsi-
to. Aquí estamos en presencia de un acontecimiento distinto
que irrumpe y rompe el nexo causal existente entre antece-
dentes y consecuentes. Evidentemente la causa idónea es la
LA
idóneo.
OM
bajo estudio es claramente idóneo.
.C
concurrentes sobre el daño.
OM
vez, las consecuencias mediatas que no pueden preverse se
llaman casuales.
.C
En síntesis, el Código Civil distingue entre las consecuen-
cias inmediatas, mediatas, casuales y remotas.
cimientos entrelazados.
(75) Ver artículos 901; 902; 903; 904; 905 y 906 del Código Civil.
OM
Es decir, el criterio del Legislador es básicamente —según
nuestro parecer— el de la previsión de las consecuencias da-
ñosas y el carácter irreversible de éstas (consecuencias inme-
diatas) o cuando su producción depende del hecho primige-
nio más otros acontecimientos entrelazados de modo directo
con aquél (consecuencias mediatas) (77).
.C
Finalmente, las consecuencias casuales y remotas no son
previsibles y, por tanto, no cabe responsabilizar al autor.
DD
IV.1.4.3. El criterio de la Corte sobre la relación de causalidad
Corte?
OM
conducta de la administración y la de los vecinos que arrojan
residuos o los vagabundos que ocupan los inmuebles” (78).
.C
—empresa de propiedad del Estado—. La Corte sostuvo que,
por un lado, el único modo de verificar el contenido era me-
diante su apertura y que el Estado no pudo hacerlo porque
DD
ello es contrario a la garantía de la inviolabilidad de la corres-
pondencia y que, por el otro, el cumplimiento de los requisi-
tos legales, esto es, la mención de un remitente o declaración
jurada por el impostor (remitente) no hubiesen impedido la
comisión del hecho delictivo.
LA
OM
pacial que genera una fuerte presunción de que los hechos es-
tuvieron vinculados”.
.C
servado la secuencia completa de los hechos, es decir, quién
lanzó la piedra, cómo ella pasó por encima de la pared, y
cómo fue a dar en la persona del actor. Pero verdaderamente
DD
esa prueba es no sólo difícil, sino casi imposible. Por otra par-
te, nuestro régimen causal exige la prueba del curso normal y
ordinario de las cosas (artículos 901 a 906 del Código Civil) y,
por lo tanto, la regla es que, demostradas varias posibilidades,
hay que estar a la más probable, si se ha demostrado clara-
LA
OM
a la pretensión de ser indemnizado por la falta de servicio…
esta Corte ha sostenido que debe cumplirse con la carga pro-
cesal de individualizar del modo más claro y concreto posible
cuál ha sido la actividad que específicamente se reputa como
irregular… sin que baste al efecto con hacer referencia a una
secuencia genérica de hechos y actos, sin calificarlos singular-
mente tanto desde la perspectiva de su idoneidad como factor
.C
casual en la producción de los perjuicios, como en lo atinente
a su falta de legitimidad”.
DD
En particular, sostuvo que “mientras en el planteo origina-
rio se adujo como causa de la competencia desleal... el hecho
de que la firma… introdujera en Tierra del Fuego fibras pro-
venientes del extranjero y sin proceso alguno las exportara…
ante esta instancia se admite precisamente que aquélla rea-
LA
OM
naturales o humanos. En efecto, el caso fortuito o fuerza ma-
yor y la culpa de la víctima o de un tercero pueden quebrar o
modificar el nexo causal. Por tanto, puede ocurrir que el nexo
causal y normal de los hechos resulte desplazado por otro he-
cho externo y ajeno.
.C
Por un lado, el caso fortuito y la fuerza mayor son aconte-
cimientos imprevistos o previstos pero irresistibles y, como ya
dijimos, ajenos al Estado. Así, el artículo 514 del Código Civil
establece que “caso fortuito es el que no ha podido preverse,
DD
o que previsto, no ha podido evitarse”. Es decir, un hecho im-
previsible, inevitable, irresistible y ajeno al autor (83).
La culpa de la víctima excluye —total o parcialmente— la
responsabilidad del autor y en tal sentido el artículo 1111 del
LA
Código Civil dice que “el hecho que no cause daño a la perso-
na que lo sufre, sino por una falta imputable a ella, no impone
responsabilidad alguna”. A su vez, el hecho de la víctima debe
ser culposo.
FI
(83) El artículo 513 del Código Civil dice que “el deudor no será responsable
de los daños e intereses que se originen al acreedor por falta de cumplimiento
de la obligación, cuando éstos resultaren de caso fortuito o fuerza mayor, a no
ser que el deudor hubiera tomado a su cargo las consecuencias del caso fortui-
to, o éste hubiere ocurrido por su culpa, o hubiese ya sido aquel constituido en
mora, que no fuese motivada por caso fortuito, o fuerza mayor”.
OM
En el precedente “Tecnobeton”, el Tribunal adujo que “no
cabe admitir el resarcimiento impetrado, toda vez que es a la
conducta del administrado a la que cabe imputar la produc-
ción del perjuicio” porque la demora del servicio aduanero “se
produjo como consecuencia de la imposibilidad que mani-
festó aquélla parte de cumplir los requisitos que la autoridad
.C
aduanera entendió que resultaban necesarios para el despa-
cho a plaza de los bienes... tal como habían sido documenta-
dos en las respectivas solicitudes” (85).
DD
En el caso “Rodríguez”, el actor —en su carácter de padre
del piloto muerto en la colisión entre dos helicópteros de pro-
piedad del Estado y afectados al servicio policial— reclamó
daños y perjuicios por la muerte de su hijo. Los jueces dijeron
LA
OM
aplicable lo dispuesto en el segundo párrafo del artículo 1113
del Código Civil, por lo que ante el riesgo de la cosa compete
al primero, para exonerar su responsabilidad, la acreditación
de la culpa de la víctima o la de un tercero por quien no debe
responder”. Y concluyó que “la demandada ha pretendido su
exculpación invocando la prioridad de circulación del móvil
.C
policial, la cual sostiene que no habría sido respetada por el
conductor de la bicicleta. Si bien esa prioridad encuentra fun-
damento legal… tales franquicias no se extienden a justificar
DD
la actitud imprudente de Lafuente de conducir a contramano
y a alta velocidad por una calle de intenso tránsito poniendo
en riesgo —como sucedió— la vida de los transeúntes” (87).
Por otro lado, cuando la víctima asume el riesgo, interrum-
pe el nexo causal y excluye la responsabilidad del autor del he-
LA
expresó que “si bien el Estado tiene el deber de velar por la se-
guridad de los ciudadanos, dicha obligación cede cuando las
personas se exponen voluntariamente a situaciones de riesgo
que ponen en peligro su integridad física”.
OM
es plausible que concurran otros eximentes de responsabili-
dad, por caso, el vicio y riesgo de las cosas de propiedad de las
víctimas.
.C
tor —por su lado— acreditar en su caso que el hecho de su
autoría no es el antecedente determinante del perjuicio o que
existen hechos eximentes de responsabilidad.
DD
IV.1.4.5. El carácter exclusivo o concurrente de las causales. El cri-
terio judicial. La imprecisión de los estándares a seguir en la dis-
tribución de las responsabilidades. El principio de solidaridad
LA
OM
bilidad estatal por daños causados por informes erróneos del
Registro de la Propiedad Inmueble, la Corte interpretó que la
participación de la Provincia en la producción de los daños
es igual al 70 % “ya que la trascendencia de la conducta irre-
gular del Registro Inmobiliario como causa de aquéllos debe
entenderse superior a la del escribano que debió excluir del
.C
denominado remanente la fracción S.O. de la manzana F que
a raíz de su intervención fue vendida dos veces, originándose
la superposición del dominio”.
DD
En igual sentido, en el caso “Bonadero” la Corte dijo que
“corresponde, pues, distribuir la responsabilidad civil en un
50 % a cargo de la víctima y en otro 50 % a cargo de la deman-
dada”. Así, si el automóvil hubiese sido conducido por la víc-
tima con baja velocidad “ni siquiera habría sido necesario ac-
LA
OM
tencia de culpa de la víctima que en cierto grado también ha
influido en la producción del accidente. Aun cuando la pie-
za invocada por las demandadas —de la cual resultaría que
el actor se habría caído de la plataforma en lugar de haberse
arrojado— carece por sí misma de fuerza probatoria, por lo que
tal alegación debe ser desechada, de la declaración del único
.C
testigo presencial del hecho, Néstor A. García, resulta que testi-
go y víctima llegaron caminando hasta la torre en condiciones
en que el peligro (pregunta 6 y repreguntas 1 y 3), no podía pa-
DD
sarles inadvertido. Con esa altura del agua, el arrojarse desde la
plataforma constituyó una grave imprudencia, cuya incidencia
causal en la producción del daño se estima en un 30 %” (89).
Por último, en el caso “Serradilla” el Tribunal dijo que “el
uso indebido por un tercero del documento de identidad cuya
LA
(88) CSJN, “Domínguez, Emilia y otro c. EFA s/ sumario”, sent. del 26 de fe-
brero de 2002, Fallos 325:210.
(89) CSJN, sent. del 1 de diciembre de1992, Fallos 315:2834.
OM
ser una consecuencia que materialmente debe ser imputada
a las series causales generadas por la falta de servicio en que
han incurrido las agencias estatales del Estado Nacional y de
la Provincia de Mendoza, al no custodiar el nuevo ejemplar del
Documento Nacional de Identidad que había requerido el de-
mandante, y la apertura de las cuentas corrientes por parte de
.C
las entidades financieras, que han concurrido para dar lugar
al resultado dañoso, funcionando como concausas unidas por
su eficacia colateral... Pero la eventual responsabilidad de las
DD
últimas nombradas —que no han sido traídas al proceso— no
excusa total ni parcialmente la de los Estados codemandados,
sin perjuicio de las acciones que ulteriormente éstos pudie-
ran ejercer contra aquéllas para obtener —si procediere— su
contribución en la deuda solventada... Ello es así, pues dicha
responsabilidad no obsta a la que, frente a la característica de
LA
OM
ponden este interrogante en los siguientes términos. Así, “la
obligación de reparar el daño causado por un delito pesa so-
lidariamente sobre todos los que han participado en él como
autores, consejeros o cómplices, aunque se trate de un hecho
que no sea penado por el derecho criminal” y “la obligación
mancomunada es solidaria cuando la totalidad del objeto de
ella puede, en virtud del título constitutivo o de una disposi-
.C
ción de la ley, ser demandada por cualquiera de los acreedores
o a cualquiera de los deudores” respectivamente.
En los otros supuestos, el acreedor sólo puede exigir a los
DD
deudores su parte —de acuerdo con las circunstancias del
caso— y no el todo.
OM
debe. (2) Como imprudencia, caso en el cual el sujeto obra
precipitadamente o sin prever por entero las consecuencias
en las que podía desembocar su acción irreflexiva; hace más
de lo que debe”.
Respecto del dolo, el Código establece que acción dolosa
.C
“es toda aserción de lo que es falso o disimulación de lo verda-
dero, cualquier artificio, astucia o maquinación que se emplee
con ese fin” (artículo 931 CC). A su vez, el codificador define el
DD
delito como el “acto ilícito ejecutado a sabiendas y con inten-
ción de dañar la persona o los derechos de otro” (artículo 1072
CC). Entre las especies de dolo, A. Alterini señala el “dolo di-
recto cuando existe la voluntad concreta de dañar… dolo indi-
recto o eventual cuando el sujeto no tiene la voluntad concre-
LA
OM
to porque el elemento subjetivo es absolutamente irrelevante,
de modo que basta con el hecho antijurídico, el daño y el nexo
causal, pues es indistinto si el sujeto actuó de modo diligente
o negligente siempre que haya causado el daño.
En el ámbito del derecho civil es claro que el concepto bási-
.C
co es el criterio subjetivo. Así, el artículo 1109 del Código dice
que “todo el que ejecuta un hecho, que por su culpa o negli-
gencia ocasiona un daño a otro, está obligado a la reparación
del perjuicio”.
DD
Claramente, entonces, el factor de atribución es subjetivo,
es decir, culpa o dolo del sujeto. Cierto es también que la ley
17.711 de reforma del Código Civil introdujo con carácter de
excepción el factor objetivo en los términos del segundo pá-
LA
derecho civil.
¿Cómo es, entonces, el marco del derecho público? Mar-
tín Rebollo sostuvo que la idea subyacente en el derecho pú-
blico es que “la responsabilidad del Estado puede concebirse
como instrumento de control del poder o como garantía de
los ciudadanos. Si se opta por la primera concepción, se pone
OM
desde mi punto de vista, la responsabilidad es garantía y con-
trol. Es ambas cosas” (93).
.C
Comencemos por explicar cuál es el criterio de la Corte. En
un principio el Tribunal sostuvo, tal como dijimos anterior-
DD
mente, que el factor de atribución en el campo de la respon-
sabilidad estatal era el factor subjetivo y, en tal sentido, apoyó
sus decisiones en el artículo 1109 del Código Civil.
OM
Principalmente la dificultad de imputar subjetividad en el
marco de las estructuras estatales, es decir, el escollo o quizás
imposibilidad de definir cuál es el agente estatal responsable.
En otros términos individualizar a la persona física responsa-
ble y probar luego su culpabilidad —aspecto subjetivo y per-
sonal— (95). Es decir, ¿cómo individualizar al agente?
.C
Cierto es que a veces es simple y, otras veces, prácticamen-
te imposible. Pensemos, cuando el Estado expide un certifica-
DD
do erróneo, entonces el agente responsable es aquel que sus-
cribió ese instrumento. Igualmente simple —o relativamente
simple— es individualizar al agente de policía que disparó o
al conductor del vehículo estatal que provocó el accidente.
OM
omisiones de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus
funciones, por no cumplir sino de una manera irregular las
obligaciones legales que les están impuestas, son comprendi-
dos en las disposiciones de este título”. En “Vadell” el Tribunal
desarrolló claramente este concepto en los siguientes térmi-
nos, “esa idea objetiva de la falta de servicio encuentra fun-
.C
damento en la aplicación por vía subsidiaria del artículo 1112
del Código Civil que establece un régimen de responsabilidad
por los hechos y omisiones de los funcionarios en el ejercicio
DD
de sus funciones”.
digo Civil”.
OM
las leyes y reglamentos administrativos” (96).
.C
ción subjetivo según el marco del artículo 1109, CC, es decir,
el criterio de dolo o culpa de los funcionarios públicos en el
ejercicio de sus funciones.
DD
En términos resumidos y apretados, el primer ensayo fue
así: el Estado —en su carácter de representado o principal—
debía responder por las conductas culposas de sus represen-
tantes o dependientes en el ejercicio de sus funciones.
LA
(96) Cassagne, Juan Carlos, ob. ya citada, ED, 99-942. García de Ente-
rría y Tomás Ramón Fernández sostienen que “la idea de falta en que el siste-
ma se basa se aleja apreciablemente de la noción tradicional de culpa, supues-
to que se trata de una falta objetivada, de una falta del servicio mismo, que no
es necesario... individualizar”. Sin embargo, los mismos autores advierten que
“junto al Derecho común de la responsabilidad así construido, se alinean una
serie de regímenes particulares a los que es extraña toda la idea de falta y en los
que, por lo tanto, la responsabilidad de la Administración queda comprometida
desde el momento en que se aprecia la existencia de un daño cierto imputable a
ella”, ob. ya citada, p. 360.
OM
con el factor de atribución subjetivo. Claro que una vez tacha-
da la figura del dependiente por aplicación de la teoría del ór-
gano, desaparece también —en principio y según ese punto
de vista— la subjetividad y la falta personal de aquél.
.C
de servicio, propio del Derecho Francés y del Consejo de Es-
tado de ese país, y la interpretación del artículo 1112 de nues-
tro Código Civil en términos de falta de servicio como pilar del
DD
nuevo modelo dogmático de responsabilidad estatal y en opo-
sición —claro— con el concepto de la falta personal de los
funcionarios públicos (97). El artículo 1112, CC, dice —como ya
(97) En el marco del Derecho francés Vadell señala como faltas persona-
les: a) el acto incriminado que no presenta ninguna relación con el servicio;
LA
b) otros casos que están mezclados con el servicio, así por ejemplo, el acto per-
sonal que persigue un fin malicioso, doloso o puramente personal; y c) la falta
particularmente grave que excede el tipo de falta corriente.
Luego señala los casos en que, sin perjuicio de la falta de servicio junto con
la personal, el agente debe soportar la reparación en su totalidad. Por un lado,
en caso de ausencia de toda falta de servicio (el policía que con el uso del arma
FI
reglamentaria, y fuera del servicio, causa un daño), sin perjuicio de que el dam-
nificado puede también demandar al Estado; por el otro, aún con falta de servi-
cio, cuando ésta es oponible por la víctima, pero no por el agente (el daño cau-
sado por un agente con el uso de un vehículo oficial por defecto de vigilancia, es
decir falta de servicio. En cuyo caso el tercero puede oponer ese hecho, no así el
OM
Así, el criterio de falta de servicio descrito en el artícu-
lo 1112 del Código Civil es interpretado —en términos pecu-
liares y forzados— como un estándar o factor objetivo (98).
mente importante. Veamos, la falta puede tener “su origen en una ilegalidad en
el sentido preciso de la palabra; pero también puede tenerlo en una actuación
.C
que no se puede llamar, stricto sensu, ilegal (p. ej. la torpeza de un agente).” En
tal sentido “no se puede decir que un conductor torpe o un enfermero distraído
cometan ilegalidades”. “El Consejo de Estado exige, en algunos casos, una falta
grave, incluso una falta particularmente grave, para reconocer el derecho de la
DD
víctima a ser indemnizada”, por ejemplo, en el caso del servicio hospitalario, y
ello en razón del contenido de la actividad y de las circunstancias de tiempo y
lugar. Entre los supuestos de responsabilidad sin falta, cuyo fundamento es la
teoría del riesgo o la igualdad ante las cargas públicas, el autor menciona los
siguientes: “daños causados por las obras públicas; daños causados por leyes y
reglamentos no ilegales; daños causados por decisiones individuales no ilega-
les; daños sufridos por los colaboradores de los servicios públicos; daños resul-
LA
OM
—según nuestro criterio— el mandato del artículo 1112, CC,
fue pensado en relación con la responsabilidad de los funcio-
narios públicos y no del propio Estado y, es más, en términos
subjetivos y no objetivos.
.C
a una responsabilidad objetiva, pues la palabra ‘faute’ quie-
re decir culpa —‘culpa’ propiamente dicha y dolo—. En cam-
bio, el funcionario público responde por su falta personal —al
DD
margen de la función— en los términos del art. 1109 —y en su-
puesto semejante el Estado no es responsable—. La teoría de
la ‘faute de service’ no es de recibo en el Derecho nacional y los
autores que la sostienen hacen una incorrecta interpretación
del art. 1112 para cimentar en él la pregonada responsabilidad
LA
OM
al art. 1112. Advertimos que en ella se cita la nota 7 del § 446.
Linares pretende sostener que la fuente del art. 1112 es el § 447
de la obra de Aubry y Rau —una verdadera invención—, postu-
ra que el mismo autor admite que no es acogida por la opinión
dominante. Por lo demás, el § 447 habla de la responsabilidad
del Estado como comitente y da por descontado que éste res-
.C
ponde en los términos del art. 1384 del Code Civil, relativo al
deber de reparar del comitente o principal —el símil de nues-
tro art. 1113, párr. 1—. De ahí que Vélez Sarsfield haya previsto
la responsabilidad del funcionario público en el art. 1112 y la
DD
del Estado en los arts. 43 y 1113. Que el codificador quiso sen-
tar una excepción a la irresponsabilidad del Estado estableci-
da en el art. 43, pero que nada dijo sobre la responsabilidad
del funcionario, es una interpretación sin sentido ni apoyo, es
negar la realidad, pues ya había establecido la responsabili-
LA
OM
blico —y no del Estado—… Y el mero análisis sintáctico, que
es la evidencia más embrionaria de la interpretación contex-
tual, no puede implicar el desconocimiento de que los hechos
y omisiones de los funcionarios públicos están comprendidos
en las disposiciones del Título IX, referido a los cuasidelitos.
Dicho título comprende las obligaciones que nacen de los he-
.C
chos ilícitos que no son delitos. En ningún momento se traslu-
ce la responsabilidad del Estado que absorbe la del funcionario
cuando éste cumple irregularmente sus funciones” (99).
DD
Sin embargo otro ha sido el camino seguido por los ope-
radores jurídicos y, en particular, la Corte. Por ello debemos
continuar con el análisis del factor objetivo en los términos
del artículo 1112, CC.
LA
El factor objetivo más allá del texto legal prescinde del dolo
y la culpa —subjetividad— y parte de la idea del daño. En este
punto del análisis, debemos detenernos en el estudio del con-
cepto de lesión resarcible como fundamento dogmático de la
FI
OM
decir, si es el marco más adecuado para resolver las cuestiones
que se nos plantean o si debe ser reemplazado por otro. Com-
paremos el esquema objetivo con ciertos ejemplos relevantes
y comunes en el campo de las responsabilidades estatales.
.C
estatal por mala praxis de los médicos en los hospitales públi-
cos. ¿Qué ocurre en tales casos? ¿Los jueces resuelven según
el criterio objetivo?
DD
Es obvio que no. Cualquier juez, y la propia Corte, respon-
sabilizan al Estado sólo cuando el médico actuó de modo
negligente, es decir, con culpa o dolo salvo ciertos casos de
responsabilidad objetiva —por ejemplo, cuando el pacien-
te contrajo una enfermedad en el hospital y no por error del
LA
cuerpo médico—.
(101) Vale en este sentido recordar diferentes criterios judiciales, por ejem-
plo, quizás el más común, es el de la responsabilidad del Estado de corte objeti-
vo. Sin embargo en otros antecedentes los jueces reconocen, por un lado, la res-
ponsabilidad subjetiva de los médicos por culpa o negligencia y, por el otro, la
responsabilidad del Estado por la violación del deber de seguridad a su cargo en
tanto titular del hospital (Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, “Villal-
ba, Yolanda y otros”, La Ley, del 30 de diciembre de 2004. En otros precedentes
aún más curiosos los jueces han dicho que la personalidad del hospital público
como organismo descentralizado desplaza la responsabilidad del ente público
Municipal del cual depende dicho hospital porque el ente es un sujeto de dere-
cho distinto del Estado y se encuentra ligado a éste sólo por un vínculo de dere-
OM
controló las prestaciones realizadas por terceros. Por ejemplo,
si el Estado omitió prestar el servicio de seguridad en las calles
y se produjo un robo. En tal caso, ¿la responsabilidad estatal
es objetiva? ¿Cómo razonan los jueces y, en general, cualquier
operador jurídico? El Estado sólo es responsable si, según las
circunstancias del caso (esto es, entre otros, los recursos ma-
.C
teriales del Estado y su uso) obró de modo razonable, es decir,
diligente o negligente.
DD
Entonces, ¿el criterio es objetivo o subjetivo? ¿Acaso la pre-
visión e intencionalidad del Estado que debió y pudo hacer tal
cosa y sin embargo no lo hizo, no es un elemento subjetivo
a ponderar? Entendemos que aquí también el factor objetivo
nos deja sin respuestas.
LA
dictorio y confuso (102).
(102) Perrino sostiene que “no es preciso demostrar la culpa del funcio-
nario para que sea viable el deber estatal de resarcir, sino la falta o culpa del
sistema administrativo, la falta o culpa de la organización administrativa… Se
trata, si se nos permite la expresión, de una culpa o falta objetivada. De ahí que
en Francia se diga que la falta puede ser anónima, impersonal, pues no es ne-
cesario individualizar a su autor. Lo que ocurre es que la personalidad del fun-
cionario desaparece tras el servicio al que se encuentra adscrito… el comporta-
miento desplegado por la administración constituye un elemento que siempre
debe valorarse para determinar si media o no su deber de reparar. De lo con-
trario, bastaría acreditar la existencia de un perjuicio y su vínculo causal con la
actuación estatal, para dar lugar al pago de una indemnización”, Perrino, Pa-
blo, La responsabilidad de la administración por su actividad ilícita, ED del 28
de diciembre de 1999.
OM
lidad).
En otras palabras, las cuestiones más complicadas que
existen en el campo propio del factor de atribución se resuel-
ven en el marco de la relación de causalidad. Así, cuando se-
guimos el camino objetivo y el resultado alcanzado es respon-
sabilizar al Estado pero en términos absurdos o irrazonables,
.C
entonces el operador revierte ese resultado por el sendero de
la causalidad, es decir, rompiendo el nexo causal. El operador
concluye habitualmente que las conductas estatales —según
DD
las circunstancias del caso— no son las causas idóneas res-
pecto del daño.
Además, el criterio objetivo plantea otro punto débil, esto
es, la impunidad de los agentes públicos porque en el marco
del proceso judicial por daños y perjuicios no debe ventilarse
LA
bles.
Desde otro lugar, es quizás plausible sostener que la res-
ponsabilidad objetiva en los términos del artículo 1112 del
Código Civil es simplemente un modo de inversión de la carga
OM
minos del artículo 1112, CC, cuando dijo —por ejemplo— que
“en nuestro derecho no existe norma o construcción jurispru-
dencial alguna que, tal como sucede en el Reino de España,
obligue a la administración pública a indemnizar todo perjui-
cio ocasionado por el funcionamiento normal o anormal de
los servicios públicos ni, por tanto, a resarcir los perjuicios de-
.C
rivados de las medidas regular y razonablemente adoptadas
en ejercicio del poder de policía de salubridad. Pues, si el Es-
tado tuviera que pagar por cada uno de los cambios y nuevas
DD
exigencias derivadas del desarrollo de la legislación general
en la materia, sería imposible gobernar” (103).
OM
apoyo en el artículo 1112? Entendemos que no.
¿Cuáles son los déficits, según nuestro criterio, de este mo-
delo dogmático basado en el artículo 1112, CC, en términos
objetivos? Si bien creemos que la responsabilidad estatal debe
apoyarse en el artículo 1112, CC, esto sólo es posible por vía
.C
analógica.
En efecto, ese precepto, según nuestro criterio, es propio
del derecho público pero su objeto es la regulación de la res-
DD
ponsabilidad de los funcionarios públicos en el ejercicio de
sus funciones, es decir, la responsabilidad de los agentes en sí
mismos, pero no del Estado (105).
De modo que respecto de la responsabilidad del Estado
LA
OM
gente, entonces, sus obligaciones de hacer y no hacer son cum-
plidas regularmente y, consecuentemente, no es responsable.
.C
tado por sus conductas ilícitas es en principio de carácter sub-
jetivo, claro que cabe hacer aquí la siguiente salvedad, a saber,
la subjetividad —en términos de derecho público— debe in-
DD
terpretarse como actuación irregular —negligente—.
(106) Ver, en este sentido, Hutchinson, Tomás, Los daños producidos por
el Estado, JUS Revista Jurídica de la Provincia de Bs. As., N° 36, 1984, La Plata,
LEP, ps. 51 a 74. Reiriz, Graciela, Responsabilidad del Estado, en “El Derecho
Administrativo, hoy”, ob. ya citada. Hemos dicho también que “la comproba-
ción irregular de un deber legal implica, necesariamente, un obrar negligente,
aun cuando —en razón de las características peculiares de la responsabilidad
del Estado— no resulte necesario identificar su causa fuente, es decir, al agen-
te que causó el perjuicio. Por ello, el cambio jurisprudencial de la Corte no está
relacionado, en mi opinión, con el carácter objetivo o subjetivo del factor de
atribución, sino con el reemplazo de la responsabilidad indirecta por la respon-
sabilidad directa a través de la aplicación de la teoría del órgano”, Balbín, Car-
los, Responsabilidad del Estado en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, XXX Jornadas Nacionales de Derecho Administrativo.
OM
parte, el artículo 512, CC, establece que “la culpa del deudor
en el cumplimiento de la obligación consiste en la omisión de
aquellas diligencias que exigiere la naturaleza de la obliga-
ción y que correspondiesen a las circunstancias de las perso-
nas, del tiempo y del lugar”.
.C
cumplimiento de sus obligaciones, obró de modo diligente,
según las circunstancias del caso.
DD
Sin embargo, si el Estado es responsable en términos ob-
jetivos, no puede entonces eximirse de responsabilidad aun
cuando hubiese actuado de modo diligente en el ejercicio de
sus funciones (108).
OM
Es más, si el criterio es objetivo, entonces es irrelevante
jurídicamente —en términos de responsabilidad estatal— si
el Estado cumplió o no con sus cargas y, particularmente, el
modo en que lo hizo.
De todas maneras el concepto de subjetividad que apoya-
.C
mos debe necesariamente matizarse en el ámbito del derecho
público.
Así, entendemos que el elemento subjetivo no exige en este
DD
terreno discernir cuál es el agente directamente responsable
y, luego, alegar y probar su culpabilidad, como sí ocurre en el
derecho civil. En ciertos casos es claro que el interesado pue-
de probar quién es el sujeto responsable, por ejemplo, en los
supuestos de responsabilidad estatal por mala praxis de los
LA
OM
do debe probar, entonces, que el Estado obró culposamente.
¿Qué ocurriría si el Estado probase que, sin perjuicio del daño
causado, obró de modo diligente según los recursos y las cir-
cunstancias del caso? ¿Debe eximirse en tal caso de la obliga-
ción de responder?
.C
En conclusión, más que insistir en el carácter objetivo de la
responsabilidad estatal, debiéramos intentar construir un mo-
delo dogmático sobre el factor de atribución propio y específico
DD
del derecho público que, adelantamos, en parte es subjetivo y
en parte objetivo.
OM
tonces, el pilar del modelo dogmático de la responsabilidad
del Estado.
.C
Luego, el concepto de obligaciones legales y su cumplimien-
to irregular debe entrelazarse básicamente, y según nuestro cri-
DD
terio, sobre la idea de culpa o dolo.
cuerpo normativo; y
3) en tercer lugar, cuando el Estado resulte responsable
por sus actividades lícitas, en cuyo caso el factor es in-
dudablemente objetivo.
OM
de medios o resultados y el factor de atribución (subjetivo/ob-
jetivo).
Evidentemente los conceptos de mandato preciso, obliga-
ción de resultado y factor objetivo de responsabilidad se en-
cuentran entrelazados. Por ejemplo, el error del Estado en la
.C
expedición de los informes o certificados del Registro de la
Propiedad Inmueble. En este caso, el deber estatal es claro,
específico y de resultado y, por tanto, la responsabilidad es de
corte objetivo.
DD
Pero, pensemos otros ejemplos. Frente a los accidentes
ocurridos en las rutas estatales, ¿cuál es la obligación del Es-
tado? ¿Debe el Estado asegurar, en términos de resultado, que
el usuario llegue a su destino sano y salvo o simplemente debe
LA
OM
te el derecho de propiedad; sin embargo, si desconoce el dere-
cho es responsable por incumplir el mandato legal.
.C
En ambos casos, es decir conductas estatales ilícitas (ac-
tos, hechos y omisiones) el pilar básico es el deber estatal y su
DD
incumplimiento. Por eso, partiendo de este basamento, el as-
pecto central es la precisión o especificidad del deber estatal y
su consecuente relación con el factor de atribución.
OM
nente les hubiera conferido ningún margen de juicio sobre el
particular”. Es más, las “consecuencias necesarias y normales
del ejercicio del poder de policía de salubridad o sanitaria no
dan lugar a indemnización” porque “en nuestro derecho no
existe norma o construcción jurisprudencial alguna que, tal
como sucede en el Reino de España obligue a la administra-
.C
ción pública a indemnizar todo perjuicio ocasionado por el
funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos
ni, por tanto, a resarcir los perjuicios derivados de las medidas
DD
regular y razonablemente adoptadas en ejercicio del poder de
policía de salubridad”.
Y agregó que para considerar que el Estado sea responsable
por falta de servicio “no basta con enumerar genéricamente
una serie de actos y conductas, sino que es preciso examinar
LA
(111) “Friar S.A. c. Estado Nacional s/ daños y perjuicios”. CSJN, sent. del 26
de septiembre de 2006, Fallos 329:3966.
OM
es el deber y su densidad —fundamento— y, por el otro, las
conductas estatales y, en particular, si éstas constituyen o no
un obrar diligente según las circunstancias del caso —factor
de atribución—.
.C
dato legal, el carácter de los deberes estatales —medios o re-
sultados— y luego el factor de imputación.
DD
Cabe aclarar que en el derecho privado, las obligaciones
de resultado no rompen el factor de atribución subjetivo. Así
puede ocurrir que el sujeto no logró el resultado, pero que, sin
embargo, no sea responsable porque actuó diligentemente. Es
decir, en el marco del derecho privado, la densidad del man-
LA
(112) Según Marienhoff, “la responsabilidad que surge del hecho o del
acto de omisión o de abstención es objetiva, puesto que toma esencialmente en
cuenta el incumplimiento del expresado deber, con prescindencia de la idea de
culpa”, Responsabilidad extracontractual del Estado por las consecuencias de su
actitud omisiva en el ámbito del Derecho Público, Abeledo-Perrot, 2001, p. 67.
OM
Finalmente cabe señalar que la configuración del manda-
to legal se relaciona con el fundamento de la responsabilidad
estatal —carácter antijurídico— porque debemos definir cuál
es el deber legal que el Estado incumplió. Luego, el carácter
más o menos denso de ese mandato, nos permite decir cuán-
do el factor de atribución es objetivo o subjetivo.
.C
IV.1.5.4. El criterio más reciente de la Corte
DD
Antes de continuar debemos analizar si la Corte se apar-
tó del criterio expuesto en el caso “Vadell” —responsabilidad
objetiva—. Más aún teniendo en cuenta que proponemos un
criterio mixto (subjetivo/objetivo).
LA
(113) Fallos 318:74 (1995) y 318:77 (1995) citados por Bianchi, Alberto B.,
La responsabilidad de los entes reguladores y de sus directores. Apuntes sobre la
falta u omisión en la actividad de control, La Ley, 2000-D, 534-549.
(114) CSJN, “Ramos, Graciela Petrona c. Córdoba, Provincia de s/ daños y
perjuicios”, sent. del 28 de junio de 2005, Fallos 328:2546.
OM
dañosas (Fallos: 321:1124). Esa responsabilidad directa basa-
da en la falta de servicio y definida por esta Corte como una
violación o anormalidad frente a las obligaciones del servi-
cio regular, entraña una apreciación en concreto que toma en
cuenta la naturaleza de la actividad, los medios de que dispo-
ne el servicio, el lazo que une a la víctima con el servicio y el
.C
grado de previsibilidad del daño (Fallos: 321:1124)…”.
OM
Más adelante, agregó que “en este sentido, el servicio de
seguridad no está legalmente definido de modo expreso y de-
terminado, y mucho menos se identifica con una garantía ab-
soluta de que los ciudadanos no sufran perjuicio alguno deri-
vado de la acción de terceros”.
.C
Así las cosas, debe valorarse si el Estado utilizó medios ra-
zonables para el cumplimiento del servicio, de modo que no
es suficiente con el hecho de acreditar el daño resarcible. La
Corte continuó analizando que “la policía destinó efectivos
DD
para la custodia de las adyacencias y de determinados lugares
dentro del estadio... Consta también que se dispuso la presen-
cia de policía adicional… y que el personal comando de pa-
trullas era el encargado de hacer constantes recorridas por las
adyacencias del estadio”.
LA
malmente acontece).
OM
rrente no ha probado que la conducta de los funcionarios del
SENASA haya sido temeraria o negligente, por lo que no pue-
de tenerse por configurado uno de los recaudos imprescindi-
bles para la procedencia de la responsabilidad por actividad
irregular del Estado: la antijuridicidad” (116).
.C
Sin embargo —tal como adelantamos— la Corte no aban-
donó el carácter objetivo de la responsabilidad estatal. Cabe
citar, por caso, el precedente “Ramos” ya citado, donde la Cor-
te siguiendo el criterio expuesto desde “Vadell” sostuvo que
DD
para que se configure la responsabilidad extracontractual
del Estado por sus actividades ilícitas deben reunirse los si-
guientes requisitos: a) incurrir en una falta de servicio (artícu-
lo 1112 del Código Civil); b) haber sufrido un daño cierto y, por
último, c) existir una relación de causalidad directa entre la
LA
OM
Es decir, en los precedentes antes citados, “Ramos”, “Mos-
ca” y “Serradilla”, entre otros, la Corte reafirmó, más allá de
los matices, el carácter objetivo del factor de atribución. En
conclusión, el Tribunal siempre volvió al cauce de la respon-
sabilidad de corte objetivo.
.C
IV.1.5.5. La fractura del factor de atribución
tercero. Así, el artículo 1111 del Código establece que “el he-
cho que no cause daño a la persona que lo sufre, sino por una
falta imputable a ella, no impone responsabilidad alguna”.
A su vez, el Estado debe eximirse —según nuestro criterio—
cuando acredite que obró diligentemente.
FI
IV.1.5.6. Conclusiones
OM
responsabilidad del Estado debe aplicarse este precep-
to pero por vía analógica de primer grado;
2) la teoría general de la responsabilidad del Estado debe
construirse —según nuestro criterio— sobre los facto-
res objetivo y subjetivo, según el caso;
.C
3) el estándar básico es el de las obligaciones o deberes
legales, mencionado por el propio codificador en el ar-
tículo 1112, CC. Así, los criterios de falta de servicio o
lesión resarcible deben sustituirse por el de las obliga-
DD
ciones o deberes del Estado y su incumplimiento;
4) el factor es subjetivo cuando el deber estatal es ines-
pecífico, de modo que el operador debe analizar cómo
obró el Estado, esto es, si actuó de modo diligente o ne-
LA
OM
imprescindible” (119).
.C
conveniencia (ley 19.549), entre otros.
IV.2.1. Fundamento
LA
OM
recho privado está construido sobre la ilicitud, por ello no es
plausible anclar en ese marco la responsabilidad estatal por
sus actividades lícitas (121).
.C
ponsabilidad estatal por sus actividades lícitas. Entonces ¿con
qué fundamentos la Corte reconoció responsabilidad en estos
casos? Obviamente, como ya adelantamos, la razón de ser y
DD
su justificación no es el contenido antijurídico, esto es, el in-
cumplimiento del ordenamiento jurídico porque justamente
el Estado cumplió y de allí que sus conductas sean lícitas. En-
tonces, ¿por qué debe responder el Estado?
LA
tos, es decir, sin contenido antijurídico. Ver Bustamante Alsina, ob. ya citada,
p. 137.
(121) Entre otros, Comadira sostiene que “las circunstancias llevan, pues,
a que, como antes dije, la responsabilidad del Estado deba hallar su fundamen-
to mediato en la Constitución Nacional e inmediato en la legislación adminis-
trativa que la reglamente en coherencia con los principios de aquélla; sin per-
juicio de que estos principios deban operar de modo directo e inmediato, con
exclusión de la legislación común, cuando aquella normatividad genérica o es-
pecífica no exista”, “La responsabilidad del Estado por su actividad lícita o legí-
tima. Principio de juridicidad y responsabilidad del Estado”, Derecho Adminis-
trativo, Lexis-Nexis, 2003, p. 366.
OM
cimiento o extinción de los derechos, no lo autoriza a prescin-
dir por completo de las relaciones jurídicas concertadas bajo
el amparo de la legislación anterior, especialmente cuando
las nuevas normas causen perjuicios patrimoniales que no
encuentran la condigna reparación en el sistema establecido,
pues en tales casos el menoscabo económico causado origina
.C
el derecho consiguiente para obtener una indemnización”. Y,
luego, agregó que respecto del fundamento y el régimen de la
responsabilidad estatal por su actividad lícita debemos recu-
DD
rrir al instituto de la expropiación y no al derecho civil.
OM
nización, el fundamento de la responsabilidad estatal dentro
del Estado de Derecho es la justicia y la seguridad jurídica y la
obligación de indemnizar es un lógico corolario de la garantía
constitucional de la inviolabilidad de la propiedad, consagra-
da por los artículos 14 y 17 de la Constitución Nacional, prin-
cipios éstos aplicables al caso en que el actor, habiéndose con-
.C
ducido dentro del marco del ordenamiento jurídico a través
de las acciones de reivindicación y expropiación inversa, se
vio perjudicado por sucesivos cambios legislativos (123).
DD
Luego, en el caso “Tejeduría Magallanes”, el Tribunal sos-
tuvo que “cuando la actividad lícita de la autoridad adminis-
trativa, aunque inspirada en propósitos de interés colectivo,
se constituye en causa eficiente de un perjuicio para los par-
ticulares —cuyo derecho se sacrifica por aquel interés gene-
LA
esenciales” (124).
OM
titucional, en particular, el derecho de propiedad (artículo 17,
CN), la igualdad ante las cargas públicas (artículo 16, CN) y el
principio de razonabilidad (artículo 28, CN). El ejemplo más
claro es, sin dudas, el instituto de la expropiación. Así, la Cons-
titución dice que “la expropiación por causa de utilidad públi-
ca, debe ser calificada por ley y previamente indemnizada”.
.C
Sin embargo, el caso judicial más paradigmático es, sin
dudas, el precedente “Columbia”. Allí el Tribunal dijo que el
DD
presupuesto de la responsabilidad estatal “consiste en que
dicho actuar... haya producido una lesión a una situación ju-
rídicamente protegida. Dicho en otros términos, la dilucida-
ción del presente litigio pasa por resolver si puede admitirse
un derecho adquirido del administrado al mantenimiento de
una pauta cambiaria… la respuesta debe ser negativa… Fal-
LA
OM
sentido de que nadie tiene un derecho adquirido al mante-
nimiento de leyes o reglamentaciones”. Sin embargo, adujo
que “la facultad del Estado de imponer límites al nacimien-
to o extinción de los derechos no lo autoriza a prescindir por
completo de las relaciones jurídicas concertadas bajo el am-
paro de la legislación anterior, especialmente cuando las nue-
.C
vas normas causan perjuicios patrimoniales que no encuen-
tran la condigna reparación en el sistema establecido, pues en
tales supuestos el menoscabo económico causado origina el
DD
derecho consiguiente para obtener una indemnización como
medio de restaurar la garantía constitucional vulnerada”. A su
vez, dijo que “el presupuesto de todo análisis sobre la aplica-
ción al sub lite de la doctrina de la responsabilidad del Estado
por su actuar legítimo, consiste en que dicho actuar haya pro-
LA
OM
policial, que en un enfrentamiento con delincuentes hirió al
actor, debe encuadrarse “en el marco de su función específi-
ca, esto es, la de atender a un servicio que beneficia a la co-
lectividad en general. Pero, al producir en el ejercicio lesión
a los bienes o a la persona de alguno de sus integrantes, es de
estricta justicia que la comunidad los afronte, no porque su
.C
conducta sea contraria a derecho sino porque el sujeto sobre
el que recae el daño no tiene el deber jurídico de soportarlo…
En este caso, acreditado que la lesión que afecta a Mochi re-
DD
conoce como causa eficiente aquel accionar y que ella no pro-
viene de una conducta propia que la origina, la no admisión
de la reparación significaría un gravamen desproporcionado
que excede la cuota normal de sacrificio que supone la vida en
comunidad” (128).
LA
OM
siempre que los agentes actúen en términos razonables, como
ocurrió en los precedentes “Mochi” y “Lozano Gómez”.
.C
delincuente obró de modo imprudente excediendo los medios
racionales y legítimos e hiriendo así mortalmente a éste (130).
DD
Volvamos sobre los fundamentos de la responsabilidad esta-
tal por sus actividades lícitas. ¿Cuál es el presupuesto de la respon-
sabilidad estatal en este contexto según el criterio de la Corte?
OM
IV.2.1.2. El desarrollo de nuestro criterio
.C
1) en primer lugar, cabe estudiar si el acto es legítimo o no;
2) en segundo lugar, ya ubicados en el campo de la licitud,
DD
el estándar básicamente es el derecho de propiedad y
la obligación legal de soportar o no el daño respecto de
ese derecho.
Imaginemos la siguiente hipótesis de trabajo. El Estado de-
cide expropiar todas las propiedades, es decir, el Estado dicta
LA
(132) Forsthoff dice que “no toda intervención lleva de suyo a la indem-
nización, pues ésta sólo debe prestarse cuando el Estado se ve compelido a
transgredir un derecho subjetivo que se halla en colisión con el bien común
OM
do directamente con el derecho de propiedad y la obligación
legal de soportar o no el daño sobre ésta.
.C
constitucional de igualdad, entonces éstas revisten carácter
ilegítimo.
OM
nizar; (c) si el Estado restringe, pero existe la obligación legal
de soportar el daño. Claro que esta obligación debe ser razo-
nable (133).
Por último, analicemos los otros presupuestos (factor de
imputación, daño, nexo causal y factor de atribución) y par-
.C
ticularmente si existen ciertos matices que nos permitan dis-
tinguirlos de los recaudos de la responsabilidad por activida-
des ilícitas que ya estudiamos.
DD
IV.2.2. Imputación al Estado. Daño
OM
inmediata entre el evento y el daño.
.C
des lícitas.
OM
indemnización para los particulares, a menos que el orde-
namiento lo condicione al pago de la reparación correspon-
diente —v.gr.: leyes 19.549, art. 18 y 21.499—. Por consiguiente,
la admisión de la doctrina de la responsabilidad estatal por los
daños derivados de su actividad lícita... no ha de ser entendida
como dirigida a instituir en este ámbito un régimen de respon-
.C
sabilidad de naturaleza objetiva, de conformidad con el cual
bastaría la mera acreditación de la existencia de nexo causal
suficiente entre la actividad legítima de los órganos estatales y
DD
los perjuicios —de cualquier orden— que experimentasen los
particulares, para suscitar la obligación de indemnizarlos... la
lesión de derechos particulares susceptibles de indemniza-
ción en virtud de la doctrina indicada no comprende a los da-
ños que sean consecuencias normales y necesarias de la acti-
LA
OM
y en cuanto la restricción impuesta no ha superado lo que es
razonable admitir en la materia, no corresponde admitir la in-
demnización reclamada”.
.C
un enfrentamiento entre delincuentes y el personal policial, la
Corte dijo que “en el caso, no hay razón justificante que legi-
time el perjuicio sufrido por Mochi, y para su reconocimiento
DD
no es necesario indagar en la existencia de factores subjetivos
de atribución de responsabilidad sino que debe estarse a aquél,
de naturaleza objetiva, que encuentra fundamento en la ga-
rantía irrenunciable para el Estado de amparar, como ha di-
cho esta Corte, elementales derechos de sus integrantes”.
LA
OM
a instituir en este ámbito un régimen de responsabilidad de na-
turaleza objetiva, de conformidad con el cual bastaría la mera
acreditación de la existencia de nexo causal suficiente entre la
actividad legítima de los órganos estatales y los perjuicios —de
cualquier orden— que experimentasen los particulares, para
suscitar la obligación de indemnizarlos... En este sentido, es
.C
necesario recordar que la lesión de derechos particulares sus-
ceptibles de indemnización en virtud de la doctrina mencio-
nada no comprende los daños que sean consecuencias nor-
DD
males y necesarias de la actividad lícita desarrollada, puesto
que las normas que legitiman la actividad estatal producto-
ra de tales daños importan limitaciones de carácter general
al ejercicio de todos los derechos individuales singularmen-
te afectados por dicha actividad. Por lo tanto, sólo compren-
LA
OM
to—
.C
tado.
DD
IV.3.1. Fundamento
OM
b) Por el otro, aun cuando el Estado no penetre ese
núcleo, debe indemnizar por el juego de ese crite-
rio con el principio de igualdad. En este contexto,
sí tiene relevancia el daño especial en términos de
vulneración del derecho de propiedad y en relación
con el principio igualitario.
.C
(2) En el campo de la actividad normativa ilícita cabe
mencionar entre otros los precedentes “Acuña” y “Azu-
carera Buenos Aires” (138).
DD
¿En cualquier caso el Estado debe indemnizar cuan-
do la ley es declarada inconstitucional? La respuesta
es que no porque es necesario que concurran —ade-
más— los otros presupuestos de la responsabilidad.
LA
V.1. Fundamento
OM
V.1.1. El fundamento normativo
.C
nos del artículo 1113, CC.
OM
el arma reglamentaria de modo permanente, no es razonable
interpretar que cuando aquéllos hacen uso del arma —más
allá del horario del servicio— contradicen entonces la volun-
tad del propietario de las cosas, es decir, el Estado. En ciertos
casos, la Corte sostuvo que “el uso que le dio… en la comisión
del hecho dañoso tendría su encuadramiento en el supuesto
.C
previsto en el tercer párrafo del Artículo 1113 del Código Civil,
lo cual eximiría a la administración de la responsabilidad que
pretendiera atribuírsele en aquellos términos” (139).
DD
V.1.2. El criterio judicial. La confusión entre los artículos 1112
y 1113 CC. La responsabilidad del Estado por el uso de los
agentes policiales de las armas reglamentarias. Nuestro cri-
terio
LA
su vez, ubicó este cuadro bajo el manto del artículo 1112, CC,
y no en el escenario claro y simple del artículo 1113, CC, —res-
ponsabilidad del dueño o guardián de las cosas—.
(139) CSJN, “Deoca, Corina del Rosario c. Paredes, Fidel Leónidas y Estado
Nacional”, sent. del 30 de mayo de 2001, Fallos 324:1701.
OM
Además, es importante advertir que el Código Civil esta-
blece la responsabilidad por el riesgo de las cosas y no así por
el riesgo de los servicios. Es decir, el artículo 1112 del Código
hace responder al Estado por los servicios prestados de modo
irregular, pero no por el simple riesgo creado por esos servi-
cios. Volvamos sobre el cauce principal.
.C
Quizás es posible —siguiendo el criterio del Tribunal—
distinguir si el riesgo es creado por el uso de las cosas de pro-
piedad del Estado o el funcionamiento del servicio o su orga-
DD
nización.
OM
Así, en el caso “Lozano Gómez”, el Tribunal señaló que
“queda comprobado que los daños sufridos en el automóvil
fueron provocados como consecuencia de los disparos de fue-
go efectuados por los efectivos policiales en ocasión del ope-
rativo que se llevó a cabo en la localidad de Villa Ballester.
.C
Esta intervención compromete la responsabilidad del estado
provincial en los términos establecidos por esta Corte en la
causa de Fallos 310:1826, toda vez que, por lo demás, no ha
DD
existido por parte del actor una conducta propia causante del
daño” (140).
tiempo y de lugar” (141).
(140) CSJN, “Lozano Gómez, Juan, c. Provincia de Buenos Aires”, sent. del
12 de mayo de 1992, Fallos 315:968.
(141) CSJN, “García, Ricardo Mario c. Provincia de Buenos Aires s/ in-
demnización de daños y perjuicios”. sent. del 8 de setiembre de 1992, Fallos
315:1895.
OM
tro de los límites específicos de la función propia del cargo,
no hay duda que encontró fundamento en aquélla… habida
cuenta de lo expuesto es evidente que existió una razonable
relación entre el cargo y el daño producido... facilitado por
el suministro del arma y las obligaciones del servicio”. A su
vez, entre otras consideraciones, sostuvo que “ningún deber
.C
es más primario y sustancial para el Estado que el de cuidar
de la vida y de la seguridad de los gobernados y si para llenar
esas funciones se ha valido de agentes o elementos que resul-
ten de una peligrosidad manifiesta... las consecuencias de la
DD
mala elección, sea o no excusable, deben recaer sobre la enti-
dad pública que la ha realizado” (142).
OM
to, es el antecedente “Deoca” en el que un suboficial retirado
de la Armada mató a su vecino con el sable que le entregó la
Marina. El Tribunal sostuvo que no cabe responsabilizar al
Estado, en los términos del artículo 1113, CC, porque “el sa-
ble en cuestión formaba parte del uniforme de los suboficia-
.C
les superiores que… al producirse el pase a situación de retiro,
la armada debía dejarles en propiedad”. Y concluyó entonces
que “es erróneo… atribuir responsabilidad al Estado Nacional
por la indebida utilización de una cosa de la que no era dueño
DD
y de la que tampoco era guardián ya que no tenía el manejo ni
el empleo de ella”.
OM
les— es el caso de los daños causados con o por los bienes del
dominio público.
.C
responsabilidad del Estado toda vez que “las personas par-
ticulares tienen el uso y goce de los bienes públicos del Esta-
do” según el artículo 2341 del mismo Código.
DD
En otras palabras, y en relación con los bienes del dominio
público, cabe analizar si debemos aplicar el artículo 1112 (res-
ponsabilidad por falta de servicio) o el artículo 1113 segunda
parte (responsabilidad por la propiedad o guarda de las co-
LA
sas).
OM
los jueces adujeron que la comuna debe privilegiar la obliga-
ción de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las co-
sas (artículo 902, CC), especialmente en lo que se refiere al uso
y goce de los espacios de libre acceso que integran el dominio
público del Estado, como son las playas.
.C
Es decir, “el uso y goce de los bienes del dominio público
por parte de los particulares importa para el Estado… la obli-
gación de colocar sus bienes en condiciones de ser utilizados
sin riesgos. Y en este caso, el municipio demandado que ejer-
DD
cía jurisdicción delegada y el consiguiente poder de policía
sobre las playas en cuestión… debió adoptar las medidas de
seguridad”.
(144) A su vez, el tribunal dijo que las normas provinciales invocadas para
excusar la responsabilidad de la Provincia no resultan de aplicación, puesto
que la delegación de la jurisdicción y del poder de policía sobre las playas no
puede impedir la aplicación de las normas sobre responsabilidad civil legislada
por la Nación en virtud de la atribución conferida por el artículo 67, inciso 11, de
la Constitución.
OM
índole —tal como ocurre cuando el damnificado consiente
el transporte por un conductor alcoholizado, sin permiso de
conducir o no acepta colocarse el cinturón de seguridad, es
decir, en casos de riesgos anormales o de orden extraordina-
rio—. Los jueces concluyeron que no puede incluirse el mero
lanzamiento desde un trampolín como un caso de aceptación
.C
del riesgo.
murió.
(145) CSJN “Pose, José c. Provincia del Chubut y otros”, sent. del 1° de di-
ciembre de 1992, Fallos 315:2834.
OM
Si bien el Tribunal mezcló —según nuestro criterio— el
riesgo de las cosas y la falta del servicio —igual que en el pre-
cedente “Pose”— creemos que el primer argumento es válido
por sí solo con el propósito de responsabilizar al Estado, de
modo que no es necesario recurrir a la prestación irregular o
.C
defectuosa del servicio.
OM
Así, la responsabilidad por el daño causado por el vicio o
riesgo de la cosa es de carácter objetivo, de modo que la subje-
tividad del dueño o guardián es irrelevante en términos jurí-
dicos.
.C
su falta de culpa no puede eximirse de responsabilidad, pero
sí puede hacerlo si probase una causa ajena respecto del vi-
cio o riesgo de las cosas. En efecto, el artículo 1113, CC, dice
que “si el daño hubiere sido causado por el riesgo o vicio de la
DD
cosa, sólo se eximirá total o parcialmente de responsabilidad
acreditando la culpa de la víctima o de un tercero por quien
no deba responder”.
OM
tampoco es responsable por los daños causados con o por las
cosas, si la guarda fue cedida a un tercero —por ejemplo, en el
caso de la concesión de los bienes del dominio público—.
.C
culpa del dueño y éste sólo puede liberarse si prueba
que obró sin culpa y
2) en el caso de daños por el vicio o riesgo de las cosas
DD
—responsabilidad de corte objetivo—, el dueño se exi-
me de responsabilidad sólo si logra probar una causa
ajena.
VI.1. El fundamento
OM
En este marco el fundamento jurídico es básicamente el
artículo 1113 del Código Civil que en su primera parte dice
que “la obligación del que ha causado un daño se extiende a
los daños que causaren los que están bajo su dependencia”.
.C
tatal no es el contenido ilícito de la conducta del Estado —teo-
ría del órgano— o el carácter de titular o guardián de las cosas,
sino la obligación de garantía que tiene el principal respecto
DD
de sus dependientes por los daños causados por éstos. El prin-
cipal obviamente es el Estado, veremos luego quiénes son los
dependientes.
OM
del principal es —como ya sabemos— de carácter indirecto y
alcance solidario en relación con el dependiente.
.C
vínculo entre el principal y el dependiente.
DD
VI.3. El daño y el nexo causal
OM
En tal sentido, J. Bustamante Alsina sostiene que “la nor-
ma en cuestión [artículo 1113, CC] contiene una disposición
legal atributiva de responsabilidad y, según ella, el principal
responde por el hecho de su dependiente, exista o no culpa de
aquél en la elección y vigilancia de éste”.
.C
¿Cuáles son las condiciones para la procedencia de la res-
ponsabilidad del principal por las conductas de sus depen-
dientes? Las siguientes: “1) Relación de dependencia, 2) Ejer-
DD
cicio de la función, 3) Acto ilícito del subordinado”. Luego, el
mismo autor agrega que “el principal no podrá probar su falta
de culpa, pero puede presentar la prueba de una causa ajena
tanto a la relación de dependencia, como al ejercicio de la fun-
ción encomendada a su dependiente autor del daño” (149). Es
LA
OM
(b) aplicar subsidiariamente los principios y normas del
derecho privado ante el silencio del Derecho Adminis-
trativo.
(a) El primer camino nos dice que no es necesario recurrir
a las instituciones del derecho privado —es decir, el régimen
.C
de responsabilidad del principal por sus dependientes— sino
que los principios del derecho público resuelven por sí solos y
en términos correctos el problema interpretativo.
DD
¿Cuál es entonces el principio propio del Derecho Admi-
nistrativo que cabe aplicar aquí? El principio es el patrimonio
único, aunque con ciertos matices. Por ejemplo, la comuni-
cación de los patrimonios entre el Estado central y los entes
descentralizados o el patrimonio único apoyado en la propie-
LA
los entes, de manera tal que el titular del patrimonio es el Estado central. Agre-
ga que la separación de personalidades no supone una real división de patrimo-
nios, sino que existe un único acervo patrimonial —el estatal— que puede ser
asignado con carácter específico al ente descentralizado, a título vicario o en
comisión, para un fin o destino determinado. De esta forma, el ente sólo tiene
OM
completar el cuadro y contestar el siguiente interrogante, ¿la
responsabilidad del Estado central es de carácter subsidiario
o solidario? En general, los operadores creen que el Estado
central sólo es responsable con carácter subsidiario. Es decir,
si el tercero damnificado reclama una indemnización por da-
ños y perjuicios contra el ente descentralizado debe, primero,
.C
iniciar las accionar e intentar cobrar al ente y, segundo lugar,
sólo si su patrimonio resulta insuficiente, puede ir contra el
Estado central (152).
DD
tituido por la Auditoría General de la Nación—, entes autárquicos, empresas y
sociedades de propiedad del Estado Nacional, deben ser extendidas a nombre
del “Estado Nacional Argentino”. Comadira, Julio R., Derecho Administrativo:
Acto administrativo, procedimiento administrativo, otros estudios, Ed. Abeledo-
Perrot, Capítulo XII, ps. 387-389. Por último, Halperín, funda el deber de res-
LA
ponder por parte del Estado en el carácter que se atribuye actualmente a la per-
sonalidad jurídica, entendida como un medio técnico que la ley reconoce para
el cumplimiento de fines lícitos. En tal sentido los entes descentralizados con-
figuran un remedio técnico que emplea el Estado para el desarrollo de cometi-
dos estatales o actividades esencialmente civiles o comerciales. En consecuen-
cia, el Estado debe responder por los perjuicios que cause el obrar de los entes
FI
caja única o de fondo unificado, según lo estime conveniente, que le permita dis-
poner de las existencias de caja de todas las jurisdicciones y entidades de la ad-
ministración nacional, en el porcentaje que disponga el reglamento de la ley”. Por
su parte, el artículo 74 de dicha ley establece que “La Tesorería General tendrá
competencia para… conformar el presupuesto de caja de los organismos descen-
tralizados, supervisar su ejecución y asignar las cuotas de las transferencias que
éstos recibirán de acuerdo con la ley general de presupuesto”. Ver Bianchi, Al-
berto B., La responsabilidad de los entes reguladores y de sus directores. Apuntes
sobre la falta u omisión en la actividad de control, La Ley, 2000-D, 534-549.
(152) Marienhoff si bien admite que en el derecho privado el responsa-
ble indirecto (principal) es solidario con el responsable directo (dependiente),
advierte que en el Derecho Público no es así toda vez que la responsabilidad in-
directa del Estado no surge expresamente de la ley, como sí ocurre en el caso del
OM
Por nuestro lado, entendemos que el reconocimiento de
personalidad —en este caso de los entes descentralizados—
derecho privado (conforme artículo 1113 del Código Civil). El derecho público
recurre subsidiariamente al derecho privado al solo efecto de llenar una lagu-
na del ordenamiento jurídico-legal administrativo. En consecuencia, el Estado
.C
es responsable pero no en forma solidaria, sino en forma subsidiaria, es decir
únicamente cuando el ente efectivamente no pueda hacer frente a su respon-
sabilidad con los recursos que le fueron afectados para el cumplimiento de sus
fines. El acreedor del ente no puede, entonces, requerir el pago directamente
al Estado central. Gordillo afirma que si bien el Estado dispone del patrimo-
DD
nio de estos entes, ha declinado su responsabilidad patrimonial indirecta por
el comportamiento de ellos, que la doctrina había fundado en el art. 1113 del
Código Civil (aclarando el autor que lo sostuvo como responsabilidad indirecta
del Estado en su tesis La responsabilidad extracontractual del Estado por hechos
y actos de la administración pública, 1958, inédita). En efecto, agrega Gordillo,
el art. 21 de la ley de presupuesto 24.624 del año 1995 dispuso que “en todo [ … ]
ente u organización empresaria o societaria donde el Estado Nacional o sus en-
LA
sonalidad. De tal modo que la responsabilidad del Estado central sólo puede
hacerse efectiva una vez agotados los recursos de los entes descentralizados.
Más aún, el citado autor afirma que la responsabilidad subsidiaria permite ar-
monizar, por un lado, el principio de la unidad patrimonial del Estado y, por el
otro, el de la personalidad diferenciada del Estado y de los entes, Comadira,
Julio R., La responsabilidad del Estado por las obligaciones de sus entes descen-
tralizados (A propósito de un fallo sobre Ferrocarriles Argentinos), ED, 145-380.
Por último Halperín considera que, en principio, la responsabilidad del Estado
central frente a las obligaciones asumidas por los entes que desarrollan activi-
dades industriales o comerciales es subsidiaria toda vez que la ley prohíbe de-
clarar su quiebra. Sin embargo la ley 23.696 y los decretos 345/90 y 1757/90, en la
medida en que prevén la conducción de los entes por el Estado central, excluyen
la personalidad de aquéllos y comprometen la responsabilidad principal y di-
recta, y no subsidiaria del Estado central, Halperín, David, La responsabilidad
del Estado por el obrar de sus entidades descentralizadas, Revista de Derecho
Administrativo, N° 6, enero-abril 1991.
(153) Marienhoff, Miguel S. Tratado de Derecho Administrativo, t. I,
4ª edición, 1990, Abeledo-Perrot, ps. 440 y 442.
OM
pio, afirmar que dos personas poseen un patrimonio único.
Según los autores cuyos pareceres hemos mencionado
antes, la responsabilidad indirecta y subsidiaria del Estado
central respecto de los entes descentralizados permite unir
los dos principios que parecen irreconciliables —patrimonio
único y personalidades diversas—. Así, por un lado, el patri-
.C
monio estatal único permite justificar la responsabilidad del
Estado central frente a las obligaciones de los entes descen-
tralizados y, por el otro, la diversidad de personalidades nos
DD
permite sostener el carácter subsidiario de la responsabilidad
del Estado central.
De todos modos, creemos que este esquema teórico no
logra salvar las contradicciones existentes porque no es en-
teramente razonable afirmar que —en el caso de varias per-
LA
OM
capítulo respectivo— el poder de designación y remoción de
los miembros de los órganos superiores del ente, el control de
legitimidad y la intervención, disolución o incluso liquidación
del ente. Así, el control tutelar no confunde los patrimonios,
pero sí hace nacer la responsabilidad del Estado central por el
control que éste ejerce sobre los entes.
.C
Despejado este aspecto —fundamento— cabe preguntar-
se si la responsabilidad del Estado central es en este caso de
DD
carácter objetivo o subjetivo. Es decir ¿cuál es el factor de atri-
bución?
OM
tar que obró de modo diligente con el propósito de eximirse
de la responsabilidad por los daños causados por los entes.
.C
VI.4.2. La responsabilidad del Estado central (principal) por
las entidades descentralizadas con organización societaria
(dependientes)
DD
El asunto bajo debate es si el régimen de responsabilidad
del Estado central por las obligaciones asumidas por los entes
descentralizados —entes autárquicos— es extensible respec-
to de otros entes estatales descentralizados cuyo objeto es el
LA
OM
del Estado se limita a su aporte o participación en el capital de
dichas organizaciones empresariales” (156).
.C
modo, si el patrimonio de los entes es insuficiente para satis-
facer los créditos, los acreedores no pueden perseguir al Esta-
do central.
DD
¿Es posible deducir la responsabilidad del Estado central
de otros preceptos normativos? Intentemos explorar esos ca-
minos.
constituyen su patrimonio”.
OM
En conclusión, el Estado central no es responsable por las
obligaciones contraídas por los entes descentralizados no au-
tárquicos.
.C
VI.4.3. El caso de los concesionarios de los servicios públicos
sobre el concesionario.
Veamos estos supuestos por separado.
1. Las acciones u omisiones en la prestación del servicio
OM
de a los daños que causaren los que están bajo su
dependencia”).
2.3. El titular de la explotación de la concesión no es
un órgano o ente estatal, sino un sujeto privado
simplemente vinculado con el Estado por medio
.C
de un contrato de concesión del servicio.
2.4. El servicio objeto de concesión es explotado por
cuenta y riesgo del concesionario. En tal sentido,
DD
cabe recordar que la Corte dijo que el concesio-
nario “realiza la explotación por su propia cuen-
ta y riesgo, lo cual se corresponde con la noción
de riesgo y ventura inherente a todo contrato de
concesión” (157).
LA
OM
debe confundirse con el supuesto que prevé el primer párrafo
del artículo 1113 del Código Civil ya que no existe entre ambos
—Estado y concesionario— relación de dependencia o subor-
dinación. De modo que no es razonable mezclar la respon-
sabilidad del Estado respecto de sus poderes de regulación,
ordenación y control sobre el concesionario con las responsa-
.C
bilidades del principal por la elección y vigilancia de sus de-
pendientes.
DD
Finalmente, en el resto de los contratos, el Estado no es res-
ponsable por los daños que el contratista cause a terceros, sal-
vo cuando éstos fuesen consecuencia directa del poder de or-
denación o regulación estatal.
LA
minos directos.
OM
nas estatales. Por ejemplo, ciertas obras sociales.
.C
otro del principal respecto de las conductas de sus dependien-
tes y, por tanto, el Estado debe responder si el ente no puede
hacerlo.
DD
VII. Otras cuestiones relacionadas
con la responsabilidad del Estado
caducidad
to administrativo.
OM
—como ya sabemos— en el término de noventa días
hábiles judiciales, tal como surge del artículo 25, LPA
—plazo de caducidad—.
.C
administrativas (artículo 23, inciso d), sin perjuicio del
plazo de caducidad (artículo 25, inciso d, LPA).
Sin embargo si las vías de hecho hubiesen cesado, el
DD
cuadro a seguir es el de los artículos 30 y 32, LPA, es de-
cir, no agotamiento de las vías ni plazo de caducidad.
El artículo 32, LPA dice, luego de la reforma introdu-
cida por la ley 25.344, que “el reclamo administrativo
LA
de Fallos: 179:249, especialmente páginas 279/280), razón por la cual, en tal caso,
no es admisible la acción por cobro de pesos o el reclamo de los daños y perjui-
cios basados en el accionar ilícito de la administración. Dicha conclusión es una
consecuencia lógica de la naturaleza accesoria —en el ámbito del Derecho Ad-
ministrativo— de pretensiones como las antes indicadas respecto de la acción de
nulidad, en virtud de la presunción de legitimidad que ostentan los actos admi-
nistrativos (art. 12, ley 19.549)”. CSJN, “Alcántara Díaz Colodrero”, del 20 de agos-
to de 1996, La Ley, 1997-A, 71. La Corte reiteró luego este criterio en el preceden-
te “Díaz, Lindolfo Saúl Osvaldo” en los siguientes términos “la impugnación del
acto administrativo constituye un requisito para reclamar los daños y perjui-
cios cuando ese acto declara o crea una situación jurídica cuyas consecuencias
el afectado debe previamente hacer cesar pues resultan incompatibles con su
pretensión como demandante”, sent. del 06 de marzo de 2007, Fallos 330:345.
OM
hechos administrativos —comportamientos estatales
lícitos—.
¿Qué ocurre con los comportamientos lícitos en el
marco de la responsabilidad estatal? ¿Debemos, en tal
caso, intentar el reclamo administrativo previo del ar-
.C
tículo 30 de la ley 19.549?
En estos casos no es necesario agotar las vías admi-
nistrativas porque el artículo 32, LPA, excluye expre-
DD
samente las acciones por daños y perjuicios extracon-
tractuales de los vericuetos administrativos previos y
obligatorios. Luego, no existe plazo de caducidad, pero
sí plazo de prescripción (160).
LA
cepto normativo.
Finalmente, en relación con los actos normativos líci-
tos, cabe aplicar igual criterio que respecto de los actos
singulares lícitos.
(160) En particular, en el marco del reclamo por los daños causados por
hechos lícitos contractuales se excluye el agotamiento de las vías pero debe
cumplirse con el plazo de caducidad (artículos 23, inciso d, y artículo 25, inci-
so d, LPA). En tal caso es evidente que las personas no deben impugnar acto o
hecho alguno, sino que sus pretensiones sólo persiguen el reparo económico.
OM
ce de la reparación? En otros términos, ¿el deber de reparar
del Estado comprende el daño emergente y el lucro cesante o
sólo el primero de ellos? Veamos qué dicen el derecho civil y
sus operadores.
.C
¿Qué dice el Código Civil? En primer lugar, recordemos que
el Código sólo regula la responsabilidad por conductas ilíci-
DD
tas. Los preceptos pertinentes del Código son los siguientes:
lo 1069, CC), y
b) “El resarcimiento de daños consistirá en la reposición
de las cosas a su estado anterior, excepto si fuera impo-
sible, en cuyo caso la indemnización se fijará en dine-
FI
OM
Es decir, el responsable debe reparar los daños que sean
consecuencia inmediata (previstas por el propio autor, según
el criterio presuntivo del Legislador) y mediata (previsibles
por cualquier tercero en el marco de atención y conocimiento
de las cosas). Sin embargo, cuando el actor obró con dolo debe
responder, además, por las consecuencias casuales e imprevi-
.C
sibles.
cias alcanzadas.
OM
Veamos primero cuál es el marco jurídico en el campo del
derecho público.
a) Los tratados internacionales incorporados en nues-
tro ordenamiento jurídico, por ejemplo la Convención
.C
Americana sobre Derechos Humanos establece en su
artículo 21, inciso 2, que “ninguna persona puede ser
privada de sus bienes, excepto mediante el pago de in-
demnización justa, por razones de utilidad pública o
DD
de interés social y en los casos y según las formas esta-
blecidas por la ley”.
b) La Constitución Nacional en su artículo 17 establece
que “la propiedad es inviolable, y ningún habitante de
LA
cesante”.
d) La Ley de Obras Públicas (ley 13.064) dispone —en su
artículo 54, inciso f)— que el contratista tendrá de-
recho en ciertos casos a rescindir el contrato pero no
se liquidará a favor de él “suma alguna por concepto
de indemnización o de beneficio que hubiera podido
obtener sobre las obras no ejecutadas”. Por su parte, el
artículo 30 de la ley ordena que “las alteraciones del
proyecto que produzcan aumentos o reducciones de
OM
suprimida o modificada”.
e) La ley 25.344 sobre emergencia económica financiera
dice en su artículo 26 que “cuando se revoquen por ra-
zones de oportunidad, mérito o conveniencia contratos
del sector público nacional, ya sean de obra, de servi-
cios, de suministros o de consultoría, la indemnización
.C
que corresponda abonar al contratista no incluirá el
pago de lucro cesante ni gastos improductivos”.
f) El decreto 1023/01 sobre el régimen de contrataciones
DD
del Estado excluye expresamente el pago del lucro ce-
sante en los casos de revocación de los contratos por
razones de oportunidad o mérito y, por último,
g) la ley 25.453 (Ley de Déficit Cero) establece que los
LA
OM
2) en segundo lugar, la Ley 13.064 de Obras Públicas no
rechaza el lucro cesante en casos como el presente;
3) en tercer lugar, la ley 19.549 no dice cuáles son los al-
cances de la reparación de los perjuicios en el supuesto
de revocación de los actos por razones de oportunidad,
.C
mérito o conveniencia;
4) en cuarto lugar, el damnificado tiene —en principio—
derecho a una indemnización plena y, por último,
DD
5) el Legislador puede disponer el criterio contrario, es
decir, el no reconocimiento del lucro cesante (163).
Sin embargo, este cuadro fue modificado por el decreto
1023/01 ya mencionado.
LA
pecífica que dispusiera lo contrario para algún caso singular”. CSJN, “Sánchez
Granel Obras de Ingeniería S.A. c. Dirección Nacional de Vialidad”, sent. del 20
de septiembre de 1984, Fallos 306:1409. En el precedente “IMSA” dijo la Corte
que “resultan procedentes tanto el reclamo por el sulfato listo para despacho
que no pudo ser entregado, como el lucro cesante correspondiente a los meses
OM
ter lícito? Veamos con detenimiento cuáles son los argumen-
tos en un sentido y en el otro, esto es, a favor o en contra del
reconocimiento del lucro cesante en los casos de responsabi-
lidad estatal por sus actividades lícitas.
.C
VII.2.3.2. El postulado de la reparación plena (daño emergente
más lucro cesante)
OM
Este criterio debe construirse desde las siguientes bases
—alternativas o complementarias—:
.C
su origen y naturaleza. En el primer caso —siguiendo
el parecer de este autor— la reparación es de alcance
pleno y en el segundo sólo parcial. La expropiación
tiene por objeto derechos comunes o administrativos,
DD
mientras que la revocación sólo comprende derechos
administrativos. A su vez, “las disposiciones legales
sobre expropiación se aplican en materia de revoca-
ción por razones de oportunidad, mérito o convenien-
cia, no por analogía, sino porque ese es también el ré-
LA
OM
3) la aplicación analógica de la ley 13.064 y el decreto
1023/01.
.C
Pública y el decreto sobre contrataciones del Estado, es decir,
el marco jurídico vigente en el derecho público.
riz sostiene que “en todo caso, no existiendo normas de Derecho Público que se
refieran a la prescripción de la acción de daños, habrá que recurrir a las pautas
de extensión interpretativa que he expuesto: aplicación por vía de analogía de
normas de Derecho público (expropiación) o del Derecho común. En este úl-
timo supuesto, no parece adecuado recurrir a una norma que el ordenamien-
to civil reserva exclusivamente para el tipo de responsabilidad que el mismo
disciplina (artículo 4037). Por lo cual, creo que es del caso aplicar el régimen
de prescripción general (artículo 4023) y no el restrictivo en aquellas acciones
que persiguen la reparación de daños causados por la actividad lícita del Es-
tado. Aunque me inclino, preferentemente, por la solución aportada por leyes
análogas del mismo derecho público”, Reiriz, María Graciela, “Responsabi-
lidad del Estado”, El Derecho Administrativo Hoy, Ed. Ciencias de la Administra-
ción.
OM
vez, en otros —por ejemplo, “Juncalán” y el “Jacarandá”— tuvo
un criterio amplio o llamémosle pleno.
.C
mó el pago por los daños y perjuicios causados por la revoca-
ción del permiso respectivo.
DD
El Tribunal sostuvo que la habilitación de un inmueble de
propiedad privada no debe interpretarse como si se tratase de
un permiso sobre bienes del domino público de carácter pre-
cario, sino como restricciones del dominio privado en razón
de intereses públicos.
LA
(166) En este grupo cabe recordar también, entre otros, el caso “Brumeco”
cuyos hechos fueron sucintamente los siguientes: “el 26 de noviembre de 1986
(el actor) inició un juicio ejecutivo contra Enio Alfil Cisterna por aquella suma,
como consecuencia del rechazo de los cheques que individualiza y que en esa
oportunidad solicitó el embargo preventivo sobre un inmueble presuntamen-
te propiedad del ejecutado... al tratar de ejecutarla se advirtió que la propiedad
había sido enajenada con posterioridad a la anotación de la medida cautelar”.
La Corte condenó a la Provincia de Buenos Aires. En particular, respecto del
lucro cesante sostuvo que “la indemnización deberá limitarse al importe ori-
ginario del crédito y sus accesorios moratorios… en cuanto al lucro cesante, tal
pretensión resarcitoria no persigue sino reclamar perjuicios conjeturales o hi-
potéticos… A idéntica conclusión corresponde arribar en cuanto al daño mo-
ral... no cabe una reparación de esa índole a favor de una sociedad comercial”.
CSJN, “Brumeco S.A. c. Buenos Aires, Provincia de s/ cobro de australes”, sent.
del 18 de septiembre de 1990, Fallos 313:907.
OM
así fuese la conducta estatal violaría el principio de igualdad
ante la ley y las cargas públicas (artículo 16, CN), y b) es nece-
sario respetar la integridad del patrimonio del actor, es decir,
el derecho de propiedad que prevé el artículo 17, CN, porque
el Estado dejó “sin efecto la autorización de que era beneficia-
ria”.
.C
Por último, el Tribunal concluyó que, en razón del sacrifi-
cio del interés particular sin aumento del patrimonio estatal,
sólo cabe reconocer el daño emergente y no así el lucro cesan-
DD
te (167).
OM
la reventa y de todo lucro cesante originado por tal motivo (ar-
gumento artículo 10, ley 21.499 vigente)” (168).
.C
El Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, por medio del
decreto 1231/60, autorizó la construcción de un edificio bajo
el régimen de propiedad horizontal y la instalación de una es-
tación de servicio en ese predio. Posteriormente, el Legislador
DD
local mediante el Código de Edificación dispuso que en las es-
taciones de servicio no podía “destinar(se) a vivienda, locales
situados en los pisos altos y solamente puede haber ambien-
tes para oficinas o trabajo como dependencia del piso inferior
constituyendo una misma unidad de uso”. Luego, la Muni-
LA
mentos:
OM
c) así, es necesario “recurrir a los principios de leyes aná-
logas, toda vez que la regla de interpretación prevista
en el artículo 16 del Código Civil excede los límites del
ámbito del Derecho Privado, puesto que lo trasciende y
se proyecta como un principio general, vigente en todo
el orden jurídico interno”;
.C
d) la Ley de Expropiaciones es la “norma legal típica que
autoriza intromisiones del Estado en la propiedad de
los administrados” y, por último,
DD
e) “el sacrificio especial debe ser compensado a través
de la indemnización propia del instituto análogo de la
expropiación, para que se produzca la generalización
del sacrificio especial que ha pasado en pugna con la
LA
OM
daño es cierto y que comprende los gastos necesarios
para la recuperación productiva del suelo.
c) En tercer lugar, no es posible aplicar la Ley de Expro-
piación porque ésta regula una privación del derecho
de propiedad mediante leyes del Congreso y, además,
.C
establece una excepción ante el principio general que
no puede extenderse analógicamente.
d) En cuarto y último lugar, debe reconocerse consecuen-
DD
temente el lucro cesante.
interés público”.
Pero luego advirtió que este principio “no debe ser apli-
cado mecánicamente, sin admitir excepciones”. Así, el ma-
gistrado expresó que —de conformidad con las circunstan-
OM
blico. Sin embargo, no cabe aplicar el instituto de la expro-
piación porque la actora no fue privada de la propiedad sino
únicamente del uso. De modo que debe recurrirse a otro ins-
tituto que guarde mayor semejanza con los hechos, a saber, la
ocupación temporánea. Así las cosas, el monto de la indem-
nización debe calcularse sobre la base del valor locativo de la
propiedad.
.C
Más adelante, la Corte se expidió en la antecedente “El
Jacarandá” (171). En este caso, la sociedad actora resultó adju-
DD
dicataria de una licencia para la explotación de una estación
de radiodifusión sonora y solicitó su posesión —circunstancia
que nunca se llevó a cabo—. Posteriormente, el Ejecutivo dejó
sin efecto la adjudicación de la emisora y ordenó fijar la repa-
ración por el daño emergente en los términos del artículo 18
LA
(171) CSJN, “El Jacarandá S.A. c. Estado Nacional”, sent. del 28 de julio de
2005, Fallos 328:2654.
OM
recta, inmediata y exclusiva, de causa a efecto, entre la
conducta impugnada y el perjuicio cuya reparación se
persigue”;
(c) “la extensión del resarcimiento debe atender las ca-
racterísticas particulares de cada situación. En el sub
lite, y en tanto el daño resarcible satisfaga los requisi-
.C
tos enunciados en el considerando precedente, no hay,
como principio, fundamento para limitarlo al daño
emergente con exclusión del lucro cesante, esto es, de
DD
las ventajas económicas esperadas de acuerdo a pro-
babilidades objetivas estrictamente comprobadas” y,
finalmente,
(d) sin perjuicio de los argumentos antes expuestos, el Tri-
bunal adujo que en el presente caso no se probó “una
LA
OM
daño moral. Las chances
.C
Cabe advertir que este aspecto no está debidamente regu-
lado por medio de criterios objetivos, de modo que los jueces
resuelven en términos de equidad y según el criterio de los
peritos. Por ello, las soluciones son sumamente dispares entre
DD
los tribunales.
¿Cuál es el alcance del lucro cesante? Por ejemplo, en el
precedente “Sánchez Granel” la Corte cuantificó este rubro te-
niendo en cuenta que “para evaluar en el caso tal menoscabo
LA
OM
ciándola con equidad...”.
.C
cuperación del suelo, calculado en 5 años; y, por otro, no debe
perderse de vista que la superficie computada de 645 ha., uni-
da a la que se indica como prevista para la cosecha agríco-
DD
la de 1984 de 666 ha., involucra la superficie total del estable-
cimiento, parte del cual, aunque en mínima proporción, no se
vio afectada por las aguas. De tal suerte parece justo dismi-
nuir ese importe y por aplicación del art. 165 Código Procesal
fijarlo en A 350.000 para la fecha recordada de noviembre de
LA
1986” (172).
OM
del lucro, es decir, las ganancias que el interesado esperaba
obtener por su actividad. Se ha dicho que “el criterio para me-
dir la extensión de la indemnización por el accionar legítimo
del Estado responde al mandato constitucional y legal de re-
parar la disminución patrimonial que sufre el valor objetivo
del bien o derecho por razones de utilidad pública (artículo 10,
.C
ley nacional de expropiaciones) que, en cada caso, puede es-
tar representado tanto por el daño emergente como por el lu-
cro cesante incorporado al patrimonio, convirtiéndose en un
DD
valor objetivo indemnizable, ya sea de acuerdo a la evolución
normal u ordinaria de los acontecimientos, a una valoración
ponderada o prudencial, o mediante la utilización de ‘ratios’
de proporcionalidad” (173).
del daño emergente. Por eso debemos ser claros sobre este úl-
timo concepto.
OM
cual recae el derecho.
.C
comprende las cosechas actuales, pero no así las futuras. Sin
embargo, el daño debe alcanzar el valor del uso de las tierras
por todo el tiempo de su no uso en razón de las inundacio-
DD
nes.
OM
co de las indemnizaciones por lesiones y muerte de las vícti-
mas.
.C
del viaje, se produjo la contaminación de aquélla. Luego, el
producto fue distribuido y consumido por los pacientes de un
centro hospitalario dependiente del gobierno de la Provincia
DD
de Jujuy, causando la muerte de varios lactantes. Como con-
secuencia de ello, la Provincia ordenó la interdicción con ca-
rácter general del producto. Por su parte, la empresa Kasdorf
—propietaria del producto lácteo— consideró que la decisión
estatal fue desmedida e irrazonable, según las circunstancias
LA
OM
Asimismo, cabe mencionar también entre otros antece-
dentes los casos “Santa Coloma” y “Brumeco”.
.C
jetural o hipotético y que, además, “no cabe una reparación de
esa índole a favor de una sociedad comercial” porque “aque-
llo que pueda afectar su prestigio o buen nombre comercial,
o bien redunda en una disminución de sus beneficios o bien
DD
carece de trascendencia a los fines indemnizatorios ya que se
trata de entes que no son susceptibles de sufrir padecimientos
espirituales” (176).
1990, Fallos 313:284. Dijo el Tribunal que “parece evidente entonces, que la pro-
vincia asumió una actividad que excedió los límites razonables del ejercicio de
su poder de policía sanitario y que, unida a la conducta culposa de sus depen-
dientes, obró en innecesario detrimento de los intereses de la actora... la respon-
sabilidad atribuida a la provincia no excluye la que corresponde a transportes
Mil Millas… esta responsabilidad tiene fundamento legal en los artículos 1109 y
1113 del Código Civil sin que encuentre exención en la atribuida... culpabilidad
de la actora con base en el artículo 1111”.
(176) CSJN, “Brumeco S.A. c. Buenos Aires s/ cobro de australes”, sent. del
18 de septiembre de 1990, Fallos 313:907.
(177) CSJN, “Recurso de hecho deducido por la actora en la causa Santa
Coloma, Luis c. E.F.A.”, sent. del 5 de agosto de 1986, Fallos 308:1160.
OM
incierta probabilidad de obtener una ganancia, hay por otra
parte, una circunstancia cierta o sea la oportunidad o chan-
ce de lograrla, la cual se ha perdido por causa del incum-
plimiento doloso del deudor. Si la probabilidad hubiese teni-
do bastante fundamento de realizarse, la pérdida de ella debe
indemnizarse” (178).
.C
En el precedente “Santa Coloma” ya citado, el Tribunal dijo
que “si aquello que se trata de resarcir es la ‘chance’ que, por
su propia naturaleza, es sólo una posibilidad, no puede ne-
DD
garse la indemnización con el argumento de que es imposi-
ble asegurar que de la muerte de las menores vaya a resultar
perjuicio, pues ello importa exigir una certidumbre extraña al
concepto mismo de ‘chance’ de cuya reparación se trata. Por
otra parte, la sentencia pasa por alto la circunstancia de que
LA
OM
pérdida de la menor debe ser considerada como la frustración
de una probabilidad ulterior de ayuda material, y moral, per-
juicio cierto y no meramente hipotético dadas las circunstan-
cias del caso” (180).
Más adelante en el caso “Serradilla”, el Tribunal afirmó
que “los perjuicios que el actor dice haber sufrido por la in-
.C
terrupción tanto del emprendimiento comercial como... de
la refacción de su vivienda por la falta de crédito resultan ser
meramente conjeturales, cuando no derechamente inexisten-
DD
tes... ni se ha demostrado la existencia de daño con el grado
de certeza necesario para ser resarcido, razón por la cual toda
reparación debe ser desestimada; y no empece a esta conclu-
sión ni siquiera que se invoque el título de pérdida de ‘chan-
ce’, en la medida en que el resarcimiento de ésta exige la frus-
LA
OM
agregar el interés desde que se produjo el daño y no desde el
fallo porque el damnificado no pudo disponer de ese capital
por ese espacio de tiempo.
.C
Veamos otro de los aspectos más controvertidos en rela-
ción con el capítulo de la responsabilidad estatal, esto es, el
plazo de prescripción de las acciones.
DD
Una aclaración de orden previo. En este contexto es nece-
sario distinguir, como ya hemos hecho, entre el campo con-
tractual y extracontractual. En particular, el plazo de pres-
cripción de las acciones por responsabilidad contractual es de
LA
OM
decir, no es plausible recurrir al instituto de la analogía entre
ambos supuestos y suplir de ese modo, esto es, por aplicación
de otras normas del derecho público, el vacío existente en el
modelo jurídico.
.C
cia el derecho civil (Código Civil), es decir y tal como ya hemos
explicado, debemos utilizar el instrumento analógico pero de
segundo grado, esto es, normas del derecho privado pero ma-
DD
tizándolas con los principios del derecho público.
OM
lo 4037 del Código Civil, aplicable supletoriamente en el cam-
po del Derecho Administrativo” (183).
.C
Por ejemplo, en el caso “Laplacette”, del año 1943. Los he-
chos fueron los siguientes. Los dueños de unos campos ubica-
DD
dos en la Provincia de Buenos Aires iniciaron una demanda
contra la Provincia por los daños sufridos como consecuen-
cia de la construcción de una obra pública que inundó las tie-
rras de su propiedad. Por su parte, el Estado provincial opuso
la excepción de prescripción en los términos del artículo 4037
—entonces vigente— cuyo texto decía que “prescríbese igual-
LA
OM
do con el artículo 4023 del Código Civil (texto anterior a la re-
forma introducida por la ley 17.711) por tratarse de una acción
personal por indemnización de daños y perjuicios (184).
.C
de la remodelación de la ruta 9. Por su parte, el Estado opu-
so la excepción de prescripción bienal en los términos del ar-
tículo 4037, CC. Recordemos que este precepto fue reformado
DD
en el año 1968 y su texto actual dice que “prescríbese por dos
años, la acción por responsabilidad civil extracontractual”.
OM
administrativos, sin que corresponda distinguir entre activi-
dad lícita o ilícita…” (186).
.C
Más allá del criterio del Tribunal, cierto es que algunos
operadores jurídicos entienden que no debe seguirse el ar-
tículo 4037, CC —dos años— porque éste sólo es aplicable, se-
DD
gún su propio texto, al campo de la responsabilidad civil. Así
las cosas, debemos recurrir al régimen general de prescrip-
ción, esto es, el plazo de diez años en los términos del artícu-
lo 4023, CC, que en su parte pertinente dice que “toda acción
personal por deuda exigible se prescribe por diez años, salvo
LA
disposición especial” (187).
OM
es causado por cualquier sujeto, el damnificado debe iniciar
las acciones en el plazo máximo de dos años. Por su parte, si
el daño es causado por el propio Estado, las víctimas pueden
reclamar por el término de diez años.
.C
nable es que el plazo debe ser de dos años. Así, las acciones
por responsabilidad estatal —extracontractual— prescriben
en el término de dos años, trátese de sus actividades lícitas e
DD
ilícitas.
OM
citas. Comencemos por estas últimas, en cuyo ámbito pueden
plantearse varias hipótesis de trabajo.
Así, cuando el interesado impugna un acto ilícito debe, en-
tonces y en primer lugar, recurrir ese acto y, en segundo lugar,
de modo concomitante o posterior reclamar por los daños. El
reclamo patrimonial por los daños causados sólo procede si
.C
previamente el acto es declarado inválido. Las conductas ilíci-
tas deben impugnarse dentro del plazo de caducidad que prevé
el artículo 25, LPA, y —cuando no corre plazo de caducidad—
DD
en el término de prescripción de las acciones por nulidad.
Pero ¿cuál es el plazo de prescripción de las acciones para
reclamar por los daños y perjuicios por las actividades ilíci-
tas y desde cuándo debemos contarlo? El plazo es de dos años
computados a partir de la declaración firme de nulidad del
LA
OM
Por su parte, la Corte —en relación con el cómputo del pla-
zo de prescripción de las acciones de responsabilidad estatal
por hechos ilícitos—, sostuvo que el plazo bienal debe contar-
se desde el momento en que el actor tuvo conocimiento cier-
to del hecho ilícito. Así, en el precedente “Hotelera Río de la
Plata” —ya citado—, el Tribunal entendió que el plazo “debe
.C
computarse a partir del momento en que el perjudicado tomó
conocimiento del hecho ilícito y del daño proveniente de él...
dicho conocimiento debe ser efectivo, con lo que... tomó como
DD
punto de partida el conocimiento real y efectivo del hecho ilí-
cito obtenido mediante informes del Registro de la Propie-
dad que aclaraban una situación confusamente planteada, lo
que sólo entonces permitió conocer la anomalía del irregular
comportamiento administrativo” (190).
LA
OM
la causa en el recordado año 1984—, como la propia deman-
dada lo admite” (192).
.C
cito que origina la responsabilidad, aunque excepcionalmen-
te puede determinarse un punto de partida diferente, ya bien
porque el daño aparece después, o porque no puede ser ade-
DD
cuadamente apreciado hasta el cese de una conducta ilícita
continuada.”
OM
dad existe y ha nacido la consiguiente acción para hacerla va-
ler; como regla general ello acontece cuando ocurre el hecho
que origina la responsabilidad, excepto que el daño aparezca
después, ya que no hay acción para pedir el resarcimiento de
un daño inexistente”.
.C
Y luego agregó que “el nacimiento de la acción para exi-
gir el cumplimiento de una obligación depende de una cir-
cunstancia general y objetiva, tal como lo es que el daño haya
DD
ocurrido y sea cierto (es decir, se haya manifestado), y no de
una condición meramente subjetiva, como lo sería el estado
de conciencia del acreedor acerca de la existencia de una deu-
da exigible a su favor. Este último extremo quedaría inevita-
blemente sujeto a una determinación ad hoc para cada caso
particular, que vendría a satisfacer en mayor medida el inte-
LA
OM
según las reglas y excepciones que prescriba el Congreso”, se-
gún dice el texto constitucional.
.C
pre que se trate de causas civiles. El artículo 24 del decreto-
ley 1285/58 dice que “La Corte Suprema de Justicia conocerá:
1) Originaria y exclusivamente en todos los asuntos… civiles
DD
entre una Provincia y algún vecino o vecinos de otra…”.
(194) Gelli explica que la Corte tiene: a) competencia ordinaria por apela-
ción (art. 116, CN) según la reglamentación que al efecto dicte el Congreso Fe-
deral (art. 117, CN); b) competencia extraordinaria por apelación (arts. 116 y 117,
CN, y arts. 14, 15 y 16, ley 48); y c) competencia originaria y exclusiva (art. 117,
CN). A su vez, el art. 117, CN dispone dos tipos de competencia originaria y ex-
OM
admitió su competencia originaria —siempre que fuese parte
en el pleito un vecino de otra Provincia— sobre la base de que
la acción “persigue, con apoyo en normas de derecho común,
la indemnización de los daños derivados de la presunta fal-
ta de servicio de un órgano del Poder Judicial de la Provincia
demandada”. Y agregó que “aun cuando para resolver la ma-
.C
teria civil de la causa resulta necesario enjuiciar de modo in-
cidental o previo cuestiones de derecho público local, la con-
sideración de estas cuestiones no tiene por fin revisar actos
DD
locales, sino apreciar su incidencia en la solución de la causa
civil” (195).
federal en los casos en que una provincia sea parte con otra provincia; en los ca-
sos civiles entre una provincia y algún vecino o vecinos de otra; entre una pro-
vincia y ciudadanos o súbditos extranjeros; y en aquellos que versen entre una
provincia y un Estado extranjero. Gelli, María Angélica, Constitución de la
Nación Argentina. Comentada y Corcordada, Buenos Aires, 3ª edición ampliada
y actualizada, La Ley, 2006, ps. 960, 988 y 989.
(195) CSJN, “Beatriz Isabel de Gandia c. Provincia de Buenos Aires”, sent.
del 6 de octubre 1992, Fallos 315:2311. Sin embargo, en materia de expropiación,
la Corte se declaró incompetente en su instancia originaria (ver CSJN, “Provin-
cia de Buenos Aires c. María Luisa Aubert”, sent. del 19 de diciembre de 1986,
Fallos 308:2564).
OM
rresponde al campo del Derecho Administrativo y de resorte
exclusivo de los gobiernos locales que encuentra su funda-
mento en principios extraños a los propios del derecho pri-
vado. A su vez, los jueces aclararon que la circunstancia de
invocar disposiciones del Código Civil no impide concluir de
ese modo, pues los principios jurídicos —entre los que se en-
.C
cuentra el de la responsabilidad y el resarcimiento por los da-
ños ocasionados— a pesar de estar contenidos en aquel cuer-
po legal no son patrimonio exclusivo de ninguna disciplina
DD
jurídica y menos aún del derecho privado, pues constituyen
principios generales del derecho aplicables a cualquiera de
ellas, aunque deban interpretarse teniendo en cuenta el ori-
gen y naturaleza de la relación jurídica de que se trate.
La Corte afirmó que “el desarrollo argumentativo expresa-
LA
OM
evidentes razones de economía procesal... así como la ade-
cuada preservación de las garantías constitucionales de la de-
fensa en juicio y del debido proceso que asisten a las partes, en
cuanto comprenden la necesidad de obtener una rápida y efi-
caz decisión judicial que ponga fin a la controversia... llevan
a dejar de lado en el sub lite el nuevo contorno del concepto
.C
de causa civil definido por esta Corte... y, en consecuencia, a
mantener la competencia originaria para dictar sentencia de-
finitiva en este asunto” (197).
DD
Finalmente, cabe citar el precedente “Securfin” en el que el
Tribunal reafirmó la doctrina del caso “Barreto”. Aquí los he-
chos fueron los siguientes. El actor demandó a la Provincia de
Santa Fe por indemnización de los daños y perjuicios causa-
dos por la actuación irregular del Registro de la Propiedad In-
LA
OM
Así, sostuvo que “esta doctrina ha sido reiterada por el Tri-
bunal en causas en las que se atribuye responsabilidad extra-
contractual al Estado local por los daños y perjuicios causa-
dos por la inundación de campos originada en obras públicas
realizadas por la Provincia (“Zulema Galfetti de Chalbaud e
Hijos Sociedad de Hecho c. Santa Fe, Provincia de s/ daños y
.C
perjuicios”, sentencia del 9 de mayo de 2006); por el ejercicio
de funciones administrativas (“Krinsky, Dina Ruth c. Río Ne-
gro, Provincia s/ daños y perjuicios”, sentencia del 16 de mayo
DD
de 2006) y jurisdiccionales (“Contreras”, Fallos 329:1311); por
el ejercicio del poder de policía de seguridad (“Aguilar, Patri-
cia Marcela c. Rey, Héctor y otra —Provincia de Buenos Ai-
res— s/ daños y perjuicios”, sentencia del 30 de mayo de 2006),
de salud (“Ledesma, Luis c. Santiago del Estero, Provincia de
LA
OM
VIII. Casos especiales de responsabilidad estatal
.C
contratos del Estado y, en particular —claro—, a lo allí dicho
sobre la responsabilidad del Estado en el marco contractual.
DD
VIII.2. La responsabilidad extrapatrimonial
(199) CSJN, “Aragnelli, Carmen Ana c. Estado nacional y otros (Buenos Ai-
res citado como tercero) s/ daños y perjuicios”, sentencia del 5 de diciembre de
2006, Fallos 329:5543.
OM
ciertos medicamentos pero no lo hace. En ese contexto, las
personas que padecen enfermedades y no recibieron esos me-
dicamentos pueden reclamar que el juez a) condene y obligue
al Estado a proveer los medicamentos y —a su vez— b) conde-
ne al Estado por el resarcimiento económico en relación con
los gastos ya realizados o los daños causados.
.C
Es decir, en este caso la responsabilidad es en parte no pa-
trimonial (provisión de medicamentos) y en parte patrimo-
DD
nial (resarcimiento económico).
Otro ejemplo que puede ayudarnos en este camino es el
precedente “Mendoza” resuelto por la Corte. Dijo allí el Tri-
bunal que “corresponde… delimitar las pretensiones con
precisión a fin de ordenar el proceso, debiendo, a tales fines,
LA
(200) CSJN, “Mendoza, Beatriz y otros c. Estado Nacional y otros”, sent. del
20 de junio de 2006, Fallos 329:2316, La Ley, 2006-D, 281.
OM
dad estatal por conductas lícitas e ilícitas.
.C
Por ejemplo, entre nosotros, M. Marienhoff señala una
serie de supuestos que creemos interesante analizar aquí. Re-
pasemos:
DD
A) la ley prohíbe o restringe hacia el futuro, actividades
o industrias consideradas peligrosas o lesivas para la
salud o la moral pública;
LA
razón de haberse dispuesto su condonación por la ley 11.824”, CSJN, sent. del 1
de enero de 1938, Fallos 182:146.
(202) “Los usuarios no pueden objetar la solución dada por el Congreso a
través de la ley 14.772, al problema eléctrico de la Capital Federal y Gran Buenos
Aires ni, en circunstancias admitidas como excepcionales, reclamar indemni-
zación de daños y perjuicios porque tal solución no sea inmediatamente satis-
OM
a los administrados que hasta entonces lo ejercían y,
finalmente,
D) el cambio del derecho objetivo que produce perjuicios
en el patrimonio de las personas. “Tal sería el supues-
to de una ley que declare del dominio público, sin in-
demnización alguna, bienes o cosas hasta entonces
.C
del dominio privado de los particulares” (204).
Según el criterio del autor citado, en los dos primeros ca-
DD
sos no corresponde indemnización alguna y sí en los dos úl-
timos (205). Y agrega luego que “nadie puede alegar un derecho
Estado por sus actos legislativos comprende solamente a las leyes formales o
también a las leyes materiales, v.gr.: reglamentos. Si bien se contesta que tal
responsabilidad puede emanar de ambos tipos de normas es de advertir que
esa cuestión carece de trascendencia pues, siendo los reglamentos actos ad-
ministrativos de contenido general, la responsabilidad del Estado por las con-
secuencias de tales reglamentos queda comprendida en la responsabilidad
FI
OM
Por su parte, la Corte en el caso “Gónzalez” dijo que “la
distinción propuesta por el recurrente, fundada en el carác-
ter absoluto que debe tener la restricción legislativa, carece de
razonabilidad, pues tanto una prohibición sin excepciones al
ejercicio de un derecho, como una restricción parcial de éste
pueden resultar idóneas para provocar un daño que exceda el
.C
marco de la normal tolerancia que es exigible a todos los in-
tegrantes de la comunidad en cuyo beneficio se dictó la me-
dida. En tales condiciones, el menoscabo patrimonial resul-
DD
tante de la aplicación de una ley constitucionalmente válida,
como la 23.149… encuentra tutela en la respectiva indemni-
zación pues en ella se resuelve la garantía superior del artícu-
lo 17 de la Constitución Nacional” (206).
OM
el segundo ocurre cuando el fallo judicial es injusto —error
judicial—.
Pensemos distintos supuestos. Así por ejemplo:
1) el caso del sujeto privado preventivamente de su libertad
.C
durante el proceso —prisión preventiva— y luego sobre-
seído o absuelto. Por ejemplo cuando el damnificado es
absuelto porque se acredita que a) el hecho imputado
no existió, b) el hecho imputado fue cometido por otro
DD
o c) el imputado es absuelto por falta de pruebas en el
marco del proceso;
2) el sujeto condenado y privado de su libertad por error.
En tal caso es posible pensar las siguientes hipótesis,
LA
OM
Veamos en primer lugar la responsabilidad in procedendo.
En este marco debemos aplicar iguales presupuestos que en
los casos de responsabilidad del Estado por sus actividades
ilícitas, esto es, conductas antijurídicas, daño, nexo de causa-
lidad y factores de imputación (teoría del órgano) y atribución
.C
(subjetivo/objetivo) (209).
OM
to mediante el lícito recurso de efectuarlo en valores emitidos
en moneda extranjera por el Estado nacional... de tal modo, es
responsable la Provincia por la orden irregularmente impar-
tida por uno de los magistrados integrantes de su Poder Judi-
cial, toda vez que ella implicó el cumplimiento defectuoso de
funciones que le son propias. En ese sentido, cabe recordar lo
.C
expresado en Fallos, t. 182, p. 5... donde el tribunal sostuvo que
‘quien contrae la obligación de prestar un servicio lo debe rea-
lizar en condiciones adecuadas para llenar el fin para el que
DD
ha sido establecido, siendo responsable de los perjuicios que
causare su incumplimiento o su irregular ejecución’. Esa idea
objetiva de falta de servicio encuentra fundamento en la apli-
cación por vía subsidiaria del artículo 1112 del Código Civil
que establece un régimen de responsabilidad ‘por los hechos
LA
mento del derecho positivo, recurrir al art. 1113 del Código Ci-
vil al que han remitido desde antiguo, exclusiva o concurren-
temente, sentencias anteriores de esta Corte en doctrina que
sus actuales integrantes no comparten... En efecto no se trata
OM
solicitó y oportunamente obtuvo en el juicio por colación, cir-
cunstancia que permitió luego la enajenación de los bienes
cuyo valor fue objeto de reclamo.
.C
es evidente la irregularidad de esa orden judicial, que implicó
el cumplimiento defectuoso de las funciones propias del ma-
gistrado y que compromete la responsabilidad estatal en los
DD
términos de que da cuenta el pronunciamiento de esta Corte
recaído en los autos ‘Hotelera Río de La Plata, S. A. c. Provincia
de Buenos Aires s/ restitución de dólares’ con fecha 4 de junio
de 1985, a cuyos fundamentos de doctrina y jurisprudencia
cabe remitir en razón de brevedad” (212).
LA
OM
ponsable de los perjuicios que causan su incumplimiento o
su irregular ejecución’ (Fallos: 182:5; 307:821 —La Ley, 12-123;
86-B, 108—). En el presente caso, la conducta procesal ya pun-
tualizada se constituyó en la causa eficiente del perjuicio su-
frido por la actora”.
.C
volvió a reiterar la doctrina de la falta de servicio como fun-
damento de la responsabilidad estatal por errores en el marco
del proceso judicial.
DD
Aquí, los hechos fueron los siguientes. El actor no pudo salir
del país porque se informó que pesaba sobre él una interdic-
ción en razón de la declaración de su quiebra. Luego de varias
tramitaciones, tomó conocimiento de que la quiebra había
sido originariamente pedida ante un juez provincial respecto
LA
OM
cio de los errores ‘in procedendo’ cometidos por magistrados,
funcionarios o auxiliares de la justicia que individualmente o
en conjunto concurren a la defectuosa prestación del servicio
de justicia. En esas condiciones, es aplicable la doctrina del
tribunal en el sentido de que ‘quien contrae la obligación de
prestar un servicio lo debe realizar en condiciones adecua-
das para llenar el fin para el que ha sido establecido, siendo
.C
responsable de los perjuicios que causa su incumplimiento o
su irregular ejercicio’ (Fallos: 307:821; 318:845). En el presente
caso, la actividad jurisdiccional cumplida en la justicia pro-
DD
vincial y nacional, concurrentemente con la de algunos de los
restantes codemandados, se constituyó en causa eficiente del
daño” (214).
A su vez, con el propósito de completar el cuadro es conve-
LA
los siguientes:
(214) A su vez, el Tribunal agregó que “sobre estos principios debe respon-
sabilizarse... al Gobierno Nacional, sin que… lo exima de su falta de servicio el
hecho de que respecto del doctor… hubiere prosperado la excepción de falta de
legitimación pasiva… pues la no intervención en el proceso del magistrado que
habría cometido el hecho dañoso o la imposibilidad de traerlo a juicio en tanto
no fuera separado de su cargo, no obsta a la responsabilidad estatal por los he-
chos ilícitos de sus funcionarios, ya que no existe prescripción legal alguna que
establezca que en las demandas de resarcimiento contra uno de los responsa-
bles sea menester deducir también la pretensión contra quien lo es de manera
recurrente…”. Fallo ya citado.
OM
actuación (personal y excluyente respecto del deudor
y los acreedores) comprende la facultad de librar toda
cédula y oficio ordenados por el juez, solicitar todas
las medidas dispuestas en la ley de concursos y las
que sean procedentes a los fines indicados y, de ma-
nera general, ser parte necesaria en el proceso prin-
.C
cipal y todos sus incidentes (conforme artículos 275,
276 y 298, ley 19.551). Tales circunstancias, unidas al
hecho de que, en nuestro ordenamiento, el concurso
DD
y la quiebra constituyen procesos colectivos cuya ini-
ciación depende exclusivamente de la iniciativa de los
particulares, relativizan el “carácter público” general-
mente asignado por la doctrina a las funciones propias
del síndico;
LA
OM
del Código Civil, y
5) consecuentemente, no puede responsabilizarse al juez
del concurso, en cuanto órgano estatal, por la omisión
del síndico en inscribir la inhibición general de bienes
oportunamente ordenada en la resolución de apertu-
ra del concurso, ni al Estado Nacional por el funcio-
.C
namiento irregular del servicio de administración de
justicia.
DD
Otro aspecto bajo discusión en este tópico —error in proce-
dendo— es la responsabilidad del Estado en los casos de resolu-
ciones judiciales sobre prisión preventiva respecto de personas
que luego son absueltas, sobreseídas o desvinculadas por falta
de mérito.
LA
OM
tada en su momento respecto del procesado, sobre la
base de una semiplena prueba o indicios vehementes
para creerlo responsable del hecho (art. 183 inc. 3°, Có-
digo Procesal Penal de la Provincia de Buenos Aires)”;
c) “si para obtener el resarcimiento de eventuales daños
derivados de un pronunciamiento judicial firme... pu-
.C
diesen otros jueces valorar nuevamente las circuns-
tancias de la causa para determinar si hubo error en
la anteriormente tramitada no se verían estos últimos
DD
exentos de la posibilidad de cometer un nuevo error”;
d) “tampoco podría responsabilizarse al Estado por su
actividad lícita, pues los actos judiciales son ajenos por
su naturaleza a este tipo de resarcimiento. La doctrina
y la jurisprudencia, ante la ausencia de expresas dis-
LA
OM
pleado para resolver la contienda, si no son producto
del ejercicio irregular del servicio, deben ser soporta-
dos por los particulares, pues son un costo inevitable
de una adecuada administración de justicia...” (215).
En igual sentido en el caso “Andrada” la Corte sostuvo que
“la indemnización por la privación de la libertad durante el
.C
proceso no debe ser reconocida automáticamente a conse-
cuencia de la absolución sino sólo cuando el auto de prisión
preventiva se revele como incuestionablemente infundado o
DD
arbitrario, mas no cuando elementos objetivos hayan llevado a
los juzgadores al convencimiento —relativo, obviamente, dada
la etapa del proceso en que aquél se dicta— de que medió un
delito y de que existe probabilidad cierta de que el imputado
sea su autor”. Y agregó que “en consecuencia en el sub lite no
LA
octubre de 1995, Fallos 318:1990. Por su parte, el voto integrado por los jueces
Fayt, Belluscio y Petracchi sostuvo que el Estado es responsable por el per-
juicio causado a quien, imputado de un delito, sufre efectivamente prisión pre-
ventiva y luego resulta absuelto. Agregó que “ello es así en tanto se trate de una
inocencia manifiesta, vale decir, que el auto de prisión preventiva... carezca de
sustento lógico en las constancias de la causa, habida cuenta de que, en gene-
OM
deral Argentina participó, junto con otros dos compañeros,
en un operativo en el que murieron dos personas. Iniciado el
proceso penal, los agentes fueron detenidos decretándose la
prisión preventiva por considerarlos prima facie responsables
del delito de doble homicidio agravado. El actor solicitó la ex-
carcelación pero fue seis veces denegada y concedida recién
.C
cuatro años después. Posteriormente, fue absuelto y una vez
firme este pronunciamiento demandó al Estado Nacional por
los daños y perjuicios derivados del auto de prisión preventiva
DD
y su prolongación por un período superior a los cuatro años.
OM
la ley... y que las disposiciones que la limitan sean valoradas
por los jueces con idénticos criterios de razonabilidad. Se tra-
ta, en definitiva, de conciliar el derecho del individuo a no su-
frir persecución injusta con el interés general de no facilitar
la impunidad del delincuente, pues la idea de justicia impone
que el derecho de la sociedad a defenderse contra el delito sea
conjugado con el del individuo sometido a proceso, de manera
.C
que ninguno de ellos sea sacrificado en aras del otro... Cuan-
do ese límite es transgredido, la medida preventiva al impor-
tar un sacrificio excesivo del interés individual se transforma
DD
en una pena, y el fin de seguridad en un innecesario rigor...
de modo coincidente con el criterio expuesto se ha expedido
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el in-
forme sobre el caso 10.037 de la República Argentina, del 13
de abril de 1989... En efecto, al hacer referencia al concepto
LA
de plazo razonable de detención dijo que: ‘el inc. 6 del art. 379
está complementado y moderado por el art. 380 del propio Có-
digo, de suerte que la determinación del plazo razonable en el
derecho interno argentino surge en cada caso de la considera-
ción armoniosa de estas dos disposiciones, quedando librada
FI
OM
Hemos analizado en los párrafos anteriores la responsa-
bilidad del Estado por los errores en los procesos judiciales,
pero ¿puede reconocerse responsabilidad estatal en los casos
de errores judiciales respecto de sentencias firmes y no simple-
mente en el marco del trámite judicial? ¿Cómo debe jugar en
.C
tales casos el principio de cosa juzgada? ¿Pueden revisarse las
sentencias firmes? y si fuese posible ¿con qué alcance?
DD
En primer lugar, cabe recordar que en el ámbito penal es-
tán vigentes las siguientes normas.
OM
do con su dolo o culpa al error judicial. La reparación sólo po-
drá acordarse al condenado o, por su muerte, a sus herederos
forzosos”.
.C
de prisión por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.
Con posterioridad, en el año 1983, fue indultado y recuperó la
libertad. Luego, en el año 1985, promovió un recurso de há-
DD
beas corpus con base en la ley 23.042. En el marco de dicho
proceso la Cámara Federal dejó sin efecto la sentencia del tri-
bunal militar. Finalmente, en el año 1986 el actor dedujo de-
manda por daños y perjuicios contra el Estado Nacional por
privación ilegítima de la libertad.
LA
OM
recordar el caso “Román”. En este precedente, la Corte argu-
mentó que “la mera revocación o anulación de resoluciones ju-
diciales no otorga el derecho de solicitar indemnización pues,
a dicho propósito, sólo cabe considerar como error judicial
a aquel que ha sido provocado de modo irreparable por una
decisión de los órganos de la administración de justicia, cu-
.C
yas consecuencias perjudiciales no han logrado hacerse cesar
por efecto de los medios procesales ordinariamente previstos
a ese fin en el ordenamiento (conforme Fallos: 308:2095). Su
DD
existencia debe ser declarada por un nuevo pronunciamiento
judicial —recaído en los casos en que resulta posible intentar
válidamente la revisión de sentencia (confr. Fallos: 311:1007;
La Ley, 1988-E, 225)—, mediante el cual se determine la natu-
raleza y gravedad del yerro” (219).
LA
OM
recurso contra el pronunciamiento firme, no previsto ni ad-
mitido por la ley... Antes del dictado del fallo que declare la
ilegitimidad sólo le asiste al demandante un derecho eventual
susceptible de nacer en la medida en que se dicte una sen-
tencia revisora, ya que ésta es el elemento esencial constitu-
tivo del derecho a ser indemnizado, que de no existir obsta
a la procedencia del reclamo... si bien el pronunciamiento de
.C
esta Corte recordado en el considerando anterior recayó en
un proceso penal, nada impide hacer extensiva su doctrina
al ámbito civil... no es un óbice a lo expuesto que las normas
DD
procesales y de fondo aplicables en esta materia no prevean
expresamente la posibilidad de revisión que contemplan las
normas penales, toda vez que el paso previo de declaración de
ilegitimidad no puede ser soslayado”.
LA
OM
do es en qué casos es posible revisar las sentencias firmes por
error judicial y cuáles son las vías para ello.
.C
anteriores creemos conveniente mencionar otros supuestos
de responsabilidad estatal, a saber,
DD
(A) Responsabilidad del Estado por las crisis económicas.
En este punto nos remitimos al capítulo del Tratado sobre “La
actividad interventora estatal restrictiva de derechos” (221).
OM
bieren estado a cargo del mismo.
.C
actos emanados de tribunales militares… podrán acogerse a
los beneficios de esta ley, siempre que no hubiesen percibido
indemnización alguna en virtud de sentencia judicial”.
DD
Los beneficiarios deben cumplir con los siguientes requi-
sitos: “a) haber sido puestas a disposición del Poder Ejecutivo
Nacional antes del 10 de diciembre de 1983; b) en condición de
civiles, haber sido privadas de su libertad por actos emanados
de tribunales militares, haya habido o no sentencia condena-
LA
OM
equivalente a la remuneración mensual de los agentes Nivel ‘A’
del Sistema Nacional de la Profesión Administrativa, decreto
993/91 (t.o. 1995), por el coeficiente cien (100)”.
.C
nes de hecho, liberará al Estado de la responsabilidad que le
compete por esta ley. Quienes hubieran percibido la repara-
ción pecuniaria en legal forma quedarán subrogando al Es-
DD
tado si con posterioridad, otros herederos con igual o mejor
derecho solicitasen igual beneficio”. Asimismo, “en los casos
en que se haya reconocido indemnización por daños y perjui-
cios por resolución judicial y la misma haya sido percibida, los
beneficiarios sólo podrán percibir la diferencia entre lo esta-
LA
OM
de sustitución de identidad recibirán la reparación que esta
ley determina” (224).
.C
1. La ley 24.156 establece en su artículo 39 que “el Po-
der Ejecutivo nacional podrá disponer autorizaciones
para gastar no incluidas en la ley de presupuesto ge-
neral para atender el socorro inmediato por parte del
DD
gobierno en casos de epidemias, inundaciones, terre-
motos u otros de fuerza mayor. Estas autorizaciones
deberán ser comunicadas al Congreso Nacional… Las
autorizaciones así dispuestas se incorporarán al pre-
supuesto general”.
LA
OM
Cabe destacar que el fundamento de este subsidio es
que “el referido atentado provocó numerosas pérdidas
en vidas y daños a personas y bienes... (y que) el artícu-
lo 39 de la Ley 24.156, habilita al Poder Ejecutivo Na-
cional a disponer autorizaciones para gastos no inclui-
dos en la Ley de Presupuesto General para atender el
.C
socorro inmediato por parte del Gobierno en casos de
epidemias, inundaciones, terremotos u otros casos de
fuerza mayor... la atención del socorro inmediato pre-
DD
visto en la norma citada, comprende el otorgamiento
de subsidios graciables no indemnizatorios, cuya fina-
lidad es el auxilio en situaciones afligentes...”. Y añade
que “el atentado referido... constituye sin duda alguna,
uno de los presupuestos contemplados en la mencio-
nada norma legal, legitimando el otorgamiento de di-
LA
OM
de gobierno autónomo y, en consecuencia, es titular de facul-
tades legislativas propias.
.C
entre el Estado Nacional y la Ciudad, legislar en materia de de-
recho público es en principio de carácter local.
DD
Sin embargo, en el ámbito de la Ciudad no existen normas
de Derecho Administrativo que regulen los presupuestos y los
otros aspectos de la responsabilidad del Estado local, con ex-
cepción del instituto de la expropiación (artículo 12, inciso 5,
Constitución de la Ciudad y ley 238).
LA
uu
.C
nes conexas. — II. El régimen jurídico de los contratos en el dere-
cho positivo actual. — III. Los elementos de los contratos. — IV. La
ejecución de los contratos y sus efectos respecto de terceros. — V.
La extinción de los contratos. — VI. La impugnación de los contra-
DD
tos.— VII. Los contratos típicos. — VIII. Los contratos atípicos. — IX.
El compre nacional. — X. Los contratos en situaciones de emergen-
cia.— XI. La modificación, rescisión y renegociación de los contratos
en situaciones de emergencia. — XII. La participación en los pro-
cedimientos contractuales. — XIII. La transparencia y eficiencia en
las contrataciones del Estado. — XIV. El régimen contractual en el
LA
I.1. Introducción
OM
En segundo lugar y con carácter preliminar, es necesario
despejar los siguientes aspectos en relación con los contratos.
Veamos:
.C
y, en particular, del régimen del Código Civil?;
b) en caso de aceptar este estándar, ¿es posible distinguir
entre los contratos administrativos celebrados por el
DD
Estado y los contratos privados del Estado? y, final-
mente,
c) ¿el contrato administrativo es un acto administrativo
bilateral o se trata de conceptos distintos?
LA
OM
una regla a la cual deben someterse como a la ley misma”.
Sin embargo, es difícil ubicar los contratos celebrados por
el Estado en el marco jurídico que prevé el Código Civil, de
modo que el derecho creó un molde especial, esto es, los con-
tratos administrativos.
.C
Estos acuerdos tienen caracteres propios y distintos de
los contratos del derecho privado por su régimen exorbitan-
te (2). ¿Por qué el régimen es exorbitante? Si comparamos entre
los contratos del derecho privado por un lado, y los del dere-
DD
cho público por el otro, advertimos que estos últimos contie-
nen cláusulas que en el marco de un contrato privado resul-
tan —según el criterio doctrinario mayoritario— inusuales o
inválidas. Es decir, estas disposiciones constituyen un exceso
notable respecto del derecho privado en términos de habitua-
LA
lidad o legalidad.
En un principio, las notas distintivas del contrato adminis-
trativo (en relación con el derecho privado) eran básicamente
casos de excepción a los postulados clásicos de que el contra-
FI
OM
to de concesión de los servicios públicos. Cabe recordar que
estos caracteres deben nacer del propio contrato o del marco
normativo general. Luego este esquema fue evolucionando y
esas excepciones se multiplicaron y desarrollaron con otros
contornos.
.C
Actualmente las cláusulas propias y distintivas de los con-
tratos públicos son, entre otras,
OM
sula penal es aquella en que una persona, para asegu-
rar el cumplimiento de una obligación, se sujeta a una
pena o multa en caso de retardar o de no ejecutar la
obligación” (3), sin perjuicio de que luego la ley 17.711
introdujo la siguiente reforma: “los jueces podrán, sin
embargo, reducir las penas cuando su monto despro-
.C
porcionado con la gravedad de la falta que sancionan,
habida cuenta del valor de las prestaciones y demás
circunstancias del caso, configuren un abusivo apro-
vechamiento de la situación del deudor” (4);
DD
2) por el otro, el concepto de cláusulas exorbitantes en
los contratos que celebre el Estado es relativo porque si
bien ello es así —cláusulas exageradas en relación con
el derecho privado—, cierto es también que existen lí-
LA
OM
otros mecanismos e instrumentos de negociación.
.C
de siempre se han ensayado varios criterios e ideas centrales
en torno a esta construcción jurídica, entre ellas, el sujeto, el
objeto, el fin, las cláusulas exorbitantes y el reconocimiento
DD
legislativo.
(5) Explica Cassagne que “una tesis, sostenida con rigor científico, explica
el fenómeno de la contratación administrativa a través de la teoría de la cau-
sa fin que, representada por el interés público relevante, se incorpora como
elemento esencial al contrato y funciona durante toda la ejecución, ejercien-
do una influencia decisiva en el campo de la interpretación y, sobre todo, en
lo que concierne a la eventual modificabilidad de sus cláusulas. Esta postura
distingue los contratos administrativos de los contratos de la Administración
regidos por el derecho privado, según que exista en los primeros un interés pú-
blico relevante, que conlleva un régimen jurídico especial, típico del derecho
público”. Cassagne, Juan Carlos, El contrato administrativo, 2ª edición, Abe-
ledo-Perrot, p. 33.
OM
En primer lugar, cabe preguntarnos si tiene sentido definir
el contrato administrativo y distinguirlo así conceptualmente
del contrato propio del derecho civil. Es decir, ¿existe el con-
cepto de contrato administrativo?
.C
Vale recordar que en términos históricos el criterio de sus-
tantividad de los contratos administrativos y su consecuen-
te distinción con los contratos del derecho privado nació en
DD
Francia a mediados del siglo XX. Entre nosotros y en tiempos
más recientes, H. Mairal entiende que la construcción dog-
mática del contrato administrativo es peligrosa o inútil según
el caso (6). Por su parte, J. C. Cassagne sostiene la existencia de
esta categoría en el derecho público (7).
LA
OM
I.2.1. El criterio del régimen jurídico
.C
positivo). De modo que definido el concepto de contrato ad-
ministrativo, cabe luego y recién entonces aplicar el régimen
positivo y propio del derecho público, y no al revés.
DD
Sin embargo, muchas veces el contrato es definido en ra-
zón del régimen jurídico empleado. Así, en ciertos casos el
discurso discurre por el siguiente cauce: el contrato adminis-
trativo es aquel que tiene ciertas cláusulas excesivas respecto
del derecho privado poniendo entonces el modelo por delan-
LA
OM
sustancialmente administrativos.
.C
I.2.2. El criterio normativo
DD
También puede ocurrir, y de hecho ocurre, que el Legisla-
dor diga que tales o cuales contratos son administrativos. Es
decir, el concepto no nace de las esencias sino del arbitrio del
Legislador.
OM
Sin embargo, el régimen vigente entre nosotros no es así
y quizás razonablemente no lo sea porque muchos contratos
inevitablemente están ubicados en una zona de dudas y pe-
numbras entre el límite público y privado.
.C
minaciones— tampoco satisface nuestro propósito. ¿Por qué?
Veamos. Tal como adelantamos en el principio es necesario
distinguir entre dos aspectos. El primero de ellos es el con-
DD
cepto de contrato, es decir, qué acuerdos están incluidos en
éste y cuáles no; el segundo, es el régimen jurídico que vamos
a aplicar sobre ese colectivo.
OM
minaciones del sistema normativo y por la necesidad del con-
traste con las reglas constitucionales—.
.C
en el precedente “Cinplast” es claro y elocuente al decir que el
contrato es administrativo cuando “una de las partes intervi-
nientes es una persona jurídica estatal, su objeto está consti-
DD
tuido por un fin público o propio de la Administración y con-
tiene, explícita o implícitamente, cláusulas exorbitantes del
derecho privado” (10).
OM
venio de referencia”.
.C
ter, suscribe un acuerdo de voluntades, sus consecuencias
serán regidas por el derecho público (Fallos 315:158; 316:212;
321:714)” (12).
DD
De modo que, en síntesis y según el criterio del Tribunal, el
contrato es administrativo cuando es celebrado por el Estado,
en ejercicio de funciones públicas y con la finalidad de satisfa-
cer necesidades públicas. Es decir, el sujeto, el objeto y el fin.
LA
(12) CSJN, “Punte, Roberto A. c. Tierra del Fuego, Antártida e Islas del At-
lántico Sur”, sent. del 21 de marzo de 2006, Fallos 329:809. Vale reconocer tam-
bién que anteriormente la Corte sostuvo otros criterios, tales como el fin de sa-
tisfacer necesidades públicas (ver CSJN, “Coorpemant c. Instituto Argentino de
Promoción del Intercambio s/ repetición”, sent. del 20 de diciembre de 1965, Fa-
llos 263:510) y las cláusulas exorbitantes (“López J.M. c. Estado Nacional”, Fallos
306:856).
(13) Coviello dice que “en la segunda etapa se consolida la concepción
del contrato administrativo a partir del voto del juez Fayt en la causa ‘Dulcama-
ra’, del 29/3/90, voto que prácticamente condensa toda la doctrina de la Corte
Suprema sobre el contrato administrativo. Allí el citado juez caracterizó de esta
forma el contrato administrativo: ‘… los contratos administrativos constituyen
una especie dentro del género de los contratos, caracterizados por elementos
especiales, como que una de las partes intervinientes es una persona jurídica
estatal, que su objeto está constituido por un fin público o propio de la Admi-
nistración y que llevan insertas explícita o implícitamente cláusulas exorbitan-
tes del derecho privado’… De esta trascripción, que como veremos, sería luego
utilizada en otros pronunciamientos por el Alto Tribunal, surgían los siguien-
OM
I.2.4. Nuestro criterio
.C
men jurídico, en particular, las cláusulas exorbitantes.
OM
que en ciertos casos cabe aplicar un régimen propio del de-
recho público y, en otros, en parte público y en parte priva-
do. Claro que cuando el Estado interviene, en este caso en el
marco contractual en ejercicio de funciones administrativas
y persigue intereses o fines públicos, el principio de igualdad
entre las partes —propio del derecho civil— debe necesaria-
.C
mente matizarse. Pero, ¿cuánto derecho público y cuánto pri-
vado? Volveremos sobre este aspecto más adelante.
DD
I.2.5. El criterio del Legislador
Nación” (15).
OM
Creemos que la Ley de Obras Públicas y la de Concesión
de Obras Públicas siguen básicamente el criterio subjetivo, de
modo que todo trabajo o construcción de obra o concesión de
obra (contenido material) que celebre el Estado (aspecto sub-
jetivo) con terceros es un contrato administrativo, aplicándo-
seles en términos consecuentes el régimen propio del derecho
.C
público.
Finalmente, el decreto 1023/01 sobre el Régimen de Con-
trataciones de la Administración Nacional establece un con-
DD
cepto claramente mixto, es decir, en parte objetivo (contenido
o tipo contractual) y en parte subjetivo (sujeto estatal) con el
propósito de definir el contrato administrativo. Así, el artícu-
lo 4 del decreto siguiendo un concepto objetivo dispone que
“este régimen se aplicará a los siguientes contratos:
LA
OM
d) los comprendidos en operaciones de crédito público”.
A su vez, este criterio objetivo está relacionado con otro de
contenido subjetivo y de carácter complementario descrito en
el artículo 2° del mismo decreto que dice así, “el presente ré-
gimen será de aplicación obligatoria a los procedimientos de
.C
contratación en los que sean parte las jurisdicciones y entida-
des comprendidas en el inciso a) del artículo 8° de la ley 24.156
y sus modificatorias”. Es decir, la administración central y los
organismos descentralizados, pero excluyéndose entre otras
DD
a las “empresas y sociedades del Estado que abarca a las em-
presas del Estado, las sociedades del Estado, las sociedades
anónimas con participación estatal mayoritaria, las socieda-
des de economía mixta y todas aquellas otras organizaciones
empresariales donde el Estado Nacional tenga participación
LA
OM
un campo de penumbras sobre el alcance y contorno del con-
cepto bajo estudio.
Por un lado, si bien podemos afirmar que todo contrato ce-
lebrado por el Estado es un contrato administrativo (aspecto
subjetivo), salvo que esté expresamente excluido, ello parece
.C
luego diluirse por los caminos trazados por el propio decre-
to porque es posible —según su texto— que el Estado celebre
contratos de carácter privado (aspecto material).
DD
En efecto, el artículo 1° del decreto 1023/01 dispone que
“toda contratación de la Administración Nacional se presu-
mirá de índole administrativa, salvo que de ella o de sus an-
tecedentes surja que está sometida a un régimen jurídico de
derecho privado”.
LA
(18) Para un análisis crítico del decreto 1023/01, ver Mairal, Héctor A.,
La teoría del contrato administrativo a la luz de recientes normativas, en Gordi-
OM
seguido —según nuestro parecer— por el propio decreto.
.C
montos pequeños y sobre ciertos objetos), el empleo público y
el contrato de obra pública celebrado por las empresas del Es-
tado son técnicamente contratos administrativos (más allá de
su exclusión del decreto 1023/01) y su marco jurídico es sus-
DD
tancialmente coincidente con el régimen general, pero con
matices más o menos fuertes.
OM
los contratos administrativos en el plano dogmático.
.C
Aquí cabe plantear varias hipótesis sobre el régimen jurí-
dico de los contratos estatales. Imaginemos que:
DD
a) la ley dice cuáles son los contratos administrativos y
cuál es el régimen aplicable;
b) la ley no dice cuáles son los contratos, pero sí cuál es el
régimen jurídico empleado y, por último,
LA
OM
3) el régimen jurídico del contrato contiene cláusulas
exorbitantes expresas e implícitas (22) y
(20) Sostiene Mairal que “no procede la crítica a la teoría del contrato ad-
ministrativo mientras ésta se limite a describir el régimen de ciertos contratos
que se apartan de las soluciones típicas del derecho privado por la existencia de
.C
disposición legal o contractual que así lo disponga. Pero en este caso la teoría
carecerá de consecuencias jurídicas sustantivas y sólo tendrá un interés adjeti-
vo como ser la atribución de competencia al fuero contencioso administrativo
allí donde exista separadamente. Por el contrario, si se pretende extraer reglas
DD
generales de dicha descripción y extenderlas a contratos no expresamente al-
canzados por ella, sí corresponde la crítica. Ello porque la existencia de normas
expresas que rigen respecto de un determinado tipo de contrato, no permite
afirmar, por sí, la extensión, por vía de la analogía, de dichas reglas a otros tipos
de contratos aunque ellos queden encuadrados dentro de la categoría general
de ‘administrativos’ ... La crítica a la teoría tradicional del contrato administra-
tivo se centra, en definitiva, en la pretendida existencia de las cláusulas exorbi-
LA
OM
Antes de continuar es conveniente y quizás necesario
aclarar qué es una cláusula exorbitante, porque a medida que
avanzamos en el desarrollo del presente capítulo advertimos
que nos cruzamos necesariamente y de modo reiterativo con
este concepto.
.C
En verdad, y como ya intuimos, el régimen jurídico de los
contratos estatales —más allá de su concepto y su régimen ju-
rídico positivo— gira alrededor del concepto de las cláusulas
DD
exorbitantes que es —sin dudas— el aspecto más controver-
sial.
Repasemos. En los contratos estatales el principio no es la
igualdad entre las partes porque el Estado está ubicado en un
LA
escalón por encima de la otra parte. ¿En qué consiste ese plano
de desigualdad, más allá de su validez o invalidez constitucio-
nal? Su contenido es el poder exorbitante que ejerce el Estado
tado, en cuanto ella ejercita su capacidad para actuar en el campo del derecho
público ... las cláusulas exorbitantes ‘expresas’ o ‘especiales’ son las incluidas
concretamente en contratos que no son ‘administrativos’ por su ‘objeto’ mismo,
pero que se convierten en ‘administrativos’ a raíz de la cláusula exorbitante ...
De modo que el contrato ‘administrativo’ por razón de cláusulas exorbitantes
‘expresas’, apareja dos órdenes de prerrogativas para la Administración: 1º, la
OM
no de las otras partes contratantes —particulares—. Así, la
Corte sostuvo que “las autoridades impusieron un régimen de
control en virtud del cual el precio sólo podía ser incrementa-
do si lo permitía la autoridad de aplicación, tal como se mani-
festó en la cláusula tercera del contrato. Por tal razón, señala
la Cámara que el frigorífico no podía alterar los términos de
.C
la oferta presentada en el concurso de precios incorporándo-
le la inflación que, a juicio de éste, podía llegar a producirse
durante el curso de la ejecución del contrato. En otras pala-
DD
bras, al haberse celebrado el contrato bajo el régimen de pre-
cios controlados destinados a contener la inflación potencial,
lo argumentado por la demandada en el sentido de que, des-
pués de haber formulado su oferta, modificó el precio inclu-
yendo la inflación futura, contradice no sólo los términos de
LA
(24) CSJN, “La Estrella S.A. s/ nulidad de contrato”, sentencia del 9 de agos-
to del 2005, Fallos 328:2954.
del derecho público con el privado. Por eso, las cláusulas son
exorbitantes cuando son ilícitas o inusuales en el contexto del
derecho privado.
OM
para el ejercicio abusivo de los derechos. Se considerará tal
al que contraríe los fines que aquélla tuvo en mira al recono-
cerlos o al que exceda los límites impuestos por la buena fe, la
moral y las buenas costumbres” (26). En igual sentido, las par-
tes en el marco del derecho civil no pueden convenir objetos
que sean imposibles, ilícitos, contrarios a las buenas costum-
.C
bres o prohibidos por las leyes; o se opongan a la libertad de
las acciones o de la conciencia; o perjudiquen los derechos de
un tercero (27).
DD
Cabe aclarar también que las cláusulas exorbitantes
—como ya dijimos— reconocen poderes excepcionales al Es-
tado que, en principio, rompen el equilibrio e igualdad entre
las partes en el marco del trámite de formación, ejecución y
extinción contractual.
LA
OM
como expusimos en el capítulo respectivo del tomo II de este
Tratado.
.C
les. Vueltos al ruedo creemos que es posible inferir potestades
en términos implícitos desde el campo de las potestades ex-
presas. Así ocurre, por ejemplo, en el contrato de concesión
de los servicios públicos, en cuyo caso es posible inferir las
DD
potestades estatales de rescate del servicio y reversión de los
bienes en razón de las competencias expresas que prevé el or-
denamiento jurídico respectivo.
OM
Sin embargo, este planteo pierde en gran parte sentido si
el Legislador prevé expresamente por ley y en detalle cuáles
son las potestades exorbitantes estatales en el marco contrac-
tual y más allá del texto del contrato. Es decir, las llamadas ha-
bitualmente potestades implícitas se trastocan en potestades
.C
expresas incorporadas en el ordenamiento jurídico.
OM
I.3.4. El derecho aplicable
.C
mos el derecho a aplicar es propio del derecho público, pero
con matices.
OM
ente estatal (28).
Cabe agregar que el aspecto más relevante del régimen
del decreto 1023/01 —según ya advertimos— es su ar-
tículo 12, es decir las potestades exorbitantes.
b) Los contratos que —de conformidad con el texto y sus
.C
antecedentes— estén sometidos a un “régimen de de-
recho privado” deben regirse igualmente por el decre-
to 1023/01, salvo su objeto que sí está alcanzado por
el derecho privado con mayor o menor extensión. Por
DD
ejemplo, el contrato de alquiler de un edificio de pro-
piedad del Estado.
c) Los contratos excluidos expresamente por el decreto
se guían por sus propios regímenes (derecho público).
LA
OM
cas”. De modo que, en primer lugar, debe aplicarse el respec-
tivo estatuto y, sólo luego y en caso de lagunas, el régimen del
decreto 1023/01.
.C
mismo nivel (federal) o de diferentes órdenes (federal, pro-
vincial, municipal, Ciudad de Buenos Aires) se rigen por el
derecho público, pero no por el decreto 1023/01. Además, en
caso de conflicto, éste debe resolverse en el seno del propio
DD
Ejecutivo si los órganos o entes contratantes en conflicto per-
tenecen a él.
OM
cario y financiero, pero siempre en el marco de los principios
propios del derecho público, por ejemplo, los principios que
prevén la Convención Interamericana contra la Corrupción y
la Convención contra la Corrupción de las Naciones Unidas
en el ámbito de las contrataciones estatales.
.C
I.4. Los contratos privados del Estado
OM
y administrativos de la administración, la segunda especie es
susceptible de subdivisiones en atención a diversos regímenes
jurídicos dentro del sistema del derecho administrativo” (30).
.C
recho público, aunque en ciertos casos cabe aplicar normas
del derecho privado respecto de su objeto. En efecto, ciertos
contratos están alcanzados por los principios propios del de-
DD
recho público de rango constitucional, luego el derecho pri-
vado y, en casos de indeterminaciones de éste, aplicamos el
derecho público.
OM
bras, el núcleo duro del derecho administrativo es la prepara-
ción y adjudicación del contrato.
.C
Por su parte, el contenido y la extinción son los aspectos
más diferenciados de estas categorías (público/privado). Pero
aún en tales casos se debe aplicar derecho administrativo con
DD
mayor o menor extensión.
OM
del contrato? (31).
.C
Ciertos autores y jueces distinguen de modo quizás tajan-
te entre las categorías de contrato administrativo y contrato
privado de la Administración. Sin embargo, creemos que el
DD
criterio más razonable es interpretar que cualquier contrato
estatal es un contrato administrativo, sin perjuicio de la apli-
cación en ciertos casos de matices —mayores o menores—
propios del derecho privado.
LA
OM
ría de contratos privados de la Administración tratándose de
contratos de arrendamientos de tierras fiscales (34).
Pero, ¿el decreto 1023/01 reconoce contratos privados del
Estado? En verdad el decreto, tal como hemos dicho anterior-
mente, prevé contratos celebrados por el Estado que se rigen
parcialmente por el derecho privado respecto de su objeto,
.C
pero creemos que ello no justifica la creación de una categoría
autónoma más allá de la figura del contrato administrativo. Es
más, el decreto no establece una categoría propia de contratos
privados.
DD
I.5. El contrato administrativo y los actos bilaterales
OM
rales) y contratos (bilaterales). El contrato es, entonces, el acto
bilateral y además compuesto porque está integrado por otros
actos dictados en el trámite de perfeccionamiento, ejecución
y extinción del acuerdo.
.C
tre otros, los siguientes actos que guarden relación con los con-
tratos deben cumplir con los requisitos establecidos en el ar-
tículo 7° de la ley 19.549, a saber, la convocatoria y elección del
DD
procedimiento de selección, la aprobación del procedimiento
de selección y adjudicación y la suspensión, resolución, resci-
sión, rescate o declaración de caducidad del contrato.
OM
terpretar este precepto.
Por un lado, cabe señalar que cada vez son más los con-
tratos administrativos que debemos calificar, de conformidad
.C
con el marco normativo vigente, como típicos.
(36) Los autores citados agregan que “la aplicación del régimen de concier-
tos en sustitución del ejercicio unilateral de los poderes públicos para convenir
con los destinatarios su extensión concreta sólo puede emprenderse en virtud
de habilitaciones legales específicas, allí donde las circunstancias particulares
permitan estimarlo positivo. Si esas habilitaciones legales específicas no exis-
tiesen, la utilización de un convenio supondría derogar una reglamentación
imperativa en beneficio de un particular, lo cual no resulta jurídicamente po-
sible”, García de Enterría, Eduardo y Fernández, Tomás Ramón, Curso de
Derecho Administrativo, tomo I, 9ª edición, ps. 661–664. Por su parte, Cassagne
señala que “tanto en Argentina como en Estados Unidos y Europa, en este últi-
mo ámbito a través de la influencia que el derecho comunitario ha irradiado en
los derechos nacionales de los países miembros de la Unión Europea, se obser-
va una tendencia creciente hacia la iuspublificación de los sistemas de contra-
OM
Otros de los caracteres de los nuevos contratos estatales
son la incorporación de las modalidades propias del comercio
electrónico y de objetivos ambientales y sociales.
.C
yoría estatal— para el cumplimiento de los fines “haciendo el
aporte de capital que considerare necesario o creando los fon-
dos especiales pertinentes”. De modo que —por un lado— el
DD
Estado constituye sociedades con personas privadas y —por
el otro— estas sociedades (sociedades de economía mixta) in-
teractúan con el propio Estado con iguales derechos y obliga-
ciones que cualquier concesionario.
LA
incluso hacia los antiguos esquemas contractuales regidos por el derecho pri-
vado”, Cassagne, Juan Carlos, El contrato administrativo, 2ª edición, Abele-
do-Perrot, 2005, p. 15. En otra parte de su Tratado sobre contratos el autor agre-
ga “El objeto de estos contratos (los llamados contratos públicos del derecho
alemán) es, sustancialmente, la regulación, por vía bilateral, de actos y potesta-
des administrativas que, aun cuando podrían serle impuestas unilateralmen-
te al particular por la Administración, se considera conveniente para ambas
partes, muchas veces por economía procedimental o eficiencia administrati-
va y privada, establecerlas en un marco contractual”. Y, luego, advierte que “la
problemática que plantea la celebración de esta clase de contratos se vincula
fundamentalmente a la protección de los terceros interesados en obtener un
contrato similar (principio de igualdad) y en la participación de los ciudadanos
eventualmente afectados”, ps. 42/43.
OM
servicios públicos existentes; c) el proyecto, financiamiento y
construcción de obras y servicios públicos; d) la prestación de
servicios públicos; e) la ejecución de obras públicas para la loca-
ción o arrendamiento por el Estado y, por último, f) el “desem-
peño de actividades de competencia de la Administración Pú-
blica que resulten delegables” (38).
.C
Sin perjuicio del objeto contractual, cabe preguntarse
cuáles son las condiciones que necesariamente debe prever
el contrato. Así, el acuerdo de asociación debe comprender
DD
el plazo, el derecho de subcontratar parcialmente, las pena-
lidades en caso de incumplimiento del Estado y el contratan-
te particular, el régimen de extinción del contrato asociativo
antes del vencimiento del plazo y la adhesión al régimen de
oferta pública en los términos de la ley 17.811.
LA
OM
cabo el procedimiento de selección del socio privado.
.C
misos o bajo cualquier otra modalidad.
OM
formato digital firmado digitalmente los contratos previstos
en el artículo 5° del presente”. Además, “[l]as jurisdicciones y
entidades comprendidas en el artículo 2° estarán obligadas a
aceptar el envío de ofertas, la presentación de informes, docu-
mentos, comunicaciones, impugnaciones y recursos relativos
a los procedimientos de contratación establecidos en este ré-
.C
gimen, en formato digital firmado digitalmente, conforme lo
establezca la reglamentación”.
OM
El bloque normativo en el ámbito contractual estatal está
integrado por las siguientes normas:
.C
b) la ley 13.064 de obras públicas;
c) la ley 17.520 sobre concesión de obras públicas;
DD
d) la ley 22.460 sobre consultoría;
e) la ley 23.696 sobre concesión de servicios públicos;
f) la ley 25.164 sobre empleo público;
g) el Código Civil (artículo 1502) sobre arrendamientos
LA
de bienes nacionales;
h) el Título XII, capítulo I del decreto 436/00 sobre conce-
sión del uso de los bienes del dominio público y priva-
do del Estado nacional y
FI
OM
1023/01— que es necesario suprimir “regímenes especiales
aprobados por ley, a los efectos de dar uniformidad a los pro-
cedimientos de selección que emplean los distintos organis-
mos, eliminándose así la limitación que significa, para la con-
currencia de oferentes, la necesidad de conocer cada uno de
los regímenes previo a la presentación de las ofertas” por par-
.C
te de los oferentes.
OM
esto es, la potestad de regular las contrataciones estatales? El
texto normativo nada dice sobre este asunto.
.C
rrollado en el marco de este Tratado (en particular, decretos
delegados).
DD
A su vez, el plazo de la delegación era de casi un año desde
la sanción de la ley, es decir, hasta el 1 de marzo del año 2002.
¿El decreto delegado, dictado con carácter excepcional según
el mandato constitucional, puede regir más allá del plazo de
delegación y sin solución de continuidad como de hecho ocu-
LA
OM
así a la mayor brevedad posible los objetivos propuestos por el
decreto delegado 1023/01 que lo creó, sumado ello a la crítica
situación económica y financiera por la que atraviesa el país,
configura una circunstancia excepcional que hace imposible
seguir los trámites ordinarios previstos por la Constitución
Nacional para la sanción de las leyes, resultando de toda ur-
gencia y necesidad el dictado del presente”.
.C
En síntesis, el cuadro normativo que hemos descrito hasta
aquí sobre el régimen legal de las contrataciones del Estado
DD
es el siguiente. El decreto delegado 1023/01, modificado luego
por el decreto de necesidad y urgencia 666/03.
OM
tos de compraventa, locaciones, arrendamientos, trabajos y su-
ministros) es reglamentario —además— de los otros contratos
del Estado que regula el decreto 1023/01 (obras públicas y con-
cesiones de obras y servicios públicos, entre otros).
.C
verso estrecho de contratos y, en ese contexto, el Ejecutivo por
medio de un decreto delegado posterior (decreto 1023/2001)
amplió ese colectivo, sin modificar el decreto reglamentario.
DD
Pues bien, ¿cómo interpretar el alcance del decreto regla-
mentario? ¿Este decreto reglamentario (436/00) comprende el
colectivo más pequeño o, por el contrario, el más amplio?
OM
públicas debemos aplicar el régimen específico (ley 13.064) y
supletoriamente el régimen general (decreto 1023/01).
.C
de los servicios públicos? Recordemos que el artículo 4° del
decreto 1023/01 establece que “este régimen se aplicará a los
siguientes contratos… b) ... concesiones de obras públicas…” y
DD
que, a su vez, no exceptúa entre las derogaciones que ordena
a la ley 17.520.
to 1023/01.
(42) Decretos 966 y 967, ambos del año 2005. Así, el artículo 1° del decre-
to 966/2005 establece que “... el Régimen Nacional de Iniciativa Privada… será
de aplicación a los diversos sistemas de contratación regulados por las leyes
13.064, 17.520 y 23.696”.
OM
Otra cuestión relevante sobre el régimen jurídico de los
contratos estatales es si cabe aplicar el decreto-ley 19.549/72
sobre procedimiento administrativo en el ámbito contractual.
Recordemos que el artículo 7° de la ley 19.549 (Capítulo III)
ordenaba —antes de la reforma— que “los contratos que cele-
.C
bre el Estado, los permisos y las concesiones administrativas
se regirán por sus respectivas leyes especiales, sin perjuicio
de la aplicación analógica de las normas del presente título, si
ello fuere procedente”.
DD
¿De qué trata el Título III de la ley 19.549? De los requisitos o
elementos del acto, el régimen de las nulidades y, por último, el
modo de extinción de los actos. Es decir, básicamente este títu-
lo desarrolla la teoría general de los actos administrativos.
LA
OM
del Título III de la ley 19.549 (LPA) sobre el ámbito contrac-
tual, por su aplicación directa en cuanto fuere pertinente, es
decir que, según nuestro criterio, ese título de la ley debe em-
plearse en el campo contractual de modo directo, más allá de
las indeterminaciones del modelo.
.C
Pero, ¿qué ocurre con los otros títulos de la ley de proce-
dimientos? ¿Cabe aplicarlos también en el ámbito contrac-
tual, en particular el Título IV —impugnación de los actos—?
Si fuese así, ¿de qué modo deben emplearse sobre el campo
DD
propio de los contratos, es decir, en términos directos o su-
pletorios? Los otros títulos de la ley son los siguientes, Título I
(Procedimiento Administrativo), Título II (Competencia del
órgano) y, por último, Título IV (Impugnación judicial de ac-
tos administrativos).
LA
OM
Por último, cabe recordar que la Corte reconoció también
la aplicación de la ley 19.549 en el ámbito contractual del Es-
tado, entre otros, en el precedente “Gypobras” (Título IV) (45).
Sin embargo, cabe aclarar que el Tribunal no distinguió entre
la aplicación directa, supletoria o analógica de los diferentes
.C
títulos de la LPA en el marco contractual estatal.
En conclusión, el cuadro normativo es el siguiente. El decre-
to 1023/01, su decreto reglamentario 436/00 y la ley 19.549 con
DD
los alcances antes explicados, sin perjuicio, claro, de los regíme-
nes contractuales especiales, entre ellos, las leyes 13.064, 17.520
y 23.696, entre otras.
Antes de avanzar, creemos conveniente mencionar cuáles
LA
OM
todo otro contrato que fuere necesario para superar la
presente situación de emergencia…”.
2) Las contrataciones excepcionales. Así, cuando “fuere
necesario establecer, con carácter especial o general
para determinadas contrataciones” condiciones dis-
tintas a las que prevé el decreto 436/00. En tal caso “la
.C
modificación deberá ser autorizada por el Poder Eje-
cutivo Nacional, con previa intervención de la Secreta-
ría de Hacienda… y de la Procuración del Tesoro de la
DD
Nación” (46).
OM
2) las sociedades anónimas de propiedad estatal que se
rigen por el derecho privado.
.C
En material contractual los principios son los siguientes:
a) la concurrencia, b) la igualdad y no discriminación, c) la pu-
blicidad y, finalmente, d) la transparencia.
DD
El principio de concurrencia impone a la Administración
el deber de garantizar la participación de la mayor cantidad
posible de oferentes. De este modo, se persigue que el Esta-
do contrate en las mejores condiciones que el mercado pueda
ofrecer.
LA
(47) Cabe recordar que el artículo 2662 del Código Civil dice que “domi-
nio fiduciario es el que se adquiere en razón de un fideicomiso constituido por
contrato o por testamento, y está sometido a durar solamente hasta la extinción
del fideicomiso, para el efecto de entregar la cosa a quien corresponda según el
contrato, el testamento o la ley”. Por su parte el artículo 1° de la ley 24.441 es-
tablece que “habrá fideicomiso cuando una persona (fiduciante) transmita la
propiedad fiduciaria de bienes determinados a otra (fiduciario), quien se obli-
ga a ejercerla en beneficio de quien se designe en el contrato (beneficiario), y a
transmitirlo al cumplimiento de un plazo o condición al fiduciante, al benefi-
ciario o al fideicomisario”.
OM
competencia de precios cuando se coloca a los oferentes en un
pie de igualdad, evitando discriminaciones o tolerancias que
favorezcan a unos en detrimento de otros” (49). Nótese que la
igualdad de trato no sólo se exige en el interés de los oferentes,
sino que también se relaciona con el interés colectivo de elegir
correctamente al adjudicatario (50).
.C
El principio de igualdad, que se apoya en el art. 16 de
la Constitución Nacional y es recogido en el decreto 1023
DD
—art. 3°, inc. f)—, extiende sus efectos no sólo a la etapa de
selección del contratista, sino también a la ejecución del con-
trato (51). Así, una de las consecuencias del deber de dispensar
un trato igualitario es la imposibilidad de modificar las bases
de la licitación en el contrato ya celebrado. Más aún, la Corte
LA
OM
clandestina y oculta a los ojos de los oferentes” (53). En la actua-
lidad, es fundamental el uso de los medios electrónicos con el
propósito de cumplir con este postulado. Por caso, la difusión
de las convocatorias en la página web de la Oficina Nacional
de Contrataciones (54).
.C
titucional, derivado de la forma republicana de gobierno y de
la publicidad de los actos del Estado (55).
DD
Por su parte, el decreto 1023/01 consagra la publicidad y di-
fusión de las actuaciones (art. 3°, inc. d), y establece que “toda
persona que acredite fehacientemente algún interés, podrá en
cualquier momento tomar vista de las actuaciones referidas a
la contratación, con excepción de la información que se en-
LA
sitio del Organo Rector, en forma simultánea, desde el día en que se les comien-
ce a dar publicidad por el medio específico que se establezca en el presente o en
la reglamentación, o desde que se cursen invitaciones, hasta el día de la aper-
tura, con el fin de garantizar el cumplimiento de los principios generales es-
tablecidos en el artículo 3° de este régimen. Con el fin de cumplir el principio
de transparencia, se difundirán por Internet, en el sitio del Organo Rector, las
convocatorias, los proyectos de pliegos correspondientes a contrataciones que
la autoridad competente someta a consideración pública, los pliegos de bases
y condiciones, el acta de apertura, las adjudicaciones, las órdenes de compra y
toda otra información que la reglamentación determine…”.
(55) Ver en este sentido Comadira, Julio R., La licitación pública. Nocio-
nes, principios, cuestiones, 2ª ed., Lexis-Nexis, 2006, p. 107.
OM
las actuaciones. Para el Tribunal, “… el carácter estatal de la
empresa, aun parcial, tiene como correlato la atracción de los
principios propios de la actuación pública, derivados del sis-
tema republicano de gobierno, basado en la responsabilidad
de la autoridad pública, una de cuyas consecuencias es la pu-
blicidad de sus actos para agudizar el control de la comunica-
.C
ción y, en especial, de los posibles interesados directos, quie-
nes podrán efectuar las impugnaciones que el ordenamiento
permita” (56).
DD
El principio de publicidad se encuentra estrechamente re-
lacionado con el de transparencia. También este último está
incorporado en el decreto 1023/01; norma que en el art. 3°,
inc. c) consagra el principio y en el art. 9° dispone que “[l]a
LA
(56) “La Buenos Aires Cía. de Seguros S.A. c. Petroquímica Bahía Blanca
S.A.”, sent. del 12 de mayo de 1988, Fallos 311:750.
(57) Por su parte, el art. 10 del decreto citado establece como causal de
rechazo de la propuesta o rescisión del contrato, el dar u ofrecer dinero o cual-
quier dádiva a fin de que “a) Funcionarios o empleados públicos con compe-
tencia referida a una licitación o contrato hagan o dejen de hacer algo relativo a
sus funciones. b) O para que hagan valer la influencia de su cargo ante otro fun-
OM
“sistemas para la contratación de funcionarios públicos y para
la adquisición de bienes y servicios por parte del Estado que
aseguren la publicidad, equidad y eficiencia de tales sistemas”
(art. III.5). Por su parte, la Convención de las Naciones Unidas
contra la Corrupción —aprobada mediante la ley 26.097— im-
pone a los Estados partes el deber de adoptar sistemas de con-
.C
tratación basados en la transparencia, la competencia y crite-
rios objetivos de adopción de decisiones. Asimismo, la norma
exige la adopción de medidas relativas a la difusión de infor-
DD
mación sobre los procedimientos de contratación, la formula-
ción previa y publicación de las condiciones de participación
en esos procedimientos, la adopción de criterios objetivos
para la adopción de decisiones, la implementación de un sis-
tema eficaz de apelación y la adopción de recaudos relativos
LA
OM
terio legal en este aspecto, sin dejar de advertir que el contrato
supone la concurrencia de voluntad de dos partes —Estado y
contratante—, de modo que no se trata simplemente de actos
unilaterales sino de voluntades concurrentes —actos bilate-
rales—.
.C
Analicemos, en primer término, los elementos del contra-
to administrativo según el molde del artículo 7° del Título III,
LPA. Luego veremos, en segundo término, el régimen de eje-
DD
cución y, por último y en tercer término, el marco de extinción
del contrato.
llaremos (58).
sa) en la Parte general de los contratos, al comenzar la Sección tercera del Libro
segundo. A pesar de ello nos da las pautas necesarias para que dentro de la doc-
trina nacional haya consenso en admitir que existen elementos imprescindi-
bles sin los cuales no puede considerarse viable el nacimiento del acto jurídico
bilateral: contrato. Los elementos que nosotros hemos denominado esenciales
también son llamados por parte de la doctrina como estructurales, ya que con-
figuran la propia estructura del contrato y hacen factible su existencia”, Garri-
do y Zago, ob. cit., p. 145. En particular, respecto del elemento consentimiento:
el artículo 897, CC, establece que “los hechos humanos son voluntarios o in-
voluntarios. Los hechos se juzgan voluntarios, si son ejecutados con discerni-
miento, intención y libertad”. Por su parte el artículo 913, CC, agrega que “nin-
gún hecho tendrá el carácter de voluntario, sin un hecho exterior por el cual
la voluntad se manifieste”. En relación con el elemento objeto, el artículo 1167
OM
estos actos? La convocatoria y elección del procedimiento de
selección; la aprobación de los Pliegos de Bases y Condicio-
nes Particulares; la declaración del llamado como desierto o
fracasado; la preselección de los oferentes en la licitación con
etapa múltiple; la aplicación de penalidades y sanciones; la
aprobación del procedimiento de selección; la adjudicación;
.C
la decisión de dejar sin efecto el procedimiento; la revocación
de los actos administrativos del procedimiento de contrata-
ción y, por último, la suspensión, resolución, rescisión, rescate
y declaración de caducidad del contrato (59).
DD
del Código señala que “lo dispuesto sobre los objetos de los actos jurídicos y
de las obligaciones que se contrajeren, rige respecto a los contratos, y las pres-
taciones que no pueden ser el objeto de los actos jurídicos, no pueden serlo de
los contratos”. Y el artículo 953 dice que “el objeto de los actos jurídicos deben
LA
ser cosas que estén en el comercio, o que por un motivo especial no se hubiese
prohibido que sean objeto de algún acto jurídico, o hechos que no sean impo-
sibles, ilícitos, contrarios a las buenas costumbres o prohibidos por las leyes, o
que se opongan a la libertad de las acciones o de la conciencia, o que perjudi-
quen los derechos de un tercero”. En cuanto a la causa, el artículo 499 señala
que “no hay obligación sin causa, es decir, sin que sea derivada de uno de los
FI
OM
ción, caducidad, rescisión y resolución del contrato “tendrán
(los) caracteres y cualidades otorgados por el artículo 12 de la
ley 19.549”, es decir, presunción de legitimidad y fuerza ejecu-
toria.
.C
gico. En el marco del análisis de los elementos del contrato,
estudiaremos en términos sucintos el régimen general de las
contrataciones estatales (tratados, ley y decreto reglamenta-
rio) y los contratos típicos de suministros, consultoría, obras
DD
públicas y concesión de obras públicas. Por ello, por ejemplo,
cuando analicemos el procedimiento de selección del contra-
tista explicaremos su contenido teórico y el régimen jurídico
general con las notas o caracteres de ciertos regímenes con-
tractuales especiales.
LA
IV.1.1. La competencia
FI
OM
lados sobre la autonomía de la voluntad y la libertad de con-
tratación no son absolutos sino que están sujetos a ciertos
límites, por caso, la prohibición de la ley, el orden público,
las buenas costumbres, el abuso del derecho y la teoría de la
lesión (61).
.C
derecho privado— son relativos, sin perjuicio de que en el de-
recho público las restricciones son mucho mayores.
DD
Así, la competencia del órgano para contratar debe resul-
tar, según los casos, de “la Constitución Nacional, de las le-
yes y de los reglamentos dictados en su consecuencia” (62). El
decreto 1344/07, que aprobó el texto ordenado del decreto re-
glamentario de la Ley de Administración Financiera y de los
LA
(61) Mosset Iturraspe advierte que “para lograr el acuerdo sobre una de-
claración de voluntad común —expresión con la cual el artículo 1137 alude al
consentimiento— se requiere algo más que el intercambio de las manifestacio-
nes de voluntad, se quiere una resultante que es la integración recíproca de esas
voluntades en un negocio unitario”, Mosset Iturraspe, Jorge, Contratos, Edi-
torial Ediar, 1988, p. 90. Cabe recordar que el artículo 21 del Código establece
que “las convenciones particulares no pueden dejar sin efecto las leyes en cuya
observancia estén interesados el orden público y las buenas costumbres.” Por
su parte, el artículo 19, CC, señala que “la renuncia general de las leyes no pro-
duce efecto alguno”.
(62) Artículo 3º de la ley 19.549.
IV.1.2. La capacidad
OM
las personas con capacidad para obligarse en los términos del
Código Civil (63) y que estén incorporadas en la base de datos
que lleve la Oficina Nacional de Contrataciones (64). Sin embar-
go, el decreto no cerró el círculo en estos términos sino que,
además, excluyó a ciertas personas.
.C
Entonces, no pueden contratar con el Estado: a) las perso-
nas físicas y jurídicas que hubiesen sido suspendidas o inhabi-
litadas en su carácter de contratistas del Estado, según el régi-
men jurídico vigente; b) los agentes públicos y las empresas en
DD
que éstos tengan una participación suficiente para formar la
voluntad social en razón de la incompatibilidad o conflicto de
intereses; c) los condenados por delitos dolosos, por un tiem-
po igual al doble de la condena; d) las personas procesadas
por delitos contra la propiedad, la Administración, la fe pú-
LA
(63) El artículo 1160 del Código Civil establece que “no pueden contratar
los incapaces por incapacidad absoluta, ni los incapaces por incapacidad relati-
va en los casos en que les es expresamente prohibido, ni los que están excluidos
de poderlo hacer con personas determinadas, o respecto de cosas especiales, ni
FI
aquellos a quienes les fuese prohibido en las disposiciones relativas a cada uno
de los contratos, ni los religiosos profesos de uno y otro sexo, sino cuando com-
prasen bienes muebles a dinero de contado, o contratasen por sus conventos; ni
los comerciantes fallidos sobre bienes que correspondan a la masa del concur-
so, si no estipularen concordatos con sus acreedores”. Garrido y Zago advier-
ten que “además de la problemática creada por el artículo 1160 con su enun-
OM
otorgados en concepto de subsidios (65).
.C
regido por los decretos 1023/01 y 1759/72 y el Código Civil.
OM
contratos —esto es, la voluntad del agente— los matices en re-
lación con el acto administrativo son más pronunciados, de
allí que convenga detenernos en este aspecto. Dijimos que el
artículo 14 en su inciso a), LPA, establece que el acto es nulo
de nulidad absoluta e insanable, cuando la voluntad del agen-
te “resultare excluida por error esencial; dolo, en cuanto se
.C
tengan como existentes hechos o antecedentes inexistentes o
falsos; violencia física o moral ejercida sobre el agente; o por
simulación absoluta”.
DD
Sin perjuicio de ello, cabe recordar que en el derecho pri-
vado contractual, el codificador incorporó el instituto de la le-
sión con el objeto de salvaguardar el principio de igualdad en-
tre las partes contratantes. Así pues, el Código dice que “podrá
demandarse la nulidad o la modificación de los actos jurídi-
LA
OM
sí aunque de un modo analógico, es decir, según los princi-
pios propios del derecho público. Tengamos presente que el
principio de igualdad entre las partes en el ámbito contrac-
tual estatal es de alcance relativo en razón de los privilegios
del Estado contratante (68).
.C
marco contractual es necesario hacer especial hincapié en
uno de sus posibles vicios, esto es, los casos de corrupción es-
tatal. Creemos que estos vicios del contrato recaen sobre el
DD
componente volitivo sin relación —en principio— con los ele-
mentos esenciales del contrato.
OM
tuidad para ocupar cargos públicos y excluidos de los benefi-
cios del indulto y la conmutación de penas… Atentará asimis-
mo contra el sistema democrático quien incurriere en grave
delito doloso contra el Estado que conlleve enriquecimiento,
quedando inhabilitado por el tiempo que las leyes determi-
nen para ocupar cargos o empleos públicos. El Congreso san-
cionará una ley sobre ética pública para el ejercicio de la fun-
.C
ción”.
OM
Por último, el decreto 1023/01 incluye entre las causales de
rechazo de las ofertas y rescisión del contrato:
.C
b) cuando cualquier funcionario o empleado haga valer
la influencia de su cargo ante otro funcionario o em-
pleado a fin de que éste haga o deje de hacer algo, y
DD
c) cuando cualquier persona haga valer su relación o in-
fluencia sobre un funcionario o empleado público con
el objeto de que éste haga o deje de hacer algo.
Luego agrega que “las consecuencias de estas conductas
LA
Por su parte, el Código Civil señala que “el objeto de los ac-
tos jurídicos deben ser cosas que estén en el comercio, o que
por un motivo especial no se hubiese prohibido que sean ob-
OM
los contratos, deben ser determinadas en cuanto a su especie,
aunque no lo sean en la cantidad, con tal que ésta pueda de-
terminarse”.
.C
En este punto cabe preguntarse si es posible aplicar las
pautas del derecho civil en el campo propio del Derecho Ad-
ministrativo.
DD
Creemos que en principio ambos regímenes coinciden en
su contenido y extensión, sin embargo el derecho público tie-
ne sus propios matices (72).
OM
IV.2.1. Las facultades y deberes del Estado contratante
.C
las leyes especiales, reglamentos, pliegos de bases y condicio-
nes y el resto de los documentos contractuales.
DD
En particular, el Estado goza de las siguientes facultades,
derechos y prerrogativas exorbitantes, según reza el artículo 12
del decreto ya citado:
voco entre los efectos y el objeto del instituto jurídico examinado” (Mosset Itu-
rraspe, Jorge, Contratos, p. 195), cierto es también que el Código dice que “la
prestación, objeto de un contrato, puede consistir en la entrega de una cosa,
o en el cumplimiento de un hecho positivo o negativo” y que “toda especie de
OM
zos razonables;
f) prorrogar los contratos de suministro de cumplimien-
to sucesivo o prestación de servicios siempre que ello
esté previsto en el pliego de bases y condiciones, y
g) decidir la caducidad, rescisión o resolución del contra-
.C
to.
OM
silencio por parte del Estado, el proveedor intimará la recep-
ción y si no tiene respuesta en el término de diez días debe
interpretarse, según indica el decreto reglamentario, que los
bienes han sido recibidos de conformidad por el Estado (76).
.C
ce que las obras pueden recibirse total o parcialmente y con
carácter provisional hasta tanto se haya cumplido el plazo de
garantía. El contratista es responsable durante ese tiempo por
la conservación y reparación de las obras, salvo los defectos
DD
que sean consecuencia del uso indebido de éstas. A su vez, si
las obras no hubiesen sido ejecutadas correctamente, el Es-
tado puede suspender la recepción provisional y, en su caso,
rescindir el contrato por culpa del contratista. Una vez venci-
do el plazo de garantía, el órgano competente debe recibir la
LA
OM
das con los trabajos, materiales o servicios de las obras (78). Un
caso peculiar es el precio en el marco del contrato de conce-
sión de obra pública porque éste consiste en el cobro de las
tarifas de peaje que debe compensar la ejecución, modifica-
ción, ampliación, reparación, conservación, mantenimiento y
servicios de administración de las obras ya existentes y —a su
.C
vez— la ejecución, explotación y mantenimiento de las obras
nuevas (79). En tal caso, el pago del precio corresponde al usua-
rio y no al Estado, sin perjuicio de que éste puede otorgar sub-
DD
sidios en los términos que prevén las leyes.
OM
tías que el cedente (81). En igual sentido, el contratista
tampoco puede subcontratar, salvo consentimiento
expreso del órgano estatal competente.
2) Cumplir las prestaciones en cualquier circunstancia,
salvo caso fortuito, fuerza mayor y actos o incum-
plimientos de autoridades públicas nacionales o del
.C
Estado contratante y “de tal gravedad que tornen im-
posible la ejecución del contrato” (82).
El decreto 1023/01 prevé los siguientes supuestos de
DD
incumplimiento justificado por parte del contratis-
ta: caso fortuito, fuerza mayor, hecho del príncipe e
incumplimiento grave de las obligaciones del Estado
contratante.
Si bien el contratista está obligado a cumplir con sus
LA
OM
fianza rendida.
3) Constituir las garantías. El oferente y el contratista de-
ben constituir las siguientes garantías (84):
(a) mantenimiento de oferta (en principio es igual al
cinco por ciento del total de la oferta). Sin embar-
.C
go, en el caso de los contratos de obra pública —por
ejemplo— el depósito es igual al uno por ciento del
valor del presupuesto oficial de la obra. La garan-
DD
tía de mantenimiento de la oferta tiene por objeto
asegurar que el oferente, en caso de resultar adju-
dicatario, celebre el contrato;
(b) cumplimiento del contrato (igual al diez por ciento
del valor total de la adjudicación) (85). En particular,
LA
cación de una multa por mora en el cumplimiento del contrato. Dicha multa
será del tres por ciento del valor de lo satisfecho fuera del término originario del
contrato, por cada siete días de atraso o fracción mayor de tres días”.
(84) “Para garantizar el cumplimiento de sus obligaciones los oferentes y
adjudicatarios deberán constituir garantías o contra garantías por anticipos
otorgados por la Administración Nacional, en las formas y por los montos que
establezca la reglamentación o los pliegos, con las excepciones que aquélla de-
termine”, artículo 31 del decreto 1023/2001.
(85) El artículo 53 del decreto 436/2000 establece que las formas de garan-
tía son en efectivo, cheque certificado, títulos públicos, aval bancario, seguro
de caución, afectación de créditos, pagarés a la vista. En principio, la elección
de la forma de garantía es una opción del oferente o adjudicatario. Por su parte,
los artículos 55 y 56 regulan las excepciones a la obligación de presentar garan-
tías y la devolución de éstas, respectivamente.
OM
y causa daños, entonces el Estado puede resarcir-
se por medio de la aplicación de las penalidades
y ejecutarlas sobre la garantía, sin perjuicio de
reclamar otros daños cuando el monto de ésta re-
sultase insuficiente. Por ejemplo, el artículo 44 de
la ley 13.064 dice que “no se cancelará la fianza al
.C
contratista hasta que no se apruebe la recepción
definitiva y justifique haber satisfecho la indemni-
zación de los daños y perjuicios que corran por su
DD
cuenta”.
OM
lución del ETOSS por la cual se estableció que correspondía a
aquélla y no a los usuarios, costear las conexiones domicilia-
rias externas de agua y cloacas en las áreas servidas. La Corte
Suprema rechazó el planteo. La decisión se basó en que de los
pliegos y el contrato se desprendía que esos costos se encon-
traban a cargo de la concesionaria. Por tanto, la pretensión de
.C
la actora suponía una contradicción con sus propios actos. De
admitírsela, no sólo la buena fe, sino también la libertad de
contratar de la Administración e incluso la seguridad jurídica
quedarían gravemente resentidas. Asimismo, la Corte señaló
DD
que “… en la relación contractual administrativa, la intangibi-
lidad del acuerdo sobre la base de la propuesta seleccionada
es la garantía insoslayable para que los proponentes no vean
frustrado su derecho de participar en la licitación en igualdad
de condiciones (Fallos: 327:3919)”. Por otra parte, si los tér-
LA
(87) Del dictamen de la Procuradora Fiscal que la Corte hace suyo, sent.
del 17 de abril de 2007, Fallos 330:1649.
OM
contrato, está integrado por actos instrumentales, por ejem-
plo, el acto de aprobación de los pliegos particulares, el acto
de autorización, el acto de llamado y el acto de adjudicación
del contrato.
.C
cómo distinguir entre unos y otros, el punto relevante es de-
finir cuáles son los principios propios del elemento proce-
dimiento en el marco contractual. Detengámonos, entonces,
DD
en este aspecto.
OM
actuaciones” y agrega luego que “toda cuestión vincu-
lada con la contratación deberá interpretarse sobre la
base de una rigurosa observancia de los principios”.
Más adelante, el Legislador insiste una vez más en los
siguientes términos, “la contratación pública se desa-
rrollará en todas sus etapas en un contexto de transpa-
.C
rencia que se basará en la publicidad y difusión de las
actuaciones”.
Es obvio que la publicidad del trámite y particular-
DD
mente de los actos está directamente vinculada con
otros principios tales como la transparencia, el control
del proceso y la mayor concurrencia y trato igualitario
entre los interesados. En otras palabras, ¿cómo es po-
sible garantizar estos principios si no existe publicidad
LA
OM
Finalmente, en los términos del decreto 436/00 —regla-
mentario del decreto 1023/01—, el órgano contratante
debe publicar el aviso en el medio de difusión oficial
provincial o municipal según el caso, comunicar a las
asociaciones según el rubro y el lugar de contratación
.C
e invitar a los proveedores habituales.
OM
Así, este principio no puede ser restringido en razón
de recaudos excesivos creados por el Estado contra-
tante o, por ejemplo, mediante el rechazo de las ofer-
tas por omisiones intrascendentes o meramente for-
males (93).
.C
La Convención de las Naciones Unidas contra la Co-
rrupción dice que uno de los principios centrales del
régimen de contrataciones públicas es la competencia
DD
entre los oferentes de modo de garantizar que los “li-
citadores potenciales dispongan de tiempo suficiente
para preparar y presentar sus ofertas”.
Por su parte, el decreto 1023/01 establece, entre los
LA
OM
uno de los pilares del procedimiento es la “igualdad
de tratamiento para interesados y para oferentes”. Así,
cuando se hubiesen incluido cláusulas o especificacio-
nes que favorezcan situaciones particulares, el proce-
dimiento debe ser revocado (95).
.C
d) La adjudicación a la oferta más conveniente. Este prin-
cipio está relacionado con la eficiencia en las contrata-
ciones estatales.
DD
Recordemos que la Convención Interamericana incor-
poró el criterio de eficiencia como principio rector en
los sistemas de contrataciones de bienes y servicios.
Según el decreto 1023/01, las contrataciones deben ser
eficientes “para cumplir con el interés público compro-
LA
OM
to jurídico indeterminado o —quizás— un concepto
discrecional? Tal como expusimos en el capítulo res-
pectivo, creemos que el concepto jurídico indetermi-
nado debe subsumirse entre las conductas regladas y
discrecionales con el contorno que hemos detallado.
Entonces ¿es reglado o discrecional? Creemos que es
.C
una regla —por eso es reglado— con un contenido más
o menos definido según los antecedentes y circunstan-
cias del caso (98).
DD
e) La transparencia. Este principio —dejar ver el trámi-
te de las contrataciones— supone la publicidad, pero
además el acceso de cualquier persona al expedien-
te (99).
LA
(98) Cabe señalar aquí, tal como sostuvieron Fiorini y Mata, que el paso
de mayor libertad en el trámite contractual es la redacción y aprobación de los
respectivos pliegos de bases y condiciones por el Estado contratante. “La apre-
ciación del mérito de las ofertas no tiene carácter de actividad discrecional por-
que los pliegos que rigen la concurrencia fijan reglas precisas para adjudicar. El
FI
de las Naciones Unidas contra la Corrupción (artículo 9, apartado 1.) y las nor-
mas de rango inferior, por ejemplo, el decreto 436/2000 prevén el principio de
transparencia en el ámbito de las contrataciones estatales. Dice el decreto que
“las entidades estatales… enviarán obligatoriamente mediante transmisión
electrónica o medio magnético a la Oficina Nacional de Contrataciones... la
información derivada de los procedimientos de contrataciones”. Por su parte
“la Oficina Nacional de Contrataciones… tendrá a su cargo, la supervisión y la
administración general de sistema… para lo cual se establecen las siguientes
funciones: a) proveer a los organismos de los sistemas que se requieran para el
cumplimiento de la normativa; b) administrar la información…; c) crear un si-
tio de Internet… ingreso irrestricto para cualquier ciudadano y además proveer
en un orden lógico el acceso a la información que se reciba de los organismos”
(artículos 5° y 7° del decreto 436/2000).
OM
tos” y reconoce el derecho de toda persona que acredi-
te fehacientemente algún interés a tomar vista de las
actuaciones, exceptuándose el período de evaluación
de las ofertas (100). A su vez, señala que el rechazo infun-
dado del pedido de vista es considerado falta grave del
agente público.
.C
Finalmente, el decreto sostiene que la transparencia
debe apoyarse en los siguientes pilares: a) publicidad y
DD
difusión de las actuaciones, b) utilización de las tecno-
logías informáticas y c) participación real y efectiva de
la comunidad.
asociaciones civiles.
(100) Respecto del período de evaluación de las ofertas, cabe citar los ar-
tículos 73 y 80 del decreto 436/2000. El primero de ellos dice que “los originales
de las ofertas serán exhibidos a los oferentes por el término de cinco días, con-
tados a partir del día hábil siguiente al de la apertura”. Por su parte, el artícu-
lo 80 establece que “el dictamen de evaluación deberá notificarse en forma fe-
haciente a todos los oferentes dentro de los tres días de emitido. Los interesados
podrán impugnarlo dentro de los cinco días de notificados. Durante este térmi-
no el expediente se pondrá a disposición de los oferentes para su vista”.
(101) Ver, en tal sentido, el artículo 9°, inciso c) de la Convención de Nacio-
nes Unidas contra la Corrupción.
OM
nes legales en el caso de que no se respeten las reglas o
los procedimientos”.
Por su parte, la ley 24.156, sin perjuicio del Plan de Ac-
ción, reconoce que el Colegio de Auditores de la AGN
puede “realizar exámenes especiales de actos y contra-
tos de significación económica, por sí o por indicación
.C
de las Cámaras del Congreso o de la Comisión Parla-
mentaria Mixta” (102).
Por último, como ya hemos dicho, cualquier persona
DD
que acredite fehacientemente algún interés puede to-
mar conocimiento de las actuaciones.
g) Los principios instrumentales y complementarios. Aquí
cabe aplicar los principios propios del procedimiento
LA
OM
Básicamente existen dos modos de selección del contra-
tante. En uno de ellos, el Estado elige libremente con quien
contratar. En el otro, el proceso de selección es condicionado
por factores técnicos y económicos.
.C
presupuesto debe redactar el pliego de condiciones particu-
lares y decidir cuál es el modo de selección del contratista
dentro del régimen jurídico vigente.
DD
Así, el procedimiento es complejo y comprende los siguien-
tes pasos: a) La redacción de los pliegos y elección del modo de
selección del contratante; b) el llamado; c) la presentación de
las ofertas; d) la apertura de los sobres; e) la preadjudicación
LA
tación (104).
OM
nisterio de Economía con intervención de la Procuración del
Tesoro. En tal sentido, la Resolución 834/00 del Ministro de
Economía aprobó el Pliego Unico de Bases y Condiciones Ge-
nerales para la Contratación de Bienes y Servicios del Estado.
En síntesis, el Pliego General es una resolución reglamen-
.C
taria y complementaria del decreto 436/00, es decir, un listado
de detalles y pormenores de éste. Veamos, en tal sentido, un
ejemplo puntual e ilustrativo:
DD
1) el decreto delegado 1023/01 dice que los oferentes y ad-
judicatarios deben constituir garantías para afianzar
el cumplimiento de sus obligaciones;
2) por su parte, el decreto reglamentario 436/00 estable-
ce que los oferentes y adjudicatarios deben constituir
LA
OM
En particular, el Pliego desarrolla los siguientes temas:
plazos, comunicaciones, vistas, garantías, requisitos forma-
les para la presentación de las ofertas, omisión de requisitos
formales, efectos de la presentación de la oferta, muestras, in-
formación a suministrar por el oferente, presentación única,
.C
garantía de mantenimiento de oferta, apertura de las ofertas,
causales de rechazo y desistimiento, comisión evaluadora,
evaluación, empate de ofertas, impugnaciones y recursos, ad-
judicación, orden de compra, obligaciones del adjudicatario,
DD
orden de prelación, mora en el cumplimiento del contrato, pe-
nalidades, aumento y disminución de la prestación, recepción
provisional y definitiva, caso fortuito y fuerza mayor, rescisión,
afectación de las multas, pago de facturas, revocación del pro-
cedimiento de contratación y cláusula anticorrupción.
LA
dimiento de selección;
3) el objeto de la contratación;
4) el lugar, día y hora de la presentación y apertura de las
ofertas;
5) las especificaciones técnicas;
6) el criterio de evaluación y selección de las ofertas;
7) el plazo de mantenimiento de la oferta;
OM
11) en el caso de procedimiento de etapas múltiples: a) los
factores para la evaluación de cada uno de los sobres,
b) los coeficientes de ponderación respecto de cada
uno de ellos, c) los sistemas para la determinación de la
oferta más conveniente, d) el valor máximo del puntaje
.C
para cada factor que deba realizar la Comisión de Eva-
luación, e) el puntaje mínimo para la precalificación y,
además, f) los parámetros de evaluación respecto del
sobre que contenga la oferta económica.
DD
Puntualmente, el pliego de bases y condiciones particu-
lares debe prever el tipo de procedimiento de selección (licita-
ción o concurso público, subasta pública, licitación o concur-
so abreviado y contratación directa), el número (numeración
LA
OM
A veces, como ya dijimos, las especificaciones técnicas es-
tán incluidas en el pliego de bases y condiciones particulares
y, en otros, en un documento propio y distinto de aquél (Pliego
de Condiciones Técnicas).
.C
bar los pliegos de bases y condiciones particulares y —en su
caso— el de las especificaciones técnicas.
DD
En ciertos casos, en razón de la complejidad o el monto de
la contratación, el órgano competente puede prever un plazo
para que los interesados formulen observaciones al proyecto
de pliego de bases y condiciones particulares (107).
OM
según las normas reglamentarias. Finalmente, los pliegos de-
ben darse en forma gratuita, salvo en casos de excepción (109).
Otra cuestión importante respecto de los pliegos de bases y
condiciones generales y particulares, que aún no hemos plan-
teado, es si éstos constituyen actos de alcance general o par-
ticular.
.C
¿Cuál es su relevancia en términos jurídicos? Por un lado,
definir el régimen de impugnación en los términos de la LPA
(artículos 23 o 24 de la ley 19.549 y su decreto reglamentario),
DD
es decir, impugnación de actos de alcance general o particu-
lar.
Por el otro, si el pliego de condiciones generales puede ser
modificado por el pliego de condiciones particulares. Así, si
LA
(109) Por su parte, en el ámbito propio del contrato de obra pública, según el
texto legal vigente, el órgano competente debe aprobar el pliego de condiciones
respecto de la ejecución y las bases y, en casos de contrataciones directas, sim-
plemente el proyecto de contrato. A su vez, los planos, presupuestos, memoria y
el resto de los documentos están a disposición de cualquiera que tenga interés en
su consulta durante el trámite del llamado (artículo 11 de la ley 13.064).
OM
La Corte señaló en el precedente “Espejo” que los contra-
tos “están sujetos a formalidades preestablecidas y contenidos
impuestos por normas que prevalecen sobre lo dispuesto en
los pliegos” (110). Y, a su vez, “los pliegos de condiciones gene-
rales revisten condición de reglamentos, razón por la cual el
particular que participa en la licitación carece de la facultad de
.C
sustraerse a la aplicación de alguna de sus disposiciones” (111).
hizo lugar a la acción de amparo promovida por una afiliada al Instituto Nacio-
nal de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados cuestionando una cláu-
sula de un pliego de bases y condiciones aprobado por el organismo. El tribunal
admitió la legitimación de la actora en base a las siguientes consideraciones,
“la peticionante no es un tercero más, sino una afiliada que, en su condición
de tal, resulta beneficiaria de los servicios del PAMI y, consecuentemente, tie-
ne interés en que no se comprometan sus recursos en otros objetos que no sean
los específicamente previstos en la ley de su creación. La circunstancia de que
otros afiliados puedan estar de acuerdo con la contratación, no puede resultar
obstáculo para que, aun cuando se trate de un solo afiliado, pueda plantear la
cuestión cuando el compromiso patrimonial asumido por la entidad, podría
eventualmente poner en riesgo el cumplimiento de las prestaciones y, conse-
cuentemente, el derecho a las prestaciones por parte del afiliado que acciona.
OM
los vicios por acuerdo entre las partes.
.C
gido?
Su interés actual es evitar que cláusulas como las que aquí se cuestionan, pue-
dan poner en riesgo el patrimonio del Instituto y sus prestaciones, y por ende,
el derecho a la salud de los beneficiarios”, CNFed. Contenciosoadministrativo,
“Torello, Susana T. c. Instituto Nac. de Servicios Sociales para Jubilados y Pen-
sionados”, sent. del 2 de febrero de 2000, La Ley, 2000-B, 275, con nota de Bel-
trán Gambier.
(113) Ver, por ejemplo, Marienhoff en un sentido, y Cassagne en el otro.
CSJN, “Meridiano SCA c. Administración General de Puertos”, sent. del 24 de
abril de 1979, Fallos 301:292; y CSJN, “Almacenajes del Plata, S. A. c. Adminis-
tración Gral. de Puertos”, sent. del 24 de noviembre de 1988, Fallos 311:2385.
OM
matices han quedado casi zanjados con la incorporación en
el ámbito contractual estatal de los principios generales de la
Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción y la
Convención Interamericana contra la Corrupción y, en igual
sentido, las reglas en el orden federal (básicamente el decre-
to 1023/01).
.C
Así, este decreto dice que la selección del contratista debe
hacerse por regla general mediante licitación pública o con-
curso público y, en los casos de excepción, por los trámites de
DD
a) subasta pública, b) licitación o concurso abreviado o pri-
vado y c) contratación directa (116). Asimismo, el decreto regla-
mentario establece que “en todos los casos se deberá utilizar
el procedimiento más apropiado y conveniente, en función de
LA
OM
Pero volvamos sobre el régimen general. Este establece
cuáles son los criterios respecto de la elección de los tipos de
contratación (licitación o concurso público, licitación o con-
curso abreviado, subasta pública y contratación directa), a sa-
ber:
.C
1) el cumplimiento de los objetivos de economía, eficien-
cia y eficacia en la aplicación de los recursos públicos;
DD
(117) El artículo 9º de la ley 13.064 fue modificado por el decreto 1023/2001.
(118) “Artículo 4º.- Las concesiones de obra pública se otorgarán median-
te uno de los siguientes procedimientos: a) Por licitación pública; b) Por con-
tratación directa con entes públicos o con sociedades de capital estatal; c) Por
contratación con sociedades privadas o mixtas. En tal caso las tratativas preli-
minares entre la persona o entidad privada y la entidad pública concedente, se
LA
llevarán a cabo hasta fijar las bases principales de la futura concesión; hecho lo
cual se optará por la licitación pública con dichas bases o se convocará públi-
camente para la presentación de proyectos en competencia, mediante los avi-
sos o anuncios pertinentes. En este caso si no se presentaran mejores ofertas, el
contrato podrá celebrarse directamente con la persona o entidad privada que
inició las tratativas preliminares hasta la redacción de aquellas bases. Si se pre-
FI
OM
Veamos cada uno de los tipos de contratación por separado
y las clases de contratación cuando así esté previsto normati-
vamente. Demos un ejemplo intentando explicar con mayor
claridad estos conceptos. El tipo contratación es la licitación
pública y, en ese marco, la clase puede ser de etapa única o
.C
múltiple.
OM
¿Cuándo el llamado debe ser público? Cuando supere el
monto que fije la reglamentación. En efecto, el procedimiento
de selección del contratista puede ser la licitación o concurso
público o, en su caso, privado, según el monto. Ello es así por
disposición de los apartados 1) y 2) del inciso (a) del artícu-
.C
lo 25 del decreto 1023/01. ¿Cuál es el monto que debe tomar-
se? El decreto es claro, el monto propio del contrato más las
prórrogas previstas. Veremos luego que el Estado, en supues-
tos excepcionales, puede recurrir al trámite de contratación
DD
directa.
OM
dos etapas, aunque ello no es habitual (122).
.C
Por último, cabe señalar que el decreto reglamentario
436/00 establece entre las “clases de licitaciones y concursos”
DD
los siguientes:
(122) Así, el artículo 112 del decreto 436/2000 dice que “el procedimiento
establecido en el Capítulo I de este Título será aplicable, en lo pertinente y con
las modificaciones que en cada caso correspondan, a las licitaciones y concur-
sos que comprendan más de dos etapas”.
OM
por ende superior al decreto reglamentario antes citado, re-
guló las clases de licitaciones y concursos, esto es, nacionales
o internaciones y de etapa única o múltiple como ya explica-
mos, pero sin embargo omitió, entre sus reglas, los proyectos
integrales.
.C
Luego, el decreto 966/05 incorporó en el marco del régi-
men de iniciativa privada, el estándar de concursos sobre pro-
yectos integrales. Dice este decreto que si el proyecto de ini-
ciativa privada fuese declarado de interés público, el Ministro
DD
de Planificación determinará la modalidad de la contratación
que puede ser: a) licitación pública o b) concurso de proyectos
integrales.
OM
cantes y comerciantes del rubro respectivo.
.C
En conclusión, el término de publicación es de dos días,
sin perjuicio de que dicho plazo sea considerado mínimo. El
decreto delegado establece además la publicación en el sitio
de Internet, pero no las invitaciones a las asociaciones que sí
DD
prevé el decreto 436/00.
OM
En primer lugar, es necesario aclarar que el Poder Ejecuti-
vo utilizó indistintamente y de modo confuso los términos de
licitación o concurso privado y abreviado en el texto del de-
creto 1023/01. Dicho esto, sigamos adelante.
.C
el llamado está dirigido exclusivamente a personas inscriptas
en la base de datos que lleva la Oficina Nacional de Contrata-
ciones y siempre que el monto de la contratación no supere el
DD
que fije la reglamentación.
OM
oferentes y la contratación no excedía el monto establecido
por vía reglamentaria. Sin embargo, en el régimen actual, “la
licitación o el concurso serán abreviados cuando el llamado a
participar esté dirigido exclusivamente a proveedores que se
hallaren inscriptos en la base de datos” y es procedente cuan-
do el monto estimado de la contratación no supere el que fije
.C
el órgano rector del sistema de contrataciones.
OM
436/00 es específico, cabe señalar que el decreto 1023/01 es
posterior y fundamentalmente de rango legal y no reglamen-
tario. Por eso prevalece —en caso de contradicción— sobre el
otro.
.C
cedimiento de licitación privada —e incluso contratación di-
recta— en los siguientes casos: a) cuando el monto no excede
aquél que establece el Ejecutivo; b) cuando resulte indispen-
DD
sable realizar otros trabajos en el marco de una obra en curso
de ejecución y éstos no hubiesen sido previstos y no sea po-
sible incluirlos en el contrato siempre que, además, no exce-
dan el monto que ordene el Ejecutivo; c) cuando se trate de
trabajos de urgencia, circunstancias imprevistas o realización
de servicios sociales de carácter impostergable; d) cuando la
LA
OM
el sitio de Internet, según el decreto 436/00; sin embargo el de-
creto 1023/01 (que es el que —según nuestro criterio— debe
regir) sólo exige su publicidad y difusión por Internet. Por su-
puesto que ello no impide darle mayor difusión por otros me-
dios, simplemente estamos diciendo cuál es el estándar míni-
mo legal.
.C
IV.3.2.2.4. Contratación directa
DD
Hemos distinguido ya entre las licitaciones o concursos
públicos, las licitaciones o concursos privados y, por último, el
procedimiento de subasta pública. Ingresemos, entonces, en
el próximo capítulo, esto es, las contrataciones directas.
LA
(129) El inciso 3 del apartado c) del artículo 25 del decreto aclara que “la
marca no constituye de por sí causal de exclusividad, salvo que técnicamente se
demuestre la inexistencia de sustitutos convenientes”.
OM
do debe ser aprobado por la autoridad máxima de la
jurisdicción o entidad de que se trate;
f) las contrataciones secretas por razones de seguridad
o defensa nacional, cuya declaración compete con ca-
rácter excepcional e intransferible al Poder Ejecutivo;
.C
g) las reparaciones de maquinarias, vehículos, equipos o
motores cuyo desarme, traslado o examen previo sea
imprescindible para determinar la reparación necesa-
DD
ria y —además— esto resulte más oneroso (131);
h) las contrataciones de los órganos o entes estatales en-
tre sí o con organismos provinciales o municipales y la
Ciudad de Buenos Aires y con empresas y sociedades
de participación mayoritaria del Estado siempre que
LA
OM
monto sin más condiciones.
.C
en qué casos no es posible seguir otros procedimientos habi-
litándose consecuentemente el caso de excepción.
DD
Quizás sea posible interpretar que el campo de las con-
trataciones directas en razón del monto casi ha desaparecido
en el nuevo modelo como causal de carácter exclusivo ya que
debe sumarse otro componente (imposibilidad de seguir los
otros procedimientos).
LA
OM
cuando una licitación haya resultado desierta o fracasada.
.C
do —claro— por razón del rango jerárquico, el decreto
delegado sobre el decreto reglamentario, y
b) el decreto 436/00 prevé principios, reglas o institutos
DD
luego derogados de modo expreso o tácito por el decre-
to 1023/01.
OM
Por último, respecto de la difusión y publicidad del trámite
directo, los decretos 436/00 y 1023/01 dicen que debe hacerse
por Internet (135). Sin embargo, el decreto delegado excluye del
trámite de publicidad las contrataciones directas en el caso
de las operaciones secretas y, puntualmente, la difusión de
la convocatoria en las contrataciones directas por razones de
.C
emergencia y las que celebren las jurisdicciones y entidades
del Estado entre sí con las Provincias, Municipios y el Gobier-
no de la Ciudad de Buenos Aires.
DD
IV.3.2.3. Las modalidades del procedimiento
OM
des típicas que mencionamos en los párrafos anteriores, esto
es, las contrataciones con órdenes de compra abierta, precio
tope y llave en mano.
.C
modalidades que prevé el decreto 436/00, integrando unas
con otras o lisa y llanamente sin modalidades.
OM
precio global y no por unidad de medida de modo que el Es-
tado liquida según las certificaciones parciales y a cuenta de
la liquidación final. Finalmente, el método de coste y costas
supone que la Administración asume los riesgos que, de ordi-
nario, corresponden al contratista (140).
.C
Por último, en el contrato de concesión de obra pública, las
modalidades son: a) el carácter oneroso, en cuyo caso el con-
cesionario debe hacer un pago determinado en dinero a favor
DD
del Estado o éste tiene participación en los beneficios de aquél;
b) el carácter gratuito o, por último, c) el precio subvenciona-
do por el Estado (141). En el caso de gratuidad o subvención es-
tatal el contrato debe precisar las obligaciones de inversión del
concesionario y, en su caso, la participación del Estado cuan-
LA
(139) El artículo 5º establece además que “en todos los casos la contrata-
ción podrá hacerse con o sin provisión de materiales por parte del Estado”.
(140) Mó explica que “en este sistema el dueño o propietario paga el valor
de lo materiales y de la mano de obra que el constructor justifica fehaciente-
mente. A su vez, este último percibe un porcentaje determinado sobre el valor
de los trabajos. En este porcentaje se incluye, además del beneficio, también los
gastos generales en que incurrió el empresario”. Régimen legal de las obras pú-
blicas, 2ª ed., Depalma, 1982, ps. 84 y 85.
(141) La ley 23.696 modificó el artículo 2º de la ley 17.520 e introdujo el si-
guiente concepto: “Aclárase que no se considerará subvencionada la concesión
por el solo hecho de otorgarse sobre una obra ya existente”.
IV.3.2.4. El llamado
OM
da de oferentes.
El llamado o convocatoria debe realizarse mediante el dic-
tado de un acto administrativo en los términos del artículo 7º
de la ley 19.549 y cumplir —claro— con el régimen de difusión
y publicidad según los modos y plazos que establecen el decreto
.C
delegado y su decreto reglamentario, cuestiones que ya hemos
estudiado en el marco de los tipos de contratación.
Cabe sí agregar, en este contexto, que “la comprobación de
DD
que en un llamado a contratación se hubieran omitido los re-
quisitos de publicidad y difusión previa, en los casos en que
la norma lo exija… dará lugar a la revocación inmediata del
procedimiento” (142).
LA
OM
nacional y con copias. Por su parte, los sobres, cajas o paque-
tes deben estar perfectamente cerrados.
.C
envase y de gastos de embalaje y el origen del producto. En
principio, es posible presentar ofertas por cantidades par-
ciales (144).
DD
La presentación de la oferta supone el conocimiento y acep-
tación de las reglas de la contratación por parte del oferente y,
por su parte, el Pliego de Condiciones Generales añade —en
términos expresos— que el oferente no puede alegar en ade-
LA
lante su desconocimiento.
OM
re hecho, hubiese renunciado a la facultad de retirarlas, o se
hubiese obligado al hacerlas a permanecer en ellas hasta una
época determinada” (147).
.C
go, este criterio debe matizarse con otros principios. ¿Cuáles?
Por un lado, la excusación de la observancia de exigencias for-
males no esenciales y, por el otro, la mayor concurrencia de
DD
oferentes en la puja por el contrato y su ejecución.
OM
traten con el Estado (148).
b) El Registro de Obras Públicas. La ley 13.064 creó el Re-
gistro Nacional de Constructores de Obras Públicas
con el objeto de calificar y capacitar a las empresas y,
por último,
.C
c) el Registro de consultores.
OM
testigos.
.C
en el lugar, día y hora determinado, con participación de cual-
quiera que tenga interés en presenciarlo —incluso en el mar-
co de las contrataciones electrónicas—.
DD
Una vez vencido el término de recepción de las ofertas no
pueden recibirse otras aun cuando el órgano competente no
hubiese iniciado el acto de apertura de los sobres.
OM
sibles, pero los errores menores no son causales de recha-
zo (151). Así, cuando las ofertas adolezcan de omisiones intras-
cendentes, el órgano competente debe solicitar a los oferentes
las aclaraciones necesarias permitiéndoles subsanar las defi-
ciencias insustanciales, siempre que ello no altere los princi-
pios de igualdad y transparencia en el proceso de contrata-
.C
ción.
Por su parte, la ley 13.064 dice que “en el lugar, día y hora
señalados en los avisos, se dará comienzo al acto de la licita-
ción… se abrirán las cubiertas de los pliegos conteniendo las
propuestas y éstas se leerán por el actuario ante los funcio-
narios y personas que presencien el acto; terminada la lectu-
IV.3.2.7. La preadjudicación
OM
preadjudicación, el órgano competente debe adjudicar el con-
trato con carácter definitivo.
.C
Veamos. El órgano competente, luego de abrir las ofertas,
debe labrar el acta, confeccionar el cuadro comparativo y re-
mitir las actuaciones a la Comisión de Evaluación.
DD
Cabe aclarar que en el ámbito de cada órgano administra-
tivo debe integrarse una Comisión constituida por tres miem-
bros que dictaminará con carácter no vinculante en el trámite
de las contrataciones. El dictamen debe contener el examen
de los aspectos formales y el cumplimiento de los requisitos
LA
cluir el procedimiento.
OM
IV.3.2.8. La adjudicación
.C
nitivo. Este acto debe notificarse al adjudicatario y al resto de
los oferentes. Finalmente, las impugnaciones contra el acto de
adjudicación se rigen por la ley 19.549 y su decreto reglamen-
DD
tario (154).
OM
será evaluada no sólo teniendo en cuenta el aspecto econó-
mico, relativo al mejor precio, sino las distintas variables que
demuestren el mayor beneficio para los intereses públicos y la
comunidad” (158).
.C
es un acto reglado o discrecional? ¿Acaso el criterio de oferta
más conveniente es un concepto jurídico indeterminado?
OM
en cualquier momento anterior al perfeccionamiento
del contrato”;
b) el órgano contratante —si resuelve continuar con el
trámite— debe decidir cuál es la oferta más conve-
niente y este aspecto, tal como ya dijimos, es reglado o,
en ciertos casos, en parte reglado y parte discrecional;
.C
c) el órgano competente debe adjudicar el contrato y lue-
go perfeccionarlo. Este aspecto es claramente reglado
DD
toda vez que el órgano contratante, si celebra el con-
trato, sólo puede hacerlo con el oferente adjudicatario
y no con otro (159).
OM
de las reglas preexistentes. En tal sentido, el decreto 1023/2001
establece que el Estado no puede incluir “cláusulas cuyo cum-
plimiento sólo fuera factible por determinado interesado u
oferente, de manera que el mismo esté dirigido a favorecer si-
tuaciones particulares”. Por ello, aun en este contexto, el acto
.C
de aprobación de los Pliegos de Bases y Condiciones Particu-
lares es parcialmente discrecional y en parte reglado (162).
DD
IV.3.2.9. El perfeccionamiento del contrato
OM
dor agregó que el contrato queda perfeccionado “con el cum-
plimiento de los preceptos enunciados en los precedentes ar-
tículos, sin necesidad de otros trámites” (165).
.C
En el capítulo sobre la teoría general del acto administra-
tivo hemos explicado cuáles son los elementos del acto, entre
ellos, la causa y la motivación. Cabe entonces, en este contex-
DD
to sobre el análisis de la teoría general del contrato adminis-
trativo seguir con el estudio de los elementos de este según la
matriz del artículo 7º de la ley 19.549.
Así, en los apartados anteriores hemos visto los elementos
LA
OM
la realización de contratos que resulten novedosos, originales
o contengan innovaciones tecnológicas o científicas. La pro-
puesta debe contener: a) la identificación del proyecto y su na-
turaleza, b) las bases de factibilidad económica y técnica, c) el
monto estimado de la inversión, d) los antecedentes del autor
y e) la fuente de recursos y financiamiento privado.
.C
A su vez, la presentación del proyecto debe incluir una ga-
rantía de mantenimiento que es ejecutable en caso de no pre-
sentación de la oferta.
DD
¿Cómo sigue el trámite? En primer término, el órgano
competente debe remitir un informe ante la Comisión de Eva-
luación y ésta debe elevar, en el término de sesenta días, un
dictamen ante el Poder Ejecutivo. Por último, éste “decidirá la
LA
OM
mejorar sus propuestas de modo simultáneo y en sobre cerra-
do, en cuyo caso el órgano competente elige luego la oferta
más conveniente sin preferencias a favor del autor.
Si el autor de la iniciativa no es seleccionado, entonces tie-
ne derecho a percibir el uno por ciento del monto total que
.C
resulte aprobado, por parte del adjudicatario (167).
En definitiva, si bien en principio la programación es cla-
ramente potestad del Estado, cierto es que éste puede recibir
DD
propuestas de los particulares e incorporarlas en sus progra-
mas de contrataciones mediante el instituto de la iniciativa
privada antes detallado.
En el caso particular de los contratos de concesión de obra
LA
(167) “Los derechos del autor de la iniciativa tendrán una vigencia de dos
años, a partir de su presentación, aún en el caso de no ser declarada de interés
público. Si fuese declarada de interés público y luego la licitación pública o el
concurso de proyectos integrales, fuese declarado desierto, no se presentaren
ofertas admisibles, o el llamado fuere dejado sin efecto, cualquiera fuera la cau-
sa, el autor de la iniciativa conservará los derechos previstos en el presente ré-
gimen por el plazo máximo de dos años”. Artículo 11 del decreto 966/2005.
(168) El artículo 4° de la ley 17.520 concluye diciendo que “el acto de aper-
tura, la continuación del procedimiento licitatorio, la adjudicación y posterior
continuación del contrato se regirán en lo pertinente por los principios de la
ley 13.064”.
OM
contratación consolidada constituye una modalidad de pro-
gramación o planificación de los contratos del Estado y no un
modo específico de contratación.
.C
cursos durante el ejercicio y los contratos en trámite.
OM
El régimen jurídico, es decir, los antecedentes de derecho,
está integrado por los principios generales, la ley, el decreto re-
glamentario, los pliegos de condiciones generales, los pliegos
de condiciones particulares y, en ciertos casos, el contrato en sí
mismo o las órdenes de compra.
.C
En tal sentido, el artículo 7º del decreto delegado dice que
“las contrataciones se regirán por las disposiciones de este ré-
gimen, por su reglamentación, por las normas que se dicten
DD
en su consecuencia, por los Pliegos de Bases y Condiciones y
por el contrato o la orden de compra según corresponda”. El
decreto reglamentario agrega que ese es el orden de prelación
en caso de discrepancia entre los documentos contractua-
les (172).
LA
OM
b) la promoción de la concurrencia de los interesados y la
competencia entre oferentes;
c) la transparencia en los procedimientos;
d) la publicidad y difusión de las actuaciones;
e) la responsabilidad de los agentes y funcionarios públi-
.C
cos que autoricen, aprueben o gestionen las contrata-
ciones, y
DD
f) la igualdad de tratamiento de interesados y oferen-
tes (173).
(173) El artículo 3°, luego agrega que “desde el inicio de las actuaciones
hasta la finalización de la ejecución del contrato, toda cuestión vinculada con
la contratación deberá interpretarse sobre la base de una rigurosa observancia
de los principios que anteceden”.
OM
La finalidad que persigue el Estado por medio de los contra-
tos administrativos es alcanzar “los resultados requeridos por
la sociedad… coadyuvando al desempeño eficiente de la Admi-
nistración” según el texto del artículo 1º del decreto 1023/01.
.C
A su vez, creemos que el Estado sigue, en el marco espe-
cífico de los contratos, otros fines instrumentales, esto es,
vinculados con los resultados y el desempeño eficiente de sus
actividades. ¿Cuáles son esos fines instrumentales? El mejor
DD
producto o servicio con el menor costo posible.
Distingamos, el objeto del contrato es, sin dudas, el bien o el
servicio y, por su parte, el fin es cumplir con los cometidos (re-
sultados) y hacerlo con la mejor tecnología y el menor precio.
LA
OM
tículo 7º, inciso f, de la ley 19.549, excede su poder el funcio-
nario que fija aquél (el precio) con ánimo de liberalidad o a su
mero arbitrio” (175).
.C
Si bien en el marco del derecho privado el punto central es
la autonomía de la voluntad de las partes contratantes, inclu-
so respecto de las formas del acuerdo, en el ámbito del dere-
DD
cho público los aspectos formales y de procedimiento de los
contratos son presupuestos indispensables e ineludibles de su
validez.
zar la voluntad” (176).
OM
La Corte sostuvo que “en los contratos de la Administra-
ción se supedita su validez y eficacia al cumplimiento de las
formalidades exigidas por las disposiciones vigentes en cuan-
to a la forma y procedimientos de contratación…” (177).
.C
En igual sentido “en los contratos en que interviene la Ad-
ministración, se supedita su validez y eficacia al cumplimien-
to estricto de las formalidades exigidas por las disposiciones
DD
vigentes” (178). Más aún, en caso de incumplimiento de este ele-
mento, el contrato celebrado es nulo e inexistente.
OM
impone ante las modalidades propias del derecho adminis-
trativo, concuerda con el principio general también vigen-
te en derecho privado en cuanto establece que los contratos
que tengan una forma determinada por las leyes no se juzga-
rán probados si no estuvieren en la forma prescripta (arts. 975
y 1191 del Código Civil)” (181).
.C
Por su parte, el contratista estatal no puede en principio
desconocer el incumplimiento de las formas contractuales
porque en general tiene un deber de diligencia calificado (182).
DD
Finalmente, en caso de incumplimiento de las formas con-
tractuales y consecuente inexistencia del contrato, el particu-
lar sólo puede reclamar el pago de los bienes y servicios pres-
tados en concepto de enriquecimiento sin causa, debiendo
LA
OM
mación y perfeccionamiento, cabe entonces estudiar el trámi-
te de ejecución del contrato.
.C
Es en este contexto donde surgen con más fuerza las lla-
madas cláusulas exorbitantes respecto del derecho privado,
como nota peculiar de los contratos estatales (183). Así, el cam-
DD
bio más sustancial ocurre entonces cuando pasamos al pro-
ceso de desarrollo, ejecución y extinción de los contratos.
(183) Cabe recordar que “el Derecho común reputa como abusivas —y por
lo tanto, jurídicamente ineficaces— diversas cláusulas. El dolo no puede ser
dispensado anticipadamente… En distintos casos están prohibidas las cláusu-
las limitativas de la responsabilidad establecida por la ley… También están pro-
hibidas las cláusulas de reducción del plazo legal de prescripción…”. Alterini,
Atilio, ob. cit., p. 385.
OM
digo Civil.
.C
Cierto es entonces, como conclusión, que en el marco del
derecho privado los principios son los siguientes: (a) igualdad
entre las partes y (b) autonomía de la voluntad y libertad, sal-
DD
vo ciertos límites.
OM
ciones en el derecho positivo? Sí, los regímenes sobre contra-
taciones —como luego veremos— establecen límites respecto
del ejercicio de esas potestades.
.C
derecho público. Conviene aclarar que, en verdad, las cláusu-
las exorbitantes son aquellas que en el derecho privado cons-
tituyen disposiciones ilegítimas en los términos del artícu-
DD
lo 21 del Código Civil, es decir, “las convenciones particulares
no pueden dejar sin efecto las leyes en cuya observancia estén
interesados el orden público y las buenas costumbres”.
OM
su cumplimiento. En particular, los “actos administrati-
vos que se dicten en consecuencia tendrán caracteres y
cualidades otorgados por el artículo 12 de la ley 19.549”;
b) dirigir, controlar e inspeccionar la ejecución del con-
trato y, en particular, inspeccionar las oficinas y los li-
bros del contratante;
.C
c) calificar las situaciones de incumplimiento e imponer
las penalidades;
DD
d) modificar el contrato por razones de interés público.
Aumentar o disminuir el monto total del contrato has-
ta en un veinte por ciento y prorrogar los contratos de
suministro y prestación de servicios por única vez y
por un plazo menor o igual al del contrato inicial. En
LA
OM
éste;
d) ejecutar directamente el objeto del contrato, y
e) apropiarse y ejecutar las garantías.
.C
Ejecutivo puede “decretar su caducidad, rescisión o resolución
y determinar los efectos de éstas” y agrega que “los actos ad-
ministrativos que se dicten en consecuencia tendrán carac-
DD
teres y cualidades otorgadas por el artículo 12 de la ley 19.549
y sus modificatorias”. Recordemos que este precepto estable-
ce que los actos estatales gozan de presunción de legitimidad
y tienen fuerza ejecutoria con los límites que prevé el propio
texto de la ley.
LA
OM
del derecho privado?
.C
ción de legitimidad y, en ciertos casos, de fuerza ejecutoria,
particularmente los actos sobre interpretación, modificación
y extinción de los contratos. Intentemos dar ejemplos al res-
DD
pecto.
OM
Tengamos presente además que los actos que dicte el Es-
tado sobre interpretación, modificación o extinción del con-
trato gozan de presunción de legitimidad y es el contratista,
consecuentemente, quien debe alegar y probar su invalidez.
Cabe hacer la salvedad de que el Estado sólo puede extinguir
.C
el contrato por razones de ilegitimidad en los términos de los
artículos 17 y 18, LPA.
DD
V.2.1. La potestad de modificación unilateral del contrato
el objeto de que éste haga dos cosas. Por un lado, decidir sobre
sus pretensiones y, por el otro, ejecutar las decisiones. Incluso
en ciertos casos el contratista particular debe someter prime-
ro sus pretensiones al órgano contratante.
Finalmente, cabe agregar que en el marco del derecho pri-
vado, las partes no pueden modificar unilateralmente el con-
trato.
OM
de revocación del contrato por razones de oportunidad, méri-
to o conveniencia. En este punto, el fondo (extinción del con-
trato por razones de interés colectivo) y sus formas (revoca-
ción por decisión del Estado contratante), sin perjuicio de su
control judicial posterior, es claramente inusual e ilegítimo en
el marco de los contratos del derecho privado.
.C
Así, el Estado puede legítimamente incumplir el contrato
por razones de interés público siempre —claro— mediante el
pago de las indemnizaciones correspondientes.
DD
En el derecho privado, las partes no pueden revocar el con-
trato por razones de interés público sino que están obligadas a
cumplir con sus prestaciones.
LA
OM
V.2.4. La potestad sancionadora
.C
cláusulas penales en los contratos privados.
Por un lado, el inciso d) del artículo 12 del decreto 1023/01
establece que el Estado puede “imponer penalidades de las
DD
previstas en el presente régimen a los oferentes y a los cocon-
tratantes, cuando éstos incumplieren sus obligaciones”.
Por el otro, el artículo 652 del CC dice que “la cláusula penal
es aquella en que una persona, para asegurar el cumplimiento
LA
OM
En síntesis, los aspectos formales son distintos configu-
rándose en el campo propio del derecho público y con ese al-
cance una cláusula exorbitante que es inusual e ilegítima en
el marco del derecho privado (188).
Además, en el derecho privado los jueces pueden reducir
.C
las penas “cuando su monto desproporcionado con la grave-
dad de la falta que sancionan, habida cuenta del valor de las
prestaciones y demás circunstancias del caso, configure un
abusivo aprovechamiento de la situación del deudor” (189).
DD
V.2.5. La potestad de rescindir el contrato por incumplimien-
tos de la otra parte
LA
OM
Pero, además, existe otro dato relevante ya que si bien cual-
quiera de las partes en un contrato de derecho público puede
rescindir el contrato por culpa del otro, el particular contra-
tante sólo puede dar por rescindido el contrato cuando el in-
cumplimiento del Estado sea extremadamente grave imposi-
bilitando así la ejecución del acuerdo. Es más, el contratante
.C
no puede hacerlo por sí y ante sí, sino que debe recurrir ante el
juez, sin perjuicio de incumplir con sus obligaciones en esas
circunstancias.
DD
Cabe preguntarse, ¿en aquellos casos en que la ley estable-
ce el derecho del contratista de rescindir el contrato, puede
éste suspender el cumplimiento de sus obligaciones y extin-
guirlo por sí solo? ¿En tal caso el contratista debe recurrir ante
LA
cindir el contrato por sí solo sino que debe recurrir ante el juez.
Sin embargo, si fuese materialmente imposible cumplir con
sus obligaciones, entonces, puede dejar de cumplirlas pero no
puede rescindir el contrato. Es decir, el particular puede in-
V.2.6. Conclusiones
OM
to contractual cuando no hubiese cumplido con sus propias
obligaciones, aplicar y ejecutar sanciones y revocar por razo-
nes de inoportunidad o ilegitimidad.
Otras potestades son comunes con el derecho privado, por
caso, la facultad de rescindir el contrato en caso de incum-
plimientos de la otra parte.
.C
A su vez, cierto es que casi todas las prerrogativas com-
prenden también un aspecto formal (procedimiento). En el
marco del derecho privado, las partes —en principio— deben
DD
recurrir ante el juez con el objeto de hacer cumplir esas cláu-
sulas, salvo —por ejemplo— el pacto comisorio expreso.
Pero, ¿qué ocurre en el derecho público? El Ejecutivo puede
ejecutar por sí y ante sí los actos dictados en ejercicio de esas
LA
(190) Dice Mosset Iturraspe que “se incorpora así de un modo expreso,
y a la vez con el máximo de amplitud, la buena fe como norma fundamental
OM
bases en el método interpretativo:
.C
tarse por medio de los términos claros y precisos em-
pleados en otra parte del mismo escrito, cuidando de
darles, no tanto el significado que en general les pudie-
DD
ra convenir, cuando el que corresponda por el contex-
to general”;
c) “las cláusulas susceptibles de dos sentidos, del uno de
los cuales resultaría la validez, y del otro la nulidad del
acto, deben entenderse en el primero. Si ambos dieran
LA
OM
trato prevalecerán sobre cualquier inteligencia en con-
trario que se pretenda dar a las palabras” y
g) “en los casos dudosos, que no puedan resolverse según
las bases establecidas, las cláusulas ambiguas deben
interpretarse siempre a favor del deudor, o sea en el
.C
sentido de la liberación”.
OM
to, la regla hermenéutica básica es el interés colectivo. Luego
veremos las otras reglas de interpretación de los acuerdos es-
tatales.
.C
resolverlo por sí mismo, con carácter obligatorio y coactivo,
es decir, sin suspensión de las prestaciones y sin intervención
del juez (192). Este es un aspecto sumamente relevante porque
DD
los conflictos alrededor del contrato no suspenden el cum-
plimiento de éste.
OM
tes entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y
previsión, principios aplicables al ámbito de los contratos re-
gidos por el derecho público” (194).
Por su parte, el decreto 1023/01 establece que “la autori-
dad administrativa... especialmente tendrá: a) la prerrogativa
.C
de interpretar los contratos, resolver las dudas que ofrezca su
cumplimiento”. Pero, además, el decreto agrega en el mismo
apartado que “los actos administrativos que se dicten en con-
secuencia tendrán caracteres y cualidades otorgados por el
DD
artículo 12 de la ley 19.549 y sus modificatorias”.
En síntesis, el Estado debe resolver las dudas sobre la in-
terpretación del contrato y dictar los actos consecuentes que
gozan de presunción de legitimidad y cuya fuerza ejecutoria
LA
OM
contrato y ejecutar el contrato por sí mismo prohibiéndose la
cesión y la subcontratación, salvo casos de excepción y con
autorización del Estado contratante.
.C
cualquier parte puede obligar a la otra al cumplimiento de las
obligaciones contractuales. En tal sentido, el artículo 505 del
Código Civil, aplicable en materia contractual, dice que “los
DD
efectos de las obligaciones respecto del acreedor son: 1) darle
derecho para emplear los medios legales, a fin de que el deu-
dor le procure aquello a que se ha obligado; 2) para hacérselo
procurar por otro a costa del deudor…”.
LA
OM
resolución o rescisión contractual.
.C
el cumplimiento de las prestaciones —objeto contractual— y
particularmente, por ejemplo, los libros del contratante. En tal
sentido, el Estado puede dictar órdenes y aplicar sanciones.
DD
Por ejemplo, el decreto reglamentario establece que en
caso de adquisición de bienes a manufacturar “los proveedo-
res facilitarán al organismo contratante el libre acceso a sus
locales de producción, debiendo proporcionarle los datos y
LA
antecedentes necesarios”.
OM
En primer lugar, es necesario aclarar conceptualmen-
te cuál es el contenido de la excepción de incumplimiento
contractual en los términos del artículo 1201 del Código Ci-
vil. Este precepto establece que “en los contratos bilaterales
una de las partes no podrá demandar su cumplimiento, si no
probase haberlo ella cumplido u ofreciese cumplirlo, o que su
.C
obligación es a plazo”.
OM
tión procesal sino, además, sustancial en el trámite de cum-
plimiento de los contratos (196).
¿Cabe aplicar la excepción de incumplimiento contractual
en el ámbito del derecho público?
La Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires sostuvo
.C
que “la exceptio non adimpleti contractus no resulta aplicable
en materia de contratos administrativos. El incumplimiento
de la Administración no autoriza similar comportamiento
DD
al particular contratista. Debe reclamar las compensaciones
patrimoniales que correspondan según el quebranto y even-
tualmente la rescisión del contrato tanto en sede adminis-
trativa como en la instancia judicial. Configura un principio
inconcuso en materia de obras públicas que, frente a lo que
LA
OM
ejemplo— pretende compeler al particular judicialmente al
cumplimiento de las obligaciones contractuales, éste puede
oponer la excepción bajo estudio.
En estas circunstancias el particular —además de oponer
tal excepción— debe reconvenir por rescisión contractual por
.C
incumplimiento de las obligaciones contractuales del Estado,
es decir, reclamar ante el juez la extinción del acuerdo porque
éste se tornó de cumplimiento imposible —inciso c) del ar-
tículo 13 del decreto 1023/01—.
DD
En este contexto, entonces, el único camino posible es la
rescisión contractual y no simplemente la excepción de in-
cumplimiento en el marco del proceso iniciado por el Estado.
En principio, no es necesario que el Estado inicie el proceso
LA
OM
ciales por cumplimiento del contrato, entonces, el contratista
debe reconvenir por rescisión contractual y peticionar —en
ese marco— la suspensión del cumplimiento de las obligacio-
nes contractuales.
Téngase presente que el Estado puede por sí solo rescindir
.C
el contrato por culpa del contratista y ejecutar directamente
el contrato por sí o por otro. Habitualmente el Estado recorre
este camino, sin perjuicio de que puede exigir el cumplimien-
DD
to del contrato —por sí mismo o, cuando ello no sea posible,
por medio del juez—. En este supuesto, el particular sólo pue-
de oponer la excepción de incumplimiento de las obligacio-
nes del Estado cuando éste haya tornado imposible la ejecu-
ción del acuerdo. De todos modos, en este contexto, el objeto
central bajo debate es la rescisión contractual más que la ex-
LA
OM
agravio referente a que no está verificada la razonable impo-
sibilidad de la actora de cumplir las obligaciones frente al in-
cumplimiento de la otra parte… demuestra con suficiencia que
el hecho de la demandada no provocó en el cocontratante una
razonable imposibilidad de cumplir las obligaciones a su car-
go, según la documentación agregada e informe pericial” (199).
.C
Los antecedentes del caso eran los siguientes. Cinplast S.A.
y ENTEL suscribieron un contrato de provisión de tubos PVC
rígidos. Luego la actora reclamó ante ENTEL la regulariza-
DD
ción de los pagos por haber realizado las entregas previstas
y por el desequilibrio financiero causado por las variaciones
de precios y la falta de financiamiento. Más adelante, Cinplast
solicitó una prórroga de treinta días para la entrega de los ma-
teriales. Finalmente, Cinplast declaró resuelto el contrato por
LA
OM
Consecuentemente, el acto de resolución del Estado frente
al incumplimiento anterior del particular —Cinplast— (re-
cordemos que éste primero suspendió sus obligaciones y lue-
go resolvió el contrato), es un acto legítimo.
En síntesis, cuando el incumplimiento de las obligaciones
.C
del Estado torne “imposible la ejecución del contrato”, el par-
ticular puede dejar de cumplir sus obligaciones y, en su caso,
oponer la excepción de incumplimiento contractual frente
a las pretensiones del Estado en el marco de un proceso ju-
DD
dicial. En caso contrario, esto es, cuando el incumplimiento
del Estado no torne imposible el cumplimiento del acuerdo,
el particular debe continuar con sus obligaciones, en tanto el
juez no decrete su rescisión.
LA
OM
amonestación o advertencia al contratista. En segundo lugar,
la suspensión y la inhabilitación para contratar con el Estado, es
decir, el particular no puede celebrar nuevos contratos con el
Estado, sin perjuicio de la continuidad de aquellos que ya hu-
biesen sido adjudicados o estuviesen en curso de ejecución.
.C
¿Cuál es el plazo de la suspensión y en qué casos procede?
La suspensión puede ser por tres meses, un año o dos años.
OM
deben remitir a la Oficina Nacional copia de los actos firmes
cuyo objeto sea la imposición de una penalidad, es decir, pér-
dida de las garantías, multas o rescisión del contrato.
.C
Particularmente, en el marco del contrato de obra pública,
el Estado debe aplicar sanciones en caso de incumplimien-
to de los plazos contractuales, salvo que el contratista pruebe
que se debieron a causas justificadas “y éstas sean aceptadas
DD
por la autoridad competente”.
OM
cance general o particular de cualquier órgano o ente no con-
tratante del Estado, pero de igual orden jurídico, es decir na-
cional, provincial o municipal.
¿Cómo está regulado el hecho del príncipe en el orde-
namiento jurídico positivo? El Código Civil, en la nota al ar-
.C
tículo 514, dice que “los casos de fuerza mayor son hechos del
hombre, como la guerra, el hecho del soberano, o fuerza de
príncipe, como dicen los libros de Europa. Se entienden por
DD
hechos del soberano, los actos emanados de su autoridad, ten-
diendo a disminuir los derechos de los ciudadanos”.
Por su parte, el decreto 1023/01 dispone que el contratante
tiene la obligación de cumplir las prestaciones por sí en todas
las circunstancias, salvo... actos o incumplimientos de autori-
LA
OM
Por otro lado, entendemos que cuando el contrato fuese de
cumplimiento imposible por el hecho del príncipe, entonces
el particular puede dejar de cumplir con sus obligaciones y
reclamar judicialmente su resolución o —en su caso si el Es-
tado inició acciones judiciales exigiendo el cumplimiento del
.C
acuerdo—, reconvenir por resolución contractual en razón de
los hechos de terceros —es decir, los hechos del príncipe—.
Finalmente, cabe recordar que la Corte se refirió al hecho
DD
del príncipe, entre otros precedentes, en los casos “Martínez
Suárez de Tinayre” (202) y “Bustos” (203). A su vez, en el prece-
dente “Dumón” si bien no se discutió sobre contratos, el Tri-
bunal al analizar el planteo de un grupo de jueces y fiscales
que impugnaron la norma que establecía su afiliación obli-
LA
OM
que se refiere la doctrina del tribunal, sino que configura una
decisión individual de los interesados” (204).
.C
chos extraordinarios, imprevisibles, sobrevinientes y ajenos a
las partes que producen un excesivo sacrificio para cualquie-
ra de ellas en el marco de la relación contractual. Es decir,
DD
hechos que eran imprevistos e imprevisibles por las partes
contratantes al momento de celebrarse el contrato. Esta teo-
ría, como explica M. Marienhoff entre nosotros, nació en el
Consejo de Estado Francés (205).
La Ley de Obras Públicas (ley 13.064), del año 1947, no pre-
LA
OM
El artículo 1198, segunda parte, del Código Civil, introdujo
por medio de la ley 17.711 (1968) la teoría de la imprevisión en
los siguientes términos, “en los contratos bilaterales conmu-
tativos y en los unilaterales onerosos y conmutativos de eje-
cución diferida o continuada, si la prestación a cargo de una
de las partes se tornara excesivamente onerosa, por aconte-
.C
cimientos extraordinarios e imprevisibles, la parte perjudica-
da podrá demandar la resolución del contrato. El mismo prin-
cipio se aplicará a los contratos aleatorios cuando la excesiva
onerosidad se produzca por causas extrañas al riesgo propio
DD
del contrato”.
El Legislador agregó que “no procederá la resolución, si el
perjudicado hubiese obrado con culpa o estuviese en mora.
La otra parte podrá impedir la resolución ofreciendo mejorar
LA
(206) Ciertos autores marcan otras diferencias entre ambos institutos. Ver,
en tal sentido, Alterini, Atilio, Contratos. Teoría General, Abeledo-Perrot,
1ª edición, p. 449. Así, dice este autor que “en aquél (caso fortuito) existe una
imposibilidad jurídica de cumplir y, por lo contrario, en ésta la imposibilidad
es económica; 3. El caso fortuito se aplica a los ámbitos contractual y extracon-
tractual, en tanto la imprevisión sólo juega en el campo contractual, y en deter-
minados supuestos; 4. El caso fortuito es anterior al cumplimiento, mientras la
excesiva onerosidad puede surgir antes o después de satisfecha la prestación”.
OM
costos de producción ocurrido como consecuencia de un pro-
ceso inflacionario desatado ya a la época de la orden de com-
pra: mayo de 1971, no puede considerarse un acontecimiento
imprevisible, porque desde años atrás había sido continuo el
aumento de salarios e insumos industriales” (207).
.C
En particular, el Tribunal señaló que “si bien es cierto que
dicha doctrina ha sido receptada en materia de contratos ad-
ministrativos en aquellos supuestos en que la alteración del
DD
equilibrio se origina en causas ajenas a la voluntad del Estado
(alea económica), también lo es que para que ella sea admisi-
ble deben concurrir circunstancias extraordinarias, anorma-
les e imprevisibles —posteriores a la celebración del contrato
administrativo— y que se trate de alteraciones de tal natura-
LA
OM
Además, en términos propios del derecho civil, no es ra-
zonable reconocer el derecho del contratante beneficiado de
aceptar la resolución o —en su caso— intentar recomponer el
contrato y a su vez sólo reconocer el derecho del contratante
perjudicado de resolver el acuerdo y no así el de modificarlo o,
digámoslo con mayor precisión, de demandar ante el juez la
.C
recomposición del convenio (209).
¿Es aplicable la teoría de la imprevisión en el derecho públi-
co? ¿En qué términos?
DD
Por un lado, el régimen general de contrataciones (decreto
1023/01) señala que el contratista tiene “el derecho a la recom-
posición del contrato, cuando acontecimientos extraordina-
rios o imprevisibles de origen natural, tornen excesivamente
LA
(209) “Hemos anticipado, una y otra vez, que la excesiva onerosidad so-
breviniente acuerda al deudor perjudicado una acción por revisión del contra-
to, que puede conducir a su modificación o a su resolución, siendo susceptible
de esgrimirse por vía de excepción… Si bien es cierto que la ley habla de reso-
lución solamente, no niega la revisión o modificación y, más aún, se la concede
OM
recho público— de un criterio hermenéutico integral del de-
creto. Así, el derecho de resolución del particular en caso de
imprevisión sólo es posible cuando el hecho extraordinario e
imprevisible torne imposible la ejecución del contrato.
.C
perjudicada, no debe recurrir judicialmente con el objeto de
revisar o resolver el contrato sino que puede hacerlo por sí y
ante sí. Por su parte, el particular debe recurrir ante el juez
DD
solicitándole su recomposición o resolución.
Sigamos. La regla básica es que en el camino de la recom-
posición las partes deben compartir el desequilibrio de las
prestaciones porque el hecho o acontecimiento no es imputa-
ble a ninguna de ellas.
LA
OM
Si bien el Estado puede recomponer el contrato sin el
acuerdo del contratista, cabe agregar que una vez planteado
el conflicto por el particular en sede judicial, el juez podrá re-
componerlo o resolverlo —según cuál sea el planteo del ac-
tor—. A su vez, el contratista puede reclamar judicialmente la
resolución, pero el Estado puede por su parte reconvenir por
.C
recomposición contractual.
La Corte se ha expedido entre otros en los ya citados prece-
dentes “Chediak” e “Intecar”.
DD
Por ejemplo, en el caso “Desaci” la actora —cesionaria de
los derechos de las contratistas de obra pública— demandó a
Ferrocarriles Argentinos a fin de que se aplique a su crédito
el régimen de regularización de deudas vencidas instrumen-
LA
OM
entre la prestación y contraprestación, de conformidad con el
régimen de la ley 12.910 y sus decretos reglamentarios …” (213).
A su vez, en los autos “Astilleros Príncipe”, la Corte sostuvo
que según la teoría de la imprevisión prevista en el art. 1198
del Código Civil, no puede estarse a la literalidad de lo pacta-
.C
do cuando la prestación se ha tornado excesivamente onerosa
para una de las partes, como consecuencia de acontecimien-
tos extraordinarios e imprevisibles que desequilibran ostensi-
DD
blemente la relación original. Sin embargo, el Tribunal advir-
tió que la protección dispensada por este instituto no puede
consistir en trasladar sobre la otra parte las consecuencias
del desequilibrio “pues de esa manera se habría beneficiado
a una parte a través del sencillo e inequitativo expediente de
crear una nueva situación ‘excesivamente onerosa’, pero que
LA
OM
adecuaron a los decretos 2875/75 y 2348/76 (normas orienta-
das a solucionar las distorsiones sobrevinientes en los ajus-
tes)— la contratista calculó en sus precios las alteraciones co-
rrespondientes al “precio del dinero” entre el momento de la
presentación de los certificados y la fecha de pago. En conse-
cuencia, hacer lugar a la pretensión supondría una doble uti-
.C
lidad para la contratista…” (215).
(215) CSJN, “Dulcamara S.A. c. ENTEL”, sent. del 29 de marzo de 1990, Fa-
llos 313:76.
(216) Ver artículo 12, inciso b), apartado segundo del decreto 1023/2001.
OM
¿Cuál es el límite de la potestad estatal de alteración del con-
trato? Tengamos presente que la potestad estatal de modificar
el contrato —más allá de los derechos del contratante particu-
lar y su reparación, esto es, el equilibrio económico— puede
rozar o quebrar otros principios propios del proceso contrac-
tual estatal, por ejemplo, el principio de igualdad entre los ofe-
.C
rentes y la libre concurrencia entre éstos.
OM
de las normas de derecho público local. Afirmó, asimismo,
que “la modificación unilateral llevada a cabo por la admi-
nistración con independencia de la voluntad del contratista,
no puede ser justificada a la luz de lo expresamente dispuesto
en el art. 1197 del Código Civil”. Recordó, además, que es cri-
terio general del Tribunal que los actos administrativos firmes
.C
emitidos por autoridad competente, que reúnen los requisitos
de forma y se han expedido sin error grave de derecho, en uso
regular de facultades regladas, no pueden ser anulados por la
DD
autoridad que los dictó” (218).
OM
del objeto. Por el otro, las modificaciones de las prestaciones tie-
nen un tope material máximo, esto es, el veinte por ciento (220).
.C
de modo que —en principio—, el Estado puede hacerlo dentro
de ese límite. Por nuestro lado, creemos que no es razonable.
Es decir, el límite no sólo debe ser material (más o menos el
DD
veinte por ciento) sino también sustancial (prohibición de al-
terar el acuerdo).
¿Puede el Estado modificar el objeto contractual (presta-
ciones convenidas) por más o menos del veinte por ciento si
existe acuerdo con el particular contratante? En otras pala-
LA
bras, ¿el límite del veinte por ciento es un tope material y ob-
jetivo o es simplemente un estándar que permite al particular
—a partir de allí— rescindir el contrato por causas imputables
al Estado o renegociar el acuerdo?
FI
OM
ficación del objeto en más del veinte por ciento es un supuesto
objetivo de resolución contractual, siendo irrelevante el con-
sentimiento de las partes.
Por su lado, la ley 13.064 establece distintos casos de modi-
ficaciones del contrato por parte del Estado. Veamos.
.C
1) El principio es que el contratista debe cumplir con las
modificaciones que ordene el Estado siempre que sean
dadas por escrito y no alteren las bases del contrato.
DD
2) El contratista debe aceptar las alteraciones del proyec-
to que produzcan aumentos o reducciones de costos
o trabajos. En el primer caso, el Estado debe abonar el
costo del aumento y, en el segundo, el contratista no
LA
OM
por el Estado importen la alteración de los precios unitarios
de un ítem por aumento o disminución en más de un veinte
por ciento, las partes deben convenir un nuevo valor y, si no
hubiese acuerdo, “la Administración podrá disponer que los
trabajos… se lleven a cabo directamente o por nuevo contrato,
sin derecho a reclamación alguna por parte del contratista”.
.C
En conclusión, si bien es verdad que el Estado puede modi-
ficar de modo unilateral el contrato, el ejercicio de esta potes-
tad no es ilimitado ya que el marco jurídico prevé ciertos límites
DD
cuantitativos (por caso el veinte por ciento del convenio), cua-
litativos (el órgano contratante no puede desvirtuar el objeto y
fin del contrato), y, por último, el equilibrio entre las partes (el
Estado, en ciertos casos, debe compensar económicamente al
contratista).
LA
OM
Es posible mencionar y sólo a título de ejemplo, los siguien-
te casos de modificación de los precios contractuales, a saber,
inflación, alteración de los costos, modificación del objeto en
más o menos, hechos ajenos e imprevisibles, decisión del Es-
tado o errores del propio contratista. Así, por ejemplo, en el
contrato de obra pública el contratista no puede reclamar el
.C
aumento de los precios contractuales por error de su parte.
OM
esas excepciones?
.C
derecho a que se fije un nuevo precio unitario.
Si no hubiese acuerdo entre las partes, el Estado puede
realizar el trabajo directamente o por otro y el particu-
DD
lar contratista no tiene derecho a reclamar por ningún
concepto (224);
2) otro caso de recomposición contractual y, en particu-
lar, del precio es, como ya hemos visto, el supuesto de
LA
OM
cualquier otro mecanismo de indexación, sin perjuicio de
la negociación de los contratos de concesión de los servicios
públicos (227).
.C
tratista cuando los costos de los factores principales que los
componen… hayan adquirido un valor tal que reflejen una
variación promedio de esos precios superior en un diez por
DD
ciento (10 %) a los del contrato, o al precio surgido de la última
redeterminación, según corresponda, conforme a la ‘Meto-
dología de Redeterminación de Precios de Contratos de Obra
Pública’ que como Anexo forma parte integrante del presen-
te Decreto. Esta redeterminación será aplicable únicamente
LA
permisos”.
OM
con posterioridad, criterio que determinaba una considera-
ble disminución en el saldo a favor de la empresa. El Tribunal
hizo lugar a la demanda y señaló que, a la luz de lo prescripto
en el art. 1197 del Código Civil, la posibilidad reconocida a la
Administración de alterar los términos del contrato en fun-
ción del ius variandi no puede extenderse a supuestos como el
.C
analizado, en el que no se había alegado ni probado cuál era
el interés público que resultaría comprometido en caso de no
accederse a la pretensión de la comitente de hacer prevalecer
DD
su voluntad por sobre la clara manifestación en contrario de
la contratista. En este sentido, la Corte “observó que la oferta
más la cláusula de reajuste constituyen el precio del trabajo,
que pactado de esa forma representa para el adjudicatario un
derecho de carácter patrimonial amparado por el art. 17 de la
LA
OM
plo, el artículo 1622 del Código Civil dice que “si terminado
el contrato, el locatario permanece en el uso y goce de la cosa
arrendada, no se juzgará que hay tácita reconducción, sino la
continuación de la locación concluida, y bajo sus mismos tér-
minos, hasta que el locador pida la devolución de la cosa”.
.C
Otro caso. “El empresario no podrá variar el proyecto de la
obra sin permiso por escrito del dueño, pero sí el cumplimien-
to del contrato exigiera esas alteraciones y ellas no pudieron
DD
preverse al tiempo en que se concertó, deberá comunicarlo
fehacientemente al propietario, expresando la modificación
que importe sobre el precio fijado. A falta de acuerdo, resolve-
rá el juez sumariamente” (artículo 1633 bis, CC).
(229) Ver en igual sentido el artículo 99, inciso c, del decreto 436/2000 y ar-
tículo 27, inciso c, de la resolución 834/2000.
OM
El contrato se extingue obviamente cuando el contratista
cumple con el objeto o, en su caso, por vencimiento del plazo
contractual.
.C
luego definitiva de la obra tras el vencimiento del plazo de ga-
rantía. En el período entre ambos extremos —recepción pro-
visional y definitiva—, el contratista es el responsable por la
DD
conservación y reparación de las obras, salvo los defectos que
sean consecuencia del uso indebido de éstas. Una vez vencido
el plazo de garantía y recibida la obra con alcance definitivo y
sin objeciones del Estado, el contratista se exime de responsa-
bilidad, salvo por los vicios ocultos de la construcción.
LA
OM
lo 12, inciso b) del decreto 1023/01); (d) rescisión por culpa del
contratista (artículo 29, inciso 3) del decreto 1023/01); (e) revo-
cación y rescisión sin culpa del proveedor (artículo 96 del de-
creto 436/00) y rescisión por culpa del proveedor (artículo 97
del decreto 436/00). Por su parte, la Ley de Obras Públicas uti-
liza el concepto de rescisión por culpa del contratista o la Ad-
.C
ministración (artículos 49 a 54 de la ley 13.064).
mo,
c) la resolución es la extinción por hechos extraños a las
partes (esto es, imprevisión, caso fortuito, fuerza ma-
yor y hechos del príncipe).
OM
en particular, los artículos 50 y 53 de ese texto. Cierto es tam-
bién que el Legislador, en el marco de la Ley de Obra Públi-
ca, utilizó el concepto de rescisión respecto del caso fortuito o
fuerza mayor, es decir, hechos ajenos a las partes (artículo 53,
inciso d), ley 13.064). Sin embargo, proponemos no seguir este
camino por razones metodológicas porque aquí las conse-
.C
cuencias jurídicas son sustancialmente distintas del caso de
rescisión por culpa de las partes.
DD
Puede ocurrir también que las partes de común acuerdo
resuelvan extinguir el vínculo y, en tal caso, creemos que el
concepto de rescisión es el más razonable.
OM
ro, existen distintos modos de extinción de los contratos se-
gún el propio ordenamiento jurídico y, segundo, esos modos
tienen regímenes jurídicos con notas peculiares.
.C
modos de extinción del vínculo?, 2) ¿quién puede declarar
la extinción?; 3) si corresponde en su caso indemnizar o no
y 4) eventualmente, ¿cuál es el alcance de la indemnización?
DD
Analicemos estos conceptos en cada caso particular y por se-
parado.
(231) El artículo 1200 del Código Civil dispone que “las partes pueden por
mutuo consentimiento extinguir las obligaciones creadas por los contratos, y
retirar los derechos reales que se hubiesen transferido; y pueden también por
mutuo consentimiento revocar los contratos, por las causas que la ley autoriza”.
Alterini explica que “en la rescisión la extinción del contrato depende: 1. De la
voluntad de ambas partes; o 2. De la voluntad de una sola de ellas, si así ha sido
previsto en el contrato mismo, o si tal surge de la ley… la revocación depende
de la declaración de una parte, y conserva resabios de su origen histórico, en los
que se refería exclusivamente a los actos unilaterales… la resolución del con-
trato se produce en diversas circunstancias a) condición resolutoria… b) pac-
to comisorio… c) resolución potestativa…”, Alterini, Atilio, Contratos. Teoría
General, p. 500.
OM
no fuese motivada por caso fortuito, o fuerza mayor”. La fuer-
za mayor y el caso fortuito son hechos de la naturaleza o del
hombre y claramente ajenos a las partes.
.C
ambos de carácter natural... de tal gravedad que tornen impo-
sible la ejecución del contrato” (232).
DD
Cabe señalar que, en el marco del derecho público y parti-
cularmente el decreto 1023/01, el caso fortuito y la fuerza ma-
yor son “de carácter natural” y en el caso de la Ley de Obras
Públicas (ley 13.064) tales casos comprenden no sólo los acon-
tecimientos de origen natural extraordinarios que impidan al
LA
daños, sin perjuicio de que el artículo 54, inciso f), de la ley re-
chaza el lucro cesante.
OM
no ejecutadas” (234). El Estado debe indemnizar y su alcance es
el daño emergente con exclusión del lucro cesante y los gastos
improductivos.
.C
su monto sólo comprende el daño emergente sin el lucro ce-
sante (235).
DD
Pero, ¿por qué el Estado asume el pago de los daños cuan-
do el hecho extintivo del contrato es ajeno a él? El Legislador
puede válidamente en términos constitucionales prever o no
el pago de los daños por el propio Estado, de modo que en tal
caso el particular no debe incluir entre sus previsiones —al
LA
OM
En el primero de los casos citados, el Tribunal sostuvo que
“la rescisión fue inicialmente atribuida a la inejecución de la
contratista y, luego, excluida esa imputación ya en sede admi-
nistrativa, se la consideró determinada por razones de fuerza
mayor, criterio que adoptó finalmente la Cámara a quo. Y si
bien es cierto que la fuerza mayor no excluye la responsabili-
.C
dad del comitente de la obra pública —art. 39, ley 13.064— la
Cámara declaró inaplicable al caso la norma invocada, seña-
lando —con acierto— que la rescisión del contrato con funda-
mento en la fuerza mayor fue peticionada por la actora, lo que
DD
impide el resarcimiento de las pérdidas por lucro cesante con
arreglo a lo dispuesto por los arts. 53 y 54, inc. f), de la men-
cionada ley de obras públicas, que excluyen, en estos casos, la
indemnización del beneficio sobre la obra no ejecutada” (237).
LA
OM
hechos de origen natural extraordinarios ni de actos de la ad-
ministración; por el contrario, los hechos fueron originados por
una situación particular del mercado que habrían impedido a
la actora obtener el material para la construcción de la obra”.
Finalmente, concluyó que “al establecer el artículo 39 de
.C
la ley 13.064 un régimen de excepción —modificatorio de los
principios del derecho común— éste debe ser interpretado en
forma restrictiva. Ello es así ya que, a diferencia de lo que su-
cede en el derecho civil, en el que el caso fortuito o la fuerza
DD
mayor implican una situación jurídica en la cual, a pesar de
mediar inejecución, el deudor queda exento de responsabili-
dad por incumplimiento de sus obligaciones —artículo 513 del
Código Civil— en el contrato de obra pública se otorga al con-
tratista estatal, además, el derecho a ser indemnizado” (238).
LA
OM
perjuicios sean ocasionados por culpa del contratista, falta de
medios o errores en las operaciones que le sean imputables,
regla que fue incorporada expresamente en el art. 13, inc. 1
del pliego complementario de condiciones...” (239).
Veamos otras cuestiones vinculadas con el caso fortuito y
fuerza mayor.
.C
VI.1.3. ¿Es posible que el Estado modifique o negocie nueva-
mente el contrato con el particular con el propósito de salvar
DD
la resolución del acuerdo?
OM
VI.1.4. ¿Es posible encuadrar las situaciones de emergencia
en el marco del caso fortuito o fuerza mayor?
.C
Ley de Reforma del Estado.
El texto de la ley 23.696 dice que el ministro competente
puede declarar la rescisión de los contratos de obras públi-
DD
cas y consultoría “por razones emergencia, que a los efectos
de esta ley se considera que constituyen causales de fuerza
mayor según el régimen previsto en los artículos 54 de la ley
13.064 y 5 de la ley 12.910”. Luego, el Legislador agregó que “la
rescisión prevista en el artículo precedente, no procederá en
LA
OM
de que no esté obligado al cumplimiento de sus obligaciones
contractuales cuando fuese imposible hacerlo por las circuns-
tancias del caso fortuito o fuerza mayor.
Así, el contratista particular debe recurrir ante el juez
porque respecto de él no existe resolución legal del contrato,
sin perjuicio de que no esté obligado al cumplimiento de sus
.C
compromisos cuando ello se torne imposible.
tual por hechos del príncipe, pero ¿cuál es, entonces, el alcan-
ce de la reparación? Entendemos que sólo comprende el daño
emergente.
¿Es posible extender el alcance de la responsabilidad esta-
tal al lucro cesante? Creemos que no. ¿Por qué? Porque cuan-
do el Estado revoca por razones de interés público, el Legisla-
dor sólo reconoce entre nosotros —en términos expresos— el
daño emergente y no así el lucro cesante y, siguiendo este ra-
zonamiento, otro tanto debe ocurrir con el hecho del príncipe
OM
daño emergente y el lucro cesante. Ello surge —según nuestro
criterio— de los casos “Sánchez Granel” (241), “Ruiz Orrico” (242)
y “El Jacaranda” (243) que serán objeto de análisis más adelante.
Finalmente, en materia de obra pública en tanto el hecho del
príncipe está encuadrado como caso fortuito cabe indemni-
zar sin el reconocimiento del lucro y los gastos improductivos
.C
(conf. arts. 39, 53 y 54, LOP).
OM
Por un lado, el Pacto de San José de Costa Rica dice que la
indemnización debe ser justa. Sin embargo, ello no debe in-
terpretarse necesariamente como reparación integral en tér-
minos de daño emergente y lucro cesante. Por su parte, el tex-
to constitucional —en particular el artículo 17, CN— no dice
.C
cuánto debe reparar el Estado. En igual sentido, la LPA no es-
tablece cuál debe ser el criterio en caso de revocación de los
actos estatales por razones de inoportunidad.
DD
Por otro lado, el artículo 12 del decreto 1023/01 establece
expresamente que “la revocación, modificación o sustitución
de los contratos por razones de oportunidad, mérito o conve-
niencia, no generará derecho a indemnización en concepto
LA
de lucro cesante”.
OM
mún y, en consecuencia, rige sin solución de continuidad?
.C
nentes y no caducarán en los plazos citados en el párrafo an-
terior”. Sin embargo, este conflicto interpretativo fue salvado
por el decreto 1023/01 —tal como ya hemos dicho— en tanto
DD
excluyó entre los rubros indemnizatorios y con alcance gene-
ral al lucro cesante.
OM
indemnización en caso de revocación de los actos es-
tatales por razones de inoportunidad, falta de mérito o
inconveniencia, de modo que el camino interpretativo
más razonable es el reconocimiento del “lucro cesante
antes que su prohibición”;
3) la no aplicación analógica de la Ley de Expropiaciones.
.C
El artículo 10 de la ley 21.499 dispone expresamente
que “no se pagará el lucro cesante”, pero su aplicación
en términos extensivos sobre otros institutos es irra-
DD
zonable porque el régimen expropiador “supone una
restricción constitucional del derecho de propiedad
mediante una ley del Congreso”.
4) En este contexto, el Tribunal consideró necesario re-
currir por vía analógica al artículo 1638 del Código
LA
OM
derecho de propiedad. Ello es así en virtud de la recta inter-
pretación que cabe asignar a la norma que sirve de sustento a
la indemnización que se persigue. En efecto, la ley 13.064 no
prevé la rescisión del contrato por la Administración sin cul-
pa de la contratista, por lo que es aplicable supletoriamente el
art. 1638 del Cód. Civil... Dicha norma, a partir de la reforma
.C
introducida por la ley 17.711, establece la facultad de los jueces
de reducir equitativamente la utilidad a reconocer si su apli-
cación estricta condujera a una notoria injusticia. En conse-
DD
cuencia, no corresponde aplicar ciegamente la noción de la
reparación plena, cuando ello conduce a situaciones abusivas
tales como la del locador que no ha sufrido el perjuicio o lo ha
padecido en menor medida que aquélla que se desprendería
de una mera aplicación mecánica de la idea de daño indirecto
LA
OM
efecto el acto de adjudicación.
El Tribunal adujo que “en tanto el daño resarcible satisfaga
los requisitos enunciados en el considerando precedente, no
hay, como principio, fundamento para limitarlo al daño emer-
gente con exclusión del lucro cesante, esto es, de las ventajas
.C
económicas esperadas de acuerdo a probabilidades objetivas
estrictamente comprobadas”. No obstante, la Corte concluyó
que “no se ha probado en este litigio una concreta privación a
la actora de ventajas esperadas de acuerdo a probabilidades
DD
objetivas, lo cual impide revertir la decisión de la Cámara so-
bre el punto” (248).
Más adelante, la Corte ratificó este criterio en los autos
“IMSA” en donde sostuvo que la decisión del Estado de revo-
LA
OM
de las ganancias para ese año, fueron consecuencia directa e
inmediata de la rescisión anticipada del contrato” (249).
.C
cumpla con sus compromisos por medio del juez (250). Por su
parte, el Estado sí puede incumplir, revocar el acuerdo y des-
entenderse simplemente con el pago de las indemnizaciones
DD
correspondientes.
OM
ostensibles en su forma, competencia o contenido”.
.C
La revocación del contrato por razones de ilegitimidad
plantea problemas complejos de resolver.
DD
Ya hemos estudiado que la LPA establece que el Estado
puede revocar sus actos por sí mismo y ante sí, sin interven-
ción del juez, salvo que el acto hubiese sido notificado (acto re-
gular) o estuviese firme y consentido y de él hubiesen nacido
derechos subjetivos que se estén cumpliendo (acto irregular).
LA
OM
artículo 7° de la LPA y goza consecuentemente de los caracte-
res propios de tales actos “a menos que la ley o la naturaleza del
acto exigieren la intervención judicial” (ver artículo 12, LPA).
.C
lo 12 del decreto 1023 dice que ciertos actos —en particular,
sobre interpretación, modificación, caducidad, rescisión o re-
solución— gozan de esos caracteres? Porque estos actos, se-
DD
gún el artículo 12 de la LPA, están excluidos del carácter eje-
cutorio toda vez que restringen o pueden quizás restringir
derechos de los contratantes. Así, por ejemplo, la interpreta-
ción o modificación unilateral del contrato.
LA
OM
tación… la actora no ha invocado ni probado la observancia
de estas disposiciones, y la existencia de normas en el orden
municipal que permitían la contratación directa en determi-
nados supuestos… no sirve, en el caso, para justificar la ex-
cepción a la regla de la selección por medio de la licitación
pública…”. Es más, “la prueba de la existencia de un contra-
.C
to administrativo se halla íntimamente vinculada con la for-
ma en que dicho contrato queda legalmente perfeccionado.
Cuando la legislación aplicable exige una forma específica
para su conclusión, dicha forma debe ser respetada pues se
DD
trata de un requisito esencial de su existencia”.
la Constitución Nacional” (252).
OM
sentencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil.
Los jueces de Cámara rechazaron la demanda por cobro de
insumos de uso hospitalario porque la contratación respec-
tiva había sido celebrada con omisión del procedimiento de
licitación pública, pero condenaron a la demandada por apli-
cación del artículo 1050 del Código Civil a restituir los insu-
.C
mos oportunamente recibidos en virtud de la contratación
invalidada.
La Corte expresó en primer lugar que “el procedimiento de
DD
licitación pública ha sido instituido como regla general con
el propósito de que la competencia entre las distintas ofertas
permita a la Administración obtener los mejores productos al
precio más conveniente, y tiende a evitar la existencia de so-
breprecios. Como es notorio, las ofertas de los proveedores in-
LA
(253) CSJN, “Punte, Roberto Antonio c. Tierra del Fuego e Islas del Atlán-
tico Sur s/ cumplimiento del contrato”, sent. del 21 de marzo de 2006, Fallos
329:809.
OM
Asimismo, el Tribunal señaló que “la condena a restituir
en especie los insumos ya consumidos significaría que la Co-
muna debería convocar a una nueva licitación pública con el
único objeto de adquirirlos de un tercero para restituírselos al
actor, pues el principio de legalidad presupuestaria le impide
proceder de otra manera; vale decir, adquirirlos directamen-
.C
te para entregárselos. En tanto cabe presumir que el impor-
te consignado por el proveedor en las facturas presentadas al
cobro está integrado, cuanto menos en buena medida, por el
DD
costo (pérdida) que efectivamente tuvo para cumplir con la
prestación respectiva; excepto concreta alegación y prueba de
la existencia de sobreprecios. En tales condiciones correspon-
de que, sobre la base de los elementos de juicio obrantes en
el proceso, en cada caso los jueces de la causa determinen el
LA
del contratista
OM
interpelación (256).
.C
En particular, el Pliego de Bases y Condiciones Generales
dice que el Estado puede rescindir el contrato por culpa del
DD
particular, sin que a éste le corresponda indemnización algu-
na, en los siguientes casos:
OM
trabajos y si no lo hace debe rescindir el contrato—;
3) exceda el plazo fijado para el inicio de las obras —sin
embargo, el Estado puede prorrogar el plazo si el con-
tratista prueba que la demora obedece a causas inevi-
tables y ofrece cumplir su compromiso—;
.C
4) transfiera el contrato, se asocie con otros o subcontra-
te sin la autorización del Estado y, finalmente,
5) abandone o interrumpa la obra por más de ocho días
DD
en tres oportunidades y dentro del término de un mes
continuado (259).
tante?
OM
sarios para la continuación de la obra si así lo considera
conveniente y previa valuación convencional “sin au-
mento de ninguna especie”. De todos modos, los crédi-
tos que resulten a favor del contratista en virtud de los
materiales, liquidación de partes de obras terminadas
y fondos de reparo, quedarán retenidos hasta tanto se
.C
realice la liquidación final de los trabajos.
c) El contratista no tiene derecho, en ningún caso, al be-
neficio que hubiese obtenido con la continuación de la
DD
obra “respecto a los precios del contrato rescindido” y,
por último,
d) el Estado debe aplicar las sanciones correspondientes.
LA
(261) “En caso de que rescindido el contrato por culpa del contratista la
Administración resolviera variar el proyecto que sirvió de base a la contrata-
ción, la rescisión sólo determinará la pérdida de la fianza, debiendo liquidarse
los trabajos efectuados hasta la fecha de la cesación de los mismos”, artículo 52,
ley 13.064.
(262) Ver artículo 50 de la ley 13.064, en particular incisos e), b) y c).
OM
también prevé la intimación previa y el transcurso del pla-
zo respectivo, antes de la resolución del contrato por incum-
plimiento de las obligaciones de la otra parte.
.C
alguna obligación no sea cumplida con las modalidades con-
venidas; en este supuesto la resolución se producirá de pleno
derecho y surtirá efectos desde que la parte interesada comu-
DD
nique a la incumplidora, en forma fehaciente, su voluntad de
resolver”.
OM
mente, el artículo 54 dice cuáles son las consecuencias en tal
caso.
.C
las obras supere en un veinte por ciento en más o en
menos el valor total de éstas;
b) se suprima totalmente un ítem;
DD
c) la Administración suspenda por más de tres meses la
ejecución de las obras;
d) la Administración no entregue los elementos o mate-
LA
OM
4) El contratista tiene derecho —en caso de que haya eje-
cutado trabajos— a la recepción provisional y, luego de
vencido el plazo de garantía, a requerir la recepción de
carácter definitivo. Y, por último,
.C
5) el contratista no tiene derecho al cobro de suma algu-
na por los beneficios que hubiera podido obtener por
las obras no ejecutadas (263).
DD
El decreto 436/00 dice en su artículo 96 —como ya hemos
visto— que cuando la Administración rescinde por causas no
imputables al proveedor, éste tiene derecho a los gastos, pero
no respecto al lucro cesante.
LA
rias, debe responder de modo pleno, esto es, por el daño emer-
gente y el lucro cesante.
OM
tificadas. Aquí el alcance de la indemnización es parcial (el
daño y no el lucro) porque existen claras razones de interés
público que permiten colocar este supuesto bajo el marco de
las revocaciones por razones de oportunidad.
.C
VI.8. El pacto comisorio en el derecho público
su cumplimiento”.
El actual artículo 1204 del Código Civil dice que “en los
contratos con prestaciones recíprocas se entiende implícita la
facultad de resolver las obligaciones emergentes de ellos en
FI
OM
A su vez, “la parte que haya cumplido podrá optar por exigir
a la incumplidora la ejecución de sus obligaciones con daños
y perjuicios. La resolución podrá pedirse aunque se hubiese
demandado el cumplimiento del contrato; pero no podrá so-
licitarse el cumplimiento cuando se hubiese demandado por
resolución”.
.C
Este derecho del acreedor de requerir la resolución, aun
cuando hubiese solicitado originariamente el cumplimiento
DD
del contrato, es definido entre los operadores del derecho civil
como el ius variandi.
OM
acuerdo es legal y automático, es decir, “transcurrido el plazo
sin que la prestación haya sido cumplida, quedarán resueltas,
sin más”, esto es, sin intervención judicial, “las obligaciones
emergentes del contrato”.
.C
punto de nuestro análisis y antes de avanzar en su desarrollo
que la Corte reconoció la incorporación de la excepción de in-
cumplimiento contractual en el campo del derecho público
DD
siempre que el incumplimiento estatal torne de cumplimien-
to imposible las obligaciones del particular contratante.
ción legal del contrato. Recordemos que el artículo 1375 dispone que el vende-
dor puede “a su arbitrio demandar la resolución de la venta, o exigir el pago del
precio. Si prefiriese este último expediente, no podrá en adelante demandar la
resolución del contrato”.
OM
el pacto comisorio en el derecho público? Digámoslo más cla-
ro, ¿puede el contratista ante el incumplimiento de las obli-
gaciones del Estado rescindir legalmente el contrato y sin in-
tervención judicial? y, por último, ¿cualquier incumplimiento
estatal justifica el incumplimiento del particular y, en su caso,
la rescisión contractual?
.C
La Corte aceptó la aplicación del pacto comisorio en el mar-
co de los contratos administrativos en el precedente “Herpa-
zana SRL c. Banco Nación s/ contrato administrativo” (267). Los
DD
hechos del caso fueron los siguientes. La empresa actora y el
subgerente de suministros del Banco Nación suscribieron un
acuerdo —modificatorio de las condiciones originales del con-
trato— “ad referendum” del Directorio del Banco. Entre otras
LA
OM
a) el incumplimiento estatal debe ser grave, esto es, cons-
titutivo de un supuesto de imposibilidad razonable de
cumplimiento de las obligaciones del particular y, ade-
más,
b) el pacto comisorio implícito en los términos del artícu-
.C
lo 1204, CC, no es propio de los contratos administrati-
vos.
DD
Un último interrogante, ¿puede el contratante, en caso de
incumplimiento grave del Estado, rescindir por sí solo el con-
trato o debe hacerlo con intervención del juez? Creemos que el
particular debe necesariamente recurrir ante el juez —como
ya explicamos—, es decir, no puede darlo por rescindido por
LA
sí solo.
OM
constitución y celebración del contrato y, a su vez, durante la
ejecución de éste? En otros términos, ¿es necesario impugnar
cada acto en particular o simplemente el acto final de perfec-
cionamiento o extinción del contrato? Este dilema está direc-
tamente vinculado con el marco jurídico a aplicar en relación
con el modo y plazo de impugnación de los actos dictados en
.C
el desarrollo del contrato.
OM
es aplicable en materia contractual. Es decir y digámoslo una
vez más, el interesado debe impugnar el acto contractual, se-
gún el criterio judicial, en el plazo de 90 días hábiles judicia-
les (268).
Por su parte, el primer interrogante es más complejo (¿debe
.C
impugnarse cada acto en particular?). La Corte sostuvo, en
un primer momento, en el caso “Mevopal” que el Título IV
—LPA— no es aplicable, esto es y en el punto que aquí nos in-
teresa, el particular no debe impugnar cada acto (269).
DD
Sin embargo, el Tribunal dijo luego —en el precedente
“Gypobras”— que el Título IV de la LPA es aplicable y, conse-
cuentemente, el particular debe impugnar el acto en el plazo
del artículo 25 de la ley.
LA
(269) CSJN, “Mevopal S.A. y otro c. Banco Hipotecario Nacional”, sent. del
26 de noviembre de 1985, Fallos 307:2216. “Los actos administrativos, aun uni-
laterales, referentes a la celebración, ejecución o modificación de un contra-
to administrativo, en principio, no pueden considerarse en forma aislada, con
abstracción del contrato al cual acceden en cuanto determinan los derechos u
obligaciones emergentes de aquél, por lo que se rigen por idénticas pautas a las
del contrato, ajenas, por ende, al marco contemplado en los artículos 23 y 24 de la
ley 19.549 y al sistema de impugnación de su artículo 25. La interpretación con-
traria llevaría a que durante la relación contractual y frente a la emisión por la
administración de cualquier acto unilateral, el administrado tuviera que iniciar,
en cada caso, un juicio contra su contratante. Ello significaría un dispendio juris-
diccional inusitado y provocaría un resentimiento en el espíritu de colaboración
que debe existir entre la administración y quien ejecuta el contrato”.
OM
tracca” y aquí los jueces sostuvieron que debe impugnarse
cada acto en particular, de modo que no es posible hacerlo
por medio del acto final (271).
.C
(a) el particular debe impugnar el acto dictado en el mar-
co contractual estatal en los términos del artículo 25,
LPA;
DD
(b) sin embargo, no es claro su criterio respecto de la ne-
cesidad de impugnar los actos por separado o si basta
con la impugnación del acto de adjudicación o extin-
ción del contrato (272).
LA
ños sin impugnar, dentro del plazo del art. 25 de la ley 19.549, la legitimidad del
acto administrativo que ha desestimado la misma pretensión o cuyo contenido
excluye el pago de lo reclamado”.
(272) Diez, Horacio Pedro, El plazo de caducidad para demandar al Esta-
do (El Artículo 25 de la Ley N° 19.549), en Control de la Administración Pública.
OM
Por nuestro lado, creemos que el Título IV de la ley 19.549
es aplicable en el ámbito contractual por vía analógica. ¿Por
qué decimos esto? Veamos. Si el Título III, según el texto de la
LPA, es aplicable directamente “en cuanto fuere pertinente”,
los otros Títulos de la ley no pueden —por razones de orden
lógico jurídico— emplearse en el marco contractual con igual
.C
alcance. Sentado este presupuesto, los caminos posibles son
evidentemente dos. Por un lado, no aplicar el resto de la LPA
(Títulos I, II y IV) y, por el otro, aplicar el régimen de la LPA (Tí-
DD
tulos ya citados) pero con carácter analógico. Nos inclinamos
por este último criterio.
OM
nación.
Pensemos el siguiente ejemplo. El decreto 1023/01 y su de-
creto reglamentario 436/00 prevén las licitaciones con etapa
múltiple y, en particular, el trámite con doble sobre, esto es, el
Sobre A y B. Así, el órgano competente (Comisión de Evalua-
ción) debe, en primer lugar, evaluar el contenido del Sobre A
.C
y calificar las propuestas. La Comisión Evaluadora sólo abrirá
el Sobre B de las propuestas que hubiesen calificado previa-
mente (Sobre A). Por último, la Comisión debe labrar el Acta
DD
estableciendo el orden de mérito y, a su vez, recomendar la
adjudicación. Luego, el órgano competente debe dictar el acto
de adjudicación.
Pero, ¿qué acto y en qué plazo debe impugnar el oferen-
LA
(274) Dice Barra que “el contrato se encuentra integrado por actos admi-
nistrativos, enumerados de manera meramente enunciativa por el artículo 11.
Detengámonos aquí un momento. Yo enuncié esta teoría hace doce años atrás.
Luego la receptó la Corte Suprema en el caso “Serra, Fernando Horacio y otros
c. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires”. En el procedimiento general
OM
haciente. En este contexto “los oferentes podrán impugnar la
precalificación dentro de los cinco días de notificados” y tales
impugnaciones serán resueltas por el órgano competente. Sin
embargo, el decreto 436/00 nada dice respecto de la impug-
nación del Acta de la Comisión (Sobre B), orden de mérito y
recomendación de adjudicación. Por último, cabe recordar
.C
que el decreto 436/00 establece que el acto de adjudicación
debe ser impugnado en los términos de la LPA y su decreto
reglamentario.
DD
En síntesis, creemos que el cuadro, según los textos nor-
mativos comentados, es el siguiente: a) el acto de calificación
del sobre A debe ser impugnado en el término de cinco días
desde su notificación y b) el acto de calificación del sobre B no
puede ser impugnado por sí mismo sino mediante el acto de
LA
OM
Cabe también recordar que los jueces, respecto del trámi-
te de perfeccionamiento y adjudicación del contrato, reco-
nocen —a veces— legitimación a los oferentes para impug-
nar (275).
.C
(275) CNContenciosoadministrativo Federal, sala IV, “Thompson SCF Su-
cursal Argentina s/ Amparo. Ley 16.986”, sent. del 11 de noviembre de 1999. Co-
madira señala que “hoy en día ya no se discute en doctrina que quien presenta
una oferta en un procedimiento administrativo de selección, aun cuando no
posea derecho subjetivo a la adjudicación, es titular, sin embargo, de un de-
DD
recho subjetivo a la regularidad de dicho procedimiento, motivo por el cual le
asiste, a nuestro juicio, legitimación amplia para impugnar, tanto en sede ad-
ministrativa como judicial, los hechos y actos administrativos —en este últi-
mo caso, particulares o generales y sean éstos normativos o no— que afecten
esa prerrogativa”, Comadira, Julio Rodolfo, “Algunos aspectos de la licita-
ción pública”, en Contratos Administrativos. Jornadas organizadas por la Uni-
versidad Austral, Ed. Ciencias de la Administración, 2000, ps. 319 a 345. Por su
LA
OM
Así y según este criterio, los contratos administrativos tí-
picos son los siguientes: suministro, consultoría, empréstito
público, obra pública, concesión de obra pública, concesión
de servicio público, concesión de uso de bienes del dominio
público y empleo público.
.C
VIII.1. Contrato de suministro
(276) Dice el artículo 2312 del Código Civil que “los objetos inmateriales
susceptibles de valor, e igualmente las cosas, se llaman bienes”. En el derecho
español Sosa Wagner explica que al suministro “… se le ha tratado de expli-
car como una modalidad del contrato de compraventa” y cita la Ley de Bases
de 28 de diciembre de 1963 que hace referencia a “‘la adquisición de los bienes
muebles necesarios para el desenvolvimiento de los servicios públicos o para
el ornato y decoración de las dependencias oficiales…’ (Base XV). Se incluían
aquí, como en su día notó J. L. Rivero Ysern, todo tipo de bienes muebles que
la Administración adquiría para sí…” (El contrato público de suministro, Civitas,
1996, ps. 27 y 29).
OM
detenidamente los antecedentes. “En el marco de una serie de
consultas efectuadas con organismos oficiales, sectores em-
presarios y organizaciones no gubernamentales, se ha pues-
to de manifiesto que el reglamento suspendido en virtud del
decreto 137/99 no resulta un instrumento adecuado para re-
gir las contrataciones del Estado, toda vez que, dicho cuerpo
.C
normativo desatiende esenciales demandas de transparencia,
competitividad y libre concurrencia, reclamos éstos exigidos
por el conjunto de la sociedad”.
DD
El decreto 5720/72 estuvo vigente hasta el dictado del de-
creto 436/00.
OM
mientras que en el marco del derecho público el acuerdo com-
prende indistintamente prestaciones periódicas o únicas (279).
.C
encuentra sometido al derecho público. Dice el artícu-
lo 4° del decreto 1023/01 que los “contratos compren-
didos” son, entre otros, el de “suministros”. A su vez, el
DD
artículo 1 del decreto 1023/01 establece que “toda con-
tratación de la Administración Nacional se presumirá
de índole administrativa, salvo que de ella o de sus an-
tecedentes surja que está sometida a un régimen jurí-
dico de derecho privado”.
LA
OM
condiciones especiales, como sí ocurre en el marco de
otros contratos, aquél debe cumplir con ciertos requi-
sitos, a saber, por ejemplo, no encontrarse inhabilitado.
Además, el decreto impone al contratista la obligación
de ejecutar el contrato por sí y, consecuentemente, pro-
híbe la cesión o subcontratación, salvo consentimien-
.C
to expreso de la autoridad administrativa. En tal caso
el cedente continuará obligado solidariamente con el
cesionario por los compromisos contractuales y, a su
DD
vez, éste debe cumplir con todos los requisitos de la
convocatoria al momento de llevarse a cabo el acto de
cesión.
g) De tracto sucesivo o ejecución instantánea, según el
caso. El contrato puede consistir, como ya adelanta-
LA
glamentación”.
Es decir,
OM
a) la administración nacional, conformada por la admi-
nistración central y los organismos descentralizados,
comprendiendo entre estos últimos a las instituciones
de la seguridad social;
b) las empresas y sociedades del Estado, incluidas las em-
presas del Estado, las sociedades del Estado, las socie-
.C
dades anónimas con participación estatal mayorita-
ria, las sociedades de economía mixta y todas aquellas
otras organizaciones empresariales donde el Estado
DD
nacional tenga participación mayoritaria en el capital
o en la formación de las decisiones societarias;
c) los entes públicos excluidos expresamente de la Admi-
nistración Nacional. Entre ellos, cualquier organiza-
ción estatal no empresarial, con autarquía financiera,
LA
OM
2) el decreto 436/00;
3) el pliego único de bases y condiciones generales;
4) el pliego de bases y condiciones particulares;
5) la oferta y las muestras que se hubieren acompañado;
.C
6) la adjudicación y, finalmente,
7) la orden de compra.
DD
Además de las normas detalladas, el marco jurídico debe
completarse con el Régimen de Compre Nacional y el Proto-
colo de Contrataciones Públicas del MERCOSUR aprobado
por ley 26.443 que en su artículo 5° establece la obligación de
dispensar a los bienes, servicios y obras públicas y a los pro-
LA
OM
contratos cuyo objeto es propio del suministro pero que por
su monto debe ser encuadrado como compras “por caja chi-
ca”. Así, tales acuerdos no están alcanzados por los decre-
tos 1023/01 y 436/00 en razón de encontrarse expresamente
excluidos (285). La Ley de Administración Financiera dispone
en su art. 81 que “Los órganos de los tres Poderes del Estado
y la autoridad superior de cada una de las entidades descen-
.C
tralizadas que conformen la administración nacional, podrán
autorizar el funcionamiento de fondos permanentes y/o cajas
chicas, con el régimen y los límites que establezcan en sus res-
DD
pectivas reglamentaciones. A estos efectos, las tesorerías co-
rrespondientes podrán entregar los fondos necesarios con ca-
rácter de anticipo, formulando el cargo correspondiente a sus
receptores.” Esta norma está reglamentada por el art. 81 del
anexo del decreto 1344/07.
LA
Depalma - 1979)”, agregando luego que “En el fallo plenario de esta Cámara ‘in
re’: ‘Petracca e hijos c. Estado Nacional’, del 24/4/86, se expresó en el apart. II del
voto de la mayoría a la 2ª cuestión planteada, que las reglas fijadas por el Códi-
go Civil, sólo concernientes a las relaciones privadas, no rigen en derecho ad-
ministrativo de modo directo ni supletorio (CS, Fallos: 243:98, esp. p. 106), sino
que pueden llegar a ser aplicadas tan sólo por razón de analogía, es decir: con
las discriminaciones impuestas por la naturaleza propia de esta última disci-
plina…” (LA LEY, 2000-E, 547).
(285) Art. 5°, inc. b) del decreto 1023/01 y art. 3° del anexo del decreto
436/00.
(286) Art. 5°, inc. c) del decreto 1023/01.
OM
yecto u otros instrumentos... que las Partes concierten para
definir con más detalle los pormenores de tal asistencia y las
responsabilidades respectivas de las Partes y del Organismo
de Ejecución en relación con tales proyectos” (art. I.1) (287).
.C
suministros no inmediatamente disponibles en la República
Argentina” (art. II.d).
DD
A su vez, se prevé “cualquier otra forma de asistencia en
que convengan el Gobierno y el PNUD” (art. II.g), de modo
que el requisito de indisponibilidad de los bienes en el país no
debe interpretarse como necesario e ineludible. Finalmente
el Acuerdo establece de modo expreso la posibilidad de que
LA
OM
De todos modos, aun cuando se considerase que tales acuer-
dos constituyen contratos de locación de servicios y no de sumi-
nistro, ello es casi irrelevante porque el marco jurídico vigente
trata en forma conjunta la contratación de bienes y servicios
(capítulo I del título II del decreto 1023/01 y decreto 436/00).
.C
Señalemos, por último, que en el marco de la contratación
de suministros generalmente no se requieren cualidades téc-
nicas especiales de los oferentes. Es que en este caso, lo que in-
DD
teresa al Estado es la provisión en tiempo y forma de los bienes
contratados (generalmente elementos estandarizados), resul-
tándole indistinto si el contratista los produce por sí o no.
Finalmente cabe recordar que cuando la contratación tie-
LA
OM
Cabe recordar que el organismo contratante, con apro-
bación de la autoridad competente de acuerdo al monto de
la diferencia resultante, tendrá derecho a aumentar el total
adjudicada hasta un 20%, o reducirlo hasta un 10%, en las
condiciones y precios pactados y con adecuación de los pla-
zos. También podrá prorrogar por única vez y por un plazo
.C
igual al del contrato inicial (y no más allá de un año cuando
el contrato fuere adicional). Ello, siempre que esta posibili-
dad se encuentre prevista en el pliego de condiciones particu-
DD
lares (291).
metida (292).
OM
adjudicatario (294).
.C
inmediatos a la entrega, reclamar cualquier falta en la canti-
dad o vicio en la calidad; justificando, en el primer caso, que
los cabos o extremidades de las piezas están intactas, y en el
segundo, que los vicios o defectos no han podido suceder por
DD
caso fortuito, ni causarse fraudulentamente en su poder. El
vendedor puede siempre exigir en el acto de la entrega, que se
haga el reconocimiento íntegro, en calidad y cantidad, de los
géneros que el comprador reciba, y en este caso no habrá lugar
a dicha reclamación después de entregados” (295).
LA
(293) Cfr. arts. 88 a 92 del anexo del decreto 436/00 y art. 28 del anexo de la
resolución 834/00 del Ministerio de Economía.
OM
ción de intereses que pudieren corresponderle. Si la demora
no obedeciere a causas imputables al acreedor, dichos inte-
reses se liquidarán a la tasa fijada por el Banco de la Nación
Argentina para los descuentos en general, los que correrán
desde la fecha del vencimiento del plazo para el pago no efec-
tuado en término hasta el momento en que se remita comuni-
cación fehaciente al acreedor de que los fondos se encuentran
.C
a su disposición, o en su defecto, cuando éste hiciere efectivo
el importe de su crédito. Las notas de débito por intereses po-
drán ser presentadas por el acreedor hasta 30 días después de
DD
haber hecho efectivo el cobro de su crédito. Vencido dicho pla-
zo perderá todo derecho a su reclamo”. A su vez, “cuando por
naturaleza de los elementos a adquirir sea conveniente, nece-
sario u obligatorio hacer uso de financiaciones de parte de los
adjudicatarios, se establecerá en las cláusulas particulares las
LA
Toda vez que esa norma fue derogada por el decreto 436/00,
respecto de los intereses debe estarse a lo previsto en el con-
trato y, en caso de silencio, aplicar el Código Civil, cuyo ar-
tículo 622 dice que “el deudor moroso debe los intereses que
estuviesen convenidos en la obligación, desde el vencimiento
de ella. Si no hay intereses convenidos, debe los intereses le-
gales que las leyes especiales hubiesen determinado. Si no se
hubiere fijado el interés legal, los jueces determinarán el inte-
rés que debe abonar…”.
OM
intelectual o de servicios profesionales, científicos o técnicos
requeridos por el Estado (298).
.C
da por firmas consultoras o consultores…”.
En efecto, la ley 22.460 dice que “la presente Ley rige la pro-
moción y contratación de servicios de consultoría que bajo la
LA
OM
taciones del Estado (299).
.C
por el derecho público (ley 22.460 y decreto delegado
1023/01);
2) típico en tanto el contrato es definido y regulado en
DD
términos expresos por la ley 22.460;
3) bilateral ya que prevé obligaciones recíprocas entre las
partes;
LA
OM
artículo 1198 del Código Civil, caso fortuito o fuerza
mayor, que modifique sustancialmente o imposibili-
te el cumplimiento de la obligaciones emergentes del
contrato, las partes estarán facultadas para renegociar
el contrato o convenir su extinción” (artículo 26);
.C
6) intuitu personae toda vez que el contenido de la pres-
tación presupone especial idoneidad del contratista.
En este sentido, la ley 22.460 exige, por ejemplo, que
las dos terceras partes de los socios que integren las
DD
firmas consultoras sean profesionales universitarios
y que sus títulos guarden relación con el objeto social
(artículo 6°). En el caso de consultores individuales, és-
tos deben ser profesionales universitarios “altamente
calificados” (artículo 2°). A su vez, el Legislador razo-
LA
(300) Cabe recordar que el art. 17, párr. 3 de la ley 22.460 dice que los con-
tratos incluirán cláusulas “que contemplen la actualización del monto pactado
de acuerdo al régimen de la Ley Nº 12.910 …”. Sin embargo, como ya sabemos,
la ley 23.928 prohibió las actualizaciones. Por otra parte, la ley 12.910 fue san-
cionada en 1946 para atender las variaciones de costos de obras públicas como
OM
Así, el objeto del contrato puede consistir en una única
prestación o extenderse en transcurso del tiempo;
8) formal, en tanto el acuerdo debe observar ciertas for-
mas esenciales como condición de su validez.
.C
VIII.2.2. Régimen jurídico. El entramado de las leyes 22.460,
el decreto delegado 1023/01 y el decreto 2345/08. Los contra-
tos de consultoría con financiamiento internacional
DD
En el ámbito nacional, el contrato de consultoría se en-
cuentra regulado por la ley 22.460, del año 1981, sin perjuicio
de la aplicación del decreto delegado 1023/01 sobre el régimen
general de las contrataciones. En efecto, el artículo 4° del de-
LA
OM
regula los servicios de consultoría bajo las formas de locación
de obras intelectuales y servicios. Veamos.
.C
minos supletorios.
(ley 22.460).
OM
mente que debe aplicarse sobre el contrato de consultoría, el
operador debe, en primer lugar, intentar armonizar ambos
textos normativos y, sólo si ello no fuese plausible, entonces
debe inclinarse por el marco especial (ley 22.460) y aplicar el
decreto 1023 en términos supletorios.
.C
Más complejo es el conflicto y su resolución entre la ley
22.460 y el decreto 2345/08. Este último prevé el régimen de
los contratos individuales de servicios profesionales celebra-
dos entre el Estado y profesionales autónomos.
DD
De tal modo, el Estado puede contratar servicios profesiona-
les individuales por medio de la ley 22.460 o el decreto 2345/08.
Por ejemplo, en el marco de la ley 22.460 es plausible contratar
profesionales altamente calificados porque, según el texto le-
LA
OM
dentro de su ámbito de aplicación al contrato de consultoría,
pero sí comprende en su objeto a los servicios en general. En
efecto, el artículo 2° de este decreto establece que “se regirán
por este reglamento los contratos de compraventa, suminis-
tros, servicios, locaciones, alquileres con opción a compra,
.C
permutas y concesiones de uso de los bienes del dominio pú-
blico y privado del Estado Nacional, que celebren las entida-
des estatales comprendidas en su ámbito de aplicación...”. Asi-
mismo, el decreto 436/00 incluye a “todos aquellos contratos
DD
no excluidos expresamente o sujetos a un régimen especial”.
(305) Por caso, respecto de los requisitos que una firma consultora debe
reunir para ser calificada como “local”, el art. 2º inc. 5º de la ley 22.460 remi-
te a la ley 18.875 y a “los que se fijen en la reglamentación de la presente ley”.
También se difieren a la reglamentación los montos a partir de los cuales se
contratará preferentemente con firmas o consorcios que acrediten suficiente
experiencia (art. 13), y la organización y funciones del Registro Nacional de Fir-
mas Consultoras (art. 5º). Dicho registro, sin embargo, fue disuelto mediante
el decreto 917/94.
OM
Finamente, cabe analizar el marco jurídico de los contra-
tos de consultoría correspondientes a los proyectos financia-
dos por organismos internacionales. Recordemos que el de-
creto 1023/01 excluye a los contratos celebrados con estados
extranjeros, entidades de derecho público internacional e ins-
tituciones multilaterales de crédito y los que se financien to-
.C
tal o parcialmente con recursos provenientes de esos organis-
mos (306).
DD
Así, por ejemplo, en el caso del Banco Internacional de Re-
construcción y Fomento (BIRF). Esta entidad dictó el marco
normativo especial de las consultorías sobre proyectos finan-
ciados total o parcialmente con sus préstamos o donaciones,
con créditos o donaciones de la Asociación Internacional de
LA
OM
entre las firmas incluidas en la lista corta en el que, para selec-
cionar la empresa a la que se adjudicará el contrato, se tienen
en cuenta la calidad de la propuesta y el costo de los servicios.
El costo como factor de selección debe utilizarse juiciosamen-
te. La ponderación que se asigne a la calidad y al costo se de-
terminará en cada caso de acuerdo a la naturaleza del trabajo
.C
que se ha de realizar” (310).
(309) Art. 1.5 de las Normas de Consultoría del BIRF. No obstante, bajo de-
terminadas condiciones se admiten otros métodos de selección, descriptos en
el capítulo III de dichas Normas. El precio como factor central (“Selección basa-
da en el menor costo (SBMC)” se admite únicamente “… para seleccionar con-
OM
VIII.2.3. El objeto contractual y su alcance
.C
científicos y técnicos de nivel universitario, cumplidos bajo la
forma de locación de obra intelectual o de servicios y realiza-
da por firmas consultoras o consultores” (313).
DD
Por tanto, el universo de prestaciones comprendidas es,
pues, sumamente amplio y se expande según el avance de las
técnicas y ciencias (314).
A su vez, la ley dispone expresamente que en la realización
LA
OM
que deberá dictarla para cada caso y previo dictamen técnico
justificatorio. La resolución y el dictamen deberán publicar-
se en el Boletín Oficial… En los casos de contratación de obra
y proyecto, si la firma o el consultor a quien se encomiende el
proyecto fueran extranjeros, se exigirá la máxima participación
posible de consultores o firmas consultoras locales”. Por su par-
.C
te, la Ley de Obra Pública establece, en su art. 4°, que “se podrá
llamar a concurso para la elaboración de proyectos y acordar
premios que se consideren justos y estimulantes, así como
DD
contratar los proyectos directamente en casos especiales”.
En principio, el consultor y autor del proyecto no puede ser
quien ejecute la obra. En este sentido, la ley 22.460 establece
que la contratación en términos conjuntos del proyecto y las
obras sólo puede llevarse a cabo en casos excepcionales, me-
LA
OM
En el caso de consultores individuales, éstos deben ser
“profesionales universitarios altamente calificados” (318).
Asimismo, la ley 22.460 establece que las firmas consulto-
ras o, en su caso, los consultores individuales que confeccio-
.C
nen los pliegos de condiciones para concursos de selección de
consultores o firmas consultoras, no pueden ser luego adju-
dicatarios del servicio objeto de dichos concursos. En igual
sentido, “[l]os consultores, las firmas consultoras, sus socios
DD
y los profesionales intervinientes en contratos de servicios de
consultoría, no deberán tener relación de dependencia con
ninguna de las entidades mencionadas en el artículo 1°, ni
tampoco estar vinculadas directa o indirectamente con las
empresas que financien, ejecuten, provean o sean destinata-
LA
OM
En el contexto de la disolución del Registro Nacional de
Firmas Consultoras, el decreto 917/94 ordenó, tal como men-
cionamos anteriormente, que “las contrataciones de servicios
de consultoría realizadas por la Administración pública en el
marco de la ley 22.460, se rigen por el principio de libre con-
tratación…” (321).
.C
A su vez, el principio de concurrencia también es regulado
por el decreto 1023/01. En el marco de este decreto, el proce-
DD
dimiento que en principio corresponde aplicar es el concur-
so público porque éste procede cuando “el criterio de selec-
ción del cocontratante recaiga primordialmente en factores
no económicos, tales como la capacidad técnico-científica,
artística u otras, según corresponda”. También puede contra-
tarse directamente si se cumple con los recaudos legales (322).
LA
OM
cedentes para la fijación de las remuneraciones, podrá asig-
nar los trabajos de acuerdo con un registro confeccionado por
medio de un concurso público de antecedentes, teniendo en
cuenta para el orden de asignación la calificación que le me-
rezcan los profesionales y firmas y la capacidad técnica que
acrediten, como asimismo la necesidad de promover la incor-
.C
poración de nuevas firmas. Para esto último los registros de-
berán ser reactualizados periódicamente a fin de dar cabida a
los nuevos profesionales y firmas” (324).
DD
Sin embargo, el texto antes trascripto debe matizarse con
los principios del decreto 1023/01 y, en particular, las condi-
ciones propias del concurso abreviado. Así, dice el artículo 25,
inc. c) del decreto que “la licitación o el concurso serán abrevia-
dos cuando el llamado a participar esté dirigido exclusivamen-
LA
(323) Esta ley fue objeto de una suspensión que concluyó con la Ley de
Compre Nacional 25.551, con los alcances que veremos más adelante en este
capítulo.
(324) I. Mata sostiene que es posible aplicar el procedimiento del art. 19 de
la ley 18.875 bajo las siguientes condiciones, orientadas a evitar desigualdades
entre los seleccionados: a) que los trabajos encomendados no ofrezcan grandes
diferencias de montos; b) que el organismo los planifique por un tiempo no in-
ferior a un año, y c) que las diferencias entre los montos adjudicados que pue-
dan darse se compensen mediante un mecanismo adecuado. Revista de Dere-
cho Público, 2007-1, ps. 133-134.
OM
equivalentes, ejecutados por consultores o firmas consulto-
ras independientes altamente calificadas y en condiciones de
tiempo y lugar similares (325).
.C
¿Cómo medir estas dos variables, esto es, el precio e ido-
neidad del oferente? En principio no es plausible establecer
criterios o estándares rígidos o incluso abstractos porque el
DD
criterio a seguir depende de las características de las contra-
taciones a realizarse. Sin embargo, tales criterios deben ser
consignados con claridad en los pliegos de condiciones y, en
particular, debe preverse cómo interrelacionar el precio y las
condiciones de idoneidad en el caso concreto (326).
LA
nistración pública. Es dudoso que el criterio del decreto ley tenga una razonabi-
lidad satisfactoria, pero me parece también difícil fulminarlo lisa y llanamente
de irrazonable como para tornar inconstitucional el precepto” (“El precio y la
responsabilidad en el contrato de consultoría”, en Contratos administrativos.
Contratos especiales, Bs. As., Astrea, 1982, t. II, p. 167).
(326) Según A. Gordillo “Una pauta que los pliegos podrían establecer
para hacer esta comparación entre calificación y precio del consultor es crear
una fórmula polinómica para la evaluación de las propuestas, fórmula en la
cual se asigne un determinado porcentaje mayor (por ejemplo, hasta el 80%)
para medir los antecedentes y la calificación técnica, metodología, etc., de la
propuesta efectuada, y un porcentaje más reducido (por ejemplo, hasta el 20%)
para valorar la incidencia del precio (…) Otra fórmula es hacer primero una pre-
selección de firmas por sus antecedentes y/o propuesta o metodología técnica,
con la consecuencia de excluir ab initio de la precalificación a empresas que no
reúnan un mínimo de antecedentes o capacidad técnica para el objeto de la li-
citación. Con el resto de las propuestas (…) puede luego efectuarse la aplicación
de una fórmula polinómica (…). Todavía una tercera alternativa (…) sería deter-
minar que la señalada fórmula polinómica se aplicará en etapas progresivas: en
OM
por una empresa o consultor local en los términos estableci-
dos por la ley 18.875” (327).
El profesional local es aquel que tiene domicilio real en el
país, se encuentre habilitado legalmente para ejercer su pro-
fesión y, a su vez, esté inscripto en el registro profesional co-
.C
rrespondiente.
A su vez, se consideran como locales las firmas provee-
doras de servicios de ingeniería o consultoría cuya dirección
DD
se encuentre efectivamente radicada en el país “conforme el
principio de la realidad económica, sin que medie vínculo de
dependencia directa o indirecta respecto a entidades públicas
o privadas del exterior” (328).
LA
las que no reúnan un puntaje mínimo que garantice su seriedad o aptitud para
realizar el trabajo de que se trata, y procediendo simultáneamente a otorgar
el puntaje que fuera del caso a las admitidas. Una vez aprobada y notificada a
los oferentes la pertinente calificación técnica y su incidencia dentro del —por
ejemplo— 80 % del mérito total de la oferta, se puede en un segundo acto pú-
blico abrir los sobres número dos de las precalificadas, procediendo de igual
modo a comparar los precios obtenidos y asignarles un puntaje dentro del 20%
restante (en el ejemplo que damos)”. “El precio …” cit., ps. 163-164.
(327) Art. 1º, inc. a), apart. II) del Anexo I. Es interesante reparar —como
lo hace Mata— en que, a diferencia de lo que sucede con obras y suministros,
en materia de consultoría la ley 18.875 no distingue entre empresas locales de
capital interno y externo. Consecuentemente, tampoco asigna una preferencia
mayor a las empresas consultoras locales de capital interno, lo que sí podría su-
ceder al contratar obras y suministros (cfr. art. 12, ley 18.875). Como explica ese
autor, el distinto tratamiento estaría vinculado al hecho de que el capital prin-
cipal de las firmas consultoras es el capital humano (“El contrato de consulto-
ría”, cit., ps. 241-242).
(328) Art. 14, ley 18.875.
OM
Sin embargo, la complejidad de la prestación no permite
en principio dejar sin efecto las preferencias a favor de los con-
tratistas locales. De hecho, la ley 18.875 prevé que las moda-
lidades de contratación y la distribución de los trabajos en el
tiempo deben ajustarse a la capacidad local de ejecución.
.C
En igual sentido, la contratación de firmas o profesionales
extranjeros está limitada a casos excepcionales, aprobados
previamente por resolución del ministerio competente. La ex-
DD
cepción “... sólo podrá fundarse en la falta de capacidad téc-
nica local en el asunto del servicio o de la consulta, e impo-
sible de suplir por vía de subcontratación, debiendo darse a
publicidad el dictamen técnico correspondiente” (329). Es más,
de contratarse con firmas o profesionales del exterior, éstos
LA
(329) Art. 16, ley 18.875. Al final del artículo se agrega que “[n]o se acepta-
rán, en ningún caso, créditos para financiar estudios atados a la provisión de
servicios de consultoría del exterior”. Cabe tener presente, sin embargo, que el
art. 7º de la ley 25.551 prevé que en caso de contradicción entre las condiciones
allí previstas y las de los convenios de financiación con agencias gubernamen-
tales de otros países u organismos internacionales, prevalecen las últimas. A
su vez, el art. 18 de la ley 25.551 da por vencida la suspensión de la ley 18.875 en
tanto no se oponga a la primera.
(330) Art. 17, ley 18.875. Sin embargo, ese artículo agrega que “[l]as firmas
originarias de países miembros de ALALC que ofrezcan reciprocidad a las fir-
mas locales y llenen, en su país de origen, condiciones equivalentes a las que
deben cumplir éstas en Argentina de acuerdo a la presente ley, serán exceptua-
das de la restricción prevista en el art. 16, pudiendo ser contratadas en igualdad
de condiciones con dichas firmas locales”.
OM
co contractual? ¿Debe aplicarse lisa y llanamente el régimen
especial? Creemos que si las normas se superponen y coinci-
den el conflicto se resuelve de modo simple y sencillo. Así, por
ejemplo, la ley 22.460 y el decreto 1023/01 reconocen las facul-
tades de la Administración para controlar la ejecución de los
trabajos, dar directivas y formular las observaciones que con-
.C
sidere pertinentes (331).
(331) Art. 16, párr. 1º de la ley 22.460 y art. 12, inc. c) del decreto 1023/01.
(332) Art. 16, párr. 2º.
(333) Art. 29 del decreto 1023/01.
OM
En definitiva, en este caso al igual que en otros, es necesa-
rio en primer lugar intentar salvar las supuestas contradiccio-
nes y sólo si ello no es posible, entonces, cabe tachar unas y
reconocer otras. Por eso, en tanto sea plausible armonizar las
reglas, tal como ocurre en el presente caso, debemos sumar
las normas.
.C
Otro caso. La ley 22.460 establece que la Administración
puede incorporar cláusulas de garantía en los pliegos con el
DD
objeto de sortear las consecuencias por los errores y omisio-
nes del contratista (334). ¿Es una facultad de carácter obligato-
rio o simplemente discrecional del Estado contratante? El de-
creto 1023/01 establece que tales garantías (cumplimiento del
contrato) son obligatorias y, por tanto, el texto legal debe com-
LA
OM
entre las partes toda vez que sea superado dicho porcentaje
o cuando la alteración o modificación implique la ejecución
de trabajos distintos de los previstos en el contrato y no le fue-
ren aplicables los valores unitarios pactados”. Si no mediare
acuerdo, la Administración puede desistir de la modificación
o bien ejecutarla por sí o por terceros (336).
.C
El decreto 1023/01 coincide en el límite porcentual que
prevé la ley 22.460, esto es, el veinte por ciento en más o me-
nos e igualmente respecto del lucro cesante. Sin embargo, la
DD
ley especial no se expide sobre el resarcimiento por los gastos
realizados por las partes suprimidas del contrato.
En tal contexto, debemos integrar el texto legal con el de-
creto 1023/01. Así, en caso de reducción del monto del contrato,
LA
OM
Asimismo, la ley bajo análisis establece que los pliegos de-
ben incluir las sanciones a aplicar en función de la gravedad
del incumplimiento del consultor y sin perjuicio de la posibi-
lidad de rescindir el contrato en su caso.
.C
También se contempla la comunicación de estos hechos
al Registro Nacional de Firmas Consultoras que fue luego di-
suelto, como ya explicamos (337). De todos modos, la obligación
del ente contratante de comunicar los incumplimientos de
DD
los consultores sigue en pie bajo el Sistema de Información de
Proveedores (SIPRO) en el marco del régimen general de las
contrataciones (338).
En los casos en que el contrato fuese rescindido por alguna
LA
OM
normativos. En efecto, cabe aplicar aquí, entre otros, el ar-
tículo 902 del Código Civil, según el cual “cuando mayor sea
el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las
cosas, mayor será la obligación que resulte de las consecuen-
cias posibles de los hechos” (341). Es decir, el contrato bajo estu-
dio es intuitu personae y, por tanto, mayor es la idoneidad del
.C
consultor y el estándar de diligencia que le es exigible.
(341) Sobre este precepto, se ha señalado que “[u]no de los aspectos com-
prendidos en la regla es el de los conocimientos especiales de la persona. La su-
perior aptitud, el mayor alcance de ese conocimiento por la preparación, o por
el título, califican la actitud por prudencia y previsión. En este caso, la previsi-
bilidad del agente es superior a la que corrientemente es dable juzgar” (Cifuen-
tes, Santos, en Belluscio, Augusto (dir.) y Zannoni, Eduardo (coord.), Có-
digo Civil y leyes complementarias. Comentado, anotado y concordado, Bs. As.,
Astrea, 1982, p. 67).
(342) “Las transgresiones a esta ley serán pasibles de las siguientes sancio-
nes: a) Advertencia; b) Amonestación; c) Censura pública; d) Multa de m$n 200
a m$n 100.000; e) Suspensión en el ejercicio de la profesión, desde un mes hasta
dos años; f) Cancelación de la matrícula. Las sanciones previstas en los incs. a) y
OM
cial, cuyo objeto exclusivo es la prestación de servicios de
consultoría” (343). En este contexto, cabe preguntarse si el tipo
jurídico debe ser necesariamente el de las sociedades civi-
les del art. 1648 y siguientes del Código Civil (344), en tanto la
Resolución General 7/05 de la Inspección General de Justicia
dispone que “no se inscribirá la constitución de sociedades o
.C
asociaciones bajo forma de sociedad cuyo objeto sea la presta-
ción de servicios profesionales que requieran título habilitan-
te extendido a personas físicas...” (345).
DD
d) serán aplicables, no sólo a quienes pertenezcan o tengan derecho a pertene-
cer a la matrícula, sino también a cualquier persona que infrinja la ley” (art. 28,
decreto-ley 6070/58).
(343) Art. 2º, inc. 2.
(344) Las firmas de consultoría no sólo deben estar integradas predomi-
LA
nantemente por profesionales en razón de los servicios que prestan, sino tam-
bién por expresa prescripción de la ley 22.460: “Las dos terceras partes de los
socios que integren las firmas consultoras, que representen la misma propor-
ción de capital y de los votos sociales, serán profesionales universitarios. Los
títulos de los profesionales deberán guardar relación con el objeto social. Los
órganos de administración de las firmas consultoras estarán compuestos en su
FI
OM
Cabe recordar que existen precedentes judiciales que se
han pronunciado a favor de la constitución de sociedades co-
merciales integradas por profesionales (346). Sin embargo, más
allá de este aspecto controversial, es importante señalar que
en el marco del presente contrato el tipo societario no impi-
de responsabilizar en términos personales a los profesionales
.C
que sean parte de la sociedad siempre que hubiesen actuado
negligentemente según las reglas del arte (347).
DD
Finalmente, cuando los servicios son prestados por un con-
sorcio de consultores o firmas consultoras, éstos son solidaria-
mente responsables por la calidad y exactitud de la totalidad de
las tareas ejecutadas y demás obligaciones contractuales (348).
LA
OM
bras (ley 24.522) no prevé la calificación de la conducta del
concursado o fallido. Además, mediante el artículo 23 de la
ley 25.563 se modificó el decreto 1023/01 y se dejó de lado la
inhabilitación para contratar con la Administración respecto
de los fallidos, concursados e interdictos.
.C
Por tanto, el hecho de que esa condición aparezca luego de
la celebración del contrato no necesariamente debe conducir
a su rescisión. En tal caso, el Estado contratante debe consta-
tar, entre otras condiciones, los términos de los pliegos y las
DD
características del contrato y, en especial, cuán insolvente es
el consultor.
OM
que éste cumpla sus obligaciones y sólo luego es plausible res-
cindir el contrato.
.C
nadas en el plazo razonable que le fije el contratante.
OM
tratante resulte la imposibilidad de la normal ejecución
del contrato por parte del consultor, siempre que éste no
se encuentre en mora.
c) Si el contratante demorase la entrega de los elementos
indispensables para la tarea encomendada o la orden
.C
de iniciación del trabajo más de sesenta días corridos de
la fecha fijada contractualmente.
d) Cuando las modificaciones del contrato que dispusiere
DD
el contratante, alterasen sustancialmente sus condicio-
nes o “desvirtúen la esencia del encargo”.
En todos los casos, el consultor debe intimar al Estado con-
tratante para que en el plazo de treinta días corridos subsane
LA
OM
La rescisión por causa no imputable a las partes da lugar a
la devolución de los anticipos actualizados de acuerdo a lo es-
tablecido en el régimen de la ley 11.683, con deducción de las
sumas que correspondan a las entregas parciales aceptadas.
En este caso no corresponde la aplicación de sanciones (355).
.C
Asimismo, en el supuesto de rescisión, los créditos y débi-
tos deberán liquidarse dentro de los treinta días de firmado
el respectivo convenio (356). En efecto, el art. 26 de la ley 22.460
DD
dispone que “si se planteara una situación configurativa de ex-
cesiva e imprevisible onerosidad, en los términos del art. 1198
del Código Civil, caso fortuito o fuerza mayor, que modifique
sustancialmente o imposibilite el cumplimiento de las obli-
gaciones emergentes del contrato, las partes estarán faculta-
LA
rescisión”.
Por último, la Ley de Consultoría admite la renegociación
del contrato “siempre que hubiere serios motivos técnicos
económicos para ello, o mediaren incumplimientos recípro-
(354) El art. 9º de la ley 22.460 establece que “[l]as firmas y los consultores
consorciados serán solidariamente responsables por la calidad y exactitud de la
totalidad de las tareas ejecutadas y también por todos los aspectos contractua-
les. El consorcio no tendrá modificación en su constitución hasta la finalización
de los trabajos contratados, salvo autorización expresa del contratante”.
(355) Art. 24, ley 22.460.
(356) Art. 26, ley 22.460.
(357) Art. 25, ley 22.460.
OM
acuerdo.
También se admite que las partes renegocien el contra-
to o convengan su extinción en el supuesto de imprevisión
(art. 1198 del Código Civil), caso fortuito y fuerza mayor.
.C
VIII.3. El contrato de empréstito público
OM
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tomarán las medidas
necesarias para que el nivel de endeudamiento de sus juris-
dicciones sea tal que en cada ejercicio fiscal los servicios de la
deuda instrumentada no superen el quince por ciento (15%)
de los recursos corrientes netos de transferencias por copar-
ticipación a municipios. Las jurisdicciones, en el marco de la
presente ley, establecerán un programa de transición con el
.C
objeto de adecuar el perfil de la deuda y los instrumentos para
el cumplimiento del párrafo precedente. El Gobierno nacio-
nal se compromete a que, una vez finalizado el proceso de re-
DD
estructuración de su deuda pública, el porcentaje de la deuda
pública nacional resultante de operaciones de mercado, res-
pecto del Producto Bruto Interno, se reduzca en los ejercicios
fiscales subsiguientes. A tales fines se considerarán períodos
trienales. En caso de operaciones de crédito público para re-
LA
OM
Se trata de un contrato de especial complejidad, regulado
por un vasto cuerpo normativo y con un importante desarro-
llo jurisprudencial. Por estas razones, será objeto de un análisis
más pormenorizado y extenso en el tomo V de este Tratado.
.C
VIII.5. Contrato de concesión de obra pública
DD
Por encontrarse estrechamente vinculado al contrato de
obra pública, será objeto de estudio junto con éste en el tomo V
del Tratado.
LA
disposiciones, que “la deuda pública total del Estado nacional no podrá aumen-
tar más que la suma del déficit del Sector Público Nacional No Financiero, la
capitalización de intereses, el pase de monedas, los préstamos que el Estado
nacional repase a las provincias y el pago establecido en las leyes 23.982, 24.043,
24.070, 24.073, 24.130, 24.411, 25.192, 25.344, 25.471 y los artículos 41, 46, 61, 62
y 64 de la ley 25.565 y los artículos 38, 58 (primer párrafo) y 91 de la ley 25.725,
cuyo límite anual de atención se establecerá en cada Ley de Presupuesto Na-
cional. Se podrá exceder esta restricción cuando el endeudamiento se destine a
cancelar deuda pública con vencimientos en el año siguiente (artículo 2º, inci-
so f) y que “en el caso de comprometerse gastos presentes o futuros por encima
de los autorizados en la Ley de Presupuesto de la Administración Nacional, la
Secretaría de Hacienda y la Auditoría General de la Nación, en conocimiento de
tal situación informarán de inmediato a la Procuración General de la Nación
para que promueva las acciones legales por violación al artículo 248 del Código
Penal” (artículo 3º, inciso b).
(359) Art. 4º, inc. b), decreto 1023/01.
OM
to 436/00, Capítulo I. A su vez, el Capítulo II de ese Título es-
tablece las reglas sobre la locación de inmuebles. Asimismo,
cabe remitirse, en lo pertinente, al Capítulo XIV del tomo II de
este Tratado.
.C
Es desarrollado en el Capítulo VIII del tomo II del Tratado.
DD
IX. Los contratos atípicos
OM
y autonomía de las personas;
3) el vínculo y su desarrollo requieren el consenso de
tracto sucesivo entre las partes;
4) en síntesis, el acuerdo y su contenido contractual tiene
.C
un doble sustento. Por un lado, el uso de los servicios
—prestados por el Estado— no es obligatorio, sino que
el acceso depende del consentimiento del particular
DD
y además —más allá del carácter estatutario, legal o
reglamentario de ciertas condiciones—, el servicio se
desenvuelve de común acuerdo entre las partes.
blico/privado).
X. El compre nacional
OM
a) la exclusión de los bienes y servicios extranjeros en las
contrataciones estatales, esto es, la reserva del merca-
do para los bienes y servicios producidos o prestados
en el país;
b) el aumento del valor de los bienes y servicios extranje-
.C
ros, y
c) la posibilidad de que los oferentes de bienes y servicios
nacionales mejoren sus ofertas en una segunda vuelta
DD
en el marco de los procesos de contratación estatal.
(prestatario nacional).
(361) Mata, Ismael, Las vicisitudes del Compre Nacional, RAP, Suplemen-
to Especial, febrero 2002, p. 59 y siguientes. Salcedo, Norma y Hubeñak, Juan
Manuel, Actualidad de los regímenes de Compre y Contrate Nacional, RAP, Nú-
mero Especial, febrero 2002, p. 119 y siguientes. Bustamante, Jorge, Contrate
Nacional. Régimen legal ley Nº 18.875, Abeledo-Perrot, 1986.
OM
el precio razonable en los términos del decreto-ley 5340? El
valor del costo, seguro, flete, impuestos y gastos financieros,
más el recargo cambiario que en ningún caso puede ser infe-
rior al 25 %.
.C
servicios, salvo los casos de excepción, deben contratarse con
empresas locales. ¿Qué es una empresa local? Es aquella que
cumple con los siguientes requisitos: a) creación o autoriza-
DD
ción de conformidad con las leyes argentinas; b) domicilio le-
gal en el país; y c) domicilio real en el país de, al menos, el 80 %
de sus directores, personal directivo y profesionales.
OM
A tal fin, y siempre que ello sea plausible, debe especificar-
se: a) los bienes que puedan producirse en el país; b) el peso,
volumen, tamaño, potencia, velocidad o cualquier otro factor,
de modo que el bien pueda ser provisto por la industria nacio-
nal; c) el fraccionamiento en el mayor grado posible, y d) los
plazos de entrega que permitan participar a las empresas na-
.C
cionales. En este sentido, el texto de la ley dispone que “para
proceder a una adjudicación a favor de los bienes provenien-
tes del exterior, el comitente deberá preparar previamente y
DD
dar a publicidad, un informe técnico” sobre el cumplimiento
de los requisitos antes detallados.
OM
“Servotrón” (363).
.C
condiciones en que debe otorgarse preferencia a las ofertas de
los productos nacionales. De modo que el Tribunal, en princi-
pio, reconoció la vigencia del régimen de compre nacional en
DD
los términos de los decretos dictados por el Ejecutivo. Segun-
do, los jueces sostuvieron que “la conducta cuya constitucio-
nalidad se cuestiona —la falta de invitación para participar
en un concurso privado de precios organizado por una de las
demandadas— encuentra fundamento bastante en el artícu-
lo 23 de la ley 23.697 que ninguna otra disposición, posterior y
LA
y 2284/91.
OM
cionales, obliga no sólo al Estado sino a las empresas privadas
prestatarias de servicios públicos, esto es, las empresas priva-
tizadas durante los años noventa en nuestro país.
.C
A) En primer término, el objeto de la ley es dar preferencias
relativas, tal como veremos más adelante, en el marco de la
“adquisición o locación de bienes” por sí mismo o en el con-
texto de un contrato de obra o servicios públicos. Es decir y
DD
vale recordarlo, la ley no comprende la construcción de obras
ni prestación de servicios.
B) En segundo término, el sujeto obligado es la Adminis-
tración Pública Nacional, los entes autárquicos, los entes des-
LA
OM
sión y financieros, el prorrateo de los gastos fijos y la ganancia
por unidad; menos los impuestos de las materias primas e in-
sumos y el impuesto al valor agregado sobre la mano de obra
y los servicios.
.C
del bien más los derechos de importación, impuestos y gas-
tos necesarios para su nacionalización en iguales condiciones
que un importador no privilegiado. El bien no nacional debe
DD
ser nacionalizado y entregado en el mismo lugar que el bien
nacional. Luego, debe sumarse el 7 % si compite con peque-
ñas y medianas empresas proveedoras de bienes de origen na-
cional y el 5 % si se trata de las otras empresas.
LA
OM
las pautas del propio decreto y —por el otro— el resto de las
contrataciones deben publicarse en la página de Internet de la
Oficina Nacional de Contrataciones, en el Boletín Oficial y en
un diario de circulación nacional, según el caso.
.C
de inversión, b) las contrataciones en cada caso particular y
c) la nómina de las ofertas recibidas, el monto de las mismas y
el nombre del adjudicatario.
DD
E) En quinto término, los proyectos de obras, bienes y ser-
vicios deben elaborarse de modo tal que permitan cumplir
con las preferencias a favor de los bienes de origen nacional y
con el régimen de contrate de la ley 18.875 que describimos en
LA
sea igual o inferior al de los bienes ofrecidos que no sean de origen nacional...”
(artículo 3º, ley 25.551).
(366) Ver, en tal sentido, el artículo 6° del decreto reglamentario. El recurso
debe presentarse ante el comitente que podrá hacer lugar a la petición o, en su
defecto, debe remitirlo en el término de cinco días hábiles desde su interposi-
ción ante la Secretaría de Industria. Por su parte, la resolución del Secretario de
Industria establecerá el rechazo del recurso interpuesto o la anulación del pro-
cedimiento o de la contratación de que se trate.
(367) El decreto reglamentario de la ley dispone que “la presentación de los
recursos administrativos deberá ajustarse a las formalidades y recaudos pre-
OM
y su decreto reglamentario restringen luego el concepto de le-
gitimación con exigencias de contenido económico.
Así, por ejemplo, el recurrente titular de un derecho subje-
tivo, es decir, aquel que tuviese derecho a participar en el pro-
ceso precontractual o de selección puede cuestionar el acto
.C
que lesione sus derechos siempre que cumpla con dos con-
diciones: a) realice una oferta en firme de venta y b) aporte la
correspondiente garantía de oferta (368).
DD
Por su parte, y según el decreto reglamentario —en caso
de denuncias— el denunciante debe acompañar una garan-
tía líquida cuyo monto debe guardar relación con los costos
que tenga la participación del Instituto Nacional de Tecnolo-
gía Industrial en su carácter de consultor en el trámite de la
LA
denuncia.
G) En séptimo término, la ley prevé como sanción, en caso
de incumplimiento del régimen por las empresas privadas
prestatarias de obras y servicios públicos o de sus subcon-
FI
OM
controvertidos.
.C
a) por un lado, el decreto-ley del año 1963 y la ley de
1970 recobran vigencia en razón de la derogación de
la suspensión dispuesta por la ley de emergencia eco-
nómica del año 1989 y siempre que no se opongan a la
DD
ley 25.551, y
b) en el marco del presente régimen deben aplicarse las
leyes 24.493 de mano de obra nacional y 25.300 de pe-
queña y mediana empresa, así como sus decretos re-
LA
glamentarios (369).
OM
contradictorias?
En primer lugar, en caso de lagunas o imprecisiones del
modelo deben sumarse unas con otras. Así, la ley 25.551 sólo
regula la adquisición y locación de bienes, pero no la contra-
tación de servicios y obras que sí está reglado por la ley 18.875
.C
mediante el criterio de reserva de mercado.
¿Cómo debemos integrar, entonces, ambas normas? ¿Qué
ocurre respecto de las obras y servicios? En tal sentido, el de-
DD
rán anunciar y/o difundir según las pautas que se establecen en esta reglamen-
tación, las que podrán ser complementadas e integradas por normas que dicte
la Autoridad de Aplicación, a saber: I) Las contrataciones de bienes, obras y/o
servicios cuyo importe no supere los pesos diez mil ($ 10.000), serán conside-
radas como gastos de caja chica o fondo fijo y estarán exentas de la obligación
LA
de publicación y/o difusión. II) Las contrataciones de bienes, obras y/o servi-
cios cuyo importe supere los pesos diez mil ($ 10.000) hasta el monto de pesos
cien mil ($ 100.000), en las que se prevea la participación de ofertas compuestas
por bienes no nacionales, deberán ser difundidas en la página de Internet de la
Oficina Nacional de Contrataciones (ONC) dependiente de la Subsecretaría de
FI
OM
local en los términos de la ley 18.785 (criterio subjetivo).
.C
en cuanto a los servicios de proyectos, dirección y construc-
ción de obra, éstos deben cumplir con la ley 18.785 (criterio
subjetivo) (371).
DD
En otras palabras, el decreto 1600/02 resuelve estos con-
flictos en los siguientes términos:
entre sus considerandos los artículos 7° y 8° de la ley 18.875 que ordenan, entre
otras cuestiones “la construcción de obras y la provisión de servicios, salvo ca-
sos excepcionales y aprobados previamente por una Resolución del Ministerio
competente, en los que se demuestren razones valederas para la licitación o con-
tratación internacional, se contratará exclusivamente con empresas locales”. En
particular, la parte resolutiva de la resolución citada dice que “que en los casos en
los que se lleven a cabo procedimientos de selección de índole nacional para la
construcción de obras o servicios alcanzados en el marco legal establecido por
la ley 18.875 y sus normas complementarias y modificatorias, sólo podrá admi-
tirse la participación de las Uniones Transitorias de Empresas u otras figuras de
colaboración empresaria cuando las mismas estén conformadas por integran-
tes que cumplan, estrictamente y en forma individual, con el carácter de em-
presa local, de acuerdo a lo previsto en el artículo 7° de la citada ley”.
OM
mano de obra nacional y pequeñas y medianas empresas, an-
tes mencionadas. ¿Cómo debemos resolverlo? Cabe aclarar
que si no existe contradicción entre las normas, éstas deben
integrarse sumándose unas con otras. Sin embargo en caso
de contradicción debemos recurrir al uso de las herramientas
y reglas propias de la dogmática jurídica, es decir, las normas
.C
posteriores desplazan a las anteriores, las normas especiales
sustituyen a las normas generales y además —en este contex-
to— las normas especiales y anteriores prevalecen sobre las
DD
normas generales y posteriores. Así, cuando la ley 25.300 re-
gula aspectos específicos (regla especial y anterior) desplaza
a la ley 25.551 (regla general y posterior).
OM
tradecir los tratados bilaterales de protección de inversiones
porque otorga preferencias —relativas o absolutas— a los na-
cionales.
.C
a) en primer lugar, el régimen de compre nacional que
prevé la ley 25.551 es de carácter objetivo ya que prote-
DD
ge el bien de origen nacional, más allá de la condición
del proveedor, y
b) en segundo lugar, la participación en un proceso de se-
lección es un paso previo a la inversión de modo que
éste no está alcanzado por el Tratado que sólo protege
LA
(374) Ver en igual sentido en el marco del Acuerdo General sobre arance-
les Aduaneros y Comercio (GATT) y de la Organización Mundial del Comercio
(OMC), el Acuerdo sobre Contratación Pública (Ronda del Uruguay de 1994).
Por su parte, en relación con las operaciones financiadas por agencias guber-
namentales de otros países y organismos internacionales, dice la ley que “se
orientarán al cumplimiento de los siguientes requisitos: a) el proyecto deberá
fraccionarse con la finalidad de aplicar el préstamo gestionado para cubrir ex-
clusivamente la adquisición de aquella parte de bienes que no se producen en
el país; b) en ningún caso se aplicarán las condiciones del acuerdo de financia-
ción a las compras no cubiertas por el monto de la misma. En el caso de haber
contradicción entre las previsiones expuestas en los incisos a) y b) y las que sur-
gieren de los convenios de financiación, prevalecerán estas últimas”.
OM
Así, señalaron los jueces, la empresa “no tiene efectua-
da ninguna inversión respecto de la que pida la pro-
tección del Acuerdo sino que la postula para formular
una propuesta de futura inversión —carece de legi-
timación sustancial para invocar el Acuerdo—”. Por
tanto, una vez excluido el Tratado bilateral, cabe apli-
.C
car en el marco de la controversia suscitada entre las
partes los principios generales del Derecho Internacio-
nal, en particular, el principio de reciprocidad. En este
DD
contexto normativo, los jueces decidieron rechazar el
planteo toda vez que la empresa española no probó en
el caso judicial concreto el cumplimiento del principio
de reciprocidad por España en relación con las empre-
sas argentinas en el territorio de ese país (375).
LA
OM
duce a reconocer al Estado extranjero cualquier preferencia
o privilegio que hubiese sido otorgada a un tercer Estado. Así,
aun cuando el “requisito de desempeño” sólo estuviese previs-
to expresamente en el Tratado con los Estados Unidos debería
trasladarse al ámbito de los otros tratados por el postulado de
nación más favorecida.
.C
En conclusión, el postulado de “requisitos de desempeño”
comprende el trato igualitario en el proceso previo de inver-
sión y, a su vez, en virtud del criterio de nación más favore-
DD
cida, es aplicable en el marco de cualquier Tratado bilateral
de protección. Además, en los casos de las empresas privadas
titulares de licencias, concesiones y permisos de obras o ser-
vicios públicos que, consecuentemente, están alcanzadas por
las previsiones de la ley 25.551 ya han realizado inversiones
LA
OM
mos, por caso: a) la importación de instalaciones completas,
b) la exigencia de condiciones imposibles de cumplir por las
industrias locales como, por ejemplo, los plazos de entrega y
c) las licitaciones sin la debida publicidad (377).
.C
XI. Los contratos en períodos de emergencia
OM
que ello fuese posible—, publicar en cartelera e informar a las
Cámaras empresarias; b) recibir otras ofertas; c) adjudicar sin
intervención previa del órgano de control externo cuando el
monto del contrato no superaba ciertas unidades de contra-
tación (378); d) publicar los anuncios sintetizados por dos días
como mínimo en el Boletín Oficial si el monto de la contrata-
.C
ción superaba las unidades de contratación, en cuyo caso el
contrato debía ser aprobado por el Ministro (379).
DD
XII. La modificación, rescisión y renegociación
de los contratos en situaciones de emergencia
OM
sación por la distorsión de los sistemas de ajustes de costos
contractuales” y que “a los efectos de preservar el principio
del sacrificio compartido, incluyan en sí mismos o por sepa-
rado un índice de reducción aplicable sobre las diferencias
resultantes”, siempre que el contratista acredite una distor-
sión significativa; 3) la refinanciación de la deuda en mora;
.C
4) la adecuación del proyecto constructivo a las necesidades
de ahorro efectivo de recursos cuando resulte técnicamente
posible; 5) la prórroga del plazo de ejecución; 6) la renuncia
DD
del contratista a su derecho de percibir gastos improductivos,
mayores gastos generales directos o indirectos, o cualquier
otra compensación o indemnización derivada de la reducción
del ritmo o paralización total o parcial de la obra y 7) la renun-
cia del contratista por el reclamo de otras compensaciones de
LA
OM
cosas, la adecuación del plan de trabajo, la financiación de la
deuda en mora en los términos del artículo 48 de la ley 13.064,
la renuncia del contratista de su derecho a percibir gastos im-
productivos, mayores gastos generales directos o indirectos
o cualquier otra compensación por reducción o paralización
total o parcial de la obra.
.C
Posteriormente, la ley 25.453 dispuso en su artículo 11 que
“los contratos de ejecución afectados por las reducciones dis-
puestas en el artículo 34 de la ley 24.156 podrán revocarse por
DD
razones de oportunidad, mérito o conveniencia en el caso de
que los contratistas o proveedores no acepten la reducción de
la contraprestación a cargo del sector público nacional, sien-
do de aplicación el artículo 26 de la ley 25.344”.
LA
OM
a saber, a) el impacto de las tarifas en la competitividad de la
economía y en la distribución de los ingresos, b) la calidad de
los servicios y los planes de inversión, cuando ellos estuvieren
contractualmente previstos, c) el interés de los usuarios y la
accesibilidad de los servicios, d) la seguridad de los sistemas
comprendidos y e) la rentabilidad de las empresas.
.C
Por su parte, la ley 25.790 dispuso —además de prorrogar
el plazo para llevar a cabo la renegociación de los contratos
de obras y servicios públicos— que las decisiones del Poder
DD
Ejecutivo no están condicionadas por las disposiciones conte-
nidas en los marcos de regulación y que las facultades de los
entes en materia de revisión contractual, ajustes y adecuacio-
nes de tarifas sólo pueden ejercerse si son compatibles con el
proceso de renegociación.
LA
OM
bre el proyecto de pliego de bases y condiciones particulares
en razón de la complejidad o el monto del contrato.
A su vez, según el decreto “toda persona que acredite fe-
hacientemente algún interés, podrá en cualquier momento
tomar vista de las actuaciones… desde la iniciación… hasta la
.C
extinción del contrato, exceptuando la etapa de evaluación de
las ofertas” (382).
Por su parte, los terceros deben acreditar su interés median-
DD
te cualquier medio probatorio, sin embargo la concesión de la
vista no otorga el derecho a realizar presentaciones en el expe-
diente (383). A su vez, el rechazo infundado a dar vista de las ac-
tuaciones es considerado falta grave del agente público (384).
Por otro lado, la reglamentación debe establecer qué actua-
LA
este Tratado.
OM
ciencia de tales sistemas” (386).
.C
principios:
a) transparencia,
DD
b) competencia, y
c) objetividad, (es decir, criterios objetivos de decisiones
que sean eficaces para prevenir la corrupción).
OM
En el mismo orden de ideas, el decreto delegado 1023/01
establece que el trámite de contratación debe llevarse a cabo
en un contexto de transparencia que se basará, entre otros as-
pectos, en la publicidad y difusión de las actuaciones admi-
nistrativas.
.C
¿Cuáles son los casos quizás más habituales de descono-
cimiento de las políticas de transparencia en el marco con-
tractual estatal?
DD
Por ejemplo, puede ocurrir que el órgano competente
—en acuerdo con alguno de los oferentes— redacte los plie-
gos de modo tal de favorecerlo. En tal sentido, el decreto
436/00 puntualmente dice que “no se deberán formular es-
LA
OM
en un lapso de tres meses contados a partir del primer día de
la convocatoria, se efectúe otra convocatoria para seleccionar
bienes o servicios pertenecientes a un mismo rubro comer-
cial, sin que previamente se documenten las razones que lo
justifiquen” (390).
.C
con el objeto de evitar la competencia entre ellos, aumentar
los precios que ofrezcan y concertar las adjudicaciones, en
perjuicio de los intereses del Estado y de terceros. Es decir,
DD
distribuirse las contrataciones entre los interesados.
OM
de la Ciudad de Buenos Aires (393). Esta ley se encuentra actual-
mente reglamentada por el decreto 754/08. A su vez, median-
te la disposición 50/08 de la Dirección General de Compras y
Contrataciones se aprobó el pliego único de bases y condicio-
nes generales (394).
.C
Cabe recordar que, con anterioridad al dictado de la ley
2095, en el ámbito del Poder Ejecutivo local resultaba de apli-
cación la Ley de Contabilidad —decreto-ley 23.354/1956— y
DD
su decreto reglamentario —decreto 5720/72— por disposición
de la ordenanza 31.655 (395).
OM
A su vez, están excluidos los siguientes contratos:
a) empleo público;
b) locaciones de servicios u obras con personas físicas;
.C
c) compras regidas por el régimen de caja chica;
d) contratos interadministrativos;
DD
e) contratos que celebre el Gobierno de la Ciudad con Es-
tados extranjeros, entidades de derecho público inter-
nacional e instituciones multilaterales de crédito;
f) contrataciones que se financien con recursos prove-
nientes de los Estados y/o de las entidades a que se
LA
(396) Cabe aclarar que los contratos sobre permisos y concesiones de bie-
nes del dominio público y privado, compra de inmuebles y locaciones y alqui-
leres con opción a compra se rigen por las disposiciones de la ley con excepción
del capítulo sobre “Organización del Sistema”.
OM
galidad, publicidad, difusión, eficiencia, eficacia, economía,
razonabilidad y transparencia.
Por su parte, el órgano competente tiene —entre sus facul-
tades— las prerrogativas de interpretar los contratos, modi-
ficarlos, decretar su caducidad, rescisión o resolución por ra-
.C
zones de oportunidad, mérito o conveniencia (el uso de esta
prerrogativa no genera derecho a indemnización en concepto
de lucro cesante), controlar, inspeccionar y dirigir los contra-
tos, ejecutar por sí o por terceros el objeto del contrato cuando
DD
el particular no lo hiciese, imponer penalidades y sanciones e
inspeccionar las oficinas y libros, entre otras.
En particular, en el procedimiento contractual debe cum-
plirse con ciertas formalidades. Así el órgano contratante
LA
OM
cia; licitación desierta o fracasada; obras científicas, técnicas
o artísticas; adquisición de bienes cuya fabricación o venta es
exclusiva de quienes tengan privilegio; compras y locaciones
que deban hacerse en el extranjero; compra de productos pe-
recederos y elementos destinados a satisfacer necesidades de
origen sanitario —en casos de emergencias— y notoria esca-
.C
sez de bienes en el mercado local e internacional.
OM
1) aumentar o disminuir el total adjudicado hasta en un
15% de su valor original en las condiciones y precios
pactados y con adecuación de los plazos. El aumento o
la disminución puede incidir sobre uno, varios o todos
los renglones de la orden de compra, siempre y cuando
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el total resultante no exceda los porcentajes previstos;
2) aceptar las entregas en más o menos, según lo permi-
ta el mínimo fraccionable, cuando por la naturaleza
DD
de la prestación exista imposibilidad de fraccionar las
unidades para entregar la cantidad exacta contratada.
Estas diferencias serán aumentadas o disminuidas del
monto de la facturación correspondiente sin otro re-
quisito, y
LA
OM
del vencimiento, la prórroga del plazo de entrega que
se estipule en la reglamentación.
c) La revocación o rescisión sin culpa del particular. Así,
cuando la autoridad administrativa revoque o rescin-
da el acuerdo, el proveedor tiene derecho a que se le
reconozcan los gastos, pero no el lucro cesante y los in-
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tereses por financiación.
d) La rescisión por culpa del particular. En tal caso, el con-
DD
trato queda rescindido cuando el contratista rechazó
la orden de compra o venta dentro del plazo reglamen-
tario, no entregó los bienes, no prestó los servicios de
conformidad con las reglas contractuales, transfirió o
cedió el contrato sin autorización o existió fraude de
su parte y ello fue determinante en la adjudicación de
LA
uu
(400) Ver, entre otros, los artículos 119, 120, 122, 128, 129, 130, 132, 133 de la
Ley de Compras y Contrataciones de la Ciudad (ley 2095).