135 Del Football Al Futbol

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El Pacto Federal de Anáhuac

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Del football al futbol

Alberto Gómez Barbosa


Seminario de Cultura Mexicana
Corresponsalía Guadalajara

Orígenes

Hay antecedentes de juegos parecidos a lo que hoy


llamamos futbol, desde tiempos muy antiguos: en
China, Japón, Grecia, Roma y desde luego en zonas
de Mesoamérica, incluyendo nuestra región, se
practicaban confrontaciones parecidas, lejanamente, al
actual deporte que es, quizá, el más popular de todos.
A la fecha se mantiene una añeja tradición: el
Calcio Florentino, que está reglamentado desde el
año de 1580; se forma cada equipo de 27 jugadores
y despierta mucho interés su campeonato anual en la
ciudad de Florencia, Italia. Pero la práctica del futbol
actual, nació en las universidades de Inglaterra a fines
del siglo xix, siguiendo la reglamentación que, en 1863,
tomando en cuenta las normas vigentes en Sheffield,
publicó la Universidad de Cambridge.
Consistía el reglamento en 13 normas, sencillas,
y dio pie a la formación de la Football Asociation,
que promovió la creación de la Football League que
promovió las primeras competencias de la historia.
Luego se agregó al nombre del juego la palabra “soccer”
seguramente para diferenciarlos de otros deportes
similares.
El sistema colonial de los países europeos diseminó
el naciente deporte que ya se jugaba en toda Europa,
a otros continentes; a las repúblicas americanas llegó
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pronto. La primera liga de futbol en América fue la
argentina, fundada en 1891; diez años después en 1901
se jugó el primer partido internacional en América:
Argentina contra Uruguay.
En 1904 se fundó, en París, la Fédération
Internationale de Football Association, la fifa, que a
la fecha rige los destinos de ese deporte en el mundo,
con un número de países afiliados superior al de los
miembros de las Naciones Unidas.
A México llegó el futbol con el siglo xx. En
1901, con irlandeses que llegaron a Orizaba se formó
el Orizaba Athletic Club y con mineros ingleses,
trabajadores de la empresa Real del Monte, el Pachuca
Athletic Club; en ambos se inició la práctica del
football. Pronto, en 1902 se formaron equipos en la
capital y el 19 de octubre de ese año se disputó la
primera competencia nacional habiendo resultado
campeón el Orizaba.

El futbol llegó a Guadalajara

El 8 de mayo de 1906 se fundó el Union Football Club,


en la ciudad de Guadalajara, promovido por un grupo de
jóvenes empleados o cercanos a las tiendas francesas,
liderados por Edgar Everaert de nacionalidad belga,
quien vino a trabajar con la familia Gas en la tienda
“La Ciudad de México”. Se hizo amigo de Calixto
Gas y ambos formaron el equipo “Unión” nombre que
significaba la camaradería y concordia que existía entre
jóvenes de varios países. Fueron fundadores, además de
los mencionados, Max Woog, Ernesto Caire, Esteban
y Francisco Palomera, Alfonso Cervantes, Ramón
Gómez, Augusto y Calixto Teissier, Julio Bidart, Luis
Pellat, Pedro, Pablo y Juan O’Kellart y Gregorio y
Rafael Orozco.
En febrero de 1908, en reunión en casa de la señora
Nicolasa Sainz, abuela de los Orozco, se propuso
el cambio de nombre del Unión a Club Deportivo
Guadalajara, eligiéndose como primer presidente a
Rafael Orozco y decidiendo cambiar el uniforme, hasta
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entonces todo blanco, por camisa a rayas rojiblanca y
pantaloncillo azul marino.
Se organizó el primer campeonato el mismo año,
1908, en el que participaron el Guadalajara, Liceo de
Varones, Eclaire, Atlético Occidental y Excélsior del
Instituto San José de los Jesuitas. Se jugaba, entonces,
en Unión y Bosque, terrenos de los Orozco, en campo
de la cervecería “La Perla” y en otro predio de la
familia citada, cercano al antiguo Círculo Francés. Se
fueron formando nuevos equipos, en 1908 el Deportivo
Colón, en 1915 el Victoria y el Nacional, en 1916 el
Latino y el Atlas, este último integrado mayormente
por jóvenes que habían estudiado en la Gran Bretaña,
los Fernández del Valle, los Orendain, los Collignon,
Juan José “Lico” Cortina y otros; en 1917 el Águila,
el Morelos y el Colón.
El 5 o 6 de enero de 1923, Albino Ruvalcaba,
joyero, formó el equipo Oro, basado en trabajadores
de la orfebrería y jóvenes del barrio de San Felipe de
Jesús. Dio mucho impulso su fundador al equipo áureo,
tuvo como apoyo y continuador a Felipe Martínez
Sandoval; construyeron un parque de futbol en una
manzana grande delimitada por las calles de Gigantes
y Gómez Farías, las calles 30 y 32 del sector Libertad,
parque sencillo, pero bien ubicado, inaugurado el
20 de julio de 1930, que desplazó a los del Atlas y
Guadalajara que estaban, el primero a medio camino a
San Pedro Tlaquepaque, en el paradero de los tranvías,
y el segundo en Unión y Bosque, entonces zona
deshabitada.
En 1926 comenzaron a realizarse encuentros entre
equipos de la ciudad de México y de Guadalajara.
El Atlas invitó al Tigres de la capital, triunfando los
rojinegros; luego el Guadalajara enfrentó en tres
encuentros al América, el 10 de octubre en el campo
de Unión, empataron a un gol, al siguiente día en el
Paradero, ganó el Guadalajara por 2-1 y el día 12
volvió a ganar el Guadalajara por el mismo marcador.
En ambos juegos lució como goleador “Tacho” Prieto,
de la dinastía de grandes deportistas.
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Los ancestros nos contaban de los equipos
extranjeros que en aquellos tiempos en que los viajes no
eran nada fáciles, vinieron de Sudamérica y de Europa.
En marzo de 1927 el Colo Colo de Chile, venció por
4-1 a un combinado Guadalajara-Atlas y en el segundo
juego, el Guadalajara consiguió empatar. En 1929, el
Sabaria de Hungría, goleó en el campo de la avenida
Unión al Oro ¡8-0! En 1933 vino el Audax de Chile a
jugar el 30 de abril contra el Nacional; empataron a dos
goles y salomónicamente, decidieron cortar la copa y
entregar la mitad a cada uno de los contendientes. El
corte de la copa lo realizó el patriarca de la dinastía
Prieto, don Maximiano.
El 23 de agosto de 1927 se creó la Federación
Mexicana de Futbol que sustituyó a la Federación
Central. Existía el antecedente del Campeonato del
Centenario, jugado en 1921 en el que participaron
equipos de la ciudad de México: Germania, España,
Asturias, América, México, Deportivo Internacional,
Amicale Francaise, Luz y Fuerza del Centro y Morelos,
así como el Sporting de Veracruz, Iberia de Córdoba,
ado de Orizaba, Atlas y Guadalajara de Jalisco y
Pachuca de Hidalgo. El primer campeonato que
organizó fue el 1927-1928 en el que participaron ocho
equipos de la capital. En 1929 se afilió a la Federación
Internacional de Futbol Asociación, la fifa y desde
entonces forma parte de esa organización.
Todos esos años el futbol se jugó bajo las reglas
que habían establecido los ingleses, quienes primero
reglamentaron el juego, y se usaba el idioma inglés para
denominar las diferentes variantes que se presentaban,
sobre todo las faltas al reglamento, y así se hablaba
de “free kick”, ahora “tiro libre”, de “corner” que
denominamos “tiro de esquina”, “penalty” hoy “penal”,
“off side” que es el “fuera de juego” actual, a los árbitros
se les llamaba “referee” y a los abanderados “lineman”.
En los cinco primeros años de la década de los
30 se fueron consolidando los equipos jaliscienses
jugando torneos regionales, como también era el caso
de la ciudad de México, como antes quedó apuntado.
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Guadalajara, Atlas, Oro, Nacional, Latino, Marte,
Colón, Oriente e Imperio participaban en los torneos de
primera fuerza que resultaban muy interesantes y aun
siendo futbol amateur, el Parque Oro y otros en los que
se jugaba, se llenaban de aficionados, cada domingo,
para gozar del espectáculo deportivo. Esos años el
equipo que más fama y títulos logró fue el Nacional,
nacido en el barrio de Mexicaltzingo; era el rival más
fuerte del Guadalajara en competencias locales y llegó
a tener momentos de gloria como el 17 de noviembre
de 1935 cuando derrotó al Necaxa de la capital, el
famosísimo equipo de los “Once Hermanos”.
El Atlas sufrió una sequía de campeonatos de
quince años, pues había conseguido el de 1921 y no
fue sino hasta 1936 cuando volvió a ser campeón de
primera fuerza. Por esos años ingresaron a la liga
equipos “hilanderos”: Imperio de La Experiencia,
Occidente de Atemajac y Río Grande de El Salto,
todos ellos con apoyo de los propietarios de las fábricas
textiles. Siempre han sido equipos amateurs, pero han
dado muchos grandes jugadores para los de primera
fuerza estatal y luego para los de Liga Mayor y Primera
División. Como ejemplo, el Imperio ha desarrollado
más de 200 jugadores de primer nivel como “Pina”
Arellano, “Pistache” Torres, “Jamaicón” Villegas y un
largo etcétera. Era equipo bravo, buscando siempre el
ataque, por lo que, desde su defensa, cuando era posible
prender un balón a modo, lo lanzaban elevado y muy
largo buscando a sus delanteros, lo que provocaba el
grito ¡Arriba Imperio! que aún ahora se escucha hasta
en las narraciones del “Perro” Bermúdez en los partidos
de Primera División.
El Occidente fue también semillero de grandes
jugadores, baste mencionar al “Chepe” Naranjo, del
Oro y de la selección nacional, que jugaba el interior
derecho en gran forma, “Chivo” Mercado y otros; la
rivalidad entre Imperio y Occidente era enorme, cuando
esos partidos se jugaban corría la pasión y muchas veces
fueron llevados al campo “Oro” como preliminares de los
juegos de la Liga Mayor y luego de la Primera División.
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Fundado en 1918 a la sombra de la fábrica de
tejidos Río Grande, a la que alimentaba de fuerza la
entonces bellísima cascada del Salto de Juanacatlán,
este equipo hilandero fue semillero, también, para
equipos de mayor categoría pues nunca ha abandonado
el amateurismo. Se habla de los sacrificios que hacían
los jugadores para venir a competir en el desaparecido
Estadio Municipal, cercano al Agua Azul, pues no
había muchos transportes de Juanacatlán a Guadalajara
y salían a las cuatro de la mañana, a pie, para llegar
a tiempo a su partido y luego de jugar regresar de la
misma forma al pueblo. Parece manda. Fue el Río
Grande semillero de buenos jugadores, inolvidables
son el “Pelón” Gutiérrez y “Pablotas” González quienes
en el Guadalajara de los años cuarenta y principios
de los cincuenta fueron ídolos. Ambos corpulentos,
hasta pasados de kilos diría yo, se movían en el campo
de manera increíble y aprovechaban su corpulencia
para atajar a los rivales. Inolvidables eran los duelos
sostenidos en liga mayor, por el “Pelón” con Horacio
Cazarín, legendario centro delantero del Atlante
capitalino, quien, por cierto, filmó la película “Los
Hijos de Don Venancio” con Joaquín Pardavé y un
gran reparto, siendo memorables las escenas de los
partidos tanto de cancha como las de tribuna actuadas
por Pardavé, quien arma una gresca protestando por
una falta que sufrió, en la cancha, su hijo protagonizado
por Cazarín.
Fue un gran equipo la Selección Jalisco y era un
gran honor para los jugadores tapatíos pertenecer a
ese grupo, casi eran como seleccionados nacionales el
día de hoy. Fue formada en 1926 a base de jugadores
del Guadalajara, Atlas, Oro y Nacional, sirvió para
presentar el futbol de Jalisco principalmente en la
ciudad de México donde tuvo actuaciones brillantes,
pero, por otra parte, exhibió el talento tapatío con el
resultado de que fueron contratados por equipos de
allá muchos de los buenos jugadores debilitando a los
equipos tapatíos.
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De los primeros jugadores en esa selección, los
de mucha edad recordamos al “Pelón” Gutiérrez y
“Pablotas” González, “Pirracas” Castellanos, Fausto y
Max Prieto, “Terile” Sánchez, Luis Reyes, patriarca de
la dinastía, “Tilo” García, “Zarco” Vázquez, “Cosas”
López y Wintilo Lozano. En el año de 1937 fue invitada
la Selección Jalisco a viajar a Colombia donde se
enfrentó a equipos de varias naciones sudamericanas
convirtiéndose en el primer equipo de futbol de algún
estado de nuestro México que viajó al extranjero.
En 1943 las Ligas de Jalisco, Veracruz y del
Distrito Federal se fusionaron y crearon la Liga Mayor
Profesional, con lo cual la Selección Jalisco fue disuelta
y los jugadores tomaron lugar en sus respectivos
equipos para que compitieran en la nueva liga, los
tapatíos Guadalajara, Atlas y Oro. Todos los juegos
de los equipos de Guadalajara se jugaron en el Parque
Oro, luego llamado Parque Felipe Martínez Sandoval
en honor del presidente del club por muchos años y
directivo muy comprometido con su equipo mayor,
hasta que fue inaugurado el Estadio Jalisco a principios
del año 1960.

Sangre ibérica en el futbol de México

Demos un pasito atrás porque hay que recordar las


visitas que hicieron dos destacados equipos de España,
iniciada la guerra civil en aquel país, ambos de regiones
decididamente separatistas, para recabar fondos que
hicieran posible la supervivencia de aquellos equipos
en medio de la economía destrozada por la guerra.
El primero de ellos fue el Barcelona, actualmente
uno de los más grandes equipos del orbe, desde
entonces de gran fama, que estaba pasando una etapa
muy difícil, al borde de la quiebra, como narra Frederic 1. Cuya reciente edición en nuestro
Porta i Vila, periodista deportivo y estudioso de la país se debió al entusiasmo del
historia del Barça, autor de ocho libros sobre el tema, doctor José M. Muriá. Frederic
Porta. El Barça y México en 1937.
en el titulado El Barça y México en 1937. Tiempos de Tiempos de Cárdenas. México:
Cárdenas.1 Miguel Ángel Porrúa, 2022.
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Porta afirma que durante la Guerra Civil española
sufrió el Club Barcelona la situación más difícil de
su centenaria trayectoria y que, “sin la intervención
del México de Lázaro Cárdenas, la supervivencia
del equipo catalán hubiera resultado poco menos que
imposible”. Iniciada la Guerra Civil el 18 de julio de
1936, las atrocidades se dieron pronto y así, fue fusilado
por el bando franquista el presidente del fc Barcelona y
activo político José Suñol, quedando en situación muy
difícil el club del que quisieron apoderarse anarquistas
de sindicatos, siendo esto evitado por dos leales
empleados del club, Ángel Mur y Rossend Calvet,
quienes afiliaron a toda la plantilla de empleados a la
Unión General de Trabajadores para no caer en manos
de los anarquistas. Los jugadores fueron informados de
la situación y que no sería posible mantener acuerdos,
ni sueldos ni la ficha anual.
En esas circunstancias en las oficinas del club se
recibió una invitación del Club Asturias de la ciudad
de México para que el Barcelona sostuviera cinco
partidos en esa ciudad. Tras negociaciones infructuosas,
se llegó a la tercera invitación y fue un empresario
catalán, Manuel Mas Serrano, avecindado en México,
quien arriesgó los 15 mil dólares de garantía para seis
partidos amistosos.
Se organizó la expedición con solo 16 jugadores.
Salieron en tren de Barcelona el 18 de mayo de 1937,
rumbo al puerto francés de Saint Nazaire donde
embarcaron seis días después en el Mexique. De los
seis partidos pactados, cuatro fueron ganados por los
catalanes y dos por equipos mexicanos. El contrato se
extendió por cuatro partidos más que fueron ganados
dos por los barceloneses y dos por los mexicanos, la
gira fue un éxito, se estrecharon lazos entre México y
Cataluña y los jugadores fueron agasajados todos los
días con fiestas, comilonas, hubo quienes derramaron
lágrimas al despedirse de México.
La gira fue un éxito, también en lo económico, pues
la cosecha de dólares que levantaron fue decisiva para
la supervivencia del club. Uno de los más destacados
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jugadores, por no singularizar, Martí Ventolrá, conoció
a la sobrina consentida del Gral. Cárdenas, Josefina,
ambos se enamoraron y el jugador decidió quedarse en
México donde luego se casó, y castellanizó su nombre
y muy reconocido como “el Maestro” Martín Vantolrá,
jugó en el Atlante hasta sus 42 años de edad.
Además de Ventolrá, otros ocho jugadores se
quedaron en México: Urquiaga, que luego fue portero
del España y el Veracruz, Iborra portero, también del
España y Puebla, Munlloch delantero del Asturias y del
Atlante, Pedrol, Gual, el famoso “Gavilán” Fernando
García, Bardina y Taché.
Luego de la serie de brillantes encuentros que
sostuvo el Barcelona, arribó a México para una gira
exitosísima la Selección Vasca, Euskal Selekzioa en
su idioma, compuesta por una verdadera pléyade de
estrellas, equipo que venía de realizar una gira por
Europa donde casi todos fueron triunfos para los vascos.
Llegaron a Veracruz donde sostuvieron los primeros
tres de quince partidos en esa primera etapa.
Estando en México, la selección buscó afiliarse a
la Federación Mexicana pues la Federación Española
había tenido problemas con la fifa y los vascos
necesitaban estar afiliados a una asociación para poder
continuar su gira. Fue un fracaso su viaje a Argentina
pues la fifa no permitió que jugaran y tuvieron que
regresar a México donde, un tanto diezmado el equipo,
participó en juegos en la capital y Guadalajara; en
esta ciudad disputó la copa For-Bec patrocinada por
Las Fábricas de Francia, la cual obtuvieron los vascos
derrotando dos veces a la Selección Jalisco y una al
América.
No podía participar como selección y se optó
por ponerle al equipo el nombre de Euzkadi, con el
cual compitió haciendo un buen papel pues terminó
en segundo lugar, solo superado por el Asturias,
habiendo anotado su centro delantero, Isidro Lángara,
18 goles. Hay que aclarar que no fue el Euzkadi la
Selección Vasca como equipo completo, muchos
de sus integrantes se habían separado por razones
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familiares, porque fueron contratados por equipos de
otros países, etc., lo que quedó del grupo original fue
lo que constituyó al Euzkadi.
Finalizada la Guerra Civil en España, la agrupación
futbolística que compitió en México decidió regresar
a su país, dando libertad a quienes quisieron quedarse
o aun viajar a países sudamericanos donde pudieron
contratarse, como Argentina, Uruguay y otros.
Muchos de ellos regresaron a México, donde
jugaron con equipos de la Liga Mayor que agrupaba
equipos de la capital; Lángara fue jugador del España
varios años. Poseedor de fuerza excepcional de piernas,
golpeaba el balón con tal vigor que, se dice, rompió
más de algún larguero de aquellas porterías que eran de
madera, quizá ayudaba que el balón de cuero entonces,
era pesado y duro y al ser impulsado por Isidro, lo
convertía en verdadero cañonazo. Por muchos años, aun
en los campos llaneros, se le gritaba ¡No seas Lángaro!
al jugador que tomaba el balón y no lo pasaba a sus
compañeros, recordando al vasco que podía tomar un
balón al medio campo y llevarlo, driblando contrarios
hasta el punto de donde podía “chutar” y hacer gol. Era
asiduo a las mesas de café de un establecimiento que
estaba frente a la catedral, en México, donde pasaba
horas de la tarde charlando con amigos. Siendo yo niño,
me tocó verlo varias veces pues nos alojábamos en el
Hotel Metropolitano que estaba adjunto.

El futbol en México se profesionaliza

En el año de 1943 la Liga Mayor extendió su territorio


a varios estados de la república: Jalisco, Guanajuato,
Veracruz, etc., recibiendo equipos que engrandecieron a
la competencia pues con anterioridad, como ya se dijo,
el campeonato principal lo disputaban solo equipos de
la ciudad de México. Para el primer campeonato fueron
invitados Guadalajara y Atlas de la Perla Tapatía, el Oro
logró su ingreso hasta el siguiente campeonato, 1944,
en el cual, por cierto, quedó en último lugar.
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Así, la afición tapatía pudo presenciar encuentros
con equipos profesionales, jugadores de calidad y un
espectáculo mucho mejor, en el Parque Oro, el primero
de mampostería en la república, que alojó por muchos
años los partidos de Liga Mayor y luego de Primera
División de todos los equipos de Guadalajara, hasta
la construcción del Estadio Jalisco, también pionero
en la república, de los estadios construidos exprofeso
para el futbol.

Los equipos de Jalisco

En 1943 el plantel base del Guadalajara estaba


compuesto por el Poeta Pérez portero, defensas: Pelón
Gutiérrez y Rafles Orozco, medios: el Chato Hidalgo,
Wintilo Lozano y el Zarco Vázquez, delanteros: Tilo
García, Max Prieto, Pablotas González, Luis Reyes
y José Antonio Torres. Al siguiente año se integró el
jovencito Javier de la Torre, aguascalentense, estudiante
de ingeniería que fue bien acogido por los partidarios
del equipo quienes lo apodaron El Chamaco. Extremo
izquierdo veloz y habilidoso, surtía de balones
elevados para ser rematados por Max o por Pablotas.
Fue seleccionado nacional y al retirarse como jugador
fue entrenador de las ya Chivas en una etapa exitosa
del equipo. Sus hijos y sobrinos le siguieron como
jugadores, cronistas y entrenadores.
El club Atlas fue invitado, también, en 1943 para
formar parte de la Liga Mayor, pronto, los rojinegros
se movilizaron y por 1945 contrataron un grupo de
jugadores argentinos: Eduardo Valdatti, Luis Carniglia,
Norberto Pairoux y dos costarricenses, el Osito Solano
y Edwin Cubero, conformando un cuadro competitivo
con el Ranchero Torres en la portería, Chapetes Gómez
y Felipe Zetter en la defensa, en la media Pelón Silva,
Valdatti y Chita Aldrete y en la delantera el Niño Flores,
Carniglia, Pairoux, Solano y Edwin Cubero.
Ese equipo, bajo el mando del inolvidable
“Che” Valdatti, ganó el torneo Copa México 1945-46
derrotando en la final al Atlante en la capital en partido
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de alarido que se jugó a tiempos extras el cual ganaron
los rojinegros por marcador de 5-4. La fanaticada los
recibió en la entonces céntrica estación del ferrocarril
y los llevaron en hombros hasta el quiosco de la Plaza
de Armas. Ganó también la Copa de Campeón de
Campeones derrotando al campeón de liga, Veracruz,
por 3-2.
El tercer equipo representativo de Jalisco en la
Liga Mayor fue el Oro. Quedó consignada su fundación
por joyeros del barrio de Oblatos, luego la construcción
del parque que llevó muchos años el nombre del club,
que fue cambiado por el de Felipe Martínez Sandoval
y que llegó a la primera división un año después que
el Guadalajara y el Atlas, en 1944.
Pronto vio don Felipe que su equipo, con solo
jugadores locales, no era rival para los demás de la
Liga Mayor y así, chequera en mano, hizo el largo viaje
hasta Argentina, cuya Federación se había separado
de la fifa y ello convertía a los jugadores en agentes
libres que podían firmar independientemente, sin pagos
a los clubes. Se trajo el señor Martínez Sandoval a
un grupo de grandes jugadores rioplatenses: Luis
Bernabé Heredia, portero, Nicolás Palma, defensa,
Piola Mendoza, centro medio, Carlos Cirico, interior,
Bienvenido Paranza, extremo izquierdo y Atilio
Mellone, paraguayo, centro delantero.
El primer juego que presencié –fue todo un
acontecimiento– Oro contra Veracruz, con el Oro
alineando a Heredia, el Güero Sainz y Palma, Molestias
Núñez, Piola y el Diablo Romo y Ruiz Pizano,
Chepe Naranjo, Mellone, Cirico y Paranza; por los
veracruzanos solo recuerdo a su rechonchito portero,
el Chavo Urquiaga, de aquellos catalanes que vinieron
con el Barcelona y se quedaron aquí. Esto fue en el
campeonato 1945-46.
Fuimos, mi papá y yo, aficionados de hueso
colorado a partir de ese momento, no faltamos casi a
ningún partido que se celebrara en el Parque Oro y de
entonces guardo muchos recuerdos pues quedan muy
grabados los de la niñez y yo tenía entonces 10 años.
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Puedo repetir las alineaciones de Guadalajara y Atlas
de esos años, también.
Los precios eran muy accesibles: sol general $1.50,
sombra $3.00 y sombra numerada que era la gradería
del oriente del parque, $4.50, era una diversión popular,
muy alcanzable para todos y se jugaba a las 12:00 horas
de los domingos. Había gran ambiente en las tribunas,
no había grupos organizados de porristas, pero más
de alguno, luego de un gol o una buena jugada, se
levantaba y organizaba una porra que era coreada por
los partidarios del equipo merecedor, recuerdo a “La
Rebeca”, un güero que ocupaba lugar en las alturas de
la tribuna numerada, muy ocurrente con sus gritos en
favor del Guadalajara y promotor de las porras a ese
equipo. En la ciudad de México era infaltable, alrededor
de la cancha, Jesús Martínez “Palillo”, cómico de origen
tapatío que hizo furor en la capital y que con enorme
sombrero de soyate, dirigía las porras cuando jugaban
el Guadalajara o la Selección Nacional.
Los juegos entre Atlas y Guadalajara eran
disputadísimos y como la afición repartía sus
preferencias entre esos equipos, la rivalidad y la pasión
que despertaban eran, desde entonces, muy grandes
y así los cronistas empezaron a llamarle el “partido
clásico” para que luego, tras la comercialización salvaje
de este deporte, se llame así a cualquier encuentro.
Fueron muchos años brillantes de aquella Liga
Mayor, en la que participaron equipos que luego se
retiraron como el ado de Orizaba y el Moctezuma de
la cervecería de ese nombre, también de Orizaba.
Años más tarde en Guadalajara, el equipo Nacional
–por cierto, el segundo fundado en esta Perla, en
1915, luego del Guadalajara y antes del Atlas–, llegó
a Primera División en 1960, impulsado por un grupo
de zapateros que encabezaron Daniel Jaime, sus hijos
y Luis Beloglovsky.
La Universidad de Guadalajara compró en 1970
una franquicia y participó algunos años con su equipo
Leones Negros en la Primera División, habiendo
realizado la primera contratación millonaria en el futbol
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mexicano cuando compraron a Nacho Calderón al
Guadalajara. La Universidad Autónoma de Guadalajara
llevó un equipo a la primera división, los Tecos, en
el año de 1975. Fueron campeones en la temporada
1993-94 y tuvieron en sus filas entrenadores de la talla
de Carlos Miloc, Diego Mercado, Bora Milutinovic,
Alberto Guerra, Javier de la Torre y Víctor Manuel
Vucetich, así como jugadores importantes: Zdenko
Muf, Duilio Davino, Osmar Donizete, Hugo Enrique
Kiesse quien anotó 108 goles con el equipo, Eustasio
Rizo y muchos más.
Por muchos años los futbolistas, aún los de Liga
Mayor que eran considerados profesionales, recibían
de los equipos sueldos que no ajustaban para llevar
una vida acomodada y así, la mayoría tenían trabajo o
negocios que apuntalaban el gasto familiar: el “Niño”
Flores del Atlas, tenía un taller de torno, Felipe Zetter
regenteaba los negocios familiares de fábrica y tienda
de ropa, Rodrigo Ruiz ayudaba en la sastrería de su
padre, “Pablotas” y el “Pelón” Gutiérrez eran obreros
de la fábrica de hilados de El Salto, Max y Fausto Prieto
pusieron una exitosa y muy bien presentada tienda de
artículos deportivos por Morelos entre Santa Mónica
y Ocampo. Varios tuvieron tiendas de deportes, Soto,
del Oro, “Pina” Arellano del Guadalajara y el “Tigre”
Sepúlveda, jugadorazo en la defensa del campeonísimo,
también.
De 1956 a 1965 fue la época en la que el Club
Guadalajara consiguiera seis campeonatos de liga
y con ello el título, adjudicado por la afición de
“Campeonísimo”. El primer galardón lo consiguió en
el campeonato 1956-57 bajo la dirección del uruguayo
Donaldo Ross, ganando el último y definitivo encuentro
el 3 de enero de 1957, en el parque Oro, frente al
Irapuato, con solitario gol de Chava Reyes. El último
campeonato de esa etapa, lo ganó el Guadalajara el 20
de diciembre de 1964 empatando con el Nacional a un
gol, el de las Chivas anotado por Isidoro Díaz.
Destacados jugadores de esa época fueron los
porteros Jaime “Tubo” Gómez y Nacho Calderón;
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defensas, “Jamaicón” Villegas, “Tigre” Sepúlveda,
Arturo Chaires; medios, Juan Jasso y “Panchito” Flores
y delanteros, “Pina” Arellano, Héctor Hernández,
Salvador Reyes, “Mellone” Gutiérrez, Sabás Ponce y
Paco Jara.
Esa época del campeonísimo marcó también el
momento en que el equipo se convierte en símbolo,
como lo afirma José Ma. Murià:
…se formó una suerte de nuevo icono con mucho arraigo
popular y hasta mayor presencia a lo largo y ancho de
todo el país: el equipo de futbol Guadalajara, conocido
cariñosamente como Chivas. La razón es que era oriundo
de la capital de Jalisco, militaban en él puros jugadores
mexicanos y ganaban un campeonato tras otro para gran
deleite y aliento de los aficionados a este deporte tan
espectacular que se abrazaban al nacionalismo.2 2. José M. Muriá. Orígenes de la
charrería y de su nombre. México:
Miguel Ángel Porrúa, 2010, p. 25.
Árbitros, entrenadores, cronistas

Importantes en el desarrollo de los encuentros son


los árbitros, apodados nazarenos por lo que tienen
que soportar por parte de los aficionados cuando
éstos sienten que su equipo ha sido perjudicado por
algún fallo del propio árbitro o de algún abanderado.
Cuando se jugaba en el Parque Oro, donde la tribuna
iniciaba a escasos dos metros de la línea de cancha, era
frecuente que algún abanderado recibiera, tras lo que la
fanaticada, sobre todo la del lado de sol, percibía como
decisión equivocada, un baño de líquido que bien podía
ser de cerveza o de otro de color parecido, además de
eso, los recordatorios a la línea materna no dejaban, ni
dejarán de escucharse.
Son muy recordables los árbitros de la Liga Mayor,
elegantemente vestidos con bermudas de color azul
marino y saco de corte sport del mismo color con vivos
blancos en todos los bordes, medias grises y zapatos de
futbol negros, como eran todos los que usaban también
los jugadores. La moda de los zapatos multicolores,
pretexto para que el público más enterado conozca la
marca que usa cada jugador y que a ellos les reditúe
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regalías, es reciente. Actualmente no hay ninguna
prenda que no lleve anuncio y en eso hay que elogiar
al beisbol norteamericano que no ha permitido ensuciar
las franelas de los jugadores con publicidad.
Nombres de árbitros como Blat Garay, Carlos
Esteva, están ya en el olvido, un poco más recientes
como Mr. Reaside quien fue traído de Inglaterra en un
afán de mejorar el arbitraje que antes de la mitad de los
años cincuenta era, también, actividad semiprofesional.
Vino del Perú Arturo Yamazaky y por varios años fue
instructor de los nazarenos, campechano, dicharachero,
departía con cronistas a quienes daba lecciones y les
compartía anecdotario. Alfonso González Archundia,
Arturo Bricio, Diego di Leo, italiano, muy polémico
en sus decisiones, quien implantó el vedetismo en los
árbitros mexicanos, pecado que se ha incrementado
–solo hay que ver a los jóvenes, atléticos, infatuados
árbitros actuales– y que considero es una de las causas
por las que los jugadores enfrentan con frecuencia a
quienes debían respetar.
Casos aparte son don Fernando Marcos quien fue
jugador destacado en los años treinta, formó parte de la
Selección Nacional de esa época, luego fue entrenador
exitoso y árbitro para finalizar como comentarista
realizando en todos los campos labor muy destacada;
era hombre culto; muy diferente, bromista hasta con
los jugadores y amante de reconvenirlos cuando sentía
que estaban jugando por abajo del nivel aceptable,
Bonifacio Núñez también increpaba a los que se
quedaban tirados en el césped fingiéndose lesionados
con frases como: “ándale, levántate y juega”; fue
sin duda árbitro pintoresco que se llevó una rechifla
memorable una vez que a medio juego, por ir corriendo
de espaldas, tropezó y cayó de cara al cielo a mitad de
cancha.
Entrenadores recordables son don Jorge Orth,
húngaro, quien fue un delantero goleador famoso en
Europa y que vino como entrenador del Guadalajara
en la época del “ya mero”, cuando ese equipo quedaba
a unos puntos del campeonato. El argentino Casullo
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y el magyar Arpad Fekete, goleador también, vino a
profesionalizar los momentos de vestidores, exigiendo,
por ejemplo, que cada jugador tuviera tres pares de
zapatos, con los “tacos”, como antes les llamábamos,
de tres diferentes alturas que ordenaba calzar según el
estado de la cancha, la que revisaba cuidadosamente
antes de entrar al vestidor, gustaba también, de tener
la alineación del equipo contrario para planear su
estrategia, Fekete dio tres campeonatos al Guadalajara
y uno al Oro.
Ya fueron mencionados el Ing. Javier de la Torre,
quien llevó también en la época del campeonísimo, a
las ya entonces “Chivas” a campeonatos y hablamos
del “Che” Valdatti, quien comandó con mucho éxito
al Atlas; fue jugador, entrenador y directivo de Clubes
Unidos de Jalisco.
Entre los directivos fueron destacados Federico
González Obregón, Antonio Levy, el ingeniero Ladrón
de Guevara y Evaristo Cárdenas del Guadalajara,
Alberto Alvo del Atlas y Felipe Martínez Sandoval
del Oro.
Los cronistas son parte muy importante en la
orientación de los aficionados, puedo afirmar que, entre
ellos y con la excepción de los de Televisa que, por
razones obvias tenían que apoyar, primero al América
y luego a otros equipos afiliados a la televisora y
perdían imparcialidad, la mayoría fueron hasta donde
era posible, neutrales. En Jalisco tuvimos en prensa
escrita a los de El Informador: magog, como firmaba
Manuel Gómez Gutiérrez, Reinaldo Martín del Campo
y Víctor Latapí, culto y conocedor; en El Occidental
al Lic. Aurelio Cortés Díaz, con su infaltable corbata
de moño, también el “Bicho” Morfín y muchos más.
En radio se peleaban la audiencia las transmisiones
de xehl y xeav con los cronistas “Fray” León, Juan
Manuel Rojo y el inolvidable Susano Santos Flores
–cuya trágica muerte en 1968 fue llorada por la
afición– quien ponía la pimienta en sus narraciones
entusiastas y de corte muy especial, estos en la xeav.
En la xehl inicié transmisiones junto a Arcadio Ríos
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el domingo 10 de febrero de 1957, narrando el partido
entre el Peñarol de Uruguay y un combinado de los
equipos Atlas y Oro. Pronto se retiró Arcadio Ríos y
tomó su lugar José Manuel Naranjo y años después
David González Vidaurri. A la televisión enviaban,
generalmente, personal de la ciudad de México, entre
estos fue muy destacado Enrique “El Perro” Bermúdez,
quien llegó muy joven y aquí se formó como cronista
adquiriendo modismos de la tierra y cariño por los
equipos y jugadores locales.

El estadio Jalisco, sede de futbol internacional

Un hecho que impulsó al futbol de Guadalajara y del


estado, fue la construcción del Estadio Jalisco. Todo
inició en una sesión del Club Atlas, el 8 de octubre de
1954, cuando Alberto Alvo, atlista de corazón y hombre
de empresa, siguiendo el consejo del Canónigo José
Ruiz Medrano, fanático del futbol y de los rojinegros,
quien también propuso la formación de la escuela de
futbol Atlas, sugirió la construcción de un estadio
para futbol que sustituyera al viejo parque “Martínez
Sandoval” en funciones desde 1930 y con cupo limitado
que, en partidos como el Guadalajara-Atlas, era
rebasado por la demanda. Se formó una asociación civil
“Clubes Unidos de Jalisco” y se obtuvo el apoyo del
gobernador Agustín Yáñez y del presidente municipal
de Guadalajara Juan Gil Preciado y con proyecto de
los ingenieros Jaime Vallejo y Jaime de Obeso, los
trabajos iniciaron en julio de 1957, llevando a cabo la
ejecución del proyecto la constructora Jalisco de los
ingenieros Felipe Arregui, José Calderón Robert y el
industrial Jorge Dipp.
El estadio Jalisco, primero en la república para
cobijar el futbol, fue inaugurado el 24 de enero de 1960
con la bendición del Cardenal José Garibi Rivera, una
semana después, el 31 de enero se jugó el primer partido
Atlas contra San Lorenzo de Almagro de Buenos Aires.
El primer jugador en pisar la cancha del inmueble con
cupo para 55 mil espectadores, fue el “Pistache” Torres,
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ídolo rojinegro, y el primer gol lo marcó Norberto
Boggio, argentino.
Para los Juegos Olímpicos de 1968 y el Campeonato
Mundial de Futbol de 1970, se realizó una ampliación
de las graderías para dar cabida a 70 mil espectadores,
remodelación que estuvo a cargo del Arq. José
Manuel Gómez Vázquez. El estadio alojó, después, el
Campeonato del Mundo de 1986.
Guadalajara fue una de las cuatro sedes del futbol
olímpico de 1968. El grupo que en la Perla tuvo sede
estuvo compuesto por: Checoslovaquia, Guatemala,
Bulgaria y Tailandia. No tuvo mayor lucimiento. El
campeón fue Hungría, segundo lugar Bulgaria y tercero
Japón.
Dos años después, 1970, México organizó la
Novena Copa Mundial de Futbol con enorme éxito.
Los cuatro grupos jugaron en las ciudades de México,
Guadalajara, León, Puebla y Toluca –estas dos últimas
sedes dividieron encuentros–. A la Perla de Occidente
le tocaron los equipos del grupo 3: Brasil, Inglaterra,
Checoslovaquia y Rumania, los primeros en llegar
fueron los brasileños; alojados en “Suites Caribe” por
la Av. López Mateos, entrenaban en las instalaciones
del Club “Providencia”. Fueron precedidos por una
pléyade de cronistas de prensa, radio y tv, así como
los técnicos de esos medios, el primero en llegar
fue un comentarista de radio de Minas Gerais, Luis
Carlos Alves quien se hizo luego de la cabina que los
medios todos brasileños había contratado con Radio
Comerciales para que fuera, esos días, de uso exclusivo
de ellos para enviar informaciones a través de línea
telefónica desde Teléfonos de México hasta Inbratel y
de ahí a cada uno de los medios, ávidos de información.
Brasil vivía la etapa del militarismo y el presidente
Garrastazu Medici, recibía información, todos los
días, a las 20:00 horas, tiempo de México, cuando
puntualísimo el General de Brigada Jerónimo Bastos,
quien venía al frente de la delegación, reportaba a su
presidente.
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Vino una selección magnífica comandada por
Mario Lobo Zagallo y con jugadores en plenitud
como Pelé, Gerson, Jairzinho, Tostao, Carlos Alberto
y Rivelino, por no citar a todos. El doctor Lidio Toledo
encabezaba el equipo médico y el gran Américo fue el
masajista con su auxiliar “Knockout” Jack. Guadalajara
se volvió brasileira, llena de banderas de ese país, con la
gente volcada a las calles por donde pasaba el camión
que transportaba al “scratch du ouro” a entrenamientos
o partidos; amas de casa con chiquillos en brazos,
jóvenes, adultos, todos salían a gritar “Brasil, Brasil”.
Guadalajara vivió un partido inolvidable para
quienes lo presenciamos, el 7 de junio de 1970: Brasil
vs. Inglaterra; los cariocas con sus grandes estrellas
y los ingleses con un gran equipo, también, en el que
destacaban Gordon Banks, Bobby Moore y Bobby
Charlton. Ganó Brasil 1-0 con anotación de Jair. Fue
un duelo al tú por tú entre el campeón Inglaterra y
la escuadra “verde amarella” que quería sacarse la
espina que le dejó clavada el mundial de 1966 donde
Pelé y el “scrath” fueron acabados a puntapiés y los
organizadores quedaron dueños del trofeo. Hubo
jugadas magníficas, sobresaliendo una atajada de
antología del arquero Banks a remate de cabeza de
Pelé a la base del poste derecho que sacó con las uñas
el legendario portero inglés que mereció título de “Sir”.
La final entre Brasil e Italia fue ganada, como
todos sabemos, por Brasil con marcador de 4-1. Este
mundial es considerado el mejor que se ha disputado
y la selección ganadora, la mejor de todos los tiempos.
Fue un mundial caballeroso, no hubo en todo el
campeonato un solo jugador expulsado, fue el primer
mundial de futbol transmitido en color y con el uso de la
cámara lenta, la marca Adidas presentó un balón que fue
revolucionario, el “Telstar” con 20 hexágonos en color
blanco y 12 pentágonos negros –en lugar de los 18 gajos
que componían a los anteriores– y con alta tecnología
en el material usado y en el llenado con cápsulas de gas
al ser moldeado. Se creó una mascota, “Juanito” que
fue muy popular, pero con toda la experiencia en cuanto
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a organización y resultados económicos, sirvió como
parteaguas de un futbol romántico, si se me permite el
término, al futbol gran negocio y poco deporte que se
vino después y que a la fecha sufrimos.
Cierro estos recuerdos de un aficionado que amó
el futbol de entrega, en el que muchos jugadores vivían
toda su etapa deportiva en un club, cuando había cariño
por la camiseta, se jugaba con el corazón y los colores
tatuados al cuerpo; hoy, lo tatuado son imágenes
intrascendentes que casi todos los jugadores exhiben,
parece una competencia de mal gusto, algo que es
difícil de asimilar para quienes nos formamos con una
elegancia en el futbol que no permitía, por ejemplo,
sino los zapatos de color negro y los uniformes solo
llevaban el escudo del club.
Cosas veredes Mio Cid.

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