Bautismo Con El Espíritu - Ed-1

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BAUTISMO CON EL ESPÍRITU SANTO

Mateo 3:11 LBLA “Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento,
pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno
de quitarle las sandalias; Él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.”

INTRODUCCIÓN

El bautismo con el Espíritu Santo es la promesa del Padre que fue anunciada por sus profetas,
siervos del Antiguo Pacto que profetizaron acerca de la Gracia que vendría después de ellos, es
decir en el Nuevo Pacto (1Pedro 1:10-12). Una de las profecías bíblicas más conocida del antiguo
testamento, que hace referencia al bautismo o derramamiento del Espíritu Santo, es la
pronunciada por el profeta Joel (aunque hay más profecías acerca de este advenimiento), el
profeta anunció que en los postreros días se cumpliría esta promesa del Padre (Joel 2:28). Por esta
razón, cuando los discípulos y apóstoles de Cristo fueron bautizados con el Espíritu Santo, el
apóstol Pedro hizo mención de la profecía de Joel; y la explicó (Hechos 2:16). No podemos decir
que en Hechos capítulo dos, fue la primera vez que se manifestó el Espíritu Santo; ya que desde el
principio el Espíritu de Dios se movía (Génesis 1:2), la escritura nos muestra al Espíritu Santo
pastoreando al pueblo de Israel en el desierto (Isaías 63:10-14), y nos deja ver que el Espíritu Santo
hablaba por boca de David y los profetas (2 Pedro 1:21, Hechos 4:25, 28:25). Sin embargo, el
Padre había reservado una manifestación distinta de su Santo Espíritu para el final de los tiempos
y había señalado un tiempo para su cumplimiento.

DESARROLLO

La Palabra de Dios, nos enseña que previo al derramamiento del Espíritu Santo en el bautismo,
Cristo debía subir primero al Padre y ser glorificado (Juan 7:39). Por esa razón, nuestro Señor
Jesucristo antes de su muerte, anunció la venida del Espíritu Santo, a quien presentó como el otro
Consolador y El Espíritu de Verdad (Juan 14:16-17). Aunque los profetas anunciaron el bautismo
del Espíritu Santo (Isaías 44:3), el último de los profetas del antiguo pacto que lo hizo fue Juan el
Bautista, quien profetizó que Cristo bautizaría con el Espíritu Santo. Por eso el Señor JESÚS, ya
resucitado, momentos antes de la ascensión; dijo a sus discípulos que esperaran la Promesa del
Padre, y que permanecieran en Jerusalén (Lucas 24:49), ya que en pocos días serían bautizados
con el Espíritu Santo (Hechos 1:5).

Nuestra comunión con el Espíritu Santo debe evolucionar, ya que desde que creímos en Cristo
Jesús como Señor y Salvador, comenzó nuestra relación con el Espíritu Santo y el Espíritu de Cristo
(Romanos 8:9-11). En el nuevo nacimiento se opera un milagro maravilloso en nuestra vida, ya que
el Espíritu de Cristo al resucitar y vivificar nuestro espíritu que estaba muerto, viene a morar en él;
y de esta manera se convierte en el receptor del Espíritu Santo, para que Él también haga morada
en nosotros. A esto le podemos llamar el parto gemelar, en el cual ambos, PARAKLETOS, hacen
morada en nosotros, el Espíritu de Cristo y el Espíritu Santo. Sin embargo, aparte del nuevo
nacimiento que nos permite ver el reino de Dios (Juan 3:3); para poder entrar en su Reino, debe
haber un nacimiento del agua (bautismo en agua para salvación) y un nacimiento del Espíritu,
bautismo con el Espíritu Santo para perfección (Juan 3:5).

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BAUTISMO CON EL ESPÍRITU SANTO
Mateo 3:11 LBLA “Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento,
pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno
de quitarle las sandalias; Él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.”

Entonces el Espíritu Santo lo recibimos al creer en Cristo, como un sello de garantía de


nuestra redención (2 Corintios 1:22, 5:5, Efesios 4:30), de manera que nos convertimos en su
habitación (Efesios 2:22), pero debemos avanzar al bautismo; en donde ya no es únicamente el Es-
píritu Santo habitando en nosotros, si no que somos nosotros sumergidos en Él. Recordemos que
un bautismo es una inmersión, en la cual somos sumergidos completamente. Cuando Cristo les
habló a sus discípulos de la promesa del Padre les dijo que serían investidos o revestidos del poder
de lo alto (Lucas 24:49). Interesante que la palabra investido y/o revestido se deriva del término
griego endúo G 1746 el cual significa: hundir en un vestido, poner sobre uno mismo, entrar,
dentro, meterse, dentro. Y esta sería la diferencia entre llenarse (meter dentro) y ser bautizado
(meterse dentro). En el Bautismo nos metemos dentro del Espíritu.

Los discípulos de Cristo siguieron un proceso que concluyó en el bautismo con el Espíritu Santo,
lo cual los llevó a una dimensión de gloria y poder que nunca habían experimentado. A pesar de
que Cristo les había dado poder y autoridad (exousia G1849, poder, competencia, fuerza, libertad,
capacidad, potestad) sobre espíritus inmundos, demonios y toda enfermedad, les dijo que cuando
el Espíritu Santo viniera sobre ellos, recibirían otra clase de poder (dunamis G1411: poder,
capacidad, eficacia, potencia, poder milagroso) que complementaría lo que habían recibido. Les
dijo que para poder ser testigos y cumplir con su ministerio tenían que ser llenos del Espíritu Santo
(Hechos 1:8), al igual que Cristo, que comenzó su ministerio hasta que fue bautizado con el Espíritu
Santo en el Jordán, luego de ser bautizado en agua (Lucas 3:21-22).

El Señor les dijo a sus discípulos antes de morir, el Espíritu Santo ya lo conocen porque está CON
ustedes, pero estará EN ustedes (Juan 14:17). Si nos damos cuenta, ya había una relación con el
Espíritu Santo, y en parte lo conocían, sin embargo, llegaría el momento en el que el Espíritu Santo
entraría en ellos, y lo conocerían aún mejor. También podemos ver que cuando Cristo resucitó y
se presentó ante ellos, sopló en ellos y les dijo recibid el Espíritu Santo, y ese fue el momento en
el que el Espíritu Santo entró a morar dentro de ellos (Juan 20:22). Sin embargo, todavía no habían
sido bautizados por el Espíritu Santo, ya que Cristo no había sido glorificado aún. Unos días
después de la ascensión de Cristo, el Espíritu Santo se derramó SOBRE ellos y los bautizó y llenó
con poder de lo alto (Hechos 2:1-4). Por lo que el Espíritu Santo primero estuvo con ellos, luego
en ellos y por último sobre ellos en el bautismo. Esto nos enseña que al Espíritu Santo lo debemos
recibir varias veces y de diferentes maneras.

Hay algo muy peculiar que nos ayuda a identificar el bautismo con el Espíritu Santo y diferenciarlo
de otras manifestaciones; y es que cada vez que se habla de ese mover o derramamiento, se deja
ver que el Espíritu Santo viene SOBRE aquellos que están siendo bautizados. Veamos algunos
ejemplos:

• “Y sucederá que después de ésto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne; y vuestros hijos
y vuestras hijas profetizarán...” LBLA Joel 2:28
• “Pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros...” LBLA Hechos 1:8
• “Y he aquí, yo enviaré sobre vosotros la promesa de mi Padre...” LBLA Lucas 24:49
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BAUTISMO CON EL ESPÍRITU SANTO
Mateo 3:11 LBLA “Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento,
pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno
de quitarle las sandalias; Él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.”

• “Mientras Pedro aún hablaba estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los
que escuchaban el mensaje.” LBLA Hechos 10:44
• “...Se quedaron asombrados, porque el don del Espíritu Santo había sido derramado
también sobre los gentiles,” LBLA Hechos 10:45
• “Y cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y hablaban en
lenguas y profetizaban.” LBLA Hechos 19:6
• “Cuando comencé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, tal como lo hizo sobre
nosotros al principio.” LBLA Hechos 11:15
• “... Oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, pues todavía no había
descendido sobre ninguno de ellos...” LBLA Hechos 8:15-16.

El apóstol Pablo encontró a algunos creyentes que no habían sido bautizados en agua para
salvación, y tampoco habían sido bautizados con el Espíritu Santo, es más, nunca habían oído
acerca de Él (Hechos 19:1-3). Pablo les preguntó si habían recibido el Espíritu Santo cuando
creyeron, pero no se refería a recibirlo como el sello de garantía para nuestra redención, se refería
a recibirlo en el bautismo. Por eso fue que después de bautizarlos en agua para salvación, puso
las manos sobre ellos; y entonces recibieron el bautismo con el Espíritu Santo y hablaron en
lenguas y profetizaban (Hechos 19:6).

Hablar en nuevas lenguas o lenguas del Espíritu, es una señal que evidencia que alguien ya ha sido
bautizado con el Espíritu Santo. Esto lo podemos ver en Hechos 2:3-4, cuando los apóstoles fueron
bautizados; también lo podemos encontrar en Hechos 10:45-46 en la casa de Cornelio, cuando él
y todos los que estaban en su casa oyendo el mensaje, creyeron y fueron bautizados con el Espíritu
Santo y comenzaron a hablar en lenguas. El hablar en lenguas es una de las señales que Cristo dijo
que seguirán a los que creen en su nombre (Marcos 16:17); una señal que también fue profetizada
en el antiguo testamento (Isaías 28:11), y explicada en el nuevo testamento (1 Corintios 14:21).

Cuando los gentiles en casa de Cornelio hablaron en lenguas, habían recibido el Don del Espíritu
Santo, nombre que se le da también a la promesa del Padre y bautismo con el Espíritu Santo
(Hechos 10:45, 11:17). Por eso es que el apóstol Pedro decía a los que oían el mensaje
“Arrepentíos y sed bautizados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). Cuando Pedro
los oyó hablar en lenguas se recordó de las palabras dichas por el Señor antes de la Ascensión,
concerniente al bautismo con el Espíritu Santo (Hechos 11:16).

Es importante hacer la diferencia entre el don del Espíritu Santo y los dones del Espíritu Santo. El
don es único en su género, los dones son diversos. Cuando la Biblia se refiere al don del Espíritu
Santo está hablando del bautismo; y por eso emplea un término griego distinto (doreá G 1431)
don libre, regalo, gratificación). Mientras cuando se refiere a los dones del Espíritu Santo, se utiliza
el término griego carisma G 5486 que significa dádiva, don de gracia, concesión espiritual. Estos
los podemos encontrar en la carta a los Romanos y primera carta a los Corintios, ambos en el
capítulo doce.

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BAUTISMO CON EL ESPÍRITU SANTO
Mateo 3:11 LBLA “Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento,
pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno
de quitarle las sandalias; Él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.”

Para poder recibir los dones carismas, primero hay que recibir el don doreá. Podemos de-
cir que el don del Espíritu Santo (bautismo) habilita los dones del Espíritu. El bautismo con el
Espíritu es el receptor de esos dones preciosos, que son regalos para la edificación de la iglesia.

CONCLUSIÓN

El bautismo con el Espíritu Santo nos llena del poder (dunamis) de lo alto, nos habilita para recibir
dones espirituales que nos ayudarán a cumplir el ministerio (servicio). También engendra en
nosotros frutos de vida que serán manifestados en nuestra manera de vivir (Gálatas 5:22), nos da
la capacidad de hacer morir las obras de la carne (Romanos 8:13), y no satisfacer sus deseos
(Gálatas 5:16). Por lo que estar inmersos en el Espíritu de Dios, nos ayudará a alcanzar la
perfección.

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